Está en la página 1de 3

La conversión de San Pablo

“Yo pregunte: ¿Quién eres, Señor?, el Señor me respondió: Yo soy Jesús, el que tu
persigues…” Hch 26, 15

Llama la atención este proceso de conversión que ha sufrido el que será llamado
“Apóstol de los gentiles”, pues no cabe en la cabeza humana que un hombre tan firme,
culto, integro, conocedor de la antigua ley, adoctrinado en el ejercito y fiel perseguidor
de los cristianos, Saulo perseguía a la iglesia y se convirtió en el brazo ejecutor de los
sumos sacerdotes en su causa contra los cristianos. Es cierto que los móviles de los
gobernantes eran en gran parte políticos, mientras que los de Saulo eran religiosos, sin
embargo, ambos coincidían en que la causa de Jesús de Nazaret debía ser erradicada de
este mundo, haya dejado eso a un lado y ahora considere todo como basura.

Pero. ¿Quién es Pablo? Pablo, judío de la tribu de Benjamín y ciudadano romano, nació
en Tarso de Cilicia, en una familia de fieles observantes de la Ley, Hechos 22,3 habla en
términos técnicos de una enseñanza primaria y una enseñanza superior de Pablo en
Jerusalén, a los pies del célebre rabino Gamaliel. muestra un profundo conocimiento de
la lengua y las costumbres griegas, es la Carta a los Gálatas (l,13s) nos presenta la
juventud de Pablo como la de un típico judío de la Diáspora. Comenzó por perseguir a
Esteban, al que él consideraba como un promotor del cristianismo y por lo tanto una seria
amenaza contra el glorioso monoteísmo del judaísmo, ya que, como todos los cristianos,
atribuía honores divinos a Jesús de Nazaret. Le había escuchado predicar y no le había
quedado ninguna duda de que el cristianismo apartaba a los judíos de la centralidad del
templo y del judaísmo oficial. Así que decidió terminar con Esteban, que murió siendo el
primer mártir del cristianismo.

Pero no se conformó con esto. En su celo purificador, Pablo persiguió a todos los
cristianos, y aún más, decidió que el sumo sacerdote debía ejercer su derecho de
extradición contra los fugitivos y le pidió "cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de
que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a
Jerusalén" (Hch 9,1-2).

Ciertamente Lucas, en el libro de los Hechos de los Apóstoles, nos narra el proceso que ha
de pasar Saulo, Pablo, para poder configurarse con Cristo, es éste quien nos da una
dimensión narrativa del suceso, mientras que el mismo Pablo en sus cartas habla siempre y
sólo en términos sobrios y personalistas, de un encuentro decisivo con el Señor resucitado
que hizo de él, al par, un cristiano y un apóstol (Cf. 1Co 9, 1; 15, 8-10; 2Co 4, 6; Gal 1, 15-
16; Flp 3, 7-12).
Ante ello nos podemos preguntar ¿qué hizo que un hombre como Saulo (Pablo después
de su conversión), que odiaba el nombre de Jesús, que perseguía y asesinaba a los
cristianos, se hiciera uno de ellos y llegará a ser el mayor propagador del cristianismo?
Ya Gal 1-2 nos lo hace saber, pues, en todo este resumen, que presenta una forma casi
protocolaria, se trata de la historia de su vocación y de su comportamiento y actividad
subsiguientes en pro del principio, sostenido por él contra viento y marea, de su
independencia con respecto a toda autoridad humana y, junto con esto, del origen divino
de su evangelio y de su misión.

Lo que Gal 1, 15 llama revelación, el termino procede del lenguaje apocalíptico, designa
aquí, como cuando Pablo lo repite en otros pasajes un acontecimiento objetivo por el que
el mundo cambia de rumbo, este acontecimiento hace que una nueva era amanezca en el
mundo. Así el testimonio que da el propio Pablo sobre su vocación en Gal 1 viene a
indicar, ni mas ni menos que Flp 3, hasta qué punto el cambio operado en su vida y su
misión han de entenderse en función del contenido de su predicación y de su teología y
no de la obstinada reivindicación de una revelatio specialissima que habría recibido. El
cambio fue operado, no por un lento proceso de maduración, sino únicamente en virtud
de la acción libre y soberana de Dios.

Así pues, el que se encuentra con Cristo crucificado y glorificado es un fariseo orgulloso,
para quien su pertenencia al pueblo escogido, la ley de Dios y su propia justicia,
constituían un imperecedero timbre de gloria, y no un hombre presa de angustias de
conciencia y destrozado por su propia insuficiencia. Este cambio de vida, por el que
Pablo paso, no lo realizo un incrédulo, sino un hombre lleno de celo por la causa de Dios,
que había tomado en serio, como ningún otro, sus exigencias y sus promesas, es a este
hombre piadoso al que Dios cierra el paso con la cruz, en la que Cristo muere muerte de
infamia, y al que ilumina con la luz.

Así, cuando los hombres que iban con Saulo se recobraron, vieron que había perdido la
vista y tuvieron que conducirle hasta la ciudad. En lugar del orgulloso fariseo que
caminaba por las calles con los aires de un inquisidor, ahora era un hombre humillado,
afligido, tembloroso, andando a tientas, necesitado de una mano que le guiara. Luego,
cuando llegó a la posada y se quedó sólo en medio de la oscuridad, empezó a orar y fue
entonces cuando tuvo lugar el verdadero cambio interior en su vida. Fue una verdadera
crisis de su intelecto, voluntad y emociones que transformó toda su vida y sus
actividades posteriores.

Hasta tres veces podemos vislumbrar dichas declaraciones, la primera y en estilo directo
la tenemos en Hch 9, 1-19, las otras dos en boca de Pablo Hch 22, 3-21; 26, 9-23, ellas
con variaciones e inspirándose en descripciones de epifanías y relatos de vocaciones,
embellecidos con elementos legendarios de la literatura veterotestamentaria y judía.
Tanto Hechos como las cartas de Pablo tiene en común el hecho de la victoria alcanzada
por Dios sobre aquel que, por razón de su adhesión apasionada a la fe judía, perseguía
fanáticamente a Cristo y a su comunidad; no se trata, pues, de la conversión de un
pecador arrepentido, lo que importa es que el Señor exaltado, con su poder soberano,
convierte a su perseguidor en testigo suyo. Esto confirma que lo único verdaderamente
importante para él era la misión que había recibido y no su propia persona.

José Fernando Rios Daza


Corpus paulinum
Pbro. Pablo Santiago Criollo Mora
Febrero 2022

También podría gustarte