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El testamento un acto por el cual una persona dispone de todo o parte de sus

bienes para que sean heredados después de que fallezca. Pero, ¿sirve de algo
hacerlo?

¿Cuál es la función de un testamento?


El testador puede ordenar en parte la distribución de sus bienes una vez
fallecido, de manera distinta de cómo lo haría la ley si no hubiera otorgado
un testamento estando vivo, en cuyo caso se aplican las normas del Código
Civil sobre sucesión intestada. Por otro lado, las declaraciones que hiciera en
vida una persona cobran valor jurídico si son vertidas en un testamento,
como, por ejemplo, el reconocimiento del hijo concebido de una relación
extramatrimonial; esta declaración produce todos los efectos legales como si
hubiera sido hecha por el causante en vida y ante un oficial del Registro Civil.

¿A quiénes puedo dejar mis bienes?


En Chile los testamentos son restringidos. No existe libertad absoluta para
disponer de los bienes ya que la ley obliga al testador a cumplir con
asignaciones forzosas a favor de ciertas personas. Las disposiciones del
testamento que no las cumpla no tendrán valor. Las asignaciones obligatorias
abarcan:

Los alimentos forzosos que el difunto debía por ley, deben pagarse con
cargo a los bienes de la herencia.
Las legítimas que se componen por el 50% de los bienes (mitad legitimaria)
y les corresponde a los herederos como el cónyuge, descendientes o
ascendientes (padres y abuelos)
La cuarta de mejoras se compone del 25% de los bienes y con ella se puede
favorecer la cuota de determinados herederos (cónyuge, descendientes o
ascendientes). El 25% restante, llamada “cuarta de libre disposición”, puede
dejarse libremente a cualquier persona.
En resumen, el 50% de los bienes va a los herederos forzosos, el 25% va para
mejorar a alguno de los beneficiados por la primera mitad, y el otro 25%, a
quien el testador desee.
¿Quiénes no pueden otorgar testamento?
La regla general dispone que toda persona es capaz para otorgarrlo.
Excepcionalmente, entonces, no pueden hacerlo: 1.- El impúber, a quien se le
considera absolutamente incapaz, es decir, el hombre menor de 14 años y la
mujer menor de 12 años de edad; 2.- Los que al momento de otorgar el
testamento se encuentren privados de razón, por estar bajo la influencia del
alcohol, de un alucinógeno, demencia senil, el demente no declarado
interdicto, u otro; 3.- Los interdictos por demencia. Aquel cuyo estado de
locura ha sido declarado por un tribunal; y 4.- El que no puede manifestar
claramente su voluntad, es decir, por ejemplo, el sordomudo que no puede
darse a entender por escrito.

¿Puede otra persona confeccionar mi testamento?


El testamento es un acto personalísimo en el que no cabe la representación
jurídica, como el mandato. Esto quiere decir que se trata de un acto de una
sola persona y no se admite, en otras palabras, el testamento otorgado por
dos o más personas, como sería que en un solo acto concurrieran dos
personas instituyéndose recíprocamente herederas una de la otra.

¿Puedo revocar las disposiciones de mi testamento?


Es razonable que por la importancia del testamento y variadas las
circunstancias que tuvo el testador a la vista para disponer de sus bienes
entre sus herederos, este sea esencialmente revocable, en cuanto a la
distribución de los bienes del causante. Sin embargo, las declaraciones, como
el reconocimiento de un hijo, no son revocables y se mantienen firmes no
obstante el arrepentimiento del testador.

¿Cómo se hace cumplir un testamento?


El testador puede haber designado en el testamento un albacea o ejecutor
testamentario, que es la persona encargada de hacer cumplir lo que dice el
testamento.
Tras la muerte del testador, el albacea debe informar a los herederos que
existe un testamento y que representa la última voluntad de la persona.
Luego él deberá hacer las gestiones necesarias ante los tribunales para que lo
que el testamento dice respecto a bienes materiales sea incorporado a la
posesión efectiva.
Si el testador no ha designado un albacea, cualquier heredero puede ejecutar
el testamento solicitando la posesión efectiva testada ante tribunales,
representado por un abogado.
En definitiva: ¿Por qué es recomendable hacer un testamento?
Hacer testamento es recomendable porque es un procedimiento rápido,
sencillo, económico y es útil para decidir sobre el destino del patrimonio y
evitar así problemas a posteriori a familiares y allegados. El testador (la
persona que hace el testamento) puede ordenar sus deseos y saber que se
cumplirán, en gran parte, cuando no esté.
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Como hemos ido analizando en diversos posts, el testamento es un acto
jurídico por el que una persona dispone de sus bienes para después de su
muerte. Es decir, se ordena el destino de los bienes para cuando el testador
fallezca (lo que se conoce como destino “post mortem”). Lo anterior implica
que un testamento, por esencia, contiene disposiciones patrimoniales, o lo
que es lo mismo, sobre los bienes, derechos y obligaciones del testador. Lo
cual no impide que, junto a ese tipo de disposiciones, que son las naturales
de un testamento, se puedan contener otras de distinto carácter, como el
nombramiento de tutor para los hijos (en el caso de que ambos padres
fallezcan y se tenga que proceder a nombrar tutor durante la minoría de
edad del hijo), el nombramiento de ejecutores testamentarios (lo que se
denomina jurídicamente “albaceas”), o incluso, el reconocimiento de hijos
extramatrimoniales.

El testamento, en todo caso, se engloba dentro de lo que se conoce como


actos de última voluntad. De hecho, es el acto de última voluntad por
excelencia. Esto significa que lo que cuenta es la última voluntad del
testador. Como consecuencia natural, el testamento es un acto
esencialmente revocable, y de eso vamos a tratar aquí.

En efecto, el testamento es un instrumento vivo. Vivo porque responde a la


circunstancias del testador en el momento en el que testa. Y, como esas
circunstancias personales y patrimoniales del testador pueden cambiar, no
sólo es posible sino además aconsejable ir adaptando el testamento. Y el
legislador, consciente de ello, impone la revocabilidad del testamento como
requisito intrínseco esencial del mismo. Es decir, que el testamento lo voy a
poder cambiar las veces que quiera, y valdrá siempre el último. Y no sólo eso,
sino que es conveniente otorgar nuevo testamento en caso de cambio de las
circunstancias personales (como el nacimiento de más hijos), ya que,
además, en caso contrario, puede dar lugar a impugnaciones por preterición,
término que explico en otro post de este mismo Blog, que viene a significar
que, en determinados casos, el olvido de un legitimario puede acarrear la
invalidez del testamento.
Hasta tal punto es natural esta característica de la revocabilidad en el
testamento, que la propia Ley dispone que el testamento posterior revoca,
de por sí, aunque no se diga nada, al anterior (lo que se denomina
“revocación tácita”). Aunque lo frecuente, que es cláusula en todo
testamento notarial, es que en el nuevo se ordene la revocación del anterior
(la “revocación expresa”). Y el que vale, el que va a regir la sucesión, va a ser
el último. Y no sólo eso, sino que además el propio Código Civil ordena que,
aunque el testador piense que un testamento va a ser el último y diga en el
mismo que no lo podrá revocar jamás, o que los futuros testamentos no
valgan, o que sólo podrá revocarlo si utiliza ciertas palabras o señales en los
testamentos futuros, todo ello se tendrá por no puesto, y cualquier
testamento posterior revocará al anterior, sí o sí.

Los testamentos, como sabemos, pueden ser de varios tipos. El más utilizado
en la práctica es el llamado abierto notarial, que es aquél en el que el
testador dicta su voluntad al notario, y éste lo redacta jurídicamente de
acuerdo con esa voluntad. Pero también hay testamentos ológrafos (escritos
a mano por el testador sin la intervención de notario, sujetos a requisitos
muy rigurosos), cerrados (en el que el testador lo que da al notario es un
testamento que se guarda en sobre cerrado en el que se encuentra su
voluntad), e incluso testamentos especiales militares y marítimos, sin
perjuicio de otras formas de testamento, menos frecuentes, y peculiares de
ciertas Comunidades Autónomas.

Cualquiera de ellos, en la forma citada, si es válido, revoca al anterior,


aunque sea de tipo distinto. Pero lo que conviene destacar es la importancia
de otorgar testamento ante notario, por la labor de asesoramiento notarial,
porque es el que menos problemas va a plantear en el futuro (el notario
identificará al testador y dará fe de que coincide con su voluntad) y además
es el más económico. No hay que olvidar que el testamento es un documento
notarial muy asequible, precisamente para que todo el mundo,
independientemente de su condición económica, pueda testar. Y además, el
asesoramiento del notario, por profundo que sea, es gratuito. Esto facilita,
que se pueda otorgar un nuevo testamento cuando se quiera y, por tanto,
revocar al anterior.

Lo importante es que un testamento sólo se puede revocar mediante otro


testamento posterior. Testamento posterior que puede ser meramente
revocatorio, en el que el testador lo único que dice es que el testamento
anterior queda revocado, por lo que entonces va a determinar la propia Ley
quiénes heredan (lo que se conoce como sucesión abintestato, porque es
como si uno muriese sin testamento). Otra cosa es que sea poco aconsejable,
ya que mucho mejor que el testador determine cómo y quién va a heredar, y
no que lo determine la Ley, porque ello va a suponer, además, más trámites y
gastos al fallecer el testador. Igualmente, si el testador quiere que valga uno
anterior, si bien cabe jurídicamente que se ordene en un testamento
posterior la revocación del anterior y que resucite uno más lejano, es mucho
más claro ordenarlo de nuevo que acudir a esta posibilidad, no exenta de
problemas. Únicamente en el testamento cerrado (lo mismo que en el
ológrafo) cabe lo que se denomina “revocación real”, en el que el testador
destruye físicamente el testamento, pero, como lo habitual y recomendable,
sin duda (por los grandes problemas que plantean los testamentos no
notariales), es el testamento abierto notarial. Debe destacarse que
rompiendo la copia NO se revoca el testamento, sino que hay que ir de nuevo
al notario a otorgar uno nuevo, con carácter necesario.

Cabe añadir, además, en consonancia con lo anterior, que si bien el


testamento es un acto unilateral, en ciertas Comunidades Autónomas se
permite lo que se denomina testamento mancomunado, en el que varias
personas otorgan conjuntamente el testamento. Estos últimos, al suponer
más de una voluntad, están sujetos a requisitos especiales de revocación,
que exceden de lo que podemos analizar aquí. El notario de su plaza,
adecuadamente, les asesorará de su posibilidad y régimen de revocación.

Únicamente destacar, para finalizar, dos ideas: la primera, que todas aquellas
disposiciones patrimoniales (sobre los bienes) contenidas en el testamento
pueden revocarse, pero existen disposiciones que, si bien se permiten en el
propio testamento, exceden de lo que es propio del mismo, como el citado
caso del reconocimiento de hijos extramatrimoniales, que la propia Ley
determina que sean irrevocables, aunque lo ordenemos así en el testamento
posterior. Y destacar, como segunda idea, que cabe la posibilidad de que el
testamento posterior sea meramente aclaratorio, o modifique únicamente
algún aspecto del testamento anterior, dando lugar a lo que se conoce como
testamentos complementarios (por ejemplo, un testamento exclusivamente
para los bienes que tenga el testador en Alemania, y otro para el resto de
países, cada vez más frecuentes por el aumento de la inmigración). No
obstante, como no están exentos de ciertos problemas, se aconseja acudir al
notario para recabar la información oportuna y valorar su oportunidad.

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