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CÓDIGO : I03
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EN LO PRINCIPAL: Demanda de indemnización de perjuicios por responsabilidad civil
S. J. L. EN LO CIVIL DE IQUIQUE
#110, oficina 24, Edificio Ramírez de esta ciudad, a US., con respeto digo:
representada legalmente en esta ciudad por su Gerente don CARLOS CALDERÓN, Factor
en Santiago en Av. Pdte. Eduardo Frei Montalva #520, Renca, Santiago, a fin que sean
condenados al pago de las indemnizaciones que se expondrán en el cuerpo de esta demanda,
todo ello sobre la base de los antecedentes de hecho y de derecho que a continuación paso a
exponer:
I. LOS HECHOS:
Que, en el mes de marzo de 2015, comencé a trabajar para la Empresa GESPOS como promotor
desempeñaría al interior de Tiendas La Polar de Iquique. Con el transcurso del tiempo y dado
mi buen desempeño, durante el mes de julio del año 2016, fui ascendido a Trade-Marketing , la
marca telefónica para las ciudades del Norte, cargo que involucra la supervisión no sólo de los
locales asociados a la marca en Iquique, sino también en Arica y Antofagasta. En otras palabras,
nuestros productos, intentando solucionar cualquier problema que se origine en este contexto.
Esta es la labor que desempeño hasta la fecha, y que grosso modo, puedo reseñar que el trabajo
en comento tiene varias aristas; por una parte, es bastante dinámico; debo realizar constantes
viajes de supervisión a todo el personal relacionado con la marca en la Zona Norte Grande de
nuestro país. Es también un trabajo muy humano; la labor involucra mucho contacto con
personas, trabajadores de otras empresas relacionadas con el rubro, clientes que aportan el
feed-back necesario para la mejora de los servicios que presta mi empleador, compañeros de
trabajo y jefatura, con la que existe comunicación constante y periódica, sea en reuniones,
recreación, seminarios, capacitaciones, etc., y en general, con gente que día a día, interviene de
manera directa o indirecta en la realización de mi trabajo. Destaco esto porque serán estas las
personas que declararán en el juicio que genere esta demanda, pudiendo dar cuenta en el acto,
del tipo de persona que soy, mis valores, principios y mi cosmovisión de la realidad. Sin ánimos
de ser auto referente, debo decir que desde que tengo consciencia, me planteo ante esta sociedad
como una persona tranquila, con una vida afortunada en lo emocional y muy austera desde lo
cualquier ser humano, con problemas de variada índole y gravedad, pero con una mirada
siempre positiva de la realidad. Siempre he pensado que esta estructura de personalidad y
aprehensiones morales, vienen dadas por mi crianza, donde la educación estricta que mis
padres nos proporcionaros a mí y mi hermana, no era óbice para cultivar los más exquisitos
valores y afectos al interior de un seno familiar muy típico chileno. Mi padre, don Alberto
Navarrete Algo Gómez, fue el sustento del hogar por años, hasta que producto del cáncer que le
fue detectado hace un tiempo atrás, hubo que restructurar las finanzas del hogar, quedando yo
suscribe. Entre todos de alguna manera, hacemos que la vida cotidiana funcione; cuidamos a mi
mio, y en la medida de las posibilidades de cada uno, aportamos para que se paguen las deudas
que nos permiten vivir de manera digna. Lo anterior no es un baladí, ya que según se dirá, la
situación que origina la presente demanda, no solo causó un daño en mi persona y patrimonio,
sino también en la persona de mi padre y hermana, quienes al verme envuelto en este tipo de
situaciones, sufrieron y experimentaron tanto o más dolor que yo, causando una especie de
“dolor por rebote”, donde el sufrimiento de ellos, acrecentó el propio, generando una ansiedad
nunca antes experimentada y una impotencia de aquellas que sacan lo peor de ti. A este respecto
SS., pido tenga presente la dificultad de expresar con palabras tan concretas, emociones de lo
más nuevas y variopintas, que si bien resultan casi imposibles de replicar, pueden ser
desde mi vereda, mi óptica, en conjunto con el contexto social y las circunstancias que rodean el
hecho dañoso cuya indemnización hoy reclamo; creo que “ponerse en mis zapatos” es una
buena forma de hacer entendible mi acción resarcitoria y justificar el daño que hoy alego.
alejarme del ámbito laboral que he detallado recientemente, corresponde comenzar a acotar los
hechos que dieron origen a este libelo. Todo comienza precisamente en contexto de mi trabajo,
cuando de vuelta de uno de mis constantes viajes, y siguiendo con una rutina predeterminada
de trabajo, con fecha 6 de Septiembre de 2016, visité la tienda “La Polar” de esta ciudad, ubicada
en dependencias del Mall Plaza Iquique (ex Mall Las Américas), a fin de proseguir con mis
labores de supervisión del personal que expende productos Samsung, cuando me encuentro con
espectadores cuya presencia hoy agradezco, ya que serán quienes darán cuenta de lo que hoy
relato. Nunca imaginé que semejante espectáculo hubiera sido montado a causa mía. Primero
también en estos autos, el día jueves 1 de Septiembre del 2016 a las 19:00 horas, sobre
la base de un video captado por una cámara de seguridad ubicada al interior del recinto y el
testimonio de un guardia de seguridad que aseguraba haberme visto en el lugar de los hechos.
No puedo explicar lo que sentí en ese momento. Fueron emociones encontradas; me cambió de
color la cara por la profunda vergüenza que generó una acusación tan frontal, sumado a la rabia
que sentía al no entender por qué otra persona se siente con el derecho de acusarme a viva voz,
delante de terceros que no conocen un ápice de mi persona, de algo tan grave y tan contrario a
pasaron los peores miedos y paranoias producto quizá de la ignorancia en estos temas y lo
novedoso de la escena, ya que jamás en mi vida me había visto envuelto en una situación como
aquélla. No supe cómo reaccionar y simplemente fui presa del miedo, la angustia, la ansiedad, la
expresión. Fueron momentos críticos, puesto que me vi sindicado como el autor de un delito de
alto repudio social y personal; se me acusó y se me trató como un ladrón con anuencia del
personal policial, ante todo el equipo de guardias y parte del personal de la tienda. Sufrí el
escarnio directamente del demandado de autos y los funcionarios de la Policía que participaron
delincuente, exigiendo una confesión de manera compulsiva al más puro estilo de antaño
cuando no todos gozábamos de garantías como el debido proceso en este país, intentando hacer
justicia desde una convicción personal infundada, con presiones ilegales y acusaciones
prejuiciosas, hostigándome para que confesara algo que desde el principio sostuve desconocer,
negando mi participación en los hechos, señalando reiterada y majaderamente ser inocente, sin
que se me permitiera siquiera explicar mi versión de los hechos, que se basan en una sola y real
verdad; el día jueves 1 de septiembre de 2016, día en que acontecieron los hechos que se
me imputaron al día siguiente, viajé a la ciudad de Arica a las 06:20 horas vía terrestre, en un
bus de la empresa Tur Bus. Realicé mi recorrido prestablecido en las tiendas Almacenes París,
ABCDin, Movistar, Claro, Entel y Supermercado Líder, lugares todos ubicados en la antedicha
ciudad, donde existen puestos de venta de la marca para la que trabajo. Concluí mi labor y
pernocté en la ciudad hasta el día siguiente, viernes 2 de septiembre de 2016, donde compré
pasajes de regreso en la empresa de buses Santa Rosa para las 17:30 horas, todo lo cual
inició en mi contra por la Fiscalía Local de esta ciudad por el delito de hurto agravado,
considerando que mantuve contacto constante desde el inicio de este viaje y hasta el término del
mismo con mi Jefe directo don Claudio Valdés, que reside en la ciudad de Santiago. Hasta aquí
los hechos dañosos que dan origen a los perjuicios que reclamo, sin perjuicio de que, según se
dirá, las consecuencias de este suceso y en consecuencia el daño provocado, se extendieron más
II. EL DERECHO:
a. EL DAÑO
Sobre el particular SS., creo prudente señalar que sobre la base de todo lo expuesto
anteriormente, el daño causado por el agente, el demandado de autos Sr. Mercado Iboden,
deriva de las imputaciones gratuitas y deliberadas sobre mi persona, atentando contra mi honra
desprecio que el demandado ejecutó contra mi persona, injuriándome de tal manera, que logró
mermar mi sicología e integridad mental, causando el daño patrimonial y personal que alego en
esta causa. Alego además que el demandado de autos, no conforme con injuriarme, me
un hurto agravado (Art. 447 del Código Penal), perseguible de oficio por el Ministerio Público, al
Por su parte, el artículo 416 del Código Penal, establece que: “Es injuria toda expresión
por parte del Sr. Mercado Imboden cuando me presionó a confesar un delito que no cometí,
cuando me insultó con palabras soeces por no confesar, cuando corrió la voz de que yo era un
tienda “La Polar” y cuando, sin explicación coherente y satisfactoria, intenta inculparme del
Por su parte, el artículo 412 del Código Penal, establece que: “Es calumnia la imputación de un
sindicarme como autor de un delito que no he cometido, no solo ante la autoridad competente,
Pienso que es dable señalar desde ya, que al tomar los tipos penales de los artículos 412 y 416 del
Código Penal como referencia para determinar la conducta lesiva del autor del daño y
demandado de autos, no debe desviarse su estudio hacia una perspectiva penal, ya que el
objetivo de este juicio es determinar la existencia de un daño causado por un agente capaz,
los delitos de injuria y calumnia del Código punitivo, ya que de ser así se hubiera optado por la
sede penal y no la presente judicatura. Lo anterior no es un baladí, ya que los citados delitos, en
sede penal, requerirán de ciertos elementos (objetivos y subjetivos) necesarios para configurar
su comisión, entre los que podemos encontrar el dolo directo, sin el cual no es posible hablar de
injuria o calumnia, cuestión que desaparece en el ámbito civil, donde la conducta lesiva,
cualquiera que sea, puede verificarse como consecuencia del dolo o del actuar negligente del
hechor, permitiendo entonces la hipótesis de la culpa como fundamento del daño. Es por esto
no requiere de una sentencia condenatoria en materia penal, atendida la naturaleza de cada uno
Todo lo anterior SS., no es un invento caprichoso de esta parte; es la propia Constitución Política
de la República la que en su artículo 19 N°4, reconoce, protege, y por ende asegura a todas las
por lo que, consecuente con esto, pido hoy a SS., la protección de mi honra que fue irrespetada
por el demandado de autos.
A este respecto SS., debo destacar que el daño causado se ha producido desde una doble faz,
tanto material como moral. Sobre el primero, desde el momento que he tenido que
pesos) por concepto de honorarios médicos y/o terapias, en miras a reparar el daño sicológico
causado por el actuar al menos culposo del demandado. Sobre el segundo, avalúo el daño moral
en la suma de $20.000.000.- (veinte millones de pesos), toda vez que el menoscabo emocional
y espiritual que he experimentado a propósito del actuar del primer demandado de autos, ha
mermado a tal punto mi salud mental, que puedo establecer un antes y un después de los
hechos que motivan esta demanda. He tenido alteraciones del ánimo que me han significado
manera considerable a la hora de trabajar, ya que soy conocido como “el ladrón de celulares”
ante quienes se quedaron con los dichos de Mercado Imboden, ya que, en palabras del famoso
poeta italiano: “Las injurias tienen una gran ventaja sobre los razonamientos: la de ser
admitidas sin pruebas por una multitud de lectores.”; conocí por primera vez lo que es estar
deprimido, sin ánimo para nada, sin querer trabajar, llorando sin razón alguna y de forma
espontánea, sin querer levantarme, sin querer hacer nada de carácter social, por la vergüenza y
el temor al escarnio público. Esto y mucho más, me hacen apreciar el daño en la suma indicada,
Como se ha venido diciendo, la conducta dañina del primer demandado de esta causa ha sido al
menos negligente. Me consta a ciencia cierta que el Sr. Mercado actuó dolosamente al acusarme
del mentado hurto y al injuriarme de la manera que lo hizo, ya que su animadversión hacia mi
que durante la jornada laboral el día 27 de marzo del 2016, se constató la comisión de un hurto
de un equipo celular SAMSUNG modelo J7, desde el mesón de exhibición. Yo en ese momento
me encontraba descansando, sentado en un par de metros más allá de dicho mesón, cuando
sorpresivamente aparece mi inquisidor, el señor Mercado, pidiéndome el número telefónico de
teléfono personal a terceros, cuestión que causó que el jefe de seguridad demandado, me tratara
jefatura, sin que existiera ninguna consecuencia sobre el particular. El problema es que el dolo
es un elemento subjetivo sumamente difícil de acreditar, y en ese entendido diré que el autor del
atribuciones como Jefe de Seguridad de la tienda demandada. En dicha calidad actuó y en dicha
presiones ilegales para obtener mi confesión. Fue negligente al observar las cintas de video que
daban cuenta de la identidad del verdadero autor del delito cometido en contra de “La Polar”, ya
que según se acreditará, las diferencias entre el sujeto que aparece en dicho material y quien
suscribe, son notorias y evidentes. Fue descuidado en su actuar al sindicarme como autor de un
delito que no cometí, declarándome como un delincuente sin prueba alguna, cuando podría
haber usado expresiones como “autor presuntivo”, “supuesto autor” o análogas creaciones que
autor del delito ya tan latamente descrito, sin ninguna prueba en mi contra más que sus
reestructurar mis actividades diarias con el fin de no causar problemas con la tienda
demandada. Finalmente, actúa con culpa cuando de manera gratuita, me desacreditó con su
propia jefatura, me presionó a confesar un delito que no cometí, me insultó con palabras soeces
por no confesar, corrió la voz de que yo era un ladrón, ordenó la prohibición de mi ingreso a las
Que, sobre este punto vale la pena traer a colación algunas apreciaciones que hice respecto a mi
persona al principio de este libelo, y que dicen relación con mi forma de ser y mi personalidad.
normal única e irrepetible, pero sí puedo aseverar que soy una persona de buenas intenciones,
extrovertido, de sólidos principios y valores de familia; qué lamentable que sea yo quien lo diga,
pero creo coincidir con la apreciación que los demás tienen también de mí, estando siempre
seguro de que al no actuar mal, no tengo nada de qué arrepentirme o que reprocharme. Duermo
tranquilo en la noche porque no tengo más deudas que las de cualquier ciudadano de clase
señalé haber un antes y un después en mi vida después de los episodios narrados, no puedo
decir que la visión de mi persona antes descrita, siga inalterada. Consecuencia de toda esta
que puedan tratar el daño causado en mi persona por el Sr. Mercado. No existe un episodio en
mi vida que pueda haber causado más o igual daño que el actuar del primer demandado. No he
experimentado en mi vida un acto tan lesivo como el descrito en autos y a ciencia cierta, puedo
decir que de no haber mediado dicho actuar culpable del Jefe de Seguridad de “La Polar”, hoy
mi vida sería la misma que era antes de sufrir el menoscabo que acuso en esta demanda.
d. CAPACIDAD DELICTUAL
Que, a este respecto, cabe señalar que el primer demandado de autos es plenamente capaz de
distingue el bien del mal o el acto ilícito del lícito, y que no concurre en la especie, ninguna
de manera solidaria o conjunta, desde que debe responder por los hechos ilícitos de su
dependiente, considerando especialmente que éste actuó en pleno ejercicio de sus funciones.
e. LEGITIMIDAD PASIVA DE LOS DEMANDADOS
Que, sobre este interesante punto, resulta conveniente explicar por qué son dos los demandados
en estos autos y qué tipo de responsabilidad –civil por supuesto, le asiste a cada uno, conforme
En relación al señor Mercado Imboden no hay mucho qué decir; él personalmente resultó ser el
autor del daño causado en mi patrimonio y persona, de manera directa, por lo que conforme lo
establecen los artículos 2314 y 2329 inciso primero del Código Civil, el primero de los
“Art. 2314. El que ha cometido un delito o cuasidelito que ha inferido daño a otro, es obligado a
la indemnización; sin perjuicio de la pena que le impongan las leyes por el delito o cuasidelito.”
Art. 2329. Por regla general todo daño que pueda imputarse a malicia o negligencia de otra
empleador del Sr. Mercado, por ser este último dependiente del primero, en los términos que
“Art. 2320. Toda persona es responsable no sólo de sus propias acciones, sino del hecho de
Así el padre, y a falta de éste la madre, es responsable del hecho de los hijos menores que
Así el tutor o curador es responsable de la conducta del pupilo que vive bajo su dependencia y
cuidado.
Así los jefes de colegios y escuelas responden del hecho de los discípulos, mientras están bajo su
mismo caso.
Pero cesará la obligación de esas personas si con la autoridad y el cuidado que su respectiva
que, en palabras del jurista Alessandri: “hayan incurrido en culpa o negligencia en la elección,
causó el daño”1. Agrega el autor, que “esta culpa se presume iuris tantum”2, de manera que
conforme establece el artículo 1698 del Código Civil, la carga probatoria de esta circunstancia
recae sobre la contraparte, presumiéndose dicha culpa en tanto no aparezca una prueba en
contrario.
Por otra parte, nos señala un requisito fundamental de este tipo de responsabilidad, cual es el
vínculo de subordinación y dependencia que debe existir entre el autor del daño y el empresario
empleador del mismo, interpretada esta figura de manera amplia, ya que el legislador de la
época, pretende hacer responsable a quien se encuentra a cargo de otra que causa un daño, en
su amplio espectro, sin que la naturaleza de la relación que los una sea un impedimento para
que conforme establece el artículo 2317 del Código de Bello, existe una solidaridad pasiva entre
dependiente y empresario, de tal forma que hoy, me encuentro habilitado para demandar la
íntegra reparación del daño causado a mi persona y patrimonio, tanto del dependiente, como
del empresario, o de ambos conjuntamente, como ocurre en la especie, sin perjuicio de que el
negligente, en miras a obtener el reembolso de lo que el primero haya pagado por culpa del
segundo (Art. 2325 del Código Civil). En resumen, se ha señalado en Chile que “la calidad de
dependiente es más bien un estado de hecho que una relación jurídica. La calidad de
dependiente no proviene de la forma de designación, sino del hecho de estar al servicio de otro.
nulo, típico o atípico, que sea remunerada o gratuita, temporal o permanente, etc.; lo único
que importa es que, de hecho, el agente directo y material del daño esté al cuidado o control
negligentes, creo interesante citar las palabras y conclusiones del profesor y doctor en derecho,
don Pedro Zelaya Etchegaray, quien sobre el particular, dedica algunas reflexiones en la
se ha visto enfrentada esta materia, al momento de ser aplicada por nuestros Tribunales
“Sin perjuicio de las leyes especiales que han creado supuestos de responsabilidad objetiva o
“sin culpa”, es claro que la responsabilidad civil del empresario establecida en el Código Civil
otras palabras, los Tribunales ordinarios de Justicia (tanto los de jurisdicción o competencia
civil como los de jurisdicción o competencia penal) han ido haciendo cada vez más estricta la
responsabilidad civil del empresario mediante una interpretación extensiva del Código Civil y
y paliativos de los duros efectos que supondría la aplicación estricta de la doctrina de la culpa
a la moderna gestión empresarial.4 Así por ejemplo, hay jurisprudencia que señala que la
2. Así también hay fallos de los cuales se desprende que, una vez acreditada la culpa en el
3. Por otro lado, los Tribunales también han señalado que ya no es necesario determinar con
precisión cuál fue el concreto dependiente que con culpa causó el daño; y basta a la víctima
3 Cfr. C. de Santiago. 22 de junio de 1987, en Gaceta Jurídica N° 84.3 (junio), 1987, p. 78.
4 Un apretado resumen de estos mecanismos jurisprudenciales de objetivación pueden encontrase en ZELAYA
ETCHEGARAY. P., La responsabilidad civil del empresario por el hecho de su dependiente (Un intento por
sistematizar la jurisprudencia chilena), en Revista de Derecho N°197 (enero-junio). Facultad de Derecho. U. de
Concepción, 1995. pp. 101- 145.
señalar que alguien, dentro de la empresa, actuó o dejó de actuar con culpa o negligencia.
más difícil acreditar la prueba liberatoria del artículo 2320 inciso final del Código Civil.
hurtos, robos, estafas y otros engaños que causan daño a la propiedad ajena.
De esta forma, en muchos fallos cuesta entender que la culpa tradicional sea el verdadero y
real fundamento de la condena civil del empresario demandado. Pareciera que el fundamento
es otro, pero formalmente se mantienen declaraciones judiciales a favor de la culpa del sujeto
civilmente responsable.
Con ello, en la práctica, la jurisprudencia tácitamente ha ido modificando -sin apartarse de los
moldes clásicos y formales de la culpa- los fundamentos, las características y los efectos que la
doctrina tradicional predicaba de los artículos 2320 y 2322 del Código Civil.”5.
A mayor abundamiento, es trascendental determinar de qué forma contribuirá cada uno de los
demandados en el pago de una eventual indemnización, señalando desde ya, que nuestros
Tribunales Superiores de Justicia, se encuentran divididos a este respecto. Para mí, lógicamente
resulta mucho más conveniente que la contribución a una eventual deuda sea de manera
amplio sentido, permitiéndome tener dos patrimonios donde ejecutar una eventual sentencia
favorable a mis intereses, sin embargo, puede llegar a ser irrelevante a la luz de lo resuelto por la
Noviembre de 2015, en autos Rol 4374-2015, cuando conoce, entre otras, del recurso de
su demanda que se condenare a los demandados de manera conjunta, cuestión que finalmente
alzarse los demandados vencidos, pero con declaración de que la obligación de pagar no es
“En efecto, la defensa fiscal y la de los herederos del piloto fallecido impugnaron el fallo de
primer grado en la parte en que admitió que la acción intentada podía ser deducida en contra
de ambos demandados, pues, a su juicio, la actora debió optar entre ellos, de lo que deducen
que tampoco se les pudo condenar en autos a pagar la indemnización derivada del hecho de
que se trata, reproches frente a los cuales los falladores de segunda instancia declararon que
el único hecho de que se trata da lugar a dos tipos de responsabilidades, una por el hecho
propio y la otra por el hecho ajeno, de modo que, al contrario de lo sostenido por los
motivación trigésima primera el fallo de primer grado consigna que la de autos no es una
De esta manera, entonces, los falladores se han limitado a resolver, en lo que interesa, acerca
naturaleza ni el carácter de la obligación que recae sobre los demandados. A la inversa, han
subrayado que en autos la suma fijada por el juez de primer grado corresponde a un monto
indemnizatorio "único o mancomunado", que debe ser pagado "por ambos demandados",
afirmación de la que no es posible desprender, como aduce el recurrente, que cada uno deba
corresponde.”
Atendido lo anterior, creo entonces que en ambos casos se me otorga suficiente garantía de pago
ante una eventual sentencia condenatoria para los demandados, ya que de ser solidaria la
obligación, conforme se desprende de los artículos 2317, 2320 y 2325 del Código Civil, todos los
cuales dejan entrever que la responsabilidad de todos quienes resulten condenados en ese
sentido, es directa, por tanto deben concurrir a su satisfacción de manera solidaria, desde una
faz pasiva, entonces pudiera tener en el futuro, dos patrimonios a los cuales dirigir mi acción de
cumplimiento. Ahora bien, si resulta del criterio de SS., que la obligación de indemnizar
POR TANTO, en mérito de lo expuesto y lo dispuesto en los artículos 2314 y siguientes del
Código Civil, 254 y siguientes del Código de Procedimiento Civil, normas citadas y demás que
resulten aplicables,
RUEGO A VS., se sirva tener por entablada demanda de indemnización de perjuicios basada
a $20.475.820.- (veinte millones cuatrocientos setenta y cinco mil ochocientos veinte pesos)
más intereses y reajustes, o la suma que US., estime conforme a derecho, con expresa condena
en costas.
OTROSÍ: Ruego a SS., tener presente que en este acto, vengo en designar abogado
patrocinante y conferir poder al letrado don BASTIÁN MARÍN VARGAS, habilitado para el
todas las facultades del artículo séptimo del Código de Procedimiento Civil, sin perjuicio de