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Síntesis de la novela Aura

La historia está situada en el año 1961 en la Ciudad de México. Felipe Montero, un joven
historiador inteligente y solitario que trabaja como profesor con un sueldo muy bajo, encuentra en
el periódico un anuncio que solicita un profesional de sus cualidades para un trabajo con un muy
buen sueldo. El trabajo, que es en la calle Donceles 815, consiste en organizar y terminar las
memorias de un general para que puedan ser publicadas. La calle está mezclada por lo viejo y lo
moderno. Hay casas nuevas y ancianas – algunas llevan ambos el número viejo y el moderno de la
calle.

Al entrar en la casa por la puerta abierta, Felipe se encuentra con la viuda del general en la
oscuridad de la casa. Solamente se oye la voz de una mujer dirigiéndole la palabra ya que no
puede ver nada. Habla con la viuda del general, y aunque le pagará mucho dinero para editar el
diario, él tendrá que vivir en casa. Felipe no está seguro hasta que conoce a la sobrina de la viuda,
Aura que vive con ella. La joven tiene unos impresionantes ojos verdes y pelo muy oscuro. Él
acuerda vivir en casa y editar los papeles. La viuda y Aura viven en la oscuridad porque toda la casa
les recuerda General muerto.

La novela transcurre alrededor de Aura y su extraña relación con su anciana tía. Felipe se enamora
de Aura y quiere llevársela de allí porque piensa que Aura no puede hacer su vida con Consuelo, la
viuda que la tiene atrapada. Consuelo parece controlarle a Aura – siempre están juntas, Aura hace
exactamente lo mismo que su tía. Al adentrarse en las fotografías y escritos del coronel y la viuda,
Felipe pierde el sentido de la realidad y encuentra una verdad que supera la fantasía y el amor. Él
se da cuenta de que el general es idéntico a sí mismo y que la viuda parece asemejarse a Aura.
Una noche cuando está acostado con Aura, ella se convierte en la viuda con su piel arrugada y el
pelo blanco y él se convierte en el general.

En la novela el personaje Aura es en realidad el fantasma de la juventud perdida de Consuelo,


fantasma que equivale a una proyección mágica de la anciana, al que se da vida gracias a unas
plantas y flores medicinales y mágicas que Aura cultiva en su oscuro jardín; plantas que tienen el
poder de adormecer el dolor, aliviar los partos, dilatar las pupilas, fatigar la voluntad y consolar
con una calma voluptuosa; plantas casi todas narcóticas que producen alucinaciones, como en las
épocas medievales en que la bruja empleaba venenos saludables como antídoto para grandes
flagelos.

Aura/Consuelo habita un mundo consustancial al de las hechiceras que solían vivir en bosques y
landas, Felipe penetra en ese universo obscuro, húmedo y cruento, y sin embargo, los dos, o los
tres, están excluidos del espacio social en el que finalmente coexisten; pero no del tiempo cíclico
que habitaran para siempre cuando ambos se entreguen en un pacto del cuerpo y alma. A lo largo
de toda la Edad Media, las brujas-hechiceras tan temidas como respetadas, eran llamadas “bella
donnas”; nombre que también recibía una planta de carácter curativo que aliviaba los males
postparto, muy utilizada entre las mujeres en un mundo anterior a la Medicina. Aura, a pesar de
practicar la hechicería (comida ritual, sacrificio de animales, cultivo de plantas venenosas) juega
también el papel de bruja buena, ya que será ella, quien con su manto protector – no en balde se
llama Consuelo- restituya a Felipe de su suerte de marginado

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