"EL PUEBLO DE COLOMBIA, en ejercicio de su poder soberano, representado por
sus delegatarios a la Asamblea Nacional Constituyente, invocando la protección de Dios, y con el fin de fortalecer la unidad de la Nación y asegurar a sus integrantes la vida, la convivencia, el trabajo, la justicia, la igualdad, el conocimiento, la libertad y la paz, dentro de un marco jurídico, democrático y participativo que garantice un orden político, económico y social justo, y comprometido a impulsar la integración de la comunidad latinoamericana, decreta, sanciona y promulga la siguiente Constitución Política de Colombia".
ANÁLISIS JURÍDICO:
El preámbulo de la Constitución incorpora, mucho más allá de un simple mandato
específico, los fines hacia los cuales tiende el ordenamiento jurídico; los principios que inspiraron al constituyente para diseñar de una determinada manera la estructura fundamental del Estado; la motivación política de toda la normatividad; los valores que esa Constitución aspira a realizar y que trasciende la pura literalidad de sus artículos.
Juzga la Corte Constitucional que el preámbulo goza de poder vinculante en cuanto
sustento del orden que la Carta instaura y, por tanto, toda norma, sea de índole legislativa o de otro nivel, que desconozca o quebrante cualquiera de los fines en él señalados, lesiona la Constitución porque traiciona sus principios.
Respecto a Dios, Colombia pasó de ser un Estado confesional, profeso a la religión
católica, a una nación laica, donde las creencias religiosas dejan de ser un asunto oficial, concediendo a cada quien la libertad de profesar el culto de su preferencia, siempre que no sean contrarios a la Constitución y a la Ley. No se ha ignorado a Dios, solo que el enfoque es distinto, pues se proclama la prevalencia de la fe católica con fundamento en las mayorías ciudadanas y ya no como política de Estado, que implique el sometimiento de los poderes públicos. Un Estado laico no es enemigo de la religión; es un Estado que para resguardar la libertad de los ciudadanos ha desviado la práctica religiosa de la esfera pública al ámbito que le corresponde que es la de la vida privada.
Conforme a los derechos fundamentales, se destaca que la responsabilidad
primordial y el deber de promover y proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales incumbe al Estado. También reconoce el derecho y el deber de los individuos, los grupos y las instituciones de promover el respeto y el conocimiento de estos derechos y libertades en el plano nacional e internacional. Se aborda la responsabilidad que tienen todos los órganos estatales respecto a la garantía de los derechos económicos, sociales y culturales. Responsabilidad que se evidencia en el momento en que estas entidades tienen la tarea de establecer por vía legal o administrativa, las políticas públicas tendientes a hacerlos efectivos. La persona, en virtud de su dignidad, se convierte en fin del Estado: El Estado está al servicio de la persona humana y su finalidad es promover el bien común, para lo cual debe contribuir a crear las condiciones sociales que permitan a todos y a cada uno de los integrantes de la comunidad nacional su mayor realización espiritual y material posible, como asimismo, tiene el deber de promover la integración armónica de todos los sectores de la Nación y asegurar el derecho de las personas a participar con igualdad de oportunidades en la vida nacional.
Hacia La Exigibilidad de Los Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Estandares Internacuionales y Criterios Aplicación Ante Los Tribunales Locales. Christian Courtis