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Intangibles.
Indivisibles.
Heterogéneos.
No se pueden conservar.
Los factores que determinan la calidad en un producto están muy ligados a las
características físicas y del funcionamiento del mismo. En un servicio, los factores
que determinan la calidad están ligados a la percepción que los clientes tienen de
él.
En primer lugar, hay que considerar que los bienes capaces de satisfacer las
necesidades del cliente son, de acuerdo con su contenido, de dos clases:
tangibles e intangibles.
Los bienes tangibles suelen conocerse con el nombre de productos. Tienen una
consistencia material. Se trata de objetos físicos cuya utilización por el cliente
resuelve una necesidad sentida.
Así, las prestaciones principales de una entidad bancaria, por ejemplo, son el
depósito y el crédito. Evidentemente, este producto principal debe poseer calidad
en sí mismo y tener unas condiciones competitivas.
Pero, además, este producto está arropado por un servicio accesorio, que gira en
torno al anterior. En suma, por un buen número de servicios complementarios (lo
que podemos entender por servicio en un sentido estricto): domiciliación, tarjeta de
crédito, cheques de viaje, avales, gestión de inversiones,…