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En el lenguaje coloquial, en tanto, la idea de premisa suele emplearse como

sinónimo de principio (en el sentido moral), valor u objetivo.


Así se usa el término en estos sentidos: “El equipo catalán siempre busca la
victoria partiendo de la premisa del control del balón”, “Iniciamos el viaje al
amanecer con la premisa de llegar a destino a la hora del almuerzo”.

Premisas y silogismo

Se denomina silogismo a una forma de razonamiento deductivo, o sea, de un


argumento en el cual la conclusión se obtiene sin excepción a partir de las
premisas. En este caso, hay tres proposiciones: dos premisas y la conclusión. El
primero en formular un silogismo fue el filósofo y lógico griego Aristóteles en su
obra titulada «El Órganon«, que se puede traducir como «el instrumento».
Según Aristóteles, la lógica es una relación de términos, que se juntan o se
dividen en los juicios, y en su visión de estos últimos, también intervienen un
sujeto y un predicado. Si bien a veces se confunde el concepto de juicio con el de
proposición, existen claras diferencias: el primero atribuye a un sujeto lógico un
predicado y a los términos, una función semántica y una sintáctica; la
proposición, por otro lado, es una afirmación de un hecho como contenido
lógico, convirtiéndolo en un todo.

De los juicios a la conclusión

Los términos de un juicio se relacionan entre sí y su comparación con uno que


podría considerarse medio da la posibilidad de que aparezcan las conclusiones.
De esta manera, el silogismo se compone de dos juicios, la premisa mayor y la
menor, en los cuales tres términos son comparados entre sí y de allí nace uno
nuevo, que se denomina conclusión. Las leyes de la lógica intentan garantizar
que la verdad de los tres primeros se mantenga en el cuarto.
La estructura fundamental de un silogismo es la siguiente:

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