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Los retos propios de las familias con hijastros

● Según la psicóloga Patricia Papernow, especialista en el tema, abordar los


problemas de las familias con hijastros siguiendo el modelo de la familia
tradicional es como “tratar de viajar por las calles de Nueva York siguiendo un
mapa de Boston”.
Lo cierto es que las familias con hijastros (llamadas también familias
reconstituidas, ensambladas o combinadas) afrontan retos únicos y dificultades
mayores que las familias tradicionales. De hecho, el psicólogo William Merkel las
define como “el conjunto de relaciones más intrincadas, antinaturales y difíciles
de que se tenga constancia”.
Siendo este el caso, ¿cómo pueden lograr la felicidad? Las relaciones entre los
miembros de las familias reconstituidas pueden asemejarse a las puntadas que unen
los parches de una colcha de retazos: aunque al comienzo puedan soltarse con
facilidad, si se rematan bien, la colcha llegará a ser tan resistente como si
estuviera hecha de una sola pieza.
Empecemos por analizar varios de los retos comunes a este tipo de familias y lo que
han hecho algunos para unir sus vidas y formar una hermosa “colcha”. Luego
conoceremos a cuatro de tales familias que han tenido éxito.
RETO 1: SUPERAR LAS FRUSTRACIONES
“Esperaba ganarme a mis hijastros llenándolos de atenciones y mucho amor. Ya han
pasado ocho años y todavía sigo esperando.” (Gloria)
LOS matrimonios con hijastros suelen comenzar con expectativas muy optimistas. Los
padres esperan evitar o enmendar los errores cometidos en un matrimonio previo y
encontrar el amor y la seguridad que tanto anhelan. Puede que algunas expectativas
no sean más que fantasías, pero no verlas realizadas produce tensión y congoja.
Como dice la Biblia: “La esperanza que se demora enferma el corazón” (Proverbios
13:12, La Biblia de las Américas). ¿Es ese su caso?
LO QUE PUEDE HACER
No reprima sus sentimientos esperando que la desilusión desaparezca por sí sola.
Más bien, piense en una expectativa no realizada que le produzca frustración;
determine la verdadera razón detrás de su expectativa, de modo que entienda por qué
es tan importante verla cumplida, y sustitúyala por una más realista. He aquí
algunos ejemplos:
1. Desde el principio, yo voy a amar a mis hijastros y ellos me van a amar a mí.
¿La razón? Siempre he soñado con tener una familia cariñosa y unida.
Expectativa más realista: El amor irá creciendo con el tiempo. Lo que importa ahora
es que nos sintamos seguros y respetados.
2. Todos nos adaptaremos rápidamente a la nueva familia.
¿La razón? Estamos listos para empezar una nueva vida.
Expectativa más realista: Las familias con hijastros normalmente tardan de cuatro a
siete años en estabilizarse. Nuestros problemas son del todo normales.
Historias felices de familias con hijastros
YA NO SON SIMPLES COMPAÑERAS DE VIVIENDA
Elise, de 20 años, vivía en casa con su padre, Philip, y había asumido muchos de
los deberes del hogar. Cuando Philip se casara con Louise, ¿podrían madrastra e
hijastra entablar una buena relación?
Louise: Al principio se nos hizo muy cuesta arriba. Soy una mujer muy hogareña y
quería tener el mando de la casa.
Elise: Louise reorganizó todo y tiró muchas de nuestras pertenencias. Un día me
puse a ordenar, pero coloqué algunas cosas en el sitio equivocado, pues ya no sabía
dónde iban. A Louise le cayó muy mal, y nos dijimos cosas hirientes. No le dirigí
la palabra por una semana.
Louise: La situación llegó al punto de que le dije a Elise: “No sé qué vamos a
hacer, pero yo no puedo seguir así”. Más tarde me buscó para disculparse.
La abracé, y ambas lloramos.
Elise: Louise dejó unas fotos mías que había en la pared, y papá no quitó las
lámparas que yo había puesto en la sala tiempo atrás. Aunque parezca una tontería,
el hecho de que dejaran esas cosas intactas me ayudó a sentir que mi hogar no había
desaparecido por completo. También estoy muy agradecida por la forma en que Louise
cuida de mi hermano menor cuando él viene de visita. Después de dos años, comienzo
a verla como un verdadero miembro de la familia.
Louise: Siento que ahora Elise y yo somos más que simples compañeras de vivienda:
somos también buenas amigas.
“LA UNIDAD FAMILIAR ES MÁS IMPORTANTE QUE IR EN EL ASIENTO DELANTERO”
Anton y Marelize trajeron cada uno tres hijos a la nueva familia cuando se casaron
hace seis años.
Anton: Hacemos cosas como ir de campin en familia y le dedicamos tiempo a cada hijo
en particular. Nos tomó varios años adaptarnos, pero la mayoría de nuestros
problemas ya están resueltos.
Marelize: Considero que es importante ver a los hijos como “nuestros”, no como
“tuyos o míos”. Recuerdo que una vez armé un lío porque me pareció que Anton había
disciplinado injustamente a uno de mis hijos y había dejado que su hija se sentara
adelante en el auto. Pero aprendí que la unidad familiar es más importante que ir
en el asiento delantero. Procuramos ser justos con todos, aunque es imposible
tratar a cada uno exactamente de la misma manera.
También evito hablar de los buenos momentos de antes para que los nuevos miembros
no se sientan fuera de lugar; en vez de eso, doy gracias por la familia que tenemos
ahora.
“DAR ELOGIO PRIMERO”
Francis y Cecelia se casaron hace cuatro años. Con ellos viven tres hijos adultos
de ella y un hijo adolescente de él.
Francis: Procuro ser accesible y no ser demasiado quisquilloso. Acostumbramos a
comer juntos y aprovechamos ese tiempo para conversar. También le pido a cada uno
que se encargue de ciertos quehaceres de la casa, pues son para el beneficio de
todos.
Cecelia: Le dedico tiempo a cada uno de nuestros hijos y los escucho cuando me
cuentan sus temores y frustraciones. En las reuniones familiares tratamos de dar
elogio primero y luego motivarlos para que sigan mejorando. Y cuando cometo un
error, lo admito y pido disculpas sinceras.
CRIADO POR UN PADRASTRO Y UNA MADRASTRA
Yuki, un muchacho de 20 años, no ha visto a su padre desde que tenía cinco. Con el
tiempo, su madre se casó con Tomonori, pero falleció cuando Yuki tenía 10 años.
Cinco años más tarde, Tomonori se casó con Mihoko, así que Yuki terminó viviendo
con un padrastro y una madrastra.
Yuki: Cuando mi padrastro tomó la decisión de volver a casarse, pensé: “Ya ha
habido suficientes cambios en mi familia. No necesito una madrastra”. Me negué a
aceptarla y le di un trato frío.
Mihoko: Aunque mi marido no me presionó para que quisiera a su hijastro tanto como
él, me propuse ganármelo. Hicimos lo posible por no alterar su rutina, incluidas
las actividades espirituales, la recreación y la cena juntos todas las noches, con
conversación después. Algo que me ayudó a entenderlo mejor fue hablar con él de la
pérdida de su madre.
Cuando quedé embarazada, nos propusimos que Yuki se sintiera seguro de su lugar en
la familia. Por eso, después del nacimiento del bebé, solíamos pedirle que le diera
de comer y le cambiara el pañal; también lo elogiábamos delante de otros por su
ayuda. El pequeño Itsuki está muy apegado a él. Antes de aprender a decir las
palabras para “mamá” o “papá”, aprendió a decir la palabra para “hermano mayor”:
niinii.
Yuki: Es natural que, como hijastro, uno se sienta solo y excluido. Aunque intentes
explicarles a otros la situación, parece que no entienden. Pero me alegra decir que
mis hermanos cristianos han sido un gran apoyo en todo momento. El recelo que
sentía hacia mi madrastra ya ha desaparecido. Ella me aconseja, y yo puedo abrirle
mi corazón.
[Comentario de la página 9]
Sea paciente. Las familias con hijastros pueden ser felices

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