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ALBERT O. HIRSCHMAN
Traducción de
TOMÁS SEGOVlA

RETÓRICAS DE LA
INTRANSIGENCIA

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA


MÉXICO

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l :
Primera edición en inglés, 1991
Primera edición en español, 1991

A Sarah,
mi primera lectora y crítica
durante cincuenta años

Título origin:il:
í Ji,· JV1e1orrc of Reaction
. ·, n-t:wcy, Fuiility, Jeopardy
Copyright C 1991 by thc President and Fellow of Harvard College
D.R. e 1991, DE CUL.TURA ECONÓMICA, S.A. oe c.v.
Av. de fl\ 975; 03100 México, D.F.
1
ISDN: 'J

Impreso en México
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l
1
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PREFACIO
"lCóMo puede alguien llegar a ser así?" En un cuento de
Jamaica Kincaid, publicado en elNew Yorker (26 de junio
de 1989, pp. 32-38), una joven mujer del Caribe se hace
repetidamente esa pregunta referida a su patrona, Ma-
riah, estadunidense efusiva, en exceso amistosa y algo
insoportable, madre de cuatro hijos. En el contexw, las
diferencias de trasfondo social y racial proporcionan gran
parte de la respuesta. Sin embargo, al leer el cuento me
pareció claro que la pregunta de Kincaid -una preocu-
pación por la masiva, obstinada y exasperante otreuad de
los otros - está en el meollo del presente libro.
La ínquietante experiencia de verse excluido, no sólo
de las opiniones sino de toda la experiencia vüal de uil
gran número de nuestros contemporáneos, es en efect.o
característica de las sociedades democráticas modernas.
En estos días de celebración universal del modelo demo-
crático puede parecer mezquino explayarse en las defi-
ciencias del funcionamiento de las democracias
occidentales. Pero es precisamente el derrumbe·especta-
cular y regocijante de ciertos muros lo que llama la aten-
ción respecto a los que siguen intactos o a las brechas que
se profundizan. Hay uno entre ellos que puede encontrar-
se a menudo en las democracias más c:\vanzadas: la siste-
mática falta de comunicación entre grupos de ciudadanos,
corno liberales y conservadores, progresistas y reaccio-
narios. La consecuente separación mutua entre esos
grandes grupos me parece más preocupante que el
aislamiento de individuos anórnicos en la "sociedad de
masas" al que tanto bombo han dado los sociólogos.
Curiosamente, la estabilidad misma y el funcionamien-
9
10 RETÓRICAS PE LA INTRANSIGENCIA

to adecuado de una sociedad democrática depende de que


se organicen en unos pocos grupos
tantes (idealmente dos), definidos de m anera clara, que 1. D OSCIENTOS AÑOS DE RETÓRICA
opiniones diferentes en cuestiones centrales de REACCIONARIA
polí tici. Puede suceder que grnpos se am.urallen unos
frente a otros; en este senudo, la democracia genera de EN 1985, poco después de la reelección de Ronald Rea-
modo continuo sus propios muros. Como el proceso se gan, la Fundación Ford lanzó una ambiciosa empresa.
alimenta de sí mismo, cada grupo, en algún momento, Motivada sin dud a por la preocupación acerca de las
preguntará a propósito del otro, con asombro crecien tes críticas neoconservadoras de la seguridad so-
con mutua aversión: "¿cómo han llegado a ser as1. cial y otros programas de bienestar social, la Fundación
A mediados de la década de los ochenta, cuando empe- decidió reunir a un grupo de ciudadanos que, después de
zó este estudio, esa era sin duda la manera en que muchos la deb ida deliberación e inspección de la m ejor investiga-
liberales en los Estados Unidos, incluyéndome a mí, mi- ción disponible, adoptarían una declaración autorizada de
raban al ascendente y triunfante movimiento conservador las cuestiones que se discutían en aquel momento con el
y neoconservador. Una reacción esa situación fue marbete de " La crisis del Estado benefactor". 1
examinar la mentalidad o la personalidad conservadora. En una magistral declaraci ón inaugural Ralf Dahren-
Pero esta clase de ataque frontal y supuestamente a pro- dorf (miembro, como yo, del grupo que había sido reuni-
fundidad me parecía poco prometedor: ensancharía las do) situó el asunto que habría de ser tema de nuestras
brechas y llevaría además a una indebida discusiones en su contexto histórico al recordar una famo-
te a un adversario demonizado. De ah1 m1 dec1s1on de sa conferencia dada en 1949 por el sociólogo inglés T. H.
intentar un examen "imparcial" de algunos fenómenos Marshall acerca del "desarrollo de la ciudadanía" en Oc-
superficiales: disc1:1rso, argumentos, retórica, cidente.2 Marshall distinguía entre las dimensi ones civil,
de manera histórica y analítica. Durante el proceso, resultana . de la ciudadanía, y proce-día despúés a
que el discurso está configurado no tanto por rasgos f\lnda- explicar, muy en el espíritu de la interpretación whig de la
mentales de personalidad, sino sencillamente por los impe- historia, cómo las sociedades humanas más ilustradas ha-
rativos de la argum.entación, casi sin tener en los bían confrontado una tras otra estas dimensiones. Según
deseos el carácter o las convicciones de los parttc1pantes. el esquema de Marshall, que convenientemente asignaba
' .
Exponer estos nexos puede ayudar efectivamente a
.
casi un siglo a cada una de esas tareas, el siglo xvm fue
las a modificar así el discurso y a restaurar la comumcac16n. testigo de las rnás importantes ba tallas por la institución
-Que el procedimiento que be seguido posee tales virtu- 1 El informe del grupo fue publicado más tarde con el título de Thc common good:
des es cosa que queda acaso demostrada por la manera Social welfare and thc American future, Policy recommend::itions o[ the Executive Panel,
en mi análisis de la "retórica reaccionaria" gira Nueva York, Foro Foundation, 1989.

l
2 T. H . Marshall, "Citizenship and social ctass", confere ncia del ciclo Alfrcd Mar-
si mismo, hacia el final del libro, para abarcar la shall dada en la Universidad de Cambridge en 1949, reimpresa en Mnrshall, Cla.1s,
liberal o progresista. En cierto modo para sorpresa mm. citizenship, and social developmem, Nueva York, Douolcday, 1965. cap. 4. i
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12 RETÓRICAS Dl: LA fNTRANSJGENCIA


DOSCIENTOS AÑOS D E R ETOR ICA 13
de la civil: de la libertad de expresión, desde beraciones. Tras alguna reflexión, me pareciú siP embargo
pe1.1sam1ento y religión, hasta el derecho a la justicia equi- que Dahrendorf no había ido suficientemente lejos en su
y otros aspectos de la libertad individual o, en
crítica.
terrmnos generales, los "Derechos del hombre>' de la lNo es cierto que no sólo el último, sino cada uno de
d?ctrina natural del derecho y de las revoluciones estadu- los movimientos progresivos de Ivfarshalí, han sido
mdense y francesa. En el transcurso del siglo XIX fue el seguidos por movimientos ideológicos contrarios de fuer-
aspecto político de la ciudadanía, es decir el derecho de za extraordinaria? Y movimientos lno han estado en
l?s en el ejercicio del poder polí- el origen de luchas socia y políticas convulsivas que con
tico, el que d10 importantes pasos, a medida que el dere- frecuencia han producido retrocesos en los programas
al voto a grupos cada vez mayores. Por -pretendidamente progresistas- , así como mucho sufri-
ultuno •. el nacimiento del Estado benefactor en el siglo xx miento y miseria humanos? La resaca que ha experimen-
extendió el concepto de ciudadanía·hasta la esfera de lo tado hasta ahora el Estado benefactor tal vez es en
social .Y reconociendo que condiciones míni- realidad bastante benigna en comparación con las matan-
mas de educación, salud, bienestar económico y seguridad zas y los conflictos que siguieron a la afirmación de las
son fundamentales para la vida de un ser civilizado así libertades individuales en el siglo xvm o a la ampliaci.ún
como para el ejercicio significativo de los atributos civiles de la participación política en el XIX.
y políticos de la ciudadanía. Una vez que hemos considerado este vaivén proionga-
Cuando Marshall pintó este magnífico y confiado cua- do y peligroso de acción y reacción, nos inclinamos a
dro ?e progreso por etapas, la tercera b atalla por la afir- apreciar más que nunca la profunda sabiduría de la cono-
mación de los derechos ciudadanos, la que se libraba en cida y analizada observación de Alfred N. Whitebead:
el terreno social y económico, parecía bien encaminada "Los principales avances de la civilización son procesos
victoria, particularmente en la Inglaterra de la que casi arruinan a las sociedades don de tienen lugar".3 Es ···
posguerra, por el partido laborista y sin duda esta afirmación, más que cualquier otra descrip-
consciente de la segundad social. Treintaicinco años des- ción de un progreso suave e incesante, la que capta la
pués Dahrendorf podía señalar que Marshall había sido esencia de una manera profunda y ambivalente de esa
excesivamente optimista sobre el particular y que la idea historia tan difusamente bautizada "desarrollo de la ciu-
de la dimensión socioeconómica de la ciudadanía como dadanía". En la actualidad uno se pregunta si en realidad
complemento natural y deseable de las dimensiones civil Wbitehead, al escribir en un tono tan sombrío en los años
y política había tropezado con considerables dificulta- veinte, no seguía siendo demasi<ldo optimista: para al-
des y oposición, y ahora necesitaba ser sustancialmente gunas sociedades, y no las menos, su frase estaría más
reconsiderad a. cerca de la verdad, podría argüirse, si se omitiera en
El triple esquema trisecular de Marshall confería una cambio el "casi".
persRectiva histórica augusta a la tarea del grupo y pro-
3 Véase Alfred N. Whilehead, Symbolism, Nueva York, Capricorn , reimpr., 1959,
porcionaba un excelente punto de arranque para sus deli- página 88.
14 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA DOSCIENTOS AÑOS DE RETÓRICA 15

TRES REACCIONES Y TRES TESIS REACCIONARIAS orgullosos. De este modo se convirtió en una corriente
intelectual fundamental, echando los cimientos de gran
Hay pues buenas razones para centrarse en las reacciones parte de la posición conservadora moderna.
ante los sucesivos movimientos hacia adelante. Para em- La segunda ola reaccionaria - que se oponía al sufragio
pezar, de_clararé de manera sucinta lo que entiendo por universal- era de manera consciente mucho menos con-
"tres reacciones", u olas reaccionarias, particularmente trarrevolucionaria o, en esta coyuntura, contrarreformista
teniendo en cuenta que bien podrían ser más diversas y que la primera. Pocos autores proclamaron de manera
difusas que Ja tríada _bastante contundente de Marshall. específica el objetivo de desandar los avances de la parti-
. La primera reacción es e1 movimiento de ideas que cipación popular en la política que se habían logrado
sigue (y se opone) a la afirmación de la igualdad ante la mediante extensiones de los derechos políticos (y aumen-
ley y de los derechos civiles en general: el componente tando el poder de las cámaras "bajas" del parlamento) en
civil de la ciudadanía de Marshall. Hay una importante el transcurso del siglo XIX. En muchos países el avance
dificultad para aislar este movimiento: la más ostentosa hacia el sufragio universal (sólo para los varones hasta el
afirmación de esos derechos tuvo lugar en las etapas ini- siglo xx) fue algo gradual, de modo que los críticos encon-
ciales de la Revolución francesa y como resul tado de ella, traron difícil tomar una posición unificada. Además, sen-
de modo que la reacción contemporánea contra ellos cillamente no había ningún punto de interrupción para el
venía entrelazada con la oposición a la Revolución y a avance de la democracia política una vez que las distincio-
todas sus Sin duda la oposición a la Declaración de nes tradicionales entre nobleza, clero y gente común ha-
los Derechos del Hombre y del Ciudadano estaba motiva- bían sido suprimidas. Podemos sin embargo interpretar
da más por los acontecimientos que llevaron a que se un movimiento ideológico contrario a partir de varias
publicara la Declaración que por el texto mismo. Pero el corrientes influyentes que nacieron alrededor de la época
discurso contrarrevolucionario radical que pronto surgió en que tuvieron lugar los hitos más importantes en la lucha
se negó a distinguir entre los aspectos positivos y negativos por la extensión de los derechos civiles. Desde el último
de la Revolución francesa o a aceptar que los hubiera tercio del siglo XIX hasta la primera Guerra Mundial y más
positivos. Anticipando lo que habría de convertirse más allá, una vasta y difusa bibliografía que abarcaba la filoso-
tarde en una consigna de la izquierda (la Révolution est un fía, la psicología, la política y las letras acumuló todos los
bloc), los primeros adversarios de la Revolución la consi- argumentos imaginables para despreciar a las "masas", a
deraron como un todo coherente. De manera significativa, la mayoría, al régimen parlamentario y al gobierno demo-
la primera condena general, las Refiections on the Revolu- crático. Aunque hizo pocas propuestas de instituciones
tion in France (1790) de Edmund Burke, comenzó con una optativas, gran parte de esta bibliografía advertía explícita
sostenida polémica contra la Declaración de los Derechos o implícitamente contra los tenebros os peligros que ame-
del Hombre. Tomando en serio la ideología de la Revo- nazaban a la sociedad como resultado de la tendencia a la
lución, el discurso contrarrevolucionario abarcaba el re- democratización. Con las ventajas de la perspectiva es
chazo del texto del que los revolucionarios estaban más fácil hacer responsahles en parte a tales escritos de la
l (, RETÓRICAS DE LA TNTRANSIGENCIA DOSCIENTOS AÑOS DE RET ÓRICA 17
destrucción de la democracia en Italia y Alemania duran te de argumento o de retórica, y pondré así el acc nt o en las
el periodo entre guerras, y tal vez también del giro antide- principales posturas y maniobras pol émicas que proba-
mocrático que tomó la Revolución rusa, como argumentaré blemente adoptarán los que se proponen desbancar y
al final del capítulo 5. Tal vez hay pues que dar crédito, si derrocar las políticas y los movimientos de ideas "progre-
es que ese es el término adecuado, a la segunda reacción, sistas". En segundo lugar, no me voy a embarcar en una
por haber producido el ejemplo más impresionante y vasta y ociosa rexposición de las sucesivas reformas y
desastroso en la historia de la profecía autocumplida. contrarreformas, tesis y contratesis, desde la Revolución
Curiosamente, la reacción que menos se propuso de ma- francesa. En lugar de eso, me centraré en unos pocos
nera consciente invertir las tendencias o las reformas en argumentos comunes o típicos que utiliza infaliblemente
marcha se convirtió en la que tuvo - o en la que más tarde cada uno de los tres movimientos de reacción que acabo
habría de ser acusada de tener- el efecto más destructivo. de señalar. Esos argumentos constituirán las subdivisiones
Llegamos ahora a la tercera ola reacionaria: la crítica básicas de mi texto. Será en conjunción con cada uno de
contemporánea al Estado benefactor y las tentativas de los argumentos como se abordarán las "tres reacciones",
deshacer o "reformar" algunas de sus medidas. Pero estos para examinar la forma específica que ha tomado el argu-
temas tal vez no deban revisarse ampliamente aquf. Como mento en diversos contextos históricos.
observadores directos y cotidianos de este movimiento, lCuáles son los argumentos y cuántos hay? Debo tener
tenemos cierta co mprensión de sentido común de lo que una tendencia innata a la simetría. Al esbozar las maneras
implican. Al mismo tiempo, aunque muchísimos escritos principales de criticar, a tacar y ridiculizar los tres impulsos
hayan criticado a estas alturas cada uno de los aspectos del "progresistas" sucesivos del relato de Marshall he caído
Estado benefactor desde los puntos de vista económico y en otra tríada: es decir, en tres tesis reactivo-reaccionarias
político, y a pesar de los decididos ataques a los programas principales, a las que llamo la tesis de la perversidad o del
e instituciones de seguridad social por parte de diversas y efecto perverso, la tesis de la futilidad y la tesis del riesgo_
poderosas fuerzas políticas, aún es demasiado pronto para Según la tesis de la perversidad toda acción deliberada
valorar el resultado de la nueva ola reaccionaria. para mejorar algún rasg"()-(fel orden político, social o eco-
Como se verá por esta breve descripción, la extensión nómico sólo sirve para exacerbar la condición que se desea
de mi tema es enorme; al tratar de abarcarlo tengo que ser remediar. La tesis de la futilidad sostiene que las tentativas
sumamente selectivo. Es útil por consiguiente señalar de transformación social se-rán inválidas, que simplemen-
desde el principio lo que no intento hacer aquí. En primer te no logran "hacer mella". Finalmente la tesis del riesgo
lugar, no escribiré un volumen ni analizaré más acerca de arguye que el costo del cambio o reforma
la naturaleza y las raíces históricas del pensamiento con-
Chicago, Regnery, 1960; Karl Mannheim, Con.servatism, Londres, Routledge & Kcgan
servador.4Mi meta es mt'1s bien delinear los tipos formales Paul, 1986; Michael Oakeshott, Ra1io11alism in politics, and other essays, Londres,
Me1huen, 1962; en particular el ensayo que da tfiulo al libro, " On being conservative";
4 Una breve lista de títulos pc run cntcs: Fran\¡Ois Bounicaud,Le rctour de la droi1e, A111hony Quin ton, The politics of imperfecrion , Londres. Fabcr & Faber, 197S; R oger
París, Calmann-Lévy, 198G¡ J acques G odechot, La contre-révolution, Parfs, Prcsscs Scruton, The meaning of conservatism, Londres, MacMillan, 1930, y P ete r Stein[els,
Univcrsilaires de Francc, 1961¡ Russcll Kirk. Th c conservo1i1·e mim4 from Burke to Eliot, The neoconservative.s, Nueva York, Simon & Schusler, 1979.
18 R ETÓ RI CAS DE LA INTRANSIGENCIA D OSC IENTOS AÑOS DE RETÓRICA 19
demasiado alto, dado que pone en peligro algún logro ces prestigiosa de la mecánica, los dos conceptos se des-
previo y apreciado. bordaron hasta otros terrenos y se usaron ampliamente en
Estos argumentos no son, por supuesto, propiedad ex- el análisis áe la sociedad y de la historia durante el siglo
clusiva de los "reaccionarios''. Pueden ser invocados por xvrn. Montesquieu escribía por ejemplo: "Sucede con las
cualquier grupo que se opone o hace críticas a nuevas partes de un Estado lo mismo que con las partes de este
prop0siciones de polltica o a políticas recién adoptadas. universo, eternamente relacionadas por la acción de unas
Siemp re que los conservadores o reaccionarios se encuen- y la reacción de las otras. "6 De manera semejante, J ohn
tran en el poder y están en situación de proponer y llevar Adams invocaba la tercera ley de Newton para justificar
a caho sus propios y políticas, pueden ser ata- un congreso de dos cámaras en el debate en torno de la
caclos a su vez por los llamados liberales o progresistas Constitución de los Estados Unidos. 7
según la línea de las tesis de la perversidad, la futilidad y No se atribuía sin embargo al principio ningún sentido
el riesgo. despectivo al término "reacción". La inclusión de ese
Sin embargo, los argumentos son en especial típicos de sentido duradero cuvo lugar dur_ante la Re-
los ataques conservadores contra las políticas progresistas volución frantesa, específicamente después de su gran
existentes o propuestas, y sus principales protagonistas han aluvión, los acontecimientos de Termidor.ª Puede obser-
sido pensadores conservadores, como se verá en los capí- varse ya en erpanfleto juvenil de Benjamín Constant: Des
tulos 2 a 5. El capítulo 6 trata de los argumentos corres- réactionspolitiques, escrito en 1797 ex profeso para denun-
pondientes en el lado progresista oponente; se ciar lo que a slls ojos era un nuevo capítulo de la Revolu-
mucho con las tesis reaccionarias, pero toman formas muy ción en el las reacciones contra los excesos de los
difere nt es. jacobinos podrían engendrar a su vez excesos peores. Este
Los tres capítu 1os siguientes de este libro tratan de cada pensamiento puede haber contribuido al sentido despec-
una de estas tesis de modo sucesivo. Sin embargo, antes tivo que surgió, pero el texto de Constant ófrece una clave
de sumirme en la perversidad, será útil revisar brevemen- más. De algo sorprendente, la frase de
te la h is toria de los terminos "reacción" y "reaccionario". ese panfleto tln panegírico no r econstruido al progreso:
"Desde que el ·espíritu del hombre emprendió su mar-
cha .. . no hay:invasión de bárbaros ni coalición de opre- ·¡
NOTA ACERCA DEL TÉRMINO "REACCIÓN"
sores ni evo·c ación de prejuicios que pueda hacerle
La pareja "acción" y "reacción" se hizo de uso cqrriente retroceder."9. · .·
como resultado de la tercera ley del movimiento de New- Citado en Stardbin.ski, :.La vic et les aventures du mol 'réaction' ",p. xxiii .
6
7
ton, que declaraba que "a toda acción se opone siempre . . l. C?h en; "llie N7wtonian scientific revolut1on and its iotellectual sig·
01f1cance , Bulletm of !he American Academy ofAns ond S ciences, 41 diciembre de
una reacción igual".s Distinguidos así en la ciencia enton- 1987, 16. . '
6
Ferdinand Bru11ot, Histoire de la /angue fra111¡aise des origines a 1900, París. A.
S Véase Jean SlMobinski, "La vie et les aventures du mol 'réact ion' " , Modem Colín, 1922-1953, vol. 9, parte 2, p. 844.
La11guoge Rt:view, 70, 1975, xxii·xxxi; también Bronislaw Baczko, Commenc sonir de la 9
Benjamín Conslant, Ecrits et disco11rs poliriq11es, O . Pozzo dí Borgo (comp.), París,
1erreur: ih.:m1id<H et la Ré.·o.'1rt1u11 , París, Gallimard, 1989, pp. 328-336. Jean-Jacques Pauven, 1964, vol. 1, pp. 84·85.

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20 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA

El espíritu de la Ilustración, con su fe en la marcha de


la historia, había sobrevivido en apariencia a la Revolu-
ción, incluso entre sus críticos, a pesar del terror y otras
desventuras. Podía uno deplorar los "excesos,, de la Re-
2. LA TESIS DE LA PERVERSIDAD
volución, como los deploraba Constant, y sin embargo
seguir creyendo tanto en el designio fundamentalmente LA EXPLORACIÓN de la semántica del término "reacción"
progresista de la historia como en que la Revolución era apunta de inmediato a una importante característica del
parte de él. Tal debe haber sido la actitud contemporánea pensamiento "reaccionario". Debido al temperamento•
dominante. De otro modo sería difícil explicar por qué los tercamente progresista de la era moderna los "reaccionaJ 1
que "reaccionaban" frente a la Revolución de una manera rios" viven en un mundo hostil. Están en contra de un
predominantemente negativa llegaron a ser mirados y ambiente intelectual que atribuye un valor positivo a cual-
denunciados coro.o "reaccionarios" que querían "hacer quier objetivo elevado puesto en el programa social por
marchar hacia atrás el reloj". De paso, aquí tenemos otro los autodeclarados "progresistas". Dada esta situación de
término que muestra hasta qué punto nuestro lenguaje la opinión pública probablemente los reaccionarios no
está influido por la creencia en el progreso: implica que el lanzarán un ataque total contra ese objetivo. Más bien lo
mero despliegue del tiempo trae la mejoría del hombre, apoyarán, sinceramente o no, pero intentarán después
de modo que todo retorno a un periodo anterio r sería una demostrar que la acción propuesta o emprendida está mal
calamidad. concebida; en realidad, en el caso más típico, exclamarán
Desde el punto de vista de mi investigación, la implica- que esa acción producirá, por intermedio de una cadena
ción negativa de los términos "reacción" y " reaccionario,, de consecuencias imprevistas, exactamente lo contrario del
es desafortunada, puesto que me gustaría poder usarlos objetivo que se proclama y persigue.
sin aplicar constantemente un juicio de valor. Por eso Es ésta, a primera vista, una maniobra intelectual
recurro en ocasiones a otros términos más neutrales tales audaz. La estructura del argumento es admirablemente
como "contraimpulso", "reactivo", etcétera. La mayoría sencillp, mientras que la pretensión expresada es bastante
de las veces adopto sin embargo el uso más común, aunque extrema. No sólo se afirma que un movimiento o una
llego a usar las comillas para señalar que no pretendo política errará su meta o provocará costos inesperados o
escribir de manera vituperante. efectos secundarios negativos: más bien, según este argu-
mento, .[a tentativa de empujar a la sociedad en determina-
da dirección resultará, en efecto, en un movimiento, pero en
la dirección opuesta. Sencillo, sugestivo y devastador, el
argumento ha resultado popular entre generaciones de
"reaccionarios" a la vez que bastante efectivo entre el
público en general. En los debates actuales se Je evoca a
menudo como el efecto contraintuitivo, contraproducen-

1p 21

P.
22 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA LA TEsrs D E LA PERVERSIDAD 23
te, o , más pertinentemente, perverso de alguna política juraba también el espectáculo Je las intervenciones mili-
públi ca " progresista" o '·hien imencionada". 1 ten- durante los diversos desórdenes civiles, y exclamaba:
tativas de alcanzar la libertad harán que la sociedad se 1Matanza, tortura, ahorcamiento! iEsos son vuestros de-
hllnd a en la esclavitud, la búsqueda de la democracia rechos del hombre!"2
prod ucirá oligarquía y tiranía, y los programas de segu- El_ historiador inglés Alfred Cobban comentaba aquella
ridad social crearán más y no menos pobreza. Todo es ocasión que esa "precisa predicción del curso que tomaría
contraproducente. la Revolución ... es una reivindicación de la virtud de la
t eona, . "3F
Justa . u ese cual fuese la teoría "justa" o correcta
que había detrás del análisis de Burke, muchos de sus
LA R E VOLUCIÓN FRANCESA Y LA PROCLAMACIÓN
DEL EFECTO PERVERSO contemporáneos quedaron impresionados no sólo por Ja
fuerza de su elocuencia, sino por la seguridad de su visión.
Como muchos otros elementos clave de la r etórica reac- El arguz:iento arraigó y habría de repetirse y generalizar-
cionaria, este argumento fue proclamado como un princi- se, particularmente entre observadores extranjeros que
pio cardinal en la estela dela Revolución francesa y trataban de sacar "lecciones" prácticas para sus países de
encontrarse ya en las Reflections on the Revolutwn m lo que estaba sucediendo o había sucedido en Francia. Así
France de Edmu.-rid Burke. En realidad no se necesitaba Schiller escribía en 1793: '
muchu genio inventivo: puesto que liberté, égalité, frater-
La tentativa del pueblo francés de instalar los sagrados derechos
nité se convertían en la dictadura del Comité du Salut del hombre Y de conquistar la l.ibertad política no ha hecho sino
"Public (y más tarde en la de Bonaparte), la idea de que a luz su impotencia e invalidez a este respecto; el resultado ha
ciertas tentativas de alcanzar la libertad están condenadas sido _que no sólo ese desdichado p ueblo, sino a su lado una parte
a )levar en cambio a la tiranía se imponía casi por sí mism a considerable de Europa y el siglo entero han caído d e vuelta en la
barbarie y la scrvidumbre. 4
en el espíritu de uno. Son además una observación y u n
argumento antiguos que la deJnocracía degenera fácil- Podría realizarse una formulación particularmente
mente en tiranía. Lo los escritos de Burke arrolladora, aunque burda, como la que proclamó el sin-
en primer lugar, semejante ya gular economista político romántico alemán Adam Mü-
ciesde 1790, y en que sus observaciones ller, íntimo amigo y protegido de Friedrich von G entz
dispersas del tema _se convirtieron una ayudante de Metternich que había traducido en
visión pretendidamente fundamental de la dmam1ca sow tud las R eflections de Burke al alemán. Cu:.indo la R evo-
cial. Burke pronosticó que " una oligarquía innobie, fun-
2
dad a en la destrucción de la corona, la iglesia, la nobleza Edmund Burke, Reflec1io1ts on the Revolurion in France Conor Cruise O'Bricn
e intr.), Middlesex, Penguin Classics, 1986, pp. 313, 34S.
y d pueblo [acabaría] con todos los sueños y visiones AJfred Cobban, Edmtmd Burke and rhe revolt againsr the Eiglrteemh Cem11ry
e ngañosos de igualdad y de derechos del hombre". Con- Londres, Alfen & Unwin, 1929, p. 123.
4
'
a Herzog Fdedrich Christian von Augustenburg, 13 de julio de
1 encontrará una vasta o.le los efectos perve rsos por un sociólogo en R . 1793, Sch1ller s lJneft:, Fri1z .lonas (comp.), Stuug;1rt, Deursche Vula¡;s:insrnlr, l S!JZ·
Boudon. Effets pervcrs er ordre social, Parfs, Presses Universitaires de France, 1977. 1896, vol. 3. p. 333.
24 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA LA TESIS DE LA PERVERSIDAD 25

iución y su resaca napoleónica habían recorrido su cami- Goetbe definía a su Mefisto como "parte de esa fuerza que
no, Müller proclamaba: siempre quiere el mal, pero siempre acarrea el bien".
De este modo, el terreno intelectual estaba bien prepa-
La historia de la Revolución francesa constituye una prueba, ad-
ministrada continuamente durante treinta años, de que el hombre, rado para argüir que en ocasiones puede suceder lo opues-
actuando por sí mismo y sin religión, es incapaz de romper to. Esto es exactamente lo que hizo Burke cuando se
cualesquiera cadenas que lo opriman sin precipitarse durante el enfrentó a la tentativa sin precedentes de la Revolución
proceso en una esclavitud más profunda aún.s francesa de reconstruir la sociedad: hizo que el bien y el
Aquí las conjeturas de Burke se han Gonvertido en una mal intercambiaran sus lugares en la declaración de Me-
rígida ley histórica que podría servir de apoyo ideológico fisto y afirmó que el resultado social del esfuerzo de los
a la Europa de la Santa Alianza. revolucionarios en pro del bien público sería malo, cala-
La astuta habilidad de Burke para prever el curso de la mitoso y enteramente contrario a las metas y
Revolución francesa se ha atribuido a la fuerza misma de que profesaban.
su apasionado compromiso con ella. 6 Pero podría sugerir- Desde un punto de vista, la proposición de Burke pare-
se que su formulación del efecto perverso tiene también ce pues (y pudo parecerle a él) una variación menor de un
un origen intelectual: estaba empapado del pensamiento tema bien conocido del siglo XVIII. Desde ot ro punto de
de la Ilustración escocesa, que había subrayado la impor- vista, era una desviación ideológica radical de la Ilustra-
tancia de los efectos involuntarios de la acción humana. ción al romanticismo y del optimismo sobre el progreso al
La aplicación más conocida de esta idea era la doctrina pesimismo. Algu nos cambios ideológicos en gran escala y
de la Mano Invisible de AdamSmith, con cuyos puntos de en apariencia abruptos pueden ocurrir precisamente de
vista económicos Burke había expresado un acuerdo esta manera. De manera·formal requieren sólo una ligera
total. modificación de esquemas de pensamiento familiares,
Smith, Mandeville y otros (como Pascal y Vico) antes pero la nueva variante tiene una afinidad con creencias y
de él, había mostrado cómo las acciones individuales mo- proposiciones muy diferentes y queda incrustada en elL.is
tivadas por la codicia y el deseo de lujo (los "vicios priva- para formar una configuración del todo nueva, de modo
dos" de Mandeville) o, en términos menos insultantes, por que al final la íntima conexión entre lo viejo y lo nuevo es
el interés propio, pueden tener un resultado social positi- casi irreconocible.
vo en forma de una comunidad más próspera. Expresando En nuestro caso el punto de partida de esta clase de
estas ideas con enjundia poética hacia fines del siglo, transformación fue la lenta aparición de una nueva espe-
ranza en el orden mundial. A partir del siglo XVI se acep-
s Adam Müller, Schríftc11 zur Staatsphilosophic, Rudolf Kohler (comp.), Munich,
Thealiner-Vcrlag, 1923, p. 232. El pasaje es del ensayo de Müller de 1819 "Von dcr
taba en general que no podía confiarse en el precepto
Nolwendigkeil einer lheologischen Grundlage der gesamlen Staa1swissenschaflen und religioso y el mandamiento moral para refrenar y dar
der S1aa1swirlschaf1 insbesondere" (Sobre la necesidad de una base teleológica para las
ciencias sociales y para la economía política en panicular); se le cita prominenle-
forma a la naturaleza humana a fin de garantizar el orden
menlc en Car! Schmítt, Politischc Romantik, 2a. ed., Munich, Duncker & Humblot, social y el bienestar económico. Con el desarrollo del
1925, p. 170.
6 Por Conor Cruise O'Bricn en su introducción a Burke, Reflectio1is, pp. 70-73.
comercio y la industria en los siglos XVII y xvur, ciertas
RETÓRI C AS D E LA INTRANSIGENCIA LA TESIS DE LA PERVERSIDAD 27

voces influyl'.'.ntcs propusieron que algunos de ios "vicios" habrían de alimentar un siglo más tarde Do:-. HJlt.: \ :-.lj y
no erradicables del hombre, como el egoísmo propio, Nietzsche.
· podían producir, bien canalizados, una sociedad mínima- El pensamiento acerca de los resultados no deliberados
mente viable y quizá incluso progresista. Para Pascal, Vico de la acción humana recibió un nuevo impulso con los
y Goethe, este proceso paradójico sugería la intervención acontecimientos de la Revolución francesa. Como las
de una Providencia que es notablemente benigna, amiga luchas por la libertad terminaron en e l terror y la tiranía,
deJ perdón y servicial puesto que transmuta el mal en bien. los críticos de la Revolución percibieron una nueva e
E l mensaje optimista de esta interpretación se intensificó impresionante disparidad entre las intenciones individua-
.c uando la busca del interés propio por medio del comercio les y los resultados sociales. Se apremió a la Divina Provi-
y la fodustri a perdió su estigma y recibió en cambio pres- dencia a que regresara al servicio activo, pero con una
Es posible que este desarrollo se produjera forma que estaba lejos de ser b enigna: su tarea era ahora
como rcsult..tdo de a lguna inevitable contaminación de los frustrar los designios de los hombres, cuyas pretensiones
fines a los medios. Si el resultado de algún proceso es de construir una sociedad ideal habrían de exponerse
odi, >.o, a la larga resulta difícil mantener que los motivos como ingenuas y absurdas, si es que no como criminales y
y ::ictividades que llevan a él son del todo recomendables. blasfemas. Der Mensch in seinem Wahn (el hombre en su
Lo contrarío es también verdad: cuando es benigno, el engaño), el "más terrible de los terrores", según expresó
resultado está destinado a reflejarse finalmente en las Schiller en uno de sus poemas más conocidos a la vez que
actividades que subyacen. Pero una vez que dejó de haber uno de los más sorprendentemente conservadores (Das
un contraste nítido entre los medios y los fines, o entre el Lied von der Glocke), tenía que aprender una lección
proceso y el resultado, la necesidad de la intervención saludable aunque severa.
mágica de 1a Divina Providencia se torna menos obligato- Joseph de Maistre en particular dota a la Divina Provi-
ria - de hecho Adam Smith le permitió apenas sobrevivir, dencia - que él ve en acción a lo largo de la Revolución -
secularizada y un tanto anémica, según la forma de la de una refinada crueldad. En sus Considérations sur la
Mano Invisjble."' En o tras palabras, para la mentalidad del France (1797) considera providencial para la R evolución
:-.'.'m la soci edad seguía en pie y funcionando bastan- que haya generado sus propios conflictos intestinos; por-
te bien a pesar de que le iba faltando poco a poco el apoyo que, arguye, si hubiese habido una contrarrevolución exi-
de Dios - l.rn H visión del universo social sin Dios mucho tosa, los revolucionarios hubieran tenido que ser juzgados
mt'nos trágica, podríamos señalar de paso, qu e la que en tribunales oficiales y entonces sucedería una de dos
•En de 1966 sobre The role of Pro vitk11ce in th e social order,
cosas: o bien la opinión pública hubiera considerado ex-
f.'il:idelfi a, American Philosophical Socie1y, J 972, y en partic11lar eo la tercera conferen· cesivos los veredictos, o bien, no habrían hecho plena
<'i.1 : "La Mano Invisible y el ho mbre econó 1nico", Jacob V iner demostró el constante
.i.rn1inio que el pensam.icnto 1dcológico 1uvo en Adam Smith. Es significativo sin
justicia al limitarse a algunos grandes criminales (quelques
embargo que Smilh introduj era et concepto· secular de "la M ano I nvisible" como grands coupables). De Maistre proclama: "Esto es preci-
suscituto de la D ivi na Providencia, que habfa sido invocada ha bitualm enle en ta mayoría
de los escriws iniciales que expr esab:in una visión 1cleol6gica del orden de la naturale7.,1
samente lo que la Providencia no quería", y por eso arre-
y de 111 soci.:d11d. gló astutamente las cosas de tal manera que un núme ro

e Q • .cw
28 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA LA TES IS DE LA PERVERSIDAD 29
mucho mayor de culpables tuvo que "caer bajo los golpes manas, que es el opuesto exacto de las intenciones huma-
de sus cómplices".• nas, nos recuerda a ciertos padres que, tan pronto han
Por último, casi al final de su libro, De Maistre sale con observado la conducta adversa de su hijo o hija, tienen la
una formulación extravagante de la tesis de la peiversidad ocurrencia de decirle que haga exactamente lo contrario
como la esencia misma de la Divina Providencia. Al ima- de lo que desean que haga. La mayoría de los padres, por
ginar cómo se producirán en la realidad lá contrarrevolu- supuesto, pronto se dan cuenta de que la idea es menos
ción y la restauración de la monarquía tan confiadamente brillante de lo que parecía.
esperadas, declara primero que la "multitud... no obtiene La interpretación que hace De Maistre de la Divina
nunca lo que quiere", y después lleva este pensamiento Providencia es sin duda excepcional en su elaborado espí-
hasta el límite: ritu vengativo y en su inconsútil invocación del efecto
Puede observarse incluso una afectación de la Providencia perverso. Pero el rasgo fundamental de la tesis de la
(permftaseme usar esta expresión): los esfuerzos del pueblo por sidad ha permanecido igual: el hombre queda en nd1culo
alcanzar un cierto objetivo son precisamente el medio que ella ante la Divina Providencia y ante aquellos analistas socia-
emplea para alejarlo de él... Si quiere uno saber el resultado pro-
bable de la Revolución francesa, basta examinar los puntos en que les privilegiados que han comprendido sus designios, pues
han coincidido todas las facciones: todas han querido ... la al lanzarse a mejorar radicalmente el mundo. el hombre
destrucción del cristianismo universal y de la monarquía; de donde se extravía radicalmente. ¿Qué mejor manera de mostrarlo
se sigue que todos sus esfuerzos no resultarán sino en la exaltación como medio tonto y medio criminal que probar que está
del cristianismo y de la monarquía. Todos los hombres que han
escrito o meditado acerca de la historia han admirado esa fuerza
logrando exactamente lo contrario de lo que está proclaman-
secreta que se burla de los propósitos humanos.,... do como su objetivo? lQué mejor argumento, además, con-
tra una.política que uno aborrece pero cuya meta declarada
No puede pedirse una declaración más extrema. La no se atreve uno a atacar de frente?
convicción total de De Maistre de que la Providencia
dispone infaliblemente un resultado de las acciones hu-
EL SUFRAGIO UNIVERSAL Y SUS Ef-"ECTOS
• considera1ions sur la France, Jean-Louis Darcel, Ginebra, Slatklne, 1980, pp. SUPUESTAMENTE PERVERSOS
74-75. El grado a que De Maistre llevó sus extrañas especulaciones debe haberle
parecido, al reflexionar, excesivo incluso a él mismo, pues eliminó el siguiente pasaje Desde allí u na línea de razonamiento idéntica smge de
relacionado con ellas en su lCXIO definitivo: "(La Divina Providencia] pronuncia sus nuevo a la superficie durante nuestro próximo episodí0.
senlencias y los culpables que sucumben matándose unos a o iros no hacen sino cumplir-
las. Tal vez deje de lado a uno u otro para la justicia humana, pero cuando ésta recupere el ensanchamiento del derecho político en el transcurso
otra vez sus derechos, al menos no se verá obstaculizada por el gran nón:>ero de del siglo xrx. Las emergentes ciencias sociales adelanta-
culpables." (p. 75). (En la edición original de este libro las traducciones de citas son en
principio del autor; para esta edición en español se han traducido directamente de la ban ahora nuevas razones para afirmar.la inevitabilidad del
lengua original, excepto las del alemán, para las que nos hemos guiado por la versión
inglesa dada por el autor.) (N. del T.) resultado peivers9 de ese proceso. Para apreciar el ambiente
• • Jbíd, pp. 156-157. Subrayado en el original. Por medio de los d iversos subrayados de opinión en que surgieron esos argumentos, es útil tener
y de la cláusula entre paréntesis, De Maistre revela su emoción al alcanzar aquí una
visión profunda y audaz. Acerca de la estrecha conexión del pensamiento de De Maislre
en cuenta las actitudes contemporáneas hacia las masas y
con uno de los aspectos del milo de Eclipn. cap. 4. hacia la participación de las masas en la política.
30 R ETÓRICAS DE LA INTRANSTGENCIA LA TES IS DE 1 ,\PERVERSIDAD 31

D ebido a los frecuentes estallidos de lucha civil de una la rebeldía, era desprecio profundo y un sentimiento de
y otra clase en La historia reciente, suele darse por supues- total separación, incluso de franca repulsión física, de
w que existe u 11<.l estrecha relación entre tales estallidosy manera muy parecida a la de las sociedades de castas. E se
la fuerza con la que los grupos opuestos de la ciudadanía talante se prolongó en el siglo xrx y no pudo sino refor-
sostienen creencias en conflicto. Puesto que en los Esta- zarse por la migración hacia las ciudades de personas
dos Unidos se lib ró una larga y sangrienta guerra civil en rurales empobrecidas que llegaban con la industrializa-
torno de la cuestión de la esclavitud, todo el mundo está ción. Pronto se mezclaría con el miedo, a medida que ios
convencido de que la división de la opinión ante ese "miserables" de Burke se entregaban a brotes de violencia
asunto era marcada y profund3. Inversamente, en la ll)e- _ política, en particular en la década de 1840. Después de
dida en que la extensi9µ de los derechos político_s_en la uno de estos episodios, en 1845, en la ce rcana Lucerna, el
Europa Occidental en el transcurso del siglo x1x ..se logró joven Jacob Burckhardt escribía desde Basilea:
de manera bastante gradual y pacífica> es tentador pensar Las condiciones en Suiza - tan repugnantes y bárbaras - lo han
que la oposición a tal proceso no era en particular intensa. echado a perder todo para mí, y me expatri aré tan pronto como me
Nada m:ís al ejado de la veruud. Después de todo, Europ a sea posible... L a palabra libertad suena rica y hermosa, ptro no • 1

había sido durante mucho tiempo una sociedad muy es- debería hablar de ella nadie que no haya visto y experimentado la
esclavitud bajo las masas vociferantes llamadas el "pueb1o", que no
tratificada donde las clases inferiores eran vistas con el h aya visto eso con s·us propios ojos y soportado el desasosiego civil .
mayor desprecio tanto por la clase alla como po r 1a clase Sé demasiada historía para esperar nada del despotismo de las ¡
media. Debe record arse por ejemplo que una p ersona masas, salvo una futüi'a tiranía, que significará el final de la historia .8 .
ilustrada y no particularmente aristocrática como Burke
Sería fácil reunir más pruebas de hasta qué punto debe
escribía en las Reflections: "La ocupación de un peluque-
haber parecido aberrante y potencialmente desastrosa a
ro> o del obrero de una velería, no puede ser asunto de
un buena parte de las élites europeas la idea de la partici-
honor para ni nguna persona... para no hablar de muchos
pación de las masas en la política, incluso según la forma
·otros eJTI4>leos más serviles ... El Estado sufre opresión si a
diluida del sufragio u niversal. Era ésta una de las betes
person as como ésas ... se les permite gobernar." Más ade-
noires favoritas de frecuente blanco de su apa-
lante comenta de paso las uinnumerables ocupaciones
servil es, degrad antes, indecorosas, infrahumanas y casi sionado odio a la estupidez humana. Con pesada ironía, el
sufragio universal figura en su Dictionnaire des idées re<;11P'\
sie mpre extre mad a mente insanas y pestilentes a las que
están conde nados tantos miserables por la eco.nomía como la "última palabra de la ciencia política'>. En :.us
soci a1.»7 cartas declaró que era pe! e:.píritu hum3.no"
y que era igual (o peor) que otras nociones absurdas tales
observaciones, hechas con desenfado, su-
como el derecho divino de los reyes o la jnfalibilidad del
giere n que la emoción primaria de Burke ante los "órde-
papa. La base de estos juicios era la convicción de que el
nes inferiores", más que antagonismo de clase y temor a
s 1711: leuers of Jacob Burckl1<1rdJ, A. Dni (comp.), Londres, Routledge & Kegan
7 Burkc, Rcflcc1i1111s. op. cit., pp. 138, 271. Paul, 1955, p. 93.

32 RETÓRICAS DE LA JNTRANSIGENC!A LA TES lS D E LA PERVERSIDAD 33


"pueblo,,, la "masa", es siempre estúpido (idioc), inepto, xvnr: la exigencia de democracia política por un lado, con
"menor de edad".9 En general Flaubert reservaba sus derechos iguales para todos los ciudadanos, y por otro lado
mayores sarcasmos para la betise de la burguesía, pero, la existencia y el estatuto especial, privilegiado, de unos
generoso como era en sus antipatías, no tenía empacho en "pocos individuos aislados" (Ibsen apunta aquí evidente-
manifestar hacia las masas sentimientos igualmente nega- mente .al genio, otro concepto elaborado plenamen te por
tivos; en un punto logra incluso congruencia entre esas primera vez durante la Ilustración, por de Díderot,
actitudes cuand o escribe burlonamente acerca de "el sue- Helvé tius y otros.) 12

ño (de algun os] de elevar al proletariado al nivel de estu- Esto en cuanto al ambiente de opinión que rodea a la
pidez de la burguesía". 1º segunda ola progresista de T. H. Marshall, el advenimien-
En otros lugares de Europa prevalecían sentimientos to de la igualdad política por la vía de los derechos polfti ..
similares. Cuanto más se extendía a lo largo de Europa el cos. A diferencia de la idea del libre comercio, esa parti-
auge del sufragio universal, más estridentes se hacían las cular encarnación del "progreso" no alcanzó nunca nada
voces de la élite que estaban o pasaban a estar en oposición parecido a una hegemonía ideológica, ni siquiera durante
irreconciliable con él. Para Nietzsche las elecciones popu- una o dos décadas por lo menos en el siglo XIX. Por el
lares eran la expresión última del "instinto gregario", contrario, el avance indudable de las formas p olíticas
término expresivo que acuñó para denigrar todas las ten- democráticas en la segunda mitad del siglo se produjo en
dencias hacia la política democrática. Hasta el mismo medio de un estado de ánimo difuso de escepticismo y
Ibsen, reconocido y aclamado en sus tiempos como crítico hostilidad. Después, hacia el final del siglo, ese estado de
progresista de la sociedad, atacó muy duro a la mayoría y ánimo encontró una expresión más refinada en las teorías
al gobierno de la mayoría. En Un enemigo del pueblo sociales científicas, pues los descubrimientos médicos y
(1882), el héroe de la pieza (el doctor Stockmann) procla- psicológicos mostraban que el comportamiento humano
ma de manera atronadora: está motivado por fuerzas irracionales en mucho mayor
lQuién forma la mayoría en cualquier país? iCreo que te ndre mos medida de lo que se había aceptado hasta ento.nces. La
que estar todos de acuerdo en que los tontos están en abrumadora idea de basar el mando político en el sufragio universal
y terrible mayoría en todo e l mundo! Pero en nombre de D ios ino podía exhibirse desde ese momento como un producto
puede ser justo que los tontos gobiernen a los sabios!... La mayoría tardío, en realidad como un vestigio obsoleto de la Ilus-
tiene el poder, desgr aciadamente ... p ero lla mayoría no tie ne razón! tración con su pertinaz creencia en la racionalidad. Esa
iL-Os que tienen razón son unos pocos individuos aislados como yo!
iLa m inoría siempre tiene raz6n!l 1 creencia se exhibiría ahora no sólo como "superficial",
que era la crítica romántica habitual, sino como simple-
Tenemos aquí un interesante punto de intersección-co- mente equivocada.
lisión de dos líneas de pensamiento, originadas en el siglo Entre las varias ideas políticas que pueden considerarse
9
Gustave Flaubert, Correspo11dance. l'i!ris, Conard, 1930, vol. 6 páginas 33 228 1 de esta manera como reacciones a los avances de los
282, 287. ' '
\O!bid, p. 287. 12 Her bert Dieckmann, "Diderot's conception of genius", Joumal of 1
Yie His tOI)' of
11 Henrik lbsen, Un enemigo del pueblo, acto 4 . Ideas, 2. abril de 1941, pp. 151·182.

1
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34 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA LA TESIS DE LA PERVERSIDAD 35
derechos políticos y de 1a democracia en general, una de de esta11idos anómicos por "muchedumbres criminales",
las más prominentes e influyentes fue articulada por Gus- o bien de movimientos de masa hipnóticos organizados
. ·· tave LeBon en su leidísima Psychologié des joules, publi- por líderes demagogos (meneurs, no chefs) que saben
cada por primera vez en 1895. Ejemplifica una vez más la cómo esclavizar a la muchedumbre siguiendo unas pocas
.!tracci0!: de los pensad ores reaccionarios por el efecto reglas amablemente ofrecidas por LeBon.
perverso. En la Europa de fin de siglo la teoría de LeBon tenía
El principal argumento de LeBon desafía a la compren- obvias implicaciones políticas. Veía bastante sombrías las
sión de sentido común a la manera de lo que los econo- expectativas del orden nacional e internacional: con la
mistas conocen como la f al.acia de la .. difusión de los derechos políticos, las muchedumbres irra-
. proposición que se aplica-·a1 no. es cionales de LeBon se instalaban como actores importan-
mente verdadera para el grupo, mucJ:io para .la tes en un número cada vez mayor de países. Además, los
multitud. Impresionado por algunos descubrimientos re- dos últimos capítulos del libro, "Las muchedumbres elec-
cientes de la jnvestigadón médica sobre la infección, la torales" y "Las asambleas parlamentarias", ofrecen argu-
contaminación y la hipnosis, y desconociendo el trabajo mentos específicos contra la moderna democracia basada
simultáneamente en marcha de Freud que pronto mostra- en las masas. Aquí LeBon no argumenta directamente
ría a los propios individuos como sujetos a toda clase de contra el sufragio universal; más bien, como Flaubert,
impulsos inconscientes, LeBon basó su teoría en una mar- habla de él como de un dogma absurdo que está destinado
cada dicotomía entre el individuo y la muchedumbre: el desgraciadamente a causar mucho daño, como lo causa-
individuo es racional, tal vez refinado y calculador; la ron antes las creencias supersticiosas. "Sólo el tiempo
muchedumbre es irracional, fácil de dominar, incapaz de actúa contra ellos", escribe, tomando la postura de un
sopesar los pros y los contras, dada a entusiasmos irrefle- resignado cronista de la locura humana. Tampoco propo-
xi.vos, y así sucesivamente.* Aunque a veces se concede a ne LeBon mejorar el sistema regresando a las restriccio-
la muchedumbre algunos puntos buenos por su capacidad nes del derecho de voto. Siendo su principio básico que la
para emprender actos de abnegación (sol- muchedumbre está siempre embrutecida, lo aplica con
dados en batalla), sin duda LeBon considera a la muche- notable congruencia cualesquiera que sean los constitu-
dumbre corno una forma de vida interior, aunque yentes de la muchedumbre o sus características como
peligrosamente vigorosa: "Poco apta para el razonamien- individuos: "el sufragio de cuarenta académicos no es
to, la muchedumbre es por el contrario muy apta para la mejor que el de cuarenta aguadores", escribe, arreglándo-
acción". 13 Esa acción adopta típicamente la forma ya sea selas con eso para insultar de paso a la Academia Francesa
•E.xi: cuando Freud se remitió al problema de la psicología de masas con sus cuarenta miembros, cuerpo de élite del que se
de Ja primera Guerra Mundial, no se percató deque, desde el punto de vista de sentía rencorosamente excluido.14
su propia leerla, habfa sin duda una distinción muy exagerada entre el individuo y la
muchedumbre por parte de LeBon. Véase sus comentarios en general apreciativos Esta posición no reformista permite a LeBon esbozar
:iccrca de LeBon y la P.sychologie des fo" les en Group p.sychology and che analysis ofthe
ego (l921). en Freud, Works, Londres, Hogarth, 1955, vot.18, pp. 72..Sl .
· n Gustave LeBon, P.sychologie des foulu, París, Félix Alean, 1895, p. 4.

.
"' ' "
36 RETÓRICAS DE LA INTRANS IG ENCIA LA TESIS DE LA PERVERSIDAD 37

fríamente las consecuencias desastrosas del sufragio uni- dores del mundo), que dejan al mundo en un estado peor
versal: adelantándose a nuestros teóricos contemporá- de lo que estaba antes de que se hubiera instituido cual-
neos de la "elección pública", demuestra primero cómo la quier "reforma". Además, debe mostrarse que el empeo-
democracia parlamentaria alimenta una tendencia hacia ramiento tiene lugar en la dimensión misma donde se
un gasto público cada vez mayor como respuesta a presio- suponía que se iba a mejorar. ·
i:es de intereses sectoriales. Al efecto perverso se apela al
final, argumento que corona el libro: la jactanciosa demo-
LAS LEYES DE POBRES Y EL ESTADO BENEFACTOR
cracia se convertirá cada vez más en el gobierno de la
democracia por medio de las numerosas leyes y reglamen- Esta clase de argumento habría de alcanzar una importan-
tos que se están aprobando con "la ilusión de que al cia especial durante la tercera fase reaccionaria, que abor-
multiplicar las leyes la igualdad y la libertad están mejor daré ahora: el ataque de nuestros días contra las políticas
salvaguardadas". 15 En apoyo de estas tesis cita The man económicas y sociales que constituyen moderno Es tado
versus the State (1844), recopilación de los últimos ensayos benefactor.
de Herbert Spencer. Había allí una figura científica con- En economía, más que en las otras ciencias sociales y
temporánea llena de autoridad que había tomado una políticas, fa.cfo.ctrina del efecto perverso está ligada estre-
actitud fuer temente conservadora. También Spencer ha- chamente con un dogma central de la disciplina: la idea
bía escogido el efecto perverso como su leitmotiv en de un mercado autorregulado. En la medida en que esta
particular en el ensayo titulado "Los pecados de los idea es dominante, toda política pública que apunte a
lad ores", donde hace una formulación extravagantemente cambiar los resultados del mercado, tales como los precios
general: "los legisladores ignorantes han acrecentado o los salarios, se convierte automáticamente en una nociva
continuamente en el pasado el sufrimiento humano en sus interferencia en los benéficos procesos equilibradores.
esfuerzos por mitigarlo". 16 Incluso los economistas que son favorables a algunas me-
Así pues, una vez más un grupo de analistas sociales se didas de redistribución del ingreso y de la riqueza suelen
veía irresistiblemente inclinado a ridiculizar a los que considerar las medidas más obviamente "populistas" de
aspiran a mejorar al mundo. Y no basta mostrar que esos esa índole como contraproducentes.
ingenuos Weltverbesserer *se caen de bruces: debe probar- Con frecuencia se ha alegado el efecto perverso de las
se que son en realidad, si se me permite acuñar el término interferencias específicas rastreando las reacciones de la
alemán correspondiente, Weltverschlechterer (empeora- demanda y la oferta a tales medidas. Como resultado,
digamos, de un precio tope para el pan, se muestra cómo
JS !bid, p. 187.
16
Herbert Spencer, The ma11 versus the State, Caldwell, ldaho, Caxton Printers,
la harina se desviará hacia otros usos finales y cómo cierta
1940, página 86. cantidad de pan se venderá a precios de mercado negro,
'El término Wehverbesserer tiene un significado sarcástico en alemán, probable-
mente como resultado de la reacción en particular violenta de los alemanes contra toda
de modo que el precio promedio del pan puede subir en
causa que pucd;i denunciarse de manera habitual como la "superficial" Ilustración lugar de bajar como se intentaba que sucediera. De ma-
(seichte Aufklnnmg).
nera similar, cuando se establece o se sube un salario

¡ '
38 RETÓRICAS DELA INTRANSIGE NCIA LATI '}_VERSIDAD 45
e,,
mín ¡m o , es fácil mostrar cómo probablemente se reducirá algunos miembros 1 iJ '\!_ado benefactor entra
el emp leo, de modo que el ingreso agregado de los traba- escala de los ingre· C1.> \ la suposición de que
.c.:; !::7 :,.,,1 . d
jadores puede caer en lugar de subir. Tal como lo expresa efectos C7-.... o caer sobre
Milton Friedman con el supremo aplomo que le es habi- ra vez durante I< -8 ...- eraba. Uno se
tual: "Las leyes del salario mínimo son tal vez el caso más en Inglaterra. l.J ·- r:::: de que.Jas ·dos
,_.. Is \.
- ('..¡ q.)
{!
claro que pueda darse de una medida cuyos efectos son
precisamente lo contrario de los que se proponen los
Burke y desde ! & fJ g \SO .comple-
la idea de que cu . ...., q:r .

hombres de buena.voluntad que lo apoyan." 17 "red de segur .s Q, o- Q. ff


e o . B "'<.. ..
En realidad no hay nada seguro en cuanto a esos efectos favor de los e <,:::; §
V)
,§ 6 \: uro
perversos, particularmente en el caso de un parámetro sel o, en la ·;:;; ::::,
C7- Q, \.
económico tan básico corno el salario. Una vez que se "proclivida' ""1ra
introduce un salario mínimo las curvas subyacentes de Mandeville), t:> ... .
demanda y oferta de mano de obra pueden desplazarse; reacciones de la oferta, los i.. _
además, el alza de las remuneraciones impuesta oficial- arreglo: la disponibilidad de la
mente pue de tener un efecto positivo en la productividad como un aliento positivo a la "pereza" y a
del trabajo y por consiguiente en el empleo. Una expecta- ción", y produce así pobreza en lugar de aliviarla. He-aqúí
tiva de tales efectos es en realidad la principal justificación una formulación típica de ese punto por un ensayista
lógica para establecer un salario mínimo realista. Más inglés de principios del siglo xrx:
como resultado de la implícita persuasión moral y del Las Leyes de Pobres se proponen acabar con los mendigos; han
establecimiento de una norma pública de justicia que hecho de la mendicidad una p rofesión legal; se establecieron con el
gracias a la amenaza de penalizaciones, la proclamación espíritu de una provisión noble y sublime, que contenía toda la
de un salario rrúnimo puede tener un efecto real en las teoría de la virlud; han prod u eido todas las consecuencias del vicio ...
condiciones en que los trabajadores ofrecen su mano de Las Leyes de Pobres, hechas para aliviar a los miserables, han sido
archicreadoras de miseria. 18
obra y los empleadores ofrecen precios por ella. Pero la
certera posibilidad Je un resu h ado perverso proporciona Siglo y medio más tarde, en el más difundido de los
un excele nte punto de debate que está destinado a blan- ataques al Estado benefactor que se ha publicado en los
dirse e n toda pol émica. Estados Unidos, gr:p_'-!:!J_d, de . Charles
La prolongada discusión acerca de los problemas de la (1984), se "Tratamos de dar más a los pobres y pro-
asistencia social a los pobres ofrece un amplio ejemplo de dujimos en cambio más pobres. Intentamos suprimir las \
barreras para escapar de la pobreza e inadvertidamente
estos diversos argumentos. Esa asistencia es reconocida,
construimos una trampa. 1119
y muchas veces conscientemente, como una franca inter-
18 Edward Bulwer-Ly11on,Eng/and and tire English, Nueva York, Harper, 1833, vol.
ferencia en los "resultados del mercado" que asignan a 1, p. 129. Parte de este pasaje se cita en Gertrud e Hímmelfarb, The idea of
England in lhe early i11dllsrrial age, Nueva York, Knopf, 1984, p. 172.
17 Mil Ion Friedman, Capitalism and freedom, Chicago, University of Chicago Press,
19 Charles Murray, Losing ground: Amt:rica's social policy, 1950·1980, NuevaYork,
1962, p. 180.
Basic Books, 1984, p. 9.
40 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA LA TESIS DE LA PERVERSIDAD 41
Salvo por el tono un poco más apagado, la melodía es generoso, la asistencia de los hospicios se organizó ahora
exactamente la misma del siglo XIX. El efecto perverso para que se suprimiera de una vez por todas cualquier efecto
parecería funcionar sin descans o lo mismo con el capita- perverso concebible. Para lograr este fin, las nuevas disposi-
lismo tardío que con el temprano. ciones pretendían impedir que los pobres recurrieran a la
No es que el escenario ideológico haya permanecido pública y estigmatizar a los que lo hicieran" encar-
igual durante estos últimos 150 años. El éxito del libro de celándo[los] en hospicios, obligándolos a llevar ropa especial,
Murray debe mucho en realidad a la visión bastante fresca separándolos de sus familias, aislándolos de la comunicación
de su asunto principal, resumido eh su título: casi cual- con los pobres del exterior y, cuando morían, permitiendo
quier idea que no ha estado a la vista por algún tiempo que se dispusiera de sus cadáveres para la disección". 20
tienen buenas probabilidades de tomarse erróneamente No pasó mucho tiempo sin que este nuevo régimen
por una visión original. Lo que ha sucedido realmente es suscitara a su vez violentas críticas. Ya desde 1837 Disraeli
9ue la idea quedó oculta, por razones que son de algún prorrumpía en invectivas contra él en su campaña electo-
mterés para nuestro relato. ral: "Considero que esa ley ha deshonrado al país más que
ninguna otra de que se tenga noticia. Crimen moral a la
Como lo mostró memorablemente Ka:rl Polanyi en The vez que dislate político, anuncia al mundo que en Inglate-
great trarz:fonnation (1944), las Leyes de Pobres inglesas, rra la pobreza es un delito." 21
en especial en su forma complementada y reforzada por Los críticos de la ley procedían de un amplio espectro
la Ley de Speenhamland de.1795, representaron una ten- de opinión y de grupos sociales. Una condena particular-
tati:a final de refrenar, por medio de la asistencia pública, mente poderosa e influyente fue la novela de Dickens,
el hbre mercado del trabajo y sus efectos en los estratos Oliver Twist, publicada en 1837-1838. Se suscító un pode-
más pobres de la sociedad. Al complementar los bajos fóso movimiento .anti Ley de Pql;Jr_es, con todo y manifes-
salarios, particularmente en la agricultura, el nuevo plan taciones y motines, durante la década que siguió a su
fue una ayuda para asegur ar la paz social y mantener la aprobación; el resultado fue que las medidas de la ley no
producción nacional de alimentos durante la época de las se aplicaron todo en el norte, centro a
guerras napoleónicas. la vez de la oposición y' áe
la industria textil.z2. $e hizo
Pero una vez pasado el peligro, las desventajas acumu- incómodamente claro que había muchos males -pérdida
ladas del sistema de combinar la ayuda y los salarios de comunidad, abandono de la decencia común y luchas
.
• 1
: fueron objeto de duros ataques. Apoyada por la creencia internas - que podían ser peores que la supuesta "promo-
en las nuevas "leyes" de economía política de Bentham, ción de la pereza" cuya elirrúnación se hah h perseguido
Malthus y Ricardo, la reacción contra la Ley Speenham-
20 Éste es el resumen queda Himinelfarb de la repetida condena <k Wi lliil m Cobbetl
land se hizo tan fuerte que en 1834 la Ley de Enmienda a la Nueva Ley de Pobres en su panfleto A legacy to fabourcrs, Londres, 1834, véase Thc
de la Ley de Pobres (o "Nueva Ley de Pobres") transfor- idea o/poverry, op. cit., p. 211.
Citado en Himmelfarb, Thc idea ofpoveny, op. cit., página 182 .
mó el hospicio en el instrumento exclusivo de la asistencia 2l
Véase Nicholas C. Edsall, The anti-poor law movement, 183./-44, Manchestcr,
22
social. En respuesta a las críticas al sistema anterior, más Manchcster University Press, 1971.
42 RETÓR ICAS DE LA INTRANSIGENCIA LA T ES IS DE L A PERVE RS IDAD

con una mentalidad tan estrecha en el estatuto de 1834. "sistemas complejos y sumamente interactuantes", con
Según el juicio retrospectivo de E. P. Thompson, "la Ley disposiciones sociales que "pertenecen a la clase de los
de 1834... era tal vez la tentativa más sostenida de imponer llamados sistemas multiloop no lineales de realimentación
un dogma ideológico, en desafío a la evidencia de las y con otros arcanos "sistemas dinámicos" parecidos que
necesidades humanas, en la historia inglesa".23 "la mente humana no está adaptada para interpretar".
La experiencia de la Nueva Ley de Pobres fue tan Sólo el especialista en computación profundamente en-
agotadora, que el argumento que había adOJ?- trenado puede desentrañar esos misterios. Y lcon qué
ción - esencialmente el efecto perverso de la as1stenc1a revelaciones nos saJe Forrester? "iA veces los programas
al bienestar social - cayó en descrédito durante mucho causan exactamente lo opuesto de los resultados desea-
tiempo. D e hecho, esta es tal vez una de las razones del dos!" Por ejemplo, la mayoría de las políticas urbanas,
surgjmiento fácil, aunque lento, de la legislación del bie- desde la creación de empleos hasta el alojamiento barato,
nestar en Inglaterra durante el final del siglo XIX y los "van de lo ineficiente a lo dañino, juzgadas ya sea por el
comienzos del XX. efecto en la salud económica de la ciudad, o por su efecto
Por último reapareció el argumento, notablemente en largo plazo en la población de bajos ingresos'>. En otras
los Estados Unidos. Pero incluso en este país no se mani- palabras, la vengativa Divina Providencia de Joseph de
festó al principio en forma cruda, como en la declaración Maistre ha vuelto al escenario disfrazada de la dinámica
citada de Losing ground de Murray. Más bien parece que de feedback-loop de Forres ter, y el resultado es idéntico:
para reintroducirse en la buena sociedad el anticuado toda tentativa de mejorar la sociedad .10 hace sino dejar
efecto perverso necesitara algún atavío especial y refina- peor las cosas.
do. Así, u no de los primeros ataques generales contra la Despojado de su lenguaje de alta tecnología, el artículo
política del bienestar social en ese país llevaba el descon- refleja el desencanto generalizado que siguió a la Gran
cer tante título de "Counterintuitive behavior of social Sociedad de Lyndon J ohnson. Como sucede a menudo, las
systems".2• Escrito por Jay W. Forrester, precu rso r de la promesas exageradas de ese programa llevaron a afirmacio-
simulación de los procesos sociales por medio de modelos nes igualmente exageradas de fracaso total, actitud intelec-
en computadora y asesor de un grupo por entonces muy tual que describí con amplitud por primera vez en un libro
influyente de notables conocido como el Club de Roma, sobre la elaboración de políticas en América Latina.* 1
el artículo es un buen ejemplo de Jo que los franceses En un persuasivo artículo, escrito también en 1971 y
llaman terrorismo intelectual. De entrada se advierte a los titulado "The limits of social policy", Nathan Glazer se ·1
lectores que tienen muy pocas posibilidades de entender sumó a Forrester en la invocación del efecto perverso. El
cómo funciona la sociedad, pues estarnos tratando con artículo arranca de manera ominosa: "Existe el sentimien-
• EnJoi:meystowardprogre.ss (Nueva York, Twentieth CenturyFund, 1963), estudié
l l E. P. Thompson, The maki11g of the E11glish worki11g class. Nueva York, Vinta¡;e, la proyección de los tres problemas de línea política e n tres pafses latinoamericanos.
1963, p. 267. Uno de ellos era el proceso de reforma de la te nencia de la tierra en Colombia· un
24 Jay W. Forrester, "Counterin tuitive t>chavior of social systems'', Tcc/1110/ogy episodio importante de ese proceso Cue una ley de reforma agraria ("Ley 2ÓO")
Rl:\·ie>v, 73, enero de 1971. de 1936 que p ro pon la conve rtir a los arrenda tarios en propietarios y mejo ra r

. .- -.... ...
44 RETÓRICAS DE LA JNTR/\NSJGENCJA LA TESIS DE LA PERVERSIDAD 45
to general de que nos enfrentamos a una cnsis en la nales en el momento en que el Estado benefactor entra
política social", y no malgasta mucho tiempo antes de en escena, así como de la exactitud de la suposición de que
proclamar, en términos bastante generales: "Nuestros es- esos residuos pronto se desintegrarán dejando caer sobre
fuerzos por enfrentarnos a la miseria acrecientan ellos el Estado un peso mayor del que se esperaba. Uno se
mismos la miseria." 25 pregunta si no hay de veras alguna manera de que las dos
Al argumentar en favor de esta desalentadora conclu- fuentes de asistencia puedan coexistir y acaso comple-
sión, Glazer no apeló a los modelos de computadora, sino mentarse.26
que enumeró algunas simples razones sociológicas. Las En todo caso, el razonamiento de Glazer era muy tibia-
políticas del Estado benefactor, argumentó, se proponen mente "sociológico" para el talante conservador más duro
enfrentarse a una miseria de la que se ocupaban antes que se p uso de moda durante la década de los ochenta. La
estructuras tradicionales como la familia, la iglesia o la formulación de Charles Murray del efecto perverso de la
comunidad local. Cuando esas estructuras se desploman política del bienestar social volvió al razonamiento burdo
el Estado interviene para hacerse cargo de sus funciones. de los defensores de la reform a de la Ley de Pobres en la
En ese proceso el Estado provoca un mayor debilitamiento Inglaterra de principios del siglo XIX. Inspirado corno ellos
de lo que queda de las estructuras tradicionales. De ahí surge en las más sencillas obviedades económicas, argumentaba
una de asistencia pública que la que se que la asistencia pública a los pobres, tal como se da en
preVJ.o y la sltuac16n se hace peor en lugar de mejorar. los Estados Unidos, actúa como incentivo irresistible para
Se asignan límites bastante estrechos al daño que puede los que trabajan efectiva o potencialmente con bajos sala-
causar el efecto perverso tal como lo formula Glazer. rios (sus famosos "Harold" y "Phyllis"), haciéndolos aba-
Todo depende delo que quede de las estructuras tradicio- lanzarse a las listas de asistencia y no moverse de allí
las condiciones de los habitantes rurales de varias otras maneras. Según las descripciones
-para quedar por siempre "atrapados" en la pereza y la
más locales, los efectos de la :eforma fueron por completo perversos: la adopción de la pobreza. Si esto fuera verdad, el efecto perverso "creador
ley provocó que los desalojaran a sus arrendatarios de las tierras que
habían arrendado, conv1r11éndolos asf en campesinos sin tierra. Entré en sospechas
de pobreza" de la asistencia a los pobres en los Estados
acerca la manera automática como movimiento reflejo con que tales afirmaciones de Unidos tomaría por supuesto proporciones enormes y
-:3.zonaban las descripciones históricas, los artículos de periódico y los desastrosas.
discursos polll1cos Lanto de los escritores conservadores como de los "radicales". Tras
en l?s registros his16ricos quedé convencido que la Ley 200 había
injustamente difamada y que lenfa en su crédito una diversidad de logros útiles (véase
loumeys, pp. 107-113). Resulta que he combalido las pretensiones úc la tesis de la REFLEXIONES SOBRE LA TESTS DE LA PERVERSl DAD
tra10 y ?Iros si!11ila:es con la manera que se
asimila las expenenc1as de polfuca publica y se cscnbc Ja h1stona en América Latina me Del mismo modo que no disputé antes con Burke o con
lleva:on a suge.rir (pp. 240-246) que el análisis y la historiografía de los programas LeBon, tampoco aquí tengo la intención de refutar la
polft1cos es.tán impregnados en esa región de algc:ín "complejo de fracaso" profunda-
mente arraigado, y má.s tarde acuñé y usé el término "fracasomanfa" para denot;ir ese sustancia de los diversos argumentos contra las políticas
rasgo. Me doy cuenla ahora de que esa interpre1ación cultural era demasiado estrecha. de bienestar social en los Estados Unidos o en cualquier
Argüir scgdn la tesis de la perversidad, como lo hicieron tan insistentemente los
comentaristas colombianos de la Ley 200, es cosa que tiene al parecer mucho atractivo
para gente que no está necesariamente afectada de fracasomanfa. 26 Se encontrará una apreciación no catastrofista en Mary Jo Ban, "Is the "\Vclfare
zs Nathan Glazer, "Thc limils of social pnlicy", Comme11tory, 52, septiembre de 197 L S1ate n:placing the family?", Puh/ic fnJerest, 70, invierno de 1983, pp. 91-10 l .
46 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA LA TESIS DE LA PERVERSlDAD 47
otro lugar. Lo que he tratado de mostrar es cómo los él. De Maistre dijo ingenuamente eso cuando exclamó en
protagonistas de este episodio "reaccionario'', lo mismo su estrafalario capítulo sobre la prevalencia de la guerra
que los de los anteriores, se han visto profundamente en la historia humana: "Es dulce sondear el designio de la
atraídos una y otra vez por la misma forma de razonamien- Divinidad en medio del cataclismo general."27
to, es decir la afirmación del efecto perverso. Debo ofre- Pero la dulzura misma y el autohalago de esta situación
cer disculpas por la monotonía de mi relato; pero era debería poner en guardia a los analistas del efecto perver-
deliberada, pues en ella reside la demostración de mi idea so; como también al resto de nosotros: lno estarán abra-
. de que la invocación de la tesis de la perversidad es una zando el efecto perverso con el propósito-expre.s o ·ae
1. característica básica de la retóri ca reaccionaria. Esta rei- sentirse bien? lNo son indebidamente arrogantes cuando
teración del argumento puede haber tenido el desdichado retratan a los humanos ordinarios como seres que van a
efecto de dar la impresión de que las situaciones que tientas en la oscuridad, mientras que ellos mismos, por
delatan esa perversidad sonde hecho ubicuas. En realidad contraste, se presentan como tan notablemente perspica-
mi intención es desbrozar dos proposiciones de igu al peso: ces? Y, por ú ltimo, lno están fácilitando demasiado su
· - i) el efecto perverso es algo a lo que apela ampliamente tarea al centrarse en un solo resultado privilegiado y
el pensamiento reacci onario, y ii) es improbable que exista simplis!a de un programa o una política: el opuesto del
"allá afuera" con la extensión que se pretende. Hablaré que se mtenta lograr? Pues se puede argüir que el efecto
ahora, mucho más brevemente, de la segunda proposición. perverso, que parece ser una mera variante del concepto
Una de las grandes aportaciones de la ciencia de la de las consecuencias no deseadas, es en un aspecto impor- -1
sociedad - que se encuentra ya en Vico y en Mandeville, tante su negación e incluso una traición a él...._A sí pues, el
magistralmente elaborada durante la Ilustración esco- concepto de las consecuencias no deseadas inti-oaujo en
cesa - es la observación de que, debido a la imperfec- principio la incertidumbre y la idea de desenlace abierto
ción de las previsiones, las acciones humanas están sujetas en el pensamiento social, pero, escapando de su nueva
a tener consecuencias involuntarias de considerable al- libertad, los abastecedores del efecto perverso retor-
cance. El reconocimiento y la descripción sistemática de nan otra vez a la visión de un universo social del todo
tales consecuencias involuntarias han sido desde entonces predecible.
un a tarea importante, si no es que la razón de ser, de la Es tentador llevar más lejos la especulación acerca de
ciencia social. la genealogía del efecto perverso. Como ya hemos obser·
El efecto perverso es un caso especial y de la vado, su formulación específica por De Maistre, Müller y
consecuencia involuntaria. Aquí el fracaso en la previsión otros recibió considerable impulso gracias a la secuencia
de los actores humanos ordinarios es casi total, ya que se de acontecimientos que se produjeron durante la Revolu-
muestra que sus acciones producen exactamente lo con- ción francesa, pero su influencia en nuestra manera de
trario de lo que se intentaba; los científicos sociales que pensar bien podría tener raíces más antiguas.
analizan el efecto perverso experimentan por otra parte _
27
Joseph de Maistre, C<msidérotio1i.r sur la Fru11c<, Jean-Louis Darcel (comp.),
un fuerte sentimiento de superioridad y se regocijan con Gmebra, Slatkine, 1980, p. 95.
48 RETÓRICAS D ELA INTRANS IGENCIA LA TESIS DE LA PERVERSIDAD 49

: U na historia subyacente nos es familiar por la mitología acción social deliberada tenga a veces efectos perversos.
i una acción y tiene éxito en Al prevenir que el efecto se invocará tal vez por razones
un pnnc1p10, pero el ex1to conduce a la arrogancia y, a su que tienen poco que ver con su intrínseco valor de verdad,
I debido tiempo, al fracaso, a la derrota, al desastre. Es la
famosa émesis. Los dioses reparten
me proponía meramente plantear algunas dudas acerca de
su ocurrencia con la frecuencia que se afirma. Ahora
los castigos a la arrogancia, así como a la ambición pre- reforzáré estas dudas de una manera más declarada sugi-
suntuosa de los hombres porque tienen envidia o porque riendo que el efecto perverso no es en absoluto la única
son los guardianes del orden existente con sus sagrados variedad concebible de consecuencias involuntarias y
misterios. efectos colaterales.
En este antiguo mito, el resultado desastroso de las Estos dos términos no son de hecho muy afortunados,
aspiraciones humanas al cambio se asienta en la premisa pues han contribuido a estrechar el campo de nuestra
de la intervención divina. Hobbes siguió esta concepción visión. En el pasaj e de La riqueza de las naciones donde
cuando escribió que aquellos que pretenden "no hacer Adam Srnith introduce la M ano Invisible, habla de un
otra cosa sino reformar la nación encontrarán que con ello individuo que, al actuar en su propio interés, "promueve
la destruyen ... Ese deseo de cambio es como la transgre- un fin que no fonnaba parte de su intención" (subrayado
sión del primero de los Mandamientos de Dios." 28 Al mío). En el contexto ese fin era por supuesto bueno: un
contrario de Hobbes, la época de la Ilustración tenía una acrecentamiento 'del "pr oducto anual" ae "fa sociedad.
elevada idea de la capacidad del hombre para cambiar y Pero una vez que el concepto de Smith se hizo famoso y
mejorar la sociedad; además, no veía sino superslición en evolucionó hasta el de consecuencias "imprevistas,, o «in-
los viejos mitos e historias de la intervención divina. Así, voluntarias", pronto adquirió una connotación p redomi-
si la idea de Hubris seguida de Némesis había de sobrevi- nantemente negativa, ya que "involuntario» se desliza con
vir, tenía que ser secularizada y racionalizada. Esa tarea facilidad ha6a "no deseado» y de ahí a "indeseable,,.* La
fue cumplida con perfección por la idea de fines del siglo historia del término "efecto colateral,, es menos compli-
xvm de que las acciones humanas dan pie a efectos no cada. Ha conservado la connotación despectiva que tenía
deseados en particular si la perversidad era el resultado en su terreno original la ciencia médica, y en paflicular la
final. Con esta nueva visión "sociológica", el recurso al farmacéutica. El efecto colateral de un medicamento es
argumento metafísico ya n o era necesario, aun cuando el prácticamente siempre algo dañino que debe considerar-
lenguaj e de la Divina Providencia siguiera siendo usado se contra la efectividad directa del medicamen ro para
por figuras tales como De Maistre. curar una afección específica. Ambos términos han adqui-
El efecto perverso tiene por consiguiente muchos atrac- rido pues connotaciones negativas que los convierten en
tivos intelectuales y está respaldado por mitos profunda- ,. ·' •Este deslizamiento tuvo Jugar a pesar de la advertencia de Robert Mertoii de que
mente arraigados. Nada de esto apunta a negar que la " las consecuencias imprevistas no deben identificarse con consecuencias que son
necesariamente indeseables". Véase su art!culo clásico "The unanticipated conseqvcn·
ces of purposive social aclion", American Sodological Revícw, 1, d iciembre de )936, p.
U Tho rn as Hobbes, Le1:iathan , JI, ca p. 30. [Existe versión en espafiol del FCE.) 895. Subrayado en e l original.

J ..
50 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA LA TESTS DF L I\ PERVERSIDAD 51
parientes cercanos, aunque no en sinónimos del efecto pero con el tiempo se vio que esos informes eran muy
perverso. . exagerados. 29
r: En realidad, es obvio que hay muchas consecuencias Y luego h ay casos en que la " acción social deliberada"
¡ involuntarias o efectos colaterales de las acciones huma- . -para usar la frase de Robert Merton- ti e ne a la vez
" nas que son bienvenidos más qt,Ie lo contrario, aparte de 1 efectos involuntarios favorables y no favorables, cuyo ba-

la señalada por Adam Srnith. Un ejemplo que es familiar lance es bastante dudoso. Pero en estas situaciones, el
a los estudiosos de la historia económica y social de Euro- sesgo que favorece la percepción de los efectos colaterales
pa es el efecto positivo en la alfabetización del servicio negativos alienta la precipitación de los juicios, con lo cual
militar univeral. De manera similar, la institución de la la petversidad es la sentencia a la que suele llegarsé p or
educación pública obligatoria hizo posible para muchas costumbre.
muje res tomar empleos - un desarrollo ciertamente im- La discusión en torno de pretendidos efectos perversos
previsto y presuntamente en gran medida positivo. En tal de las políticas del Estado b enefactor en los Estados
circunstancia no hemos puesto mucha atención en esos Unidos pueden servir de ejemplo de este sesgo: El seguro
imprevistos efectos favorables, puesto que no plantean de desempleo da a un trabajador que ha sido despedido la
problemas que tengan que abordarse y "resolverse" con posibilidad de esperar antes de tomar Qtro trabajo. En
urgencia. algunos casos esa posibjlidad de esperar puede inducir a
A1 considerar todo el espectro de posibilidades, debe- la "pereza", en el sentido de que no se lleva a cabo una
mos tener en cuenta también aquellas acciones, líneas búsqueda intensa de un nuevo trabajo durante algún tie m-
políticas o invenciones que están des- po, pero el seguro de desempleo permite también a un
provistas de consecuencias involuntarias, bienvenidas o· trabajador no aceptar "trabajo en cualquier empleo, por
no. Tendemos a desatender por completo esas situacio- duros que sean sus términos",:1-0 y hasta cierto punto es ésta
nes. Por ejemplo, quienes subrayan los incentivos petver- una consecuencia favorable. Este efecto colateral puede
sos incluidos en los beneficios por desempleo o en los incluso haber entrado en la intención de los legisladores
pagos de bienestar no mencionan nunca el hecho de que y elaboradores de líneas políticas, en cuyo caso eran me-
amplias áreas de la asistencia social son bastante imper- nos miopes de como suele describírseles. De manera pa-
meables a la "respuesta de la oferta'' que está en el fondo recida, la posibilidad de beneficios para madres no
de cualquier e fecto perverso que opere allí: es poco pro- trabajadoras con hijos pequeños con el programa de bie-
bable que la gente se saque los ojos por calificarse para los nestar conocido como AFDC (Aid to Families with D e-
beneficios de seguridad social o de impuestos cortespon- pendent Children) ha sido ampliamente atacada porque
dientes. Cuando se introdujo por primera vez el seguro de 29 Anson Rabin11cll, " Knowledge, fatigue and the politics or industti.al accidents",
accidente industrial en los principales países industriales Social k:nowledge anil 1he originsofm odem social policy, D ietrich RueschemeyeryTheda
de Europa hacia fines del siglo XIX, hubo muchas protestas Skocpol (comp.) (de próxima publicación).
30 F red Block y Frances Fox Piven, "The contemporary relief debate", Fred Block
por parte de los patronos y de diversos "expertos" en el y otros, The m ean season: The arrack on the We/fare State, Nueva York, Pan lheon, 1987,
sentido de que los obreros se estaban mutilando adrede, página 96.
52 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA
LA TESIS DE l,,A PE RVERSlOAD 53
no sólo asiste a familias ya deshechas, sino que en ciertas agrícola en los trópicos tienen muchos efectos colaterales
situaciones tiende a alentar la ruptura familiar. Aquí, una negativos, que van desde un mayor riesgo a la esquisto-
vez más, bien podría hacerse la pregunta de si ese parti- miasis de la población local hasta la pérdida final de las
cular efecto colateral, suponiendo que exista, es siempre áreas irrigadas por anegamiento, para no hablar del incre-
perverso. Como se señalaba en un estudio de 1987, la mento .imaginable de las tensiones sociales en torno del
disponibilidad del AFDC da a las mujeres pobres la posibi- acceso al agua y a la distribución de tierras recién regadas.
lidad de escapar de matrimonios en que son brutalizadas Esta potencialidad de daño físico, deterioro material y
o maltratadas de otras maneras.31 De este modo, la asis- conflicto social es probable que reduzca las ganancias
tencia de bienestar y la muy vilipendiada " dependencia" brutas que se añaden con el riego, pero generalmente no
que acarrea puede contraponerse a otra clase de depen- los borran ni hacen que produzcan una pérdida neta.
dencia y vulnerabilidad: la que resulta de arreglos famili a- Hasta cierto punto, tales efectos colaterales dañinos pue-
res opresivos. den evitarse mediante líneas políticas preventivas. Un
Por regresamos hacia las situaciones donde los ejemplo final, muy discutido por los economistas, es la
efectos secundarios o colaterales es seguro que traban el devaluación de la moneda. Destinada a mejorar la b alanza
efecto deseado de alguna acción deliberada. Estas situa- de pagos, la devaluación será más o eficaz, depen-
ciones son sin duda frecuentes e importantes, y con ellas diendo hasta qué punto los efectos p os tt1vos de p nmer
nos acercamos al caso perverso. Pero el resultado típico orden de la devaluación sean contrarrestados por su efec-
es aquí un resultado donde algún margen positivo sobre- to inflacionario, y otros de segundo orden imaginables.
vive a la matanza del efecto colateral negativo. Unos Pero por regla general es poco probable, una vez más, que
pocos ejemplos serán de utilidad. Los límites de velocidad tales efectos superen a los de prim er orden.
y la introducción y el uso obligatorio de los cinturones de A menudo hay de hecho algo intrínsecamente pro bable
seguridad provocan que algunos automovilistas aminoren en este tipo de resultado. Así es por lo menos en la m edida
su vigila nci a o conduzcan con mayor imprudencia. Ese en que la adopción de p olíticas es una actividad
"comportamiento compensador" puede explicar ciertos e incremental: en tales condiciones, las experiencias de
accidentes, sobre todo entre los peatones y los ciclistas, ayer se incorporan continuamente a las decisiones de hoy,
que de otra man e ra no hubieran ocurrido. Pero parece de modo que las ten<lc 1· (Í<\S a b perversidad tienen buen as
improbable que el número total de accidentes suba en probabilidades de ser de tectadas y corregidas.
lugar de disminuir cuando se introduce ese reglamento.*
Los proyectos de riego destinados a aumentar el producto Hace casi dos siglos y medio Voltaire escribió su célebre
3lfbid, pp. 96-98 novela Cándido para burlarse <le la proposició n de que el
• El efecto perverso de este reglam ento acerca de la frecuencia de Jos accidentes es
lo arguye Sa m Peltzman, "The effec1s of automobile safety regulation", Joumal of
que los coches de pasajeros so n más seguros que hr:e años. La may_or parte de
Policica/ Economy, 83 (agosto de 1975), pp. 677-726, pero las investigaciones subsiguien· este mejoramiento tuvo lugar en los modelos de los anos 1966-1974, prec1same111e el
tes h::in cn1icado su tesis. Aunque reconociendo la realidad de cierto "comportamiento
periodo en que se aplicó el 1.::glamento fed.c ral W. Cra!ida lJ
co mpcnsauo r'', un es tud io de la 13rookings de 1986 concl uía: " Poco puede dudarse de
y otros, Regu/ating the autom obile, Washington, Brook.ings laslltuuon, 1968 .
54 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA

nuestro es ''el mejor de los mundos posibles". D esde


entances nos han adoctrinado a fondo sobre el poder y la
ubicuidad del efecto perverso en el universo social. Tal 3. LA TESIS DE LA FUTILIDAD
vez es hora de que un anti Cándido insinúe que tampoco
es éste el más perverso de los mundos posibles.
EL EFECTO perverso tiene muchos atractivos. Es perfecta-
mente adecuado para el militante ardiente listo para dar
la batalla con gran vigor contra un movimiento de ideas
ascendente o dominante hasta el momento y contra una
praxis que de alguna manera se ha vuelto vulnerable.
Tiene también cierto refinamiento elemental y una
parad ójjca cualidad que provoca el convencimiento de
quienes andan en busca de visiones instantáneas y cer-
tidumbres firmes.
E l segundo argumento en importancia en el arsena l
"reaccionario" es muy diferente. E n lugar de ser cálido es
frío y su complicación es refinada más que elemental. La
característica que comparte con el efecto perverso es que
también él es desarmante por sencillo. Tal como la defin í
antes, la tesis de la perversidad afirma que "la tentativa df
empujar a la sociedad en cierta dirección tendrá com(
resultado que se mueva efectivamente, pero en la direc··
ción opuesta". El argumento que hemos de explorar ahora
dice, de manera bastante diferente, que la tentativa de
cambio es abortiva, que de una manera o de otra todo
pretendido cambio es, fue o será en gra:i medida de
superficie, de fachada, cosmético, y por tanto ilusorio ,
pues las estructuras "profundas" de la sociedad permane-
cen intactas. La llamaré la tesis de la futi lidad. Es signifi:--
cativo qu e este argumento haya recibido su expresiél !;
epigramática clásica, plus change plus c'est La m emt.:
chose, en la resaca de una r evolución. El periodista francés
Alphonse Karr (1808-1890) la acuñó en enero de 1849,-
tras declarar que "después de tantos trastornos, tantos
55

u;pic
J. s **'™"'
56 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGENClA LA TESIS DE LA FUTILIDAD 57
cambios, sería hora de percatarse de una verdad elemen- tenciadelstatu quo. No parece haber nada en el repertorio
tal".1 En lugar de una "ley del movimiento" tenemos aquí de las ingeniosidades para burlarse del fenómeno opues-
una "ley de la inmovilidad". Al convertirla en una estrate- to, es decir de la ocasional derrota de las antiguas estruc-
gia para evitar el cambio, tenemos la conocida paradoja turas sociales, instituciones o actitudes mentales y su
del barón de Larnpedusa en su novela El Gatopardo sorprendente y a veces cómica de resistir a las
(1959): "Si queremos que todo siga como está, es preciso fuerzas del cambio. Esta asimetría nos dice algo acerca de
que todo cambie".2 Al igual que los conservadores o inclu- la asociación del conservadurismo con ci e ;to ingenio de
so más, los revolucionarios han adoptado ansiosamente sentido práctico, en oposición a la pretendida severidad y
este aforismo de la sociedad siciliana como leitmotiv o falta de sentido del humor de los que creen en el progreso.
epígrafe de estudios que afirman el fracaso y la futilidad El sesgo conservador de los epigramas sirve pues para
de la reforma, particularmente en Latinoamérica. Pero no poder compensar el sesgo de lenguaje opuesto, con su
es sólo la reforma la que queda convicta de fracaso en connotación despectiva de los términos "reacción" y
cuanto a aportar un cambio real: como acabamos de ob- "reaccionario".
servar, la revuelta revolucionaria puede ser tildada de lo Es difícil, por supuesto, argüir a la ve.z cierto movi-
mismo. Este hecho queda ilustrado también por uno de miento ·en favor del cambio social será netamente contra-
los más conocidos (y mejores) chistes que salieron de la producente, la línea de Ja tesis de la perversidad, y .
Europa Oriental después de la instalación allí de los regí- que no tendrá ningÍJn efecto en absoluto, según la tesis de
menes comunistas en la estela de la segunda Guerra la futilidad. Por esta razón los dos argumentos provienen
diaJ: "lQué diferencia hay entre el capitalismo y el por lo general de diferentes críticos aunque no siempre
socialismo?" La respuesta es: "En el capitalismo el h om- sucede así. '·
bre explota al hombre; en el socialismo es al revés.,, Era Las proclamaciones de la tesis de la futilidad parecen
ésta una manera efectiv.a de afirmar que nada fundamen- más moderadas que las del efecto perverso, pero en reali-
tal había cambiado a pesar de la transformación total de dad son más insultantes para los "agentes del cambio".
las relaciones de propiedad. Finalmente, la frase prover- Mientras el mundo social se mueva en alguna medida en
bial de Lewis Carroll enAlicia en el país de las maravillas: respuesta a la acción humana en favor del cambio, aunque
"Aquí se necesita correr todo lo que puedas para quedarte sea en la dirección equivocada, sigue existiendo la espe-
en el mismo sitio", expresa otra faceta de la tesis de la ranza de que pueda de alguna manera orientarse correc-
futilidad, colocándola en un marco dinámico. tamente. Pero la demostración o el descubrimiento de que
Todas estas ingeniosas declaraciones ridiculizan o nie- tal acción es incapaz de "hacer mella" en absoluto deja a
gan las posibilidades de cambio y los esfuerzos en ese los promotores del cambio humillados, desmoralizados,
sentido, a la vez que subrayan o hasta celebran la persis- dudosos del significado y la verdadera motiv<l.ción de
l Alphonse Karr, Les guépes, nueva edición, Paris, Calmann-Lévy, 1891, vol. 6, sus esfuerzos.*
página 305.
2 Giuseppe Tomasi di Lampedusa, ll Gauopardo, Milán, Feltrinelli, 1959, p. 42. •Los argumentos de la perversidad y de la futilidad se comparan con mayor
extensión más adelanie, en este mismo capítulo.
58 RETÓRICAS D E LA INTRANSIGENCIA
LA TESIS DE LA FUTJLIDAD 59
c NTO DE LA EXTENSIÓN DEL CAMBIO sado por lo general. Apoyándose en lo que entonces se
PRODUCIDO POR LA R EVOLUCIÓN FRANCESA:
TOCQUEVILLE
consideraba una impresionante investigación de archivos,
demostró que muchas de las que se llamaban jactanciosa-
Las tesis de la pervefsidad y de la futilidad mente "conquistas" de la Revolución, desde la centraliza-
tal vez con diferentes intervalos de tiempo en relación con ción administrativa hast a la generalización de la
los cambios sociales o con los movimientos que glosan. El agricultura en pequeña escala hecha por los propietarios
argumento del efecto perverso puede manifestarse P?co mismos, estaban en realidad funcionando antes de que
. después de que hayan sido .introd':1cidos .cambios. ella estallara. Hasta los famosos "Derechos del hombre
Pero cuando existen disturb10s sociales o pohticos con- y del ciudadano", según intentó mostrar, habían sido ya
siderables o prolongados suele necesitarse cierta instituidos en parte por el Antiguo Régimen mucho an-
cia respecto a los acontecimientos antes de que algu1en tes de que fueran solemnemente "declarados" en agosto
salga con una interpretación según la los de 1789.
rán eos de esos acontecimientos estuviesen muy leJOS Esta pasmosa tesis de la segunda parte del libro, más
la realidad cu ando los interpretaban como un camb10 que las penetrantes observaciones de la tercera parte, fue
fun<.lamental. . tomada generalmente, después de su publicación, como
La Revolución francesa es un ejemplo en particular su principal contribución original. Pues en esa época las
impresionante de este punto. Los contemp?ráneos, tanto crudas preguntas que los contemporáneos o casi contem-
en Francia como en otros lugares, la expenmentaron co- poráneos de tales acontecimientos no pueden evitar ha-
mo un acontecimiento absolutamente cataclísmático; cerse -¿podría haberse evitado la Revolución? ¿fue algo
prueba de ello es la declaración de Burke al principio de bueno o algo malo?- estaban todavía demasiado some-
sus Reflections: "Tomando en cuenta todas las circunstan- tidas a debate y habían adquirido una nueva actualidad,
cias la Revolución francesa es lo más asombroso que ha puesto que Francia había vuelto a sucumbir recientemen-
hasta ahora en el mundo."3 No es sorprendente te ante un Napoleón después de otra revolución sangrien-
por ta neo que todo del papel clave de la ta. En esas circunstancias, los hallazgos de Tocquevill e
Revolución en la configurac10n de l a Francia en acerca de las muchas zonas de continuidad entre el Anli-
todos sus aspectos tuviera que a que guo Régimen y la Francia posrevolucionaria tenían sin
desaparecido la generación revoluc1onana. duda implicaciones políticas, que fueron señaladas tras la
miento se produjo en 1856 cuando en L an- publicación,en dos importantes reseñas del libro. Una era
cien régime et la Révolution, establec10 la tesis de que l.a de Charles de Rémusat, prominente escritor y político
Revolución representó una ruptura con respecto a. l. Anti- liberal, la otra de Jean J acques Ampere, historiador, ami-
guo Régimen mucho menos real de lo que se babia pen- go cercano de Tocqueville y miembro de la Academia
francesa. Rémusat plantea la cuestión con sutileza: "Más
3 Edmund l3urke Reflections on rhe Revolwion in France, edición e introducción
Conor Cruise Middlesex, Penguio Classics, 1986, p. 92.
afectado p or... lo cotidiano que por lo extraordinario y por
la libertad civil que por la libertad política [Tocqueville)
"' .._..................... ·-·····-

60 RETÓRICAS DE LA INTR..A.NSIGENC1A LA TESIS D E LA FUTILIDAD 61

emprende ... sin ostentación y casi sin confesárselo a sí resultaban incluso desconcertantes y un poco ridículas en
mismo cierta rehabilitación del antiguo régimen. " 4 Ampe- retrospectiva puesto que se preguntaba uno a qué venía
re lo dice más explícitamente: todo aquel alboroto.
Al observar cómo la tradición historiográfica se ha
El asombro se apodera de nosotros al ver en el libro del señor
T ocquevillc hasta qué punto casi todo lo que se mira como resul- aferrado a la imagen de la Revolución como una ruptura
tados o, como suele d ecirse, conquistas de la R evolución existía e n total (que era también la imagen que la Revolución tenía
el antiguo régimen: centralización administrativa, tutelaj e ad- de sí misma), Furet plantea la cuestión de mane-
ministrativo, hábitos administrativos, garantías del funcionario ... ra tajante:
extrema división de la tierra, todo esto es anterior a 1789 ... Al leer
estas cosas uno se pregunta qué es lo que la Revolución ha cambiado En este juego de espejos en que el historiador y la R evolución
y por qué se ha hecbo. 5 aceptan cada uno la palabra del otro ... Tocqueville introduce la
duda en e l nivel m ás profundo: ly si no hubiera en ese discurso de
La segunda cita muestra con particular evidencia que, la ruptura sino la ilusión d el cambio?6
además de sus muchas otras (y más importantes) glorias,
Tocqueville puede considerarse como el autor de la tesis Tocqueville proponía varias ingeniosas soluciones al
de la futilidad. La futilidad ha tomado aquí una forma rompecabezas que había formado, como la de su famosa
especial "progresista". Tocqueville no se proponía negar idea, en la tercera parte del libro, de que las revoluciones
que en Francia se habían llevado a cabo efectivamente estallan casi siempre allí donde el cambio y la reforma
muchos cambios sociales fundamentales a fines del siglo están ya vigorosamente en marcha. Ésas son las secciones
XVIII; más bien, admitiendo que esos cambios habían te- más interesantes del libro para el lector moderno, pero en
nido lugar, alegaba que eso había ocurrido en gran parte su tiempo eran quizá demasiado sutiles para que se las
antes de la Revolución. Considerando la inmensa obra de aceptara como una explicación por completo satisfactoria
la Revolución, esa postura era, lo repetimos, más hiriente de la paradoja.
e insultante para la opinión prorrevolucionaria que los Las observaciones anteriores pueden ayudar a resolver
ataques directos de un Burke, un De Maistre o un Bonald. otro enigma menos importante: lpor qué la considerable
Estos autores daban por lo menos crédito a la Revolu ción contribución de Tocqueville a la historiografía de la Re-
por haber acarreado cambios y logros en gran escala, volución francesa ha sido tan desa tendida en Francia, a
aunque perversos y desastrosos. Con el análisis de Toc- pesar del éxito editorial inicial del libro? De hecho, sólo
queville, las luchas titánicas y las inmensas convulsiones recientemente ha prestado atención a su obra un historia-
de la Revolución quedaban extrañamente desinfladas, dor importante, en particular Furet. La razón de este
·' Charles de " 'L'Ancien Régime et la R évolution' par Alexis de Toc-
1 extraño descuido no puede ser sólo la de que durante
queville", Rcvur: eles Dcux 4, 1856, p. 656. mucho tiempo Tocqueville fue considerado en Francia
s J .J. Ampere, Milanges d'histoire littérairr:, París, 1877, vol. 2, pp. 320-323. E l pasaje 1
c itado aquf está r eproducido de una reseña escrita en 1856. Véase ta mbién Richard 6 Fran9ois Furcl, Penscr la Révolution fram;aisc,
Herr, Tocquevil/r: and thr: Old Rcgimr:, Princeton, Princcton U nivcrsily Press, 1962, G:1ll11nard, 1978, p. 31.
páginas 108-109. Subrayado mfo.
1
1.
1
R E TÓRICAS DE LA INTRANS1GENCIA LA TESIS DE LA F I 'TILIDAD

como conservador o reaccionario por un medio cuyas CUESTIONAMIENTO DE LA IMPORTANCIA DEL CAMBIO
QUE SEGUIRÁ PROBABLEMENTE AL SUFRAGIO
simpatías estaban predominantem ente con la Revolución UNIVERSAL: MOSCA Y PARETO
y con la izquierda. La postura de Taine era bastante más
hostil hacia la R evolución que la de Tocqueville, y sin D ebido a que la R evoluci ón francesa fue u n acon-
embargo su Origines de la France contemporaine fue toma- tecimiento tan espectacular, tenía que asentarse e l polvo
do completamente en serio por Alphonse Aulard y otros antes de que pudiera emprenderse un ejercicio de
practicantes del oficio. Tal vez fue la adopción por Toc- desinfl.ación o de denigración como el de Tocqueville.
queville de la tesis de-la futilidad la responsable de esto: Muy diferente es l a circunstancia para la siguiente
los historiadores posteriores nunca le perdonaron del aparición de la tesis de la futilidad, en reacción a la
t0do el hab e r dudas acerca del carácter pivota/ difusión de los derech os políticos y la consecuente
d e la Revolución francesa -fenómeno al que después de participación de las masas en la política durante la segun-
todo estaban consagrando sus vidas. da mitad del siglo XIX. Esa difusión se produjo de manera
La contribución de Tocqueville a la tesis de la futilida d gradual, desigual y más bien poco espectacular entre los
tomó una forma bascante compleja, que, podríamos aña- diversos países europeos y duró casi un siglo si empezamos .
dir, lo exime en gran parte de las críticas que se harán a contar desde la Ley de Reforma inglesa de 1832. No
contra la tesis más adelante en este capítulo. Puede en- hubo ningún punto de descanso visible en la marcha del
contrarse también una formulación más sencilla en L'an- sufragio universal, que a los observadores contemporáneos
cien régime et la R évolution. Cerca del final del libro, pronto les pareció un resultado inevitable del p roceso. En
Tocqueville habla de las diversas tentativas, desde 1789, esas circunstancias dicha tendencia fue sometida a críticas
de restaurar las instituciones libres en Francia (está p e n- mucho antes de que hubiera recorrido su curso, y apareció
sando presuntamente en las revoluciones de 1830 y 1848) toda una banda de detractores. Algunos, tales como los
y explica de manera impresionante por qué esas tentativas analistas de la multitud, y en particular LeBon, predijeron
han sido infruct uosas: "Todas las veces que se ha querido el puro y simple desastre; otros, de nuevo de la clase más
[desde la R evolución] derribar el poder absoluto, no se ha "fría" y acerba, optaron por la tesis de la futilidad: exhi-
hecho sino poner la cabeza de la libertad sobre el cuerpo bieron y ridiculizaron las ilusiones que los progresistas,
de un esclavo" .7 Esto equivale a decir (para u sar un a e ternamente ingenuos, alimentaban en cuanto a los
m e t6 fora co nte mporánea muy diferente) que los cambios profundos y benéficos cambios que se suponía que
que se introdujeron eran "meramente cosméticos:• y de- derram a ría el sufragio universal y sostenían que, por el
jaban intacta la esencia de las cosas. Esta rotunda tesis de contrario, el sufragio universal cambiaría muy poco, si es
la futilidad no fue desarrollada con alguna extensión por que algo cambiaba.
Tocqueville. Pero la encontraremos copiosamente de Como la tesis de Tocqueville acerca de la Revolución
ahora en adelante. francesa, esta posición parece d ifícil de sostener. ¿Cómo
era posible que la introducción del sufragio universal en
7 Véase AJexis de Tocqueville:L 'Ancie11Régime ecla Révolucion , 4a. ed. , París, 1860,
p:ig1na 333. sociedades todavía profundame nte jerárquicas no tuviera
64 RETÓRICAS DE LA lNTRANSIGENCIA LA TESIS DE LA FUTILIDAD 65

consecuencias considerables? Únicamente alegando que como escribió el editor en inglés de Mosca en una
los reformadores pasaban por alto alguna "ley" o "hecho introducción a su obra más conocida- 8 se aplicó después
científico" que bacía que los arreglos sociales básicos a muchos usos doctrinales y polémicos importantes.
fueran impermeables al cambio político. Ésa fue la famosa En primer lugar, Mosca alegaba con fruición que los
máxima, expresada de diferentes maneras por Gaetano principaJes filósofos políticos, desde Aristóteles hasta Ma-
Mosca (1858-1941) y Vilfredo Pareto ( 1848-1923), de que quiavelo y Montesquieu, se habían centrado tan sólo en
cualquier sociedad, independientemente de su organiza- características superficiales de los regfmenes políticos
ción política "superficial", está siempre dividida entre los cuando hicieron esas rancias distinciones entre diferentes
gobernantes y los gobernados (Mosca) o entre la élite y la formas de gobierno, tales corno "monarquías y repúblicas
no élite (Pareto). La proposición estaba hecha a la medida o aristocracias y democracias. Mostraba que todas estas
para probar la futilidad de todo movimiento hacia la formas están sujetas a la dicotomía mucho más fundamen-
verdadera "ciudadanía política'' por la vía de los derechos tal de gobernantes y gobernados. Para constituir por fin
políticos. una verdadera ciencia de la política, había que entender
Partiendo de premisas diferentes, Mosca y Pareto ha- cómo la "clase política,, se recluta a sí misma, se. mantiene
bían llegado más o menos independientemente a la misma en el poder y se legitima por medio de ideologías que
conclusión hacia fines del siglo XIX. En el caso de Mosca, Mosca llamaba "fórmulas políticas", tales como "la Vo-
los "datos sensoriales" inmediatos que lo rodearan duran- luntad Divina", "el Mandato del Pueblo" y otras transpa-
te su juventud en Sicilia hicieron tal vez que le resultara rentes maniobras de este tipo.
palpable que la mera extensión del derecho al voto que- Habiendo desbancado a sus ilustres predecesores, Mos-
daría reducida a algo inocuo y sin sentido por los te- ca procedía a enfrentarse con sus contemporáneos y sus
rratenientes de la isla poderosamente atrincherados y diversas propuestas para el mejoramiento de la socie?ad.
otros dueños del poder. Fue tal vez la aparente incon- El poder de su nueva herramienta conceptual queda llus-
gruencia de introducir algo que era una reforma impor- trado de manera impresionante en su análisis socia-
tada en un medio totalmente inhóspito lo qu e le llevó a su lismo. Empieza con esta frase aparentemente inocua:
punto fundamental, expresado por primera vez cuando "Las sociedades comunistas y colectivistas serán adminis-,
tenía veintiséis años en Teorica dei govemi e govemo par- tradas sin duda alguna por funcionarios ." Como observa
lamentare, Jibro que habría de relaborar, engrosar y a sarcásticamente Mosca, los socialistas han olvidado con-
veces suavizar durante el resto de su larga vida. La idea venientemente este "detalle", que es decisivo para una
central era la observación simple y casi obvia de que todas valoración correcta de los arreglos sociales propuestos: en
las sociedades organizadas consisten en una vasta mayoría conjunción con 1,1 proscripción de las actividades eco-
sin ningún poder político y una pequeña minoría de pode- nómicas y profesionales independientes, el gobierno de
rosos, la "clase política", término usado todavía hoy en esos poderosos funcionarios está destinado a ser un Esta-
Italia con el significado que le dio Mosca. Esa visión 8 Gactanp Mosca, The ruling class (Elementi di scienza politica), edición e
- "una llave de oro de los arcanos de la historia humana", introducción de Arthur Livingston, Nueva York. McGraw-Hill, 1939. p. x.
66 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA LA TESIS DE LA FUTILIDAD 67
do donde una "tiranía única, aplastante, que todo lo ab- sistema político, que admite la representación de las gran-
sorbe, pesará sobre todos". 9 des m asas populares determinada por las elecciones, es
El interés principal de Mosca era su propio país y sus una mentira. 11
perspectivas políticas. Después _de un breve El alegato de Mosca contra las instituciones democrá-
por el Risorgimento, las clases mtelectual y ticas emergentes es notablemente distinto del de su con-
italianas estaban muy desilusionadas de la política chen- temporáneo Gustave LeBon. Mosca ve esas instituciones
telista que había emergido en la recién unificada como impotentes, como ejercicios de futilidad y de hipo-
particularmente en el sur. Armado con su nueva v1s16n cresía; su actitud hacia ellas y sus defensores es de rid icu-
·y dada su preocupación especial con esa región, Mosca se lización y desprecio. LeBon, por el contrario, ve en el
propuso probar de una vez por todas que las institucio- surgimiento del sufragio y de las instituciones democráti-
nes democráticas, todavía demasiado imperfectas, que cas algo ominoso y riesgoso porque aumentarán el poder
Italia se había dado no eran sino un simulacro. He aquí su de la multitud, con su falta de razón y su propensión a ser
explicación: presa de los demagogos. M o.:.ca ridiculiza el sufragio por
Que el diputado es elegido por la mayoría de los electores es un su incapacidad para efectuar el cambio, por su fatal impo-
supuesto legal que, aunque forme la base de nuestro sistema sibilidad de estar a la altura de sus promesas y de dar al
gobierno, aunque sea ciegamente aceptada por muchos, está sm pueblo más voz; LeBon lo critica por todos los desastres que
embargo en perfecta contradicción con el real. Esta .ve.rdad amenazan con derribar al Estado si se cumple esa promesa.
eslá al alcance de todo el mundo. Quienqtuera que haya asistido a
unas elecciones sabe perfectamente [be11issimo] que no son los Sin embargo las dos tesis no son del todo diferentes.
electores /os que elig.:n al diputado, sino que en general es el diputado Después de alegar que los derechos políticos serían inca-
el que se hace elegirpor/os electores: si esta manera de decirlo paces de producir los cambios positivos que sus ingenuos
desagradable, podemos sustitufrla con esta otra: que son sus ?m1gos defensores dan por descontados, Mosca se las arregla para
quienes lo hacen elegir. En todo caso, una candidatura es siempre aducir varias razones por la cuales podrían en realidad
obra de un grupo de personas unidas para un propósito com(m, de
una minoría organjzada que, como siempre, fatal e inevitablemente empeorar las cosas; en otras palabras, se desliza de la tesis
se impone a la mayoría d esorgamza . d a.10 de la futilidad a la de la p erversidad. Las prácticas viciosas
que vienen con la manipulación de las elecciones por
No podría expresarse más claramente la tesis de la parte de la "clase política" invalidarían la calidad de los
futilidad. El sufragio no puede cambiar nada de 1a candidatos a los puestos públicos y desatentarían así el
tura de poder existente en la sociedad. "El que tenga OJOS deseo de los ciudadanos con más elevadas aspiraciones de
para verl' una de las expresiones de Mosca se interesarse en los asuntos públicos. 12 Además, en numero-
dará cuenta de que "la base legal o racional de todo sos artículos periodísticos escritos en la década anterior a
pp. 284-285. . ' .. . . /' .. la primera Guerra Mundial, Mosca se opuso a la abolición
Gaelano Mosca, "Tcorica de1 govem1 e govemo parlament_a re , en Scn111 po mct,
10
Giogio Sola (comp.), Turín, VTET, 1982, vol. 1, p. 476; la trad. de 11 Mosca, "Teorica", p. 478. Subrayado en el original.
James H. Meisel, The myth oftite ruling class, Ann Arbor, of M1cb1gan 'Press, 12 Richard Bcllarny, Mockm Jralían social rheory, St.anford, Stanford
1958, p. J06. Subrayado en el original. Press, 1987, pp. 40-41.
i
68 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA LA TESIS DE LA F UTILIDAD 69

de la prueba de alfabetización como condición del dere- del pueblo como cualquier otro régimen. Citando el ejem-
cho al por la razón táctica de que los principales plo de la ciudad de Nueva York, es probable sobre la base
de iletrados se encuentran entre los campesinos sin de artículos acerca del sistema político estadunidense
tierra del sur, y que darles el voto no haría sino acrecentar escritos por el científico político ruso Moisei Ostrogorski
el poder de los grandes terratenientes. 13 Parece como si y publicados (en francés) a fines de la década de 1880, 16
hubiera tomado sencillamente, de una vez.pÓr todas, una Paretó observa que el método con que se recluta la clase
repulsión a las elecciones, al voto y a los derechos políti- gobernante o "expoliadora" no tiene nada que ver con el
cos, Y usara cualquier argumento que le quedara a mano hecho o el grado de la expol iación misrna. Sugiere en
para desahogar su em..gción y afirmarse en ella. realidad que cuando el reclutamiento de la élite procede
La teoría de dominio de la élite com.o cons- por medio de elecciones democráticas y no por herencia
de la historia está cerca de la de Mosca, tanto en su o por cooptación, las probabilidades de expoliación de la
análisis corno en los usos polémicos a los que se aplica. masa bien podrían ser mayores.17
ya plenamente formulada en el Cours d'économie Según Pareto, el advenimiento del sufragio universal y
( 1896-18_97); el Traité de sociologie de las elecciones democráticas no podrían traer por tanto
ge_r;erale (1915) anadeen prmc1p10 la teoría de la cirr:ula- ningún cambio social o político real. Tal vez no se ha
czon élites: El lenguaje de Pareto en el Cours suena observado bastante que esta posición casa notablemente
al prmcip10 cunosamente - acaso de manera conscien- con su obra acerca de la distribución del ingreso, que lo
te - , com? el comunista: "La lucha que em- hizo famoso instantáneamente entre los economistas
ciertos md1viduos para apropiarse de la riqueza Cl.:ando la publicó por primera vez en 1896, a la par, por
p:odu.c1da por otros es el gran hecho que domina toda la ·separado y en el Cours. 18 Poco después de ocup;ir su
h1stona de Pero en el mismo párrafo cátedra en Lausana en 1893, Pareto había reunido datos
P.areto se aleja del usando el término "expolia- de la distribución de frecuencias de ingresos indi,·iduales
ción" en lugar de "explotación" o "plusvalía" y dejando en varios países en diferentes épocas y se propuso demos-
claro que la expoliación se debe a que las clases dominan- trar que todas esas distribuciones seguían bastante de
el control del Estado, al que llama máquina .c;le 16 Moisci Ostrogorski publicó su obra precursora en dos volúai;:u..:i.. i ..:z démoc:rntie.
El resultado decisivo, que suena a Mosca se et les panis policiques, París, Calmann-Lévy. En 1903 según el prefacio. voL 1, p. x.
hallazgos acerca del sistema político estadunidense se publicMo n ya ..:n 1888-1889 en
srgue de "Poco importa que la clase Annales des Sciences Poliriques y es posible por lo tanto que hubieran recibido ya la
te sea una oligarqma, una plutocracia, una democracia". 1> atención de Pareto para la época en que escribió el Cours. Al rastrear la iníluencia de
la obra de Moisci Ostrogorski en los científicos sociales contemporáneos, S<!ymour
.. La cuestión.que apunta realmente aquí Pareto es que
una democracia puede ser tan "expoliadora" de la masa
Martín Lipset da erróneamente la fecha de esa publicación como "principios de los años
1890". Véase el art ículo, por lo demás muy instructivo, deLipset, "Moisci Os1rogorski
and the analytical 11pproach to lhc comparative study o[ political parties" en Lipsei,
13
?aetano Mosca, JI tramomo dello staco libera/e, edición de Antonío Lombardi Rwofution. and counterrevolucíon, Nueva York, Basic Books, 1968, p. 366.
Catama, Bonanno, 1971, pp. 82-88, 123-141. ' 17 P areto, Cours, párr. 1056.
.
14
".'ilfred_o Pareto, Coursd'économie pofi.Jique, edición de G. H. Bousquet y Giova • 18 Yilfredo Parcto. "J..a courbe de la répartition de la richessc" (1896). redit11d· rn
n1 Busino, Ginebra, D roz, 1964, párr. 1054. n Pa reto, Ecriis si1r la courbc dc fa réparririo11 de la richessc, edición e intr· .. •ncc1(111 ltC
15 !bid, párr. 1055. Giovanni Busino, Ginebra, Droz, 1965, pp. 1-15; Cours, párra fos 950-968.
70 RETÓRICAS DELA INTRANSIGENCIA LA TESIS DE LA FUT ILIDAD 71

cerca una expresión matemática sencilla que relaciona el da, fútil (en el mejor de los casos) intentar cambiar un
número de receptores de ingresos por encima de un in- aspecto-·tan básicó e invariable de la economía como la
greso dado con ese ingreso. Además, el principal paráme- distribución del ingreso, ya fuera por medio ·ae la ·expr_Q:-
tro (el alfa de Pare to) de esa expresión piación, la gravación fiscal o la legislación <Je.seguridad
valores numéricos muy similares para todas las d1stnbu- social. La única manera de mejorar la posición económica
ciones que se habían reunido. Estos resultados sugerían de las clases más pobres era aumentar la riqueza total. 22
tanto para Pareto como para sus que E l principal uso polémico de la nueva ley consistfa
había descubierto una ley natural - Pareto escnb1ó efec- probablemente en oponerse a los socialistas, cuyas fortu ··
tivamente: "Estamos aquí en presencia de una ley natu- nas electorales empezaban a subir entonces en muchos
ral" - 19 y sus hallazgos pasaron a ser conocidos como la países. Como comenta el editor de las obras completas
Lev de Páreto. La respetada enciclopedia de economía de Pareto:
Palgrave's Dictionary of Political Eco-
El odio (de ParetoJ al socialismo le infundió un ardor extraor-
nomy2º llevaba una entrada con ese título, escrito por el
dinario: iqué estupendo desafío el de demostrar, con los documen-
renombrado economista de Cambridge, F. Y. Edgeworth, tos en la mano, que la distribución del ingreso está gobernada por
que había participado en las discusiones científicas acerca fuerzas fundamentales ... ! Si se lograra, las soluciones defendidas
de los hallazgos de Pareto. por el socialismo que.darían clasificadas definitivamente entre las
Pronto fue emulado el éxito de P areto. En 1911 e{ utopfas. 23
sociólogo Roberto Michels, que había sido considerable- Al mismo tiempo, los hallazgos de Pareto acerca de la
mente influido tanto por Mosca como por Pareto, procla- distribución del ingreso planteaban considerables dudas
mó una Ley de Hierro de la Oligarquía en su importante acerca de si una política reformista democrática basada en
li bro Political parties.21 Según esta ley los partidos po- el sufragio u niversal sería capaz de alcanzar ohjetivos
líticos, los sindicatos y otras organizaciones de masas están mucho más modestos, tales como la reducción de diferen-
uobernados invariablemente por oligarquías en gran parte cias de ingresos. De esta manera la ley de Pareto acerca
al servicio de sí mismas y autoperpetuadoras, que desa f'1an
b
de la distribución del ingreso llevaba a las mismas conclu-
las tentativas de control o participación democráticos. siones que sus ideas del Estado como una permanente
Una vez que Pare to había elevado sus hallazgos estadís- "máquina de expoliación": tanto en la esfera política co-
ticos acerca de la distribución del ingreso al estatuto de mo en la económica las aspiraciones democráticas están
ley natural, se seguían importantes implicaciones de polí- condenadas a la futilidad, ya que van contra el orden
tica. Podía proclamarse ahora que, lo mismo que en el inmanente de las cosas. La insistencia polémica recae en
caso de la interferencia con la ley de la oferta y la deman- la ingenuidad de los que desean cambiar lo que está dado
•. .....· ··

µ. 3.
lº l' M·c to, " Lb <:,iuft>c.: ", con una introducción, por Seymour Martín Lipsct, con el cfCulo Politica/panics, Nueva
Pulgrm·i: "' Oic 11w1.1ry n/ Pnliticol Economy, Londres, MacMillan, ed. de 1926. York, Free Press, 1962.
2t Publica uo pvr primc r.1 Vl'i'. t:n Ginebra con el título de Zur Su:!IOlug111 des Par·
2.2 Pareto, Cours, párr. 965.
td1<•e.re11.1· in der m orlcmm D w rokratie, Leipzig, Klinkhardl, 1911 y traducido al inglts, 23 Pareto, Ecrits sur la courbe, p. x.
72 RETÓRrCAS DE LA INTRANSIGENCIA LA TESIS DE LA FUTILIDAD 73
como invariable por naturaleza. Pero una vez más, como el meollo de la obra de Mosca, así como también en la falta
en los análisis de Mosca, ::1 argumento es enriquecido por de creencia correspondiente en la capacidad ilimitada de
un grano de efecto perverso. Ir contra el orden de las cosas la estructura de poder existente para absorber y cooptar
no es sólo inútil; pues, como dice Pareto en un artículo los cambios.
escrito para el público general, "Los esfuerzos que hace Pero Italia no puede pretender tener el monopolio de
el socialismo de Estado por cambiar artificialmente esta esta cíase de razonamiento. De manera bastante extraña,
distribución [del ingreso] tienen corno primer efecto una la tesis de la futilidad puede encontrarse también en la
destrucción de riqueza. Desembocan pues precisamente Inglaterra del siglo XIX, atalaya entonces de la modernidad
en una meta opuesta a la que se persigue: empeoran las econórn.ica y de la democratización paulatina de Eu rnpc.:
condiciones de la clase pobre en lugar de mejorarlas. "24 Legislad como se os antoje, estableced el sufragio universal... como
Al parecer, los autores de la tesis de la futilidad no están una ley que no puede nunca violarse. Seguís estando tan lejos como
del todo a gusto con su propio argumento, por más claro siempre de la igualdad. El poder político .ha cambiado su forma
que parezca haberse expresado: siempre que es posible pero no su naturaleza... El hombre más fuerte de una manera o de
recurren al efecto perverso en busca de refuerzo, de ador- otra gobernará siempre ... En una democracia pura los hombres
gobernantes serán los que mueven los hilos y sus amigos... Los
no y de colofón. Incluso Larnpedusa, maestro estratega de hombres dirigentes en un sindicato son tan superiores y gobernantes
.la inmovilidad social, predice hacia el final de su novela de los miembros del cuerpo en general... como la cabeza de una
que la inmovilidad irá seguida con el tiempo por el dete- familia o el jefe de una fábrica es e l gobernante y superior de sus
rioro. "Después será diferente, pero peor. Nosotros fui- criados o sus obreros.
mos los leopardos, los leones: quienes nos sustituirán Mosca y Michels quedan aquí netamente envueltos el
serán los chacalillos, las hienas". 25 uno en el otro, bastantes años antes de que expresaran sus
La contribución de la ciencia social italiana a la tesis de notables afirmaciones similares. La cita es de Liberty,
la futilidad es prominente. Agrupados generalmente con equality,fratemity, de James Fitzjames Stephen, publicado
la etiqueta de "teóricos de la élite", Mosca, Pareto y Mi- por primera vez en 1873, amplia crítica del ensayo de J ohn
chels la desarrollaron sistemáticamente en muchas direc- Stuart Mill On liberty (1859).26 Pudo haberse inspirado en
ciones.* Como ya observamos, el arraigado atraso social la experiencia de que la considerable extensión de Jos
y político de Sicilia explica que fuera tentador para Mosca derechos políticos, alcanzada gracias a la Ley de Reforma
afirmar que la introducción del sufragio universal sería de 1867, no había acarreado hasta entonces muchos cam-
incapaz de modificar las formas existentes de dominio. bios la manera en que era gobernada Inglaterra, a pesar
Este descreimiento en la posibilidad del cambio estaba en
26 James F itzjames Stephen, Liberty, equaliry, frau:nwy, R . J. White (comp.).
24 !bid., p. 17. Cambridge, Cambridge University Press, 1967, p. 211. Véase también James A. Co-
25 Lampedusa, /! Gouopardo, p. 21 'J. laiaco, James Firzjames Stephen and rhe crisis of 1he Victoria rhought, Nueva York, SL
• En su libro Polirical panies (p. 35 5). Michels cita con aprobación la expresión Martin's Press, 1983, p. 154. James Fítzjames Stephen era hermano del más liberal y más
italiana "Si cambia il maesrro di cappelia I Mala musica esempre que/la., (Se cambia de conocido Leslie Stephen, que había colaborado con un elocuente artfculn <'ll favor de la
maestro de e<1pilla /pero la música sigue siendo la misma.) Es éste un equivalente exacto refomla electora l en los Essays on refonn, redilado en 1967 con el título de A plea far
de "Plus i;o chonge plus c'csr la mémc chose" con el añadido de la nma. democracy. Véase también capítulo 6, nota 2.
74 RGTÓR !C.t\S DF. LA INTRANSIGENCIA LA TESTS DE LA FUTILIDAD 75
de todas la aprensiones sobre el famoso "salto en la oscu- Sin embargo, para que ese efecto se ponga en marcha,
ridad" (capítulo 4). Pero por muy impresionante que sea el Estado benefactor tiene que contar por lo menos con
alJUÍ la convergencia con las ideas de los teóricos italianos, un logro previo en su crédito: generar los pagos de trans-
el pasaje no se integra bien con la principal objeción que ferencia y hacer que lleguen en realidad a los pobres. Sólo
Stephen oponía al sufragio universal sobre la base mucho después que esto se cumpla pueden efectivamente desple-
más tradicional de que "tiende a invertir lo que yo hubiera garse desdichadas consecuencias (de vagancia, de-
considerado como la relación verdadera y natural entre la pendencia y esas cosas). En este punto surge el esbozo de
sabiduría y la locura .. Creo que los hombres sabios y otra posible crítica. lQué tal si)os transferiqqs no
buenos debenan , gobernar a los que son 1ocos y ma 1os u .27 llegan nunca a los supuestos beneficiados, sino que se
Esta clase de afi rm ac10n, muy común en esa época entre desvían, tal vez no del todo pero sí en gran parte, hacia
lus 0pusitores a Ja Ley de Reforma de 1867 y al otros grupos sociales con más fuerza?
universal en general, implica más bien que la introducción El argumento tiene mucho en común con la denuncia
de la democracia se ría activamente dañina y no que deja- de Mosca-Pareto de las elecciones democráticas como
ría las cosas intactas (que es la esencia de la tesis de la simulacro sin sentido (en contraste con el argumento de
futilidad). LeBon acerca de los peligros extraordinarios de desenca-
a las masas). Tiene la "insultante" cualidad que
CUESTIONAMIENTO DEL GRADO EN QUE EL ESTADO
antes como rasgo característico de la tesis de la
B ENEFACTOR "ENTREGA LOS BIENES" A LOS POBRES futilidad. Cuando puede mostrarse que un plan de bienes-
tar beneficia a la dase media en lugar 'de llegar a los
La crítica conservadora al Estado benefactor se fu n da en · pobres, sus pr omotores no son sólo señalados como inge-
principio en e 1 razonamiento económico tradicional de los nuamente inconscientes de los efectos perversos colatera-
mercados, las propiedades equilibradoras de los resul- les concebibles; más bien caerán bajo la sospecha de
tados del mercado y las consecuencias perniciosas de trabajar en beneficio propio, ya sea promoviendo desde ei
interferir en esos resultados. La crítica ha apuntado a los comienzo el plan con la intención de "arrimar el ascua a
diversos efectos desafortunados y contraproducentes que su sardina'', ya sea, de manera un poco más caritativa
seguirán tal vez a la transferencia de pagos alos desempleados, aprendiendo cómo desviar parte de los fondos, una vez
Jos desfavorecidos y los pobres en general. Por bieninten- están disponibles, hacia sus propios bolsillos.
cionados que sean esos pagos, se alega que alientan ':la En la medida en que esta clase de argumento pudo
vagancia y la depravación", que alimentan haberse conducido con cierto grado de plausibilidad, cla-
que destruyen otros sistemas de apoyo mas constructivos ramente hubiera sido devastador. Las disputas en favor
y que empantanan a los pobres en su pobreza. Tal es el del Estado benefactor se hubieran revelado fraudulentas
efecto perverso de las interferencias en el mercado. Y hubieran sido sus críticos quienes, más que parecer
carentes de compasión, habrían pasado por ser los verda-
$tcplicn, 1-10.:rty, equality, fro1t:mity, p. 212. deros defensores de los pobres contra los ávidos y parasí-

.1
76 RETÓRICAS DE LA INTR ANSIGENCIA LA TESIS DE LA FUTILIDAD 77

tarios intereses particulares. Por atractivo que pueda re- del argumento de la desviación, son en realidad muy
sultar para los oponentes de la legislación del· Estado vulnerables a él. Su administración implica un trabajo más
benefactor invocar este argumento, la extensión con que intensivo que los programas explícitos, del tipo del seguro,
se ha usado efectivamente en los años recientes es limita- donde la calificación se adquiere automáticamente gra-
da. Hay dos razones principales para e11o. Ante todo, esta cias a acontecimientos o criterios muy claros y distintos,
vez es obvio que la tesis de la futili dad· es demasiado tales la edad, el despido, el accidente, la enfr rmedad
incompatible con el argumento del efecto perverso. Se o la muerte.
necesitan especiales dotes de sofistería para alegar al La tesis de la futilidad, en la forma del argumento de la
mismo tiempo que los pagos del bienestar tienen los tan desviación que acab amos de señalar, se ha expresado
cacareados efectos perversos en los patrones de compor- ocasionalmente como crítica general al E stado benefac-
tamiento de los pohres y que no llegan a esos mismos tor. Un ejemplo inicial es un breve pero influyente artículo
pobres. La segunda razón es específica del deb ate en los de 1970 de George economista de Chicago galar-
Estados Unidos. El principal debate acerca de la reforma donado con el Premro··N obel. Llevaba el título un tanto
del bienestar ha incumbido en ese país a aquellos progra- misterioso d e "Director's law of public incorne re-
mas -primordialmente el AFDC- cuyos beneficiarios distribution" (Ley de Director de la redistribución del
tienen que pasar por una prueba de medios económicos; ingreso público).28 R esulta que "Director" es el nombre
en ausencia de malversación o corrupción en gran escala, de un colega economista de Chicago (Aaron Di ;
la probabilidad de que tales programas se desvíen hacia cuñado de Milton Friedman), a quien Stigler atribuye la
otros que no sean los pobres son muy reducidas. En con- enunciación de una "ley" probablemente en una conver-
secuencia, el peso principal del alegato económico y polí- sación, ya que no se da ninguna referencia ni puede en-
tico contra el Estado b enefactor debe apoyarse en otros contrársela en los escritos publicados de D irector. Según
·'!1
1
argumenros. Stigler, Director sostenía que "los _s e hacen
El argumento de la futilidad o de la "desviación" ha primariamente p·a ra benefició -ae·las clases medias y se
desempeñado sin embargo un importante papel subsidia- financian con impuestos que soportan en una parte con-
rio en el debate. Esto era en particular evidente en los días siderable los pobres y los ricos". Sfri.eÍnbargo, muy pronto
··I de la Gran Sociedad de Lyndon J ohnson, en los que se oía en su artículo Stigler echa en olvido el papel de los ricos y
l
a menudo la acusación de que muchos de los programas alega ante todo que los gastos públicos para fines tales
.
! ' de bienestar social más nuevos servían ante todo para dar como la educación, el alojamiento y la seguridad social
empleo a un amplio grupo de administradores, trabajado- r epresentan, si se los considera en conjunto con los im-
i 1
res sociales y diversos profesionales a los que se pintaba puestos que los financian, transferencias de ingreso im-
como burócratas sedientos de poder dispuestos a expandir puestas por el Estado de las clases pobres a las cla!><.:.:>
sus oficinas y sus emolumentos. Los programas de b ienes- medias. lCómo puede producirse tal situación en una
tar basados en un examen de ingresos, cuyos desembolsos 28 Gcorgc Stigler, "D irector's law o( public income d istribution", Journol of Law
a los pobres deberían esc<lpJr normalmente a las censuras andEconomics, 13, abril de 1970, pp. 1·10.
•• 1

78 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA LA TESIS DE LA FUTTLIDAD 79


democracia? La explicación de Stigler es sencilla. La clase La "Ley de Director,, de Stigler habría de ser invocada
manipula pri mer9. electoral de modo que a menudo, con o sin el debido reconocimiento en los años
reduzca la participación de los pobres p9r m.edio de 1a subsiguientes de creciente ataque al Estado ,benefactor.
alfabetización, los .Y_cosas as.í; una ', Éll .1979 publicaron Free to choo-
vez controlado el poder el sistema fis cal Jl se, que contenía un capítulo intitulado "Cradle to grave".
de modo que a sus intereses de corporación. Se Escribieron allí, entre otros numerosos argumentos con-
citan algunás p.r u.e bas e.mpfricas: la-educación superior, en tra el Estado benefactor:
California y en otros lugares es subsidiada por el Estado Muc_hos programas tienden a beoeficiar a los grupos de ingresos
con el ingreso general, pero los beneficios del sistema univer- y altos más a Jos pobres, a quienes se supone que se
sitario. recaen sobre todo en los hijos de las clases medias y dmgeo. Los pobres tienden a carecer no sólo de las capacidades
las superiores; del mismo modo, la protección policiaca sirve valor.adas en el merC?do, sino también de las capacidades re-
principalmente a las clases poseedoras; etcétera. para tener é.xito en la rebatiña política por los fondos. En
realidad su desventaja en el mercado político es probablemente
Esta clase de argumento es por supuesto familiar gra- mayor que en e l económico. Una vez que los reformadores
cias a la tradición marxista, que por lo menos en su versión que puedan haber contribuido a que se adopte
más primitiva o "vulgar", mira al Estado corno el "Comité una medida de bienestar han pasado a su siguiente reforma, los
·ejecutivo de la burguesía,, y denuncia como hipocresía pobres se quedan solos para pelear p or sí mismos y casi siempre
serán derrotados. 29
toda afirmación de que puede concebirse que sirva al
interés general o público. Resulta un poco sorprendente Gordon Tullock dio al mismo argumento un tratamien-
encontrar un razonamiento tan "subversivo,, entre ciertos to en forma de libro unos pocos años después. El título del
pilares del sistema de la "libre empresa,,. Pero no es ésta libro, Welfare for the well-to-do,,..,0 no dejaba nada a la
la primera vez que los odios compartidos forjan extrañas imaginación. No parece haber tenido mucha repercusión,
camaraderías. El odio que se comparte en este caso se tal vez por esa misma razón o tal vez porque alineaba
dirige contra la tentativa de reformar algunos rasgos des- menos datos aún que el artículo de diez páginas de Stigler.
dichados o injustos del sistema capitalista por medio de Lo puede decirse del tratamiento ampliado que
intervenciones y programas públicos. En la extrema iz- ofreció Tullock en su Economics ofincome redistribution. 31
quierda se critican tales programas porque se teme que El único apoyo empírico del argumento era la afirmación
cualquier éxito que puedan alcanza r reduciría el celo de que en Inglaterra la tasa de mortalidad de los pobres
revolucionario. En la derecha, o entre los subió en Jugar de bajar después de la introducción del
más ortodoxos, se les somete a críticas y a burlas porque Servicio Nacional de Salud: n una vez más un proponente
cualquier intervención del Estado, en particular cualquier 29
aumento de los gastos públicos para fines que no sean la Milton Friedman & Rose Friedman, Free co choose, Nueva York, A \/on Books,
1979, p. 109.
ley, el orden y tal vez la defensa, se considera una interfe- 30
31
Gordon Tullock, Welfare for the well-to·do, Dallas, Fisher Institute, 1983.
rencia nociva o fútil en un sistema que se supone es .. Gordon Tullock, Ecor1omics of income rediscriburion, Hingham, Mass., K.Juwer
N1JhOff, 1983.
autoequilibrador. 32 /bid., p. 100-101.

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80 RETÓRlCAS DE LA INTRANSIGENCIA \ LA TESIS DE LA FUTILIDAD 81

del argumento de la futilidad sentía la necesidad de añadir \ Intentando explicar estos extraños e inquietantes ha-
una gota de efecto perverso para mayor efecto retórico. llazgos estadísticos, Feldstein sugirió que los pobres:
Si una estadística aislada como la que acabamos de cí lar ... tienen más probabilidades de trabajar en empleos sin cobC'.rtura,
es por supuesto incapaz de probar algo, un estudio serio de haber trabajado dernasiado poco para calificarse como
beneficiarios o de habc r abandonado su último empleo [en lugar de
de uno de los mayores programas de bienestar de Los a rreglárselas para ser despedidos]. .. Por el contrario, las personas
Estados Unidos sí despertó gran preocupación sobre una de ingresos medios y altos tienen más probabilidades de trabajar en
parte considerable de la transferencia de pagos patro- empleo con cobertura y de haber ganado lo suficiente para
cinada por el Estado benefactor que acababa en manos de calificarse para los beneficios de duración máxima. 34
grupos de ingreso medio o incluso alto para los que difí- En general, los receptores de ingresos medios y altos están
cilmente pudo pensarse. Feldstein - que más preparados, naturalmente, para sacar todos .los
habría de convertirse más. tarde en asesor económico del b eneficios accesibles en el sistema. Además, con un im-
arguyó que es.t q podría ser así en el puesto sobre la renta progresivo, la exención de impuestos
cas·o de la desempleo. Al comienzo del sobre la renta de los beneficios por desempleo que estaba
artículo · dice que escribe para exorcizar un "pernicioso vigente cuando se escribió el artículo era mucho más
mito": a saber, "que los que cobran una compensación de valiosa para los receptores de ingresos altos que para los
desempleo son pobres o serían pobres si no la cobraran". 33 de ingresos bajos. Esta particular ventaja para los recep-
Las "muy sorprendentes" estadísticas expuestas en el ar- tores de ingresos altos era claramente una. consecuencia
tículo mostraban que "el número de familias que reciben involuntaria: la exención provenía de 1938, época en que
compensación de y el valor de los beneficios los impuestos eran bastante bajos y sólo se aplicaban al
recibidos se distribu)'e los.niveles de ingreso apro- 4% de la población. La exención siguió vigente durante
ximaaáírfenfe-en proporción que la población. mucho tiempo por pura inercia. D espués, a fines de la
su ....La mitad de los beneficios van a las familias década de los setenta, se empezó a limitarla poco a poco,
situadas en la mitad superior de la distribución de ingre- en parte según el efecto del artículo de Feldstein; final-
sos".34 iPeor aún -proseguía mostrando Feldstein-: sise mente, en 1986 lanuevaley de reforma fiscal incluyó todos
comparan los receptores de ingresos más altos y más bajos, los beneficios por desempleo en el ingreso gravahle y con
la distribución de la compensación por desempleo es fran- ello puso fin a una desigualdad particularmente conspicua
camente regresiva! (Cálculos más completos, referidos en en la administración de este programa específico de
una nota subsiguiente, corregían esta "anomalía" particu- bienestar.
1ar y eran en genera1 mueh o menos " sorprend ent es ,, .)35 Este episodio muestra sin duda una considerable "inje-
33 Martín Feldsteín, .. Uncmploymenl compensation: Adverse 1ncenlivr< ¡1 nd dis- rencia benéfica de los no pobres en la operación del
1ributional anomalies", National Tax Jouma/, 27 de junio de 1974, pp. 231-244; cita en Estado benefactor", para usar la feliz expresión de una
la página 231.
34 !bid., p. 237. publicación inglesa que analiza y critica el fenó meno des-
35 Martin Fcldstein, "New evidenrc 011 the úistribution of unemploymenl insurance
benefils". Nmional Tax Joumal, 30 de junio de 1977, pp. Z.J 9-222. Feldstein, "Unemployment compensaÚon", op. cir., p. 257.
;1

82 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA LA TESIS DE LA FUTILIDAD 83


de la izquierda.37 Pero el modo en que se desarrolla la organismos de vivienda patrocinaban lo que se ilamó
historia en el caso del seguro de desempleo se aparta programas de lotes y servicios: la oferta y la financiación
significativamente del esquema de Director-Stigler. Una públicas se limitaban a hacer accesibles los servicios bási- i/Í1:
interpretación más caritativa de lo que podría estar suce- cos en lotes adecuadamente subdivididos dond e se dejaba ·:
diendo la sugiere también un programa de bienestar que a los ocupantes construir sus casas con su propio esfuerzo.
ha sido prominente en los países en desarrollo. Finalmente, acabó por considerarse que la asistencia pública
En vista de la reciente afluencia de población rural más útil al alojamiento era la que se centraba en ofrecer
hacia las ciudades en el Tercer Mundo, particularmente transporte público y servicios a vecindades y:i
en Latinoamérica, a partir de la década de los cincuenta construidas, "de muy bajo estándar" y listas para el bulldozer
en muchos países se iniciaron programas de vivienda pú- ante los ojos de los observadores de clase media. ,."
blica o subsidiada. Al principio las urúdades habitacionales Aquí vienen a cuento varias observaciones. En el caso
construidas por esos programas en casi todas partes eran de la compensación por desempleo, la inclusión en los
demasiado caras para las familias más pobres cuyas nece- beneficios de los que no son pobres tenía un componente
sidades de alojamiento se suponía que debían satisfacer. importante -la exención del impuesto progresivo sobre
En consecuencia, esos alojamientos resultaron accesibles la renta - que surgía impensadamente co.rno resultado de
ante todo para la clase media o la clase media baja. Una desarrollos ocurridos después de establecerse el esquema
variedad de factores contribuía a ese resultado: el deseo, de compensaciones. En el caso de la vivienda barata, debe
por parte de los políticos, de mostrarse "entregando una decirse ante todo que incluso la que era inadecuada para
casa bonita"; la ignorancia de los planeadores y de los los p< 1bres cumplía un genuino propósito social puesto que
arquitectos en cuanto al tipo de vivienda que la gente llevaba alivio a la agobiada clase media de las ciudades
pobre podía permitirse; la falta de disponibilidad de ma- latinoamericanas. En segundo lugar, construir viviendas
teriales y métodos de construcción baratos; y en particular baratas y ser criticados por sus inconvenientes se convirtió
en la zona tropical, la opción que se abría ante los pobres en una valiosa experiencia educativa para los funcionarios
de construir sus propias casas con su propio trabajo y con públicos ylos organismos de vivienda. Les ayudó a visua-
una diversidad de materiales muy baratos, desechados lizar las dimensiones reales de la pobreza urbuna. Final-
o "encontrados", en terrenos "libres" (conseguidos me- mente, las imágenes tradicionales de las " soluciones" al
diante la invasión, lo que en inglés llaman squatting y "problema habitacional" en gran parte importadas de
en algunos países de lengua española "paracaidismo"). países más adelantados fueron relaboradas, y se crearon
Los programas subsiguientes para ayudar a los pobres métodos de intervención pública que tenían más proba-
en sus necesidades de vivienda aprendieron de esta expe- bilidades de llegar a los elusivos "más pobres entre los
riencia y lograron llegar mejor a los verdaderamente po- pobres".
bres. Por ejemplo, las autoridades municipales o los Resulta por muchos motivos que la historia de la inclu-
Robert E. Goodin y Julian LeGrand. Not only rhe poor: The middle classes and
J7
sión de los no-tan-pobres en ios t»eneficios ·aetunos pro-
rhe Welfare Srare, Londres, /\Jlcn & Unwín, 1987. gramas dirigidos a los pobres es a la vez ·mas· compleja y

• &
84 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA LA TESIS DE LA FUTILIDAD 85
menos cínica de lo que da a entender la versión que ca de las políticas del Estado benefactor por parte de
atribuye por completo la desviación de.fo;11dos a la mayor Stigler y sus seguidores.* ·En ambos casos se muestra que
fuerza o al ·mayor "pode.r··u( los ·m ás las tentativas de cambio político o económico no llegan a
desahogados. En particúlar, el análisis crítico de los resul- nada porque desatienden alguna "ley" cuya existencia se
tados alcan.Zados y de las "anomalías" (término de Felds- pretende que sido establecida por la ciencia _social. La
tein) con que tropezaban los funcionarios; fos científicos ambición de democratizar el poder en la sociedad por
sociales y otros observadores puede desempeñar un papel medio del establecimiento del sufragio universal es risible
correctivo significativo en un proceso continuo lle elabo- a los de Pareto, quien había investigado la distribución
ración de políticas. del ingreso y la riqueza y había encontrado que en todvs
partes sigue invariable un patrón muy desigual que vino a
conocerse como Ley de Pareto. Dado que el ingreso se
REFLEXIONES EN TORNO DE LA TESIS
distribuía de esta manera sujeta a ley, y qu e tas
DE LA FUTILIDAD
jerarquías habían quedado desmanteladas por la era de la
La futilidad comparada con la perversidad burguesía, para Pareto resultaba obvio que la sociedad
moderna era en realidad una plutocracia - término favo-
Durante cada uno de nuestros tr es episodios la tesis de rito suyo junto con ''expoliación". La alabada democracia no
la futilidad ha quedado incorporada en razonamientos de era otra que una máscara que ocultaba la realidad de la
formas bastante diferentes. En este aspecto se distingue plutocracia. A su vez, la Ley de Hierro de la Oligarquía de
del alegato de la perversidad, por cuya enunciación mo- Roberto Michels estaba modelada estrechamente con las
nótona y casi automática he ofrecido ya disculpas. Sin ideas de Mosca y Pareto, y la Ley de Director, tal como la
embargo el argumento de la futilidad equivalía cada vez a enuncia Stigler, puede considerru;se igualmente com? des-
una denegación o a un rebajamiento del cambio frente a cendiente directa de las construcciones de Pare to y M1chels.
movimientos memorables aparentenemente enormes ta- Pareto y lvlichels no tenían ni.nguna dut.la al
les como la Revolución francesa, la tendencia al sufragio carácter de ley de las regularidades que habían descubier-
universal y a las instituciones democráticas durante Ja to, y Pareto en particular obviamente se enorgullecía de
!' última parte del siglo xrx, o la subsiguiente emergencia y
!.
.. que su nombre quedara unido a en
1i
expansión del Estado benefactor. El atractivo del argu- hubo algún cambio durante l a subs1gu1ente mamfestac1ón
mento consiste en gran parte en el notable hecho de que de la tesis de la futilidad. Cuando Stigler escogió a su vez
contradice, a menudo con obvio regocijo, el entendimien- proclamar una regularidad aspecto de _ley que
to de sentido común de esos acontecí mientas, que los ve norma el campo socioeconómrco y aplasta mvanablemen-
llenos de trastorno, cambio o reforma real.
,.. ' Aparece en particular una considerable similitud de •El resto de este capítulo se centra en esas dos encamaciones de la tesis de la
futilidad. Comparten una preocupación por la reforma y social el presente,
Íll! razonamiento entre dos de nuestros episodios: la crítica niien1ras que la contribución de Tocqueville era una nueva interpretación de acon-
de la democracia en manos de Mosca y Po.reto, y la críti- tecimientos pas;1dos.

111
86 RETÓR ICAS DE LA INTRANSIGENCIA LA TESIS DE LA F UTILIDAD 87
te las tentativas de redistribución del ingreso, prefirió notablemente volátil, con movimientos que llevan siem-
darle el nombre de un colega mayor y un tanto oscuro. La pre de manera inmediata a una diversidad de movimien-
humildad que demostró así Stigler se explica tal vez por tos contrarios insospechados; los abogados de Ja futilidad,
su deseo de aumentar la autoridad de la "ley" al no procla- por el contrario, ven ese mundo como sumamente estruc-
marla como propia. O bien puede haber deseado poner turado. y desenvolviéndose según leyes irunanentes, que
alguna distancia entre él mismo y la regularidad que anun- las humanas ridículamente impotentes para
ciaba: después de todo, en los setenta años que habían modificar. La comparativa suavidad de la pretensión de la
transcurrido desde que Pareto descubrió su ley, la fama de la tesis de la futilidad - que las acciones humanas que per-
dencia social como capaz de aportar " leyes" verda- siguen un fin determinado quedan anuladas en lugar de
deramente válidas había sufrido considerable menoscabo. lograr lo exactamente opuesto - es pues más que com-
En cualquier caso, _<;le .. se adelantaba .de pensada P?r lo que llamé antes su carácter insultante, por
nuevo esencialmente en la forma que tan bien había seMdo el despectivo rechazo que opone a toda sugerencia de que
a Pareto y a Michels: la gobierna el _mui:ido . el mundo social podría abrirse al cambio progresivo.
social, recientemente descubierta por la_ciencia_social y que No es sorprendente pues que ambas tesis tengan afini-
actúa como barrera insuperable para la ingeniería social. dades ideológicas muy diferentes. En la formulación clá-
En este punto se manifiesta una diferencia mucho más sica de De Maistre del efecto perverso es la D ivina
considerable emre Li tesis de la perversidad y la tesis de Providencia la que frustra a los acwres humanos. Al pro-
•1
la futilidad. A primera vista puede haber parecido que la ducir un resultado que es exactamente el opuesto de las
tesis de la futilidad, lo mismo que el efecto perverso, se intenciones humanas, casi parece tomarse un interés y un
basa en la noción de las consecuencias imprevistas de la deleite personales en la "dulce venganza" y en la demos-
acción humana. Salvo que cuando se invoca la futilidad en tración de la impotencia humana. Cuando se trata de la
lugar Cie la'pePi'ersidad, los efectos colaterales no desea- tesis de la futilidad las acciones quedan burladas y frustra-
dos borran sólo la acción original, en lugar de ir tan lejos das sin esta clase de pique personal: se muestra que no
como para producir un resultado que es el opuesto del que tienen pertinencia puesto que chocan con alguna ma-
se buscaba. Pero la tesis de la futilidad no está constrmd'?- jestuosa ley que gobierna impersonalmente. De esta ma-
en absoluto de esta manera, como si fuera sencillamente nera el efecto perverso tiene una afinidad con el mito y la
una versión suavizada de la tesis de la perversidad .. su religión y con la creencia en una intervencion sobrenatu-
argumento, las acciones o las intenciones se ral directa en los asuntos humanos, mientras que el argu-
frustran no pórque désencadenen una serie de efectos mento de la futilidad está más ligado a la creencia
colaterales, sino porque pretenden cambiar lo incambia- subsiguiente en la autoridad de la ciencia y en particular
. ble, porque ignoran las estructuras básicas de la sociedad. a la aspiración del siglo XIX de construir una ciencia social
·us·dos tesis se basan por consiguiente en visiones casi con leyes tan sólidas como las que se creía entonces que
social y_de 1.a acción social y mana gobernaban el universo físico. Mientras el efecto perverso
intencional. E l efecto perverso mira el mundo social como tiene fuertes conexiones con d romanticismo, los argu-

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e ...
88 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA LA TESIS DE LA FUTILIDAD 89
mentos de la futilidad de l\1osca, Pareto y Michels invoca- son conocidas con las etiquetas de "monetarismo" y en
ban a la ciencia y estaban idealmente adaptados para dar particular de "nueva ecenonúa clásica" o "expectativas
la batalla a la marea creciente del marxismo y a las pre- racionales". D esde nuestro punto ele vista, el hecho inte-
tensiones científicas de ese movimiento. resante en esos ataques al sistema y a las políticas keyne-
La diferencia entre las pretensiones de la perversidad y sianos es que se formulaban según los lineamientos de la
de la futilidad queda bien esclarecida por algunos desa- futilidad más bien que de la perversidad. En otras pala-
rrollos muy recientes de la economía. En el capítulo ante- bras, los nuevos críticos no alegaban que las políticas
rior señalé que el. efecto perverso es familiar a los monetarias o fiscales keynesianas profundizarían una re-
economistas porque surge de los dogmas más elementales cesión o aumentarían el desempleo; más bien se mostraba
de su disdplina: cómo la demanda y la oferta determinan cómo las políticas keynesianas activistas llevarían, sobre
el precio en un mercado autorregulado. Las interferencias todo si se anticipaban mucho, a expectatívas o consiguien-
en el mercado, tales como los controles de la renta o la tes comportamientos por parte de los ·operadores econó-
legislación del salario mínimo, son ejemplos académicos micos tales que anularían la!' políticas oficial la!:> harían
b ien conocidos de acciones humanas contraproducentes, inoperantes, ociosas: fútiles. Una vez más, esta clase de
es decir del efecto perverso. La mayoría de los economis- argumento es en apariencia menos extremoso, pero a fin
tas están de acuerdo en que, en ausencia de argumentos de cuentas mucho más irritante.*
incontrovertibles en sentido contrario (y la legislación del Una distinción parecida entre la tesis de la perversidad
salario mínimo es un caso pertinente), la política econó- y la tesis de la futilidad se relaciona con el grado de eficacia
mica debe evitar regular la cantidad o el precio de los (o impotencia) de la acción humana. A primera vista, una
mercados individuales debido a la probabilidad del efecto vez más, la declaración de perversidad parece más seria
perverso. Aunque participando en este consenso acerca que la de futilidad: cuando una acción dirigí.da a una meta
,.
de la microeconomía, Keynes y los keynesianos argumen- deseable es activamente contraproducente, el resultado
taron en favor de una política macroeconómica interven- es más nocivo que sila acciónfuerameramente inefectiva.
!' cionista sobre la base de que Ja economía en su conjunto Esto no deja de ser cierto, pero desde el punto de vista de
puede caer en una irunovilidad no deseada en algún punlo la evaluación de las posibil.i dades de éxito de una acción
¡.
en que haya un desempleo masivo, junto con una excesiva humana intencional, la tesis de la futilidad es más devas-
capacidad de la maquinaria y otros factores de la producción. tadora que la tesis de la perversidad. Un mundo donde el
Esta doctrina logró autoridad intelectual y política en efecto perverso es desenfrenado sigue siendo accesible a
las primeras décadas de alto crecimiento de la posguerra, la intervención humana o social. Si resulta que la devalua-
pero empezó a ser impugnada en la década de los setenta, ción del tipo de cambio deteriora la b<1lanza de pagos en
con la inquietante experiencia de la creciente inflación *Un ejemplo: en una entrevista en la que discute Ja Leorfa de las expectat ivas
acompañada de estancamiento económico y de desem- racionales, Franco Modiglíani u ti liza repetidamente términos como "absurdo", "ofen-
pleo relativamente alto. Las doctrinas contrarias que al- sivo", "disparatado"; para una persona que es en general reprimida y educada hasta el
exceso, es ésre sin duda un lenguaje fuerte. Véase también Arjo J<Jamer, Conversa1io1is
canzar011 tnayor éxito dentro de la profesión económica with cconomists, Totowa, N. J., Rowman & Allanheld, 1983, pp. l23·124 .
.;:
RETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA LA TESIS DE LA FUTIL IDAD 91
90
lugar de mejorarla, ¿por qué no experimentar con una han visto así frustradas. Para expresar esa idea utilizan de
re valuación cJe ese tipo? Del mismo modo, si se encuentra manera amplia y condescendiente términos como "bien-
que la utilización de los cinturones de seguridad y los intencionados" y "de buena voluntad". Quienes iniciaron
límites de velocidad aumentan en realidad el índice de la cadena de acontecimientos que llevó al resultado per-
accidentes, es concebible que las cosas puedan orientarse verso son presentados como faltos, de manera ridícula y a
en la buena dirección prohibiendo los cinturones de segu- veces culpable, del entendimiento elemental de las com-
ridad y obligando a los automovilistas a circular a veloci- plejas interacciones de las fuerzas sociales y económicas.
dades mínimas en lugar de máximas. En cambio, en la Pero por lo menos no se impugna su buena fe - al contra-
medida en que la declaración de futilidad es válida, no hay rio, funciona como la contraparte necesaria de su incura-
esperanza de que ninguna intervención u orientación re- ble ingenuidad, que es la misión de los lúcidos científicos
sulte exitosa o efectiva, para no hablar de cualquier "afina- sociales exponer.
ción". Se muestra que las políticas económicas o sociales no Con la iesis de la futilidad hay un cambio considerable.
tienen en absoluto contacto con la realidad, que está gober- Una vez más se muestra típicamente que las políticas que
nada, para bien o para mal, debido a "leyes" que por su pretenden dar poder a los desprovistos de poder (por
naturaleza no pueden ser afectadas por la acción humana. medio de las elecciones democráticas) o mejorar la suerte
Además, semejante acción será probablemente costosa, y de los pobres (por medio de las disposiciones del Estado
siendo un ejercicio fútil será sin duda desmoralizadora. Sólo benefactor) no logran nada de eso sino que más bien
una conclusión puede sacarse: la más extrema abstención es mantienen y -consolidan las distribuciones de poder y de
riqueza existentes. Pero en la medida en que los respon- .111·1:
lo recomendable en lo que se refiere a todo plan político
sables de las políticas se cuentan justamente entre los :¡
remediador, y allí donde se aplique el argumento de la
futilidad, las autoridades harán siempre bien en atarse a beneficiarios, se suscita la sospecha de que no son en 11
sí mismas, tal vez mediante reglas constitucionales, para
resistir al vano y nocivo impulso de "hacer algo".
absoluto inocentes ni bienintencionados. Su buena fe se
pone en entredicho, y se sugiere que la justicia social y I'' ·
otros fines parecidos que sirven de justificación a las ..,1 ,.
Finalmente, los abogados de las declaraciones de per-
versidad y de futilidad tienen maneras más bien diferentes políticas perseguidas no son sino cortinas de humo que ll1
de enfrentarlas con sus antagonistas. Los analistas que ocultan los motivos más egoístas. De ahí algunos títulos ..:.1,
tropiezan con un efecto perverso quedan por lo general como Welfare f or the well-to-do, y ciertos aforismos como .:f'I
tan impresionados por su descubrimiento y tan los del barón de Lampedusa citados al comienzo de este .;¡
de proclamarlo como una visión original y como un acon- capítulo. Lejos de ser ingenuos y llenos de ilusiones, los '1
:t
tecimiento imprevisto e indeseado por todo el mundo, que responsables políticos "progresistas" qe pronto se presen- "
se sienten inclinados a considerar a los responsables polí- tan como astutos intrigantes y malvados hipócritas. I¡
ÍI
ticos cuyas acciones han llevado a esas consecuencias Sin embargo, la situación no es tan clara como la he !,

desfavorables como inocentes de los desastres que han descrito. La proclamación de perversidad, asociada du-
provocado, y por tanto llenos de buenas intenciones que se rante mucho tiempo con el punto de vista que consideraba
92 R t..:TÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA LATESlS D E LA FUTILIDAD 93
a los responsables políticos intervencionistas como equi- bles políticos se da por sentado que carece n po r
vocados pero "bien intencionados", se ha contaminado de la capacidad de emprender ui:a se
últimamente con el juicio opuesto, que ve a esos respon- supone también que tienen una d.e
sables políticos corno motivados por la "búsqueda de tolerar lo que se llama por lo comun hrpocresrn, es u1...c1 r
rentas",. es decir por el deseo de (como diría la incongruencia entre los valores proclamados y la prác-
Pareto) a sus conciudadanos gracias a la creación de posi- tica efeCtiva.
ciones de monopolio que se prestan a la extracción de La, principal crítica a la tesis de la futilida? ten?rá. que \
beneficios monetarios u otros. 38 Inversamente, los p romo- ser pµes Ja de qµe no se toma e.n seno a s 1 i:n:sn'. ;l •
tores de la proclamación de futilidad que "desenmasca- y a sus propios efectos en los aconteczmzentos. La h1stona ·
ran" a los reformadores como motivados en realidad por relativa a un abismo cada vez más profundo entre las
hábiles conveniencias personales, siguen reprendiéndolos m etas proclamadas y los s?ciales no
por su enorme aunque "bien intencionada" ingenuidad. puede de ningún modo terminar alh. A medida que. es
asimilada por los oyentes, la historia instaura una tei:isrón
La complicación de la futilidad y activa una dinámica que o bien se cumple por sí mzsma1
o bien se refuta por sí misma. La dinámica es de autocum-
Sean o no ingenuos o egoístamente hábiles los aboga-
plimiento puesto que las afirmaciones sobre la de
dos de las políticas "progresistas", la tesis de la futilidad
sentido de los cambios y reformas propuestos debd1taz:i la
medra "desenmascarando" o "exponiendo", de.mostran-
resistencia a su ulterior emasculación· y a su decid ido
do la incongruencia entre los propósitos proclamados
abandono: este sentido, puede decirse que .Mosca. Y
(establecimiento de instituciones democráticas o de
Pareto contribuyeron al ascenso del fascismo en Italia,
programas de redistribución de la riqueza) y la práctica
precipitando en el ridículo y el nacie:ites
efectiva (continuación del gobierno oligárquico o de la
instituciones democráticas. A su vez, la dmam1ca se ra de
pobreza de las masas). Lo que complica el argumento es que
au torrefutación puesto que la tensión misma suscitada por
la futilidad se proclama demasiado pronto. Se abalanza
!• la proclamación de futilidad lleva a nuevos esfuerzos,
sobre la primera prueba de que un programa no funciona
determinados y mejor informados, para lograr un cambI<?
de la manera anunciada o deseada, de que está siendo
real. La tesis de la futilidad sufre con ello una notable
obstruido o desviado por las estructuras y los intereses
:i; transformación: se torna notablemente activista, siendo
1 existentes. Hay una precipitación en el juicio y no se deja
que su actitud inicial es la de un observador frí? y burlón
margen al aprendizaje social o a las decisiones políticas en
de la locura y el autoengaño humanos; y cualquier verdad
aumento y correctivas. Muy al contrario que el admirable
que revele la tesis resulta efímera, cuando estaba tan
y reflexivo científico social, las sociedades y sus responsa-
segura de que sus pronunciamientos basaban en algu-
38 Véase Anne O . Krueger, "The political economy of the rent-seeking society", nas "leyes" inalterables del mundo social.. . .
1:. American Economic Review, 64, mayo.de 1974, pp. 291 -303; y James M. Buchanan y Debido a su actitud despectiva y denunciadora hacia 1os
otros ( comps.), Toward a theory ofthe rem-seeking society, College Sta t ion, Texas, A&M
University Press, 1980. "pretendidos" cambio y progreso, la tesis de la futilidad
94 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA LA TESIS DE LA FUTILIDAD 95
pertenece de plano al ámbito conservador. Es en efecto A esos crftices no parece ocurrírseles nunca qu e la
una de las armas principales del arsenal reaccionario. Sin tensión entre las metas anunciadas de un programa social
emb<i :-go, como tal vez se haya notado ya, tiene un a estre- y su efectiv_idad real pide una historia más compleja que
cha afinidad con ciertos argumentos que vienen del otro la que configura el contraste entre máscara y realidad. La
extremo del espectro político. La conjunción de argumen- relaci?n que implícita en esta trillada metáfora puede
tos radicales y reaccionarios es una característica especial ocas10nalmente de manera drástica, según la dia-
de la tesis de la futilidad. lectica que algunos de los críticos profesan admirar: la
Mientras que el argumento del efecto perverso adopta llamada máscara puede arreglárselas para subvertir la
un punto de vista extremadamente serio ante las líneas realidad en lugar de ocultarla y pervertirla. Como lo ex-
políticas, sociales y económicas que considera contrapro- presé. otra ocasión, la metáfora más apropiada, sugeri-
ducentes, la tesis de la futilidad ridicuJiza más bien esas da ongmalmente por Leszek Kolakowski, es en ese caso
tentativas de cambio por ineptas o algo peor. Se muestra la de la túnica de Nesos de la antigüedad, que quema al
que el orden social existente es experto en reproducirse a que se la pone.39 De hecho, por medio de sus denuncias
sí mismo ; en ese proceso derrota o coopta muchas tenta- del abismo que separa los objetivos anunciados de una ·/
tivas ue introducir cambios o progreso. Éste es el punto línea política y la realidad, nuestros críticos conservadores
donde el argumento muestra un notable aire de familia o radicales lo que hacen es tejer con aplicación preci-
con el razonamiento radical. Este último ha tomado mu- samente ese ropaje. Pero tal vez sea mejor en conjunto
chas veces a los progresistas o reformadores por ignorar que no se den cuenta de esa funci ón; de otro modo sus
las "estructuras" básicas del sistema social y alimentar y reprimendas podrían perder parte de su eficacia para ·.
propalar ilusiones acerca de la posibilidad de introducir, incitar a la acción.
sin cambios previos "fundamentales" en esas estructuras, Le gustaría a uno verlos de vez en cuando un poco-._
tal o cual mejora·"parcial", como por ejemplo un modo ?esengañados y amargos, acaso con una gota de esa
más democrático de gobernar o una educación primaria mgenmdad que son tan dados a denunciar, abriéndose un
universal o ciertos programas de bienestar social. Si algu-
nos de esos rasgos son efectivamente legislados, el paso
poco a lo inesperado, a lo posible...
'1
siguiente consiste en alegar que el patrón de dominación 1
prexistente no ha cambiado en realidad: única_mente. se ha
hecho más dificil imaginar su intrincado func1onam1ento, .,
a pesar o acaso debido a los cambios. En este punto se
utilizan' muchas metá f oras
· como " mascara
/.. " , " ve1o " y "d's
i -
.,l.
fraz", y los analistas sociales, como sus
conservadoras, ofrecen amablemente el serv1c10 de arran- 39 ·:.
car la máscara, de levantar el velo y de hacernos ver a Albert O . Hirschman, "ldeology: Mask or Nessus shirt?", Compariso11 of
economtc systems, Alcxander Eckscein (comp), Berkeley, University of California Press,
través del disfraz. 1971, p. 295.

·..j
1
1

4. LA TESIS DEL RIESGO

Los ARGUMENTOS del efecto perverso y de la tesis de la


futilidad proceden según líneas muy diferentes pero
tienen algo en común: ambos son notablemente sencillos
y escuetos; es natural que en eso consista gran parte de su
atractivo. En ambos casos se muestra cómo las ac ciones
emprendidas para alcanzar cierto objetivo fracasan
miserablemente: o bien no se produce ningún cambio en
absoluto, o bien la acción desemboca en un resultado que
es el opuesto del que se deseaba. Es sorprendente en
r ealidad que haya podido dar cuenta de una amplia e
importante parte de los argumentos reaccic)narios con
esas dos categorías extremas. Pues hay una tercera manera
de argumentar, más de sentido común y moderada, contra
un cambio que, debido al estado prevaleciente de la
opinión pública, uno no tiene inconveniente en atacar de
frente (esta es, he afirmado, la marca característica de la
retórica "reaccionaria"): afirma . propuesto,
aunqpe. acaso deseable en- sí- mismo, implica o
de uno u otro tipo inaceptables.
Hay varias maneras genéricas de argumentar según
estas líneas. Algunas de ellas fueron parodiadas con peri-
cia, a principios de este siglo, por F. M. Cornfo rd, conoci-
1' do erudito clásico de la Universidad de Cambridge, en un
'1
,, 1
folleto titulado Microcosmographia academica. * Pre-
*Publicado por primera vez en 1908, el folleto alcanzó considerable notoricd¡¡d en
los círculos universitarios ingleses y se ha reeditado a menudo. C uando daba conferen -
cias en diversos medios académicos de partes del presente li bro, Jos miembros del
público que tenían una formación de Oxbridge me remitfan infaliblemente a l ensayo de
Cornford. Estoy agradecido a esas personas, en particular a John E llio t, que me prestó
su ejemplar de la segunda edición (Cambridge, Bowes & Bowes, 1922). Cornford parece
ser el único entre lo." ¡¡ nalistas del conservadurismo que comparte mi int erés en la
97
RETÓRICAS DE LA INTRAN S IGENCIA LA TESIS DEL RIESG O 99
sentand o su ensayo como una "Guía del joven político (intrínsecamente correcta o justa). Lo que Cornford llama
académico". Cornford pretendía ofrecer consejos acerca el principio de la cufla se conoce tal vez más a menudo hoy
de la mejor manera de ganar amigos e influencia oponién- como " el borde delgado de la cuña" y está implícito en
dose a cualquier cambio en los procedimientos académicos, varias metáforas relacionadas con ésta: un movimiento
fingiendo a 1a vez estar de acuerdo "en principio" con los propuesto no es nada más que "un pie en la rendija de la
reformadores. En este proceso, Cornford distinguía entre puerta", o "la punta del iceberg'', o "la nariz del camello
dos princip ales "argumentos políticos": el principio de la asomando en la tienda". La riqueza de metáforas da fe de
cuña y el principi9 del precedente riesgoso. He aquí sus la popularidad de los argumentos contra una acción sobre
caprichosas definiciones: la base de que, aunque inatacable en sí misma, tendrá
· · r· ·;i
El principio de la cwia consiste en que no usted actuar co_n consecuencias desdichadas.
justicia ahor a .por temor a despertar expectativas de que podna Aunque las categorías de Cornford son penetrantes,
·> 1 usted ac tuar con mayor justicia aun en el futuro - expectativas que seguiré aquí una forma de argumentación diferente, basa-
)- · ·- teme u-"·d no tener e l valor de satis face r ... E l principio del prece-
d ent e riesgoso cou!>istc en que no debe uslcd realizar ahora u na
da en la estructura del material histórico que estoy tratan-
acción confesadamente justa p or temor a no tener el valor d e actuar do. Como sabemos, T. H . Marshall utilizó ese material
_. con justicia en algún caso futuro que, e.x hypothesi, es en ese ncia para contar una edificante historia de expansión progresi-
diferente, pero super!icialmente se parece al caso presente (páginas va de los derechos ciudadanos a lo largo de los dos o tres
30-31). * pasados siglos, desde la dimensión civil a la política y por
En realid ad los dos principios están estrechamente último a la socioeconómica. Pero esa historia de progreso
relacionados. sucesivo y acumulativo invita virtualmente al ataque y a la
Quienes argumentan según estos lineamientos no argu- subversión sobre la base de que el paso de una etapa a la
yen que la reforma propuesta sea mala en sí misma; más siguiente no tiene nada de fá cil. De hecho, como se ha
bien proclam an que llevará a una secuencia de aconteci- argumentado muchas veces, el progreso en las sociedades
rni entos tales que sería riesgoso, imprudente o simple- humanas es tan problemático, que todo "movimiento ha-
mente indeseable moverse en la dirección propuesta cia adelante" propuesto ocasionará graves daños a uno o
a varios Iogrosprevios.
retórica de la oposición a la rcfomrn más que en la fi losofía subyacente o Wel-
tanschawmg. D ifiero de él en que por mi parte es toy convencido de que el tema merecía
Es éste un poderoso argumento contra toda nueva re-
más que ur1 sim ple lrat<1m icnt o jocoso. Una tentativa anterior y más difusa de cata logar forma . Cuando una propuesta se reconoce corno deseable
los argumentos contra e l ca mbio o la reforma aparece en e l Handbook of political
fa/lacies de Je remy Bentham, publicado por primera vez en una traducción francesa en
en sí misma, por lo general hay una importante dificultad
1816, después en in glts en 1824 y de nuevo e n 1952, editad o por H. A. L:{rabee para atacarla persuasivamente arguyendo que sus costos
(Bahim ore, Johns Hopkins Press). Pero Bentham estaba más interesado en refutar
cicrt C'ls argumentos que había reunido a lo la rgo de los años que en examinar sus
o sus consecuencias desdichadas son excesivos en relación
propiedades forma les. con sus b eneficios. Tal afirmación implica una compara-
•cornford menc iona brevemente otra razón com ún para oponerse a las propuestas
. de reforma: la reforma. aunque intrínseca mente buena o justa, no debe adoptarse
ción fuertemente subjetiva entre unos costos y unos bene-
' porque " los tiempos no está n maduros". A este principio se le bautiza encantado- ficios heterogéneos. Pero sí puede demostrarse que dos
1 rnmentc como e l principio del tie mpo inmaduro (p. 32).
reformas son en algún sentido excluyentes, de modo que la
1ílíl RETÓRICAS DE LA INTH.'\ NSIGENCIA LA TESIS DEL RIESGO 101

más antigua quedará amenazada por la más nueva, enton- ella, los oponentes a estas medidas podían desplegar un
ces entra en el argumento un elemento de comparabilidad argumento de doble tiro:-El.. argumen-
y la valoración puede proceder utilizando una "moneda tarán algunos, pondrá probabl emente en riesgo lo , ade-
de progreso" vagamente común: ltiene acaso.sentido sa- lantos anteriores respecto de los derechos individua1es (la
crificar el antiguo progreso en nombre del nuevo? Ade- prime,ra dimensión de la ciudadanía de Marshall). ti a.b rá
más, con es te argumento el reaccionario reviste una vez también tentativas de mostrar cómo el E stado benefactor
más los ropajes progresistas, argumenta como si el progre- es una amenaza a la gobernación democrática (la segu :1da
so nuevo y el antiguo fn eran ambos deseables, y muestra dimensión de Marshall). Más a menudo se combinarán los
entonces por lo común cómo una nueva reforma, en caso dos argumentos.
de re alizarse, pondrá mortalmente en riesgo la antigua, El esquema de Marshall arroja así de inmediato dos
muy apreciada, que además tal vez se h aya puesto en obra tipos distintos de posibles argumentos del riesgo : i) la
sólo recientemente. Las viejas conquistas o logros con- democracia pone en riesgo la libertad, y ii) el Estado
quistados a alto precio no pueden darse por descontados benefactor pone en riesgo la libertad o la democracia o
y serán c,imenazados por el nuevo programa. A este argu- ambas cosas. Las dos afirmaciones han sido en re alidad
mento lo llamaremos la tesis del n esgo; tendrá que implicar planteadas, y en esa medida se confirmará la vri!id ez his-
una argumentación más compleja que las otras dos, y tórica y la utilidad del esquema de Marshall. Pero, corno
fundarla históricamente. de esperarse, ciertos resultarán territorios pri-
Según el esquema trip artito de Marshall las dimensio- vilegiados para el de.spi1egu.c de las diversas tesis. La
nes civil, política y económica de la ciudadanía se estable- razón, naturalmente, es que el esquema secuencial de
cieron secuencialmente en el transcurso de los tres pasados Marshall fue concebido en los términos de la historia
siglos. E n la medida en que esta construcción capta la británica y es por consiguiente menos aplicabk a los
realidad histórica nos vemos llevados de inmediato a es- países donde el progreso de los derechos desde lo civil a
perar la aparición de varias clases de tesis del riesgo en lo político y a lo socio económico fue menos firme, secuen-
m edio de esos impulsos hacia adelan te nítidamente suce- cial u "ordenado". Pero las variantes del argumento del
sivos. una excelente oportunidad de argu- riesgo resultantes serán en sí mismas instructivas.
mentarsegúñesos'lineamientos se presentó cuando, en el En otros fü', _cctos, del mismo modo, nuestra pesquisa
transcurso del siglo XIX, se propuso ampliar el sufragi o y no sólo la persistente utilidad del esquema de
el gobierno democrático en países donde los derechos y Marshall, sino que pondrá también más en tela de juicio
libertades civiles estaban ya firmemente establecidos. Po- sus simplificaciones. Marshall omitió mencionar las pode ·
día esperarse entonces que los oponentes al sufragio con- rosas oleadas "reaccionarias" que se precipitaron una tras
juraran la eventualidad de que esos derechos y libertades otra parn b loquear e incluso invertir las "11 1
,ts extc11-
:"''".

se perdieran corn o resultado del proyectado avance de la siones del concep to de ciudadanía; pasó por alto también
democracia. Después, cuando se introdujo la seguridad 1a posibilidad de que esas extensiones pudieran ser mutua-
social y la legislación de bienestar social relacionada con mer .e conflictivas de diversas maneras. E l proceso histó-
102 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGE N CIA LA TES IS DEL R IESGO 103

rico que él visualizaba era puramente incremental - un fue vigorosamente planteada por Tocqueville en su Demo-
aspecto o dimensión de la ciudadanía y del progreso d es- cracy in America, las múltiples tensiones entre las dos
pués de otro quedaría establecido, sin plantear ningún aspiraciones han sido descritas a fondo.
problema de cohabitación con el aspecto o los aspectos En segundo lugar, el propio concepto de libertad h a
previos. En la medida en que el discurso reaccionario en resultado ser tan rico (y tan ambiguo) que se demostró que
torno de la tesis del riesgo saca a luz algunos problemas de abriga significados distintos y antagónicos. Un fam oso
este tipo, nuestra reseña servirá de correctivo al optimismo ejemplo es la lección inaugural de Isaiah Berlín en 1958
de Marshall y llamará la atención acerca de dilemas y con- en Oxford, "Dos conceptos de la libertad;', en la opuso que
flictos que son o podrían haber sido bastante reales. una libertad "negativa" a una libertad "positiva".r La li-
bertad negativa se definía allí corno la que hace que el
individuo esté "libre de" ciertas interferenci as por parte
LA DEMOCRACIA COMO AMENAZA A LA LIBERTAD
ele los otros individtrns o las auto, idades, m[cntras que la
No es precisamente algo nuevo cuestionar la com- libertad positiva consistía en ser "libre de" ejercer la tra-
patibilidad de la democratización, es decir de los avances dicional virtud repÜblÍcana por medio de la participación
en la participación política por la vía del sufragio univer- en los asuntos públicos y én la vida política de la co-
sal, con el mantenimiento de las libertades individuales, munidad. Una vez más hay un claro traslape entre los
lus famosos "derechos naturales a la vida, la libertad y la conceptos de Berlin y los de Marshall: la dimensión civil
propiedad" del sig1o xvm. La distinción de T. H. Marshall de la ciudadanía tiene mucho en común con la libertad
entre los aspectos civil y político de la ciudadanía tiene ñé-gativa, como la dimensión política de la ciudadanía con
afinidad con varias otras dicotomías que, a diferencia de la libertad positiva. Las interrelaciones y los posibles con-
la de Marshall, se han juzgado durante mucho tiempo en flicfos entre la libertad positiva y la negativa han dado
términos antagónicos. En primer lugar está la distinción lugar a una vivaz discusión entre los fi lósofos políticos.2
entre la libertad y la igualdad; se parece estrechamente a Otra famosa distinción dentro del concepto de libertad
la pareja de Marshall si, como es el caso a menudo, se es la distinción entre la libertad de los antiguos y la líber-
entiende la libertad como la seguridad dad a a cada '
tad de los m odernos, que fue expresada mucho antes (en
ciudadano de sus "derechos naturales'', mientras que la 1819) por Benjamín Constant.3 Según Constant, la libertad
igualdad se supone que h a de realizarse p or medio de la
institución del sufragio universal. Aunqu e es ésta una 1 Isaia h Berlín, "Two concepts of libcrty", reimpreso en Berlín, Fottressayson libcrry,
Oxford, Oxford Universily P ress, 1969, cap. 3 . Berlín no mencio na ni a T. H . Marshall
concepción muy limitada de la igualdad, su capacidad de ni a Benjamín Constan t.
entrar en conflicto con la libertad de los liberales es 2 Véase Qu en tin Skinne r, "The pa radoxes of poliLical liber ty", The Tanner Lec1ures
on Httman Values, Sa lt Lake City, U nivers ity o f Utah Press, 1986, vol. 7, pp. 227-250.
considerable, y esa capacidad queda aumentada si se da a Este excelente trabajo con tiene extensas re ferenc ias.
la igualdad un significado más amplio. D esde que la 3 Benjamín Consta nt, "De la liberté des Anciens com parée ll cclle des Modernes ".
.,
en Constan!, De la liberté chez les Modemes, Ma rce! Ga uche l (comp.), París, Le Livr.:
R evolución francesa prometió a la vez la libertad y la igual- de Poche, 1980, pp. 491-518. La dis linción de Constan! en tre los d os conceptos de
dad, y más aún desde que la cuestión de la compatibilidad libertad puede rastr earse m ás atrás hasta madame de Stael, has1a Emma nuel Sieyes y "I
1/¡
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104 R ETÓRICAS DE LA INTRANSIGE NCIA LA TESIS D EL RIESGO 105
de los antiguos era la intensa participación de los ciuda- advertencias en contra o a los lamentos sobre la base de que
danos de la p olis griega en los asuntos públicos, mientras pondrían en riesgo la "libertad" en sus diversas formas.
que la libertad de los modernos era, por el contrario, el El caso ejemplar en cu anto al pleno despliegue de_la
derecho de los ciudadanos a un amplio espacio privado tesis del riesgo será el de la Gran Bretaña durante el siglo
dentro del cual pudieran practicar sus y llevar x rx. l\llí, al final de las Guerras Napoleónicas se hallab a
adelante sus pensamientos, actividades y asuntos comer- un país con una larga tradición de libertades ganadas y
ciales. La similitud con las dimensiones política y civil de consolidadas sucesivamente a lo largo de los siglos: la
la ciudadanía según Marshall es una vez más palmaria. Carta Magna, el habeas corpus, la Ley de D erechos, el
Pero en gran medida Constant veía sus dos clases de derecho de petición, la libertad de prensa, y así sucesiva-
libertad como mutuamente excluyentes: sólo así podía mente; al mismo tiempo, el país tenía una tradición igual-
criticar a R ousseau (y a los revolucionarios jacobinos mente fuerte de gobierno de y por la nobleza. E ntonces.
influidos por el pensamiento de Rousseau) por tomar hacia el final del primer tercio y hacia el final del segundo
como paradigma la libertad de los antiguos y por perseguir tercio del siglo se libraron prolongadas y fieras batallas en
consiguientem ente objetivos anacrónicos y utópicos, con el parlamento, entre la opinión púplica y ocasionalmente
desastrosas consecuencias. en las calles, por la extensión de los derechos p olíticos,
Esta breve reseñ a de las dicotomías que se relacionan que resultaron en las dos leyes de R eforma de
con la distinción de Marshall entre los componentes civil 1832 y 1867. Gomo esas batallas tenían lugar contra el
y político de la ciudadanía da alguna idea de lJ riqueza y trasfondo de libertades establecidas desde hacía mucho y
la complejidad del tema que estamos a punto de abordar. muy apr eciadas, la tesis del riesgo se mostraría de hecho
Presenta también la promesa de una copiosa cosecha de en el pináculo entre los argumentos r eunidos p or los
tesis del riesgo. oponentes a la reforma en una y otra ocasión.
\i
Debido a la vastedad del tema, m e referiré a ciertas
ocasiones importantes en las que el argumento del riesgo l nglaterra: las grandes leyes de Reforma de 1832 y 1867
se ha expresad o en un contexto histórico especifico. E n
La Ley de R eforma de 1832 proponía extender el
otras palabras, en lugar de entrar en la discusión general
cho al vo to a todos los jefes de familia varones que vivieran
acerca de los m éritos comparativos y las perspectivas
en alojamientos urbanos (borough) gravados con impues-
de coexistencia de la democracia y la libertad, trataré de
tos anuales de diez libras esterlinas o más. E sta y otras
mostrar cómo los movimientos en Ja dirección del go-
medidas seguían todavía excluyendo a un buen 90 % de la
bierno dem ocr8ti . o se han enfrentado a la oposición, a las
población adulta, pero por primera vez concedían el voto
aun hasta R o ussea u. Véase "Madame de Stael" (de Ma rce! Gauchet) en Framrois F ureL a las clases superi ores industriales, comerciales y profesio-
y Mo na Ozouf,Dicrionnaire critique de la R évolurion fram; aise, P arís, Fla mmarion, 1938, nales. E l nuevo patrón monetario intro ducía también un
pp. R ousseau, a q uie n C onstant critica por ignora r esa d istinción, fue
ocasionalmente basta nte conscien te de ella, por eje mplo en s us Letrres écrites de la crit erio un íve rsalis ta qu e dejaba atr ás el sistema
"!om agne, como se observa en mis Shifting ínvolvemems , Prin ccto n, Princeton U niver- tradicional basado en la familia, el clan y el uso antiguo, a
s1ty Press, 1982, p. 98. [Existe edición en español del FCE.] menudo sumamente caprichoso.
106 R E T ÓRI C AS D E LA INTRANSIG E NCIA LA TESIS D EL R IESG O 107
E l rasgo no table en la adopción final de la Ley de únicamente el pueblo inglés es probable que se marchita-
Reforma fue que los aristocráticos whigsy sus aliados, que rían y morirían. Muchos panfletos contra la Reforma po-
la favorecían, eran tan host iles a una m ayor extensión del nían la cuestión en esos términos autoelogiosos. Uno de
sufragio a las "masas" como los recalcitrantes tones que se ellos, por ejemplo, cita un discurso del elocuente y liberal
oponían a la ley. Ambos grupos consideraban con horror George Canning (presuntamente pronunciado en alguna
esa p e rspectiva; implicaba la "democracia" -término otra ocasión, pues había muerto en 1827):
ampliame nte u tilizado como espantapájaros en lugar de Seamos sens ibles a las ventajas que tenem os la dicha d e goza r .
"su fragio universal" - , que sonaba progresista. En su Guardemos con p iad osa gratitud la llama de la genui na libertad, ese
m·o nografía clásica acerca de la Ley de Reforma de 1832, fuego del cielo, de la que nuestra constituci ón es el sagrado de pó-
J .R. M. Butler observaba en 1914: sito, y no man cillemos, por la eventualidad de hacerla más intensa
y más radiante, s u pureza, ni nos arriesguemos a qu e se e>..iinga.6
La palabra de mocracia en 1831 ocupaba la posición que la palabra
socialismo ocupa hoy en un contexto similar. Se entendía en el sentido Como los whigs y otros defensores de la Ley de Refo r-
de a lgo vagamente terrible que podría "llegar" y "llegaría" si las ma en la Cámara de los Comunes compartían esas preo-
clases respe lables no se mantenían unidas ... algo cataclísmático e cupaciones, así como la aversión general de la " clase
invasor. Si ll egara la democracia el rey de los lords d esaparecería,
y los viej os límites de. todas clases serían barridos:1 educada" a toda extensión sustancial de los derechos po-
líticos, la única manera en que podían justificar la ley era
E. ta clase de uso generalizado del argum ento del riesgo afirmar, co nvenciéndose a sí mismos, que las restricciones
qu edaba fa cil itada por el "cu lto a la constitución británi- estipuladas pa ra el sufragio serían un elemento perm a-
ca" que se había despertado en Inglate rra en el siglo xvm. 5 nente del orde n constitucional. En las últimas etapas J cl
Con los disturb ios revolucionarios en la vecina Francia y debate en l a Cámara de los Comunes, lord J ohn Russell
los vigor osos escritos de Edmund Burke ese culto resultó produjo debidamente una " declaración que pron to se hizo
considerablemente intensificado. Uno de sus principales famosa afirmando que los ministros consideraban la Ley
elementos consistía en celebrar el delicado equilibrio que como una me dida 'final' ". 7 Unos años después, un obser-
Inglaterra, se decía, había alcanzado al mezclar elementos :1
vador contemporáneo (Francis Place) ob:._;r· uba sarcásti- 1
1
de la r-.:akza, la aristocracia y la democracia. Los opo- camente: "Lord Grey y sus colegas ... se h an persuadido ck
nentes a la Ley de Reforma subrayaban el riesgo de que alguna manera inconcebible de qu e la reforma de la Cá-
la exte nsión del sufragio destruyera ese equilibrio. Más en mara de los Comunes podría ser, y tal como ellos lo
general, se alegaba que precisamente porque la "constitu- tramaron, sería 'una med ida final '." 8
ción" no hab ía sido creada por el intele cto humano, no E l extraño autoengaño a que se sometieron los defen-
debía ser cuestionada ni p isoteada por los humanos, pues sores de la ley debe tal vez algo al cri terio monetario
de lo contra rio los privilegios de libe rtad de que
6 Cit. en " "! he.: rea l charac1cr a nd tc ndcncy of lhe proposcd rcform ", panllc.:w
·IJ.R .M . Bu tler, The passing o/ the great R efon11 JJill, Nueva York, Augustus M. anó nimo, Londres, Roake & Varty, 1831, página 2 1.
7
Kd lcy, 1965, pp. 240-24 1. Asa Briggs, 771c age ofimprow:ment, Lo ndres, Longmans . G recns, 1959, p. 25S.
s Jhid. . p. 237. 8 Cil. en Dut le r, R efonn Bi/I, op.cit., p.257.
..... -

108 RETÓRICAS DE Lt\ JNTRANSIGENCIA


LA TES IS DEL RIESGO 109

específico del derecho político al que se habían aferrado. Mientras el argumento en favor de la reforma se
La cifra clave de diez libras esterlinas para los jefes de plegaba de esa manera, la retórica de los oponentes a la t·
familia de las ciudades tenía entre otras posibles cifras la reforma seguía firmemente·-ancfada en la tesis del riesgo. ·
clase de "prominencia o conspicuidad" que hacía conce- De hecho, el uso de esta tesis se hizo cada vez más fre-
bible que Ja línea se mantuviera allí contra futuras intru- cuente.a medida que avanzaba la democratización duran-
siones de la "democracia''. 9 lNo podría esa cifra adquirir te el último tercio del siglo, por lo menos hasta qu e resultó
con el tiempo la autoridad que investía a otros elementos bastante obvio que la extensión del voto a los sectores
de la sagrada constitución británica? populares no era fatal, después de todo, para las "antiguas
No habría de ser así, por supuesto. Treintaicinco años libertades" de Inglaterra. En la Cámara el principal ene-
más tarde, en 1867, después de meses de arduo debate y migo de la legislación era Robert Lowe, político liberal
de muchos cambios sorprendentes de posición, la Cámara que había servido de manera destacada en la admi-
de los Comunes aprobó la segunda Ley de Reforma, que nistración de Australia y tenía gran influencia mediante
se convírtió en el paso decisivo para abrir la puerta a la sus frecuentes colaboraciones de artículos de fondo en el
temida "democracia". Extendía el sufragio masculino a la Times. Rompiendo con la dirección de los whigs, se opuso
clase media e incluso a partes de la clase trabajadora, a la aprobación de la Ley de Reforma en varios discursos
puesto que se concedió el voto a todos los jefes de fami lia muy comentados, de los que el más elocuente es tal vez el
que hubieran sido residentes de su ciudad durante un año que pronunció el 26 de abril de 1866. Su molinete final
o más. Siguió habiendo restricciones monetarias básicas dice así:
los inquilinos y los habitantes de distritos rurales, y He trazado aquí, Señor, lo mejor que he podido, lo que creo que
D1sraelí alegaba todavía ocasionalmente que la ley sería serán los resultados naturales de una medida que ...está calculada ...
u:r:- "atalaya contra la democracia". 10 Pero con todo, él y sus para destruir una tras otra esas instituciones que han asegurado a
aliados no se molestaron esta vez en afirmar que las restric- Inglaterra una suma de felicidad y prosperidad que ningún país ha
ciones restantes al sufragio universal fue ran cosa «final"; por alcanzado nunca ni alcanzará probablemente. Con segurida d e l
heroico trabajo d e tantos siglos, los logros sin paralelo de tant:ts
el contrario, el conservador lord Derby, en su famoso discur- cabezas sabias y manos fuertes merecen una consumación más noble
so justo antes del voto decisivo, confesó francamente que al que la de ser sacrificados e n el altar ·pasión revolucionaria; o
votar por la aprobación el parlamento y el país daban "un del sensible ro e ntusiasmo por la humanidad. Pero si caemos,
salto en la oscuridad". 11 debemos caer m erecidamente. Sin c::;ta r acosados por un e ne migo
exterior, sin estar abrumados por alguna calamidad interna, sino en
9 Thomas C. Schelling, The s1ra1egy of co11j1ic1, Cambridge, Cambridge University la plétora de nuestra riqueza y en el exceso de nuestra prosperidad
Press, 1960, p. 57. demasiado exuberante, estamos a punto de d ernimbar :>1..ibr c
. °
1
F.B. S milh, The makingof thc seco11d Refonn Bill, Cambridge, Cambridge Univer-
nuestras propias cabezas el te mplo vene rable de nucsLra libertad y
s1ty Press, 1966, p. 233.
11 Véase Briggs, Age of improvemem , p. 513. E l último capítulo, sobre la Ley de nuestra gloria.12
Reforma de 1867, se inlilula "TI1e Jeap in the dark". La frase se ha rastreado hasta
Macaulay y uno d e discursos en favor de Ja Ley de R eforma de 1832, pe ro la hizo 12 TheRight Hon. Robe rt Lowe, M.P.,Sp ccchesand leuerson refom1 , Londres, 1867.
fam osa lord Derby en 1867. Véase Gertrudc Himmelfarb, Victorian minds, Nueva York,
página 170.
Knopf, 1968, p. 383.
110 R E TÓ R l C A S D E LA INT RAN SI GEN C JA LA TES IS D EL R lESG O '11 1
Este desah ogo trae a las mientes el fam oso grito de mucho que estoy convencido de que las instituciones pu-
madame Roland: " iOh libertad! iQué de crímenes se ramente democr átic as habrán de destruir tnrd e o tempra-
cometen en tu nombre!" Para ser un comentario adecua- no la liberta d, o la civi lización, o amb us cosas". 1•1 E l
do al discurso de Lowe y a muchos argumentos del riesgo argumento era doble: el saqueo de los ricos consiguiente
similares, sólo habría que modificarlo ligeramente para al sufragio universal constituiría en sí mismo una vulnera-
que dijera: " iOh libertad! iCuántas reformas se obstruyen ción de una libertad básica, la de poseer propiedades;
en tu nombre !" además, la tentativa de expoliar a los ricos llevaría pro-
El lirismo de Lowe evocando la libertad, desastrosa- bablemente a la intervención militar o al gobierno dicta-
mente sometida en n ombre de la extensión de los dere- torial, con la consiguiente muerte de la libertad. Como
ch o:; al voto, era apropi ad o para eigrandfinale, pero en el confirmación de esta última clase de secuela, Macaulay
cuerpo d e su discurso ofrecía en realidad razonamien tos dio mucha importancia a la manera en que la institución
más detallados acerca del daño específico que tal vez del sufragio universal en Francia después de la r evolución
resultaría de la legislación propuesta. El punto básico no de 1848 fue seguida poco después p or el régimen de Luis
es inesperado: la extensión del derecho al voto a la clase Nap oleón con su "despotismo, una tribuna silenciosa y
trabaj adora y a los pobres se creía a menudo que llevaría una prensa esclavizada". 15
con el tiempo a una mayoría y a un gobierno que expro- Más all á de la preocupación p or los derechos de la
piaría a los ricos, directamente o por medio de impuestos propiedad, el temor en cuanto a la estabilidad de las
expoliadores: violaría así una libertad básica, como el instituciones parlamentarias de Inglaterra y el manteni-
derecho a poseer y a acumular propiedades. Lowe lo dice miento de sus libertades civiles fue probablemente una
sin ambages: objeción importante al voto en favor de la reform a, y en
P orque soy un liberal...considero como uno de los riesgos más general a la "democracia". El hecho de que las preo-
grandes ... una propuesta ... de transferir el poder de las manos de la cupaciones similares de los oponentes a la ley de 1832 se
p ropie dad y la inteligencia, y colocarlo en las manos de hombres hubieran mostrado infundadas durante las décadas subsi-
cuya vida está lada necesariamente ocupada en las luchas cotidianas guientes n o imp edía a los pensadores conservadores argu-
por la exis tencia. 13 m entar que, aunque todo había ido bastante bien hasta
En otro lugar Lowe invoca hábilmente la considerable entonces, esta vez la reforma traería consecuencias desas-
autorid ad de Macaulay, que había sido uno de los artesa- trosas. El historiador W. E . H. Lecky dio un paso más y en
nos y de los m ás vigorosos abogados de la Ley Reform a la década de 1890 p ergeñó una edad de oro, demarcada
de 1832, pero que se oponía violentamente al sufragio por las fech as de las dos leyes de Reforma, en Ja que
universal sobre la base de que no podría sino llevar al Inglaterra había p ermanecido demasiado poco tiempo y
"saqueo" de los ricos. E n una famosa carta a un co- 14
Y!' e Babbingio11 Macau/ay, Tho mas Pinney ( comp.), Cambrid ge,
rresponsal estadunidense, Macaulay había escrito: "H ace Ca?1bndge U01vers1ty 198 1, vo l. 6, p. 94 . E n su carta M ac:t ulay se anticipa a Ja
tesis de fro n tera de Fredenck J ackson T urn er, segú n el cua l l:i fron tera estadunidense
actúa como una válvula d e seg uridad del con íliclo social.
13 ! bid.' p. 61. lS / bid.
112 R ETÓRICAS DE L A JNTRAN.SI GEN C JA L A TES IS DEL RIESGO 113

que después había abandonado estúpidamente: "No me i.Con qué ojos la miran las una
parece que el mundo haya visto nunca una Constitución deta llada descripción d e las polf t1cas pro tecc1 omstas
mejor que la que Inglaterra disfru tó entre la Ley de Re- adoptadas en todos los países con el sufragio llniversal,
forma de 1832 y la Ley de Reforma de 1867". 16 d esde el Canadá hasta Victon a y la Nueva Jel Sur
La hostilidad al sufragio sobre la base de que pondría en y principalmente hasta "América", que "so-
en riesgo el buen gobierno y la "libertad" la compartían, brep rotege la protección". .
en las últimas décadas del siglo XIX, pensadores conserva- Esta forma particular de la tesis del riesgo -1 a democracia
dores tales como James Fitzjames Stephen, sir Henry pondrá en riesgo el progreso económico - fue después muy
Maine y Herbert Spencer. Sus puntos de vista son repeti- subrayada por sir Henry Maine en su Populcz: govem-
tivos y sería tedioso extenderse en ellos. La mayoría de sus ment (1886), que era militantemente ant1democrático:
argumentos fue articulada por Robert Lowe en el fragor Que [toda persona competentem e nte instruida] t:n
de la batalla en torno de la segunda Ley de Reforma. espíritu las grandes épocas de invención científica y cambio
Produciendo numerosas variantes de la tesis del riesgo, dUiante los rlos últimos siglos, y considere lo q ue habría uc:ur11du s1
Lowe argumentab a que la "democracia" mina las institu- se hubiera establecido el sufragio universal en cualquiera uc dlos.
E l sufragio que excluye hoy el lib re mercado de los EstacJ, "
ciones intermedias, amenaza la independencia del poder
U nidos ciertamente habría prohibido la máquina de hilar y el telar de
judicial y el riesgo de que el país se vea compro- motor; 'seguramente habría excluido 1n;íq11ina trillado1a.19
metido en guerras.11
Una faceta en particular interesante de la tesis del Maine es taba tan embelesado con este argumento qu e
riesgo es su despliegue en la arena económica. Uno de lo embelleció en otro ensayo incluido en el m ismo libro:
los principales adversarios de Lowe en la Cámara de los Todo lo que ha hecho famosa a Inglaterra, y todo lo hecho
Comunes era su colega liberal John Bright, que había rica a Inglaterra, ha sido obra de minorías, a veces .de mmonas mu y
1 pe queñas. Me parece bastante que, s1 cuatro
,1 conocido su mayor momento de triunfo veinte años antes
siglos hubiera habido unos d erechos polit1cos ampha171ente
con el rechazo de las Leyes del Grano y que, siempre didos y un cuerpo electoral muy grande e n este pais, no .habna
1,
reformador, estaba ahora en la primera línea de batalla en habido ni11guna refomia de la religión, ni11gú11 cambio de dmastfa,
favor de la extensión de los derechos políticos. En el ninguna tolerancia del disentimiento, ni siquiera 1111 ex_acto.
1 La máquina trilladora, el telar de motor, la maq11111a de hilar Y
transcurso de su discurso del 26 de abril de 1866 Lowe
posiblem ente la máquina de vapor, hubieran prohibidos. Inclus.o
Í¡ recordó a Brigh t el riesgo a qu e la anterior conquista del
en nuestros días la vacun a e n extremo peligro, y po demos dcc1'.:l
mercado libre quedaría expuesta una vez que el derecho en gene ral qu e el establec1m1ento gradual de la? en el pode1 ,
al voto se extendiera a las llamadas masas: "Mire al mer- es un presagio de lo más negro para toda la leg1slac16n fundada en
cado libre. Si tenemos una joya en el mund o, es nu estra la opinión cicntífi ca.20
política de libre mercado. Lo ha sido todo pa ra nosotros.
l 18 Jbid ., p. 149.
19 Si r Henry Summer Mam e, Popular govemme111: Four essays, Nueva York, Henry
16 W .E.H. Leck)', De111ocracy a11d liberry, Londres, Longma ns, 1896, vol. 1, p. 18.
11 Holt, 1886, pp. 35·36.
17 Lowe, Spceches, op . cit., pp. 158, 161 , 147 y ss.
20 Jbid., pp. 97-98. Subrayado mfo.
114 RETÓRI CAS DE LA INTRANSIGENCIA
LA TESIS DEL RIESGO 115
De manera bastante interesante, el mismo argumento
habría de ser utilizado unos diez años más tarde por ese La promulgación de la Ley de Reforma de 1867 fue una
otro analista antidemocrático que nos es ya conocido, hazaña extraordinaria de "tráfico de reformas", que supe-
Gustave LeBon: ra tal vez el logro más famoso de la reforma del voto de
1832. * En su biografía de Gladstone, J ohn Morley llamó
Si las democracias hubieran poseído el poder que tienen hoy en la
época en que se inventaron los telares mecánicos, e l vapor y los
a ese asunto "u no de los más curiosos de nuestra historia
ferrocarriles, el logro de esos inventos hubiera sido imposible o sólo parlamentaria". 22 Una paradoja importante fue la manera
hubiera podido ocurrir al precio de r evoluciones y matanzas en que un gobierno conservador formado recientemente
repetidas. Fs afortunado para el progreso de la civilización que el con la guía de lord Derby y Disraeli, alcanzó finalmente la
poder de las masas empeLara a expandirse sólo cuando los gran- aprobaci ón de la ley, y no los liberales de Gladstone que
des descubrimientos de la ciencia y la industria se habían cum- habían introducido originalmente una ley de reforma más
plido ya.21
suave. Si por último los conservadores tomaron el lideraz-
E ntre los aspectos positivos de la experiencia del siglo go de la reforma electoral, es de suponer que muchos de
XIX el progreso económico y las numerosas innovaciones ellos no creían en las profecías que Robert Lowe y sus
técnicas que hicieron época eran sin duda los más impor- amigos habían hecho, siguiendo las líneas de la tesis del
tantes. Para la segunda mitad del siglo el mundo y la riesgo, acerca de las tenebrosas consecuencias de conce-
existencia cotidiana se transformaban visiblemente gra- der derechos políticos a una parte considerable de las
ci ns al ferrocarril y otros adelantos. Los que buscaban clases inferiores y medias. En realidad el propio Lowe
argumentos efectivos contra las propuestas de cambio confesó aquí y allá que era la mayoría liberal en la Cámara
social o político se sentían tentados por consiguiente a de los Comunes y no la "libertad" la que probablemente
alegar que tal cambio sería pernicioso para el futuro pro- se encontraría en apuros si hubiera de aprobarse la ley.
greso técnico. E ra difícil argüir, como en el caso de la Dirigiéndose a sus compañeros liberales, en uno de sus
"libertad", que la ((democracia" destruiría realmente los discursos advirtió que "gran número de esos nuevos elec-
adelantos técnicos que estaban ya establecidos. De modo tores son adictos a las opiniones conservadoras. Creo de
que la mejor forma después de ésa que t omó el argumento veras que la concesión de derechos políticos por el gobier-
del riesgo fue ésta: con el sufragio universal no habrá más no, si se lleva a cabo, desplazará a cierto número de
progreso técnico. Tanto Maine com o LeBo n expresaron excelentísimos caballeros hacia este lado (el liberal] y los
esa proposición de manera bastante independiente duran- sustituirá con un número igual de caballeros del otro lado
te las dos últimas décadas del siglo. La convergencia es [el conservador] de la Cámara". 23 Una vez aprobada la ley
tanto más significativa - en el sentido de que da fe de la ésa fue en efecto la explicación que se dio a veces del papel
compulsión a argumentar según ciertas líneas idénticas -
•Introduje el término "tráfico de reformas" [refonnmongering] en mi libro Joumeys
cuanto que el argumento mismo era palmariamente ab- toward p rogress (Nueva York, Twentieth Century Fund, 1963) para designar ciertos
surdo y casi inmediatamente se probó que lo era. procesos de cambio social que son intermedios entre las imágenes dicotómicas con·
vencionales de la "reforma pacífica" y la "violen ta revolución".
22 Cit. en Himmelfarb, Victorian minds, op. cit., p. 334.
21 Gustave LeBon, Psychologie des fou/es, París, Félix Alean, 1895, p. 44.
23 Lowe, Speechcs, op. cit., p. 76.
116 RETÓR ICAS DE LA INTRANSIGENCIA LA TES IS DEL RIESGO 117

que habían desempeñado los conservadores. Tal como lo fensores de la ley. A los riesgos de la acción siempre es
expresó un oponente a la ley: posible oponer los riesgos de la inacció.n. Una de las
formas que tomó este argumento típicamente "progresis-
El fantasma de una de mocracia conservadora era una realidad para
muchos hombres de indudable inde pendencia y vigor espirituales . ta" consistió en afirmar que en ausencia de la reforma la
Una vaga idea de que cuanto m ás pobres son los hombres, m ás gente a tip os de acción que serían infinitamente
fácilmente son influidos por los ricos ... d e que los tipos más rudos más riesgosas para la sociedad es tablecida que el voto.
de espíritu serían más sensibles a las emociones tradicionales ... Este importante argumento fue desarrollado por Leslie
todos estos argumentos ... concurrían a formar la clara convicción Stephen, el hermano liberal de James Fitzjames citado
de la masa del partido
antes como exponente de la tesis de la futilidad . Stephen
Fue precisamente acerca de tales fundamentos que argumentaba en favor del voto como medio de dirigir las
Mosca habría de oponerse más tarde a la extensión del energías populares por vías comparativamente inocuas y
sufragio universal en I talia: argü ía, como hemos visto, que de deslegitimar las formas más riesgos as de protesta
la abolición de los exámenes de alfabetización daría pri- popular, tales como las huelgas y los motines.25 Según este
mariamente derechos políticos a las masas rurales del Sur, argumento, el no aprobar la Ley de Reforma, y no su
cuyo voto sería después comprado o dictado de alguna adopción, sería lo que representaría un riesgo para la ley,
otra manera por los poderosos semifeudales. De modo el orden y la libertad.
que si algún efecto hubi era de tener, el sufragio universal
reforzaría el poder de los grupos gobernantes. Francia y Alemania: del J1esgo a la incompatibilidad
En la Inglaterra de la segunda mitad del siglo XIX las La batalla por la segunda Ley de Reforma es el caso
condiciones eran muy diferentes de las del m ezzogiomo paradigmático del pleno despliegue de la tesis del riesgo
económica y políticamente atrasado. Pero tal vez era pre- en reacción frente a la difusión de los derechos políticos.
¡
11
cisamente porque las libertades individuales habían arrai- Para la década de 1860, según un vasto consenso de la
gado de manera sólida mientras que del pueblo se pensaba opinión pública, en Inglaterra se habían realizad<? adelan-
que era, como le gustaba decir a Walter Bagehot, "defe- tos considerables hacia una sociedad bien ordenada,
rente" a la vez que "obtuso", por lo que la realidad de los económicamente progresista y razonablemente "libre''.,
riesgos conjurados por Lowe no encontró eco. Como ob- en espe..:ial por comparación con otras sociedades euro-
servarnos en el último capítulo, hasta conservadores como peas . Por eso no era sino natural preocuparse porque la
James Fitzjames Stephen criticaban ocasionalmente la proyectada democratización del voto pudiera poner en
extensión del sufragio según las líneas de la futilidad más peligro esos logros tan apreciados.
que las de la perversidad o del riesgo. En otros países la situación era muy diferente, y el
Además, el señalamiento de los riesgos de la libertad a progreso desde la dimensión " civil" de la ciudadanía de
que recurrían los oponentes a la reforma podían neutrali- Marshall hasta su dimensión "política", mu cho menos
zarse por otros riesgos hipotéticos evocados por los de-
25 W.L. Guttsman (comp).,A plea for democracy, pp. 72-92; y Hirschman, Shifting
24 Quanerly Review, 127 (1869), 541 -5 42, cit. en Himm e lfarb, op . cit., pp. 357-358. involvemems, op. cit ., pp. 115-116.

11
11
118 R ETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA LA TESIS DEL RIESGO 119
ordenado. El caso de Francia es de particular interés. El facio a la recopilación de sus discursos contra la reforma
país pasó por varias revoluciones, reacciones y cambios de en la Cámara de los Comunes.
régimen durante gran parte del siglo XIX, de mo do que Como resul tad o de estas circunstancias históricas la
las 1ihen ades individuales estaban lej os de haber que- tesis del riesgo te ndió a tomar en Francia una form a
dado asentadas con seguridad. Como consecuencia de bastante radical: se convirtió en la afirmación de que la
ello la tesis del riesgo no tenía credibilidad: es difícil democracia y la "libertad" son de plano incompatibles.
argüir que algo pueda estar amenazado cuando en rea- Uno de los orígenes de esta doctrina es probablemente la
lidad no es tá allí. famosa dis tinción de Benjamín Constant, mencionada
Además, cuando el sufragio universal de los varones antes, entre la libertad de los antiguos - la libertad (y
llegó a Francia, no fue después de un largo debate explí- la obligación) de participar en los asuntos públicos- y la
cito como en Inglaterra. Más bien prácticamente de la libertad de los modernos - el derecho a una amplia esfera
noche a la mañana el sufragio sustituyó el sistema censi- donde la vida privada y los negocios de cada uno pueden
taire de la Monarquía de julio, durante los primeros exal- llevarse a cabo sin interferencia o intrusión por parte del
tados días de la revolución de 1848. A partir de entonces Estado.
el sufrabo io universal nunca fue abolido formalmente. Tras Aunque Constant mismo estaba plenamente cons-
el poder en 1851, Luis Napoleón eliminó efecti- ciente de la necesidad de combinar esas dos libertades, la
vamente algunas restricciones de residencia y otras pare- distinción que estableció favoreció la idea de dos domi-
l·i d us que se habían impuesto en 1850 para impedir que nios de la libertad enteramente separados, cuya confusión
vo taran los estratos m ás pobres. Alo largo de su régimen (por Rousseau en primer lugar, y después, siguiendo sus
represivo organizó plebiscitos sobre la base de un sufragio pasos, por los jacobinos) se decía que había p roducido
universal sin atenuantes, acreditando así la idea de que el resultados h i:.-. tóricos desastrosos. Casi medio siglo más
sufragio universal, al que entonc es se llamab a tarde, la separación y la incompatibilidad de los dos con-
"democracia", no sólo no va de la mano con la "libertad", ceptos era reafirmada, si n ninguna de las sutiles califica-
sino que puede muy bien ser su antítesis.
ciones y reservas de Constant (y sin ninguna referencia a
Refiriéndose al cierre de un periódico para el que
su ensayo seminal) por el historiador conservador Fustel
escribía, el prominente liberal de la época M. Prévost-Pa-
de Coulanges en su influyente obra L a cité antique, publi-
radol expresó sin ambages el asunto: "El progreso de la
cada por primera vez en 1864. Obra erudita y en muchos
democracia no tiene nada que ver con el de la libertad, y
aspectos inaugural de reinterpretación de la religión y las
una sociedad puede hacerse cada vez más democrática sin
instituciones de los griegos y los romanos, Fustel deja
tener ni la más remota idea de lo que es un Estado libre". 26
claro desde sus primeras páginas que escribió el libro con
No c.s de extrañar que esta frase se citara destacad amen te
(aunque fuera de contexto) por Robert Lowe, en el pre- el propósito expreso de presentar la sociedad antigu a en
general, y la li bertad antigua en particular, corno algo
26 L.APrévost-Paradol, Quelques p ages d'histoire contemporaine, serie 4, Parfs, totalmente ajeno a l entendimiento y la sensibilidad
Michel Lévy, 1867, p. vi. mo de rnos:

. -... . ---- ....-... ---- ........ ___ .,.... t•J&ima± te . - - -


120 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCfA LA TESIS DEL RIESGO 121
sobre todo de hacer resaltar las diferencias radicales y que la famosa democracia de la antigüedad implicaba una
que distinguen para siempre a aquellos pueblos antiguos
de.las soc1eda?es modernas .. .. ya que los errores en esta materia no total ausencia de libertad, tal como se entiende moderna-
dejan ser nesgosos. La idea que los modernos se han formado mente este término. Pensar de otra manera era "un error
de Grecia y Roma con frecuencia los ha desorientado. Por haber singular entre todos los errores humanos". La lección
mal las instituciones de lí'I ciudad antigua, se ha preten- implícita de la historia seguía muy de cerca las líneas de la
dido entre nosotros. Se ha alimentado una acerca tesis del riesgo: imitad a la ciudad-Estado griega, intro-
la libertad entre los antiguos, y esta es la razón por la cual la
l!b':rtad entre los modernos ha quedado en riesgo [mise en péril]. Los ducid la gestión democrática, y p erderéis Ja parte de liber-
ult1mos ochenta años de la historia de nuestro p aís han mostrado tad que habéis penosamente ganado. Esta posición por
claramente que de las grandes dificultades que se oponen a la supuesto iba mucho más lejos que lo que haya podido
de la sociedad moderna es s u hábito de tener s iempre ante querer decir Benjamin Constan t.
los OJOS la an tigüedad griega y la romana.21
La idea de que la democracia es incompatible con el
A de Benjamin Cons tant, Fustel no acepta ya mantenimiento de las libertades individuales pe rdió su
que lo.s antiguos hayan desarrollado y practicado en abso- credibilidad en Inglaterra una vez que se hizo evidente,
luto variedad importante de libertad. E n un capí- después de la aprobación de la segunda Ley de Reforma
tulo ultenor habla despectivamente de los logros políticos de 1867, que la participación de las masas en las elecciones
de la democracia ateniense: "Tener derechos políticos populares no causaba ningún daño visible al bien estable-
votar, nombrar magistrados, poder ser arconte, eso era cido sistema de libertades civiles del país. Pero lqué
que se llamaba la libertad; pero el hombre no por ello sucedía en otros países? Allí podía tal vez rescatarse esa
estaba menos sometido al Estado".28 idea, particularmente si el argumento del riesgo se plan-
. la libe.rtad" con la "libertad teara de una manera más general, tal como: la democracia
md1v1dual , Fustel sostema que la hbertad era inexistente es incompatil?le con alguna herencia previa, por ejemplo
entre los antiguos: "no habían ro nrebido siquiera Ja idea" con una característica nacional amada.
de tal concepto. Ideas de esta clase pueden efectivamente rastrearse en
i:-os antiguos no ni la libertad d e la vida priva d a ni la varios escritos de observadores tanto ingleses como de
li?ertad de la educac10n m la libertad religiosa. La p ersona contaba otros países. Su punto de partida es una preocupación por
bien poco frent.e a aquella autoridad santa y casi divina que lo que hoy llamaríamos la fundación de la democracia en
llamab_an la patna o e l Estado ... La vida de un hombre no estaba la personalidad. lHay algún tipo de personalidad hu mana
gara_ntizada en cuanto se tratase del interés de la ciuda d. La funes ta que haga posible la gestión democrática y algún otro que
máxima de que el bien del Estado es la ley suprema fue formulada
por la antigüedad. 2 º la impida, de modo que ciertos rasgos de carácter tendrían
que abandonarse en nombre de la democracia? O , puesto
El argumento explícito de F ustel era, en una palabra, que los diferen tes países tienen diferentes "caracteres
nacionales", lhay algunos cuyos ciudadanos tengan menos
d r:_ langes, La ciJé anrique, París, Hachette, 1885, pp. 1-2 . Subrayado mío.
fbt d, p.
29 /bid.,
-º"· aptitud para la democraci a, mientras qu e están qu izá más
pp. 268-269.
dotados, digamos, en el terreno artístico? Las especula-
¡,
122 RETÓR ICAS DE LA INTRANSIG ENCIA
LA fES IS DEL RIESGO 123

ciones de esta clase se hicieron en particular atractivas política civilizada de su país, a la vez que conmovedoras
cuando, después de 1a Reforma y más aún con la Re- debilidades. No se necesita m ás que un ligero cambio de
volución francesa, los caminos y las experiencias políticas percepción, sin embargo, para verlos como una des-
de países europeos descollantes tales como Inglaterra o 1 ventaja, o más bien como un precio que hay que pagar por
mantener una sociedad libre. Este paso estuvo a punto de
Francia divergían básicamente y al parecer de manera
duradera.30 Se hicieron esfuerzos por explicar esas dife- darlo Walter Bagehot que, unos sesenta años después e.le
rencias apelando a los caracteres contrastantes de ingleses Bur.ke, comparó una vez más el sistema político y el carác-
y franceses. Burke se entregó a este género cuando escri- ter mgleses con los franceses, esta vez en ocasión de otra
bió bdllantemente en 1791, en una carta abierta a un "convulsión" en el país vecino, la secuencia de la Revolu-
ción de febrero, las matanzas de junio y el golpe de Estado
corresponsal francés:
de 1848-1851. El análisis de Bagehot de la diferencia entre
La sociedad no puede existir a mt.!nos que se coloque en algún lugar franceses e ingleses es similar al de Burke, con la diferen-
un poder de control sobre la voluntad y el apetito, y cuanto menos cia de que, por medio de sus formulaciones paradójicas,
h nya dentro, más habrá fu era. Está ordenado en la eterna cons-
hace aparece r a los ingleses bastante menos atractivos de
titución e.le las cosas que los h ombres de espíritu intemperante no
pueden ser libres. Sus pasiones forjan sus cadenas. Esta sentencia, lo que Burke lo hizo. Habla así de "mucha estupidez"
la parte prevaleciente de vuestros conciudadanos la ejecuta sobre como de "algo que concibo como más o menos la cualidad
sí mis ma.31 mental esencial de un pueblo libre" y proclama, parafra-
casi a Burke, que "las naciones, lo mismo que los
Burke expresa aquí una teoría cultural, racial y culmi- md1v1duos, pueden ser demasiado listas para ser prácticas
nante que atribuye la ausencia endémica de libertad en y no bastante lerdas para ser libres". 33
Francia al carácter ardiente de sus ciudadanos. En las Un comentador reciente ha observado humorística-
Reflections Burke había subrayado ciertos rasgos curiosos mente que algunos de los pasajes más escandalosos de
de los británicos: "nuestra hosca resistencia a la innova- Bagehot, tales como los qu e aca t;am os de citar, "deberían
ción" y "el frío flematismo de nu es tro carácter nacional", llevar un asterisco con la observaciónpas devant les do-
así como el hecho de que "en lugar de deshacernos de mestiques". 34 En realidad podría haber sido más importante
nu estros viejos prejuicios, nos encariñamos con ellos por- ocultar de alguna manera esos pasajes a los observadores
qu e son prejuicios". 32 extranjeros no simpatizantes, y en particular señalarlos
Para Burke estos diversos rasgos (en particular la famo-
sa "flema" británica) son ingredientes esenciales de la vida 33 WalLer Bagehot, "Letter on the new Constitution of France and the aptitude of
lhe French character for national [reedom" (20 de enero de 1852); reproducida en
St. Bagehoc: A study of his life and thought togcther wich a
30 Furet subraya este punto en "Burke ou la Cin d'u11e s,·ulc histo irc d 1: selec11onfrom h1spolwcalwmmgs, Bloommgton, Indiana UniversityPress, 1959, páginas
l'Europe", Le Débat, 39, marzo-mayo de 1986, pp. 56-66. 424, 426.
31 Ed mund Burke, "Letter Lo a member of 1he F rench National Assembly in answer . 3: Stefan Collini , y John Burrow, That 11oblescienceofpoli1ics:A srudy
to so rne objeclions to his book on French a[fairs", en Burkc, Works, Boston, Littlc, m Nmereemh-Centttry mtellecrua/ history, Cambridge, Cambridge University Press, 1983,
Brown, 1839. vol. 3, p. 326. p. 175. [Existe versión en español del FCE.]Según el prefacio de este excelente estud io,
n Edmund Burke, Refiections on che Revo/u1io11 in France, Conor Cruise O'Brien el ca pftulo sobre Bagehot del que to mo la cita fue escrito por Burrow.
(""'"l-l · .: intr.), Mid dlcscx, P enguin Classics, 1986, pp. 125-126.

--··--·-- __________
124 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA LA TES IS DEL RIESGO 125

con la indicaciónpas devant les allemands. Otros sesenta notable capacidad ... de promover metas colectivas" tien en
años después, y durante otra convulsión, la de la primera una contrapartida negativa en un "relativo parroquialis-
Guerra Mundial, un prominente sociólogo alemán, el mo, estrechez intelectual y falta de sentimiento por la
generalmente astuto Max Scheler, reanudó el mismo de- libertad del intelecto individual tan original, y en un con-
bate y arguyó que algunos de los correlatos de la demo- vencionalismo... inconcebible para nosotros los alema-
cracia en la personalidad, descritos como' encantadoras nes". Según Scheler, estos diversos negativos
rarezas por Bui" ke y como paradójicas ventajas por Ba- están íntima e inevitablemente relacionados con los posi-
gehot, eran en realidad defectos graves y fundamentales. tivos; además, el peculiar nexo entre características po-
La comparación era ahora entre los ingleses y los alema- sitivas y negativas, o entre virtudes y vicios, de los sistem ::.is
nes y entre las respectivas aptitudes para la democracia de inglés y alemán no se romperá nunca, por lo menos "mien-
esos dos pueblos. tras siga existiendo una característica espiritual unitaria
En un ensayo publicado por primera vez en 1916, Sche- de eso que llamamos 'el pueblo (Volk)
ler se dispuso a impugnar la pretensión de los aliados La idea de incompatibilidad - sólo se puede tener una
según la cual la guerra oponía a las "democracias" y a las clase de libertad al costo de la otra - que da form ulada
"autocracias"; afirmó, por el contrario, que todas las aquí de manera extrema. A diferencia de Ro bert Lowc,
"grandes naciones" han desarrollado sus propios tipos que argumentaba según esos lineamientos para oponerse
muy diferentes de formas democráticas.35 Al contrastar los a la introducción de una nueva clase de libertad (la exten-
I· tipos inglés y alemán, Scheler señala una "trágica ley de la sión del derecho al voto), Scheler imaginaba que las dife-
\! naturaleza humana" según la cual la "libertad espiritual" rentes naciones escogen, como si dijéramos, e ntre varias
del individuo está necesariamente en relación inversa con combinaciones disponibles de libertades y servidumbres,
\' la libertad política: en Alemania el "magnífico sentimien- cada una según su propio genio volkisch. *Esta estra folariu
·\ to (Sinn) por la libertad espiritual, el aliento espiritual, y construcción de suma cero ilumina, como señalaré más
11
por la desconexión del Estado respecto a la más íntima adelante, un componente conceptual b ásico (y también
esfera de la personalidad" va de la mano con la "subordi- muy dudoso) de la tesis del riesgo -y opera, en el proceso,
nación con frecuencia demasiado gustosa [del individuo] corno una especie de reductio ad absurdum de la tesis en
a la autoridad del Estado ... e incluso con cierta tendencia su forma más virulenta. El argumento mismo era evi-
al servilismo político'', mientras que en Inglaterra el dente mente fruto del apasionado compromiso na-
" acento en la libertad política ... , el tradicional recelo en cionalista de Scheler durante la guerra. De hecho,
cuanto a las interferencias del poder estatal y hasta la inmediatamente después de la guerra Scheler despedazó,
como perniciosa "enfermedad alemana", la combinaci(in
35 Max Scheler, "Dcr Geist und die idee lle n Grundlage n der Dcmokratien der

:r grossen Nationcn" (El espfritu y las bases ideacionales de las democra cias de las gra ndes
naciones), reimpreso en Scheler, Schriften zur Soziologie und Weltanschauungslehre, 2a.
36 Scheler, "Der Geist", pp. 182-183.
• Este género tiene a ntecedentes ilustres: en su poema " An uie Dcutschen" (A los
ed., Bern, Francke, 1963, Gesammelte Werke, vol. 6, pp. 158-186. Véase también los alemanes), Holde.rlin caracterizaba a sus compatrio tas, con la frase famosa (Y qu e
ili interesantes comentarios sobre este ensayo en Adolph Lowe, Has freedom a future ?,
Nueva York, Praeger, 1988, pp. 68-73.
pronto serfa famosa mente inadecuada): ra1e11an11 tmd gedankem ·oll ("po¡,rcs de actos y
ricos de pensa miento").
Ir.ili .
...
h
11
¡

126 RETÓRICAS DE LA INTRANSIG ENCIA LA TESIS DEL H. !ESGO 127


misma de Tnnerlichkeit (intensa vida interior) y servilismo Londres durante la segunda Guerra Mundial. 38 Que eJ
ante la autoridad que tres años antes había presentado nuevo argumento del riesgo naciera una vez m ás en
una "ley de la naturaleza humana" y como caractensttca Inglaterra no es en efecto algo tan fortuito como podría
indeleble de la variedad alemana de la democracia.3 ' parecer. Como en la década de 1860 las libertades indivi-
duales (así como la gestión ya pa ra entonces democrática)
gozaban de buena salud en la Inglaterra de la década de
EL ESTADO BENEFACTOR COMO AMENAZA A LA
LIBERTAD Y A LA DEMOCRACIA
1930, una vez más se les podía describir como amenaza-
das, porque estaban presentes y porque recientemente
E l argumento de que los hacia la dem?cracia habían quedado ahogadas en otro importante país "avan-
ponen en riesgo las libertades md1viduales fue articulado zado", en este caso Alemania-Austria. Y así como en la
e.le la manera más plena en Inglaterra la Inglaterra de la década de 1860 habían surgido fuertes
111 itad del siglo xrx. Como ya sugerimos, la razon radica en demandas por extender de manera considerable los de-
el desarrollo desigual de la "libertad" y la "igualdad" (en rechos políticos, la experiencia de la Gran Depresión en
el sentido de igualdad de derechos al voto para l?s va- la década de 1930 en Inglaterra había llevado a fuert es
rones) entre los Estados europeos más gran?es: en demandas de un papel más activo del Estado en la econo-
Inglaterra estaban establecidas las I.ibertades md1v1dual.es rn!.a, mismas que tenían tambié.n, en parte por la influencia
y podían por consiguiente - con cierta ayuda de los dis- de Keynes, un nuevo poder de p ersuasión. En este punto
turbios de Francia- presentarse como vulnerables en una Hayek, con la autoridad de quien, dado su trasfondo aus-
época e n que poderosas fuerzas políticas levan:a_IJan triaco, conocía perfectamente la naturaleza precaria de la
clamor en favor de la extensión de un derecho politico aun libertad, emitió su elocuente advertencia de que la inter-
entonces bastante restringido. ferencia gubernamental en el "mercado" sería destructiva
para la libertad.
Paso ah ora a una encarnación subsiguiente de la tesis
der riesgo. La pretensión· más contemporánea y por lo Hay un capítulo en el libro (capítulo 9) que, con el
tanto más fa miliar es que ·e-s -el Estado benefactor el que encabezado de y libertad", trata en específico
de asuntos de política soélaI. LlS"ri·é·o co.nservadores de hoy
pone en riesgo las individuales ª?í como la
se escandalizarían con su lectura, pües H<.11ck va sorpren-
gestión democrátic9:·_.. los P.r!meros ru-
dentemente lejos en apoyar lo que m ás tarde se llamaría
mores de este argumento se ongmaron tamb1en en I ngla-
Estado benefactor. Sale en defensa de "la certidumbre de
terra, donde la acusación fue esbozada en la famas.a The
un mínimo dado de sostén para todos", es decir, de "un
road to setfdom de Friedrich Hayek (1944 ), escnta en
mínimo de alimentos, techo y vestido suficientes para
37 Véase el e nsayo de Scheler de 1919 "Von preservar la salud y la capacidad de trabajar", así como de
dos cnfcr mcd:id cs al e manas), e n Schriften Zltr ºP: cu., PP· 204. 219. d We/-
Sc hcl e r pul,li có ambos en una rccopilac16 n wul ad a Na11on an 3B Friedrich A Hayek, The road ro serfdom, Chicago, University of Chicago Press,
·
1a11schm111m.; "" n1nc;c1n:1 re rere nc1·.,i en su ¡)1.,r.,º
• ·io Ja co nt r:1d1cc16 n entre e 1 redición , 1976.
1k l 'Jl ü y e l de 1919.

! "-·· - -- ·-·- - --·- ----·-------------ll!!!!lmle!!mm________


LA TES IS DEL RIESGO 129
128 R E TÓR ICAS DE LA INTRANS IGENC IA

un seguro asisti do por el Estado contra la enferme dad los diversos campos de la política e conómica, pero el argu-
accidentes y los desastres naturales. Critica, claro, mento se expresaba en términos tan generales que aún ern
tipo de "planeación de la seguridad que tiene un efecto eminentemente útil cuando las med idas del bienestar
tan insidioso en la libe rtad" y previene tambi én que "las social encabezaron la agenda de los reformadores.
La estructura básica del argumento era n o t..iblemente
se siguen ahora por todas partes, que ofrecen
el pnv1leg10 de la seguridad ora a tal grupo ora a tal otro sencilla: toda tendencia a la expansión del radio del go-
estan... creando rápidamente condiciones en que la lucha'
/ bierno está destinada a amenazar la libertad. Esta afirma-
por seguridad tiende a hacerse más fuerte que el amor ción se basaba en el siguiente razon amiento : i) la gente
a la hbertad" .39 Pero en aquel tiempo, la crítica de Hayek generalmente no p uede ponerse de acuerdo más que en
a las políticas de bienestar social era notablemente res- unas pocas tareas comunes; ii) para ser democrático el
tringida en una obra por lo de más tan militante. T al vez gobierno tiene que ser consensual; iii ) el gobierno demo-
no pudo e ' :tar co mp artir, o no quiso ofender, el abruma- crático sólo es posible por consiguiente cuando el gobier-
dor sentimiento de solidaridad y comunidad que era tan no confina sus actividades a las p ocas sobre las que la gente
característic_o de la Inglaterra de los tiempos de guerra y puede ponerse de acuerdo, y iv) de ah í que cuando el
Estado asp ira a emprender importantes fu nciones adi-
que se reflejab a en el apoyo virtualmente unánime de la
1. opinión pública al Informe Beveridge, esa Carta Magna cionales, encontrará que sólo puede h acerlo por coerción, /
y tanto la libertad como la democracia serán destruidas. ,.
del Estado benefactor, cuando se publicó a fines de 1942
sólo un año más o menos antes de The road to "El precio que tenemos que p agar por un sistem a demo-
Como pronto se verá, Hayek pasó a una p osición mucho crático es la restricción de la acción del E stado en aquellos
terrenos donde puede obtenerse el acuerdo." E sta es la
.. crítica_ g:ie los sentimientos de tiempos de
guerra se habian aplacado y las disposiciones del tipo del manera en qu e Hayek expresó la cuestió n fund amental ya
Estado benefactor se habían expandido efectivamente en en 1938 en un trabajo que menciona en su prefacio a The
muchos países durante la primera pécada de la posguerr a. road to seifdom , diciendo que conti ene el "argumento
Con todo y sus restricciones, The road to seifdom dio sin central" de su libro.41 En otras palabras, la propensión a la
embargo un amplio fundamento para inf c rir que el Estado "servidumbre" de cualquier país es una funci ón directa,
benefactor amenaza la libertad y la democracia. El libro monótonamente creciente, del "radip" del gobierno. Este
1 argumento simplista es aún el puntal principal de la tesis
fue ante todo como una polémica contra la "pla-
1 neac1ón o co ntra lo que a Hayekle parecía una tendencia del riesgo aplicada al Estado benefactor.
.1 .
o unas pres10nes, hacia u n pap.'I más activo de l Estado en
' El propio H ayek pasó a un ataque explíci to contra el
1 E stado bene factor esa línea en su siguiente publi-
pp. 120 -121, 122, 128.
39 Jbid., cación importante,The constitution of liberty (1960) . Ocu-
11 40 VéaseJoséHarris, "Einige Aspekle derbrilischen Sozialpolili kwiihrcnd des Zwcile n
.(Algunos aspectos de la polflica social brilánica durnnlc la segunda Guerra 41 Friedrich A Hayek. "Frccdo m an d lhe economic syslcm ", Co111emporary Review,
1
Mundial), Die EnLSrehung des Wohlfahrtssraats i11 Grossbriumn ien 1111d Deutschlant4 1850- 153, abri l de 1938; reimpreso en fo rma ampli<1cl;1 en P11blic Policy Pamphlcr, 29, de H.D .
,,,1 1950 (El desarrollo del Estad o benefaclor en G ran Bretaña y Alema nia, 1850-1950), de
Wolfgang J. Mo mmsen (comp.), Sluttgart , KJe n -Co lla, 1982, pp. 255-270.
Gideonse, (comp.), Chicago, U nivcrsily o( Ch1ca¡;o Press, 1938, p. 28.

\\¡,.
130 R ETÓR lCAS DE LA INT RANSIG E N C IA LA TES IS DEL RIESGO 131

pa la totalidad de la terce ra parte (capítulos 17-24) de esa proporcionar ciertos servicios - poder que, a fin de lograr
obra, titulada " La libertad en el Estado benefactor". En su propósito, tiene que usar para la coerción discrecional
el cap ítulo inicial de esa sección, "La declinación del de los individuos".43
socialismo y el nacimiento del Estado benefactor", Hayek La afirmación de que el Estado benefactor es una ame-
parece casi lamentar retrospectivamente haber estado naza a la libertad y a la democracia n o era particularmente
ladrando a quien no debía en The road to seifdom: por una creíble cuando Hayek la hizo en 1960. Durante las dos
diversidad de ideas que expone, sus blancos principales en primeras décadas de la posguerra la opinión pública en
aquel libro, la y e l socialismo en su Occidente había quedado básicamente convencida de qu e
ortodoxa marxista, han perdido gran parte de su atractivo la legislación de bienestar público expandida, en la mayo-
tanto para los obreros como para los intelectuales el ría de los países después de la guerra, había contribuido
periodo de la posguerra. Pero lejos de que todo ande de manera importante no sólo al crecim iento económico
hay todavía amenazas de que p recaverse: son en reahdad y a la suavización del ciclo de los negocios, sino también a
tanto más graves p or ser más insidiosas, mientras que los la paz social y al fortalecimiento de la democracia. Las
ex plane adores y ex socialistas siguen a una mismas conferencias de 1950 de T. H . Marshall acerca de
"distribu ción de los ingresos [que] se hara comc1dir con su "La ciudadanía y la clase social" que hemos mencionado
con cepción de la justicia social... en consecuencia, aunque aquí de manera tan prominente, consagraban al Estado
el socialismo ha sido en general abandonado como meta benefactor como el logro que coronaba la sociedad oc-
po r la cual luchar deliberadamente, no es cierto en modo cidental, puesto que complementa las libertades indivi-
alguno que no h ayamos de establecerlo todavía, aun cu an- duales y la participación democrática con un conjunto de
do indeliberadamente" .42 adquisiciones sociales y económicas . E l consenso en tomo
D esde esta persp ectiva, es el Estado benefactor lo que de esta idea queda bien descrito por Richard Titmuss, que
se muestra ahora como el nuevo riesgo principal para la en 1958 escribía:
libertad. Aunque ·a lgunas de las prudentes Desde (1948] sucesivos gobiernos, conservadores y laboristas, se
de Th e road to seifdom están en unas pocas páginas m1cia- han atareado en la operación más efectiva de los diversos servicios,
les del caµítu lo acerca de la seguridad social, Hayek des- con extensiones aquí y ajustes allá, y ambos p artidos, dentro y fuer:.i
pliega en efecto u na crítica detallada, exhaustiva, su de su gestión, han proclamado el mantenimiento del "Esta do
benefactor" como artículo de fe. 44
extenso tratamiento subsiguiente. Así, se denuncia la
seguridad social en términos bastante generales la En la mayoría de los países industrialmente avanzados
redistribución del ingreso es ahora "su meta efectiva Y prevalecía una situación pare cida. La abrumadora apro-
confesada en todas partes". Y el tema principal es una Y bación y la popularidad en que se complacía el Estado
otra vez el del riesgo: "La libertad está críticamente ame- benefactor durante la larga luna de miel de la posguerra .1
nazada cuando se da al gobie rno el poder exclusivo de '
1 "-' Jtml., pp. 239 -290.
44 Richard Titmuss, Essays on lhe " Welfare State" , Londres, Allen & Unwin, 1958,
42Friedrich A. H ayek, The co1istinuion of liberry, Chi cago, University o( Chi cago
página 34.
P ress, 1960, p. 256. j
!/
132 R ETÓ RI CAS D E LA ! 1-ITRANSIGENCfA LA TES IS D E L RIESGO 133

contrasta marcadamente con la generalización de la hos- miento económico y actuaban a su vez como los fam osos
tilidad con.que, como observamos en el capítulo 2, tropezó "estabilizadores incorporados" (built-in) que sostendrían
Ja expansión del derecho al voto en el siglo XIX. Había por la demanda de los consumidores en cualquier recesión.
supuesto voces discordantes, como la de Hayek, pero en Esta particular Harmonielehre (doctrina de la armonía)
comparación con aquella época anterior, se logró un no- fue irp.pugnada implícitamente a comienzos de los años
table consenso: e 1 punto de vista dominante era que la setenta por James en su artículo "The fi scal
gestión democrática, la gestión macroeconómica keyne- crisis of the State',., ampliado después en forma de libro
siana que aseguraba la estabilidad y el crecimiento económi- con el mismo título. 45 Allí donde otros habían visto armo-
cos, y el Estado benefactor, no sólo son compatibles, sino que nía, O'Connor fo rmulaba la impresionante tesis de c¡ue el
se refuerzan uno a otro casi providencialmente. Todo esto Estado capitalista moderno estaba dedicado a "dos fun -
cambió radicalmente con los acontecimientos :._ revueltas ciones básicas y con frecuencia mutuamente contradicto-
estudiantiles, Vietnam, golpes petroleros, estanflación- de rias" : primero , e l E stado deb e asegu ra rse ele que tenga
fines de los años sesenta y comienzos de los setenta. El lugar una inversión neta continua, una forma ción de capi-
resultado fue un renovado grupo de tesis del riesgo que tal o en términos marxistas, una acumulación por los
' '
capitalistas: ésta era la "función acumulativa" del Estado;
pronto hizo su aparición con refuerzos mutuos.
El alegato inmediato no era que el Estado benefactor en segundo lugar, el Estado debe preocuparse por mante-
pusiera··en riesgo la democracia o la libertad, sino que no ner su propia legitimidad proporcionando a la población
casaba co n el crecimiento económico. Así como Robert patrones de consumo, salud y e ducación apropiados: ·esta
L owe y otros opositores británicos a la reforma del voto es la "función de legitimación" del Estado. 46
habían advertido en la segunda mitad del siglo XIX que la lPor qué habrían de ser estas dos
extensión de los dere ch os políticos minaría el progreso funciones, es decir coartarse una a otra produciendo una
técnico y el libre mercado, orgullosísimos logros de la "crisis"? En contraste con el nítido silogismo de la propo-
época que acababa de term inar, así se al egaría ahora qu e sición de Hayek que relacionaba el crec1 c nte "radio" de
el Estado benefactor pondría en riesgo el conspicuo éxito la actividad estatal con la ru ina de la libertad, o ·c onnor
económico del periodo de posguerra, es decir el creci- nunca lo dice del todo, aunque insiste m ucho .en
miento dinámico, el bajo desempleo y los ciclos de nego- cuántas te ndenci as al presupuesto la 111llució11
cios lindamente "suavizados". y Ja rebeldía ante el im pu esto pudo docu mentar en esa
Se dio una primera voz de alerta desde la izquierda, época como resultado de la expa nsión delo que é l llam ab a
siempre atenta a las "contradicciones" emergentes del the waifare-welfare state. Este término h abía sido creado,
capitalismo. El pensamiento keynesiano, dominante por por supuesto, p ara criticar al E stado benefactor desd e la
l entonces, miraba el crecimiento y la estabilidad econ u mi-
cos, por una parte, y los gastos del Estado benefactor, por 45 James O'Connor, Tite fiscal crisisofchesrare, Nueva York, St . Martin's Prcss, 1972;
el artículo del mismo título apareció en Socia/is/ 1, ene ro-febrero de 1970,
111 la otra, como mutuamente sostenidos: los "pagos de trans- páginas 12-54.
ferencia" expandidos se hacían posibles gracias al crecí- 46 O'Conn or. Fiscal crisis, p. 6.
134 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGE NCIA LA T E S fS DEL RfESGO 135
izquierda. En varios aspectos sin embargo el ataque de dentales a mediados de la década de los setenta le dieron
O'Connor tiene mucho en común con algunas críticas ah ora una credibilidad de que carecía cuando Hayek ha-
desde el lado opuesto del espectro político, como puede bía apelado a ella qu ince años antes. La inestabilidad
verse por la siguiente frase que es tal vez lo más cercana política intensificada o el malestar de varios países occi-
a una explicación de su supuesta contradicción: "La dentales clave tenía en realidad orígenes muy diversos: el
acumulación de capital social y gastos sociales [para la escándalo Watergate en los Estados Unidos, la debilidad
salud, la educación y el bienestar] es un proceso irracional de los gobiernos tanto conservadores como laboristas en
desde el punto de vista de la coherencia administrativa, la la Gran Bretaña, la brusca escalada del terrorismo en la
estabilidad fiscal y la acumulación de capital potencial- Alemania Occidental y las incertidumbres de la Francia
m en te p rovechosa." 47 posgaullista. Sin embargo, muchos analistas políticos ten-
En medio de los numerosos descontentos de los años dieron a hablar de una general " crisis de gobernabilidad
setenta, la noticia de que una contradicción hasta entonces (o ingobernabilidad) de las democracias" como si fuera una
n o diagnosticada del capit alismo se había descubierto en aflicción uniforme. Hubo también mucha palabrería acerca
los Estados Unidos se divu lgó rápidamente, por muy va- de la "sobrecarga gubernamental", término que insinuaba el
cilantes que fueran los fundamentos de la proposición. comienzo de un diagnóstico de la "crisis" señalando con
Desde la izquierda, una vez más, Jürgen Habermas hizo de dedo acusador varias empresas no nombradas del Estad o.
ella un uso extenso en su influyente- libro Legitimatfonspro- Estas p reocupaciones estaban tan difundidas que fue-
bleme im Spiitkapitalismus (Problemas de legitimación e n ron escogidas como campo de estudio por la Comisión
el capitalismo inicial) (1973), que se publicó en Estados Trilateral, grupo de ciudadanos prominentes de E urop a
Unidos con el título más vivaz y armonioso de Legitima- Occidental, Japón y Estados Uni dos qu e se había consti-
tion crisis.48 Pero a su vez la opinión conservadora se dio tuido en 1lJ73 para considerar problemas comunes. U n
cuenta bastante pronto de su propia afinidad con la tesis informe d e la Comisión fue esbozado por tres prominen-
de O'Connor. Sólo que en lugar de ver los gastos en tes científicos sociales y publicado en 1975 con el llamáti-
aumento del Estado benefactor corno algo que minaba el vo título de The crisis of democracy. 49 E l capítulo acerca de
capitalismo , transformó el argumento y proclamó que esos los E stados Unidos, escrito por Sarnu el se
gastos, con sus consecuencias inflacionarias y de otras convirtió en una de claración ampliamente leída· y muy
maneras desestabi li zadoras, eran una grave amenaza a la influyen te. Mani fr:.wba un nuevo argume n to tendiente a
gestión democrática. hacer a la reciente expansión del gasto en bienestar res-
Según esa forma la tesis del riesgo fue invocáda de ponsable de la llamada crisis de gobernabilidad de la
mod o remozado contra el Estado benefactor, y los proble- democracia estadunidense. E l razonamiento de Hunting-
mas de gestión que habían b rotado en vari os países occi- ton es b astante fran co, aunque no desprovisto de orna- ·
41 !bid., p. 10. El título completo es The c1isis of democracy: Report 0 11 the govemability of
48 Jürgen Habermas, Legitimationsprobleme im SpiitkapitaUsmus, Fra ncfo rl, democracies to the Trilatcra/ Co111mi1J:t1011, de Michel J. C rozier, Sam ue r P. Huntington
Suhrkamp, 1973, yLegitimarion crisis, Bosto n, Beacon Press, 1975. y Joji Wa tanuki, Nueva York, Ncw York University Press, 1975.

...- - .-· ____ _____________...___________________


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,1
136 RETÓR ICAS DE LA INTR ANSIGENCIA LA T ESIS DEL RIESGO 137 \

mento retórico. Una primera sección acerca de los te, en sus conclusiones Huntington no retorna al Estado
acontecimientos de la década de los sesenta parece cele- benefactor que había identificado anteriormente como el
brar inicialmente la "vitalidad" de la democracia es tadu- culpable original de la "crisis de la democracia", y aboga
nidense expresada en el "renovado compromiso con la simplemente por una mayor moderación y menos "credo
idea de igualdad" para las minorías, mujeres y los apasionado ''. de la ciudadanía como remedios a los males
pobres. Pero pronto el lado oscuro de este impulso en de la democracia. No obstante, todo lector atento al ensa-
apariencia excelente, el costo de ese "brote democrático", yo en su conjunto saca de esa lectura la sensación de que,
se desnuda en una frase lapidaria: "L a vitalidad de la en toda lógica, hay que hacer algo con el paso al bienestar
democracia en los Estados Unidos en la década de los si es que la democracia estadunidense ha de recobrar su
sesenta produjo un aumento considerable de actividad fuerza y su au toridad.
gubernamental y una disminución considerable de la auto- Huntington no hace referencia a Hayek/ 2 aunque com-
ridad gubemamental". 50 La disminución de la autoridad parte con él' el punto de vista básico de que la libertad y la
es tá a su vez en el fondo de la '·crisis de gobernabílidad". democracia están amenazadas por la nueva intrusión del
lCuál era pues la .naturaleza del aumento de actividad Estado en el amplio terreno del bienesta r social. Pero las
gubernamental, o "sobrecarga", que estaba tan íntima- razones aducidas para la emergencia de la amenaza son
ligada a ese sombrío resultado? En la segunda bastante diferentes. Para Hayek el consenso democrático
mitad de su ensayo Huntington contesta a esta pregunta no puede ya alcanzarse puesto que el Estado insi'le en
señalando el aumento absoluto y relativo de varios gas tos tomar para sí nuevas actividades, de manera que se hace
para la salud, la educación y el bienestar social en la ne cesaria la coerción. Este esquema había sido confeccio-
ct:,
los sesenta. Llama a esta expansión el "paso al na do originalmente por Hayek para demostrar que lo que
bienestar (Welfare Shift), en contraste con el "paso a la él llamaba planeación económica colectivista es o impo-
defensa" (Defense Shift) mucho más limi tado que siguió a sible o totalitaria o ambas cosas. En realidad las nuevas
la de Corea en la década de los cincuenta. Aquí actividades sociales de bienestar emprendidas por varios
menc10na destacadamente a O'Connor y su tesis neomar- estados occidentales en el periodo de posguerra, y luego
xista, que ve también en la expansión del gasto en bienes- de nuevo en los años sesenta y setenta, resultaban preci-
tar fuente de "crisis", y critica sólo a O'Connor por samente de ese consenso nacional que Hayek había de-
ha?er mterpreta<lo erróneamente la crisis como de l capi- cretado de antemano como inconcebible. Huntington
talismo - es decir, como económica, en lugar de esencial- reconocía plenamente la realidad de ese "ímpetu demo-
mente política por su naturaleza. 51 crático", pero proclamaba después que el debilitamiento
El resto del ensayo se dedica a una vívida descripción de la autoridad y la crisis de la dem ocracia eran sus con-
de la erosión de la autoridad gub ernamental durante los secuencias involuntarias, imprevistas e ine,·i tables.
l! últimos años sesen ta y los primeros setenta. Extrañamen-
52 Ni tampoco lo hace Huntingto n en su siguiente obra de mayor a licn10,Amcrica11
1
1· . 50 !bid, p. 64. Subrayado en e l original. politics: The promise ofdishar-111011y, Ca mbridge, Mass., Harvard University P ress, 1981,
'J fhid. , p. 73. que desarrolla muchos tic los temas de su e nsayo en The crisis of democracy.
138 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGE NCIA LA T ES IS DEL R !E SGO 139
E l argumento era en realidad una aplicación a los Esta- las políticas de bienestar social como contraproducentes
dos Unit.l u::. una tesis anterior del tipo tesis del riesgo Y mal orientadas, siguiendo las líneas de la tesis de la
que había sido muy útil a Huntington en su análisis de la perversidad y la tesis de la futilidad.
política de las sociedades de bajos ingresos. En varias
publicacio nes que lo definieron corno un científico políti-
co innovador, había argumentado que el desarrollo eco- REFLEXIONES EN TORNO DE LA TESIS DE' L RIESGO
nómico en e sas sociedades, más que co ntribuir a l El n"esgo y sus mitos asociados
"desarrollo político", es decir al progreso hacia la demo-
cracia y los derechos humanos, está aportando demandas "Ceci tuera cela" (esto matará a aquello) es el título de
y pres iones crecientes que pesan sobre las estructuras un famoso capítulo de la novela de Víctor Rugo: Notre-
polltlcas. existentes y poco institucionalizadas, dando como Dame de Paris. Allí, ceci se refería a la imprenta y al libro
resultado el "decaimiento político" y los golpes militares.53 qu e; con la de los tipos móviles, tomaría el lugar,
La confirmación parcial de su tesis por las crisis y los segun explicaba V1ctor Hugo, de cela, es decir de las
levantamientos políticos experimentados por numerosos y demás arquitectura monumental como expre-
países latinoamericanos y africanos durante los años se- s10n pnnc1pal de la cultura occidental. Mucho más recien-
senta y setenta alentaron tal vez a Huntington a intentar temente se anunció un derrumbe similar para el libro
aplicarla al " N orte", en particular a los Estados Unidos. mismo: según Marshall McLuhan, la impresión y edición
Pero aquí la prueba de que hay que pagar un precio "lineal" estaban destinadas a su vez a ser obsoletas, ya que
temible -- en libertad y en democracia - por echarle en- ".el eléctrico" en general y la televisión en par-
cima al Estado nuevas tareas que eran en el mejor de los ticular se impondrían.
casos ambiguas. L os Estados Unidos y otras democracias Podrían reunirse muchas profecías parecidas de seme-
occidentales que ·a mediados de los años setenta habían jantes surgimientos-y-caídas conjuntos, pero pasaré direc-
declarado a menudo que eran "ingobernables" y que es- tamente a hacer dos observaciones generales: i) tales
tab an doblegadas, si es que no aplastadas por la "sobre- profecías resultan absolutamente correctas - excepto
carga", seguían sus respectivos caminos sin grandes cuando no lo son, y ii) como la frecuencia con que se
accidentes o derrumbes. Y el tema de la "crisis de gober- hacen tales declaraciones es considerab lemente mayor
nabilidad" desapareció del discurso común tan repentina- que lo que ocurre "en la naturaleza'', debe haber algún
mente corno había hecho su aparición. atractivo intelectual inherente a su formulación.
No es que la discusión en torno del E stado benefactor Este atractivo se debe en parte, sin duda alguna, a la
se ap lacara . Pur el contrario, pronto se montaron ataques promesa warholiana de esa celebridad de quince minutos
más violentos, pero éstos ahora impugnaban directamente que tales predicciones ofrecen a sus autores. Por ejemplo,
cuando un nuevo material (digamos el nylon) empieza a
53 Véase Samucl P. H unt ington, "Political devclopment and po lit ical decay", World
Pol itics, 17, abril de 1965, pp.386-439, y Po/ideal order in changingsocieties, N ew Ha ven,
entrar al mercado de otro más antiguo (la seda), no sólo
Yale Unive rs ity Pn:ss, 1968. · es más fácil, sino también más impresionante anunciar
.. --- - ... ·- ·· - ' -- . __S2EJL&. - . ·-- HE M

140 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA LA T E SIS DEL RIESGO 141

que el proceso ocasionará la total desaparición de este La tesis del riesgo saca una fuerza conside rable de sus
último, que explorar las maneras en que ambos podrían conexiones con estos diversos mitos y estereo tipos. E l
finalmente coexistir y llegar a ocupar sitios en el mercado argumento de que un nuevo adelanto pondrá en peligro
bien definidos. otro más viejo es de alguna manera inmediatamente r ro-
Más en general, el frecuente recurso a las declaraciones bable, como lo es la idea de que una antigua li bertad ha
del tipo ceci-tuera-cela puede interpretars'e como arraiga- de ser Ínás valiosa o fundamental que una nueva (o " no-
do en una terca "mentalidad suma cero". El juego de suma vedosa"). Reunidos, estos dos argumentos forman un po-
cero, donde las ganancias del vencedor son matemática- deroso alegato contra todo cambio en elstatu qua. Tal vez
mente iguales a las pérdidas del perdedor, es por supuesto sea por su apoyo a esas fáciles conexiones aut omáticas de
predominante en el mundo de los juegos y tiene una la tesis del riesgo con imágenes mentales fuertemente
poderosa impronta en nuestra imaginación estratégica. arraigadas, por lo que sus protagonistas se han conforma-
Hace algunos años el antropólogo George Foster propuso do con argumentos bastante endebles. .
tér_mi.no más significativo, la imagen del Al disponerme a examinar los principales episodios
bien hm1tado, para designar esa mentalidad. Sus estudios intelectuales en que se invocaba la tesis del riesgo, espe-
de las comunid ades campesinas indígenas de México le raba confiadamente toparme con los más refinados entre
la de una difusa creencia en que toda los diversos argu mentos "reaccionarios" con que tendría
ganancia fortuita en una dirección, para un individuo o que vérmelas en mi panorama. Esa expectativa ha queda-
para un grupo, está condenada a ser equilibrada, y por do frustrada. En lugar de la rica argumen tación histórica
tanto de he cho borrada por una pérdida equivalente en que me esperaba, los proveedores de proclamaci ones de
otra dirección. 54 riesgo, desde Robert Lowe hasta Samuel Huntington, se
.Mirai:ido más cerca, uno encuentra a menudo que las han conformado a menudo con simples afirmaciones del
afumac10nes del tipo ceci-tuera-cela apuntan a un resulta- tipo ceci-tuera-cela. En el caso de Huntington, por ejem-
do negativo más que de suma cero: perdemos y ganamos, plo, el lazo primario que se establece .entre el paso al
pero lo que perdemos es más preciado que lo que gana- bienestar y la creciente "ingobernabilidad" de los Estados
:1 mos. Es lo que se llama un paso adelante y dos atrás: lo Unidos es el hecho de que estuvieran apropiadamente
!1 que al principio parece un progreso no sólo es ilusorio sincronizados, y que el paso precediera al brote de ingo-
'
li sino francamente empobrecedor. Esas situaciones bernabilidad en la democracia estadunidense a m ediados
semejantes una vez más en la secuencia Hubris-Némesis, de los años setenta - brote que después resultó ser de
111
donde los dioses castigan al hombre por aspirar a un corta duración. Es como si pudiéramos prescindir de la
conocimiento prohibido o por hacerse demasiado pode- demostración de cualquier nexo causal más persuasivo
lli roso, rico y exitoso; al final éste queda peor de lo qu e una vez que podemos señalar una secuencia de emer-
,,
11. estaba antes (si no es que muerto). gencia-y-caída tan bien sincronizada: habrá un salto colec-
1
1! tivo a la conclusión de que los dos están íntimamente
. 54 George M. Fosler, Tzintzumza11: Mexican peasams in a changing world, Boslo n ,
Llll le, Brown, 1967, cap. 6 . [Traducido al español por el Fondo de Cultura Económica.] relacionados.
1\1

it

142 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA LA TES IS DEL RIESGO 143
El riesgo versus el apoyo mutuo Y sin embargo es difícil creer que los críticos del Estado
La tesis del riesgo no es la únic.;a manera de establecer que expresaron la proclamación de riesgo e
conexiones entre dos intentos sucesivos de cambio social h1c1eron con ello un argumento histórico hubieran olvida-
o de reforma. Es fácil visualizar la línea de razonamiento do por completo las anteriores proclamaciones de armo-
opuesta: que una refo rma o institución ya establecida A nía y mutuo apoyo. Si ellos tenían razón demostrarían
sería fortalecida y no debilitada (como en la proclamación después de todo, que los analistas ameriores
de ri esgo) por una institución proyectada o reforma B; que radicalmente desorientados: las políticas de bienestar so-
se requiere la adopción de B para dar fuerza y significado cial, en lugar de apuntalar el capitalismo y dar soportes a
aA; que B es necesaria como complemento de A. Este la democracia, estaban efectivamente minando esas for-
argum ento de la complementariedad, la armonía, Iasiner- maciones. Pai:a generalizar un poco: Un curso de acción
gfa o el apoyu mutu o suele formula rse bastante tiempo adoptado expresamente para prevenir un suceso temido
antes que la proclamación de riesgo, pues será expresada resulta que ayuda a provocarlo. Sería sin duda una delicia
por los primeros abogados "progresistas" de B mucho para los pensadores conservadores exponer esa clase de
antes de que B haya llegado a ser una realidad inminente secuencia, que se las arregla par:.i introducir la perversidad
o efect iva que mo vilizará entonces a los reaccionarios y por encima del riesgo, ya que se muestra una acción que
sus argumentas. Este intervalo entre los momentos en resulta en lo opuesto de lo que se proponía. De hecho Ja
. . '
que emergen los dos argumentos opuestos hace conce- secuencia pmta la acción humana y la planeación "delibe-
bible que nunca se enfrenten el uno al otro. radas" en su más lamentable impotencia - de manera
El debate sobre las políticas de bienestar social es tal muy semejante a la historia de Edipo, donde el activismo
vez un caso pertinente. Cuando esas políticas empezaron mismo del rey-padre, su tentativa de esquivar el destino
a ser defendidas y adoptadas, un argumento importante anunciado (ordenando la muerte del niño Edipo) es un
en su favor era que fueron indispensables para salvar al eslabón importante en la secuencia de acontedmientos
capitalismo de las consecuencias de sus excesos ( desem- q_ue hacen que se cumpla la profecía divina. Muy cons-
pleo, migra ción masiva y desintegración de la comunidad ciente y bastante encantado de esa clase de secuencia
y de los sis le mas familiares extensos) y para asegurar qu e J oseph de Maistre la caracterizó como una "afectación';
los derechos políticos nuevamente instituidos o ampliados especial de la Providencia en su notable formulación del
no cayeran en el abuso debido a la existencia de grandes efecto perverso citada en el capítulo 2.
cantidades de votantes ineducados, insalubres y empobre- Instigados por un mito más, algunos partidarios de la
cidos. E sos µrematuros argumentos en apariencia 'r azona- tesis del riesgo pueden sentirse así confiados en sus creen-
bles e incluso poderosos en favor de las medidas de cias cuando analizan el argumento del mutuo apoyo y el
hienestar social fueron totalmente soslayados por quienes grado asombroso, para ellos reconfortante, en que los
más tarcle subrayaron las diversas maneras en que el Es- hombres pueden caer en el error. Pero otros llegarán a
tado benefactor entra en conflicto con el capitalismo, la percibir que, reunidas, las dos tesis opuestas definen una
libertad o la estabilidad de la democracia. rica zona de p osibilidades intermedias que contiene Jama-
144 R E T Ó RI CAS D E LA INTRANSIGENCIA LA TES IS D E L RIES GO 145

yor parte de las situacio nes históricamente pertinentes. de circunstancias esp ecífi cas que de las características
Una vez que el riesgo y el mutuo apoyo se ven como dos intrínsecas de las reformas.
casos límites e igualmente irreales, es posible por cierto En vista de tales complicaciones del " mundo real", no
concebir una amplia variedad de maneras compuestas en es sorprendente que las discusiones acerca de la interac-
las que un a nueva reforma puede interactuar con una más ción e ntre progresos pasados y progresos planeados p ara
antigua que está ya establecida.ss el futuro hayan limitado en gran parte a c.ins casos
Una posibilidad evidente es que los partidarios del extremos. E ncontrar combinaciones factibles de lo nuevo
apoyo mutuo y los del riesgo tengan ambos razón, pero y lo viejo sin trabajar con las ilusiones del apoyo mutuo, a la
opcionalmente: una nueva reforma fortalece una vieja vez que se está alerta de los peligros que amenazan, es de
durante algún tiempo, pero entra en conflicto con ella manera esencial u na cuestión ne invención histórica práctica.
después cuando la nueva reforma sobrepasa cierto punto.
O tomemos la secuencia opuesta: la lucha por una nueva Riesgo versus estancamiento
reforma crea un alto grado de tensión e inestabilidad y de
ese modo pone en riesgo instituciones que encarnan el A pesar de su estrecha relación con patrones de pensa-
logro anterior de algún "progreso"; pero finalmente tanto miento familiares - surgimiento y declinación, suma cero,
la nueva reforma corno las viejas instituciones se asientan ceci tuera cela, y otros p arecidos - la zona de la tesis del
y en el proceso sacan fuerza la una de la otra. Tales riesgo es más restringida que las de los argumentos de la
esquemas, con el riesgo y la armonía dominando en uítida perversidad y la futilidad. Pues la tesis del riesgo requiere
alternancia, son todavía muy primitivos. Situaciones más como trasfondo u n pa norama y una situación históricos
complejas no sólo son concebibles, sino que pueden pre- específicos: cuando se defiende o se pone en m archa u na
tender ser más realistas. P or ejemplo, todo nuevo programa acción "progresista" en una comunidad o una nación,
de reformas o de movimiento "progresista" tendrá probable- debe existir la memoria viva de una reforma, institución o
mente varios aspectos, actividades y efectos, algunos de los logro ante1ior tan apre ciados que pueda argüirse que e l ,
cuales pueden ser útiles p ara fortalecer una reforma o ins- nuevo movimiento amenaza. No tiene que ser ésta una
titución establecida, mientras que otros obran con fines estipulación gravemente lirnitadora. Pero. algunas socieda-
divergentes de ella y otros más no suponen ni utilidad ni des son sencillamente más conscientes que otras de que su
daño. Además de que si la reforma tiene esos efectc s historia social y política ha p asado sin extravíos por una serie
positivos, negativos o neutros, y hasta qué punto, en rela- ordenada de etapas de progreso. E s como si por esta concep-
ción con la antigua, es algo que bien puede depender más ción tuvieran que pagar un precio: se convierte en el principal
escenario para el despliegue de la tesis del riesgo.
55 Este te ma se relaciona con un inte rés ante rio r mío: e n Joumeys toward progrcss El asunto se relaciona con un tema de "desarrollo polí-
(Nueva York, Twentieth Century F und , 1963), anal icé varias posibilidades de progreso tico" muy discutido en una época. En la Europa O ccidental,
po r medio de co ntubernios, ca mbios de a lianza . y aspectos semejantes en dos cuestiones según varios autores, las distintas"tareas"o "requisitos"de la
de reforma q ue se prese ntan para la acción más o menos de mane ra simultánea . Véase
"Digress ion: Models of Rcfo rmmnngcri ng" , en el cap. 5, pp. 285-297. construcción n acional - el establecimiento de la identi-
146 RETÓRIC AS D E LA INTl<. /\NSIGE NCIA LA TES IS DEL RIES GO 1-1 7

dad nacional, el aseguramiento de la autoridad sobre el instituciones de Estado benefactor, no será posible com-
territorio, el enlistamiento y manejo de la participación de batir este adelanto en el nombre de preservar una tradi-
las masas - se emprendieron uno tras otro durante siglos, ción de democracia o de libertades individuales, pues esa
mientras que las "nuevas naciones" del Tercer Mundo se tradición apenas existe. E n otras palabras, la tesis del
enfrentaron con todos ellos a la vez. 56 De modo parecido, riesgo no puede invocarse en tales casos.
la historia marshalliana - del progreso desde los derechos La ventaja "retórica" que hace así más fácil la vida para
civiles hasta la participación de las masas en la política por los abogados del Estado benefactor en los países zagueros
medio del sufragio universal y hasta las medidas socioeco- puede dar mínimo consuelo en comparación con la des-
nórrúcas - procedió de una manera mucho más pausada ventaja "real" -la necesidad de resolver varios proble-
y "ordenada" en la Gran Bretaña que en los otros países mas de la construcción nacional de una vez- en la que se
europeo:;, importantes, pa ra no h ablar del resto del mun- dice que trabajan las sociedades zagueras. Pero esa des-
do. Esta es la razón , naturalmente, de que la tesis del ventaja parece menos formidable una vez que se pone en
r iesgo se haya invocado principalmente en Inglaterra y en cuestión el argumento subyacente.
los Estados Uni do s: con excepción de la esclavit ud, la Par i.1 empezar, no es verdad que los p aíses adelantados
consolidación de 1.as libertades individuales y de las insti- disfruten siempre del lujo de una solución secuencial de
tuciones democráticas y el des arrollo de las políticas de los problemas, mientras que los reci én llegados estén
bienestar social siguieron también allí lll\a vía secuencial uniformemente obligado;-, a un a operación casi simultá-
bie n delineada. nea. Tomemos las etapas de la industrialización: no se ha
E n el debate acerca del llamado desarrollo político, la observado mucho -probablemente debido a la falta de
distinción entre los pocos países que fueron capaces de comunicación entre economistas y científicos políticos -
resolver sus problemas uno por uno a lo largo de un que es la relación inversa la que rige aquí. Puesto que los ,¡
prolongado perioqo, y aquellos otros (presuntamente me- bienes de capital y los bienes intermedios son accesibles
nos afortunados) para los que ese periodo quedó muy en el extranjero, los recién llegados son los que, por una 1
1
comprimid o, servía a un fin evidente: demostrar que los vez, han podido avanzar pausadamente, según una di- 1

que ll egan tarde se enfrentan a una tare a desalentadora; námica de enlace hacia atrás, desde las últimas etapas de
trasmitir una apreciación de las dificultades especiales de la producción hasta las primeras y en la producción de
la construcción de una nación en el siglo XX. Aceptemos bienes de capital (si es que llegan tan lejos), mientras que
de momento este argumento. Los países que llegan tard e los pa íses precursores tuvieron muchas veces
parece entonces que tienen por lo menos una ventaja de que producir de manera simultánea todos los insumos
su lado: cuando se trata de proporcionarles, digamos, n ecesarios, induyendo sus propios bienes de capital, aun-
56 V éase H untington, Political order, cap. 2; y Stein Rokkan, "Dimensions of state
que sólo por métodos artesanales. E n este caso, sin em-
formation and nation-building", The fonnation of scates in WescemEurope, Charles Tilly bargo, la obligación en que se encontraron dichos países
(comp.), Princeton, Princeton University Press, 1975, pp. 56_2-600. Se va rios precursores de ocupar todas las etapas de la producción
caminos secuenciales en D a nkwart Rustow, A world of na11ons, Washington, Brook-
in gs Insli lution, 1967, ca p. 4. de una vez se ha considerado como una ventaja (desde el
148 RETÓRICAS DE L A INTRANS IG EN C IA LA TES IS DEL R IESG O 149

punto de vista de la dinámica de la industrialización), incompatibles. Pero hay una diferencia: los qu e se deses-
mientras que la naturaleza secuencial del proceso de in- peran con el riesgo de quedar varados miran la segundR
dustrialización entre los industrializadores tardíos se ha etapa com o una consumación sum amente deseable, inclu-
visto de manera correspondiente como un impedimento, so esencial, mientras que los qu e invocan el peligro del
debido al riesgo de quedar varados en el estadio de los riesgo están en verdad mucho más entusiasm ados con los
bienes de consumo terminados. Esos riesgos son reales: logros 'de la etapa anterior.
como expliqué en otro momento, "el industrial que ha La comparación d e las dos din ámicas per mitt: una con-
trabajado hasta ahora con materiales importados será a clusión más importante. La solución de problemas pausa-
menudo hostil al establecimiento de industrias internas da y secuencial no es siempre una pura bendición, como
que produzcan esos materiales" y, más en general, "aun- se ha argumentado de m anera tan convin cente en la bi-
que los primeros pasos [de la etapa de industrialización] bliografía sobre el desarrollo político.* La solución se-
son en sí mismos fáciles de dar, pueden h acer difícil dar cuencial de problemas trae consigo el riesgo de quedar
1
los siguientes". 57 varados, y este riesgo puede aplicarse no sólo a la se-
1·!
Comparar las dinámicas de la industrialización y del cuencia d e la p roducción, desde la de bienes de consumo
¡,. desarrollo político parece conducir al principio a sólo una hasta la de maqu inaria y bienes intermedios, sino, de
generalización bastante desconcertante: lo mismo si las m anera diferente, al complejo progreso marshal1iano des-
,, tareas a que se enfrentan los países avanzados pueden de las libertades individuales h asta el sufragio universal y
J!'
abarcarse secuencialmente o si deben resolverse de una hasta el Estado b enefactor. No necesita uno creer en la
vez, esos países tienen siempre la mejor parte del trato. Pero tesis del riesgo (en la forma, p or ejempio, de u na absoluta
difícilmente puede sorprendernos eso: es una de las muchas incompatibilidad entre los programas del E stado benefac-
razones entrelazadas por las que esos p aíses son avanzados. tor y la salvaguardia de las liber tades individuales) pa ra
11 E l argumento tiene sin embargo su u tilidad. Primero, reconocer que una sociedad que ha sido precursora en
11 pone de manifiesto un punto formal: subraY,a.r el peligro asegurar estas libertades experimentará probablemente
de qued ar varados en la primera etapa o en una etapa dificultades especiales al establecer de modo subsiguiente
inicial de algún proceso, de no alcanzar nunca las subsi- políticas comprensivas de bienestar social. Los valores
guientes, es la imagen prototípica de la tesis del riesgo, es mismos que sirven b ien a semejante sociedad en una fas e
decir la insistencia en el riesgo de dañar un logro anterior -la creencia en e1 sup remo valor de la individua1idad, la
con alguna nueva acción. E n amb os casos los exponentes insi st encia en la re al ización y la res ponsabi licbd
de esas preocupaciones opuestas piensan en términos de individualés - pueden ser una especie de traba más
dos etapas sucesivas que se pretende son conflictivas o • Con respecto al desaITollo económico, su brayé las posi b ilid ades y \ e111ajas de la
solució n secuencial de p roblem as ("crecimiento no equi li brado") en Thc s 11u1c ,L.,Y (Jf
s7 Hirschrnan, Th e strategy of economic development, New H aven, Ya le U niversity economic d evelopment (New Haven , Yale U niversily Press, 1958). Aquí me preocupa
P r ess, 1958, p p. 118 -119. E l tema está tratado más exten samente en mi artículo de 1968 m ás b ien e l riesgo de q uedar varado q ue viene con la d isponibilidad de soluciones
"The política! economy o f import -s ubstiluting industrialization in Latín America", secuencia les. La r elac ió n en tre estas d os posiciones se explora en mi art ículo "The
reimpr eso en Hirschma n, A bias f or hope: Essays 0 11 development an d Laún /1m erica , case aga in st 'One th ing a l a time'", >VorldDevelopme11t,l 8, agosto de 1990, pági nas
Ncw Haven, Yale Un iversity Press, 1971, pp. 91-96. [Ambas ob ras traducidas por el FCE.] 1119-1122.
150 RETÓR ICAS DE LA INTRANSIGENCIA

de, cuando se necesita insistir en un ethos comunitario y


solidario.
Tal vez ésta sea la razón básica de que en las políticas 5. COMPARACIÓN Y COMBINACIÓN
de bienestar social fuera precursora la Alemania de Bis-
DE LAS TRES TESIS
marck, país singularmente poco arraigado a una fuerte
tradición liberal. De m odo parecido, el más reciente ata-
que retórico contra el Estado benefactor en Occidente no Mr TAREA principal ha terminado. He demostrado cómo
ha sido ni por much o tan vigoroso y sostenido en la Europa tres tipos distintos de críticas, los argumentos de la per-
Occidental continental como en Inglaterra y en los Esta- versidad, de la futilidad y del riesgo, se han levantado
dos Unidos. Nada de eso implica qu e en países con una infaliblemente, aunque en múltiples variantes, ante tres
fuerte tradición liberal sea imposible establecer un con- importantes movimientos "revolucionarios", "progresis-
junto global de políticas de bienestar social. Pero es allí tas" o "reformistas" de los pasados doscientos años. Será
donde su introducción parece requerir la concurrencia de útil una sinopsis del argumento en form a de cuadro.
circunstancias excepcionales, tales como las presiones
creadas por la depresión o la guerra, así como hazañas
CUADRO SINÓPTICO
especiales de ingeniería social, política e ideológica. Ade-
más, una vez introducidas, las medidas del Estado benefactor E l cuadro sigue el orden adoptado en mi texto, excepto
caerán de nuevo en el ataque a la primera oportunidad. que el "riesgo" precede a la "perversidad" y a la "futilidad"
La tensión entre la tradición liberal y el nuevo ethos de la en lugar de seguirlas. En el cuadro es conveniente que el 1

solidaridad quedará sin solución durante mucho tiempo; tiempo fluya de izquierda a derecha y de arriba abajo. No ·1
1
la tesis del riesgo será invocada con predecible regularidad hay duda acerca de cómo ordenar la dirección horizontal:
y encontrará siempre un auditorio receptivo. como en el texto, las tres extensiones de Marshall del
co n cepto de ciudadanía se enumer an en su orden
histórico "normal" (es decir el orden en que aparecieron
en Inglaterra): del aspecto civil de la ciudadanía al político
y al socio económico. En cambio, cuál será el orden te m-
poral apropiado en la dirección vertical depende de la
secuenci a en la que hayan tendido a hacer su aparición los
tres argumentos reaccionarios. Hay motivo para pensar,
ante todo, que el riesgo se invocará en gene ral an tes que
la perversidad. La denuncia del riesgo puede hacerse tan
pronto como se prop one o se adopta de manera oficial una
nueva política, mientras que el argumento de la perver-
sidad surgirá normalmente sólo después d e que se hayan
151
COMPARACIÓN DE LAS T R ES T ESIS 153

acumulado algunas experiencias desdichadas con 'a


política. En lo que concierne al argumento de la futilidad,
es probable que tenga una aparición aún más tardía: como
se señaló al principio del capítulo 3, se necesita cierta
distancia respecto a los acontecimientos para que a1guien
afirme que un gran movimiento social no era nada más
que ... mucho ruido y p ocas nu eces. De ahí que Ja secuencia
temporal "lógica", acaso la más probable, para la aparición
de los diversos argumentos en relación con cualquier
movimiento de reforma, sea la de riesgo-perversidad-
futilidad . Varias circunstancias pueden p or supuesto
provocar desviaciones respecto a este esquema, y en breve
las señalaremos.
El cuadro anterior recapitula acerca de cómo h emos
dado cuenta de las posiciones de los pr incipales portavo-
ces "reaccionarios" y cómo pueden éstas acomodarse en
el esquema intelectual que hemos elaborado. Sería sin
duda pretensioso de mi parte afirmar que he sido exhaus-
tivo. Bien puedo haber pasado p or alto una fi gura impor-
tante aquí o un argumento esencial allá, precisamente
porque una y otro no casaban en mi esquema.* Pero en
esta etapa puedo decir que me siento más confia do en que
he logrado un panorama tolerablemente conwrensible
que cuando arranqué y declaré (un poco en b roma, por
supuesto) que me limitaba a tres argum entos puramenLe
en nombre de la simetría con los tres episodios que iba a
examinar.
Las tres categorías de perversidad, futilidad y riesgo son
en efecto más exhaustivas de lo que salta a la vista. Cuando
*No es " p reconcebido", adjetivo q ue se usa a men ud o -y m uchas veces correcta ·
mc nle- en conj unción con el té rmino "esque m;i ". Fnrrnul é mis tres tesis ""'/' ''"" d..:
haberme e mpapado durante más de un año e n B url;c, D ..: Maistre, Lc8 n11. l\h ··' il.
o Hayek, Murray y otros. Sin duda, una vez que me a(erré a mi tríada ,
00
V)
CI) s ubsecuentes sirvieron ante todo para con fi rmar el esquema, que asumió llll vez. cntun·
C2 ces su papel usua l de cegar a su autor para o tros posibles atisbos.
15-1- RETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA COMPARAC IÓN D E LAS TRES TESIS 155
se emprende una p o1í1ic;_¡ pública o una "reforma" y és ta ¿En qué medida se han minado unos a otros los diversos
entra así en problemas o algunos críticos la miran como argumentos, o, por el contrario, cuándo han sido apoyos
fracasada, esa apreci ación negativa sólo puede atribuirse mutuos? ¿cuál ha sido la secuencia temporal efectiva,
de hecho a dos razones básicas: i) se considera que la distingu ida de la secuencia "lógica", en que han hecho su
reforma no ha cumplido su misión: la perversidad y la aparici ón los argumentos? Estas preguntas han surgido ya
futilidad son dos versiones estilizadas de este giro de los ocasionalmente en el transcurso de los capítulos previos,
acontecimientos, y ii) los costos en que incurre la reforma pero aquí se intentará una presentación más sistem ática
y las consecuencias que desencadena se considera que aunque bastante breve.
superan a los beneficios: una buena parte de este vasto
territorio está cubierto por el argumento del riesgo, como
IN FLUENCIA COMPARATIVA DE LAS T ES IS
señalarnos al principio del capítulo 4.
En otras palabras, puede esperarse después de todo que Tomemos primero la cuestión de los pesos o influencias
las tres tesis darán cuenta de lo m ás esencial de los ataques comparativos que han de atribuirse a las diversas tesis. Las
retóri cos que me he p ropuesto analizar. El cuadro da fe respuestas sólo pueden fundarse en juicios muy subjetivos,
de este hecho. Constituye el último premio a mi esfuerzo y los míos están implícitos en el tratamiento previo. Al
de poner orden en el di fuso mundo de la retórica reaccio- recordarlos empiezo con el episodio más reciente, que se
y de m ostra r cómo esa retórica se reproduce de un refiere al ataque contra lo que en otro tiempo fueron
episodio al siguiente. Confieso que recibo una considera- disposi ciones públicas para los pobres y ahora se conocen
ble e íntima satisfacción al observar el cuadro. Felizmente, con el nombre de Estado benefactor. El argumento m ás .
tiene también otros usos: es timula y facilita la indagación influyente aquí ha sido la afirmación de que la asistencia ,
en numerosas interacciones e interrelaciones entre los a los pobres sirve sólo para generar m ás pobreza: la
diversos puntos de ·vista que se han comentado, en gran acusación de versidad. Es interesante que sea la más
p arte aislados unos de otros. vieja y a la vez la más reciente línea de ataque, que incluye
Explorar esas interacciones es la principal tarea de las desde Mandeville y Defoe hasta e l reciente best-seller de
pngi nas siguientes. Hasta aquí el cuadro se ha explicado Charles Murray. Un valioso papel auxiliar, pero sin dud a.
en la dirección horizontal y cada tesis se ha seguido me- subsidiario, lo ha desempeñado la proclamación de futilidad,
diante los tres episodios en una tentativa por entender sus según la cual grandes proporciones de los fondos des-
variedades, su evolución y su naturaleza. Puesto que el tinados oste nsiblemente a aliviar la pobreza se canalizan
cuadro pu ede leerse también en la dirección vertical, es en realidad hacia los bolsillos de la clase media.
tentador enfocar ahora cada uno de los impulsos o episo- De manera so rprendente, el argumento menos efectivo
dios progresistas a la luz de las críticas muy diferentes que contra el Estado benefactor ha sido probablemente la
se han adelantado. H echo esto, se plantea un a serie de tesis de l riesgo, que arguye que las disposiciones del Es-
preguntas sencillas: ¿cuál argumento ha tenido más peso tado benefactor constituyen un peligro para las libertades
durante cada episodio y, finalmente, en su conjunto? individuales y para una sociedad democrática que funcio-

' ' "* ZZ4T Ji(


156 RETÓRlCAS DE LA INTRANS IGENClA CO M PARAC IÓ N DE LAS T RES T ES IS 157

ne como es debido. En las democracias occidentales más estructuras prexistentes, que literalmente no hubo tiempo
sólidamente establecidas este argumento no ha alcanzado para determinar si había algo que valiera la p ena salvar
c:edibilidad, excepto en algunos periodos "como por del antiguo régimen.
ejemplo los años setenta" en que las instituciones demo- Aquí reside una diferencia básica respecto al epfaodio
cráticas en varios p aíses importantes estar atra- que nos queda por comentar. En el ha cia el
vesando una crisis convergente. sufragio'universal y la gestión democrática dur ante el siglo
el efecto perverso una posición igualmente X<IX, el,peso comparativo de los tres argumentos es muy
pr ommente en los otros dos episodios? Tal es el caso en difereiíte. La discusión básica_giró durante mucho tiempo '..
lo que respecta a la Revolución francesa y a la proclama- en.torno de la pre tendÍdadncomp atibilidad dC' la demo-
ción los J?erechos del Hombre. En gran parte a causa cracia con la libertad y del temor de qu e los nuevos
de la dmárruca espectacular de la Revolución la idea de derechos políticos dañaran los logros pasados, como lo
que las tentativas radicales de reorganizar sociedad muestran los debates acerca de. las dos leyes de Reforma
están condenadas a sacar el tiro por la culata ha estado de 1832 y 1867 en Inglaterra. Más en general, las preocu-
desde entonces profundamente grabada en el inconscien- pacióries reales o imaginarias en cuanto a la "tiranía de la
te La demostración de Tocqueville de que la mayoría" mantuvo vivo el argumento del riesgo incluso
R evolución no logró ni por mucho todo el cambio que después de que la batalla por el sufragio universal había
proclamaba. 6' que en general se le ha acreditado) y, en sido ganada decisivamente. La tesis de la p erversidad, por
consecuencia, su afirmación de qu e muchos cambios so- otra parte, no ocupa un lugar en particular prominente en
ciales y políticos_ significativos estaban produciéndose ya los ataques contra la democracia. El argum ento de LeBon
con la monarqma era una manera mucho más sutil de de que la democracin se convierte en tiránica burocracia
minar el prestigio y la popularidad de la Revolución. Sus tiene mucho menos mordente que el ataque de M osca y
especulaciones son fascinantes para e l modern o his- Pareto· contra la democracia eomo una.- farsa, como una
toriador social y económico, aunque sólo sea porque plan- para plutocraciá y."_para un :nuevo género de
teó la pregunta "contrafactual" de si Francia se habría gobierno de la élite . En otras palabras, la tesis de la futili-
convertido en una nación moderna sin la Revolución. Sin dad desempeñó efectivamente un papel irñ.portante en la
embargo sólo últimamente su obra ha recibido el recono- discusión según las líneas del argumenta del riesgo. Debi·-
que merece, e incluso hoy la Revolución sigue litó el apoyo a la democracia, sobre to do en aquellos países
sobre todo (y de manera aburrida) en tér- -Italia y Alemania, pero también F rancia - donde las
mamqueos tradicionales, con poca atención a las libertades individuales no estaban establecidas con fi rme-
cuest10n es planteadas por Tocqueville. za antes del advenimiento del sufragio y dond e el argu-
Por último, el argumento del riesgo no se desplegó mento del riesgo no era por lo tanto particularmente
nunca por completo en cuanto a la Revolución francesa aplicable o persuasivo.
Yla razón es sencilla: los acontecimientos En suma, cada una de las tres tesis ti ene su prupio
llegaron con tal celeridad y barrieron tan por completo las terreno de influencia especial. Ir más lejos y estab lecer un

jj
h
158 R ETÓR fCAS DE LA JNTR ,\NS1GENCl,\ COMPARAC IÓN DE LAS TRES T ESIS 159
rango de conjunto entre ellas en términos de importancia lo largo de sus dimensiones horizontales al relatar la
histórica no es un ejercicio en particular significativo. Si historia de las sucesivas encarnaciones de cada una de las
hubi éramos de llevarlo a cabo, la proclamación de perver- tres tesis.
sidad probablemente sería declarada "vencedora" como El grado en que la presentación de un argumento dado
el arma individual más popular y efectiva en los anales de durante un episodio histórico es útil para el mismo argu-
la retóri ca reaccionaria. mento tal como se despliega durante una fase ulterior
El argumento precedente ha comparado la influencia dependerá en gran parte del prestigio que el argumento
política de estas tres tesis. Si en cambio fueran juzgadas haya conseguido como resultado de su uso previo. El
por los términos de su mérito intelectual, su agudeza o su efecto perverso, por ejemplo, fue formulado y elaborado
refinami ento, la clasificación probablemente sería por extensamente en la estela de la Revolución francesa, tal
completo diforen te. En el texto precedente me he metido como se muestra en el capítulo 2. La naturaleza especta-
a veces en tales comparaciones, como cuando dije que la cular e imponente de los acontecimientos de los que se
tesi:> de b fut[l id nd constituye una crítica más insultante a destiló el efecto perverso dotó a este argumento de con-
la reforma que la tesis de la perversidad. Pero no veo siderable autoridad, y llegó a aplicarse a un gran número
mucho interés en celebrar un concurso de belleza formal, de episodios subsecuentes en la adopción de líneas políti-
malevolencia. cas, desde la extensión de los derechos políticos (LeBon)
hasta la construcción de casas baratas (Forrester) y hasta
el uso obligatorio de cinturones de seguridad (Peltzman).
ALGUNAS INTERACCIONES SENCILLAS
Pero aquí el argumento de la perversidad funcionó a
La siguiente cuestión que hemos de explorar con alguna menudo mucho menos bien, ya que las circunstancias de
ayuda d el cuadro sinóptico es la de la mutua com- la adopción de líneas políticas eran muy distintas de las
patibHidad de los diferentes argumentos. La atención que prevalecían durante la Revolución.
principal apu ntará una vez más a las columnas más bien Esta experiencia proporciona sucesivos ejemplos de
que a los renglones del cuadro: es de interés preguntarse dos m áximas contradictorias. Al principio, aplicada la tesis
si, cuando uno de los tres argumentos es blandido, de la perversidad a un amplio conjunto de experiencias de
cligamos, contra el Estado benefactor, resulta reforzado o políticas, parece que "nada tiene más éxito que el éxito".
recortado (o no afectado) por el uso previo de cualquiera Pero finalmente, a medida que la aplicación mecánica de
de los otros dos argumentos. Pero primero permítaseme la tesis rinde cuentas cada vez menos satisfacto ri as de la
examinar de manera breve los renglones teniendo en realidad, parecé ser aplicable al dicho "nada fracasa como
mente una pregun ta similar: len qué medida queda for- el éxito": Ja proclamación de riesgo pasa de ser una visión
talecido o debilitado cada argumento por el h echo de que fresca a un reflejo automático que bloquea la compren-
uno similar haya sido usado ya durante un episodio sión. Recuerda uno la famosa observación de Marx en El
político previo? Las respuestas deberían ser claras gracias dieciocho brumario de Luis Bonaparte: cuando la historia
a los tres primeros capítulos, que ha seguido el cuadro a se repite, lo que al principio toma la forma de la tragedia
160 R T'TÓ RI C AS DE LA INTRANS IGENCIA COMPARACIÓN DE LAS TRES TES IS 161

aparecerá la siguiente vez como una farsa. 1 La implicación dida importante durante el deb ate acerca de la siguiente
es aquí doble: i) el segundo acontecimiento debe mucho ley de reforma en 1884. ne cesario un "intervalo de-
al hecho de que la brecha haya sido abierta por el primero, cente" para que el argumento se invocara de nuevo: casi
y ii) su carácter imitativo, deriva,.d9 y epigónico explica su ochenta años separan las solemnes auvertendas de Ro-
naturaleza de pro"Q.a ple.que esta regularidad se bert Lowe acerca de la inminente pérdida de la libertad
encontrará de manera: más tónffable en la historia de las durante las discusiones de 1866 en torno de la segunda ley
ideas que en la historia de los Está bien desplega- de reforma, de los toques de alarma similares ele Hayek
da en nuestras historias, por ejemplo por la manera en que en The road to seifdom (1944).
la Ley de Director, tal como la ·expresa George Stigler, Paso ahora a lo que deberían ser las interacciones más
desciende, en m ás de un sentido, de la Ley de Pareto, que interesantes: las que tienen lugar a lo largo de las co lum-
tenía efectivamente gen uino derecho a ser tomada en nas en lugar de a lo largo de los renglones del cuadro, entre
serio como proposición científica.* diferentes argumentos. El ejemplo más impresionante de
Dejemos ya las situaciones en que una tesis ha logrado estas interacciones, la incompatibilidad lógica sin menos-
prestigio como resultado de su primera aparición y su cabo del atractivo mutuo de los argumentos de la perver-
encuentro con una realidad social. ¿Qué sucede en cam- sidad y la futilidad, ha sido ya profusamente comenta da en
bio cuando a una tesis "reaccionaria" no le va particular- el capítulo 3. Sólo queda por señalar un punto general: la
mente bien la primera vez que es enunciada? Un ejemplo incompatibilidad lógica entre dos argumentos que ataca n
es la tesis del riesgo, que fue afirmada con_ vigor durante la misma política o la misma reforma no significa que no
la discusión en torno de las leyes de Reforma inglesas de se usen ambos en el transcurso de algún debate, a veces
1832 y 1867. Las leyes fueron adoptadas y el desastre incluso por la misma persona o el mismo grupo.
ampliamente anunciado - la muerte de la libertad en Los dos otros pares de argumentos, riesgo-perversidad
Inglaterra- no ocurrió . Corn o resultado, esperaría uno y riesgo-futilidad, son tolerablemente compatibles y po-
que el argumen to del riesgo quedara un tanto desacredi- drían compaginarse de manera fácil y tal vez eficaz en el
tado por un tiempo, y tal parece haber sido en efecto el combate contra algún movimiento "progresista". Es pues
caso, pues el argumento no fue utilizado en ninguna me- un poco sorprendente que tales combinaciones no
rran con cierta frecuencia o regularidad, por lo menos
1 Respecto a l trasfondo d e la a firm ac ió n de Marx, véase Bruce Maz lis h, "Thc
lragic farce of Marx, Hege l, a nd E n gels: A no te", History and Theory , 11 , 1972,
hasta donde lo indica mi reseña. Tal vez sea esto resultado
páginas 335-337. de la cuestión ya señalada de- la secuencia temporal: el
•Es la segunda vez que en cuentro que una ge neralización o aforis mo bie n co no cido
acerca de la historia de los hechos es más correcta cuando se aplica a la historia de las
argumento del riesgo es susceptible de expresarse mucho
ideas. La primera fu e. con respecto a l fam oso di ctamen d e Santayana d e que los q ue tiempo antes que los otros dos. Así, los argumentos del
no aprenden d e la h1stona está n condenados a repetirla . Gencrali¿ando sobre la firm e
base de esia muestra de d os casos, me siento tentado a formular una "me ta ley": las
tipo del riesgo de Hayek y después de Huntington contra
"leyes" históricas que se s upo ne que dan visiones d e la historia de los hechos eslá n en el Estado benefactor precedieron a la más reciente and a-
verdad en su terre no en la historia de las ideas. Doy algunas razones de por qué ha de
ser así cuando me refiero al aforismo de Santayana en The passions a11d rhe interests
nada de Murray, que se basaba por completo en la
( Princeton, Princeton University Press, 1986 , p. 133). proclamación de perversidad.
162 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA COMPARACIÓN DE LAS TRES TESTS 163
Hay otras explicaciones de la aparente falta de la invo- Antes de enfocar un caso de éstos, quiero recordar
cación conjunta de dos argumentos que son compatibles brevemente la interacción por completo inu sual dentro de
y podrían ser combinados por los críticos de alguna polí- la misma columna que encontramos en el capítulo 4.
tica o reforma. Los abogados de uno y otro de estos Hacia el final de mi comentario a la Ley de Reforma de
argum entos pueden tene r sencillamente las manos ocu- 1867, señalaba que el argumento del riesgo contra la
padas con su alegato según los lineamientos o bien del extensión de los derechos políticos - es decir el argumen-
riesgo o bien de la perversidad-futilidad. Pueden además to de que el sufragio universal significaría el fin de la
sentir que debilitarían su alegato en lugar de fortalecerlo "libertad" - fue minado por el sentimiento ampliamente
al apelar a demasiados argumentos - del mismo modo compartido entre las élites gobernantes de que nada cam-
que un sospechoso debe abstenerse de invocar demasia- biaría mucho en la política inglesa si llegara a aprobarse
das coartadas. la Ley de Reforma. Hubo incluso quienes - Disraeli entre
Nuestrn breve comentario conduce a una interesante ellos - pensaron que un electorado expandido inclinaría
p aradoja: cuando dos argumentos son compatibles es po- a la política en dirección consen)adora. En otras palabras,
co probable que se les compagine juntos. Cuando son la amenaza del riesgo, tal como la invocaba Robert Lowe,
incompatibles, por el contrario, pueden perfectamente no fue tomada en serio por muchos de los actores porque
usarse ambos - acaso por la dificultad, el desafío y lo estaban ya con la influencia de la tesis de In futnidad y su
puramente escandaloso del asunto. argumento de que el muy cacareado y temido advenimien-
to de la "democracia" sería probablemente un no aconte-
cimiento. Como señalamos en el capítulo 3, James Fitzjames
U NA INTERACCI ÓN MÁS COMPLEJA
Stephen expresó este sentimiento en 1873, anticipándose
Hasta ahora mi pesquisa se ha confinado a las interac- así a los teóricos italianos de la élite fin de siecle y a su
ciones dentro de líneas individuales del cuadro (por despliegue más sistemático de la tesis de la futilidad.
ejemplo, el argu mento de la perversidad de De Maistre Desde el punto de vista formal, un rasgo interesante de
respecto a la Revolución francesa se comparó con el de esta interacción entre el riesgo y la futilidad es que los dos
F orrester respecto al Estado benefactor) o a las in- argumentos en en lugar de prestarse mutuo
teracciones dentro de cada columna (para las discusiones apoyo en sus respectivos ataques al sufragio, se debilitan
en torno del Estado benefactor, el argumento de perver- mutuamente: la tesis de la futilidad, que muestra que la
sidad de Murray enfrentó al argumento de futilidad de den1ocracia es en gran parte un simulacro, hace imposible
Stigler). Quiero examinar ahora esta pregunta: 6es con- tomar en serio la tesis del riesgo, que ve a la democracia
cebible que un argumento expresado durante un episodio como una terrible amenaza a la "libertad".
afecte la manera en que otro argumento se despliega Un resultado similar se obtiene si centramos ahora la
durante un episodio diferente? O, en los términos del atención en la interacción entre la misma tesis de la futi-
cuadro, lhay interacciones interesantes entre celdillas lidad - que se burla de la democracia - y la siguiente tesis
que pertenecen a renglones y columnas diferentes? del riesgo, que pinta el Estado benefactor corno una ame-

-·. _____________
164 R ETÓRICAS D E LA INTRANSI GENCIA COMPARACIÓN D E LAS TRES TESIS 165

naza a la democracia y a la libertad. Es fácil ve r cómo una do benefactor. Irónicamente, tal constelación puede faci-
vez m ás el argumento de la futilidad sabo tea las tentativas litar la emergencia de una nueva reforma. Es notable que
de proclamar el riesgo. Esta situación es en p ar ticular en Alemania el Estado benefactor, que dio sus vigorosos
visible en la Europa continental, donde la segu n da y la primeros pasos ya desde la década de 1880 con las leyes
tercera fases de Marshall (el establecimiento del sufragio de seguridad social de Bismarck, sólo haya encontrado
universal y la construcción del Estado benefactor) se tras- ciertos críticos que seguían las líneas del argumento del
,.
1
,,1 laparon en gran medida. En otras palabras, el ataque riesgo hacia mediados del siglo xx, con figu ras neolibera-
ideológico contra la democracia estaba en pleno auge les tales como Hayek y Wilhelm Ropke.
cuando se introdujeron las primeras medidas de seguridad H asta ahora tal parece que la interacción entre el argu-
social y bienestar social. En estas circunstancias, los "re- mento de la futilidad en un episodio (consolidación de la
accionarios", que estaban básicamente de acuerdo con los democracia) y el argumento del riesgo en siguien te
argumentos contra la democracia, encontraron difícil y "a (establecimiento del Estado be nefactor) h a sido
contrapelo" argumentar contra el Estado benefactor mente benigna. La aceptación por parte de la op1m611
emergente según las líneas de la tesis del riesgo cuando pública del argumento de la futilidad dirigid? .contra la
és ta exaltaba la democracia y prevenía de los p eligros a democracia puede desalojar la poderosa op os1c1ón al Es-
que el Estado benefactor la expondría. tado benefactor que podría haberse fundado en el argu-
Sugerí más arriba que en algunos países tales como 1
mento del riesgo. Pero esta constelación ideológica misma
Alemania la emergencia del Estado benefactor fue facili- alberga también una dinámica muy El
1
tada por el hecho de que el argumento del riesgo no podía mento de la futilidad contra la democracia puede prod ucir
articul arse fuertem ente por cuanto ni las libertades indi- · 1 no sólo la no articulación de la tesis del riesgo cuando el
viduales ni las formas políticas democráticas estaban pre- progreso social está en la agenda, la activa
sentes o se habían consolidado para la época en que ción de un argume nto que es el inverso de la tesis del
fueron introducidas lus primeras medidas de bienestar riesgo: si h ay conflicto entre la democrncia y el p rogreso
social. E ste punto puede fortalecerse ahora. Aun cuando social apresuremos el progreso social sin p reocuparnos
ya existían algunas formas democráticas de gobierno, es de lo que le suceda en el proceso a democracia, que de
posible que la tesis del riesgo no se invocara en algunos todos modos es un simulacro y una tramp a. Con la excep-
países contra las propuestas de un E stado benefactor ción de la época de Gorbachov, ésta ha sido por supuesto
p orque la democracia no gozó nunca en ellos de un pres- durante mucho tiempo la posición comunista desde el
tigio n o controvertido, d ados los ataques contemporáneos entusiasta apoyo de Lenin a la " dictadura de.1, pro-
contra ella acerca de fundamentos de perversidad y en letariado" en su panfleto de 1917, Estado y revolucwn.
particular de fu tilidad. D e este modo, un argumento reac- Esa frase se remonta sin duda a Marx y a su "Crítica del
cionario (la futilidad), expresado e n la discusión en torno Programa de Gotha" de 1875, pero fu e en rea lidad Lenin
de la democracia, estorba o impide el uso de otro (el quien le dio prominencia y proclamó fi delid ad a ella como
riesgo) durante e l debate casi simultáneo acerca del Esta- prueba de or todoxia bolchevique. Al h acer esto tal vez
1!

11
166 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA

estaba influido no sólo por Marx, sino por el descrédito en


que habían puesto a la democracia "plutocrática" ?
ruesa" o "formal" algunos contemporáneos prestig10sos,
es como Georges Sorel, Pareto, Michels y muchos otros 6. DE LA RETÓRICA REACCION,i\RIA
detractores de la democracia y practicantes del argumento A LA RETÓRICA PROGRESISTA
de la futilidad.*
La interacción entre el argumento de la futilidad en Los "REACCIONARIOS" n o tienen el rnonopolio de la retó-
cuanto que se dirige contra la democracia, '! la del rica simplista, perentoria e intransigente. Es probable q uc
riesgo en sus diversas formas (incluyendo su mvers16n) ha sus contrapartes "progresistas" no tengan nada que envi-
sido pues profundamente ambivalente: ha facilitado la diarles a este respecto, y podría tal vez escribirse un libro
emergencia del Estado benefactor en algunos países; en parecido a éste acerca de los principales argumentos y
otros, ha contribuido a la creencia de que la pérdida de la posiciones retóricas que ha tomado esa gente a lo largo de
democracia existente es un precio insignificante que pagar los dos pasados siglos más o menos para defender su
p or el progreso social. alegato. No es éste el libro que me dispuse a escribir, pero
es probable que una gran parte del repertorio de la retó-
rica progresista o liberal pueda generarse a partir de las
diversas tesis reaccionarias examinadas aquí dándoles la
vuelta, poniéndolas patas arriba o mediante trucos pareci-
dos. Trataré ahora de cosechar esta clase de grano caído
a partir de mi pesquisa anterior.

LA ILUSIÓN SINERGISTA Y LA TESIS


DEL RIESGO INMINENTE
'H;i habido largo debate acerca de los orfgenes del pensamiento dC: Lenin, ?'el
u 11
p ropio Lenir. es!1 bleció los términos de ese debate al proclamar que era un fiel y estncto Es probable que el éxito de la operación varíe de una tesis
seguidor de Marx. Lo s que se negaron a tomarle la en trataron de
de mostrar que sin que él mismo lo supiera, estaba en realidad hgado a otras trad1c1ones a otra. Parece que la mayor promesa será la que ofrece la
intelectuales remotas pero poderosas. Tal como lo expresó por ejemplo Nicolas tesis del riesgo, cuya aptitud para las metamorfosis se ha
Bcrdya.:• én Th e origins of Russian Commrmism (Nueva York, .scribner's, el
comunismo ruso no es sino una "transformación y deformación de la, vieja puesto ya de. rp.anifiesto, tanto en el capítulo 4, donde
mesiánica rusa" (p, 228). Véase también David W. Lovell, From Marx to Lenm mostré que es el opuesto de un argumento que demuestra
( Ca mbridge , Cambridge University Press, 1984, pp. Junto _al debate que se
entre estos dos polos, que ambos apuntan a unas 1nftuenc1as del pasa.do, se cómo las reformas sucesivas se reforzaron unas a otras, y
ha descuidado por completo una tercera Lcnin, 9-ue durante mucho nuevamente en las últimas páginas, donde una forma
vivió en Su iza y en otros lu gares de la Europa Occidental, bien pudo habe.r rec1?1do la
influencia de la a1mósfera inteledual europea contemporánea, con su hosuhdad v1rulen· específica de la pr oclamación del riesgo se trasmutó súbi-
ta y visceral hacia la democraci a. Esa a tmósfera.' tal como la los escritos tamente en un argumento en favor de la dictadura del
de Pareto, Sorel v muchos o tros, co n (rc<.: ucnc1a se ha co nsiderado responsable del
surgimiento d el M erece tal vez mayor crédito. proletariado. Per o esta trasmutación se basaba en una
167
168 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA DE LA REACCIONARIA A LA PROGRESISTA 169

inversión completa de los valores subyacentes. La premisa interacción feliz y positiva o apoyo mutuo, como la llama-
del argumento del riesgo, en cuanto que se le utiliza para ré, es una de las marcas peculiares del temperamento
jmpugnar las disposiciones del Estado benefactor, es el progresista. Los progresistas están eternameni.e conven- .
alto valor atribuido a la libertad y a la democracia. Mien- cides de que "todo lo bueno viene junto",* en contraste
tras prevalezca este valor, cualquier argupiento convin- con la.mentalidad de suma cero, de ceci-tuera-cela de los
cente en el sentido de que la libertad o la democracia están reaccionarios. Detrás de sus distintas mentalidades, progre-
en peligro debido a alguna reforma social o económica sistas y reaccionarios sostienen a menudo, por supuesto,
recién propuesta tiene posibilidades de ser de peso. Una valores muy diferentes. Pero, ya sabemos, los reacciona-
vez que los valores básicos cambian radicalmente (a con- rios argumentan muchas veces como si estuvieran básica-
secuencia, digamos, de la crítica corrosiva de la democracia mente d e acuerdo con los elevados objetivos de los
producida por la tesis de la futilidad), no es sorprendente progresistas; "simplemente" señalan que "por desgracia" las
que la preocupación por el riesgo quede superada por algo cosas no irán tal vez tan bien como sns "ingenuos" adversa-
muy diferente: en este caso el alegato en favor de la rios dan por sentado que irán.
dictadura del proletariado con el propósito de lograr un Hemos mostrado que las proclamaciones de riesgo y de
cambio social radical. apoyo mutuo son "dos casos límites e igualmente p oco
Este alegato es pues la imagen característica de la tesis del realistas" de las múltiples maneras en que una nueva
riesgo: el supuesto común de ambas posiciones es la incom- reforma interactuará probablemente con una más vieja.
patibilidad de la libertad y la democracia, por una parte, y Los reaccionarios exageran el daño para la reforma más
algún adelanto social por la otra. Los abogados de la tesis del vieja que provendrá de toda nueva acción o intervención,
riesgo sienten que el adelanto social debería abandonarse mientras que los progresistas son en exceso confi ados en'-
para preservar la libertad, mientras que los partidarios de la que todas las reformas son mutuamente apoyadoras gracias
dictadura del proletariado hacen la elección opuesta. a lo que les gusta llamar el principio de sinergismo. Podría
Un a transformación muy diferente de la tesis del riesgo uno efectivamente designar la tendencia de los progresistas
resulta cuando el supuesto de incompatibilidad se aban- a exagerar según estas líneas la "ilusión sinergista".
dona y se sustituye por la idea más regocijante no sólo de No es que los progresistas no nos adviertan nunca .de
la compatibilidad sino del mutuo apoyo. algún problema. Pero de modo típico perciben los p eli-
La consiguiente antítesis de la tesis del riesgo se analizó gros de la inacción más que los de la acción. Aparece aquí
con cierta extensión en el capítulo 4. Mostramos allí cómo, el esbozo de otra transformación de la tesis del riesgo. El
mientras los abogados de la tesis del riesgo husmean todo argumento del riesgo subraya los riesgos de la acción y la
posible conflicto entre una reforma recién propuesta y
• Robert A. Packenham subraya e.I papel de este concepto e n el pensamiento liberal
mejoras o logros anteriores, los observadores progresistas del desarrollo económico y polrtico en Liberal America and the Third World (Princeton
se centrarán en las razones por las que una reforma nueva Universily Press, 1973). Es por supuesto una idea antigua, rastrea ble en particular hasta
los griegos, que hay armonía e incluso identidad entre diversas cualidades deseables
y otra vieja interactuarán de manera positiva y no negativa. como lo bueno, lo bello y lo verdadero. Una famosa expresión de la idea es la frase, en
U na propensión a argum entar en favor de esa clase de la " Oda a una urna griega" de Keats: "Bcnury is rruth bcauty, inuh heaul)I''.
170 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA D E LA REACCIONARIA A LA PROGRESISTA 171

amenaza para los logros pasados que esa acción acarrea. Una Este argumento, que podría llamarse la tesis del riesgo
manera opuesta de preocuparse por el futuro sería percibir inminente,* tiene dos importantes características en co-
toda clase de amenazas y riesgos cerniéndose en el hori- mún con su opuesto, la tesis del riesgo. Ante todo, ambas
zonte, y aconsejar una firme acción para poder prevenirlos. miran sólo a una categoría de peligros o riesgos cuando se
Por ejemplo, al tomar la defensa de la Ley de Reforma discute unnuevo programa: el campo del riesgo conjurará
de 1867, Leslie Stephen alegó que en ausencia de reforma exclusivamente los riesgos de la acción, mientras que los
las masas recurrirían a tipos de protesta infinitamente más partidarios del riesgo inminente se centrarán por completo
amenazadores para la sociedad establecida que el voto. en los riesgos de la inacción.•• En segundo lugar, ar:nbos
Como se señaló en el capítulo 4, veía el voto como un campos presentan sus respectivos libretos -el mal q ue
medio de dirigir las energías populares por canales en vendrá de la acción o de la inacción - como si fueran
comparación inocuos y de deslegitimar las formas más enteramente seguros é inescapables.
riesgosas de la protesta popular tales como las huelgas y De esas exageraciones e ilusiones comunes a la retórica
los motines.1 Así, la tesis del riesgo quedaba netamente al reaccionaria y a la progresista es posible deducir, en con-
revés: era lafalta de aprobación de la Ley de Reforma y traste con ambas, dos ingredientes de lo que puede llamar-
no su adopción lo que se presentaba como riesgoso para se una posición "madura": i) hay peligros y riesgos tanto
la ley, el orden y la libertad. en la acción como en la inacción; los riesgos de una y otra
De manera semejante, las amenazas de disolución so- deben esbozarse y valorarse, y hay que guardarse de ellos
cial o de radicalización de las masas con frecuencia se han en la medida de lo posible; y ii) las consecuencias benéfi-
citado como argumentos incontrovertibles en favor de cas tanto de la acción como de la inacción no pueden
instituir disposiciones de Estado benefactor. En el terreno conocerse nunca con la certidumbre que afectan los dos
de la redistribución internacional del ingreso y la riqueza, tipos de gritos de alarma de las Casandras a que estamos
la "inminente" amenaza del comunismo se ha invocado a acostumbrados. Cuando se trata de prevenir desgracias o
menudo desde la segunda Guerra Mundial p ara contra- desastres inminentes, vale la pena recordar el refránLe pire
ponerle el alegato en favor de la transferencia de recursos n 'est pas toujours súr (lo peor no siempre es seguro).** •
de los países más ricos a los más pobres. E n todas estas • E n un contexto relacionado con ésle, escribí antes acerca de la "visión sombría
situaciones los abogados de cierta política sentían que no que empuja a la acción". VéaseA biasfor hope: Essays on deve/opm em and LatinAmerica
(New Haven, Y ale University Press, 1971, pp. 284, 350-353). [Exis te traducción del FCE.]
bastaba argumentar en su favor sobre la base de que era • • Posando como un conservador obsesionado parios riesgos de la acción, Comford
justa; para obtener un mayor efecto retórico insistían en ironiza encantadoramenle acerca de la elegante manera en que semejan te persona cst<'I
dispues ta a echar a un lad o el riesgo opuesto: "Es una mera paradoja de teórico decir
que esa política era impera tivamente necesaria para po- que no hacer nada tiene ta ntas consecuencias como hacer algo. Es obvio que la inacció n
ner coto a algún desastre amenazador. no puede tener n inguna consecuencia. " DcJl.ficrocosmographia acadcmica (Cambridge,
Bowes & Bowes, 2a. ed ., 1!>22, p. 29).
u• Esla expresió n es e l subtítulo de la obra de teatro de Pa ul C laude l Le soulier de
1 Leslie Stephe n, "On the cho ice of representatives by popular constiluencies", A
satín , que le sirvió para afirmar la posibilídad de la salvación de manera tan discreta
pleafordemocracy, W. L Guttsman (comp. e intr.), Londres, MacGibbon & Kee, 1967, como fuera posible. Claudel la tomó sin duda del español No siempre lo peor es cierto,
pp. 72-92. Comento este argumento en Shifting involvcmcnts, Princeton, Princeton tíLUlo de una comedia de Calde ró n de la Barca. La frase: se usa much o en Francia y a
Universi ty Press, 1!>81, pp. 15-116. [Traducido al espaf'íol por el PCE.) estas alturas se ha hecho " proverbial".
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r. .... ª 3;.a *" a :a -

172 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGE N CIA


DE LA REACCIONARIA A LA PROGRESISTA 173
Desde que las ciencias naturales salieron con leyes que
"TE NER LA HISTORIA DE NUESTRA PARTE"
gobiernan el universo físico, los pensadores que se ocupan
Las transformaciones de la tesis del riesgo nos han entre- de la sociedad humana se han lanzado a descubrir leyes
gado dos típicas posiciones "progresistas": la falacia siner- generales que gobiernen el mundo social. Eso que los
gista acerca de la relación siempre armoniosa y de mutuo economistas, por una vez según la influencia de Freud,
apoyo entre las nuevas y las viejas reformas, y el argumen- han dado últimamente en llamar la "envidia de la física"
to del riesgo inminente sobre la necesidad de proceder a en su disciplina ha sido desde hace mucho una caracterís-
la aprobación de las nuevas reformas debido a los peligros tica de todas las ciencias sociales. Esa aspiracion encontró
1'
que su ausencia acarrearía. una expresión inicial en la afirmación de que el concepto
Retrocediendo en nuestro texto precede nte, le toca de "interés" ofrece una clave unificada para la compren-
1 ahora el turno a la tesis de la futilidad generar una actitud sión y la predicción del comportamiento social humano.
progresista correspondiente. La esencia de esa tesis era la Esta convicción estaba ya muy divulgada en el siglo XVll y
1 afirmación de que ciertas tentativas humanas de efectuar pasó al siglo XVIII, cu.ando Helvétius escribió triunfalmente:
!
cambios están destinadas a fracasar estrepitosamente por- "Si el universo físico está sometido a las leyes del movimiento,
¡. que van contra lo que Burke llamó "la constitución eterna el universo moral no lo está menos a las del interés".2
de las cosas" o, en el lenguaje del siglo XIX, contra las El paradigma del interés encontró su aplicación más
"leyes ,,, o meJor
. aun,, l as "leyes d e h ierro"
. que gobiernan elaborada y fructífera en la construcción de la nueva cien-
el mundo social y que sencillamente no es posible piso- cia económica. Aquí se le usó tanto para elucidar los
tear: en nuestra visión, los autores o descubridores de tales principios virtualmente intemporales que subyacen a los
leyes van desde Pareto a Michels y a Stigler-Director. procesos económicos básicos del intercambio, la pro-
Las llamadas leyes que apuntalan la tesis de la futilidad ducción, el consumo y la distribución, como para entender
tienen una característica común: revelan alguna regulari- los cambios económicos y sociales específicos que opera-
dad antes encubierta que "gobierna" el mundo social y le ban de manera visible durante la segunda mitad del siglo
imparte estabilidad. Tales leyes parecen hechas a la medi- XVIII. Las dos tareas coexistieron pacíficamente durante
da para burlarse de quienes quieren cambiar el orden algún tiempo. Por ejemplo en La riqueza de las naci01:zes
.,
J¡¡
existente. lQué pasaría si se descubrieran otros tipos de
l,, apoyaran el deseo de cambio? Serían leyes del
de Adam Smith, el libro 3, orientado históricamente hacia
el "progreso y opulencia diferentes en diferentes naciones"
mov1m1ento que acogerían a los científicos sociales pro- seguía sin brusquedad a los dos primeros libros, cuyo amplio
ji gresistas con la seguridad de que el mundo se mueve análisis de los procesos económicos, aunque nunca del todo
ji "irrevocablemente" en alguna dirección por la que ellos abstracto, estaba mucho menos ligado al tiempo.
abogan. La historia de la ciencia social podría escribirse Después, en el siglo XIX, apareció cierta división del
l efectivamente en los términos de la búsqueda de esas
dos clases de leyes. Bastará aquí un esbozo hecho a gran-
trabajo entre los científicos sociales buscadores de leyes.

des rasgos. 2 Hclvélius, De /'esprit, París, 1758, p. 53.
174 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGE NCIA DE LA R EACCIONAR IA A LA PROGRESISTA 175
Al hacerse cada vez más espectacular en la Europa Occi- invariables de lo que Marx había visto. Esta pretensión se
dental el cambio social, algunos se especializaron, por les revirtió a los marxistas: de pronto eran ellos los
decir, en buscar las leyes de esos procesos dinámicos. Tal pensadores superficiales con su creencia ingenua, a la
vez para lanzarse a esa empresa se sintieran alentados y manera de la Ilustración, en la maleabilidad de la sociedad
encandilados por el lugar excepcionalmente prestigioso en la estela de los acontecimientos "de superficie", ya
que la mecánica de Newton había ocupado durante mucho fueran reformas o incluso revoluciones.
tiempo en las ciencias naturales. Helvétius por lo menos El propósito de la breve incursión precedente en la
se refería obviamente a esas " leyes del movimiento" y las historia intelectual habrá quedado claro ahora. Si la esen-
destacaba como si fueran las únicas entre los logros cien- cia de: la "reaccionaria" tesis de la futilidad es la invarian-
tíficos de la época que fueran dignas de notarse en general cia a la manera de una ley natural de ciertos fenómenos
y de ser emuladas por los pensadores que se ocupaban del socioeconómicos, entonces su contrapartida "progresis-
"universo moral" en particular. Un siglo más tarde ese ta" es la afirmación de un movimiento hacia adelante, o
llamado fue atendido. La mayor pretensión de Marx - y progreso, igualmente en forma de ley. El marxismo es sól o
la expresó en su mejor momento en el prefacio de El el cuerpo de pensamiento que ha proclamado con mayor
capital - es la de que en efecto había "topado con las aplomo el carácter semejante a una ley, inevitable, de una
huellas" de lo que llamaría precisamente "la ley del movi- forma especial de movimiento hacia adelante en la histo-
miento económico (Bewegungsgesetz) de la sociedad mo- ria humana. Pero muchas otras doctrinas han pretendido
derna", designándose así como el Newton de las ciencias del mismo modo haber encontrado las huellas de tal o cual
sociales. ley histórica del desarrollo. Toda posición en el sentido de
Pronto aparecerían las reacciones frente a esa preten- que las sociedades humanas pasan necesariamente por un
sión. Se ha mostrado muchas veces cómo, en la segunda número finito e idéntico de etapas ascendentes es pariente
m itad del siglo XIX, el descubrimiento por J evons, Menger cercana de lo que se ha descrito aquí corno la tesis reac-
y Walras del marginalisrno como nueva fundación del cionaria de la futilidad .
análisis e conómico según lineamientos muy generales de La afinidad básica entre las dos teorías en apariencia
una naturaleza humana fisio-psicológica, pueden conside- opuestas se demuestra por la manera en que el lenguaje
rarse como una respuesta al esfuerzo de Marx por rela- de la futilidad es común a ambas. Marx es aquí un exce-
tivizar el conocimiento económico, por restringir la lente testigo. Inmediatamente después de haber procla-
validez de cualquier conjunto de "leyes" económicas a una mado su descubrimiento de la "ley del m ovimiento",
"etapa" particular de las "relaciones de produccióri". Otro escribe en su prefacio que la sociedad moderna ''no puede
ataque a la pretensión marxista de haber descubierto las saltar por encima de las fases naturales (naturgemii.sse) de
"leyes del movimiento" de la sociedad contemporánea se desarrollo, ni abolirlas por decreto" . La futilidad, tal como
produjo con Mosca y Pareto y su afirmación de que había la expone el científico social que tiene un conocimiento
ciertas estructuras sociales y económicas "profundas" (la privilegiado de las llamadas leyes del movimiento, consis-
d is tr ibución del ingreso y del poder) que eran mucho más te aquí en la tentativa de cambiar o estorbar su operación ,
, ,. . . . _ , __

DELAREACClONARIA ALAPROGRESISTA 177


176 R ETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA
CONTRAPARTES DE LA TESIS DE LA PERVERSIDAD
mientras que en Pare to y en Stigler la futil idad brota por
tanto del vano esfuerzo por pisotear alguna constante Tanto en la tesis del riesgo como en la tesis de la fut ili dad,
básica. la transformación de la retórica reaccionaria en su opues-
Una de las objeciones más frecuentes al sistema mar- to resultó en tipos (o estereotipos) de retórica progr('si;;ta
xista y a otras ideas parecidas de progreso inevitable, -desde la ilusión sinergista hasta la creencia de que la
- pues a este respecto el marxismo no es sino el heredero historia está de nuestro lado - que, aunque no son del
de la Ilustración - es que parecen dejar poco margen a la todo extraños, enriquecen sin embargo nuestro entendi-
acción humana. En la medida en que la transformación miento común de lo que está implícito en la retónca. Es
futura de la sociedad burguesa es ya segura, lqué caso lícito plantearse hasta cierto punto si esa hazaña puede
tiene para usted o para mí poner efectivamente el hombro repetirse en el caso de la tesis de la perversidad. E l efecto
en la tarea? Tenemos aquí una forma inicial de lo que más perverso ocupa un lugar tan central en_el m:indo de la
tarde se hizo famoso como el problema dd ''jinete libre" retórica reaccionaria, que es probable que su mvers0 nos
y, lo mismo que ese otro argumento apenas más refinado, lleve directamente de vuelta a lo que todo el mundo ya
no es ni mucho menos tan problemática como parece. sabía acerca de la mentalidad progresista típica. La mejor
Marx mismo se anticipó al argumento señalando, una vez manera de demostrar este punto es en conjunción con
más en el prefacio a El capital, que trabajar por la revolu- diversos discursos acerca del acontecimiento progresista pa-
ción "inevitable" ayudaría a acelerar su advenimiento y a radigmático de la historia mode1na: la Revoludón
reducir su costo. Más en general, la gente se regocija y se La posición reaccionaria consiste en proclamar la
siente fortalecida con la confianza, por vaga que sea, de cidencia generalizada del efectu perverso. Los
que "tienen a la historia de su lado". Este concepto fue el narios recomiendan por consiguiente una extrema
sucesor típico del siglo XIX de la anterior seguridad, muy precaución al modificar las instituciones existentes y .al
buscada por todos los combatientes, de que Dios estaba perseguir políticas innovadoras. La contraparte
de su lado. Nadie ha sugerido nunca, que yo sepa, que esa ta de esta posición es echar en saco roto esa precaución,
seguridad debilitaría el espíritu combativo de alguien. El soslayar no sólo la tradición sino el concepto entero de las
activismo era estimulado del mismo modo por la idea de consecuencias involuntarias de la acción humana, resulte
que los actores contaban con el apoyo de una ley del o no efectivamente en una perversión: los progresistas
movimiento histórico, y tal era en efecto la intención de están siempre listos para moldear y remolde ar la s?ciedad
los proponentes de esta cons tru cción. A su contraparte a voluntad y no tienen dudas acerca de su de
reaccionaria, el argumento de la futilidad, se aplica una controlar los acontecimientos. Esta propenstón a la mge-
historia correspondiente: si lo tomamos a pecho, su argu- niería social e n gran escala fue en efecto uno de los rasgos
mento des ali en ta de moda radical la acción humana, y una impresionantes de la Revolución francesa. Saludada por
vez más eso es exactamente lo que sus exponentes se el joven Hegel como una "aurora magnífica", la prete.n-
proponen lograr. sión de la R evoh1ción de construir un nuevo orden social
t78 R ETÓRICAS DE LA INTRANSIGENC!A DE LA REACCIONARIA A LA PRO GRESISTA 179
ck con p rincipios "racionales" pronto habría de revolucionaria y progresista. Un componente esencial de l
ser denunciada como desastrosa por los críticos contem- pensamiento de Burke era su afirmación, fundada ante
poráneos que invocaban argumento de la perversidad. todo en la experiencia histórica inglesa, de que si las
Más tarde Tocqueville adoptó un tono más bien burlón al instituciones existentes i ncorporaban gran parte de la
cornnarar la empresa revolucionaria con una tentativa de sabiduría colectiva evolucionaría y que eran además
moidear la realidad según esquemas librescos inventados muy capaces de cambiar gradualmente. Si esta objeción
por las gens de lettres de la Ilustración. conservadora fundamental al cambio radical había de
C uando estudia uno la historia de nuestra revolució n se da cuenta ser superada, se hacía entonces necesario alegar que la
que fue llevada a cabo con el mismo espíritu que hizo escribir tantos his toria inglesa era muy especial y privilegiada, que hay
abstractos acerca del gobierno. La misma atracción hacia las países sin ninguna tradición de libertad y donde las
teorías generales, los sistemas completos de legislación y la exacta
simetría de las leyes; el mismo desprecio por los hechos existentes;
la misma confianza en la teoría; el mismo gusto por lo original, lo
instituciones existentes están podridas de cabo a rah ü.
En tales condiciones no hay opción a la demolición de !
ingenioso y lo nuevo en las instituciones; las mismas ganas de lo viejo combinada con una reconstrucción global de la
rehacer a la vez la constitución entera según las reglas de la lógica sociedad política y el orden económico, por muy azarosa
y cfr acuerdo con un plan único, en lugar de tratar de enmendarla
que sea la empresa en cuanto al desencadenamiento de
en ..;us partes. iAterrador esp ectácu!o!3
efectos perversos. Burke fue criticado según estas líneas
La afirmación de la necesidad de reconstruir la socie- ya desde 1853 por el escritor liberal francés Charles de
1
l
dad desde sus cimientos según los dictados de la "razón" Rémusat:
(es decir de acuerdo con la idea que se hace alguien de lo que Si la fatalidad de los acontecimientos ha hecho que un pueblo no
la "razón" ordena) es pues la tesis contra la que surgió el encuentre, o no sepa encontrar sus títulos [litres] en sus anales, y si
argumento de la perversidad como su antítesis. Pero en ninguna época de su historia le ha dejado un buen recuerdo
considerable y sorprendente medida, la tesis sobrevivió a la nacional, toda la moral y toda la arqueología de l mund o no le d arán
antítesis. De hecho, no ha habido nunca una explicación la fe que le falta y las costumbres que esa fe le habría dado ... Si para
ser libre hay que haberlo sido antes, si para dotarse de un buen
satisfactoria de por qué el pensamiento utópico tuvo que gobierno hay que habe rlo tenido, o si por lo m enos hay que
florecer de manera tan abundante y extravagante como flo- imaginarse esas dos cosas, entonces ese pueblo está inmovilizado
reció en el siglo XIX después de las ulcerantes experiencias por sus antecedentes, su porvenir es fatal, y hay naciones con-
de la Revolución francesa y de la consiguiente formu lación denadas a la desesperació n.5
explícita de la tesis de la perversidad.4 En este pasaje, R émusat dice no sólo que h ay
Lo que en realidad sucedió fue que la crítica de Burke situaciones y países donde la reverencia de Burke por el
a la Revolución francesa llevó a una escalada de retórica pasado está por completo fuera de lugar; de mayor interés
J Alexis de Tocqucville, L '.Ancien Ri!¡;i111r: et la Révolution, 4a. ed., París, 1860,
238-239. s Charles de Rémusat, ''B urke: sa vie e t ses écrits",Rcvue des Dcux Mondes (1853),
11 4
Esta profusión queda impresionantemente de mostrada en Paul Bénichou,. Le p. 453. Subrayado mío. Este notable text o se cita en Frans:ois Furet, "Burke ou Ja fi n

I temps des Docrrines de l'lige romantique, París, Gallima rd , 1977. [Existe seule histoire de l'Europe", Le D ébat, 3 9, marzo-mayo 1986, página 65. Furet da
, trad ucción al espa ñol del FCE.] a Pierre Rosanvallo n el crédito de su descubrimiento.
"·-

180 nr l.1\ INTRANS IGENCIA


DE LA REACCIONARIA A LA PROGRES ISTA 181
es su idea de que la validez de la crítica de Burke depend e cia involuntaria de la crítica conservadora de Burke a la
en gran medida de la comprensión y la imaginación del Revolución francesa. Al insistir en la perfectibilídad de las
pueblo respecto a su condición. En otras palabras, la instituciones existentes como argumento contra el cambio
crítica burkeana que incluía la afirmación del efecto per- radical, sus R eflections pueden haber contribuido a un
verso hacía imperativo para los abogados del cambio ra- largo linaje de escritos radicales que pintan la situación de
dical cultivar "el sentido de estar en un predicamento éste o aquél país como radicalmente más allá de todo
desesperado'', 6 así como lo que llamé la fracasomanía (el remiendo, reforma o mejoramiento.
complejo del fracaso) en mis estudios anteriores acerca de Este es el fin de nuestra digresión por la retórica progre-
la adopción de líneas políticas en Latinoamérica; es decir sista. Como su contrapartida reaccionaria, resulta s<::.r más
la convicción de que todas las tentativas de resolver los rica en maniobras, en su mayor parte de exageración y
problemas de la nación han desembocado en fracaso ra- ofuscación, de lo que generalmente se supone.
dical. Allí donde prevalecen tales actitudes, la insistencia
de Burke en la posibilidad de un cambio gradual y en la
perfectibilidad de las instituciones existentes queda efec-
tivamente contrarrestada y desviada. Al invocar el predi-
camento desesperado en que está atrapado un pueblo, así
como el fracaso de anteriores tentativas de reforma, se
alega implícita o explícitamente que el viejo orden tiene
que ser aplastado y uno nuevo reconstruido desde la nada
sin tener en cuenta ninguna consecuencia contraproducen-
te que pueda derivarse de ello. La invocación de l predi-
camento desesperado puede mirarse por consiguiente
como una maniobra retórica de escalada dirigida a neu-
tralizar o superar el argumento del efecto perverso. *
Buscando una contrapartida no obvia del argumento de
la perversidad, me he topado con una curiosa consecuen-
6
Robert C. Tuckcr, "The theory of charismalic leadership", Daedalus, 97, vera no
de 1968, p. 75.
• No pretendo que el a rgum ento d el p redica me nto desesperado no fuera utilizado
antes de la Revo lución fra ncesa. Serfa diffcil superar la siguiente d eclaración de E m-
manuel al fina l de su "Essai s ur les privileges" (1788): "Vendrá un tiempo e n

l
q ue nuestros indignados nietos quedarán estupefactos al leer nues tra his toria, y darán
a la más inconcebible dt'mencia los no mbres que merece". E n Sieyes, Q11 'es1-ce que le!
Tif:rsEcat? (Parfs, Presses U niversitaires de France, 1982, p. 24). Mi tesis es que la crítica

¡1
burkcana hi1.o aumentar la probabilidad y la incidencia de esta clase d e pronunciamicn -
lOs ex1n:mis1:1s.
7. MÁS ALLÁ DEI-A. INTRANSIGENCIA

¿UN VUELCO DEL ARGUMENTO?


AL PASAR en el capítulo anterior de los "reaccionarios" a 6¡
los "progresistas" y a algunos de los argumentos típicos y los jÍ

puntos de debate de estos últimos, es posible que haya


perdido algunos de los amigos que pude haber ganado en
el transcurso de los tres primeros capítulos, donde
exponían varios tipos de retórica reaccionaria. M e
apresuro a tranquilizarlos recordando brevemente mi
tema y mi tarea principales. El propósito fundamental de
este libro ha sido rastrear algunas tesis reactivo-reac-
cionarias clave por medi o cie los debates de los pasados
doscientos años y demostrar cómo los protagonistas
seguían ciertas constantes en la argumentación y en la
retórica. Mostrar cómo los abogados de las causas reac-
cionarias están atados por reflejos invencibles y avanzan
de manera predecible por m.edio de n1ovimientos y
maniobras fijos no equivale a refutar los argumentos, por
supuesto, pero tiene una serie de consecuencias bastante
corrosivas.
Empezaré por una menor. Como resultado de mi pro-
cedimiento, algunos "pensadores profundos" que habían
presentado in":'ariablemente sus ideas como aportaciones
originales y brillantes resultan tener un aspecto much o
menos impresionante y a veces incluso cómico. Este efec-
to no era intencional al principio, pero no deja de se 1
bienvenido. Ha habido cierta falta de e quilibrio en los
debates recurrentes entre progresistas y conservadores:
en el uso efectivo de la poderosa arma de la ironía los

--· .... _____ __________._____...._________________


,
183
184 RETÓRICAS DELA INTRANSIGENCIA MÁS ALL.Ó. DE LA INTRANSIGENClA 185

ccnservadores se han llevado claramente la palma. Y a la toria y muy general: han existido ciertamente situaciones
crítica de Tocqueville al proyecto revolucionario, tal como en que la " acción social deliberada" emprendida con bue-
se manifiesta en el pasaje citado en el capítulo 6, utiliza un nas intenciones ha tenido efectos perversos, otras en que
tono sarcástico. En sus manos ese proyecto empieza a ha sido en esencia fútil, y otras más en que ha puesto en
parecer ingenuo y absurdo más que infa.me o sacrílego riesgo.los beneficios debidos a algún adelanto anterior. M i
- caracterización predominante expresada por los críti- asunto es que muchas veces los argumentos que he iden-
cos anteriores tales como De Maistre y Bonald. Este tificado y revisado son intelectualmente sospechosos por
aspecto de la actitud conservadora frente a sus oponentes varios conceptos.
se reflejaba también en el término alemán Weltverbesserer Una sospecha general de uso excesivo de los argumen-
(mejorador del mundo), que evoca a alguien que tiene tos surge con la demostración de que se les invoca una y
demasiadas responsabilidades y que está destinado a ter- otra vez de manera habitual para cubrir unél amplia vari •.:·-
minar en un ridículo fracaso. (La expresión americana dad de situaciones reales. La sospecha se refuerza cuando
do -gooder tiene connotaciones despectivas similares, en puede mostrarse, como he tratad o de hacer en las páginas
cuanto a que los proyectos de éste tienden a ser menos precedentes, que los argumentos un consider<il')!c
ambiciosos que los del Weltverbesserer.) En general, una atractivo intrínseco porque se rel acionan con poderosos
actitud escéptica y burlona ante los esfuerzos progresistas mitos (Hubris-Némesis, Divina Providencia, Edipo) y con
y sus probables logros es un componente integral y muy fórmulas interpretativas influyentes (ceci tuera cela, suma
efectivo de la actitud conservadora moderna. cero, etcétera) o porque arrojan una luz halagadora acerca
En contraste con esto, los progresistas han quedado de sus autores y realzan su ego. En vista de estos atractivos
empantanados en la seriedad. La mayoría de ellos han sido externos, resulta probable que las tesis reaccionarias co-
pródigos en indignación moral y parcos en ironía.* El munes se adopten a m enudo independientemente de :m
pn-o:sente volumen lleva tal vez la intención de corregir ese adecuación.
desequilibrio. Lejos de diluir mi argumentación, el capítulo preceden-
Pero difícilmente podría ser es to unajuslific<lctón de la te acerca de la retórica progresista fortalece más este
tarea dt este libro. Ha habido ciertamente una tentativa punto. Al demostrar que cada uno de los argumentos
más básica: establecer alguna presunción, gracias a la reaccionarios tiene una o más contrapartidas progresistas,
demostración de la repetición de los argumentos básicos, he generado parejas contrastadas de declaraciones reac-
de que el razonamiento ((reaccionario" típico, tal como se cionarias y progresistas acerca de la acción social. Para
.exhibe aquí, es a menudo defectuoso . El hecho de qu e un recordar algunas de ellas:
argumento se use repetidamente no prueba, sin duda, que
esté equivocad n en un caso particular. Así lo he dicho ya Reaccionaria: La acción prevista tra erá consecuencias de-
aquí y allá, perv vale la 1--c na repetirlo de manera peren- sastrosas.
• Hay que hacer evidentemente una excepción con el s iempre ingenioso F. M .
Progresista: No llevar a cabo la acción prevista traerá conse-
Cor nford. cuencias desastrosas.
RETÓRICAS DE LA INTRANSIGE NCIA MÁS ALLÁ DE LA INTRANSIGENCIA 187
186
Reaccionaria: La nueva reforma pondrá en riesgo la ante- nes, dijo, son " dos impertinencias iguales".1 Este término
rior. es también adecuado para caracterizar los argumentos
Progresista: La nueva y la vieja reformas se reforzarán paralelos que acabamos de formular.
mutuamente. Sin embargo mi propósito no es "llevar la calamidad a
Reaccionaria: La acción prevista intenta cambiar unas las casas de ambos". Es más bien empujar el discurso
características estructurales ("leyes") del orden social; público más allá de posturas extremas e intransigentes de
está destinada por consiguiente a ser enteramente ine- una y otra clase, con la esperanza de que en el proceso
fectiva, fútil. nuestros debates se tornen más "amistosos con la demo-
Progresista: La acción prevista está respaldada por po- crad a".* Es éste un tema muy amplio que no puedo
derosas fuerzas históricas que están ya "en marcha"; abordar aquí adecuadamente. Baste un pensamiento pa-
oponerse a ellas sería profundamente fútil. ra concluir.
Las reflexiones recientes en rt l ación con la democracia
Una vez demostrada la existencia de estas parejas de han dado como fruto dos valiosas visiones: una histórica
arrumentos, las tesis reaccionarias se degradan, por decir- de los orígenes de las democracias pluralistas y una teórica
lo se tornan, junto con sus contrapartidas progre sis tas, de las condiciones a largo plazo de la estabilidad y la
en simples afirmaciones extremas de una serie de debates legitimidad de esos regímenes. Los modernos regímenes
imaginarios muy polarizados. De esta manera quedan pluralistas aparecieron típicamente, según se reconoce
efectivamente expuestas como casos límite, que necesitan cada vez más, no debido a algún amplio consenso pre-
a fondo, en la mayoría de las circunstancias, ser calificados, xistente de los "valores básicos", sino más bien debido a
mitigados o enmendados de alguna otra manera. que diversos grupos que habían estado agarrándose
mutuamente el pescuezo durante un periodo prolonga-
do tuvieron que reconocer su mutua incapacidad de
CÓMO NO ARGÜIR EN UNA DEMOCRACIA
dominar. La tolerancia y la aceptación del pluralismo
Una vez justificada la utilidad del capítulo 6 desde el punto resultaron de un empate entre grupos opuestos acerba-
de vista mismo que presidió la concepción original de este mente hostiles .2
1ibro, puedo declarar ahora que la redacción de
1 Gustave Flaubert a su sobrina Caroline, mano de 1868, en Flaubert, Correspo11-
capítulo me hizo visualizar un papel más amplio del eJ.er- do11ce, París, Conard, 1929, vol. S, p. 367. Comentando la disputa fil osófica acerca de
cicio en su conjunto. Lo que he acabado por hacer ha sido la p1imacfa de la materia o del espíritu, Flaubert concluye: "llref, je trouve le
Malérialisme et le Spiritualisrnc deux impertinences égales". (En resumen, encuent ro
en efecto diagramar la retórica de la intransigen'cia tal que el materialismo y el espiritua lismo son dos impertinencias iguales.) Véase tam bién
como la han practicado durante mucho tiempo tanto los Jacques D errida, "Une idée de f·1aubert", en su recopilación París, Gali lée,
1987, pp. 305-325.
reaccionarios como los progresistas. · • Término ácullado por analogía con el ahora frecuente "amistoso con el usuario "
Flaubert utilizó una vez uria frase maravillosa para (user fricndly) o e l alemán umweltfreundfich (a mistoso con el medio ambiente).
2 Bernard Crick (comp. y rev.), In defenc:.: of pofitics, Baltimore, Pengu in Books,
aplastar a las escuelas contrarias de fil.ósofos que.afirm.an 1964, cap. l; y D ankwart Rustow, "Transitions to democracy", Comparatiw: Pofitics, 2,
que todo es pura materia o puro espíritu: tales afirmac10- abril de 1970, pp. 337-364.
MÁS ALLÁ D E LA INTRANSIGEN CIA 189
188 RETÓRICAS DE LA INTRANSIGENCIA
longación y · sustituto de la guerra civil. Incluso en las
Este punto de partida histórico de la democracia no democracias más "avanzadas" muchos debates son, para
vaticina nada bueno para la estabilidad de esos regímenes. parafrasear a Clausewitz, una "continuación de la
El asunto es obv io, pero lo es todavía más cuando se le civil con otros medios". Ta les debates, donde cada partido
pone en contacto con la proclamación te órica de que un anda en busca de argumentos que devasten, no son sino
régimen democrático alcanza la legitimidad en la med ida demasiado familiares en la política democrática usual.
en que sus decisiones resultan de una deliberación plena Queda pues por recorrer un largo y difícil camino desde
y abierta entre sus principales grupos, cuerpos y repre- el tradicional discurso encarnizado e intransigente hasta
sentantes. La deliberación se concibe aquí como un pro·· una clase de diálogo más "amistoso con la democracia".
ceso de formación de opinión: los participantes no han de Para quienes deseen emprender esa expedici ón tendrá
tener inicialmente opiniones plena o definitivamente for- valor el conocimiento de señales de riesgo, como por
madas; se espera que se entreguen a discusiones significa-
tivas, Jo cual quiere decir que deben estar listos para
ejemplo argumentos que son en. efect? h:--
chas específicamente para hacer imposible el dialogo y ia
modificar opiniones sostenidas con anterioridad a la luz deliberación. He intentado aquí proporcionar un panora-
de los argumentos de los otros participantes y también ma sistemático e históricamente informado de esos
como resulta do de la nueva información que se haga argumentos en un lado de la división e nt_re
accesible en el transcurso del debate. 3 "progresistas" y "conservadores" - y he añadido des pues ,
Si esto es lo que se necesita para que el proceso demo- mucho más brevemente, un panorama similar en el otro
crático resulte sostenido por sí mismo y ad quiera estabili- lado. En comparación con mi plan original de exponer
dad y legitimidad a largo plazo, entonces el abismo que sólo las simplezas de la retórica reaccionaria, me encuen-
separa a tal estado de los regímenes democrático-plura- tro al fin y al cabo con una contribución más ecuánime:
listas, tal como emergen de manera histórica de la lucha y una contribución que en último término podría servir a un
la gue'rra civil, es inquietante y peligrosamente profundo. propósito más ambicioso.
Un pueblo que apenas ayer e.staba entregado a luchas
fratricidas no es probable que se avenga de la noche a la
mañana al toma y daca de esas deliberaciones constructi-
vas. Es mucho más probable que primero se ponga de
acuerdo en estar en desacuerdo, pero sin tentativas de
aplastar los puntos de vista opu estos -- tal es efectivamen-
te la naturaleza de la tolerancia religiosa. O bien, si hay
discusión, será u n típico "diál0go de sordos" -un diálogo
que en realidad funcionará mucho tiempo como pro-

3 Este punto está argumentado de manera persuasiva en Bernard Manin, "On


legitimacy and política! deliberation", Political 171eory, 15, agosto d e 198 7, pp. 338-368.

• wea·
AGRADECIMIENTOS

Como señalé en el capítulo 1, la idea de este libro tornó forma como


resultado de mi participación en la mesa ejecutiva que reunió la Ford
F oundation en 1985 para asesorar acerca de políticas de bienestar en
los Estados U nidos, y más especialmente cuando reflexioné resp eclo
a las observaciones introductorias de Ralf Dahrendorf en la primera
reunión. Una influencia generadora más remota había sido la r e hab i-
litación de Donald McCloskey de la retórica como rama de investig a-
ción legítima para los economistas y los científicos sociales.
Durante la redacción del libro, recibí ayuda y alicnlo de quien es
leyeron los borradores de los capítulos preliminares. Entre ellos quiero
destacar en particular a William Ewald, J oseph Frank, Luca Meldolesi,
Nicoletta Stame, Fritz Stern y Margarct Weir. La corresponde ncia con
David Bromwich, Isaac Kramnick, J crry Muller y Edmund Phelps me
ayudó a aclarar numerosos puntos y perplejidades. Pierre Andler,
traductor de este libro al francés, y Rebecca Scott le dieron al manus-
crito una lectura final y discriminadora. En el transcurso de una larga
b usca para el título preciso, Peter Railton y Emma Rothschild hicieron
contribuciones de gran importancia.
Los amigos y lectores que dirigen a un autor hacia textos específicos
que le permitan reforzar o adornar su argumento tie nen un comporta-
miento altruista de una clase especial. E s el que mostraron W altcr
Hinderer, Stephen Holmes, obispo Pietro Rossano y Quentin Skinne r,
llamando mi atención en pasajes recomendables de las obras de Schiller,
De Maistre, Lampedusa y Hobbes, respectivamente. Dennis Thompson
me dio valiosos consejos bibliográficos en relación con mi investigación
respecto a la Ley de Reforma del Voto de 1867 en Inglaterra.
Por último, es un placer reconocer una importante deuda intelectual
y personal con Bernard Manin. Sus escritos ace rca de la teoría de-
mocrática han sido fuente de constante estímulo, y comentó con genero-
sidad y con su agudeza habitual mi manuscrito en proceso cuando nos
encontramos durante varios veranos sucesivos en los Alpes franceses.

Partes de este libro se han presentado como conferencias públicas y


en reunione s científicas. U na versión abreviada de l capítul o 2 se leyó
como conferencia en la serie Tanner Lecture en Ja U niversidad d e
191

1
192 RETÓRlCAS DE LA INTRANS IGENCIA

Michlgan en abril de 1988 y posteriormente en e! Centre Raymond


Aron de París y en el Siernensstiftung de Munich. Se publicó e n The
Ta1111c.- Lectures in Human Vnl11cs, vol. 10 (Salt Lake Cíty, U niversity ÍNDICES
of Utah Press, 1989) y, en un formato todavía más reducido, en el
Arlantic d e mayo de 1989. En Ann Arbor aproveché las críticas de John
Diggins, Stephen Holmes y Charles Tilly. El capítulo 3 se expuso, una
vez más en versión abreviada, en una confcrcnda acerca de la Sociedad
Civil llevada a cabo en agosto de 1989 en Castelgandolfo con los auspicios
del Vicnna Institut für die Wissenschaften vom Menschen, y en febrero
de 1990 en un Lionel Trilling Seminar en la Universidad de Columbia en
N ueva York. En esta úitima ocasión StanleyHoffmaru1 yStephen Holmes
aportaron incisivos comentarios. E l capítulo 4 se presentó como trabajo
de discusión en una conferencia de la filosofía de la elección social
celebrada en Varsovia en junio de 1990 y auspiciada por la Academia
Polaca de Ciencias y el American Council of Lcarned Societies.
De 1985 a 1989, el procesamiento de mis borradores fue hecho con
inteligencia, habilidad y buen ánimo por Lynda Emery. Tras su partida
de Princeton, Lucille Allsen y Rose Marie Malarkey continuaron el
t rabajo y cuidaron competentemente el manuscrit o en sus últimas
etapas. Marcia Tucker, de la biblioteca del Institute for Advanced
Study me proporcionó una valiosa asistencia bibliográfica.

ri

•I
ÍNDICE ANALÍTICO

Acción, 18, 24, 169-170. Véase tam- crisis de gobernabilidad, 135,


bién oonsecuencias, reacción, 138; desarrollo 12; dificul-
efecta; secundarios. tad de lograrlo, 145-150; efecto
Adams, J ohn, 19 perverso d el, 37-45, 51-52, 79-
Alemania: democracia e111 16, 124- 80, 154-156, 161-162; y futili-
126; políticas de bienestar social dad de las mejoras, 74-84,
en, 150, 164, 165 85-86, 91-92, 155-156; en los
Alicia en el pafs de las maravillas países de desarrollo tardío,
(Carroll), 56 146-150; reacción al desarro-
América Latina: afirman la futili- llo del, 16; riesgo causado
dad de la reforma en, 56; com- por,101, 126-139,155, 160-161
plejo de fracaso (fracasomanía) Bismarck, Otto von, 150, 165
eu, 44n, 180; programa habita- Bonald, Vicomte Louis-Gabriel-
cional en, 82, 83 Ambroise de, 60, 184
Ampere, Jean Jacques, 59 Bright, J ohn, 112
Ancie11 régim e et la Révolution, L' Burckhardt, Jacob, 31
(Tocqueville), 58, 62 Burke, Edmund: 45, 153n; acuer-
Argumento del apoyo mutuo, do con los criterios económi-
142, 145, 168, 172 cos de Adam Smith, 24; acerca
Argumento del predicamento de- de las diferencias de Clase, 30-
sesperado, 180 31; crítica de las Leyes di: los
Aristóteles, 65 Pobres, 38-39; y culto a la cons-
Aulard, Alphonse, 62 Lituci6n británica, 106; y efecto
Ayuda a familias con hijos de- pe rverso, 21-26, 172; y funda-
pendientes (AFDC), 51-52, 76 mento de personalidad de la
democracia en Francia, 121-
Bagehot, Walter, 116, 123, 124 124; y reacción a la Revolu-
Bentham, J 4-0, 98n ción francesa, 14, 24-25, 58,
Berdyaev, Nicholas, 166n 60-61, 178-179, 180, 181
Berlin, Isaiah, 103 Burrow, John, 123n
Bias for lwpe, A (Hirschman, 1971), Butler, J.R.M., 106
148n, 171n
Bien li mitado, imagen del, 140 Calderón de la Barca, Pedro,
Bie neslar social: apoyo público 171n
para el, 131-132; y argumento Cándido (Voltaire), 53
del a poyo mutu o, 142, 143; y Canning, George, 107
195
E m:
•• .._.1 , - -

ÍND ICE ANALITICO 197


196 ÍNDICE ANALÍTICO
Derechos políticos: desarrollo de to del apoyo mu tuo, 141-1 43; y
Capital, El (Mane), 174, 175 Cours d' économie politique (Pa- los, 12-13; efe.eta perverso de crisis de gobernabilidad, 135-
Carroll Lewis, 56 reto, 1896-1897), 68 los, 30-37; futilidad de los 139; dificultad de lograrlo,
Carta Magna, 105 Crandall, R obe rl, 53n cambios en los, 62-74, 84-85, 144-150; e fecto perverso del,
"Case against 'One thing at a ti- Crisis de gobernabilidad, 136- 91-92; reacción al desarrollo 37, 39-40, 41-45, 79-80, 154-
me', The" (Hirschman, 1990), 138, 141 de los, 14-15. Véase también 156, 160-162; y futilid ad de las
149n Crisis of democracy, The (Comi- sufragio universal mejoras, 73-84, 84-85, 91-92,
Cité antique, La (Fustel de Cou- sión Trilateral, 1975), 135 Des réactions politiques (Cons- 155-156; en los países de desa-
langes, 1864), 119 tant, 1797), 19 rrollo tardío, 145-149; rclroce-
Claudel, Paul, 171n Dahrendorf, Ralf, 11-13 Desarrollo político, secuencia del, so del, 13,16-17; riesgo causado
C lausewitz, Carl von, 189 Declaración de los D erechos del 145-149 por, 100-101, 126-139, 155-156,
Club de Roma, 42 Hombre y del Ciudadano, 14, 59 Dickens, Chai:les, 41 162; surgimiento 12
Cobban, Alfred, 23 D efoe, Daniel, 39, 155 Dictionnaire des idée repies (Flau- Estado y revolución (Leoin, 1917) ,
Colombia, reforma de la tenen- D crnocracia,democratización: ame- bert), 31 165
cia de la tierra, 43-44n nazada por el Estado benefactor, Diderot, Denis, 33
Comisión Trilateral, 135 126-139, 163-166, 168, 167-168; Dieciocho brumario de Luis Bo- Falacia de 'la composición, 34
Compensación por desempleo, como medio de evitar huelgas y naparte, El (Marx), 159 Feldstein, Martin, 80-81, 84
distinción de clases en la, 80- motines, 117, 170; y delibera- Diferencias de clase: en la com- Fiscal crisis o[ Lhe state, Tite (Ja-
81, 82-84 ción, 187-188; efecto perverso pensación del bienestar, 80- mes O 'Conno1, 1972), 133
Comportamiento compensador, 52 de,31-37,66-68, 157, 159;fun- 81, 82-83; y futilidad de la Flaubert, Gustave, 30-31, 35, 86
Consecuencias involuntarias: ba- damento de personalidad de reforma del bienestar, 75-76, Forrester, J ay W ., 42, 43, 159, 162
1· lance entre las favorables y las la democracia, 120-126; futili- 77-78, 79, 82-83; y futilidad del F oster, G eorge, 140
1
desfavorables, 51-52; bienve- dad de, 62-74, 84-85, 90-91, sufragio universal, 63-64, 67- Fracaso, explicaciones pa ra el,
nidas, 50-52; desarrollo del 156-158, 163; reacción contra 69, 85-86; en Italia, 65-66; en 153-154. Véase tam bién fraca-
concepto de, 46-49; no desea- la, 15-16, 106; riesgo de la li- las oligarquías, 70-71, 85-86; en somanfa
\! das, 49-51, 97, 99-100, 185- berlad, 101-126, 157; surginúen- el socialismo, 65-66; tradición Fracasomanía (complejo de fra-
186; desprovistas de, 50-51; y to de, 187-188; usado como europea de, 30-31, 106-108 caso), 44n, 180
futilidad del cambio, 86-87, espantapájaros, 106. Véase tam- Director, Aaron, 77, 82, 172 Francia, democracia en, 118-119,
89-92, 94-95, 97, 185-186; y bién derechos políticos; sufra- Benjamin, 41, 108, 115, 163 122-124, 156-157
gobernantes de buena volun- gio universal Doctrina de la ley natural, 12 Free t.o choose (Friedn!an y Fried-
tad, 90-92; relación con el Democracy in America (Tocque- Doctrina de la Mano 1nvisible, man, 1979), 79
mito de Eclipo, 143, 144. ville) , 103 24,26,49 Freud, Sigmund, 34, 173
Véase también efectos secun- Derby, Lord. Véase también Stan- Dostoievski, Fiador, 27 Friedman, Milton, 38, 77, 79
darios ley, E.G.G.S. Friedman, Rose, 79
Consúlérations SHr la Fronce (Mais- D erecho de habeas corpus, 105 Economics of incom e redistribu- Fu ndación Ford, 11
tre, 1797), 27 Derechos civiles: desarrollo de, tion (TuJlock, 1983), 79 Furet, 61, 122n
Constant, Benjamin, 19, 103, 104, 12-13; reacción al desarrollo Edgewoth. F.Y., 70 Fustel de Coulanges, Numa De-
119-121 de, 14, 21-23 Efectos secundarios, 48-50, 52-54 nis, 119-121
Constitution of liberty, The (Ha- Derechos económicos: desarro- Elliott, J ohn, 97n
yek, 1960), 129 llo de, 12; efecto perverso de, Enemigo del pueblo, Un (lbsen, Gatopardo, El (Lampedusa, 1959),
Cornford, F.M.,97-99, 17ln, 184n 37-39; reacción al desarrollo 1882),32 56, 72
"Counterintuitive behavior of so- de, 16. Véase también distri- Estado benefactor: apoyo públi- Genio y democracia, 33
cial systems" (Jay W. Forres- bución del ingreso; pobreza; co para el, 130-132; y argumen- Gentz, F riedrich von, 23
ter, 1971), 42 Estado benefactor
198 INDICE ANALÍTICO ÍNDICE ANALÍT ICO 199
G ladston e, W illia m Ewart, 115 Juego suma cero, 140 Libertad, d el individuo: ame na- cologfa de m a;;as; y derechos
Glnz.c r, Nalltan, 43-45 zada por el Estado benefac- políticos
Goethe, Joha nn W olfga ng van, Karr, Alphonse, 55 tor, 126-139; de los antiguos y McLuhan, Marshall, 139
25, 26 Keats, J ohn, 169n los modernos, 103-104, 119- Menger, Car! von, 174
Gorbachov, Mijail, 165 Keynes, John Maynard, 88, 127, U l; y democracia, 101-126; po- Mercad os: aatorreguladores, 37,
Great transfonnation, The (Polan- 132 sitiva y negativa, 102-103 38, HH, interferencia con, 3
yi, 1944), 40 Kolakowski, L eszek, 95 Liberty, equality, fratemity (Ste p- M erton, Robert, 49n, 51
G r ey, lord Charles, 107 hen, 1873), 73-74 Metternich, Klemens va n, 23
Group psychology and the analy- Lampedusa, Giuseppe Tomasi di, " Limits of social policy, The" Michels R oberto: y futilidad de
sis of the ego (Freud, 34n 56, 72,91 (G lazer, 1971),43 la democratización, 70, 72, 73,
LeBon, Gustav: 45, 153n; oposi- Losinggoond (Murray, 1984), 39, 42 86,88,166,172
Habermas, Jürgen, 134 ción a la política de igualdad, Lowe, Robert: oposición a la Ley Microsmographia academica (Corn-
Handbook_ of political fallaci es 34-37,63,67, 75,114, 157, 159 de Reforma de 1867, 109-110, ford, 1908), 97-98, 171n
(Bentha m, 1816), 98n Lecky, W.E.H., 111 112, 114, 115, 116, 119, 125, Mill, J ohn Stuart, 73
Hayek, Fiie drich: 153 n; Estado Legitimation crisis, 134 126, 131, 132, 140, 141, 160, Mito de Edipo, 28n, 143, 185
be nefactor, amen aza a la li- L e nin, Vladimir Ilich, 165-166 161, 163 Modigliani, Franco, 89n
bertad, 126-131, 132, 133, 134, Ley d e Derechos, 105 Monetarismo, 89
136-138, 160-165 Ley de Director de la redistribu- Maculay, Thomas Babbington, 108, Montesquieu, barón de la Bréde
Hegel, George Wilhelm Frie- ción del ingreso, 67-68, 79, 85, 110-111 y de, 19, 65
drich, 177 160, 172 Maine, sir H e nry, 112, 113, 114 M orley, J ohn, 115
Helvétius, Claude-Adrien, 33, 172- Ley de Hierro de la Oligarquía, Maistre, Joseph de: 47, 153n, M osca, Gaetano: análisis del so -
173, 174 70,85 162; crítica de la Revolución cialismo por, 65; y efecto p e r-
H obbes, Thomas, 48 Ley de la oferta y la demanda, fra ncesa, 60-61, 183-184; y la verso de la democratización,
H o lderlin, Friedrich, 125n 70-71,88 cruel de idad (la Divina Provi- 67-68; y futilidad del sufragio
H untington, Samuel P ., 135-139, Ley de Pareto, 70, 71, 85, 86, 160, dencia), 27-29, 43, 47, 48, unive rsal, 63-68, 71, 72, 73, 74,
141, 161 172 88, 143-144, 185 75,84,85,87-88, 116, 157, 174,
Ley de Reforma de 1832, ingle- Man versus the state, The (Spen- 175; influencia en Roberto Mi-
Ibsen, Henrik J ohan, 32-33 sa, 63, 105-108, 111, 112-115, - ce r, 1884), 36 che ls, 70, 85
Ilusión sincrgista, 142, 167-170 157, 160 . Mandeville, Bernard, 24, 39, 46, 155 Muchedumbre. Véase psicología
Ilustración escocesa, 24, 46 L ey de Reforma de 1867, ingle- Manifiesto comunista, 68 de masas
Tnforme Beveridge, 128 sa, 73, 105, 108-112, 115, 121, Malthus, Thomas Robert, 39, 4D Mujeres, voto para las, 15
Instinto gregario, 32 157, 160, 163, 170 Maquiavelo, Nicolás, 65 Müller, Adam, 23, 47
Ironía, uso reacciona rio de la, Ley de Speenh amland de 1795, Marshall, T.H.: acerca del desa- Murray, C harles: 153n; oposición
183 4{) rrollo de la ciudadania, 11-13, al Estado benefactor, 39, 42,
I rracionalidad, de la muchedum- Leyes de Pobres, inglesas, 38-39, 14, 17, 33, 99-102, 103, 117, 44-46, 155-156, 160-162
b re, 33-35 40-42, 44-45 118, 146, 149t 150, 151, 164; y
Ttalia, de m ocracia e n, 16, 63-65, Leyes del Grano, 112 el Estado Benefactor, 130, 131; Napoleón 1 (Napoleón B onapar-
66, 72- 73, º116, 157 Leyes del salario mínimo, 37-39, y la libe rtad, 102, 103 te), 22
87-88 Marx, Karl, 159, 160n, 165, 166, Napoleón ID (Ltús-Napoleón), 59,
Jevons, William Stanley, 174 Libertad de expresión, 12 174, 175, 176 11 1, 118
Johnson , Lyndon B ., 43, 76 Libertad de pensamiento, 12 Marxismo, 68, 78, 88, 130, 174, 175 Nueva Ley de Pobres_ Véase L e-
Joumeys toward progress (Hirs- Libertad de prensa, 105 Masas (el pueblo). Véase demo- yes de Pobres, ingles as
chrnan, 1963), 43n, 115n, 144n Libe rtad de religión, 12 cracia, democratización; p si- Newton, sir Isaac, 18, 174
202 ÍNDICE ANALÍTICO

dad del cambio, 172-176; y la 156; y tesis de la futilidad,


Revolución francesa, 57-63, 161, 163-166; y tesis de la per -
84; y tesis de la perversidad, versidad, 161;
57, 67-68, 72, 79-80, 84-92, Tesis de l riesgo inminente, 167,
161; y tesis del riesgo, 161, 169-171, 172
ÍNDICE GENERAL
163-166 Thompson. E.P., 42
Tesis de la perversidad: antigüe- Tiempo y progreso, 19, 20
dad de, 48-49; y bienestar so- Titmuss, Richard, 131
cial, 37-46, 51-52, 79-80, 155-156, Tocqueville, Alexis de: crítica de Prefacio 9
161-162; cronología de, 153; de- las Leyes de P obres, 39; des-
fuúción de, 17, 21-22, 55, 94 1' cuid o de, 61, 156; y futilidad
distribución del ingreso, 71; y del cambio durante la R evo- l. Doscientos años de retórica reaccionaria 11
la igualdad política, 29-37, 67- lución francesa, 58-59, 60, 61, Tres reacciones y tres tesis reaccionarias 14
68, 157, 159; y la Revolución 62, 63, 85n, 156-157, 177; so- Nota acerca del término "reacción" 18
francesa, 22-29, 156, 159, 177, bre la libertad y la democra-
178; y teoría progresista, 177- cia individual, 102; uso de la
181; y tesis de la futilidad, ironía, 183 2. La tesis de la perversidad · 21
57, 67-68, 72, 79-80, 83-92, 161; Traité de so ciologie généra/e (Pa-
y tesis del riesgo, 161-162; reto, 191 5), 68 La Revolución francesa y la proclamación del efecto
ubicuidad y popularidad de, T ráfico de reformas, 115 perverso 22
'. 45- 54, 55, 158, 159-160, 176, Tullock, Gordon, 79 El sufragio universal y sus efectos supuestamente
177 T urner, Frederick J ackson. 11 l n p erversos 29
T esis del riesgo: y apoyo mutuo, Las leyes de pobres y el Estado benefactor 37
142-145, 168-169, 172; crono- Vico, Giambattista, 24, 26 R eflexiones sobre la tesis de la p erversidad 45
logía de, 153; definición de, Víctor Hugo, 139
17, 97-102; y democratización, Viner, Jacob, 26n
102-126, 157; descrédito de, V Franc;otS- Marie Arouet, 53 3. L a tesis de la futilidad 55
159, 160-161; en el Estado be-
nefactor, 101, 126-139, 155, Walras, L éon, 174 Cuestionamiento de la extensión del cambio producido por la
161; limitaciones de, 145-150; W elfare f or tlle well-to-rlo (Tu- R evolución francesa: Tocqueville 58
mitos asociados con, 139'!141; llock, 1983), 79, 91 Cuestionamiento de la importancia del cambio que seguirá
y la retórica progresista, 167- Weltverbesserer, 36, 184 probablemente al sufragio universal: Mosca y Pareto 63
169; y la Revolución francesa, Whitehead, A lfred Norlh, 13 Cuestionamiento del grado en que el Estado be nefacto r
"entrega los bienes" a los pobres 74
Reflexiones en torno de la tesis de la futilidad 84

1
1 4. La tesis del riesgo 97
.11 .102
La democracia como amenaza a la libertad
E l E stado b enefactor como amenaza a la libertad y a la
democracia . . 126
Reflexiones en torno de la tesis del riesgo . 139
203
204 ÍNDICE GENERAL

5. Comparación y combinación de las tres tesis 151


Cuadro s inóptico 152
Influencia comparativa de las tesis 155
Algunas interacciones sencillas 158
Una interacción más compleja 162
Este libro, Retóricas de la intransigencia,
De la retórica reaccionaria a la retórica progre- se terminó de imprimir en JEM, S. de
R.L., Osa Menor 84, Pra do Churubusco,
sista 167 México, D. F. el 30 de junio de 1991. Se
tiraron 2 000 ejemplares y en su composición
La ilusión sinergista y la tesis del riesgo inminente 167 se utilizaron tipos D utch de 14/ 12, 10/ 11 y
"T ener la historia de nuestra parte" 172 7/8. El cuidado la edición estuvo al
Contra partes de la tesis de la perversidad 177 cargo deLeticia Picazo y Mercedes Paredes.

7. Jvfás allá de la intransigencia 183


lUn vuelco del argumento? 183
Cómo no argüir en una democracia 186

Agradecimientos 191

Índice analítico 195

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