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Estudiante:

Carlos Alejandro Felipe Alvarez


Matricula:
2021-1086
Maestra:
Yahaira García de Díaz
Materia:
Historia Universal
Tema:
Personajes y fechas de las guerras Mundiales
Personajes y fechas de las guerras Mundiales.

Nicolás II

(San Petersburgo, 1868 - Yekaterimburgo,


1918) Último zar de Rusia, en quien se
extinguió la dinastía Romanov. Accedió al trono
en 1894, sucediendo a su padre, Alejandro III
de Rusia. En general siguió la política
autocrática de su antecesor, si bien parece
haber mostrado escaso interés y nulas
aptitudes para las tareas de gobierno. Por
incapacidad o por debilidad, cayó bajo la
influencia de la zarina Alejandra Fiódorovna (la
princesa Alix de Hesse-Darmstadt) y de su
consejero Rasputín.

Bajo su reinado, pero más bien al margen de su


intervención directa, Rusia experimentó un intensivo proceso de
industrialización (la penetración acelerada de la Revolución industrial hizo
surgir importantes núcleos obreros) y se esforzó por extender su influencia
en Asia rivalizando con las potencias occidentales en la carrera imperialista:
intervención en la Guerra Chino-Japonesa de 1896, base de Port Arthur en
1898, ocupación de Manchuria en 1900 y reparto de Persia en esferas de
influencia con Gran Bretaña en 1907.

Los intentos por ejercer una influencia determinante en Europa oriental y los
Balcanes como cabeza de un movimiento paneslavista dieron lugar a
múltiples conflictos y tensiones internacionales, en virtud del alineamiento
ruso con Serbia frente a los intereses de Austria-Hungría; pero, tras sufrir una
primera derrota diplomática en la crisis de Bosnia (1908), las Guerras
Balcánicas de 1912-13 acabaron definitivamente con el control ruso sobre la
península Balcánica.

Mal aconsejado y aislado de la opinión nacional, Nicolás II dejó con su


inmovilismo que se enconaran los grandes problemas que aquejaban al
régimen zarista: la pobreza del campesinado y su hambre de tierras, las
tensiones sociales y la agitación revolucionaria, las aspiraciones de libertad y
democracia de los intelectuales reformistas. En 1905 llevó al país a una
guerra contra el Japón en la que resultó derrotado; el descontento popular
estalló en una revolución en aquel mismo año, frente a la cual no ofreció otra
respuesta que la represión militar.

Ambos acontecimientos constituyeron los prolegómenos de la crisis final en


la que perecería la Monarquía: en 1914 Rusia volvió a comprometerse en una
guerra exterior, la Primera Guerra Mundial, para la que no estaba preparada
ni en sentido militar ni económico ni político, si bien Nicolás II no puede
considerarse responsable de las grandes decisiones de aquel momento, pues
era un juguete en manos de los poderes cortesanos.

Las sucesivas derrotas frente al moderno ejército alemán acabaron por


desmoralizar al país y desarticular las estructuras del Estado, facilitando la
Revolución de febrero de 1917, que derrocó al zar e instauró en Rusia una
República. Nicolás II abdicó y se dejó detener sin ofrecer resistencia frente al
gobierno provisional del príncipe Gueorgui Lvov y de Aleksandr Kerenski. Fue
confinado junto con el resto de la familia real en la localidad de
Yekaterimburgo (actual Sverdlovsk), en los Urales; tras el triunfo de la
segunda Revolución rusa de 1917 (la Revolución de octubre), que llevó al
poder a los bolcheviques de Lenin y dio paso a una dictadura comunista, el
zar fue ejecutado junto con toda su familia, por decisión del Sóviet del Ural.

Vladimir Lenin.
(Vladimir Ilich Ulianov; Simbirsk, 1870 -
Nijni-Novgorod, 1924) Líder comunista
ruso que dirigió la Revolución de
octubre y creó el régimen comunista
soviético. Miembro de una familia de
clase media de la región del Volga, su
animadversión contra el régimen zarista
se exacerbó a partir de la ejecución de
su hermano en 1887, acusado de
conspiración. Estudió en las
universidades de Kazán y San
Petersburgo, en donde se instaló como
abogado en 1893.
Sus actividades contra la autocracia zarista le llevaron a entrar en contacto
con el principal líder revolucionario ruso del momento, Gueorgui Plejánov, en
su exilio de Suiza (1895); fue él quien le convenció de la ideología marxista.
Bajo su influencia, contribuyó a fundar en San Petersburgo la Liga de
Combate por la Liberación de la Clase Obrera, embrión del Partido Obrero
Socialdemócrata Ruso presidido por Plejánov.
En 1897, Lenin fue detenido y deportado a Siberia, donde se dedicó al estudio
sistemático de las obras de Marx y Engels (especialmente El capital, que ya
había descubierto en su etapa estudiantil) y elaboró su primer trabajo sobre
la aplicación del pensamiento marxista a un país atrasado como Rusia (El
desarrollo del capitalismo en Rusia), señalando el avance de la revolución
industrial pese al semifeudalismo de las estructuras imperantes. Tras su
liberación en 1900 partió al exilio y fundó en Ginebra el periódico Iskra («La
Chispa»), en colaboración con Plejánov; por entonces publicó la obra Qué
hacer (1902), en donde defendió la posibilidad de hacer triunfar en Rusia una
revolución socialista con tal de que estuviera dirigida por una vanguardia de
revolucionarios profesionales decididos y organizados como un ejército.
En el II Congreso del Partido Socialdemócrata Ruso (1903), Lenin impuso
aquellas ideas al frente del grupo radical bolchevique, que defendía su
modelo de partido fuertemente disciplinado como vanguardia de una
revolución que creía viable a corto plazo; en 1912 quedaría confirmada
definitivamente la ruptura con la minoría menchevique de Plejánov y Martov,
apegada a un modelo de partido de masas que preparara las condiciones
para el triunfo de la revolución obrera a más largo plazo, pasando antes por
una etapa de democracia burguesa.
En 1905 Lenin volvió a San Petersburgo para participar en la revolución que
había estallado en Rusia como consecuencia de la derrota en la Guerra Ruso-
Japonesa; aunque el régimen zarista superó la crisis, Lenin consideró aquel
movimiento como un «ensayo general» de la revolución socialista, del que
apreció especialmente la forma organizativa espontánea de los
revolucionarios rusos, como eran los sóviets o consejos populares. El fracaso
de aquella revolución le obligó a exiliarse de nuevo en 1907.
Lenin luchó por atraer a sus posturas radicales a otros líderes socialistas, al
tiempo que completaba un programa revolucionario de aplicación inmediata
para Rusia: mezclando la herencia del marxismo con la tradición
insurreccionalista de Louis Auguste Blanqui, propuso anticipar la revolución
en Rusia por ser este uno de los «eslabones débiles» de la cadena capitalista,
en donde un pequeño grupo de revolucionarios decididos y bien organizados
podía arrastrar a las masas obreras y campesinas a una revolución, de la que
saldría un Estado socialista. En El Estado y la Revolución (1917), Lenin
definía ese Estado como una fase transitoria y necesaria de dictadura del
proletariado, que habría de preparar el camino para el futuro comunista.
El estallido de la Primera Guerra Mundial (1914-18) le dio la oportunidad de
poner en práctica sus ideas: definió la contienda como fruto de las
contradicciones del capitalismo y del imperialismo (El imperialismo, fase
superior del capitalismo, 1916) y, en nombre del internacionalismo proletario,
llamó sin éxito al movimiento socialista mundial a transformar la contienda en
una guerra civil generalizada; más tarde, el deterioro del régimen zarista por
efecto de la guerra le permitió pensar en lanzar la revolución socialista en su
país como primer paso para una era de revolución mundial.
La Revolución rusa.
Cuando la Revolución de febrero de 1917 derrocó al zar Nicolás II y llevó al
gobierno a Kerenski, Lenin regresó apresuradamente a Rusia con la ayuda
del ejército alemán (que veía en Lenin un agitador capaz de debilitar a su
enemiga Rusia). Publicó sus Tesis de Abril ordenando a los bolcheviques
cesar en el apoyo al gobierno provisional y preparar su propia revolución
mediante la reclamación de «todo el poder para los sóviets».
Un primer intento fracasado en julio le obligó a refugiarse en Finlandia,
dejando que fuera Trotski quien dirigiera al partido para tomar el poder
mediante un golpe de Estado en los primeros días de noviembre de 1917
(según el calendario occidental). El golpe se convirtió en la triunfante
Revolución de octubre gracias a la estrategia bolchevique de centrar sus
demandas en el fin de la guerra (lo que les atrajo el apoyo de los soldados y
las clases populares) y el reparto de tierras (que les permitió contar con la
simpatía del campesinado). Lenin regresó enseguida para presidir el nuevo
gobierno o Consejo de Comisarios del Pueblo.
Como líder indiscutido del Partido (que en 1918 pasó a llamarse Partido
Comunista), dirigió desde entonces la edificación del primer Estado socialista
de la historia. Cumplió sus promesas iniciales al apartar a Rusia de la guerra
por la Paz de Brest-Litowsk (1918) y repartir a los campesinos tierras
expropiadas a los grandes terratenientes. Pero, consciente del carácter
minoritario de sus ideas radicales, demostrado por los resultados electorales,
despreció la tradición democrática del socialismo occidental y adoptó una
violenta dictadura de partido único, empleando métodos brutales de
represión: disolvió la Asamblea constituyente (1918), proscribió a la oposición
y creó una policía política para perseguir a los disidentes.
A escala mundial, Lenin exigió a los demás partidos socialistas fidelidad
absoluta a sus directrices, provocando la escisión del movimiento obrero con
la aparición en todos los países de partidos comunistas sometidos al control
de una Tercera Internacional comunista (Komintern) con sede en Moscú
(1919). Delegó en Trotski la organización del Ejército Rojo, con el que
consiguió resistir al ataque combinado de los ejércitos blancos
(contrarrevolucionarios) y la intervención extranjera en el curso de una larga
Guerra Civil (1918-20). Una vez recuperado el control del antiguo imperio de
los zares, articuló el territorio creando la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas (1922), a la que dotó de organización formal por la Constitución de
1923.
Acuciado por las necesidades de la guerra, pero también siguiendo sus
propias convicciones ideológicas, impuso una política de socialización
inmediata de la economía, nacionalizando los principales medios de
producción y sometiendo las actividades a una estricta planificación central
(comunismo de guerra); las dificultades de una transformación tan radical
(que nunca había sido prevista por Marx) provocaron el hundimiento de la
producción y una desorganización general de la economía rusa.
Aquejado por una grave enfermedad, Lenin se fue retirando paulatinamente
de la dirección política, mientras veía cómo sus colaboradores -
especialmente Trotski y Stalin- iniciaban la disputa por la sucesión; antes de
morir llegó a dejar constancia de su preocupación por la creciente
burocratización del Partido y del Estado, así como por la ascensión de Stalin,
del cual desconfiaba. Pese a ello, fue efectivamente Stalin quien le sucedió,
y aunque desvirtuó en parte la herencia política del fundador del Estado
soviético, logró convertir a la URSS en una potencia capaz de asumir un
liderazgo determinante en la Segunda Guerra Mundial y en el orden bipolar
de la «guerra fría».

La URSS sobrevivió a su creador bajo un régimen comunista hasta 1991; a


lo largo de su existencia, el movimiento comunista (basado en la ideología
marxista-leninista) se extendió por todo el mundo, inspirando revoluciones y
regímenes políticos tan importantes como los implantados en Europa central
y oriental, China, Cuba o Vietnam. La figura de Lenin fue objeto de un culto
semirreligioso bajo el régimen soviético: su cuerpo fue embalsamado y
expuesto en un mausoleo en la Plaza Roja de Moscú; su ciudad natal fue
rebautizada en su honor como Ulianovsk y la capital en donde desarrolló su
lucha política (San Petersburgo o Petrogrado) cambió su nombre por el de
Leningrado.

Adolf Hitler
(Braunau, Bohemia, 1889 - Berlín,
1945) Máximo dirigente de la
Alemania nazi. Tras ser nombrado
canciller en 1933, liquidó las
instituciones democráticas de la
república e instauró una dictadura
de partido único (el partido nazi,
apócope de Partido
Nacionalsocialista), desde la que
reprimió brutalmente toda
oposición e impulsó un formidable
aparato propagandístico al servicio de sus ideas: superioridad de la raza aria,
exaltación nacionalista y pangermánica, militarismo revanchista,
anticomunismo y antisemitismo.
Hijo de un aduanero austriaco, su infancia transcurrió en Linz y su juventud
en Viena. La formación de Adolf Hitler fue escasa y autodidacta, pues apenas
recibió educación. En Viena (1907-13) fracasó en su vocación de pintor,
malvivió como vagabundo y vio crecer sus prejuicios racistas ante el
espectáculo de una ciudad cosmopolita, cuya vitalidad intelectual y
multicultural le era por completo incomprensible. De esa época data su
conversión al nacionalismo germánico y al antisemitismo.
En 1913 Adolf Hitler huyó del Imperio Austro-Húngaro para no prestar servicio
militar; se refugió en Múnich y se enroló en el ejército alemán durante la
Primera Guerra Mundial (1914-18). La derrota le hizo pasar a la política,
enarbolando un ideario de reacción nacionalista, marcado por el rechazo al
nuevo régimen democrático de la República de Weimar, a cuyos políticos
acusaba de haber traicionado a Alemania aceptando las humillantes
condiciones de paz del Tratado de Versalles (1919).
De vuelta a Múnich, Hitler ingresó en un pequeño partido ultraderechista, del
que pronto se convertiría en dirigente principal, rebautizándolo como Partido
Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes (NSDAP). Dicho partido se
declaraba nacionalista, antisemita, anticomunista, antiliberal, antidemócrata,
antipacifista y anticapitalista, aunque este último componente revolucionario
de carácter social quedaría pronto en el olvido; tal abigarrado conglomerado
ideológico, fundamentalmente negativo, se alimentaba de los temores de las
clases medias alemanas ante las incertidumbres del mundo moderno. Influido
por el fascismo de Mussolini, este movimiento, adverso tanto a lo existente
como a toda tendencia de progreso, representaba la respuesta reaccionaria
a la crisis del Estado liberal que la guerra había acelerado.
Sin embargo, Hitler tardaría en hacer oír su propaganda. En 1923 fracasó en
un primer intento de tomar el poder desde Múnich, apoyándose en las milicias
armadas de Ludendorff («Putsch de la Cervecería»). Fue detenido, juzgado
y encarcelado, aunque tan sólo pasó en la cárcel nueve meses, tiempo que
aprovechó para plasmar sus ideas políticas extremistas en un libro que tituló
Mi lucha y que diseñaba las grandes líneas de su actuación posterior.
A partir de 1925, ya puesto en libertad, Hitler reconstituyó el Partido
Nacionalsocialista expulsando a los posibles rivales y se rodeó de un grupo
de colaboradores fieles como Goering, Himmler y Goebbels. La profunda
crisis económica desatada desde 1929 y las dificultades políticas de la
República de Weimar le proporcionaron una audiencia creciente entre las
legiones de parados y descontentos dispuestos a escuchar su propaganda
demagógica, envuelta en una parafernalia de desfiles, banderas, himnos y
uniformes.
El Tercer Reich
Combinando hábilmente la lucha política legal con el uso ilegítimo de la
violencia en las calles, los nacionalsocialistas o nazis fueron ganando peso
electoral hasta que Hitler (que nunca había obtenido mayoría) fue nombrado
jefe del gobierno por el presidente Hindenburg en 1933. Desde la Cancillería,
Hitler destruyó el régimen constitucional y lo sustituyó por una dictadura de
partido único basada en su poder personal. Se iniciaba así el llamado Tercer
Reich (el Tercer Imperio alemán, tras el Sacro Imperio del medievo y el
Imperio de 1871, desaparecido con la Primer Guerra Mundial), que no fue
sino un régimen totalitario basado en un nacionalismo exacerbado y en la
exaltación de una superioridad racial sin fundamento científico alguno
(basado en estereotipos que contrastaban con la ridícula figura del propio
Hitler).
Tras la muerte de Hindenburg, Hitler se proclamó Führer o «caudillo» de
Alemania y sometió al ejército a un juramento de fidelidad. La sangrienta
represión contra los disidentes culminó en la purga de las propias filas nazis
durante la «Noche de los Cuchillos Largos» (1934) y la instauración de un
control policial total de la sociedad, mientras que la persecución contra los
judíos, iniciada con las racistas Leyes de Núremberg (1935) y con el pogromo
conocido como la «Noche de los Cristales Rotos» (1938), conduciría al
exterminio sistemático de los judíos europeos a partir de 1939 (la «Solución
Final»).
La política internacional de Hitler fue la clave de su prometida reconstitución
de Alemania, basada en desviar la atención de los conflictos internos hacia
una acción exterior agresiva. Se alineó con la dictadura fascista italiana, con
la que intervino en auxilio de Franco en la Guerra Civil española (1936-39),
ensayo general para la posterior contienda mundial; y completó sus alianzas
con la incorporación del Japón en una alianza antisoviética (Pacto
Antikomintern, 1936) hasta formar el Eje Berlín-Roma-Tokyo (1937).
Militarista convencido, Hitler empezó por rearmar al país para hacer respetar
sus demandas por la fuerza (restauración del servicio militar obligatorio en
1935, remilitarización de Renania en 1936); con ello reactivó la industria
alemana, redujo el paro y prácticamente superó la depresión económica que
le había llevado al poder.
Luego, apoyándose en el ideal pangermanista, reclamó la unión de todos los
territorios de habla alemana: primero se retiró de la Sociedad de Naciones,
rechazando sus métodos de arbitraje pacífico (1933); tras el asesinato del
presidente austriaco Dollfuss (1934), forzó el Anschluss o anexión de Austria
(1938); a continuación reivindicó la región checa de los Sudetes y, tras
engañar a la diplomacia occidental prometiendo no tener más ambiciones
(Conferencia de Múnich, 1938), ocupó el resto de Checoslovaquia, la dividió
en dos y la sometió a un protectorado; aún se permitió arrebatar a Lituania el
territorio de Memel (1939).
La Segunda Guerra Mundial
Cuando el conflicto en torno a la ciudad libre de Danzig le llevó a invadir
Polonia, Francia y Gran Bretaña reaccionaron y estalló la Segunda Guerra
Mundial (1939-45). Adolf Hitler había preparado sus fuerzas para esta gran
confrontación, que según él habría de permitir la expansión de Alemania
hasta lograr la hegemonía mundial (Protocolo Hossbach, 1937); en previsión
del estallido bélico había reforzado su alianza con Italia (Pacto de Acero,
1939) y, sobre todo, había concluido un Pacto de no agresión con la Unión
Soviética (1939), acordando con Stalin el reparto de Polonia.
El moderno ejército que había preparado obtuvo brillantes victorias en todos
los frentes durante los dos primeros años de la guerra, haciendo a Hitler
dueño de casi toda Europa mediante una «guerra relámpago»: ocupó
Dinamarca, Noruega, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Francia, Yugoslavia y
Grecia (mientras que Italia, España, Hungría, Rumania, Bulgaria y Finlandia
eran sus aliadas, y países como Suecia y Suiza declaraban una neutralidad
benévola).
Sólo la Gran Bretaña de Churchill resistió el intento de invasión (batalla aérea
de Inglaterra, 1940); pero la suerte de Hitler empezó a cambiar cuando lanzó
la invasión de Rusia (1941), respondiendo tanto a un ideal anticomunista
básico en el nazismo como al proyecto de arrebatar a la «inferior» raza eslava
del este el «espacio vital» que soñaba para engrandecer a Alemania. A partir
de la batalla de Stalingrado (1943), el curso de la guerra se invirtió, y las
fuerzas soviéticas comenzaron una contraofensiva que no se detendría hasta
tomar Berlín en 1945; simultáneamente, se reabrió el frente occidental con el
aporte masivo en hombres y armas procedente de Estados Unidos
(involucrados en la guerra desde 1941), que permitió el desembarco de
Normandía (1944).
Derrotado y fracasados todos sus proyectos, Hitler vio cómo empezaban a
abandonarle sus colaboradores mientras la propia Alemania era acosada por
los ejércitos aliados; en su limitada visión del mundo no había sitio para el
compromiso o la rendición, de manera que arrastró a su país hasta la
catástrofe. Después de haber sacudido al mundo con su sueño de hegemonía
mundial de la «raza» alemana, provocando una guerra total a escala
planetaria y un genocidio sin precedentes en los campos de concentración,
Hitler se suicidó en el búnker de la Cancillería donde se había refugiado,
pocos días después de la entrada de los rusos en Berlín.

Revolución Rusa (8 de marzo de 1917 – 16 de junio de 1923)

Causas de la Revolución Rusa

Las causas de la Revolución Rusa son varias, y podemos exponerlas por


separado de la siguiente manera:

 La situación de opresión y pobreza a la que estaba sentenciado el


campesinado ruso desde hacía ya mucho tiempo, sosteniendo con sus
vidas el mando absolutista de la monarquía zarista.
 Las sucesivas derrotas de la Primera Guerra Mundial que Rusia
sufrió, sumadas al hecho de que, al momento de ingresar al conflicto,
todos los partidos se mostraron a favor excepto el Partido Obrero
Socialdemócrata.
 Además, el fracaso en el intento por sostener el ritmo de producción
ruso durante la guerra desató una crisis económica y social que se
tradujo en hambruna, escasez de mercancías, y colapso de las
estructuras del Estado, lo cual condujo a ciertos primeros niveles
de organización popular autónoma.
 La llegada del invierno de 1917, uno de los más cruentos de esas
épocas, en las peores condiciones posibles para el pueblo ruso.

Consecuencias de la Revolución Rusa.

Las consecuencias de la Revolución Rusa pueden enumerarse en:

 La caída de la monarquía zarista y el inicio de la historia comunista


de Rusia, que duraría hasta la caída de la URSS en 1991.
 El inicio de la Guerra Civil Rusa, que enfrentó por el mando del
Estado al bando bolchevique (rojo) contra el movimiento
antibolchevique (blanco) entre 1918 y 1921, con victoria del bando
rojo.
 Se produjeron cambios culturales significativos en Rusia, sobre
todo en lo que respecta al rol de la familia tradicional burguesa,
permitiéndose el aborto legal, el divorcio y la despenalización de la
homosexualidad (aunque volvió a prohibirse en 1934). Esto también se
tradujo en mejorías sociales para las mujeres. También se aprobó el
triple principio de la laicidad, gratuidad y obligatoriedad de
la educación formal.
 Transformación de las viejas estructuras feudales heredadas de la
Rusia zarista, lo cual condujo a un lento proceso de modernización
que, inicialmente, sometió a poblaciones enteras a la
hambruna, resultando en millones de muertes, especialmente en los
años de 1932-1933, cuando se produjo el Holodomor ucraniano.
 Surgimiento del estado policial leninista, que inspiraría a la
venidera Unión Soviética.

Primera Guerra Mundial (28 de julio de 1914 – 11 de noviembre de


1918)
Causas de la Primera Guerra Mundial
 El punto de inicio de la Gran Guerra fue el asesinato en Sarajevo del
archiduque Francisco Fernando de Austria, heredero al trono del
Imperio Austrohúngaro. Se desencadenó así un conflicto diplomático a
gran escala que pasó de inmediato a las armas, pues el Imperio invadió
el Reino de Serbia disparó numerosas alianzas de lado y lado que
escalaron hasta devenir en guerra mundial.

 También debe considerarse como causa de la guerra el reparto del


mundo que hicieran las potencias imperiales europeas durante el siglo
previo, pues la colonización mercantil de África y Asia les permitió
desarrollarse económica e industrialmente, pero en términos muy
desiguales y competitivos: Inglaterra y Francia tenían el monopolio del
desarrollo industrial, lo que generaba discordias y reavivaba rencillas
nacionalistas.
Consecuencias de la Primera Guerra Mundial
 La Gran Guerra provocó casi 8 millones de desaparecidos de ambos
bandos.

 Más allá de los casi 10 millones de soldados fallecidos, 20 millones de


heridos y casi 8 millones de desaparecidos de ambos bandos, la Gran
Guerra tuvo consecuencias políticas importantes en la época, como lo
fue la disolución de cuatro de los imperios participantes: el ruso, el
alemán, el otomano y el austrohúngaro.

 El caso ruso es insigne pues tuvo lugar en 1917 la Revolución de


Octubre, en la que los bolcheviques derrocaron al zarismo y dieron los
primeros pasos hacia un estado socialista que luego sería la Unión de
Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS).

 Por su parte, el imperio austrohúngaro se dividió en las naciones de


Austria y Hungría, y el Imperio Otomano cayó ante la Revolución Árabe
que dio nacimiento a las naciones de Turquía, Siria, Irak, Palestina e
Israel. Algo semejante ocurrió con el Reino de Serbia, que dio paso a
una nación multiétnica: el Reino de Yugoslavia.

 Finalmente, la disolución del Imperio Alemán se dio en términos tan


opresivos y en una condición de pobreza tales, luego de que les fueran
eliminados sus ejércitos y confiscadas sus colonias africanas, que el
resentimiento y la sensación de traición se anidarían en el país,
sembrando las semillas que más tarde Adolf Hitler cosecharía.

Gran depresión del 29 (1929)

Causas de la Gran Depresión de 1929

Cabe señalar que las causas exactas de la Gran Depresión que propiciaron
la caída tan abrupta de los mercados financieros y económicos todavía hoy
se desconocen. Sin embargo, sí que podemos apuntar a algunos factores
que ayudaron a propiciarla:
 Crack de la bolsa de Nueva York o Wall Street: Sucedió un martes de
octubre de 1929 y pasó a la posteridad como el “martes negro.
 Quiebre en cadena de miles de bancos.
 Congelación de ventas y producción: se paralizaron millones de
negocios y empresas.
 Pésimas políticas del gobierno de Estados Unidos: La política
estadounidense no supo hacer frente a un descalabro económico que
no tenía ningún tipo de precedente.
 Consecuencias económicas de la primera guerra mundial en el mundo.

Consecuencias de la Gran Depresión


Las consecuencias de la Gran Depresión fueron devastadoras y extensas en
el tiempo:
 Desempleo: El paro parcial y las tasas de desempleo se dispararon de
manera brutal y trajeron consigo enormes episodios de hambrunas,
mendicidad y enfermedades en todo el mundo. En 1932 el número de
desempleados ascendió hasta los 40 millones.
 Caída demográfica: Como consecuencia de la ausencia de trabajo,
cayeron en picado el número de bodas y con ellas, de la natalidad, así
como el aumento de las migraciones hacia otros países en los que
hubiesen mejores condiciones de vida, lo que, a la postre, derivó en un
fuerte descenso demográfico.
 Las clases medias e inferiores fueron las que más sufrieron los efectos
de la crisis (enfermedad, miseria, hambre, muerte,…).
 A nivel político, el hambre y la miseria conformaron excelentes caldos
de cultivo para el surgimiento de formas de gobiernos totalitarios y
dictatoriales de ultraderecha en España, Alemania e Italia, lo que
conduciría, sin remedio, a la segunda guerra mundial.
Segunda guerra mundial (1 septiembre 1939 – 2 septiembre 1945)
Causas de la Segunda Guerra Mundial
Como toda guerra, la Segunda Guerra Mundial se debió a razones variadas y
complejas, que pueden resumirse en:

 Los términos del tratado de Versalles. La rendición de Alemania y sus


aliados al término de la Primera Guerra Mundial les impuso un tratado de
rendición incondicional sumamente opresivo, que le impedía a
la nación devastada por la guerra volver a tener un ejército, le arrebataba
el control de sus colonias africanas y le imponía una deuda impagable con
los países victoriosos.
 El surgimiento del fascismo. Adolfo Hitler en Alemania (nazismo) y
Benito Musolini en Italia (fascismo), principalmente, aprovecharon el
descontento popular y construyeron movimientos nacionalistas
extremistas, buscando recuperar las glorias nacionales mediante la
militarización de amplios sectores sociales, la instauración
del totalitarismo y la expansión de las fronteras nacionales.
 Las tensiones chino-japonesas. Después de la Primera Guerra Sino-
japonesa (1894-1895), Japón se había convertido en una potencia imperial
que no veía con buenos ojos a China y la Unión Soviética. Aprovechando
en 1932 la debilidad en que la Guerra Civil entre comunistas y republicanos
había dejado a China, Japón inició una Segunda Guerra Sino-japonesa y
ocupó Manchuria, expandiéndose luego por el Asia menor hasta verse
enfrentado por los Estados Unidos.
 La invasión alemana de Polonia. Alemania inició su expansión
territorial tomando Austria y parte de Checoeslovaquia, sin que hubiera
mayores conflictos. Cuando en 1939 Hitler estableció un pacto con
la URSS para repartirse el territorio polaco y procedió a invadirlo, las
naciones occidentales europeas le declararon la guerra, dando inicio al
conflicto como tal.

Consecuencias de la Segunda Guerra Mundial

Las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial fueron particularmente


atroces. Algunas de ellas fueron:
 Devastación casi total de Europa. Se dieron extensos y devastadores
bombardeos aéreos de las principales ciudades europeas, primero
cuando los alemanes conquistaban el continente y luego cuando los
aliados lo liberaban, lo cual se tradujo en una destrucción casi total de las
mismas. Esto requirió luego grandes inversiones económicas para su
paulatina reconstrucción, como el llamado Plan Marshall propuesto por los
Estados Unidos.
 Inicio de un mundo bipolar. Las potencias europeas tanto Aliadas
como del Eje quedaron, al final del conflicto, tan debilitadas económica y
políticamente que la conducción de la política mundial pasó a las dos
nuevas superpotencias: los Estados Unidos y la Unión Soviética, dando
así inicio a la llamada Guerra Fría.
 División de Alemania. Una vez derrotada Alemania, su territorio pasó a
control de los países aliados y de la URSS, por lo que se dividió al país en
dos naciones completamente distintas: la República Federal Alemana, con
sistema capitalista y bajo control norteamericano, y la República
Democrática Alemana, con sistema comunista y bajo administración
soviética. Alemania volvería a unificarse en 1991, tras la caída del muro
de Berlín.
 Surgimiento de nuevas tecnologías. Tecnologías hoy comunes como
la televisión, las computadoras, el sonar, el vuelo a reacción o la energía
atómica deben su descubrimiento a esta cruenta guerra.
 Descolonización. La pérdida de poder político y económico de
Europa llevó a la pérdida de control de sus colonias en el Tercer Mundo,
permitiendo así numerosos procesos de independencia.
 La muerte de entre 55 y 70 millones de
personas. Contando militares y civiles, indistintamente, millones de los
cuales lo hicieron en condiciones infrahumanas en campos de
concentración y exterminio.

Capitalismo.
El capitalismo es un sistema económico y social basado en que los medios de
producción deben ser de propiedad privada, el mercado sirve como
mecanismo para asignar los recursos escasos de manera eficiente y el capital
sirve como fuente para generar riqueza. A efectos conceptuales, es la posición
económico-social contraria al socialismo.
Un sistema capitalista se basa principalmente en que la titularidad de los
recursos productivos es de carácter privado. Es decir, deben pertenecer a las
personas y no una organización como el Estado. Dado que el objetivo de la
economía es estudiar la mejor forma de satisfacer las necesidades humanas
con los recursos limitados que disponemos, el capitalismo considera que el
mercado es el mejor mecanismo para llevarlo a cabo. Por ello, cree necesario
promover la propiedad privada y la competencia.
Los factores fundamentales de producción son el trabajo y el capital. El
capitalismo propone que el trabajo se proporcione a cambio de salarios
monetarios y debe ser aceptado libremente por parte de los empleados. La
actividad económica se organiza de manera que las personas que organizan
los medios de producción puedan obtener un beneficio económico y aumentar
su capital. Los bienes y servicios se distribuyen mediante mecanismos de
mercado, promoviendo la competencia entre empresas. El aumento de
capital, por medio de la inversión ayuda a la generación de riqueza. Si los
individuos persiguen el beneficio económico y la competencia en el mercado,
aumentará la riqueza. Y con el aumento de riqueza, aumentarán los recursos
disponibles.
Fascismo.
El fascismo es una ideología, un movimiento político y una forma de gobierno1
de carácter totalitario, antidemocrático y ultranacionalista de extrema
derecha. Entre los rasgos del fascismo se encuentra la exaltación de valores
como la patria o la raza para mantener permanentemente movilizadas a las
masas, lo que llevó con frecuencia a la opresión de minorías –especialmente
en el caso alemán debido a su importante componente racista– y de la
oposición política, además de un fuerte militarismo. Sin embargo, el término
«fascismo» es uno de los más difíciles de definir con exactitud en las ciencias
políticas desde los mismos orígenes de este movimiento, posiblemente porque
no existe una ideología ni forma de gobierno «fascista» sistematizada y
uniforme en el sentido que sí tendrían otras ideologías políticas
contemporáneas. El fascismo surgió en Italia durante la Primera Guerra
Mundial, para luego difundirse por el resto de Europa durante el periodo de
entreguerras. La «Gran Guerra» fue decisiva en la gestación del fascismo, al
provocar cambios masivos en la concepción de la guerra, la sociedad, el
Estado y la tecnología. El advenimiento de la guerra total y la completa
movilización de la sociedad acabaron con la distinción entre civiles y militares.
Enemigo del liberalismo, el anarquismo y toda forma de marxismo –
socialdemocracia, socialismo, comunismo–, una mayoría de especialistas
coincide en colocar al fascismo en la extrema derecha del espectro tradicional
izquierda y derecha.

El fascismo se presenta como una «tercera vía» o «tercera posición» que se


caracteriza por eliminar el disenso: el funcionamiento social se sustenta en
una rígida disciplina y un apego total a las cadenas de mando, y en llevar
adelante un fuerte aparato militar, cuyo espíritu militarista trascienda a la
sociedad en su conjunto, junto a una educación en los valores castrenses y
un nacionalismo fuertemente identitario con componentes victimistas, que
conduce a la violencia contra los que se definen como enemigos. Los fascistas
creen que la democracia liberal es obsoleta –esta forma de gobierno
representaba para el fascismo a las «decadentes» potencias vencedoras de
la Primera Guerra Mundial– y consideran que la movilización completa de la
sociedad en un Estado de partido único totalitario es necesaria para preparar
a una nación para un conflicto armado y para responder eficazmente a las
dificultades económicas. Tal Estado es liderado por un líder fuerte—como un
dictador y un gobierno marcial compuesto por los miembros del partido
fascista gobernante—para forjar la unidad nacional y mantener una sociedad
estable y ordenada. El fascismo niega que la violencia sea automáticamente
negativa en la naturaleza, y ve la violencia política, la guerra y el imperialismo
como medios para lograr una «regeneración», un rejuvenecimiento nacional.
Por otra parte, los fascistas abogan por una economía mixta, con el objetivo
principal de lograr la autarquía mediante políticas económicas proteccionistas
e intervencionistas. Los regímenes fascistas en la práctica no modificaron en
profundidad el sistema económico capitalista, pues incluso practicaron en
algunos casos políticos de privatización y persiguieron de forma sistemática a
las ideologías del movimiento obrero tradicional en ascenso –anarquismo y
marxismo.
Socialismo.
El socialismo es un sistema económico y social que centra sus bases
ideológicas en la defensa de la propiedad colectiva frente al concepto de
propiedad privada de los medios productivos y de distribución.
Según expresa el socialismo, el principal fin es la consecución de una sociedad
justa y solidaria, libre de clases sociales y que cuente con un reparto de
riqueza igualitario. Para ello, los medios productivos no tienen que ser de
propiedad privada, porque considera que de esta manera acaban
perteneciendo a una minoría capitalista que domina los mercados,
aprovechando de su posición para controlar al trabajador y al consumidor.
El socialismo generalmente propone que la economía debe ser planificada y
por tanto, los medios de producción deben ser del Estado, quién se encarga
además de mediar en los mercados y proteger a la ciudadanía tratando de
garantizar una situación de justicia social. Aunque existen excepciones como
el socialismo de mercado o socialismo libertario.
A efectos conceptuales, es la posición económico-social contraria al
capitalismo. Y, según algunos pensadores, es la etapa anterior al comunismo.

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