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ÍNDICE

PRÓLOGO 2

DEFINIENDO EL MIEDO 3

NO MAGNIFIQUE SUS TEMORES 6

EL CEREBRO Y EL MIEDO 9

REACCIONES ANTE EL TEMOR 13

¿CÓMO ENFRENTARLO? 16

TEMOR DE DIOS 22

EL CRISTIANO FRENTE AL MIEDO 29

MIEDO A LA PÉRDIDA 36

MIEDO A LA OPOSICIÓN 39

EL AMOR CONTRARRESTA AL MIEDO 42

EL TEMOR: ANCLA QUE NO PERMITE AVANZAR 46

EL MIEDO: A UN PASO DE LA DESESPERANZA 49

EPÍLOGO 52
Prisionero del Miedo
PRÓLOGO

El miedo que sentimos nos puede condicionar si


dejamos que se apodere de nuestras reacciones en
situaciones comprometidas. Nuestra conducta es
susceptible a las emociones solo en la medida que lo
permitamos.

Los peligros y riesgos desconocidos inspiran miedo,


claro está; el grado de incógnita que existe en el futuro
genera cierta zozobra, y lo que podamos hacer frente
a esos peligros o riesgos, nos desconcierta.

La coyuntura en la que vivimos, y el ritmo de vida


apresurado, desplazaron la calma con la que
deberíamos analizar mejor las situaciones. Sin
embargo, no podemos olvidar lo que la Biblia enseña:
que Dios está en control de todo.

Por esa razón, los cristianos no podemos permitir que


el miedo se apodere de nuestra existencia. Vivir es un
arte donde la fe pulveriza al miedo.

Miedo que emana de diferentes circunstancias, incluso


de la conciencia misma, cuando se sabe acusadora
por alguna razón.

Escribí este libro porque por largo tiempo estuve atado


con los grilletes del miedo. Pero gracias a Dios, en su
misericordia, me mostró que la vida es más que ser un
Prisionero del Miedo.

2
Prisionero del Miedo
DEFINIENDO EL MIEDO

Para saber cómo vencer al enemigo, es preciso


conocerle. Imperante es saber que el miedo consiste
en una alteración que produce angustia ante un
eventual peligro, ante acusación, ante un reto, ante
contratiempos, ante la muerte o ante el desprecio.

Como vemos, la lista de causas es extensa, usted


pudiera agregar otras; no obstante, todas por igual
originan, fisiológicamente hablando, una alteración
llamada miedo o temor. Que a veces, si no es
exasperado, supone una respuesta de supervivencia
útil porque nos previene de peligros; respuesta que
activa el sistema de alerta en una persona.

Viendo la arista benigna del miedo, podríamos definirlo


como “un sistema de alarma que el cerebro activa
cuando detecta una posible amenaza.” Pero en el
plano de la vida del cristiano, el miedo se
conceptualiza como un arma que Satanás utiliza para
que no podamos avanzar en el camino que Dios nos
enmarca. Y si no se controla, podría comprometer las
aristas mental, emocional, espiritual y moral.

A lo largo, de su palabra, Dios nos invita a superar


miedos y dudas, mientras que Satanás incita a vivir
una vida acomodada que no conlleve riesgos. Dios
enfatiza en que siempre está a nuestro lado, Satanás
enfatiza en la mentira de que no tenemos por qué
depender de Dios. Y ahí está el riesgo de que
caigamos en susto que lleva a frustración, depresión y
fatalismo.
3
Prisionero del Miedo
Si el humano, mi querido lector, insiste en vivir por su
cuenta, muy posiblemente ira por rutas escabrosas
llenas de peligros, peligros que traen incertidumbre. La
vereda del camino de la vida está lleno de personas
caídas que eligieron gastar su existencia sin tomar en
cuenta a Dios.

Es que, cuando uno elige vivir a expensas de Él,


tropezará y lo peor, en algún punto uno se sentirá
maniatado, triste y amotinado por el apuro universal.

Como en mi caso, el ir por la vida asumiendo tareas,


pensando que hacía bien, me convirtió en activista, en
un ser acelerado que pronto vio como un muro
infranqueable se erguía en frente. Ocupado y sin
fuerzas colapse y la ansiedad llegó. Trayendo en sus
bolsillos una buena dosis de miedo que encontró tierra
fértil en el terreno materialista que desde días había
estado arando.

El temor me frisó, me ató y no supe qué hacer. Fue ahí


cuando recordé El Salmo 27 en su verso 1 que señala:

“Jehová es mi luz y mi salvación, ¿De quién


temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida, ¿De
quién he de atemorizarme?”

En la vida, lo lógico es que si no se avanza casi no se


corren riesgos. Pero el miedo y el desánimo son fieles
compañeros del fracaso.

La vida es una aventura digna de ser vivida; quizá ya


usted lo sabe; y por ser una aventura, contiene
4
Prisionero del Miedo
interrogantes, unas chicas, otras grandes. De ahí la
importancia de saber de quién dependemos: de Dios y
de su fidelidad que es para siempre.

No dependemos de nuestra capacidad, de nuestro


intelecto o de nuestras habilidades, quien así cree
caerá, porque las fuerzas del humano alcanzan solo
para morir. Quien así surge, verá su castillo de naipes
caer, porque ha estado construyendo según la filosofía
humanista de este mundo, y no según la sabiduría del
Señor.

Mis amigos, el escudo es Dios, no el dinero, los títulos


académicos ni la persona querida. Es Dios, y si nuestra
confianza no ha estado en Él, los temores usurparan
nuestros días hoy o mañana.

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Prisionero del Miedo
NO MAGNIFIQUE SUS TEMORES

El miedo es un enemigo porque constituye un


sentimiento que nos impide hacer algo.

Aparece, ya sea porque creemos que no obtendremos


el resultado esperado, o bien, porque no sabemos lo
que pasará en el proceso de emprender o de asumir.
También puede ser que tengamos miedo a algo
porque en el pasado fuimos víctimas de trauma.

En síntesis, el miedo es una sensación de


intranquilidad producido ante la posibilidad de castigo
o de peligro en coyunturas como economías
colapsadas, desempleo, enfermedad y/o
desintegración familiar por enumerar algunas.

En todos los casos, él es el que nos detiene y,


ciertamente, perjudicará el bienestar nuestro o de
alguien más.

Cuando uno quiere tener el control de todo, quizá sea


su caso, o asume muchas responsabilidades, un rol de
vida especifico o un nivel social sostenido en el tiempo,
pero que luego finiquita, las posibilidades de que la
ansiedad, la angustia y la depresión entren en juego
son altas.
Por eso es bueno hacer un alto en el camino para
analizar hacia dónde vamos, con qué tanto apuro, y
cuáles son nuestras prioridades.

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Prisionero del Miedo
No vale la pena, correr y hacer a costa de nuestra
relación con Dios, a costa de nuestra familia y tiempo
de paz.

Las cosas más importantes de la vida no se compran,


no pasan bajo el microscopio ni se corroboran con el
método científico. Lo mejor de la vida se encuentra de
gratis, a solas, cuando se respira y valora a quienes
tenemos en casa.

Ahora, como seres humanos, conocemos solo nuestro


presente, de ahí se deriva que todo lo que decidamos
hacer contiene, en esencia, un grado de incertidumbre,
a veces alto, a veces bajo. Nuestro éxito radica en la
en Dios. No depende de nosotros. Como veremos más
adelante, el miedo tiene su asidero en la falta de fe en
Dios.
Nos atemorizamos cuando pretendemos cargar el
mundo sobre nuestros hombros. Es imposible hacerlo.

Por lo general, nuestra metodología es muy subjetiva


y poco objetiva. Lo que nos lleva a sobrevivir, con
todas las penumbras que eso implica. Lo que quiero
decir es que, en medio de la maraña social, el vivir
tranquilamente depende de que escuchemos los
consejos del Señor y adoptemos su óptica. Que no
significa que los problemas desaparecerán.

Con el tiempo uno aprende que el cristianismo no es


magia. Siempre que se presentan oportunidades
habrá riesgos. Dios desea que asumamos, que
planeemos, que nos fijemos metas; pero que le
incluyamos en la fórmula para no vernos desfasados,
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Prisionero del Miedo
el resultado de nuestros planes y emprendimientos no
depende solo de cómo manejemos la situación, sino
de que encomendemos a Dios nuestro camino.

Cuando no lo hacemos el riesgo de error se magnifica,


tanto como la tragedia de ver truncado el esfuerzo. Y
con el fracaso viene el temor.

La sabiduría, no es tener mucho conocimiento, sino,


actuar conforme al temor de Jehová, y temor de
Jehová es aborrecer el mal.

“El principio de la sabiduría es el temor de


Jehová.” Proverbios 1:7

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Prisionero del Miedo
EL CEREBRO Y EL MIEDO

En mi búsqueda de respuestas cuando estuve ansioso


en extremo, quise conocer acerca del miedo y sus
secuelas sobre el cuerpo, tanto como me empeñé en
fortalecer mi relación con Dios.
Los médicos que me vieron en tres ocasiones me
decían que el miedo se trataba como una respuesta
útil y adaptativa en su lado amable, pero que
conllevaba cambios en la fisiología, los pensamientos
y el comportamiento en lo negativo.

Me daba miedo salir, hablar en público, viajar en bus,


sentía episodios de ansiedad en los que sentía que
moría. Sencillo como eso. No obstante, en medio de
aquel amelé, mi espíritu me decía que no podía
permanecer caído.

Supe, y sé que esta información será útil para usted,


que el miedo se origina en la Amígdala, una pequeña
estructura alojada en el seno del sistema límbico (parte
emocional del cerebro). Este área desempeña un
papel clave en la búsqueda y detección de señales de
peligro. Podemos decir, a manera de analogía, que la
Amígdala es un detector de humo: permanece inactiva
hasta que un estímulo amenazante la pone en marcha.

Si no tuviéramos Amígdala, probablemente no


sentiríamos miedo, como les sucede a las personas
que sufren la enfermedad de Urbach-Wiethe, una
patología genética poco frecuente.

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Prisionero del Miedo
Pues bien, el miedo se origina en la Amígdala, pero va
más allá; es decir, a otras estructuras cerebrales
contribuyen con dicha sensación.

Mientras ocurre miedo, los sentidos y las emociones


que provienen de la Amígdala, son procesados de
manera que nos podemos afrontar las situaciones
importantes y amenazadoras.

Sin embargo, esa es la parte científica, pero qué hay


de la espiritual.

Normalmente, el miedo es ausencia de Dios. No quiero


ofender, pero cuando sabemos a quién pertenecemos,
de quién dependemos y de cómo nos ama, la
seguridad inunda el alma y las emociones negativas
se disipan.

En Génesis 15:10 está plasmado así:

“No temas Abram, porque yo soy tu escudo”.

En 364 veces se refiere la Biblia a no temer. Y aunque


sea una respuesta cerebral, es un asunto que puede
ser corregido cuando cambiamos nuestros
pensamientos negativos, abrumadores y de
impotencia por los principios bíblicos.

En alguna de las partes de la corteza cerebral se


determina la importancia de las situaciones adversas.
El cerebro procura una regulación emocional ante el
miedo y produce adrenalina y cortisol.

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Prisionero del Miedo
En ese punto, es cuando uno siente una carga de
energía como para salir corriendo. El corazón late más
rápido, los músculos se tensan, se dilatan las pupilas
y la respiración se acelera.

Uno se vuelve más ágil y liviano para enfrentar una


situación desafiante. Del cerebro al cuerpo y del
cuerpo a la conducta. Nuestro cuerpo adopta las
medidas necesarias para protegernos.

Esta respuesta fisiológica nos podría salvar la vida;


pero también puede convertirse en problemática si a
partir de ahí, evitamos riesgos, nos volvemos
ensimismados, herméticos, pasivos de más,
pesimistas.

A veces, mi querido lector, se desencadenan


respuestas de huida frente a estímulos no
amenazantes, o se anticipa un hipotético peligro, quizá
inexistente y se cae en ansiedad y depresión.

De ahí que sea buena idea no generalizar. Generalizar


todas las situaciones como riesgosas se convierte en
enfermedad. Que es lo que me sucedió a mí.

La vida no es para estarse preocupando. Así como la


culpa no cambia el pasado, la preocupación no cambia
el futuro.

Dios nos invita a depositar las cargas sobre Él. Nos


deja su paz y se muestra como un Ser que mantiene
entre sus dedos el control total de lo que nos sucede.

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Prisionero del Miedo
Razones suficientes para que desechemos los miedos
y en cambio, nos afiancemos en Él.

Él nos diseñó para que podamos recuperar el equilibrio


luego de un susto, sin necesidad de recurrir a
fármacos. Aunque en algunos casos son necesarios.
Es mejor acudir a Dios que volverse fármaco-
dependientes. Les digo que Dios extiende su mano y
se compromete con todo aquel que se comprometa
con Él.

Nuestro cerebro (mente) está para ayudarnos, pero


debemos controlar los pensamientos y las emociones.
De lo contrario, nos pueden jugar la mala pasada.

Como decía Tito Livio:

“El miedo siempre está dispuesto a ver las cosas


peor de lo que son.”

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Prisionero del Miedo
REACCIONES ANTE EL TEMOR

Cuando se experimenta miedo, ocurren 3 reacciones


diferentes, dependiendo de la persona:

Primera. Una reacción de huida buscando ponernos a


salvo del peligro lo más rápido posible. Correr antes
que morir. En caso de no tener la situación a favor, lo
más lógico y seguro es el comportamiento de huida.

Segunda. Esta es la reacción de ataque o


lucha. Reacción que busca disuadir al contrario
atacándole y con un comportamiento agresivo. Este
caso tiende a darse cuando el individuo se siente
capacitado para poder defenderse con éxito.

Tercera. Es la posibilidad de mostrar una actitud


sumisa o intentar pasar desapercibido para el otro. En
Costa Rica decimos: bajar las orejas. A lo mejor, no es
parálisis física, pero sí lo es emocional; entonces la
mente se torna en blanco o se habla de manera débil,
entrecortada y evitando el contacto físico o visual.

Es probable que estas emociones generadas por el


miedo produzcan un comportamiento que nos haga
sentir incómodos y queramos eliminar en la medida de
lo posible su efecto.

Dependiendo del caso, es posible reducir la intensidad


en la que el miedo nos afecta hasta un nivel aceptable,
siempre que no sea un caso muy intenso que necesite
tratamiento más personalizado.

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Prisionero del Miedo
Dios dejó la medicina como medio para lograr sanidad,
dio el talento y la sabiduría al ala médica para que
ayuden a las personas con dolencias. De ahí que, si
fuese necesario debemos acudir al especialista,
empero, con la confianza puesta en Aquel que maneja
los hilos de nuestra historia.

Usted debe saber que existen trucos para ir eliminando


el miedo, uno es la exposición directa al mismo e ir
aumentando lentamente la exposición para ser
capaces de enfrentarnos al mismo, y reducir sus
efectos.

En mi caso, funcionó siempre que fue mancomunado


con el crecimiento espiritual.

Por ejemplo, en algún momento yo no quería seguir


viajando en bus porque me sentía incómodo y hasta
tuve que bajarme a medio camino en diferentes
ocasiones por miedo. La manera como logré
controlarlo fue orando de corazón, creyendo lo que
Dios dice y enfrentando el asunto.

Hice el viaje de mi casa a la ciudad de Heredia varias


veces, hasta ya hacerlo con normalidad. Nada pasaba,
en realidad era mi mente la que me traicionaba con
pensamientos falsos.

Mi mejor consejo para usted es el que está en


Romanos 12:2, el cual parafraseo a continuación:

“No te conformes a este mundo, sino transfórmate


por medio de la renovación de tu pensamiento.”
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Prisionero del Miedo
Cuando se está atravesando un periodo de ansiedad
y miedos aumentados, lo mejor es cambiar los
pensamientos añejos, dañinos, falsos que inducen al
temor y al pesimismo por aquellos dignos, amables,
respetables, justos. Como bien enumeró Pablo en su
misiva a los Filipenses, capítulo 4, versos 8 y 9.

Dios puede lograr lo que nosotros no hemos podido.


Usted se sorprendería al saber de cuan profundo hoyo,
el Señor me sacó.

Mi querido lector, de verdad le digo que un tiempo a


solas con Dios puede cambiarlo todo. Dios se acerca
a nuestras vidas solo para mejorarlas.

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Prisionero del Miedo
¿CÓMO ENFRENTARLO?

Ya he venido dando esbozos de cómo enfrentar los


miedos. No obstante, en este capítulo quiero
compartirte unas prácticas básicas.

Existen técnicas tanto médicas como espirituales para


combatir el miedo. Aprender a sobreponerse ante él es
un proceso que no se logra de la noche a la mañana.
En mi caso llevó meses.

Con todo amor te digo, que lo que realmente funciona


es buscar la sanidad interior que Dios da; es una
cuestión de fe. La pastilla por si sola calma los
síntomas, el jarabe por si solo apacigua, aduerme.
Pero solo Dios puede llegar hasta la fuente, fuera ésta
psicológica, mental, física o emocional. Una píldora no
podría sanar el dolor que lleves porque fuiste
abusada(o) sexualmente. El psicólogo puede darte
técnicas para manejar los malos recuerdos que te
alteran, pero solo Dios puede intercambiarlos por paz
y sanar tus heridas.

Como digo, lleva tiempo, porque Dios trabaja en uno


día a día. Es un proceso. Así que, mientras que llevas
tu problema a los pies de Cristo, puede que tengas
alguna crisis, misma que puedes minorizar con los
siguientes consejos:

1. Respira.

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Prisionero del Miedo
Cuando uno está asustado no piensa adecuadamente,
tiende a hiperventilar, lo cual aumenta los temores.
Respira completa y profundamente y relaja tu cuerpo.

Tu respiración no solo te calmará, sino que asegurará


que obtengas suficiente oxígeno. Además, enfocarte
en tu respiración y relajar tu cuerpo, hará que no te
concentres en lo que te está dando miedo.

2. Evalúa la situación.

Si te estás asustando con algo como la posibilidad de


que se vaya la electricidad, evalúa la situación para ver
si es simplemente ansiedad o si hay algo por lo cual
preocuparse realmente. No necesariamente va a faltar
el fluido eléctrico en próximas horas.

Si existe algo real, haz algo al respecto. Si tienes


dificultad para decidir qué es real y qué no porque
estás muy asustado, habla con alguien cercano en el
momento. Para seguir con el ejemplo, si está
programado un corte eléctrico, puedes solucionarlo
con bombillos de baterías. No es tan grave.

3. Anota lo que te da miedo.

En el momento en el que estás ocupado asustándote,


saca un lápiz y un papel y anota todo lo que te da
miedo. Este ejercicio te ayudará a llevar tus temores a
tu consciencia. Tú los reconoces y te será más fácil
dejarlos ir.

4. Cuéntale a alguien.
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Prisionero del Miedo
Si tienes miedo a algo, habla con alguien de confianza.
Hablar con alguien siempre es bueno. Tu amigo
también puede ayudarte a tratar los miedos. A lo mejor
hasta te aconsejará porque pasó por algo parecido.

5. Comprende lo que es el miedo.

El miedo es una conducta aprendida. Nadie empieza


simplemente a sentir miedo. Estamos condicionados a
las malas experiencias.

En el capítulo uno de este libro decía que el miedo es


una alteración ante un eventual peligro. El asunto es
que sentirlo a menudo y por cualquier cosa, lo
convierte en enfermedad.

En el año 1991, ocurrió un terremoto en la zona


atlántica de mi país Costa Rica, específicamente en la
provincia Limón. Yo era niño para ese año, tenía unos
10 años; recuerdo estar jugando con un carro
miniatura en el jardín. Cuando inició el movimiento,
entre en pánico. Ese episodio me marcó por muchos
años, el temor por los temblores se hizo evidente cada
vez que ocurrió uno. Y en Costa Rica suceden a
menudo, muy a menudo. Mi familia ya sabía sobre mi
miedo; nunca les conté, pero se me notaba cada vez
que ocurría un sismo.

Ciertas secuencias en el cerebro, mi querido lector,


son creadas por eventos que desencadenan el miedo.
Y seguir esas secuencias significa que nos quedamos
estancados en patrones de pensamiento y conducta.

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Prisionero del Miedo
Es necesario llenarse de valentía, pedir a Dios
fortaleza, y reacondicionar tu cerebro para reaccionar
de manera diferente frente a las cosas que te producen
miedo.
Recuerda, cambia tus pensamientos dañinos por otros
benignos. No vivas en el pasado, no vivas
mortificándote con el daño que te hicieron o con la
mala experiencia. El pasado solo sirve para aprender
de él, no para menguar tu buen actuar.

Así como el futuro pudiera no llegar. Viva, mi


querido(a) amigo(a). La vida es estupenda como para
gastarla en preocupaciones.

La vida es provisional y sus circunstancias temporales.


Hay un mejor mañana siempre.

¿Cómo enfrentar el miedo? Es el título de este capítulo


y he dado hasta acá 5 consejos. El sexto, a
continuación:

6. Cambia tu manera de pensar.

Como dije en el punto anterior, para dejar de tener


miedo, básicamente tienes que volver a programar tu
cerebro. El cerebro es neuroplástico, es decir, tiene
capacidad cambiante en cuanto a aprendizaje
respecta.

Nuestra mente debe sustituir pensamientos


desagradables por pensamientos provechosos. Eso es
lo que Pablo les dice a los romanos: “renueven su
entendimiento (mente).” (Romanos 12:2)
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Prisionero del Miedo
Desde el punto de vista cristiano, una buena relación
espiritual con Dios conducirá a un cambio mental.
Recuerda que algunas veces pensamos en cosas no
tan útiles. Necesitamos que el espíritu este sano para
que nuestra mente esté sana.

Tener una reacción emocional, es característica de


una mente carnal (la cual te desencadenará más y más
miedo), mientras que una reacción objetiva es indicio
de una mente espiritual.

Puedes hacer la prueba, deja que el Espíritu Santo te


controle y verás que todo comienza a retomar su
rumbo. Te lo digo por experiencia propia.

7. Haz ejercicio físico.

Hacer ejercicio es importante, no sólo para efectos de


control de miedo, sino para todo nuestro cuerpo en
diferentes áreas.

Hacer ejercicio previene que entremos en lapsos de


stress. Te recomiendo caminar, correr, hacer ciclismo
o ir al gimnasio. Depende de tus posibilidades y
habilidades.

El humano es un ser que debe desarrollarse de


manera integral. Cuerpo, espíritu y alma.

No te recomiendo hacer prácticas orientales como


yoga, porque estas se basan en filosofías que nada
tienen que ver con el cristianismo, y que fueron
originadas en misticismos tibetanos o budistas.
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Prisionero del Miedo
Promueven las mantras, el egocentrismo y dejan poco
espacio para que Dios gobierne nuestra vida.

8. Ora mucho.

El poder de todo cristiano está en la oración. Orar nos


comunica con nuestro creador y nos abre la posibilidad
de comunicarle nuestras dudas y miedos. Dios
escucha y toma cartas en el asunto. Él es
misericordioso y siempre orienta, nunca confunde.

9. Busca ayuda profesional.

A veces, no puedes dejar de tener miedo por ti solo y


mientras avanzas en el proceso de sanación interior,
busca ayuda profesional. Puede ser tu líder espiritual,
un médico o un psicólogo.

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Prisionero del Miedo
¿TEMOR DE DIOS?

Hemos establecido que el miedo paraliza y frena el


desarrollo en el peor de los casos, pero que, si no es
enfermizo, repetitivo, sirve para medir el contexto y las
consecuencias de las decisiones y situaciones, por lo
que preserva.

Ahora bien, el temor del Señor es un tópico que se


explica en la Biblia, específicamente en el libro de
Proverbios. No tiene el mismo significado que el temor
convencional.

He de decir con tristeza que la religión tiende a infundir


un sentimiento de miedo hacia Dios, lo cual es
equivocado. Es cierto que Él es supremo y que está
atento y vigilante al actuar de los hombres:

“El Señor está en su santo templo, en los cielos


tiene el Señor su trono, y atentamente observa al
ser humano; con sus propios ojos lo examina.”
Salmos 11:4

Pero no necesariamente lo está para levantar su vara


y dejarla caer con furia sobre todo aquel que hace algo
que le desagrade. Él dicta juicio y disciplina, sí. Más no
lo hace por arrebato de ira, por lo que es un error
infundir miedo respecto de Él.

La religión que tal cosa hace, desfigura la verdadera


naturaleza de Dios, produciendo una reacción
negativa y de rebeldía en las personas. ¿Por qué?

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Prisionero del Miedo
Porque pintan en Dios, un ser desposeído de
compasión.

Quisiera preguntarte algo para ayudarte a reflexionar


sobre cuál es tu concepto y actitud con respecto de
Dios: ¿Le tienes miedo a Dios o le temes a Dios?

Quizá usted lector, con mente ágil, me responderá con


una pregunta: ¿Y acaso temer a Dios y tenerle miedo
no es lo mismo?

La respuesta es no. No es lo mismo miedo a Dios que


temor de Dios. Te explico: La Biblia, en Proverbios
Capitulo 1 y verso 7 nos dice:

"El principio de la sabiduría es el temor de


Jehová."

A diferencia de miedo a Dios, propio del hombre por lo


que desconoce, la Biblia nos habla de otro
sentimiento, al cual le llama "temor de Dios" o “temor
de Jehová”. Nótese que no dice "temor a Dios", sino
"temor de Dios”.

Entonces, ¿Qué es el temor de Dios? El temor de Dios


es un sentimiento de respeto reverente y de
consideración; es reconocer a Dios como Señor. Si
sentimos temor de Dios, procuramos no llevarle la
contraria, o lo que es lo mismo, obedecemos y no
pecamos contra Él.

El temor de Dios debe permanecer en el corazón del


humano porque va en paralelo con un sentimiento de
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Prisionero del Miedo
amor tan profundo, que considera el pecado como una
traición o infidelidad hacia Aquel que ha colocado toda
su confianza en nosotros.

Los primeros que tuvieron miedo de Dios, fueron Adán


y Eva, en el Edén. Su pecado los evidenció com-
pletamente. No obedecer, o lo que es lo mismo, perder
el temor de Dios, los llevo a errar y los colocó en una
situación de juicio; claro que tenían que sentir miedo
de lo que podría suceder.

Adán y Eva escucharon la voz de Dios llamándoles. En


ese instante, su reacción no fue la misma de siempre,
sino que, a causa de su desobediencia, se
escondieron de Dios porque tuvieron miedo.

Como en ellos, cuando pecamos sentimos miedo,


porque el pecado produce miedo, te convierte en reo.

La vida apartada de Dios consume al ser humano en


un estado de incertidumbre que llega a afectarle
espiritual, social, mental, psíquica, emocional y
psicológicamente.

Cuando nos sabemos pecadores (sabemos que


estamos haciendo lo malo), y aprovecho para decir
que lo malo y lo bueno no son relativos, lo malo es
malo si Dios lo dice y lo bueno lo es si Dios lo dice,
entendemos que eso merece el juicio de Dios. Por
dicha, los cristianos tenemos justificación en
Jesucristo:

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Prisionero del Miedo
“…y que de todo aquello de que no pudisteis ser
justificados por la Ley de Moisés, en Él
(Jesucristo) es justificado todo aquel que cree.”
Hechos 13:39

Un buen ejemplo de lo que es el temor de Dios, es


encontrado en el caso de José.

En Génesis capítulo 39, la Esposa de Potifar, dueño


de la casa donde José estaba trabajando se enamoró
de él. Quiso que durmiera con ella. José, en aquellas
circunstancias le contesta a aquella mujer:

“No hay otro mayor que yo en esta casa, y mi amo


ninguna cosa ha reservado sino a ti, por cuanto
eres su mujer, ¿Como, pues, haría yo ese grande
mal y pecaría contra Dios?”

Aunque tuvo que sufrir las calumnias de esta mujer


infame, y sufrir en la fría celda de una cárcel, su temor
a Dios era superior que las consecuencias sufridas.
Con tal de agradarle a Dios, José soportó lo que
soportó.

“Quien teme al Señor aborrece lo malo…”


Proverbios 8:13

Una de las diferencias marcadas entre quien profesa


el cristianismo religioso tradicional y aquel que
realmente es cristiano y sirve a Cristo, es que mientras
en el primero, la falta de temor de Dios le es una puerta

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Prisionero del Miedo
abierta al pecado, en el segundo, el temor de Dios en
sus corazones es un límite que le impide hacer lo malo.

Pregunto de nuevo: ¿Tienes miedo a Dios o tienes


temor de Dios?

Temer a Dios produce paz y tranquilidad. Temer a Dios


no se trata de un miedo irracional o paralizante, sino
de un sano temor a desagradar al Creador.

Por tres razones básicas deberíamos tener temor de


Jehová:

1. Jehová es Todopoderoso.
Dios es infinitamente más poderoso que cualquier ser
humano. Tiene la facultad de contrarrestar cualquier
“arma” que venga contra sus servidores leales. (Isaías
54:17) Sin duda, lo mejor que podemos hacer es estar
de su lado. Pero eso implica obedecerle.

Dios nos brinda su ayuda y protección.

“El temblar ante los hombres es lo que tiende un


lazo, pero el que confía en Jehová será protegido.”
Proverbios 29:25

¿Por qué se dice que el miedo al hombre es un lazo?


Porque si experimentamos miedo a los hombres o a
las circunstancias quiere decir que pusimos la mirada
en los hombres y no en Dios. Recuerda que Dios es
Todopoderoso, los hombres no.

2. Dios ama a los que se acercan a él.


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Prisionero del Miedo
El apóstol Pablo escribió:

“Estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni


ángeles, ni gobiernos, ni cosas aquí ahora,
ni cosas por venir, ni poderes, ni altura,
ni profundidad, ni ninguna otra creación podrá
separarnos del amor de Dios que está en Cristo
Jesús nuestro Señor.” Romanos 8:37-39

Si confiamos en Dios y le obedecemos, Él nos amará


con amor invariable. Dios es amor, es uno de sus
principales atributos luego de su santidad. Temer a
Jehová es sinónimo de que Dios nos acoge bajo sus
alas con tanto amor como el que siente por Jesucristo.

3. Agradecemos lo que Dios ha hecho por


nosotros.
Uno teme a Jehová cuando comprende lo mucho que
Él ha hecho por uno.

Nos dio la vida, luego nos rescató de la muerte eterna.


Y no sólo eso, también nos da todo lo necesario para
que la vida resulte interesante y útil.

Toda dádiva buena procede de Dios. (Santiago 1:17)

Si demostramos que tememos a Dios y no cedemos


ante la presión de los opositores, podemos influir
positivamente en ellos.

Pensemos en los familiares de Jesús. Al principio,


algunos no creían en él y hasta afirmaban que estaba
loco. No obstante, después de la resurrección, varios
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Prisionero del Miedo
vinieron a ser creyentes. Incluso sus medios
hermanos, Judas y Santiago escribieron cartas de La
Biblia y dirigieron congregaciones del primer siglo.

Mis amigos, cada momento despiertos, es para vivirse


con la conciencia de que Dios está activamente
involucrado y comprometido con nuestros
pensamientos y acciones. No para que sintamos
miedo por el castigo. Por esa razón, vivamos alegres
confiando en Dios y obedeciéndole con ánimo. Él
pondrá cada cosa en su lugar, le dará dimensión y
perspectiva a nuestra existencia.

28
Prisionero del Miedo
EL CRISTIANO FRENTE AL MIEDO

“Mejor es morir de una vez que estar siempre temiendo


por la vida.” Esopo.

El verso que dice "No temas porque yo, tu Dios,


estoy contigo." De Isaías 41:10. Nos recuerda que
Dios no quiere que sintamos miedo.

El miedo nos impide realizar las obras para las que Él


nos diseñó. Dios nos ama y quiere bendecirnos; pero
sabe que la naturaleza humana es débil y con
frecuencia tibia. Sabe que puede ser encapsulada por
las circunstancias contrarias y que requerimos ayuda
extra.

Los no creyentes sienten miedo de emprender, del que


dirán, de la crítica, hasta del mismo triunfo; pero los
cristianos, por el contrario, avanzamos hacia la meta
sin desvelar indicios de miedo paralizador porque
sabemos quién dirige nuestra vida. Es que, mi querido
lector, la seguridad no existe lejos de Dios.

"No digan ustedes que es conspiración todo lo que


llama conspiración esta gente; ni teman lo que
ellos temen, ni se dejen asustar. Sólo al Señor
Todopoderoso, tendrán ustedes por santo; sólo a
Él deben honrarlo, sólo a Él han de temerlo.” Isaías
8:12

Satanás envía el miedo para tratar de atormentarnos y


hacernos dudar. En algunos (aquellos con poco

29
Prisionero del Miedo
fundamento) logra frenar la obra que el Señor desea
realizar.

Es por eso que necesitamos aprender La Palabra.


Tomarla como se toma un vaso de agua en zona
desértica. Es más eficaz La Palabra de Dios con sus
resultados sobre nuestra vida, que la Amígdala con su
señal de miedo sobre el cerebro.

Dios da poder para vencer el miedo, porque uno de los


frutos del Espíritu Santo, que mora en nosotros, es el
amor, y el amor echa fuera al temor.

Cuando el miedo o la duda nos hacen evitar la


confrontación de algún hecho, asunto o persona, lo
que debemos hacer es orar y pedirle a Dios que haga
por nosotros lo que Él guste. Entonces podemos
confiar en que no importa lo que pase, todo va a ser
para nuestro bien de acuerdo con Su voluntad para
nuestra vida.

Es común denominador de los humanos que, por


tramos de la existencia, pensemos que debemos
esperar para iniciar con algo hasta que el miedo se
disipe. Pero si hacemos tal cosa, posiblemente sea
poco lo que lograremos.

Abraham, Moisés, Josué, David y otros varios, tuvieron


que dar un paso de fe, posiblemente con miedo, pero
también con decisión. Con los ojos puestos en el rostro
y en la mano de Dios. A fin de cuentas, obedecer a
Dios es sinónimo de bendición. Cosa que estos
caballeros tuvieron claro.
30
Prisionero del Miedo

Cuando empecé a pasar por los episodios de miedo, y


en ocasiones, graves rangos de ansiedad, no tenía las
armas que tuve tiempo después. Mi mente me
traicionaba, los químicos dispersos en mi cerebro y
miembros me cerraban los portillos circundantes y
dejaban abierto solo el que tenía por nombre suicidio.

De verdad, sentía que la solución era dejar de existir.


Aunque no era la solución más fácil, porque me faltaba
valor para hacerlo. Mi mente estaba obsesionada con
conceptos erróneos. Le compre a Satanás y al mundo,
ideas poco alentadoras que mermaban en mí, el
espíritu de valentía que Dios me había dado al
comunicarme vida. La solución para ese entonces,
estaba lejos de mi haber.

Busque ayuda en médicos, en fármacos, en medicina


natural. Tomaba una cosa y otra y parecía un zombi,
dormitaba. En vez de cura, las recetas humanas me
generaban adicción.

No digo que la ayuda médica esté mal o que en todos


los casos será igual que me paso a mí. No. Dios
siempre hace milagros y cuando no los hace de
manera súbita inexplicable, los hace por mano de
doctores. Sin embargo, mi físico no soportaba los
estupefacientes de etiqueta azul.

Para aquel entonces, yo era un cristiano poco


cristiano, que recogía consecuencias por no estudiar y
entender lo que Dios demandaba y prometía para mí.

31
Prisionero del Miedo
La respuesta estuvo a mi alcance siempre, solo que la
ingenuidad me ganaba.

Con el tiempo, mi amor por La Biblia y la práctica de la


oración, aumentaron. Las convertí en una constante.
Ahí fue cuando Dios me mostró que la solución contra
el miedo era sencilla: Enfrentarlo firmemente y decidir
avanzar. Acogerme a sus promesas, en vez de estar
prometiendo yo cosas que no cumpliría.

Muy a pesar de que nuestras piernas tambalean, y de


que sintamos que vamos a caer, tenemos que seguir
por fe, mis amigos. Creer en lo que Dios me dice que
haga, y confiar en que, con Su ayuda lo voy a lograr.

Comprendí entonces, lo que Abraham, Moisés, Josué,


David y otros, sabían: Que quien debe dirigir la vida
es Dios y no el miedo.

El miedo no es algo que podemos hacer desaparecer


como un acto de magia. El miedo debe ser enfrentado
y tratado de acuerdo con los parámetros de Dios.

Hay ocasiones en que la gente es liberada


maravillosamente del miedo a través de la oración. No
tengo duda de que Dios hace el milagro, pero ocurre
hasta que se recurre a Él.

Desde lo profundo de mí ser, te recomiendo que, si


tienes problemas con el miedo, te apropies de las
recomendaciones que Dios nos da acerca del tema.

32
Prisionero del Miedo
En La Biblia, aparece 356 veces la frase “No temas”.
Para Dios es importante que sepamos que Él nos
acompaña en todo lapso de nuestra vida.

Había muchas cosas en mi historia, de las cuales


necesitaba liberarme. Y sí, Dios me liberó de muchas
de ellas. De otras, no me liberó, pero me faculta para
controlarlas.

Hoy día emprendo retos, y siento miedo claro, soy


humano, pero el miedo ya no me gobierna, el trono de
mi vida solo pertenece a Jesucristo.

Las reacciones como sudoración, un poquito de


angustia, susto, temblor leve, son normales. A decir
verdad, hasta Cristo sintió miedo. Al orar en
Getsemaní antes de ser crucificado decía: “Padre si
puedes, quita de mí esta copa…” mientras
experimentaba Hematidrosis (sudaba sangre por la
tensión que sentía). Imaginen el stress que tenía como
para sudar sangre.

La Biblia no te dice que no tiembles, que no sudes o


que no estés alerta. Lo que si dice es que no temas.
Que no sientas el miedo que te detiene, que te merma,
porque nada merece tal miedo. Cristo sintió angustia,
pero siguió hacia la meta e hizo la voluntad del Padre.

Satanás es el padre de la mentira, siempre está tirando


dardos hacia el blanco, blanco que somos usted y yo.
Tantea y tantea, para ver si mordemos el anzuelo y
creemos lo que él quiere que creamos.

33
Prisionero del Miedo
En inglés, la palabra miedo es “fear”. Algunos hicieron
un acrónimo con las letras de dicha palabra, y es éste:

F: FALSE
E: EVIDENCE
A: APPEAR
R: REAL
Es decir: "Falsa Evidencia que Aparenta ser Real".

Dios entiende que somos temerosos, y por eso nos


insta a seguir adelante haciendo lo que nos pidió que
lleváramos a cabo. Siempre podemos hacer lo que
Dios quiere que hagamos, aun cuando lo tengamos
que hacer por fe.

Orar es importante para sintonizarnos con Dios y saber


que no hay prueba pequeña o grande, lo que si hay es
solución para todo en Jesucristo. Traer nuestras dudas
a los pies de Él ayuda muchísimo.

Dios dice: "No dejes que el temor controle tu vida.


Empieza a hacer lo que te digo que hagas, porque mi
voluntad traerá bendiciones para ti.”

Dios nos promete seguridad en el transitar. Todo lo


que Él hace o permite es para edificarnos, nunca para
dañarnos. Como en mi caso, a medida que lo vayas
conociendo, irás confiando más y más en Él.

Hay miedos como la enfermedad, la muerte, la


pobreza y la soltería. Ponle el nombre que gustes.

34
Prisionero del Miedo
No importa cuál sea ese miedo, todos debemos
confrontarlo de la misma manera: con La Palabra de
Dios. En ella hallamos respuesta a las preguntas más
importantes de la vida y obtenemos consejos útiles
para el día a día.

35
Prisionero del Miedo
MIEDO A LA PÉRDIDA

¿Cómo te sentirías si Dios te dijera que debes dejar tu


casa y todas tus comodidades para salir hacia un lugar
incierto? ¿Sentirías miedo?

"Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu


tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a
la tierra que te mostraré." Génesis 12:1

Ese fue el reto para Abraham, y le dio temor de fijo.


Por eso el Señor le decía constantemente: "no temas".

Al igual que Abraham, cualquier persona que vaya a


hacer algo para Dios, le va a oír diciendo: “no temas.”

Como si se tratase de una serpiente, el miedo viene y


ataca cada vez que iniciamos el avance. Quiere
hacernos detener. Sin embargo, podemos
contrarrestarlo con fe en Dios.

Una de las pruebas a las que mayor miedo le tenemos,


es a quedar “manos arriba”, es decir, sin posesiones.
¿Dónde voy a vivir? ¿Voy a perder a mi familia? ¿Qué
voy a vestir? ¿Y mis colecciones se van a perder?

Son preguntas normales. Si ante cualquier situación,


sea ésta de fuerza mayor, por pedido divino o por
negligencia perdiéramos todo; el miedo nos invadiría.
La comodidad ya es parte de nuestra vida sedentaria.

Abraham tuvo que dejar todo para poder ver lo


prometido. A veces, nos pasa igual; debemos
36
Prisionero del Miedo
sacrificar lo que más queremos, incluida nuestra
comodidad, para alcanzar lo que Dios promete.

El miedo participa de tales situaciones en un 50% por


el hecho de dejar todo, y el otro 50% por afrontar lo
desconocido. Ya ven que lo desconocido siempre
genera incertidumbre.

Y cuando la incertidumbre llega, la oración es el medio


que lleva a la fe. La fe rompe la maraña de dudas. Es
creyendo como recibiremos lo que le hemos pedido,
siempre que la petición este dentro de la voluntad
divina. Porque Dios contesta la oración del justo, de
seguro que sí, pero desde su punto de vista.

Orar en todo tiempo y con fe. Eso es lo que


recomienda Pablo a los Tesalonicenses. Sin oración,
la comunicación con Dios se rompe. Y donde no hay
comunicación, cada quien va por su lado, según su
criterio.

Lo que es de Dios une, nunca divide. Por tanto, orar


nos sujeta voluntariamente a la voluntad de Dios
(valga la redundancia). Y con esa sujeción, viene la
bendición de saberse protegido y guiado.

Perder algo es nada si lo que viene es mejor. Con ese


pensamiento en mente, es que un cristiano toma
decisiones oportunas, inspiradas por el Espíritu Santo.
Decisiones que crean cierto grado de miedo, pero
miedo que se controla porque sabemos que es mayor
el beneficio que la perdida.

37
Prisionero del Miedo
¿Cuántos han quedado desempleados? ¿Cuántos no
han enfrentado quiebra económica? ¿Cuántos han
tenido que irse a tierra lejana para trabajar?

La vida trae retos. Y con ellos duda. Dudas que


pudieran detonar ansiedad. Es en ese punto donde
debemos recordar que estamos sobre roca firme.
Sobre terreno resbaladizo tenderas a caer, no tienes
apoyo. Sin embargo, sobre la Roca no.

Dios nos llamará siempre a cambiar viejas conductas,


mis amigos(as), a emprender, a avanzar, a dejar
amistades poco productivas, a llevar el mensaje, etc.

Pero siempre que lo hace, nos acuerpa; porque Él


sabe que la naturaleza humana es débil y llena de
nervios. Así que no tema al que vendrá. La primera
lección que un cristiano debe aprender es a confiar en
Dios y no en los hombres. Repose confiadamente en
Dios, porque el que te cuida no duerme.

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Prisionero del Miedo
MIEDO A LA OPOSICIÓN

La Palabra de Dios dice: “Y también todos los que


quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús
padecerán persecución.” 2 Timoteo 3:12

Y así es. Los cristianos verdaderos no gozamos de


popularidad. Porque nosotros nos posicionamos en
algún momento en Dios, y el resto de personas forman
parte de un mundo caído que nada quiere con el
Supremo.

Satanás es como un “león rugiente que procura


devorar a alguien” (1 Pedro 5:8). Y una de sus
principales tácticas es aprovechar el miedo para
intimidar a sus víctimas.

Jesucristo sufrió burlas y ataques. Y sus discípulos


también: “Si el mundo los odia, saben que me ha
odiado a mí antes que los odiara a ustedes. Tengan
presente la palabra que les dije: El esclavo no es
mayor que su amo. Si ellos me han perseguido a
mí, a ustedes también los perseguirán.” Juan
15:18-20

Por miedo a ser perseguidos, muchos no se atrevieron


a declararse abiertamente a favor de la religión
verdadera.

En realidad, todos los cristianos, desde los dominios


del Imperio romano hasta hoy, experimentaron algún
tipo de oposición.

39
Prisionero del Miedo
En el siglo XXI, el miedo al qué dirán en occidente, y
el miedo a la muerte por declararse cristiano en
oriente, siguen condicionando al hombre en su afán de
seguir a Cristo.

El acoso, la crítica destructiva, la indiferencia, el


menosprecio, el insulto, el golpe e incluso la muerte
vendrán. Pero la moraleja acá es que no importa lo que
venga, si es necesario, moriremos por nuestra fe.

Tal vez, el miedo por perder el respeto, la amistad o el


apoyo económico de otras personas, baila en nuestra
cabeza. Sin embargo, todo eso es despreciable,
porque sabemos a quién pertenecemos. Mayores
riquezas acumulamos en el cielo.

El mundo espera que, con el arma de la oposición, no


solo nuestro cuerpo se paralice, sino también nuestro
espíritu.

Pero Jesucristo dice: “Yo les he dicho estas cosas


para que en mí hallen paz. En este mundo
afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he
vencido al mundo.” Juan 16:33

Si tu miedo es encontrar oposición, debes saber que


millones de personas hemos decidido confiar en Dios
y seguir su voluntad. Y por obedientes, Dios nos
bendice. La oposición contra usted, no la es sólo
contra usted, sino contra toda la iglesia.

Si nos mantenemos firmes, es posible que algunos de


los que ahora nos persiguen, acaben reconociendo
40
Prisionero del Miedo
que permanecemos en la verdad, tal como le sucedió
a Pablo respecto de los primeros cristianos. (1 Timoteo
1:13)

La oposición de los no creyentes, es señal de


ignorancia. Ven un enemigo donde no lo hay. De ahí
la importancia de que los tratemos con amor, no con
temor. Para que vean algo diferente en nuestro,
pensar, hablar y actuar.

Amor y temor suenan parecido, pero son tan distantes


como el norte del sur. Tratar con amor a los que se
oponen, nunca con temor. Esa es la consigna.

41
Prisionero del Miedo
EL AMOR CONTRARRESTA AL MIEDO

“Sino que el amor perfecto echa fuera el temor. El


que teme espera el castigo, así que no ha sido
perfeccionado en el amor.” 1 Juan 4:18

Tengo dos enfoques respecto del amor, el primero es


que sirve para testimonio de que pertenecemos a la
familia de Dios, porque la Ley se resume en amar a
Dios y amar al prójimo como a ti mismo. El segundo es
que el amor es el arma ideal para contrarrestar al
miedo.

Si en nuestro interior permanece el perfecto amor de


Dios, no hay miedo que prolifere. De hecho, eso fue lo
que Dios hizo en mí cuando me sano de los miedos
que experimente por meses. De las primeras cosas
que entendí, fue que Dios me ama, y que por tanto me
cuida, y que en vez de ir por ahí temiendo a todo, debía
ir por ahí ejercitando mi lugar de hijo de Dios.

Si padeces de miedo o ansiedad crónica, te quiero


recordar que la mano extendida de Dios está anuente
para que la tomes y te apoyes en Él. Dios no es un
ogro, sino que es amoroso, y comprende que por las
razones que fuesen en tu pasado, tu debilidad te ha
ganado. Pero ahora es buen momento de cambiar.

Llega un momento en el cual se debe pasar la página.


Dios te puede impulsar hacia delante, pero dale
chance, porque Él te impulsa, no te jala, para no pasar
por alto tu libre albedrío.

42
Prisionero del Miedo
Isaías 53:5 dice: “Mas él fue herido por nuestras
rebeliones, molido por nuestros pecados. Por
darnos la paz, cayó sobre él el castigo y por sus
llagas, fuimos nosotros curados.”

Cristo, es el perfecto amor y el perfecto amor echó


fuera al miedo.

A muchos cristianos los controla el susto. Podría decir


acá nombres y apellidos, es un mal generalizado.
Talvez tu miedo deriva de una experiencia traumática,
de una falsa creencia o de una crianza violenta.

Quiero decirte que tu miedo no venía en tu paquete


genético. El miedo exacerbado es una cárcel que tú
mismo te impones.

La mayoría de conflictos interpersonales comienzan


como problemas intrapersonales. Todos
experimentamos la vida a través de nuestros
pensamientos y sentidos.

Por ejemplo: ¿Qué hacen los niños cuando son


sorprendidos, in fraganti, en alguna falta? Lo normal es
que echan la culpa a otro, al que primero puedan.
Como esperan castigo, se asustan.

En la vida práctica, uno espera recompensa o castigo


cuando emprende. Y es extraño, pero aun cuando lo
que se espera es recompensa, igual se siente
ansiedad. Eso se debe a que, como no podemos
controlarlo todo, entonces sentimos que la situación se
escapa de las manos.
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Prisionero del Miedo
En el plano religioso tradicional es igual, los religiosos
esperan castigo por las faltas, porque viven bajo los
puedes y los no puedes. Siempre se sienten bajo la ira
de Dios, desestiman el perdón otorgado en Jesús. Y si
siguen con la idea de cumplir reglas para salvarse,
tienen razón de sentir miedo porque no van a poder
cumplir todas las reglas.

El temor es un velo sobre nuestros ojos que no nos


deja ver los caminos que Dios tiene para nosotros.

El cristianismo no es religión, es relación; y cuando


comprendes que esa relación tiene como uno de sus
fundamentos el amor de Dios para nosotros y de
nosotros para con Dios, los miedos pasan a cuarto,
quinto o décimo plano. ¿Por qué? Porque en una
relación donde hay amor también habrá confianza de
que ninguna de las partes buscará el mal para el otro.
Dios no nos hará mal, todo está bajo su control, dentro
de su plan. Y aunque a veces, parece que lo que viene
a nuestra vida es duro de afrontar, en realidad, a los
hijos de Dios todo les sirve para bien (Romanos 8:28)

El Espíritu que mora en nosotros los cristianos, es uno


que ordena todo lo que está desordenado. Ese Espíritu
pone en perspectiva lo importante para Dios y, en
consecuencia, la moral de Dios pasa a ser la nuestra.
Es sabio poner énfasis donde Dios lo pone.

2 Timoteo 1:7 dice: “Porque no nos ha dado Dios


espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de
dominio propio.”

44
Prisionero del Miedo
Dios es amor. Si Dios habita en nosotros tenemos
amor, y el amor echa fuera el temor. El temor a ser
condenados, el temor al mañana, el temor a las
circunstancias.

Recuerda, mayor es el que está en mí, que el que está


en el mundo. El remedio contra el temor es recordar
quién es Dios.

45
Prisionero del Miedo
EL MIEDO: ANCLA QUE NO DEJA AVANZAR

Hay una fuerza deseosa de mantenernos anclados, y


ese es el miedo.

Cuando miro para atrás, puedo ver una lista amplia de


oportunidades que dejé pasar por miedo. Situaciones
que no enfrenté y bendiciones que dejé ir por causa
del miedo.

Sé que ser valiente no es sinónimo de no temer, ser


valiente significa más bien, que a pesar del miedo
damos el paso.

Siempre hay personas negativas. Personas que tratan


de alejarnos de nuestro sueño. Y cuando no las hay,
nosotros podemos ser los negativos. Hay que tener
cuidado con eso. El negativismo es venenoso.

Cuando se llega a una zona de confort, solemos entrar


en un trance de paz engañosa que nos alienta a
estancarnos. Si a esa zona de confort aunamos el
miedo por emprender, ya compramos todos los
números para ganar la rifa.

La mediocridad es el premio para los que bajo la careta


del miedo se estancan. El miedo puedo ocasionar
esterilidad en nuestra vida.

Por mi mente pasa la idea de entrar a una sala de cine


para ver una película 3D sin los lentes. Las imágenes
se ven poco definidas y distorsionadas.

46
Prisionero del Miedo
Valga la analogía para describir a las personas que no
emprenden porque ven la vida distorsionada. Gente
que se echa a morir. Por miedo, se quedan en la
posición donde se encuentran. No avanzan. Con el
paso de los días se entibian y están carentes de los
lentes de la fe.

En la medida de lo posible mi amigo(a), rodéese de


gente positiva.

En el capítulo 5 de este libro di 9 consejos para poder


dejar los cuadros de ansiedad y el miedo paralizante.
El cuarto consejo decía que es bueno buscar a alguien
de confianza para hablar al respecto.

Por supuesto que muchos quieren que tengamos


éxito. Hay personas que te moverán hacia delante, que
se entusiasman y nos contagian, y que estarán a
nuestro lado si caemos para ayudar a levantarnos.

Cuando consigas personas así, atesóralas, porque


existen pocas. Crear un círculo íntimo será una fuente
invaluable de soporte y motivación. Eso es lo que los
cristianos conocemos como compañerismo.

Siempre me ha ayudado mucho hacerme la pregunta


¿Qué pasa si no tengo éxito? No como excusa para
fallar, sino como parte del análisis propio de cualquier
emprendimiento.

La mayoría de las veces me he dado cuenta que el


peor escenario no es tan malo; de hecho, puedo
prepararme y desarrollar un plan b para el caso de que
47
Prisionero del Miedo
suceda lo inesperado. Es un plan que protege en caso
de que algo suceda. No importa que digan: falló, el
chiste es intentar. Además, Dios es un Dios que
siempre da segundas oportunidades. A mí me las ha
dado. Seguramente a usted también.

El miedo es un sentimiento negativo de algo que no ha


pasado, y las metas son algo positivo que tampoco ha
pasado. Y aunque el miedo y las metas van en
direcciones contrarias, ninguno de los dos ha pasado,
por lo que vale la pena intentar, y ver quien gana el
pulso.

En todo caso, al que más impulso le des (miedo o


metas) será el que gane. Si alimentas más al miedo,
este crecerá hasta ser tan fuerte que intimidará. Si, por
el contrario, alimentas más a tu sueño, si te agarras de
Dios y quieres mejorar, éste dominará tu mente y no le
dará espacio al miedo.

48
Prisionero del Miedo
EL MIEDO: A UN PASO DE LA DESESPERANZA
Dios cabe en todos lados, Él solo espera que le demos
su espacio.
En el mapa emocional de las personas se pueden
formar fisuras de desesperanza. Una negativa mental
que lleva a las personas a renunciar a cualquier
esfuerzo.
La escasa o inexistente esperanza es reflejo de una
vida desolada. A menudo, esa desesperanza es
consecuencia del miedo.
Cuando todo da igual y se pierde la objetividad, cuando
la fijación de metas es nula y no incluimos a Dios en
nuestro plan de acción, la vida está en las últimas. El
deseo de seguir en pie está en el paredón, pronto para
ser ejecutado.
En alguna ocasión, iba en el carro hacia el
supermercado. Cuando circulaba, observe caminando
en sentido contrario, a un jovencito de unos 18 o 20
años. De su mirada brotaba desazón. Concordará
usted conmigo, que en la mirada de las personas se
puede ver el interior.
Era una mirada extremadamente vaga. No había ese
brillo característico de una persona feliz.
Con mi novia, que me acompañaba, comenté si había
percibido lo mismo que yo. La respuesta de ella fue
que sí, y agregó: “una razón más para orar esta
noche.”
49
Prisionero del Miedo
Hasta el día de hoy, recuerdo la mirada de aquel ser
errante sobre la vía.
Cuando el miedo por algo o por varias cosas ataca, y
le damos espacio para invadir, ya queda poco en pie.
Las estadísticas dicen que se puede vivir cerca de 2
meses sin comer, de 3 a 5 días sin beber agua, 11 días
sin dormir y toda la vida sin mantener relaciones
sexuales; pero no se puede vivir sin esperanza.
Para un cristiano, la esperanza tiene íntima relación
con la fe. El remedio para una persona que está casi
sin esperanza es empezar a ver las cosas que no se
ven, como si fuesen.
Sin importar el medio en el que vivas y te
desenvuelvas, la esperanza es ese ánimo diario que
impulsa a seguir.
Cuando una persona confía en algo o alguien y de
pronto, siente miedo de perder ese algo o a ese
alguien, empieza a perder esperanza y el miedo gana
terreno.
Por eso enfatizo en que el miedo es un mal que roba
el sentido de vivir. La seguridad no está entre cuatro
paredes, la seguridad está en Cristo, el consumador
de la fe.
Con fe damos color a la vida, soñamos en grande,
llevamos a cabo proyectos audaces y nos
sobreponemos a situaciones desesperantes.

50
Prisionero del Miedo
La falta de esperanza y la resignación resultante, son
reflejo fiel de que el carácter no está fortalecido.
La desesperanza es un laberinto donde una y otra vez,
seguimos prisioneros. Laberinto del cual encontramos
salida sólo cuando asimilamos que nuestro éxito
depende de las posibilidades y habilidades de Dios, no
de las nuestras. Lo que si depende de nosotros es
creer en un mejor mañana, un mañana sin la piedra del
temor en el zapato.
Si tu miedo abrió el portillo a la desesperanza, ciérralo.
Y contempla el poderío de nuestro Dios. El lugar que
ocupa tu miedo le corresponde a Dios. Ordena la
jerarquía para que el sentido de vivir vuelva a ti.

51
Prisionero del Miedo
EPÍLOGO
En Lucas 1:13, el mensaje es: no temas. El miedo no
es innato, es aprendido. Eso nos demuestra que, así
como el miedo entra en la vida de alguien, también
puede y debe salir.
Creo que el éxito de nuestra fe descansa en temer a
Dios, no a las circunstancias. Si le temes a Él, le
reconoces como majestuoso y soberano, y a partir de
ahí, buscaras por todos los medios, agradarle. Para
agradarle, actuarás conforme lo que solicita.
No hay que tener miedo de la pobreza ni de la soledad,
ni de la cárcel, ni de la muerte. De lo que hay que tener
miedo es de la ausencia del sentido de vivir. Sólo con
Jesucristo, la vida tiene sentido.
Es tan tangible el vivir con miedo, que puedes notarlo
en las personas que lo padecen, sin siquiera conocer
su pasado. Parecen echadas a la suerte: que pase lo
que tenga que pasar, pensaran.
Los cristianos nos movemos en la esperanza. La
esperanza de un mejor futuro, la esperanza de poseer
lo necesario para vivir con dignidad, la esperanza de
que cada nuevo día, Dios está con nosotros para
guiarnos, para defendernos y para amarnos.
“Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de
ustedes.” 1 Pedro 5:7

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