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LA NUEVA ARQUEOLOGÍA

MÉRITOS Y LIMITACIONES
Preceptos básicos

L 0 QUE SIGUE llamándose “nueva


N IGEL DAVIES
arqueología” no es ya tan nuevo, y
algunos de sus proponentes más des-
tacados han rebasado ya su edad me-
diana. Ya en la década de los cin-
cuenta numerosos arqueólogos esta-
dounidenses prestaron creciente atención al papel de la conducta humana apenas pasaría de ser un reflejo
la ecología como factor decisivo en el desenvolvimien- de factores materiales o tecnológicos. Binford, por
to humano; en esto influía grandemente sobre ellos el ejemplo, se ha mantenido como partidario perpetuo
concepto de ecología cultural, debido a Julian Ste- de tales preceptos y en 1983 escribió que los arqueó-
ward.’ Por aquel entonces, autores como Steward y logos no debieran observar hechos sociales sino sólo
Leslie White insistían en la necesidad de un reexamen materiales. Este autor reconoce gustoso que los arqueó-
metódico de los vestigios humanos y de una reinter- logos siguen sin saber qué hace que surjan sociedades
pretación de toda la actividad humana como proceso complejas, pero recalca la necesidad de llevar adelan-
de adaptación a un medio específico, por ejemplo el te la búsqueda de reglas o principios generales que ex-
carácter básico de la dieta, el rendimiento energético pliquen el fenómeno.’ En una de sus obras posterio-
y la producción de una sociedad dada. Pronto se apre- res, Leslie White afirma que los sistemas e ideologías
ció que tal proceder ofrecía esperanzas de compren- sociales son simplemente funciones de sus bases tec-
der mejor los datos arqueológicos, punto continua- nológicas. 5
mente recalcado en la formulación inicial de la nueva La noción de sistema y el proceso de transición de un
arquelogía por L.R. Binford en 1962.2 sistema a otro llegaron a ser casi una obsesión de mu-
Para la década pasada, el concepto general de la nue- chos antropólogos; de ahí que la nueva arqueología
va arqueología casi había dejado de ser motivo de con- fuese denominada también “arqueología de procesos”.
troversia; era adoptado tan universalmente en Esta- Tal como ve las cosas Kent V. Flannery, otro promi-
dos Unidos (aunque en menor grado en Europa), que nente arqueólogo, la meta no es alcanzar al indio de-
tendía a convertirse en una nueva ortodoxia. Y si trás del artefacto, sino alcanzar el sistema que hay
bien los críticos empezaron a exponer sus puntos de detrás del indio y del artefacto.”
vista durante esta etapa, según hemos de ver, esta- Un postulado básico de la escuela de antropólogos
ban asimismo dispuestos a reconocer que las cues- orientada hacia los sistemas es que éstos son tan fun-
tiones suscitadas podían aportar grandes beneficios damentales para la naturaleza, que los individuos son
a la arqueología, mientras no se llevaran demasiado impotentes para modificarlos o influir sobre ellos. De
al extremo, y que en realidad no representaban una ahí que el comportamiento y el desenvolvimiento hu-
ruptura tan radical con el pasado, dado que se fun- manos sean predecibles, dado que los sistemas propor-
daban en conceptos hondamente arraigados. Con to- cionan los nexos necesarios entre cultura material y
do, llevaban consigo ciertas implicaciones de gran conducta humana.
alcance. Semejantes conceptos, sin embargo, evidentemen-
La arqueología tradicional procuraba explicar el pa- te tropiezan con la limitación de que la conducta sólo
sado en términos de historia humana, con frecuencia puede ser predicha si se dispone de suficiente infor-
influida e inspirada por las acciones de individuos. La mación y si el analista es suficientemente hábil para
nueva arqueología, en cambio, representaba una esci- hacer las deducciones necesarias. Con sólo que se lo-
sión entre arqueología e historia, en vista de que pos- gre esto, el individuo se convierte en una simple pie-
tulaba la necesidad de buscar leyes generales como za para esta actitud teórica, que trata al indio como
explicación del curso de los acontecimintos, descono- esclavo sumiso y desvalido de su sistema.
ciendo la influencia del comportamiento individual. Inherente a la actitud sistémica es la búsqueda de
Ya en 1948 Walter Taylor había insistido en que la me- “modelos” como base para formular reglas que go-
ta principal de la arqueología era establecer leyes ge- biernen la conducta humana. En la arqueología esta-
nerales de esta índole; semejante meta implicaba la dounidense, tal concepto es asimilado a la idea de
fusión de datos etnológicos y arqueológicos, de suer- que existe un número relativamente reducido de tipos
te que es posible considerar a la nueva arqueología co- o categorías socioculturales, tales como bandas, tribus,
mo parte de un nuevo concepto de la antropología en grupos con jefe y estados, y que cada categoría abarca
conjunto.3 Muchos antropólogos siguen insistiendo rasgos estructurales esencialmente análogos.El USO del
en que tales leyes “deben” existir y que bastaría con estudio de sociedades contemporáneas -por ejemplo
que dispusiéramos de suficientes datos para que pu- los Kung de Tanzania o los aborígenes de Australia-
diéramos formularlas. como auxiliar a fin de alcanzar un modelo de los anti-
De aquí que la nueva arqueología adoptase desde el guos nómadas refuerza el estrecho vínculo entre ar-
principio un sesgo esencialmente material y supusiera queología y etnología, como parte de una ciencia
que cualquier motivación patentemente espiritual de general de la antropología.

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Ecologia cultural

Tal como hemos visto ya, el concep-


to de ecología cultural constituyó una piedra angular hasta culminar en una etapa final y perpetua, a conti-
de la nueva arqueología. En tanto que Julian Steward nuación del triunfo del proletariado. Algunos nuevos
era un proponente principal de la noción general de arqueólogos, por ejemplo Kent Flannery, sostienen que
ecología cultural, Karl A. Wittvogel se concentraba por cualesquiera datos recopilados con el propósito de es-
entonces en un aspecto más específico de esta noción tudiar la cronología cultural son inútiles para la inves-
general y acuñó la expresión “estado hidráulico”. La tigación “de procesos”.’ Estos peritos sostienen que,
esencia de su teoría reside en el papel preponderante en vista de que su misión es el estudio de los procesos
que desempeña, según pretende, en la formación de culturales, no les incumbe ya el propósito de recons-
estados antiguos, contratados con los meros grupos tri- truir la historia, si bien podría uno insinuar que, en úl-
bales, la necesidad de crear una organización más com- tima instancia, ambas tareas podrían ser consideradas
pleja con el propósito de controlar el agua disponible al menos como paralelas, y que semejantes distincio-
e instalar sistemas de riego, a fin de alimentar una po- nes no van mucho más allá de la semántica. Binford,
blación creciente. Los ejemplos más evidentes fueron en particular, sostiene que la reconstrucción del pasa-
Egipto, estado que ha dependido, para existir, del apro- do no debiera ser perseguida por los arqueólogos.x
vechamiento de las aguas del Nilo, y Mesopotamia. Re- Pero en tanto que con ello es reducido el papel de
calcó también el papel de los grandes ríos de China en la historia, los nuevos arqueólogos insisten en la im-
la formación de sus primeras civilizaciones; su libro portancia de la ideología. No quiere esto decir que, al
Oriental Despotism, publicado en 1957, ejerció gran igual que tantos antropólogos e historiadores, vean en
influencia sobre los antropólogos de muchos países, la religión una fuerza poderosa por derecho propio,
y en particular sobre los estudiosos de las antiguas cul- fundamental en la motivación de las sociedades anti-
turas de América. Por ejemplo, William T. Sanders, Jef- guas y primitivas. Si las ideologías de tales sociedades
frey R. Parsons y Robert S. Santley, en toda su están ostensiblemente vinculadas con la religión, en-
importante obra The Basin of Mexico: Ecological Pro- tonces religión, ritual e ideología son tratados como
cesses in the Evolution of a Civilization, repiten in- un simple subsistema dentro del sistema total, conce-
flexiblemente que se proponen explicar el surgimiento bido por sus dirigentes para garantizar la marcha flui-
de las culturas mesoamericanas sobre la base de la eco- da de la base material de la sociedad. Cultura e
logía cultural y, en particular, del suministro de agua. ideología son servidoras, más que medios de la activi-
Su hipótesis, con todo, saca a luz las limitaciones de dad, y dentro de la antropología estructural marxista
esta línea de razonamiento. ya que, pese a que inten- y neomarxista la ideología es vista con frecuencia fun-
ten aplicarla también a la gran civilización de Teoti- cionando para ocultar, enmascarar o eliminar el con-
huacán, muy anterior a los conquistadores aztecas, flicto.” Dicho de otro modo, sirviendo a los
moradores de lagunas, el hecho es que Teotihuacán re- propósitos de la élite para mantener su supremacía y
presenta un ejemplo de lo más dudoso de estado hi- suprimir el conflicto de clases. La nueva antropología,
dráulico, y el río que corre por la comarca nunca pasó igualmente, considera la ideología en términos pura-
de ser un hilo de agua, en comparación con el Yang- mente funcionales, vistos como el uso de ideas social-
tsé o el Nilo. mente deformadas para servir de arma en manos de
Vale la pena señalar que Wittvogel nos devuelve de- intereses de poder concretos. La palabra ideología, ya
rechamente a Marx, quien escribió acerca del sistema la empleen los nuevos arqueólogos u otros, es un tér-
“asiático” de tenencia de la tierra, merced al cual -y mino bien vago y mal definido. La palabra procede
a diferencia, digamos, de la Europa feudal- el estado de una escuela de pensadores franceses del XVIII co-
era el verdadero dueño de la tierra. Marx y Engels es- nocidos como idéologues, quienes pedían un nuevo
cribieron también sobre “el modo asiático de produc- género de instrucción, basado en la ciencia de las ideas,
ción. Para Marx, este modo de producción se originó y al cual la religión representaba el obstáculo princi-
en sociedades hidráulicas, y cuando aparece en agre- pal. En virtud de una extraña paradoja, la ideología,
gados no hidráulicos, tiene que haber sido adoptado tratada en términos marxianos como una especie de
de un estado hidráulico, o impuesto por éste. arma en la ciencia del materialismo, es citada también
por autores que son estrictamente no marxistas y pa-
El papel de la historia ra quienes ideologia es sinónimo de religión; ven la
religión, en forma de culto del dios tribal, como mo-
Otra característica fundamental de la nueva arqueolo- tivación principal en la conquista de un imperio. Es-
gía, que comparte con la antropología estructural tal te punto de vista está bien expresado por Geoffrey
como la patrocina Claude Lévi-Strauss, es el estable- W. Conrad y Arthur A. Demarest en una obra bastan-
cer una distinción mucho más rotunda que nunca an- te reciente acerca de la dinámica de la expansión az-
tes entre la arqueología como rama de la antropología, teca e inca. Io
por un lado, y la historia por otro: al igual que Lévi-
Stra’uss, la mayoría de los nuevos arqueólogos juzgan Otros puntos de vista
que las investigaciones cronológicas, en oposición a
la búsqueda de estructuras y sistemas, tienen poco in- Se ha visto que la nueva arqueología se basa en una
terés teórico. Esto vuelve a recordar a Marx, quien ten- búsqueda de reglas o leyes que gobiernen la sociedad
día a rebajar la historia considerándola no como un humana y en el estudio de sistemas, vuelto ello más
proceso continuo sino como una situación única y ca- inteligible mediante el uso de modelos. Pero esta ma-
si invariable, fundada en la explotación de las masas, nera de ver las cosas ha generado, en grado creciente,

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objeciones a una escuela de pensa-
miento que, cualesquiera que sean
sus méritos, representa a la humani-
dad como codiciosa y sin dios (puesto que Dios no pasa ello la arqueología se torna despolitizada o deshu-
de ser creación de la élite), entregada nada más a la manizada. I6
ganancia material. Entre los críticos más firmes de ta- Marshall Sahlins pone en tela de juicio las tenden-
les teorías está Bruce Trigger, quien pone particular- cias actuales de la antropología en conjunto y sugiere
mente en tela de juicio la tendencia a divorciar la que los errores antropológicos gemelos del materialis-
arqueología de la historia, tendencia que no aceptan mo y el idealismo consisten en intentos de enlazar
la mayoría de los arqueólogos británicos. II Tal como aconteceres mundanos en términos de alguna relación
Trigger lo ha señalado, las trivialidades más abruma- mecánica o fisicalista de causa y efecto.” Lejos de tra-
doras han sido dignificadas al rango de leyes, opera- tar de divorciar de la historia la experiencia antropo-
ción que poco contribuirá a elevar la jerarquía cien- lógica de la cultura, Sahlins favorece el aprovecha-
tífica de la arqueología. ‘* En la década presente los miento de datos polinesios y de otras procedencias co-
críticos se han hecho más numerosos. Entre los cues- mo medio de enriquecer el estudio de la historia, has-
tionamientos más persuasivos de la nueva arqueolo- ta ahora demasiado absorto en la autocontemplación
gía está Ideology, Power and Prehistory, compilado de un pasado puramente europeo.
por Daniel Miller y Christopher Tilley. En una larga
introducción debida a ambos autores, la arqueología Una vía media
de procesos es condenada por ofrecer al género hu-
mano una identidad sobrecientifizada y deshumaniza- Con todo y los méritos evidentes de una actitud más
da. Una arqueología humana habría de reanudar el científica hacia el estudio del pasado, continúan sien-
proceso de comprender el pasado como producto de do favorecidas teorías que se tornan no menos aje-
individuos humanos, y no de una masa unificada, so- nas a los principios básicos de nuestra civilización oc-
metida a contingencias ecológicas y consistente en es- cidental sencillamente porque sólo se aplican a cultu-
clavos pasivos de su sistema social. Los autores piden ras extintas.
un enfoque más histórico y particularista e insisten en Antes que nada, el enfoque nomotético, o sea la bús-
que a fin de enseñarnos algo hoy por hoy, la arqueo- queda de leyes que gobiernen a todas las culturas, es
logía ha de ser humana.13 inherentemente marxista. Esta actitud no sólo es ina-
Otros dos antropólogos, Ladislav Holy y Milan ceptable para muchos de nosostros sino que tampoco
Stuchlik, expresan críticas paralelas aunque aceptan, es realista; el materialismo cultural no ha alcanzado,
no obstante, el estructuralismo al grado de admitir ni probablemente alcance nunca, un punto desde el
que la acción social tiene una pauta 0 estructura, si que consiga explicar variaciones que constan en el re-
bien subrayan que el comportamiento ha de ser en- gistro etnográfico. Con demasiada frecuencia la teo-
tendido en términos de las intenciones de los acto- ría precede a la práctica y entonces los hechos se
res, que son agentes autónomos; el individuo no pue- adaptan para que encajen en la teoría. Si de veras fue-
de ser sacrificado a la estructura y reducido con ello se factible dar con tales leyes, se volvería posible pre-
a la condición de “bobo cultural”. El mundo social decir cuáles serían las potencias y culturas dirigentes,
no es concebido nada más en términos materiales, digamos, en el siglo XXII, si no es que en el XXV, pro-
sino como compuesto de individuos que se condu- posición de sobra descabellada.
cen de tal modo que alcancen sus fines específicos. Paradójicamente, sin embargo, el materialismo his-
Si bien en medida aún minoritaria, pero ya estable- tórico, fundamental para el marxismo contemporáneo,
cida a estas alturas, se han propuesto hipótesis que nie- es favorecido también por antropólogos del Nuevo
gan la legitimidad de preguntar cómo funciona el sis- Mundo que probablemente se horrorizarían ante la idea
tema social, a menos que se responda en términos de de establecer una dictadura marxista en su tierra. En
las razones, intenciones y propósitos de la gente que particular, es fácil llevar demasiado lejos la obsesión
en alguna forma constituye o crea dicho sistema so- con los sistemas y modelos. Los modelos pueden ser
cial. El sistema social no es algo que caiga más allá de útiles si no se aplican a todas las culturas de determi-
la pauta actual de actividades, sino que de ellas emer- nada índole sino sólo en casos específicos. El presen-
ge, ellas lo crean y cambian. Difícil será, pues, que sir- te autor, por ejemplo, ha establecido comparaciones
va para explicarlas. l4 entre el imperio azteca y las primeras etapas el impe-
Uno de quienes critican más directamente cualquier rio asirio, sobre el cual se dispone de documentación
tendencia a obsesionarse con los sistemas es H. Salmon, mucho mejor. De modo análogo, se han hecho com-
quien propone que las teorías sistémicas no han pasa- paraciones provechosas entre Mesopotamia en conjun-
do de añadir al campo de la arqueología un vocabula- to y Mesoamérica. Numerosos y detallados documen-
rio y una jerigonza ostentosos. “Opino que los tos ilustran el paso gradual del poder, en las ciudades
arqueólogos se equivocarían si esperaran que la teoría mesopotamias, desde el templo hasta el palacio. En Me-
general de los sistemas o la correspondiente versión soamérica, el registro arquelógico indica innegable-
matemática pusiera en sus manos una teoría que pu- mente el tránsito de una estructura teocrática de poder
diera adaptarse a la arqueología”. I5 Ian Hodder, en un a una militarista durante la gran era cultural teotihua-
artículo reciente, señala la infrecuencia de la palabra cana y después de ella, pero no existe el más ínfimo
“cultura” entre los nuevos arqueólogos, muchos de los testimonio escrito de ello, con lo cual no podemos más
cuales suscriben un punto de vista materialista tan res- que conjeturar cómo ocurrió, proceso específico para
trictivo que excluye las teorías tocantes a las maneras el cual ciertos modelos pueden en efecto servir a un
como los individuos dan sentido a la experiencia; con propósito útil. El historiador británico Sir Moses Finley,

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quien asigna máxima importancia a
los factores económicos en toda su
obra, llega a sugerir que, a fin de or-
denar los testimonios acerca de las economías de la tengan que elegir entre una explicación histórica (to-
Grecia y la Roma antiguas, debe buscarse algún apoyo mando en cuenta personalidades y los impondera-
en modelos ofrecidos por ciudades-estados de la tem- bles de la naturaleza humana) y un enfoque nomotéti-
prana Edad Media, acerca de las cuales se han preser- co que intenta explicarlo todo por leyes inflexibles.
vado más datos.lx Añade que quizás haya llegado asimismo el tiempo de
También es posible a veces utilizar algunos mode- que quienes apoyen objetivos más personales e histó-
los contemporáneos. Según mencionamos ya, el es- ricos tomen la ofensiva contra los que abogan por el
tudio de los pueblos Kung de Tanzania o de los abo- materialismo histórico y el determinismo ecológico.
rígenes de Australia proporciona cierta guía en cuan-
to a los problemas a que se enfrentaban los grupos nó- Notas
madas en el pasado; sin embargo, la comparación entre
nómadas que viven dentro de un estado moderno y 1 Steward, Julian H., Theory of Culture Change (Urbana, University
los de otros tiempos no puede llevarse muy avante. of Illinois Press, 1955).
Igualmente, el apremio de trazar un nítida línea di- 2 Binford, Lewis R., “Archaeology as Antropology”, A m e r i t a n
visoria entre antropología e historia presenta nume- Antiyuity. val. 28. pp. 217-225 (1962).
3 Taylor, Walter W.. A Study Archaeology (Washington, Amc-
rosas anomalías. Los arqueólogos no pueden evadir el rican Anthropological Asociation, Memoir 69, 1948) pp. 156-167.
hecho de que lo que hacen es de veras desenterrar 4 Binford, Lewis R., In Pursuit of tbe Past: Decoding the Archaeo-
el pasado y tratar de explicarlo, pero tal estudio de se- Iogical Record (Nueva York, Thames and Hudson, 1983) p. 23 1.
guro equivale a un tipo particular de historia. El he- 5 White, Leslie A., The Concept of Cultural Systems: A Key to IJn-
cho de que no sepamos ni siquiera los nombres de los derstanding Tribes and Nations (Nueva York, Columbia IJniver-
sity Press, 1975). p. 18.
actores principales -Teotihuacán puede volver a ser- ’ Flannery, Kent V.. “Culture History V S. Cultural Process: A De-
vir de ejemplo- no implica que sencillamente no exis- bate in Ameritan Archaeology”, Scientijk Ameritan. núm. 2 17. pp.
tieran ni que los logros de una cultura tan vasta y 119-122 (1968).
compleja no debieran mucho a determinados indivi- - Flannery, Kent V., “Archaeology with a Capital ‘S’ ” (en C.L.
Redman, ed., Research and Theory in Current Archaeology, Nue-
duos cuyo genio fue factor en su creación. Hasta el va York, Wiley, 1963).
distinguido antropólogo marxista frances Maurice Go- 8 Binford, Lewis R., “Comment”. Current Anthropology. núm. 8.
delier conviene en que la antropología (y la arqueolo- pp. 234-235 (1967).
gía) está inevitablemente envuelta en la historia y tiene 9 Hodder, Ian, “Post-processual Archaeology” (en Advances in
que participar en ella, así sea de un género bien distin- ArchaeologicaIMethdand Tbeory, vol. 8, Nueva York, Academic
Press, 1985) p. 9.
to de la historia tradicional.‘” 10 Conrad, Geoffrey W. y Arthur A. Demarest, Religion and Em-
Binford puede insistir en que los arqueólogos no pire: The Dynamics of Aztec and Inca Expansion (Londres, Cam-
son meramente historiadores que trabajan sin fuen- bridge University Press, 1983), capítulo X.
tes escritas; el hecho es que son historiadores en la 11 Trigger, Bruce, Time and Truditions: Essays in Archaeologi-
medida en que recrean el pasado’de estos pueblos no cal Interpretation (Edimburgo, Edinburgh University Press, 1978).
documentados. p. 21.
Más aún, no sólo a la historia, sino tampoco a la cro- 12 Ibid., p. 7.
13 Miller, Daniel y Christopher Tilley. eds., IdeoIoRy, Pouter and
nología se le puede negar un papel de primordial im- Prehistory (Londres y Cambridge, Cambridge University Press. 1984).
portancia. Los nuevos arqueólogos estudian sistemas 14 Holy. Ladislav y Milan Stuchlik. Action, Norms and Represen-
y el proceso de cambio de un sistema al siguiente, pe- tations: Foundations of Antbropological Enquiy (Londres y Cam-
ro uno debe sin lugar a dudas procurar averiguar cuán- bridge, Cambridge University Press, Cambridge Studies of Social
Anthropology, núm. 45, 1983). pp. 107-108.
do ocurrió tal cosa, a fin de relacionar el proceso con 15 Salmon, M. H., “What Can Systems Do for Archaeology?“.
el de otros modelos culturales. Ni siquiera la nueva an- Ameritan Antiquity. val. 43, núm. 2, p. 182 (1978).
tropología vuelve del todo la espalda a la historia, y 16 Hodder, op. cit., pp. 16 y 21.
en efecto, en últimos análisis, la historia es cronolo- 17 Sahlins, Marshall, Islands of History (Chicago, University of
gía, sin la cual no puede existir. Buena parte de la his- Chicago Press, 1985).
18 Finley, Sir Moses, Ancient History: Evidente and Models (Nue-
toria de Europa carecería de sentido si no sólo va York, Viking, 1986).
ignoráramos, digamos dentro de 500 años, en qué me- 19 Godelier Maurice, Perspectives in Marxist Anthropology (Cam-
dida el desastre de la Grande Armée en Rusia en 18 12 bridge y Londres, Cambridge University Press, 1977) p. 28.
se debió a la iniciativa de un solo hombre, sino tam-
bién estuviésemos en duda acerca de si Napoleón ha-
bía vivido antes o después de Federico el Grande.
Puede agregarse que se antoja arduo discernir ningu-
na “ley” o “regla” imaginable que hiciera inevitable
el ascenso meteórico de Prusia, o que pudiera prede-
cir que después de dicho ascenso Prusia desempeña-
ra, por un periodo más bien largo, un papel de menor
monta antes de forjar, con Bismarck, un nuevo Im-
perio Germánico y convertirse en la principal poten-
cia de Europa, hasta acabar en desastre en las dos gue-
rras mundiales.
Finalmente, como afirma Bruce Trigger, se ha alcan-
zado el punto en que arqueólogos y antropólogos acaso

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