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La super cie de la Tierra

GENERALIDADES

EL HOMBRE habita la superficie de la Tierra, en ella realiza su actividad diaria


y obtiene los recursos fundamentales: el agua, los alimentos, los materiales
para la construcción y muchos minerales útiles. Ha sido siempre motivo de
preocupación el origen del mundo en que vivimos, sus dimensiones, su
constitución interna, etc. Hoy día contamos con una información valiosa
sobre estos temas, en algunos casos definitiva, en otros solamente en
proceso de desarrollo.

Hasta principios de los años sesenta, en los libros de geografía de la escuela


primaria se demostraba la forma esférica de la Tierra con los ejemplos bien
conocidos de los eclipses, del barco que se aleja o acerca con respecto al
horizonte, etc. A mediados de la misma década el asunto se volvió más
simple: las imágenes obtenidas desde el exterior sustituyeron a las
explicaciones antiguas.

El concepto de espacio se hizo más accesible y las distancias menores. En la


pantalla de un televisor se puede observar un espectáculo que se realiza a
miles de kilómetros de distancia, o el recorrido de hombres o robots en la
superficie lunar. En otras épocas, el tamaño del mundo era el de la superficie
que dominaban los habitantes de una determinada región. Los fenómenos
naturales que los afectaban eran de carácter mundial. Una gran inundación
podía transformarse en la leyenda del diluvio universal, un terremoto o la
erupción de un volcán eran el presagio del fin del mundo.

Con el descubrimiento de América, en la agonía del siglo XV, el mundo se


hizo más grande, y en la época de los satélites artificiales, más pequeño.
Hoy día la velocidad de las comunicaciones aumenta, sea por los modernos
medios de transporte, por el teléfono, el fax o el correo electrónico.

De los 510 millones de kilómetros cuadrados de la superficie de la Tierra,


361 (70.8%) están cubiertos por el agua de los océanos; el resto es tierra
firme. El punto más alto es la cima del Everest, 8 848 m, mientras que el
más bajo conocido se encuentra en la trinchera de las Marianas y posee 11
022 m de profundidad con respecto al nivel del mar. De esta manera, hay
aproximadamente 20 km de diferencia vertical entre puntos extremos.
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Si el concepto de espacio ha sido asimilado con dificultad por el hombre,


mucho más difícil lo ha sido el del tiempo. Es natural que limitemos la vida
de la naturaleza a nuestra escala de comprensión. La vida humana tiene un
promedio de 70 años y la historia difícilmente registra lo sucedido hasta
hace sólo 3 000 años. Todos los pueblos han tratado siempre de explicar el
origen del mundo y, a falta de elementos para ello, lo atribuyeron a la
voluntad de divinidades poderosas. A partir del siglo XVIII surgieron
atrevidas hipótesis sobre el origen, edad de la Tierra y dimensiones del
universo, en una lucha heroica contra el oscurantismo que dominaba en
Europa.

Los primeros conceptos científicos sobre el origen de la Tierra los expusieron


Kant y después Laplace en el siglo XVIII, y a partir de ellos se desarrolla la
astronomía moderna. Buffon propuso en 1759 una edad mínima de 75 000
años para la Tierra, herejía que escandalizó a la autoridad eclesiástica.
Avanzando gradualmente, con uno que otro tropiezo, la geología actual ha
llegado ha establecer que la Tierra tiene una edad aproximada de 4 500
millones de años.

Otro problema es el origen de las irregularidades de la superficie terrestre.


La ciencia moderna tiene que dar respuesta a interrogantes como éstas:
¿Cómo se formaron las montañas? ¿Por qué hay fosas profundas en los
océanos?, ¿Por qué existen continentes y océanos?. La explicación puede
hacerse en forma simple: las deformaciones de la superficie terrestre son
una manifestación de los procesos que ocurren en el interior (endógenos) y
en el exterior de la Tierra (exógenos) y se deben a la propiedad del
movimiento permanente de la materia. La erupción de un volcán, un sismo,
la deformación de las capas de rocas que constituyen las montañas, son
manifestaciones de la actividad interna; la lluvia, el viento, los cambios de
temperatura, las olas marinas, son ejemplos del movimiento de la materia
en el exterior.

Los procesos internos se encargan de crear las grandes formas del relieve
terrestre: los continentes, los sistemas montañosos, las depresiones
oceánicas, etc. Los procesos externos, relacionados con el clima y la fuerza
de la gravedad, nivelan este relieve: las montañas son rebajadas y las
depresiones rellenadas con sedimentos. Ambos fenómenos poseen
velocidades determinadas. El relieve terrestre es el resultado de la lucha de
procesos antagónicos internos y externos.

Si dejara de existir la actividad endógena, la superficie de la Tierra se


volvería homogénea: el proceso de destrucción de las montañas sería
continuo e irreversible. Prácticamente no existe porción estable. La actividad

interna se manifiesta en grandes territorios por movimientos de ascenso, de


hundimiento o de desplazamiento horizontal. Se producen con una velocidad
variable, de milímetros a metros por siglo; lo mismo los procesos exógenos.
Las altas montañas se han formado por ascensos de mayor velocidad que la
erosión que las destruye; las fosas profundas de los océanos, y algunas de
los continentes, resultaron por un hundimiento cuya velocidad es superior a
la de la acumulación de sedimentos que se encargan de rellenarla.

Al establecerse la geología, ciencia que estudia la Tierra, a mediados del


siglo XIX, quedó claro para los científicos de la época que estos procesos
endógenos habían actuado con notable intensidad en determinadas etapas
de la vida de nuestro planeta, pero no se consideró que fueran permanentes
y que en la actualidad se manifestaran en algunas regiones. No se tenían
suficientes elementos para llegar a tales conclusiones.

La geología evoluciona tanto por las observaciones directas que en la


naturaleza hacen los especialistas, como por el avance de otras ciencias. La
física de Newton permitió elaborar nuevas teorías sobre la estructura interna
de la Tierra; la química de Lavoisier influyó en un mejor conocimiento de las
rocas y los minerales; los conceptos evolucionistas de Darwin fueron
aplicados en la geología.

Para fines del siglo pasado y principios del actual, la física y la química se
transforman con los descubrimientos de la radiactividad, de los rayos X y de
la estructura atómica. La geología aplica métodos cuantitativos y su alianza
con otras disciplinas da origen a terceras: la geofísica y la geoquímica son
las principales; de la unión de la geología y la geografía física surgió la
geomorfología, ciencia o disciplina del relieve terrestre. El estudio y
comprensión de éste se basa en una trilogía: agente, proceso y forma. El
primero es el sujeto que lleva a cabo una acción (el agua de los ríos, el
viento, el magma, etc.); el proceso es la acción que realizan los agentes:
erosión (destrucción), acumulación, volcanismo, etc.; la forma es el
resultado, el objeto: valles, dunas, deltas, volcanes, etcétera.

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