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En las montañas de la locura.

Por H.P. Lovecraft


Perteneciente a la época de madurez de los relatos de Howard Phillips Lovecraft
así como de sus mitos, conjunto de relatos creados durante algunos años y
alimentados y apoyados por otros escritores afines a él, “En las montañas de la
locura” (“Ar the mountains of madness“) es una de las historias más interesantes
que el autor de Providence haya escrito. Fue creada en el año 1931, entre los
meses de febrero y marzo, pro no vio la luz hasta cinco años después en tres
números consecutivos de la revista “Astounding Stories” (de febrero a abril) una de
las primeras revistas pulp dedicadas a la ciencia ficción y que posteriormente fue
rebautizada como “Astounding Science Fiction” muy seguramente para recalcar el
carácter de ficción de sus relatos.

No es nada peculiar que apareciera tanto tiempo después de su redacción si


tenemos en cuenta que Lovecraft nunca se consideró verdaderamente un escritor,
que la mayor parte de su obra salió a la luz tras su fallecimiento y fueron muchos
años después cuando recibió el reconocimiento debido. Lo que si quedo claro es
la gran pasión con la que la concibió pues, desde muy pequeño, albergaba una
gran fascinación por la Antártida, como puede desprenderse de unas cartas en las
que revela haber escrito dos relatos que jamás fueron encontrados: “Wilke´s
explorations (1902)”, “The voyages of captain Ross, R.N (1902)” y
“Antartic atlas (1903)”. No obstante, incluso “En las montañas de la
locura” estuvo a punto de no ver la luz.

Concebida como una especie de continuación de la novela inconclusa de


su gran maestro, Edgar Alan Poe, “La narración de Arthur Gordon Pym”
(“The narrative of Arthur Gordon Pym of Nantucket”, se encuentra llena
de citas a la mencionada obra, incluyendo los sonidos que hacen ciertas
criaturas de los que más adelante se hablará y que suena como “Tekeli-
li”. Más no solo Lovecraft trato de continuar dicha obra: el genial Julio
Verne escribió la conocida historia “La esfinge de los hielos” (“Le sphinx
des glaces”) donde una expedición toma el mismo rumbo que el
desaparecido Arthur Gordon Pym. Julio verne dijo en 1864 “¿Quién será
tan osado como para continuarla?” Treinta y tres años después, sería el
mismo quien lo hiciera.

Un grupo de científicos de la ya celebérrima Universidad de Miskatonic


realizan un viaje a la Antártida para realizar diversos estudios y
experimentos. Entre otros hallazgos, un grupo de científicos encuentran
unas extrañas y enormes criaturas congeladas con forma exterior de
barril, cinco tentáculos terminados es una especie de pseudópodos y
una cabeza con forma de estrella de mar. Pese a desconocer el tipo de
seres de que se trata, y pese a parecer una extraña fusión animal y
vegetal, lo que sí parecen tener todos claro es que los cuerpos tienen
muchos millones de años de antigüedad. Curiosamente, los perros de la
expedición sienten una desagradable repulsión hacia las criaturas.

Aquí conviene hacer un inciso para explicar el origen de las


monstruosidades creadas por Lovecraft. Lejos de tratarse de fantasmas
victorianos o criaturas surgidas de la mente de algún loco, los
monstruos del escritor de Providence proceden de otros planetas, otros
universos o incluso otros planos de existencia. Por lo tanto, no siempre
se rigen por las mismas leyes físicas que los seres humanos y sus
poderes y capacidades se encuentran mucho más allá de lo que
podemos soñar. Telepatía, telequinesis, tele portación, fuerza
inconcebible, capacidad de cambiar de tamaño o forma a voluntad,
inteligencia superior, sabiduría inmensa… son rivales imbatibles en
combate directo. Y lo que es peor: La tierra fue suya mucho antes que
nuestra.

A lo largo del relato, la desaparición de los ocho cuerpos los extraños


seres, denominados por Lovecraft como “primordiales” (aunque el
termino se ha empleado para una caterva de seres además de los
antárticos) y buena parte de la expedición, tras haber mencionado el
aborrecible Necronomicón, pinturas pesadillescas de Clark Ashton Smith
y haber asistido a un intento de autopsia de las extrañas criaturas
encontradas en el hielo. Incluso en un vuelo, en dirección al
campamento, el protagonista cree ver unas construcciones cuadradas y
en forma de agujas recortadas contra el horizonte y comunicadas
mediante puentes tubulares con tal realismo que cree que van a entrar
en shock. Pero el momento pasa y llega a su destino.

Nuevamente aquí interesa un inciso para indicar la presencia de estos


seres en la Antártida. En un primer momento intentaron internarse hacia
zonas más cálidas, pero la presencia de los terribles Mi-Go (criaturas
llegadas del aquel entonces recién descubierto Plutón y que había
encontrado en una Tierra un valioso recurso minero) puso a las dos
razas en combate. No se puede considerar que los Mi-Go sean
estrictamente superiores a los Primordiales, pero lo cierto es que les
vencieron y les obligaron a retroceder hacia una de las zonas más frías
del globo. El lector debe saber que, como esta, según la mitología
Lovercraftiana se ha desarrollado infinidad de batallas por la conquista
de nuestro mundo.

Tras una serie de vicisitudes, que pueden ser pasadas por alto, dos
personajes, uno de ellos el protagonista de la historia, decide ir mas allá
de las montañas en busca de sus compañeros y los cuerpos hallados y
encuentran una ciudad ciclópea (uno de los adjetivos preferidos de
nuestro autor) grande más allá de lo imaginable y que se introduce en la
tierra en una serie de interminables galerías y túneles. En las paredes,
descrita de una forma jeroglífica curiosamente comprensible, se
encuentran la historia de aquellos que la habitaron, los Primigenios.
Vastos símbolos de piedra narran como crearon una raza, los shoggoths,
para que les ayudaran en los trabajos más pesados. Criaturas de cuatro
metros de longitud, medio de diámetro y tremenda fuerza.

Sin embargo las criaturas adquirieron una inteligencia mucho mayor de


la esperada y, como suele suceder en estos casos, tras millones de años
a su servicio se rebelaron contra sus creadores doscientos cincuenta
millones de años atrás. Pese a que la rebelión parecía imparable, los
Primigenios lograron imponerse a sus creaciones aunque estos últimos
ganaron la capacidad de adaptarse al agua. Seres horrendos más allá de
toda imaginación, existe otro relato donde pueden contemplarse en toda
su malignidad titulado “Fat face” (1987), del escritor inglés Michael
Shea, que forma parte de la magnífica antología titulada “Cthulhu 2000”
publicada por “La factoría de Ideas” y ya reseñada por este humilde
critico en su día.

Hagamos un alto para regresar a esa extraña expresión: “Tekeli-li”.


Según se puede desprender de los mitos, es una palabra que en la
historia de Poe “La narración de Arthur Gordon Pym”, era una especie de
grito que los nativos antárticos hacían sonar cuando veían cualquier
cosa de color blanco. Posteriormente, Lovecraft, precede al horror de la
persecución por parte de estos enormes, voraces e incansables seres
que llevan millones de años sobreviviendo y habitando la ciudad
subterránea. Ambos investigadores logran huir, aunque no sin secuelas.

Basado en el título de la novela, y como homenaje a Lovecraft, se rodó


“En la boca del miedo” cuyo título original resulta mucho más revelador
y similar: “At the mounth of madness” (John Carpenter, 1985), una de
mis películas favoritas de terror de todos los tiempos en los que
claramente Sutter Cane, el escritor que crea los horrores de gran éxito
literario, es un trasunto de Howard Phillips Lovecraft. Sin lugar a dudas
una de las películas de terror más recomendables de los últimos años y
un giro de tuerca al eterno dilema acerca de que es realidad y que no.
¿Acaso no conformamos entre todos la realidad que nos rodea? Como
dice un anciano antes de dispararse a la cabeza en el bar donde se
refugia Sam Neil: “la realidad ya no es lo que era”.

También el mundo del comic ha rendido homenaje a esta novela.


Concretamente la saga “Prophet” (que en el momento de escribir este
artículo cuenta solo con tres números a falta de la conclusión),
guionizada por Xavier Dorison y maravillosamente ilustrada por Mathieu
Lauffray que se hizo cargo del guion en el tercer número. El primer
tomo, “Ante Genesem” narra como el explorador Jack Staton, de la
universidad de Miskatonic, descubre unas ruinas gigantescas en un
punto perdido el Himalaya donde descubre una civilización que, como
indica el título, solo puede ser muy anterior al Génesis y, por lo tanto, a
los albores de la Humanidad. Pero el conocimiento lleva aparejado
sufrimiento, y Stanton pagara por su osadía.

En el cine se ha hablado durante mucho tiempo de una posible


adaptación de la obra dirigida por Guillermo del Toro, posteriormente
por Peter Jackson y después nuevamente por Guillermo. El nombre del
actor que sonaba y aun suena como protagonista Tom Cruise y se habla
del 2014 como fecha de estreno de la película pero las ultimas noticias
son pesimistas. Según Guillermo del Toro (por asociaciones que resultan
de lo más curioso leer) es muy probable que el estreno de “Prometheus”
(Ridley Scott, 2012) suponga la postergación indefinida o la
desaparición definitiva de la película basada en la obra “En las montañas
de la locura”

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