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“Learnability”: la habilidad para

adquirir nuevos conocimientos más


demandada
Virginia Cabrera 12 junio, 2017

Según José Antonio Marina, filósofo y experto en educación, “learnability” es el


deseo y la habilidad de aprender rápida y eficazmente. Me resulta curioso que, de
momento, nadie encuentre su traducción a nuestro idioma. “Educabilidad” enfatiza
más la capacidad de recibir una enseñanza que la de aprender e implica cierta
pasividad que no encaja, sería más bien “aprendibilidad”… Pero despierta mi
atención sobre todo que algunos comienzan a utilizarla como sinónimo de
empleabilidad.

Hasta ahora, la probabilidad de acceder a un buen empleo dependía de los


conocimientos y competencias. En la actualidad somos cada vez más conscientes de
que nada de lo que sabemos hacer hoy probablemente valga mañana, así que
comienza a valorarse no solo la capacidad de aprender, sino de hacerlo activamente.
En la sociedad del conocimiento solo sobreviven las personas y empresas que son
capaces de evolucionar al menos a la misma velocidad que el entorno, aunque para
progresar necesitan hacerlo a un ritmo más rápido. Así que llega el momento de
los aprendices versátiles. Para conservar el trabajo será necesaria la formación
continua. En caso contrario, nos espera la obsolescencia y la salida del mercado
laboral.

El aprendizaje tradicional no basta

Muchos ven la automatización y el desembarco de los robots como una gran


amenaza. Pero no lo es menos la insatisfacción de empresarios respecto a la
formación recibida por sus empleados. Un informe elaborado por el laboratorio de
ideas Pew Research Center sobre el futuro del mercado laboral en 2026 concluye
que hasta un 30 por ciento de los encuestados considera que ni la educación
obligatoria ni la superior “serán capaces de realizar ajustes durante la próxima
década para servir a las necesidades empresariales”.

Algunos expertos se alinean con fórmulas como los MOOC como gran
alternativa, pero otros, como el profesor de la Universidad de Carnegie Mellon Jason
Hong, son menos optimistas y lamentan el hecho de que “no haya ninguna
plataforma en la actualidad que pueda formar con éxito a grandes grupos de
personas”, así como del alto nivel de abandono o la incapacidad de estos formatos
para formar en habilidades blandas (liderazgo, negociación, resolución de
conflictos…). Sin embargo, otra corriente defiende que sí propician el desarrollo de
actitudes proactivas, la capacidad de adaptación al cambio y la innovación, la
facilidad de comunicación o el trabajo en equipo.

Los más críticos también manifiestan ciertas dudas sobre la calidad de algunos de
ellos. Y el profesor John Bell, del Darmouth College, apunta que con su ayuda tan
solo unas decenas de miles de individuos pueden formarse correctamente, pero no
más.

Toca ser autodidactas

Lo que está claro es que la formación está en el tejado de cada uno, que debe tirar
del carro de un proceso continuo de reeducación y aprendizaje por su cuenta, sin que
nadie le marque las pautas y sin necesidad de apoyarse en un curso reglado.
Porque ya es tan importante lo que sepamos hacer, como la voluntad y la capacidad
y tener la dinámica de aprender. La cuestión es que este tipo de aprendizaje requiere
de mucha motivación interna y otro tipo de habilidades que a veces cuestan como
compartir, contribuir, comunicarse y colaborar en red: trabajar en voz alta, en
definitiva, como explicaba un compañero.

Por ello, es necesario poner el énfasis en trabajar sobre los mecanismos de


aprendizaje, en aumentar la capacidad de aprender. Porque ¿se puede ampliar ésta o
hay un tope de aprendizaje? En este sentido son interesantísimas las investigaciones
de Jose Antonio Marina desde su cátedra de Inteligencia ejecutiva y educación en la
Universidad de Nebrija, los programas de la Universidad de padres y a través
del Human Age Institute, una organización en la que participan más de quinientas
empresas.

La conclusión es que la inteligencia es una capacidad ampliable y la capacidad de


aprender, que depende de factores tanto neurológicos como psicológicos, también
debería serlo. Por ello, la actitud es clave porque aumentar la learnability es
incrementar el interés por aprender, con una postura activa frente al aprendizaje, que
se apoya en la confianza en la propia capacidad intelectual.

El entorno importa y mucho

El entorno influye porque el aprendizaje no tiene por qué ser individual ni


solitario. Hay contextos que facilitan y estimulan el aprendizaje, mientras que otros
lo dificultan y disuaden.

Así que es importante empezar a pensar en situarnos en posiciones que nos permitan
desarrollar la flexibilidad, la agilidad mental, la habilidad para extrapolar
conocimiento de una situación a otra. Y para romper prejuicios y eliminar todo
aquello que nos bloquea para el aprendizaje también es bueno comenzar por
desaprender, que no es lo contrario de aprender sino que se refiere al crecimiento a
través de la apertura de la mente, el inconformismo, la creatividad… Según la
pirámide de Glasser, aprendemos el 10 por ciento de lo que leemos, el 50 por ciento
de lo que vemos y oímos y hasta el 70 por ciento de lo que compartimos con otros; y
cuando enseñamos nuestro nivel de aprendizaje se dispara hasta el 95 por ciento.

Así que parece claro que nos toca fomentar la comunidad y el trabajo colaborativo y
comenzar a conjugar verbos como demostrar, practicar, organizar, participar,
preguntar, relatar, explicar, resumir, estructurar, ilustrar… una lista sin fin de
capacidades que están un tanto oxidadas, me temo.

Imagen: Digital Ralph

Fuente: Cabrera, V. (2017, junio 12). “Learnability”: la habilidad para adquirir nuevos
conocimientos más demandada. Publicado en Telefónica/Empresas. Recuperado de
https://empresas.blogthinkbig.com/learnability-la-voluntad-capacidad-y-dinamica-de-
aprender/

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