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Algunos expertos se alinean con fórmulas como los MOOC como gran
alternativa, pero otros, como el profesor de la Universidad de Carnegie Mellon Jason
Hong, son menos optimistas y lamentan el hecho de que “no haya ninguna
plataforma en la actualidad que pueda formar con éxito a grandes grupos de
personas”, así como del alto nivel de abandono o la incapacidad de estos formatos
para formar en habilidades blandas (liderazgo, negociación, resolución de
conflictos…). Sin embargo, otra corriente defiende que sí propician el desarrollo de
actitudes proactivas, la capacidad de adaptación al cambio y la innovación, la
facilidad de comunicación o el trabajo en equipo.
Los más críticos también manifiestan ciertas dudas sobre la calidad de algunos de
ellos. Y el profesor John Bell, del Darmouth College, apunta que con su ayuda tan
solo unas decenas de miles de individuos pueden formarse correctamente, pero no
más.
Lo que está claro es que la formación está en el tejado de cada uno, que debe tirar
del carro de un proceso continuo de reeducación y aprendizaje por su cuenta, sin que
nadie le marque las pautas y sin necesidad de apoyarse en un curso reglado.
Porque ya es tan importante lo que sepamos hacer, como la voluntad y la capacidad
y tener la dinámica de aprender. La cuestión es que este tipo de aprendizaje requiere
de mucha motivación interna y otro tipo de habilidades que a veces cuestan como
compartir, contribuir, comunicarse y colaborar en red: trabajar en voz alta, en
definitiva, como explicaba un compañero.
Así que es importante empezar a pensar en situarnos en posiciones que nos permitan
desarrollar la flexibilidad, la agilidad mental, la habilidad para extrapolar
conocimiento de una situación a otra. Y para romper prejuicios y eliminar todo
aquello que nos bloquea para el aprendizaje también es bueno comenzar por
desaprender, que no es lo contrario de aprender sino que se refiere al crecimiento a
través de la apertura de la mente, el inconformismo, la creatividad… Según la
pirámide de Glasser, aprendemos el 10 por ciento de lo que leemos, el 50 por ciento
de lo que vemos y oímos y hasta el 70 por ciento de lo que compartimos con otros; y
cuando enseñamos nuestro nivel de aprendizaje se dispara hasta el 95 por ciento.
Así que parece claro que nos toca fomentar la comunidad y el trabajo colaborativo y
comenzar a conjugar verbos como demostrar, practicar, organizar, participar,
preguntar, relatar, explicar, resumir, estructurar, ilustrar… una lista sin fin de
capacidades que están un tanto oxidadas, me temo.
Fuente: Cabrera, V. (2017, junio 12). “Learnability”: la habilidad para adquirir nuevos
conocimientos más demandada. Publicado en Telefónica/Empresas. Recuperado de
https://empresas.blogthinkbig.com/learnability-la-voluntad-capacidad-y-dinamica-de-
aprender/