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Escuela de Salud Pública

Facultad de Ciencias Médicas


Universidad Nacional de Córdoba

Material de la clase:
Introducción a las adicciones: El Cerebro Egoísta

Docente: Dr. Darío Gigena Parker

Como conductas adictivas a veces se describen una gama de conductas


relacionadas al placer y la compulsión, desde correr, ver TV, el uso de las
tecnologías, el sexo, el juego como los trastornos alimentarios. A pesar de que
estos comportamientos humanos comparten mecanismos cerebrales con la
adicción al alcohol y otras drogas, existen diferencias sustanciales con una
adicción química. Este error de apreciación cuantitativa evita que se reconozca
la gravedad del consumo de drogas y alcohol, con el riesgo de trivializar la
desesperada situación de las personas adictas y de aquellos que se preocupan
por ellos.

El cerebro adicto
El cerebro humano es el centro de la adicción, es allí donde la adicción
produce las recompensas al estimular los centros de placer. El cerebro
entonces repite las experiencias placenteras y evita el dolor.
Hay mecanismos automáticos cerebrales que refuerzan el
comportamiento a través de sus recompensas inmediatas pero
desafortunadamente no puede aprender cuando los resultados negativos de
esa conducta ocurren con retraso. Mientras un comportamiento produce placer
inmediato, éste se repite, sin importar las consecuencias a largo plazo.
El "Cerebro egoísta" es como un niño pequeño, quiere algo y lo quiere
ya, no entiende que no se puede, no es bueno, no es oportuno…simplemente
lo quiere ya y no le importa más nada.
Las drogas “encienden” en el cerebro estas conductas "más, ahora". Los
intensos efectos emocionales producidos por el uso adictivo de alcohol y otras
drogas causan graves distorsiones, incluso permanentes, tanto en los
pensamientos como en las acciones. Estos estímulos repetidos cambian el
cerebro de una persona adicta para siempre. Las adicciones provocan una
intoxicación aguda y un deterioro crónico, porque son sustancias que perturban
el funcionamiento de un cerebro sano. Las drogas adictivas dañar también
otras áreas del organismo, principalmente los pulmones, el corazón y el hígado.
El uso de drogas adictivas promueve muchas otras enfermedades infecciosas,
desde bronquitis hasta el SIDA. El cuerpo no sufre solo. Los valores,
comportamientos y relaciones de las personas con adicciones también son
perjudicados por la creciente necesidad de la persona adicta a estas
sensaciones de placer destructivas.

La adicción es una ventana secreta


Al igual que las personas con amoríos secretos y vergonzosos, las
personas adictas tienden a ocultar sus adicciones a sí mismos y de los demás,
ya que podrían separarlos de sus amantes. Su comportamiento continúa a
pesar del dolor que estos amores abusivos producen. El fenómeno de la
adicción pasa de la vivencia amorosa y de placer (procesos naturales) a una
pesadilla a causa de las inevitables consecuencias negativas a largo plazo en
el destino de “la química del amor” que subyace en el cerebro adicto.

Algunas personas son más vulnerables que otras, tanto por razones
biológicas como ambientales. La adicción puede afectar a cualquiera, pero al
igual que la mayoría de las otras enfermedades, es mucho más probable que
afecte más a algunas personas que a otras.

La adicción es tan antigua como el lenguaje y tan moderna como la


computadora. El cerebro humano ha sido lo que es hoy en día en los últimos
100.000 años. No va a cambiar en los próximos 100.000 años, en caso que la
especie humana durase ese tiempo. Explicaremos el fenómeno usando un
lenguaje informático: la vulnerabilidad a la adicción se fijó en el disco duro del
cerebro humano. Está programado para hacer lo que su centro de recompensa
determine. La dopamina cerebral vehiculiza estos deseos en conductas
específicas. Todo aquello que interactúe con este neurotransmisor (entre otros)
serán consideradas deseables y repetibles. En el ambiente humano primitivo
ningún recurso sobraba, más bien lo contrario, por lo que la supervivencia
estaba íntimamente relacionada con estas funciones. En el mundo actual hay
una excesiva disponibilidad y promoción a escala industrial de drogas,
tecnologías, alimentos entre otros estímulos que interactúan directamente con
estos centros cerebrales. Estos factores explican la epidemia. Siendo esta
vulnerabilidad inevitable, la mejor esperanza para afrontar el problema de la
adicción está en el “software” es decir en el manual de instrucciones para tener
bajo control el disco duro cerebral. Eso implica cambiar la cultura humana para
reducir el riesgo de las adicciones.

Las creencias que influyen en el riesgo de las adicciones varían según la


comunidad a la que pertenece el sujeto. Algunas personas y familias viven con
creencias incompatibles con las adicciones, mientras que otros no lo hacen.
Algunas personas tienen valores que no les permiten usar alcohol y otras
drogas, mientras que otras tienen valores más permisivos o incluso que
fomentan el uso. Algunas personas viven en ambientes que son relativamente
libres de la exposición al alcohol y otras drogas, mientras que otras están muy
expuestas. Esta variabilidad en el riesgo de la adicción hace de esta
vulnerabilidad un asesino altamente selectivo del espíritu humano y a menudo
también del cuerpo.
Aunque las personas pueden ayudarse unas a otras en los problemas
del consumo de drogas, las bases de la adicción son muy íntimas, como
sucede con cualquier amor.

La adicción es misteriosa e irracional

Aunque la adicción no siempre se puede curar o incluso a veces


prevenir, la comprensión puede cambiar las instrucciones de funcionamiento
del cerebro cuando se trata de alcohol y otras drogas. Algunos expertos creen
que las personas adictas no pueden hacer mucho para cambiar este destino.
No estamos de acuerdo con esta creencia. Por ejemplo, las personas
que no son adictas pueden hacer que las personas adictas toquen un fondo
más alto. Esto implica crear consecuencias dolorosas del consumo que ayuden
a las personas adictas a reconocer que su vida con el alcohol y otras drogas
son inmanejables, o simplemente evitar impedir estas consecuencias
negativas. Sólo decirle a alguien que las drogas son dañinas no es una medida
lo suficientemente fuerte como para contrarrestar la seducción de la adicción
en millones de personas, especialmente sobre los adolescentes que son
especialmente vulnerables.
Se requieren de enfoques mucho más poderosos y contundentes para
prevenir y aliviar este grave problema. Sin consecuencias impuestas por otros,
las personas adictas son víctimas indefensas de sus cerebros egoístas y la
mayoría están condenadas a caer cada vez más bajo. A menudo mueren a
causa de su enfermedad.

Las drogas siempre han existido


El estudio de las respuestas de los animales a las drogas, tanto en
entornos naturales como en el laboratorio aumenta nuestra comprensión de la
adicción. Podemos aprender mucho de las experiencias de las culturas
premodernas que consumieron drogas adictivas. Sin embargo, nunca la
adicción al alcohol y a las drogas en nuestros ancestros o animales llegó al
extremo que vemos en la actualidad. La adicción contemporánea es un
problema de toda la humanidad que se ha producido sólo en el último tercio del
siglo XX, debido a acontecimientos sociales históricos únicos en el mundo
moderno.
Estos avances incluyen el aumento de la exposición a diferentes drogas
y el aumento de la potencia de las mismas, la enorme disponibilidad (incluso en
medicamentos se toman libremente). Hay cambios en los valores de la
sociedad (sociedad de consumo) que hacen florecer las adicciones como
nunca antes.

El enfoque ambiental a la Adicción

En la batalla para ayudar a las personas adictas, son éstos los que en
última instancia pueden librarla y eventualmente salir airosos. Pero inicialmente
no son propensos a empezar a luchar para salvarse a sí mismos hasta que los
que los rodean permiten que sientan todo el peso de sus decisiones
perjudiciales. Este cambio se llama enfoque ambiental en el abordaje de las
adicciones, porque significa cambiar el entorno en el que millones de
consumidores de drogas individuales deciden consumirlas. Aquellos valores
incompatibles con la adicción pueden aumentar la capacidad de los individuos,
las familias y las comunidades para prevenir los problemas derivados de las
adicciones y puede ser necesario hacer intervenciones arriesgadas para
afrontarlos antes de que se conviertan en letales. Las personas que rodean al
paciente pueden, sin saberlo, reforzar la adicción ya sea ignorando el uso de
alcohol y otras drogas a su alrededor como justificando los problemas (de los
menores a los mayores) que son causados por el uso de drogas adictivas.
Por otro lado, muchas personas ven a los adictos como tiranos, debido a
los efectos a menudo brutales del consumo de alcohol y otras drogas. La
experiencia interior de la persona adicta no es la de un tirano intencional, es la
experiencia de un esclavo obligado por los mecanismos cerebrales de la
adicción. Las personas adictas son esclavos de sus propios cerebros
enganchados y egoístas. Ellos son tanto las víctimas de la enfermedad de la
adicción al igual que sus familiares y otras personas a quienes adictos les traen
tanto sufrimiento.
Se puede alejar al adicto para que no tome alcohol y otras drogas mil
veces, pero van a volver una y otra vez al consumo. Una vez que los adictos
dejan el alcohol y otras drogas por sí mismos, pueden permanecer limpios y
sobrios. El patrón de conducta negativa y permisiva de quienes rodean al
adicto, a menudo basada en una compasión equivocada, se llama
codependencia. Los que rodean al adicto pueden ser cómplices involuntarios
de la adicción. Al superar la codependencia, los allegados no adictos pueden
acelerar el cambio de la adicción a la recuperación.

Enfermedades Adictivas
Debido a que la adicción al alcohol y otras drogas se propaga como una
enfermedad contagiosa, las estrategias ambientales reducen las posibilidades
de infección. La adicción es una enfermedad compleja que afecta y es afectada
por la familia y la comunidad, no simplemente una cuestión de efectos
cerebrales de las drogas.
La recuperación es un proceso de toda la vida, tanto para los adictos
como para aquellos que se preocupan por ellos. Para la mayoría de las
personas (adictos o allegados) la recuperación significa la participación en una
de los miles de grupos basados en los “Doce Pasos” como Alcohólicos
Anónimos, unos de los milagros más importantes del siglo XX.
La recuperación de la adicción es algo más que dejar el alcohol u otras
drogas. La recuperación significa encontrar mejores formas de vivir como
individuos, familias y comunidades. Aunque es más fácil prevenir que tratar las
adicciones, incluso los adictos más desesperados por lo general pueden
recuperar el control de sus vidas a través de un esfuerzo y compromiso serio.
Pero este no es siempre el caso. La adicción puede ser una enfermedad
grave que conduce inevitablemente a un sufrimiento increíble, incluso la
muerte. La codependencia y la adicción, a pesar de los más sofisticados
esfuerzos, puede ser muy difíciles de revertir. El mensaje esperanzador de este
artículo tiene que ser equilibrado, aceptando de manera compasiva los
esfuerzos de los involucrados a pesar de las caídas que se siguen
produciendo.

Dimensiones Morales y Medicina de las Adicciones

La adicción es una enfermedad biopsicosocial compleja, lo que significa


que tiene raíces biológicas, psicológicas y sociales. El enfoque de este artículo
está en el papel del cerebro en el trastorno. Las interacciones específicas entre
el cerebro y el alcohol y otras drogas son cruciales en las adicciones. También
hay raíces psicológicas en la adicciones, incluyendo la tendencia de muchas
personas adictas a una vida pasatista momentánea, u otras características
englobadas en el concepto de “personalidad adictiva”. Presenta claras raíces
sociales, incluyendo la disponibilidad ambiental de alcohol, drogas y fármacos
con potencial adictivo, así como la tolerancia social para su uso. Por último hay
una dimensión profundamente espiritual a la adicción, como la deshonestidad y
el egoísmo que juegan un papel importante.

Cualquier enfermedad debe tener una base biológica y un curso


generalmente predecible. La diabetes mellitus y neumonía son enfermedades
enraizadas en la biología con cursos predecibles, como son el asma y la artritis
reumatoidea. La adicción también se ajusta a este modelo de enfermedad,
aunque mucho más profunda y seria que un simple mal comportamiento o el
producto de decisiones equivocadas.

La adicción no es una enfermedad biológica normal. Hay una dimensión


moral que no está presente en el asma o neumonía. La deshonestidad y los
problemas en la responsabilidad están en el núcleo del problema. La
recuperación de una adicción tiene una dimensión espiritual que no está
presente en la diabetes mellitus o la artritis reumatoidea.

Sin embargo, también se comparte con esas enfermedades médicas


típicas bastante de esa dimensión espiritual. Tanto los enfermos como sus
familias hablan del crecimiento espiritual que se produce cuando se enfrentan a
su enfermedad y aprenden a vivir con ellas.

A diferencia de una enfermedad biológica en la que el médico juega el


papel principal, en el caso de la prevención y tratamiento de las adicciones hay
muchas otras disciplinas que hacen contribuciones vitales. No es casual que la
religión y el derecho penal tienen un papel crucial en las adicciones, al igual
que las familias y los proveedores de salud mental. A diferencia de la
neumonía, la recuperación de la adicción no es cuestión de ver al médico,
hacer reposo y tomar unas pastillas durante una semana más o menos. La
adicción es una enfermedad crónica en la que el tratamiento médico juega un
papel potencialmente importante pero limitado. Unas de las más dolorosas
lecciones de la adicción son las limitaciones, no sólo del conocimiento humano,
sino del amor y el esfuerzo para hacerle frente. Es increíblemente difícil darse
cuenta y luego vivir con la convicción de que no podemos cambiar a los demás,
incluso aquellos que más amamos. Una forma realista de lidiar con la adicción
de un ser querido se llama “amor duro”. Significa hacer lo que podamos para
ayudar a la persona adicta y luego admitir honestamente nuestros límites. Para
los adictos y codependientes con una orientación más espiritual, la
recuperación significa convertir la propia vida a un Poder Superior y de estar
dispuestos a "dejarse ir y dejar en manos de Dios". La adicción, como otras
formas de sufrimiento humano, tiene dentro de sí el germen de un renacimiento
profundo.
Es difícil superar una adicción, por lo que es aún más importante
prevenir el problema antes de que se apodere de la vida de las personas. Hay
tres círculos de prevención basadas en valores universales protectores. Todos
tienen sus raíces en las respuestas espirituales o religiosas a la pregunta:
¿Cómo debo vivir mi vida?.
El primer círculo de la prevención de la adicción es vivir la vida con
honestidad, lo que significa que cuando se trata del uso de alcohol y otras
drogas, debemos ser honestos con aquellos que se preocupan por nosotros.
Esto incluye a los miembros de la familia y a otros, como nuestros
maestros, empleadores, compañeros de trabajo, profesionales de la salud y los
amigos. El segundo círculo de la prevención es vivir la vida con gratitud. Somos
más propensos a tener una vida más libre de conductas adictivas si somos
capaces de sentir y expresar gratitud por los muchos dones que se nos han
dado en la vida. El tercer círculo de la prevención es vivir la vida como parte de
un equipo, como parte de una comunidad. Esto significa que tenemos que
trabajar con honestidad y gratitud con nuestras familias y nuestras
comunidades para cumplir con nuestros propios potenciales y ayudar a otros a
cumplir los suyos. La prevención de la adicción al alcohol y otras drogas es una
parte importante para lograr este potencial como individuos y como
comunidades.

Esperanza para el Futuro

Aunque el uso de alcohol y otras drogas pueden seguir creciendo en


todo el mundo en la próxima década, creemos que la educación en este tema
es una esperanza para el futuro. Las adicciones continuarán creciendo debido
a la vulnerabilidad ineludible del cerebro humano y a la exposición de
segmentos cada vez más amplios de la población mundial al alcohol y otras
drogas en entornos que permiten e incluso alientan el uso de sustancias
adictivas. Precisamente por el creciente riesgo de las adicciones, es
tranquilizador predecir que también crecerán en los individuos, familias,
comunidades y naciones la necesidad de informarse y especializarse
cada vez más en estos fenómenos.

El costo de no aprender esto es padecer mucho dolor y sufrimiento, que


empeora hasta que las lecciones se aprendan y se cambien estos patrones y
creencias. Una vez que comienza la comprensión, el renacimiento del espíritu
emerge después de la devastación de la adicción activa. La comprensión
también involucra la aceptación de la vulnerabilidad compartida, nuestra
imperfección, fomentar valores que trasciendan el placer inmediato y el
individualismo. Esto es el “regalo” de la adicción: la recuperación y los cambios
que se generan, mejoran la vida de todos. Por otro lado, recuperarse de una
adicción no es un proyecto terminado. La recuperación es frágil y un requiere
un interminable despliegue de las grandes tradiciones humanas basadas en el
conocimiento y la fe.

FUENTE: Robert Du Pont: “The selfish brain. Learning from Addiction”. Hazelden. 2000.

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