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EL REMACENTISMO

Comenzó en el siglo XIV, fue un amplio movimiento cultural que se produjo en


Europa Occidental. La palabra Renacimiento, significa renacer, lo que fue la
principal meta, revivir los principios de la antigüedad clásica. En la Edad Media,
había una mentalidad muy rígida y dogmática, este movimiento hace renacer un
nuevo arte, logrando cambiar los valores de la cultura clásica, griega y romana.
Esta nueva etapa cambio la forma de ver el mundo, y la visión del ser humano con
respecto al arte, la política, la filosofía y la ciencia. Desde el punto de vista del arte
en general, el renacimiento significo una ruptura con la unidad estilística que,
hasta el momento, había sido sub racional. Una búsqueda importante en este
periodo fue la de un naturalismo minucioso, pero, como indica Hauser (2002), esto
no es una característica propia del Renacimiento, sino que continua del
naturalismo gótico.

El naturalismo gótico surgió cuando el hombre comenzó a tomar sentido y valor


sobre las cosas, que antes eran solo símbolos. Cuando comenzó el Renacimiento,
este simbolismo se fue perdiendo más, al contrario de la importancia de llegar a
una representación más fiel y sensible, por medio del estudio detallado y de la
naturaleza. “En el Renacimiento el hecho notable no era que el artista se fuese
convirtiendo en observador de la naturaleza, sino que la obra de arte se hubiera
transformado en un ‘estudio de la naturaleza’” (Hauser: 2002). En la misma época,
otro aporte significativo fue el descubrimiento de la perspectiva, por el arquitecto e
ingeniero italiano Filippo Brunellescci (1377 – 1446), donde estas creaban
estructuras con un efecto de levedad y gracia distinto de todo lo realizado
anteriormente.
Siendo en el campo de la arquitectura las leyes matemáticas por las cuales se
representa la realidad de una forma mejor, donde los objetos disminuyen de
tamaño a medida que están más al fondo, y crecen al estar más cerca. La
perspectiva, proveía a los artistas de una posibilidad de potenciar ese naturalismo
que ellos buscaban. Por lo que esta técnica fue un avance que evolucionó la forma
de representación, haciéndola más real. Se produce así una complejidad en el
estilo frente a la perspectiva. También, se tiende a la búsqueda del dinamismo, de
igual forma se busca introducir detalles cotidianos para dar vivacidad a las
escenas, aproximándolas a la pintura flamenca de la época. Brunelleschi terminó
la catedral de Florencia de estilo gótico.
Debía cubrir el espacio del cimborrio con una cúpula de 42 metros. Sobre un
tambor octogonal de 13 m, con grandes ventanas redondas con la necesidad de
ingeniosas soluciones para que el tambor soporte los empujes oblicuos; la cúpula
consta de dos cascarones, el exterior de más altura para ejercer un empuje más
vertical; además utiliza ladrillos huecos para aligerar el peso. Fue una obra
maestra por su ingenio constructivo, por su belleza y por la pureza de sus formas.
Por otro lado, en el campo del arte la búsqueda de ese naturalismo, a partir de los
nuevos aportes que se realizaron, se basó en la observación de los detalles y en
el retrato pictórico, como representación de la sociedad y vida cotidiana de ese
entonces. Otro artista revolucionario con sus descubrimientos fue Jan Van Eyck
(1390 – 1441), que trabajo en Bélgica. Este pintor con pequeños pinceles y una
nueva técnica de la pintura al óleo, pintaba con paciencia todos los detalles y logro
la creación de capas, o colores trasparentes, con los que generaba iluminaciones,
luces y sombras, nunca vistas hasta la época.
Los artistas flamencos se preocuparon menos por alcanzar los cánones de belleza
y armonía ideales del arte italiano, pero realizaron representaciones que reflejaban
la vida cotidiana de las personas, de una manera muy fiel y real. En ninguna otra
época anterior se habría podido lograr semejante grado de atención y detalle
(Gombrich, 1992). Jan logró esa ilusión de lo natural, añadiendo un detalle tras
otro, hasta que el cuadro se convirtiera en un espejo del mundo visible (Gombrich,
1992). Sus obras más reconocidas eran los retratos.
Uno de ellos “El matrimonio Arnolfini” (1943). En la obra se puede leer un grabado
que dice: “Jan van Eyck estuvo presente”. Esto refleja al testigo en ese momento,
es decir, certificando que ha estado ahí, que las cosas han sido así. “Por primera
vez en la historia el artista se convertía en un perfecto testigo ocular en el
verdadero sentido de la palabra” (Gombrich, 1992). Por otro lado, el pintor Albrecht
Altdorfer (1480-1538), de Ratisbona, salió a estudiar la naturaleza.
Este se convirtió en uno de los primeros paisajistas. Esto fue un cambio rotundo
ya que comenzaron a pintarse piezas en las que el hombre no estaba presente,
algo que ni siquiera los griegos (grandes amantes de la naturaleza) habían hecho.
El uso de la perspectiva y la pintura al óleo nos dejaron observar cómo era la vida
de las personas en aquellos años.
El artista no era solo un artesano, un pintor, un arquitecto; era además un químico,
un farmacéutico, un herrero, un intelectual, un observador y también podría
decirse en palabras actuales, un fotógrafo. Sabemos hoy en día, cómo lucían las
importantes y ricas familias, cómo eran las grandes casas o capillas de esa época,
gracias a sus retratos. Años más tarde, llegando a la época del “Cinquecento”
(Siglo XVI), la capitalidad del arte pasó de Florencia a Roma, bajo el mecenazgo
de los Papas Julio II, León X y Sixto V.
Para demostrar el poder creciente de la Iglesia y el Estado se recurrió al
clasicismo: se utilizaban con mayor rigor los órdenes clásicos; es un arte solemne
y monumental pero se huye de todo colosalismo deshumanizado, predominando la
medida, el equilibrio y la proporción; una decoración basada en los efectos
monumentales de los elementos arquitectónicos; empleo de frontones triangulares
y semicirculares en combinación; y se impuso el uso de plantas centralizadas con
cúpula, símbolo del orden divino existente en el universo. Esto fue el apogeo del
arte renacentista que desembocó en el Manierismo.
En esta última época se considera que el arte llegó a su culmen y por lo tanto la
búsqueda de los artistas se concentrara en incorporar estos logros, y por otro lado
en la búsqueda de un estilo propio. Donato Bramante (1433-1514) pintor y
arquitecto italiano, se inició bajo las formas anteriores, pero cambió hacia un
nuevo clasicismo: cautivado por las ruinas romanas, por sus volúmenes
grandiosos y sus perspectivas colosales, mostró preferencia por las estructuras
simples; se interesó por los problemas de geometrismo, perspectiva y simplicidad,
características de toda la arquitectura del siglo XVI.
Otro arquitecto que nos hizo ver el mundo real de ese entonces con otra
particularidad fue Antonio da Sangallo el Joven (1484-1546) quién se trasladó de
su Florencia Natal a Roma, donde conoció a Donato Bramante y trabajó la mayor
parte de su vida. Éste siguió la línea de sobriedad de Bramante, tanto en
arquitectura como en escultura y pintura. Creó el modelo de palacio cinquecentista
romano abandonó el almohadillado florentino; las ventanas adinteladas sin
parteluz; alternó frontones curvos con rectilíneos, lo que dio movilidad a la
fachada. En el interior columnas adosadas y superposición de órdenes.

CONCLUSIÓN

El Renacimiento, claramente, fue un momento decisivo para la arquitectura.


Retomó muchos elementos arquitectónicos de civilizaciones como la griega y la
romana y le dio un nuevo sentido. También tuvo influencia de culturas orientales.
El Renacimiento vio la vida y obra de muchos genios arquitectos que dejaron
huella no sólo en Europa, sino también en la mayoría del mundo actual. Muchas
de las estructuras de este momento histórico siguen siendo admiración y asombro.
Esto dice claramente una cosa: la arquitectura es una de las artes más hermosas
que hay. La arquitectura no sólo se aprecia; se vive y se interacciona. Gracias a
diversos artistas, el mundo occidental renació, casi literalmente, de entre las
cenizas.
Pero no sólo se puede apreciar el fruto de este movimiento en Europa. América es
rico también en arquitectura renacentista, gracias a otros momentos históricos
clave como fueron, por ejemplo, la Colonización y la Conquista.
Latinoamérica es un ejemplo de ello, porque consta de muchas ciudades
coloniales al estilo español, donde encontramos numerosas catedrales, palacios,
mercados, puertos, entre otras cosas, que nos dan una prueba de la grandeza que
el Renacimiento trajo consigo

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