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Entre los Santos más queridos por los fieles de nuestro Pueblo, sin duda está san
Antonio de Padua. Se trata de una figura muy popular como se puede ver por la
enorme devoción que le tiene la gente; el Papa León XIII lo llamó «el Santo de
todo el mundo». Es un Santo muy famoso que hasta ahora solamente se le
conoce por su poder de taumaturgo. Sin embargo, se trata también de un
personaje desconocido pues no solamente resuelve «casos perdidos» ni
encuentra «cosas perdidas», sino que fue también un gran predicador que dejó
una gran cantidad de escritos en donde está escondida su verdadera imagen,
personalidad, pensamiento y espiritualidad.
Se puede decir que a partir de 1946 se empezó a conocer la figura de tan insigne
personaje, pues ese fue el año en que el Papa Pío XII lo declaró Doctor de la
Iglesia. A partir de esa fecha se comenzó formalmente a estudiar su vida y obra
desde una perspectiva científica. Los intentos de una verdadera difusión de la
imagen de san Antonio se debe particularmente a dos fechas importantes: 1979,
año de la publicación de la edición crítica de sus Sermones y 1995, año en que se
celebró el VIII Centenario de su nacimiento. Su obra todavía es un tesoro que está
esperando ser descubierto, pues la mayor parte de las publicaciones se ha
reducido a manera de sondeos, siendo escasos todavía los estudios profundos y
monográficos.
Pero ¿quién fue Antonio de Padua? ¿En qué consistió su obra? ¿Qué son los
Sermones? Para responder a esto pretendo exponerles, en sustancia, una síntesis
del primer capítulo de mi investigación en donde considero los siguientes
aspectos: algunos datos biográficos y los elementos externos e internos de su
obra: Sermones, teniendo en cuenta el ambiente de composición, circunstancias,
los tipos de sermón, distribución y su redacción, objetivos, contenidos,
destinatarios, fuentes, método y la estructura.
2.1.1 Ambiente de composición
Para acercarnos al contenido de la temática de los Sermones, es necesario que
tengamos en cuenta el ambiente y las condiciones sociales, políticas y culturales
de su composición. En general, el ambiente histórico del tiempo de san Antonio
responde a un clima de movimiento en el que se buscaba la definición y se
comenzaban a señalar los límites de competencia y función en los diversos
ambientes de la sociedad de entonces. Es el tiempo en el que el Imperio y el
Papado luchaban por la supremacía de autoridad, sobre los cuales la sociedad
había formado hasta entonces su conciencia de unidad, pero con la protección de
intereses políticos, económicos y morales, ese ideal de unidad se desvanecía. Era
un tiempo de crisis y renovación para la Iglesia, pues día a día perdía parte de su
señorío temporal y se le exigía más su principado espiritual[21].
Es el tiempo de las nuevas monarquías nacionales, el desarrollo de las
instituciones comunales y los principios de un intercambio comercial. La lucha
entre las ciudades por la expansión y la conquista territorial era sostenida por el
espíritu de hacer la guerra, idea que se realizaba más plenamente organizando o
participando en alguna cruzada.
Era también evidente el progreso y desarrollo de las ciencias jurídicas, la físico–
matemática, la medicina, la filosofía y la teología, enseñadas en las recientes
universidades, como las que se fundaron en París, Inglaterra y el norte de
Italia[22]. Sin embargo, el analfabetismo y el bajo nivel cultural reinaban
fuertemente en muchos niveles sociales (aún en el mismo clero, situación que
también ocasionó su división[23]) que favoreció a los grupos de sectarios, como a
los Joaquimitas y los Valdenses, para difundir sus doctrinas, o a los herejes, como
a los albigenses y los cátaros.
Este es también el tiempo en que aparecen los nuevos movimientos religiosos que
se convertirán en las nuevas Órdenes y sus miembros serán los que llevarán a
cabo un nuevo modo de hacer la pastoral y de darle a la predicación una nueva
forma de expresión, en sustancia, se trataba de una reforma[24]. Ahora, la nueva
manera de concebir la vida evangélica será determinada por los nuevos
seguidores de la vida pobre e itinerante[25].
2.1.2 Contenido de los Sermones
Con la anterior ambientación histórica de fondo podemos considerar, ahora de
modo general, los argumentos que se contienen en los Sermones. La edición
crítica clasifica estos argumentos en tres tipos correspondientes a los principios de
la fe, a las costumbres y a los modos de enseñarlos[26]; es así que en ellos se van
a encontrar argumentos teológicos, argumentos pastorales y argumentos
históricos. En cuanto a los argumentos teológicos, éstos son tomados de la fe y
las costumbres. En nombre de la fe son presentadas las verdades que se deben
creer. Igualmente, en el nombre de las costumbres son presentados los deberes,
preceptos y virtudes.
Para san Antonio, el punto culminante de la doctrina de la fe y las costumbres se
encuentra en los artículos de la fe, en las virtudes y en los premios celestiales. Los
principios de la fe y las costumbres aparecen considerados bajo una visión
cristocéntrica. Por otra parte, se debe señalar que la doctrina del Doctor
Evangélico es principalmente práctica y afectiva, en cuanto que está ordenada al
servicio pastoral y doctrinal de los fieles. Su discurso no es especulativo o
sistemático, por ello que en los Sermones no se podrán encontrar definiciones en
sentido metafísico[27].
Respecto a los argumentos pastorales, éstos se refieren a la manera de enseñar a
los fieles la fe y las buenas costumbres, la manera de hacer y administrar los
sacramentos, lo mismo que el modo de gobernar a los fieles. San Antonio en la
presentación de esos temas utiliza diversas formas: el mandato, la persuasión, la
doctrina, la reprensión y la exhortación[28]. Las frecuentes y duras reprensiones
que dirige el Santo a los clérigos y religiosos, en los Sermones son prácticamente
su doctrina pastoral. Según el género literario de los Sermones, la doctrina va
unida estrechamente a la corrección y por eso, primero enseña cómo deben ser
las costumbres de los clérigos y prelados, que son los principales destinatarios,
para después exponer la doctrina que deben enseñar al pueblo de Dios[29].
Los argumentos históricos se refieren a los hechos y las costumbres del pueblo.
En los Sermones se encuentran temas referentes tanto para la sociedad civil,
como para los eclesiásticos. La sociedad civil aparece dividida en diversas clases
de personas: emperadores, reyes, soldados, burgueses; mayores y menores; ricos
y pobres o villanos; comerciantes y juristas[30].
En la Iglesia se distinguen también diversos niveles de personas: obispos y fieles;
justos o buenos, fieles o cismáticos, herejes, simoníacos y falsos cristianos. En
razón de la forma de vida, los fieles se dividen en: eremitas, claustrales,
penitentes, clérigos, religiosos y seculares. Los fieles, en cuanto penitentes o por
razón de su piedad, pueden ser: contemplativos, predicadores o activos.
En la sociedad eclesiástica, las clases son las siguientes: los prelados, los clérigos
y los religiosos. Los prelados son los obispos, los cuales son predicadores por
razón de su oficio. Los clérigos, son los sacerdotes que guían a los fieles bajo la
dirección del obispo. Los religiosos, son aquellos que habitan en el claustro y
pueden ser monjes, presididos por un abad o pueden ser canónigos regulares,
presididos por un prior. Los religiosos también son llamados penitentes[31].
2.1.3 Destinatarios
San Antonio nos ofrece dos textos en los que se pueden identificar los
destinatarios: uno de ellos presenta a los fieles como destinatarios remotos y el
otro texto presenta a los frailes como destinatarios inmediatos[32]. A sus
hermanos de hábito se refiere y los distingue con el doble título
de lectores y auditores; los lectores son aquellos frailes que, en privado o en
público, leerán los Sermones, tanto en las escuelas como en la predicación
popular; los auditores, en cambio, son aquellos que los escuchan en uno y otro
ámbito, como en una escuela[33].
Otro dato que refuerza la evidente dirección de los Sermones a los hermanos, es
el hecho de que fueron ellos los que le pidieron al Santo que los escribiera. Es
claro que estos hermanos eran los que principalmente se dedicaban al magisterio
y a la predicación[34].
Debemos también evidenciar que los Sermones, debido a su complejidad y
dificultad, están dirigidos de modo particular a lectores doctos o personas cultas,
capaces de comprender la doctrina expuesta en cada uno de ellos[35].
2.1.4 Objetivo y finalidad
Además de estar señalado en los Sermones que son para el honor de Dios y el
bien de las almas, el objetivo principal de los Sermones es el de ofrecer un
subsidio pastoral a los hermanos, o si se prefiere, a los predicadores.
Los Sermones, sin embargo, no se reducen solamente a eso, sino que alcanzan
otras perspectivas como la de ser un instrumento para transmitir la Sacra Doctrina,
un subsidio doctrinal. Por eso, la obra del Santo tiene solamente la forma externa
de un cuerpo de sermones, pero su estructura interna es la de un tratado sobre la
Sagrada Escritura[36], de ahí que no solamente se reduzca a ser un sermonario,
sino que es toda una obra sobre los Evangelios (opus Evangeliorum), como él
mismo la llama[37].
No obstante el Opus evangeliorum no deja de ser una colección de sermones que
persiguen una doble finalidad: teológica – pastoral. Son el fruto de sus
enseñanzas teológicas a los hermanos[38]. Por consiguiente, los Sermones
dominicales tienen un doble objetivo y finalidad en su composición: escolástico –
pastoral[39].
2.1.5 Características generales
Los Sermones son una obra de gran erudición, como lo demuestra el uso que
hace de la Sagrada Escritura. Igualmente, el frecuente recurso a la doctrina de los
Padres de la Iglesia, teólogos, filósofos y poetas, así como el uso de algunos
textos de Aristóteles y Solino, referentes a ciencias naturales. Todos ellos
demuestran el grado de preparación a la que había llegado nuestro Santo. En
consecuencia, estos sermones nunca fueron predicados de viva voz, sino que
fueron escritos y pensados para las personas a quienes san Antonio enseñaba; es
decir, compuestos especialmente para los profesores y los oyentes, así se deduce
por la manera de conducir el discurso y de argumentarlo. Los temas no están
construidos por silogismos, sino con notas tomadas de las fuentes, como la
Sagrada Escritura, los Santos Padres, etc.
Los Sermones se pueden catalogar como trozos monográficos de temas sagrados
y fundados sobre la Sagrada Escritura, compuestos tanto para el servicio propio
del autor, como para utilidad de los demás. Por lo tanto, no son predicaciones o
sermones en sentido estricto, pues al estar escritos forman parte de un género
literario propio de la época, en el cual, conociendo los destinatarios inmediatos del
discurso, hace uso de la castigatio clericorum hecha para la amonestación de los
clérigos con fines pastorales[40].
Los Sermones están escritos en lengua latina medieval. Ésta, sin poseer la
versatilidad y abundancia del latín clásico, mantiene la variedad y riqueza de
vocabulario de quien había sido instruido en autores clásicos y patrísticos, sin
vulgarismos, con frases ordenadas y estructuradas según las reglas de la época,
sin excesivo ornato literario ni metáforas. En ellos predomina la analogía y el uso
repetido de la concordancia de las palabras[41]. La lengua latina de san Antonio
procede de sus modelos: la Vulgata, los Padres, los autores de compendios de
teología, de ciencias naturales y de sentencias[42]. El estilo del Santo y el modo
de expresarse no es especulativo sino práctico: se compone de imágenes y
figuras, así como le son propuestas por la Sagrada Escritura y la misma
experiencia.
2.1.6 Las fuentes
La fuente principal de los Sermones es la Sagrada Escritura, allí se encuentra la
inspiración del pensamiento de san Antonio y le siguen los escritos de los Santos
Padres. En la Escritura encuentra diversos significados, los cuales interpreta
según dos sentidos bíblicos: un literal o histórico y otro espiritual. El sentido
espiritual, a su vez, se divide en: alegórico, que es el que lleva a la fe; en
tropológico o moral, que guía el comportamiento; y en anagógico o místico, que es
el que eleva a la contemplación[43].
El texto utilizado es la versión bíblica de la Vulgata[44], la cual siempre es
comentada o auxiliada por la Glossa, también es muy citada en los Sermones.
Ambos textos configuran el repertorio usado con mayor frecuencia para conocer la
exégesis patrística y a los autores de la alta Edad Media. Entre los Padres que con
más frecuencia cita, ya sea implícita o explícitamente, se encuentran los
siguientes: Agustín, Gregorio Magno, Jerónimo, Isidoro de Sevilla, Bernardo, y los
florilegios llamados Deflorationes Sanctorum Patrum. Entre otros Padres son
citados también Ambrosio, Juan Damasceno, Orígenes, Beda, etc. En
algunos Sermones cita a Ricardo de San Víctor, a Pedro Lombardo y a Pedro
Camestor. Para interpretar los nombres se sirve, sobre todo, de Isidoro de Sevilla,
de Jerónimo, del Vocabulario de Papías, así como de otros tratados de ciencias
naturales. Los florilegios ofrecían también una gran cantidad de sentencias, citas
literarias de filósofos y poetas así como datos sobre animales, la naturaleza y la
historia[45]. El santo también hace recurso de los escritos bíblicos apócrifos[46].
San Antonio, con cierta frecuencia, utiliza también máximas o sentencias y
poesías de filósofos y escritores paganos, como Aristóteles, Cicerón, Séneca,
Publio Siro, Catón, Horacio, Ovidio, Juvenal, Persio, etc. En los Sermones,
también se pueden encontrar rimas, dichos y proverbios populares de su tiempo.
En cuanto a las ciencias naturales, se detiene en narraciones de cosas y
animales; habla de anatomía, fisiología, zoología, de botánica y de mineralogía,
teniendo como base los textos de las etimologías y los bestiarios, en particular, las
listas que aparecen en algunos escritos de Aristóteles, Solino e Isidoro, en los
cuales no se detiene a comprobar la verdad o falsedad de las narraciones, sino lo
que le interesa es exponer sus significados[47].
a) El tema
El tema del sermón está tomado del Evangelio del domingo[57], pero no siempre
es el único, ya que se añaden otros elementos, como la lectura del Oficio nocturno
(llamada “historia”), el Introito de la misa (tomado generalmente del Salmo) y la
Epístola del domingo, es decir la segunda lectura[58].
b) El prólogo
La exposición del tema o parte central del sermón se hace a través de cinco
pasos[60].
Recapitulación
Por lo que hasta aquí hemos podido constatar de la figura y obra de san Antonio,
creo que es oportuno considerarlo como un lineamiento de gran valor,
principalmente dentro de la Orden Franciscana, pero sin desconocer lo que
también significa para la Iglesia universal.
En cuanto a la biografía podemos concluir diciendo que, existe una abundante
bibliografía crítica al respecto, que se sostiene sobre todo en las fuentes de la
hagiografía de los siglos XIII y XIV, reconociéndole y otorgándole además a la Vita
Prima o Assidua, una particular lealtad histórica.
No obstante lo apenas dicho, las fuentes hagiográficas no alcanzan a sostener el
dato de composición de la obra antoniana, es decir, los Sermones que hasta ahora
se han considerado como auténticos, mas, el estudio crítico que la filología ha
hecho de cada uno de ellos, ha permitido a los estudiosos tener la confianza para
profundizar, sacar a la luz y ordenar sistemáticamente algunos de los muchos
temas que ofrece el Opus evangeliorum y en sustancia, el pensamiento de san
Antonio de Padua; temas de teología, de filosofía, de historia, de biología, etc.
Más allá de la simple y rápida lectura de los Sermones, es importante considerar
que para entender el lenguaje, las figuras literarias y el estilo de la obra antoniana,
no se debe ignorar el ambiente de composición, es decir, reconocer que están
escritos bajo la influencia de una época con orientaciones sociales, políticas,
culturales y teológico–religiosas. Además, no se debe desconocer la calidad
cultural de los destinatarios, los objetivos y la finalidad para la que fue compilada
toda la obra.
Por otra parte, la forma del sermón antoniano es compleja en su estructura y difícil
en su lógica, según los esquemas de nuestra metodología; sin embargo, el
sermón antoniano en sí tiene una estructura y trata de seguir una metodología
proyectada por su autor, las cuales permiten identificar y evidenciar, no solamente
los objetivos y la gran variedad de argumentos, sino que también hacen notar la
erudición y capacidad intelectual de nuestro autor. En sustancia, “el Santo de todo
el mundo” fue un erudito de su tiempo y un gran predicador. Vale la pena
conocerlo y darlo a conocer. Hacer eso ¿no sería acaso otro de sus milagros?.