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ESPÍRITU Y VIDA: TEOLOGÍA Y ESPIRITUALIDAD FRANCISCANA

CATEGORÍA: ESPÍRITU Y VIDA / 2018-1

FRAY OCTAVIO LUNA, OFM. – 13 DE JUNIO DEL 2019

Entre los Santos más queridos por los fieles de nuestro Pueblo, sin duda está san
Antonio de Padua. Se trata de una figura muy popular como se puede ver por la
enorme devoción que le tiene la gente; el Papa León XIII lo llamó «el Santo de
todo el mundo». Es un Santo muy famoso que hasta ahora solamente se le
conoce por su poder de taumaturgo. Sin embargo, se trata también de un
personaje desconocido pues no solamente resuelve «casos perdidos» ni
encuentra «cosas perdidas», sino que fue también un gran predicador que dejó
una gran cantidad de escritos en donde está escondida su verdadera imagen,
personalidad, pensamiento y espiritualidad.
Se puede decir que a partir de 1946 se empezó a conocer la figura de tan insigne
personaje, pues ese fue el año en que el Papa Pío XII lo declaró Doctor de la
Iglesia. A partir de esa fecha se comenzó formalmente a estudiar su vida y obra
desde una perspectiva científica. Los intentos de una verdadera difusión de la
imagen de san Antonio se debe particularmente a dos fechas importantes: 1979,
año de la publicación de la edición crítica de sus Sermones y 1995, año en que se
celebró el VIII Centenario de su nacimiento. Su obra todavía es un tesoro que está
esperando ser descubierto, pues la mayor parte de las publicaciones se ha
reducido a manera de sondeos, siendo escasos todavía los estudios profundos y
monográficos.
Pero ¿quién fue Antonio de Padua? ¿En qué consistió su obra? ¿Qué son los
Sermones? Para responder a esto pretendo exponerles, en sustancia, una síntesis
del primer capítulo de mi investigación en donde considero los siguientes
aspectos: algunos datos biográficos y los elementos externos e internos de su
obra: Sermones, teniendo en cuenta el ambiente de composición, circunstancias,
los tipos de sermón, distribución y su redacción, objetivos, contenidos,
destinatarios, fuentes, método y la estructura.

1.     LA FIGURA Y LA OBRA DE SAN ANTONIO DE PADUA

1.1  Notas biográficas y cronológicas

1.1.1      Fernando Martins entre los Canónicos Regulares de san Agustín


Basados en la hagiografía antoniana de los siglos XIII y XIV llegada hasta
nuestros días, los biógrafos contemporáneos han podido identificar críticamente
los datos sobre la vida y obra del Doctor Evangélico[1].
San Antonio, llamado de Padua, nació en Lisboa, Portugal, entre 1190 y 1195, hijo
de una familia de apellido Martins Bulhôes, posiblemente nobles o, al menos, de
una posición social reconocida y respetada por el pueblo. Su padre fue un hombre 
que prestó servicios en la corte del Rey en los asuntos administrativos. Fue
bautizado en la catedral de Lisboa con el nombre de Fernando y de los primeros
años de vida, lo único que se sabe es que frecuentó la escuela de la catedral [2].
Después de haber cumplido quince años de edad, decidió ingresar en los
Canónicos Regulares de san Agustín, vistiendo el hábito en el monasterio agustino
de su misma ciudad[3].
La permanencia en aquel monasterio fue breve, pues para 1212 ya se le localiza
en el monasterio de Santa Cruz, en Coimbra, permaneciendo allí unos nueve años
dedicándose al estudio de las ciencias sagradas y profanas, en particular, al
estudio de la Sagrada Escritura y a los Padres de la Iglesia. En este monasterio
tuvo por maestros a los profesores egresados de la universidad de París. Con
ellos aprendió a explicar las Escrituras con el método alegórico y anagógico o
místico, y a exponer el Evangelio en su sentido moral con argumentos coherentes.
En 1220, una vez terminados los estudios eclesiásticos, fue ordenado sacerdote
en Coimbra, cuando tenía entre veinticinco y treinta años[4].
Antes de 1220 san Antonio, por el oficio de hospedero que desempeñaba en el
monasterio, debió haber conocido y tratado con los frailes menores que se habían
establecido cerca de la ciudad, los cuales, por su estilo de vida le impresionaron y
motivaron a pedirles que lo admitieran entre ellos. De modo particular le
impresionó la noticia de la muerte de los cinco frailes que en ese mismo año
fueron martirizados y que posiblemente conoció cuando pasaron por ese lugar de
Asís a Marruecos. Ese acontecimiento fue fundamental y decisivo para la vocación
franciscana de nuestro santo, pues a mediados de ese año pasó definitivamente
de los Canónigos Regulares a la Orden de los Frailes Menores. Después de recibir
el hábito, se estableció con ellos en san Antonio de los Olivos y cambió su nombre
de Fernando por el de Antonio. A ejemplo de aquellos cinco mártires decidió
también irse a misionar y a buscar el martirio en Marruecos. Así, a finales de 1220,
ya no se encontraba en su tierra natal debido a que se había embarcado junto con
otro fraile a tierra de musulmanes[5].
1.1.2      Fray Antonio entre los seguidores de Francisco de Asís
El intento de misionar de san Antonio y la búsqueda del martirio se frustraron al
poco tiempo de haberse embarcado, debido a que enfermó y se vio obligado a
regresar a su patria para restablecerse, pero al regreso, la nave que lo
transportaba, se encontró con una tormenta que la arrastró hasta las costas de
Sicilia, cerca de Mesina, ciudad en la que ya se encontraba un grupo de frailes
que lo recibió y atendió en su enfermedad. Fue entre los meses de marzo o abril
de 1221. Tres meses después se encaminó a Asís al capítulo general; allí conoció
a san Francisco.
En  septiembre de 1222 se encontraba al norte de Italia y allí dio a conocer sus
dotes de orador y de hombre de cultura al predicar, eso le valió para que su
provincial le confiriera el oficio de predicador, dedicándose de esta forma,  por
espacio de un año, a la predicación itinerante en esa parte de Italia donde
pululaban los movimientos sectarios y heréticos como los cátaros, albigenses y
beguinos[6].
Durante este primer período de su predicación, también desempeñó el oficio de
lector de teología en Bolonia, oficio para el que fue apoyado por el mismo san
Francisco, cuando le envió una carta en la que le manifestaba su satisfacción y, a
la vez, donde lo exhortaba a no disminuir el espíritu de la oración[7]; de esta
manera a san Antonio se le podrá considerar como el primer lector y maestro de
teología entre los frailes menores.
A finales de 1224 Antonio fue enviado al sur de Francia, donde permaneció hasta
finales de 1227. En esos años predicó a los albigenses y en su itinerario visitó
varias ciudades enseñando teología, doctrina católica y preparando a los frailes
para el apostolado y orientándolos al ministerio de la predicación. En uno de esos
años lo nombraron Custodio.
A inicios de 1227 regresó a Asís, pues como Custodio que era debía participar en
el Capítulo general de Pentecostés, ahí fue nombrado Ministro provincial del norte
de Italia, oficio que desempeñó hasta 1230, cuando dejó su cargo en otro Capítulo
general para dedicarse completamente a la predicación. En los siguientes meses,
después de ese Capítulo, Antonio fue a Roma formando parte de una delegación
enviada a consultar y a pedir una declaración al Papa Gregorio IX sobre la
obligatoriedad del Testamento de san Francisco. En tal ocasión la Curia romana
también llegó a conocer sus dotes de predicador, ciencia y santidad.
Los últimos tres años de su vida se estableció en Padua y sus alrededores, zona
en la que se dedicó a la vida eremítica, a la redacción de algunos Sermones[8] y a
la predicación de la penitencia. En la segunda mitad del mes de mayo de 1231 se
retiró cansado y enfermo a un eremitorio, y poco antes de su muerte le pidió a los
frailes que lo transportaran a Padua, pero antes de llegar, debido a su delicado
estado de salud, lo llevaron a la Arcella, otro eremitorio que se encontraba en los
suburbios de Padua. Ahí murió el 13 de junio de 1231.
Antes de cumplirse un año de su muerte, gracias al fervor popular, comenzó el
proceso de canonización y el 30 de mayo de 1232, día de Pentecostés, fue
proclamado santo en la catedral de Espoleto por el Papa Gregorio IX. En esa
ocasión se utilizó la antífona de los doctores de la Iglesia, O Doctor optime, sin
embargo, no es sino hasta el 16 de enero de 1946 cuando el Papa Pío XII  lo
proclamó oficialmente Doctor de la Iglesia.

1.2  La formación y la obra


1.2.1      La formación y el conocimiento intelectual
Durante la permanencia del joven Fernando o Antonio en el monasterio de la
Santa Cruz de Coimbra aprendió de memoria grandes textos de la Sagrada
Escritura y consecuentemente hasta el método hermenéutico para la exégesis[9];
además conoció las artes liberales y pudo estudiar directamente la obra de
algunos de los Padres de la Iglesia[10], sobre todo los latinos[11], en particular a
san Agustín, y donde también pudo leer algunos autores páganos[12]. Las obras
que sin duda debió tener el Santo entre sus manos durante su formación en
Portugal eran las mismas que se estudiaban en la escuela de París, pues eran el
texto base: la Glossa de Anselmo de Laón, las Sententiae de Pedro Lombardo;
la Historia scholastica de Pedro Comestor, el Liber naturalium de Aristóteles,
el Polyhistor de Solino y las Etymologiae de Isidoro de Sevilla[13].
Los estudios del monasterio de la Santa Cruz fueron muy florecientes y de tipo
universitario[14]. Posiblemente el Doctor Evangélico obtuvo allí el grado
de magister, es decir, un título que le daba el derecho de enseñar. Los maestros
del monasterio fueron gente preparada en París y fueron como los representantes
de la escuela Victorina en Portugal[15].
1.2.2      Composición y distribución de la obra
El intento de precisar y determinar con exactitud la fecha y lugar de la composición
del Opus evangeliorum (nombre que el mismo Antonio le ha dado al conjunto de
sus Sermones) es una empresa difícil.
Antes de la publicación de la edición crítica, a san Antonio se le atribuía una serie
de escritos de dudosa procedencia y ajenos a su estilo, pero gracias al estudio
crítico y científico de la abundante tradición manuscrita se han podido constatar
los dos grupos de escritos: los Sermones dominicales y los Sermones festivos.
Debemos considerar que la composición de los Sermones dominicales podría
datarse entre 1227-1229, y los Sermones festivos entre el otoño de 1230 y su
muerte en junio de 1231, por encargo del Obispo de Ostia, Rainaldo de Jenne.
Los Sermones festivos, a diferencia de los dominicales, no presentan problemas
para fijar la fecha de su composición[16]. Por el contrario, los Sermones
dominicales, debido a la complejidad que presentan en su estructura, parecen
haber requerido de más tiempo de composición. Es posible que con anterioridad
san Antonio haya redactado y reunido material homilético, al cual le pudo dar una
forma definitiva en Padua[17]. Además, no es de extrañar que él mismo se haya
servido de dicho material para preparar su predicación.
La idea que la composición de los Sermones dominicales haya iniciado antes del
establecimiento de san Antonio en Padua es muy posible, pues hay quienes
sostienen que pudo haber completado alguna etapa de su composición cuando se
encontraba en  Francia[18], y hay incluso quien sostiene que fueron escritos en
Portugal, antes de que el Santo se hiciera franciscano[19].
Como sea, los Sermones son los únicos escritos del Doctor Evangélico que se
consideran auténticos. Según el orden y presentación que nos proponen los
editores de la edición crítica, la obra consta de setenta y siete sermones
distribuidos así: cincuenta y tres para los domingos, cuatro para las fiestas de la
Virgen y veinte para diversas fiestas litúrgicas del año[20].

2.     EL SERMÓN ANTONIANO, SU COMPOSICIÓN Y ESTRUCTURA

2.1  Particularidades del sermón

2.1.1      Ambiente de composición
Para acercarnos al contenido de la temática de los Sermones, es necesario que
tengamos en cuenta el ambiente y las condiciones sociales, políticas y culturales
de su composición. En general, el ambiente histórico del tiempo de san Antonio
responde a un clima de movimiento en el que se buscaba la definición y se
comenzaban a señalar los límites de competencia y función en los diversos
ambientes de la sociedad de entonces. Es el tiempo en el que el Imperio y el
Papado luchaban por la supremacía de autoridad, sobre los cuales la sociedad
había formado hasta entonces su conciencia de unidad, pero con la protección de
intereses políticos, económicos y morales, ese ideal de unidad se desvanecía. Era
un tiempo de crisis y renovación para la Iglesia, pues día a día perdía parte de su
señorío temporal y se le exigía más su principado espiritual[21].
Es el tiempo de las nuevas monarquías nacionales, el desarrollo de las
instituciones comunales y los principios de un intercambio comercial. La lucha
entre las ciudades por la expansión y la conquista territorial era sostenida por el
espíritu de hacer la guerra, idea que se realizaba más plenamente organizando o
participando en alguna cruzada.
Era también evidente el progreso y desarrollo de las ciencias jurídicas, la físico–
matemática, la medicina, la filosofía y la teología, enseñadas en las recientes
universidades, como las que se fundaron en París, Inglaterra y el norte de
Italia[22]. Sin embargo, el analfabetismo y el bajo nivel cultural reinaban
fuertemente en muchos niveles sociales (aún en el mismo clero, situación que
también ocasionó su división[23]) que favoreció a los grupos de sectarios, como a
los Joaquimitas y los Valdenses, para difundir sus doctrinas, o a los herejes, como
a los albigenses y los cátaros.
Este es también el tiempo en que aparecen los nuevos movimientos religiosos que
se convertirán en las nuevas Órdenes y sus miembros serán los que llevarán a
cabo un nuevo modo de hacer la pastoral y de darle a la predicación una nueva
forma de expresión, en sustancia, se trataba de una reforma[24]. Ahora, la nueva
manera de concebir la vida evangélica será determinada por los nuevos
seguidores de la vida pobre e itinerante[25].
2.1.2      Contenido de los Sermones
Con la anterior ambientación histórica de fondo podemos considerar, ahora de
modo general, los argumentos que se contienen en los Sermones. La edición
crítica clasifica estos argumentos en tres tipos correspondientes a los principios de
la fe, a las costumbres y a los modos de enseñarlos[26]; es así que en ellos se van
a encontrar argumentos teológicos, argumentos pastorales y argumentos
históricos. En cuanto a los argumentos teológicos, éstos son tomados de la fe y
las costumbres. En nombre de la fe son presentadas las verdades que se deben
creer. Igualmente, en el nombre de las costumbres son presentados los deberes,
preceptos y virtudes.
Para san Antonio, el punto culminante de la doctrina de la fe y las costumbres se
encuentra en los artículos de la fe, en las virtudes y en los premios celestiales. Los
principios de la fe y las costumbres aparecen considerados bajo una visión
cristocéntrica. Por otra parte, se debe señalar que la doctrina del Doctor
Evangélico es principalmente práctica y afectiva, en cuanto que está ordenada al
servicio pastoral y doctrinal de los fieles. Su discurso no es especulativo o
sistemático, por ello que en los Sermones no se podrán encontrar definiciones en
sentido metafísico[27].
Respecto a los argumentos pastorales, éstos se refieren a la manera de enseñar a
los fieles la fe y las buenas costumbres, la manera de hacer y administrar los
sacramentos, lo mismo que el modo de gobernar a los fieles. San Antonio en la
presentación de esos temas utiliza diversas formas: el mandato, la persuasión, la
doctrina, la reprensión y la exhortación[28]. Las frecuentes y duras reprensiones
que dirige el Santo a los clérigos y religiosos, en los Sermones son prácticamente
su doctrina pastoral. Según el género literario de los Sermones, la doctrina va
unida estrechamente a la corrección y por eso, primero enseña cómo deben ser
las costumbres de los clérigos y prelados, que son los principales destinatarios,
para después exponer la doctrina que deben enseñar al pueblo de Dios[29].
Los argumentos históricos se refieren a los hechos y las costumbres  del pueblo.
En los Sermones se encuentran  temas referentes tanto para la sociedad civil,
como para los eclesiásticos. La sociedad civil aparece dividida en diversas clases
de personas: emperadores, reyes, soldados, burgueses; mayores y menores; ricos
y pobres o villanos; comerciantes y juristas[30].
En la Iglesia se distinguen  también diversos niveles de personas: obispos y fieles;
justos o buenos, fieles o cismáticos, herejes, simoníacos y falsos cristianos. En
razón de la forma de vida, los fieles se dividen en: eremitas, claustrales,
penitentes, clérigos, religiosos y seculares. Los fieles, en cuanto penitentes o por
razón de su piedad, pueden ser: contemplativos, predicadores o activos.
En la sociedad eclesiástica, las clases son las siguientes: los prelados, los clérigos
y los religiosos. Los prelados son los obispos, los cuales son predicadores por
razón de su oficio. Los clérigos, son los sacerdotes que guían a los fieles bajo la
dirección del obispo. Los religiosos, son aquellos que habitan en el claustro y
pueden ser monjes, presididos por un abad o pueden ser canónigos regulares,
presididos por un prior. Los religiosos también son llamados penitentes[31].
2.1.3      Destinatarios
San Antonio nos ofrece dos textos en los que se pueden identificar los
destinatarios: uno de ellos presenta a los fieles como destinatarios remotos y el
otro texto presenta a los frailes como destinatarios inmediatos[32]. A sus
hermanos de hábito se refiere y los distingue con el doble título
de lectores y auditores; los lectores son aquellos frailes que, en privado o en
público, leerán los Sermones, tanto en las escuelas como en la predicación
popular; los auditores, en cambio, son aquellos que los escuchan en uno y otro
ámbito, como en una escuela[33].
Otro dato que refuerza la evidente dirección de los Sermones a los hermanos, es
el hecho de que fueron ellos los que le pidieron al Santo que los escribiera. Es
claro que estos hermanos eran los que principalmente se dedicaban al magisterio
y a la predicación[34].
Debemos también evidenciar que los Sermones, debido a su complejidad y
dificultad, están dirigidos de modo particular a lectores doctos o personas cultas,
capaces de comprender la doctrina expuesta en cada uno de ellos[35].
2.1.4      Objetivo y finalidad
Además de estar señalado en los Sermones que son para el honor de Dios y el
bien de las almas, el objetivo principal de los Sermones es el de ofrecer un
subsidio pastoral a los hermanos, o si se prefiere, a los predicadores.
Los Sermones, sin embargo, no se reducen solamente a eso, sino que alcanzan
otras perspectivas como la de ser un instrumento para transmitir la Sacra Doctrina,
un subsidio doctrinal. Por eso, la obra del Santo tiene solamente la forma externa
de un cuerpo de sermones, pero su estructura interna es la de un tratado sobre la  
Sagrada Escritura[36], de ahí que no solamente se reduzca a ser un sermonario,
sino que es toda una obra sobre los Evangelios (opus Evangeliorum), como él
mismo la llama[37].
No obstante el Opus evangeliorum no deja de ser una colección de sermones que
persiguen una doble finalidad: teológica – pastoral. Son el fruto de sus
enseñanzas teológicas a los hermanos[38]. Por consiguiente, los Sermones
dominicales tienen un doble objetivo y finalidad en su composición: escolástico –
pastoral[39].
2.1.5      Características generales
Los Sermones son una obra de gran erudición, como lo demuestra el uso que
hace de la Sagrada Escritura. Igualmente, el frecuente recurso a la doctrina de los
Padres de la Iglesia, teólogos, filósofos y poetas, así como el uso de algunos
textos de Aristóteles y Solino, referentes a ciencias naturales. Todos ellos
demuestran el grado de preparación a la que había llegado nuestro Santo. En
consecuencia, estos sermones nunca fueron predicados de viva voz, sino que
fueron escritos y pensados para las personas a quienes san Antonio enseñaba; es
decir, compuestos especialmente para los profesores y los oyentes, así se deduce
por la manera de conducir el discurso y de argumentarlo. Los temas no están
construidos por silogismos, sino con notas tomadas de las fuentes, como la
Sagrada Escritura, los Santos Padres, etc.
Los Sermones se pueden catalogar como trozos monográficos de temas sagrados
y fundados sobre la Sagrada Escritura, compuestos tanto para el servicio propio
del autor, como para utilidad de los demás. Por lo tanto, no son predicaciones o
sermones en sentido estricto, pues al estar escritos forman parte de un género
literario propio de la época, en el cual, conociendo los destinatarios inmediatos del
discurso, hace uso de la castigatio clericorum hecha para la amonestación de los
clérigos con fines pastorales[40].
Los Sermones están escritos en lengua latina medieval. Ésta, sin poseer la
versatilidad y abundancia del latín clásico, mantiene la variedad y riqueza de
vocabulario de quien había sido instruido en autores clásicos y patrísticos, sin
vulgarismos, con frases ordenadas y estructuradas según las reglas de la época,
sin excesivo ornato literario ni metáforas. En ellos predomina la analogía y el uso
repetido de la concordancia de las palabras[41]. La lengua latina de san Antonio
procede de sus modelos: la Vulgata, los Padres, los autores de compendios de
teología, de ciencias naturales y de sentencias[42]. El estilo del Santo y el modo
de expresarse no es especulativo sino práctico: se compone de imágenes y
figuras, así como le son propuestas por la Sagrada Escritura y la misma
experiencia.
2.1.6      Las fuentes
La fuente principal de los Sermones es la Sagrada Escritura, allí se encuentra la
inspiración del pensamiento de san Antonio y le siguen los escritos de los Santos
Padres. En la Escritura encuentra diversos significados, los cuales interpreta
según dos sentidos bíblicos: un literal o histórico y otro espiritual. El sentido
espiritual, a su vez, se divide en: alegórico, que es el que lleva a la fe; en
tropológico o moral, que guía el comportamiento; y en anagógico o místico, que es
el que eleva a la contemplación[43].
El texto utilizado es la versión bíblica de la Vulgata[44], la cual siempre es
comentada o auxiliada por la Glossa, también es muy citada en los Sermones.
Ambos textos configuran el repertorio usado con mayor frecuencia para conocer la
exégesis patrística y a los autores de la alta Edad Media. Entre los Padres que con
más frecuencia cita, ya sea implícita o explícitamente, se encuentran los
siguientes: Agustín, Gregorio Magno, Jerónimo, Isidoro de Sevilla, Bernardo, y los
florilegios llamados Deflorationes Sanctorum Patrum. Entre otros Padres son
citados también Ambrosio, Juan Damasceno, Orígenes, Beda, etc. En
algunos Sermones cita a Ricardo de San Víctor, a Pedro Lombardo y a Pedro
Camestor. Para interpretar los nombres se sirve, sobre todo, de Isidoro de Sevilla,
de Jerónimo, del Vocabulario de Papías, así como de otros tratados de ciencias
naturales. Los florilegios ofrecían también una gran cantidad de sentencias, citas
literarias de filósofos y poetas así como datos sobre animales, la naturaleza y la
historia[45]. El santo también hace recurso de los escritos bíblicos apócrifos[46].
San Antonio, con cierta frecuencia, utiliza también máximas o sentencias y
poesías de filósofos y escritores paganos, como Aristóteles, Cicerón, Séneca,
Publio Siro, Catón, Horacio, Ovidio, Juvenal, Persio, etc. En los Sermones,
también se pueden encontrar rimas, dichos y proverbios populares de su tiempo.
En cuanto a las ciencias naturales, se detiene en narraciones de cosas y
animales; habla de anatomía, fisiología, zoología, de botánica y de mineralogía,
teniendo como base los textos de las etimologías y los bestiarios, en particular, las
listas que aparecen en algunos escritos de Aristóteles, Solino e Isidoro, en los
cuales no se detiene a comprobar la verdad o falsedad de las narraciones, sino lo
que le interesa es exponer sus significados[47].

2.2  La forma del sermón

2.2.1      El método y la Quadriga


El sermón medieval tomaba su principio en la autoridad de la Escritura, que era la
fuente principal de la teología misma. Este es un principio que san Antonio respeta
en toda su obra[48]. La función del exégeta y del predicador es, en efecto, exponer
la Escritura de manera que la doctrina que ella contiene pueda ser recibida por
todos. Por eso, para lograr el objetivo, san Antonio en sus Sermones sigue un
método que se articula en cuatro pasos: la exposición del texto sagrado; el género
homilético; el uso litúrgico de la Sagrada Escritura, la quadriga; el uso de las
concordancias[49].

 En primer lugar, la exposición del texto sagrado, según su sentido


literal o histórico y los diversos significados espirituales: alegórico,
tropológico y anagógico[50].
 El género homilético, compuesto del prólogo, la exposición del tema
y el epílogo, es el instrumento a través del cual se transmite la
doctrina y se exhorta a conformar la vida de acuerdo con ella[51].
 El uso litúrgico de la Sagrada Escritura, prevé para cada sermón
cuatro temas de la Biblia, llamados Quadriga[52], para ser
expuestos: uno del Oficio Divino, llamada «historia», por estar
tomada del Antiguo Testamento, los otros tres son tomados de la
misa dominical: Introito, Epístola y el Evangelio[53]. «Date cuenta
que la cuadriga tiene cuatro ruedas, así esta obra se compone de
cuatro elementos: los evangelios de los domingos, las lecturas del
Antiguo Testamento que se hacen en la Iglesia, los introitos y las
epístolas de la misa dominical. He reunido estos […] relacionándolos
y concordándolos»[54].
 Finalmente, el uso de la concordancia, que unifica los cuatro temas
de cada sermón, y explica ulteriormente cada tema con base en
sentencias de la misma Escritura. La concordancia, en efecto, es el
género según el cual la Escritura se interpreta a partir de la misma
Escritura[55].

2.2.2      Estructura del sermón dominical


Los elementos que conforman los sermones dominicales son los siguientes: la
proposición del tema, el prólogo, la división y la distinción del tema, su exposición
y el epílogo[56]. En cuanto a la estructura de los sermones festivos, por tener una
estructura muy semejante a los dominicales y quizá más simple, me limitaré a
señalar solamente que este grupo está incompleto, pues, por una parte el
argumento termina simplemente con la fiesta de los Apóstoles Pedro y Pablo; por
otra parte, no existe un prólogo general ni una tabla en la que se señalen las
fiestas a celebrarse durante el año. La técnica que presentan es más libre ya que
su naturaleza y objetivo así lo requieren. Tales sermones no siguen el desarrollo
de la famosa quadriga.

a)    El tema

El tema del sermón está tomado del Evangelio del domingo[57], pero no siempre
es el único, ya que se añaden otros elementos, como la lectura del Oficio nocturno
(llamada “historia”), el Introito de la misa (tomado generalmente del Salmo) y la
Epístola del domingo, es decir la segunda lectura[58].

b)    El prólogo

El prólogo o exordio es la introducción al sermón[59], cuyo tema casi siempre se


toma del Antiguo Testamento y está en concordancia con el tema  del sermón,
tanto por las palabras como por el sentido.

c)     División y distinción del tema

Según sea la división del Evangelio será la división de la “historia” y la Epístola.


Los Sermones están divididos en “cláusulas” y las cláusulas son las partes en las
que está dividido el evangelio, cada una de las cuales constituye un sermón.
Además las historias y Epístolas están divididas en “partículas”; el número de unas
y otras siempre coincide, es decir, según sea el número de cláusulas será el
número de partículas.

d)    Exposición del tema

La exposición del tema o parte central del sermón se hace a través de cinco
pasos[60].

 Los diversos sentidos de la Escritura: Consta de dos formas: el


primero es el nivel llano, llamado literal o histórico y se funda en las
palabras o en los hechos que se narran; el segundo se
llama espiritual y se funda en las cosas que dichas palabras
significan. El sentido espiritual se articula a su vez en tres niveles: el
moral, que forma las costumbres; el alegórico, que instruye la fe; el
anagógico o místico, que impulsa a la contemplación de Dios.
 Autoridades concordantes: La Auctoritas es cualquier sentencia de la
Escritura o de los Padres de la Iglesia[61], así llamada por poseer
fuerza demostrativa por sí misma. En los Sermones, las autoridades
se encuentran principalmente en la historia, en el introito y en la
Epístola de la Misa.
 Doctrina de los Padres: La doctrina de los Padres de la Iglesia
corresponde a la interpretación que los primeros teólogos hicieron de
la Escritura y también los modos con los que realizaron dicha
interpretación[62]. San Antonio sigue la doctrina de los Padres, ya
citando sus sentencias, ya siguiendo el modo como interpretan el
texto bíblico. Los modos son la exposición de la Escritura, según sus
diversos sentidos, de los que ya hemos hablado: literal, alegórico,
moral y anagógico.
 Definición de nombres y descripción de  las cosas y los animales. En
el sermón medieval la definición de los nombres era el primer modo
de exponer el tema[63]. Pero la misma cosa significada por el
nombre debía ser ulteriormente explicada. Las etimologías pueden
ser de dos tipos: las que definen los nombres de las personas y las
que definen los nombres de las cosas. En cuanto a la interpretación
de los nombres de personas, éstos son tomados principalmente de
la Glosa, en cambio, las etimologías de las cosas están tomadas de
la obra de san Isidoro. Las naturalezas de los animales, o
descripción de las cualidades y sus propiedades, se toman del
libro De animalibus de Aristóteles, o del libro Polyhistor de Solino y
del libro anónimo el Physiologo.
 Ejemplos. La ilustración del sermón con algunos ejemplos servía
para confirmar la exposición del tema y se usaban preferentemente
hacia el final del sermón[64]. En sentido estricto debían ser tomados
de la Escritura o de la vida de los santos, pero en sentido lato se
tomaban otros ejemplos de la vida cotidiana, de la historia, la
naturaleza, fábulas, sentencias, descripciones de cosas y de
animales.
 El epílogo. En fin el epílogo es la conclusión del sermón[65]. Se
construye en forma de oración final, en la cual se pide a Dios todo lo
necesario para poder traducir en la vida cotidiana aquello que se ha
predicado y escuchado. El sermón medieval comienza y termina en
Dios.

Recapitulación

Por lo que hasta aquí hemos podido constatar de la figura y obra de san Antonio,
creo que es oportuno considerarlo como un lineamiento de gran valor,
principalmente dentro de la Orden Franciscana, pero sin desconocer lo que
también significa para la Iglesia universal.
En cuanto a la biografía podemos concluir diciendo que, existe una abundante
bibliografía crítica al respecto, que se sostiene sobre todo en las fuentes de la
hagiografía de los siglos XIII y XIV, reconociéndole y otorgándole además a la  Vita
Prima o Assidua, una particular lealtad histórica.
No obstante lo apenas dicho, las fuentes hagiográficas no alcanzan a sostener el
dato de composición de la obra antoniana, es decir, los Sermones que hasta ahora
se han considerado como auténticos, mas, el estudio crítico que la filología ha
hecho de cada uno de ellos, ha permitido a los estudiosos tener la confianza para
profundizar, sacar a la luz y ordenar sistemáticamente algunos de los muchos
temas que ofrece el Opus evangeliorum y en sustancia, el pensamiento de san
Antonio de Padua; temas de teología, de filosofía, de historia, de biología, etc.
Más allá de la simple y rápida lectura de los Sermones, es importante considerar
que para entender el lenguaje, las figuras literarias y el estilo de la obra antoniana,
no se debe ignorar el ambiente de composición, es decir, reconocer que están
escritos bajo la influencia de una época con orientaciones sociales, políticas,
culturales y teológico–religiosas. Además, no se debe desconocer la calidad
cultural de los destinatarios, los objetivos y la finalidad para la que fue compilada
toda la obra.
Por otra parte, la forma del sermón antoniano es compleja en su estructura y difícil
en su lógica, según los esquemas de nuestra metodología; sin embargo, el
sermón antoniano en sí tiene una estructura y trata de seguir una metodología
proyectada por su autor, las cuales permiten identificar y evidenciar, no solamente
los objetivos y la gran variedad de argumentos, sino que también hacen notar la
erudición y capacidad intelectual de nuestro autor. En sustancia, “el Santo de todo
el mundo” fue un erudito de su tiempo y un gran predicador. Vale la pena
conocerlo y darlo a conocer. Hacer eso ¿no sería acaso otro de sus milagros?.

[1]     Además de los datos esenciales y sucintos de la biografía de san Antonio que


nos ofrecen algunas de las ediciones más recientes de los Sermones, entre los
estudios biográficos y cronológicos contemporáneos más completos y críticos que
podemos encontrar, están los siguientes: A. D. Sousa, S. Antonio Canonico
Regolare di S. Agostino; V. Gamboso, Profilo biografico di S. Antonio. Nosotros,
sin pretender abarcar todos los datos historiográficos del Doctor de Padua, nos
limitamos a reportar solamente lo más significativo de su vida, orientados
principalmente por lo que nos refiere la edición crítica y la edición en español de
los Sermones.
[2]   La enseñanza elemental que recibió en la escuela catedralicia de Lisboa, fue
el latín, el canto gregoriano, las bases de la lectura, la escritura y quizá hasta del
cálculo y la gramática; sin duda que todos esos estudios los profundizó y los
perfeccionó cuando entró con los Canónigos Regulares. Cf. A. Pompei, I
Sermones di S. Antonio e la Teologia, p. 758.
[3]   Cf. San Antonio de Padua, Sermones dominicales y festivos, (t. 1), Texto
bilingüe Latín–Español, XXVIII-XXXI.
[4]   Cf. San Antonio de Padua, Sermones dominicales y festivos, XXXII-XXIII.
[5]   Cf. Ibid, XXXVIII-XLI.
[6]   Cf. San Antonio de Padua, Sermones dominicales y festivos, XLI-XLIII.
[7]   «Fratri Antonio episcopo meo frater Franciscus salutem. Placet mihi quod
sacram theologiam legas fratribus, dummodo inter huius studium orationis et
devotionis spiritum non extinguas, sicut in regula continetur» (EpAnt). Se trata de
un argumento delicado para interpretar, debido a las disidencias que entonces se
vivían en la Orden sobre el tema de los estudios. T. Lombardi, considera que la
carta enviada por san Francisco a san Antonio es una manifestación del
consentimiento y de la aprobación para que en la Orden se prepararan los
hermanos a la predicación. Cf. T. Lombardi, Sant’Antonio di Padova maestro di
teologia, p. 812.
[8]   San Antonio de Padua, Sermones dominicales y festivos, II, 5-6.
[9]   La Profesora M. C. Pacheco identifica en la obra de san Antonio algunos
temas de exégesis, antropología y mística, cuyas fuentes principales están en
Filón, Orígenes y Gregorio de Nisa; autores que además desarrollan los tres
sentidos clásicos de la hermenéutica bíblica: literal, moral y anagógico. Cf. M. C.
Pacheco, La formazione intellecttuale, p. 382.
[10] B. Smalley señal que san Antonio, por el modo de interpretar la Sagrada
Escritura en los Sermones, dependió de Gregorio Magno, signo además de que
pudo leer directamente su obra. Cf. B. Smalley, The use of Scripture, p. 287. B.
Costa por su parte distingue que, durante la estancia del Santo en Portugal, sin
duda conoció directamente la obra de Gregorio Magno, al igual que la de otros
Padres como la de Ambrosio, Jerónimo, Orígenes, etc., y las obras que pudo
conocer, consultar o recordar cuando se hizo franciscano, pues con el nuevo estilo
de vida, es decir de itinerante, y de frente a la polémica de los estudios en la
Orden, no era fácil que pudiera haber contado con todas las obras que reporta la
edición de los Sermones; más bien, el autor se pronuncia por la idea de que
durante el período en que completó el Opus evangeliorum, el Santo se sirvió de
recopilaciones, florilegios y manuales que circulaban en la época, como las
Glosas, las Etimologías y las Sentencias; obras que además reportaban, en
sustancia, el pensamiento teológico de los Santos Padres. De este modo, dicho
material hizo llegar indirectamente las obras de los Padres a san Antonio –
repetimos– al  menos durante la redacción de algunos sermones. Cf. B. Costa, Le
fonti dei Sermones, p. 20-22. Este tema también se puede ver en F. Da Gama
Caeiro, Fonti portoghesi della formazione, p. 145-150.
[11] H. Pinto advierte que san Antonio no conocía ni el griego ni el hebreo, por   lo
tanto, el conocimiento que tenía de los autores orientales fue indirecto, a través de
la copia o de las interpretaciones personales. H. Pinto, Il vocabolario dell’Opus
Evangeliuorum, p. 88. Entre esos autores podemos citar a Juan Damasceno que,
posiblemente san Antonio lo conoció a través de las Sentencias de Pedro
Lombardo, el cual fue uno de los primeros en utilizar sus textos, sobre todo el De
fide orthodoxa, traducido por Burgundio de Pisa. Cf. E. Vilanova, Historia de la
teología cristiana, (t. I), p. 605.
[12] Entre los autores que posiblemente conoció a través de recopilaciones o
florilegios, están los siguientes: Aristóteles, Cicerón, Séneca, Publio Siro, Catón,
Terencio, Ovidio, Virgilio, Horacio, Juvenal, Solino, etc. Cf. B. Costa, Le fonti dei
Sermones, p. 23-24.
[13] Cf. G. Leonardi, Fedeltà al testo evangelico, p. 320.
[14] A. Pompei señala que la teología aprendida por san Antonio en el monasterio
de Santa Cruz fue muy completa, ya que el ambiente monástico agustiniano
propició un estudio y una reflexión unitaria, pues, los Canónigos Regulares
supieron combinar muy bien lo metodológico–científico con la experiencia de Dios
en el amor, la piedad, la simplicidad y la humildad. Prácticamente se trata de tres
elementos característicos de la teología monástica que posteriormente se
encontrarán también en la teología franciscana: libertad para relacionar las
diversas metodologías y las síntesis doctrinales vigentes; la humildad, que lleva a
expresarse en una antropología fundamentalmente agustiniana; el amor, al cual se
subordina todo conocimiento. Los resultados obtenidos en el ambiente claustral de
Santa Cruz, sin duda fueron dos: haber fundamentado científicamente la doctrina,
y haber alcanzado una síntesis entre el estudio reflexivo y la piedad. El autor
escribe lo siguiente: “Antonio era stato formato ad una teologia la cui metodologia
e i cui processi di pensiero erano derivati dalle stesse caratteristiche agostiniane
che si ritrovano, rinnovate, nello spirito francescano, dal quale nasce,
esprimendolo, la teologia francescana”. A. Pompei, I Sermones di S. Antonio e la
Teologia, p. 765.
[15] Cf. G. Leonardi, Fedeltà al testo evangelico, p. 320. Al respecto, J. Corte–Real
escribe: “O mosteiro parisiense de S. Víctor ocupa um lugar privilegiado nas
relações com Santa Cruz, e é prova disso a efetiva ligação institucional entre os
dois conventos, a afinidade espiritual comprovada pela presença de mestres
portugueses no mosteiro parisiense e a significativa presença de obras dos
vitorinos na bliblioteca de Santa Cruz. Santo António recebeu larga influência
sobretudo de dois dos mestres do mosteiro parisiense –Hugo de S. Víctor e
Ricardo de S. Víctor. A influência do primeiro reflectiuse na exegese bíblica e a do
segundo na doutrina mística”. J. Corte–Real, A formação cultural de Santo
António, p. 408. J. Châtillon ha hecho una investigación muy interesante sobre el
tema de la relación entre san Antonio y la escuela de los Victorinos. Cf. J.
Châtillon, Saint Antoine de Padoue et les Victorins, p. 171-202.
[16] M. Soalheiro es un autor que, basado en un estudio de la tipología numeral
del llamado “Códice del Tesoro” y de un estudio comparado con la edición de la
Biblia utilizada por san Antonio durante la composición de los Sermones festivi,
concluye con que al menos una parte de ellos fueron escritos en Francia, dejando
de este modo en cuestión, la fecha tradicional propuesta por la Vita Assidua; al
respecto, concluye los siguiente: “Uma coisa é certa e não duvidamos
minimamente em defendê-la apoiados pelos resultados apresentados. Santo
António escreveu os sermões festivos, não em Itália e no final da sua vida, mas
em França e entre 1225-1227”. M. Soalheiro, Cristocentrismo no pensamento
antoniano, p. 375.
[17] Cf. G. Cantini, La tecnica e l’indole del sermone medievale, p. 201-202. La
opinión que los editores de la edición crítica mantienen, es que fueron escritos y
redactados en Padua, aunque la labor de composición haya sido iniciada años
antes de su estancia en Padua, al menos desde su dedicación oficial a la
predicación. Cf. Sermones, I, XXIV. C. Delcorno escribe lo siguiente al respecto: “I
Sermones Dominicales, come è noto, furono rielaborati a Padova nel 1227-1228
servendosi di materiali raccolti nel corso di una non lunga, ma intensa attività di
predicazione”. C. Delcorno, I Sermones antoniani nella predicazione, p. 48. Cf. F.
Costa, Relazione dei Sermoni Antoniani con i libri liturgici, p. 110.
[18] En 1911, uno de los primeros antoniólogos que aceptó y defendió esta teoría
fue F. van Ortroy, el cual reconoció que hubo una redacción de los Sermones
dominicales en Francia, sosteniendo que era imposible que en tan poco tiempo se
lograra la redacción de semejante material, tal y como hasta entonces lo había
sugerido la tradición; al respecto escribe lo siguiente: “Ses sermons dominicaux,
bien authentiques, ne furent point composés à Padoue, où il n’arriva que sur la fin
de l’anné 1229, mais à Limoges, durant l’année 1226”. F. van Ortroy, Les
Sermones Dominicales, p. 315. Esta opinión también la comparte G. Bellincini
quien sostiene que el grueso de la obra la compuso en Limoges en 1226. Cf. G.
Bellincini, Quando e dove furono composti da Sant’Antonio i Sermoni Dominicali,
p. 119.
[19] De esta opinión es R. Manselli quien dice que debido a la ausencia de
referencias franciscanas explícitas en el cuerpo de la obra, los Sermones
dominicales  debieron ser escritos en Coimbra cuando San Antonio aún era
Canónigo regular de San Agustín, pero considerando que después fueron
retocados y revisados en Italia; concluyendo, escribe lo siguiente: “Da quanto si è
detto finora, ritengo di poter concludere, senza mezzi termini, che
questi sermones sono stati scritti in Portogallo, dal teologo e canonico di Coimbra,
come opera rivolta al mondo, nel quale egli viveva, anche se, con probabilità – ma
è un’ipotesi – riveduti in quell’epoca in cui, come altre fonti ci dicono, Antonio
sistemò i sui sermoni. Sermoni, quindi, di un canonico diretti al clero, preparati in
Portogallo, riveduti in Italia”. R. Manselli, La coscienza minoritica di Antonio di
Padova, p. 32. La teoría también la comparte F. da Gama Caeiro, Santo António
de Lisboa II, 412-414.
[20] La edición crítica cuenta setenta y cuatro sermones, ya que los Editores no
cuentan como sermón aparte, el segundo sermón de los domingos I, II, y III de
Cuaresma, sin embargo, si atendemos la distribución del índice en cada uno de
los tres volúmenes, da el número de setenta y siete. Cf. Sermones, I, CXXVIII.
[21] Cf. J. Ayala considera que la introducción del aristotelismo, con la síntesis
filosófico–teológico cristiana, tuvo mucho que ver para que se diera ese paso en la
Iglesia. Cf. J. Ayala, Elocuencia cristiana y teología, p. 672.
[22] Cabe recordar la fecha de fundación de las principales universidades: París,
1200; Oxford, 1209. J. Saraiva considera que los grandes cambios intelectuales,
sociales y políticos del siglo XIII, se debieron a dos grandes factores: a la labor
desarrollada por la instrucción universitaria; y el clima que propició y otorgó el
Concilio Lateranense IV al franciscanismo, para que llevara a cabo la reforma
espiritual de la christianitas. Dicho autor dice que ambos factores son
complementarios pues ayudan a comprender otras situaciones y personajes de la
primera mitad del siglo XIII. Cf. J. Saraiva, La predicazione come mediazione
culturale, p. 132.
[23] Cf. R. Manselli, La coscienza minoritica, p. 32-34. P. Pedone dice al respecto:
“Dalla stessa opera di Antonio è possibile inoltre ricavare una visione della
predicazione ai suoi tempi […] Il Dottore evangelico accenna all’abbondanza della
predicazione dei suoi tempi, anche se l’eloquenza dei prelati molte volte era muta;
[…] la loro incoerenza tra la predicazione e la vita e la ricerca della vanagloria nella
predicazione”. P. Pedone, La tematica liturgica, p. 6-7. J. Leclerq reporta un texto
medieval, de autor anónimo, que expresa muy bien esa situación: “Presbyter
ignorans quamvis sit corpore castus / cesset ab officio donec sit dogmate
pastus”. J. Leclerq, Predicare nel Medievo, p. 9, nota 15.
[24] C. Balic considerando el lugar que ocupaban las Ordenes mendicantes en la
primera mitad del siglo XIII, y tratando de definir la figura de san Antonio en el
contexto histórico, dice lo siguiente: “Antonio di Padova è dunque un teologo, è un
maestro, è un dottore scolastico, ma della scolastica dell’inizio del secolo XIII,
quando appena cominciavano le prime versioni dei principali scritti di Aristotele,
quando la Chiesa era preoccupata che i teologi infondendo troppa acqua nel vino,
non cambiassero il vino nell’acqua, quando gli Ordini mendicanti non avevano
ancora nessuna cattedra nelle università medievali. Antonio è […] un teologo della
teologia oratoria […] non appartiene ai teologi e dottori classici della Scolastica,
perchè ha vissuto prima che quest’ epoca cominciasse, ed è precisamente questo
che ci spiega, al meno in parte, perchè Antonio, superato dai suoi successori,
venne poi dimenticato e oscurato”. C. Balic, Sant’Antonio ‘Dottore Evangelico’ e gli
altri dottori, p. 14.
[25] Cf. G. Leonardi, Fedeltà al testo evangelico, p. 322.
[26] Cf. Sermones, I, LXIV-LXVII.
[27] Cf. Sermones, I, LXIV-LXV.
[28] V. Strappazzon en esta línea de detalles, considera los Sermones como una
obra didáctica y parenética, además escribe lo siguiente: “Elle confère cependant
à l’ouvrage sa caractéristique propre. En effet, la multiplicité et la variété des
éléments qui la composent –explications de textes, exposés doctrinaux,
monologues sous forme de méditation, dialogues, prières, exhortations, invectives,
etc. créent une forte dynamique interne et en font essentiellement une œuvre de
communication. Celleci met en jeu: un ou plusieurs acteurs […] qui font fonction
d’auteurs / orateurs / écrivains; des destinateurs –auditeurs, lecteurs, classes
sociales, membres de l’Eglise–; un message à transmettre; des adjuvants et des
opposants; des moyens propres d’écriture”. V. Strappazzon, Analyse sémantique
des Sermons, p. 487.
[29] Cf. J. Leclercq, La spiritualità dei Sermones antoniani e la sua connessione, p.
213-214; Sermones, I, LXVI.
[30] H. Pinto, considerando el modo cómo san Antonio refleja en los Sermones la
sociedad de su tiempo, escribe: “Dove il vocabolario antoniano si rivela più
medievale, più caratteristico e personale è nelle descrizioni della società coeva […]
il conoscitore profondo dei problemi di tutte le classi sociali: dagli imperatori e dai
papi fino agli emarginati (rivaldi) e alle prostitute, senza dimenticare i prelati, i
religiosi, i sacerdoti, i banchieri e gli avvocati, piccoli artigiani e i contadini,
presenta nella sua opera, scritta nell’autunno della vita, quello che ha visto, ha
sentito ed ha provato, nei piú diversi e ricchi contatti sociali”. H. Pinto, Il
vocabolario dell’Opus Evangeliuorum, p. 82; cf. Sermones, I, LXVI.
[31] Cf. J. Leclercq, La spiritualità dei Sermones antoniani e la sua connessione, p.
212-213; cf. Sermones, I, LXVII.
[32] R. Manselli sostiene que los Sermones no fueron dirigidos a los frailes
menores, pues, considerando que fueron escritos en Portugal, evidentemente que
fueron dirigidos al clero de ese lugar ya que las expresiones que se reflejan en
ellos, manifiestan la necesidad de una renovación y de cambios profundos en la
Iglesia de su tiempo. Además, sostiene que al no ser una serie de sermones
populares, entonces tuvieron que ser dirigidos a una comunidad restringida y de
un nivel cultural más que modesto. Cf. R. Manselli, La coscienza minoritica, p. 29-
32.
[33] Al respecto, C. Leonardi dice lo siguiente: “Come Antonio dice nello stesso
prologo, destinatari diretti sono i frati francescani: sia i predicatori, sia anche gli
alunni della scuola teologica e futuri predicatori, perché allora la teologia, non
ancora divenuta una scienza in senso stretto, era insegnata in maniera retorica; ciò
appare anche da accenni ai predicatori, specie nel prologo dei singoli sermoni, e
dal fatto che riprende spesso i costumi degli stessi prelati e chierici. È questo il
motivo per cui quello di Antonio appare un discorso dotto, scolastico, scritto, e che
spesso racchiude o dà spunti per più prediche al popolo, a secondo delle
cirostanze”. C. Leonardi, Fedeltà al testo evangelico, p. 322).
[34] A este propósito, J. Leclercq refiere lo siguiente: “Il proposito stesso di Antonio
è di scrivere per i predicatori, al fine di agevolarli nella loro attività; –prospettiva
questa affatto assente da coloro che conducevano vita monastica, anche se
capitava loro di predicare dentro e fuori delle proprie comunità. Salvo eccezioni,
essi mirano alla vita spirituale stessa dei loro lettori e non alla loro attività
apostolica e pastorale […] scrive per un pubblico di lettori che sono predicatori
come lui, incaricati della sua stessa attività, e non, come i monaci, ad altri monaci
che conducono la vita claustrale”. J. Leclerq, La spiritualità dei ‘Sermones’
antoniani e la sua connessione, p. 210. 216.
[35] F. da Gama Caeiro considerando que los Sermones están lejos de ser leídos
y entendidos por el común de los fieles debido a su dificultad, escribe lo siguiente:
“os Sermões deixados pelo Santo são de tipo douto, próprios para serem lidos ou
ouvidos por pessoas cultas, pelo menos aptas a apreender a doutrina exposta
com elevação e sob aquela forma condensada; estes Sermões, reproduzidos e
desenvolvidos pelos seus destinatários, poderiam originar depois sermões de tipo
popular, isto é, destinados às massas de fiéis, no género dos que, na sua maior
parte, o próprio Santo teria pregado durante o seu apostolado através dos estados
da Itália e da França”. F. da Gama Caeiro, Santo António de Lisboa, (t. I), 185.
[36] S. Doimi hace notar el acuerdo que existe entre los antoniólogos por
considerar que el género de los Sermones está dentro de la homilética, pero
también hace notar las diferencias que existen entre ellos, por definir la obra como
un comentario de la Escritura o como un manual de teología;  ante tal situación, el
autor intenta dar una descripción de lo que son los Sermones: “Spiegazione
mistica dei Vangeli domenicali, secondo lo schema del sermone solenne in uso nel
sec. XIII, perchè servisse, in modo particolare per i Frati Minori, come
preparazione, prossima e specialmente remota, alla predicazione”. S. Doimi, Le
scienze naturali, p. 455.
[37] Cf. Sermones, I, XLIX-LI.
[38] C. Leonardi refiriéndose a este punto dice lo siguiente: “Già si sa che
i Sermones non sono il risultato di reportationes delle sue celebri e trascinanti
prediche al popolo, non sono resoconti stenografici e neppure la loro sistemazione
a posteriori, come non sono la sistemazione di appunti preparatori. Sono piuttosto
una serie ragionata di prediche – modello per i frati. È l’insegnamento teologico
concepito come svolto sì sulla Bibbia, come è ancora ogni insegnamento teologico,
ma tradotto in schema omiletico”. C. Leonardi, Il Vangelo di Francesco, p. 301. Por
su parte, V. Strappazzon escribe: “[…] les Sermons ne sont pas la juxtaposition de
matériaux exégétiques et théologiques préexistants; a mis le fruit d’une synthèse
personnelle et originale qu’Antoine, apis parva et maioris laboris, a su construire à
partir de ses connaissances antérieures, de son expérience religieuse et spirituelle
de Frère Mineur, de son enseignement aux frères et de son action pastorale
auprès du peuple chrétien”. V. Strappazzon, Analyse sémantique des Sermons, p.
498-499.
[39] Cf. Sermones, I, XLIX.
[40] Cf. Sermones, I, LII-LIII.
[41] H. Pinto describe el estilo del lenguaje de Antonio así: “Il Santo usa un
linguaggio duro, chiaro e diretto senza eufemismi, ma allo stesso tempo semplice,
con riguardo ai probabili lettori ed ascoltatori. Anche se non manca la parola
propria, tecnica, che fa diventare più chiaro e comprensibile il testo, egli non
sdegna di tradurla nel ‘volgare’, in una specie di definizione”. H. Pinto, Il
vocabolario dell’Opus Evangeliuorum, p. 82.
[42] Cf. Sermones, I, LVI.
[43] Cf. Sermones, I, LXVIII.
[44] M. Soalheiro, considerando que san Antonio compuso una parte de
los Sermones durante su estancia en Francia, y basado en los estudios que se
han hecho sobre la numeración y división en capítulos de los textos bíblicos,
presente en algunos de los Sermones del “Códice del Tesoro”, sospecha que el
Santo pudo haberse servido de una edición preparada por la Universidad de París,
conocida precisamente como la “Biblia París”. Dicha edición fue el resultado de un
intento por unificar la variedad de divisiones que tenía la Vulgata en sus capítulos,
a fin de facilitar el estudio y las lecciones, pues los profesores y los estudiantes
que llegaban a la Universidad procedían de diversos lugares, y en consecuencia,
las diferencias de la numeración interna de sus Biblias eran sustanciales y
diversas. Para 1220 dicha edición ya circulaba en toda Francia, y considerando
que entre 1225 y 1227 el Santo de Padua estuvo en el sur de ese país, sostiene el
autor que, era imposible que no haya conocido y usado ese nuevo instrumento de
trabajo, aunque ciertamente, la edición que tuvo entre sus manos estaba todavía
en un estadio rudimental, muy diversa a las versiones que circulaban por el resto
de Europa. M. Soalheiro, Cristocentrismo no pensamento antoniano, p. 367-369.
[45] Cf. Sermones, I, LXVIII-LXIX.
[46] C. Delcorno señala: “Con una libertà che fose avrebbe sorpreso i maestri della
sua giovinezza, Antonio rivolge la sua attenzione anche ai materiali apocrifi,
soprattutto nella stesura dei Sermoni festivi, per loro natura adatti a pause e
divagazioni agiografiche”. C. Delcorno, I Sermones antoniani nella predicazione
del duecento, p. 71.
[47] Cf. Sermones, I, LXX-LXXI.
[48] Es común la opinión entre los antoniólogos, considerar que el Santo compuso
su obra respetando esencialmente la técnica que se usaba en aquella época, es
decir el modelo escolástico y las numerosas artes predicandi, y que desde mucho
tiempo atrás se venía delineando y difundiendo sobre todo por la influencia de la
Universidad de París; cf. A. Pompei, I ‘Sermones’ di S. Antonio e la Teologia, p.
767-768; F. Frias, Lettura ermeneutica, p. 156; B. Smalley, The use of Scripture, p.
289.
[49] Cf. Sermones, I, XLVI-XLVII. Algunos autores han tratado de ver en el método
exegético de la quadriga, la parte más original de la obra del Doctor Evangélico; T.
Lorenzin por ejemplo, dice que la estructura del sermón antoniano no es original,
por ser la misma que se enseñaba en las escuelas, en cambio, la concordancia
entre las cuatro partes de la oración litúrgica del día, es decir la quadriga, es el
aporte original de Antonio (cf. Id. “Spunti di esegesi rabbinica”, 375). Ha opinado lo
mismo L. Gonzaga, “La Sacra Scrittura”, 41. 58. G. Leonardi opina en modo
diverso, pues dice que la quadriga no era un método nuevo, ya que en 1217, el
padovano Arsegino había compuesto un tratado con el título Quadriga, utilizando
la misma imagen del carro de Elías, para indicar que entendía elevar a los
discípulos a las cargas públicas. Cf. G. Leonardi, Fedeltà al testo evangelico, p.
323. Por otra parte, C. Delcorno ve la originalidad de la obra de san Antonio en la
añadidura del elenco themata sermonis. Cf. C. Delcorno, I Sermones antoniani
nella predicazione del duecento, p. 59. Smalley ve, por su parte, la originalidad de
la obra del Santo en el uso de las concordancias, pues parece que no existe
ningún precedente literario. Cf. B. Smalley, The use of Scripture, p. 285-286.
[50] C. Leonardi dice lo siguiente respecto a los criterios de exposición: “La
tradizione esegetica gli forniva i due criteri della lettura letterale e spirituale, questa
a sua volta nelle tre dimensioni allegorica, morale ed escatologica. Antonio li
conosce bene, e li cita, fin dal prologo. Del senso letterale fa largo uso, ma un uso
meramente strumentale. Tra quelli spirituali, quello escatologico è quasi del tutto
trascurato, e quello allegorico viene usato, anche frequentemente, ma solo quanto
basta al suo interesse centrale, più volte dichiarato, che è quello morale”. C.
Leonardi, Il Vangelo di Francesco, p. 311.
[51] Cf. Sermones, I, XLVI-XLVII.
[52] J. Bougerol describe su contenido: “La Quadriga antoniana è una
compilazione nella quale sant’Antonio ha disposto due classi di materiale: il
materiale dei sermoni già preesistenti, e il materiale che ha scritto per questa
opera”. J. Bougerol, La struttura del sermo antoniano, p. 102-103. Por otra parte,
C. Delcorno considera la Quadriga como un programa ambicioso: “Il programa di
Antonio è particolarmente ambizioso poiché, rinunciando ad un uso illimitato delle
concordanze bibliche, egli si impegna a commentare i vangeli dominicali quasi
esclusivamente mediante l’uso di rimandi alle letture liturgiche:
le historiae veterotestamentarie del Mattutino, l’epistola e l’introito della Messa”. C.
Delcorno, I ‘Sermones’ antoniani nella predicazione del duecento, p. 48.
[53] R. Manselli dice en  una nota que, el uso de la Quadriga era una técnica que
ya se conocía con anterioridad pero por el uso que le da San Antonio en
sus Sermones, es decir personal y constante, le vale para ser considerado un
innovador en esa técnica. Cf. R. Manselli, S. Antonio di Padova e la prima
predicazione francescana, p. 9.
[54] Sermones, I, 3.
[55] Prácticamente este punto representa el método usado por san Antonio en
los Sermones, pues como señala A. Pompei, el Santo conocía el uso que le
habían dado a la Sagrada Escritura los maestros escolásticos como Bernardo y
los cistercienses, que más que exponer y usar libremente el texto bíblico, como
fuente de inspiración y no como texto para citar ad literam, el Santo Doctor prefirió
el método de las concordancias, es decir, acumular citaciones verbales de otros
versos entorno al que está comentando. Cf. A. Pompei, I ‘Sermones’ di S. Antonio
e la Teologia, p. 768-769. Cf. B. Smalley, The use of Scripture, p. 289-296.
[56] Cf. Sermones, I, LVII-LXIII.
[57] Cf. Sermones, I, LVII. Hay algunas excepciones, como los siguientes
sermones: Dominica in septuagesima, In die pentecostes, In Dominica III de
Adventu.
[58] C. Delcorno dice que este elemento dentro del esquema del sermón
antoniano, no obstante al estar apegado a los esquemas tradicionales, es una
verdadera novedad que le permite al predicador ir con rapidez a buscar los
elementos necesarios para su predicación, pues se trata de una tabulación con los
argumentos que se pueden predicar, según lo requiera la ocasión. Con este
método, el Santo se adelanta al siglo, pues a mitad del siglo XIII fue seguido por
otros autores. Cf. C. Delcorno, I ‘Sermones’ antoniani nella predicazione del
duecento, p. 47. 59.
[59] Cf. Sermones, I, LVII-LVIII. Debemos notar que el prólogo es un elemento que
no se encuentra únicamente al inicio de cada sermón del Opus evangeliorum, sino
que también existe un prólogo general con el que san Antonio introduce toda la
obra, el cual, evidentemente debió escribir cuando ya la obra estaba a punto de
ser terminada, de modo que el sistema de concordancias en él descrito, se verifica
sólo en los sermones después de Pentecostés, porque son, quizá, los sermones
más recientes y mejor logrados técnicamente. Cf. G. Bougerol, La struttura del
‘sermo’ antoniano, p. 94.
[60] Cf. Sermones, I, LIX-LXIII.
[61] Cf. Sermones, I, LX.
[62] Cf. Sermones, I, LX-LXI.
[63] Cf. Sermones, I, LXI-LXII.
[64] Cf. Sermones, I, LXII.
[65] Ibid.
 

FUENTE: SAN ANTONIO DE PADUA, SU FIGURA Y LOS SERMONES. –


Espíritu y Vida: Teología y espiritualidad franciscana (wordpress.com)

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