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NO DESPERDICIES TU VIDA

Les agradecería que tuvieran a mano la guía de citas bíblicas. Una vez leí una frase que decía:
«La vida es demasiado valiosa para desperdiciarla». Pero ¿cómo evitarlo? ¿Qué hacemos para no
desperdiciar la vida? Pues la Biblia nos dice cómo en Efesios 5:15-17. Leámoslo juntos en voz
alta: «Así que tengan cuidado de su manera de vivir. No vivan como necios sino como sabios.
Aprovechen al máximo todas las oportunidades de hacer el bien, porque los tiempos son malos.
No sean imprudentes, sino traten de entender lo que el Señor quiere que hagan».
Quizá convenga que subrayen la frase «tengan cuidado». Dice «tengan cuidado de su manera de
vivir». Ahora bien, lo contrario de «tener cuidado», ¿qué es? Ser descuidado. Dice que no
debemos ser descuidados. La palabra griega literalmente significa: «no vayan por la vida a los
tropezones; no se dejen llevar de aquí para allá, a la deriva; no vivan sin rumbo». Piénsenlo a
fondo. Sepan para qué están aquí. Conozcan su propósito. Dice que debemos ser sabios y
aprovechar al máximo todas las oportunidades, y termina diciendo “que tratemos de entender lo
que Dios quiere que hagamos”. Con toda sinceridad, ¿cuántos realmente desean saber lo que
Dios quiere que hagan con su vida? ¿Cuántos podemos suponer que seamos? Creo que la
mayoría, si no todos los presentes. Bueno, estas en el lugar corrector, porque comenzando la
semana que viene, y durante 40 días, consideraremos detenidamente lo que Dios quiere que
hagas con tu vida. El pasaje dice que no seamos necios sino sabios: «Entiende lo que Dios quiere
que hagas con tu vida». A continuación, veremos los cinco propósitos que Dios ha creado para ti.
Será una jornada excepcional

Desearía que por unos segundos consideráramos tres preguntas importantes para la vida. Las
encontrarán con las citas bíblicas: ¿Qué quiere Dios? ¿Qué implica? y, ¿Por qué habría de
hacerlo? En realidad, estas son, al fin y al cabo, las tres preguntas básicas de la vida.

Pregunta 1: ¿Qué quiere Dios de mi vida?


¿Qué significa esto? ¿Qué se requiere? ¿Qué implica y por qué habría de hacerlo?
Consideraremos esto hoy. En primer lugar, ¿qué quiere Dios de ti? Pues, de la lectura de la
Biblia, podemos resumirlo en unas pocas palabras. Toma nota: Quiere toda tu vida. Quiere mi
vida por entero. No hay ni un solo versículo en la Biblia –ni uno solo– que diga que se puede ser
cristiano y vivir como se nos dé la gana. No hay tal versículo. Dios quiere todo de ti. No quiere
un 10 por ciento, ni un 50 por ciento, ni siquiera el 99 por ciento: quiere toda tu vida por entero.
Ahora bien, Dios es muy claro al respecto: no hay ningún misterio en ello. Veamos lo que la
Biblia dice en Romanos 6:13: «Entréguense a Dios completamente porque su vida se ha
renovado; que todo su cuerpo sea un instrumento para hacer lo justo para la gloria de Dios».
Subrayen la palabra «completamente» y la frase «todo su cuerpo». La entrega es completa. C. S.
Lewis dijo en cierta ocasión: «Lo único que el cristianismo no puede ser es ser medianamente
importante». Si realmente es verdad, merece todo lo que tienes. Si no es verdad, ustedes no
deberían estar aquí. El cristianismo no puede ser medianamente importante, de ningún modo. Es
todo o nada. O es verdad, y eso será determinante para el resto de tu vida, o descártalo de plano y
haz lo que se te antoje. Todavía hay muchas personas que están intentando nadar entre dos aguas.
No se deciden y dicen: «Bueno… no sé qué quiere Dios que yo haga». Veamos lo que nos dice el
siguiente versículo: «Esto es lo que el Señor tu Dios te pide que hagas: Respeta al Señor y haz lo
que te ha mandado. Ámalo. Sirve al Señor tu Dios con todo tu ser». Nuevamente esa frasecita,
«con todo tu ser». Hay muchas personas vacilantes, indecisas. Dicen: «Bueno, serviré a Dios en
mi tiempo libre». Es como si la vida fuera un pastel: tengo una vida social, tengo una vida
profesional, por aquí tengo mi vida sexual… y, ¿saben? tengo una vida familiar… por aquí mi
vida cuando me retire, y por aquí tengo mi vida espiritual. Como si la vida espiritual fuera una
porción de pastel. ¡Qué idea tan equivocada! Todo el pastel es de Dios. Él quiere decidir qué
hacer con todo el pastel. No quiere que lo encasilles y que tú le digas: «Mira, Dios, te daré el 10
por ciento de mi vida». Dios quiere todo. Quiere todo tu ser. Ahora bien, hay un mito según el
cual podemos hacer todo lo que queramos y tener todo lo que queramos. Pero no es cierto.
Debemos entregárselo todo a Dios. Consideremos el siguiente versículo. Leámoslo juntos en voz
alta: «Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá
mucho a uno y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas». Quiero
que subrayen la frase «no se puede». No dice «no deberían» servir a Dios y a las riquezas; dice
que «no se puede» servir a Dios y a las riquezas. Es imposible. ¿A qué se refiere? Dice que es
imposible tener dos prioridades que ocupen el primer lugar en tu vida. Sólo puede haber una
prioridad, todo lo demás debe ser segundario, en tercer, cuarto, y quinto lugar. No puede haber
dos prioridades “primarias”, dos cosas ocupando el primer lugar. Ahora bien, puede haber
muchísimas otras cosas aparte de las riquezas desplazando a Dios del primer lugar en tu vida. El
trabajo puede usurpar el primer lugar que le corresponde a Dios; el entretenimiento, los deportes,
las aficiones pueden desplazar a Dios del primer lugar; y los amigos… y los trabajos escolares…
y las salidas con tu pareja… y aun tu propia familia puede desplazar a Dios del primer lugar en
tu vida. Pero la Biblia dice que no se puede servir a la vez a Dios y a otras cosas. Él dijo: «Lo
quiero todo. Quiero estar completamente a cargo de tu vida». La pregunta, entonces, es: «¿Qué
cosa ocupará el primer lugar en tu vida?» ¿Tu meta prioritaria será desarrollar una carrera
profesional? ¿Tu objetivo primario en la vida será tener una familia? ¿Acaso tu prioridad en esta
vida será ahorrar para la jubilación? ¿La meta prioritaria de tu vida será gozar de buena salud?
Entendámonos, todas estas cosas están bien. En realidad, Dios mismo las creó. Dios les ha dado
su visto bueno, en tanto no ocupen el primer lugar. Dios dice: «No tendrás otros dioses además
de mí» y cualquier cosa que ocupe el primer lugar en tu vida es un dios. Siempre que haya algo
en tu vida ocupando el primer lugar, si no se trata de Dios, es un ídolo. Dios dice que eso está
mal. Dice: «Quiero ser el número uno en tu vida, tener la prioridad, para que todo lo demás
adquiera su justa medida». Él dice: «Daré sentido a todo el conjunto». En cierta ocasión, Jesús
narró una historia al respecto. En realidad, no se trató de una historia sino de algo que pasó en su
vida. Mientras caminaba por las calles de Jerusalén un hombre se le acercó y Jesús le dijo:
«Sígueme» y el individuo le dijo: «Cómo no, te seguiré. Pero, Señor, deja que primero me ocupe
de algunas cosas que tengo que hacer». De nuevo esa frasecita: «Señor, deja que primero…» Es
una contradicción. No se puede decir al mismo tiempo «Señor» y «Deja que primero yo». Si
decimos «deja que primero yo», él no es nuestro Señor. Él no está a cargo. Él no ocupa el primer
lugar. Por lo tanto, debes decidir quién será el señor de tu vida: ¿Tú o Dios? ¿Le darás el primer
lugar a Dios o lo ocuparás tú? Permíteme hacerte una pregunta muy personal: ¿En qué ámbito de
tu vida estás diciendo «primero yo»? Sabes, hasta los cristianos hacen esto. ¿Cuándo dicen:
«Dios, viviré para ti, pero deja que primero encuentre con quién casarme… Dios, viviré para ti,
pero deja que primero termine mis estudios… Dios, realmente te serviré, pero deja que primero
mis hijos se vayan de casa... Dios, te serviré con todo, haré todo lo que sea necesario, pero deja
que primero logre tener autonomía financiera… Deja que primero termine de pagar la hipoteca...
Deja que primero desarrolle mi carrera profesional… Deja que primero financie los estudios
universitarios de mi hijo». Pero Dios dice: «Si yo no soy lo primero, nada de esto está en su justa
perspectiva». Jesús nos relató una historia. Dijo que «es como un rey que preparó un banquete y
mandó a los siervos que llamaran a los invitados porque el banquete maravilloso ya estaba listo;
pero los invitados comenzaron a disculparse». Este pasaje no está con sus citas. Si miran el video
en la pantalla verán que dice «todos, sin excepción, comenzaron a disculparse» (esta cita es de
Lucas 14). «El primero le dijo: “Acabo de comprar un terreno y tengo que ir a verlo. Te ruego
que me disculpes.” Otro argumentó: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes, y voy a
probarlas. Te ruego que me disculpes.” Otro alegó: “Acabo de casarme y por eso no puedo ir.”»
Ahora, piénsenlo. Estos tres individuos habían sido invitados por el rey a un banquete, y todos se
disculparon. El primero usó su riqueza como excusa: acabo de comprar un terreno y tengo que ir
a verlo. El segundo, usó su trabajo como excusa: tengo que ir y arar el campo. El tercero, usó a
su mujer como excusa: me acabo de casar. Tengo una pregunta para ti: ¿Qué excusa le das a
Dios para quedarte en el primer lugar? Señor, déjame que primero haga esto, y luego estaré a tu
entera disposición… Déjame que primero haga esto, y luego seré enteramente tuyo...
Permítanme que les diga un secreto: Si ponen a Dios en el primer lugar en su vida, Dios se
encargará del resto. Consideremos el siguiente versículo. En Proverbios 3:6, la Biblia nos
promete: «En todo lo que hagas (en todo), pon a Dios en primer lugar, y él te guiará y (lean
conmigo) el éxito coronará tu esfuerzo». No conozco nadie que no desee tener éxito. ¿Quieres
tener éxito? La Biblia nos dice cómo, aquí mismo: «En todo lo que hagas, pon a Dios en primer
lugar». «En todo lo que hagas, pon a Dios en primer lugar y él te guiará y el éxito coronará tu
esfuerzo». ¿Has estado intentando vivir la vida cristiana a tiempo parcial? La primera pregunta
de la vida es: ¿Qué quiere Dios? Quiere toda tu vida. Y siempre que vaciles, perderás. Miren
esto. Dramatizacion.

¿Qué quiere Dios? Está bien claro: quiere todo de ti. No quiere sólo una parte, te quiere por
entero.
Pregunta 2: ¿Qué se requiere?
¿Qué se requiere para no desperdiciar la vida? ¿Qué implica convertirme en todo lo que Dios
quiere que sea? ¿Qué debo hacer para desarrollar todo mi potencial al máximo? Lo diré en una
sola palabra. Es una palabra que no les va a gustar, una palabra nada popular. Nos corre un
escalofrío cuando la escuchamos. No nos gusta nada, nada. Se trata de la palabra «disciplina».
Puedo escuchar un quejido por todos lados. Anoten este versículo: Proverbios 10:17. Proverbios
10:17 dice: «El que atiende a la corrección [o a la disciplina] va camino a la vida; el que la
rechaza se pierde». No es posible ser discípulo sin disciplina. Ambas palabras van juntas:
discípulo y disciplina. No puedes ser discípulo de Jesús sin disciplina. Fíjense lo que dice la
Biblia, en 1 Timoteo 4:7, «Más bien disciplínate a ti mismo para la piedad ». Entonces, ¿qué es
la disciplina? Digámoslo en dos palabras: disciplina es la gratificación diferida. Eso es todo.
Gratificación diferida. La disciplina consiste en hacer ahora lo difícil, a fin de disfrutar los
beneficios después. Ahora bien, algunos de ustedes ni siquiera necesitan esta definición, porque
son increíblemente disciplinados. Son muy disciplinados en su trabajo y en su profesión. Tienen
un plan diario, son siempre puntuales, son aplicados en sus hábitos laborales. Algunos son muy
disciplinados con respecto al ejercicio físico. No se pierden una sesión en el gimnasio. El
ejercicio físico está incorporado a su rutina, a sus costumbres. Algunos nunca se pierden su
programa favorito de televisión. Es decir, ni se les pasaría por la mente perdérselo. Y, por
supuesto, la mayoría de nosotros nunca nos perdemos una comida. ¡Uhhh! No me he perdido una
comida en años. En muchos años. En algunos aspectos de la vida somos muy disciplinados.
¿Saben en cuáles? Somos disciplinados para aquellas cosas que queremos serlo. Las cosas que
nos importan, las hacemos. ¿Qué pasaría si fueran tan disciplinados para tener un devocional
diario como lo son para no perderse una comida? ¿Qué sucedería si fueran tan disciplinados en
servir a los demás como lo son para levantarse todos los días para ir a trabajar? ¿Qué ocurriría si
fueran tan disciplinados para asistir a la iglesia como lo son para ver ese programa televisivo que
nunca se pierden? ¿Saben?, hay otra palabra para disciplina. Esta palabra nos gusta un poco más,
así que la pueden usar –les doy permiso–. Es la palabra «hábitos». Los hábitos son,
sencillamente, una disciplina, y ustedes son la suma total de sus hábitos. Díganme lo que hacen
habitualmente y les diré cuál es su carácter. Si dices habitualmente la verdad, eres íntegro. Si
eres habitualmente fiel a tu pareja, eres una persona fiel. Se trata de lo que haces vez tras vez sin
siquiera pensarlo dos veces. Si es un hábito, está integrado a tu vida; y los hábitos diseñan,
forman, controlan y permiten desarrollar toda nuestra vida. Si deseas cambiar tu vida, lo único
que tienes que hacer es cambiar tus hábitos. Ahora bien, uno de lo principales objetivos de estos
40 Días con Propósito, que comenzaremos la semana que viene, es ayudarlos a desarrollar
algunos hábitos espirituales nuevos. Prestemos atención a lo que dice la Biblia en 1 Timoteo 4:7
(en otra versión): «Más bien, ocupa tu tiempo y energía ejercitándote para estar espiritualmente
en forma» Ejercítate espiritualmente. Es decir, hay ejercicios que podemos practicar para
mantenernos espiritualmente en forma, así como hay ejercicios que hacemos para estar
físicamente en forma. Permítanme mencionar dos. El primero es lo que llamo “la disciplina de
despojarse”. La disciplina de despojarse significa que debes dejar de lado algunas cosas, porque
no puedes continuar acumulando cosas en tu sobrecargada agenda si no dejas de hacer otras.
Hebreos 12:1 Dice –leamos juntos este versículo que tienen en sus hojas–: «Despojémonos de
todo peso que nos retiene, en especial del pecado que con tanta facilidad estorba nuestro
progreso» Me gustaría que subrayaran dos palabras: la palabra «peso» y la palabra «pecado».
Dos cosas son las que te frenan. Dos cosas son las que te impiden ser todo lo que Dios quiere que
seas. Dos cosas son las que limitan tu potencial en la vida. Dos cosas son las que te hacen
desperdiciar el tiempo. Él nos dice: «Debes despojarte de estas cosas»: de los «pecados» y de los
«pesos». Por supuesto, ustedes saben lo que es el pecado: quebrantar alguno de los
mandamientos de Dios. Pero ¿qué es un peso? Pues, un peso es algo que sin ser malo en sí, no es
necesario. ¿Has pensado en esto? Algunas cosas en la vida no son necesariamente malas, pero
tampoco son necesarias. Un peso puede ser cualquier cosa. Puede ser una relación, pueden ser
expectativas, puede ser una actividad, puede ser un club, puede ser un recuerdo que no deseamos
olvidar, puede ser un temor, puede ser un trabajo. Hay miles, o cientos de miles, de diferentes
tipos de pesos. Y la Biblia dice: «para crecer, debo aprender a decir que no». No se puede decir
que sí a todo. Debes decir «no» a algunas cosas. Con frecuencia debes decir «no» a cosas buenas
a fin de tener tiempo para cosas mejores. Debes decir «no» a cosas que no son malas en sí. En
realidad pueden ser bastante buenas, pero dices «no» porque hay un límite a lo que se puede
hacer y tener. Una de las razones por las que tanto nos cuesta despojarnos de ciertas actividades
es porque nuestra identidad está asociada a ellas. Pero si de verdad deseas cumplir tu propósito
en la vida, como vamos a considerar más adelante, debes darle cabida a Dios en tu vida. Y para
darle cabida a Dios en tu vida, necesitarás cortar con algunas cosas –con algunas cosas buenas–.
No nos referimos a ningún pecado sino a algunas cosas buenas. Quiero ser franco con ustedes.
Como su pastor, me preocupo por ustedes. Me preocupo por la gente de nuestra iglesia. No
pueden seguir sobrecargando su agenda. Y la mayoría de ustedes, a quienes conozco
personalmente –conozco la vida que llevan–, ya tienen demasiadas cosas que hacer. Tienen sus
vidas demasiado ocupadas. Y ahora estamos aprontándonos, la semana que viene y durante 40
días, para agregar tres nuevos hábitos a su agenda. Una lectura devocional diaria de 15 minutos,
para ayudarlos a entender los propósitos de Dios para su vida; una reunión semanal en grupos
pequeños, durante seis semanas para ayudarlos a entender el propósito de Dios para su vida; y un
versículo semanal para memorizar, que posiblemente les lleve unos cinco minutos y que los
ayudará a entender el propósito de Dios para su vida. Lo digo ahora, como pastor preocupado por
ustedes: necesitan decidir ahora mismo qué dejarán de hacer antes de comenzar los 40 Días con
Propósito. Sólo podemos tener un número limitado de cosas entre manos… quien mucho abarca,
poco aprieta. Si piensan que por encender una vela de ambos lados tendrán más luz, no son muy
listos. Sus vidas se desbordan de ocupaciones, pero no todo en la vida tiene el mismo valor. Por
ello necesitan preguntarse: «¿Qué debo dejar de hacer?» Siempre que anotes una nueva actividad
en tu calendario, en ese mismo instante deberías plantearte: «¿Qué voy a dejar de hacer para
hacer esto?» Siempre que adquieras un nuevo hábito, una nueva afición, un nuevo compromiso,
deberías preguntarte: «¿Qué dejaré de hacer?».Hay algunas cosas que deberías dejar de hacer.
Hay otras que deberías diferir, porque no todas son urgentes. No son malas, pero hay cosas más
importantes que otras y que deberías hacer si quieres crecer espiritualmente. Y debes estar
enterado. A lo mejor necesitas ver una hora menos de televisión durante 40 días. Sé que esto
podría producir un infarto en algunos, no estoy seguro. Puedes ir a tu casa y ver qué pasa con la
serie Moises o puedes venir a un grupo y hacer nuevos amigos. No sé qué preferirás. Si prefieres
quedarte en tu casa y ver Moises, tienes un problema. Necesitas plantearte: «¿Qué otra cosa voy
a dejar de hacer, entonces?». A lo mejor necesites acostarte 15 minutos antes todas las noches
durante 40 días, para levantarte 15 minutos más temprano y poder tener tu lectura devocional. Lo
que no puedes hacer es seguir agregando compromisos. Para algunos, quizá esto que diré a
continuación les resulte una herejía. A lo mejor necesitas hacer menos ejercicio físico y
ejercitarte espiritualmente durante 40 días. Porque un día tu cuerpo se enfermará y morirás, pero
tu espíritu seguirá para siempre. La Biblia nos dice que debemos dedicar tiempo y esfuerzo para
ejercitarnos espiritualmente. Dar prioridad a Dios en nuestra agenda tiene un precio, pero la
recompensa bien vale la pena.
Bien, todavía hay otra disciplina que debemos considerar mientras nos preparamos para estos 40
Días. Se trata de la disciplina de «lo primero, primero». Encontramos un buen ejemplo de esto en
el versículo que tienen en sus hojas, Lucas 10:40-42. Nos habla acerca de unos amigos de Jesús,
de María y Marta, que eran hermanas. Jesús estaba de visita en su casa. La Biblia dice que
«Marta… se sentía abrumada porque tenía mucho quehacer ». Detengámonos aquí. ¿Se
identifican con Marta? Marta estaba abrumada porque tenía mucho quehacer. No tenía un
planificador de tareas. Entonces, se acercó a Jesús y le preguntó: «Señor, ¿no te importa que mi
hermana me haya dejado sirviendo sola? ¡Dile que me ayude!» Porque, ¿saben? María
tranquilamente se había sentado a los pies de Jesús. Pero el Señor le contestó: «Marta, Marta
estás inquieta y preocupada por muchas cosas»; en otras palabras, sufría de síndrome de falta de
atención espiritual. Jesús agregó «pero sólo una cosa es necesaria» (subrayen la frase “sólo una
cosa”) y María ha escogido la mejor [parte]». ¿De qué habla? ¿A que se refiere Jesús? Jesús dice:
«Si se trata de pasar un momento conmigo o de lavar los platos, la opción es clara. Si se debe
elegir entre ordenar la casa, preparar la comida, o pasar tiempo conmigo porque “estoy aquí”, no
puede haber duda acerca de lo que deberían hacer». Permítanme una pregunta: ¿Te sientes en la
misma situación que Marta? ¿Tienes tantas cosas que hacer que estás muy distraído y no puedes
concentrarte en Dios? ¿Estás tan ocupado que no tienes tiempo para detenerte, ni siquiera por 40
días, y concentrarte en Dios? Vivirás un promedio de 25.550 días. Eso es lo que vive una persona
típica. ¿No te parece que tiene sentido apartar 40 de esos días para decidir qué hacer con el resto
de los días? Yo creo que sí. Pienso que es muy sensato. Las ocupaciones distraen nuestra
atención, pero como ustedes saben, no todas las ocupaciones tienen el mismo valor. El mejor uso
que puedes darle a tu vida es invertirla en algo que perdure. Incluso si te han invitado a ver al
Presidente. Tu relación con Dios es más importante. Tomen nota de la frase: «María ha escogido
la mejor parte». ¿Saben por qué me gusta este pasaje? Porque implica una elección. Tú dices:
«Andy, pero no puedo hacer todo lo que tengo que hacer». Tienes razón. Pero déjame que te diga
un pequeño secreto: no vale la pena hacer todo. No tienes que hacer todo. No te están apuntando
a la cabeza y obligándote a hacer todo. Dios no espera que lo hagas todo. Muchas de las cosas de
«todo» lo que tienes que hacer te las has impuesto tú mismo y no son en realidad obligatorias.
Simplemente las llevas a cabo, porque tienes ciertas expectativas o por cualquier otro motivo.
¡Claro que tienes tiempo! Tienes tiempo para crecer espiritualmente. La pregunta es ¿en qué
quieres usar ese tiempo? ¿Tendrás tiempo para Dios? ¿Te decidirás? ¿Elegirás la mejor parte
como lo hizo María? Tengo dos versículos para que los anoten: El Salmo 39:6 dice en una
traducción libre de la versión New Living Translation: «Tanto trajinar y ajetreo acabará en
nada». Tendríamos que tenerlo siempre presente. «Tanto trajinar y ajetreo acabará en nada». Y
Proverbios 10:27: «El honrar al Señor alarga la vida, pero a los malvados se les acorta».
¿Quieren tener más tiempo? según la Living Bible este es el secreto: «Honrar al Señor agrega
horas a cada día». Den el primer lugar a Dios, y él nos promete poner todo lo demás en su justa
perspectiva. Sé lo que muchos de ustedes estarán pensando…: «Rick, ya sé eso. Es que yo no soy
una persona tan disciplinada». Tengamos un breve momento de sincera confesión. ¿Cuántos de
ustedes tienen el coraje de reconocer que no son realmente disciplinados? Yo soy el primero en
levantar la mano. ¿Alguien más? ¡Ah! Miren cuántos indisciplinados. Por naturaleza propia yo
no soy una persona disciplinada. Intenten escribir un libro cuando no son por naturaleza
disciplinados. Se requiere una tremenda fuerza de voluntad, carácter y dependencia de la gracia
de Dios para poder terminar un libro. Preferiría pasar el tiempo conversando con la gente y
charlando con amigos; nunca a solas en una habitación. De ningún modo, yo no soy una persona
disciplinada. Pero, no se preocupen, Dios los ayudará. Lean el siguiente versículo. Filipenses
2:13 dice: –leámoslo en voz alta– «Dios siempre obra en ustedes para motivarlos y hacerlos
capaces de obedecer su propio propósito.» Motivarlos y hacerlos capaces. Dios nos da el deseo, y
luego nos da la fuerza de voluntad. No con nuestras propias fuerzas ni poder, sino por «mi
Espíritu» dice el Señor. ¿Qué significa? Si decides en serio y dices: «Dios, en estos próximos 40
días, hay algunas cosas de mi vida que dejaré de lado a fin de tener tiempo para desarrollar
algunos nuevos hábitos que me permitan acercarme a ti, para que pueda entregarme
completamente a ti; no sólo una parte, sino por entero». Si puedes decidirte y desprenderte de
algunas cosas, postergar otras, poner a Dios en primer lugar para concentrarte durante 40 días, y
decir «Voy a regresar a mi primer amor», Dios te ayudará y descubrirás que algunas cosas
maravillosas tienen lugar en tu vida.
¿Qué quiere Dios? Quiere toda tu vida, por entero. Eso es lo que quiere. ¿Qué se necesita para
crecer? Les diré lo que se necesita para crecer. Se requiere disciplina. No podemos ser discípulos
sin disciplina. ¿Por qué habría de disciplinarme? ¿Por qué tendría que esforzarme tanto para
crecer espiritualmente? ¿Por qué debería dejar de hacer ciertas cosas para tener tiempo para Dios
en mi vida? Para que Dios tenga cabida en mi vida. En efecto, hay tantos beneficios implícitos
que podríamos pasar toda la noche hablando de ellos. Beneficios para tu vida ahora mismo, y
beneficios para la eternidad. Pero, incluso aunque hacer lo que Dios nos dice que hagamos no
tuviera beneficios… aunque no tuviéramos ningún beneficio aquí en la tierra, puedo decirles el
porqué debemos hacerlo... en dos palabras: la cruz. Por causa de la cruz. Jesús entregó su vida
completamente por ti y él espera que tú le entregues la tuya.
Lean este versículo, para terminar este culto. Romanos 12:1 dice: «Hermanos y hermanas, en
vista de todo lo que tenemos en común por la misericordia de Dios, les animo a que ofrezcan sus
cuerpos como sacrificio vivo, dedicados a Dios y agradables a él». Presten atención: a Jesús le
costó morir por ti, y a ti te costará vivir para él. Pero se lo merece, porque tú estarías perdido si
no fuera por la cruz. No tendrías futuro. Sin embargo, gracias a la cruz, vivirás para siempre: le
debes tu vida. No se pierdan lo que va a pasar la semana que viene. Si no son parte de un grupo,
busquen uno. Si no tienen tiempo, procuren tenerlo. La Biblia nos dice, en 2 Corintios 6:1: «Les
suplicamos, no despilfarren nada de esta maravillosa vida que Dios nos ha dado». Esta vida es
única y pronto pasará, y sólo lo que hagamos por Cristo perdurará. Ninguna otra cosa será
importante. ¿Alguna vez quisieron ser parte de un milagro? Ahora es su oportunidad. He elegido
este versículo, Habacuc 3:2, como versículo lema para los 40 Días: «Señor, he sabido de tu fama;
tus obras, Señor, me dejan pasmado. Realízalas de nuevo en nuestros días, dalas a conocer en
nuestro tiempo». El primer versículo que leímos hoy fue «Aprovechen al máximo todas las
oportunidades que tengan». Dios te da la oportunidad de la vida: estos 40 Días. No te los pierdas.
No vaciles. No seas un mero espectador.
Dentro de un minuto quiero animarlos a sacar esta tarjeta verde; pueden hacerlo ahora. Si
conocen a alguien por el que quieren que oremos esta semana, escriban su nombre. Es como
decir: «Estoy pensando en esta persona para invitarla esta semana a un grupo». Y si todavía no
eres parte de un grupo de 40 Días, completa el otro lado de la tarjeta y entrégala. Dios te está
dando la oportunidad de tu vida: comienza la semana próxima.
Inclinemos nuestras cabezas para orar… Padre, ya sabemos que estás obrando maravillas en
nuestro medio mientras nos preparamos para comenzar los 40 Días con Propósito. Hay vidas que
van a ser transformadas, familias que se van a salvar, amistades nuevas que se van a entablar,
milagros que tendrán lugar. Desde ya te damos gracias. Te damos gracias también por lo que ya
ha pasado en los corazones de la gente. Gracias por los hogares que han dado un paso de fe para
ser anfitriones. Ayúdalos a darse cuenta de que ya son un éxito porque tú te complaces en su fe.
Gracias por los que han escrito los nombres de amigos, familiares, y queridos, a quienes invitar a
un grupo. Gracias por su amor por ti y por los demás. Gracias por los miembros de esta iglesia
que están dispuestos a ayunar y llorar por otras almas. Pero, por sobre todas las cosas, gracias por
la cruz, porque hacemos esto por amor a Jesús. Ahora, oren ustedes. Digan en su corazón: «Dios,
quiero dejar de ser indeciso. No quiero ser un cristiano despreocupado, un creyente de tiempo
parcial, un siervo tibio. Quiero entregarte toda mi vida, cada fibra de mi ser. Necesito tu ayuda
para desarrollar los hábitos y las disciplinas que necesito para crecer espiritualmente. Así que
ayúdame a despojarme de las cosas que en realidad no importan, y cederte a ti el primer lugar en
mi vida. Ayúdame a comprender qué cosas dejar, para poder tener tiempo para lo importante.
Gracias por entregar tu vida por mí. Quiero ser parte de lo harás aquí en los próximos 40 Días.
En tu nombre te lo pido. Amén»

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