1. Entusiasmo contagioso. Es importante que un coordinador sea una persona
alegre, llena de fe y de entusiasmo. Que tenga una actitud positiva hacia su tarea, que no lo refleje como una carga. Que tenga iniciativa para testificar, que refleje una vida cristiana deseable y que tenga convicción acerca de lo que Dios puede hacer en forma sobrenatural en los problemas humanos. Cuando una persona tiene un problema, más que compasión, necesita que se una con ella en oración llena de fe y le señale a Jesucristo, quien puede resolver su encrucijada. 2. Testimonio claro. La claridad no tiene que ver solo con la ética, sino también en que haya evidencia de resultados. El testimonio no solo debe ser entusiasta y moralmente bueno, debe ser eficaz. Quien ha experimentado personalmente el poder sanador o liberador o milagroso de parte de Dios, sin duda podrá comunicar de manera más eficaz el poder y la bondad de Dios a otros. Se espera que los coordinadores sean más que buenos cristianos que cuidan bien a sus hermanos, se espera que lideren en la evangelización personal del grupo pequeño. 3. Dedicación. El coordinador es un cristiano consagrado a Dios, a la verdad de la Palabra y al liderazgo espiritual constituido por Dios en la Iglesia. Esta dedicación se refleja en asuntos básicos como su asistencia fiel a la iglesia, a las reuniones de grupos pequeños, de capacitación, su rendición de informes, su fidelidad en los diezmos. 4. Fidelidad a sus líderes y pastores. La sujeción bíblica es un tema muy hablado, pero no resuelto en el corazón y las actitudes de algunos. El pastor puede ayudar a los hermanos a aumentar, desarrollar sus talentos, pero no puede hacerla fiel.