Está en la página 1de 12

DEFINICIÓN DE NEXO CAUSAL

La noción de nexo se utiliza para aludir a aquello que vincula o enlaza. Es


habitual que el concepto se emplee en el terreno de la gramática, aunque también
puede aparecer en otros ámbitos.
En el campo jurídico, encontramos la idea de nexo
causal. Se trata de la relación existente entre
una acción o una omisión ilícita y el daño que
ésta provoca, haciendo que surja la responsabilidad
y, como consecuencia, la obligación de
indemnizar.
El nexo causal es el elemento más importante de la responsabilidad civil. Los
expertos lo definen como el vínculo causa-efecto que desencadena el
procedimiento.
El acto ilícito de tipo civil y el daño que dicho acto provoca están unidos por el nexo
causal. Sin ese nexo, no se puede endilgar la responsabilidad del daño a
la persona que cometió el acto en cuestión.
El antecedente que provoca el resultado es la causa del efecto. El nexo causal,
en definitiva, conecta la acción con el daño. Es importante tener en cuenta que,
para que exista la responsabilidad civil, la causa tiene que ser previsible (el
sujeto podía preverla) y evitable (el sujeto podía impedir su desencadenamiento).
Supongamos que un automovilista frena ante un semáforo en rojo. Cuando está
detenido, es embestido por detrás por un conductor que, distraído por estar
enviando un mensaje con su teléfono celular (móvil), no interrumpió su marcha.
Debido al choque, el sujeto que iba en el vehículo impactado sufre una lesión en su
cuello. Como existe un nexo causal entre la colisión y el problema físico que
padece la víctima, el individuo que fue imprudente al conducir sin respetar las
normas de tránsito es el responsable del daño
¿Por qué cuando nos caemos en la calle o en un local, por ejemplo, es tan
importante que vayamos al médico inmediatamente y no lo dejemos para más
adelante?, la respuesta es sencilla y se centra en el nexo causal.

Hoy os queremos explicar brevemente qué significa el nexo causal y qué efectos
puede conllevar la interrupción del mismo. Pues bien, el nexo causal es la
relación existente entre la acción determinante del daño o la omisión de la
acción determinante del daño y el daño propiamente dicho, es decir, una
relación de causa-efecto.

Esta relación causa-efecto, es la que nos permite establecer los hechos


susceptibles de ser considerados determinantes del daño y cual de esos
hechos concretos es el que ocasionó el perjuicio tangible.

Por ejemplo, si como consecuencia del mal estado de una alcantarilla me he caído
al suelo cuando caminaba por la calle, el nexo causal es la relación entre la caída y
la rotura del brazo con efectos de cubrir la responsabilidad civil generada.

Cuando el nexo causal se rompe

No obstante, en términos generales, puede decirse que en algunos casos se


rompe este nexo de causalidad porque interviene un nuevo hecho que
modifica el curso natural de las cosas y alteraría el resultado lesivo.

Este sería el caso de si caminando por un parque me ha caído una rama de un


árbol encima del brazo derecho y al acudir al hospital me dicen que no tengo nada
más que el golpe, pero a la semana siguiente me tienen que operar de urgencia de
ese mismo brazo porque existió una negligencia en la valoración realizada en
urgencias.

El caso fortuito y la fuerza mayor

Además de lo anterior, es importante tener en cuenta la existencia de dos


circunstancias que, aun existiendo nexo causal, exonerarían de
responsabilidad civil al causante del daño. Nos referimos al caso fortuito y la
fuerza mayor.
Ambos principios han sido objeto de innumerables publicaciones, debates
doctrinales y jurisprudenciales, generando numerosas resoluciones judiciales y
artículos doctrinales.

Con intención de explicar al lector del artículo de forma sistemática y resumida


dichos principios, expondremos las dos teorías más significativas que
conceptualizan la fuerza mayor y el caso fortuito.

Teoría subjetiva y objetiva

La primera de ellas (la teoría subjetiva) entiende que el caso fortuito se caracteriza
por ser algo que para una persona con una diligencia adecuada no es previsible,
porque de haber sido posible preverlo se tendría que haber evitado, mientras que,
la fuerza mayor se caracteriza por la imprevisibilidad e inevitabilidad.

Sin embargo, la segunda de las teorías (la teoría objetiva) diferencia la fuerza
mayor y el caso fortuito atendiendo a la procedencia del hecho dañoso -si el hecho
causante del daño es externo a la obligación, fuerza mayor, si el hecho es interno,
caso fortuito.

Lo que dicen doctrina y jurisprudencia

Es interesante hacer hincapié en que tanto la doctrina como la jurisprudencia


tienen un mismo criterio en este asunto, siendo este punto de convergencia la
admisión de la falta de responsabilidad del agente causante del daño cuando exista
un caso fortuito o de fuerza mayor, aunque se dé un nexo causal.

Esta unión de criterio, es debida a que ambas entienden que realmente debe


primar qué es lo que realmente ocurre en el caso concreto, es decir, si a quien
vamos a reclamar los daños causados hizo todo lo que estaba en su mano para
evitar el daño o no. Por ejemplo, si no hubiera caído esa bomba en el edificio A
como consecuencia del conflicto armado que está padeciendo la ciudad (fuerza
mayor) ¿Se hubiera derrumbado el edificio A si no le hubiera caído esa bomba por
un error en el cálculo de la estructura de dicho edificio? Eso es lo que realmente
nos tenemos que preguntar, si esa fuerza mayor es la causante de los daños o, si
por el contrario, esos daños se producirían igualmente aunque no hubiera existido
esa fuerza mayor.
No obstante, no existe esta pacífica convergencia de criterio entre la doctrina
cuando nos referimos al punto en el que el nexo causal, aun existiendo, no produce
efectos para el causante del daño.  Es decir, en qué punto al causante del daño no
se le podría exigir responsabilidad alguna por ese daño causado.

Únicamente una parte de esta doctrina, reconoce que para que realmente sea
considerada la exoneración de la responsabilidad por fuerza mayor o caso fortuito,
es necesario que la diligencia empleada por el causante del daño sea la de un
”bonus pater familias” (buen padre de familia), es decir, que éste haya empleado la
diligencia y la prudencia de un hombre medio, siempre y cuando no estemos ante
un caso en el que se exige una cualificación especial. Por ejemplo, no se le puede
exigir el mismo cuidado en la prevención de posibles incendios a un bombero que a
otro ciudadano normal.

A la vista de todo lo expuesto anteriormente, todo lo que tiene que ver con el nexo
causal, diligencia de un “bonus pater familias”, fuerza mayor o caso fortuito, al ser
conceptos tan difusos e indeterminados que requieren de mucha experiencia y
profesionalidad a la hora de evaluar su existencia o falta de ella, te animamos a
que si tienes algún problema de esta índole te pongas en nuestras manos y te
dejes ayudar por nuestros expertos en la resolución de tu problema.

Nexo causal

El nexo causal en un elemento básico dentro del área de la responsabilidad


civil. Es la relación causa y efecto que debe de existir siempre entre
un acto u omisión ilícito civil y el daño que se ocasiona por esta omisión, para
que exista de esta manera la responsabilidad y, por tanto, el deber
de indemnizar. Es una relación que se da entre la acción que determina
un daño o la omisión de la acción y el daño propiamente dicho.
Temas relacionados

Derecho procesal penal, jurisprudencia


¿Qué es el nexo causal?

Es una relación causa-efecto que permite establecer los hechos que deben ser


considerados para determinar el daño y cuál ocasionó el perjuicio tangible. Es
necesario para reclamar los daños causados al autor o responsable.

 En qué consiste el nexo causal

 Teorías

 Jurisprudencia

 Interrupción del nexo causal

 Importancia

 Ejemplos del nexo causal

En qué consiste el nexo causal

Consiste en la relación que existe entre el resultado y la acción, que permite


afirmar que aquel ha sido producido por esta. Debemos recordar que el delito es
una conducta o un acto humano, que comprende de una parte, la acción
ejecutada y la acción esperada y de otra el resultado ocurrido. Para este pueda
ser incriminado es necesario que exista un nexo causal o una relación de
causalidad entre el acto humano y el resultado que se ha producido.

Entonces podemos decir que existe una relación causal cuando no se puede


suponer el acto de voluntad humana, sin que deje de producirse el resultado
concreto. El nexo causal es entonces la relación que se da entre la conducta y
el resultado y mediante la cual se puede atribuir material de esta a aquella como
causa.

Teorías
Las teorías del nexo causal son las siguientes:

 Teoría de la imputación objetiva: trata de explicar por medio de


criterios lógicos y valorativos, en qué circunstancias
el Derecho Penal puede atribuir un resultado final al autor de una
conducta por el orden jurídico, que se encuentra, indefectiblemente, ligado
por un nexo causal. Para esta teoría el equilibrio y
la coherencia del sistema social se da porque cada persona tiene una
función especifico que así lo permite y, el cumplimiento de
esos roles permite que el sistema social se desarrolle sin alterar su
estructura básica.
 Teoría de la equivalencia: dice que es causal toda condición del resultado
que, suprimida mentalmente, podría hacer desaparecer el resultado. El
establecer la causalidad como condición era bastante para aseverar la
presencia del tipo objetivo.
 Teoría de la condición adecuada: dice que no toda condición del
resultado es causa en sentido jurídico, únicamente la que habitualmente es
adecuada para causar el resultado. El juicio de adecuación lo conforma
la probabilidad o previsibilidad objetiva de producción del resultado. La
condición es adecuada si para el hombre prudente y objetivo lo es, puesto
en el momento de la acción, con todos los conocimientos de la situación
que tenía el autor al actuar o que debería haber tenido entiende que era
muy probable que el resultado típico se produjera.
 Teoría de la relevancia: es un refinamiento dogmático de la teoría de la
equivalencia, en ella la causalidad se afirma por medio de dos estudios
diferenciados: uno, de estricta relación causal entre el suceso sometido a
análisis y el resultado hipotéticamente vinculado y, dos, que esa relación
de causalidad esté dentro del ámbito de protección de la norma.

Jurisprudencia
La jurisprudencia tiene como criterio un punto de convergencia que es
la admisión de la falta de responsabilidad del agente que ocasiona el daño
cuando exista un caso fortuito o de fuerza mayor, aunque se dé un nexo causal.

La unión de criterio y jurisprudencia se da porque ambas entienden que debe


primar qué es lo que realmente ocurre dentro de un caso concreto, es decir,
debemos de preguntarnos, si la fuerza mayor que estamos observando es la
causante de los daños o, si, por el contrario, esos daños se producirían
igualmente, aunque no hubiera existido esa fuerza mayor.

Interrupción del nexo causal

El nexo causal puede ser interrumpida y algunos de los supuestos de esta


interrupción son:

 Casos de culpa de la víctima: en casos en que el hecho fortuito no se ha


podido acreditar a la administración.
 Concurrencia de culpas: cuando la culpa se comparte con la propia
Administración.
 Culpa de un tercero en la producción de un resultado que rompe el nexo
de causalidad, lo que implica la exclusión de la responsabilidad de la
Administración.
 Fuerza mayor: algunos artículos de la Constitución excluyen la
responsabilidad de la Administración y establecen la obligación de
indemnizar “salvo en los casos de fuerza mayor”.

Importancia

El nexo causal es importante porque en el orden Penal, Civil y Social la


causalidad actúa como un eje principal debido a que, en el plano jurídico, se
pretende evidenciar cuando un resultado puede ser atribuido a una acción y, por
tanto, se puede dejar perfectamente acreditado la existencia de
un vínculo de causa a efecto entre uno y otro.

Ejemplos del nexo causal

Algunos ejemplos del nexo causal son los siguientes:

 Si, por ejemplo, te caes en la calle y te fracturas el brazo, entonces el nexo


causal será la relación que hay entre la caída y la fractura y, por lo tanto, se
genera una responsabilidad civil que puede ser reclamada.
 Si una persona está esperando un semáforo y, un coche le golpea por
detrás, y la persona que va en el primer auto sufre una lesión cervical, el
nexo causal será entonces la relación que hay entre la colisión y la lesión
cervical. Para que sea nexo causal no se debe esperar para ir al médico
pues se puede alegar que otra ha sido la causa del problema

El caso fortuito y la fuerza mayor


MERCADO
Consideramos oportunos comenzar por acercarnos al concepto de
responsabilidad que podría definirse como aquella obligación de resarcir el
perjuicio causado en los derechos o intereses de otras personas derivados por la
actuación propia o ajena, por incumplimiento contractual o los daños producidos
por culpa o negligencia.
De ahí conviene recordar, siquiera sintéticamente, los presupuestos básicos
exigidos por la jurisprudencia para que concurra la responsabilidad civil y nazca la
obligación de reparar el daño, debiendo concurrir: 1) la acción u omisión culposa o
negligente  2) el daño; 3) el nexo causal entre la acción u omisión y el resultado
dañoso.
La determinación de la relación causal la precisa el  Tribunal Supremo en su
Sentencia de 11 de julio 1990, al afirmar: "entre la acción u omisión del agente y el
resultado dañoso debe existir una relación directa, sin interferencias de otras
posibles conductas o eventos ajenos al agente y, más concretamente, no debe
interferir ninguna acción negligente por parte de las víctimas. En este sentido,
jurisprudencia precedente matiza que la teoría del riesgo no descansa en la mera
causación de un evento físico dañoso, ya que si la víctima se interfiere en la
cadena causal quedará el agente exonerado de responsabilidad, por tratarse de
un suceso imprevisto o inevitable".
Deviene en esencial la demostración de la existencia de un nexo causal que haga
patente la culpabilidad del agente en la producción del daño, por ser lo que
determina su obligación de repararlo, y no se puede desvirtuar por una aplicación
de la teoría del riesgo o por la inversión de la carga de la prueba. En este
sentido, “corresponde la carga de la prueba de la base fáctica (nexo causal), y por
ende las consecuencias desfavorables de su falta, al demandante” y “en todo
caso es preciso que se pruebe la existencia de nexo causal, correspondiendo la
carga de la prueba al perjudicado que ejercita la acción (SSTS 6-11-2001,23-12-
2002).
Lo que nos permite llegar a la ruptura de la relación causal por los supuestos de
exclusión de la responsabilidad, tanto contractual como extracontractual, el caso
fortuito y la fuerza mayor, entendidos como aquellos sucesos que no se hubieran
podido prever, o que, previstos, fueran inevitables (ex. art. 1.105 del Código Civil).
Si bien,  la definición y características de estas figuras han sido concretadas por
doctrina y jurisprudencia durante décadas.
Es doctrina reiterada que para que se aplique la exención de responsabilidad por
la existencia de caso fortuito o fuerza mayor se requiere que el suceso sea
imprevisible o insuperable e irresistible y que, por tanto, no se deba a la voluntad
del obligado, que haga imposible el cumplimiento de la obligación, así como que
exista una relación entre el evento y el resultado (SAP Barcelona de 3 mayo
2019).
Ahora bien, a la hora de definir los rasgos diferenciales entre la fuerza mayor y
el caso fortuito la doctrina se ha definido en distintas posiciones, aludiendo a los
siguientes criterios:
a) Por el origen del evento, se considera fuerza mayor al daño provocado por
fuerzas de la naturaleza y el caso fortuito al suceso acontecido a causa de la
interferencia de la actuación de un tercero.
b) Por sus efectos, se entiende que en el caso fortuito es la cosa la que soporta
inmediatamente la acción del hecho extraño; por el contrario, en la fuerza mayor
es la persona del deudor la directamente afectada.
c) Por la evitabilidad mediante la previsión, la fuerza mayor es un obstáculo
invencible, aun habiéndolo previsto, y el caso fortuito constituye un impedimento
no previsible usando una diligencia normal, aunque no absolutamente insuperable.
Y d) por la producción del hecho, el caso fortuito se produce en
la esfera interna de la actividad del deudor; la fuerza mayor constituye un evento
extraño al círculo de tal actividad, en la que irrumpe como un obstáculo externo.
En este supuesto no se pierde de vista el grado de previsibilidad pero se apunta
hacia un enfoque más objetivo. De este modo, los hechos integrantes del caso
fortuito, aunque se confíe implícitamente en su no concurrencia, suelen ser tenidos
en cuenta en el curso normal de la vida, son eventos connaturales, aunque
esporádicos a la actividad empresarial, industrial o de servicio en que acaecen. La
fuerza mayor deriva de un suceso totalmente extraño a dicho círculo de actividad,
el cual hace acto de presencia de un modo inesperado, violento e insuperable.
El Tribunal Supremo no se ha pronunciado por ninguna doctrina diferenciadora
entre caso fortuito y fuerza mayor pero ha expuesto dos de ellas como posibles.
La primera postura aporta que el caso fortuito será lo imprevisible y la fuerza
mayor lo inevitable. La segunda postura doctrinal argumenta que el caso fortuito
opera en la esfera interna y la fuerza mayor en la esfera externa del círculo
afectado por la obligación (SSTS 2-1- 1945 y 30-9- 1983).  La Sentencia del
Tribunal Supremo Sala Civil de  31-05-2006 es paradigmática en este sentido,
cuando razona que por caso fortuito se entiende todo suceso imposible de prever,
o que, previsto, sea inevitable y, por tanto, realizado sin culpa alguna del agente,
de manera que el vínculo de causalidad se produce entre el acontecimiento y el
daño, sin que en él intervenga como factor apreciable la actividad dolosa o
culposa del agente. Así, para que tal suceso origine exención de responsabilidad
es necesario que sea imprevisible e inevitable, y cuando el acaecimiento dañoso
fue debido al incumplimiento del deber relevante de previsibilidad, no puede darse
la situación de caso fortuito, debido a que con ese actuar falta la adecuada
diligencia por omisión de atención y cuidado requerido con arreglo a las
circunstancias del caso, denotando una conducta interfiriente frente al deber de
prudencia y cautela exigibles, que como de tal índole es excluyente de la situación
de excepción que establece el indicado Art. 1105 ,Código Civil, al implicar la no
situación de imprevisibilidad, insufribilidad e irresistibilidad requeridas al efecto. Y
cuando aborda la fuerza mayor la Sentencia del Tribunal Supremo Sala Civil  de
21-03-2013, concreta y conceptúa  la fuerza mayor como un "hecho jurídico que
dimana de la naturaleza, o de una persona que actúa imponiendo la fuerza o
violencia para impedir el desarrollo natural de los acontecimientos".
Por tanto, atendiendo a los criterios que la jurisprudencia ha tratado de establecer
a lo largo de los años en cuanto a la distinción de ambas figuras que permiten la
exclusión de la responsabilidad, entendemos que el caso fortuito solo servirá para
exonerar de responsabilidad en los casos en los que ésta sea subjetiva o por
culpa, no cuando sea objetiva o por riesgo, y que en el supuesto de fuerza mayor
quedará exonerado el deudor en todos los casos, incluso cuando se responda
objetivamente.
Es decir, para que exista una efectiva exoneración del sujeto por fuerza mayor,
será imprescindible que ese daño se haya producido en virtud de una fuerza
mayor extraña al riesgo desencadenado, descartándose aquellas situaciones que
son propias de la actividad que ha producido el daño, exigiéndose además que el
suceso sea imprevisto o imprevisible, así como imposible de evitar.
Recogiendo la doctrina del Alto Tribunal, la Sentencia de la Audiencia Provincial
de Asturias de 6 de junio de 2018 ha considerando que "el concepto de fuerza
mayor debe aplicarse solamente a todo acontecimiento inesperado (aunque
puede no serlo) pero que a pesar de que se quiera prevenir, es imposible
resistirlo, es decir, lo que no puede preverse o que, aún previsto, fuera inevitable o
irresistible y sin intervención de culpa alguna en el agente al proceder el evento
decisivo exclusivamente de un acontecimiento impuesto y no previsto ni previsible,
insuperable e inevitable, extraño al ámbito de la actividad de que se trata, en la
que irrumpe como un obstáculo externo (como por ejemplo, un rayo, huracán,
tornado, inundación, caída de un árbol… y situaciones catastróficas semejantes).
Si nos centramos ahora en el caso fortuito, se entiende como tal aquel suceso que
es imprevisible e inevitable y, por tanto, sin que en él intervenga como factor
apreciable la actividad dolosa o culposa del agente, de manera que el vínculo de
causalidad se produce entre el acontecimiento y el daño. En caso de que el hecho
dañoso fuera consecuencia del incumplimiento del deber relevante de
previsibilidad, no podríamos estar ante una situación de caso fortuito, pues dicha
omisión de atención y cuidado excluirían la situación de excepción que establece
el artículo 1105 del Código Civil, pues se desvirtuarían los requisitos de
imprevisibilidad, insufribilidad e irresistibilidad requeridos al efecto (Sentencia del
Tribunal Supremo de 31 de mayo de 2006).
La jurisprudencia menor – entre otras, SAP Cantabria 18-9-2014 y SAP Valencia
26-11-2014 definen el caso fortuito como “todo suceso no previsible utilizando una
diligencia media o normal, pero que si se hubiera llegado a prever no era
absolutamente inevitable o insuperable, produciéndose, por el contrario, en el
ámbito de la actividad o empresa de que se trate (así, por ejemplo, la existencia
de gravilla suelta, nieve o hielo en la calzada o de desniveles y baches, la
irrupción de una animal en la misma, el estacionamiento o parada de un vehículo
accidentado o averiado interceptado su tránsito…)".
Veamos ahora el manejo de los criterios para determinar la existencia o no de
causa de exoneración de la responsabilidad en la materia más fértil en casuística
para el tratamiento de la fuerza mayor y el caso fortuito.  Respecto a la fuerza
mayor, las Sentencias del Tribunal Supremo de 17 julio 2008, 4  febrero 2015 y 11
febrero 2016 sostienen que la compañía aseguradora posee  el deber de “hacer
frente al siniestro, salvo que concurra fuerza mayor extraña a la
conducción”  considerando el tribunal que éstas deben incluir dentro de su
cobertura “los supuestos de fuerza mayor que no son ajenos al hecho de la
circulación, concluyendo que no se da esa ajenidad, en los supuestos de
accidentes causados por la brusca irrupción de animales de caza en la vía
pública, en cuanto esa irrupción no puede incardinarse en un supuesto de fuerza
mayor extraña a la conducción de vehículos. Doctrina que es perfectamente
extrapolable a los accidentes causados por irrupción de peatones en vías
urbanas, al existir una evidente identidad de razón.”.  Y en los supuestos en los
que no es posible determinar el origen del daño, el Tribunal Supremo, en
Sentencia de 5 marzo 2007, argumenta la necesidad de rechazar la posible
aplicación de la exoneración de responsabilidad por caso fortuito en tanto que  “el
control que todo poseedor ejerce o puede ejercer sobre las cosas que utiliza,
unido a las dificultades de lograr la prueba de la concurrencia de los factores que
posibilitan imputarle la pérdida o destrucción de aquellas, así como a la
admisibilidad de un grado razonable de probabilidad cualificada, sin precisión de
la certeza absoluta, para considerar lograda la reconstrucción procesal de la
relación causal”.
El tratamiento jurisprudencial, como vemos, es restrictivo a su aplicación y deben
estar presentes siempre y con certeza probatoria en la fuerza mayor la
inevitabilidad y en el caso fortuito la imprevisibilidad.
Estudios en materia de Responsabilidad Civil. 
Director: José Domingo Monforte. Colaboradores: Natalia Iglesias Pérez, Marina
Castellà Fernández y Celia Doménech Domingo
DOMINGO MONFORTE ABOGADOS ASOCIADOS

También podría gustarte