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El mundo antiguo como paradigma.

Modelos
políticos clásicos en la génesis del liberalismo
contemporáneo: Estados Unidos y Francia
Desarrollo del tema

1. Introducción: ¿por qué Grecia y Roma? Revolución liberal, estado-nación y


mundo antiguo durante la segunda mitad del siglo XVIII y el primer cuarto
del siglo XIX

2. El clasicismo como ideología

3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución


norteamericana (1776-1787)

4. Entre república e imperio: Atenas, Esparta y Roma en la Revolución


francesa (1789-1804)

5. Esclavitud antigua, esclavitud moderna


1. Introducción: ¿por qué Grecia y Roma? Revolución liberal, estado-nación
y mundo antiguo durante la segunda mitad del siglo XVIII y el primer
cuarto del siglo XIX

No sería un exceso afirmar que, desde aproximadamente el año 1750, las ideas
ilustradas inundaban ya todo el Viejo Continente, dejándose igualmente sentir con
fuerza en la América colonial (Williamsburg, Philadelphia, Boston, Lima, Buenos
Aires, Quito, México, La Habana, Río de Janeiro). Voltaire, en carta dirigida a Denis
Diderot, escribirá en 1776:

La sana filosofía gana terreno de Arcángel [Arjánguelsk, en el Ártico ruso] a Cádiz, pero (…) todo lo
que hemos podido hacer se ha limitado a conseguir que las gentes honradas de toda Europa digan que
tenemos razón y tal vez a que las costumbres sean un poco más suaves y más honestas. Pero la sangre
del caballero de La Barre humea todavía (…). Lo más terrible es que los filósofos no están unidos y que
los perseguidores lo estarán siempre (…).Vivid bastante, señor, y esperemos que podáis asestar golpes
mortales al monstruo al cual yo sólo he podido morderle las orejas.

A pesar de su preponderancia económica, y a excepción del caso inglés (Revolución


de 1688), la pujante burguesía mercantil que desde el siglo XVI habitaba las grandes
ciudades de Europa y sus dinámicos puertos comerciales (desde París a Nápoles y
Lisboa, pasando por Burdeos, Marsella, Ámsterdam, Colonia, Berlín, Madrid, Sevilla,
Cádiz, Milán, Turín o Génova) seguía a mediados del Setecientos viendo totalmente
cercenados sus derechos políticos en virtud de la jerarquía estamental del Antiguo
Régimen (nobleza, claro y tercer estado).
1. Introducción: ¿por qué Grecia y Roma? Revolución liberal, estado-nación
y mundo antiguo durante la segunda mitad del siglo XVIII y el primer
cuarto del siglo XIX

Con la Ilustración, esta potentada burguesía (comerciantes, abogados, maestros


artesanos, médicos, funcionarios...) adquiriría la base ideológica que precisaba no
sólo para reclamar la supresión de los privilegios estamentales, sino también, y sobre
todo, para conseguir el poder político que, en su visión, le correspondía dentro de
sus respectivos estados de acuerdo a su capacidad económica.

Lectura de una tragedia de Voltaire


en el salón de madame Geoffrin

Lemonnier
1812
1. Introducción: ¿por qué Grecia y Roma? Revolución liberal, estado-nación
y mundo antiguo durante la segunda mitad del siglo XVIII y el primer
cuarto del siglo XIX

¿Qué es el Tercer Estado?


Sieyès. Enero de 1789
1. Introducción: ¿por qué Grecia y Roma? Revolución liberal, estado-nación
y mundo antiguo durante la segunda mitad del siglo XVIII y el primer
cuarto del siglo XIX

Las dos revoluciones burguesas de siglo XVIII traen consigo, por tanto, una nueva
doctrina política: el liberalismo.

No obstante, desde muy tempranamente, tanto los “padres fundadores” de los recién
creados Estados Unidos de América (1776) como los revolucionarios franceses (estos
últimos sobre todo a partir de 1792) se encontraron con una serie de problemas de
índole fundamentalmente política, y de no fácil solución, que podemos condensar en
las dos siguientes preguntas:

1. ¿Cómo legitimar el nuevo régimen?

2. ¿De qué modelo político partir?

Las monarquías absolutas del Antiguo Régimen había legitimado su poder en una
particular cosmovisión de raíz teológica: existía un orden divino que delegaba el poder
en los reyes para su ejercicio temporal.

Lógicamente, para el pensamiento liberal esta concepción ya no es válida, siendo


reemplazada por un nuevo principio, el de soberanía nacional (la nación como una
depositaria del poder).
1. Introducción: ¿por qué Grecia y Roma? Revolución liberal, estado-nación
y mundo antiguo durante la segunda mitad del siglo XVIII y el primer
cuarto del siglo XIX

Es aquí donde comienza a emerger el pasado como fuente primordial de legitimación


política. Una vez liquidada la concepción tradicional del estado como patrimonio de
las dinastías reales, el nuevo cuerpo cívico buscará cohesión no sólo a través del
principio jurídico de igualdad ante la ley, sino también mediante la construcción de
una identidad nacional unificada, homogénea y autoreconocible. Rápidamente se
comprendió que, para ello, la historia y la cultura compartida debían jugar un papel
mucho más central.

Al asentar la nación sus bases sobre la lengua, las costumbres y el pasado común de
cada respectivo pueblo, durante el siglo XIX los historiadores terminaron ostentando
un rol absolutamente clave en la configuración de la unidad nacional, dedicando sus
esfuerzos a buscar en las fuentes antiguas, aunque sin olvidar los restos
arqueológicos, ideas y nociones que sirvieran para la construcción histórica de los
nuevos estado-nación.

La Historia (con mayúsculas) fue, sin duda, el instrumento elegido para demostrar la
existencia de la nación desde tiempos pretéritos. La misión del historiador no es otra
que la desvelar sus elementos constitutivos, sus orígenes y las esencias que desde
entonces la habían caracterizado. No es casualidad que muchos de los principales
políticos del Ochocientos fueran historiadores: Cánovas del Castillo, Thiers, Cesare
Balbo...
1. Introducción: ¿por qué Grecia y Roma? Revolución liberal, estado-nación
y mundo antiguo durante la segunda mitad del siglo XVIII y el primer
cuarto del siglo XIX

Cánovas del Castillo Lord Macaulay Thiers Guizot

Cesare Balbo Tocqueville Mommsen Disraeli


1. Introducción: ¿por qué Grecia y Roma? Revolución liberal, estado-nación
y mundo antiguo durante la segunda mitad del siglo XVIIIy el primer cuarto
del siglo XIX

Paralelamente, la tradición clásica se convertirá en fuente de ejemplos morales y en


guía de comportamiento, toda vez que su reclamo servía (y sigue sirviendo) como
vínculo vital con el pasado grecolatino de Europa. Esta herencia, por cierto, no tardó
en ser usada, entre otras cosas, para justificar el imperialismo de las potencias
occidentales hasta bien entrado el siglo XX.

Salammbô
Alfons Mucha. 1896
1. Introducción: ¿por qué Grecia y Roma? Revolución liberal, estado-nación
y mundo antiguo durante la segunda mitad del siglo XVIII y el primer
cuarto del siglo XIX

Agrícola según el grabador John Goldar.


Ilustración para The New, Comprehensive, Impartial and
Complete History of England
Edward Barnard. 1790
1. Introducción: ¿por qué Grecia y Roma? Revolución liberal, estado-nación
y mundo antiguo durante la segunda mitad del siglo XVIII y el primer
cuarto del siglo XIX

Parada militar de la 13a Semibrigada de la Legión Extranjera en las ruinas del


campamento romano de Lambaesis (Argelia). Mediados del siglo XX
1. Introducción: ¿por qué Grecia y Roma? Revolución liberal, estado-nación
y mundo antiguo durante la segunda mitad del siglo XVIII y el primer
cuarto del siglo XIX

Hasta cierto punto, el uso insistente del pasado grecolatino durante el primer
liberalismo es comprensible: los ilustrados conocían bien a los autores clásicos. Una
parte sustancial de la educación, todavía muy elistista, se basaba fundamentalmente
en la lectura y estudio de los escritores griegos y latinos.

Tanto los ilustrados (Voltaire, Montesquieu, Rousseau, Diderot, D’Alembert) como los
acomodados revolucionarios norteamericanos (Adams, Jefferson, Hamilton) manejaban
con gran soltura el griego y el latín. Algunos, como James Madison, dominaban
incluso el hebreo.

Con excepciones (Pufendorf, Locke, Hume, Spinoza), el pensamiento político


moderno, contra el que se habían rebelado, les aportaba poco. Si doctrinas como el
absolutismo de Bossuet y Hobbes estaban invalidadas, menos aún servía, por
ejemplo, la escolástica tomista. Por su parte, el realismo político de Maquiavelo, en
última instancia, remitía a Polibio, Tito Livio y Tucídides.

Así las cosas, sólo la tradición antigua parecía ser realmente, sino la única, sí la más
válida fuente de inspiración para el nuevo diseño político surgido al calor de las
llamadas “revoluciones liberales”.
1. Introducción: ¿por qué Grecia y Roma? Revolución liberal, estado-nación
y mundo antiguo durante la segunda mitad del siglo XVIII y el primer
cuarto del siglo XIX

Ya en los siglos XVI-XVII, y particularmente dentro de los contextos italiano e


hispano, se produce un primer, interesante y genuino fenómeno de relectura política
clásica: el tacitismo. Surgido presumiblemente al calor del redescubrimiento
renacentista (Venecia, hacia 1473) de las obras de Cayo Cornelio Tácito, historiador
romano de primer orden (siglos I-II d. n. e.), logra gran auge a partir de la edición del
humanista flamenco Justus Lipsius (1574).

Historiae
Annales
De origine et situ Germanorum
De vita et moribus Iulii Agricolae

En él se reconoce un antecedente claro del


iusnaturalismo y del realismo político, pero sin
la inmoralidad y falta de respeto hacia las
tradiciones que identifican en Maquiavelo el
arbitrismo de la Escuela de Salamanca y los
eruditos católicos de la Monarquía Hispánica de
los Habsburgo, insertos totalmente en el clima
ideológico de la Contrarreforma barroca.
1. Introducción: ¿por qué Grecia y Roma? Revolución liberal, estado-nación
y mundo antiguo durante la segunda mitad del siglo XVIII y el primer
cuarto del siglo XIX

Tacitistas tempranos (segunda mitad del siglo XVI):

Diego Hurtado de Mendoza Antonio Agustín Jerónimo Zurita


1. Introducción: ¿por qué Grecia y Roma? Revolución liberal, estado-nación
y mundo antiguo durante la segunda mitad del siglo XVIII y el primer
cuarto del siglo XIX

Tacitistas “canónicos” (siglo XVII):

Baltasar Álamos de Barrientos Diego Saavedra Fajardo Virgilio Malvezzi


1. Introducción: ¿por qué Grecia y Roma? Revolución liberal, estado-nación
y mundo antiguo durante la segunda mitad del siglo XVIII y el primer
cuarto del siglo XIX
La publicación entre 1776 y 1789 por parte del
británico Gibbon de su influyente obra Historia de
la decadencia y caída del Imperio romano, en
seis volúmenes, contribuyó mucho a revitalizar
el interés por el pasado antiguo entre la élite
ilustrada europea.

La tesis central del libro es que el cristianismo


acabó con los valores superiores del mundo
clásico (escatología y superstición vs. virtud
cívica y progreso civilizatorio).

Edward Gibbon (1737-1794)


2. El clasicismo como ideología

Aunque podemos rastrear sus antecedentes en los siglos XV-XVI (Renacimiento), este
fenómeno de asimilación y recepción del pasado grecolatino principalmente es fruto
del gusto neoclásico que se impone en Europa alrededor de 1750. El neoclasicismo
es un movimiento cultural que se sustenta en el redescubrimiento de la Antigüedad
clásica desde el punto de vista arqueológico, no ya sólo literario.

En el reino de Nápoles se produjeron importantes hallazgos, caso de las ciudades


sepultadas de Herculano (1738) y Pompeya (1748), que originaron el alumbramiento
de una rica bibliografía a favor del arte clásico por parte, entre otros, de Johann
Joachim Winckelmman, Mengs y el poeta Gotthold Ephraim Lessing, quienes
iniciaron una verdadera “campaña antibarroca”.
2. El clasicismo como ideología

Winckelmman Mengs Lessing


2. El clasicismo como ideología

A partir del trabajo seminal de Luciano Cánfora, Ideologie


del classicismo (1980), podemos rastrear no sólo el
enorme peso que adquiere de la tradición clásica en las
ideologías triunfantes del Ochocientos (liberalismo y
nacionalismo), sino observar cómo Grecia y Roma son
igualmente usadas para reforzar las posiciones no
democráticas y antiigualidatarias de la cada vez más
conservadora burguesía europea.

Ya en plena Revolución francesa, a partir de la reacción


termidorina (1794-1795), que arrasa con los jacobinos, la
ruptura entre la alta burguesía francesa y los sectores
populares parisinos (los sans-culottes) es total. Este giro
conservador se confirma con Napoleón.

El ciclo revolucionario de 1820-1830-1848 ahonda aún más en esta fractura, toda vez
que el movimiento obrero ya está constituido y plenamente organizado.

En este contexto, conocer a los clásicos y la historia antigua de Grecia y Roma se


convierte en signo de distinción social. Hay una auténtica fascinación por los autores
grecolatinos. Nietzsche, en una conferencia celebrada en Basilea (1872), dirá sobre el
sistema educativo:
Si elimináis a los griegos, ¿por qué escala pretendéis ascender hacia la cultura?
2. El clasicismo como ideología

La aversión hacia las “masas” se argumenta durante el siglo XIX en muchos casos a
partir de las doctrinas políticas antiguas, y muy especialmente Aristóteles. Destaca
aquí la figura del helenista alemán Wilamowitz-Moellendorff (1848-1931), cuyos
postulados antiigualitaristas se sustentan a través del Corpus Aristotelicum, así como
en la distinción platónica entre la buena y mala igualdad.

Wilamowitz-Moellendorff, ferviente defensor del II Reich alemán auspiciado por Otto


von Bismarck y el kaiser Guillermo II (1871), justificará la preeminencia y liderazgo
de los junkers dentro de la recién unificada Alemania mediante el pensamiento
aristocrático de Aristóteles.

Rostovtzeff, historiador ruso que se exilia en Estados Unidos a partir de 1918, se


preguntará lo siguiente:

¿No está toda cultura destinada a la extinción cuando se difunda en las masas?

Paradójicamente, Rostovtzeff es reconocido como el primer historiador en examinar


las economías antiguas en términos de lucha de clases. Su The Social and Economic
History of the Roman Empire (1926) fue, sin duda, una obra pionera al centrar la
atención en las problemáticas sociales y económicas de la Antigüedad romana, hasta
entonces ocultas bajo la superficie de los sucesos políticos y militares. Sea como
fuere, en ella concluye:
La evolución del mundo antiguo es para nosotros una lección y un aviso.
2. El clasicismo como ideología

Wilamowitz-Moellendorff Rostovtzeff
2. El clasicismo como ideología

El monstruoso sistema tomó cuerpo. Alejandro y Vladimir Ulianov debieron pasar, posteriormente, por
las torturas de un clasicismo policial, en que Atenas y Roma únicamente servían de vestíbulos a la
imperial San Petersburgo (...).

Alejandro ingresó a la clase preparatoria del gimnasio en 1874. Aunque la época de las reformas
hubiese ya terminado, el gimnasio de entonces era en su género algo así como un reformatorio de
menores. El principal suplicio lo constituía la enseñanza de los escritores clásicos. “El conocimiento
de las lenguas muertas –según explicaban los creadores de ese sistema de instrucción–, por la misma
dificultad de su estudio, proporciona una lección de modestia, y la modestia es el primer síntoma y la
primera exigencia de una educación verdadera”. La enseñanza clásica estaba destinada a ser una
pesada carga para la razón infantil.
2. El clasicismo como ideología
2. El clasicismo como ideología
2. El clasicismo como ideología
2. El clasicismo como ideología
2. El clasicismo como ideología

Richard Spencer

Líder de la alt-right, defiende la creación de


un estado étnico exclusivamente blanco en
los actuales Estados Unidos, y de un imperio
blanco supranacional basado en el Imperio
romano: un “espacio seguro para todos los
europeos alrededor del mundo”.
2. El clasicismo como ideología
2. El clasicismo como ideología
2. El clasicismo como ideología
2. El clasicismo como ideología

Μολὼν λαβέ, Molòn labé (“ven y tómalas”)


Plutarco, Mor. 225d
2. El clasicismo como ideología
2. El clasicismo como ideología
2. El clasicismo como ideología
2. El clasicismo como ideología

El saqueo de Roma en 410


Joseph-Noël Sylvestre. 1890
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Las Trece Colonias británicas de Norteamérica, a finales del siglo XVIII, llevaron a la
práctica lo que era el sueño de muchos ilustrados europeos: la formación de una
nueva sociedad democrática, compuesta por hombres libres e iguales, realmente
próxima a la anhelada por Rousseau, Voltaire y Montesquieu.

En 1776 nació una nación nueva por completo, en un territorio virgen de historia y
donde no existía una tradición antigua. Los revolucionarios norteamericanos, por
tanto, necesitaban fuentes de inspiración y legitimación para la nueva estructura
estatal, así como modelos a partir de los cuales construirla.
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

El hecho de que en Estados Unidos existan numerosas ciudades con nombre griegos
es la constatación más evidente de la gran admiración que en la nueva nación
despertó la Grecia clásica, pero la influencia helena va mucho más allá.

Arcadia – 12
Delfos – 3
Corinto – 6
Ítaca – 4
Olimpia – 7
Atenas – 18
Troya – 28

Cartel de bienvenida a Delphi, Indiana


3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Washington D. C.
Fundada en 1790 como capital federal
Diseñada por Pierre Charles L’Enfant
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Casa Blanca, Washington D. C.


3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Capitolio, Washington D. C.
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Monumento a Lincoln, Washington D. C.


3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Monumento a Thomas Jefferson, Washington D. C.


3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Rotunda, Universidad de Virginia (Charlottesville)


Thomas Jefferson. 1822-1826
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Monticello, Charlottesville
Thomas Jefferson. 1768
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Villa Capra (La Rotonda), Vicenza


Andrea Palladio. 1566
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Capitolio de Virginia, Richmond


Thomas Jefferson. 1788
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

State House de Massachusetts, Boston


3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

State House de New Hampshire, Concord


3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Statehouse de Ohio, Columbus


3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

State Capitol de Tennessee, Nashville


3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Partenón de Nashville
1897
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Segundo Banco de los Estados Unidos, Philadelphia (Pennsylvania)


3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Basílica católica en Baltimore (Maryland)

Iglesia luterana en Charleston (Carolina del Sur)


3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Cincinnati, fundada en 1788 sobre el río Ohio, será la primera


gran urbe del interior (Medio Oeste). Es la primera ciudad
propiamente estadounidense, sin apenas influencias europeas.

Su nombre, no obstante, hace honor al patricio Lucio Quincio


Cincinato, nacido a fines del siglo VI a. n. e. (coincidiendo con el
inicio del período republicano). Arquetipo del ciudadano romano
ideal, incluso ya en la Antigüedad: buen militar, cultivador de su
propia tierra, sin ambición política, lleno de virtud y compromiso
cívico (fue cónsul en 460 a. n. e.).

Ya en 1783 se creó la Society of the Cincinnati, formada por los


oficiales del Ejército Continental, entre ellos Henry Knox, George
Washington, La Fayette o Pierre L’Enfant.
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Los llamados “padres fundadores”, es decir, aquellos líderes políticos y estadistas que
participaron y dirigieron la American Revolution (1776-1787), acudirán a Grecia para
legitimar sus propuestas de estado y sus modelos de sistema de gobierno, dando así
solidez al nuevo presente esgrimiendo un prestigioso pasado. La tradición griega fue
particularmente valiosa sobre todo para resolver dos de los grandes problemas
estructurales que tuvieron que afrontar los representantes designados para redactar y
aprobar la Constitución (1787):

1. La separación y equilibrio de poderes dentro del nuevo estado federal.


2. La relación de este nuevo estado con los diferentes estados que lo integraban.

Esto nos sitúa, por tanto, en la última fase del proceso revolucionario
estadounidense, el llamado “período confederal”, que se extiende entre los años
1783, cuando se firma la paz con Reino Unido, y 1789, cuando la Constitución entra
finalmente en vigor tras ser ratificada por los estados.

En 1791 se añade la Carta de Derechos de los Estados Unidos, que incluye las diez
primeras enmiendas a la Constitución. Para este momento, contamos ya con 14
estados, dada la adhesión de Vermont, en la zona interior de Nueva Inglaterra, a
partir de territorios reclamados por Nueva York y New Hampshire, y que también
disputaban para sí las colonias británicas norteamericanas que habían permanecido
leales (Canadá).
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Colonias británicas en
Norteamérica hacia 1750

1: Terranova
2: Nueva Escocia
3: Trece Colonias
4: Bermudas
5: Bahamas
6: Belice
7: Jamaica
8: Islas de Sotavento
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Rojo oscuro: Nueva Inglaterra

Naranja: colonias centrales

Marrón: colonias sureñas

X: intentos fallidos de colonización


por parte de Inglaterra (finales del
siglo XVI y comienzos del XVII)

N: colonias absorbidas
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Cronología de la Revolución norteamericana:

Antes de la independencia

1756-1763 Guerra de los Siete Años

1765 Inicio de la actividad de los Sons of Liberty

1773 Boston Tea Party

1774 Primer Congreso Continental (Philadelphia)

1775 (abril) Primeras escaramuzas bélicas (Lexington y Concord) en torno a


Boston, sitiada por los británicos a partir de este momento

1775 (mayo) Segundo Congreso Continental (Philadelphia). Creación de un


ejército común bajo el liderazgo de George Washington

1776 (enero) Thomas Paine publica su folleto Common Sense

1776 (julio) Declaración de Independencia


3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Declaration of Independence
John Trumbull. 1819
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Cronología de la Revolución norteamericana:

Después de la independencia

1777 Batalla de Saratoga (norte de Nueva York)

1777 (nov.) Aprobación de los Artículos de la Confederación

1778-1779 Alianza con Francia y España

1781 (marzo) Última ratificación de los Artículos de la Confederación

1781 Batalla de Yorktown (Virginia)

1783 Tratado de París. Reconocimiento de la independencia

1786 Debates para una nueva Constitución

1787 (sept.) Aprobación de la Constitución

1789 (marzo) Entrada en vigor de la Constitución tras las ratificaciones


3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Bandera (en sus dos variantes) desde junio


de 1777 a 1795

Bandera en 1776-1777

E pluribus unum
(“De muchos, uno”)
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Dentro del período confederal, nos interesa fundamentalmente la última etapa de


este, es decir, la del “período constituyente”, cuyo inicio se ha de situar en 1786 con
el comienzos de los debates para la redacción de una nueva Constitución.

La necesidad de aprobar un nuevo texto constitucional se aborda por primera vez en


la Convención de Annapolis (Maryland), en septiembre de 1786. En ella participan
representantes de cinco estados: Nueva Jersey, Nueva York, Pennsylvania, Delaware y
Virginia. Da paso a la Convención de Philadelphia (desde mayo de 1787), la gran
convención federal donde, bajo la presidencia de Washington, se aprueba el nuevo
texto redactado (17 de septiembre).

Ya previamente, los estados habían elaborado sus propias constituciones. Entre los
años 1776 y 1780, todos los estados, salvo Rhode Island y Connecticut, que
únicamente revisaron sus antiguas cartas coloniales para borrar toda referencia a la
autoridad real, aprobaron nuevos textos.

Como complemento de la Constitución de Virginia, cabe destacar la Declaration of


Rights, elaborada por George Manson en junio de 1776. Sirve de base fundamental a
su amigo Jefferson para la Carta de Derechos de los Estados Unidos (1791) y, en el
contexto de la Revolución francesa, para la Declaración de los Derechos del Hombre y
del Ciudadano (1789).
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

En este contexto, el pasado heleno es idealizado. Junto a Roma, las póleis y


confederaciones griegas son vistas como el único antecedente de un gobierno
republicano. John Adams escribe a La Fayette en el año 1782:

Soy republicano de convicción (…). La mayor parte de todo lo valioso de la vida civil se ha originado bajo esta
forma de gobierno. Dos poderes republicanos como Atenas y Roma nos han honrado más que todo el resto.
Para establecer un nuevo país basta tan sólo con este gobierno.

Un autor anónimo, A Farmer, del estado de Maryland, se


expresaba en febrero de 1788 en una línea similar:

No hay nada nuevo que sea útil o sólido. Y me atrevo a asegurar que
cada institución política está completamente explicada por
Aristóteles y otros escritores antiguos y que no hay un nuevo
descubrimiento en la ciencia política desde hace diez siglos.

Años antes, el “padre fundador” John Dickinson, también


escribiendo bajo pseudónimo, se expresaba de la
siguiente manera en sus famosas Letters from a Farmer
in Pennsylvania (1767-1768):
A este respecto la Historia resulta muy instructiva… Una nación puede
ser prudente y feliz no sólo por su sabiduría y éxito propio, sino por los
errores y desgracias de otros.
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Como ya hemos apuntado, el pasado griego se usa principalmente para resolver dos
problemas:

1. La separación y equilibrio de poderes dentro del nuevo estado federal.

2. La relación de este nuevo estado con los diferentes estados que lo integraban.

Esto afectaba a cuestiones como:

- Tipo de unión (estado federal vs. confederación)

- Órganos de representación (dos cámaras vs. una cámara)

- Gobierno central fuerte vs. autonomía reforzada de los estados

- Política elitista y probritánica vs. política popular y revolucionaria (francesa)

- Representación proporcional vs. representación igualitaria

Ello termina dando lugar a dos facciones abiertamente enfrentadas, la federalista y


la antifederalista, que en los años 1786-1787 usarán todo medio impreso a su
alcance para hacer valer sus posturas.
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Federalistas

John Adams Hamilton Jefferson Washington Franklin

John Jay James Wilson Madison


3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Antifederalistas
De iure, hasta la entrada en vigor de la
Constitución de 1789, los Estados Unidos de
América constituían una confederación con un
poder central muy débil.

Su norma básica eran los Artículos de la


Confederación y la Unión Perpetua, aprobados
en 1777 y ratificados en 1781.
Richard Henry Lee Monroe
Se trataba de 16 escuetos
artículos, con casi el único fin
de regular el funcionamiento
del nuevo estado en plena
efervescencia bélica.

No incluía apenas directrices


para un gobierno nacional
efectivo.
Samuel Adams Patrick Henry
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

No fueron pocos los estadistas mencionados que, bajo pseudónimo de claro gusto
clásico, participaron activamente en los debates paralelos con intención de influir en
la opinión pública, ya a favor de la ratificación de la Constitución (federalistas), ya en
contra (antifederalistas).

Hamilton, Madison y Jay usarán, conjuntamente, en nombre de Publius en sus


artículos publicados en The Federalist.

Destacados antifederalistas fueron Brutus y Cato.

En los folletines de la época, antes y después de la independencia, era frecuente leer


otros pseudónimos clásicos: Aristides, Caesar, Tullius (por Cicerón) o Timoleon.

John Adams, uno de los más destacados federalistas, era en ocasiones comparado
con Temístocles, al que él mismo aludida constantemente en sus discursos. Adams
fue el impulsor del Ejército Continental. El ateniense Temístocles fue, siguiendo el
relato de Heródoto, el encargado de liderar la resistencia contra Jerjes, el impulsor de
la victoria contra Jerjes y el gran vencedor en Salamina en 480 a. n. e.
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Paralelamente, existía un conflicto creciente entre los grandes estados terratenientes


del sur (Virginia, las Carolinas, Georgia), de religión anglicana, y los pequeños
estados mercantilistas del centro y norte, mayormente puritanos (Delaware, Nueva
Jersey, Connecticut, New Hampshire). La excepción es Massachusetts, el principal
estado de Nueva Inglaterra y bastión puritano, pero muy poblado, por lo que se situó
del lado de los sureños.

En relación a ello, y entre las tensiones por el modelo de unión, en la Convención de


Philadelphia (1787) se presentan don planes contrapuestos:

Plan Virginia Plan New Jersey

- Congreso bicameral - Congreso unicameral

- Representación proporcional - Representación igualitaria

- Ejecutivo fuerte - Ejecutivo limitado


3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Aunque el recurso a Esparta y Atenas está presente, dentro del debate entre
federalistas y antifederalistas, entre los defensores de uno u otro plan, cobrarán
mucha importancia las confederaciones griegas, y más en especial las del período
helenístico, aquellas que surgen o se consolidan en el contexto de la expansión
romana por el Mediterráneo oriental. Son fundamentalmente 4:

1. Anfictionía (ἀμφικτυονία) de Delfos. Confederación de tribus, no de póleis. Se


funda en siglo VII a. n. e. Cobra importancia en los siglos V-IV a. n. e. (guerras
sagradas). Perdura, aunque perdiendo gradualmente prestigio, hasta el período
romano. Su naturaleza era fundamentalmente religiosa, Formarán parte de ella
diversos éthnē griegos: etolios, beocios, locrios, tesalios, focios, dólopes, dorios de
Esparta, aqueos de la Ftiótide, etc.

2. Liga beocia. Bajo el liderazgo de Tebas (Epaminondas), alcanzará la hegemonía


del mundo griego en los años 371-362 a. n. e.

3. Liga aquea. Siglos III-II a. n. e. Se enfrenta a la coetánea Liga etolia (no


considerada por los padres fundadores), a Macedonia y finalmente a Roma, que la
derrota y disuelve en 146 a. n. e.

4. Liga licia. Siglos II-I a. n. e.


3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Sin duda, el padre fundador que más intervendrá en el debate constitucional a partir
del pasado griego en James Madison, quien incluso elabora un informe para ver qué
modelo servía mejor: On Ancient and Modern Confederacies (abril-junio de 1786).
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Liga beocia

Será traída al debate como modelo inválido. Se omite casi por completo, cuando es
paradójicamente el modelo del que más datos se tienen (Jenofonte) y que más
encajaría, a priori, con las necesidades estadounidenses. Adams escribirá:

Quizás no haya en toda la Antigüedad, si es que la hay en la


Historia universal, un ejemplo más adecuado a nuestra
situación que el de Tebas, o un carácter más digno de
imitación que el de Epaminondas.

Letter to William Tudor, 26 de septiembre de 1776


3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)
No obstante, el juicio de Adams sobre el funcionamiento
interno de esta liga es muy negativo. Así, en su obra A
Defence of the Constitutions of Government of the
United States of America (1787-1788), dentro del
capítulo dedicado a las Ancient Democratical Republics, se
expresará de la siguiente forma:

Si hubiera habido un gobernador en Beocia, un senado, una cámara de


representantes equitativa entre diputados de Tebas y de las todas
ciudades menores (...), estando el ejecutivo bajo un gobernador, ¿habrían
tenido lugar las guerras civiles, las disputas interminables entre los
nobles y el pueblo, la capital y las ciudades subordinadas, las intrigas de
una parte con Atenas y de otra con Esparta?

Después de la abolición de la monarquía en Beocia, hubo un esfuerzo


para recoger toda la autoridad en un centro, pero la nación encontró que,
aunque las leyes podían ser elaboradas, no podían ser ejecutadas. Debía
haberse nombrado un magistrado ejecutivo, pero al no poder ponerse de
acuerdo, para contentar a ambas partes, el líder de cada facción fue
elegido. No pudieron ponerse de acuerdo, como era de prever, y
dividieron la nación en dos ejércitos muy fuertes, uno de los cuales luchó
contra la alianza de Esparta y el otro contra la de Atenas (…). Es muy
lamentable que Epaminondas no viviera para desplegar su talento como
legiador (…).
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)
Liga licia

La Liga licia, conocida básicamente por Estrabón (14.3.3), será considerada el mejor
modelo a seguir, gustando tanto a los federalistas como a los antifederalistas. Su
desarrollo se extiende entre el siglo IV a. n. e. y el año 43 d. n. e. (cuando queda la
región de Licia queda incorporada al Imperio romano como provincia bajo el
emperador Claudio). Sin embargo, desde el año 188 a. n. e. la zona ya estaba bajo
control romano, gobernándose de forma autónoma.

Son veintitrés ciudades las que tienen derecho a voto, y desde cada una de ellas van a reunirse en una
asamblea común una vez que han elegido la ciudad que les ha parecido adecuada. Las ciudades mayores
tienen derecho a tres votos cada una, las medianas a dos y las demás a una, y de manera
proporcional pagan los tributos y desempeñan el resto de las liturgias . Artemidoro dijo que las seis
mayores eran Janto, Patara, Pinara, Olimpo, Mira y Tíos, esta última situada en el paso que lleva a Cibira. En
la asamblea eligen en primer lugar un lykiárchēs y luego otros cargos de la liga, y designan juzgados en
común. Antes también deliberaban sobre la guerra, la paz y las alianzas, pero ahora no es normal que lo
hagan, pues estos asuntos están obligatoriamente en manos de los romanos, excepto si estos dan su permiso
o si se trata de algo ventajoso para ellos. Igualmente se eligen jueces y arcontes de las distintas
ciudades en proporción a los votos que tienen. Y como tenían una constitución tan buena permanecieron
libres durante la dominación romana, respetando sus tradiciones, y vieron cómo fueron completamente
eliminados los piratas, primero gracias a Servilio Isáurico por la misma época en que destruyó Isauria [75 a.
n. e.], y luego gracias a Pompeyo Magno [64/63 a. n. e.], que quemó más de mil trescientas naves y
devastó sus asentamientos llevándose una parte de los hombres que sobrevivieron en las batallas a Solos, a
la que llamó Pompeyópolis, y otra parte a Dime, cuya población era escasa y que ahora está ocupada por una
colonia de romanos.
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

La Liga licia, peor conocida en el siglo XVIII que la Confederación beocia, las ligas
arcadia y aquea o las ligas clásicas del Peloponeso (Esparta) y Delos (Atenas), será
reclamada principalmente por su proporcionalidad.

Los representantes de Virginia y Pennsylvania hablarán muy bien de ella. Para el


virginiano Madison era el modelo más cercano al sistema federal que se estaba
proponiendo para la Constitución, y así lo recoge en su On Ancient and Modern
Confederacies. Más explícito fue James Wilson, de Pennsylvania, en su texto “Of Man,
as a Member of a Confederation”:
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

En los debates de la propia Convención federal de Philadelphia, Madison le


reprochará a Oliver Ellsworth, defensor del Plan New Jersey, lo siguiente:

Mr. Ellsworth ha cometido un error al decir que no existían ejemplos en los que los estados confederados no
hubieran mantenido una igualdad exacta en el sufragio… le recuerdo la confederación licia en la que los
miembros integrantes tenían votos en función de su importancia y a la que Montesquieu aconsejaba como el
modelo más completo de gobierno.
Madison, Records of the Federal Convention, 30 de junio de 1787

Bouleuterion de Patara
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Los antifederalistas que abogaron por este modelo lo hicieron por entender que se
trataba de una unión muy descentralizada, sin un poder fuerte.

Es el caso de Helvidius Priscus, el sobrenombre que usaba James Warren, de


Massachusetts. La mayor crítica de los federalistas a la Liga licia era precisamente su
ausencia de un poder fuerte, y que por esto mismo cayó fácilmente ante Roma. La
opinión de Warren difería, pues para él fue la intromisión de un poder federal externo
lo que hizo que desapareciera:

Resulta lógico que todo aquel que se pone al corriente de la Historia Antigua vuelva sus pensamientos al
miserable destino de los licios. Era un pueblo soberbio y virtuoso, que mantuvo su independencia y su libertad
durante siglos, sostenido por sus sencillas instituciones bajo veintitrés soberanías distintas. Fue hasta el
reinado de Leomitiano, cuando cayeron bajo el yugo romano con otras ciudades de Grecia mientras el tirano
alegaba, para justificar su intromisión, la misma excusa que hemos escuchado en las calles de nuestras para
someter a los americanos a las armas del poder establecido, que no eran del todo capaces de disfrutar de sus
libertades. América ha luchado por sus libertades, las ha conseguido a costa de los duros sacrificios, se ha
embarcado en esta empresa con un espíritu con el que se ha ganado el aplauso de la Humanidad y ha
logrado su emancipación de la tiranía con la sangre de sus héroes y amigos. Y ¿será desperdiciado su honor,
su reputación, su libertad por la doblez y las intrigas de aquellos que nunca han participado en sus
sufrimientos?

Independent Chronicle, 27 de diciembre de 1787


3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

La Liga aquea

La Liga aquea, que surge durante el período clásico, resucita con gran fuerza en la
primea mitad del siglo III a. n. e. Estará encabezada por las principales ciudades de
Acaya (norte del Peloponeso): Dime, Patras y Tritea. Acaba integrando dentro de sí a
importantes póleis no aqueas, como Sición, Argos, Megalópolis, Corinto o Megara. Su
esplendor llega hacia 220-190 a. n. e.

La Liga aquea es conocida principalmente por Polibio, nacido en 200 a. n. e. en la


citada Megalópolis, para esta época ya una de las más importantes pólis de la
península del Peloponeso junto a Corinto, que es disputada por Macedonia. De
hecho, Polibio llegó a ser hiparco de la Liga aquea hacia los años 170-169 a. n. e.

Con el inicio de la expansión romana en 189 a. n. e. por Grecia, esta confederación


adquirirá un papel central, hasta que es disuelta por Roma tras la conquista del
territorio continental griego en 146 a. n. e.

El hecho de que la Liga aquea acabara integrando en su seno a todo el Peloponeso es


lo que explica que los romanos terminaran aplicando la denominación de “Acaya” al
conjunto de la península peloponésica. El topónimo dará luego nombre a la principal
provincia romana de la Hélade (27 a. n. e.), con capital en Corinto.
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Liga aquea en 194 a. n. e.


3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Liga aquea en 188 a. n. e.


3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

La Liga aquea será muy del gusto de los federalista por considerarse que, a
diferencia de la Liga licia, sí contaba con un poder central fuerte. Además, se veía
como un estado unitario, a pesar de que nunca fue tal cosa. Esta impresión venía de
leer muy literal de las fuentes clásicas (Plb. 2.37-38).

Hamilton, bajo el nombre de Publius, alaba abiertamente su centralismo en The


Federalist Papers 16. Con mismo pseudónimo, en el número 18, él y Madison dirán lo
siguiente:

Las ciudades que componían esa liga retenían su


jurisdicción municipal, nombraban a su propios
magistrados, y disfrutaban de una igualdad
perfecta. El senado, en el que estaban
representadas, era el único que tenía potestad
exclusiva para declarar la guerra y la paz; para
nombrar al magistrado principal o pretor, como
llamado el que dirigía las tropas, pretor que con el
consejo y consentimiento de los diez senadores no
sólo administraba el gobierno durante el receso
hasta el nombramiento del nuevo senado, sino que
tenía un gran papel en las deliberaciones cuando se
reunían (…). Parece que las ciudades tenían las
mismas leyes y costumbres, los mismos pesos y
medidas y la misma moneda.
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

En The Federalist Papers 18, bajo el elocuente título de “Las deficiencias de la


presente confederación para preservar la Unión”, Publius insiste:

Había infinitamente más moderación y justicia en la administración de su gobierno y una reacción popular
menos violenta y sediciosa que la que se podía encontrar en cualquiera de las ciudades que ejercían
individualmente todas las prerrogativas de su soberanía… El gobierno del pueblo, en cualquier momento y
lugar sujeto a convulsiones, no provocó desorden alguno entre los miembros de la “república aquea” porque
la posible amenaza era temperada por esa autoridad centralizada y la legislación que la liga se concede.

Hamilton y Madison, con estas palabras no estaban más que siguiendo fielmente la
opinión de Polibio (Plb. 2.38; 2.44; 4.6; 22.8; 23.12), para quien el sistema político
de la Liga aquea se distinguía por su igualdad, libertar de expresión y democracia
genuina (opuesta a la democracia radical ateniense).

Este carácter democrático de la Liga aquea es incluso alabado por antifederalistas


como Monroe, como se desprende de las palabras que pronuncia en la sesión del 10
de junio de 1788:

Las monarquías que se unen [en una liga] se separan pronto, las aristocracias se preservan en la unión más
tiempo. pero las democracias, a menos que se separen por alguna extraordinaria circunstancia, duran para
siempre… ¿Cuál fue el efecto [en la Liga aquea]? Reinó entre ellos la más perfecta armonía y amistad y se
mostraron muy comprometidos en la defensa de su libertad.
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

La Anfictionía de Delfos

La Anfictionía de Delfos, referente para ambas facciones, llegará incluso a ser


referida como el “congreso de los Estados Unidos de Grecia”. Los federalistas
destacan la existencia de una sede central y la toma conjunta de decisiones, que
afectaban a la totalidad de sus miembros. Estas decisiones, sin embargo, eran
principalmente religiosas. El poder ejecutivo era escaso. Por ello, era también muy
del gusto de los antifederalistas, además de por su igualitarismo.

De hecho, su fracaso se atribuye a la descentralización y la debilidad de su poder


central. Así, para los federalistas, la Anfictionía de Delfos era un verdadero punto de
partida, pero el modelo debía ser alterado para resultar válido.
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Según Wilson. federalista: Para Madison, federalista:

Si Grecia hubiera estado unida por una Confederación


más estricta, y si hubiese perseverado en su unión,
nunca hubiera probado las cadenas de Macedonia y
hubiera podido hacer frente a los ambiciosos
proyectos de Roma.

Para Hamilton, federalista:

La Historia nos muestra que los decretos del consejo


anfictiónico fueron ignorados y que los estados más
fuertes, con independencia del poder que tuvieran,
dieron ley a los más débiles.

Luther Martin, antifederalista y, a la misma vez, partidario del voto igualitario (era
compromisario de Maryland, uno de los estados más pequeños), dirá:

Los estados que formaban el consejo anfictiónico eran iguales aunque Lacedemonia, uno de los estados más
grandes, intentó la exclusión de tres de los estados menores de este derecho. Bien es verdad que con este
plan solo intentaba reducir sus derechos, no aniquilarlos. Fue la ambición y el poder de los estados griegos lo
que arruinó este respetable consejo.
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Monroe, antifederalista, dirá:

No muestra esas convulsiones internas que los colegas achacan a todos los gobiernos de tipo confederal. Los
historiadores más respetables prueban que esta confederación estaba exenta de aquellos defectos (…). Esta
liga fue fundada sobre principios democráticos y gracias a la sabiduría de su estructura se perpetuó en el
tiempo mucho más que ninguna otra. Sus miembros, como nuestros estados en su unión confederal, retenían
su soberanía individual, y disfrutaban de una igualdad perfecta».

La popularidad de la Anfictionía de Delfos llegó a ser tal que incluso superó los
límites del debate político, permeando en el círculo femenino vinculado a los padres
fundadores: Abigail Adams y Eunice Paine se hacen llamar “damas anfictiónicas”.
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Representación igualitaria de todos los


SENADO
estados (Plan New Jersey)
Gerousía espartana
Anfictionía de Delfos
Aerópago soloniano
Liga Aquea

CÁMARA DE Representación proporcional por población


REPRESENTANTES y contribución fiscal (Plan de Virginia)

Ekklesía ateniense Liga Licia

“GRAN COMPROMISO” (COMPROMISO DE CONNECTICUT 1787):

CÁMARA BAJA Representación por población y contribución fiscal


CÁMARA ALTA Representación igualitaria de todas los estados
3. De colonias a república: el legado político griego en la Revolución
norteamericana (1776-1787)

Atenas, un modelo democrático imperfecto

Los padres fundadores que la forma política de su nuevo estado debía ser del todo
diferente a la de la monarquía británica, la antigua metrópoli. Existía, pues, un claro
consejo en que la fórmula de gobierno de los Estados Unidos debía ser la república
democrática. El problema estaba en qué tipo de democracia instaurar. El ejemplo
ateniense parecía demasiado radical, siguiendo la opinión de los propios autores
clásicos (Jenofonte, Aristóteles, Polibio, Plutarco).

La Historia no ofrece ningún ejemplo de república longeva que no tuviera Senado. De hecho, solamente
Esparta, Roma y Cartago perduraron en el tiempo, y en los dos primeros existía un senado vitalicio. Es
necesaria alguna institución que combine la estabilidad con la libertad (…). El pueblo puede ser traicionado
por sus representantes y el peligro será claramente mayor allí donde toda la autoridad legislativa se halla en
manos de un único cuerpo, no donde se requiera el acuerdo de dos cuerpos independientes y diferentes para
cualquier disposición pública.

Madison (Publius), The Federalist Papers 63

Frente a la figura de Pericles, los padres fundadores anteponen la de Solón, gran


reformador de la Atenas del siglo VI a. n. e. Su modelo es un antecedente claro de la
democracia del siglo V a. n. e., pero en él la aristocracia todavía mantiene un papel
preponderante. La leyes de Solón, por tanto, se consideran más equilibradas que las
de Clístenes.
4. Entre república e imperio: Atenas, Esparta y Roma en la Revolución
francesa (1789-1804)
El juramento de los Horacios
Jacques-Louis David
1784

En su lucha singular contra los Curiacios de Alba Longa (Liv. 1.25), esta auténtica
exaltación de la lealtad al Estado, el heroísmo y la virtud cívica de los Horacios,
convertidos en modelo conductual del buen ciudadano, fue considerada en los años
inmediatamente anteriores a la Revolución de 1789, en la que el pintor participó
activamente, una declaración de intenciones, un manifiesto y hasta una invitación a
las armas.
4. Entre república e imperio: Atenas, Esparta y Roma en la Revolución
francesa (1789-1804)

“La revolución de 1789-1814 se vistió alternativamente con ropajes de la República


Romana y del Imperio”.
Marx, El 18 Brumario de Luis Bonaparte

Los lictores llevan a Bruto el


cuerpo de sus hijos
Jacques-Louis David
1789

¿Quién es Lucio Junio Bruto?

Según la tradición historiográfica


romana, es el fundador de la
República en 509 a. n. e. Sus
hijos conspiran contra él, pero
ordena su muerte en beneficio
del pueblo (Liv. 2.3).
4. Entre república e imperio: Atenas, Esparta y Roma en la Revolución
francesa (1789-1804)

La idealización de Grecia y Roma durante la Revolución francesa llega a tal punto que
los modelos clásicos son asumidos por las distintas facciones políticas que surgen
dentro de la Convención Nacional (1792-1795).

Así, los montagnards o montañeses, el ala izquierda de dicha asamblea, se identifica


rápidamente con Esparta (por su austeridad). El jacobino Robespierre aludía
constantemente a Esparta en sus discursos, contraponiendo la figura del austero
Licurgo a la del libertino Solón. Los girondinos, en cambio, adoraban a Atenas,
baluarte de la democracia. Vergniaud criticó duramente desde el estrado el “modelo
espartano” que en su opinión querían imponer los jacobinos: reparto de tierra entre
los ciudadanos, mala comida lacedomonia, destrucción de la industria, pueblo de
hilotas…
4. Entre república e imperio: Atenas, Esparta y Roma en la Revolución
francesa (1789-1804)

El “espartanismo” y “romanismo” de los revolucionarios abarcó múltiples aspectos: no


sólo involucró a las artes figurativas, la música o la política, sino que llegó también a
campos hasta entonces impensables: religión, nombres, juegos, etc.

La efigie de Bruto, que decoraba buena parte de los edificios públicos y jardines de
París, comenzó a aparecer en los naipes. Su nombre fue utilizado como patronímico
de muchos recién nacidos (también solía usarse el de Escévola). De igual modo, no
pocos revolucionarios del momento se agenciaron un seudónimo de claro origen
romano, caso de Gracchus Babeuf, director del Tribuno del Pueblo (1794-1796).
4. Entre república e imperio: Atenas, Esparta y Roma en la Revolución
francesa (1789-1804)

Después del golpe de Termidor (24 de julio de 1794), que expulsó del poder a los
jacobinos, se comenzó a desmontar la mitología en torno a Esparta y Roma que
aquellos habían creado.

Al intentar los termidorianos despojar a los jacobinos de la “virtud antigua” con la


que se habían disfrazado, se comprobó que la “democracia romana” sólo era un
mito: estaba reservada a una minoría de hombres libres en una sociedad basada en
el trabajo de esclavos. En este sentido, son verdaderamente ilustrativas las palabras
del conde de Volney (partidario de Napoleón):

Nuestros antepasados juraban por Jerusalén y sobre la


Biblia. Una nueva secta (los jacobinos) ha jurado por
Esparta, Atenas y Tito Livio (...). Exaltaron la libertad de
Grecia y Roma y se olvidaron de que en Esparta una
aristocracia de treinta mil nobles tenía bajo su duro yugo a
seiscientos mil siervos (...). Han olvidado que, entre los
romanos, estas mismas costumbres y este régimen fueron
predominantes en aquellos que se llamaron los más bellos
tiempos de la República, y que ese misma República, distinta
según las épocas, fue siempre una oligarquía.
4. Entre república e imperio: Atenas, Esparta y Roma en la Revolución
francesa (1789-1804)

En 1799, tras el golpe de estado del 18 de Brumario, Napoleón, como antes los
jacobinos, se apresuró a buscar los elementos legitimadores de su poder en el
mundo romano, pero ya no en el período republicano, sino en el Imperio. No es
casual, ciertamente, que la terminología asignada a los cuerpos institucionales de la
de la Constitución del año VIII (1800) fuera extraída directamente de la legislación
romana: Senado, Tribunado y Consulado.

Napoleón cruzando los


Alpes
Jacques-Louis David
1801
4. Entre república e imperio: Atenas, Esparta y Roma en la Revolución
francesa (1789-1804)

La intervención de las Sabinas


Jacques-Louis David
1799
4. Entre república e imperio: Atenas, Esparta y Roma en la Revolución
francesa (1789-1804)

Venus Víctrix. 1804-1808


Antonio Canova
Villa Borghese

Napoleón como el dios Marte. 1802-1806


Antonio Canova
Wellington Museum
4. Entre república e imperio: Atenas, Esparta y Roma en la Revolución
francesa (1789-1804)
5. Esclavitud antigua, esclavitud moderna

A grandes rasgos, podríamos decir que los contemporáneos, y más concretamente


los revolucionarios franceses, descubrieron la esclavitud antigua en sus intentos de
acabar con el sustento ideológico del jacobinismo radical, a cuyos partidarios se les
achacará desde pronto una tremenda ignorancia sobre los caracteres fundamentales
del mundo antiguo.

Conforme vamos alejándonos de 1793, el clasicismo y las ideas progresistas


comenzarán a divergir, y la Antigüedad se afianza en un ámbito más conservador y
antidemocrático. Napoleón es el mejor ejemplo.

A lo largo del siglo XIX, tanto estadounidenses como como franceses recurrirán a la
esclavitud griega para justificar la de su época. Posiblemente, el caso más
paradigmático sea el de Charles Maurras (1868-1952), líder de Action Française, y
gran entusiasta de una “República basada en la esclavitud de la mayoría”. Gustaba
de sentirse “ateniense”.

Enfrente encontramos, paradójicamente, a los propios estudiosos de la esclavitud


antigua, quienes, como Henri Wallon, pusieron al servicio de la causa abolicionista
sus conocimientos sobre el tema.

Wallor será autor de una Histoire de l’esclavage dans l’Antiquité (1847). Será diputado
de la Asamblea Nacional Legislativa surgida de la Revolución de 1848, y participará
en el decreto que abolió la esclavitud en las colonias francesas.
5. Esclavitud antigua, esclavitud moderna
5. Esclavitud antigua, esclavitud moderna
Wallon escribe en el prefacio de su obra:
¡La esclavitud entre los antiguos! Tal vez parezca extraño que vaya a buscarse tan lejos cuando la esclavitud
sigue existiendo entre nosotros. Al abordar este tema no quiero apartar la atención bajo ningún concepto de
la cuestión colonial. Antes bien, me gustaría centrarla en ella y buscar una solución.

En el famoso libro de Fustel de Coulanges, La ciudad antigua (1864), se da una visión


excesivamente idílica de algunos aspectos sociológicos de la Antigüedad, aportando
argumentos fácilmente manipulables a los defensores europeos de la esclavitud, que
la consideraban, en su forma antigua, un mal justificable por el alto nivel cultural
alcanzado por griegos y romanos.

El propio Fustel de Coulanges dirá:

Antes, cuando todo individuo formaba parte de una gens y tenía su patrón, la miseria era prácticamente
desconocida. El individuo era alimentado por su patrón. La democracia no suprime la miseria, por le contrario
la hace más palpable.

El periodista bonapartista Bernad-Adolphe Granier de Cassagnac, escribirá:

La esclavitud, por sus orígenes, por su naturaleza y por sus efectos, se convierte (en la mente de sus
defensores) en una de las instituciones humanas más bendecidas por Dios. Sus orígenes la sitúan en la
familia, no siendo la esclavitud del extranjero más que una benévola forma de adopción: adopción primero
del pobre y luego del vencido. El pobre, amenazado con morir de hambre, y el vencido puesto bajo la espada
del vencedor, verían salvadas sus vidas y renacerían a una nueva vida. Si el patrón se la ha dado, ¿no es justo
que se le llame pater familias? ¿Y no será entonces la esclavitud un acto supremo de amor y caridad?
5. Esclavitud antigua, esclavitud moderna
Casi los mismos argumentos paternalistas que en Francia se daban en los recién
creados Estados Unidos, pero aquí, a diferencia que en el continente europeo, el
tema de la esclavitud acabó degenerando en una guerra civil entre los estados del
norte y los del sur (1861-1865). Para defender la esclavitud los sudistas, cuyo
principal exponente fue John Caldwell Calhoun, líder de la facción esclavista del
Senado, apelaron directamente al “modelo griego”.

En la ciudad virginiana de Charleston, cuna de la cultura sureña, los plantadores y


terratenientes tenían como meta, en efecto, un modelo productivo en el que los
libres, al estar exentos del trabajo gracias a la esclavitud, pudieran dedicarse al “bien
público”, esquema semejante al que exponen en sus obras Aristóteles y Cicerón. Ya
en los años veinte del siglo XIX, la “democracia grecorromana”, de base esclavista y
antiigualitaria según la concepción imperante en la época, se convirtió en los estados
del sur en una ideología concreta, que intentó ser socavada en las décadas siguientes
por parte de los abolicionistas del norte, cosa que acabó provocando la guerra.

Para pensadores estadounidenses la esclavitud les parecía una condición sin la cual
nunca se podría haber producido la expansión romana. El propio Jefferson, que
siempre se mostró en sus escritos a favor de abolir el orden esclavista, nunca dejó de
tener esclavos en sus plantaciones virginianas. Pensaba, además, que los esclavos
antiguos, especialmente los romanos, estuvieron mucho peor que los negros, idea
que sustentó en sus lecturas de Tácito y Cicerón.
5. Esclavitud antigua, esclavitud moderna

The Old Plantation


1790
5. Esclavitud antigua, esclavitud moderna
Casi los mismos argumentos paternalistas que en Francia se daban en los recién
creados Estados Unidos, pero aquí, a diferencia que en el continente europeo, el
tema de la esclavitud acabó degenerando en una guerra civil entre los estados del
norte y los del sur (1861-1865). Para defender la esclavitud los sudistas, cuyo
principal exponente fue John Caldwell Calhoun, líder de la facción esclavista del
Senado, apelaron directamente al “modelo griego”.

En la ciudad virginiana de Charleston, cuna de la cultura sureña, los plantadores y


terratenientes tenían como meta, en efecto, un modelo productivo en el que los
libres, al estar exentos del trabajo gracias a la esclavitud, pudieran dedicarse al “bien
público”, esquema semejante al que exponen en sus obras Aristóteles y Cicerón. Ya
en los años veinte del siglo XIX, la “democracia grecorromana”, de base esclavista y
antiigualitaria según la concepción imperante en la época, se convirtió en los estados
del sur en una ideología concreta, que intentó ser socavada en las décadas siguientes
por parte de los abolicionistas del norte, cosa que acabó provocando la guerra.

Para pensadores estadounidenses la esclavitud les parecía una condición sin la cual
nunca se podría haber producido la expansión romana. El propio Jefferson, que
siempre se mostró en sus escritos a favor de abolir el orden esclavista, nunca dejó de
tener esclavos en sus plantaciones virginianas. Pensaba, además, que los esclavos
antiguos, especialmente los romanos, estuvieron mucho peor que los negros, idea
que sustentó en sus lecturas de Tácito y Cicerón.

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