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CURSO BÁSICO DE TEORÍA

DEL ESTADO
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

CURSO BÁSICO DE TEORÍA


DEL ESTADO
En coordinación con la División de Estudios de
Posgrado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la umsnh.

Prólogo del Dr. Francisco Ramos Quiroz


Presentación del Dr. Héctor Chávez Gutiérrez
Curso Básico de teoría del Estado
Luis Miguel Campos Ojeda

En coordinación con la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Derecho y Cien-


cias Sociales de la umsnh.

© Luis Miguel Campos Ojeda


© Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo
© División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la
umsnh

ISBN: 978-607-542-085-1

Morelia, Mich., México. 2019


Derechos reservados conforme a la ley.
A Paty, mi esposa, y a mis hijos, Luis Miguel y
Jesús Mauricio, así como a mis queridos nietos
Jesús Andrés, Leonora, Luis Alejandro
y los que la vida me de, la razón de mi vida.
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

Prólogo

Tener la posibilidad de escribir el prólogo de un libro siempre será motivo


de gratitud y una inmerecida distinción; pero cuando la obra es producto del
esfuerzo de un docente universitario que contribuyó en nuestra formación
desde la cátedra, es además motivo de mucho orgullo, tal como ocurre en este
caso, pues el Mtro. Luis Miguel Campos Ojeda fue nuestro profesor durante la
licenciatura, de quien guardamos gratos recuerdos, pues siempre fue diligente
y cumplido en sus obligaciones y ponía todo su empeño para que el grupo
aprendiera, por lo que con su quehacer docente de más de 25 años, y ahora ya
jubilado, ha contribuido a dignificar la noble labor del profesor universitario
en la Casa de Hidalgo.
El libro que nos ocupa se intitula “Curso Básico de Teoría del Estado” que,
en palabras del propio autor, tiene como propósito poner al alcance de los
estudiantes de la asignatura Teoría General del Estado una síntesis de los temas
más importantes de la disciplina, de manera que el texto pueda servir como
una herramienta auxiliar en la formación de éstos. Aquí justamente podemos
advertir la vocación docente del Maestro Campos Ojeda, pues la obra que está
dividida en unidades contiene además elementos que permiten desarrollar
mejor la enseñanza-aprendizaje, al contener actividades vinculadas con ese
proceso, como son actividades de aprendizaje, cuestionarios e inclusive
actividades integradoras, por lo que consideramos que también puede ser
un material útil para otros profesores de Teoría del Estado, así como para
cualquier persona interesada en adentrarse en el estudio de tan bella disciplina.
El contenido del “Curso Básico de Teoría del Estado” ha venido madurando
desde su versión original, hasta llegar a esta obra, que ahora sale a la luz en
un momento verdaderamente significativo para la Universidad Michoacana
de San Nicolás, como es el festejo por su primer centenario, con lo cual el
autor rinde un homenaje a tan noble institución que hoy en día se posiciona
como una de las mejores universidades públicas de México y un referente
en materia de posgrados de calidad; pero que además siempre ha tenido una
fuerte presencia en las diferentes etapas de nuestro país, desde su antecedente

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CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

más antiguo en el Colegio de San Nicolás Obispo, fundado por Vasco de


Quiroga en 1540, como el propio autor da cuenta en la presentación a esta
edición.
Los temas desarrollados en cada una de las diez unidades que dan cuerpo
a la presente obra están ordenados de forma que permiten partir de lo más
general, para ir aumentando la dificultad, lo cual es un acierto metodológico
del texto, pues como ya se mencionó, busca ser una herramienta auxiliar
en la enseñanza-aprendizaje de la teoría del Estado en la formación de los
estudiantes de Derecho. Además, todas las unidades están escritas con un
estilo muy claro y sencillo que permite al lector comprender fácilmente los
contenidos, lo cual abona en mucho al cumplimiento de su objeto. Algo que
vale la pena señalar es que cada unidad cuenta con un resumen, que facilita
al alumno para arribar a las conclusiones más importantes del tema, y ello
favorece sobremanera la comprensión de los contenidos y permite abordar de
mejor forma las actividades complementarias que también contiene la obra.
Los contenidos de la obra que nos ocupa están divididos en las siguientes
unidades: I. Objetivos generales de la teoría del Estado; II. Desarrollo de
la ciencia política a través de la historia; III. Objeto de la ciencia política y
método en la teoría del Estado; IV. La naturaleza del Estado y su concepto;
V. Los elementos previos del Estado; VI. Elementos constitutivos del Estado;
VII. Los caracteres del Estado; VIII. Formas de gobierno y formas de Estado,
los órganos de gobierno y las funciones del Estado; IX. La composición social
del Estado contemporáneo y el papel de la opinión pública en la sociedad
organizada y X. Origen, justificación y extinción del Estado. Cada unidad
cuenta con un aparato crítico suficiente que permite al lector conocer los
referentes en la materia, pues como el propio autor refiere, no busca sustituir
los tratados especializados en la materia tan necesarios en la formación de los
alumnos, sino que es un material de apoyo en ese proceso formativo.
Felicitamos sinceramente el Maestro en Derecho Luis Miguel Campos
Ojeda por la publicación del “Curso Básico de Teoría del Estado”, que
aparece bajo el pie de imprenta de la Universidad Michoacana de San Nicolás
de Hidalgo, de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales y su División de
Estudios de Posgrado, de la cual es egresado y catedrático.

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LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

Por todo lo anterior, recomendamos ampliamente la lectura de esta obra


y estamos seguros que cumplirá con creces su objetivo coadyuvando en la
formación de las futuras generación de licenciados en Derecho, al tiempo
de representar un digno homenaje a la Benemérita y Centenaria Universidad
Michoacana de San Nicolás de Hidalgo con motivo de sus primeros cien años
de vida institucional. ¡Enhorabuena!

Dr. Francisco Ramos Quiroz


Jefe de la División de Estudios de Posgrado
Facultad de Derecho y Ciencias Sociales

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LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

Prefacio

Al alumno del primer año o semestre de la carrera de licenciado en Derecho,


a quien va dirigido este libro, de antemano le digo que este texto que pongo
en sus manos, -al igual que como lo dije en mi obra inicial-, tiene pretensiones
más bien modestas; que no busca sustituir al libro o compendio, sino más bien,
ser un auxiliar o herramienta, a manera de resumen o apuntes, para quienes
se inician en el conocimiento de esta apasionante disciplina que es la Teoría
del Estado. Y si me preguntan si es el mismo libro que intitulé simplemente
Curso de Teoría del Estado, les contestaré que en principio si lo es, pero en
sustancia es diferente. Lo anterior parte del hecho de que, si bien mi primer
documento fue el resultado de mi experiencia a lo largo de veinte años como
profesor de esta cátedra, este texto resulta de múltiples modificaciones que
se efectuaron al original, al contrastarlo, en mi práctica docente del día a
día, y experimentar las fallas, limitaciones o contradicciones de aquél, y ver
la necesidad de abundar, corregir o rectificar temas, que considero ahora
medianamente subsanadas, y que por lo tanto ya no se puede llamar del
mismo modo.
Un principio esencial que tuve que corregir fue el que se refiere a la
naturaleza de la sociedad, al insertar ahora el tema de la Composición social
del Estado, pues antes insistía en que la sociedad es un fenómeno natural, en
tanto que el Estado es un producto cultural, esto es, el resultado del quehacer
humano, con una base natural que es la sociedad; pero hoy veo con más
claridad que la sociedad también es el resultado de la actividad cotidiana
del ser humano, y que es el resultado de la interrelación de los hombres en
un hacer a partir de pensarse miembros de un grupo humano, (Recasens,
1971) y que lo natural está sólo en nuestra condición primigenia de ser entes
gregarios. A partir de ese principio cambia la óptica de lo que es el Estado en
función de lo que es la sociedad. Pues si el Estado es la organización política
por excelencia, debe ser el facilitador de los fines de la sociedad, y la sociedad
no puede ser otra cosa que la facilitadora, a su vez, del anhelo del ser humano
por realizarse en lo individual y en lo colectivo. Aunque en principio vivimos
agrupados por un instinto natural, la sociedad es una organización superior al

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CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

primitivo clan familiar, que le permitió al ser humano progresar, y por ende
fue el objeto, y lo sigue siendo, de un continuo mejoramiento razonado, lo que
le distancia del mero grupo natural. Que, si más adelante decidió o encontró
necesario organizarse en forma de Estado, con el ingrediente jurídico que
implica, es porque la política, la buena política, es la manera de entenderse y
organizarse mejor los hombres en una sociedad.
Por otra parte, como lo digo, se ampliaron, corrigieron o aumentaron temas
que en el primer texto no se contemplaban. Así, por ejemplo, decidí abordar el
asunto de la opinión pública, pero este tema que algunos autores no estudian
y otros le dan especial relevancia como forma de expresión de la sociedad
estatal, como es el caso de Zippelius, que hace un singular análisis del mismo,
significó un particular reto, pues para abordar esta temática era necesario
entrar al estudio de la sociedad desde el punto de vista de su integración. Fue
así que se incorporó el capítulo denominado La composición social del Estado
Contemporáneo y el papel de la Opinión Pública en la sociedad organizada,
que se insertó como la Unidad IX, y lo tratado en esta pasó a ser la Unidad X.
Nuevamente, como lo dije en el prólogo de mi obra primaria, no desconozco,
y los cito puntualmente, que en este texto seguí los pasos de las obras de
los más estudiosos de este tema en México, como Héctor González Uribe,
Mario de la Cueva, Francisco Porrúa Pérez y Agustín Basave Fernández del
Valle. A ellos debo agregar a teóricos cuyas lecciones nos siguen guiando el
camino en nuestra materia, como el infaltable Hermann Heller, los maestros
Jean Dabín, Hans Kelsen, Georg Jellinek y desde luego uno de los últimos
sabios de la Teoría del Estado: Norberto Bobbio, cuyas observaciones inserté
para este nuevo texto, así como de David Easton, en el rubro del papel de
la Ciencia Política y de Sabine en el asunto de la Historia del pensamiento
político. Lo mismo aclaro, que, en el orden de los temas tratados en esta
obra, seguí estrictamente el programa y guía de estudio que para la materia
de Teoría General del Estado se establece en la Facultad de Derecho de
nuestra universidad, pero también en la generalidad de las instituciones que
la contemplan en su plan de estudios, que por lo demás, es obligatoria si
se quiere formar abogados conscientes del papel que juega el Estado para
la existencia del Derecho y de la convivencia universal. Es por eso que,

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LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

atendiendo a esta nueva estructura de mi libro, que cubre todos los temas del
programa de esta asignatura para el nivel de licenciatura, y únicamente éstos,
he decidido denominarle Curso Básico de Teoría del Estado.
Por último, he deseado publicar esta que considero nueva obra, aún y
cuando ya me jubilé y estoy prácticamente en retiro de mi actividad académica,
porque deseo hacer con este trabajo, un modesto homenaje a la institución
para la que trabajé por más de veinticinco años: la Universidad Michoacana de
San Nicolás de Hidalgo, ahora en su centésimo aniversario, con la seguridad
de que su gloriosa historia deberá imponerse a las mezquindades, abusos
y políticas públicas equivocadas que la amenazan. Sobre todo porque de
ninguna manera se trata de un institución improvisada y sin carácter, porque
como debe saberse por propios y extraños, el origen de ella está en el colegio
que fundara don Vasco de Quiroga hace ya cerca de quinientos años; que sus
aulas se vieron iluminadas por la presencia de nuestros más grandes próceres
de la independencia: Hidalgo y Morelos; y que héroes de nuestra reforma,
como don Melchor Ocampo le prodigaron tanto amor, al igual que personajes
comprometidos con la lucha social de la revolución, como Isaac Arriaga. Pero
no fue sólo la presencia de ellos en sus aulas y pasillos lo que le imprimió
el carácter que tiene nuestra institución, sino la herencia filosófica que le
legaron; es por ello que el humanismo, el liberalismo y la conciencia social
no le son extrañas, y jamás deberán serlo para cualquiera que se considere un
auténtico nicolaita.

M. D. Luis Miguel Campos Ojeda.


Morelia, Michoacán, diciembre de 2017

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LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

Presentación

La Tiranía de un príncipe en una oligarquía,


no es tan peligrosa para el bien público,
como la apatía de un ciudadano en una democracia.
Charles de Montesquieu

El objetivo principal de la Teoría General del Estado consiste en rebasar los


límites del conocimiento cotidiano y acercarnos a un conocimiento científico
que permita entender y comprender los límites del Estado, de éste que
sigue siendo uno de los constructos político sociales más importantes de la
humanidad.
El Estado moderno lo entendemos como el escenario ideal para que se
alcancen todas las aspiraciones más dignas del desarrollo humano. En este
complejo fenómeno, se aglutinan y entrelazan distintas expresiones sociales
tales como la cultura, el lenguaje, la religión, el derecho, la soberanía y el
nacionalismo, todo ello encaminado a lograr el ansiado “Bien Común” al que
aspira toda nación.
Es cierto que el “Estado” como objeto de estudio ha merecido incontables
tratados, ensayos, escritos y textos de diversa índole que tratan de clarificar su
contenido, alcances y objetivos. También resulta destacable la trasformación
que en los últimos casi treinta años ha vivido el mundo; contados a partir de
la icónica ciada del Muro de Berlín, han sufrido los “Estados Modernos”;
en la actualidad resulta difícil encontrar Estados Socialistas y los pocos que
quedan apegados a este modelo político económico, buscan, en el mayor de
los casos, adscribirse a modelos democráticos que le permitan incorporarse a
la economía de mercado, mejor conocida como neoliberalismo.
Los fenómenos sociales que podemos analizar desde la Teoría del Estado
son innumerables y al ser la mayor expresión político-social del hombre, nos
dota de herramientas fundamentales no solo para entenderlo a sí mismo, sino
que su conocimiento nos permite lograr el mejor desarrollo posible de muchas
de las actividades humanas que están dirigidas a lograr una coexistencia
pacífica y fructífera no solamente entre sus habitantes sino en correlación con
otros estados en el contexto internacional.

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CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

El Estado es un objeto de estudio apasionante y, todo ello es abordado


mediante un leguaje claro y asertivo por el Maestro Luis Miguel Campos Ojeda
en esta obra, quien en la aulas no solo ha demostrado probidad y constancia
en el noble quehacer de la docencia, sino que también ha demostrado un
enorme conocimiento del tema que desarrolla con gran claridad y precisión
en este texto, mediante una lectura amena esta obra lleva al lector a clarificar
conceptos que forman parte del “Estado” y lo ayuda entender conceptos que
se han tenido que deconstruir con los acontecimientos y teorías de los últimos
años.
Para la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, es un orgullo que sus
docentes se interesen por investigar y publicar textos en los que a través de los
años se han convertido en expertos en la materia; esta obra cumple cabalmente
con los contenidos que se acordaron en la Academia para desahogarse
dentro del programa de estudios y pocas Facultades de Derecho cuentan con
profesores que dediquen su tiempo a desarrollar con calidad los contenidos
del mismo.
Para nuestra Universidad, lo más importante son sus estudiantes, la
conclusión de esta obra da cuenta de ello y al mismo tiempo nos asegura
que los alumnos han inspirado a la realización de la misma, ya que la
retroalimentación dentro del aula es muy animada para discutir temas de gran
trascendencia, la invitación a disfrutar de este trabajo tan cuidadosamente
desarrollado queda abierta a todos los que estén interesados en abordar temas
que son la columna vertebral del Derecho.

Doctor Héctor Chávez Gutiérrez

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LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

Unidad I

Objetivos Generales de la Teoría del Estado

I.1. El Estado como Objeto de Estudio de la Teoría del Estado.

-El hombre y el Estado. Nociones Previa y Científica acerca del Estado.


-Definición Previa de Estado
-Problemas fundamentales que se plantea el estudio sobre el Estado.
-Conexión de todos los temas relacionados con el estudio del Estado.
-Los hechos políticos.
-Clasificación de la Ciencia Política. Disciplinas
Fundamentales, Especiales y Auxiliares.
-Ubicación de la Teoría del Estado.
-La Teoría del Estado en la actualidad.

El hombre y el Estado. Nociones Previa y Científica acerca del Estado.

En la vida diaria, en una sociedad organizada en forma de Estado, sus inte-


grantes, que son los individuos, tienen conciencia de la existencia de éste,
pero no tienen una noción clara, sino vulgar, sobre el mismo. Ese conoci-
miento se limita a una mera percepción, y a confundir al Estado con el go-
bierno, en algunos casos, y en otros, con el territorio o bien, con la nación.
Sin embargo, ese conocimiento debe ser superado, sobre todo cuando se trata
de un estudio especializado como pretende ser el de una teoría que se elabore
en torno al mismo.

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CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

Definición Previa de Estado.

El estado es un organismo que, ante todo, está integrado por diversos elemen-
tos. Esos elementos, según algunas definiciones, se limitan a tres, en otras a
cuatro, etc. Esos elementos, de acuerdo con algunos autores y conceptos más
elementales, son: La sociedad, el territorio y el gobierno, de donde se puede
formar una definición analítica del Estado del siguiente tenor: “Estado es una
sociedad, en un territorio y con un gobierno”.
Pero si consideramos que el Estado es un ente más complejo que eso,
debemos asumir, que además de la sociedad, que por supuesto se debe enten-
der que debe estar formada de seres humanos, -ya que puede haber sociedades
animales pero de carácter irracional-, del territorio y de algo que es más que
el simple gobierno (porque lo abarca y rebasa), y que se trata del Poder, que
un Estado también está formado con un Orden Jurídico, que es ese sistema de
leyes que rige a esa sociedad y de un elemento esencialmente subjetivo, te-
leológico, que es el fin que persigue, y que precisamos como el Bien Público
Temporal.
Así coincidimos con Francisco Porrúa en definir al Estado de la si-
guiente forma: El estado es una sociedad humana, establecida en el territorio
que le corresponde, estructurada y regida por un orden jurídico, el cual es
creado, definido y sancionado por una poder con carácter de soberano, para
alcanzar el bien público temporal, constituyendo un ser con personalidad
moral y jurídica propia.1
Ahora bien, como esta es una definición que nos ha de ser de utilidad
desde el inicio del estudio que estamos abordando, le llamamos previa, y es
analítica, insistimos, porque se forma haciendo un análisis de los componen-
tes del Estado.

1
Porrúa Pérez, Francisco. Teoría del Estado, 34ª. Ed., Editorial Porrúa, México, 2001, p. 26.

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LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

Problemas fundamentales que se plantea el estudio sobre el Estado.

Siempre que se quiere abordar el conocimiento de algo más allá de un simple


conocimiento superficial o vulgar, debemos hacernos algunos planteamientos
sobre qué es lo que queremos saber de esa cosa. Así, si pretendemos estudiar
una máquina, lo primero que nos preguntamos es ¿Qué es? ¿Para qué sirve?
¿De que material o materiales está hecha? Etc. Pero si lo que queremos es-
tudiar es el Estado, las preguntas no van a diferir del todo, pero sí tendremos
que adecuarlas y, sobre todo, precisar qué es lo que queremos desentrañar con
dicho cuestionamiento.
Estas preguntas, entre otras muchas, fundamentalmente son
Cinco:2

1. ¿Qué es el Estado?, y al hacérnosla pretendemos determinar la naturale-


za del Estado (es decir, de qué está compuesto).
2. ¿Cómo es el Estado?, y con la misma se busca precisar cuál es la orga-
nización y el funcionamiento del Estado.
3. ¿Para qué existe el Estado? Que quiere decir que habremos de determi-
nar cuáles son los fines o el fin del Estado.
4. ¿Por qué existe el Estado? Que nos lleva a hacernos el planteamiento a
partir del fin que se propone el Estado, como complemento a la anterior,
para desentrañar cuál debe ser el destino de la actividad que despliega el
Estado, esto es, la función social del mismo.
5. ¿Debe existir el Estado? Esta cuestión es de vital importancia y nos au-
xilia a determinar si se justifica la existencia del Estado.3

2
Basave Fernández del Valle, Agustín. Teoría del Estado, Trillas, México, 2003, p. 22.
3

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CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

Conexión de todos los temas relacionados con el estudio del Estado.

Los temas que se pueden abordar en el estudio del estado pueden ser muchos
y de muy variada naturaleza, como lo son los elementos que le integran, pero
todos convergen en la comprensión del Estado, porque éste es un ser único,
complejo sí, pero formando un solo ente. Por ello, los temas todos que le es-
tudian están relacionados.4

Los hechos políticos.

El Estado es un fenómeno político, y todo fenómeno político es un hecho


social, pero no todo hecho o acontecimiento social es un fenómeno político.
Para que ese hecho social se convierta en político, es necesario que concu-
rran en el fenómeno social, además de la simple coincidencia en un lugar de-
terminado de dos o más personas físicas, la búsqueda de un objetivo común
que se traduzca en un bien común, y un factor de poder.5
Como se verá más adelante, toda organización humana tiene su propio
fin común, por eso nace, pero necesariamente se tiene que materializar en
un bien para sus integrantes. En el caso del Estado es el bien público. Ahora
bien, en tratándose del poder, este factor se incorpora desde el momento en
que los miembros del organismo se organizan (valga la redundancia) para que
alguno o algunos de sus integrantes conduzcan los esfuerzos de todos hacia
esa finalidad. Así necesariamente se presentará la situación de que habrá unos
que adquirirán, a partir de ese momento, el carácter de gobernantes, pero los
demás, de gobernados. Unos ejercerán el poder y otros estarán, de una u otra
forma, sometidos al mismo. Los habrá conformes con esa situación y los que
no. Habrá los que busquen alcanzar el poder y los que peleen por retenerlo.

4
Porrúa, p. 28.
5
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. p. 29.

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LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

Clasificación de la Ciencia Política.


Disciplinas fundamentales, especiales y auxiliares.

Las ciencias que estudian los fenómenos políticos en todas sus manifestacio-
nes se denominan ciencias políticas, sin embargo, no toda la actividad política
referida en texto es ciencia política, sino la que se enfoca a su conocimiento.
La que trata de la mera actividad política se llama política práctica o praxis
política, la que incursiona en el conocimiento de esta, explicación de las cau-
sas y formulación de juicios valorativos acerca de los fenómenos políticos, se
denomina política teórica.6
Todo el grupo de ciencias de la política teórica conforman una sola dis-
ciplina, si lo vemos en su conjunto, bajo el título de Ciencia Política en sen-
tido amplio (lato sensu). Pero desde luego que por su complejidad debemos
hacer una división de sus distintas ramas, las que abordan diferentes temas
relacionados con los fenómenos políticos, y hacer una clasificación de las
mismas, la que se puede plantear de la siguiente manera:7

I. Fundamentales:

A. Filosofía Política. Plantea el conocimiento de lo político buscando sus


causas originales y últimas, su esencia y justificación. Sus ramas, a su vez,
son:
a) Epistemología Política (Teoría del Conocimiento Político).
b) Ontología Política (Teoría del Ser Político).
c) Ética Política (estudia sobre los fines del fenómeno político).
d) Axiología Política (estudia acerca de los valores de la sociedad política).

B. Historia Política. Estudia la evolución tanto de los acontecimientos


políticos, como de las ideas políticas, se divide por lo tanto en:

a) Historia de los Hechos Políticos.


b) Historia de las Ideas Políticas (Historia del Pensamiento Político).
6
Ibidem. p. 30.
7
González Uribe, Héctor. Teoría Política, Editorial Porrúa, México, 2004, pp. 26-31.

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CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

C. Ciencia Filosófico-Histórica de la Política. Establece una crítica de los


fenómenos políticos desde un punto de vista causalista, a partir de los datos
que recoge de la Historia Política. También denominada Ciencia Crítica del
Estado o Ciencia Política (estricto sensu).

II. Especiales:

Son estas disciplinas especiales porque en especial estudian un aspecto, un


elemento o función del fenómeno político por excelencia que es el estado, o
de los fenómenos que convergen al mismo, y pueden ser varias:
Sociología Política, Geografía Política, Economía Política, Derecho
Político, etc., o bien: Teoría de las Formas de gobierno, Teoría de la Constitu-
ción Política, Teoría de los Partidos Políticos, etc.

III. Auxiliares:

Estas son aquellas que se ocupan de estudiar algunos componentes del fe-
nómeno político, generalmente el estatal, pero no enfocado desde el punto
de vista político, pero que nos auxilian en el conocimiento del mismo, por
ejemplo:
Sociología, Economía, Derecho, Geografía, Antropología, Etnografía,
Estadística, Etc.

Ubicación de la Teoría del Estado.

La Teoría del Estado es sin duda una disciplina muy particular, porque no es-
tudia en especial algún aspecto o función del Estado, sino a un sólo fenómeno
político en su integridad, pero ese fenómeno político es nada menos que el
Estado. Más no estudia al Estado en su generalidad, porque no pretende abor-
dar el estudio de todas las formas estatales que ha habido o existen sobre la
faz de la tierra, por ello lo correcto es designarla simplemente como Teoría
del Estado.8 Empero, para hacerlo, la Teoría del Estado recoge los datos y
8
Heller, Hermann. Teoría del Estado, 3a. Ed., Fondo de Cultura Económica, México, 1955,
p. 19.

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LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

conclusiones a las que llegan las disciplinas políticas fundamentales, y de


esta manera construye su teoría;9 sin ser por ello de las fundamentales, por-
que como ya vimos estas sólo son tres. Por ese motivo diversos autores han
propugnado por su autonomía, sin embargo, es preciso ubicarla, con todo,
dentro de las Ciencias Políticas, esto es, de la Ciencia Política en sentido
amplio,10 pues se especializa en un solo fenómeno político, que, como ya di-
jimos, es el Estado, sin ser por esto tampoco de las especiales; -por cierto, es
menester aclarar aquí que no se trata de cualquier forma estatal, sino, como
ya veremos más adelante, del Estado Moderno- Por todo ello, consideramos
que se encuentra entre las fundamentales y las especiales.

La Teoría del Estado en la actualidad.

Nuestra asignatura nace en Alemania y así se estudia en diversos países, pero


en algunos otros, como Francia o Italia, se comprende dentro en los estudios
de Derecho Constitucional, Público o Político.
Parece ser que siempre ha habido una disputa un tanto cuanto semán-
tica, pero no por ello dejando de ser importante, en cuanto a los alcances de
nuestro conocimiento, pues el papel y la definición del objeto de la Ciencia
Política, de la Teoría del Estado y de las demás disciplinas que conforman la
Enciclopedia Política no siempre se han precisado con certeza, de ahí que se
encuadre a la Teoría del Estado en algunas ocasiones dentro de disciplinas
ajenas, si no totalmente, si desviando el estudio de lo que debería ser su ob-
jetivo central.
Al respecto, una aclaración que creemos nos puede dar luz sobre el par-
ticular, es la que hace Gianfranco Pasquino, al decir que, en tratándose del es-
tudio del fenómeno político en general, ha habido dos tradiciones, una anglo-
sajona, más enfocada a los procesos sociales, y otra continental (europea) que
busca analizar más bien las estructuras auténticas del fenómeno orientándose
a lo institucional. En la primera casi se excluye al Derecho Constitucional en
beneficio de la práxis, en tanto que en la segunda el Derecho Constitucional

9
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. p. 32.
10
Ibidem. p. 39.

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CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

absorbe el análisis político, forzándolo a los confines de cada país.11 Debamos


aclarar siempre que aunque nuestro objeto de estudio implique orientaciones
de tipo constitucional, político, de análisis del poder o del fenómeno social, el
conocimiento de estos otros objetivos tiene su disciplina particular, reserván-
dose al estudio de la Teoría del Estado, el Estado Moderno.
También se debe decir que igualmente se le conoce como Teoría Polí-
tica, y que al conjunto de las disciplinas políticas puede llamársele Enciclo-
pedia Política.12

Resumen

Como ustedes pueden ver, dar la definición de Estado, es lo mismo que decir
sus elementos, e incluso las características del Estado se pueden alcanzar a
percibir en la misma. Esto es porque a fin de cuentas se trata de una defini-
ción analítica, que es previa, porque nos sirve a partir de este momento para
trabajar en el conocimiento del Estado. Por lo que ve a la diferencia entre
hecho social y fenómeno político, es que éste es un hecho social al que se le
han agregado dos notas importantes: un factor de poder y la búsqueda de un
fin común. La clasificación de la ciencia política no es difícil. Recuerden que
como cualquier ciencia tiene sus ramas, estas son fundamentales, especia-
les y auxiliares. Las primeras son tres: Filosofía Política, Historia Política y
Ciencia Política en estricto sentido. Las dos primeras se subdividen a su vez,
la primera en Epistemología Política, Ética P., Axiología P. y Ontología P., la
otra en Historia de las Ideas Políticas y en Historia de los Hechos Políticos.
La última no se subclasifica, se le puede llamar también Ciencia Crítica del
Estado o Filosófico-histórica de la política, o simplemente Ciencia Política en
estricto sentido. Las especiales pueden ser varias, como las auxiliares, pero
tienen la característica de que están enfocadas al fenómeno político, porque
tratan algún aspecto o función del Estado. Ejemplo: Economía Política, Geo-
grafía Política o Teoría de la Constitución. Por cierto, según algunos autores,

11
Pasquino Gianfranco. Nuevo Curso de Ciencia Política, Fondo de Cultura Económica México,
2011, p. 13.
12
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. pp. 30-31.

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LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

entre estas está la Teoría del Estado. Nosotros preferimos ubicarla entre las
fundamentales y las especiales, porque se construye a partir de las conclusio-
nes que recoge de las primeras, pero no es especial porque no se especializa
en alguna función o aspecto del Estado, sino que estudia en especial un sólo
fenómeno político: El Estado. Pero en resumidas cuentas sí está dentro de
la enciclopedia política en un lugar muy especial. Las auxiliares pueden ser
varias: Economía, Sociología, Geografía, pero su característica es que la ma-
teria de sus estudios, si bien pueden ser elementos o aspectos del Estado no lo
estudian desde el punto de vista político.

Actividades de aprendizaje relacionadas

1. Describa cuáles son los elementos o notas fundamentales que presenta


el Estado de acuerdo con la definición analítica previa del mismo.
2. Identifique cuáles son los factores que caracterizan a un hecho político
y lo distinguen de un simple hecho social.
3. Elabore una llave donde anote la clasificación de las ciencias políticas
o Ciencia Política en sentido amplio y precise qué lugar ocupa la Teoría del
Estado dentro de la misma.

Cuestionario relacionado

1. Dar la definición analítica previa de Estado.


2. Precisar cuáles son los elementos que integran al Estado.
3. ¿Cuáles son las cinco cuestiones fundamentales que se formula el estu-
dio del estado?
4. ¿En qué se distingue un fenómeno político de un simple hecho social?
5. Dar la clasificación de la Ciencia Política en sentido amplio y precisar la
ubicación de la Teoría del Estado dentro de la misma.

I.2.- La Teoría del Estado como Ciencia Política

-La Función de la Ciencia Política.


-Ciencia Política Dogmática y Ciencia Política Crítica

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CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

-Dogmatismo Ingenuo. Crítico. Racionalista. El


Materialismo Histórico.
-Los Mitos de Nuestra Época. El retorno a la Metafísica.
El pensamiento de Heller.
-Las Constantes del Proceso Histórico-Sociológico.
-La Teoría del Estado como Ciencia Política.

La Función de la Ciencia Política.

Hemos dicho que nuestro objeto de estudio es el Estado Moderno, como un


suceso que forma parte de los fenómenos políticos, y también dejamos asen-
tado que a los fenómenos políticos se les estudia desde la Ciencia Política
Teórica. Ahora bien, para que se pueda decir que una ciencia forma parte de
la Enciclopedia Política, es preciso que funcione como ciencia política y, para
ello, es necesario que sea capaz de ofrecernos una descripción, interpretación
y crítica de los fenómenos políticos que sean verdaderas y obligatorias, en el
más puro concepto establecido por Hermann Héller.13
Lo anterior supone que un fenómeno político para ser estudiado debe ser
analizado desde principios de validez universal, ya que de faltar estos, no po-
demos decir que aquel fenómeno tiene características políticas que, conforme
a una aceptación generalmente admitida, tiene aquel tinte. Es decir, si bien el
fenómeno puede ser irrepetible, sus características pueden encuadrarlo dentro
de una concepción aceptada como político; pero ¿quién nos dice que dichas
características llenan aquel requisito? Por lo tanto, la descripción, interpre-
tación y análisis deben ser universalmente aceptados como privativos para
analizar dichos fenómenos, pero además de obligatoriamente reconocidos,
tienen que tener sustancialmente el carácter de verdaderos. Para ello es preci-
so aceptar que pueden existir conclusiones verdaderas, es decir, que resistan
el análisis en el espacio, pero sobre todo, en el tiempo.
Aquí me detendré un poco porque entiendo que ésta sola afirmación,
que contiene el primer párrafo y que trata de explicarse en el segundo, que
no es mía sino de Hermann Heller, a la cual se circunscriben Agustín Basave,
Porrúa Pérez y González Uribe, entre otros, en México, opugna con otras
13
Heller, Hermann. Op. Cit. p. 20

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LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

corrientes que parten del principio de la imposibilidad de construir una Cien-


cia Política, por el solo hecho de que los fenómenos políticos no pueden ser
sujetos de una comprobación empírica, o incluso, son ajenos a toda inmutabi-
lidad y, por ende, no se puede conciliar su conocimiento, según los principios
de Marx y sus seguidores, con la idea de “verdades inmutables”; y aunque
más adelante nos referiremos concretamente al método o métodos a seguir en
nuestra disciplina, bastará concluir con Norberto Bobbio:14 que difícilmente
se encontrarán dos sistemas de conocimiento en la ciencia política más dia-
metralmente opuestos que el funcionalismo y el marxismo, pero sin embargo,
en algo tenemos que sustentarnos, sobre todo a partir de que nuestra realidad
nos muestra tercamente que nuestro universo y temporalidad si presenta la
existencia de principios que hasta ahora no han cambiado, o al menos en lo
esencial, o si se prefiere optar por una tercera vía tenemos que apegarnos a la
teoría de sistemas, que el mismo Bobbio reconoce que es compatible con los
dos anteriores, aunque con poco rigor.15

Ciencia Política Dogmática y Ciencia Política Crítica.

Para lo anterior se exige tener un criterio, y éste bien puede ser dogmático
pero también crítico, y no dejar de proporcionarnos certeza, solamente que
para que nos de esa certidumbre debemos admitir cuándo un criterio, aunque
sea dogmático, puede ser cierto, y que no necesariamente el crítico es infa-
lible para utilizarse en la ciencia política. Así, el criterio dogmático que nos
proporciona la Historia es incuestionable, pero no el que nos da la revelación,
ya que esta no es admisible en nuestra disciplina. El criterio crítico que nos
arroja la experimentación no es posible en nuestro estudio, pero sí el que nos
da el raciocinio. Los primeros tienen un origen extrínseco, y los segundos,
intrínseco.16

14
Bobbio, Norberto. Estado, Gobierno y Sociedad, Fondo de Cultura Económica, México, 2012. p.
77.
15
Idem.
16
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. pp. 40-41.

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CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

Como es natural, la primera ciencia que se construyó fue dogmática,


pues partía de puntos de vista ingenuos, pero a través de la evolución del
pensamiento político se presentó en diferentes periodos históricos una ciencia
política crítica.

Dogmatismo Ingenuo, Crítico, Racionalista.


El Materialismo Histórico.

La primera inquietud por conocer los fenómenos políticos (al igual que cua-
lesquiera otros) fue dogmático, porque se aceptaban sin reticencias afirma-
ciones que tenían una construcción originalmente religiosa, pero conforme
fue avanzando el tiempo se hizo presente la ciencia política con un criterio
crítico, fue el caso de las ciencias de lo social en Grecia y Roma antiguas.17
Nuevamente en la Edad Media, con la influencia que tuvo la religión
católica, sobre todo en la etapa temprana y media de la misma, prevaleció el
principio de aceptar sin discusión lo contenido en la Biblia, pero más adelan-
te, volvió a prevalecer un criterio crítico /apartir del renacimiento/ basado en
el racionalismo. Este postulado filosófico que tuvo a un padre en Descartes,
se generalizó y a tal grado se aceptó irrefutablemente, que se hizo un uso in-
transigente del mismo.18
Posteriormente, ya en la Época Contemporánea, primero con el Rela-
tivismo Kantiano, y más adelante, con el Materialismo Dialéctico de Marx,
o el Positivismo de Comte, se arribó a una paulatina pero grave autodestruc-
ción19 de la ciencia política, porque esas posturas filosóficas no aceptan la
posibilidad de que se conozca la verdad en sí (relativismo), menos que sean
obligatorias o eternas, (materialismo dialéctico), o que sólo existan verdades
comprobables a la luz de la ciencia pura y dura, positivamente comprobadas
mediante la experimentación (positivismo).

17
Idem.
18
Ibidem. p. 42.
19
Heller, Hermann. Op. Cit. p. 25.

30
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

Los Mitos en la Ciencia Política. El retorno a la Metafísica. El pensa-


miento de Heller.

Por el desvío en que se incurrió en virtud de la influencia que ejercieron esas


corrientes, se buscó encontrar la respuesta aceptando como valores principios
que carecían de esa característica, es decir falsos (mitos); así, se le dio esa na-
turaleza a la voluntad general, dando por resultado el sistema capitalista libe-
ral burgués, que desdeña la justicia social; igualmente se tuvo con ese carácter
al Estado, y se produjo el sistema Fascista, donde sólo el Estado cuenta, más
no el individuo como ser humano; de ese modo ocurrió con la raza y surgió el
Nazismo, con terribles consecuencias; e igualmente se puede decir que se le
atribuyó ese valor a la dictadura del proletariado, y trajo como consecuencia
el sistema socialista bolchevique o soviético, de nefasta memoria.20
Por lo anterior, es necesario voltear lo ojos nuevamente a la filosofía
tradicional, que con el realismo con el que observaron los fenómenos po-
líticos un Aristóteles, un Tomás de Aquino, Dahlmann o Toqueville, puede
parecernos metafísica, porque acepta la posibilidad de valores universales
y perennes, y de hecho lo es, pero no por ello carece de validez, sobre todo,
porque nos permite hacer esa comparación en el tiempo y en el espacio, que
de otra forma no sería posible realizar.
En esa virtud Hermann Heller acierta en decir que La Ciencia Políti-
ca sólo podrá aportar verdades generalmente obligatorias si le es posible
mostrar, a través de todos los cambios histórico-sociales, ciertas constantes
idénticas.21

Las Constantes del Proceso Histórico Sociológico.

En el decir de Heller encontramos una doctrina de una validez hasta hoy muy
poco superada, pues halla esos principios que él considera universalmente in-
cuestionables en los aspectos más humanos de la organización sociopolítica.
Así, nos precisa que es la Naturaleza Humana el primero de esos valores incues-

20
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. p. 44.
21
Heller, Hermann. Op. Cit. p. 25.

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CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

tionables que condicionan al hombre de hoy y de siempre en una producción


de actividades sociales creadoras y modeladoras de su entorno, pero siempre
sociales como lo manda su condición gregaria. Ese roce implica necesariamen-
te la creación de un orden jurídico que regule tales relaciones. El acondiciona-
miento de su entorno en pos de una mejor realización individual y colectiva que
se traduce en el bien común. Más el Poder creador de la norma y de su impo-
sición que deriva de la misma organización son constantes universales de todo
proceso histórico-sociológico. A ellas deben agregarse las constantes del tipo de
las antropológicas, geográfico-climáticas, nacionales, sociales y económicas,
que serán privativas de ciertos grupos humanos, en determinadas regiones y por
lo tanto sólo en algunos países, pero que no por ello dejan de ser igualmente
valiosas, porque la admisión de esos factores es lo que las hace generales.22

La Teoría del Estado como Ciencia Política.

La Teoría del Estado, como parte de la Ciencia Política que es, debe encon-
trar esas constantes idénticas en los distintos fenómenos a observar para poder
hacer sus comparaciones y concluir con certeza en sus afirmaciones. De esta
manera se facilita su función y, entonces, podemos decir que cuando un hecho
político está revestido de ciertas notas (sociedad humana asentada en un te-
rritorio, orden jurídico, poder soberano, búsqueda del bien común) podemos
afirmar que estamos ante la presencia de un fenómeno estatal. Y por ciertas
características (soberanía, derechos humanos y/o sumisión al derecho) decimos
que es Moderno.
Resumen.

La absolutización de valores no es otra cosa que el darle valor a lo que real-


mente no tiene por qué dársele para calificar por ellos a las sociedades organi-
zadas en forma de estados, pues si es asì se cae en la aberración de elevarlos a
la categoría de condicionantes de vida dentro de un Estado, y así discriminar,
perseguir o simplemente condenar al abandono o discriminación a grupos de
individuos, por el sólo hecho de no pensar conforme al pensamiento oficial:
En el capitalismo la libertad absoluta para los negocios sin miramiento de los
22
Ibidem. pp. 26-27.

32
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

necesitados; en el facismo el Estado corporatizador; en el nazismo la raza dis-


criminadora; en el comunismo la estatización de todo sin libertad para el indi-
viduo, ni siquiera para pensar libremente. Por ello Heller propugna por reco-
nocer valores que sí son constantes para conocer y reconocer a las sociedades
estatales, a través de notas que siempre están ahí, son pues constantes, como
su sociedad en un territorio, orden jurídico, poder soberano y fin común.

Actividades de aprendizaje relacionadas.

-Explique en qué consiste la absolutización de valores en el sistema liberal


burgués, en el Fascista, en el Nacional-socialista y en el Socialista Soviético.
-Describa en qué consisten las constantes del proceso histórico sociológico
que propone Heller.

Cuestionario relacionado.

¿Qué se requiere para que una disciplina cumpla con la función de ser
ciencia política?
¿En qué consisten los ‘mitos de nuestra época’ en la ciencia política?
Explicar brevemente en qué consisten las constantes del proceso histórico-so-
ciológico que propone Hermann Heller y cuáles son.

Bibliografía

Basave Fernández del Valle, Agustín. Teoría del Estado, Trillas, México,
2003.

Bobbio, Norberto. Estado, Gobierno y Sociedad, Fondo de Cultura Económi-


ca, México, 2012.

González Uribe, Héctor. Teoría Política, Editorial Porrúa, México, 2004.

Heller, Hermann. Teoría del Estado, 3ª Ed., Fondo de Cultura Económica,


México, 1955.

33
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

Pasquino, Gianfranco. Nuevo Curso de Ciencia Política, Fondo de Cultura


Económica, México, 2011.

Porrúa Pérez, Francisco. Teoría del Estado, 34ª. Ed., Editorial Porrúa, Méxi-
co, 2001.

34
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

UNIDAD II

DESARROLLO DE LA CIENCIA POLÍTICA A TRAVÉS


DE LA HISTORIA

II.1.- Los Hechos y las Ideas Políticas en la Edad Antigua

-Los Hechos Políticos en la Antigüedad. En el Antiguo Oriente. Las Ideas


de Confucio y Lao-Tse.
-Los Hechos Políticos en la Antigua Grecia. Las Ideas Políticas de los So-
fistas, Sócrates, Platón y Aristóteles.
-Los Hechos Políticos en la Roma Antigua. Las Ideas Políticas
de Polibio y Cicerón.

Teniendo como objetivo presentar primero cuál era la organización del


fenómeno político y después las ideas que en su seno florecieron, y en algu-
nos casos propiciaron los cambios, se pasa por esta unidad a través de las
distintas etapas de la historia.

Los Hechos Políticos en la Antigüedad. En el Antiguo Oriente. Las


Ideas de Confucio y Lao-Tse.

Desde que hace aparición el hombre inteligente (Homo sapiens) sobre la faz
de la tierra, ya tiene inquietudes sobre lo que acontece en su entorno por dos
razones: Ha vivido desde sus fases más primarias gregariamente y tiene pen-
samientos místicos.
Lo primero lo hace interdependiente de sus semejantes y buscar formas
de regular sus relaciones. Lo segundo es en virtud de la muerte y de otros
acontecimientos para los cuales no tiene otra explicación que la religión.1
Así, en virtud de la división social del trabajo y de la acumulación de
excedentes de alimento a raíz del sedentarismo que lo llevó a desarrollar la
agricultura y el pastoreo, aparecen los factores de Poder y de la división en
clases sociales.2 Surgen por lo tanto clases gobernantes y gobernadas. Los cau-
1
De Colanges, Fustel. La Ciudad Antigua, 2ª. Ed., Emecé Editores, S.A., Buenos Áires, 1951. P. 26.
2
Ponce, Anibal. Educación y Lucha de Clases, 2ª Ed., Editorial América, México, 1938, p. 11 y sucs.

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CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

dillos y jefes militares y las clases sacerdotales, ejercen el poder despótica-


mente, y además por los fuertes lazos de interdependencia y solidaridad con el
grupo, que surgieron desde las épocas más remotas como parte de su instinto
de conservación de la especie, hace a los hombres entregarse por entero a su
tribu y a rechazar a todo extranjero. Cuando por requerimientos de producción
aprovecha a los prisioneros de guerra en vez de matarlos, nace el esclavismo,
y cuando por necesidad de fortalecerse se une a otros clanes, los hombres no
solo no renuncian a los cultos de sus muertos, sino que agrega los de los otros.
Además distingue también las clases sociales que distinguen sus aliados y les
da características de linajes privilegiados a los grupos originales. Así las pri-
meras comunidades más complejas, las ciudades (La Ciudad Estado) tienen
las siguientes características muy señaladas:3

-Monismo. La vida religiosa y la vida social son la misma cosa.


-Transpersonalización. La entrega del individuo al grupo es total, y llega
hasta el sacrificio de la individualidad.
-Despotismo. El poder que ejercen los gobernantes es prácticamente ilimi-
tado.
-Teocracia. El grupo en el poder son las clases sacerdotales o están bajo el
influjo de éstas. Las normas que rigen son los principios religiosos.

Respecto de esta última característica se van a formar dos vertientes:


a) Un gobernante al que se le atribuye naturaleza divina (el caso de Egipto o
China). b) Un grupo gobernante y otro grupo sacerdotal fuerte (el caso del
pueblo judío).
Prácticamente todas las culturas representativas de ese estadio evoluti-
vo (Persia, Egipto, Babilonia, Grecia, Teotihuacan, etc.) presentan, unas más,
otras menos acentuadamente, dichas pautas.
El pueblo chino no era la excepción, sin embargo por su larga historia
pasaron diversas etapas desde muy antaño. Cuando se encontraba en un pe-
riodo feudalista, con señoríos que desafiaban el poder del emperador y había,
por lo tanto, guerras y caos, surgieron las figuras de Confucio (Kung-Tse)

3
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. pp. 47-53.

36
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

(551-479 a C.) y Lao-Tse (¿600 a C.-¿?). El pensamiento político (en torno


a la sociedad y el papel del hombre y la autoridad en la misma) de estos fue
por lo tanto moralista.4 (De hecho aún subsisten las religiones que fundaron).

Los Hechos Políticos en la Antigua Grecia.


Las Ideas Políticas de los Sofistas, Sócrates, Platón y Aristóteles.

En el pueblo griego se pueden encontrar las características propias de aque-


llas civilizaciones de manera muy señalada, como la transpersonalización que
distinguía a la sociedad espartana, donde los individuos desde la edad más
temprana pasaban a incorporarse al cuartel, que era en lo que verdaderamente
se había convertido la ciudad.5 Sin embargo, también notamos progresos evo-
lutivos que los llevarán a un refinado gobierno y orden jurídico. El pueblo do-
rio (antiguos espartanos) conquistó la península del Peloponeso y sometió al
pueblo que originalmente habitaba esos lugares (egeos o pueblos micénicos)
imponiéndole las labores más bajas y las agrícolas, dando origen a la clase
de los ilotas, al igual que a la de los periecos, que eran los pobladores de los
alrededores. Tenían un consejo de ancianos (gerontes) y los encargados de la
vigilancia (éforos). Eran gobernados por dos reyes, y desde Licurgo contaron
con un muy elaborado ordenamiento jurídico.6
Los jonios ocuparon el Ática y fundaron Atenas. Su clase original, de
los demos, se dividió y se distinguió entre ellos una clase aún más privilegia-
da, llamada de los eupátridas. Se formó por lo tanto un gobierno artistocrá-
tico, pero despótico. Sólo estas clases tenían derechos, los extranjeros y los
esclavos carecían de ellos. A partir del gobierno de Solón (640-558 a C.) se
modificó en algo la situación, nace la República, superándose el despotismo
aunque no la aristocracia, pues los que tenían el derecho de participar en las
decisiones del gobierno, siguieron siendo los demos. Estos se organizaban en
barrios y eran los que participaban en la asamblea popular en el Ágora o Plaza

4
Ibidem. p. 49.
5
Ponce, Anibal. Op. Cit. p. 34.
6
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. pp. 51-52.

37
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

Pública, dando con ello origen a la democracia. Designaban a los Magistra-


dos o Arcontes, que ejercían el gobierno. Al consejo de los cuatrocientos que
formaban el Senado u órgano legislativo. Los arcontes que dejaban el poder
conformaban el tribunal del Areópago u órgano judicial. La ciudad así gober-
nada era la Polis, pero había otras polis, además de Atenas y Esparta, como
lo fue Macedonia, y otros pueblos además de los dorios y jonios, que fueron
los aqueos y los eolios, que compartieron la dominación de una amplia zona
hasta llegar a abarcar el sur de lo que es hoy Italia y la isla de Cicilia, a la que
se le llamó Magna Grecia.7 No siempre estuvieron en buenos términos entre
ellos, pues se hacían la guerra, pero también en sus periodos de paz hacían los
torneos deportivos conocidos como juegos olímpicos, en honor de los Dioses
del Olimpo.
Cuando comienzan los primeros educadores que fueron los sofistas, al
principio enaltecen las formas de gobierno republicano, pero van poniendo
cada vez más énfasis en una educación superficial, encaminada preferente-
mente a formar buenos oradores, mas no virtuosos, preparados sobre todo
para gobernar y no para ser buenos ciudadanos. Su pensamiento es relativista,
y desde esta postura filosófica robustecen su escepticismo de conocer la ver-
dad y justifican la no enseñanza de la verdad sino de un conocimiento utilita-
rio. Sin embargo se distinguieron Damón, (maestro de Pericles) Protágoras
de Abdera (485-410 a C.), Pródico, Hipias, Calicles, Trasímaco y Gorgias de
Leontino. A algunos de los sofistas se les llegó a considerar rebeldes por lo
revolucionario de su pensamiento, y fueron perseguidos.8
Sócrates (470-401 a C.) no dejó obra escrita, pero se conoce sobre su
vida por las referencias que de él hacen Platón (que fue su alumno), Jenofonte
y Aristóteles. Rivalizó con los sofistas. Enseñaba mediante el método de la
‘mayéutica’. Se le considera el padre de la Ética. Pugna por el principio de
que se debe llegar a la verdad, de ahí su problema con los sofistas. Cree en el
deber del ciudadano y, por lo tanto, en la obligación de formarlo. Da cabida
su pensamiento a la idea del Ius Naturalismo, pues concibe que existen leyes
que rigen para una u otra ciudad, que pueden variar, pero que existen leyes no

7
Ibidem pp. 52-53.
8
Ponce, Anibal. Op. Cit. p. 51.

38
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

escritas que rigen para todas las ciudades. Su enfrentamiento con los sofistas
no lo libra de también llegar a ser considerado rebelde, al contrario, y es con-
denado a morir de forma digna bebiendo la cicuta, que él acepta, a pesar de
que se le da la opción del destierro o de huir,9 para demostrar con el ejemplo
su obediencia a la autoridad de la ciudad.10
Platón (429-347 a. C) cuyo verdadero nombre fue Aristocles, pero apo-
dado Platón por sus anchas espaldas,11 sí escribe y a sus obras se les conoce
como ‘diálogos’ por la manera en que están escritas. Para nosotros revisten
principal importancia ‘La República’, ‘Las Leyes’ y ‘El Político’ u ‘Hombre
de Estado’. Sobre todo en La República plasma su pensamiento político. Para
él, que cae en el Idealismo, el Estado Ideal es aquel en el que gobiernan los
hombres más sabios y virtuosos, que tienen que ser los filósofos. Concibe una
organización social antropomorfa, pues estima que la cabeza está integrada
por los Magistrados. Ésta clase que junto con la de los guerreros integra la
casta de los guardianes, además, no deberán tener propiedades, y los gober-
nantes ni si quiera familia. La clase de los labradores está en la base, protegi-
da por los guardianes.12 Considera que la comunidad política nace como una
necesidad natural entre los hombres. Sin embargo, su postura respecto del
Estado Ideal la modifica un tanto en Las Leyes. En El Político hace una clasi-
ficación de las formas de gobierno en monarquía, aristocracia y democracia.13
Inquietud por clasificar las formas de gobierno que refleja claramente en La
República, donde trata de superar la mera clasificción cuantitativa partiendo
del punto de vista de las Leyes que finalmente prevalezcan. Digo que aquí no
hay más que una sóla forma de gobierno; porque el hecho de que el mando
esté en manos de uno o varios, no cambia nada de la leyes fundamentales
del Estado, si los principios de educación que hemos establecido se hayan en
vigor en él.14

9
Platón. Diálogos/Critón o del Deber, 19ª. Ed., Editorial Porrúa, México, 1981, p. 22.
10
Heller, Hermannn. Op. Cit., p. 29.
11
Celdrán Gomariz, Pancracio. Quién fue Quién en el Mundo Clásico, Ediciones Planeta, Madrid, s. a.,
Madrid, 2011, p. 362.
12
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. p. 59.
13
Ibidem p. 60.
14
Platón. La República. Op. Cit. p 511.

39
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

Aristóteles (384-322 a. C.) es realista y su aporte filosófico en su obra


escrita, que fue de lo más prolífica, es considerado como base y sustento de
toda la filosofía tradicional. Escribió La Política, Las constituciones, Meta-
física, Ética a Nicómaco, entre otras. Hace la comparación y estudio de las
constituciones de diversas polis de su época, como de la de Atenas, Esparta,
Cartago y Creta. En su obra practica estudios de ciencia filosófico-histórica
de la política y sociología política, partiendo de la observación de la reali-
dad.15 Esa misma fidelidad a la realidad lo lleva a criticar a su maestro Platón
por sus construcciones idealistas. Señala que es imposible que el hombre deje
de tener familia o propiedades porque va contra su naturaleza. Precisa que
el hombre y la sociedad tienen un fin de acuerdo a su naturaleza, y que si
lo cumplen entonces se les puede considerar dichosos. A él se le atribuye la
frase de que el hombre es un ‘animal político’, debiéndose tomar esto en el
sentido puro de lo que los griegos entendían por por polis, es decir, ciudad, y
agregando que ésta tiene un origen natural: De ello se evidencia que la ciudad
es creación de la naturaleza, y que el hombre es una animal sociable por na-
turaleza.16 Y, en efecto, asegura que la ciudad (la organización social) es an-
terior al hombre, pues el hombre nace en ella, siendo por lo tanto antinatural
que existan hombres que no necesiten de los demás y de vivir en sociedad.17
Da sustento filosófico al Derecho Natural. Clasifica las formas de go-
bierno en puras: monarquía, aristocracia y democracia, e impuras: tiranía,
oligarquía y demagogia, que son las formas decadentes de las primeras, y que
los pueblos pasan a manera de ciclos por todas ellas.

15
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. p. 61.
16
Aristóteles. La Política, Editores Mexicanos Unidos, s. a., México, 2005, p. 10.
17
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. p. 61. También Ponce, Anibal. Op Cit. p. 58 y sucs. Aunque cuando
Ponce hace referencia a este pensamiento de Aristóteles, así como al de Platón, lo hace en el sentido
de denunciar su postura aristocrática al defender como natural la opresión del hombre por el hombre.

40
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

Los Hechos Políticos en la Roma Antigua. Las Ideas Políticas de Poli-


bio y Cicerón.

Cuando la Roma antigua se funda hacia el año de 750 a. C. se da un proceso


muy semejante al del pueblo griego. Los primitivos habitantes del lugar cono-
cido como el Lacio, los Etruscos, son invadidos por los después llamados por
ese motivo latinos, que se quedan en el lugar asimilando al principio la cul-
tura etrusca y, de hecho, pese a las leyendas, los primeros reyes son etruscos,
es la etapa de la historia de Roma conocida como de la Monarquía. Los que
constituían la clase aristocrática romana adoptaron el nombre de Patricios,
que significaba su origen como descendientes de los dueños de la tierra, mien-
tras que los plebeyos carecían de derechos, aunque con el tiempo se les fueron
reconociendo. También carecían de derechos los esclavos, considerados me-
ros objetos eran alieni juris, como a los que se les privaba de todo derecho.18
La clase de los patricios constituía la gens (gente). Se repartían en grupos de
diez familias, y diez gens formaban una Curia. Todas las Curias componían
la Asamblea Curial, y los jefes de las gens formaban el Senado.19 Finalmente
se desasen de los reyes etruscos y se forma La República, en donde el Sena-
do estará compuesto por trescientos patricios designados de entre los jefes
de las gens por los Cónsules. Éstos, que serán dos, tendrán en sus manos el
poder ejecutivo (semejante en esto al gobierno de Esparta). Como en toda
ciudad antigua la religión formaba parte de la vida social, llamándosele jus
sacrorum, parte del jus publicum, que recae en la comunidad que integra la
res-públicum. El ciudadano participa en las decisiones públicas mediante el
jus suffragii. El paters familia es la figura central de la organización social
romana, tiene el poder sobre hijos, esposa, hacienda y esclavos.20
Conforme va creciendo el poder de los militares, los generales comien-
zan a disputarse el derecho a ser cónsules, y sus tropas, las legiones, empe-
zarán por imponer cónsules y terminarán quitando y poniendo emperadores.
Julio Cesar integra el primer triunvirato (tres cónsules) -porque se tenía que
hacer el espacio para otro gobernante más-, junto con Pompeyo y Craso. Les

18
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. p. 64.
19
Margadant S., Floris F. El Derecho Privado Romano, 3a.Ed., Editorial Esfinge, México, 1968, p. 20.
20
Ibidem. p. 29.

41
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

hace la guerra a éstos, y una vez vencidos, se erige como cónsul único y vita-
licio, y lo único que impidió que fuese el primer emperador, fue el magnicidio
que cometieron los senadores, temerosos de perder la forma republicana de
gobierno, pero también de perder sus privilegios. Se ha llegado a la decaden-
cia de la República. A la muerte de Julio Cesar se erige el Segundo Triunvira-
to con Octavio Augusto, Lépido y Marco Antonio. Augusto rompe con éstos
y, victorioso, se levantará como el primer emperador, le seguirán Tiberio,
Calígula, Claudio, Nerón, etc. Este periodo del Imperio pasará, no obstante,
todavía por etapas de grandeza con magníficos emperadores como Adriano,
Trajano y Marco Aurelio.21
En cuanto al pensamiento político que practicaron los romanos estu-
vo orientado por las corrientes filosóficas de los estoicos y de los epicúreos,
aunque decadentes, pues cuando fueron absorbidas junto con toda la cultura
helénica por los conquistadores romanos, ya habían pasado por sus mejores
exponentes. Los estoicos propugnaban por una vida austera y disciplinada, en
tanto que los epicúreos creían más en el placer pasajero y la capacitación sólo
para gobernar, pero sin contenido ético. Cicerón, Séneca (4-65 d. C.) y Marco
Aurelio (121-180 d. C.) fueron grandes estoicos.22
Polibio (206-122 a. C) de origen griego, pasa a Roma y estudia sus ins-
tituciones. Escribió una obra monumental de la Historia de Roma, alabando
la organización republicana (que fue la que vivió en plenitud) y sostuvo que
era la mejor forma de gobierno, porque implicaba un equilibrio en el ejercicio
del poder. El ejecutivo o monarquía representados por los cónsules y la aris-
tocracia por el Senado, tienen un contrapeso con los comicios que garantizan
la democracia.23
Cicerón (106-43 a. C.) excelso orador y jurista, amigo originalmente de
Julio Cesar, defendió la república. Escribió varias obras de contenido jurídico
y político. Escaló diversos puestos de la vida política de Roma, desde tribu-
no hasta cónsul y se distinguió por la verticalidad de su conducta, haciendo
honor a su formación estoica. En De República da principios sólidos para la

21
Vargas Vila, J. M. El Imperio Romano, Ramón Sopena Editor, Barcelona, P. 167 y sucs.
22
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. p. 66.
23
Ibidem. p. 67.

42
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

formación de una república sustentada en la justicia, sin caer en el idealismo.


Para él el Estado tiene un origen natural, siguiendo los principios aristotéli-
cos.24 Incursionó en el tema de la necesidad del gobierno, como indispensa-
ble en toda comunidad política y consideró a la forma monárquica como la
más deleznable.25 En De Légibus expone su doctrina iusnaturalista, buscando
la fuente última del derecho. La Ley es, por lo tanto, la distinción de las co-
sas justas e injustas, expresada con arreglo a aquella naturaleza antiquísima
y primera de todas las cosas, a la que se dirigen las leyes de los hombres,
las cuales afectan a los no probos con el suplicio, y a los buenos defienden y
protegen.26 Con principios realistas antes que nada, justifica la forma mixta
de gobierno que representa la república.27 Su defensa de la república, de la
cual fue su conciencia, le cuesta la vida por la traición que le hace Augusto.28

Resumen

Recordemos que las características del fenómeno sociopolítico de la antigüe-


dad clásica, que fue la ciudad-estado, no es más que un proceso que evolucio-
nó desde la tribu. En sus primeras etapas la ciudad antigua presenta las mis-
mas notas que la tribu o el clan prehistórico: Un marcado monismo, producto
de la férrea creencia religiosa de que los dioses regían sus vidas, así la vida
religiosa se confundía con la civil. La transpersonalización de la identidad
del individuo ante la supremacía del interés del grupo, era superior en todo
momento el interés colectivo (el grupo primitivo perseguía ante todo la super-
vivencia). El despotismo de los gobiernos, aún en aquellos que eran incipien-
temente ‘democráticos’ que podían disponer del ciudadano. Y los gobiernos
teocráticos, es decir, de monarcas que al mismo tiempo eran casta sacerdotal.
Todo eso se fue perdiendo en la Grecia más evolucionada (y por supuesto, en
la Roma aun más transformada), por eso se presenta la rebeldía de los sofistas
y el interés egoísta de enseñar a gobernar.
24
Ibidem. pp. 67-68.
25
De la Cueva, Mario. La Idea del Estado, 5ª Ed, Fondo de Cultura Económica-unam, México, 1996,
p. 31.
26
Cicerón, Marco Tulio. De las Leyes, Editorial Tor, Buenos Aires, p. 70.
27
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. pp. 67-68.
28
De la Cueva, Mario. Op. Cit. p. 31.

43
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

Sócrates enseña con contenido ético, lo cual igualmente lo hizo ser in-
comprendido por el poder político, y además atacado por los sofistas, que
también fueron perseguidos, propició su condena, pero él aceptó la cicuta
para demostrar su aprecio a la verdad y a las reglas del gobierno. Platón en-
señó con un ideal en su mente: el estado perfecto, pero idealizado como toda
su postura filosófica. Aristóteles, por el contrario, pone los pies en la tierra, y
siendo realista, refuta la posibilidad del estado ideal. Considera que el hombre
es un animal político y así, antes que nada, por su naturaleza gregaria res-
ponde más a estímulos de lo que considera sus derechos; sienta las bases del
derecho natural, que después recogerá y pulirá Cicerón. Éste considera que el
mejor gobierno es el de la república, a la cual defiende hasta dar la vida por
ella. Con su muerte muere la República Romana y da inicio el Imperio, pero
antes dejó su legado: el iusnaturalismo racional: El hombre se comporta con-
forme a la razón, ésta le indica los preceptos del derecho que no está escrito,
que vive en los hombres, y que aún está por encima de estos.

Actividades de aprendizaje relacionadas

1. Describa cuáles con las notas que caracterizan al fenómeno socio- polí-
tico de la Edad Antigua llamada Ciudad-Estado.
2. Elabore un cuadro comparativo señalando las diferencias entre los So-
fistas, Sócrates, Platón, Aristóteles, Polibio y Cicerón respecto a sus ideas del
Estado.
3. Describa las ideas de Platón acerca del Estado Ideal.
4. Precise las idas de Cicerón sobre el Derecho Natural.

Cuestionario relacionado.

1. Explique brevemente el pensamiento político de Sócrates.


2. Explique brevemente el pensamiento político de Platón.
3. Explique brevemente el pensamiento político de Aristóteles.
4. Explique brevemente el pensamiento político de Cicerón.

44
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

II.2.-Los Hechos Políticos y las Ideas Políticas en la Edad Media

-Los Inicios del Cristianismo y la Escuela Llamada de La


Patrística.
-El Pensamiento Político de Sn. Agustín.
-La Poliarquía de la Edad Media.
-El Pensamiento Político de la Edad Media. Guillermo de
Ockham. Marcilio de Padua. El Dante Alighieri. Juan de Salisbury.
-El Pensamiento Político de Sto. Tomás de Aquino.

Los Inicios del Cristianismo y la escuela llamada de La Patrística.

La Caída del Imperio Romano de Occidente (476 d. C.) marca el fin de la


Edad Antigua y el inicio de la Edad Media, pero antes de que ello aconteciera,
durante prácticamente casi todo el periodo de la historia de Roma conocido
como El Imperio, -Jesús de Nazaret nació gobernando Octavio Augusto, el
primer emperador, y murió cuando estaba el segundo, Tiberio-, fue disemi-
nándose la doctrina que Cristo dejó al morir. Esta doctrina impregnada de
humanismo, pues hace al hombre igual, al concebir a todos como hijos de
Dios, redimensiona el valor individual, frente a la transpersonalisación del
sujeto en el Estado Antiguo, y aunque no insurrecciona al hombre contra el
Estado esclavista, “Mi reino no es de este Mundo” “Dad a Cesar lo que es de
Cesar ” “Tu esclavo está curado”, pero no le dice déjalo libre sí proporciona
un nuevo enfoque del papel del individuo con sus semejantes en la sociedad
y ante la autoridad, representando un aliento para las clases oprimidas del im-
perio latino, debiéndose en gran parte a ello su rápida difusión.29 Las primeras
comunidades cristianas vivían compartiendo todos sus bienes –‘Los Hechos’:
Cap. 2.-Versículos 44, 45 y 46).
De hecho algunos autores señalan que los inicios del humanismo están
primero, en Grecia, a raíz de la filosofía que Alejandro Magno, como buen dis-
cípulo de Aristóteles, imprime en sus hombres al inculcarles a actuar más por

29
Ponce, Anibal. Op. Cit. p. 98.

45
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

convencimiento y por interés en la grandeza de su pueblo, y luego en Roma,


con Escipión Emiliano, de la familia de Escipión el Africano, influenciado por
el estoico Panecio de Rodas, que habría de marcar a la sociedad romana, con
todo el ascendiente que tuvo esa estirpe de militares gobernantes, trascendien-
do a las estructuras jurídicas, políticas y sociales de Roma, a grado tal que se
habría de acuñar la palabra humanitas,30 como correctivo de la rudeza de una
sociedad ebria de poder y no ilustrada por un gusto o unas ideas de este ca-
rácter, y medio de idealizar la conquista; pensamiento que después habría de
influir tanto en el estoicismo de Cicerón.31
Los primeros en interpretar filosóficamente la nueva situación al apare-
cer el cristianismo, fueron los llamados Padres de la Iglesia, razón por la que se
conoce a su movimiento como de ‘La Patrística’. Esta escuela -con influencia
Aristotélica y Cicerónica- se desarrolló durante casi todo el lapso que cubre
el imperio, o sea, después de la muerte de Cristo hasta poco antes de iniciar la
Edad Media, pero es un preámbulo de ésta en muchos sentidos, sobre todo por
la gran influencia que el pensamiento de los Padres de la Iglesia, y la religión
católica en general, va a tener durante esta; por ello la Patrística se estudia
siempre que se quiere entender la vida social y política de la Edad Media.
Los padres de la Iglesia interpretan el nuevo testamento, y aunque nun-
ca se proponen hacer una ciencia política sino teología, al tocar el tema de
la sociedad y del papel del cristiano en ella, así como del gobernante frente
al pueblo, lo hacen a la luz de la nueva doctrina. Recogen frases como la de
“Lo del Cesar al Cesar ” o bien pasajes como el del huerto de los Olivos y las
dos espadas que se ofrecieron a Jesús para defenderlo. Sn. Lucas: xxii.38.-
“Entonces ellos dijeron: ‘Señor, he aquí dos espadas’. Pero Jesús, cortando la
conversación, les dijo: basta”,32 que Sn. Gelasio i, Papa, interpretó en el siglo
v que ello significaba que el Papa, representante de Dios en la tierra, tenía
tanto potestad religiosa como civil.33

30
Sabine, George H. Historia de la Teoría Política, 3ª. Ed., en español, Fondo de Cultura Económica,
México, 2012, pp. 139-144.
31
Ibidem. p. 139.
32
de la Cueva, Mario. Op. Cit. p. 37.
33
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. p. 70

46
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

“Toda Potestad viene de Dios” dijo Sn. Pablo, a quien algunos autores
no incluyen dentro de la Patrística, pero que se inicia con él y, a no dudarlo,
su pensamiento será tan influyente como el que más. Igualmente sostiene la
validez de la Ley Natural.34
Desde los primeros años de la Cristiandad ésta se va a dividir en dos
corrientes, y así también la Patrística tiene exponentes en ambas. Una, la Oc-
cidental, que seguirá reconociendo al pontificado romano como la primera
autoridad de la iglesia, y otra, la Oriental que se refugiará en los dominios de
lo que vendrá a ser el Imperio Romano de Oriente. No olvidemos que Cons-
tantino, emperador romano por los años 306-337 d. C. refundó Bizancio con
el nombre de Constantinopla, como nueva capital romana y así quedó dividi-
do el imperio desde entonces, pues en esta otra parte, que más tarde, durante
la edad media, será conocida como el Imperio Bizantino, puso a gobernar a
su hermano. Fue precisamente Constantino quien emitió el Edicto de Milán
oficializando la religión católica.
Exponentes de la Patrística Oriental fueron Sn. Ireneo, Sn. Clemente de
Alejandría, Orígenes, Sn. Justino y Sn. Juan Crisóstomo, y de la Occidental
serán Tertuliano, Sn. Ambrosio, Sn. Jerónimo y Lactancio.35

El Pensamiento Político de Sn. Agustín.

San Agustín de Hipona (354-430 d. C.) hombre de letras y de gran sabiduría,


que antes de dedicarse a la vida religiosa tuvo una vida mundana, escribió su
obra llamada “La Ciudad de Dios”. Este texto lo elaboró Sn. Agustín preci-
samente a raíz de que Roma fuese destruida por los godos en el año 410 d. C.,
en los estertores del imperio, y de lo cual se acusaba a los cristianos, a fin de
defender a estos.36
Recogiendo ideas aristotélicas y cicerónicas, así como de Sn. Pablo,
Agustín de Hipona sostiene el origen divino del Estado. Manifestó que el
hombre pertenece a dos jurisdicciones, a la ciudad divina y a la ciudad terre-
na, pero en tanto aquella es la que lleva a la salvación eterna, razón por la

34
Ibidem. p. 71.
35
Ibidem. pp. 71-72.
36
Idem.

47
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

cual es suprema, en ésta caben los hombres buenos y malos. El hombre debe
aspirar a llegar a la primera comportándose en lo terrenal de acuerdo a lo
mandado por Dios, justificándose la coacción del Estado.37 Con Sn. Agustín
concluye la escuela de la Patrística.

La Poliarquía de la Edad Media.

El Imperio Romano de Occidente cae en definitiva en el año 476 d. C. y


con ese acontecimiento se considera iniciada la Edad Media, (recordemos
que Alarico pacta con Estilicón, pero a la muerte de aquél Teodorico I, Rey
visigodo, consuma la derrota de Roma) sin embargo, como es de suponerse,
realmente el cambio fue paulatino. De hecho se vino dando la extinción del
Imperio de Occidente desde que no pudo conquistar nuevas tierras, (todavía
el emperador Adriano hizo algunas conquistas) y en vez de ello, empezó
a defenderse de las invasiones de los pueblos que llegaban desde distintos
puntos fuera del Imperio. Celtas, Vikingos, Normandos, Vándalos, del Norte;
Godos, Visigodos, bárbaros, del Oriente, y Tártaros del Lejano Oriente (los
‘Hunos’ encabezados por Atíla provenían de lo que ahora es Mongolia). La
falta de poder por parte de los ejércitos romanos para imponer su ley, aunada
a la creciente fortaleza de los nuevos reyes que se fueron apoderando de dis-
tintas porciones del agónico Imperio, propició un vacío de poder, pues resulta
que tampoco los nacientes monarcas las tenían todas consigo para consoli-
darse en sus terruños. Una serie de señores que también reclamaban potestad
sobre lo que consideraban de su propiedad no admitían más autoridad que la
suya. Así empezaron a surgir los feudos de todos los tamaños por todos lados
y monarcas que iban y venían.
Además de los cambios del orden político, lo que hace significativos
los cambios de la historia, pues les permite distinguirse, son los cambios eco-
nómicos. Así, la sociedad agrícola esclavista de la Edad Antigua fue sustitu-
yéndose por una nueva sociedad agrícola no esclavista, sino sustentada en
la producción de los siervos de la gleba. Aunado a lo anterior, surgió como
un nuevo poder indiscutible el del Pontífice. Éste con tierras y ejércitos re-

37
de la Cueva, Mario. Op. Cit. p. 37.

48
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

clamaba ejercer el poder, argumentando la supremacía del poder espiritual


por sobre el poder terrenal.38 Los monasterios, que se diseminaron a todo
lo largo del mundo latino, eran factores de dominación en muchos sentidos:
Bien organizados, con recursos económicos provenientes de los diezmos, y
dedicados al agio muchos de ellos, únicos que conservaron la cultura, y los
primeros que monopolizaron la enseñanza en el nuevo escenario, ejercieron
una gran influencia que apoyó la hegemonía del Papa. 39
Mucho se ha discutido si el cristianismo contribuyó a la caída de Roma,
y aunque diversos autores lo niegan, pues la liberación de los esclavos se de-
bió más bien a razones económicas (ya no era rentable hacer producir la tierra
con su trabajo, pues éstos ya salían más caros, es decir, se consumían como se
consume cualquier energético)40 y ni siquiera tuvieron verdaderamente éxito
sus rebeliones, la verdad es que sí influyó mucho el pensamiento individualis-
ta que prohijó el cristianismo, y puso punto final a la idea del hombre esclavo
por naturaleza.41
Ante todo ello, monarcas que se alzaron con el poder y que buscaron
la corona de ‘emperador ’, (pues durante toda la edad media permaneció la
creencia de un imperio con trono vacante que podía ocupar cualquier monar-
ca regional con suficientes méritos) -como fue el caso de Carlomagno, que
fue coronado emperador en el año 800 d. C. por el Papa León iii-,42 intentaron
reconstruir el Imperio de Occidente, pero también dieron lugar a que muchos
otros reyes se sintieran con los merecimientos de llegar a ser, también ellos,
emperadores. Así, se dio el fenómeno de los poderes suzeranos, es decir, dos
o más jerarquías en disputa en un mismo territorio, por la supremacía. Mu-
chas Leyes, ya que cada señor tenía las suyas. Varias jurisdicciones: El fuero
eclesiástico, el de los extranjeros, el de los nobles, etc. Todo señor feudal que-
ría ser rey; todo rey quería ser emperador, y más de algún emperador quería
dominar al Papa o, incluso ser él Papa, o imponer a algún miembro de su fa-
milia como tal, o a la inversa. A ese fenómeno se le ha llamado La Poliarquía
de la Edad Media. (poli = muchos, craso = gobierno).
38
Heller, Herman. Op. Cit. p. 30.
39
Ponce, Anibal. Op. Cit. pp. 99-100.
40
Ibidem. p. 93.
41
de la Cueva, Mario. Op. Cit. p. 33.
42
Ibidem. p. 34.

49
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

El Pensamiento Político de la Edad Media. Guillermo de Ockham.


Marcilio de Padua. El Dante Alighieri. Juan de Salisbury.

Carlomagno no pudo lograr su aspiración de que su imperio subsistiera des-


pués de su muerte. Le sucedió su hijo Luis “El Piadoso”, pero los hijos de
éste se confrontaron por el poder, y tras varias guerras civiles, Carlos “El
Calvo”, Luis “El Germánico” y Lotario se repartieron el imperio Carolingio,
desapareciendo éste en virtud del Tratado de Verdun en el año 843, y es hasta
que en el año 962 el Papa Juan xii corona a Otón i, que se considera iniciado
el ‘Sacro Imperio Romano Germánico’.43 Varios de sus monarcas habrán de
tener disputas con los Papas, lo que se llamó la ‘querella de las investiduras’,
porque estaba de por medio quién podía designar obispos. Recordemos que el
decreto de Constantino hizo legal la religión católica en el imperio romano,
y esto significaba la oficialidad del culto, de ahí que el emperador reclamaba
esa potestad, pues en la antigua religión pagana al emperador se le conside-
raba el ‘Sumo Pontífice’, y aún después de reconocida la religión católica en
el imperio romano subsistió esa jerarquía del emperador, tan es así que Cons-
tantino convocó al concilio de Nicea, pero los papas reclamaron para sí esa
autoridad, en tanto que los emperadores sostuvieron tener un poder terrenal
por encima del poder de los Papas. Así se dieron las confrontaciones entre el
Papa Alejandro iii y el Emperador Federico Barbarroja, el Papa Gregorio vii
y el Emperador Enrique iv y, finalmente, entre el Rey Felipe el Hermoso de
Francia y el Papa Bonifacio viii.44
A lo largo de estas disputas, los pensadores de la edad media apoyaron
a unos o a otros. Así, estuvieron a favor de la supremacía del Emperador:
Guillermo de Ockham (1270-1347), Marcilio de Padua (¿?-1342) (autor de
Defensor Pacis), Juan de París y el Dante Alighieri (1265-1321) (autor de
la obra de política De Monarquía). Y a favor de los Pontífices estuvieron
Juan de Salisbury (1115-1180) (autor de Policráticus) y Egidio Romano.45 La
cuestión está en que varios de ellos emplearon como argumentos los mismos

43
Idem.
44
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. p. 75.
45
Ibidem. p. 77.

50
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

que manejaron los Padres de la Iglesia: “Toda Potestad...”, “Dad al Cesar...”,


“Las dos espadas”, etc., pero ahora para defender sus posturas políticas y, por
supuesto, cada quien desde su particular punto de vista.

El Pensamiento Político de Sto. Tomás de Aquino.

El más grande pensador de la Edad Media y uno de los más grandes de toda
la historia de la humanidad, comparado sólo con Platón, Aristóteles y Sn.
Agustín, por sólo hablar de filósofos de la antigüedad.46 Sto. Tomás de Aqui-
no (1225-1274) vivió en una época, hacia finales de la Edad Media, en que
tuvo que enfrentar obstáculos de gran magnitud, pues por un lado, aún no co-
menzaba el renacimiento y, por lo tanto, no se aceptaban ni entendía del todo
por algunos grupos conservadores a los filósofos precristianos, y en cambio,
había una fuerte corriente favorable a Avicena y Averroes (filósofos árabes
aristotélicos) y particularmente para éste último en la Facultad de los Artistas
de la Universidad de París.47 Así, Sto. Tomás asió la filosofía aristotélica, le
quitó la influencia musulmana, y la adecuó al cristianismo,48 dándole a la
religión católica una base filosófica que le permite al hombre aplicar en la
vida práctica, y sobre todo social, muchos de los principios de cristo. Escribió
innumerables obras, entre otras, desde luego, La Suma Teológica, La Suma
Contra los Gentiles, El gobierno de lo Príncipes, Comentarios a la Política
de Aristóteles y Comentarios a la Ética a Nicómaco. A él se debe una con-
cepción muy convincente de lo que es el Bien Común. Estuvo a favor de la
monarquía como forma de gobierno, pero se opuso a la tiranía, he incluso
justificó la resistencia contra ella. Se manifestó partidario de un estado fuerte
y más grande, en cuanto a sus dimensiones territoriales, que el tamaño de una
ciudad. Estuvo a favor del Papa en cuanto a las cuestiones exclusivamente
espirituales, y del emperador, sólo en las cosas temporales.49 Realista como
Aristóteles y Cicerón para observar el fenómeno sociopolítico y emitir sus
conclusiones, estableció con claridad inigualable una explicación de la Ley
Natural.

46
de la Cueva, Mario. Op. Cit. p.215.
47
Ibidem. p.214.
48
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. pp. 78-79.
49
Idem.

51
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

Para él la Ley Natural proviene de la Ley Eterna, que no es otra que la


Razón Eterna, que es la Razón de Dios. Éste hizo la creación, la cual se com-
porta según el plan de Dios, y se manifiesta en los seres vivos de dos formas:
En una Ley Meramente Natural para los animales irracionales y en una Ley
Natural Racional para el hombre, ya que el hombre está hecho a imagen y se-
mejanza a Dios porque comparte con éste la Razón. De manera que el hombre
sabe, aunque nadie se lo diga, por mero ejercicio racional, qué es lo bueno
y qué es lo malo, sólo que al gozar de libre albedrío su conducta se puede
desviar, de manera que para que se oriente Dios nos dio la Ley Divina, que no
son otra cosa que las Sagradas Escrituras, sobre todo El Nuevo Testamento.
De esta manera, el hombre puede elaborar la Ley Humana, que si es justa
será acorde a la Ley Natural y, por lo tanto, a la Ley de Dios. Los atributos
de la Ley Natural son: Es cognoscible, porque todos la pueden conocer; es
objetiva, porque es independiente de la voluntad de los hombres; es universal,
porque vale para todos; es inmutable, porque no cambia jamás; y es indeleble
porque no se puede borrar. Hoy ya estamos viendo cómo la naturaleza se nos
revierte por no respetar la armonía creada.50

Resumen.

En cuanto a la Patrística debo insistirles que no se desarrolló en la Edad Me-


dia, sino antes, en los últimos tres siglos de la Edad Antigua, después de la
muerte de Jesús, precisamente al interpretar los autores que se consideran
dentro de la misma, el pensamiento del mensaje evangélico para apoyar la
evangelización. Sin embargo, como dicho pensamiento trató, entre otras co-
sas, de la cuestión social, ya que recordemos que, acorde con las nuevas ideas
cristianas, se recomendaba un comportamiento generoso en la vida de las
comunidades, y además, se manejaba lo relativo al poder recordando frases
del evangelio o de los mismos evangelizadores como Sn. Pablo, tales como:
“A Cesar lo que es de Cesar y a Dios lo que es de Dios” o “Toda potestad
viene de Dios”; esas ideas, sobre todo estas últimas, habrían de tener un fuerte
impacto en la Edad Media, cuando las disputas entre los Papas y Emperadores

50
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. pp. 79-82.

52
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

o Monarcas. Ahora bien, como recordarán, la Iglesia Católica casi desde un


principio se dividió en dos ramas, una, la occidental, Latina o Romana y, la
otra, la Oriental, con sede principalmente en Grecia y Constantinopla, por eso
se habla de dos ramas de la Patrística. En la primera destacaron Tertuliano,
San Ambrosio, Lactancio y Sn. Gerónimo. Y, de la segunda Sn. Clemente de
Alejandría, San Juan Crisóstomo, Orígenes y Sn. Justino. Como observarán,
no todos fueron santos, porque en sus disertaciones llegaron a pronunciarse
porque no había una Santísima Trinidad, por ejemplo, como fue el caso de
Orígenes. Quizá el más destacado fue Sn. Agustín, quien tampoco se propuso
hacer propiamente ciencia política, pero que en su “La Ciudad de Dios” dio
grandes aportaciones para comprender temas como el bien común, la respon-
sabilidad social del Estado y el Derecho Natural (Ius Naturalismo). Posterior-
mente, con la caída del Imperio Romano de Occidente se creó un vacío de
poder, y los gobernantes de las nuevas naciones que empezaron a surgir de
los pueblos que fueron invadiendo en sus últimos siglos el Imperio Romano,
generaron sus propios poderes y rivalizaron contra otros reyes, contra los
señores feudales, contra los reyes que se hicieron emperadores, porque de
todos modos en el hombre del medioevo siempre hubo la idea de reconstruir
el imperio o contra los Papas, o bien, todos contra todos. Hasta que con las
Querellas de las Investiduras, que se dieron entre el poder papal y los Empe-
radores y/o Monarcas, que se definieron a favor de éstos últimos, se conso-
lidaron los poderes de los Monarcas. En medio de estas disputas también se
dieron disputas ideológicas que fue el pensamiento que afloró de pensadores
como Guillermo de Ocam o Marcilio de Padua, entre otros, que estuvieron a
favor de los Monarcas o de Juan de Salisbury que apoyó a los Papas, y que en
sus argumentaciones sacaron a relucir lo dicho por los hombres de la Patrís-
tica. Finalmente, con su gran sabiduría, Sto. Tomás de Aquino dio en la Edad
Media un pensamiento que ilumina aún las directrices y la interpretación del
Derecho Natural, del Bien Común y de la función del Estado y la responsabi-
lidad de los gobernantes.

53
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

Actividades de aprendizaje relacionadas.

-Describa en qué consiste la escuela llamada de la Patrística y cuáles son


sus dos principales vertientes.
-Desarrolle en 1/a cuartilla cuál es la idea fundamental de Sn. Agustín de
Hipona en ‘La Ciudad de Dios’.
-Explique cuáles fueron las causas de la caida del Imperio Romano y desa-
parición del mundo antiguo y en qué consistió la poliarquía de la Edad Media.
-Elabore un cuadro comparativo de las dos corrientes fundamentales de
pensadores políticos de la Edad Media, y enliste los nombres de sus principa-
les exponentes.
-Exponga en una cuartilla las ideas políticas de Sto. Tomás de Aquino y de
la Doctrina tomista de la Ley.

Cuestionario relacionado.

-Explicar en breves palabras en qué consistió la Escuela llamada de La


Patrística.
-Exponer brevemente el pensamiento politico de Sn. Agustín de Hipona.
-Explicar brevemente en qué consistió La Poliarquía de la Edad Media.
-Describir en pocas palabras cu áles fueron las dos corrientes fundamenta-
les de pensamiento político en la Edad Media y cuáles fueron sus principales
exponentes.
-Exponer brevemente el pensamiento político de Sto. Tomás de Aquino.

54
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

II.3.- Los Hechos y las Ideas Políticas desde


el Renacimiento Hasta el siglo XX

-El Renacimiento.
-El surgimiento de los Estados Modernos. Características de los Primeros
Estados Modernos.
-El Pensamiento Político de Nicolás Maquiavelo.
-El Pensamiento Político de Juan Bodino. Secularización de la ciencia po-
lítica.
-El pensamiento Político de Filmer.
-Los Pensadores Políticos Clérigos Españoles del Siglo XVI.
-El Pensamiento Político de Tomás Hobbes.
-El Pensamiento Político de John Locke.
-Diferencias entre el Ius-Naturalismo Racionalista y el Ius-Naturalismo
Cristiano.
-El Pensamiento Político de Juan Jacobo Rousseau.
-El Pensamiento Político de Montesquieu. Otros autores realistas.
-La Decadencia del Racionalismo y Autodescomposición de la Ciencia
Política Tradicional.
-El Pensamiento de Augusto Comte y el Nacimiento de la Sociología.
-El Pensamiento de Max Weber.
-Doctrinas Económicas sobre el Estado. Tomás Moro y Tomás Campane-
lla.
-La Doctrina de Carlos Marx y de Federico Engels.
-El Anarquismo. El capitalismo de Estado. La Economía Mixta. Los Esta-
dos Musulmanes.

El Renacimiento.

Se ha sostenido que el Renacimiento se vivió entre la Edad Media y la Época


Moderna, y muchos autores no se ponen de acuerdo de cuando a cuando abar-
ca, pero en realidad eso no es tan importante, pues la verdad es que ese fenó-
meno fue, antes que histórico o de otra índole, un movimiento socio-cultural
de cambio con respecto de las concepciones medievales, y depende de la ma-

55
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

teria que se quiera estudiar, ya sea la pintura, la literatura o el conocimiento


científico, para observar que las fechas fluctúan; así por ejemplo en tratándose
de la pintura se puede asegurar que el renacimiento dio inicio con el Giotto,
antes de terminar la Edad Media; en tratándose del fenómeno socio-político,
podemos sostener que el Renacimiento se presentó con la secularización del
poder político, esto es, la separación de todo lo que significase religioso en el
ejercicio del gobierno civil, o los inicios de eso, particularmente en relación
a su dependencia del poder eclesiástico, concretamente del Papa, y ello se
manifestó en la última contienda de la querella de las investiduras, en el siglo
xiv, que corrió a cargo de Bonifacio viii (Papa) y Felipe el Hermoso de Fran-
cia (Rey), y de la cual salió victorioso este último. Por ello, podemos sostener
que para cuando da inicio la Edad Moderna, el problema de esa pugna ya se
había resuelto a favor del poder temporal,51 lo cual permitió que se manifesta-
se el Estado con su nueva forma, a partir de la Edad Moderna.
La Edad Moderna es en realidad un periodo de transición de la Historia,
que según los historiadores da inicio con el fin del Imperio Bizantino, también
llamado Romano de Oriente; esto es, con la toma de Constantinopla por parte
de los turcos otomanos, en el siglo xv (año de 1453), y que concluye con el ini-
cio de la revolución francesa en el siglo xviii (14 de Julio de 1789), que marca
el inicio de la Época Contemporánea.
Un muy breve lapso en la historia para tener la categoría de Época, pero
tan importante como el que más para gozar de ese epíteto. Podemos decir que
sirvió para que el renacimiento terminara de dar sus frutos con los cambios
que se habrían de requerir para sepultar definitivamente el mundo medieval.
Por ejemplo, si en el aspecto político los soberanos se habían emancipado del
poder pontificio, en el aspecto económico aún sobrevivía el sistema feudal de
producción de la tierra, al mismo tiempo que comenzaba el mercantilismo a dar
sus primeras manifestaciones al descubrirse el nuevo mundo.

51
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. p.84.

56
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

El surgimiento de los Estados Modernos. Características


de los Primeros Estados Modernos.

En este ambiente y periodo es que se considera que surge el Estado Moderno.


Para ello, algunos autores toman como determinante lo que ya dijimos, esto es,
el fin de la dependencia del poder temporal respecto del poder eclesiástico, a
lo que contribuye de manera determinante la Reforma Eclesiástica Protestante,
encabezada por Martín Lutero y secundado por Juan Calvino en el siglo xvi;
así como otras manifestaciones, que el maestro Porrúa Pérez señala que son: la
unidad, la organización constitucional y la autolimitación del Estado frente al
gobernado.52 Por nuestra parte, agregaríamos que el comienzo de las primeras
expresiones de nacionalismos, también vienen a dar el tinte requerido para con-
siderar iniciado el nuevo Estado, comulgando con lo dicho por el maestro Ma-
rio de la Cueva.53 Y el absolutismo, desde luego, por lo que veremos en seguida.
La unidad obviamente la dio el hecho de que el soberano ya no tuviese que
compartir su poder con el Papa dentro de lo que consideraba sus dominios. Y
al tener consolidado su poder por ese lado, tampoco le fue difícil hacerlo fren-
te a los señores feudales, a los que terminó sometiendo,54 derivando todo ello
en el absolutismo, pero facilitando la unidad bajo un solo mando: el del rey.
La organización constitucional no se debe tener como la entendemos aho-
ra, es decir, bajo una Constitución, preferentemente escrita, sino al fin de los
distintos fueros o jurisdicciones, para estar casi todas (la eclesiástica continuó
aún durante algún tiempo persistiendo) bajo el Orden Jurídico establecido
desde un solo poder: el del soberano.55
Tampoco la autolimitación del Estado frente al individuo se debe entender
muy literalmente que digamos, pues recordemos que es precisamente, por las
circunstancias ya dichas (la no oposición de otros poderes al del monarca),
que se manifiesta desde finales de la Edad Media, el fenómeno de los reyes
absolutistas, y que habrá de terminar a raíz de las revoluciones sociales, con
la decapitación de los últimos monarcas de esa característica (en Inglaterra en

52
Idem.
53
de la Cueva, Mario. Op. Cit. pp. 49-56.
54
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. p.84
55
Idem.

57
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

el siglo xvii; en Francia en el siglo xviii). Entonces, esa autolimitación que,


en efecto se pudiera considerar que empieza con el otorgamiento de la Carta
Magna por parte del Rey Juan Sin Tierra a los Barones, reconociéndoles sus
derechos, en el siglo xiii, se debe entender más que nada, como inicio del
proceso que habría de concluir con la declaración de los Derechos del Hom-
bre y del Ciudadano, en París, en medio de la Revolución, y la inserción del
capítulo correspondiente en las constituciones escritas.56

El pensamiento político de Nicolás Maquiavelo.

Nicolás Maquiavelo (1469-1527) nació en Florencia y vivió para expresar


como pocos el pensamiento político en esa época de transición y formación
de los Estados Modernos. Centró su idea en la forma de gobernar y, se puede
decir que hizo (además muchas otras obras) dos tratados fundamentales sobre
la forma que él consideraba más efectiva de ejercer el poder: El Príncipe y
Discursos sobre la Primera Década de Tito Livio. El primero enfocado a los
principados (Monarquías) y, el segundo, a las Repúblicas.57
A él se atribuye emplear, con el sentido político que hoy se maneja, la
palabra Estado, lo cual vemos muy claramente cuando comienza su tratado
sobre los principados. Lo primero que expresa es que los Estados y Potencias
o son Principados (Monarquías) o son Repúblicas.58 Y aquí me detengo en
la observación que hace el maestro De la Cueva,59 en el sentido de que las
palabras Estado y Potencia las emplea el florentino en el mismo sentido, que-
riendo significar el carácter soberano de los Estados. Es más, como lo asegura
en los Discursos Sobre la Primera Década de Tito Livio, no se quiere referir
a las ciudades que desde su origen han estado sometidas.60 Cargado de harto
significado respecto de la soberanía vale la pena transcribir textualmente las
palabras de Maquiavelo expresadas en sus Discursos sobre la Primera Década

56
Ibidem. P. 85.
57
De La Cueva, Mario. Op. Cit. p. 63.
58
Maquiavelo, Nicolás. El Príncipe. Círculo de Lectores. Bogotá. 1980. p. 79.
59
De La Cueva, Mario. Op. Cit p. 62.
60
Ibidem.p. 63

58
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

de Tito Livio: Nada quiero decir aquí de las ciudadades sometidas desde su
origen a poder extranjero. Hablaré de las que se vieron siempre libres de toda
exterior servidumbre y se gobernaron a su arbitrio o como repúblicas o como
monarquías.61
Y aquí hace clara referencia a la característica del fenómeno socio- po-
lítico que aún se daba en su época, de ciertas ciudades-Estado, distinguiéndo-
las precisamente de las que no habían alcanzado esa categoría, que como se
puede apreciar, se trataba de las que no tenían soberanía. En otras palabras,
aquí se ve nítidamente que ya prevalecía el concepto de Estado como el fenó-
meno sociopolítico que goza de soberanía. Esa es una de las ideas que pode-
mos cosechar de Maquiavelo, aun y cuando para el lego la lectura de su obra,
sobre todo la de El Príncipe, aparece como un mero recetario para gobernar
sin principios éticos.
Nada más falso, a eso, a lo que se le ha llamado Maquiavelismo, no es
otra cosa que una moral distinta de la individualista, que por el interés que re-
presenta el bien común, está por sobre encima del interés individual, aunque
sea el del monarca, y que sea éste el que quede como un sujeto sin palabra
o sin escrúpulos no importa, pues prevalece el interés colectivo, es decir, la
razón de Estado.62 De ahí que haya insistido en que el monarca ha de ser tan
astuto como una zorra, pero tan fuerte como un León. Es necesario, pues, ser
zorra para conocer las trampas, y león para destrozar a los lobos.63

El Pensamiento Político de Juan Bodino.


La Secularización de la Ciencia Política.

Sobreviviente de la matanza de hugonotes, -como se llamaba a los protestan-


tes calvinistas-, a manos de los católicos, La Noche de San Bartolomé, que
ocurrió entre el 23 y el 24 de Agosto de 1572, en el escenario de las guerras de
religión, este hugonote francés (1530-1596) preconizó uno de los conceptos
más claros sobre la soberanía, como atributo esencial del Estado. Escribió

61
Maquiavelo, Nicolás. Discursos sobre la Primera Década de Tito Livio. Editorial de Ciencias Socia-
les. La Habana. 1971. p. 63.
62
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. p. 87.
63
Maquiavelo, Nicolás. El Príncipe. Op. Cit. p. 129.

59
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

Los Seis Libros de la República. En él plasma su idea en apoyo a la monar-


quía, pero no como un poder arbitrario, sino regido por la Ley Natural.64 Si
la soberanía es la característica del Estado que le permite crear y derogar sus
leyes con potestad suprema,65 y el poder del Estado está por sobre ciudadanos
y súbditos no sometido a la ley,66 el poder del soberano está, como potestad del
Estado, por encima de los súbditos, pero regido por la Ley Natural que vela
por el bienestar de aquellos, de manera que esa soberanía no puede operar en
contra de los ciudadanos, sino a su favor. Su postura, buscando poner al poder
del soberano por encima de cualquier secta, sugiere, por supuesto, ya la posi-
bilidad de la tolerancia religiosa del Estado.67 Con Maquiavelo y Bodino, entre
otros, estamos ante la presencia de un movimiento que se manifiesta a partir de
ellos en el pensamiento político, que es la secularización de esta ciencia polí-
tica.68 Esta expresión significa que para entonces el discurso de los pensadores
políticos ya no se apoyará en la religión.

El pensamiento político de Filmer.

Robert Filmer (m. en 1653) es, en cambio, ejemplo de lo contrario. En esta


época aún da una solución religiosa al origen de la potestad de los soberanos
al manejar que de alguna manera éstos eran descendientes de Adán, el primer
padre, de ahí su justificación para gobernar y la razón del nombre de su obra
que denominó Patriarca.69 (“Patriarca o el poder natural de los reyes”)
Por ese orden, postulando el derecho divino de los reyes a gobernar, estu-
vieron Fenelón (François de Salignac de la Mote) (1651-1715), que antes que
nada fue prelado y educador, y Bossuet (Jaques Benigne) (1627-1704) tam-
bién prelado y orador que apoyó el absolutismo del Rey Luis xiv.70

64
De La Cueva, Mario. Op Cit. 66.
65
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. p. 88.
66
Idem.
67
Sabine, George H. Op. Cit. p. 313.
68
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. p. 89.
69
Idem.
70
Ibidem. 90.

60
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

Los pensadores políticos clérigos españoles del siglo xvi.

España con el descubrimiento de América, justamente después de lograr su


unificación, con la expulsión de los moros, se alza no sólo como uno de los
primeros Estados con las características de la modernidad que precisamos
anteriormente, sino como una de las nuevas potencias de la época que estaba
comenzando. Esa calidad de potencia se expresó en todos los órdenes, econó-
mica, militar y, desde luego, cultural. Así se dieron manifestaciones del arte
(pintura, El Greco; literatura, Cervantes, etc.) pero también de la filosofía. En
ésta destacan los teólogos que hicieron ciencia política. Entre estos pensado-
res, teólogos, que eran sobre todo filósofos y juristas, encontramos a Domin-
go de Soto, Francisco de Vitoria, Fernando Vázquez de Menchaca, Luis de
Molina y Francisco Suárez.71 Este último, por ejemplo, en sus elucubraciones
justifica la resistencia contra los tiranos, y se llegó a condenar sus obras, pero
no cabe duda que fueron ante todo humanistas que tuvieron en el Ius Natura-
lismo heredado de Sto. Tomás un arma para sus ideas.

El pensamiento político de Tomas Hobbes

Este autor considerado por muchos como el padre de la ciencia política mo-
derna, porque sí se propuso hacer ciencia política, nació en Inglaterra (1588-
1679). Fue testigo de la revolución que encabezó Oscar Oliverio Cronwel
en 1649 y que culminó con la decapitación de Carlos i72 (el primero de los
monarcas absolutistas europeos que perdió la cabeza no nada más de manera
emocional).
Es autor de Leviatán y de otras obras, como Elements of Law, Elementa
Philosophiae, De Civi y De Homine. Su pensamiento fue racionalista. Esto
quiere decir que era partidario de la corriente que comenzaría a imponer sus
fundamentos desde finales de la Edad Media y que encontraría a su padre
definidor en Rene Descartes en la primera mitad del siglo xvii. Postura que
habría de regir toda discusión filosófica, a partir de la cual la razón es la res-

71
Idem.
72
De La Cueva, Mario. Op. Cit. p. 69.

61
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

puesta a todas las preguntas. Es consecuentemente contractualista, esto sig-


nifica, que es postulador del principio de que la sociedad se funda a partir de
un contrato social entre los hombres, es decir, de un acto de la razón humana.
Eso queda muy claro en su idea de que el hombre, cuando aparece sobre la faz
de la tierra, después de un tiempo en que se manifiesta enemigo de su propia
especie en la lucha por sobrevivir, decide hacer un pacto social, según el cual,
el poder que surge de la unión se ha de depositar en el monarca para que sea
este quien garantice la paz y la armonía.73

El pensamiento político de John Locke.

Inglés también (1632-1704) escribió Dos Tratados Sobre el Gobierno. Su


postura es también racionalista-contractualista, pero opuesto a la monarquía
como forma de gobierno. Precisamente él es el ideólogo de la Revolución
Inglesa de 1688, la llamada Revolución Gloriosa, que habría de terminar la
tarea de extinguir el abasolutismo en Inglaterra y de construir la erección del
parlamentarismo, como sistema democrático, que habría de fincar el surgi-
miento de las nuevas aspiraciones del mundo occidental,74 siendo de particu-
lar significado la aportación que hizo a la adopción de la tolerancia religiosa
como régimen de gobierno.75
La Primera parte de su trabajo justamente lo dedica a refutar la idea
filmeriana del Patriarca.76 En la Segunda parte, Sobre el Gobierno Civil, finca
sus ideas ius naturalistas contractualistas, pues sostiene, al igual que Hobbes,
que el hombre en sus comienzos vivía en un estado natural, en franca falta de
colaboración entre los de su especie, pero decide hacer el pacto social, pero,
a diferencia de aquel, no para depositar el poder en el monarca de manera
absoluta, si no para que el gobernante garantice al ciudadano el disfrute de
los derechos naturales a la vida, la propiedad, la libertad, etc. (por eso son

73
Hobbes, Thomas. Leviatán. Alianza Editorial. Madrid. 2009. pp. 113-169.
74
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. p. 93.
75
Sabine, George H. Op. Cit. p.398.
76
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. p. 93.

62
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

también Ius Naturalistas) amenazados por sus semejantes. Es partidario de la


división de poderes, como lo habrá de postular Montesquieu, pero difiriendo
en que los que propone Locke son el Legislativo, el Ejecutivo, el Confedera-
tivo y dando por hecho aparte un poder judicial.77

Diferencias entre el Ius-Naturalismo Racionalista


y el Ius- Naturalismo Cristiano.

La diferencia entre estas dos posturas es enorme, no obstante su aparente


identidad. La Racionalista Iusnaturalista Contractualista parte del supuesto de
un hombre libre, en efecto, pero que la razón es la fuente única que le permite
crear la ley, los derechos, el progreso y la sociedad misma; en cambio, el Ius
Naturalismo Cristiano parte del principio de que la razón le permite al hombre
conocer la Ley Natural,78 la cual proviene de la Ley Eterna, por lo tanto, de
Dios (los Derechos Naturales ‘humanos’, por ende, tienen un origen divino),
y que, consecuentemente, el hombre es social por naturaleza, y no la sociedad
creada por el hombre. Bajo esta postura la Ley Natural es, como ya se dijo,
anterior al hombre y este no la puede alterar; en cambio, bajo el racionalismo,
que habrá de desembocar, al conjugarse con la Revolución Industrial, en las
ideas del liberalismo capitalista, el hombre es libre incluso para crear la Ley
y ésta, aunque implique aceptar un sistema de explotación del hombre por el
hombre, no debe limitar la libertad individual.

El Pensamiento Político de Juan Jacobo Rousseau.

Otro Ius Naturalista Contractualista que ha tenido gran influencia en el pen-


samiento universal hasta nuestros días. Esto se debe, seguramente, a que los
ideales de la revolución francesa se exportaron prácticamente a todo el mun-
do, sobre todo en Occidente, en tanto que los de la revolución inglesa se
compartieron principalmente al mundo anglosajón. Además de lo anterior,
porque intituló su obra política precisamente con el nombre de El Contrato

77
Idem.
78
Ibidem. Op. Cit. pp. 94-95.

63
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

Social, razón por la que se le atribuye la paternidad de esa idea, pero como
ya vimos, contractualista antes que él lo fue Tomás Hobbes, y las ideas de la
representación popular fueron primero en John Locke. Sin embargo, lo origi-
nal de Rouesseau está en la idea de la Voluntad General. En efecto, así como
pensaba Hobbes, y también Locke, el ginebrino, pues era originario de Gine-
bra Suiza (1721-1778), sostenía que había habido un contrato social para ga-
rantizar la colaboración entre los hombres, habiendo así alcanzado el estado
civilizado. Y a la par que Locke, el depósito del poder, fruto de la unión entre
los hombres, era para garantizar el disfrute de los derechos naturales y sólo en
la medida que fuese necesario, pero la diferencia en Rousseau está en la idea
de que, el poder no queda depositado en los gobernantes, sino en la sociedad
misma, la que delega el poder únicamente para obtener la devolución de los
derechos humanos perdidos,79 Tan pronto como el cuerpo soberano lo exija,
el ciudadano está en deber de prestar al Estado sus servicios; más éste, por su
parte, no puede recargarles con nada que sea inútil a la comunidad.80 De ahí
que sea el factorum supremo la voluntad general. En realidad, tanto el para-
digma de La voluntad general, al igual que el del contrato social en el fondo
son falsos por artificiosos. En efecto, el contrato social jamás existió, porque
cuando el hombre alcanzó el nivel de razonamiento suficiente, simplemente
ya vivía en sociedad de manera natural, como animal gregario que es;81 en
tanto que la voluntad general no puede ser la panacea de todos los problemas
sociales, porque las masas también se equivocan. Una ley no es justa nada
más porque es el fruto de la voluntad general, sino porque no es contraria al
derecho natural.82 Eso se ve muy claramente con el efecto que produjeron las
leyes racistas en la Alemania Nazi, que, a no dudarlo, gozaron del respaldo
popular -al menos tácitamente- en su época, en esa nación. El propio Rous-
seau lo advirtió, cuando reconoció que, si bien la voluntad general no puede
fallar, al pueblo sí se le puede engañar y hacer caer en el error.83

79
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. p. 96.
80
Rousseau, Juan Jacobo. El Contrato Social. Editorial Porrúa. México. 1971. p. 17.
81
Heller, Herman. Op. Cit. p. 35.
82
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. p. 97.
83
Rousseau, Juan Jacobo. Op. Cit. p. 16.

64
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

El Pensamiento Político de Montesquieu. Otros autores realistas.


La Decadencia del Racionalismo y Autodescomposición
de la Ciencia Política Tradicional.

Carlos de Secondant, barón de La Brède y Motesquieu (1689-1755), quien


escribió El Espíritu de la Leyes, dio un viraje a las ideas racionalistas, pues
abandona la postura contractualista y es más bien realista.84 A él se le atribuye
la paternidad de la idea de la división de poderes, pero como ya vimos, en rea-
lidad viene desde Polibio pasando por Locke; de hecho Motesquieu vivió un
tiempo en Inglaterra, y es en su obra El Espíritu de la Leyes en la que expresa
su convicción de que la libertad de que gozaban los ingleses era el fruto de su
organización política, basada en la división de los tres poderes, con sus pesos
y contrapesos,85 que genialmente supo describir e interpretar, a grado tal que
la influencia de su doctrina está claramente plasmada en las constituciones
francesa y norteamericana86 (también en la mexicana y muchas más). Es
precisamente por esa internacionalización que alcanzó su pensamiento de la
mano de la revolución francesa, en su tiempo, que se le hace creador original
de esa doctrina, y además porque su idea sobre la división en los clásicos
tres poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, es la que finalmente acogió el
mundo. En cada Estado hay tres clases de poderes: el poder legislativo, el po-
der ejecutivo de las cosas relativas al derecho de gentes, y el poder ejecutivo
de las cosas que dependen del derecho civil…Se llama a este último poder
judicial, y al otro poder ejecutivo del Estado.87 El mérito de Montesquieu no
está sólo en ello, sino en haber hecho un trabajo basado en la observación del
fenómeno socio-político para interpretar la realidad y sacar las conclusiones
de dicha observación, concibiendo una filosofía política que quería fuese
aplicable a la mayor diversidad de casos posibles.88 Realismo sociológico que
habrían de adoptar David Hume (n. Escocia 1711-1776) Tratado de la natura-

84
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. p. 98.
85
Sabine, George H. Op. Cit. p. 427.
86
Idem.
87
Motesquieu, Carlos de Secondant, barón de La Brède y. Del Espíritu de las Leyes. Editorial Porrúa,
México. 1971. p. 104.
88
Sabine, George H. Op. Cit. p. 422.

65
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

leza humana e Investigación sobre el entendimiento humano, y más adelante


Dahlmann, en Alemania y Alexis de Toqueville en Francia.89 El primero nada
menos que dio el nombre de Política sobre la Base y la Medida de los Obje-
tos Reales a su obra fundamental y, el segundo, La Democracia en América,
producto de sus observaciones del viaje que realizó exprofeso a los Estados
Unidos de América.
Sobre este último es preciso hacer referencia a la forma en que solía
hacer su trabajo, (como él mismo lo expresó en una carta que dirigió a su
compañero de viaje, que lo aguardó en los Estados Unidos mientras él hacía
una visita a México) cuando se proponía describir una realidad sociopolítica,
en este caso de nuestro país, aprovechando su estancia, lo cual da una clara
muestra de la sistematización que alcanzó en sus mecanismos de observación,
descripción e inerpretación del fenómeno histórico sociológico: “…compon-
dré un número infinito de clasificaciones, formularé principios de observa-
ción y después haré deducciones de esos principios”.90
Son los últimos pensadores realistas, ya que después habrían de venir
otros pensadores filósofos como Kant, Hegel, Comte y el mismo Marx, que
habrán de llevar a una descomposición a la ciencia política, pues sus ideas
relativistas, dialéctico-idealistas, positivistas y dialéctico-materialistas, res-
pectivamente, habrián de opugnar con los fundamentos que permiten hacer
una verdadera ciencia política, dado que a la luz de esas ideas no es posible
concebir que existan verdades, que estas sean generales, que sean obliga-
torias, que sean abstractas, que sean aplicables a todos los casos posibles,
después de hacer una observación, descripción e interpretación del fenómeno
político, descubriendo cuáles son sus constantes, es decir, cuáles son esas ver-
dades. Aunado a esos embates (del realismo sociológico, por una parte y, por
la otra de la radicalización alcanzada por los postulados de los filósofos antes
mencionados) la Ciencia Política racionalista ve su fin por varias razones: en

89
Heller, Herman. Op. Cit. p. 35.
90
Aguilar Rivera, José Antonio. Cartas mexicanas de Alexis de Toqueville. Cal y Arena. 1999. p. 46. (Es
claro que Toqueville vino a México a espiar para un diputado francés que así se lo pidió, para denunciar
la estafa que habrían maquinado otros parlamentarios de ese país, al instar la aventura de una colonia
de franceses que se estableció en Coatzacoalcos; sin embargo, ello no resta mérito a su capacidad de
análisis político, sobre todo, cuando describe, dolorosamente para nosotros, nuestro subdesarrollo polí-
tico, de ese entonces, pero que tal parece aún subsiste.)

66
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

primer sitio, porque sus construcciones como el contractualismo son artificio-


sas, como ya se vio y, porque como dijo Heller, la revolución francesa cayó en
el descrédito con sus excesos de la época del terror y porque el imperialismo
napoleónico puso en jaque al mundo.91 Pero además, porque bajo el cobijo
de la diosa razón se fundamentaron las doctrinas económicas ‘liberales’ del
capitalismo orgiástico,92 que no vino a tener freno sino hasta los grandes
movimientos proletarios de la segunda mitad del siglo xix y principios del xx,
con todo y sus mártires de Chicago, Río Blanco, Cananea, etc., y por qué no
decirlo, con las ideas de Marx y Engels y del propio Papa León xiii, que tuvo
la sensibilidad para captar la inquietud de su época y vaciarla en una doctrina
cristiana, en su encíclica Rerum Novarum, sobre los derechos sociales, que no
ha sido aún igualada. Con el propósito de esclarecer el conflicto que se había
creado entre capital y trabajo, León xiii defendía los derechos fundamentales de
los trabajadores.93
Pero antes de hablar de la influencia del factor económico en la Ciencia
Política, conviene referirnos a Augusto Comte y a Max Weber, por la trascen-
dencia que en su momento tuvo su pensamiento.

El pensamiento de Augusto Comte y el nacimiento de la sociología.

A Comte, (1798-1857) francés, se le atribuye ser el creador del positivismo


como corriente filosófica. Al respecto no hay que olvidar que el pensamiento
racionalista opuso al dogmatismo católico (iusnaturalismo cristiano) la lógi-
ca racionalista que comenzó a tejerse, por supuesto, a partir del renacimiento,
de manera que cuando Newton (1642-1727) arrojó al mudo las leyes de la
gravedad universal, el rigor científico alcanzó todas las manifestaciones de la
cultura, incluido el pensamiento político,94 por ello, cuando Comte advirtió que
el racionalismo, después de su evolución hacia el relativismo con Emmanuel
Kant (1724-1804) aún dejaba qué desear en el ámbito de la evidencia empíri-

91
Heller, Herman. Op. Cit. p. 36.
92
Ponce, Anibal. Op. Cit. p.173.
93
Wojtyła, Karol Józef. Juan Pablo II PP. Centenario de la Rerum Novarum. Carta Encíclica. Ediciones
Paulianas, s. a. de c. v., iv Ed. México. 1991. p. 14.
94
Wallerstein, Immanuel. El Fin de las Certidumbres en Ciencia Sociales, ciich/unam, México 1999,
p. 11.

67
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

ca para las ciencias sociales, propuso el positivismo, de ahí que se esmeró en


perfeccionar la sociología (de la cual algunos autores lo consideran creador y
otros simplemente quien acuñó el nombre), buscando encontrar las leyes “cien-
tíficas” que rigen a la sociedad, considerando que esta llegaría a ser la ciencia
universal. Escribió Curso de Filosofía Positiva y otras obras.

El pensamiento de Max Weber.

Este influyente filósofo nació en Alemania (1864-1920) y su pensamiento po-


lítico ya se circunscribe dentro de la influencia economicista. Su obra La Éti-
ca Protestante y el Espíritu del Capitalismo, atribuye a la religión una gran
influencia en el desarrollo del capitalismo. Afirma que los pueblos católicos
no cultivan la idea de que sea meritorio el éxito económico individual, y que
en cambio, los países protestantes, particularmente los calvinistas, sí lo hacen,
aunado a fomenter el ahorro y la austeridad como modo de vida. En Sociología
del Derecho le llama al Estado Moderno con el nombre de Estado Racional, y
le atribuye a Inglaterra ser la cuna del mercantilismo y, por ende, del Estado
Contemporáneo.95 Su opinión en La Política como Vocación, de que el Estado
es la entidad con el monopolio de la fuerza, fue de una gran influencia en el
Estudio de la Política.

Doctrinas Económicas sobre el Estado. Tomás Moro


y Tomás Campanella.

Precisamente para hablar de doctrinas sociales, y particularmente del Marxismo


y su idea sobre el Estado, es necesario referirnos a Tomás Moro (1480-1535) y
Tomás Campanella (1568-1639). El primero, hoy denominado santo, vivió en
la época de uno de los primeros monarcas absolutistas ingleses: Enrique viii, de
quien fue Canciller. Su obra denominada Utopía es el reflejo de sus ideales de
justicia social, si bien cae en la desviación del idealismo, pues en esta propone
la existencia de una sociedad ideal, con entera desaparición de la propiedad
privada, por ser esta propiciadora de la desigualdad entre los hombres y de la

95
Weber, Max, Sociología del Derecho, Editorial Comares, Granada, 2001, p.241.

68
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

opresión de unos por otros, yendo más allá de lo formulado por Platón, quien
tan solo proponía la desaparición de la propiedad privada entre la clase de los
guardianes.96 Murió por defender su fe y su religión, al oponerse a la decisión
del rey de formar otra religión, la ahora Anglicana, cuando el Papa no le per-
mitió divorciarse de su primera esposa para casarse con Ana Bolena (quien
también terminaría en el cadalso). Pero ya sabemos que la verdad era la pugna
por el poder entre los monarcas y los Papas.
Por su parte Campanella fue aún más radical al formular su tesis de un
comunismo hasta en los bienes de consumo en su libro La ciudad del Sol.97
Con esto podemos ahora ver las ideas de Marx y Engels.

La Doctrina de Carlos Marx y de Federico Engels.

Carlos Marx (1818-1883) y Federico Engels (1820-1895) llevaron a cabo una


basta obra literaria que ha influido como pocas en el devenir de la historia uni-
versal. Alemanes ambos, compaginaron sus esfuerzos por escribir y formular
sus principios filosóficos del materialismo dialéctico. Juntos redactaron El
Manifiesto del Partido Comunista, así como la obra de Marx llamada El Capi-
tal, y de la cual se escribieron una segunda y tercera parte por Engels. Marx es
autor de La Sagrada Familia, La ideología Alemana, Miseria de la Filosofía,
Crítica de la Economía Política y otras. Engels de El Origen de la Familia, de
la Propiedad Privada y del Estado. La Situación de las Clases Trabajadoras en
Inglaterra, El anti-Dühring y más.98
Como lo sostiene el materialismo dialéctico preconizado por ellos, los
cambios sociales se deben a factores económicos antes que nada (esa es una
de las razones por las que es materialista su doctrina). Este factor actúa como
un catalizador que mueve a la sociedad propiciando sus cambios, nada es per-
manente (por eso es dialéctica), ni siquiera la sociedad, que está en constante
transformación.99 Esta dialéctica que en realidad viene de Hegel, sólo que este

96
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. p. 101.
97
Idem.
98
De La Cueva, Mario. Op. Cit. pp. 323-325.
99
Ibidem. Op. Cit. pp. 336-346.

69
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

es idealista, propone que una situación dada llamada Tesis es enfrentada por
una situación nueva denominada Antítesis, de cuyo choque habrá de surgir
una Síntesis, que a su vez será la nueva Tesis, y así sucesivamente.100
En tratándose de la sociedad, las fuerzas que se enfrentan son dos cla-
ses, una propietaria de los bienes de producción, y otra desposeída, que sólo
tiene su fuerza de trabajo, y que constantemente están luchando, propiciando
situaciones distintas, hasta que se da una situación nueva, por razones eco-
nómicas, que habrá de desplazar a la anterior, dando lugar a una nueva Tesis
o situación, porque la nueva difiere de las dos. De ahí que el Marxismo no
denomina a los periodos de la historia como los conocemos, sino por la si-
tuación que prevalecía, es decir, por el sistema de producción que imperaba.
Así, en la pre-historia se da el Comunismo Primitivo, pero cuando aparece la
propiedad sobre la tierra surge el Esclavismo, que impera en lo que se conoce
como Edad Antigua. Luego, por razones económicas también, al ya no ser
rentable el esclavismo, se presenta el Feudalismo, denominándose así a la
forma de producción dentro de la Edad Media. El Mercantilismo en lugar de
la Edad Moderna, que deviene ante la nueva forma de manejo de la riqueza, al
desplazar los comerciantes navieros a las clases terratenientes en la preponde-
rancia económica. Posteriormente, las clases burguesas que luchan por su li-
bertad y contra las noblezas con apoyo en las ideas liberales racionalistas, dan
cabida al Capitalismo. Según Marx, éste tiene una etapa superior denominada
Imperialismo Económico. En el capitalismo ya no se mueven mercancías,
sino dinero, y el imperialismo representa la hegemonía que habrán de deten-
tar una o unas cuantas potencias. Como seguirán luchando las clases desvali-
das, por la fuerza harán llegar, finalmente, y de nueva cuenta, un Comunismo
nuevo llamado Científico, pasando por una etapa de transición denominado
Socialismo. Cuando aparezca la última etapa desaparecerá el Estado, que no
es más que una estructura creada en los sistemas de explotación del hombre
por el hombre, que ya no será necesario.101 El Gobierno del Estado Moderno
no es más que una junta que administra los negocios communes de toda la
clase burguesa.102
100
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. p. 101.
101
Ibidem. p. 104.
102
Marx, Carlos y Engels, Federico. Manifiesto del Partido Comunista. Editorial Fontamara. 4ª. Ed.
México. p. 60.

70
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

La verdad es que esta etapa del comunismo científico y, ni siquiera,


la del socialismo, se puede decir que se hayan presentado en la realidad. Lo
cierto es que estas etapas, producto de la imaginación de Marx, son otra forma
de ‘idealismo utópico’. Marx y Engels aciertan en su crítica al Capitalismo,
pues es una realidad que en medio de ese sistema económico liberal, dado a
raíz de las revoluciones burguesas de los siglos xvii, xviii y xix, combinado
con la Revolución Industrial que comenzó en el xviii, se llevó al extremo la
explotación del trabajador proletario. Como no había leyes laborales, regía el
Código Civil, la libertad de las partes al contratar, y como los sindicatos y las
huelgas atentaban contra la libertad individual, habían sido prohibidos antes
de que surgieran como tales; particularmente el surgimiento de los sindicatos
modernos se vio frenado por las leyes que, a guisa de prohibir las corpora-
ciones de oficios que regían la producción artesanal desde la edad media, por
considerar que atentaban contra la libertad individual, prohibieron la organi-
zación de los trabajadores en los llamados gremios (las primeras leyes de la
revolución francesa fuera el Edicto Turgot y la Ley Chapelier).103 (En realidad
desde finales de la Edad Antigua y todavía hasta fines de la Moderna, prevale-
ció el sistema de gremios, que ciertamente era esclavisante, pues muy pocos
alcanzaban el grado de maestros para poner su propio taller, pero que desde
luego eran un mecanismo muy efectivo para regular el trabajo, la producción,
y por ende la oferta y la demanda, y por supuesto, los precios). Eso, -la des-
aparición de los gremios, que también propicio la sobre oferta de productos,
y por ende, la necesidad de pagarles menos a los trabajadores con el fin de
hacer más competitivas las mercancías-, propició que no hubiese límites para
hacer trabajar a la gente, ni tampoco para pagarles lo menos posible, al cabo
que lo que prevalecía era la ley de la oferta y la demanda, y como siempre
ha ocurrido que es mayor la oferta de mano de obra que su demanda, pues la
revolución industrial siempre está poniendo en práctica nuevas máquinas que
cada vez ocupan menos trabajadores, (hoy diremos que es la globalización,
pues las empresas huyen hacia donde les resulta más barata la mano de obra,
por eso su urgencia de la apertura de los mercados, pues luego tienen que
enviar los productos desde esos países) la explotación no encontró límites.

103
De Buen Lozano, Néstor. Derecho del Trabajo. Tomo II. Editorial Porrúa. México. 1976. p. 456.

71
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

Finalmente la unión de los trabajadores en sus luchas proletarias consiguió


el reconocimiento a sus derechos, tales como a la contratación colectiva, la
huelga y el sindicalismo, que en sí son instrumentos de lucha para obtener
mejores condiciones de trabajo.
Pero el Marxismo tiene un lado oscuro, amén que desde su postura
materialista es ateo, eso no sería lo malo, sino que pugna por combatir la
religión, que es lo mismo que pugnar contra la libertad de conciencia. Pugna
contra la iniciativa privada, que es generadora del ingenio industrial.104 Pugna
contra los cambios producto del talento humano, pues no admite que haya
habido otros que no hubiesen sido producto de la lucha de clases, pero sobre
todo, pugna contra la industriosidad e iniciativa de los trabajadores que de-
sean progresar, pues como al fin y al cabo todos van a ganar igual, se produce
la pereza de iniciativa.105 Además, como lo señaló Aristóteles, al no haber
propiedad privada, no se produce riqueza, pues nadie cuida lo que no es suyo.
La consecuencia de la puesta en práctica de estas ideas marxistas en lo
que fueron los llamados países de Europa Oriental, y que después se extendió
a China y a otros países de Asia, así como a Cuba, fue desastrosa. Como en
este sistema el control político es profundamente antidemocrático, no sólo por
la proscripción de otros partidos politicos, evitándose la contienda electoral
y el equilibrio entre los poderes, sino porque aún dentro del partido hegemó-
nico, las decisiones son tomadas ‘cupularmente’,106 prevalecía (o prevalence
aún en algunos casos) un gobierno autócrata. El Jefe de Estado lo decidía
prácticamente todo, en todos los órdenes de la vida social, propiciando una
casta burocrática corrupta e inútil que se constituyó en un verdadero lastre
para la economía de esos países. Ya que las empresas eran del Estado, en és-
tas nunca prevaleció una idea de competencia comercial, pues simplemente
había una sola por cada actividad, de ahí la ausencia de la necesidad de hacer
cada vez mejores productos, más competitivos, de forma más económica, y
los trabajadores eran sencillamente burócratas, de manera que si la empresa
no daba rendimiento, pues el sueldo se pagaba de los impuestos, no importaba
si quebraba, siendo por lo tanto sumamente pesado el aparato burocrático que
fue una de las causas que llevó a la quiebra a esos países.107 El caso de China
104
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. p. 105.
105
Ibidem. p. 106.
106
Ibidem. pp. 111-112.
107
Idem.

72
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

que inteligentemente ha sabido combinar los dos sistemas al admitir inver-


sión de capital privado nos corrobora lo anterior. Pero lo peor de todo fue la
supresión de las libertades individuales, al extremo de sufrir los gobiernos
totalitarios más intolerantes y rígidos, pero con gobernantes que hicieron gala
de arbitrariedad y de corrupción.

El Anarquismo. El capitalismo de Estado. La Economía Mixta.


Los Estados Musulmanes.

El anarquismo fue un movimiento hermano del socialismo, radical, que pro-


puso la supresión inmediata del Estado, sin pasar ni siquiera por la etapa
de transición del socialismo. Sus impulsores fueron Mijaíl Aleksándrovich
Bakunin en Rusia y Pierre-Joseph Proudhon en Francia. Los sistemas de capi-
talismo de Estado, que fue en lo que en realidad devino el llamado socialismo,
así como las señaladas economías mixtas, son dos extremos de una misma
postura, generándose tal vez mayores posibilidades para esta última.
Los Estados Islámicos en la actualidad representan un intento de volver
a sistemas ya superados, de Estados teocráticos, pues en ellos rige el Corán
en todos los órdenes de la vida social. Sin embargo, si la voluntad de esos
pueblos es esa, debemos respetarla, sólo que repetir la guerra santa que al-
gunos pregonan puede llevar a situaciones de confrontación de lamentables
consecuencias, abonadas por la falta de tolerancia y trato inteligente, -debido
a su soberbia-, del Imperialismo Norteamericano.

Resumen.

Lo importante que tenemos que apreciar sobre las ideas de El Príncipe, que
son muchas, pero fundamentalmente dos, son, primero: en esta etapa del pen-
samiento ya hay una idea bastante clara de que el poder no es del soberano,
sino un atributo del Estado que aquel consigue y puede perder, pero que no
le viene por gracia divina y, además, que lo debe aplicar en beneficio de este,
so pena de perderlo. En segundo lugar la idea, ya también muy clara, de que,
independientemente de la forma de gobierno, existe una entidad que aglutina
a sociedad, territorio y poder, que se denomina Estado, y que éste tiene prio-
ridad aún por sobre los intereses personales del gobernante, por ello y no por

73
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

mera conducta amoral es que Maquiavelo propone que el soberano incluso


incumpla con su palabra dada, y que en razón de la preservación del Estado
se justifica que recurra a cualquier medio, a lo que se le denomina “razón de
Estado”. Por otra parte, es necesario destacar que, llegado el auge del racio-
nalismo, de éste se derivaron las ideas contractualistas a cerca del origen de
la formación de las sociedades, es decir, que éstas se originaron a partir de
un pacto racional entre los hombres, lo cual es falso por artificioso, ya que
la verdad es que el hombre nunca razonó en que debería vivir en sociedad
porque le convenía o por la razón que fuera, ya que la verdad es que cuando
los primeros seres humanos tuvieron la suficiente capacidad de razonar sobre
ello, ya vivían en grupos sociales; sin embargo, la aportación importante del
pensamiento de la ilustración tanto inglesa como francesa, es que, eso sí, exis-
ten derechos de los hombres que el estado debe garantizar, pues es su razón de
existir, pues el hombre vive en sociedad en principio por naturaleza, como lo
dijo Aristóteles, y luego por cultura dando forma al Estado por la necesidad
de progresar en todos los órdenes. De ahí que de dicho pensamiento devinie-
ran las ideas democrático-liberal burguesas y las revoluciones sociales que
concluyeron con el fin de los monarcas absolutistas y la aparición de los Esta-
dos democráticos en Europa, en tanto que en América se independizaron los
países. Sin embargo existe una gran diferencia entre el derecho Iusnaturalista
racionalista y el Iusnaturalista Cristiano. Para éste el derecho natural proviene
de la Ley eterna, es decir de Dios, como lo decían Sn. Agustín y luego Sto.
Tomás, y por último los pensadores españoles de los siglos xvi y xvii, como
Suárez, Vittoria, De Soto, Molina, etc., en tanto que para el racionalismo de
Hobbes, Locke, Voltaire, Rouseau, etc., el derecho natural proviene de la ra-
zón del hombre, ya que éste lo crea. Lo peligroso de este último pensamiento
es que necesariamente se llega a la idea de que, como el hombre se “otorga”
esos derechos, nadie se los puede limitar aunque sirvan para oprimir y ex-
plotar a sus semejantes, como en el capitalismo, o que el Estado los puede
suprimir a su antojo, como en los Estados Socialistas y Comunistas.
Ya al referirnos a las ideas que surgen en la Edad Moderna, decíamos
que éstas terminan por sepultar en este periodo de la historia al Feudalismo
Medieval, pero también es preciso apuntar que en esta Época se consolidan
las monarquías absolutistas que nacen hacia el final del medievo y que se en-
señorean por toda Europa durante este periodo, que favorecieron la formación

74
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

de los Estados Modernos sí, por la unidad que le dieron al Estado, pero que
también provocaron la final repulsa a todo lo que fuera la clase de la nobleza.
Por esa razón esas mismas ideas también terminan por alentar una socie-
dad igualitaria en sus derechos civiles y políticos, que son las que aportan
el enciclopedismo ingles y la Ilustración francesa, hijas del Ius Naturalismo
Racionalista, y que son el detonante para el surgimiento de las revoluciones
sociales, primero la revolución inglesa, después la independencia de los Es-
tados Unidados, luego la revolución francesa y por último la independencia
de las colonias españolas en América y los movimientos sociales en la propia
España, dándose así el fin del viejo mundo. Pero si bien el nuevo mundo que
nace al comenzar la Época Contemporánea ofrece libertades civiles y políti-
cas, esa misma libertad individual que buscaron las clases burguesas fue para
hacer sus industrias y sus negocios comerciales sin ninguna restricción, que
aunada al empuje de la revolución industrial surgida en el siglo xviii, que dio
como consecuencia la aparición de la clase proletariada, da como fruto el sis-
tema Capitalista. Al comensar éste régimen económico, la clase proletaria se
vió de inmediato oprimida sin ninguna restricción. Por eso es que en el siglo
xix nacen los movimientos proletarios, la rebelión de las mazas y una nueva
doctrina: El materialismo dialéctico de Marx y Engels, que proclaman la li-
beración del proletariado y el nacimiento del socialismo, primero, y después,
del Comunismo.
Al final de este tema, apuntaba una razón filosófica que puede ser una
de las causas del fracaso del comunismo a la hora de la realidad, pues atrope-
lló los derechos individuales de los ciudadanos, con la particularidad de que
fue bajo el criterio de los gobernantes que se consideraron infalibles, como un
Estalin o un Ceccescu, que ellos sí y sus allegados, -incondicionales conduc-
tores de los partidos comunistas únicos y de un pesado aparato burocrático-,
gozaban de todos los privilegios y de un abusivo uso del poder más ilimitado
que jamás se ha visto, ni siquiera entre los soberanos absolutistas, que se vie-
ron suprimidos los derechos de los ciudadanos y, contrario a lo que postulaba
Marx, paradojicamente se vivió más presencia del Estado. En tanto que lo
cierto de la doctrina de Marx fue en la crítica al sistema capitalista, pues hoy
lo vemos con más claridad, incluso, ya que está a la vista el enriquecimiento
desmedido de unos cuantos, la explotación de la que son objeto los trabajado-
res en el afán de las empresas de no salirse de la competencia brutal en la que

75
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

están sumergidas con otras empresas, sacrificando los salarios o recortando


personal, sin importar la condición humana del trabajador, ni sus necesida-
des, viendo entre los hombres sólo a los potenciales consumidores, clientes
globalizados ahora, en beneficio sólo de las naciones más competitivas y po-
derosas, en un mundo cada vez más consumista y materialista, despojado de
todo sentimiento de caridad para con sus semejantes.

Actividades de aprendizaje relacionadas.

-Desarrollar un ensayo no mayor de 2 cuartillas sobre las ideas contenidas


en la obra El Príncipe de Nicolás Maquiavelo.
-Describir la forma en que influyeron tanto la ilustración inglesa, como la
francesa en la revoluciones que ambos países sufrieron en los siglos xvii y
xviii.
-Elaborar un cuadro comparativo en donde se distingan los fundamentos
del Derecho Natural Cristiano de los del Derecho Natural Racionalista.
-Desarrollar en no más de 2 cuartillas las ideas fundamentales expresadas
por Marx en El Manifiesto del Partido Comunista.

Cuestionario relacionado.

-Señalar cuáles son las características que distinguen a los primeros Esta-
dos Modernos.
-Expresar brevemente el Pensamiento Político de Nicolás Maquiavelo.
-Exponer brevemente el Pensamiento Político de Juan Bodino.
-Precisar las diferencias del Ius Naturalismo Racionalista con respecto del
Ius Naturalismo Cristiano.
-Exponer brevemente el pensamiento político de Tomas Hobbes.
-Exponer brevemente el pensamiento político de John Locke.
-Exponer brevemente el pensamiento político de Juan Jacobo Rouseau.
-Exponer brevemente el pensamiento político de Montesquieu.
-Exponer de la manera más breve posible el pensamiento político de Car-
los Marx y Federico Engels.
-Precisar cuales son los pros y los contras del pensamiento
Marxista.

76
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

-Exponer cuales fueron las causas del fracaso del Comunismo Marxista en
la práctica.
Actividad integradora:

En un mapa del mundo ubicar el lugar y época en que vivieron los pensadores
politicos referidos en esta unidad, con un breve resumen de su pensamiento.

Bibliografía.

Aguilar Rivera, José Antonio. Cartas mexicanas de Alexis de Toqueville, Cal


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Clásico, Ediciones Planeta Madrid, s. a., Madrid, 2011.

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CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

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Carta Encíclica, Ediciones Paulianas, s. a. de c. v., iv Ed., México, 1991.

78
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

UNIDAD III

OBJETO DE LA CIENCIA POLÍTICA


Y MÉTODO EN LA TEORÍA DEL ESTADO

III.1.- El Objeto de la Ciencia Política

-Delimitación del Objeto de la Ciencia Política.


-Materias que comprende la Ciencia Política Descriptiva
-Materias que comprende la Teoría del Estado.
-Concepciones Subjetiva y Objetiva del Estado.
-Delimitación Temporal y Espacial de la Teoría del Estado.
-El Sistema en la Ciencia Política.

Delimitación del Objeto de la Ciencia Política.

Delimitar el objeto de una ciencia es precisar con exactitud cuál es aquella


realidad que se pretende estudiar, y esto implica señalar cuál es el campo de
estudio de esta ciencia. Es decir, para que se entienda mejor esta frase, debe-
mos decirla de manera completa: Delimitar el objeto de estudio de la Ciencia
en cuestión. Ahora bien, si se trata de la Ciencia Política, quiere decir que
queremos determinar con exactitud qué va a estudiar la ciencia política. Sin
embargo, esta tarea que parece sencilla en realidad no lo es, pues no basta
con decir que lo que pretende estudiar la Ciencia Política es lo Político; así
como cuando se dice que la Zoología estudia a los animales, pues debemos
comenzar por distinguir los animales de las plantas. ¿sencillo? ¿y... los hon-
gos? ¿qué son? En la Ciencia Política debemos empezar por precisar qué es
lo politico. Para ello recordemos que ya abordamos temas relacionados con
este tópico en la unidad uno. Así, de entrada, no nos resulta tan del todo ex-
traño, sobre todo si relacionamos lo político con el poder. Pero no cualquier
poder, sino el Poder Público, es decir, el que se busca alcanzar en cualquier
grupo humano que se organiza en aras del bien común, pero desde luego un
bien común público, para distinguirlo del que buscarían otros grupos u orga-
nizaciones. Por eso en este momento es necesario hacer una aclaración, pues

79
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

en la primera unidad digimos que un fenómeno politico se forma cuando un


fenómeno social se transforma en politico; y que esto ocurre cuando en su
seno se da la búsqueda de un bien común y, para ello, al tener que organisarse,
surge un factor de poder, resultado de que se delega o consiente el mando o
gobierno de un dirigente para encausar aquel esfuerzo en común. Pero sucede
que no todo fenómeno que encaje en ése supuesto es verdaderamente politico
o, al menos, politico que le interese a la Ciencia Política estudiar. Por ello
es preciso hacer una distinción determinante para la comprensión de cuándo
verdaderamente sí se trata de una fenómeno politico trascendente, es decir,
lo suficientemente importante para que sea objeto de estudio de esa ciencia.
Esto nos lleva a una referencia obligada a David Easton, quien nos dice: la in-
vestigación política no se ocupa, de ordinario, de los procesos internos de los
grupos por sí mismos, ni es este un tema de su incunvencia particular. Sólo en
la medida en que llegaron a estar relacionados con procesos politicos más am-
plios de la sociedad.1 Porque como él mismo dice más adelante: Ya lo dijo
Charles Merriam: Evidentemente, hay gobierno en todas partes: lo hay en el
cielo y en el infierno; hay gobierno y ley entre las personas fuera de la ley, y
en la carcel.2 De esta suerte, solo será politico, -y únicamente-, todo lo que
implique, - o influya en-, la adquisición, modificación y transmisión del po-
der político; y que “suponga un ejercicio autónomo del mismo”.3 Esto quiere
decir Soberano, lo cual es un atributo sólo del poder estatal. A esta ciencia le
interesa tal estudio, desprovista de lo “deontológico”,4 lo que quiere decir, sin
consideración alguna al deber ser. Para concretarlo en el ámbito estatal, lo que
atañe al poder legislativo y al ejecutivo, pero éste en su esfera meramente de
gobierno y no en la de administración, así como tampoco lo concerniente a lo
judicial, porque estas dos últimas actividades de la autoridad o poder público
nada o casi nada tienen que ver con la creación o extinción del propio poder,
salvo ciertas excepciones. Por decir algo, sólo Nuestra Suprema Corte de Jus-
ticia de la Nación en la resolución de determinadas controversias constitucio-
nales, o en el caso de la actuación del Tribunal Electoral; y en tratándose de la

1
Easton, David. Esquema para el análisis político. 3ª Ed. Amorrortu. Buenos Áires. 2012. p. 81.
2
Idem.
3
Heller, Hermann. Op. Cit., p. 38.
4
Idem.

80
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

administración, solo cuando se hace un uso faccioso de la misma, que termina


por influir en los procesos políticos. En concreto: a la Ciencia Política le inte-
resa el estudio del fenómeno político, comprendiendo en este destacadamen-
te el fenómeno político estatal, por ser el más importante de los fenómenos
políticos, y para decirlo de una buena vez, si el poder público se manifiesta
más concretamente en el fenómeno político llamado Estado, o influya o vaya
encaminado a influir en él, éste será la base de la materia de la mayor parte de
los temas a tratar en la Ciencia Política, en tanto que la Teoría del Estado se
enfocará exclusivamente al estudio del Estado, pero no de cualquier Estado,
sino del Estado Moderno, también llamado Estado Nación, y que a partir de
que da inicio la Edad Contemporánea se le conocerá también como Estado
Contemporáneo, que es el que nos interesa por ser hoy por hoy el fenómeno
político por excelencia, el vigente y última expresión de las formas estatales
asumidas por las sociedades.

Materias que comprende la Ciencia Política Descriptiva.

Ahora bien, como con todo lo dicho en el párrafo anterior no basta, pues hay
qué precisar ahora qué en concreto de lo que abarca el estudio del fenómeno
politico compone la masa a estudiar, es decir, la materia o materias, mejor
dicho, que comprende el estudio de la Ciencia Política, tenemos que precisar
que la Ciencia Política se ha de enfocar a lo siguiente:

-Primero, a todo lo concerniente a la adquisición, organización y división


del poder político.
-Segundo, a la descripción y explicación de la organización de ese poder, a
la luz de la influencia que sufre por factores geográficos, raciales o socia-
les, tales como económicos, militares, etc.
-Tercero, a la crítica de la Constitución Política de los Estados.
-Cuarto, a la descripción de las formas de autoridad política, o de la es-
tructura y funcionamiento de los grupos de poder político, tales como los
partidos políticos.
-Quinto, al estudio del desarrollo histórico del pensamiento político.
-Sexto, a las relaciones del poder político con otros poderes sociales, como

81
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

lo pueden ser la iglesia, la prensa, el ejército, los sindicatos, etc. Y,


-Séptimo, a las relaciones del poder público estatal con otros poderes de la
misma naturaleza, ya sea directamente (vía diplomática entre países) o a
través de los organismos internacionales (Como la onu, la oea, etc.)5

Si nos regresamos a la primera unidad cuando vimos las ramas en que


se divide la Ciencia Política, con sus distintas disciplinas, a saber: Las Fun-
damentales, las Especiales y las Auxiliares, y que a su vez, las primeras se
subdividen en Filosofía Política, Historia Política, etc., y las segundas en Eco-
nomía Política, Geografía Política, Teoría de las Constituciones, Teoría de los
Partidos Políticos, etc., ahora vemos por qué: porque la Ciencia Política tiene
que estudiar esos temas o materias que acabamos de mencionar.

Materias que comprende la Teoría del Estado.

Ahora bien, si nos concretamos a la Teoría del Estado o Teoría Política, como
también es correcto llamarle, vemos que como rama de la gran Ciencia Po-
lítica, tiene que enfocarse, desde luego, también al estudio del poder público
estatal, pero en concreto le interesarán tres grandes temas: Los problemas
de carácter filosóficos relacionados con el mismo, (a esto ayuda recordar las
cinco cuestiones fundamentales que pretende estudiar la teoría del Estado) a
saber, cuál es el fin del Estado, si se justifica su existencia, etc. En seguida de
eso, los de carácter histórico, lo mismo la evolución de los estados como de
las ideas políticas. Y finalmente, los de orden científico, tales como la orga-
nización y funcionamiento del Estado, sus elementos, sus características, las
formas de Estado y las formas de Gobierno, entre otros.6 En virtud de lo antes
dicho es por lo que se dice que la Teoría del Estado aprovecha o finca sus con-
clusiones a partir de lo que extrae de las Ciencias Políticas Fundamentales.

5
Ibidem. p. 39.
6
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. pp. 128-129.

82
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

Concepciones Subjetiva y Objetiva del Estado

Tradicionalmente ha habido dos maneras de abordar el estudio del Estado, de


hecho, desde los primeros tiempos ha sido así. Si recordamos, Platón tenía un
ideal de lo que debería de ser el Estado, en tanto que Aristóteles era comple-
tamente realista y tenía una percepción de lo que era el Estado en su tiempo.
Así, hay quienes ven al Estado como una idea, en tanto que otros simplemente
ven al Estado como una realidad. Los primeros tienen una percepción subje-
tiva del Estado, en tanto que los segundos una percepción realista del mismo.
Los primeros se plantean antes de estudiar al Estado qué es lo que creen o
se imaginan qué es lo que quieren saber de él, en tanto que los segundos
simplemente lo estudian y arrojan sus conclusiones. Ésta última postura es la
correcta.7

Delimitación Temporal y Espacial de la Teoría del Estado.

Delimitar en el tiempo y en el espacio nuestra materia de estudio implica ubi-


car histórica y geográficamente al Estado Moderno, pues este es nuestro obje-
to de estudio.8 Esto quiere decir, determinar cuándo apareció sobre la faz de la
tierra y en donde se mantiene. Así decimos que el Estado Moderno es el que
apareció en ese periodo de transición entre la Edad Media y la Edad Moderna
conocido como Renacimiento, mismo que tuvo lugar en Europa Central. Y
que a partir de entonces se diseminó por la parte Oeste de Europa; que luego,
por efecto de los descubrimientos y conquistas que hicieron los países de esa
parte de Europa, que lograron arraigar su cultura en una gran parte del mun-
do, se extendió a América. En otras palabras lo que se ha llamado la cultura
Occidental u Occidente.9 Por esta razón es que nuestra disciplina se llama en
realidad Teoría del Estado y no Teoría General del Estado, pues no pretende
conocer todas las formas estatales que ha habido en la historia y en el mundo.

7
Idem.
8
Dabin Jean. Doctrina General del Estado. unam. México. 2003. p. 3.
9
Heller, Hermann. Op. Cit. p. 44.

83
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

El sistema en la Ciencia Política.

Finalmente al Estado también se le estudia mediante un sistema, pues preten-


demos que la nuestra sea una Ciencia. Y si recordamos que para ello debemos
partir de las Constantes del Proceso Histórico-Sociológico que propone Her-
mann Héller, también debemos seguir su postura y recordar que él nos decía
que tampoco debían tomarse con demasiada rigidez, lo que opugna con una
ciencia como la nuestra, sociológica, que no es rígida, sino flexible. Luego
entonces, nuestro sistema será flexible.10

Resumen

Los temas que se tratan en esta unidad tienen el objeto de precisar debidamen-
te nuestro objeto de estudio, es decir delinear correctamente cuál es la materia
de nuestro estudio, y cómo vamos a estudiarlo (la cuestión del método) y esto,
con el fin de facilitarnos el mismo, por eso tienen íntima relación con los te-
mas de la unidad i, y en particular, con los del tema 1 de la misma. Ahora bien,
parecería que nos referimos en esta ocasión a la ciencia política en general y,
en efecto, pero porque la Teoría del Estado forma parte de la Ciencia Política
en sentido amplio (lato sensu). Y es que es de advertirse que, como el fenóme-
no político llamado Estado es el fenómeno político más importante, también
forma parte (por supuesto) del estudio de la ciencia política, y ocupa su prin-
cipal preocupación, por eso es que, por una parte, la Teoría del Estado no es
propiamente una rama de las ciencias Políticas Especiales, porque éstas atien-
den el estudio de aspectos o funciones del fenómeno político llamado Estado
en ESPECIAL, y la Teoría del Estado estudia a TODO el fenómeno político
llamado Estado, pero sólo al fenómeno político llamado Estado, de ahí que se
propugna por su autonomía, pero dentro de la gran Ciencia Política. Además,
utiliza las conclusiones a las que arriban las distintas disciplinas de la Ciencia
Política, y en particular a las que llegan las Fundamentales. Todo ello tiene
una precisa aclaración si tomamos en cuenta que una de éstas, a la que lla-
mamos Ciencia Filosófico-Histórica de la Política, se denomina Ciencia Crí-

10
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. p. 131.

84
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

tica del Estado, o también CIENCIA POLÍTICA en estricto sentido (Estricto


Sensu). De ahí que la Teoría del Estado se llame también Teoría Política. De
esta suerte no se nos dificulta precisar sus materias a estudio (imaginémonos
en este momento la ‘llave’ de la clasificación de la Ciencia Política Empí-
rica o Teórica, también denominada Enciclopedia Política): La adquisición,
organización y división del poder político; La descripción y explicación de
la organización de ese Poder; la crítica de la Constitución Política, etc. Tam-
poco que sus problemas fundamentales son de índole Filosófica, Histórica y
Científica, porque, insistimos, de ahí que necesita recoger las conclusiones de
las tres ramas Fundamentales de la Ciencia Política para construir sus propias
conclusiones, pues estos problemas referidos en particular al Estado serán los
fundamentales a estudiar, como lo son en tratándose de cualquier otro fenó-
meno político. Finalmente, como no podemos abarcar tanto, lo mismo en el
tiempo (toda la historia de la humanidad), como en el espacio (todo el mun-
do), nos limitamos a construir una teoría SOLO DEL ESTADO MODERNO.
¿Y cuál es el Estado Moderno? Pues el que se dio a partir del Renacimiento
(históricamente hablando) y en Europa primero, y en América después, esto
es, en el Mundo conocido como Occidental.

Actividades de Aprendizaje relacionadas

1. Elaborar un cuadro sinóptico de las materias que comprende el Estudio


de la Teoría del Estado y de la Ciencia Política.
2. Describir de qué manera se implican el estudio de la Ciencia Política
descriptiva y de la Teoría del Estado para conocer a este.
3. Delimitar espacial y temporalmente el Estado Moderno Contemporá-
neo.

III.2.- El Método en la Teoría del Estado

-Clasificación de los Métodos.


-Necesidad de un método en la Teoría del Estado.
-Puntos de partida o supuestos en que ha de basarse la elección del método

85
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

para la Teoría del Estado.


-Solución del supuesto Ontológico.
-Solución del supuesto Gnoseológico.
-La clasificación de la Teoría del Estado formulada por Hermann Héller.
-Tendencias metodológicas.
-Doctrina de Jellinek.
-Doctrina de Kelsen.
-Conclusiones Metodológicas.

Clasificación de los Métodos.

Como toda ciencia, la Teoría del Estado también requiere de un método. Los
métodos pueden ser de diversas clases. Según su naturaleza el método se divi-
de en Racional o Intuitivo. El primero es el que se basa en el razonamiento, y
éste puede ser filosófico o matemático. El Intuitivo se funda en la observación
o en la experimentación.
Por su manera de operar el racional es analítico o sintético. El analítico
descompone un todo para conocer sus partes; entanto que el sintético las re-
úne para comprenderlo. Puede operar también partiendo de principios gene-
rales para concluir en verdades particulares y entonces se le llama deductivo;
en cambio si recoge verdades particulares para arribar a una sola verdad se le
llamará inductivo.

Necesidad de un Método en la Teoría del Estado.

El hecho de que en las ciencias sociales, y en particular en la Teoría del Es-


tado, no se pueda emplear un método propio de las ciencias duras, como el
de la experimentación o el matemático, eso no quiere decir que las ciencias
políticas no puedan ser ciencia porque, como se ve, pese a que no se pueda
emplear la experimentación, eso no quiere decir que no se pueda usar otra
forma de método intuitivo, como es el de la observación; ni tampoco quiere
decir que de antemano estén fuera las matemáticas, porque éstas se van a
emplear en la estadística, que es importantísima para comprender fenómenos
sociales. E igualmente, se puede aplicar un razonamiento filosófico, de ahí

86
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

que sí podemos decir que estamos ante la presencia de una ciencia cuando
se trata de una disciplina de lo social, pero siempre y cuando apliquemos un
método. Ahora bien, ¿cuál será el método o métodos indicados para la Teoría
del Estado, además de los muy generales del analítico o sintético, etc.? De eso
se trata este tema, y para iniciar, es preciso decir que por la complejidad de
nuestro objeto de estudio, que ya dijimos es el Estado Moderno, no se trata de
un solo método específico, sino de varios. Y por otro lado, que la solución de
este problema nos llevará a dar con una primera solución sobre la naturaleza
del Estado.

Puntos de partida o supuestos en que ha de basarse la elección


del método para la Teoría del Estado.

Para poder determinar cuál o cuáles son los métodos indicados para la Teoría
del Estado, es preciso resolver dos situaciones fundamentales: Primero ¿Qué
tipo de ser es el Estado? Y, segundo, atendiendo al tipo de ente que vamos a
estudiar ¿Qué tipo de ciencia es la Teoría del Estado? El primero le llamamos
supuesto ontológico (onto=ser, logos=tratado); el segundo supuesto Gnoseo-
lógico (Gonseos=conocimiento, logos=tratado). En esta primera posición y
en lo sucesivo, en este tema, seguiremos la doctrina del maestro Francisco
Porrúa Pérez.11
A estas cuestiones o supuestos se les tiene que abordar haciendo sendas
clasificaciones. Así sabremos distinguir qué tipo de ser buscamos, y qué tipo
de ciencia le estudia. Es como si después de observar un objeto nos cercio-
ramos de que se trata de un ser vivo (vertebrado, mamífero, etc.), para luego
recurrir a la zoología, que es a la que le corresponde estudiar a los animales,
en donde encontraremos cómo profundizar más en el conocimiento de dicho
animalito, empezando por determinar el método al que tendremos que recu-
rrir para hacerlo.

11
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. pp. 135-139

87
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

Solución del supuesto Ontológico.

De esta manera se necesita resolver primero el supuesto ontológico, iniciando


por precisar cuales son los tipos de seres que existen en el universo. De
esta suerte encontramos que se pueden clasificar de la siguiente manera: a)
Seres sensibles (porque se pueden percibir mediante los sentidos). A su vez
se dividen en seres Orgánicos e Inorgánicos. Los primeros se dividen a su vez
en las plantas, los animales y el hombre. Los segundos son los minerales, el
agua, etc. ¿a cuales de estos grupos pertenece el Estado? Pues obviamente a
ninguno de ellos.
En seguida tenemos a b) Los seres psicológicos. Estos seres que en-
contramos en nuestra mente, como lo son los sueños, los recuerdos, etc., per-
tenecen a una categoría que sólo conocemos penetrando en ella mediante la
introspección. Desde luego el estado no tiene esta realidad.
Seguidamente están c) Los entes metafísicos o suprasensibles. Estos los
descubrimos penetrando en la esencia de los seres, pero sólo desde una pers-
pectiva meramente filosófica. Así podemos penetrar en la esencia de muchas
cosas, incluido el Estado, pero eso no quiere decir que esa sea su realidad.
d) Los seres ideales o de pura razón, son aquellos creados para facili-
tarnos los razonamientos, como las figuras geométricas, los números, etc.; y
aunque no falta quien haya sostenido que el Estado es un ser de mera razón,
evidentemente no es esta su realidad.
Y por último tenemos a los seres culturales. Estos son producto del
quehacer humano. Los hay agíbiles, como los razonamientos filosóficos, los
sistemas normativos, o los actos morales, que no tienen una realidad tangi-
ble, en tanto que existen los factíbiles. Éstos sí tienen una realidad sensible,
y se diversifican en dos grandes categorías: una, la de aquellos actos u obras
que llamamos culturales, ya sea pinturas, obras de teatro, etc., y otra, la de
aquellos organismos en donde, siendo producto del ser humano, en parte, el
hombre mismo participa con su quehacer o actuar social, y estos son como
las empresas, los clubes sociales, las universidades, los sindicatos, en donde
la finalidad común es el vínculo que une los esfuerzos de los hombres que le
componen. Ahí tenemos al Estado. Es bien cierto que en algún momento he-
mos dicho que fallan los racionalistas contractualistas al decir que la sociedad

88
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

humana es producto de un acto de razón, el llamado contrato social, pero no


nos contradecimos en ello. En primer lugar, hay que distinguir Estado de So-
ciedad. Ésta forma parte de aquel, y es el resultado de un impulso natural del
hombre, aunque en sí la sociedad, ya formada y functional, no es tampoco un
mero fenómenpo natural. Insistimos: el impulso inicial, la tendencia gregaria,
sí es natural. El estado tiene en su base a la sociedad, la que le da una estruc-
tura y organización resultado de la laboriosidad e ingenio humano.
¿Se acuerdan cuál era la primera de las cinco cuestiones fundamentales
que se plantea todo estudio reflexivo sobre el Estado? ¿Qué es el Estado?
Bueno pues es esta la respuesta: El Estado es un ser cultural de carácter fac-
tíbile.

Solución del supuesto Gnoseológico.

Para resolver este segundo supuesto es preciso entender que tenemos que ha-
cer una clasificación de las ciencias, y que para tal efecto, debemos de partir
de un criterio. Así tenemos que ha habido diversos criterios para tal propósito.
Un primer criterio, el más elemental, nos dice que las ciencias o son naturales
o culturales. Pero si asumimos un clasificación tan absoluta de las ciencias, es
tanto como admitir que los objetos o seres admiten una división tan absoluta,
y como ya vimos, no es así. Además, ¿creeríamos que existe algún método
válido para todos los seres de un grupo, y otro para los del otro? Por ello re-
currimos a otros criterios.
Wildelband y Rickert, autores alemanes, nos presentan una clasificación
de las ciencias en Nomotéticas e Ideográficas. Las primeras lo son porque
buscan establecer normas, las otras porque sólo tratan de describir hechos.
Como la Teoría del Estado trata de fincar las constantes del proceso histórico
sociológico, según lo vimos con Héller, diríamos que pertenece al primer gru-
po, pero como también trata de describirnos al Estado, diríamos que pertenece
al segundo. Por lo tanto, esta clasificación no nos sirve, ¿pues el método de cuál
grupo utilizaríamos? Por cierto Giovanni Sartori12 nos explica con meridiana

12
Sartori, Giovanni, La Política, Lógica y Método en las Ciencias Sociales, 3ª. Ed., Fondo de cultura
Económica, México, 2006, p. 56.

89
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

claridad el por qué esta clasificación de las ciencias, de la que también participa
Dilthey, según nos dice, nos resulta altamente insuficiente para resolver nuestro
problema del método en las ciencias sociales, ya que simplemente, las ciencias
de la naturaleza se han diversificado a tal punto, que ya no admiten un «único
modelo» de cómo ha de ser la ciencia.13
Rodolfo Stammler, también alemán, parte de que las ciencias buscan,
unas, encontrar el vínculo causa-efecto, y las llama causales. Y otras que pre-
tenden establecer la relación principio-fin, llamándolas finalísticas. A las prime-
ras pertenecería la Teoría del Estado, porque busca encontrar la causa del Es-
tado. (¿recuerdan las cuestiones fundamentales?), pero también a las segundas
(idem). Entonces esta clasificación igualmente no nos es útil.
Hans Kelsen, como todos saben, austriaco, creador del método puro del
derecho, dice, obviamente, que hay las ciencias fácticas y las hay normativas.
Las primeras son las ciencias de los hechos o del ser, mientras que las otras son
las del deber ser. La teoría del Estado habría de ser también de las dos por lo que
ya dijimos respecto de la clasificación de Wildelband y Rickert, y por lo tanto,
también la desechamos.
Gustavo Radbruch, hace una clasificación interesante: un primer sector
de las ciencias se compone por aquellas que se crean porque el hombre trata de
explicarse lo que ocurre en la realidad que es ajena a su voluntad, llamándolas
ciencias explicativas; en tanto que otra parte la integran aquellas ciencias que
el hombre ha dado vida buscando comprender aquellos fenómenos que sí son
resultado de la actividad humana, tratando de descubrir el sentido que les da el
hombre, y las llama ciencias comprensivas. Desde este punto de vista la Teoría
del Estado se encontraría en el segundo grupo y, por lo tanto, los métodos que
le pertenecen.
La clasificación que se pudiese decir actual, es la que divide las ciencias en:

a) Ciencias de la materia. (Química Inorgánica, Física, etc.)


b) Ciencias de la vida. (Química Orgánica, Botánica, Zoología, etc.)
c) Ciencias Psicológicas.
d) Ciencias de la Sociedad. Derecho, Economía, etc.

13
Idem.

90
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

e) Las ciencias exactas o de los seres ideales o de los razonamientos. Rea-


lidades todas ellas no sensibles. (Matemáticas, Lógica, etc.)
La teoría del estado está, lógicamente, entre las ciencias de la sociedad.

Ubicar a la Ciencia Política y, por ende, a la Teoría del Estado dentro de


las ciencias de la sociedad, nos dice David Easton, es reafirmar su condición
de ciencia de lo social, ya que las ciencias sociales se ocupan de la totalidad
de la situación humana, pues lo contrario nos llevaría a reducir la validez de
sus propios resultados y a socavar su generalidad; reafirmar esta interrelación
contribuye a que la Ciencia Política recupere su estatus y vuelva al gran redil
de las ciencias sociales.14

La clasificación de la Teoría del Estado formulada


por Hermann Heller.

¿Ya estamos en condiciones de poder determinar cual es el método o los mé-


todos indicados para la Teoría del Estado? Aún no. Antes tenemos que revisar
la clasificación de la Teoría del Estado que nos presenta Hermann Heller.15
Este autor alemán nos formula una serie de precisiones a que se vio obligado
ante la insistencia por encajonar la Teoría Política dentro de otras ramas del
saber, producto de inclinaciones y concepciones equivocadas, como fue cuan-
do estuvo de moda el organicismo biológico o la física social.
De esta manera, Heller sostiene 3 afirmaciones:16

1ª. La teoría del Estado es Ciencia Cultural y no Natural.


¿Por qué esta afirmación? Porque no faltó quien dijese que en virtud de que
el Estado surge de manera natural, como resultado de la naturaleza social del
hombre, lo político debe ser estudiado por las ciencias naturales. Incluso se
llegó a sostener, recordemos a Gierke, la conformación antropomórfica del
Estado. Pero se nos recuerda que el mismo Marx hace notar que, aunque las
abejas o las hormigas, incluso las arañas, y todos aquellos animalitos que

14
Easton, David. Op. Cit. p. 25.
15
Heller, Hermann. Op. Cit. p. 48-68.
16
Heller, Hermann. Op. Cit. pp.48-68

91
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

construyen, como los castores, obras que parecen perfectas, la diferencia con
las que hacen los seres humanos, aunque estén algunas veces mal hechas, es
que el ser humano primero las construyó en su mente. Eso quiere decir, que
aunque en principio la tendencia social del hombre lleva a éste a vivir en so-
ciedad, la organización de esta se diseña y perfecciona todos los días por el
intelecto humano.
2ª. La Teoría del Estado es Ciencia Sociológica y, por lo tanto, de la reali-
dad, y no Ciencia del Espíritu.
Esta afirmación la hace Heller para rebatir a Sombart, quien dijo que el Es-
tado era una esfera no corporal ni psíquica, sino integrada por formaciones
de sentido que son espíritu. Algo así como que el Estado sólo tiene sentido
dentro de nosotros, pero ante ello, Heller destaca que la realidad del Estado
es inegable, lo que ocurre es que estamos inmersos en ella. Nosotros mismos
formamos parte de él, pero es indiscutible que también están ahí el territorio,
el orden jurídico, etc., formando un todo que es necesario conocer.
3ª. La Teoría del Estado es Ciencia de Estructuras y No Ciencia Histórica.
Ante el embate del historicismo, fue necesario distinguir la Teoría del Estado
de una disciplina que se limita a hacer una mera recopilación de las ideas y
de los hechos políticos de otra que debe precisar cuales son las estructuras del
Estado, porque el Estado es una estructura y está conformado por una serie
de estructuras.

Tendencias metodológicas.

Tradicionalmente ha habido dos tendencias metodológicas para estudiar al


Estado. Esto se debe a la actitud filosófica que se toma frente a la posibilidad
del conocimiento y a la manera objetiva o subjetiva de apreciar al Estado.
Para una corriente filosófica, que se puede decir tradicional, apegada al rea-
lismo, el Estado se puede conocer de manera directa o siguiendo un método
directo. Para otra, sólo de manera indirecta o mediante un método reflejo. Los
del primer grupo sostienen que al Estado se le puede abordar directamente
porque tiene una realidad objetiva y, consecuentemente, tangible. En cambio,
los del método indirecto afirman la realidad subjetiva del Estado. Ejemplo de
estas dos posturas son las siguientes.17
17
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit., p.144.

92
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

Doctrina de Jellinek.

Para Jellinek, nacido en Alemania, autor de una “ Teoría General del Estado”,
el Estado es ‘la unidad de asociación, dotada originariamente de poder de
dominación, y formada por hombres asentados en un territorio’.18 Sostiene
además, que no se puede saber si esa síntesis trasciende al mundo de lo real.
Es decir, está afirmando, en otras palabras, que es en la mente de los hombres
donde se construye la existencia del Estado, como si aglutinaramos la idea de
la sociedad, el orden jurídico o el territorio, concibiéndolos únicamente en
nuestra mente como integrantes de un todo. De esta manera, al Estado habría
que estudiarlo a través de la estructura psíquica.19

Doctrina de Kelsen.

Para Kelsen, como dijimos, el Estado es lo mismo que el Derecho, pero desig-
nado con diferente palabra, pues para él, la sociedad no es más que el ámbito
personal de validez de la norma jurídica, el territorio el ámbito territorial,
etc., por lo tanto, al Estado hay que estudiarlo a través del Derecho, restitu-
yéndolos –a los elementos-, en su prístino sentido de problemas jurídicos,20 lo
que equivale a estudiarlo a través de uno de sus elementos, o sea de manera
indirecta.21

Conclusiones Metodológicas.

La existencia del Estado como una realidad tangible es innegable, (abodare-


mos más detalladamente este tema en el estudio de la personalidad del Esta-
do) pues tiene una esencia fenoménica independiente de nuestro propia vida,
de ahí que pueda ser aprehendida por nosotros, sólo que no toda su realidad

18
Jellinek, Georg. Teoría General del Estado. Fondo de Cultura Económica. México. 2000. p. 194.
19
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit., p. 145.
20
Kelsen, Hans. Teoría General del Estado. Ediciones Coyoacán. México 2004. p. 125.
21
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit., p.145.

93
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

es de la misma naturaleza, ya que, además de su realidad física, propiamen-


te hablando, su población, su territorio, etc., tiene un devenir en la historia,
así como una parte que está regulada por el Derecho, y finalmente, la parte
esencial, a la que podemos acceder de manera racional, ofrece una realidad
suprasensible. De esta manera, cada una de las realidades del Estado requiere
ser abordada en su análisis y conocimiento por un camino distinto. Así, esa
parte de la existencia del Estado en la cual estamos ‘dentro’, que nos rodea,
como su estructura o territorio, requiere de una apreciación no racional, si no
irracional, es decir, científica. Pero como quedamos que con el Estado, así
como con ningún fenómeno político, se puede experimentar, aquí el método
científico será el de la observación. Por su parte, el aspecto histórico del Es-
tado requiere de un método histórico para poder conocerlo. En tanto que la
realidad metafísica del Estado, la interior, la que se refiere a las causas finales
y últimas del Estado, su justificación y razón de ser, el de su finalidad, que
se supone que es el bien común, implica ser analizado filosóficamente. Y por
último, su parte jurídica exige de un método jurídico. Así podemos concluir
lo siguiente: Al Estado se le puede y debe conocer a través de diversos mé-
todos, pues para comenzar, desde luego no podemos desechar los métodos
generales, como el analítico, el sintético, etc., pero para su estudio específico,
debemos tener en cuenta cada una de las realidades que presenta el Estado,
a la cual le corresponde un método diferente.22 Así, se puede presentar el si-
guiente esquema:

Realidad Método
Exterior Científico
Interior Filosófico
Jurídica Jurídico
Histórica Histórico

Quizá a esta precisión de los métodos a emplearse en la Teoría del Estado


convendría considerar la aplicación de los métodos denominados del control
estadístico y del control comparado que según Giovanni Sartori23 son los más
indicados en las ciencias sociales.
22
Ibidem, p.146-150.
23
Sartori, Giovanni. Op. Cit. p. 83.

94
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

Otro Punto de Vista.

Con relación a la pretendida seguridad con la que se quiere formar una ciencia
política, Immanuel Wallerstein sostiene que cuando el pensamiento raciona-
lista opuso al dogmatismo católico la lógica racionalista, la que comenzó a
tejerse, por supuesto, a partir del renacimiento, se fue exigiendo cada vez más
la comprobación empírica para todo, de manera que cuando Newton arrojó al
mudo las leyes de la gravedad universal, el rigor científico alcanzó todas las
manifestaciones de la cultura, incluido el pensamiento político,24 lo que llevó
a exigir que la ciencia política también se convirtiese en una disciplina no-
motética. Pero asegura este pensador norteamericano, que ese determinismo
está completamente alejado de la realidad, que se equivocaron los estudiosos
al pretender que en las ciencias sociales se estableciesen verdades de validez
universal afines a las que se habían logrado en el campo de la física; primero,
porque a lo que se le llama “verdades” sólo se dan dentro de ciertos parámetros
espacio-tiempo; segundo, porque sólo existen muy pocas cosas que se pueda
afirmar como “universales”; tercero, que aunque todo cambia constantemente,
sí existen explicaciones para esos cambios, ya que algunos son parte de las
regularidades de los sistemas histórico-sociológicos y otros llevan hacia la
transformación en un contexto sistémico diferente.25 Asegura que no puede
aportarse otro método que no sea considerando la búsqueda de ritmos cíclicos,
y que ello es lo único que puede ser medido, buscando patrones aproximados
con una elevada probabilidad de recurrencia. En esas condiciones, afirma, que
lo que se debe de medir son los porcentajes que se han de encontrar en los
procesos que se consideran cruciales para la operación de un sistema social
histórico.
Observamos en Wallerstein una concepción dialéctica de la ciencia política,
que no deja de ser discutible en muchos sentidos, pero que sí es totalmente
interesante.

24
Wallerstein, Immanuel. El Fin de las Certidumbres en Ciencia Sociales, ciich/unam, México 1999,
p. 11.
25
Ibidem. pp. 19-21.

95
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

Resumen.

El tema 2 de la Unidad iii es de suma importancia. Para empezar, como tene-


mos que resolver los supuestos ontológico (saber qué tipo de ser es el Estado)
y el supuesto gnoseológico (determinar qué tipo de ciencia es la Teoría del
Estado, considerando qué tipo de ser es éste) para poder precisar cuál es o son
los métodos adecuados para nuestra disciplina, de entrada resolvemos uno de
los problemas más ingentes que nos atañen. ¿recuerdan ustedes las cinco cues-
tiones fundamentales? bueno pues la primera se contesta al resolver el primer
supuesto: ¿qué es el Estado? es decir ¿cuál es su naturaleza? Y la respuesta
es: El Estado es un ser cultural. ¿Por qué decimos que es un ser cultural, ya
que por otra parte hemos insistido en la afirmación de Aristóteles de que el
hombre es un animal social por naturaleza? Pues porque una cosa es que la
tendencia gregaria del hombre lo lleve a vivir en sociedad, y otra es que esa
simple sociedad evolucione y pase a ser todo un Estado, en el cual el hombre
aporta su intención y entrega en torno a un fin común. Para mayor claridad
está la sabia orientación que hace Hermann Heller con su clasificación de la
Teoría del Estado, al desterrar ideas que colocan al Estado con una naturaleza
distinta, ya que a través de la historia del pensamiento político hay quien ha
afirmado que el Estado es un ser gigantesco (ente biológico), o bien que está
sólo en la imaginación de los hombres (ser psicológico). Heller nos pone en
el camino correcto: El Estado es un ente complejo, de naturaleza cultural,
porque es producto de la cultura humana, en donde intervienen factores de
distinta naturaleza que el hombre aporta, como es la misma sociedad en la que
participa, el territorio que ocupa esa sociedad, un orden jurídico, un poder y
una finalidad en común, y es necesario que a cada realidad del estado se le
estudie según el método adecuado a dicha realidad (y no me refiero a cada
elemento, porque a uno o más elementos se les puede estudiar con un mismo
método, o bien con un método aspectos de dos distintos elementos. Ejem: El
Poder en su aspecto esencial y el Bien Común necesitan ser estudiados racio-
nalmente). Así, a la realidad exterior del Estado se le debe estudiar desde un
método científico. ¿No quedamos que si bien no se puede experimentar con
el Estado, ello no significa que no se le puede estudiar mediante el método
científico de la observación? A la realidad interior se le debe estudiar median-

96
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

te un método racional filosófico, como el bien común, ¿pues como sabremos


distinguir el bien del mal si no es filosofando? La realidad histórica, con un
método histórico ¿porque, qué a caso no nos fuimos siguiendo las etapas de
la historia para estudiar el pensamiento político a través de la misma, desde
Sócrates hasta Marx?; bueno, pues eso es seguir un método histórico. Y final-
mente, la realidad jurídica del Estado, el Orden Jurídico ¿de qué otra manera
lo estudiaremos si no con un método jurídico?

Actividades de aprendizaje.

1.- Elaborar un resumen sobre la clasificación de la Ciencia Política for-


mulada por Hermann Heller, en dos columnas, separando en cada una de
ellas las afirmaciones sobre lo que es y no es la Teoría del Estado.

2.-Elaborar un resumen sobre las conclusiones metodológicas.

Cuestionario Mínimo de la Unidad III

1. ¿Qué materias comprende el estudio de la Ciencia Política?


2 .¿Qué materias comprende el estudio de la Teoría del
Estado?
3. ¿En qué consiste la concepción objetiva y subjetiva del
Estado?
4. Delimite el objeto de estudio de la Teoría del Estado en el
Tiempo y el Espacio.
5. ¿Cómo es el Sistema de Estudio en la Teoría del Estado?
6. ¿Cuál es la importancia del método en la Teoría del Estado?
7. ¿En qué consiste el supuesto ontológico para determiner
el método para la Teoría del Estado?
8.¿En qué consiste el supuesto gnoseológico?
9. Dar la clasificación de la Teoría del Estado formulada por Herman He-
ller.
10.¿Cuales son las Tendencia metodológicas en el estudio de la Teoría del
Estado?

97
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

11.¿A cual tendencia pertenecen las doctrinas del Kelsen y Jellinek al res-
pecto?
12. Explicar las conclusiones metodológicas.

Bibliografía.

Easton, David. Esquema para el análisis político, 3ª Ed., Amorrortu, Buenos


Áires, 2012.

Dabin Jean. Doctrina General del Estado, unam, México, 2003

Heller, Hermann. Teoría del Estado, 3ª Ed., Fondo de Cultura Económica,


México, 1955.

Jellinek, Georg. Teoría Genel del Estado, fce, México, 2000.

Kelsen, Hans. Teoría General del Estado, Ediciones Coyoacán, México,


2004.

Porrúa Pérez, Francisco. Teoría del Estado, Editorial Porrúa, México, 1998.

Sartori, Giovanni. La Política, Lógica y Método en las Ciencias Sociales 3ª.


Ed., Fondo de cultura Económica, México, 2006.

Wallerstein, Immanuel. El Fin de las Certidumbres en Ciencia Sociales, ci-


ich/unam, México, 1999.

98
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

UNIDAD IV

LA NATURALEZA DEL ESTADO Y SU CONCEPTO

IV.1. Naturaleza del Estado

-Distintos modos de cómo puede abordarse el conocimiento


del Estado.
-Teorías que conciben al Estado como una situación.
-Teorías que identifican al Estado con uno de sus elementos.
-Teorías que consideran al Estado como un organismo
natural.
-Teorías que consideran al Estado como una unidad de
asociación.
-Doctrinas jurídicas
-La doctrina de Sto. Tomás de Aquino sobre la Naturaleza
del Estado.

Distintos modos de cómo puede abordarse el conocimiento del Estado.

Al Estado se le puede abordar o concebir desde distintos puntos de vista, pero


predominan dos corrientes al respecto: La manera Objetiva y la manera Sub-
jetiva,1 situación que en parte ya comentamos en la unidad anterior, y de igual
manera, pudimos ver en la misma, que finalmente llegamos a la conclusión de
que la naturaleza del Estado es la de ser un ente de cultura, es decir, creado por
el hombre, punto de vista en donde podría parecer que rebatimos el concepto
aristotélico acerca del origen de la sociedad, con el que ya habíamos comen-
tado, comulgamos. Sin embargo, una cosa es afirmar que la Sociedad tiene un
origen natural, y la otra, que el Estado tiene todo ese origen, situación que no
es así, porque, si bien la sociedad sí nace a partir del impulso social del hom-
bre de vivir en sociedad, ésta, o sea, la sociedad, no es más que el elemento

1
González Uribe, Héctor. Op. Cit., pp. 165-167

99
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

primario del Estado; e incluso, ella misma, no es un mero fenómeno natural,


pues hay algo en la misma que va mucho más allá de la mera gregariedad, que
le distingue de las sociedades animales que son resultado de un mero instinto
natural, que es el hecho de que los seres humanos estamos conscientes de que
vivimos en sociedad. Esto implica que el hombre, aunque originalmente se
agrupó por instinto, en la medida en que fue teniendo consciencia de su vida
social, fue haciendo de ésta una organización más elaborada, a parrtir de su
inteligencia. De ahí al siguiente paso, que lo es el que algunas sociedades
evolucionaran políticamente hasta alcanzar la forma de Estado, hubo aún más
elemento cultural, esto es, una aportación del hombre más refinada en su or-
ganización, hasta alcanzar esta forma de orden superior que es el Estado. Es
así que a la organización social asentada en un territorio, se habrían de agre-
gar los demás elementos que conforman el Estado y, decididamente, factores
como el poder, estructurado en la forma de gobierno o el orden jurídico son
producto de la cultura. De esta manera consideramos al Estado como una
creación humana, pero trascendente, esto quiere decir, que tiene una realidad
propia y no una realidad subjetiva con vida solo en la consciencia humana,
sino objetiva, es decir con vida fuera de nosotros.2
Pero el hecho de que nosostros lleguemos a esa conclusión, no quiere
decir que así sea o haya sido siempre aceptado por todos. Como decíamos,
existen predominantemente dos posturas para concebir al Estado, la objetiva
y la subjetiva, y a partir de esas dos posturas se han tejido innumerables doc-
trinas sobra la naturaleza del Estado. Ahora bien, como ya resolvimos el tema
sobre la naturaleza del Estado en la unidad anterior, en esta en realidad se tra-
ta sólo de dar un vistazo a las distintas doctrinas que han opinado respecto de
dicha controversia, con el fin de conocer las más significativas y corroborar
nuestra postura.
Volviendo entonces a lo comentado al principio de este tema, respecto
de que para conocer al Estado hay dos posturas, una objetiva y otra subjetiva,
partamos de esta clasificación para enterarnos cuáles son esas doctrinas, en la
inteligencia de que este tema que han abordado casi todos los estudiosos del
Estado, ha estado sujeto a distintas clasificaciones, pero aquí partiremos de la
clasificación que ya mencionamos.
2
Jellinek, Georg. Op. Cit. p. 159.

100
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

Desde el punto de vista objetivo predominan las doctrinas que ven al


Estado como un hecho. Desde luego que en principio el Estado es un he-
cho social que evolucionó a fenómeno político, pero desgraciadamente estas
doctrinas no todas precisan qué tipo de hecho es al que se refieren, si social,
físico, etc. Aunque como ya veremos, algunas sí se refieren al Estado como
un simple fenómeno social, lo cual no es del todo exacto, pues sí es un hecho
social, pero que evolucionó a político.

Teorías que conciben al Estado como una situación.

Están aquí también, en el grupo de las objetivas, las que se refieren a que el
Estado es una situación. Estas doctrinas que ven al “Estado en cuanto Esta-
do”, caen en la aberración de concebir al Estado como una síntesis que for-
mamos en nuestra mente de las relaciones de los distintos hechos que se dan
en el Estado, lo cual las convierte en realidad en Subjetivas.3

Teorías que identifican al Estado con uno de sus elementos.

Estas teorías ponen énfasis en algún elemento del Estado y llegan a confundir
a éste con uno de ellos. Así no faltan las doctrinas que se refieren al Estado
como la Sociedad, el Territorio o el Poder. Entre las primeras están aquellas
que nacen de las ideas de la ilustración racionalista, y se refieren al Estado
como al Pueblo, (Rouseau, Hobbes) lo cual es falso. Por lo que se refiere las
últimas, están las que confunden al Estado con el Gobierno (Bossuet).4 Aquí
debemos considerar a la teoría de Kelsen, pues él ve al Estado no como otra
cosa que el Derecho mismo, el orden jurídico, que tan sólo es un elemento del
Estado, pero con el nombre de Estado, pero esta doctrina también se puede
colocar entre las subjetivas y las jurídicas.

3
González Uribe, Héctor. Op. Cit., p. 170.
4
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit., p. 176.

101
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

El propio Kelsen propicia toda esta confusión cuando afirma que el


Estado, como orden, no puede ser más que el orden jurídico.5 Que la propia
sociología comprensiva llega a conceder que cuando habla de Estado, (le)
atribuye un sentido enteramente distinto del que le es propio al concepto ju-
rídico del mismo.6

Teorías que consideran al Estado como un organismo natural.

Naturalmente se encuentran en este grupo las doctrinas como la de Giercke,


del Organicismo Biológico. Por supuesto, fuera de toda validez. La verdad
es que aunque consideremos que el Estado si tiene una realidad objetiva, lo
cierto es que no se puede conocer a éste únicamente partiendo de ese punto
de vista, pues tiene, como vimos al concluir el tema del método, aspectos
subjetivos que tienen que estudiarse así.7

Teorías que consideran al Estado como una unidad de asociación.

Entre las teorías de la corriente subjetivista se destacan algunas cuantas úni-


camente. Aquí encontramos a doctrinas fundamentalmente relacionadas con
aspectos religiosos, pues no faltan las que, al igual que Sn. Pablo que conside-
raba a la iglesia (el pueblo cristiano todo) como el cuerpo Místico de Cristo,
digan que el Estado también lo es. Pero principalmente tenemos las doctrinas
que explican al Estado como una asociación.8
Vemos que la evolución de estas teorías viene desde la concepción gre-
co-romana de societas o res-pública. La idea más diáfana de estas posturas
nos la da el término corporación que se usó en la edad media. Recordamos a
las Corporaciones de Oficios. Siendo finalmente con Jellinek donde encontra-
mos una muestra clara de esta concepción.

5
KELSEN, Hans, Teoría General del Estado, c. i. i. en c. y h., /unam/ Ediciones Coyoacán, México,
2004, p. 21.
6
Ibidem. p. 26.
7
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit., p. 176.
8
Ibidem. p. 182.

102
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

Su idea del Estado es que éste es una unidad de asociación, que está
constituida por hombres en un determinado territorio. Esto es, en otra pala-
bras, que esos hombres están unidos por su idea de estar asociados y formar
parte de un fenómeno donde también los demás elementos (territorio, poder,
orden, jurídico) están en la mente de esos hombres formando un todo. O sea,
en otras palabras, si el Estado tiene una existencia real, fuera de la mente de
los hombres, eso no se puede saber, porque, según él, eso trasciende del Es-
tudio de nuestra materia.
Con Jéllinek ocurre lo mismo que con Kelsen, que él mismo da lugar a
toda la confusion existente en torno a su punto de vista, pues él en principio,
como lo vimos líneas atrás, afirma que el Estado sí tiene una existencia fuera
de nosotros, pero luego sostiene: “… pasamos desde la última forma percep-
tible de la vida del Estado a la forma más elevada de síntesis de los hechos
de esta misma vida… Si tal síntesis posee una significación que trasciende
del mundo de nuestra experiencia interna,… no podemos nosostros determi-
narlo… En este punto tiene fin nuestro saber científico y aquí comienza la
especulación metafísica…” 9
Es verdad que el Estado es un ente social, es una asociación de indivi-
duos, pero su existencia no está condicionada a la creencia de ellos.

Doctrinas Jurídicas.

Estas posturas varían según tres tesituras distintas: El Estado objeto de derecho,
el Estado como relación jurídica y el Estado como sujeto de derecho.
Todas son visiones parciales del Estado. En efecto, el Estado se convier-
te en un objeto de derecho cuando analizamos las su organización política, o
las prerrogativas de gobernantes y gobernados, pero también vemos que esa
relación ha sido, a través de la Historia, como una relación de dominación. El
Derecho divino de los Reyes es un claro ejemplo de esto.
Igualmente es innegable que en la base del Estado, la sociedad, se da una
constante relación jurídica, pero también es sólo una visión parcial, al reducir
al Estado a las relaciones jurídicas entre los súbditos del Estado frente a los
gobernantes o el Estado mismo.
9
Jellinek, Georg. Op. Cit. pp. 194-195.

103
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

De la misma manera, podemos sostener que el Estado, como persona


moral que es, efectivamente es sujeto de derechos y obligaciones, pero ello no
abarca el análisis de toda su naturaleza, de manera que es sólo una visión parcial
del Estado.

La doctrina de Sto. Tomás de Aquino sobre la Naturaleza del Estado.

Aquino profundiza de manera inigualable, hasta entonces, en la naturaleza del


Estado, al concluir que en su esencia el Estado obedece a cuatro causas:
La causa Material, que no es otra cosa que la masa misma del Estado, la
materia prima del mismo, lo es la sociedad.
La causa Eficiente, es la naturaleza social o tendencia gregaria del hom-
bre, que es la fuerza que le da el impulso inicial para vivir en sociedad.
La causa Formal, la constituye la autoridad o poder, que se require para
hacer prevalecer el orden que esa misma autoridad crea.
La causa Final, la razón que justifica la existencia del Estado, no puede
ser otra que el bien común.10
Así encontramos en la claridad del pensamiento tomista, desde enton-
ces, la concepción de esta integración del Estado por varios elementos, de
distinta esencia entre sí, pero obedeciendo todos a una finalidad que le da
razón a su existencia.

Resumen.

En cuanto a este tema es preciso decir lo siguiente: La manera como se puede


llegar a un concepto del Estado varía según la idea que tenemos de su natu-
raleza, por eso, quienes tienen una idea, que no es la verdadera, fácilmente
se desvían. Las posturas objetiva y subjetiva, aún y cuando en principio la
correcta es la primera, porque el Estado tiene una realidad objetiva, es decir,
existe pese a nuestra voluntad individual, no satisfacen del todo la proble-
mática, porque la verdad es que tiene también una parte subjetiva, la que se
refiere al fin mismo del Estado, y a ciertos aspectos del poder. Es verdad que

10
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit., pp. 187-188.

104
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

no es sencillo llegar a la concepción correcta; escuelas que han considerado al


Estado como un organismo o como una simple situación no faltan. Por ello es
preciso advertir que para Sto. Tomás la concepción compleja del Estado ya se
le muestra evidente: Existen cuatro causas del Estado, a las cuales correspon-
den cuatro imperativos a los que se debe la formación del Estado: Causa Ma-
terial: la sociedad humana; Causa Eficiente: la inclinación natural del hombre
a vivir en sociedad; Causa Formal: la autoridad o poder del Estado; y la Causa
Final: el fin que se propone el Estado, que es el bien común.

Actividades de aprendizaje relacionadas

1. Elaborar una síntesis de las distintas posturas sobre la apreciación que


se tiene acerca del Estado.
2. Elaborar una gráfica sobre el contenido del Estado y sus respectivas
causas, según la doctrina de Sto. Tomás de Aquino.

IV.2.- Concepto del Estado

-El Concepto del Estado según Bluntschli.


-El Concepto del Estado según Jellinek.
-Concepto de Adolfo Posada.
-Postura sobre el Concepto Social del Estado.
-Los Elementos del Estado.

El Concepto del Estado según Bluntschli.

Este autor alemán llamado Gaspar Bluntschli, dice que para formarnos el
concepto del Estado es necesario ver los Estado Históricos, es decir, repasar
a través de la Historia las distintas manifestaciones del Estado y compararlas
con las del Estado Ideal, para arribar a una conclusión. Se ve en él la inclina-
ción no superada de pensar en el Estado Ideal. Pero adicionalmente, la suma
de las características que podamos observar en los Estados Históricos no nos
da el concepto preciso del Estado Moderno, el cual requiere de un razona-
miento filosófico,11 además de un análisis científico.
11
De La Cueva, Mario. Op. Cit.,p.126.

105
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

El Concepto del Estado según Jellinek.

Jorge Jellinek, también alemán, adiciona a la idea del Estado real histórico,
la concepción del Tipo Empírico, que nos ha de dar la comparación de los
Estados reales, pero aún insiste en localizar el Estado Ideal.12

El Concepto del Estado según Adolfo Posada.

Según Adolfo Posada,13 si no desechamos la intención de encontrar los Es-


tados Ideales, no arribaremos al concepto correcto, que es el que nos ha de
proporcionar lo real, que no es necesariamente histórico, pues también en el
presente es menester hurgar en las distintas manifestaciones, pero no nada
más con el animo de establecer lo característico como una mera generaliza-
ción, si no sometido a un estudio racional, para obtener conclusiones, princi-
pios válidos.

Postura sobre el Concepto Social del Estado.

La palabra estado tiene el significado de algo que permanece, de lo que es por


su forma de ser, y el Estado significa precisamente eso: la forma de ser o estar
políticamente organizada una sociedad.14
El estado es una estructura pues se integra por una composición de indi-
viduos que le dan forma, pero dentro del mismo se presentan otras estructuras,
como el ejercito, las familia, las asociaciones civiles, etc., desde este punto de
vista el Estado es una estructura social integrada por individuos, pero también
por otras estructuras sociales. Si partimos del anterior principio y buscamos
el factor aglutinador de esas estructuras, podemos pensar que lo encontramos
en distintos principios: refiriéndolas en el tiempo y el espacio; en virtud de
la causa; según un criterio formal; o por su relación con el fin (teleológico).

12
Jellinek, Georg. Op. Cit., p.146.
13
Citado por Porrúa Pérez. Op. Cit. p.192.
14
Dabin, Jean. Op. Cit. p. 9.

106
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

En el tiempo y el espacio podemos reducir las manifestaciones de uni-


dad, pero no todas tendrán el carácter estatal, por ejemplo el interés que puede
tener un grupo de excursionistas difiere al interés que puede tener un grupo
de accionistas de una empresa. Si se trata de una causa, como la raza o una
religión, nos daremos cuenta que no es fácil encontrar una sola expresión, so
riesgo de tornarnos sectarios, por ejemplo cuando se trata de regir a un país
por un grupo político que tiene como principio la supremacía de una raza
o de un culto religioso, terminará aquél pueblo dividido, envuelto en una
guerra civil, o simplemente sometidas las minorías a un gobierno totalitario.
La unificación formal nos dice que existen otras agrupaciones que son insti-
tuciones con la permanencia semejante a la del Estado, como las iglesias, las
universidades o el ejército; sin embargo, el Estado no puede ser simplemente
como éstas, con ese carácter ordenador, pues el Estado es más complejo y
amplio. Finalmente, si nos atenemos al fin, es ahí donde localizamos una ma-
yor claridad en cuanto al factor unificador. Y no es que otras agrupaciones no
busquen un bien común a sus fines, si no que el fin del Estado comulga con
los de cualquiera otra agrupación que se de en su seno, siempre que tenga una
finalidad lícita, pues les es necesaria para que alcancen su propia realización.
Ahí, en el bien común, encontramos el factor de unidad de la asociación
de hombres que es el Estado. Y por supuesto, que este factor de unidad, en
tratándose del Estado, tiene una fuerza absoluta debido a la proporción de su
fin, o sea un poder que unifica al tener a todos bajo su mando. Para lograrlo,
crea un orden jurídico que impone a individuos y a agrupaciones, o sea que
también unifica. Adicionalmente, observamos que existe el territorio como
una factor físico indiscutible que igualmente unifica a todos sus componentes
dentro de sus límites. De esta forma encontramos todas las notas caracterís-
ticas del Estado partiendo de la idea subjetiva del Estado de Jellinek, pero
armonizándola con la postura objetivista.

Los Elementos del Estado.

Conforme a las líneas precedentes podemos concluir que el Estado es una


unidad de asociación de individuos dotada de un poder de dominación en un
determinado territorio, o lo que es lo mismo: agrupación o corporación inte-

107
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

grada por un pueblo, dotada de un poder de mando originario y asentada un


territorio. O bien como dice R. Carré de Malberg:15 una comunidad de hom-
bres fijada sobre un territorio propio y que posee una organización de la que
resulta para el grupo, considerado en sus relaciones con sus miembros, una
potestad superior de acción, de mando y de coerción, de donde resultaria que
en un principio tenemos que son tres los elementos típicos de todo estado: so-
ciedad, territorio y gobierno, como el propio Carré del Malberg precisa, pero
hablando del Estado Moderno nos damos cuenta que esa definicion no basta.
Consecuentemente, esto nos lleva al concepto actual y a precisar sus
componentes o elementos apartir del análisis que hacemos hoy del estado mo-
derno, y así arribamos a la siguiente definición: Sociedad Humana, estable-
cida en un determinado territorio, estructurada y regida por un orden jurídico
que es creado, definido y aplicado por una poder soberano para alcanzar el
bien público temporal. Sus elementos son, por lo tanto: Sociedad o Población,
Territorio, Orden Jurídico, Poder Soberano y Bien Público Temporal.16 A los
dos primeros, por su natural orden de aparición les llamaremos previos o
anteriores, en tanto, a los tres restantes, por su función formativa, les llamare-
mos constitutivos, formativos o determinantes.17
Por otra parte, si estas son sus partes que extraemos en un análisis, al
tornar a su realidad integral, y viendo sintéticamente al Estado, notamos cier-
tas características que le distinguen: la Soberanía, como nota descollante del
Poder que se traslada a todo el Estado; la Personalidad Moral y Jurídica que
le permite actuar como un solo ser capaz de contraer derechos y obligaciones;
y por último, la Sumisión al Derecho, que implica la observancia del orden
jurídico por el Estado en su funcionamiento.

Resumen

En cuanto a este otro tema relacionado íntimamente con el anterior es preci-


so decir lo siguiente: Una vez que tenemos formado un criterio acerca de la
naturaleza del Estado es posible llegar a establecer su concepto, pero la ma-
15
Carré de Malberg, R. Teoría General del Estado. unam. Facultad de Derecho de la unam y fce. Mé-
xico. 1998. P. 26.
16
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit., p.198.
17
Dabin, Jean. Op. Cit. p. 10.

108
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

nera como se puede llegar a este también varía. De ahí que algunos autores
propongan como Blunchitl, hacer una comparación de los estados a través
de la historia para obtener cuáles han sido sus características comunes, para
compararlas con la concepción que tenemos del Estado Ideal, pero ello no es
suficiente. A su vez Jellinek agrega que es preciso concebir el «tipo empírico
del Estado» a partir de esos dos supuestos, pero tampoco es suficiente. Fi-
nalmente Adolfo Posada precisa que es necesario también compararlo con el
concepto del Estado que apreciamos en la actualidad, partiendo de la observa-
ción de la realidad. Pero retomando la concepción de Jellínek sobre la unidad
de asociación de hombres en un determinado territorio, conciliándolo con la
postura objetiva que ve en los elementos del Estado factores que son propi-
ciadores de esa unidad, podemos llegar a construir un concepto de estado y
vaciarlo en una definición, que es la que ya hemos manejado. Extraemos de
esta, en un ejercicio analítico sus elementos y los precisamos, distinguiendo
los previos: Población y Territorio, de los constitutivos o formativos: Orden
Jurídico, Poder Soberano y Bien Público Temporal; luego sintetizamos la idea
y encontramos las características: Personalidad Moral y Jurídica, Soberanía y
Sumisión del Estado al Derecho.

Actividades de Aprendizaje relacionadas

Unica.- Formando grupos realizar una mesa redonda para discutir las doctri-
nas comentadas en este tema.

Actividad integradora.

1.-Realizar de manera colectiva una mesa redonda para discutir los temas
tratados en esta unidad.
2.-De manera individual elaborar una síntesis sobre las conclusiones a que
se arribó en la mesa redonda.

Cuestionario Mínimo de la Unidad IV.

1. ¿cuáles son los modos como puede abordarse el conocimiento del Es-
tado?

109
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

2. Explicar brevemente la Teoría Tomista sobre la Naturaleza del Estado.

3. Explicar cómo se forma el concepto del Estado según Bluntschli.

4. Explicar cómo se forma el concepto del Estado según Jellinek.

5. Precisar cuales son los elementos del Estado y distinguir los previos
de los constitutivos, así como mencionar cuales son las características del
mismo.

Bibliografía.

Carré de Malberg, R. Teoría General del Estado, unam, Facultad de Derecho


de la unam y fce, México, 1998.

Dabín, Jean. Doctrina General del Estado, unam, México, 2003.

De la Cueva, Mario. La idea del Estado, 5 Ed., Fondo de Cultura Económi-


ca-unam, 1996.

González Uribe, Héctor. Teoría Política, Editorial Porrúa, México, 2004.

110
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

UNIDAD V

LOS ELEMENTOS PREVIOS DEL ESTADO

V.1.- La Población.

-Principios que se toman en cuenta para explicar el repartimiento de la


población mundial entre los diversos Estados.
-Concepto de Nación.
-Concepto de Nacionalidad.
-Las ideas de Herder.
-Las minorías nacionales y el Estado Nacional.

Principios que se toman en cuenta para explicar el repartimiento de la


población mundial entre los diversos Estados.

Antes es preciso aclarar que no se estudiará aquí a la población o sociedad


como tal, pues para eso se tienen otras disciplinas, como la sociología, que es
la ciencia adecuada para penetrar en el conocimiento de la sociedad. Enton-
ces, es preciso indicar que lo que buscamos saber aquí es el papel que juega
el Estado para con la sociedad que le integra, y cuál es la importancia de la
misma como elemento del Estado.
Se debe comenzar por decir que el Estado agrupa hombres, es decir,
seres racionales y libres, dotados de una vida y de un fin personales, y no
de fragmentos individualizados de una especie: humanidad, pueblo, nación,
clase o colectividad cualquiera.1 Existe un solo género humano, y por lo tanto
una sola población mundial, sólo que ésta se encuentra repartida entre los
diferentes Estados.2 Y entonces, surge la pregunta por demás interesante ¿En
razón de qué está repartida esta población entre los diferentes Estados? Y
más aún ¿cuál es el criterio para decidir cuándo una población pertenece a un
Estado y no a otro?

1
Dabin, Jean, Op. Cit., p.11.
2
Ibidem. p. 13.

111
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

Al respecto se señalan tres criterios:3

a) El territorial: Porque una persona nace en el territorio de un Estado, se


dice que entonces tienes esa nacionalidad.
b) El que se basa en las características homogéneas de un grupo humano.
Es decir, aquellas características como la raza, el idioma, consanguinidad,
etc., que se comparten.
c) El mixto, combinación de los dos anteriores, que es el que generalmente
más adoptan los Estados.

Cuando un grupo humano conforma la población de un Estado, se dice


de sus componentes que tienen una nacionalidad, generalmente nombrada de
acuerdo a la denominación del Estado. ¿Pero qué es la nacionalidad? Y por
lo tanto ¿qué es una nación? La respuesta a esta pregunta tiene mucha impor-
tancia porque de ello depende justamente y muchas veces, la subsistencia de
aquel Estado.

Concepto de Nación.

Se nos recomienda previamente hacer un ejercicio para precisar algunos tér-


minos, como manera de llegar a la respuesta que buscamos sobre el concepto
de nación.4 Primeramente se dice que debemos ubicar el término sociedad en
su debido contexto. Al respecto sabemos que expresa una agrupación huma-
na, cualquiera que sea su naturaleza. Todo grupo humano organizado para
algún fin común es una sociedad. Sea sociedad mercantil, laboral, política o
religiosa. Este término lo empleamos casi en cualquier disciplina, pero es más
propio de la sociología.
Después hablamos de la palabra población, y vemos que tiene una con-
notación numérica, pues se dice que la población es el número de habitantes
de un Estado. Luego entonces su uso es propio de la Geografía Política.
Pasamos a la palabra pueblo. Ésta, se dice, sí tiene un significado polí-
tico, ya que se maneja generalmente como esa porción de la sociedad de un
Estado que goza y hace uso de sus prerrogativas políticas y civiles. Incluso
3
Ibidem. 15.
4
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit., pp. 270-271.

112
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

para algunos autores este concepto es el que explica el vínculo de la sociedad


con el Estado, pues se habla de que se trata de la porción de aquella que se en-
cuentra sometida al poder de regulación de este, y que en las democracias la
constituye la ‘ciudadanía activa’, pues en estas sólo le corresponde tal califi-
cativo al nacional con ‘capacidad’.5 Sin embargo, desde otra perspectiva, esa
concepción no nos permite comprender verdaderamente la delicada función
del Estado para con la sociedad. Por ello continuamos.
También se habla del término patria (del latín patría) que significa tierra
de la familia o de los padres, que tiene una carga histórica fundamentalmente,
por lo que tampoco nos es útil para el propósito que quermos.
Así, arribamos a la palabra nación. Al respecto se manejan varias defi-
niciones, todas que circulan en torno de una idea: La nación es un grupo hu-
mano, unido de manera natural en algún territorio, y que comparten, además
del territorio, una lengua, costumbres, vida y conciencia que les son comunes.
Y más aún, en una serie de generaciones sucesivas. (atribuida a Manzini). Es
decir, se hace énfasis en que ese grupo humano tiene ciertas características
que les son comunes entre los integrantes del mismo, pero que al mismo
tiempo, le permite distinguirse de otros grupos humanos. En otras palabras,
al aspecto antropológico. Consecuentemente, esas características se tornan en
lazos.

Concepto de Nacionalidad.

Antes, una explicación necesaria. El concepto de nacionalidad al que aterri-


zamos mediante este enfoque no es una definición jurídica de la misma. El
concepto jurídico de nacionalidad nos dice que debemos entender por tal,
al lazo de carácter legal que une a los súbditos de un Estado con el mismo.
En cambio, el concepto al que llegamos en este apartado es un concepto so-
cio-político, que es el que nos puede servir para explicar con mayor claridad
lo que pretendemos.
Decimos que la nacionalidad es ese conjunto de rasgos o características
que les son comunes a los integrantes de un grupo humano. Ahora bien, esas
características se pueden clasificar así: a) Materiales. Que son aquellas como
5
Zippelius, Reinhold. Teoría General del Estado. 4a. Ed. Editorial Porrúa-unam. México. 2002. P. 69.

113
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

la raza, la cultura en general, como: la religión, el idioma, las costumbres,


etc. y el compartir un lugar común. Y b) Espirituales.6 La conciencia de un
pasado histórico y de un destino común. La pregunta sería ¿cuáles lazos son
más fuertes? ¿Los materiales o los espirituáles?

Las ideas de Herder.

Se dice que el pensador alemán Johann G. Herder difundió este pensamiento


que fortaleció, en el siglo xix, el concepto de nacionalidad. Recordemos que
eran épocas, en la generalidad de las naciones, muy convulsionadas, recién
superadas las revoluciones sociales, en donde urgía encontrar las identidades
nacionales para fortaleza de los países. De esta suerte Herder encuentra en los
rasgos característicos la razón que vincula fuertemente a los pueblos.7 Se lle-
ga a enunciar como un ideal el de que a cada nación corresponda un Estado.8
No olvidemos tampoco, que es por entonces en que naciones como la alema-
na o la italiana logran concretar su “unificación” y es precisamente bajo estos
principios. De esta suerte crece el espíritu nacional, pero desgraciadamente,
también, la discriminación racial o la xenofobia.
No ha faltado desde luego que se hable de una dualidad entre las per-
sonas morales de la nación y del Estado; sin embargo, esta idea es errónea,
pues en todo caso la nación se integra en forma de estado para alcanzar esa
personalidad moral y jurídica.

Las minorías nacionales y el Estado Nacional.

No existen, por supuesto, Estados puros (ni siquiera naciones puras), de ma-
nera que los Estados se ven envueltos en la necesidad de evitar que esa par-
ticularidad se convierta en problema, porque la discriminación, no se diga la
basada en cuestiones étnicas o religiosas, acarrea enfrentamientos y odios, que
muchas veces terminan por enfrentar a los pobladores que integran un Estado,

6
Dabin Jean. Op. Cit., p.16.
7
Muy Interesante. Editorial Televisa. México. Año xvii. Número 4. Abril. 2000. p.6.
8
Dabin, Jean. Op. Cit. p. 15.

114
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

y amenazar su propia existencia. El postulado del Estado nacional y el pro-


blema de las minorías nacen precisamente de que el pueblo sujeto a un poder
estatal no siempre constituyen un pueblo en sentido ‘sociológico’.9 Lo común
es encontrar Estados con una mayoría étnica o religiosa que comparte con mi-
norías el mismo territorio estatal, o bien, dos o más naciones que conforman
un mismo Estado.10 Por consiguiente es necesario evitar las diferencias o los
tratos preferentes hacia un grupo humano dentro de un Estado. ¿Cómo lograr-
lo? Pues precisamente haciendo que las diferencias basadas en las caracterís-
ticas materiales carezcan, en lo posible, de importancia, para fortalecer las
espirituales, y hacer así más resistente a los embates exteriores aquel pueblo.
Hacer que se sienta uno mismo, sin importar diferencias culturales o racia-
les, para que en un caso dado no se desmorone el Estado. En otras palabras,
homogeneizando a la población, pero no en aquellas características externas,
pues esto produce la reacción contraria. (la imposición de religiones, de cul-
turas, o las pavorosas limpias étnicas, son la peor expresión de la intolerancia
entre los hombres). Por el contrario, la inclinación es respetar cada vez más
las diferentes culturas y costumbres. En donde se debe igualar, es en el trato,
en la igualdad de oportunidades, para que aquel pueblo se vea en lo espiritual
como una sola nación, y no busquen su separación a la primera oportunidad.
Recordemos qué pasó con la antigua Yugoslavia, se desmoronó en cada uno
de sus múltiples grupos étnicos (servios, montenegrinos, croatas, etc.) porque
jamás, desde su formación después de la primera guerra mundial, se vieron
como una sola nación. Nunca pudieron superar sus diferencias porque nunca
se les trató como iguales. Y es que el problema de los regionalismos es en
esencia el mismo, porque tenemos un problema de diferenciación cultural
delimitado en una region, una cuestión de regionalismo cultural11 que co-
mienza por pedir más autonomía y termina pidiendo su independencia, como
en el caso de Cataluña en España, o puede ocurrir con Escocia en la Gran
Bretaña; en fin, en muchos casos, porque la realidad es que esta temática es
más bien común que una excepción. En cambio, Estados integrados por dos o

9
Zippelius, Reinhold. Op. Cit. 2002. P. 70.
10
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit., p. 273.
11
Häberle, Peter. El federalismo y el regionalismo como forma estructural del Estado constitucional.
unam. México. 2006. p. 149.

115
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

más naciones, muy definidas, como lo es el caso de Suiza, en donde hasta ha-
blan idiomas diferentes y practican diversas religiones, es difícil imaginar que
pensarán en separarse. La respuesta está en la igualdad de oportunidades, y de
eso se debe encargar, precisamente, el Estado. Es decir, para eso debe servir.
Es ése el papel tan importante que debe desempeñar el Estado en este asunto,
y por el contrario, la sociedad como elemento del Estado es realmente fuerte
y vinculante para sus miembros en la medida que sea justa con todos ellos. A
la inversa, el saldo es siempre favorable. Naciones que se han visto separadas
en la historia como víctimas de guerras injustas, porque todas las guerras son
injustas para los pueblos, tarde o temprano se vuelven a reunir por la fuerza
de aquellos lazos, superando a la postre la condena de sus enemigos que los
dividieron. Tales fueron los casos de Vietnam o Alemania.
Por supuesto que hay otros conceptos de nación, tal es la idea del ‘Es-
tado internacional de clases’ que se manejó como producto de considerarse
como integrantes un mismo pueblo los individuos por el solo hecho de ser
trabajadores, por ejemplo. Fue la idea marxista.12 Habría qué ver qué pasó con
esa solidaridad que se esperaba. E incluso, se dice que la concepción Rousso-
neana del contrato social dio origen a un concepto de nacionalidad entendida
como un pacto social.13

Resumen

La población o sociedad es el primer elemento del estado que estudiamos


individualmente, pero eso no quiere decir que nos interese conocer a la socie-
dad como un fenómeno independiente del Estado, pues para eso están, entre
otras ciencias, la sociología. De ninguna manera, aquí lo que nos interesa es
conocer a la sociedad o población, pero dentro del contexto del Estado, y eso
implica precisar cuál es el papel que juega la población dentro del Estado, y
cuál el que representa el Estado para la Sociedad. Para lo anterior analizamos
otras voces tales como sociedad, población, pueblo, patria, nacionalidad y
nación, y vemos que cada una tiene su significado muy particular para distin-
tas disciplinas; así tenemos que la sociedad es un término muy genérico que
12
Dabin, Jean. Op. Cit. p. 15.
13
Muy Interesante. Editorial Televisa. México. Año xvii. Número 4. Abril. 2000. p.6.

116
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

se puede aplicar a casi cualquier agrupación intencional de hombres, propia


de la sociología; la población tiene una connotación numérica, propia de la
geografía política, ya que se dice que es el número de habitantes de un Estado;
pueblo es más de la ciencia política o política dura, ya que se refiere a aquel
sector de una sociedad que exige y ejerce derechos políticos; patria es de la
Historia, la «tierra de los padres»; la nacionalidad significa, en su acepción
sociológica, que no jurídica, pues esa no nos interesa por ahora, que se trata
de una serie de características que distinguen a un grupo humano de otro;
que esas características pueden ser materiales (cultura, raza, religión, costum-
bres, lengua etc.) y espirituales (conciencia de pertenencia a un pasado y a un
destino común), y que éstas últimas suelen ser los lazos más fuertes. Luego
entonces, la Nación es un grupo humano, con unidad de territorio, y con una
serie de características que les hace identificarse entre sí a sus miembros y
distinguirse de otros grupos humanos, es decir, torna homogéneos esos gru-
pos, como lo proponía Herder. Ahora bien, el ideal de Nación que prevaleció
en el siglo XIX, de un estado para cada nación, nunca se hizo realidad, pero sí
dio pauta para que se agudizaran problemas tales como el racismo. Pero como
también hemos visto, a los pueblos que tienen fuertes lazos espirituales nunca
los dividirán o si eso ocurre, tarde o temprano se volverán a unir, como fue
el caso de Vietnam o Alemania, que son ejemplos de naciones que llegaron
a estar divididas pero que se volvieron a unir. Corea es una Nación dividida
en dos estados que, según sean sus lazos, probablemente se vuelva a unir. En
cambio lo más común es encontrar que los Estados comprenden varias nacio-
nes en su interior, o que tienen grupos minoritarios. Ahí la labor del Estado
es muy delicada, debe tratar de homogeneizar a los grupos para que no haya
algunos que se sientan discriminados y al primer problema se quieran separar,
lo cual provocaría el fin o fractura del Estado de que se trate, como ocurrió
con la antigua Yugoslavia, que se formó después de la primera guerra mundial
con pueblos del antiguo imperio Austro-húngaro, pero que hoy como vemos
se vuelve a dividir, pues quizá se mantuvieron resabios entre croatas, servios,
montenegrinos, etc. En cambio, Estados como Suiza, que comprende tres na-
ciones, o Bélgica y Holanda, no tienen problemas separatistas. Cabe aclarar
que sobre todo en los últimos tiempos se ha visto que esa homogeneización
debe ser a nivel de oportunidades pero respetando «usos y costumbres» como
lo vienen pidiendo los pueblos indígenas. Encomienda difícil del Estado, pero
que debe cumplir por su propia existencia, pues está en el fin que debe buscar.

117
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

Actividades de aprendizaje relacionadas

1. Elaborar un ensayo en no más de dos cuartillas sobre las ideas de Nación


y Nacionalidad.
2. Elaborar un listado sobre los conceptos de Nación, Nacionalidad, Pobla-
ción, Pueblo, Sociedad y País, e indicar a cuál de las ramas de la Ciencia
Política descriptiva corresponde su uso más adecuado.
3. Investigar la doctrina del alemán Johann Gottfried Herder sobre el con-
cepto de nación, y plasmar el resultado en una cuartilla.
4. Partiendo del concepto de nación propuesto por Herder investigar y re-
portar algunos casos de dos o más naciones comprendidas dentro de un
Estado.
5. Por el contrario, investigar y reportar algunos casos de una nación divi-
dida en dos Estados.
6. Reportar cuál es el caso de un Estado que algunos tratadistas han consi-
derado que no tiene población propia.

V.2.- El Territorio

-El territorio como elemento físico del Estado.


-Funciones y aspectos que abarca el territorio del Estado.
-Naturaleza del derecho del Estado sobre su territorio.

El territorio como elemento físico del Estado.

Del territorio del Estado igualmente podemos decir que no nos avocaremos
a su estudio de una manera sistemática, pues para ello tenemos disciplinas
específicas, como la Geografía o la Geografía política. En este caso también
únicamente lo que nos interesa es la función que desempeña como elemento
del Estado.
Lo cierto es que el territorio del Estado sólo es el aspecto físico, el más
visible pero del que más se duda, y con razón, que forme parte del Estado.
Éste, como ente cultural, es decir, creación del hombre, a partir del surgimien-
to natural original de la sociedad, que después le da forma como expresión

118
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

genuina de la cultura humana, difícilmente podemos concebirlo dotado de un


elemento ajeno a su naturaleza cultural. Y en efecto, en esencia se puede decir
que no forma parte del Estado, pero es un elemento tan vital e indispensable
para la existencia de aquel, que difícilmente podemos concebir un Estado sin
territorio. Si con respecto de la sociedad hay una asociación de dominación,
el territorio tiene en su cualidad de factor de unidad de dicha asociación su
principal característica en el ‘territorial’ Estado moderno.14

Funciones y aspectos que abarca el territorio.

A este respecto podemos decir algunas cosas, como por ejemplo, que tiene
una función positiva y otra negativa. La primera consiste en que el territorio
del Estado le brinda a la sociedad instalada en el mismo una serie de rique-
zas y recursos para su aprovechamiento. En tanto que la función negativa
representa que establece límites a esa misma sociedad, pues significa que el
territorio no es ilimitado, tiene fronteras, que al mismo tiempo marca un alto
a otros Estados.15
Por otro lado, podemos decir que el territorio del Estado tiene un aspec-
to tridimensional. Esto significa que como todo en el universo se puede medir
a lo alto, ancho y largo.16 Así, el territorio del Estado no sólo es la superficie,
si no que se puede prolongar todo lo imaginable hacia el subsuelo. De igual
modo, el territorio también abarca el espacio aéreo y, si tiene costas, el mar
territorial y la plataforma continental, es decir, el suelo del fondo del mar.
Aunque aquí sí existen diferencias, pues los tratados internacionales marcan
una distancia, y algunos países reclaman ya sea las doce, dieciocho o veintiu-
na millas náuticas. En tanto por otra parte, se ha creado una figura limitada
de mar territorial que se llama ‘mar patrimonial’ o ‘de uso exclusivo’ para los
países que tienen costas y han signado el tratado correspondiente, que marca
hasta las doscientas millas náuticas. La verdad, es obvio que en este aspecto

14
Zippelius, Reinhold. Op. Cit., p. 80.
15
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. pp. 278-279. Desde luego, también Dabin, Jean, y Zippelius, Rein-
hold. Ops. Cits.
16
Zippelius, Reinhold. Op. Cit. p.80. También Dabin, Jean. Op. Cit.

119
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

están en juego verdaderas riquezas. Pero todo esto no es lo más importante


que podemos decir sobre el territorio del Estado. Lo importante es desentra-
ñar qué tipo de derecho tiene el Estado sobre su territorio.

Naturaleza del derecho del Estado sobre su territorio.

Sobre este punto es conveniente indicar que es difícil ubicar la potestad que
tiene el Estado sobre su territorio como un derecho. Esto es, como una prerro-
gativa jurídica, y sobre todo, positivamente establecida en norma escrita. Que
se puede traducir como tal, habría qué determinarlo, y eso es lo que vamos a
tratar de precisar en las líneas siguientes, pero antes que nada, desde nuestro
particular punto de vista, podemos decir que se ubica como una norma del
derecho natural. Esto es, es tan necesaria para la existencia del hombre, que
le pertenece a éste como le pertenece el derecho a la vida, pero también pode-
mos decir, a la inversa, que éste le pertenece a aquel, y que debemos desterrar
la idea de que el hombre puede hacer lo que le venga en gana con el territorio,
pues no hay que olvidar que este no es más que una porción de la naturaleza,
que le ha sido confiada al hombre para su cuidado. De esta suerte, lo que el
hombre haga desde su organización estatal con el territorio se le puede rever-
tir, de ahí que se debe ser muy cuidadosos en manejar ese supuesto derecho
que se tiene respecto del territorio.
Para comenzar hemos de indicar que si lo queremos ubicar como un
derecho, no podemos decir que se trata del derecho real por excelencia que es
el de propiedad, que es lo primero que se nos antoja contestar, pues el derecho
de dominio no tiene prácticamente límites, ya que, para comenzar, da la facul-
tad de vender, y eso no se puede hacer con el territorio del Estado. Ya sabemos
que a lo largo de la historia se han dado casos de compras de territorios, y que
los Estados Unidos de Norteamérica se destaca como el país más comprador,
y también como el más despojador. Pero eso no significa que en la actualidad
se puedan dar casos de compras de territorios. Máxime si se trata del asiento
fundamental de un Estado.
Por otro lado el derecho de dominio no tiene los límites que debe res-
petar el Estado, pues debe abstenerse de perturbar la propiedad privada que
los particulares tienen sobre su territorio, así que en ese sentido es limitado,

120
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

pero también es general e ilimitado, pues si le es necesario, el Estado puede


expropiar. Luego entonces ¿Qué clase de derecho tiene el Estado sobre su
territorio? Sí podemos decir que se trata de un derecho real, pero le denomi-
namos derecho real institucional.17

Resumen.

Lo importante que tenemos que comprender en cuanto a la función del terri-


torio del Estado como elemento del mismo, es que debemos estar conscientes
de que el mismo, en esencia, no forma parte del Estado. En efecto, y aunque
parezca contradictorio a todo lo que hemos dicho, el territorio del Estado es
un elemento necesario para que el Estado exista, pero el Estado es un ente
cultural creado por el hombre, y el territorio no es en esencia parte de ese
ente cultural, pero sin él, sencillamente el Estado no existiría. El territorio es
un elemento vital para que el Estado alcance sus fines, para que la sociedad
se desarrolle, pero no forma parte de la sociedad, ésta lo utiliza. Es necesario
para la sociedad estatal, y ésta debe aprovecharlo, pero no puede el Esta-
do desprenderse del territorio. No lo puede enajenar, porque ni el Estado, ni
la sociedad son dueños del territorio, porque ni si quiera la sociedad actual
puede disponer de algo que es también para las generaciones venideras. En
suma, el territorio forma parte del Estado, pero no de su esencia, porque la
parte esencial del Estado es la sociedad, pero para ésta le es tan indispensable
el territorio como el oxigeno. El Estado no es dueño del territorio porque un
derecho así le daría la prerrogativa de venderlo, y eso no puede ser, aunque
a través de la historia haya casos de ventas territoriales, pero si observamos
bien, nunca del espacio territorial sede de aquella nación. El derecho que tie-
ne el Estado sobre su territorio es un derecho muy especial llamado Derecho
Real Institucional. Por cierto durante algún tiempo se consideró al Estado de
Israel como Estado sin tener todavía territorio.

17
Dabin, Jean. Op. Cit. p. 29.

121
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

Actividades de aprendizaje relacionadas

1. Investigar qué acuerdos internacionales existen sobre uso del espacio


aéreo y lo mismo sobre las extensiones marítimas territoriales.
2. Reportar cuál ha sido el caso de una nación reconocida
como Estado sin territorio.

Cuestionario Mínimo para la Unidad V.

1. ¿Cuáles son los principios de repartición de la población entre los dife-


rentes Estado?
2. Precisar el concepto de Nación.
3. Precisar el concepto de Nacionalidad.
4. ¿Cuáles eran las ideas de Herder en torno a la
Nacionalidad?
5.¿En qué consisten las funciones positiva y negativa del
territorio del estado?
6.¿En qué consiste el aspecto tridimensional del territorio
del Estado?
7.¿Cómo se denomina al derecho que tiene el Estado sobre
su territorio, y por qué es limitado y general al mismo tiempo?

Bibliografía.

Dabin, Jean. Doctrina General del Estado,unam, México, 2003.

Häberle, Peter. El federalismo y el regionalismo como forma estructural del


Estado constitucional, unam, México, 2006.

Heller, Hermann. Teoría del Estado, 3a Ed., Fondo de Cultura Económica.


1955.

Porrúa Pérez, Francisco. Teoría del Estado, 3a Ed., Porrúa, 1998.

Zippelius, Reinhold. Teoría General del Estad,. Editorial Porrúa-unam, Mé-


xico, 2002.

122
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

UNIDAD VI

ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL ESTADO

VI.1.- El Fin del Estado

-Bien común y bien público.


-Elementos ‘formales’ del Bien Público.
-Doctrina Tomista del Bien Común.
-El bien común según Max Weber. Otro punto de vista.
-Elementos ‘materiales’ del Bien Público.
-Estado-Economía. Estado-Cultura. Estado-Iglesias.

Bien común y bien público.

El fin que persigue el Estado no es otro que el bien público temporal,1 que es
una especie de bien común como el que busca todo tipo de corporación, sólo
que en este caso la corporación es el Estado, y le atañe a toda la sociedad, ra-
zón por la que le llamamos bien público. De hecho, toda agrupación humana
pretende un bien común a sus asociados, porque es la razón debido a la cual se
creó. Esto es, los seres humanos se agrupan en turno de alguna organización,
porque existe una razón que le atañe a todo el grupo por la cual unieron sus
fuerzas, y ante la que subordinan su interés personal. Un sindicato busca un
interés común a sus agremiados, y una sociedad mercantil también busca un
interés para sus socios accionistas. Ambos son intereses comunes a sus par-
ticipantes, pero son de carácter particular, porque al fin y al cabo constituyen
sólo un pequeño sector de la sociedad, subordinados al derecho laboral, mer-
cantil o civil, pero el interés que mueve al Estado es un bien público porque es
para todos los integrantes de la sociedad, incluso para que también alcancen
su realización aquellas otras corporaciones.
Ahora bien, y la razón de llamarle temporal, es por la temporalidad
de la existencia humana, a la cual se reduce el fin del estado, que no puede
pretender bienes intemporales porque éstos corresponden al espíritu, en otras
1
Dabin, Jean.Op. Cit. .p. 33.

123
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

palabras, a las corporaciones religiosas. Entonces, ¿cómo podemos definir el


bien público temporal? ¿en qué consiste? ¿Consistirá a caso en los servicios
que presta a Estado, tales como carreteras, hospitales, etc.? ¿o serán éstos tan
sólo un medio para alcanzar el bien público? ¿El bien público consiste en el
bien del Estado aunque los individuos en lo particular estén insatisfechos?
¿Consistirá por el contrario en la satisfacción que el Estado debe dar a los
intereses muy personales de cada uno de sus integrantes? La verdad es que el
tema es muy interesante y es preciso puntualizar algunas cosas. Para comen-
zar, el Estado en sí, es también un instrumento que debe estar al servicio de
la sociedad que le integra, aunque, se entiende, que los intereses particulares
se han de subordinar al bien del Estado, SIEMPRE Y CUANDO SE TRATE
DE LA SATISFACCIÓN DE UN FIN COMÚN LO QUE ESTÁ DE POR
MEDIO, verbigracia una expropiación. Pero como el Estado se crea precisa-
mente para que alcancen su desarrollo personal también todos y cada uno de
sus miembros, se ha de entender que, luego entonces, los actos emanados del
Estado deben ir encaminados, antes que nada, a poner las condiciones para
tales fines, que sería lo primero que justificara su creación.

Elementos ‘formales’ del Bien Público.

Esas grandes condiciones se agrupan en tres grandes apartados2 que, en razón


de su importancia se ordenan de la siguiente manera:
a) Satisfacer la necesidad de Orden y Paz.
b) Satisfacer la necesidad de Coordinación de la actividad de
los particulares.
d) Satisfacer la necesidad de auxilio a los particulares y suplir, a veces y
cuando sea necesario, sus actividades.

La satisfacción de la necesidad de Orden y Paz es indiscutible, o como


dice Zippelius,3 la paz y la seguridad jurídica, pues quizá sea la razón prima-
ria y natural del agrupamiento de las personas alrededor de una autoridad. Se
requiere, ante el egoísmo, el abuso de los más fuertes y la natural búsqueda
2
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit., p. 287.
3
Zippelius, Reinhold. Op. Cit. p.52.

124
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

personal de los satisfactores propios, que se establezca un orden en las re-


laciones personales. Y este orden no debe entenderse nada más en el plano
del orden social, si no que se refiere, antes que nada, a un orden formal, es
decir, un orden legal, pues por ahí se comienza, por establecer qué es lo que
podemos hacer y qué es lo que no nos está permitido, en aras del respeto a
los intereses particulares de los demás; en esa virtud se convierte, desde ese
momento, en interés general. Enseguida, es obvio que el hacer prevalecer el
orden jurídico debe traer, consecuentemente, una mínima armonía en las rela-
ciones interpersonales y sociales, pero si acaso ello no fuera posible, entonces
el Estado está facultado para hacer prevalecer la paz.
La paz que debe garantizar el Estado no es nada más en lo interior,
sino, desde luego, también con el exterior. Un país con convulsiones internas
o enfrascado en una guerra, no da paso al bienestar de sus integrantes, pero
sometido tampoco, de ahí que se justifique que el Estado forme y tenga una
fuerza pública hacia su interior y un ejército regularmente respetable.
En otras ocasiones no es el egoísmo o las confrontaciones las que im-
piden una buena marcha de las actividades de los particulares organizados en
una sociedad, sino la descoordinación de sus actividades. Por ese motivo, es
menester que la autoridad pública regule la actividad de los gobernados. La
producción de cualquier artículo o alimento, la prestación de cualquier servi-
cio, el ejercicio de toda profesión, el comercio de todo tipo de objetos, deben
estar regulados, pues de lo contrario sería todo un caos.
En tratándose de la ayuda o el auxilio a los particulares, es indiscutible
que no puede soslayarse esta obligación del Estado. Ésta sí es una forma de
bien público en la que el Estado le presta directa y personalmente la satisfac-
ción al gobernado. ¿La Razón? Que todas las sociedades estatales presentan
grupos marginados, desempleados, y en sus casos más graves, desplazados o
refugiados. Entonces, el Estado debe otorgar la ayuda, según sea el caso y el
potencial económico del país, desde alimentos subsidiados o entregados gra-
tuitamente, hasta el seguro de desempleo o la asistencia social.4

4
Estos elementos formales del Bién Público Temporal los explica profusamente Dabín, Op. Cit., pero
hace la aclaración que aún y cuando en el caso de la ayuda a ciertos grupos en particular, cuando lo rea-
liza el Estado lo hace, o bien, en forma ilegítima, o bien, a fin de cuentas, para beneficiar al público. En
todo caso, siempre que es legal la intervención, será necesariamente para realizer un beneficio público.

125
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

Por lo que se refiere a la suplencia de la actividad de los particulares,


aquí tenemos la esencia de la gran discusión filosófica de hasta donde debe
darse la intervención del Estado. Recordemos que para los marxistas esa in-
tervención debe ser total, que los particulares se conviertan en empleados del
Estado, pues éste debe asumir todas las actividades utilizando los servicios
de aquellos; en tanto que para los puristas del capitalismo, el Estado se debe
limitar a “gobernar”, ya que hasta los servicios públicos deben ser prestados
por los gobernados, pues todo es susceptible de ser negocio. La verdad es
que en la realidad no se ha dado ningún extremo, y ahora menos se dará. Ha
quedado claro que la activación de la economía requiere de la inversión priva-
da. Hoy por hoy no hay ningún gobierno que se niegue a recibir la inversión
extranjera que active algún renglón de la economía que lo exija, ni tampoco,
país que deje de atender renglones o servicios, sobre todo como el de la edu-
cación o el de la salud en forma pública y gratuita, nada más porque no les
es redituable a los ciudadanos brindarlos. Incluso, hasta fabricar o dar algún
servicio que le resulta vital para alguna nación.

Doctrina Tomista del Bien Común.

Esta es una doctrina que nos permite comprender de la manera más plena cuál
es la esencia del bien común que debe orientar los actos estatales. Para Aqui-
no, como es de esperarse de un hombre dedicado al servicio religioso, todo
en el universo es un orden creado, puesto que el orden ordenador es Dios. Así
hay un orden establecido en la Ley natural que regula el todo armonioso.5 Así,
el Estado no se sustrae de este orden de cosas y su plenitud la alcanza en la
medida en que realiza las actividades para las que fue creado, es decir, está en
los medios y no en el fin.
Por supuesto, para Sto. Tomás, debe prevalecer el bien común sobre el
individual, pero en obsequio a lo antes dicho, existe una escala de valores,
y entonces, debe imponerse el bien individual al público cuando lo que está
de por medio es un bien espiritual. A este respecto, debe interpretarse que
cuando está amenazada la libertad de conciencia, por ser un derecho humano,

5
De La Cueva, Mario. Op. Cit. p. 213.

126
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

debe hacerse valer como cualquier otro derecho humano, porque aunque en
un momento dado entrañe el de un solo individuo frente al grupo, a fin de
cuentas se entiende que la sociedad toda está interesada en que se salven los
derechos humanos, porque en su vigencia está de por medio la existencia
misma de la sociedad.6
Pero en consecución del bien común el Estado no debe ver nada más
por el bien colectivo, es decir del Estado todo, sino también por el de todos
y cada uno de sus componentes, es decir, por el bien distributivo. El primero
lo ha de alcanzar mediante la justicia conmutativa, en tanto que el segundo
mediante la justicia destributiva. Un ejemplo de la justicia conmutativa son
los impuestos que todos debemos pagar, y de la distributiva el criterio en co-
brarlo o aplicarlos. La justicia distribuiva es algo que no deben perder de vista
las naciones, pues es la razón de todo tipo de proclama y de lucha, que todos
dicen buscar. El motivo, es que otro nombre que recibe la justicia distributiva
es: Justicia Social.

El bien común según Max Weber. Otro punto de vista.

Según Max Weber, en su obra La ética protestante y el espíritu del capitalis-


mo, sólo en occidente (al menos hasta su época y en los países que mostraban
alto desarrollo económico), existe la organización racional-capitalista del tra-
bajo formalmente libre,7 situación que, explica, es el resultado de una ética
distinta a la prevaleciente en los países de predominio de la religión católica
romana y que se debe, fundamentalmente, al protestantismo que abrazaron,
después de la reforma religiosa, algunas naciones europeas y luego la Unión
Americana, no tanto por la influencia del luteranismo, sino por la influencia
del calvinismo y del metodismo, que produjo un “protestantismo ascético”,
según demostraron los economistas Baxter y Adam Smith.8 Situación que
contó con el apoyo del ‘incipiente’ poder del Estado Moderno, cuyos gober-
nantes ya no consideraron apoyarse en la aprobación de los poderes eclesiás-

6
Ibidem. p. 214 y succ.
7
Webwer, Max. La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Trad. Luis Legaz Lacambra. Editorial
Revista de Derecho Privado. Madrid. 1955. p.8.
8
Ibidem. p.105.

127
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

ticos, dejando, de lado la ética del ‘turpido’ que preconizó Sto. Tomás. Esta
actitud permitió al moderno empresario recurrir a uno de los nuevos medios
técnicos, que fue el salario a destajo, para conseguir de sus trabajadores el
máximo rendimiento posible.9 Esto, y la especialización de las profesiones,
que produce el aumento cualitativo y cuantitativo del trabajo, redunda, según
su teoría, en provecho del bien general.10

Elementos ‘materiales’ del Bien Público.

Por elementos materiales11 no debemos entender que son necesariamente tan-


gibles, si no que son materia de éste. Y para comenzar diremos que sí, en
efecto, el Estado debe anteponer su existencia y su permanencia. Para ello
requiere no sólo defenderse de sus enemigos tanto de lo exterior como del in-
terior, si no también, asegurarse de ciertas condiciones que habrán de permi-
tirle alcanzar sus metas en este orden, pero de la misma manera, para que los
individuos igualmente alcancen las suyas en estos rubros, que les permitirán,
en consecuencia, tener un desarrollo pleno, que es a fin de cuentas, la suma
de todos y cada uno de los “bienestares” de los individuos, o de por lo menos
la generalidad o la mayoría, en lo que también consiste el bien común. Estos
rubros son extremadamente delicados e importantes y son los siguientes: La
economía, la cultura de todo tipo y la distancia con las iglesias.

Estado-Economía. Estado-Cultura. Estado-Iglesias.

El Estado para poder subsistir y permitir que los ciudadanos desarrollen sus
actividades que les permitan subsistir, debe comenzar por tener una economía
sana.12 Esto es indispensable porque una economía deteriorada de cualquier
país necesariamente repercute en las actividades económicas de sus ciudada-
nos, y comúnmente, a los que más afecta es a las mayorías, a los más pobres.
En cambio, una buena economía, sin inflación y con un crecimiento regular y

9
Ibidem. p. 53.
10
Ibidem. p. 211.
11
Dabin, Jean.Op. Cit. .p. 44.
12
Idem.

128
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

proporcional al crecimiento demográfico, le permite a la autoridad disponer


de recursos para obras de asistencia e infraestructura que a su vez sirven a
los individuos en sus prácticas profesionales, comerciales y de producción;
así tenemos escuelas, carreteras, comunicaciones, hospitales, energéticos de
todo tipo, etc.
Por otro lado, la dependencia tecnológica y científica es un lastre para
cualquier nación. La ignorancia, el analfabetismo y los fanatismos sólo se
combaten mediante la educación de todo tipo,13 Tecnológica, científica, artís-
tica, recreativa, deportiva, etc.; toda es necesaria para el bien de la comuni-
dad y de los ciudadanos, de manera que el Estado debe prestar este servicio,
pero también dar todo tipo de facilidades para que los particulares lo presten,
porque los gobiernos caen en la tentación de proporcionar una “educación
de estado”, que también es perniciosa por el adoctrinamiento tendencioso a
favor de los intereses de los grupos en el poder.
Finalmente en el rubro espiritual el Estado juega un papel igualmen-
te muy delicado. Tan malo es que un Estado se ponga en el papel rector de
las creencias de la gente como en el de intolerante de cualquier credo.14 Tan
perjudicial es un Estado que prohíbe, bajo cualquier concepto, todo tipo de
práctica religiosa, como aquel que adopta una ‘religión de Estado’, pues los
Estados teocráticos son propios de la edad media. Lo mismo ocurre cuando
un Estado, aparentemente laico, tolera la intolerancia de cualquier religión.
Las guerras muchas veces, y sobre todo, las intestinas -y que suelen ser las
más crueles-, son las de este tipo, que no tendrían razón de ser, pues la huma-
nidad es una sola. La existencia de un Estado muchas veces se ve amenazada
por este tipo de problemas. Ha habido Estados que se han fracturado por esta
razón, de ahí lo vital de esta cuestión.
Lo que ocurre, es que el ser humano es un ente que necesita desarro-
llarse en estos tres grandes aspectos, lo mismo en lo económico, como en lo
cultural, así como en lo espiritual, para ser feliz, de ahí que el Estado ha de dar
todas las facilidades para ese desarrollo integral de los hombres, que es a fin
de cuentas en lo que puede consistir el bien común, pues si no se desarrollan
así los ciudadanos ¿cómo podemos suponer su felicidad?

13
Ibidem. p. 49.
14
Id. p. 54.

129
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

Resumen.

Como ustedes pudieron ver, no es difícil determinar cuál es el fin del Estado:
El Bien Público Temporal. Pero no es fácil tampoco determinar en qué con-
siste el bien público temporal. Esto quiere decir que puede haber varios puntos
de vista. Algunos dirán que el fin justifica los medios, pero descuidarán estos,
mientras que otros no pondrán énfasis en el fin, sino en los medios. Lo cierto
es que el Estado no puede llevarle a cada uno el bien a la boca, o a pedir de
boca, ni poner énfasis solamente en el bien colectivo y descuidar el individual
de cada uno de los componentes de la sociedad, como clarificó Sto. Tomás de
Aquino con su concepto de bien común distributivo, que es la justicia Social,
que se debe atender además del bien colectivo o justicia conmutativa. De esta
suerte, podemos afirmar que el bien común no lo va a satisfacer únicamente
el Estado, porque implica además del bien colectivo el de la suma de los indi-
viduales, y para eso entonces el Estado va a poner las bases satisfaciendo tres
grandes necesidades que consisten en el orden y la paz, la coordinación de la
actividad de los particulares y la ayuda, auxilio y eventualmente la suplencia
de la actividad de estos, y cuando el Estado los atiende decimos que estable-
ce los Elementos Formales del Bien Público Temporal, porque pone bases
formales para que, a partir de ahí, los individuos prosperen. Pero también
el Estado tiene la obligación de velar por la existencia y la conservación del
mismo como tal, lo que implica, en tratándose de la existencia, que deberá
defenderse de sus enemigos tanto internos como externos, y en tratándose
de su conservación, supone que deberá tener, antes que nada, una economía
sana, lo cual repercute necesariamente en la economía de los gobernados; asi-
mismo, deberá cuidar todo lo referente a la cultura, porque un pueblo inculto
es un pueblo miserable; y finalmente, deberá respetar todo lo relacionado con
la religión de los ciudadanos, procurando la mejor relación con la o las igle-
sias, ya que se ha visto siempre, históricamente, que cualquier persecución,
prohibición de creencias o imposición oficial de las mismas, trae la desgracia
para cualquier sociedad. Al establecimiento de estas otras condiciones que
se concretan de una manera material le llamamos el establecimientos de los
Elementos Materiales del Bien Público Temporal. Todos esos elementos son
el sustento para que los individuos, con su esfuerzo y en la medida de cada
quien, alcance su bienestar individual integral.

130
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

Actividades de aprendizaje relacionadas

Única.- Elaborar un esquema en el que se señalen, en columna, los elementos


formales del Bien Público y los elementos materiales del mismo, con una
breve explicación correspondiente a cada uno de ellos.

VI.2.- La Autoridad o Poder Público

-Razón de ser del Poder Público.


-Tarea de Gobierno.
-Tarea de Administración.
-Fuentes de los servicios Públicos.
-Relación con la Fuerza Material del Estado.
-Teorías de la relación de los gobernantes con el poder del
Estado.
-Teorías sobre la naturaleza del Poder del Estado.
-De los Juristas.
-De Kelsen.
-De Duguit.
-De Hauriou.
-El Poder del Estado como factor de unidad política.
-El Poder del Estado como unidad de decisión política.
-El Poder del Estado como unidad de acción política.

Razón de ser del Poder Público.

La Autoridad Pública, como también se le llama al Poder Público, es el se-


gundo de los elementos formativos del Estado que abordamos. Lo importante,
para empezar, es advertir que, mientras que las más elementales definiciones
de Estado se limitan a señalar que el Estado es una población en un territorio
y con un gobierno, las definiciones serias precisan que se trata de un poder, y
es que el gobierno no es más que sólo un aspecto o una función del Poder Pú-
blico, o simplemente la estructura que adopta éste, como se verá más adelante.

131
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

La razón de la existencia de un poder en el Estado, es por lo que ya


dijimos anteriormente, que el Estado no es más que un fenómeno politico, y
ya vimos que un fenómeno politico se forma a partir de un fenómeno social,
dentro del cual se da un proceso de organización tras la búsqueda de un bien
común, y que para ello, necesariamente se da paso a la aparición de una diri-
gencia que encause aquel esfuerzo colectivo el que, por su naturaleza, tendrá
la fuerza de la unión de los esfuerzos concentrados en ese propósito (la unión
hace la fuerza) y que al ser depositados en la dirigencia le dará a esta potestad
sobre los demás (gobernantes y gobernados); ahora bien, como ya también lo
comentamos en su momento, no todo fenómeno politico es trascendente, pero
el Estado sí que lo es, y por definición lo son los demás fenómenos politicos
que tratan de influir en el poder del Estado. Esto hace que, el poder del Estado,
que es la organización política por excelencia, sea el poder politico superior
a todos, porque busca el bien común más importante, que es el de toda la so-
ciedad, de ahí que se dice que esté investido de la summa potestas y detente
la forma legítima de la coercitividad, como nos lo explica Norberto Bobbio,15
porque la contribución voluntaria y espontánea de los individuos hacia la con-
secución del bien público es, muchas veces, una mera ilusión. Siendo para ese
insigne pensador, la existencia del poder del Estado, la condición necesaria y
suficiente para la existencia de éste.16
En principio, se dice que el Poder Público tiene dos tareas: La tarea de
Gobierno y la Tarea de administración.17 Veamos en qué consisten.

Tarea de Gobierno.

¿Qué es la tarea de gobierno o en qué consiste? La tarea de Gobierno es la


más importante actividad encomendada al Poder Público. Justamente, no se
puede explicar la existencia del Poder si no tiene asignada esa actividad. Es

15
Bobbio, Norberto. Op. Cit., pp. 101-110. La summa potestas, dice Bobbio, haciendo referencia a Bo-
dino, no es otra cosa que la Soberanía, tanto en su aspecto interno, que significa poder supremo, como
en su aspecto externo, que quiere decir independencia; en tanto que la forma legítima de la coercitivi-
dad, citanto a Weber, es el uso legítimo que tiene el Estado de la fuerza pública.
16
Ibidem. p. 129.
17
Dabin precisa estas taréas, Op. Cit., y aclara que en este sentido, al referirse a la taera de gobierno se
hace aludiendo, sin distinguir, a las actividades de los tres poderes formalmente constituidos.

132
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

en virtud de esta que se impone el orden y la paz, así como la coordinación


de la actividad de los particulares, pues es la potestad de la que está investida
la autoridad, por obra y gracia de la misma sociedad al crear y darle forma
al Estado, para regir los destinos de los ciudadanos. Gobernar significa orde-
nar, esto es, desde un plano de superioridad, en la que se ubica la Autoridad,
decidir lo que pueden hacer o no hacer los gobernados, lo que se han de
abstener de hacer y lo que están obligados a realizar. En su caso, decidir sus
controversias y hacer prevalecer el orden jurídico. Por supuesto, castigar o
tratar de enmendar la conducta de los individuos cuando se desvía del orden
establecido por la Ley. Regular sus actividades, determinando y otorgando,
en su oportunidad, los permisos, licencias o concesiones que requieren los
particulares para hacer determinadas actividades.18
Lo anterior es así, porque los actos de gobierno se expresan justamente
en leyes, reglamentos, decretos, sentencia, laudos, ejecutorias, licencias, con-
cesiones, acuerdos o permisos. Y si parece que se están indicando en forma
mezclada, dado que las leyes y reglamentos, es decir, la expedición de las
normas en sí, corresponde al Poder Legislativo, las sentencias, y ejecutorias
al Poder Judicial, y los acuerdos y concesiones al Ejecutivo, es con todo el
propósito de resaltar que a fin de cuentas el Poder o Autoridad es uno solo,
que para su ejercicio se divide en tres.
Por supuesto, hay actividades, como las jurisdiccionales en materia la-
boral, que emiten sus sentencias que también se llaman laudos, que son, por
excepción en nuestro país, autoridades administrativas, pero su función es
netamente jurisdiccional. (Por cierto en vía de reforma para regresar es acti-
vidad a la esfera del Poder Judicial) Igualmente ocurre con el Ejecutivo que
también emite decretos y reglamentos, pero es una constante, que cada vez
es más evidente, que no existe la pureza en las funciones. Pero lo importante
que se tiene que resaltar, es que la actividad de gobernar es exclusiva de la
autoridad, pues lo contrario significaría que los particulares se pudiesen hacer
justicia por sus propias manos, o expedirse las leyes a su antojo. En otras
palabras, la tarea de gobierno no se puede delegar o concesionar. Claro que

18
En este tema Porrúa, Op. Cit. siguiendo a Dabín.

133
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

hay excepciones, como cuando árbitros particulares deciden controversias,


sobre todo en materia mercantil o laboral, pero esto es en razón del interés de
las mismas partes en pugna. Una cuestión más que se debe apuntar, es que la
tarea de gobierno se dirige a los individuos.19

Tarea de Administración.

Esta tarea de la autoridad es en obvio de otras actividades que puede o no te-


ner encomendadas, pero que igualmente es necesario que realice, sobre todo,
en suplencia de la actividad de los particulares. Aunque también, como ve-
remos más adelante, se dirige al soporte de la tarea de gobierno. Esto quiere
decir, en otras palabras, que la tarea de administración se avoca a la satisfac-
ción del tercer elemento formal del bien público, el que se refiere a la ayuda
a los particulares y a la suplencia eventual de sus actividades, y también a ser
el vehículo para prestar la tarea de gobierno. Se dice que se administran los
servicios públicos, y en ese aspecto, estas actividades van encaminadas a las
cosas, no porque a fin de cuentas no se destinen los servicios a los ciudadanos,
si no porque su objetivo inmediato son los objetos. Administrar, se dice, es
proveer por medio de servicios, a la satisfacción de los intereses que se con-
sideran incluidos en la esfera del Estado y del Bien Público.20
Por otra parte es menester aclarar lo antes dicho con relación al apoyo
o medio que representa la tarea de administración para la tarea de gobier-
no, pues parecería que nos estamos contradiciendo, pero la verdad, a la hora
de clasificar los servicios públicos, nos percatamos que, antes que nada, los
primeros servicios que debe prestar la autoridad son, precisamente, los ser-
vicios legislativos, judiciales y de las actividades de gobierno del ejecutivo.
Pero si aclaramos que los gobernantes, ya sea en el área legislativa, judicial
o ejecutiva, no prestan sus servicios por sí solos, si no que requieren de toda
una maquinaria administrativa integrada por personal que se llama burocracia
y una gran cantidad de equipo, entonces se comprenderá lo que se afirma.
Enseguida vienen las tareas de administración de los servicios públicos pro-

19
Ibidem. p. 300.
20
Ibidem. p. 305.

134
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

piamente dichos, que se refieren a aquellos que buscan proveer la ayuda a los
particulares y eventualmente desempeñar sus actividades. Así tenemos, por
ejemplo, las escuelas, los hospitales, las comunicaciones de todo género, la
producción de energéticos, el alumbrado, la asistencia social, etc.
Si observamos, en la actualidad cualquiera de estos servicios los prestan
los particulares, porque en esencia no es requisito que lo haga la autoridad. Si
ésta lo hace, es porque aquellos no los prestan.

Fuentes de los servicios públicos.

Aquí cabe precisar que los servicios que presta la Autoridad tienen sus fuen-
tes. Estas fuentes son los impuestos, de donde provienen los recursos econó-
micos, y los hombres, que son reclutados en las filas de la burocracia.

Relación con la fuerza material del Estado.

Antes de continuar, es importante hacer una aclaración. El Poder Público no


se debe confundir con la fuerza material del Estado.21 Esa fuerza, la fuerza
pública, no es más que un instrumento al servicio del Estado. Llámense poli-
cías o ejércitos, en ellos no radica el poder del Estado, son tan sólo una herra-
mienta eficaz, y a caso, indispensable para la Autoridad, pero debe entenderse
que en un Estado moderno simplemente están al servicio del Estado, y que la
autoridad siempre es civil, independientemente de que en ocasiones alguien
salido de las fuerzas públicas pueda encabezar un órgano de gobierno.

Carácter funcional de los derechos que tiene


la autoridad a su cargo el Bien Público.

Se menciona también que la autoridad, y concretamente, los gobernantes,


hacen uso o ejercen un derecho de mandar. Esos derechos tienen un carácter
funcional, no le atañen al servidor público, ni mucho menos están a su servi-
cio personal, si no que son para facilitar el desempeño de sus actividades. Es
verdad que muchas veces los gobernantes hacen un mal uso del ejercicio de
tal derecho, pero son desviaciones y, de ninguna manera, la regla.
21
Dabin, Jean. Op. Cit., p. 65.

135
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

Teorías de la relación de los gobernantes con el poder del Estado.

Ahora bien, ¿como se explica la relación de los gobernantes tanto con la so-
ciedad como con la autoridad o el Estado mismo? Al respecto existen dos
doctrinas que han tratado de explicar esa situación: La teoría del mandato y
la del órgano.
La tesis del mandato es la que por mucho tiempo se ha manejado, pero
la verdad, hoy ya está superada por una razón muy simple. El gobernante no
es ningún mandatario, tutor o representante como siempre se ha manejado,
pues la regla es que el mandatario no se representa así mismo, sino únicamen-
te al poderdante o pupilo. En cambio, el gobernante lo mismo representa los
intereses del Estado o de la sociedad, como los suyos propios como ciudada-
no que también es.
La otra corriente, la del órgano u órganos de gobierno, se la debemos a
Maurice Hauriou.22 Para este francés los gobernantes son órganos del mismo
Estado, esto explica por qué al mismo tiempo que lo representan, forman parte
de él. Como una mano o una pierna forman parte del cuerpo de la persona y
al mismo tiempo son una extremidad del mismo, pero que representan a todo
el cuerpo porque no dejan de ser parte de él; pero en tratándose de la doctrina
del órgano no debe entenderse en el sentido del organicismo biológico, que
pretende asemejar al Estado con organismos vivos gigantescos. Nada de eso,
por el contrario, es una idea moderna que además aclara, que esa representación
ocurre solamente cuando el gobernante está actuando en cumplimiento de su
obligación, que es en consecución del bien público, de manera que cuando no
lo hace en ese sentido está dejando de hacerlo como gobernante, lo cual explica
que trascienda a su vida privada y tenga qué responder de lo que hace en desvío
de la dirección que deben tener sus acciones como gobernante.

Teorías sobre la naturaleza del Poder del Estado.

Pero lo más importante en el tema de la Autoridad o Poder Público, es desentra-


ñar cuál es la naturaleza y origen de donde emana el poder del Estado. Por su-
puesto, como ya hemos mencionado en la Unidad II, a través de la historia han
22
Citado por Porrúa. Op. Cit., p. 311.

136
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

sido distintas las opiniones acerca de ese origen. Para comenzar, recordemos
cómo los egipcios o los chinos le atribuían un carácter divino a los faraones o
emperadores. Después, recordemos que en la democracia griega o la república
romana se le dio crédito a una fuente democrática. Pero más adelante, en la
Edad Media, la discusión fue en torno sobre quién era el destinatario del poder
proveniente de Dios, si el Papa, como lo detentó algún tiempo, el emperador
que se lo disputó, o los monarcas, como finalmente lo ostentaron. O si era un
atributo del gobernante en la época de los monarcas absolutistas Y por último,
el pensamiento de la ilustración racionalista encontró en el Pueblo el origen del
Poder.

De los Juristas.

Hoy hasta esta última doctrina está superada. Distintas corrientes sociológi-
cas o de algunos juristas atribuyen la raíz del Poder del Estado a un fenómeno
de fuerza.23 Esto es, que en un momento dado un grupo humano se coloca
gerárquicamente en un plano superior en vista del bien público; esto significa,
que la sociedad se divide, colocándose un grupo a la cabeza de los demás.
Después los juristas le asignan a ese poder la función de ser la fuente del
derecho. Lo anterior ni es del todo exacto, ni del todo falso. En efecto, en el
Estado existe siempre una sociedad jerarquizada, se quiera o no, pues siempre
hay gobernantes y gobernados. Que la búsqueda es por el bien común, al me-
nos eso declaran pretender los gobernantes, y que del poder del Estado aflora
el Derecho, ni que dudarlo, pero eso simplemente es estar señalando al Estado
y sus elementos, pero no resolviendo el surgimiento del Poder.

De Kelsen.

Kelsen,24 que es también jurista y creador, nada menos, que del método puro
del Derecho, sostiene que el Estado y el Derecho son la misma cosa. Que
todo en el Estado se reduce a la realidad jurídica. Esta desviación de Kelsen
obedece, como ya lo apuntábamos, a que sigue precisamente nada más un

23
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. p. 311.
24
Kelsen, Hans, Op. Cit., p. 125.

137
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

método jurídico y, por lo tanto, arriba únicamente a conclusiones jurídicas,


como ya lo habíamos señalado. Para él la sociedad es el ámbito personal de
validez de la norma jurídica, y el territorio, el espacial, así como el poder el
ámbito propio de validez de la norma jurídica. Sin embargo, nada apunta so-
bre cómo explicar el origen del poder. Por ese camino nos encerramos en el
círculo vicioso de atribuir el poder a la norma, y la norma al poder. La verdad,
es que el Derecho no abarca a todo el Estado, pues éste, antes que nada, es un
fenómeno social que evolucionó a político, y como político que es sí desem-
boca en ocasiones a situaciones jurídicas, pero en otras no.

De Duguit.

Para Duguit,25 por el contrario, el Estado es un simple fenómeno de fuerza,


en el que en un momento determinado, un grupo de hombres, más fuertes o
hábiles que otros, se hacen del poder, y por medio de la fuerza que ejercen
mantienen sometidos a los demás. Luego, como se necesita, organizan los
servicios públicos. A fin de cuentas, sin aceptarlo termina por reconocer los
demás elementos del Estado, porque para organizar los servicios públicos
deben crearse normas, y los servicios públicos deben ir enfocados a algo y al
alguien. Ese algo es el bien común y ese alguien es la sociedad. No resuelve
el problema ni aporta nada nuevo.

De Hauriou.

Finalmente, toca a Hauriou26 resolver, una vez más, el problema. Según su


aseveración, el Poder es una libre energía dotada de superioridad, gracias a
la cual asume la empresa del gobierno de un grupo humano mediante la crea-
ción continua del Derecho.

El Poder del Estado como factor de unidad política.

En efecto, se trata de una libre energía. El Poder es fuerza. Es libre, pues una
característica de la soberanía del Estado es su independencia.
25
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit. pp. 314-315
26
Idem.

138
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

Esa energía es dotada de superioridad por el mismo grupo humano que


le asigna la tarea de gobernar.
Ejerce además un función aglutinante de la sociedad a la que sirve. Para
cumplir debidamente con su responsabilidad, el Poder crea continuamente el
orden y el Derecho. Es decir, un orden formal.

El Poder del Estado como unidad de decisión política.

Luego, el poder es político, temporal y civil. Esto significa que emerge de las
relaciones sociales que son expresión pura de la exteriorización del impulso
natural del hombre de vivir en sociedad y de sus relaciones con los demás,
en una palabra es político. Es temporal porque no debe inmiscuirse en cues-
tiones intemporales, es decir, que correspondan al espíritu. Finalmente, debe
desprenderse de toda influencia que pueda ejercer sobre él la fuerza material
del Estado, y por el contrario, someterla al carácter que le corresponde de ser
sólo un instrumento para la prevalencia del orden. A cambio, en ése orden, no
debe ser ni económico, ni religioso y mucho menos militar. No en el Estado
moderno y democrático de Derecho.
El poder está centralizado, es el poder central de ordenación que dis-
pone del instrumento de regulación normativa, según explica Reinhold Zi-
ppelius,27 y goza de una autonomía destacada, según continúa sosteniendo
Hauriou, lo que equivale a la soberanía, que es precisamente la característica
del estado según la cual se puede autolegislar con independencia de cualquier
otro poder interno o externo. Según Heller28 esto es el Poder del Estado como
unidad de decisión política.

El Poder del Estado como unidad de acción política

Por último, el Poder sí proviene del pueblo, tal y como nos lo presenta nuestra
Constitución Política en su artículo 39, siguiendo las doctrinas liberal-racio-
nalistas, pero siempre y cuando por pueblo entendamos a la sociedad estatal,

27
Zippelius, Reinhold. Op. Cit., p. 52.
28
Heller, Hermann. Op. Cit., p. 261.

139
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

es decir a todo el grupo humano, gobernantes y gobernados, los que ejercen el


poder inmediatamente y los que lo ejercen de manera mediata. A esto le llama
Herman Heller29 el Poder del Estado como unidad de acción política.
En pocas palabras, Hauriou nos disecciona lo que es la naturaleza u ori-
gen del poder del Estado que, como vemos, encaja con los atributos que otros
autores le asignan a este; pero que además nos proporciona una vision del
poder en armonía con lo que decíamos al inicio de este tema, comentando la
idea que del mismo tiene Bobbio, rescatando la doctrina de la summa potestas
y de la detentación legítima de la coercitividad, de Bodino y Weber, respec-
tivamente, porque a fin de cuentas no se puede separar el poder del estado
de la idea de la soberanía, porque esos atributos conque cuenta el poder no
son otra cosa que el resultado de provenir, y estar investido, de la expresión
soberana de una sociedad, solo que la soberanía no es exáctamente lo mismo
que el poder, éste proviene de aquella y esta condición le marcará permanen-
temente al poder del Estado y al Estado mismo, como un atributo que merece
ser estudiado aparte.

Resumen

Con relación al poder del Estado todos los tópicos son importantes. En este
tema vimos que el Poder Público tiene tareas: la de gobierno y la de admi-
nistración. También vimos que no se puede confundir la fuerza del Estado, la
Fuerza Pública, con el poder, ya que aquella es sólo un instrumento de este.
Del mismo modo vimos que la relación que existe entre los gobernantes y el
poder, en el Estado Moderno, se debe aclarar a la luz de la doctrina del órgano
(órganos de gobierno) que atiende a la naturaleza del servicio que debe pres-
tar el gobernante por el bien común, y no de la doctrina de la representación
que atiende al carácter jurídico de dicha relación, que puede ser engañoso.
Pero el asunto más importante es el que se refiere a la naturaleza del Poder
Público; al respecto, las doctrinas que tratan de explicarnos la naturaleza del
Poder Público, respecto del Estado moderno, ya superadas las discusiones de
si el gobernante era un Dios, Semi-Dios o enviado de él, en el Estado Anti-

29
Ibidem. p. 257.

140
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

guo; o a quien le correspondía como legítimo destinatario del Poder por parte
de Dios, en la Edad Media; o si era un atributo del gobernante en la época de
los monarcas absolutistas; o incluso, también ya superada la corriente de que
el poder viene simplemente del pueblo y lo ejerce éste a través de los gober-
nantes, según las doctrinas liberal-racionalistas de la ilustración, por más que
nuestra Constitución así lo diga, según su artículo 39, (sin no, pregúntenle al
pueblo hasta cuando le hace caso el gobierno, hasta que a fuerza de presión
o de una revolución, o en el mejor de los casos, en una sociedad democrá-
tica, en las votaciones, los gobernados logran cambiar el rumbo que siguen
los gobernantes, como hemos visto), hoy no satisfacen la respuesta sobre la
naturaleza del poder del Estado, por eso analizamos las posturas actuales. De
las modernas corrientes que se refieren al origen del poder, la última, la de
Hauriou, es la más acertada, ya que supera la de los juristas y la de Duguit,
que se limitan a conceptuar al poder como un simple fenómeno de mando sin
que intervenga la norma, o la de Kelsen, que confunde el Poder con el ámbito
de validez de la norma Jurídica, en su ya conocida confusión en la que cae de
igualar al Estado con el Derecho. Esa libre energía dotada de superioridad que
asume la empresa del gobierno de los hombres mediante la creación continua
del derecho y del orden, a la que se refiere Hauriou, no puede provenir más
que del pueblo, sí, siempre y cuando por pueblo entendamos toda la sociedad,
es decir, gobernantes y gobernados, que no siempre pueden éstos hacer que
se reflejen, por lo menos de inmediato, sus mandatos, mientras que los gober-
nantes ejercen el poder continuamente.

Actividades de aprendizaje relacionadas

Unica.- Elaborar un cuadro sinóptico de las diferentes doctrinas con respecto


a la relación existente entre Gobernantes y Poder del Estado, y sobre la Na-
turaleza del Poder del Estado.

141
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

VI.3.- El Orden Jurídico como Elemento del Estado

-Cuestiones Preliminares.
-Teoría puramente sociológica del Estado.
-Teoría de las dos facetas.
-Teoría de la Identidad. (Kelsen)
-Crítica a la doctrina de Kelsen.
-Conclusiones.

Cuestiones Preliminares.

Otra vez estamos en la necesidad de aclarar que aquí no se trata de analizar


este elemento como tal, pues como orden jurídico que es, implicaría analizar
todo el contenido del Derecho Positivo, lo cual sería prácticamente imposi-
ble, pero además, inútil para nuestros propósitos. Nuestro interés se concreta
aquí a desentrañar qué relación guardan el Derecho y el Estado; si en efecto,
uno es elemento del otro; o cómo se implican recíprocamente.
Así, lo inaplazable es precisar si es posible que uno subsista sin el otro,
y en su caso, qué ocurriría con el Estado si no se contase con el orden jurídi-
co, o qué sería de éste sin el Estado. Y finalmente, cual es la exacta relación
que existe entre ambos. Para intentar dar respuesta a estos cuestionamientos
se han perfilado cuatro principales doctrinas, mismas que vamos a estudiar a
continuación.

Teoría puramente sociológica del Estado.

Esta doctrina30 dice que el Estado es un fenómeno meramente sociológico,


en donde el Derecho no tiene ninguna intervención. Así, afirman los postula-
dores de la misma, que el estado es un fenómeno de mando, el cual tiene las
siguientes características: 1ª. Es una fuerza con características de supremacía.
2ª. Cuenta con una relación objetiva externa. 3ª. Pretende ser legítimo. 4ª. Se

30
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit., p. 154. Igual Dabin, Op. Cit., p. 78.

142
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

propone regular la conducta de los individuos en la sociedad. 5ª. Pretende


alcanzar la justicia. En suma, se nos está hablando de heteronomía, exterio-
ridad, legitimidad, y todas las demás características que les son propias a las
normas jurídicas, al orden legal que rige a las sociedades con el fin de regular
la conducta de los individuos dentro de la misma. En otras palabras, están
aceptando, aunque sea implícitamente, que dentro de ese fenómeno socioló-
gico o de mero mando que según ellos es el Estado, sí se da la presencia del
orden jurídico que explícitamente niegan que intervenga. Es decir, es inacep-
table esta doctrina.

Teoría de las dos facetas.

Esta teoría31 afirma que el Estado y el Derecho son dos aspectos de una mis-
ma realidad, como cuando se habla de una moneda, que tiene dos caras. Y en
efecto, no es nada falso decir que el Estado y el Derecho son dos aspectos de
una misma realidad, pero ¿cuál es la proporción que le corresponde a cada
una de esas partes? ¿cómo se vinculan? ¿cómo se complementan? Esas y
otras preguntas no las responde esta doctrina, motivo por el que podemos
desecharla, por incompleta.

Teoría de la Identidad (Kelsen).

Como decíamos anteriormente, Kelsen32 sostiene que el Estado y el Dere-


cho son una misma cosa, pero con distinta denominación. El Derecho, según
Kelsen, está en todo lo que es Estado. Es decir, si hay un fenómeno social
fuera de lo que abarca el Derecho, eso no le corresponde a su método decirlo.
Simplemente para él, cualquier fenómeno es Estatal cuando está presente la
norma jurídica. Además de decirnos lo que ya mencionamos sobre el ámbito
de validez de la norma de derecho en tratándose de la población o el territorio,
Kelsen nos hace reflexionar sobre algunas cuestiones y hasta casi nos logra
convencer cuando refiere algunas cuestiones sobre ciertas realidades estata-

Ibidem. p. 157. Sigue a Dabin Op. Cit. p. 81.


31

Citado por Porrúa Op. Cit., pp. 157-158. Sigue a Dabin Op. Cit. p. 80. Pero desde luego Kelsen,
32

Hans. Op. Cit., pp. 61-119.

143
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

les. Así por ejemplo, manifiesta, no sin cierto sentido, que existen institucio-
nes que se reducirían a un cierto sitio o un cierto grupo, con nomás quitarle la
presencia jurídica. Se concluye de lo que sostiene que una cárcel sin la norma
de Derecho simplemente se reduce a un lugar con muros y barrotes; que un
ejército sin el Derecho se reduce a sólo un grupo de hombres armados, etc.
Y efectivamente, cuando tienen implícita la función que les da el Derecho, a
esos lugares o grupos les denominamos: lugar para la ejecución de la pena de
prisión; salvaguarda de la soberanía, y así por el estilo. Sin embargo no todo
ello es realidad. El Derecho no es verdad que agote toda la realidad Estatal.
Para esto es preciso revisar lo que se le critica a Kelsen por sus detractores.

Crítica a la doctrina de Kelsen.

Toca a Luis Recasens Siches33 criticar de manera certera la doctrina de Kelsen


a este respecto. En efecto, dice Recasens Siches, no es cierto que el Derecho
agote toda la realidad Estatal. Como estamos ante la presencia del Derecho
Positivo, sabemos que éste requiere de lo que el propio Kelsen denomina cier-
ta facticidad, es decir, cierto grado de aceptación por parte del grupo social
para acoger y observar una norma de Derecho, porque, como es sabido, cuan-
do una regla de Derecho no es aceptada, sale sobrando cualquier ejercicio
coercitivo para imponerla. Simplemente no se observa, y así, ese Derecho se
reduce a ser un simple Derecho vigente sin observancia alguna. Esa factici-
dad surge del grupo humano, y el Derecho no la puede regular.
Por otra parte, continua diciendo Recasens Siches, la opinión pública es
un fenómeno social que tiene influencia determinante en la creación del De-
recho. Sin embargo, todavía no ha existido Estado en donde se haya podido
regular, y menos mediante normas jurídicas, a la opinión pública; y cuando
se ha intentado, ha sido un desastre en términos de conculcación de derechos
humanos. De esta manera, se demuestra que existen aspectos del Estado que
la regla de Derecho no abarca.

33
Recasens Siches, Luis. Panorama del pensamiento jurídico en el siglo XX. Editorial Porrúa. México.
1963. T. 1. pp. 203-212.

144
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

Conclusiones

El Estado sin el Derecho sería un simple fenómeno de fuerza donde imperaría


el caos.
El Derecho sin el Estado sería una simple norma escrita sin eficacia.
El Estado y el Derecho no son iguales porque existen aspectos del Es-
tado que el Derecho no abarca, y porque es tanto como confundir una parte
con el todo.
En efecto, el Estado es el todo y el Derecho sólo una parte de ese todo.
El Derecho complementa al Estado porque es una parte importante de
éste, pero únicamente una parte.
La verdadera relación que existe entre Estado y Derecho, para esta doc-
trina que es la imperante, es la siguiente: el Derecho es una parte del Estado,
pero este sin el Derecho no puede existir y menos cumplir con su finalidad.
Al Estado que guarda esa proporción, y a la vez se encausa por los princi-
pios jurídicos se le denomina: Estado de Derecho.34 Y hoy, más que nunca,
es necesario hablar, como lo dice la constitución española, Estado social y
democrático de Derecho.

Resumen

Hemos dicho que lo importante en tratándose del elemento del Estado que
llamamos Orden Jurídico, es determinar cuál es la exacta relación que existe
entre éste y el Estado. Como al orden jurídico al que nos referimos no es otro
que las normas que en un determinado lugar y en una determinada época el
poder público ha creado y declarado obligatorias, además de que se cumplen,
nos referimos al Derecho Positivo. Es claro para nosotros, porque así lo de-
cimos en nuestra definición, que dicho orden Jurídico nació del poder del
Estado, y siendo parte fundamental del mismo, es para nosotros un elemento
del Estado; pero no siempre ha sido considerado así. Como lo pudieron ver,
distintas corrientes han tratado de esclarecer la relación que existe entre am-
bos fenómenos. Así, para algunas doctrinas, el Estado es un proceso social en
el que el Derecho no interviene, pero al analizar esa postura nos damos cuen-
34
Porrúa Perez, Francisco. Op. Cit., p. 166. El maestro Porrúa atribuye la esquematización que nos
permite entender esta cuestion, como la planteamos, al profesor Manuel Pedroso.

145
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

ta que en el fondo sí están considerando que hay un orden legal dentro del
mismo. Además, un Estado sin Derecho sería un caos. Otras doctrinas hablan
de las dos facetas, como las de una moneda, pero son demasiado simplistas.
Una tercera corriente, la de Kelsen, habla de que el Estado y el Derecho son
la misma cosa, lo cual es falso, como pudimos verlo, porque existen aspectos
como la opinión pública o la «facticidad» (aceptación) que requiere el Dere-
cho Positivo para ser cumplido por la sociedad, que el derecho no puede regir
o abarcar, pero que son parte vital del Estado, y que incluso influyen en la
creación y validez del Derecho. Por otra parte, un orden jurídico sin el Estado
sería letra muerta. Finalmente llegamos a la conclusión de que el Estado es
el todo y el Derecho una parte de ese todo, que uno no puede existir sin el
otro, que se complementan, que el Estado debe crear al Derecho pero simul-
táneamente hacerlo valer, y también respetarlo, fenómeno al que hoy en día
se denomina: ESTADO DE DERECHO.

Actividades de aprendizaje relacionadas

UNICA.- Elaborar un cuadro sinóptico donde se presenten en columnas las


diferentes doctrinas que tratan de explicar cuál es la verdadera relación entre
el Estado y el Derecho.

Cuestionario Mínimo de la Unidad VI.

1. Distinguir entre bien común privado y bien común público.


2. Precisar brevemente en qué consisten los elementos formales del Bien
Público Temporal.
3. Explicar brevemente la doctrina Tomista sobre el bien común.
4. Explicar de manera sucinta cómo debe ser el tratamiento del estado en
los temas de economía, cultura y religión como ‘elementos materiales’ del
bien público.
5. Precisar en qué consiste la tarea de gobierno.
6. Precisar en qué consiste la tarea de administración.
7. ¿Cuáles son las fuentes de los servicios públicos?
8. Explicar las teorías sobre las relaciones de los gobernantes con el Poder
Público.

146
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

9. Explicar brevemente la doctrina de Kelsen sobre la naturaleza del po-


der del Estado.
10. Explicar brevemente la doctrina de Duguit sobre la naturaleza del po-
der del Estado.
11. Explicar brevemente la doctrina de Hauriou sobre la naturaleza del
poder del Estado.
12. Explicar brevemente la doctrina puramente sociológica sobre la rela-
ción del Derecho con el Estado.
13. Explicar brevemente la doctrina de las dos facetas.
14. Explicar brevemente la doctrina de la identidad sobre la relación del
Derecho con el Estado.
15. Conclusiones y postura correcta.

Bibliografía.

Bobbio, Norberto. Estado, Gobierno y Sociedad, Fondo de Cultura Económi-


ca, México, 2012.

Dabin, Jean. Doctrina General del Estado, unam, México, 2003.

De la Cueva, Mario. La idea del Estado, Fondo de Cultura Económica-unam,


1996.

Heller, Hermann. Teoría del Estado, Ed., Fondo de Cultura Económica, 1955.

Kelsen, Hans, Teoría General del Estado, C. I. I. en C. y H., /unam/ Ediciones


Coyoacán, México, 2004.

Porrúa Pérez, Francisco. Teoría del Estado, Ed., Porrúa, 1998.

Recaséns Siches, Luis. Panorama del Pensamiento Jurídico en el Siglo XX,


Ed., Porrúa, 1963.
Weber, Max. La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Trad. Luis Le-
gaz Lacambra, Editorial Revista de Derecho Privado, Madrid, 1955.

Zippelius, Reinhold. Teoría General del Estado, Ed., Porrúa–unam, 2002.

147
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

UNIDAD VII

LOS CARACTERES DEL ESTADO

VII.1.- La Personalidad del Estado

-Los caracteres del Estado.


-La personalidad moral del Estado.
-Teorías negativas de la personalidad.
-Doctrinas realistas.
-Teoría de la Fundación.
-Teoría de la Institución.
-Personalidad jurídica.
-Crítica a las Teoría negativas. Dabin.

Los caracteres del Estado.

Después de ver en la unidad anterior los elementos formativos o constituti-


vos del Estado, podemos decir que agotamos el estudio de los elementos que
integran el Estado, según un estudio analítico del mismo; pero si hacemos un
estudio sintético del Estado, entonces nos vamos a percatar que tiene, además
de dichos elementos, ciertas características. Esas características o caracte-
res del Estado son atributos, que no elementos del Estado, que le dan a éste
funcionalidad. Es decir, sin dichas notas el Estado no podría cumplir con su
encomienda, esto es, no podría funcionar, al menos no como Estado Moder-
no. Quiere decir, que tal vez podría existir el Estado, pero no como un Estado
acorde a la realidad contemporánea occidentalizada. Y es que dichas carac-
terísticas son las siguientes: La personalidad, tanto moral como jurídica del
Estado; la Soberanía y la sumisión del Estado al Derecho. ¿Podría celebrar
tratados internacionales y aglutinar de forma unánime o casi unánime esa
decision, la voluntad de la sociedad Estatal que le integra? ¿Podría hacer pre-
valecer e imponer su voluntad de decisión la comunidad organizada en forma
de Estado si carece de Soberanía? ¿O a caso podría tener la respetabilidad

149
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

necesaria en el ámbito internacional si no se somete al orden jurídico en su


trato a los gobernados?

La personalidad moral del Estado.

El problema en este tema, es que no sólo se ha negado la existencia de la per-


sonalidad moral del Estado, sino de la de cualquier corporación. Esto es, se
sostiene por un grupo importante de juristas y pensadores, que la personalidad
no es una realidad de las agrupaciones. En otras palabras, que no existen fuera
de la realidad física de sus integrantes. Vamos, simplemente, que no existen.
Que es, si acaso, una ficción que permite comprender ciertas cosas, como es
el hecho que el estado o cualquier corporación sobreviva a una serie sucesi-
va de generaciones de sus miembros, sin cambiar esencialmente su realidad
(unidad y perpetuidad), o que pueda ser sujeto de derechos y obligaciones.1 O
finalmente, que se puedan atribuir a los gobernantes ciertos actos como actos
de ‘gobierno’ y distinguirlos de los que realizan como meros ciudadanos.

Teorías negativas de la personalidad.

La base de las doctrinas que niegan la existencia de la personalidad del Estado


o de cualquier persona moral, se basa en la aseveración de que sólo las per-
sonas físicas están dotadas de conciencia y voluntad. Esa razón y voluntad,
continúan diciendo, son propias nada más de las personas biológicas, pues
son las únicas que realmente piensan por sí solas. Que en el fondo, la única
voluntad de decisión es la de los seres físicos que le integran o al menos la
de la mayoría de éstos. La escuela de la Exégesis, niega la personalidad del
estado y le atribuye su existencia a un acto de voluntad del legislador, ya que,
según esta, el legislador es el único capaz de crear la norma jurídica y por lo
tanto, una ficción de Derecho, que sería el caso de la personalidad del Estado,
que el legislador le atribuye para darle capacidad para realizar actos jurídicos,
en vista de la necesidad de esto. Sin embargo, esta postura cae por su propio
peso, porque ¿qué a caso el legislador no es tan sólo una parte, una expresión

1
Zippelius, Reinhold. Op. Cit., p. 89.

150
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

u órgano del poder público que es un elemento del Estado? ¿cómo es entonces
que puede darle vida al Estado?
Savigny2 participa de esta postura, que se aglutina con otras en torno a
la teoría de la ficción, y afirma que es en vista de la utilidad que significa la
personalidad del Estado, el que el legislador le de creación. Se necesita para
tutelar el interés colectivo.
Por su parte, León Duguit3 afirma categórica y rotundamente que es
inaceptable creer en la existencia de la personalidad del Estado. Para él sólo
existen los ciudadanos que son los únicos con conciencia y voluntad, y que el
Estado es tan sólo la abstracción de estos. Fuera de ellos el Estado no existe, y
como ellos están sometidos al Derecho, debe anteponerse el Derecho objetivo
al subjetivo. Por ende, no existen derechos subjetivos. Por lo tanto, no existe
tampoco un ente con personalidad, es decir sujeto de derechos y obligaciones,
porque ni siquiera existen los individuos como sujetos de derechos (derechos
subjetivos). Termina pues esta doctrina por negar todo derecho subjetivo, y
ya que, desde su punto de vista, es preferible que predomine la sumisión del
Estado al Derecho, para salvaguardar de esta manera los derechos de los ciu-
dadanos que no tienen derechos subjetivos, pues es mejor desechar la idea de
la personalidad del Estado.

Doctrinas realistas.

Estas doctrinas sí aceptan que exista la personalidad del Estado. Esto es, que
el Estado tiene una existencia real fuera de la mente de los individuos. Así,
como es lógico, la doctrina de Gierke,4 del organicismo biológico, que atri-
buye al Estado una naturaleza biológica, similar a la de un ser gigantesco, en
el que el lugar de células lo ocupan los hombres, pues tenía que reconocer
una existencia real a la personalidad del Estado. Pero como sabemos, esta
doctrina es una falacia, aunque acierte al decir que sí existe la personalidad
del Estado.

2
Ibidem p. 87.
3
Citado por Porrúa. Op. Cit., p. 328.
4
Citado por Zippelius Op. Cit. p. 88

151
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

Teoría de la Fundación.

Esta teoría es realista porque atribuye a la personalidad moral una existencia


real, que deviene de la necesidad de que se cumplan los fines del Estado,
razón por la que se ‘funda’ como una situación específica para lograr sus
objetivos.5

Teoría de la Institución.

De Hauriou y Renard,6 esta corriente reconoce la personalidad del estado


como una realidad propia del cuerpo constituido que es el Estado, el cual tie-
ne a sus órganos, los cuales cada uno representa a todo el cuerpo. Recordemos
que Hauriou es postulador de la doctrina del órgano u órganos de gobierno,
pero que nada tiene que ver con un cuerpo biológico, si no que ese cuerpo es
una institución creada en vista del fin que se persigue, que en todos los casos
de la personas morales es un bien común, es decir, que tiene un carácter mo-
ral.

Personalidad jurídica.

Hauriou7 sostiene que la personalidad del Estado requiere ser dotada de la per-
sonalidad jurídica, y que ésta, como en el caso de las personas físicas, no es
más que una ‘máscara’ como lo explicaban los antiguos griegos. Siendo real
la personalidad moral, es indispensable que cuente con la personalidad jurídi-
ca que le permitirá cumplir con sus fines, pues además de representar el inte-
rés social, las instituciones, como el Estado, tienen funciones en el campo del
Derecho en el cual sí le es creada o atribuida esa personalidad jurídica. Según
Zippelius,8 que niega la realidad de la persona colectiva, la persona jurídica es
un medio de imputación racionalmente construido. Es por lo tanto el Estado,
para este autor, una unidad de imputación, imputación que le atribuye la Ley.

5
Porrúa Pérez. Francisco. Op. Cit., p. 329.
6
Ibidem. p. 330.
7
Cita de Dabin. Op. Cit. p. 110.
8
Zippelius, Reinhold. Op. Cit., p. 89.

152
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

Crítica a las teorías negativas. Dabin.

Dabin9 precisa que son dos los errores de aquellos que niegan la existencia
real de la personalidad del Estado. Para comenzar, su postura errática se inicia
al considerar que en las comunidades no existe otra cosa más que una suma de
individuos. Luego entonces, parecen no mirar que existe un interés que rebasa
el de la suma de los sujetos, que es el bien común, pues aunque en un mo-
mento dado pudiese no estar de acuerdo algún grupo más o menos poderoso,
con el derrotero que siga el Estado, siempre prevalecerá el interés común, en
obsequio a que la verdad termina por imponerse tarde o temprano, sea en la
presente o en subsecuentes generaciones, lo cual no podrían evitar las presen-
tes. Con todo y los egoísmos de las personas humanas, en una comunidad, por
interés propio, las personas físicas anteponen el interés colectivo, y en esto sí
hay unidad. Esta unidad es real y se antepone a los intereses de los individuos.
Además de que no se pueden comparar las personas físicas con las personas
morales, pues éstas son creación de la cultura humana.
Y que el segundo error es pensar que solo las personas físicas tienen
razón y voluntad. Justamente porque la naturaleza de las personas colectivas
es distinta de la de las personas físicas, no se puede exigir que tengan atribu-
tos propios de las personas humanas para atribuirles carácter real. Tampoco
se trata de retomar la doctrina de La voluntad General y la Conciencia Social,
propias del racionalismo decimonónico del racionalismo de Loke, Rouseau
o Durkeim, porque esa voluntad general y conciencia social a la que ellos
se referían, venían a sustituir a la conciencia individual, y eso tampoco es
posible. Simplemente, es un hecho relacionado con la realidad el que tengan
existencia las personas morales, porque se crean en función de un fin, y de-
bido a ese mismo fin es que el derecho les atribuye la posibilidad de realizar
actos jurídicos y ser titular de derechos y obligaciones. O si se prefiere negar
la existencia real del ente colectivo, al menos, como dice Zippelius,10 existe
una construcción escalonada de deberes y derechos de un grupo de hombres
que tienen el deber de actuar a nombre del Estado, es sólo el medio como se
hace efectiva esa unidad de imputación.
9
Dabin, Jean. Op. Cit., pp. 105-109.
10
Zippelius, Reinhold. Op. Cit., p. 90.

153
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

Para terminar el tema de la personalidad del Estado es preciso señalar


dos cuestiones que llaman a discusión. La primera, que no existen grados de
la personalidad.11 Como algunos autores insisten que dicha personalidad tiene
un grado superior en proporción directa a lo democrático que sea el Estado,
vale corregir esa idea errónea, pues la legitimidad de un gobierno no tiene
que ver con la personalidad moral y jurídica del mismo. Un Estado despótico
igual debe responder que aquel democrático de sus deberes.
La otra cuestión se refiere a la supuesta diversidad de personalidades
de un Estado. Que si el municipio tiene una personalidad, una secretaría de
Estado otra y la federación una más, es falso. La unidad de la personalidad del
Estado es incontrovertible,12 pues único es el fin que persigue, si a caso, recu-
rriendo una vez más a Zippelius,13 sólo hay diversidad de competencias. Estas
sí, desde luego las atribuye el Derecho Constitucional o el Administrativo.

Resumen

Hemos visto que la cuestión en torno a si existe o no la personalidad de las


personas morales no se limita al Estado, sino a cualquier persona Colectiva.
Simplemente los que la niegan son civilistas que niegan la existencia de las
personas morales por no tener voluntad y conciencia propia, aduciendo que
esa voluntad y conciencia son de las personas físicas que las encabezan. Que
si se acepta tal, es una mera ficción de Derecho porque facilita explicarse el
por qué se perpetúan más allá de la existencia de las personas físicas y permi-
te diferenciar los actos de los directivos en sus dos vertientes, como personas
físicas y como representantes de aquellas entidades colectivas. Sin embargo,
esa explicación que podría ser válida respecto de cualquier ente colectivo, sea
empresa, sindicato, etc., respecto del Estado no puede ser válida porque una
ficción jurídica es una ficción de derecho creada por el legislador, pero en este
caso sería tanto como creer que los diputados crean al Estado. Por otra parte,
sin recurrir a explicaciones ya superadas de los enciclopedistas franceses o
ingleses, racionalistas, como Rouseau, que hablaban de la Voluntad General

11
Dabin, Jean. Op. Cit., p. 109..
12
Ibidem. p. 111.
13
Zippelius, Reinhold. Op. Cit., p. 90.

154
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

y de la Conciencia Social, el hecho es que los entes colectivos, como lo es el


Estado, son creados por el ser humano para alcanzar fines específicos de natu-
raleza colectiva, que es un bien común, que justifica moralmente la existencia
de esas personas colectivas, que tienen un interés propio, en un momento
dado, superior al interés individual, porque es en bien de las personas físicas
que le integran y le dan vida. Esa personalidad moral será simultáneamente
jurídica para que el Estado pueda contraer obligaciones jurídicas y así con-
tinuar alcanzando sus fines. Es única, no hay grados, sino los que implica la
comparación entre Estados modernos o no, y le es indispensable al Estado.

Actividades de Aprendizaje.

1. Elaborar un síntesis sobre las doctrinas que tratan el asunto de la perso-


nalidad del Estado.
2. Elaborar una relación de los pros y los contras de considerar cierta la
personalidad del Estado.

VII.2.- La Soberanía

-Carácter interno y carácter externo de la soberanía.


-Objeciones al concepto de soberanía.
-Caracteres de la soberanía.
-Limitaciones de la Soberanía.
-Sumisión de la Soberanía.

Carácter interno y carácter externo de la soberanía.

Toca ahora revisar otra característica del Estado: La Soberanía. Sólo que no
nos detendremos en revisar las múltiples doctrinas que sobre dicho tema se
han vertido, porque a fin de cuentas, cuando repasamos el pensamiento políti-
co en la historia, justamente el tema central fue el poder del Estado. Porque de
hecho, en torno a este concepto se han centrado todas las discusiones. Si era
en la antigüedad, la divinidad de los faraones o el derecho de las oligarquías
democráticas de Grecia y Roma para mandar. Si en la Edad Media, el poder

155
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

de los Papas, del emperador, de los monarcas o de los señores feudales según
la interpretación que se diera a la ’Potestad de Dios’. Durante el Renacimien-
to el ‘Derecho divino de mandar’ de los reyes en el absolutismo; finalmente,
con origen en el pueblo de las nacientes sociedades liberales, o bien como
derecho conquistado por la fuerza de la clase social de los trabajadores en
la concepción marxista. Todo esto, sin pasar por alto que es Bodino a quien
debemos el concepto de soberanía al definirla como el poder absoluto y per-
petuo de una República. Por último, vimos que, según las más recientes pos-
turas, el poder es un elemento del Estado, nace con el Estado y le pertenece a
la sociedad estatal toda, considerando en ella a gobernantes y a gobernados.
Siendo precísamente el hecho de que provenga ese poder de la sociedad y sea
expresion de la voluntad unida de la misma que se da así misma ese poder,
que podemos decir que éste es soberano. Luego entonces concluimos que la
soberanía es un atributo del poder del Estado, y por ende, del Estado.
Por lo tanto ahora lo que importa saber es cómo opera la soberanía. Y
damos inicio diciendo que tiene dos aspectos: Uno interno y otro externo.14
El interno nos refiere a que es el atributo del poder del Estado, que significa
que está por encima de cualquier otro poder, sea de individuos o de grupos,
ante ninguno de los cuales se ha de inclinar si lo que se pretende es buscar el
bien común; y que le permite a la sociedad, de la cual emana, darse su propio
orden jurídico.
En su aspecto externo no significa que ese poder esté por encima de
cualquier otro poder, si no que es independiente de toda otra nación. Así, el
concepto de Soberanía se construye uniendo los dos aspectos: Es el atributo
del poder del Estado, el cual le faculta en lo interno estar por encima de cual-
quier otro poder, como consecuenia de ser la voluntad decisoria de la socie-
dad estatal de la cual emana, lo que le permite a esta regirse, dándose su pro-
pio orden jurídico, y en lo externo ser independiente de cualquier otro Estado.

14
Teoría que sustenta Dabin. Op. Cit., pp. 116-117 y que sigue Porrúa.

156
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

Objeciones al concepto de soberanía.

Por supuesto en tratándose de la soberanía también se ha discutido su existen-


cia, y más ahora con el proceso de “globalización” de todo orden: comercial,
industrial, militar, y hasta criminal. Uno de los más fervientes opositores a
ese concepto es Duguit.15 Para esto, Duguit se sostiene en tres afirmaciones
que, para él, no tienen solución: 1ª Que no es posible encontrar el origen de la
soberanía. 2ª Que no es posible encontrar al titular de la soberanía. Y 3ª Que
no se puede encontrar justificación a la sumisión de la soberanía al Derecho.
Respecto de la 1ª diremos lo siguiente. Efectivamente, todas las corrien-
tes históricas, como lo recordamos líneas atrás, han fallado, pues ciertamente,
no podemos encontrar el origen de la soberanía en la divinidad de sujetos,
o de derechos divinos provenientes de la potestad de Dios, al menos no in-
mediatamente, pues no es científico. Tampoco en facultades provenientes de
clases privilegiadas, lo mismo oligárquicas que sectarias, ya sea correspon-
diente a la masa o pueblo hipostasiado o a ciertas clases, por demagógicas e
irreales. Porque ningún derecho da potestad a sector específico de la sociedad
a gobernar sobre los demás. Como vimos, el origen del Poder del Estado está
en la sociedad toda, como el origen del Estado está en la sociedad toda. Es
necesario que el Estado cuente con ese poder rector, pues de lo contrario no
podría alcanzar sus fines. La naturaleza del Estado así lo exige, por lo tanto,
es un hecho incontrovertido. Es simplemente un hecho, su origen está pues en
los hechos, es propio por lo tanto, del Derecho Natural.
La 2ª objeción tiene respuesta más sencilla. Por supuesto aquí las doc-
trinas pasadas nuevamente nos llevarían a buscar un titular en el monarca,
en el pueblo, en una clase social, etc., pero simplemente, como no se trata de
un derecho, si no de un atributo del Estado, no tiene por qué tener ‘titulares’;
esto es un concepto jurídico, sólo los derechos tienen titulares que ejercen un
derecho subjetivo, pero el Estado ‘es’ soberano. Esto quiere decir que simple-
mente es un atributo que le corresponde también por los hechos. En todo caso,
si de buscarle un titular se trata, se puede decir que el titular es el Estado, pues
a él le pertenece ese atributo.

15
La doctrina negative de la soberanía que formula Duguit y su crítica la expone Dabin. Op. Cit., p. 117.

157
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

La 3ª objeción también es refutable de la forma siguiente: ¿Qué no es


posible concebir que la soberanía esté sometida al Derecho puesto que desde
ese momento dejaría de ser soberana? Falso. La soberanía no es un atributo
arbitrario. Es verdad que el Derecho es creado por la potestad del Estado, es
decir por la voluntad de la sociedad, pero ello no quiere decir que el poder
del Estado deba regir por encima de él, si no por el contrario, como tiene un
fin que no es otro que el bien común, y el Derecho también se crea sólo con
ese propósito, el poder sólo se puede ejercer dentro del campo del Derecho,
puesto que fuera de él no existe, ya que si así fuera no tendría freno ante los
Derechos Humanos de la ciudadanía.

Caracteres de la soberanía.

Por lo que acabamos de decir al final es por lo que descubrimos las dos ca-
racterísticas de la Soberanía: Que es esencial al Estado y relativa a todas
las cosas que le conciernen al Estado.16 Es esencial al Estado supuesto que
el Estado, si no contara con que su poder esté por encima de cualquier otro
poder, no podría lograr sus propósitos. Se requiere de esa potestad para que
pueda funcionar el Estado. Pero al mismo tiempo, justamente, porque como
el Estado muchas veces tiene que tratar desde otro nivel con los individuos,
descendiendo a la posición de éstos, en ese instante, deja de tener soberanía
porque entonces cualquier trato con él sería desventajoso. Así, la Soberanía
existe únicamente en aquellos casos en que el Estado se comporta como Es-
tado, en las cosas que le conciernen como tal.

Limitaciones de la soberanía.

Por lo antes dicho se nos facilita la comprensión de que la Soberanía tiene


limitaciones. Esos factores que marcan límites a la soberanía, o mejor dicho
al ejercicio de la soberanía, son por lo tanto dos: El Derecho y el Bien Público
Temporal. Vimos cómo el poder del Estado no puede estar por sobre encima
del Derecho, aunque sea su creación, y en cierto sentido sí lo está, porque lo

16
Ibidem. p. 125.

158
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

puede transformar o modificar, pero no lo puede violar, porque esto estaría


contra la naturaleza del Estado, del poder del Estado y del Derecho. Éste
se crea para beneficio de la ciudadanía, debe ser por lo tanto un dique para
el ejercicio abusivo del poder del Estado. De ahí que el individuo se pueda
defender contra la violación a sus derechos con instrumentos que el mismo
Estado pone a su servicio. Por otra parte, dado que el bien público temporal
es un imperativo del Estado, también lo debe ser de la soberanía y de su ejer-
cicio.

Sumisión de la soberanía.

Así la sumisión de la soberanía se explica porque no se trata de un poder


desorbitado, si no que es un atributo del Estado que es creado a la medida
del Estado, para que este alcance su fin, de manera que tampoco es correcto
concebir esta sumisión como una autolimitación de la Soberanía, que primero
crea al Derecho y luego se autolimita, porque eso sería atribuirle facultades
reflexivas al Estado o a la soberanía como tal. Es que simplemente la sobera-
nía sólo puede existir dentro del Derecho porque como éste son notas nece-
sarias del Estado.

Resumen

Como ustedes pudieron ver, la soberanía es un atributo, es decir, un adjetivo


del poder del Estado. Durante mucho tiempo se discutió si ese poder le era
inherente al monarca, al Papa, al emperador, después se dijo que al Pueblo.
Aún se dice en nuestra Constitución que es del pueblo, pero se aclara que
originariamente, y esto ya implica explicaciones. Se supone que un pueblo
cuando es soberano es dueño de su destino, y es capaz de darse así mismo sus
propias leyes que considere que le han de permitir desarrollarse, pero como lo
podemos ver, aún en los países que actualmente son modelo de democracia,
muchas veces la opinión del pueblo no es escuchada por los gobernantes, al
menos no de maneera inmediata. La Soberanía es un atributo del poder del
Estado que le permite, en lo interno, imponerse a cualquier otro poder que
se genere dentro del mismo y a la sociedad que le integra darse sus propias

159
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

leyes, en tanto que en lo externo le significa ser independiente de cualquier


otro Estado. Pero la soberanía, o mejor dicho, el ejercicio de la soberanía,
tiene límites que le marcan el propio derecho y el bien común, porque debe
corresponder exactamente a las necesidades y exigencias de la sociedad que
conforma ese Estado. Por supuesto que el fenómeno de la globalización es
atentatorio de la soberanía, si pensamos en ésta como ese poder que no tolera
nada externo, pero si pensamos en ella como un traje hecho a la medida y
gusto de la sociedad, esta marca las pautas a la injerencia internacional.

Actividades de aprendizaje.

UNICA: Realizar una investigación sobre los más modernos conceptos de la


soberanía e investigar los de las escuelas clásicas y compararlos, explicando
en qué consiste la globalización que sufre actualmente el mundo y si esta
afecta el concepto de la soberanía.

VII.3.- La Sumisión del Estado al Derecho

-Límites racionales y objetivos de la soberanía.


-Controles supranacionales y controles internos de la soberanía.
Límites racionales y objetivos de la soberanía.

Como vimos en el tema anterior, la soberanía como atributo del Estado es


indispensable para que este logre sus fines, pero igualmente vimos que la
soberanía no puede significar que el poder del Estado sea desorbitado, vimos
que debe tener límites que le marcan el Derecho y el bien público, esto quiere
decir, que la soberanía está circunscrita a una competencia. Adentrándonos
más a este tema, nos percatamos que así como la soberanía le es indispensa-
ble al Estado, vemos que también la limitación al ejercicio de la soberanía es
necesaria.
En primer lugar, el Estado tiene un límite marcado por lo racional y lo
objetivo.17 Esto significa que lo racional es que el Estado no debe rebasar,
17
Dabin Jean. Op. Cit., p.135.

160
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

pero al mismo tiempo debe alcanzar, su objetivo, que es el fin que busca, que
lo integra el Bien Público Temporal. Así tenemos precisada su competen-
cia, y esta se define por el Derecho. Esta norma es tanto del derecho natural
como público. El derecho natural precisa los limites racionales y objetivos
de la finalidad del Estado. ¿Hasta donde debe alcanzar la esfera de acción
del Estado? El fin es el bien común y esto tiene un significado positivo. Es
la norma positiva. Dónde no debe inmiscuirse el Estado, se establece en una
norma negativa. Generalmente esta norma la marca el Derecho Positivo y,
concretamente, el Derecho Constitucional y el Administrativo. Las garantías,
prerrogativas o Derechos Humanos de los ciudadanos (aunque esencialmente
tienen sus diferencias semánticas) Se establecen en la parte dogmática de la
Constitución. Las funciones de los gobernantes se dictan por el Derecho Ad-
ministrativo y se encuentran en la parte orgánica de aquella. Preferentemente,
la norma negativa se determina por lo temporal y lo público.18 Temporal, pues
como lo señalamos al referirnos al bien público que debe ser temporal, es
decir, que no debe confundirse con el bien intemporal, pues éste corresponde
a lo espiritual; y lo público precisa que el Estado no debe entrometerse en la
esfera de acción privada de los particulares.
Desde luego estos límites fluctúan a partir de la concepción filosófi-
co-política que se tiene respecto de la función del Estado. Desde el punto de
vista liberal burgués y, consecuentemente, capitalista, se sostiene el principio
de que el Estado se debe limitar a gobernar y no marcar límites a la actividad
del ciudadano si no en lo estrictamente necesario, “dejar hacer”, sólo que esta
política lleva a una situación injusta en donde por supuesto resulta favorecido
el poderoso, el rico, el fuerte, dejándose a su merced a los pobres y margina-
dos. Por otra parte, los principios Marxistas propugnan por el principio de la
rectoría absoluta del Estado, que llega a asfixiar al ciudadano, entrometiéndo-
se hasta en su esfera más íntima. Es el caso de China, que limita al ciudadano
a tener un solo hijo, so pena de castigos severos.

Controles internos y controles supranacionales de la soberanía.

En principio el Estado Moderno se perfecciona con el advenimiento del Es-


tado Contemporáneo. Era la nota que le hacía falta al Estado Moderno, que
18
Ibidem. p. 136.

161
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

nace con la consolidación del poder del soberano, al finalizar la Edad Media,
pero como se pudo advertir, el monarca, no teniendo límites, de inmediato
cayó en el absolutismo. De ahí que desde luego surgiera la necesidad de bus-
car límites al ejercicio del poder. Por eso, las primeras revoluciones sociales
nacidas del liberalismo racionalista lo primero que postularon fue la ‘división
de poderes’. Aquí, precisamente en la estructura del Estado Contemporáneo,
tenemos el primer paso a la limitación del ejercicio del poder. Se trata de un
sistema de “checks and balances”19 Casi todas las formas estatales democráti-
cas han adoptado este principio, que y aún cuando ya lo vemos delineado en
Polibio, es a Locke, pero sobre todo a Montesquieu a quien toca precisarlo.
Pero como por supuesto no fue suficiente que el poder del Estado, tal y
como todavía nos lo marca la Constitución, siendo uno, se dividiera para su
ejercicio en Ejecutivo, Legislativo y Judicial, fue necesario introducir medios
de control. En nuestro país gozamos de un medio de control que tiene una par-
ticular estructura, fruto de la experiencia jurídica mexicana. Es un medio de
control jurisdiccional porque está en manos de los jueces su regulación, concre-
tamente, de los jueces federales. Me refiero al Juicio de Amparo.
Recientemente, habida cuenta de la particular complejidad del Juicio de
Amparo para el ciudadano común, que no puede recurrir a él fácilmente, si no
que casi necesariamente tiene que recurrir a manos profesionales para su trá-
mite, y a un estado de cosas en tratándose de la violación a las garantías ciuda-
danas, que llegó a su límite, surgió el Sistema Público Nacional de Protección
a los Derechos Humanos, integrado en principio por la Comisión Nacional de
Derechos Humanos y por las comisiones estatales y procuradurías locales de
protección a los Derechos Humanos.
Existen también controles supranacionales de protección a los Derechos
Humanos.20 Estos son el fruto de la exigencia en los organismos internaciona-
les, tales como la onu, la oea, etc. de que en los países no se deje nada más al
arbitrio de los gobiernos el control de la soberanía, sobre todo, después de la
terrible experiencia de la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto, debido a
la ineficacia del Pacto de Versalles que se firmó al final de la Primera Confla-
gración Mundial y de la Liga de las Naciones que surgió en el ínter de las dos

19
Zippelius, Reinhold. Op. Cit., p. 61.
20
Dabin Jean. Op. Cit., p.143.

162
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

guerras. De esta manera surgieron la Declaración Universal de los Derechos


Humanos en Nueva York, la Declaración Americana de los Derechos y Deberes
del Hombre, en Bogotá, etc.; así como las comisiones encargadas de vigilar su
observación: el Consejo de Derechos Humanos de la onu, la Comisión Intera-
mericana de Derechos Humanos, etc.; y los tribunales encargados de sancionar
la violación de esos derechos, como la Corte Penal Internacional, la Corte In-
teramericana de Derechos Humanos, etc.; por la sencilla razón que dice Bobbio
que ningún Estado está solo.21
Finalmente, podemos decir que ningún medio de control es efectivo,
que siempre habrá, dada la naturaleza humana, la tentación en los gobernan-
tes de abusar del poder, sobre todo, en la medida en que sean menos demo-
cráticas las sociedades.
++Resumen.

Frecuentemente vemos que la expresión original de la voluntad del pueblo


falla, y que si el poder del Estado es tal porque representa la voluntad de la so-
ciedad, y que por lo tanto debe imponerse a todo otro poder dentro del mismo,
sea individual o colectivo, y ser independiente del poder de otros Estados;
que bueno que sea así, pero ¿quién interpreta y conoce en todo momento la
voluntad ciudadana, que lo pueda aplicar sin fallar, o que sea tan perfecto que
no lo desvíe? Por este motivo, a sabiendas de la falibilidad de los gobernan-
tes, que son los que tienen a su alcance el uso del Poder del Estado, con todo
y su atributo de supremacía, los Estados modernos deben estar de tal forma
estructurados, que sus instituciones funcionen sometidas al Derecho, con una
fuerte facultad jurisdiccional que proteja los Derechos Humanos (contenidos
en nuestra Constitución en la forma de Garantías Individuales), y más aún,
para fortalecer tal compromiso ante el concierto internacional, admitir una
vigilancia aceptada (por ello no vulnera la independencia) de los organismos
mundiales de protección de los Derechos Humanos.

Actividades de aprendizaje.

1. Investigar cuales son los controles supranacionales de la soberanía a que


está comprometido México.
21
Bobbio, Norberto. Op. Cit., p. 139.

163
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

2. Investigar cuál es el mas moderno control interno de la Soberanía que


opera en México y desde cuando está en vigor y a través de qué institu-
ciones.

Cuestionario Mínimo de la Unidad VII.

1. Precisar loas caracteres del Estado.


2. Explicar brevemente la doctrina negativa respecto de la personalidad del
Estado formulada por la escuela de la Exégesis y Sabigny.
3. Explicar brevemente la doctrina negativa respecto de la personalidad del
Estado formulada Duguit.
4. Explicar brevemente la doctrina realista respecto de la personalidad del
Estado formulada Gierke.
5. Explicar brevemente la doctrina realista respecto de la personalidad del
Estado llamada de la ‘Fundación’.
6. Explicar brevemente la doctrina realista respecto de la personalidad del
Estado llamada de la ‘Institución’.
7. Crítica a las Teoría negativas formulada por Dabin.
8. Explicar el carácter interno y el carácter externo de la Soberanía.
9. Explicar brevemente las objeciones a la Soberanía que formula Duguit.
10. Precisar cuales son las características de la Soberanía.
11. Precisar cuáles son las limitaciones a la Soberanía.
12. Precisar en qué consisten los límites racionales y objetivos a la Sobe-
ranía.
13. Precisar cuáles son los Controles Internos a la Soberanía.
14. Precisar en qué consisten los controles externos a la Soberanía.

Bibliografía.

Bobbio, Norberto. Estado, Gobierno y Sociedad, Fondo de Cultura Económi-


ca, México, 2012.

Dabin, Jean. Doctrina General del Estado, unam, México, 2003.

164
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

Heller, Hermann. Teoría del Estado, Ed., Fondo de Cultura Económica, 1955.

Porrúa Pérez, Francisco. Teoría del Estado, Ed., Porrúa, 1998.

Zippelius, Reinhold. Teoría General del Estado, Editorial Porrúa-unam. Mé-


xico, 2002.

165
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

UNIDAD VIII

FORMAS DE GOBIERNO Y FORMAS DE ESTADO,


LOS ÓRGANOS DE GOBIERNO Y LAS FUNCIONES DEL ESTADO

VIII.1 Formas de Gobierno y Formas de Estado

-Primeras clasificaciones.
-Distintas clasificaciones.
-Formas de Gobierno. Monarquías
-Formas de Gobierno. Repúblicas.
- Formas de Estado.
-Las Confederaciones y Organismos Internacionales.

Primeras clasificaciones.

La tentación por clasificar las formas de gobierno proviene desde la época


de los griegos antiguos. Platón1 hizo una primera clasificación, que se puede
decir cuantitativa, ya que se basaba en el número de personas que se ponían al
frente del gobierno. Así había, para él, la monarquía, gobierno de un solo in-
dividuo; la aristocracia, gobierno de un grupo; y la democracia, gobierno del
pueblo. Aristóteles2 propuso, a partir de esta clasificación, otra con carácter
cualitativo, pues no solo contaba el número de personas al mando, sino tam-
bién la calidad. De esta manera, las formas de gobierno se podían clasificar
en puras e impuras. Las primeras las que señalaba Platón, y las impuras en la
degradación de cada una, así, la monarquía caía en la tiranía; la aristocracia
en oligarquía y la democracia en demagogia.
Siglos más tarde esta tentación vuelve cuando ya se define el predomi-
nio del poder temporal sobre la iglesia. De esta suerte, Maquiavelo3 indica
que son dos las formas de gobierno: Principados y Repúblicas. Recordemos
que él le llama principados a las Monarquías.

1
Platón. Op. Cit., p. 511.
2
Aristóteles.Op. Cit.,. p. 76.
3
Maquiavelo, Nicolás. El Príncipe. Op. Cit., p. 79.

167
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

Distintas clasificaciones.

Actualmente la tendencia, en vista de la aparente realidad, es que se clasi-


fiquen en Monarquías y Repúblicas. Heller4 considera que se clasifican en
Autocracias y Democracias. Desde luego la denominación de autocracia pro-
viene del principio de que la soberanía la ejerce un solo individuo que se
convierte en autócrata porque en él se reúnen el Jefe de Estado y de Gobierno.
En la democracia cuenta el hecho de que la soberanía se ejerza por el pue-
blo. En todo caso, esta podría ser la forma de clasificación cualitativa de la
actualidad. Para Heller es básica la forma en que se distribuye el poder para
determinar la forma de Estado, y la manera en que se organiza el Poder para
determinar la forma de gobierno.5 En todo caso, la diferencia entre forma de
estado y forma de gobierno, es que ésta se refiere solo a una parte o elemento
del Estado: el poder, y como se organiza éste. En tanto que la forma de Estado
hace alución a todo el Estado, ya su unidad, ya en la distribución o reparto del
ejercicio del poder en diversos niveles de competencia.6

Formas de Gobierno. Monarquías.

Las monarquías tienen sus rasgos comunes en los siguientes hechos: Son vi-
talicias, hereditarias y el poder es ejercido por un solo hombre.
Las monarquías se dividen en absolutas y constitucionales.7 En las ab-
solutas al poder del monarca no se antepone nada; en las constitucionales se
antepone una constitución, a estas también suele llamárseles monarquías mo-
deradas.
La monarquía constitucional puede ser pura o parlamentaria. La parla-
mentaria se distingue porque el Monarca únicamente tiene el carácter de Jefe
de Estado, en tanto que el gobierno se ejerce desde el Parlamento, al frente del
cual hay un Jefe de Gobierno. Es el caso de España o Inglaterra.

4
Heller, Hermann. Op. Cit., p. 265.
5
Idem.
6
Serra Rojas, Andrés. Teoría del Estado. 16a. Ed. Editorial Porrúa. México. 2003. p. 455.
7
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit., p. 468.

168
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

Las monarquías pueden tener el carácter de Uniones Reales y Uniones


Personales. Las Uniones Reales se presentan cuando un monarca es al mismo
tiempo soberano de dos Estados. En tanto que en la Unión Personal los ciu-
dadanos de un estado adoptan como su monarca al monarca que es al mismo
tiempo rey de otro país. El primero es el caso de la Gran Bretaña que integran
Inglaterra, Escocia, Irlanda del Norte y País de Gales, mientras que el segundo
caso es por ejemplo el de Canadá o Australia que adoptan el símbolo monár-
quico de Inglaterra.

Formas de Gobierno. Repúblicas.

Las repúblicas se caracterizan porque quienes ejercen el gobierno lo adquieren


mediante elección popular, su permanencia al frente del mismo es temporal y
el ejercicio del poder está dividido entre distintos individuos.
Las Repúblicas son presidencialistas o parlamentarias.8 En las primeras
el Presidente es el Jefe de gobierno y Jefe de Estado, siendo los secretarios de
Estado solamente colaboradores directos de él; en tanto que en las parlamenta-
rias el Presidente es únicamente el Jefe de Estado, habiendo un Jefe de Gobier-
no al frente del parlamento, el cual nombra directamente a los secretarios que
serán llamados ministros y quienes responderán ante el parlamento y no ante
el presidente. El primer caso es el de México y el segundo de Francia.

Formas de Estado.

Los Estados se pueden clasificar, más que nada, por la manera en que se
distribuye el Poder como decía Heller, y la forma de distribuirse el poder
radica principalmente en la estructura que adopte a partir de distintos niveles
de mando. Así tenemos los Estados Unitarios o Centralistas y los Federales.
En los Unitarios hay un sólo mando central de gobierno; si acaso en el nivel
municipal podrá elegirse otra representación, pero generalmente cualquier
división territorial es bajo la forma departamental, esto es, los gobiernos lo-
cales no son más que administradores designados por el gobierno central. En
mientras que en los gobiernos federales hay un gobierno que está al frente de
8
Idem.

169
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

toda la unión, pero existen entidades que conservan cierta autonomía, y aún
más, todavía la administración municipal tiene prerrogativas decisorias.9 Pero
siempre conservan el carácter de ser un solo Estado. Es el caso de los Estados
Unidos de Norteamérica o México, en tanto que repúblicas centralistas son
como Guatemala.

Las Confederaciones y Organismos Internacionales.

Las confederaciones no constituyen un macro Estado, comúnmente son pac-


tos con alguna naturaleza específica, ya sea de carácter económico o militar.
Es el caso de la Unión Europea o de la otan. En tanto que los organismos
internacionales tienen una finalidad diplomática para favorecer las soluciones
pacíficas y el desarrollo de los pueblos. Se trata de la onu, de la oea, etc.

Actividades de Aprendizaje.

1. Investigar cuales son, de donde provienen y en qué consisten las pro-


puestas de la pretendida reforma del Estado Mexicano.
2. Revisar el contenido de los artículos del 39 al 41 primer parrafo, 49, 50,
80, 94 y 115 de la Constitución Política de los Estado Unidos Mexicanos
y comentarlos.

Cuestionario relacionado.

1. ¿En qué basaron su clasificación de las formas de gobierno


Platón y Aristóteles, y cómo las dividieron?
2. En qué consiste la forma de Gobierno Monárquica y cómo se subclasi-
fica.
3. En qué consiste la forma de Gobierno Republicana y cómo se dividen
las repúblicas.
4. ¿Cómo se clasifican las formas de Estado?

9
Hamilton, A., Madison, S., y Jay, J. El Federalista. Fondo de Cultura Económica. México. 1998. p.
149.

170
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

VIII.2.- Los Órganos del Estado.

Los Órganos del Estado.

Para hablar de los órganos del Estado, era necesario hacerlo en este apartado,
una vez que se ha tenido la comprensión sobre la esencia del bien público
temporal, y una vez que se comprendió, también, el tema del poder del Estado
y de la soberanía. Esto, porque sin recordar cuáles son los elementos formales
del bien público y hacia cual de éstos va encaminada cada una de las tareas
del poder público, no podemos entender el por qué se clasifican, en la forma
que ocurre, los órganos del Estado y, por supuesto, la razón de que se dividan,
de igual modo, las funciones del poder del Estado, que aún y cuando la razón
política y subyacente es evitar la concentración del poder, la razón funcional
es estructural y, por supuesto orgánica. De igual manera, ahora, en este tema
asimilaremos mejor el por qué es más correcto entender que el poder público
se estructura en órganos de gobierno y no se trata de un mero mandato el de
los gobernantes, cuestión que vimos en el tema del poder público. Y final-
mente sabremos la razón de por qué de esta manera se comprende mejor que
son distintos los órganos y las funciones.
Para comenzar diremos que a partir de que aceptamos la existencia de
la personalidad moral del Estado, entendemos que éste, al carecer realmente
de voluntad y conciencia propias, necesita actuar con independencia de las
actividades de los gobernantes que atienden los distintos cargos, y así, si bien
es cierto que las mismas personas, ya designadas gobernantes, realizan activi-
dades de gobierno y actividades particulares, sólo aceptamos de éstos, como
actos de gobierno, los que van encaminados a la consecución del bien común,
de esta manera podemos reprocharles los actos que desvían de ese fin y dis-
tinguir los que hacen meramente como particulares de los que realizan como
funcionarios. De esta manera separamos también los cargos de las funciones,
éstas serán las que realizan aquellos cumpliendo su deber en el ejercicio de
sus cargos, y los cargos deberán estar organizados en la estructura del Estado,
obedeciendo a la estructura del poder público en la forma de gobierno y en
la forma de Estado que haya adoptado éste, es decir, la sociedad al decidirse
soberanamente por alguna de ellas.

171
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

De esta manera separamos las funciones que realizan los titulares de


los cargos mismos,10 sin que queramos decir que aquellas son propias de los
gobernantes en el sentido personal, sino que son las del Estado que éstos ejer-
cen, y que tienen sentido como tal únicamente cuando cumplen la encomien-
da para la que fueron designados en el marco legal, llamándoles titulares.
Luego entonces, las funciones del Estado las lleva a cabo el poder soberano a
través de los gobernantes en cuanto titulares que son de los cargos y ello hace
que éste se divida para su ejercicio por lo que ya mencionamos: para evitar,
por consiguiente, que el poder se concentre en una o unas cuantas manos al
acumular múltiple funciones. De ahí que al adoptar el Estado cierta forma de
gobierno y de Estado, organice los cargos en los diferentes órganos de go-
bierno (institucionaliza). Así nos queda claro, por ejemplo, si elegimos a una
persona para el cargo de presidente de la república, que sólo éste podrá ocupar
legítimamente y ejercer la función de presidente una vez en el mismo, en lu-
gar de un usurpador. De las funciones del Estado hablaremos en el siguiente
tema y pasemos, por lo tanto, a referirnos a los órganos del Estado.
Así, la estructura de gobierno, dice Zippelius,11 no es otra cosa que la
construcción escalonada de deberes o facultades jurídicos de determinados
hombres, dentro de la cual la persona jurídica funge solamente como medio
de imputación racionalmente constituido. Y aunque Zippelius reniega de la
personalidad moral como real, llega de esta manera a la misma conclusión
que otros autores, en el sentido de que se necesita, por lo tanto, de los órganos
que son, por consiguiente, no otra cosa que las estructuras particulares o los
conductos a través de los cuales los gobernantes realizan los actos estatales.12
Existe por lo tanto un organismo, esto es, un cuerpo, aunque no en el
sentido biológico, y esto también ya lo habíamos comentado, que lo integran
los distintos órganos de gobierno, y en ello insiste mucho el propio Kelsen13
diciendo que debemos de hacerlo sin temor, siempre y cuando dejemos bien
precisado que se trata de un organismo jurídico esencial el del Estado.14 Sien-
do a su criterio, en consecuencia, el órgano del Estado el que, en el sentido
10
Zippelius, Reinhold. Op. Cit., p. 91.
11
Ibidem. p.89.
12
Idem.
13
Kelsen, Hans., Op. Cit.,p.346.
14
Ibidem. p. 341.

172
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

de instrumento creador del orden estatal, determinado por norma de carácter


superior, establece la norma de grado inferior.15 Esto nos parecerá más enten-
dible si recordamos que existe un poder constituyente y poderes constituidos.

Clasificación de los órganos del Estado.

Los órganos del Estado son de muy diversa índole, debido a la complejidad
del Estado, y ello da lugar a la necesidad de clasificarlos;16 de esta suerte se
clasifican, por lo tanto, a partir de los siguientes criterios:
Existen órganos inmediatos y mediatos. Los primeros determinan la
esencia de la organización estatal, y no están subordinados a ninguno otro. Su
existencia la determina la constitución del país. Son esenciales en la organiza-
ción del Estado en la tarea de gobierno. Pueden ser individuales o colectivos.
Son individuales cuando recaen en un solo sujeto, que puede ser el presidente
de una república o un monarca. Los colectivos recaen en una pluralidad de
individuos, como los parlamentos o los congresos. Los mediatos a su vez no
tienen su existencia determinada necesariamente por la constitución, sino que
pueden serlo por una ley secundaria.
Los inmediatos a su vez pueden ser creadores o creados. A los prime-
ros pertenecen los congresos constituyentes después de una revolución o los
constituyentes permanentes, con sus reservas; también pueden serlo los cole-
gios electorales o los electores mismos. Los creados serán los llamados pode-
res constituidos, o mejor dicho la esctructura jurídicamente determinada cuya
foma toma el Poder, en los llamados tres poderes: El ejecutivo en el Presiden-
te de la República, el judicial en la Suprema Corte de Justicia de la Nación y
demás tribunales y jueces y el legislativo en el Congreso de la Unión. Tam-
bién se pueden clasificar como primarios y secundarios. Los primeros son,
definitivamente, los órganos constituyentes y, los segundos, los constituidos.
De igual manera, se podrán clasificar en dependientes e independientes, con-
siderando el hecho de que si para el ejercicio de sus funciones requieren de la
colaboración de otro. El ejemplo lo tenemos en la promulgación de las leyes

15
Idem.
16
A partir de este momento seguiremos la clasificación que marcan los maestros Porrúa Pérez Op. Cit.
y González Uribe. Op. Cit.

173
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

por el ejecutivo una vez aprobadas por el legislativo; pero también como
cuando ocurre en ciertos casos en que el legislativo puede finalmente sacar
adelante una ley vetada, o el propio presidente puede ratificar a un funcionario
rechazado por el Congreso, cuando requiere de esa ratificación. Finalmente,
los órganos inmediatos pueden ser normales o extraordinarios. Aquellos son
los que establece la constitución para el funcionamiento normal del Estado y
su existencia es permanente, en tanto que los segundos tienen una existencia
emergente, como por ejemplo, en el caso de los presidentes interinos o susti-
tutos, cuando por alguna causa extraordinaria falta el electo.
Los órganos mediatos no derivan directamente de la constitución, pero
su clasificación también admite los siguientes tipos: independientes y depen-
dientes; en los que se repite el mismo criterio; simples y de competencia
múltiple, o bien individuales y colegiados; necesarios y facultativos. Con esta
última clasificación podemos entender los casos de los secretarios de Estado
que debe designar el presidente de la república o los casos en que el jefe de
Estado crea una comisión, por ejemplo.
No pasemos por alto tampoco la existencia de órganos centralizados
y descentralizados.17 Los primeros se dan en la estructura estatal cuando sus
funciones están centralizadas y, los segundos, cuando se crean órganos admi-
nistrativos autónomos.

Cuestionario relacionado.

-¿En qué consiste la diferencia entre los órganos del Estado y los titulares
de los mismos?
-¿Cómo se clasifican los órganos de gobierno?

VIII.3.- Las funciones del Estado

-Las funciones del Estado


-La función Legislativa, la función Ejecutiva y la función Jurisdiccional.

17
Zippelius, Reinhold. Op. Cit., p. 92.

174
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

Las funciones del Estado.

Se ha atribuido con demasiada insistencia que la doctrina moderna de la di-


visión de poderes se debe a Montesquieu, pero coincidiendo con Porrúa,18 es
más lo que el barón de la Brède da a entender en ese sentido en El Espíritu
de las Leyes al referirse a las distintas funciones del poder, que lo que cate-
góricamente dice de la estructura en diferentes órganos, y esto se debe esen-
cialmente al hecho de que para este insigne autor, a fin de cuentas, no pasa
desapercibido que en realidad el poder del Estado es uno, y es una la finalidad
de esta institución: la felicidad de los hombres. Recalca sí, que lo que hace la
diferencia entre las formas de gobierno, que el llama Republicano, Monár-
quico y Despótico,19 es el ejercicio concentrado y caprichoso en el despótico;
concentrado pero con apego a las leyes preestablecidas en el Monárquico, y
si a caso, compartido en un reducido número de personas cuando este ad-
quiere la forma de aristocracia; y, finalmente, en el republicano, el poder lo
ejerce el pueblo y éste adquiere el carácter de soberano de sí mismo al elegir
atinadamente a quienes han de cumplir las diferentes funciones. En todo caso
recordemos lo que mencionábamos al referirnos al pensamiento politico de
Montesquieu en el apartado que le dedicamos,20 que él más bien habla de tres
clases de poderes, recalcando que lo que hace la diferencia entre éstos son sus
disintas funciones: En cada Estado hay tres clases de poderes: el poder legis-
lativo, el poder ejecutivo de las cosas relativas al derecho de gentes, y el poder
ejecutivo de las cosas que dependen del derecho civil…Se llama a este último
poder judicial, y al otro poder ejecutivo del Estado.21
Lo anterior significa que antes de la división de poderes, que no es más
que, a fin de cuentas, el hecho de que el ejercicio del poder se haga a través de
los tres órganos de gobierno inmediatos e independientes –pero secundarios,
pues el primario es el constituyente-, que ya conocemos: el ejecutivo, el legis-
lativo y el judicial, está el hecho de que el poder del Estado es uno sólo, porque
una sola es la soberanía (voluntad) del pueblo y uno sólo es el fin del Estado:
el bien público temporal.
18
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit., p.395.
19
Montesquieu. Op. Cit., p. 8.
20
Supra II.3.-
21
Montesquieu. Op. Cit., p. 104.

175
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

Esto lo entendemos mejor cuando visualizamos al poder en su aspecto


dinámico,22 es decir, en su aplicación, una vez que hemos comprendido el tema
relativo al Bien Público Temporal, que no podemos dividirlo, como tampoco
podemos dividir la esencia del poder que emana de la sociedad toda al estar
organizada en pos del bien común y de la soberanía como única expresión
social.
Por lo tanto, así vistas las cosas, nos resulta más compresible el por qué
la división de poderes resulta más una cuestión orgánica como práctica, que
el pensar que en efecto el poder del estado se divide, porque no es así, pues en
todo caso se dividen sus funciones y se depositan en los órganos de gobier-
no, o mejor dicho, en los gobernantes que como titulares de los poderes sólo
pueden ejercer esas funciones al frente de dichos órganos, y éstos son las me-
ras estructuras jurídico-materiales de la estructura que el Estado ha adoptado
(forma de gobierno y forma de Estado). De ahí que, por lo tanto, las funciones
sean para cada órgano como manda la estructura del Estado: función legis-
lativa, función jurisdiccional y función ejecutiva. Nótese cómo al hablar de
la segunda de las funciones nos referimos a ella como jurisdiccional y si nos
referimos al órgano correlativo nos referimos a él como judicial.
Y es que se puede decir que desde siempre o casi siempre, hubo nece-
sidad en las organizaciones sociales, inclusive en las pre-estatales, de que se
cumplieran las tres funciones, pero en la medida en que fueron creciendo en
población y territorialmente los fenómenos socio-políticos, se fue haciendo
necesario que se distribuyeran las funciones, que si bien esencialmente res-
pondían al gobernante, generalmente el monarca tenía a su cargo distribuirlas,
y finalmente se llegó a la necesidad de frenar el ejercicio despótico del poder
imponiéndole la división de las funciones.
La función Legislativa, la función Ejecutiva y la función Jurisdiccional.
La función legislativa consiste en crear el orden legal, mismo que estructura
al Estado, determina el funcionamiento de los órganos de gobierno, las rela-
ciones entre ellos, y entre éstos y los ciudadanos, y las relaciones entre éstos.23
Pero lejos de lo que se puede uno imaginar, esta función no es absoluta ni

22
Kelsen, Hans., Op. Cit.,p. 343.
23
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit., p.398.

176
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

exclusiva del órgano legislativo; tampoco su composición resulta ser siempre


la misma. Así tenemos Congresos y Parlamentos (recordemos la diferencia
entre sistemas presidencialistas y parlamentarios en las repúblicas y sistemas
constitucionales puros y parlamentarios en las monarquías) y presidentes que
pueden vetar leyes o iniciarlas como en nuestro caso, o ejercicios ciudadanos
que pueden refrendar leyes (referéndum) o iniciarlas (plebiscito o iniciativa
ciudadana).
También tenemos que ya casi no existen funciones puras conforme a la
más clásica concepción de la división de poderes que se atribuye a Locke y
a Montesquieu, y así los distintos órganos desempeñan en ocasiones funcio-
nes de otros órganos; de esta manera el ejecutivo realiza algo de la función
legislativa al iniciar una ley o de la función judicial al establecer una multa;
a su vez el legislativo puede constituirse en “gran jurado” y el judicial en le-
gistador al expedir sus propios reglamentos. Igualmente la función legislativa
tienes límites, generalmente marcados por la constitución y confirmados en
su momento por el poder judicial.
La función gubernamental o del ejecutivo puede ser meramente de go-
bierno o administrativa,24 recuérdese la tarea de gobierno y la tarea de ad-
ministración que atiende primordialmente el poder ejecutivo. Al ejecutivo
corresponde ejecutar las leyes, y como se ha dicho, es parte interesada en la
aplicación de las normas, que se supone que lo es en obvio de la prosecución
del bien público, a diferencia del órgano judicial que se encuentra situado en
un plano superior a las partes que dirimen una controversia ante él.25 Las di-
ferentes doctrinas26 hacen recaer la diferencia entre actos de gobierno y actos
administrativos en la naturaleza política de los primeros, lo cual derivaría en
una tendencia a justificar todos sus actos por parte del ejecutivo alegando ser
políticos. Otra hace derivar esa diferencia en decir que los primeros provie-
nen directamente de la constitución y los segundos de leyes secundarias, lo
cual es falso, pues de una u otra manera todas las leyes dimanan de la consti-
tución. Finalmente otra dice que los primeros son discrecionales y los segun-
dos estrictamente determinados por los reglamentos, pero esto no es del todo

24
Ibidem. p. 404.
25
Ibidem. p. 403.
26
Ibidem. p. 405.

177
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

exacto, pues los hay administrativos nacidos de actos discrecionales. Porrúa27


atribuye a Ranelletti señalar que los actos políticos o de gobierno atienden a
la importancia de los mismos en la medida en que está de por medio la unidad
del Estado. Lo que tiene gran sentido. Por ejemplo el declarar una guerra,
fijar la posición del Estado ante cualquier otro interés, etc. Así, tiene sentido
el hablar del Jefe de Estado y del Jefe de Gobierno donde esa función está
separada.
Por último, la función jurisdiccional,28 encomendada generalmente a
los órganos judiciales, se encarga de tutelar el derecho; dirimir las controver-
sias entre los particulares, o entre los particulares y los órganos de gobierno
o entre los órganos de gobierno entre sí; resolver esas controversias con una
resolución, la cual a su vez debe estar sujeta a un orden jurídico pre-estable-
cido; finalmente, declarar el derecho siguiendo las reglas del proceso. Éste
a su vez, es un conjunto de actos coordinados para hacer valer la voluntad
concreta de la ley.
El proceso a su vez tiene dos presupuestos: la acción, esto es la preten-
sión o derecho del que reclama justicia y la jurisdicción que es la potestad u
obligación de impartirla por parte del órgano judicial. Estas, tanto la acción
como la jurisdicción, pueden ser civil, penal y administrativa, principalmente.

Cuestionario relacionado

-¿Cuál es la diferencia entre los órganos del Estado y las funciones del
mismo?
-¿En qué consiste la función legislativa?
-¿Cuál es la diferencia entre la función administrativa y la función
de gobierno?
-¿En qué consiste la función jurisdiccional?

Actividad integradora de la unidad VIII.

ÚNICA: Hacer un ensayo en tres cuartillas sobre el Estado mexicano, su for-


ma como Estado, su forma de gobierno y las funciones y organización de sus
llamados tres poderes.
27
Ibidem. p. 406.
28
Ibidem. p. 402.

178
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

Bibliografía.

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179
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

UNIDAD IX

LA COMPOSICIÓN SOCIAL
DEL ESTADO CONTEMPORÁNEO
Y EL PAPEL DE LA OPINIÓN PÚBLICA
EN LA SOCIEDAD ORGANIZADA

IX.1 Estado y Sociedad

Hemos llegado hasta este punto en el Estudio del Estado Moderno y Contem-
poráneo después de analizar sus elementos y características para responder-
nos qué es el Estado, es decir, su esencia, su naturaleza, qué le integra, cuál
es su estructura y cómo funciona. También nos hemos respondido, al analizar
su elemento subjetivo, el del fin que persigue, si se justifica la existencia del
Estado, cuáles son sus fines y su función social. Al estudiar las formas de go-
bierno y de Estado, hemos penetrado en su organización. Pero aún no hemos
colmado el estudio de su composición, esto es, considerando que el Estado es,
antes que nada, una sociedad organizada, al preguntarnos sobre su composi-
ción, nos estamos preguntando sobre la composición de la sociedad estatal y,
pese a que hemos ya incursionado en el estudio de la sociedad como elemento
del Estado, al abordar el primero de sus elementos, aún nos hace falta enten-
derla mejor y, sobre todo, hurgar más sobre su comportamiento, y es así que
debemos analizar a la sociedad civil y a la opinión pública.
Como el estudio de la sociedad civil lo tratamos en la siguiente unidad,
reservamos esta unidad para comprender a la opinión pública como expre-
sión de la sociedad estatal. De esta manera, comenzamos, como lo indica el
nombre de nuestro tema, por respondernos algo acerca de lo que ya tenemos
una respuesta, lo que facilita su disección, esto es: Qué es el Estado y qué es
la sociedad.
Recordemos que al proponernos la definición analítica inicial, y luego
al corroborarla en el análisis de la naturaleza del Estado, dijimos que el Esta-
do es, antes que otra cosa, una sociedad, pero una sociedad humana; que esta
sociedad está ubicada en un territorio y que está regida por un orden jurídico;
que este orden jurídico lo propone, crea, aplica y define un poder con la carac-

181
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

terística de ser soberano, esto es, como es fruto de la expresión y necesidad de


la sociedad, está por encima de cualquier otro poder en lo inteno y le significa,
en lo externo, el ser independiente de cualquier otro poder extranjero, y todo
con el fin de llegar al bien común de esta sociedad que, por ser el bien común
de la sociedad que aglutina a todas las demás organizaciones que se dan en
su seno y, desde luego, a todos los individuos que le integran, le llamamos a
este bien común, bien público temporal. Pero además, descubrimos que posee
otra característica importante: Que tiene personalidad moral y jurídica propia.
Así, al estar implícita la característica de la sumisión del Estado al Derecho
en nuestra definición, cuando decimos que el orden jurídico estrutura y rige
a la sociedad estatal; y que, como ya vimos, el poder es soberano, tenemos,
que, además de sus cinco elementos: sociedad, territorio, orden jurídico, po-
der soberano y bien público temporal, el Estado posee tres características:
personalidad moral y jurídica, soberanía y sumisión del Estado al Derecho.
Por otra parte, al estudiar a la sociedad nos dimos cuenta qué tan rele-
vante es para el futuro del Estado, que la sociedad que le integra tenga asegu-
rada para todos sus miembros, compongan o no una o varias naciones, más
una o varias minorías nacionales, un trato justo e igualitario -respetuoso de
sus diversidades-, para todos los integrantes de esa sociedad. Pero también al
analizar el bien público llegamos a la conclusión de que el fin del Estado pasa
por el orden y la paz, la coordinación de los particulares, la ayuda a éstos y
la suplencia de sus actividades en la búsqueda de la satisfacción a sus nece-
sidades. Todo ello, con la atención bien puesta en la economía, la cultura y el
respeto a la profesión de sus creencias.
Finalmente nos percatamos que aunque el Estado tiene en la sociedad
humana su base natural, y que la sociedad humana tiene en la tendencia na-
tural del ser humano a vivir en sociedad su factor inicial, la sociedad humana
no es un mero fenómeno natural,1 y ni siquiera podemos justificar la existen-
cia de la sociedad por la mera explicación de que la sociedad existe por la
necesidad del hombre de alcanzar sus fines comunes, pues las asociaciones
particulares serían la respuesta a ello;2 pero como resulta que las agrupacio-

1
Recasens Siches, Luis, Tratado General de Sociología, 10ª Ed., Editorial Porrúa, México, 1971, p.
159.
2
Ibidem. p. 53.

182
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

nes de todo tipo se dan dentro de la sociedad estatal, y aunque dijimos que el
Estado es una agrupación, ello no quiere decir que la sociedad sea una mera
organización, sino que es también y, fundamentalmente, la agrupación por
excelencia del ser humano, que va más allá del mero conglomerado natural o
de que se vive en sociedad para alcanzar los fines colectivos, ya que se vive
en sociedad porque, además de ser parte de nuestra naturaleza, pensamos en
función de la vida social y le damos vida y organización a la sociedad con
nuestro pensamiento, porque es también una realidad a partir de que refrenda-
mos cotidianamente -con nuestra razón-, nuestra voluntad de vivir en socie-
dad,3 es decir, la sociedad existe porque más allá de nuestra tendencia natural
a vivir en sociedad, pensamos en función de la sociedad, deseamos vivir en
sociedad y nos comportamos en función de nuestra realidad social, lo que
va más allá del contrato social, que rechazamos, porque tampoco estuvo el
origen de la sociedad en un acto reflexivo; como rechazamos el origen de la
sociedad por la mera división social del trabajo, porque para cuando ocurrió
ésta, lo mismo lo del supuesto contrato social, el homo sapiens ya vivía en
sociedad. Pero no obstante lo anterior, el vivir en sociedad es también un acto
intelectual, consciente y voluntario que tuvo un origen natural que evolucionó
con la evolución del ser humano, mucho antes de reflexionar sobre la conve-
niencia de vivir en sociedad o de dividirnos socialmente el trabajo buscando
el provecho de acumular propiedad.
Ahora bien, pese a lo antes dicho, está incompleto el estudio de la socie-
dad y su composición si no estudiamos cuáles son las condiciones naturales y
culturales de la realidad social; es decir, al analizar a la sociedad, nos damos
cuenta que existen factores que condicionan la vida en sociedad, y es nece-
sario saber cuáles son, por qué y cómo influyen en la vida social, lo que se
propone conocer en el siguiente tema.

IX.2 Condiciones naturales y culturales de la realidad social

Aunque se reserva más el estudio de estos temas a la disciplina llamada so-


ciología, no podemos dejar de lado el tratar de entender cuáles son esas con-
diciones naturales y culturales.
3
Ibidem. p.108

183
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

Por lo que ve a las condiciones naturales de la realidad social, hemos


de remitirnos a lo que nos dice Luis Recasens Siches4 acerca de los distintos
factores físicos que influyen en la sociedad, que son de muy variada índole,
pues lo mismo influyen en el comportamiento social como en la congrega-
ción de los diferentes grupos sociales que habitan la tierra; tales elementos
son como los geográficos (conformación del terreno, la existencia de mares
o ríos, desiertos, etc.); los climáticos (temperaturas muy altas o muy bajas o
templadas, frecuencia o no de lluvias, etc.); y la diversidad de la fauna y de la
flora. Por lo que se refiere a los factores culturales nos referiremos a lo que ya
comentamos sobre la integración de una sociedad estatal, que está compues-
ta, sociológicamente hablando, de una gran diversidad de individuos, hom-
bres y mujeres, de distintas razas, creencias, lenguas, costumbres y un sinfín
de características que conforman, en un momento dado, las atribuciones o
características que, cuando se concentran las de una mísma índole y hacen
homogéneo a un grupo humano y lo distingue de otros, podemos llamarlo,
en consecuencia de ello, una nación. Pero también, como ya lo vimos, la
idea de que un Estado estará integrado por una sola nación es decididamente
imposible, y más ahora con el fenómeno de la globalización que, en todos los
sentidos, integra a todos los grupos humanos, sin importar el Estado de que se
trate, por el fenómeno siempre existente, -pero ahora cada vez más extendido
por la facilidad de las comunicaciones-, de la migración.
De esta suerte, las barreras que antes se presentaban imposibles de fran-
quear, compuestas por los factores geográficos: ríos, montañas o mares; hoy,
por la vía de las carreteras, los barcos y los aviones, no representan ningún
obstáculo para la migración, menos aún, las fronteras fijadas por los Estados.
Del mismo modo, también en las sociedades occidentales u occidentalizadas
(a fin de cuentas nos estamos refiriendo al Estado moderno, que es un fenó-
meno particular de occidente, que como Estado contemporáneo vemos que
se ha extendido a casi todo el planeta) nos encontramos que se han diluido
muchas de las características que diferenciaban culturalmente a los distintos
grupos sociales por el fenómeno de la integración social. Esta integración
social se da por el efecto de que los grupos migrantes, al incorporarse a las

4
Ídem.

184
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

sociedades de las naciones que les reciben, pierden, en gran medida, muchos
de sus elementos de identidad y adquieren, en buena parte, o los moldean a su
idiosincrasia, otros usos y costumbres, modifican su lengua original y hasta
étnicamente se van transformando por la vía de la conformación de parejas
interraciales, además de que también aportan nuevos elementos culturales.
De esta suerte, particularmente también por el efecto de la facilidad de las
comunicaciones internacionales (hoy por hoy, mucho más que por la radio o
la televisión, por el desarrollo del internet) no existe ninguna barrera cultural.
De este modo, la sociedad mundial cada vez parece más eso, una sola socie-
dad mundial, como siempre nos debió haber parecido, pues ello eliminará
muchos problemas tarde o temprano, aunque la globalización también nos ha
acarreado otra clase de retos. Sin perder de vista el choque o la reacción en
forma de neonacionalismos o regionalismos culturales, creándose conflictos
graves o separatismos.5 Luego entonces, la primera conclusión a la que pode-
mos ir arribando es, primero, que los grupos humanos se vieron originalmen-
te separados por distintos factores físicos: geográficos, climáticos, étnicos,
etc., o por distintos factores culturales: idiomas, costumbres o religiones, que
fueron las condiciones naturales y culturales, respectivamente, que en su mo-
mento contribuyeron a la formación de grupos específicos, claramente dife-
renciados, a los que se les puede señalar como grupos nacionales. Segundo,
que esos mismos grupos sociales, que otrora se vieron separados por esos
factores, hoy se van integrando en comunidades que, aunque separadas por
las fronteras de los Estados, están más identificadas entre sí que lo que sus
gobiernos quisieran. Y tercero, que los medios para superar esas diferencias
son las comunicaciones y la mejora continua de las mismas.

IX.3 La organización de la sociedad estatal como expresión y parte


del Estado.

En tanto que para Kelsen el pueblo es el ámbito personal de va- lidez de la


norma jurídica,6 para Jellinek la sociedad estatal es al mismo tiempo sujeto
del poder público y objeto de la actividad del Estado;7 por su parte, para

5
Häberle, Peter. Op. Cit., p. 148.
6
Kelsen, Hans, Op. Cit., p.196.
7
Jellinek, Georg. Op. Cit., p. 378.

185
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

Zippelius el concepto del pueblo sometido al Estado no se identifica con el


concepto del pueblo en sentido sociológico,8 y a su vez, Dabin, sin discutir
lo dicho Zippelius (de hecho prácticamente ningún autor está en contra de la
idea de que la población estatal no se integra exclusivamente con la población
que integra una nación, aunque ésta sea la mayoritaria en un Estado), sí dice
en cambio que lo político y lo nacional sí tienen una estrecha relación, porque
el Estado no puede tomar a sus súbditos más que como lo que son: súbditos
del Estado más allá de su diversa integración nacional cultural.9 Y a eso se
le llama organización política. Por lo tanto, la sociedad estatal no es más que
una organización política.
En consecuencia, podemos ir conjugando estas premisas: a) La socie-
dad humana tiene un origen natural. b) No obstante, la sociedad humana no es
un mero fenómeno natural, porque en la sociedad encontramos la realización
del individuo en su actuar individual y en relación con sus congéneres, siem-
pre en función de una reflexión cotidiana de su papel en el grupo. c) Mucho
menos el Estado es un fenomeno natural, aunque su base es la sociedad y esta
tuvo un origen natural, la sociedad es una forma de vida y una organización
de los individuos, luego entonces, éstos imprimen en dicha organización su
intelecto y no nada más su mera tendencia gregaria, de ahí que el Estado que
se forja a partir de la sociedad esté aún más lejos de ser un fenómeno natural.
d) Pero además, el Estado es una organización política, producto de la cultura
humana, porque la política no tiene otro origen más que en el interactuar de
los individuos, los que buscan organizarse a partir sí, de la búsqueda de un
bien común, pero también, del afán de algunos de sus miembros de ejercer
el mando sobre los demás, sea para su bien personal o porque legítimamente
piensan en el bien común; pero también en la búsqueda del resto de los hom-
bres, en moderar la ambición de aquellos encausándola, oponiendo barreras y
reglas al ejercicio del poder para bien de todos, o al menos de la mayoría, lo
que se llama, en conjunto, actividad política.10 e) El Estado ha sido la mejor
forma de organización política que han encontrado los pueblos para regularse

8
Zippelius, Reinhold. Op. Cit., p. 239.
9
Dabin, Jean. Op. Cit., p. 22.
10
“Porque la política no es más que el conjunto de las razones para obedecer y de las razones para su-
blevarse”. Savater, Fernando, Política para Amador, Paidós, México, 2014, p. 30.

186
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

políticamente. f) El poder político es un elemento del Estado (como ya vi-


mos), y de hecho es un factor en todos los fenómenos políticos, pero lo ejer-
cen sólo unos cuantos, que logran hacerse del control de los grupos humanos,
pero en la regulación del ejercicio de ese poder es donde entra el Derecho,
y éste es otro elemento del Estado, que lo hace una forma de organización
política superior. g) Luego entonces, la sociedad Estatal es una sociedad or-
ganizada más allá de la mera organización social, y lo es para gobernarse, es
decir, para darse a sí misma un gobierno que le garantice a la propia sociedad
alcanzar sus fines, el de sus organizaciones internas y el de los individuos que
le componen. h) Para encontrar los individuos y agrupaciones componentes
de la sociedad estatal su mejor forma de gobierno necesitan comunicarse (de
hecho la comunicación fue el factor que hizo que la congregación natural
diera el paso a la sociedad humana) i) La comunicación forma conceptos, y
los conceptos sobre las cuestiones de interés para la nación, expresados libre
y públicamente por gente ajena al gobierno, que pretende tener derecho a que
sus opiniones influyan o determinen las acciones, el personal o la estructura
estatal es a lo que se llama Opinión Pública.11 j) Luego entonces, la opinión
pública es inherente y directamente proporcional a la organización política y,
por lo tanto, el poder público del Estado responde, y en el mejor de los casos
es sensible a la opinión pública. k) Que por lo tanto, la opinión pública es la
expresión política de la sociedad estatal que conmina, encausa y moldea el
quehacer del poder político, el que, según el grado de participación de la opi-
nion pública en la orientación que asuma, refleja el grado de democratización
de esa sociedad y de lo democrático que resulte el gobierno.

IX.4 La Opinión Pública como factor político

Vimos en la unidad octava que el Estado, o más bien dicho, el poder del
Estado, el poder público, según se organiza, adopta una determinada forma
de gobierno. Que las formas de gobierno pueden ser muy variadas, pero que
esencialmente todas parten, en su origen, de dos tipos fundamentalmente: la

11
Rivadeneyra Prada, Raúl. La Opinión Pública, análisis, estructura y métodos para su estudio. Edito-
rial Trillas. 4a. Ed. México. 1995. p. 45, citando a Speier.

187
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

monarquía y la república, que luego adquieren particulares características que


las van modificando o moderando encaminándolas hacia formas más partici-
pativas de la sociedad. De esta suerte vemos que las monarquías van desde
las puras hasta las parlamentarias, en mientras que las repúblicas pueden ser
presidencialistas o también parlamentarias. De igual forma vimos que en el
aspecto cualitativo las formas de gobierno se pueden clasificar en democra-
cias y en autocracias, las que también adquieren distintas características que
las van modificando o adquieren distintos tintes que las hacen distinguirse
unas de otras y que nos permiten agruparlas y estudiarlas. Así las democra-
cias pueden ser directas, representativas o semidirectas, en tanto que en las
autocracias podemos encontrar los gobiernos autoritarios, las dictaduras y los
totalitarismos. ¿Pero qué es lo que hace que un gobierno sea más o menos
democrático? ¿En qué momento podemos decir que estamos ante la presencia
de un gobierno democrático? ¿Qué factores o elementos se toman en cuenta
como determinantes para considerar conformada una democracia? Decidida-
mente el estudio de lo que es la democracia, o incluso cuáles son las notas
determinantes de una autocracia no son tema que en este momento sean obje-
to de nuestro estudio, porque ello requiere un tratado aparte, pero sí podemos
decir sobre la democracia lo mínimo indispensable: que es la forma y la vía en
que participa la sociedad en su gobierno, y que éste, conforme se hace más re-
presentativo de la voluntad de la sociedad estatal, adopta la estructura de una
democracia; y de igual modo, que en la vía de participación de la sociedad
se requiere que esta esté debidamente informada y que se pueda expresar y
hacerse oír, aunado a la veracidad de la información que recibe y a la interco-
municación entre los miembros de la sociedad, así como en la facilidad y res-
peto de la autoridad hacia lo que se comunica la sociedad estatal, además de
la atención que le presta, permitiendo que los conceptos de las personas que
son ajenas al gobierno y que tienen interés general, influyan o determinen las
acciones de este, es a lo que en su conjunto se conoce como opinión pública.
Por lo tanto, si para tener una democracia se requiere que participe la socie-
dad, y si para que participe la sociedad se necesita que esté bien informada y
se pueda expresar, luego entonces, un gobierno democrático se moldea con la
presencia de la opinión pública.

188
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

Rehinhold Zippelius12 explica que la formación de la opinión pública


tiene varias raíces. En primer lugar, interviene lo que él denomina el relati-
vismo. Sí, en efecto, a partir del principio filosófico del relativismo moderno
impuesto sobre el escepticismo de una verdad absoluta, que se refleja en la
postura de que nadie se puede decir detentador de la única verdad, y menos
en la discusión política, lo que se traduce en el hecho de que la opinión po-
lítica de cualquier individuo debe ser tratada como instancia moral digna.
En Segundo lugar, lo que llama racionalidad en la formación de la opinión
pública, que se basa en un principio más que nada ético y subjetivo que es
la confianza en que se impongan los criterios que estén basados en el poder
de la razón. Y el tercer factor sustentado en lo que denomina el principio de
equilibrio, basado en la libre formación de la opinión pública, algo así como
un autocontrol de la opinión pública, pues las opiniones que en un momento
pudieren ser exageradas, no terminan por imponerse, porque lo mismo exa-
gerado de su postura las hace inverosímiles y destruibles más fácilmente por
la opinión en contrario.
La relevancia de la opinión pública se basa, -sigue diciendo Zippelius-,
en el hecho de que en las democracias efectivas, a través de las elecciones
periódicas, la opinión pública desemboca en la elección de los que ocuparán
los órganos de gobierno. Sin embargo, aclara el mismo Zippelius, la opinión
pública así entendida no adquiere relevancia sino únicamente en las elec-
ciones.13 Por lo tanto, que la opinión pública realmente tiene un papel más
grande, sobre todo a partir de que tiene dos grande funciones, además de ser
factor electoral: Cumple una función legitimadora y cumple una función de
control politico.14 En el primer caso, en la medida en que los ocupantes de los
órganos de gobierno ajusten sus actos a los principios éticos públicamente
discutidos, aumenta la aceptación por parte de los gobernados de los actos de
los gobernantes en ejercicio del mando, -independientemente de que en las
elecciones hayan respaldado o no a quienes finalmente alcanzaron el poder-.
En tanto que en el segundo de los casos, el ciudadano no tiene por qué aceptar
sin discusión como correctos los actos de los gobernantes, sino que, por el
contrario, hoy más que nunca la acción del Estado debe desarrollarse bajo el
control del debate público.
12
Zippelius, Reinhold. Op. Cit., pp. 246-249.
13
Idem.
14
Ibidem. pp. 250-252.

189
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

Por otra parte, no hay que olvidar que la sociedad es, a su vez, sujeta de
lo que se denomina control social por parte del Estado. Al respecto nos dice
Raúl Rivadeneyra que el Estado ejerce ese control mediante las normas jurí-
dicas y los mecanismos que regulan el trato de los individuos entre sí y en su
relación con el poder público.15
Que además de las normas jurídicas, también las morales y los conven-
cionalismos sociales se conjugan en el control social, pues no dejan de ser
parte de la realidad estatal la influencia de los valores y de las ideologías; y
es que ese control social no sólo lo ejerce el Estado, sino también los orga-
nismos sociales de todo tipo, (iglesias, sindicatos, partidos políticos, cámaras
patronales, etc.) que de cualquier manera son parte de esa misma realidad
estatal. Que en ese sentido los medios de comunicación masiva (televisión,
radio, prensa) desempeñan un papel predominante, pero que además de ello,
no podemos perder de vista que la opinión pública puede ser, y de hecho es,
sujeto de manipulación, que es una forma perversa de control y señalamiento
de la dirección de las informaciones con objetivos previstos.16
Por último, nos propone Rivadeneyra la distinción entre opinión públi-
ca y opinión privada, diciendo que la primera debe ser por la vía de la comu-
nicación pública, que importa necesariamente que no se restrinja a los medios
masivos de comunicación, sino que a su vez involucre a todos los medios
de difusión de mensajes, y que además sea de interés colectivo, que también
afecte a un grupo de personas, pero que igualmente su respuesta sea masiva,
de lo contrario será opinión privada.17
Esto último nos puede dar una pauta para entender cómo, en un mo-
mento dado, aunque el poder público ejerce la manipulación de la opinión
pública, no necesariamente sus mensajes llegan a conseguirlo, porque en la
opinión pública interviene una respuesta en el mismo sentido, confirmando
cualquier versión, en tanto que la sociedad estatal logra escaparse muchas
veces de esa manipulación con su versión en contrario, de donde resultan alta-
mente importantes hoy por hoy los medios ciudadanos, que sí están fuera del
alcance del control de la autoridad, como lo son las redes sociales, pues como

15
Rivadeneyra Prada, Raúl. pp. 188-191.
16
Ibidem. p. 161.
17
Ibidem. p.45.

190
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

lo dice Jordi Sánchez, que el Internet es, en sí mismo, un elemento alternativo


al modelo de la sociedad actual y que gracias a la fuerza que Internet tiene
y al potencial que esconde, la sociedad cambiará y el sistema político repre-
sentativo cederá paso a las nuevas demandas de una mayor participación
ciudadana.18
Esto último tiene un gran significado, porque la opinión pública es de
suyo un medio de libertad de la sociedad que nunca ha dejado de estar ame-
nazada por los intentos controladores por parte de los que ejercen el poder
político, pero la cual siempre encuentra, como ahora en las redes sociales, los
mecanismos para liberarse y forzar a los gobiernos para que se encaminen a
la democracia a la cual nunca dejará de aspirar.

Resumen de la unidad IX

La sociedad es una forma de organización y de vivir por parte de los gru-


pos humanos que, partiendo de un impulso inicial natural, se perfecciona por
una disposición consciente de los seres humanos; conducta consciente que
depende en gran medida de la comunicación, la que le permite superar las
condiciones naturales de esa sociedad (geográficas, étnicas, culturales, etc.),
mismas que, si bien en un inicio le constriñeron a vivir en grupos más o
menos reducidos, también le llevaron a diferenciarse unos de otros, debi-
do a ese aislamiento, el cual fue eliminándose conforme se mejoraron las
comunicaciones entre los distintos grupos, y que en la actualidad tienden a
desvanecerse por el perfeccionamiento de las mismas comunicaciones. El Es-
tado ha sido la mejor forma de organización política que han encontrado los
pueblos para regularse políticamente. El poder político es un elemento del
Estado pero lo ejercen sólo unos cuantos, que logran hacerse del control de
los grupos humanos, pero en la regulación del ejercicio de ese poder es donde
entra el Derecho que lo hace una forma de organización política superior.
Luego entonces, la sociedad Estatal es una sociedad organizada más allá de
la mera organización social, y lo es para gobernarse, es decir, para darse a sí
misma un gobierno que le garantice a la propia sociedad alcanzar sus fines, el
18
Font, Joan, Coordinador, Ciudadanos y decisiones públicas, ArielCiencia Política, Barcelona, 2001.
p. 141.

191
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

de sus organizaciones internas y el de los individuos que le componen. Para


encontrar los individuos y agrupaciones componentes de la sociedad estatal
su mejor forma de gobierno necesitan comunicarse. La comunicación forma
conceptos, y los conceptos sobre las cuestiones de interés para la nación, ex-
presados libre y públicamente por gente ajena al gobierno, que pretende tener
derecho a que sus opiniones influyan o determinen las acciones, el personal o
la estructura estatal es a lo que se llama Opinión Pública. La opinión pública
es inherente y directamente proporcional a la organización política y, por lo
tanto, el poder público del Estado responde, y en el mejor de los casos es
sensible a la opinión pública. Por lo tanto, la opinión pública es la expresión
política de la sociedad estatal que conmina, encausa y moldea el quehacer del
poder político, el que, según el grado de participación de la opinión pública en
la orientación que asuma refleja el grado de democratización de esa sociedad
y de lo democrático que resulte el gobierno. La opinión pública tiene raíces
filosóficas, éticas y de auto control; además tiene tres funciones bien claras:
una, es factor electoral, otra, es legitimadora del poder político y una más, es
medio de control de este mismo poder. Que la opinión pública suele ser ma-
nipulada y que no escapa de los intentos del poder político de ser controlada.
Que actualmente las redes sociales tienen una gran importancia porque son
una vía de escape de la opinión pública al intento de control político por parte
de los gobernantes, que terminarán por influir en el advenimiento de mejores
condiciones democráticas.

Cuestionario mínimo de la Unidad IX

1. ¿Qué es la sociedad como como base del Estado?


2. ¿Cuáles son las condiciones naturales y culturales de la
realidad social?
3. ¿Qué es la opinión pública?
4. ¿En qué manera la opinión pública influye en la
consolidación de la democracia?

192
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

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193
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

UNIDAD X

ORIGEN, JUSTIFICACIÓN Y EXTINCIÓN DEL ESTADO

X.1.- Origen

- Origen del Estado.


- Teorías Históricas, Contractualistas y Filosóficas sobre su origen.
- La Función Social del Estado.

Origen del Estado.

Si bien es cierto hemos venido tratando un doctrina sobre el Estado Moderno


y que, como ya lo hemos mencionado y lo extenderemos más adelante en esta
misma unidad, el Estado moderno tuvo su origen en el renacimiento, periodo
cultural -antes que histórico-, de la humanidad, que abarca el último siglo o
siglo y medio de la edad Media y prácticamente toda la edad Moderna, y si
deseamos ser más precisos y admitimos que el Estado Moderno dio paso al
Estado contemporáneo, diremos que este tuvo su origen con la aparición del
sistema liberal burgués, a raíz de que se combinan la revolución industrial y el
liberalismo ilustrado, dando lugar a las revoluciones democrático burguesas
y el comienzo de la Edad contemporánea, con la revolución francesa como
referente, limitándose a estos nuestro studio, es decir, al Estado Moderno y
Contemporáneo. Sin embargo, también es verdad que al tratar este tema del
origen del Estado, los diversos estudiosos de la materia se ven tentados a
hablar del origen del Estado en general, pese a que ellos mismos, todos, han
hecho la advertencia en sus diversos estudios, que nuestra materia se trata de
una teoría del Estado Moderno. Pues bien, no obstante, hablaremos al igual
que ellos de una génesis, o más bien dicho, de algunas teorías que tratan de
explicar el origen del Estado desde sus primeras apariciones.

Teorías Históricas, Contractualistas y Filosóficas sobre su origen.

Coinciden los distintos tratadistas que las escuelas que buscan explicar el
origen del Estado se pueden dividir en tres: teorías naturalistas o históricas,
teorías contractualistas y teorías teológicas o filosóficas.1
1
González Uribe, Héctor. Op. Cit., pp. 442-463.

195
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

Dentro de las primeras encontramos desde luego la explicación de que


el Estado tiene un origen natural, a partir de la familia y que ha evolucionado
históricamente, atendiendo a la vocación social o gregaria del ser humano.2
Aquí vemos la mano de Aristóteles, pues él sostenía, precisamente, que la or-
ganización social tenía su origen en la familia. Por supuesto estas teorías tratan
de ir más allá, intentando de explicar toda la evolución social, lo cual no nos
concierne aquí abordar. Recordemos en todo caso, que para algunos autores la
expresión estatal, tal cual como ahora existe, no estuvo presente en todas las
organizaciones sociales, pues acertadamente han clasificado a las distintas ex-
presiones en preestatales y estatales. Entre las primeras nos encontramos, en
ese orden, la familia, la horda, el clan y la tribu. En tanto que las segundas las
vemos, según los periodos históricos, en el siguiente orden: La ciudad-estado,
la organización feudal, el Estado Moderno y el Estado Contemporáneo. A las
mencionadas en primer término las determinarán, fundamentalmente, la can-
tidad de integrantes, pero también la estructura familiar o multifamiliar más
o menos complejas, con versiones a partir del patriarcado, el matriarcado, el
caudillo, la clase sacerdotal o los consejos de ancianos. En tanto que las seña-
ladas en segundo término se verán determinadas, sobre todo, por los sistemas
económico-políticos de cada etapa histórica. Así, la ciudad Estado, tendrá el
referente obligado en la Edad Antigua y el sistema esclavista de producción.
El orden feudal en la Edad Media y el sistema feudal. El Estado Moderno
en la Época Moderna, con el absolutismo, el renacimiento en la cultura y la
explosión del sistema mercantil. Y finalmente, el Estado contemporáneo en la
Edad Contemporánea, las sociedades industrializadas y el sistema capitalista
de acumulación de riqueza. Para las doctrinas históricas o naturalistas en ge-
neral, el Estado ha evolucionado desde las organizaciones primitivas a través
de un proceso de crecimiento poblacional y del incremento de la complejidad
de las relaciones humanas.
Por su parte, las teorías contractualistas tienen en el racionalismo de la
ilustración su fundamento filosófico y sus principales exponentes en los ya
comentados ampliamente en el tema del desarrollo histórico del pensamiento
político, pero que recordamos a continuación: Tomas Hobbes, Jhon Locke y

2
Zippelius, Reinhold, Op. Cit., p.113.

196
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

Juan Jacobo Rosseau, los cuales, con sus diferencias semánticas, sostenían,
en resumen, que la sociedad había tenido su origen a partir de que el hombre
habría reflexionado de que su proceder voraz con respecto a los demás de
su misma especie los habría de llevar tarde o temprano al exterminio o, al
menos, a la falta de gobernabilidad y progreso; que por ello los seres huma-
nos cedían una parte de su absoluta, original e ilimitada libertad a favor del
soberano o los gobernantes capaces de orientar su desarrollo y garantizar su
seguridad comunitaria.
Por supuesto que, como lo comentamos en su momento, el contractua-
lismo es falso en su base, pues como origen de la sociedad carece de funda-
mento por artificioso. Basta pensar en que el hombre primitivo tendría otros
menesteres más ingentes en la búsqueda cotidiana de la comida, que en estar
reflexionando con razonamientos tan evolucionados.
Desde luego, las doctrinas teológicas sobre el origen de la sociedad son
todas anticientíficas, pues la creación de la sociedad por parte de Dios, a par-
tir de la creación del hombre, es una cuestión de fe, que carece de toda evi-
dencia científica, y aunque podamos creer que en un principio todo es una
creación, no podemos pasar por alto que los descubrimientos científicos cada
vez explican mejor la evolución de las especies, cuya base estableció Darwin.
Casualmente, es común encontrar en casi todas las religiones, el principio
de que Dios creo al hombre, pero que éste, en su proceder ha encontrado su
propio castigo al tener que vivir en esta especie de destierro que es la sociedad
humana.

La Función Social del Estado.

Por cierto, estudiosos de este asunto sobre el origen del Estado, centran en esta
cuestión el tema de la función social del Estado. Al efecto recordamos cuáles
son las funciones del Estado, que ya vimos, pero esa es una cuestión deonto-
lógica. En la génesis del Estado hayamos concomitantemente a su nacimiento
el tema de la función que el Estado tiene en la sociedad desde sus primeras
versiones.3 Y ello nos lleva a concluir, coincidiendo con los naturalistas, que el

3
Ibidem. p. 465.

197
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

hombre evoluciona como todas las especies, a partir de la naturaleza que nos
rodea, perfecta esta aún en su propia evolución, -y divina, si se quiere, y que a
partir de la propia naturaleza gregaria del homo sapiens, -característica que le
viene desde las especies predecesoras de este-, evolucionan los grupos sociales,
desde los primarios, como la familia o la horda, hasta llegar a constituir grupos
humanos cada vez más complejos, los que en su propio crecimiento han tenido
la necesidad de organizarse y regirse, aquí sí, a partir de la contribución racional
del ser humano, para que estas sociedades, ya estructuradas y ordenadas según
las necesidades, anhelos y metas que el hombre se ha propuesto, respondan a
esos propósitos, todos los que, a fin de cuentas, se pueden resumir en uno sólo:
el bien público. Y por lo tanto, todo cuanto el Estado haga para alcanzar esa
meta es su función social.

X.2.- Justificación

La justificación del Estado según diversas corrientes.

En relación a la justificación del Estado igualmente podemos señalar la existen-


cia de múltiples doctrinas, todas las cuales siguen, no obstante, el patrón esta-
blecido por Jellinek, de dividirlas según las necesidades a satisfacer a partir de
las cuales se dio el Estado:4 Las teológico-religiosas, que estiman que el Estado
surge a partir de una cuestión religiosa, es decir como creación de Dios; las
naturalistas, que consideran que el Estado surgió de una necesidad física; las
jurídicas, que señalan a la necesidad jurídica como la razón del surgimiento
del Estado, mismas que se subclasifican en las de derecho de familia, en las
de derecho patrimonial y en las de derecho contractual. Por supuesto aquí se
destacan los contractualistas mencionados líneas atrás. Las éticas, que parten
de una necesidad ética, desde luego de la ética social, -por decirlo así, de una
solidaridad social-, la justificación del nacimiento del Estado; y por último,
las psicológicas, que estiman que el impulso social del ser humano lo lleva a
hacer surgir al Estado.

4
Jellinek, Georg., Op. Cit., pp. 197-233. Porrúa Pérez, Fraancisco. Op. Cit., p 425. También González
Uribe, Héctor. Op. Cit., pp. 465-499.

198
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

No obstante, coincidiendo con el maestro Basave Fernández,5 nueva-


mente podemos resumir en dos las corrientes mas importantes sobre el tema:
las que consideran la necesidad y, por lo tanto la justificación del nacimiento
del Estado a partir de la naturaleza, esto es, que es un impulso natural de
los hombres lo que los lleva a crear al Estado y, por ende ahí se encuentra
su justificación; o bien, las que basan la causa eficiente del Estado en la vo-
luntad humana, en donde entran desde luego las doctrinas contractualistas.
Nuevamente insistiremos en la falsedad de las doctrinas contractualistas, pues
si consideramos que el surgimiento del Estado se dio a partir de un acto de
la voluntad humana y que, por ende, existió toda una reflexión en los hom-
bres primitivos para dar nacimiento a la sociedad, justificando con ello su
nacimiento, habría que suponer que el hombre no fue un animal gregario
sino hasta que recapacitó en la conveniencia de serlo, lo cual resulta ver-
daderamente desorbitado, sobre todo que hoy conocemos los resultados de
las investigaciones que nos muestran las más claras evidencias que desde el
australopitecus – o sea, mucho antes del homo sapiens razonador-, nuestros
ancestros ya vivían en grupos.
Finalmente afirmamos, nuevamente citando a Fernández del Valle:6 Que
al decir que el Estado tiene su origen en un impulso natural, no significa que
se prescindió en su formación de la voluntad humana. Que si bien es cierto
que el Estado deviene de toda una evolución que la misma agrupación social
del hombre ha tenido, la cual tuvo un origen natural a partir de la tendencia
gregaria del hombre, no significa que éste, en cada momento de la transfor-
mación del Estado, desde sus más elementales formas, no haya puesto su
inteligencia para darle forma, atendiendo a las necesidades de cada momento,
pues al fin y al cabo, en la medida en que fue perfeccionando al Estado, el ser
humano lo hizo con el fin de encontrar en el bien común el medio necesario
para desarrollase, en lo individual, dentro del orden y la paz, plenamente.

X.3.- Extinción

-La Crisis del Estado.


-La Sociedad Civil.
-La Globalización.
5
Basave Fernández del Valle, Agustín. Op. Cit, p. 190.
6
Idem.

199
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

La Crisis del Estado.

Para hablar de la crisis del Estado es precio reconocer que la expresión ‘crisis
del Estado’ es, como se ha dicho hasta el hartazgo, ‘un lugar común’, pero
también aceptar que no por eso es falsa y que es verdad, por lo tanto, que casi
desde siempre el Estado Moderno ha estado en Crisis.
En efecto, el Estado Moderno, como ya lo mencionábamos y coinciden
todos los autores, comienza en el Renacimiento,7 esa etapa de la historia de la
humanidad que, en rigor, no es propiamente una edad o época en particular,
sino que abarca la parte final de la Edad Media y la mayor parte de la Época
Moderna y que es, más bien, una etapa cultural de la humanidad, con la par-
ticularidad de que tampoco el renacimiento tiene un surgimiento simultáneo
para todas las expresiones de la cultura humana. Así, por ejemplo, para la
pintura su renacimiento está a partir del Giotto en el siglo xiv, pero para la
religión está con la Reforma luterana del siglo xvi. Para el Estado Moderno
tampoco hay fecha exacta para ubicar su surgimiento, pero sí coinciden la
mayoría de los autores, en que fue en el renacimiento, en Europa, y que par-
ticularmente, las pequeñas ciudades-Estado italianas constituyen algunos de
sus primeros ejemplos. Luego serán los primeros Estados Modernos podero-
sos, Francia, Inglaterra, Holanda y España, aunque ésta siempre con un pié en
el medioevo. Pero sobre todo, hay coincidencia en los factores que conduje-
ron a su aparición: la unidad, un orden constitucional y una delimitación entre
los conceptos Estado- ciudadano.8
La unidad la comienzan a tener los Estados que, como Francia bajo el
reinado de Felipe el Hermoso en el siglo xiii, logran sacudirse la imposición
del poder papal y someter a cualquier otro poder que regateara la preemi-
nencia del monarca, especialmente el de los señores feudales, dando lugar
al absolutismo. Ya sabemos que Felipe el Hermoso, inclusive logra, prácti-
camente, extinguir y despojar de sus riquezas a esa fuerza castrense-clerical
llamada Los Templarios.

7
Heller, Hermann, Op. Cit., p. 43.
8
Porrúa Pérez, Francisco. Op. Cit., p.84.

200
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

Bajo la mano todo-poderosa del rey, se desvanecen casi por completo


los fueros que otros estamentos gozaron durante la edad media, no sólo el cle-
ro, sino también la milicia, los judíos, los estudiantes, las cortes, los villanos,
etc., hasta lograr imponerse ya prácticamente un solo orden legal: la ley del
reino, una constitución u orden constitucional.
Pero sobre todo, surgió un factor que dio un impulso poderoso al surgi-
miento del Estado Moderno: la aparición de la sociedad civil. Algunos autores
identifican este factor con la delimitación de los derechos de los ciudadanos
por parte del Estado, pero para ello era necesario que surgiese su necesario
presupuesto que fue la sociedad civil.

La sociedad civil.

Este sector de la población no existió durante la Edad Media. Ni existió an-


tes.9 La Edad antigua tuvo el común denominador de la existencia del esclavo
por una parte y la transpersonalización del ciudadano por la otra. El ciudada-
no con derechos, los demos entre los griegos, la gens entre los romanos, se
debían por entero a la comunidad. No había dos conceptos Estado y ciudada-
no, sino ciudadano igual a ciudad-Estado.
Durante la mayor parte de la Edad Media predominan los estamentos:
la iglesia, las cortes, la gleba, los gremios, etc. y los diversos poderes que ri-
valizan por la hegemonía: el emperador, el señor feudal, el papa o el monarca
local. Es hacia el final de esta en que se empiezan a formar grupos humanos
que no pertenecen a ningún estamento en particular, son hombres libres que
se asientan en los ‘burgos’ de las ciudades, de ahí que se les llamará burgue-
ses. Sus actividades son muy diversas, entre los artesanos que no pertenecen
en particular a una agrupación o gremio, destacaban los orfebres, joyeros,
navieros, pero también los había mercaderes, banqueros y comerciantes de
toda cosa. Pululan en las barriadas de las ciudades. Éstas mismas que prácti-
camente desaparecieron en la Edad Media entre las epidemias, las guerras y
el servicio de la leva, resurgen en torno a los castillos.
Pero el impulso que esta nueva casta social conlleva es verdaderamen-
te incontenible. Se hacen paulatinamente del control económico. Son deman-
dantes. Pactan con el monarca al principio y poco a poco van arrancándole

9
Heller, Hermann, Op. Cit., p. 124.

201
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

cada vez más reconocimiento. Es por ese motivo que al surgir el Estado Mo-
derno éste rápidamente entra en crisis. Es la sociedad civil la que permanente-
mente reclamará y para siempre, más espacios y libertad de acción. Espacios
para sus negocios y libertad para accionar económicamente. La sociedad civil
es sobre todo un grupo humano de relaciones de mercado que tiene en la li-
bertad e igualdad jurídica el asiento de sus operaciones económicas.10
Por eso se dice que el Estado Moderno y su crisis son factores indisolu-
bles, pues permanentemente la sociedad civil –que tanto tuvo que ver con su
nacimiento- será cada vez más demandante ante el poder del monarca, hasta
lograr deponerlo o arrebatarle el poder. Es por esa razón que la Edad Moder-
na dura tan poco tiempo. Es más bien una etapa de transición entre la Edad
Media y la Edad Contemporánea. Para Wallerstein en ese período comienza
el Sistema-mundo moderno capitalista,11 y tiene razón, porque surge de la
mano de la sociedad civil. Durante este periodo subsiste el feudo agrícola
pero el noble terrateniente irá rápidamente perdiendo prerrogativas. Lo mis-
mo ocurrirá con los gremios. Surge el maquinismo, y la revolución industrial
se combinará con el liberalismo racionalista de la ilustración para dar inicio
al capitalismo y con ello a la Edad Contemporánea.
El estallido de las revoluciones sociales liberal-burguesas de los siglos
xviii y xix son a resultas del impulso que la sociedad civil, -que reclama igual-
dad y libertad-, va a darles. El populacho, que comenzará a formar parte de
una nueva casta social aún no se da cuenta de ello, sólo pone su sangre. La
sociedad civil impulsa las revoluciones y, tan luego logra deponer a los mo-
narcas, hace declarar los derechos humanos con su sello. No es casual, que el
segundo de los derechos humanos de la declaración de los ‘Los Derechos del
Hombre y del Ciudadano’ formulada en 1792 en París, por Robespierre, sea
el del derecho a la propiedad.
En seguida todo será cosa de tiempo. En el poder, esta sociedad civil ca-
pitalista inmediatamente va a hacer desaparecer las corporaciones de oficios
o gremios. Teme a todo lo corporativo. So pretexto de la libertad individual y
la igualdad, va a ordenar la extinción, lo mismo que de los monasterios que

10
Heller, Hermann, Op. Cit., p. 126.
11
Wallerstein, Immanuel. Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos. Ediciones Akal. Madrid.
2004. p. 430.

202
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

de las agrupaciones de oficios, éstas que tanto sirvieron durante toda la edad
media para regular la producción y los precios. La Ley Chapellier y el Edicto
Turgot pronto van a ser imitadas en toda Europa. El marxismo va a sostener
después, que con eso la sociedad burguesa, ya en el poder, va a tomar provi-
dencias cuando adivina cuál va a ser su futuro enemigo, una vez sepultada la
nobleza: los obreros y su posible organización en sindicatos.12 Por eso habrá
que tratar de detenerlos a tiempo. El Estado contemporáneo capitalista vive lo
que se ha denominado como el periodo orgiástico del capitalismo.13
A la sociedad civil, con el tiempo, le parecerá estrecho el Estado. El sig-
no del capitalismo y, por lo tanto, del Estado contemporáneo, que pronto fue
ocupando todo lo que ahora se conoce como occidente, es la transferencia de
capital, no de mercancías, ello implica que el capitalista actual tenga que tras-
ladar capitales y producir artículos cuya confección no se acaba en un país,
sino que se fabrica en partes –por cuestión de ahorro en la mano de obra así
como del precio de la materia prima-, que luego es necesario armar en otro lu-
gar, requiere la libre importación para juntar las parte al menor precio posible;
luego entonces se tienen que hacer tratados que eliminen los aranceles, esto
es el origen de los tratados de libre comercio. La pauta la puso la comunidad
europea, pero con el tiempo se ha venido reproduciendo el ejemplo por todo
el mundo.
Ciertamente durante casi un siglo, primero con la aparición de los Es-
tados Naci-facistas, que enfrentaron violentamente al Estado liberal y, luego,
al término de la segunda guerra mundial, cuando la Rusia soviética extiende
su dominio, pareció que había una alternativa al Estado capitalista, pero los
estados comunistas se ahogaron en la improductividad, la incapacidad para
generar riqueza y el aniquilamiento de los más elementales derechos indivi-
duales, cediendo el espacio a lo que se conoce como neoliberalismo. Y ni que
hablar de la brutalidad de los Estados Naci-facistas.
En la actualidad, la sociedad civil es un concepto que no sólo abarca
a los ciudadanos dedicados a las actividades comerciales privadas, sino que
incluye a los intelectuales, y aún a los obreros, que en rigor al principio no
formaban parte de ella, pero para el caso es lo mismo: la pulverización de las
12
De Buen Lozano, Néstor. Derecho del Trabajo. Editorial Porrúa. TII. México. 1976. p. 456.
13
Ponce, Anibal. Educación y Lucha de Clases. Editorial América. México. 1938. p. 172.

203
CURSO BÁSICO DE TEORÍA DEL ESTADO

fronteras. Pues incluso, los movimientos sindicalistas se han internacionaliza-


do. La política se ha expandido, y los efectos son desastrosos para el Estado.
Por una parte, la sociedad civil reclama más del Estado, pero cada vez está
más renuente a participar de sus cargas fiscales.14 Por otra parte, exige cada
vez más respeto no sólo a las mayorías sino a las minorías, bajo el principio
de que muchas minorías hacen una mayoría. La diversidad de credos, costum-
bres o preferencias sexuales aniquila el concepto decimonónico de nación.15
La multiplicidad de intereses extra fronteras, preferentemente los económi-
cos, pero también los sociopolíticos y hasta los ilícitos, anulan la soberanía,
dando paso a la globalización.

La Globalización.

Al día de hoy, la globalización es un fenómeno innegable y con efectos devas-


tadores, pues el Estado se ve coptado políticamente,16 limitado económica-
mente y frenado ante los derechos individuales, que sólo puede presentar una
debilidad que bien saben explotar los grupos de poder: lo mismo los cárteles
financieros que los cárteles de la droga. Éstos con más fuerza internacional
cada vez, pues el estado, en aras de preservar los derechos individuales se
pone límites que las organizaciones criminales no se fincan. Y es que el ace-
lerado desarrollo internacional ha propiciado estrechos vínculos supranacio-
nales, particularmente económicos, que superan cualquier dimensión estatal y
que nos ha llevado a una profunda interdependencia y a que los esquemas de
organización política tradicionales (el Estado) se vean rebasados, lo que orilla
a buscar nuevos vínculos de entendimiento para superar los actuales retos.17
En otras palabras, el Estado moderno ya es incapaz, por sí solo, de superar los
problemas que enfrentan los países en la actualidad, lo que conlleva, necesa-
riamente, a ir pensando en una nueva forma de organización que va más allá
de las fronteras nacionales y, por lo tanto a la desaparición del Estado Moder-

14
Agosto, Patricia, Wallerstein y la Crisis del Estado, Campo de Ideas, Madrid, 2003, p. 76.
15
Dabin, Jean, Op. Cit., p. 16. Zippelius, Reinhold, Op. Cit., p. 70. Sobre todo
porque el concepto sociológico de nación o pueblo lleva a entender que los rasgos comunes de un grupo
humano (étnicos, culturales, etc.) son el factor aglutinante.
16
Sartori, Giovanni. Op. Cit., p.271.
17
Moreno Hernández, Política Criminal y Globalización, Editorial Porrúa, México. 2001, p. 349.

204
LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

no. Por ello es que se afirma que la extinción del Estado contemporáneo es
cada vez más próxima, pues sólo con el agrupamiento en Estados regionales
se podrá hacer frente a los nuevos retos. El ejemplo claro lo vemos en la co-
munidad europea, que comenzó como económica, y que ahora toca todos los
aspectos de la vida social de sus miembros. Y una vez más, el estado- nación
resulta rebasado. Por ello, hoy más que nunca resulta cierta la frase de Paolo
Grossi que dice: Entonces, los mercaderes hicieron una contribución no se-
cundaria a la construcción de aquella entidad política, toda nueva, que es el
Estado, el Estado Moderno; hoy, los nuevos mercaderes parecen, al contrario,
hacer todo para desembarazarse del mismo.18 El caos en el que indefectible-
mente habrá de desembocar este ya de por sí caótico engranaje de intereses
que ha auspiciado el liberalismo, llevará a la desaparición de cualquier forma
estatal conocida, como resultado de la bancarrota de la economía mundial.
Todo ello, antes de volver a ver el horizonte, como colofón del liberalismo,
según predice Immanuel Wallerstein.19
El Sistema-mundo moderno está llegando a su fin, pero harán falta por
lo menos otros cincuenta años de crisis terminal, es decir, de <<caos>>, antes
que podamos entrar en un nuevo orden social: Wallerstein.20

Actividades de la Unidad X

Actividad integradora.

Unica: Realizar un ensayo en no más de 5 ni menos de 3 cuartillas, sobre los


problemas de la llamada globalización y si ésta puede llevar a la formación de
Estados Regionales o del Estado Mundial.

18
Grossi, Paolo, Derecho, Sociedad y Estado, Escuela Libre de Derecho, El Colegio de Michoacán y
umsnh, México, 2004, p. 157.
19
Avilés, Jaime. Citando a Wallerstein. Desfiladero. “La Jornada”. 21 de Febrero de 2004. Sección
Política. p 4.
20
Wallerstein, Immanuel. Op. Cit., Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos.p. 443.

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LUIS MIGUEL CAMPOS OJEDA

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216
2001

Índice

Prólogo 9
Prrefacio 13
Presentación 17

Unidad I
Objetivos Generales de la Teoría del Estado

I.1. El Estado como Objeto de Estudio de la Teoría del Estado. 19

-El hombre y el Estado. Nociones Previa y Científica acerca del Estado.


-Definición Previa de Estado
-Problemas fundamentales que se plantea todo estudio sobre el Estado.
-Conexión de todos los temas relacionados con el estudio del Estado.
-Los hechos políticos.
-Clasificación de la Ciencia Política. Disciplinas
Fundamentales, Especiales y Auxiliares.
-Ubicación de la Teoría del Estado.
-La Teoría del Estado en la actualidad.
Resumen 26
Actividades de aprendizaje relacionadas 27
Cuestionario relacionado 27

I.2.- La Teoría del Estado como Ciencia Política 28

-La Función de la Ciencia Política.


-Ciencia Política Dogmática y Ciencia Política Crítica
-Dogmatismo Ingenuo. Crítico. Racionalista. El
Materialismo Histórico.
-Los Mitos de Nuestra Época. El retorno a la Metafísica.
El pensamiento de Heller.
-Las Constantes del Proceso Histórico-Sociológico.
-La Teoría del Estado como Ciencia Política.
Resumen 32
Actividades de aprendizaje relacionadas 33
Cuestionario relacionado 33
Bibliografía 33
Unidad II

Desarrollo de la Ciencia Política a Través


de la Historia

II.1.- Los Hechos y las Ideas Políticas en la Edad Antigua. 35

-Los Hechos Políticos en la Antigüedad. En el Antiguo Oriente. Las Ideas de


Confucio y Lao-Tse.
-Los Hechos Políticos en la Antigua Grecia. Las Ideas Políticas de los Sofis-
tas, Sócrates, Platón y Aristóteles.
-Los Hechos Políticos en la Roma Antigua. Las Ideas Políticas
de Polibio y Cicerón.
Resumen 43
Actividades de aprendizaje relacionadas 44
Cuestionario relacionado 44

II.2.-Los Hechos Políticos y las Ideas Políticas en la Edad


Media. 45

-Los Inicios del Cristianismo y la Escuela Llamada de La


Patrística.
-El Pensamiento Político de Sn. Agustín.
-La Poliarquía de la Edad Media.
-El Pensamiento Político de la Edad Media. Guillermo de
Ockham.
-Marcilio de Padua. El Dante Alighieri. Juan de Salisbury.
-El Pensamiento Político de Sto. Tomás de Aquino.
Resumen 52
Actividades de aprendizaje relacionadas 54
Cuestionario relacionado 54
II.3.- Los Hechos y las Ideas Políticas desde el Renacimiento
Hasta el siglo XX. 55

-El Renacimiento.
-El surgimiento de los Estados Modernos. Características de los Primeros
Estados Modernos.
-El Pensamiento Político de Nicolás Maquiavelo.
-El Pensamiento Político de Juan Bodino. Secularización de la ciencia polí-
tica.
-El pensamiento Político de Filmer.
-Los Pensadores Políticos Clérigos Españoles del Siglo XVI.
-El Pensamiento Político de Tomás Hobbes.
-El Pensamiento Político de John Locke.
-Diferencias entre el Ius-Naturalismo Racionalista y el Ius-Naturalismo Cris-
tiano.
-El Pensamiento Político de Juan Jacobo Rousseau.
-El Pensamiento Político de Montesquieu. Otros autores realistas.
La -Decadencia del Racionalismo y Autodescomposición de la Ciencia Polí-
tica Tradicional.
-El Pensamiento de Augusto Comte y el Nacimiento de la Sociología.
-El Pensamiento de Max Weber.
-Doctrinas Económicas sobre el Estado. Tomás Moro y Tomás Campanella.
-La Doctrina de Carlos Marx y de Federico Engels.
-El Anarquismo. El capitalismo de Estado. La Economía Mixta.
-Los Estados Musulmanes.
Resumen 73
Actividades de aprendizaje relacionadas 76
Cuestionario relacionado 76
Actividad integradora 77
Bibliografía. 77
Unidad III

Objeto de la Ciencia Política y Método


en la Teoría del Estado

III.1.- El Objeto de la Ciencia Política. 79

-Delimitación del Objeto de la Ciencia Política.


-Materias que comprende la Ciencia Política Descriptiva
-Materias que comprende la Teoría del Estado.
-Concepciones Subjetiva y Objetiva del Estado.
-Delimitación Temporal y Espacial de la Teoría del Estado.
-El Sistema en la Ciencia Política.
Resumen 84
Actividades de aprendizaje relacionadas 85

III.2.- El Método en la Teoría del Estado. 85

-Clasificación de los Métodos.


-Necesidad de un método en la Teoría del Estado.
-Puntos de partida o supuestos en que ha de basarse la elección del método
para la Teoría del Estado.
-Solución del supuesto Ontológico.
-Solución del supuesto Gnoseológico.
-La clasificación de la Teoría del Estado formulada por Hermann Héller.
-Tendencias metodológicas.
-Doctrina de Jellinek.
-Doctrina de Kelsen.
-Conclusiones Metodológicas.
Resumen 96
Actividades de aprendizaje relacionadas 97
Cuestionario Mínimo de la Unidad III 97
Bibliografía. 98
Unidad IV

La Naturaleza del Estado y su Concepto

IV.1. Naturaleza del Estado. 99

-Distintos modos de cómo puede abordarse el conocimiento del Estado.


-Teorías que conciben al Estado como una situación.
-Teorías que identifican al Estado con uno de sus elementos.
-Teorías que consideran al Estado como un organismo
natural.
-Teorías que consideran al Estado como una unidad de
asociación.
-Doctrinas jurídicas
-La doctrina de Sto. Tomás de Aquino sobre la Naturaleza
del Estado.
Resumen 104
Actividades de aprendizaje relacionadas 105

IV.2.- Concepto del Estado 105

-El Concepto del Estado según Bluntschli.


-El Concepto del Estado según Jellinek.
-Concepto de Adolfo Posada.
-Postura sobre el Concepto Social del Estado.
-Los Elementos del Estado.
Resumen 108
Actividades de aprendizaje relacionadas 109
Actividad integradora 109
Cuestionario mínimo de la unidad IV 109
Bibliografía. 110

Unidad V

Los Elementos Previos del Estado

V.1.- La Población. 111

-Principios que se toman en cuenta para explicar el repartimiento de la pobla-


ción mundial entre los diversos Estados.
-Concepto de Nación.
-Concepto de Nacionalidad.
-Las ideas de Herder.
-Las minorías nacionales y el Estado Nacional.
Resumen 116
Actividades de aprendizaje relacionadas 118

V.2.- El Territorio. 118

-El territorio como elemento físico del Estado.


-Funciones y aspectos que abarca el territorio del Estado.
-Naturaleza del derecho del Estado sobre su territorio.
Resumen 121
Actividades de aprendizaje relacionadas 122
Cuestionario mínimo de la unidad V 122
Bibliografía. 122

Unidad VI

Elementos Constitutivos del Estado

VI.1.- El Fin del Estado. 123

-Bien común y bien público.


-Elementos ‘formales’ del Bien Público.
-Doctrina Tomista del Bien Común.
-El bien común según Max Weber. Otro punto de vista.
-Elementos ‘materiales’ del Bien Público.
-Estado-Economía. Estado-Cultura. Estado-Iglesias.
Resumen 130
Actividades de aprendizaje relacionadas 131

VI.2.- La Autoridad o Poder Público. 131

-Razón de ser del Poder Público.


-Tarea de Gobierno.
-Tarea de Administración.
-Fuentes de los servicios Públicos.
-Relación con la Fuerza Material del Estado.
-Teorías de la relación de los gobernantes con el poder del
Estado.
-Teorías sobre la naturaleza del Poder del Estado.
-De los Juristas.
-De Kelsen.
-De Duguit.
-De Hauriou.
-El Poder del Estado como factor de unidad política.
-El Poder del Estado como unidad de decisión política.
-El Poder del Estado como unidad de acción política.
Resumen 140
Actividades de aprendizaje relaciuonadas 141

VI.3.- El Orden Jurídico como Elemento del Estado. 142

-Cuestiones Preliminares.
-Teoría puramente sociológica del Estado.
-Teoría de las dos facetas.
-Teoría de la Identidad. (Kelsen)
-Crítica a la doctrina de Kelsen.
-Conclusiones.
Resumen 145
Actividades de aprendizaje relacionadas 146
Cuestionario mínimo de la unidad VI 146
Bibliografía. 147

Unidad VII

Los Caracteres del Estado

VII.1.- La Personalidad del Estado. 149

-Los caracteres del Estado.


-La personalidad moral del Estado.
-Teorías negativas de la personalidad.
-Doctrinas realistas.
-Teoría de la Fundación.
-Teoría de la Institución.
-Personalidad jurídica.
-Crítica a las Teoría negativas. Dabin.
Resumen 154
Actividades de aprendizaje relacionadas 155

VII.2.- La Soberanía. 155

-Carácter interno y carácter externo de la soberanía.


-Objeciones al concepto de soberanía.
-Caracteres de la soberanía.
-Limitaciones de la Soberanía.
-Sumisión de la Soberanía.
Resumen 159
Actividades de aprendizaje relacionadas 160
VII.3.- La Sumisión del Estado al Derecho. 160

-Límites racionales y objetivos de la soberanía.


-Controles supranacionales y controles internos de la soberanía.
Resumen 163
Actividades de aprendizaje relacionadas 163
Cuestionario mínimo de la unidad VII 164
Bibliografía. 164

Unidad VIII

Formas de Gobierno y Formas de Estado,


Los Órganos de Gobierno y las Funciones del Estado

VIII.1 Formas de Gobierno y Formas de Estado. 167

-Primeras clasificaciones.
-Distintas clasificaciones.
-Formas de Gobierno. Monarquías
-Formas de Gobierno. Repúblicas.
- Formas de Estado.
-Las Confederaciones y Organismos Internacionales.
Actividades de aprendizaje relacionadas 170
Cuestionario relacionado 170

VIII.2.- Los Órganos del Estado. 171

-Los Órganos del Estado.


-Clasificación de los órganos del Estado.
Cuestionario relacionado 174

VIII.3.- Las funciones del Estado. 174


-Las funciones del Estado
-La función Legislativa, la función Ejecutiva y la función Jurisdiccional.
Cuestionario relacionado 178
Actividad Integradora 178
Bibliografía. 179

Unidad IX

La Composición Social del Estado Contemporáneo y el Papel de la


Opinión Pública en la Sociedad Organizada

IX.1 Estado y Sociedad 181


IX.2 Condiciones naturales y culturales
de la realidad social 183
IX.3 La organización de la sociedad estatal
como expresión y parte del Estado. 185
IX.4 La Opinión Pública como factor político 187
Resumen de la unidad IX 191
Cuestionario mínimo de la unidad IX. 192
Bibliografía. 193

Unidad X

Origen, Justificación y Extinción del Estado

X.1.- Origen. 195


- Origen del Estado.
- Teorías Históricas, Contractualistas y Filosóficas sobre su origen.
- La Función Social del Estado.

X.2.- Justificación. 198

-La justificación del Estado según diversas corrientes.


X.3.- Extinción 199
-La Crisis del Estado.
-La Sociedad Civil.
-La Globalización.
Actividades de unidad X 205
Actividad integradora. 205
Bibliografía. 206

Bibliografía Básica 209


Bibliografía Complementaria 213
Curso Basico de Teoría del Estado,
de Luis Miguel Campos Ojeda
se imprimió en los talleres de Morevallado Editores,
de Morelia, Mich., el 29 julio de 2019,
su tiro fue de 150 ejemplares.

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