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Hora Santa Catequistas

Exposición N°2
Canto N°

Lo esencial es invisible a los ojos, por eso para encontrar lo esencial, lo que de verdad merece la
pena, hemos de arriesgarnos a creer y a adentrarnos en nosotros mismos para rescatar lo que de
verdad da sentido a todo y lo que de verdad nos hace vibrar hasta el infinito. Y, al arriesgarnos,
nos situamos al borde del camino, ese camino por el que aparecerá Él, el que sostiene nuestra
esperanza. Estamos en Adviento. Adviento significa esperar a alguien que está en camino y a
punto de llegar. ¿Quién viene? ¿Cuándo llegará? ¿Qué tiene que ofrecernos? Dicen algunos que
Dios guarda silencio y yo, lo afirmo, digo que Dios no calla. Dios, el Dios vivo, el Dios de la
historia, el Dios innombrable y completamente enamorado, un Dios que habla.
Silencio /Canto N° 10

María de Nazareth, madre de nuestro Señor, compañera de nuestras marchas, ven a visitarnos,
quédate con nosotros. Te necesitamos, madre buena, vivimos tiempos difíciles, atravesamos
bajones, tenemos caídas, nos agarra la flojera nos inmoviliza la apatía, nos da rabia la solidez de
la injusticia. María, virgen de la Esperanza. Contágianos tu fuerza, acércanos el Espíritu que
llena tu vida. Ayúdanos a vivir con alegría, a pesar de las pruebas y las cruces que encontramos
en el seguimiento de tu hijo. Que no nos desaliente la lentitud de los cambios, que las espinas de
la vida no nos ahoguen la semilla del Evangelio. Que no perdamos la utopía, madre buena, de
creer que es posible otro mundo y otra sociedad. Que no bajemos los brazos en la lucha por la
justicia y en la práctica de la solidaridad. Que no se enturbie nuestra mirada, al punto que no
veamos la luz del Señor que nos acompaña siempre, que camina a nuestro lado, que nos
sostiene en los momentos duros. María, tu creíste y te jugaste la vida.
Silencio /Canto N° 42

Mamá María pasaste tiempos de incertidumbre, de no entender las cosas que pasaban, de
sufrimiento y soledad. Y saliste adelante, con buen ánimo y entrega. Nos enseñaste con tu
ejemplo que para dar vida hay que entregar la vida, todos los días, en las buenas, y en las malas,
y en las más o menos. Siendo una muchacha, estando comprometida, corriste el riesgo de decir
sí al plan de Dios. Confiaste en Él y el sueño de Dios se hizo realidad. Madre, en nuestros días
Dios sigue soñando. Su Reino de hermanos está muy lejos de ser realidad. Y nos pide, como a
nosotros en Nazareth, que demos lo mejor de nosotros para ayudarlo a realizar su Proyecto.
María, con los hechos, con actitudes, con gestos...¡con la vida! Enséñanos a esperar en el Señor,
a confiar en su palabra, a dejarnos guiar por su Espíritu, a llenarnos de su buen humor y alegría.
Silencio /Canto N° 43

María, Madre de nuestro Señor y nuestra enséñanos a escuchar su voz, en la realidad de todos
los días, en el sufrimiento de tantos, en las ansías de liberación y cambio, en la sed de justicia de
las mayorías. Enséñanos a orar para no perder la Esperanza y para darle raíces sólidas.
Enséñanos a orar para discernir donde poner los esfuerzos y descubrir nuestro lugar y misión.
Enséñanos a orar para no desalentarnos en las dificultades y contratiempos. María, camina cerca
nuestro, acompáñanos madre buena, fortalece nuestra esperanza para que sea el motor de
nuestra entrega el pozo donde beber para seguir, el refugio donde descansar y retomar fuerzas.
Anuda nuestra esperanza al proyecto del Padre. Danos firmeza para seguir adelante. Llena
nuestros corazones de la esperanza que libera para vivir el amor solidario. Lo que se espera se
consigue con esfuerzo, con trabajo y con la vida. Nos confiamos en tus manos para que nos
hagas fuertes en la fe comprometidos en la solidaridad y firmes, muy firmes, en la Esperanza
del Reino.
Silencio /Canto N° 20

Desde el pesebre de Navidad nace una esperanza nueva. En la sonrisa de un Dios que es niño se
asoma, frágil, la luz del Reino. Un niño Dios que necesita cuidados, caricias, atención. Una
esperanza nueva que crecerá con el esfuerzo de todos. Una madre atenta, dispuesta para lo que
Dios pide, que no vacila en decir sí y entregar la vida entera. La Madre, del Señor y Madre
nuestra. María de Nazareth, camino que conduce al Padre. Dios que nace en un pesebre,
olvidado, a la intemperie. Recordándonos su presencia entre los pobres que sufren. Navidad, el
signo de un Dios que se hace pobre para llamar al Reino desde los olvidados del mundo.
¡Alégrense: pastores, campesinos, obreros de todo tiempo! Llegó la Buena Noticia, que empiece
la Fiesta, en medio del pueblo. La liberación esperada ha dejado de ser sueño. Empezó a ser
realidad la semilla del mundo nuevo.
Silencio /Canto El diario de María

Acudamos alegres a nuestro Redentor, al Hijo de Dios hecho hombre para renovar al hombre, y
digámosle confiados: Haz que seamos testigos del Evangelio.
1. Señor queremos ser tus testigos, para comunicar tu enseñanza y tu amor. R.
2. Concédenos poder cumplir la misión de catequista con humildad y profunda
Confianza. R.
3. Que la catequesis sea un servicio a los demás, una entrega gozosa a tu Evangelio. R.
4. Recuérdanos que la fe que deseamos irradiar la hemos recibido de ti como don
gratuito. R.
5. Haznos verdaderos educadores de la fe, atentos a la voz de tu Palabra, amigos sinceros de
los demás, especialmente de nuestros compañeros catequistas. R.
6. Que sea el Espíritu Santo quien conduzca cada una de nuestras vidas; para que no
dejemos de buscarte amarte. R.
7. Señor danos valor para anunciar tu Palabra, se nuestro alimento en nuestro caminar. R.

ORACIÓN
 
Señor, nos has elegido para ser catequista. Has puesto tu mirada en nosotros, sin merecerlo, y
me nos has confiado un grupo de personas, para que en Tu nombre siembre el Evangelio en sus
corazones y la semilla germine y de buen fruto, un fruto de oración, de servicio, de amor, de
entrega de una vida moral exigente y evangélica, de la celebración de los sacramentos… Una
vida que sea un seguimiento a Jesucristo con radicalidad y exigencia.
Ilumínanos para que con Tu Gracia y el don del Espíritu Santo, podamos realizar la misión de
catequista que nos encomiendas. Haz que no sólo confiemos en nuestras fuerzas, sino que
siempre nos apoyemos en las tuyas. Mira con bondad a todos los que nos has confiado, para que
la Buena Noticia que les transmitimos sea bien acogida en sus corazones. Ayúdales en todo lo
que necesiten. Protégelos y acompáñalos siempre.
Haz, Señor, que todos los catequistas, vivamos con ilusión nuestro ministerio, nos formamos
bien para ello, y seamos siempre conscientes de que nuestra tarea la realizamos en nombre de la
comunidad de la que formamos parte. Señor, gracias por hacernos catequistas. Amén.

Silencio /Canto N° 16

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