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La globalización financiera:

El conjunto de fenómenos conocidos como globalización financiera afecta decisivamente


múltiples aspectos de la economía mundial contemporánea. En gran parte del mundo se han
ido derribando en las últimas décadas las barreras que interferían con los masivos
movimientos de capitales a través de las fronteras. La globalización financiera es pues una
característica fundamental de la transformación de las relaciones económicas internacionales,
de la dinámica de la economía mundial contemporánea, de su conformación actual y de sus
perspectivas. Como tal, constituye un marco de referencia externo estratégico e ineludible
para la formulación de políticas económicas y no sólo económicas- de todos los países, y no
sólo de los periféricos. Aquí abordaremos el tema tomando especialmente en cuenta sus
efectos sobre los países en desarrollo de la América Latina, en particular de la Argentina.
¿Qué entendemos por globalización financiera? En sentido general, el libre movimiento de
capitales a través de las fronteras nacionales del mundo. La teoría económica ortodoxa enseña
que este fenómeno debería reflejar una gran libertad de movilización de ahorros generados
en cualquier parte del mundo hacia oportunidades de inversión en cualquier otra parte. Las
inversiones, a su vez, pueden ser consideradas como activos reales (producción de bienes y
servicios, inmuebles) o como activos financieros (títulos y obligaciones, acciones, derivados,
etc.)
Causas:
Las crisis económicas estructurales o de largo plazo, como la iniciada en 1967, se acompañan
de un fuerte proceso de especulación financiera tendiente a compensar el descenso de la tasa
de ganancia con el aumento de los valores financieros. Este proceso encuentra su límite en
sus propios efectos inflacionarios, que tornan inviable un crecimiento económico sustentado.
La especulación con los activos financieros aumenta con la elevación de las tasas de interés,
la especulación con acciones y otros papeles y con los activos materiales como los inmuebles
y la tierra, que tienden a sufrir ascensos artificiales; tales movimientos especulativos terminan
quitando recursos del sector productivo. En consecuencia, las propias empresas se inclinan
por buscar ventajas en la inversión financiera a cambio de la inversión productiva y se asiste
a una creciente liquidez en el conjunto de la economía. Como todo proceso de este tipo, la
especulación termina generando su contrario: la generalizada desvalorización de los activos
financieros. Esta se ve precedida por la baja en la utilización de los activos productivos
existentes o la subutilización de la capacidad instalada, que lleva a la simple y pura quiebra
de las empresas tecnológicamente obsoletas o poco competitivas en general. En la fase actual
del capitalismo monopolista de Estado, esta tarea de destrucción de sectores industriales
enteros se realiza a través de políticas estatales, programadas alrededor de amplios
movimientos de reconversión industrial, reestructuración de empleos, retiros anticipados, etc.
La caída de las inversiones productivas se apoya también en el aumento de las tasas de
interés, creando diversos excedentes orientados hacia la especulación, a la espera de nuevas
oportunidades de inversión. Es evidente que el surgimiento de excedentes financieros
autónomos, sin pasar por el ciclo del capital productivo, termina provocando el efecto
contrario: la caída de los valores de esos excedentes y de la tasa de interés y una reasignación
de inversiones productivas hacia nuevas bases tecnológicas, dejando atrás los sectores en
retroceso o incluso destruidos, para abrir camino a nuevas inversiones con gastos en capital
constante más bajos y de mayor productividad, que se complementa con la búsqueda de
mayor productividad del trabajo y mejor calidad de los productos. Se diseñan, así, dos curvas
opuestas entre inversiones productivas y especulación financiera.
Efectos:
La desregulación normativa del sector financiero favoreció la expansión del sistema
financiero y el proceso de financiarización. Esta concomitancia se tradujo en dos hechos
relevantes: La elevada concentración de las fuentes de liquidez internacional en manos de
intermediarios privados y el surgimiento de multitud de nuevos productos financieros
derivados que absorbían el esfuerzo inversor. La desregulación se tradujo también en un
mayor grado de internacionalización de las corporaciones financieras. La expansión
financiera benefició a los agentes financieros, ya que surgieron nuevos huecos de mercado
altamente rentables para los intermediarios financieros, encargados de canalizar y distribuir
el crédito.
La liberalización financiera permitió la libertad del movimiento de los capitales a nivel
global, aunque el 75% de todo el flujo de capital productivo en 1995 se acumulaba en el
centro del sistema. Además de la expansión financiera se produjo también un proceso de
financiarización del sistema económico. Este proceso consistió en una tendencia en la que el
sector financiero comenzó a ser preponderante en el sistema económico. Debido a que el
sistema económico experimentó este proceso de financiarización, se produjeron
transformaciones en el funcionamiento del propio sistema económico. Al desplazarse el peso
de la actividad hacia las finanzas, este sector, el de los seguros y el de la propiedad
inmobiliaria sobrepasaron en beneficios totales a los obtenidos por el sector industrial durante
la década de los noventa. En 1997, el volumen del comercio global era de unos 3 billones de
dólares, mientras que el flujo de capitales transnacionales era de 100 billones de dólares.

Bibliografía
Garrido, A. P. (2018). DESARROLLO Y CONSECUENCIAS DE LA GLOBALIZACION. colima: Universidad
de Colima, México .

Vanoli, B. H. (2002). LA GLOBALIZACIÓN FINANCIERA. GÉNESIS, AUGE, CRISIS Y REFORMAS. Fondo


de cultura economica.

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