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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO

FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ARAGÓN


ECONOMÍA

ENSAYO ACADÉMICO. “El hombre


unidimensional”.

MATERIA:
Economía Política V

GRUPO: 2613

PRESENTA:
Aquino Lozano Verónica Estefanía

PROFESOR:
Ovando Osorio Fabiola del Carmen
NEZAHUALCOYOTL, ESTADO DE MÉXICO, a 20 de julio de 2021
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INTRODUCCION:
Conforme va avanzando el mundo, el sistema social va cambiando. Se vuelve dinámico en
cuanto a los avances humanos en general y las fuerzas productivas. La sociedad industrial
avanzada es cada vez más rica y grande gracias al adoctrinamiento de un sistema
operacional en el que se justifican los avances en ciencia y tecnología para la creciente
productividad. En este trabajo se van a ejercer puntos desde lo concreto a lo general de la
sociedad industrial de la que habla Helbert Marcuse en 1964. En los dos primeros capítulos
a lo que es la sociedad industrial contemporánea en el siglo XXI.

En los inicios de la Revolución Industrial (Iniciada en la segunda mitad del siglo XVIII) se
buscaron: 1) la máxima producción con una organización de trabajo; 2) las máquinas para
reemplazar mano de obra; 3) innovación tecnológica con abaratamiento en costos y
aumento de beneficios.
Hoy en día siguen vigentes algunas de estas ideas, pero van perdiendo su racionalidad y
contenido tradicional. La sociedad industrial que vivió Marcuse con la de hoy en día se
sigue enfocando en crear más necesidades básicas para la existencia, esto para la total
expansión del tiempo de trabajo. La sociedad industrial contemporánea tiende a ser
totalitaria. Uno de los argumentos principales va de que la sociedad contemporánea
obstruye todo cambio social asimilando las fuerzas sociales contrarias y controlando las
necesidades del individuo.

Las necesidades que están preestablecidas por la sociedad tienen un contenido y función
social, determinadas por el sistema sobre los que el individuo no tiene ningún control.
"El predominio de las necesidades represivas es un hecho cumplido, aceptado por
ignorancia y por el derrotismo, pero es un hecho que debe ser eliminado tanto por el interés
del individuo feliz, como de todos aquellos cuya miseria es el precio de su satisfacción.
Las únicas necesidades que pueden invocar la mente es reclamar la satisfacción que es vital
como: el alimento, el vestido, y habitación en el nivel de cultura que esté al alcance". La
sociedad contemporánea vive cegada por el consumismo y por las marcas, que se ven
proyectados por el aparentar y por lo que nos piden ser, por no decir que toda la sociedad
en la mayoría somos seres unidimensionales.
Este concepto es muy interesante ya que el ser unidimensional que plantea Marcuse es un
hombre que se acopla al sistema y a sus necesidades, solo le preocupa que el sistema este
bien y no le preocupa lo que le falta a sí mismo, lo que le provoca una sensación de
inutilidad. No hay forma de concebir de manera distinta un mundo que no sea operacional
con la búsqueda de bosquejar todo lo que piensa y volverlo algo material.

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¿Autodeterminación o imposición social?
La sociedad totalitaria para Marcuse constituiría criterios que trazan un camino para llegar
a un “deber ser” impuesto entre las personas, entre las instituciones que los representan
para así obtener una sociedad sometida al sistema.
Con esto en cuenta y basándonos en un apartado técnico de producción cada vez más
automatizado, los bienes y servicios superfluos son la forma en la que el sistema le incrusta
a la sociedad nuevas necesidades, las cuales piden perpetuación del trabajo.
“Escoger libremente entre una amplia variedad de bienes y servicios no significa libertad si
esos bienes y servicios sostienen controles sociales sobre una vida de esfuerzo y de temor,
esto es si sostiene la alienación. Y la reproducción espontanea por los individuos de
necesidades super impuestas que no establece la autonomía; solo prueba la eficacia de los
controles”. Con esto igual comentaba la nivelación de las distinciones de clase que en estas
todos ya sean pobres o ricos acceden a los mismos servicios, esto para la misma
preservación del sistema establecido.
La civilización industrial contemporánea no tiene nada de racional. Su productividad,
eficiencia y su capacidad de fundirnos en comodidades de convertir lo superfluo en
necesidades intrínsecas nos hace cuestionarnos si realmente nuestros pensamientos son
nuestros. En base a esto Marcuse mete un concepto realmente esclarecedor el de la
introyección. “La introyección sugiere una variedad de procesos relativamente espontáneos
por medio de los cuales el ego traspone lo exterior en interior”.
Aquí da a entender que tenemos una dimensión interior y exterior, la interior separa las
exigencias externas. El espacio interior hoy en día se ve subsumido por la tecnología que
día a día consumimos, como resultado de esto tendemos a identificarnos mucho más con la
sociedad y entenderla como todo nuestro mundo.
Marcuse lo ve como la perdida de nuestro ser interior (la perdida de nuestro poder critico
de la razón). “El aparato productivo, los bienes y servicios que se producen. venden o
imponen el sistema social como un todo. Los medios de transporte y comunicación de
masas, los bienes de vivienda, alimentación, vestuario, el irresistible rendimiento de la
industria de las diversiones y de la información, llevan consigo hábitos y actitudes
prescritas como ciertas reacciones emocionales e intelectuales que vinculan de forma más
o menos agradable a los consumidores, a los productores y a través de estos, la totalidad”.
Con esto podemos extendernos a lo que es el pensamiento unidimensional, el pensamiento
unidimensional es en el que ideas, aspiraciones y objetivos son rechazados o reducidos a
los términos del sistema, la razón solo funciona en interés de los poderes establecidos.
Esta sociedad se maneja por un conjunto de operaciones esto significa que ya no nos
permitiremos emplear como instrumentos de nuestro pensamiento conceptos que no

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podemos describir en términos de operaciones, podríamos decir que estamos enajenados de
pensamiento ya que no parece que seamos dueños de nuestros pensamientos.

¿Cambio social?
Una gran parte de la sociedad es que no puede imaginar algo diferente de su realidad,
porque es parte del sistema tener capacidad para que ese tipo de pensamientos no pasen
con regularidad. Como ejemplo a esto se puede decir que en México existen 000 canales de
televisión nacional, de los cuales 000 son de tal y 000 son de tal, este es el claro ejemplo de
que tanto se puede imponer por medio de la televisión a la sociedad mexicana (ya que en
muchos países de Latinoamérica la televisión y el radio son fuentes principales para
mantener informada a las personas).
“Ahora la cada vez más completa mecanización del trabajo en el capitalismo avanzado, al
tiempo que mantiene la explotación modifica la actitud y el status de los explotados.” Por
lo tanto, la sociedad industrial contemporánea ha sustituido la fatiga muscular por el
esfuerzo mental.
“Según Marx, la maquina nunca crea valor, sino que solamente transfiere su propio valor al
producto, mientras la plusvalía permanece como resultado de la explotación del trabajo
viviente. La máquina es la incorporación de la fuerza de trabajo humano y a través de ella,
el trabajo pasado (el trabajo muerto) se conserva y determina el trabajo viviente”. La
automatización y el operacionalismo que hasta el día de hoy se ha mantenido tiende a que
la productividad es determinada por las máquinas y ya no tanto por el rendimiento
individual, esto causa mayor impotencia y resignación por parte de los trabajadores que
normalmente tienen que pasar jornadas haciendo tareas simples o solo cuidando que la
maquina haga su trabajo.

CONCLUCION
Devastación ambiental en la sociedad industrial contemporánea.
Los problemas que causa el capitalismo como sistema social amenazan la vida en los
ecosistemas, algunos fenómenos como la deforestación, erosión y perdida de fertilidad de
los suelos, escasez de agua, abuso de la caza y pesca de animales son las consecuencias
que nos siguen diciendo que para el largo plazo no es viable el sistema de sobreexplotación
en el que vivimos.

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Con todo esto lo que menos se tiene en cuenta son las afectaciones ambientales que sigue
ocasionando la huella humana. El capitalismo no es compatible con la conservación de la
naturaleza, el desarrollo industrial y los crecientes niveles de consumo hacen presión en el
ambiente. Las empresas no tienen en cuenta los ecosistemas que destruyen solo por hacer
crecer sus beneficios a diferencia de la reproducción de la naturaleza que es finita. la
reproducción del capital tiene que ser necesariamente ampliada en cada uno de sus ciclos.
Los países americanos son los que albergan la mayor parte de los ecosistemas en el mundo
por lo cual los capitales industriales buscan instalar parte de sus procesos productivos en
estos, mejor aún si estos países tienen sobrepoblación. Esto les da mejores ganancias como
producto de una explotación generalizada.
“El movimiento ecosocialista sostiene que las aspiraciones de socialismo y ecologismo
(una sociedad mundial de libertad, igualdad y fraternidad auténtica, el restablecimiento del
equilibrio metabólico entre la sociedad y naturaleza) no solo son incompatibles, sino que
solo podrán realizarse de forma conjunta”. No es posible plantearte alguna otra alternativa
sin la cooperación de todos los seres humanos, ya que hay poco interés en el sistema
capitalista para conservar los recursos naturales.
Esto puede suceder en un orden social en el que se planifique conscientemente la
producción en donde no exista un estado de clases sino una totalidad social.
En cuanto a la pregunta que se plantea Marcuse en el capítulo uno: ¿Cómo pueden los
hombres que han sido objeto de una dominación efectiva y productiva crear por si mismos
las condiciones de libertad? “La sociedad derivada del hombre unidimensional es un tipo
de sociedad que gira en torno a las necesidades que le son creadas, que no caben dentro del
sentido que se le puede dar a lo que es sentido como propio sino más bien que están
emparentadas con el sentimiento que representa a lo ajeno. El sentido de la verdad
individual se confunde con otras verdades y la justicia con varias interpretaciones de
justicia. según Marcuse un sentimiento de unidad en tanto las diferencias desaparece y
tanto la verdad como la justicia que prevalece es la que se impone por los criterios que
fundan las necesidades impuestas.”1
La sociedad industrial contemporánea es capaz de contener la posibilidad de un cambio
para un futuro próximo, empezando desde uno mismo. Cada uno debe ser capaz de tener el
sentido crítico para empezar a cuestionar todo. Profundizar en los temas actuales,
argumentarlos y platicarlos.

1
El hombre unidimensional en su dimensión critica: De Helbert Marcuse a Rolan Gori. Universidad
Cooperativa de Colombia. https://www.ucc.edu.co/prensa/2015/Paginas/El-hombre-unidimensional-en-su-
dimension-critica-De-Herbert-Marcuse-a-Rolan-Gori.aspx (consultada el 20 de julio de 2021)

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YO QUE TU PONDRIA LO SIGUIENTE:
INTRODUCCION:
Lo que Marcuse denomina la sociedad industrial avanzada presenta dificultades
para el hombre y para la sociedad humana. Bien es sabido que la industria es un
efecto de la necesidad y lo es también del deseo. Desear, que es el empuje
psíquico por la cual se manifiesta la necesidad de acceder a alguien o a algo, es
un acontecimiento que sostiene la vida del hombre y por lo tanto la dinámica
social. Es por ello que hablamos de una sociedad proactiva, deseante en cada
momento de su existencia. Siendo así, es de suponer que cualquier cultura estará
siempre marcada por el interés de dar sentido a la existencia, sea por la vía del
progreso o por cualquier otra que justifique una mejora en la calidad de vida. 

Al respecto Deleuze & Guattari dirán que la industria simboliza la actividad


creadora de realidad, lo que supone la creación como un acto ontológico de la
existencia humana. Sin embargo, lo que a los ojos de la cultura parece un avance
en todo su esplendor, tiene sus pormenores. Uno de ellos es que la sociedad
industrial, si bien no promulga abiertamente su dominio es totalitaria en el sentido
en que nada que corresponda a lo humano, a lo que le corresponde de natural se
deja al azar en su emergencia; todo se calcula lo que supone un control minucioso
sobre las necesidades humanas que son en su origen "naturales".

El totalitarismo que ejerce la sociedad industrializada no es explicito, no se da por


sentado; esto es que, las ideologías, regímenes y movimientos tradicionales no
delinean abiertamente los criterios totalitarios que imperan en una sociedad. Para
Marcuse la sociedad totalitaria funciona a la manera de un discurso soterrado que
obliga a que el sentido y las acciones de los sujetos dependan de criterios
diferentes a los propios. El totalitarismo constituiría de esta manera una ruta de
criterios que trazan el camino para llegar a un "deber ser" impuesto el cual precisa
entre otras cosas hacer inexistentes las diferencias y contradicciones entre sí;
entre los hombres, entre las instituciones que los representan para así obtener del
conjunto social un ente sometido al dominio. Lo anterior, la lógica totalitaria,
configura una sociedad destinada a no pensar sobre lo propio. lo que otorga al tipo
de sociedad totalitaria (industrializada), el poder de pensar por todos. 

El hombre unidimensional que plantea Marcuse es el hombre que se ajusta al


sistema, pero principalmente a sus necesidades, es decir, a las necesidades del
sistema. La preocupación del hombre actual esta puesta en lo que falta al otro
(sistema) y no en la necesidad que falta a sí mismo lo que indica una constante y
progresiva sensación de inutilidad. Estamos de manera indefectible sometidos a
suplir las necesidades del sistema mas no las propias, y el fin de esta serie no se

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observa en tanto lo percibido es lo que el sistema requiere y no lo que cada quien
necesita; dicho en otras palabras, no hay forma de concebir de manera distinta un
mundo cuyo fin obliga a dejar de pensar sobre lo propio del sujeto y sobre lo
autonomo de una comunidad.

La necesidad del hombre se confunde en esta secuencia, se trastoca porque pasa


de ser un aspecto particular del sujeto a ser de otra propiedad. En ese punto
Marcuse reflexiona acerca de lo relevante que es la necesidad humana para
definir al hombre. El filósofo en cuestión define al hombre unidimensional por el
discurrir de sus necesidades, ellas definen la existencia, sin embargo, recalca,
tales necesidades son falsas, son impuestas y carecen del sentido de propiedad
para el hombre. Pero hay en el fondo de esta determinación, de ese sometimiento
a esa "otra", cierta responsabilidad en el reconocimiento de lo que se desea, esto
es que, existiendo la posibilidad de que el sujeto, la sociedad y el mundo puedan
decidir sobre sus propias necesidades el hombre y la sociedad han optado por
someterse a los designios que le son impuestos.

El recorrido, el mapa de la necesidad en el sujeto parece simple; se podría


bosquejar de la siguiente manera: hay un cuerpo viviente y en él materia, instinto,
cognición, lenguaje; todo eso lo habita. Es un cuerpo que actúa, busca, goza, es
producto de un empuje a hacer algo por su existencia y la del sujeto. Y hay
también una psique la cual mediante el lenguaje hace del cuerpo un hombre. Las
necesidades que surgen de ese hablante-ser emergen de toda su naturaleza, de
su constitución pulsional, por lo tanto, lo que busca satisfacer refiere a su
satisfacción particular, al sustrato original de su necesidad más no a la satisfacción
de la naturaleza de otro u otros. Es así como una necesidad que es pura en su
origen requiere de una respuesta autentica para sí y no para otro u otros.
Pero en el hombre unidimensional que plantea Marcuse la necesidad se confunde
cuando busca satisfacerse porque no tiene como prioridad la satisfacción a partir
de la propia necesidad sino de la necesidad de los otros; en este sentido puede
hablarse de cierta confusión contemporánea. Así entonces, ocurre que el hombre
unidimensional no se determina por ser precisamente un ser autentico sino ajeno
a sus necesidades y a sí mismo.

La sociedad derivada del hombre unidimensional es un tipo de sociedad que gira


en torno a las necesidades que le son creadas, que no caben dentro del sentido
que se le puede dar a lo que es sentido como propio sino más bien que están
emparentadas con el sentimiento que representa a lo ajeno. Un suceso que es
absolutamente circunstancial a la existencia humana, como lo es la necesidad, es
modificado en su esencia y lo que queda luego de esa operación es un
sentimiento de extrañeza frente a lo propio. Es tan corriente que se llegue a tal
punto de reconocimiento de lo extraño como propio que los valores que han
regulado por años, la sociedad y la vida del hombre se han hecho absolutamente

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confusos. Para el hombre unidimensional no es preciso lo que representa
actualmente la verdad y la justicia, por ejemplo. El sentido de la verdad individual
se confunde con otras verdades y la justicia con varias interpretaciones de justicia,
ello crea, según Marcuse, un sentimiento de unidad en tanto las diferencias
desaparece y tanto la verdad como la justicia que prevalece es la que se impone
por los criterios que fundan las necesidades impuestas.

Roland Gori es psicoanalista y profesor de psicopatología en la universidad Aix –


Marsella. Es iniciador de L'Appel des appels cuya constitución es considerada
como un laboratorio de ideas que buscan deconstruir los modelos impuestos de
sumisión social y profesional de la salud, la educación, la justicia y la formación.

En sus textos Rolad Gori intenta pensar la modernidad en conjunción con una
ética del sujeto e insiste en los estragos ideológicos que las lógicas cientificistas
en tanto que liberales producen a los ciudadanos. En el texto la fábrica de los
impostores Roland Gori muestra como el impostor es como una esponja viviente
que absorbe los rituales, las opiniones, los valores de la comedia social de su
época. 

La hipótesis de Roland Gori no se aleja de lo que propone Marcuse, al menos


sobre lo que determina al hombre unidimensional. Hay acuerdo en ambos autores
en los tipos de sociedad que se derivan de las dos ideas de hombre
(unidimensional e impostor). En Marcuse es una sociedad unidimensional y en
Gori la sociedad es una fábrica de impostores. De esa manera el hombre y la
sociedad para ambos guarda la similitud deducida del sometimiento del hombre al
dominio totalitario ¿Pero qué relación entraña de manera particular, en detalle, el
impostor con el hombre unidimensional? Hay que partir inicialmente de lo que Gori
denomina una sociedad de impostores como fábrica.

Gori piensa como Marcuse que una señal evidente del hombre sometido al
dominio de un sistema totalitario es el acallamiento del pensamiento que no es
una acción llevada a cabo por la fuerza, por la represión, al menos en este tipo de
totalitarismo. Más bien existe lo que Marcuse llama una especie de uniformidad
del pensar que es tal vez lo que mejor define en Gori la misión de la "fábrica". El
objeto último de la fábrica de impostores no es construir hombres porque ya están
creados para hacer sociedad, es más bien facilitar el acceso a lo que se espera de
los hombres; dicho de otra manera, hay una forma de vida esclarecida y un ideal
de felicidad ya instituido cuyo acceso es posible si los hombres actuamos de tal o
cual manera. Es evidente, y Gori lo expresa, que tal condición de hombres
sometidos hace absurdo el acto de pensar sobre la condición de humanos que hoy
nos define y en consecuencia adviene el impostor como el hombre sometido a lo
que de él se espera.

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El pensamiento que representa al hombre en una sociedad de impostores no es el
que define a una sociedad democrática y en este punto la coincidencia entre
Marcuse y Gori es excepcional. Para Gori la democracia es poder gobernar bajo la
discusión lo que implica un poder fundamental concedido al lenguaje. Esta
atribución remite a un plano dialógico que bien entendido concede a la palabra un
sentido que no es solo temporal ni de carácter vago o retórico sino en su sentido
más determinante. Sin embargo, para Gori no es ese el valor que se le da al
lenguaje en la sociedad de los impostores. Mediante la impostura, el lenguaje ha
adquirido el carácter banal del semblante y la palabra ha perdido su valor
dialógico; lo que de esa causalidad se desprende es una disminución del efecto
del lenguaje y un aumento de su indeterminación. 

Frente a tal desvalorización del lenguaje queda el lugar vacío que deja la
inoperancia del mismo y adviene el automatismo cuya característica principal es
que carece de reflexión o conciencia plena sobre los actos humanos. Adviene
entonces una sociedad automatizada que ha reemplazado el dialogismo por un
sistema de control que augura una cultura más cerca a la sociedad animal que a la
de los hombres. En esa misma línea, Marcuse alude al pensamiento como algo
desprovisto de toda carga crítica y dentro del pensamiento unidimensional el
lenguaje y las palabras adquieren por su carencia de sentido un carácter confuso.
Pensamiento y lenguaje en Gori y Marcuse son dos entidades centrales sobre las
cuales recae la esencia misma del hombre, pero que según sus argumentos están
hoy regidas por una unidad externa que obliga a responder en una sola dirección.
La concepción de hombre y sociedad que se observa tanto en Marcuse como en
Roland Gori está marcada por la supresión de la autonomía del hombre frente a
las respuestas que debe dar a las necesidades que se le presentan

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CONCLUCION:
En su propuesta teórica, Marcuse reflexiona acerca del individuo y la sociedad
unidimensional, la cual enarbola a la razón instrumental como estandarte del
progreso. El filósofo desarrolló dicha postura tras presenciar la Primera y Segunda
Guerra Mundial, el Holocausto, las bombas nucleares, la Guerra Fría y la
persecución judía.Marcuse identificó dicha razón instrumental con expresiones de
un sistema que estandariza el pensamiento y genera dinámicas que sustentan una
civilización irracional y violenta.
El autor plantea esta crítica como clara oposición a una organización que disuelve
a sus miembros en construcciones colectivas determinadas por el mercado. Dicha
organización, que denominó unidimensional, se rige por parámetros que atentan
contra el sujeto y atrofian los procesos que le permitirían un desarrollo óptimo.
El aparato productivo, y los bienes y servicios que produce, ‘venden’ o imponen el
sistema social como un todo. Los medios de transporte y comunicación de masas,
los bienes de vivienda, alimentación y vestuario, el irresistible rendimiento de la
industria de las diversiones y de la información, llevan consigo hábitos y actitudes
prescritas, ciertas reacciones emocionales e intelectuales que vinculan de forma
más o menos agradable los consumidores a los productos y, a través de éstos, a
la totalidad. Los productos adoctrinan y manipulan; promueven una falsa
conciencia inmune a su falsedad. Y a medida que estos productos útiles son
asequibles a más individuos en más clases sociales, el adoctrinamiento que llevan
a cabo deja de ser publicidad; se convierte en modo de vida. Es un buen modo de
vida —mucho mejor que antes—, y en cuanto tal se opone al cambio cualitativo.
Así surge el modelo de pensamiento y conducta unidimensional en el que ideas,
aspiraciones y objetivos, que trascienden por su contenido el universo del discurso
y la acción, son rechazados o reducidos a los términos de este universo.

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