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miento"y un recorte cabal del sonido que se vuelve en contra de la escena que
supuestamente anima y significa para vaciarla de todo sentido; en Mi tio, el
ruido ridículo del chorro de agua en el jardincito, la caída demasiado sonora
de la jarra de plástico que rebota sobre el piso de la cocina, el choque molesto de
los talones de la secretaria o de la ama de casa, o en Playtime el largo suspiro de
los sillones o de las puertas corredizas de vidrio. No es casualidad que en Playti-
me abunden las escenas vistas o como advertidas detrás de vidrios; al reducir
los gestos y las palabras privadas de su sentido auna simple pantomima visual
y sonora, transforman la vida y lo serio de los personajes en un espectáculo tan
burlesco como decapante que se traduce en un desajuste de la fábula social.""
Pero en esas escenas en las que la banda sonora asume una función crítica de
volverse en contra de la creencia en la imagen, la visión irónica de la moderni-
dad cuenta menos finalmente que la toma de otra imagen, más distraída, más
ligera y sobre todo más graciosa, en una palabra, de una poética que permite
vivirla y compartirla de otro modo.Tati procede a la manera del dibujante que
utiliza el papel de calcar detrás del cual sedifuminan las materias, las figuras y
los agenciamientos del original para sonsacarle por sustracción, añadido, acen-
tuación y recomposición una imagen renovada de la realidad.
44 Tomamos prestada la idea de Jacques Rancière que habla a propósito de lo burlesco "de un
desajuste fundamental de toda fábula social" {La Fable cmématogmphique, op. cit, p. 20),
Poiética:
hacer las imágenes
CAPITULO
LA IMAGEN EN LA PINTURA
maestra de lo ideal. Cuando Mairaux escribe que "lo que Manet anuncia,
no de superior, sino de irreductiblemente diferente, es el verde del Balcón,
la mancha rosa del albornoz de Olimpia, la mancha frambuesa detrás de la
blusa negra del pequeño Bar de Folies-Bergère",^ opone los colores de la quí-
mica moderna a la antigua alquimia de la representación, la estridencia de
los tonos puros a la armonía de las figuras.
A decir verdad, siempre fue asi en la pintura, incluso la más ilusionista, por-
(|ue su hazaña consiste precisamente en una salida de la pintura mediante la
pintura, pero la asignación a través del dispositivo pictórico de la buena dis-
tancia para la contemplación del cuadro permitía mantener la ficción de una
pintura sin cuerpo ni materias. El aporte de Manet se encuentra en el aniquila-
miento de la distancia que pondría a la imagen por delante de la superficie y de
la textura del cuadro, teniendo como efecto en lugar de una reproducción de la
realidad a través de la imagen una producción en y a través del cuadro. Lo que
cambia en Frente al espejo, es justamente que el cuadro deja de ser el espejo
de las cosas para convertirse en la máquina óptica que produce el efecto de las
mismas. El lazo del corsé de la mujeres lazo y red de pinceladas; misma obser-
vación para el peinado que entrelaza mechas de cabello y pinceladas de pin-
tura. La fuerza del cuadro se encuentra en el entre-tejido de la pintura y de la
representación, del subjetilyde\ sujeto; ese trenzado hace que se comuniquen
los diferentes planos del cuadro, su manera con su tema que no es para nada
una mujer ni totalmente desnuda ni vestida por completo, entre-dos. Lejos de
reducirse a su materialidad o a la representación, el cuadro juega el rol de una
matriz dinámica que hace vera la figura en la pintura y a la pintura en la figura
convocando a la mirada para hacerlas surgir una de otra.
Por este motivo la alternativa que teorizó Gombrich no opera más. Se pue-
de aplicar al cuadro de Manet lo que, contra Gombrich expresamente, Richard
Woliheim llama "la doble percepción", es decir "el hecho de que la visión pro-
pia de la representación permita la atención simultánea a lo que está repre-
sentado y a la representación, y al objeto y al medium".' La doble percepción
propia de la experiencia estética se señala a través de la capacidad de ver algo
en otra cosa, lo que Wittgenstein llama el "seeing-in", el "ver-en", sobre el mo-
delo de las figuras aleatorias que vemos dibujarse en una simple mancha o en
una nube: "En Tiziano, en Vermeer, en Manet, no dejaremos de maravillarnos
con la manera en la que son aprovechadas la línea, la pincelada o la aplica-
ción del color para producir efectos o instaurar analogías que sólo se pueden
identificar de manera figurativa, al tener como argumento que la calidad en
cuestión no se habría podido reconocer si, al mirar cuadros, tuviésemos la
Las imágenes vienen de la pintura, en la pintura, aquello que todos los pintores
declaran al hablar de su práctica, sería no obstante un error, muy cercano final-
mente a la interpretación formalista del giro modernista, creer en una pintura
autófaga o autoreferencial que sólo se alimenta de sí misma. No contento de
alimentar su obra con el espectáculo de una época querida por sus alegrías,
grandes y pequeñas, como por sus desdichas para sacar de ahí imágenes tan
nuevas por el tema como por el tratamiento, Manet es sensible a la atracción
de otras imágenes que componen y condicionan el paisaje visual de su tiempo.
Al lado de las referencias a la tradición artística, los historiadores del arte han
insistido sobre el rol de la imaginería popular en la formación del estilo de ar-
tistas del modernismo pictórico; se sabe por ejemplo que Entierro en Ormans
de Courbet está en parte inspirado en una innage d'Épinal muy difundida, el
10 /è/d. p. 196.
11 Anton Ehrenzweig, i'Ordre caché de l'art, tr fr., París,Tel/Callimard, 1967, pp. 55-56.
LA ÌMVENClÓN DE LO VISIBLE 93
12 Sobre este tema véase LÁventure de l'art au XlXe siècle, bajo la dirección de Jean-Louis Ferrier,
París, Chêne/Hachette, 1991, p. 429.
13 George Mauner,"Manet et la vie silencieuse de la nature morte", en Manet, les natures mortes.
París, La Martinière/Réunion des Musées Nationaux, 2001, pp. 37-38
14 Georges Bataille, op. cit., p. 48.
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al punto, como lo resalta Foucault con respecto al cuadro, de separar sin matiz
ni "claro-oscuro" la luz y la sombra, el blanco y el negro; esta acentuación del
contraste es un efecto característico del tratamiento de la luz a través del dis-
positivo fotográfico (diafragma y emulsión más o menos rápida).
Lo que marca la diferencia con la foto, es que el cuadro pasa por decirlo asi
frente a ella imponiéndole por sobreimposición la estridencia del color verde,
la aspereza y la densidad de su materia, la solidez de su arquitectura; a la frágil
apariencia y al espectro de la fotografía, el cuadro opone la fuerza y la inten-
sidad de su presencia. Pero también, al rivalizar con ella, el lienzo de Manet va
más allá de la fotografía para proponer una interpretación de la misma, la del
sujeto capturado por su imagen y despojado mediante ella de su sustancia. Por
ahí mismo se acerca al tiempo del mundo que se va haciendo, el de la circula-
ción de las nuevas imágenes que lo pueblan en adelante con la profusión de
fotografías y de anuncios.
19 Sobre esta cuestión, véase Le Musée d'Érnile Zola, Dominique Fernández, op. oí.
LA ÌNVENCION DE LO VISIBLE 97
20 Ibid., p. 30
21 /bW., pp. 232 y 234.
22 Michael Fried, La Place du spectateur. Esthétique et origines de la peinture moderne, tomo 1, tr
fr, Paris, Gallimard, col. NRF/essais,i990.
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Por otro lado, las citas y las reposiciones de la pintura a través de la fotografía
se complican por la traducción recíproca de imágenes y de palabras con una li-
teratura que produce cuadros y cuadros que producen jeroglíficos. Dominique
Fernández señala en el Doctor Pascal (1893) una frase que traduce la foto de
Jeannecon la sombrilla:"Ella, un poco resguardada por su sombrilla, alcanzaba
su plenitud, feliz por ese baño de luz como una planta en pleno mediodía",''y
en La obra (1886) un pasaje que resuena directamente en los dos cuadros de
Manet, Un manojo de espárragos y El espárrago (1880); "¿Un manojo de zana-
horias, sí, ¡un manojo de zanahorias! estudiado directa e ingenuamente, en
la nota personal en la que se lo ve, no equivaldría a los eternos sermones de
la Escuela, esa pintura de poca monta, vergonzosamente hecha con recetas?
Llegará el día en que una sola zanahoria original llevará el germen de una
revolución".A la inversa y sin reducirlos a eso, encontramos en los retratos de
Zola,Zacharie AstrucyThéodore Duret de Manet auténticos mensajes cifrados
en los componentes y la disposición de la imagen, envíos en forma de jeroglífi-
cos a la atención de sus destinatarios.'s
23 /fa/d., p.31.
24 Ibid., p. 28.
25 Con respecto a esto, véase Henri Loyrette,"Manet, La Nouvelle Peinture, la nature morte", en
Manet, les natures mortes, op. cit., pp. 15-18.
LA INVENCiÓN DE LO VISIBIE 99
ELTIEMPO DE LO EXISTENTE
25 Susan Sontag, La Photographie, tr. fr., París, Seuil, col. Fiction & Cie, 1979, p. 85.
27 Roland Barthes, i o Chambre claire, París, Cahiers du cinéma/Gallimard/Seuil, 1980, p. 138.
lA INVENCIÓN DE LO VSSl BLE 101
EL ESPECTRO
¿Habrá que ver sólo en eso con Jean-Christophe Bailly'^ la modernización del
viejo poder de la imagen de representar a los muertosy a los vivos en su ausen-
cia que celebra la leyenda de Dibutade? ¿La fotografía no se emparienta con
el registro "live" de la sombra luminosa de las cosas como acabo de sugerirlo
y no es su función la de un memento morii Intenté mostrar en un capítulo de
un libro anterior que no se emparentaba con eso.'° Heredera sin lugar a dudas
del poder de evocar a los ausentes, se encuentra sin embargo en el principio de
un nuevo afectoy es prueba de una nueva relación con las imágenes. Para com-
prenderla basta retomar el gesto inaugural de Dibutade. ¿Qué hace? Traza el
contorno de la sombra del rostro de su amante sobre la superficie de una pared,
la inscribe en una materia que le presta su consistencia; el rostro del amado vi-
virá en lo sucesivo de su soporte. Es la operación del cuadro cuya materia, pero
también la manera de quien la pintó, están siempre presentes, incluso en los
lienzos más ilusionistas, para el espectador; el modelo vive de la vida del cuadro,
de los colores y de las líneas que anima la mirada del espectador. Es en donde
posee una función de inmortalización de su modelo, si es conocido,y aún más
de su autor; Rembrandt retratándose, es un primer lugar un Rembrandt, eso es
Rembrandt, es decir un estilo en la representación. Es una paradoja completa-
mente distinta la que ofrece la foto. Por un lado, encarna la ambición del arte
en el siglo XIX de la que una buena parte de sus obras literarias, entre ellas el
Franl<enstein de Mary Shelley y retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde, se hicie-
ron eco, la de un arte que cobraría vida. Es la observación que hace Walter Ben-
jamin al comparar un retrato pintadoy una foto de las obras de David Octavius
LA HABITACIÓN VERDE
35 A la noción de instante decisivo la forjó Henri Cartier-Bergson para dar cuenta de su práctica
en el prefacio que redactó para el primer álbum de sus fotografías. Images à la sauvette, Paris,
Verve, 1952.
36 Henri Bergson, L'Énergie spirituelle, Paris, édition du Centenaire, PUF. A este respecto, véase
Gilles Deleuze, Le Bergsonisme, Paris, PUF, 1968, pp. 53-55.
37 Gillez Deleuze, op. cit., p. 54.
38 Henri Bergson, Matière et mémoire, op. cit., p. 87
LA ÌNVENCION DE LO VISIBLE 105
El cine, el descubrimiento
¿Qué es la historia? El espacio entre los personajes
(Calude Ollier, L'HIstoire illisible)
Arte del tiempo, evidentemente, el cine es sin duda en mayor medida el del
espacio, entre, pero también al rededor y más allá de ellos; "se puede vaciar a la
imagen cinematográfica de toda realidad, salvo de una: la del espacio"."" La his-
toria, justamente, lo que ocurre en la pantalla y que se cuenta entre sesiones,
es la causa de ese olvido en el que termina por desaparecer lo visible cinema-
tográfico. Escrita con miras a la representación, la obra de teatro es concebible
sin ella; nada de eso ocurre con el cine, al que ningún relato detallado jamás
reemplazará. El espacio del teatro es un continente y un decorado para la ac-
ción y la relación entre los personajes, en el cine es actor de pleno derecho. El
teatro es demasiado humano para estar distraído como puede estarlo el cine
cuando deja de lado a los personajes, suspende la acción o el diálogo por una
vista inesperada sobre un objeto, una escapada sobre el paisaje o incluso una
mirada perdida sobre un rostro, una mirada que es la de nadie y que no juzga.
Puede tratarse de salidas falsas, como en esos planos de corte cargados exce-
sivamente de símbolos destinados a sobre-significar el sentido de la acción en
curso, pero hay una autentica distracción del cine que es su respiración y su
manera de introducir el mundo como tercero en la relación humana.
FUERA DE CAMPO
41 En francés cache: se puede traducir tanto como "recorte" o como "máscara". Ambos términos
se refieren al instrumento que se utiliza en la fotografía o en la edición cinematográfica al copiar
un negativo sobre papel sensible, en el que se lo interpone para interrumpir el paso de la luz y
conseguir de esa forma atenuar o eliminar completamente ciertas partes del negativo. [N. del T.]
42 André Bazin, op.c/í., p. 160.
LA ÌNVENCION DE LO VISIBLE 107
gura de los ángeles que envuelven con sus miradas las miradas perdidas de los
humanos en el subterráneo de Berlín. Incluso cuando retoma las convenciones
dramáticas del teatro (unidad de acción y de lugar), el cine es virtualmente
sin principio ni fin ni contornos definidos, con ia impresión de tomarlo ya en
marcha o en medio de un mundo que lo desborda por todos lados. El término
que le corresponde mejor no es como para el teatro, el de representación, sino
el de secuencia. El cine habla de plano-secuencia; se trata de un plano insta-
lado en la duración y la continuidad de la filmación, sin corte, por lo tanto sin
edición a posteriori, por ejemplo el largo plano-secuencia final de El pasajero
de Antonioni. Al cerco de la representación y de su marco, pictórico o teatral, se
opone el principio secuencia! del movimiento y del espacio cinematográfico,
lo que podríamos llamar espíritu de sucesión y de fuga del cine. Secuencia,
es decir sucesión de lo que precedió y que no vimos, y consecuencia de lo que
seguirá y que no veremos tampoco. El plano-secuencia sigue a la acción en su
continuidad; la cámara, es el detective que sigue durante un tiempo a un per-
sonaje extraño que vino de otra parte y que terminará por perderlo de vista. El
cine como hilado, movimiento que se abraza con otro movimiento que sufre su
atracción. El cine negro es el esbozo por excelencia del cine; incluso si a plena
luz, recordemos las famosas secuencias del avión pulverizador o de la sala de
subastas en Intriga internacional {North by Northwest), su espacio es siempre
nocturno e incierto. Su función de recorte no vale solamente para el fuera de
cámara, su ejercicio alcanza también a la escena en su extensión transforma-
da en inquietante extrañeza; aun en Hitchcock, cuervos asesinos (Los pájaros,
The Birds) o la ventana sobre el patio del asesino {La ventana Indiscreta, Rear
window). Aìos registros del dominio y de la tonalidad procedentes del sistema
cerrado de la representación inscripta entre premisas y conclusiones, el cine
tiende a oponer los de la sorpresa y de la secuencia aleatoria.
CONTRAPLANO
Escena emblemática: una escuadra de "túnicas azules" que escolta una cara-
vana de pioneros avanza en la inmensidad de un paisaje virgen de todo rastro
humano; el iry venir entre planos apretados sobre la vida y la organización de
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44 Gillez Deleuze, i7moge-mouv/ement, cap. IX"L'image-action: la grande Forme", op. c/t, p. 202.
45 André Bazin, "Le western ou le cinéma américain par excellence", op. cit., p. 223.
LA ÌNVENCION DE LO VISIBLE 111
la india feroz que vuelve a encontrar al mismo tiempo que a su tribu su rango
de princesa orgullosa, la de un pueblo que no es simplemente el objeto de la
mirada colonizadora sino que puede, en la escena de despediday desde su dig-
nidad reencontrada, devolverle su mirada tras el intercambio ritualy comercial.
Escena mítica, foto retocada sin ninguna duda pero que dice en ese comercio
de miradas, en la igualdad del plano/contraplano cinematográfico lo que ha-
bría faltado en el encuentro entre europeosy americanos. Habrá que esperar f/
nuevo mundo, la última película hasta la fecha deTerence Mallick para superar
otro paso, el de los indios de la costa este que asisten a la llegada de los prime-
ros navios ingleses. El nuevo mundo de la Tierra Prometida encubre, de hecho,
otros mundos, otras maneras de hacer mundo, y el fuera de campo contiene
virtualmente un contraplano que la historia, a la que pronto seguirá su leyenda
cinematográfica, se apresurará en neutralizar asignando la mirada del otro al
espacio cerrado de la reserva.
EL ESPACIO AFECTADO