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000 kilos de lo
que se pensaba era glicerina pura a la empresa panameña Medicom. Ésta, a su vez, la había
adquirido de la farmacéutica española Rasfer Internacional S.A., quien se la compró al grupo chino
CNSC Fortune Way Company. Con esa supuesta glicerina pura, el Seguro Social elaboró un jarabe
para el resfriado y la gripe que resultó no apta para consumo humano.
Las autoridades sanitarias distribuyeron en el país 200.000 frascos, pero no fue hasta 2006 cuando
empezaron a identificar los primeros casos de envenenamiento. Hasta entonces, las muertes las
habían achacado a una enfermedad atípica, denominada síndrome de insuficiencia renal. Fue en
octubre de aquel año cuando se descubrió que lo que creían un síndrome era una intoxicación
causada por el medicamento adulterado. "El 10 de octubre de 2006 el Ministerio de Salud dio la
alerta sobre el jarabe y llegaron a retirar todos los frascos".
Se considera que es un biomarcador de efecto, debido a que se evaluó las alteraciones fisiológicas,
sufridas tras la administración de este Jarabe. Se sabe que el dietilenglicol se absorbe rápidamente
por las vías digestivas y respiratorias y por contacto prolongado por la piel. El mecanismo de
metabolización es llevado a cabo en el hígado y riñón. Una parte se metaboliza a agua y dióxido de
carbono y etilenglicol.
Por otro lado también se sostiene que el metabolismo del dietilenglicol podría ocurrir por una vía
diferente, con la formación de ácido etoxihidroxi-acético (HEAA) en el hígado, que provoca la
acumulación intrahepatocítica del HEAA, llevando a la muerte celular de las células de hígado y de
los túbulos renales. Dicho mecanismo justificaría la no aparición de cristales de oxalato en algunos
casos de intoxicación y la aparición de daño renal y hepático.
La dosis letal para humanos se estima en un rango entre 0,014 a 0,17 mg dietilenglicol por
kilogramo de peso.
Fue una intoxicación crónica porque una víctima de este gran escándalo afirmó que “Empezó a
tomar la medicina y no sentía mejoría, así que siguió’’. Para cuando había agotado frasco y medio,
la situación era ya insostenible. "Ya tenía tos, pero en ese punto ya no podía parar", cuenta la
mujer, Los pulmones le quemaban, empezó a vomitar recurrentemente, le dolía la cabeza
constantemente, tenía diarrea y dolor de cabeza ". Pero los males no terminaron ahí: "Con los
años empeoró. Fue de forma progresiva". Así, comenzaron los problemas renales, las
inflamaciones en las articulaciones, las dificultades para caminar, los quistes. "Y hoy, 12 años
después, sufro de fibromialgia, epilepsia, daños en el hígado, visión borrosa, quistes múltiples en
el útero y cáncer en el seno derecho.
La intoxicación se presentó de manera más evidente en pacientes adultos entre 40 y 80 años. Los
pacientes tenían previamente múltiples enfermedades crónicas como hipertensión, diabetes e
insuficiencia renal, por lo cual consumían múltiples medicamentos. También se observó que la
mayoría de los pacientes eran asegurados por la Caja de Seguro Social. El cuadro clínico comenzó
con fiebre y náuseas, posteriormente el paciente sufría de diarrea y de problemas urinarios,
incluyendo la incapacidad de orinar. Finalmente, la intoxicación entra en una fase neurológica en
donde el paciente sufre una parálisis en las extremidades inferiores y superiores.