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H.

AYUNTAMIENTO
DE MORELIA

Presidente Municipal
Prof. Wilfrido Lázaro Medina

Síndico Municipal
Ing. Salvador Abud Mirabent

Secretario del H. Ayuntamiento


Mtro. Arturo José Mauricio Fuentes

Regidores
C. Marbella Romero Núñez
C. Edgar Eladio Guzmán Méndez
Lic. Jorge Vázquez Guerrero
Profra. Martha Patricia Medina Garibay
L.I.D.M. Jorge Alfredo Molina Sánchez
Prof. Roberto Ayala Soto
Ing. Alejandro Villafuerte Arreola
L.R.C.I. Saraí Cortés Ortiz
L.E.P. Leticia Farfán Vázquez
L.A.E. Miguel Ángel Villegas Soto
Ing. Fernando Contreras Méndez
C. Fernando Orozco Miranda

Directora del Archivo General,


Histórico y Museo de la Ciudad
Dra. Yaminel Bernal Astorga
Boletín
Rosa de los Vientos 5

Una mirada caleidoscópica


de la niñez en Valladolid-Morelia

Colección V
Boletín
Rosa de los Vientos 5
Una mirada caleidoscópica
de la niñez en Valladolid-Morelia

Yaminel Bernal Astorga


(Compiladora)

H. Ayuntamiento Dirección del Archivo General, Histórico


de Morelia y Museo de la Ciudad
El Boletín Rosa de los vientos es una edición del H.
Ayuntamiento de Morelia y la Dirección del Archivo
General, Histórico y Museo de la Ciudad.

Imagen de portada: AHMM, Colección Fotográfica.

Boletín Rosa de los Vientos 5


Una mirada caleidoscópica
de la niñez en Valladolid-Morelia
Yaminel Bernal Astorga
(Compiladora)

© 2014, H. Ayuntamiento de Morelia


© 2014, Dirección del Archivo General, Histórico
y Museo de la Ciudad
© 2014, Archivo Histórico Municipal de Morelia
Galeana 302 Centro
58000 Morelia, Michoacán

Impreso en Morelia, Michoacán, México


Índice

Presentación
Yaminel Bernal Astorga 9

Sección temática 13

…que no se ha de servir de su sangre…


Ser infante y esclavo en Valladolid de Michoacán
Jorge Amós Martínez Ayala 15

Viviendo al filo de la muerte


Oziel Ulises Talavera Ibarra 31

La dulce niñez vallisoletana


Andrés Santillán Medina 43

Notas sobre la educación musical de la mujer:


Los casos de El Colegio de Santa Rosa (1743-1870)
y la Academia de Niñas de Morelia (1885-1911)
Alejandro Mercado Villalobos 49

Infancia y cultura visual,


una invitación a la reinterpretación
Guadalupe Chávez Carbajal 59

Sección documento 69

Las escuelas lancasterianas en Michoacán y su impacto


como educación tradicionalista (1852-1871)
Victoria Eugenia Pérez Tajonar 71
Desarrollo de la instrucción primaria en Tacícuaro,
tenencia de Morelia
Magali Zavala García 81

Sección Archivonomía 91

Construyendo la historia
del Archivo Histórico Municipal de Morelia
Melba Maya Guzmán
Yaminel Bernal Astorga 93

La profesión de archivista en el siglo XXI


Jorge Núñez Chávez 109

Los archivos y su importancia


en la administración pública
Lucía Silva 117

Reseña 123

Rodríguez Herrejón, Guillermo Fernando, La introducción


del automóvil a Morelia. Análisis socio-técnico, Morelia,
H. Ayuntamiento de Morelia, Archivo Histórico Municipal
de Morelia, 2013.
Miguel Ángel Gutiérrez López 125

Sección Mi ciudad, mi historia 133

Vivir la ciudad:
el más sublime de los juegos infantiles
Ricardo Aguilera Soria 135
Presentación

E l caleidoscopio se construye a partir de un tubo en cuyo interior


hay dos o más espejos, además de pequeños objetos irregulares
que al girar se producen imágenes que se van multiplicando. Así, las
formas que origina en el observador remite a representaciones diversas.
La mirada caleidoscópica construye; propicia el entrecruzamiento de
significados, cruces que logran que una interpretación sea diferente a
otra; tiene como fin multiplicar las posibilidades de saber para crear
otras. En esta quinta edición del Boletín Rosa de los Vientos el propósito
es, justamente, redescubrir la infancia de Valladolid-Morelia a través de
distintos reflejos que ofrece la mirada caleidoscópica.
La encomienda resulta laboriosa, pues el testimonio de los niños en
el pasado no siempre quedó registrado de manera específica; para seguir
la pista es necesario cruzar información y recurrir a datos “visibles”
generados tanto por instituciones (eclesiásticas, de educación, de salud,
de policía) como el análisis de lo que establece la “invisibilidad” de
dichos testimonios. Elena Jackson Albarrán explica que a diferencia
del siglo XX gran parte de la dificultad para acceder a las experiencias
pasadas de niños se debe a que “no aparecen en los documentos
históricos a menos que fueran abandonados, maltratados, encarcelados,
castigados, explotados o asesinados. Estos niños aparecen como parte
de la historia institucional, sujetos a los poderes coloniales, religiosos,
gubernamentales, o simplemente a los adultos que regían sus días”.1 No

1
Jackson, Albarrán Elena, “En busca de la voz de los herederos de la Revolución.
Un análisis de los documentos producidos por los niños, 1921-1940”, en Relaciones,

9
Presentación

obstante, las vicisitudes que emergen en el estudio de los párvulos, se


trata de una línea de investigación que cada vez toma mayor relevancia
en el quehacer historiográfico.2
De esta manera, la primera sección del Boletín corresponde a
investigaciones que desde diferentes perspectivas y metodologías
analizan los mecanismos de los que sería objeto la niñez vallisoletana.
Los autores, historiadores provenientes de la Universidad de
Guanajuato, Campus León, y de la Universidad Michoacana de San
Nicolás de Hidalgo se dieron a la tarea de explorar entre los documentos,
principalmente del Archivo Histórico Municipal de Morelia, pistas que
permiten entender de qué se trataba ser niño.
El trabajo de Jorge Amós Ayala estudia los niños que durante el siglo
XVII debieron aprender —desde su diferencia— la condición de ser
esclavo, de ser una propiedad, de ser negros; niños sujetados a prácticas
propias de los sirvientes y que en el proceso de sus vidas aprendieron
también a desarrollar estrategias de sobrevivencia y resistencia. Por su
parte, Oziel Ulises Talavera Ibarra se da a la tarea de realizar un estudio

estudios de historia y sociedad. “Infancia un archipiélago por explorar”, Michoacán,


El Colegio de Michoacán, otoño 2012, vol. XXXIII
2
Algunos trabajos generados tanto para el estudio de la niñez en México como en
el estado de Michoacán corresponden a Dolores Pla Brugat, Gustavo López Castro,
así como la realización del Seminario Permanente de Investigación: “Infancias,
problemas y perspectivas”, bajo la coordinación de María Teresa Cortés Zavala
(Facultad de Historia, UMSNH), al igual que publicaciones generadas por El Colegio
de Michoacán y El Colegio de México. Véase: Pla, Brugat Dolores, Los niños de
Morelia, un estudio sobre los primeros refugiados españoles en México, México,
CONACULTA, INAH, Cooperación Española, Embajada de España, 1999; Alberto
del Castillo, Conceptos, imágenes y representaciones; Los niños: su imagen en la
historia, México, El Colegio de México/Instituto Mora, 2006; Revista Relaciones,
estudios de historia y sociedad. “Infancia un archipiélago por explorar”, Michoacán,
El Colegio de Michoacán, otoño 2012, vol. XXXIII; López Castro, Gustavo, “Richard
y sus amigos. Sociometría de las relaciones en la escuela: Michoacán y Chicago”, en
Relaciones, núm. 83, verano 2000, vol. XXI, Michoacán, El Colegio de Michoacán,
pp. 121-138; López Castro, Gustavo, “La educación en la experiencia migratoria de
niños migrantes” en Mumert, Gail, Fronteras fragmentadas (edit.), Michoacán, El
Colegio de Michoacán, CIDEM, 1999, pp. 359-374

10
Yaminel Bernal Astorga

detallado sobre la mortalidad de los párvulos entre los siglos XVII y


XIX. En el estudio da cuenta tanto de las enfermedades que afectaban
a los niños y en qué momentos generaban más daños, pero sobre todo,
permite identificar las acciones que emprenderían tanto las autoridades
como los padres para atender la salud de sus hijos.
En el tercer texto el autor, Andrés Santillán, realiza una aproximación
de la niñez a partir de elementos asociados con dicha etapa de la vida: los
dulces y los espacios para la recreación. Santillán propone una perspectiva
diferente sobre la infancia al identificar aquellos dulces placeres a los que
tendrían acceso una parte de los niños vallisoletanos. En lo que respecta
al cuarto trabajo la educación de las niñas se vuelve el tema de interés por
parte del autor Alejandro Mercado Villalobos, quien analiza el modelo de
enseñanza a través de dos instituciones: El Colegio de Santa Rosa María
de Valladolid y la Academia de Niñas de Morelia. En el texto Mercado
analiza cómo el programa de estudios se transformó: pasó de la economía
doméstica y la música (propio del proyecto porfirista) a un modelo
humanista. Finalmente, el trabajo que cierra la sección temática está a
cargo de Guadalupe Chávez, quien reconstruye la infancia teniendo como
punto de partida las imágenes. La autora se da a la tarea de reflexionar
sobre una niñez envuelta en las normas sociales y la demanda del discurso
oficial, pero sobre todo, el texto de Chávez plantea la “necesidad de
construir una narrativa histórica con imágenes”.
La sección de documento está conformada por los trabajos de
Victoria E. Pérez Tajonar y Magali Zavala García, ambas historiadoras
del Archivo Histórico Municipal de Morelia (AHMM), el objetivo es
proponer pistas para futuras investigaciones a partir de documentos que
se localizan en el acervo del Archivo Municipal. De esta manera, la
educación lancasteriana y la instauración de escuelas en la tenencia de
Tacícuaro son los temas explorados por las autoras.
En esta quinta edición del Boletín se presenta por primera vez la
sección archivística con la participación de tres textos. El primero a
cargo de Melba Maya Guzmán y Yaminel Bernal Astorga, quienes
se dieron a la tarea de reconstruir parte de la historia del Archivo
Histórico Municipal y cómo a través de los propias documentos que

11
Presentación

ahí se resguardan se tiene el testimonio tanto de afectaciones hacia los


expedientes como de acciones que pretendían garantizar las condiciones
de conservación y organización. El segundo trabajo fue elaborado por
Jorge Núñez, Universidad de San Luis Potosí, quien problematiza la
formación del archivista, pero sobre todo, subraya la necesidad de
la profesionalización ante el contexto que hoy en día atraviesan los
archivos. Por su parte, la historiadora Lucía Silva expone el trabajo que
se ha venido realizando en el archivo de la Secretaría de Tesorería del
Ayuntamiento de Morelia, esfuerzos que reflejan la tendencia a depurar,
organizar y clasificar la documentación de las instituciones públicas y
privadas en aras de la transparencia.
El cuarto apartado de Rosa de los Vientos comprende la reseña. En
esta ocasión Miguel Ángel Gutiérrez López realiza el análisis de la obra
La introducción del automóvil a Morelia, Análisis socioeconómico,
investigación realizada por el historiador Guillermo Fernando Rodríguez
Herrejón.3 Finalmente, la quinta sección se presenta bajo el título “Vivir
la ciudad: el más sublime de los juegos infantiles” y es desarrollada
por Ricardo Aguilera Soria, historiador que da cuenta de los trabajos
realizados por los niños que participaron en el Curso de Verano 2013.
La encomienda consistió en que fueran ellos mismos quienes contaran
la historia de la ciudad desde su perspectiva. Se trata de la ciudad vista
con el lente de niños. Es así como cada uno de los trabajos que participan
en este Boletín refleja los esfuerzos por explorar las vivencias de niños
como resultado de distintos escenarios, así como el quehacer de los
archivos y de quienes laboran en estos espacios.

Yaminel Bernal Astorga


Morelia, Mich., septiembre de 2014

3
Cabe mencionar que la realización de esta publicación es resultado del Primer
Concurso: Forjando investigadores que organizara la Dirección del Archivo General,
Histórico y Museo de la Ciudad en el 2013 con el objetivo de premiar la mejor
investigación de licenciatura que tuviera como eje rector la ciudad de Valladolid-
Morelia.

12
Sección
Temática
AHMM, Colección Fotográfica.
…que no se ha de servir de su sangre…
Ser infante y esclavo en Valladolid de Michoacán

Jorge Amós Martínez Ayala1

¡Pobrecito huerfanito! ¡Ay! Yo no conocí a mi padre


¡Sin su padre y sin su madre! Sólo conocí padrastro.
¡Orá ya quedó solito! Ay! Era bueno pa’ pegarme
¡Como la pluma en el aire! Y malo pa’ dar el gasto.
¡Pobrecito huerfanito! (El padrastro, valona terracalenteña)
(El huerfanito, son terracalenteño)

Á gueda de la Huerta, esclava de doña Francisca de la Huerta,


llegó a la casa del regidor don Francisco Peraza y Fernández a
reclamarle entregara a sus sobrinos, que estaban depositados en su casa,
pero como éste se niega a entregar a los niños:

Dixo con mucho orgullo, ruido y ademanes: —¡Que no se le debía nada!


¡Que para eso estaba el ahí el alcalde mayor! y que ella se entendería y
haría que el dicho alcalde ¡No se sirviese de su sangre!2

1
Facultad de Historia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
2
Archivo Histórico Municipal de Morelia, en adelante AHMM, Fondo Colonial,
Ramo Gobierno, c. 5, e. 33, Valladolid, 23 de septiembre de 1639, “contra Aguedita”,
f. 1.

15
…que no se ha de servir de su sangre…

Sus sobrinos María y Josephe, hijos de su hermano Francisco de


Villalobos, esclavo, y de su mujer Mariana de Villalobos, ya difuntos,
estaban bajo la custodia de Esperanza Gutiérrez, su hermana, mulata libre,
vecina de Irimbo; pero como “ella era sola y no tenía hijos” había pedido a
su hermana que se le entregara los niños, los cuales trajo a la ciudad:

…por haber quedado solos los dichos muchachos y no tener otros


parientes ni parientas más cercanos que yo y la dicha mi hermana y
ser como son nuestros sobrinos para ampararlos y acabarlos de criar y
doctrinarlos, alimentarlos como huérfanos que son.3

Lamentablemente al reclamar a sus sobrinos con tal vehemencia


cometió desacato a la autoridad de Francisco Peraza, quien colocó en
la cárcel; aunque pidió perdón y se hincó de rodillas, fue condenada a
recibir 100 azotes por tal reclamo, que en justicia no debió ocurrir. Es
claro que la autoridad sospecha, pero no de la relación familiar sino del
estatus jurídico de los niños; puesto que son mulatos y provienen de una
familia de esclavos, suponen que lo son y cuestionan el que una esclava
los tenga, pues el esclavo no tiene derecho a poseer bienes y cualquiera
que consiga es propiedad de sus amos; por tanto la “posesión” de los
niños, y de su trabajo, debe revisarse. ¿Aunque la esclava sea su tía puede
ella “mantenerlos”, sobre todo si su propia “manutención” depende de
su ama? ¿Puesto que los niños son “libres”, la potestad puede tenerla
una esclava, aunque sea su tía? Parece que la potestad de los niños se
resuelve a favor de Aguedita y lo que realmente provoca el juicio es el
desacato de la misma ante la autoridad, al no recibir de forma expedita a
sus sobrinos. Para ella, es una afrenta a su honor, aunque legalmente no
lo pueda argumentar, que los niños trabajen en la casa del regidor como
sirvientes, cuando en realidad son libres y exentos de servicio; de ahí lo
exaltado de su reclamo.
A nosotros, meros espectadores, los hechos nos parecen
incomprensibles, aunque herederos y habitantes del espacio urbano

3
Ibídem.

16
Jorge Amós Martínez Ayala

de Valladolid, nacimos y crecimos en una sociedad que cumplió el


anhelo José María Morelos, uno de los hijos de la ciudad, no hay ya
distinciones jurídicas por el color de la piel y la esclavitud está abolida.
Los abuelos que compartieron este espacio, que llamamos ahora ciudad
de Morelia, tuvieron experiencias que quedan fuera del alcance de
nuestra hermenéutica de la vida cotidiana, una de ellas es la noción
y experiencia de la esclavitud. Ahora es impensable que unos niños
huérfanos sean separados de un familiar cercano y puestos en una
custodia porque eran de piel oscura y había primero que saber si eran
esclavos o no.
La mayoría de los primeros hombres y mujeres esclavizados traídos
a la ciudad procedían del África al sur de Sahara y habían vivido libres
en sus comunidades, habían sufrido la amarga experiencia de la captura
y el traslado, y a punta de golpes, latigazos y cepos, “aprendieron” que
su situación había cambiado y “eran” propiedad de otros hombres, es
decir, eran esclavas y esclavos; pero con el pasar del tiempo, las esclavas
y esclavos que vivieron en la ciudad ya no procedían de África, sino que
eran hijas e hijos de madres esclavizadas. Cualquiera que haya sido el
engendrador, tanto en su casta, su nación o su estatuto legal, el fruto
de un “vientre esclavo” nacía ya esclavizado; algunos de ellos vivían
una fracción de su vida junto a su madre, pero, irremediablemente,
tenían que sufrir su separación. Aprendían de una manera muy dura y
en la infancia, que no tenía nada de “tierna”, que eran sirvientes de un
“amo”, que le debían respeto público, acatamiento pleno a sus órdenes
y, en última instancia, su existencia le pertenecía y podían ser vendidos
y comprados como cualquier mercancía; cualquier falta de respeto,
desacato y resistencia sería castigada corporalmente y la violencia
verbal era constante.4 En ésa edad en que se conforma el YO de la
persona, en que se establecen más o menos equilibrios entre pulsiones
de vida y de muerte, en que los sueños conforman nuestro inconsciente

4
Arre Marfull, Monserrat, “El duro tránsito del ‘ser mujer’ y el ‘ser hombre’ esclavo
en el Chile colonial. Una reflexión desde la infancia”, en Revista Nomadías, Santiago
de Chile, Número 13, julio 2011, pp. 9-30.

17
…que no se ha de servir de su sangre…

social, los niños y niñas esclavos sufrían más que ningún otro sector de
la sociedad vallisoletana.5
A lo largo de estas páginas veremos algunos ejemplos magros, porque
los documentos no son prolijos en detalles, sobre una etapa importante
en la vida de las personas esclavizadas, la infancia, el momento en que
aprendieron duramente que eran “diferentes” al resto de las niñas y
niños con los que convivían en los espacios privados y públicos de una
ciudad como Valladolid.
Aunque la Nueva España recibe de Europa la noción de las siete
edades del hombre, una de las cuales es la infancia, ésta no puede
ser acotada, ni temporal ni corporalmente, de manera homogénea. Se
propone temporalmente que la infancia duraría desde el destete hasta la
comunión, que ocurriría alrededor de los diez años, la casta, el género
y las propias vivencias la interrumpían o modificaban abruptamente.6
Los padrones de milicianos existentes desde fines del siglo XVII, en
Valladolid, incluyen a jóvenes de 15 años en adelante, lo que podríamos
llamar ahora “mayoría de edad”, justo también cuando se establecían
contratos de aprendizaje de oficios y los muchachos eran entregados
al maestro para su educación práctica; por ejemplo Xavier Antonio
Tovar, El repostero, mulato libre, trabaja en el palacio episcopal con
su hijo Joseph Francisco “y un negrito nombrado Luis, a quien está
enseñando”.7
En varios casos encontrados en la ciudad de Valladolid nos muestran
que las niñas esclavas iniciaban su vida sexual justo entre los 12 y
13 años, cuando dejaban de ser doncellas. Pongamos dos casos, el de
Rosa María de los Reyes, mulata esclava, quien trabó ilícita amistad
con Diego de la Serna a los doce años, tratándola de matrimonio y de

5
Jaramillo, Leonor, “Concepciones de infancia”, en Zona Próxima. Revista del
Instituto de Estudios Superiores en Educación. Universidad del Norte, Barranquilla,
Número 8, diciembre 2007, pp. 108-123.
6
Delgado, Buenaventura, Historia de la infancia, Ariel, Barcelona, 1998.
7
AHMM, Fondo Colonial, Ramo Justicia, c. 159, e. 5, Valladolid, 24 de mayo de
1755, Francisco Xavier Tovar mulato libre vecino del Barrio de San Pedro, golpea a
su mujer.

18
Jorge Amós Martínez Ayala

“liberarla” si accedía a irse con él; el otro sería el de Rosalía de Rebollar,


quien a los doce años, justo “a los tres días de haberla comprado” fue
violada por su amo.8
Esa iniciación forzada a la vida sexual tenía como consecuencia
que, entre las esclavas, fuera común la maternidad entre los 15 y los
16 años, con su primer hijo. Por ejemplo, Juanilla Tafolla, “negrilla”
criolla de 14 años, “parida de un mulatillo de seis meses”, o la esclava
de Urbano de Villaseñor, quien a los 24 años ya tiene siete hijos.9 Para
los amos eran más redituables las esclavas que los esclavos, pues
sus hijos acrecentaban el patrimonio; por ello, Catharina de Villalón
permuta “una esclavita de 9 años llamada Matiana” por un negrillo que
tenía Catharina Martínez de Borra, el cual fue vendido en 350 pesos a
Juan Ortiz, vecino de Tarímbaro.10 Otro ejemplo es el de las hermanas
Marroquín Guzmán, mestizas residentes en Indaparapeo, herederas de
Nicolasa, esclava que reciben del alférez don Agustín de Elexalde y
Arízaga, disputan e intercambian a los 6 hijos de la pobre mujer, en
particular Antonia, quien recibe en herencia a Pablo y lo permuta por
Marcela, madre de tres hijos a los 17 años.11

8
AHMM, Fondo Colonial, Ramo Judicial, c. 183, e. 6, Valladolid, 4 de marzo de
1713, Antonio Medrano, prebendado de la Santa Iglesia Catedral de esta ciudad contra
Diego de la Serna, mulato libre. AHMM, Fondo Colonial, Ramo Judicial, c. 183, e. 20,
Valladolid, 22 de abril de 1746, Francisco Arias lugarteniente del Alguacil mayor en el
partido de Indaparapeo remitió a dos mulatos que llevaban una muchacha esclava de
Francisco de Cuevas, vecino y mercader de la ciudad.
9
AHMM, Fondo Colonial, Ramo Justicia, c. 25, e. 9, Zacapu, 15 de diciembre de
1612, Luys Mendez vecino de México viene a cobrar a los herederos de Lorenzo
Cervantes. AHMM, Fondo Colonial, Ramo Justicia, c. 102, e. 5, Tlazazalca, 29 de
diciembre de 1702, Urbano de Villaseñor para que se le regrese esclavita que empeñó
a don Diego de Carasa de Tlazazalca en 280 pesos.
10
AHMM, Fondo Colonial, Ramo Hacienda, c. 35, e. 4, Valle de Tarímbaro, 29 de
enero de 1711, Nicolás de Calderón reclama la dote que entregó Catharina de Villalón,
a su hijo Pedro de Calderón, difunto, por su boda.
11
AHMM, Fondo Colonial, Ramo Justicia, c. 102C, e. 14, Valladolid, 6 de julio
de 1718, Petronila Marroquín Guzmán, mestiza, contra Antonia de Marroquin y
Elexalde, quien tiene “disimuladamente” a Marcela esclava y tres hijos que ahora
trata de vender.

19
…que no se ha de servir de su sangre…

El temprano inicio en las prácticas sexuales era similar a la vivida


por los muchachos y muchachas indios, quienes entraban obligados al
matrimonio en los mismos rangos de edad:

…A fin de que el tributo vaya siempre en aumento es necesario se casen


todos los que hayan llegado a la edad de quince años; también se ha
arreglado el tiempo para el matrimonio de los indios a catorce años los
hombres y trece las mujeres, porque los españoles dicen que no hay
nación que esté más temprano dispuesta a la generación ni que más
pronto, se desarrolle en conocimientos y malicia, o más propia para el
trabajo que los indios.
Algunas veces los obligan también a casarse a la edad de doce o
trece años, si ven que son bien proporcionados y vigorosos, explicando
uno de los cánones, que aprueba el matrimonio a la edad de catorce o
quince años, con esta condición.12

Aunque las esclavas eran usadas prácticamente como concubinas


y una muestra es el alto grado ilegitimidad entre los hijos nacidos de
madre esclava; como bien lo expresa Thomas Gage, los españoles
terminaban enamorados de ellas.

El vestido y atavío de las negras y mulatas es tan lascivo, y sus ademanes


y donaire tan embelesadores, que hay muchos españoles, aun entre los
de la primera clase, que por ellas dejan a sus mujeres.
… La mayor parte de esas mozas son esclavas, o lo han sido antes, y
el amor les ha dado la libertad para encadenar las almas y sujetarlas al
yugo del pecado del demonio.13

Así lo cuenta Vicente Huerta, cajero de don Francisco González


de Aragón, vecino del comercio, a la esposa del tendero, doña María
Guadalupe de Vivero, que su patrón se quiere casar con Mariana su esclava;
justo en un viaje de negocios, la señora “temiendo alguna extracción le
12
Gage, Thomas, Nuevo reconocimiento de las Indias Occidentales, México, FCE,
1982, pp. 170.
13
Ibíd., pp. 180-181.

20
Jorge Amós Martínez Ayala

hace balance, y aun sin ajustar las cuentas despidió al dicho cajero”.14
Claro que las intenciones no llegaron al matrimonio, sin embargo, fueron
una posibilidad en la mente del criollo, cuyo interés pudo más que el amor.
En ocasiones los esclavos obtenían la libertad a la muerte de sus amos,
por buenos servicios, por el cargo de conciencia que representaba, o
bien, porque eran sus hijos, producto de las relaciones con sus esclavos.
Un ejemplo lo podemos ver en el testamento del dr. don Francisco de la
Puente y Aramburu, cura beneficiado de San Miguel el Grande, quien
libera a sus sirvientes forzados:

Ytten otro esclavo nombrado Augustín, y otro Francisco, y otro Josep


y María negra y María Pita Negra, y Cathalina mulata, las cuales de su
voluntad quedasen libres de cautiverio y servidumbre y que se les diese
testimonio, mando se ejecute.15

Cosa distinta sucede con “una mulata llamada María, con dos hijos
suyos, el uno de pecho nombrado Juan Antonio y el otro de dos años,
llamado Dionisio”, los cuales manda: “quedasen por los días de mi vida
esclavos y después libres”; familia que parece vinculada genéticamente con
el sacerdote, pues los quiere mantener bajo su cuidado mientras él esté vivo.
En el ámbito vallisoletano amos y esclavos no dormían separados,
muchas veces los hijos de las familias dormían en la misma habitación
que los niños esclavos; por ejemplo, Rosalía de Rebollar dormía con la
hija de sus amos:

…otras dos veces tuvo [su amo] acceso [carnal] a la declarante, y que en
la segunda lo vio una niña hija de dicho Cuevas, nombrada Ma. Xacinta,
porque fue por la mañana mientras dicha su ama estaba amasando, que
entró dicho Cuevas al cuarto donde la declarante dormía con dicha niña,

14
AHMM, Fondo Colonial, Ramo Justicia, c. 44, e. 2, Valladolid, 11 de abril 1755.
15
Archivo Histórico “Manuel Castañeda Ramírez” Diocesano, Gobierno, Santuarios,
Santísima Cruz de Celaya, caja 39, expediente 4, isita al testamento del Dr. Don
Francisco de la Puente y Aramburu, beneficiado de San Miguel el Grande, 25 de
septiembre de 1691, f. 22.

21
…que no se ha de servir de su sangre…

quién no se lo conto a su Madre, que la dicha Niña, que quería mucho a


la declarante, le aviso que una su compañera y esclava de dicho Cuevas,
nombrada Juana.16

Tal cercanía en ocasiones los volvía confidentes y aliados en los


espacios íntimos, aunque las barreras sociales pesaban mucho en la
vida y conducta públicas de los criollos.
Algunos niños esclavos huían ante los malos tratos de sus nuevos
dueños y se refugiaban en la casa de sus antiguos amos; así sucedió con
“un mulatillo nombrado Joseph”, quien entró en poder de don Juachín,
el Boticario, por una deuda que tuvo con Manuel Joseph Núñez Vala,
quien a su vez lo había obtenido como dote matrimonial al casarse con
doña Mariana de Villalón, hace 8 años, es decir, casi niños de pecho;
así que cuando “queriendo azotar al mulatillo se le había ido a la casa
de don Thomas de Villalón”.17 Los malos tratos del Bachiller también
hicieron huir a “la mulatilla nombrada Nicolasa”, quien fue vendida:

…principalmente cuando descubrió el vicio de ser altanera y fugitiva,


pues luego se le huyó de su poder, y fue en su demanda a lejos tierras,
hasta que la aprehendió.18

Cuando la recuperó el boticario, ya tenía la niña un hijo. Además


de los azotes, la amenaza de venta y el encierro con trabajo forzado en
los obrajes de la ciudad eran formas efectivas de disuadir a los niños
de huir y obligarlos a aceptar su condición de esclavos. En el obraje
de Atapaneo, del alférez don Agustín de Arízaga y Elexalde, al entrar
por la puerta grande al patio hay un portal donde están los tornos en

16
AHMM, Fondo Colonial, Ramo Judicial, c. 183, e. 20, Valladolid, 22 de abril de
1746, f. 4.
17
AHMM, Fondo Colonial, Ramo Justicia, c. 103, e. 23, Valladolid, 24 de mayo de
1740, Manuel Joseph Núñez Vala, recibió por dote de don Thomas Villalón y doña
Josefa López, sus suegros, un mulatillo nombrado Joseph y una mulatilla nombrada
Nicolasa, f. 10.
18
Ibíd., f. 11.

22
Jorge Amós Martínez Ayala

“que hilaban negras, negritas y muchachos”,19 mientras que los trabajos


más duros de trasquilar la lana, limpiarla mediante vareo, cardarla, e
hilar la ejecutaban los hombres esclavos y aquellos que habían sido
encarcelados por diversos delitos y vendido su trabajo por la justicia
real; ambos grupos de hombres, encadenados y sometidos a rudos
castigos corporales, azotes y cepo. El obraje era una dura experiencia
para “negritas y muchachos”, ahí aprendían que si bien algunos tenían la
“suerte” de ser esclavos domésticos, destinados a trabajos decorativos:
cocheros, porteros, sirvientas y amas de leche, las condiciones podían
cambiar a la muerte del amo o con la venta como castigo.
Los esclavos que huyen, sobre todo desde niños, no son de interés
para los amos de espacios urbanos; pues ven en ellos una conducta difícil
de contener; por ello es preferible vender a los esclavos cimarrones en
cuanto son recuperados. Así lo hace don Antonio Medrano, prebendado
de la Santa Iglesia Catedral de Valladolid a nombre del Dr. don Diego
Medrano, su hermano, cura beneficiado de la villa de Atlixco, al
recuperar a Rosa María de los Reyes, mulata esclava, quien se huyó
siendo muchacha doncella, de poco más de doce o trece años, y fue
recuperada a los 17 años, pues:

…conviene saber de lo que vale menos la esclava, estando corrupta y mal


acostumbrada en la liviandad de mucho tiempo, con vida desbaratada,
que cuando antes la tenía recogida, y sin malicia… como criada de
aseo, industria y buen servicio... mando que se venda en mí servicio.20

Como hemos visto igual sucedió con Nicolasa, la esclava del


Boticario, y con Rosalía de Rebollar, quien apenas había intentado huir.
El robo de niños pequeños, sobre todo de los afrodescendientes, para
servirse de su trabajo era una posibilidad, incluso se podía falsificar
un acta de compraventa y ser redituable para el robachicos. Tal parece

19
AHMM, Fondo Colonial, Ramo Gobierno, c. 5, e. 5, Valladolid, 8 de enero 1646,
Visitas de obrajes, visita al obraje de Atapaneo, f. 1(v)
20
AHMM, Fondo Colonial, Ramo Judicial, c. 183, e. 6, Valladolid, 4 de marzo de
1713, f. 1(v)

23
…que no se ha de servir de su sangre…

ser la intención de Alonso de San Juan, nacido en Madrid, vecino de


Pinzandaro, arriero de 40 años, quien se llevaba hurtados dos mulatillos
esclavos del Convento de las Monjas de Santa Catalina; aunque él
asegura a la Santa Hermandad que los recoge porque son huérfanos y
andan en harapos;21

…que entendió que eran siempre que eran tales libres y huérfanos e
Yndios y porque el color de ellos más parece de Yndios que de mulatos.22

El domingo, Sebastián de Guedea, mulatillo de doce o trece años, y


su primo Antonio, mulato lobo, de nueve años a diez, ambos esclavos
del convento de las dominicas de Valladolid, fueron en la tarde a los
molinos del canónigo Cervantes, a bañarse en las aguas del río; ahí
conocieron al arriero Alonso de San Juan y sus ayudantes mulatos, quien
les invita que se vayan con él “a Tierra Caliente, que él los vestiría, les
daría de comer y los volvería a traer a la ciudad”.
El alcalde ordinario de los naturales de la ciudad, Francisco de la
Cruz, 48 años, indio mexicano muy ladino, dice que los dos “mulaticos”
son esclavos del convento, pero el siempre los ha visto en la casa del
regidor don Juan de Inunigarro, su mayordomo.23
Nos interesa el caso, porque los niños esclavos se la pasan jugando
en el molino, parecen no tener responsabilidades, o tal vez porque es
domingo en la tarde. Aunque huérfanos y esclavos, reciben la vigilancia
de los esclavos del canónigo, Catalina de Cervantes, negra esclava entre
vozal y ladina, conoce a “Alonso Sebastianillo”, y del otro muchacho
“que no sabe si era mulato o mestizo ni sabe su nombre”, los ve limpiar
trigo y esconderse en el cuarto para tal efecto y luego entre los aparejos
de la recua del español.24

21
AHMM, Fondo Colonial, Ramo Justicia, c. 36, e. 9, Valladolid, 4 de junio de
1636, La Santa Hermandad contra Alonso de San Juan, por haberse llevado hurtados
dos mulatillos esclavos del Convento de las Monjas de Santa Catalina.
22
Ibíd., Declaración del reo por Melchor Gutiérrez, su apoderado, f. 7.
23
Ibíd., Declaración de Francisco de la Cruz, f. 4.
24
Ibíd., Declaración de Catharina de Cervantes, f. 7.

24
Jorge Amós Martínez Ayala

Juan Molero, moreno libre, vecino de la ciudad, de 30 años,


tiene a Sebastián “por mulato, hijo de yndia y negro y al menor por
yndiezuelo”, el ve cuando juegan en el patio y siguen la recua que sale
rumbo a Tazícuaro, les pregunta al mayordomo del molino, Antonio
de la Parra, ¿desde cuándo están ahí los niños? Le responde desde el
Domingo.25 Es decir que los niños esclavos llevan tres días sin asistir
a la casa del mayordomo del convento y les han estado alimentando
las negras Ana de Pantoxa, criolla, y Catharina de Cervantes, vozal.
Lo que nos evidencia que, en ciertos contextos, como la orfandad, los
niños esclavos tenían una capacidad de desplazamiento sin restricción,
en el espacio urbano, que no gozaban los niños de su edad; pero en el
momento en que hay la sospecha de que están por salir fuera del control
de sus amos, en éste caso la orden religiosa, y por tanto, la Iglesia, hay
instituciones como la Santa Hermandad que los regresan a su condición
y bajo la potestad de sus dueños; por ello no hablamos de “libertad”.
Hemos visto que los niños y niñas afrodescendientes aprendían en sus
primeros años a “ser”, tanto esclavos como “negros”; eran sometidos a
discursos sobre las condiciones sociales y jurídicas, sobre las conductas
y los comportamiento éticos esperados de ambos grupos: negros y
esclavos, que se cruzaban en varios aspectos; pues la esclavitud era
una condición que heredada sobre todo por los afrodescendientes. Este
aprendizaje del ser negro y esclavo no era formal, sino que sucedía en los
espacios de la vida cotidiana y era alentado por la sociedad vallisoletana
en su conjunto; sin embargo, aunque menores, también había espacios
y situaciones donde aprendían sus “derechos” y las “obligaciones”
de los amos. Por ejemplo, es mediante un confesor jesuita que Rosalía de
Rebollar conoce sus derechos:

…la susodicha Rosalía, le contó a la declarante el día que se fue a


confesar, que habiéndolo hecho con un padre de la Compañía, le mandó
que pidiera papel para Amo, y que si no se lo quería dar dicho Cuevas,

25
Ibíd., Declaración de Juan Molero, moreno libre, vecino, 30 años, no sabe escribir,
ff. 21(v)-22.

25
…que no se ha de servir de su sangre…

viera a los Señores Alcaldes para que se lo dieran, y que si no se lo daban


se fuera dicha Rosalía que no convenía estuviera en la casa porque sólo
de ver a dicho su amo ofendía a dios.26

Es por ello que pide ayuda a Francisco Rivera, para que la saque
de la ciudad; pues “el viernes del Tránsito, salió a buscar al Alcalde
Ordinario, don Miguel de Pagola, para decirle lo que pasaba con su amo
no lo halló, ni volvió porque no salía si no era a misa con su ama”.27
Incluso la misma autoridad real “aconsejaba” a los esclavos en
situaciones de riesgo, como lo hizo el Theniente de Alcalde Mayor de
la ciudad de Valladolid, don Esteban de Gamboa, quien “le aconsejó a
Marcela que pidiese otro amo, por lo que estuvo depositada dos veces en
las Casas Reales hasta que “por su voluntad” volvió” a la casa de su ama.28
Hasta el momento los casos que hemos mostrado evidencian que,
en el contexto de la esclavitud, la familia no se podía reproducir
plenamente. En el periodo colonial la mortalidad infantil era muy alta
en todos los estratos sociales; por ello, los niños esclavos vivían con sus
madres hasta garantizar que podrían alimentarse, por sí mismos, cuando
fueran separados de ellas; era preferible la venta de la madre con el niño
que separarlos, pues ello significaría la muerte del infante. Así sucede
al negociar a Juanilla Tafolla, negrilla criolla de 15 años “parida de un
mulatillo de seis meses”, quien es vendida junto con Juanilla la Pelona,
niña negra criolla de 11 años, los tres por 550 pesos.29
Durante ésos primeros años podían transmitirse una parte de la
historia familiar, desarrollar sentimientos filiales y una noción del
parentesco con otros miembros de la familia a los que podía recurrirse
en caso de problemas; los familiares de los esclavos que residían en
la ciudad eran fuentes de información sobre cómo hacer valer sus

26
AHMM, Fondo Colonial, Ramo Judicial, c. 183, e. 20, Valladolid, 22 de abril de
1746, Declaración de Juana de Orosco, esclava 20 años, NSF, f. 5(v)
27
Ibíd., Declaración de Rosalía de Rebollar, f. 4.
28
AHMM, Fondo Colonial, Ramo Justicia, c. 102C, e. 14, Valladolid, 6 de julio de
1718, Declaración de Antonia de Marroquín y Arízaga, f, 3(v)
29
AHMM, Fondo Colonial, Ramo Justicia, c. 25, e. 9, Zacapu, enero de 1613.

26
Jorge Amós Martínez Ayala

derechos, obtener ciertas ventajas en situaciones favorables e incluso,


alentar la fuga. Tal es el caso de la fuga de Rosa María de los Reyes,
quien vive en Atlixco, Puebla, y huye con Diego de la Serna, mulato
blanco arriero, vecino de Valladolid, con el conocimiento de Theresa de
los Reyes, mulata esclava del Cap. Gabriel Méndez de Tapia.30
Incluso la fuga familiar sucedía con ayuda de los miembros no
esclavos; por ejemplo, la familia formada por Juana de Rivera, esclava
de 54 años, madre de María Ygnacia de 14 años, María Thimotea
de la Trinidad de 6 a 7 años, y Antonio Regino Arroyo de 11 años,
también esclavos, casada con Pablo Arroyo, huyen de la hacienda de
Aguacaliente, en las inmediaciones de Angamacutiro y van a la ciudad
de Valladolid, con el fin de presentarse ante el alcalde de segundo voto,
don José Antonio de Arze, para:

…que se justificase el legítimo valor de su mujer y tres hijos esclavos..,


para proporcionar nuevo Amo por no acomodarles el que actualmente
tienen.31

Aunque don José Manuel Navarrete, dueño de los esclavos, se


justifica diciendo que:

…no hubo otro motivo [para la fuga] que saber pretendía yo venderlas,
porque a más de su mal servicio, mis escasas facultades no me permiten
sostenerlas.

La preocupación de Arroyo es que el amo les puso precios exorbitantes,


para sacar ventaja del desventurado padre; los cuales fueron valorados
así: María Ygnacia en 200 pesos, María Thimotea de la Trinidad en 50
pesos, y Antonio Regino Arroyo en 100 pesos, siendo que:

30
AHMM, Fondo Colonia, Ramo Justicia, c. 183, e. 6, Valladolid, 4 de marzo 1713,
Declaración de Theresa de los Reyes, mulata de 50 años, esclava del Cap. Gabriel
Méndez de Tapia, madre de Rosa, f. 26.
31
AHMM, Fondo Colonial, Ramo Justicia, c. 49, e. 22, Angamacutiro-Valladolid, 9
de abril de 1806, Declaración de Pablo Arroyo f. 2.

27
…que no se ha de servir de su sangre…

…como criados y educados en un rancho nada tienen de habilidad que


los haga valer más.32

La autoridad manda valuar a la familia con Salvador Correa, el


resultado es el siguiente: Juana, la madre, por su vejez, sin saber hacer
nada, sino que moler, vale 0 pesos, María Ygnacia que sabe la doctrina
cristiana y tampoco actividades domésticas valdrá 40 pesos, María
Thimotea, niña y sin instrucción 35 pesos, en tanto el niño Antonio en
50 pesos, por lo que en total, 125 pesos.33 En tanto Navarrete nombra a
Francisco Gerónimo Camacho su valuador, quien asegura que la madre,
tortillera, de color Choco, tiene un valor de 60 pesos; María Ignacia, en
80 pesos; María Thimotea, quien no sabe “ni la doctrina christiana”,
35 pesos y José Antonio, “por ser varón que puede ser instruido en el
servicio de su Amo”, 50 pesos.34 La disparidad hace que nombre un
tercer valuador quien asegura que Juana Rivera:

Color de Yndio, madre de los tres esclavos, es de cincuenta y tantos


años de edad. Enferma habitual, como lo manifiesta su contextura,
sin instrucción, más que de hacer tortillas y aún para esto se halla
imposibilitada, por lo que soy de sentir que el Señor Yntendente
debe declararla libre, y aún obligar a su Amo a señalarles un algo
para sus alimentos, supuesto que ha percibido los frutos de su
vientre y de su trabajo, y que la ha tratado en total desnudez, como
se deja de ver hasta el presente. Le crió cuatro hijos con leche de
sus pechos, y le sirvió en cuanto pudo. Ahora de nada sirve, luego
nada vale.35

Continua su valuación con María Ygnacia, no coincide ni con Correa


ni con Camargo, para el vale 50 pesos; en tanto en los dos restantes
Thimotea y Antonio, valen 35 y 50 pesos, respectivamente.

32
Ibíd., ff. 8-8(v).
33
Ibíd., f. 33.
34
Ibíd., f. 34.
35
Ibíd., f. 36.

28
Jorge Amós Martínez Ayala

Al iniciar el siglo XIX hubo una profunda crisis económica en las fincas
agrarias del Bajío, los propietarios empobrecidos, recurrieron a la venta
de sus esclavos para enfrentar a sus acreedores.36 El descontento entre los
criollos de los sectores medios era ya palpable, sobre todo en sus áreas
de mayor concentración, El Bajío, teatro de la guerra de independencia.
Incluso en otros lugares, la defensa ante los ataques ingleses de La
Habana (1789) y Buenos Aires (1805) por los criollos y las castas, sobre
todo negros y mulatos, mostraron que los americanos se podían gobernar
sin la metrópoli, aires de libertad ya soplaban. Es por ello que Navarrete
asegura que hay una serie de fugas de esclavos en la región:

No sólo yo he sufrido estas inquietudes por los esclavos, sino que varios
sujetos de esta, y otras Provincias, y la razón es por haberse esparcido
en todo el Reyno una dañosa voz sobre que de orden de Nuestro Rey,
y Señor Temporal (q. D. G) [que Dios Guarde], se les concedía a los
esclavos libertad general. No han necesitado mas muchos de ellos
para escaparse, huyéndose de las casas de sus Amos, pero después
han sido recogidos de orden de la Real Justicia al poder de sus Amos.
Mis esclavas Juana y sus hijas no hubieran determinádose a tal cosa;
pero como Pablo Arroyo marido, y padre de las esclavitas, es libre, es
propensión natural ame éste tanto como para sí la libertad de su mujer e
hijas y la solicite, como quiere, contra toda razón…37

La autoridad termina concediéndole un recado a Arroyo para que,


durante 8 días, busque nuevos amos que compren a su familia y los
mantengan juntos.
Los anteriores fragmentos de vidas, atisbadas por los archivos de la
justicia colonial, no muestran que, por más dura que haya sido nuestra
infancia, aún en la orfandad, es difícil para nosotros “entender” las
situaciones cotidianas que vivían esos niños en ciertos espacios sociales
donde se les socializaba, se les “enseñaba a ser”, esclavos. Aun cuando

36
Romero Piñón, Gerardo, Extinción de la esclavitud 1700-1810, Morelia, Tesis de
licenciatura, Facultad de Historia-UMSNH, 1980.
37
Ibíd., f. 26.

29
…que no se ha de servir de su sangre…

vivieran con su madre y hermanos, sirvieran en la casa de un “amo


bueno”, la calle, los otros niños, los adultos con los que se cruzaban al
hacer mandados o pequeñas labores le mostraban que no eran iguales
que aquellos pequeños y pequeñas que vestidos de manera diferente
o con colores varios en su piel, transitaban y compartían los espacios
de la ciudad; incluso algunos “más prietos” que ellos, pero libres,
podían evitar eventos que en su vida serían constantes, como la venta
y separación familiar, la amenaza del obraje, el trapiche o la mina si
no “trabajaba bien” o no atendía las órdenes; los azotes, la vigilancia
de su pensamiento y sus prácticas religiosas, e incluso su vida íntima,
sus relaciones sexuales serían intervenidas constantemente por los
amos, la Iglesia y el Estado. La misma “solidaridad” entre sus iguales
no sería una constante y los compañeros de cofradía no mostraban
la “hermandad religiosa” pretendida. Había una dura soledad en la
existencia de la persona esclavizada, aunque claro, hay sus excepciones
que nos muestran relaciones matrimoniales sólidas, la consecución de
la libertad y el crecimiento económico y social, la solidaridad intra e
interétnica; existen las familias amorosas que huyen para liberarse, los
esposos que luchan por liberar a sus hijos, los enamorados que consiguen
la libertad de su pareja, las pequeñas estrategias para subvertir el orden
social desfavorable, como robar pequeñas cantidades de dinero, o moler
chocolate y venderlo en las tiendas para juntar dinero y obtener su
libertad.

¡Ay! Yo trabajé mucho tiempo


Con un patrón miserable
¡Ay! Que cada vez que resuelle
¡Que vaya a chingar su madre!
Lo digo aunque no le cuadre.
¡Ay! Yo trabajé noche y día
y ni así lo complacía.
¡Ay! A la hora de pagarme
era un puro regañarme
yo era el que le debía.
(El patrón miserable, valona terracalenteña)

30
Viviendo al filo de la muerte

Oziel Ulises Talavera Ibarra1

L os niños de Valladolid-Morelia desde su nacimiento enfrentaron


un medio desfavorable para su supervivencia, vivían en inminente
peligro de muerte en sus primeras etapas de vida, tal como sucedía
en otras sociedades de Antiguo Régimen. Antes de la transición
demográfica, principios del siglo XX en México, las sociedades sufrían
una gran cantidad de fallecimientos, sobre todo entre los más pequeños.
La situación empeoraba con la llegada de crisis de mortalidad debido
a epidemias, hambrunas o la guerra. Las pérdidas humanas eran
compensadas con una gran cantidad de nacimientos, dando como
consecuencia un lento crecimiento poblacional. El fallecimiento de
los hijos fue una situación que enfrentaron casi todas las madres, de
manera inevitable las familias perdían a varios de sus miembros. En
estas condiciones se tenían que asignar los escasos recursos disponibles
en favor de los miembros más importantes de la familia: hombres y
mujeres en edad productiva y reproductiva.
El desarrollo científico, tecnológico y sanitario en el periodo no
permitía combatir las enfermedades y epidemias de manera efectiva, no
1
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

31
Viviendo al filo de la muerte

había vacunas, ni antibióticos, el conocimiento sobre el proceso infecto-


contagioso estaba lejos de ser conocido. El desarrollo de estrategias para
combatir las enfermedades y epidemias, en particular la viruela, llega
con el pensamiento ilustrado y las reformas borbónicas. Los gobiernos
nacionales en el México independiente, también procuraron combatir
las epidemias, aunque carecieron de recursos económicos.

Fuentes

El estudio de la mortalidad entre los siglos XVII y XIX requiere el


uso del Registro Parroquial, que tiene como principal problema el
subregistro de niños. En Valladolid, al igual que la demás parroquias
novohispanas, no se anotaban la totalidad de fallecidos. En este trabajo
se capturó la información entre los años 1631 y 1859 de la Parroquia
del Sagrario. A partir de 1821 los óbitos de niños fueron anotados en
su totalidad o gran mayoría. Hasta 1847 aparece la edad del fallecido,
antes tan solo se diferenciaba entre párvulos y adultos (casados, viudos,
viudas, solteros, doncellas). La anotación de causa de muerte aparece
hasta 1855.2 En ciertos años el gobierno del estado o del ayuntamiento
pidieron información detallada de los difuntos a la parroquia del
Sagrario, así como al Hospital de San Juan de Dios o Nacional.

Mortalidad secular y estacional

El subregistro de la mortalidad infantil y algunas de las principales


crisis de mortalidad se muestra en la gráfica uno. Es claro como los
párvulos siempre estuvieron por debajo de los adultos, hasta el año de
1821, momento en que se emparejan las curvas y posteriormente los
superan.

2
Family Search: México, Michoacán, Chatolic Church Records, 1649-1909:
Morelia: Sagrario Metropolitano: Defunciones, (en adelante: Family search).

32
Oziel Ulises Talavera Ibarra

Elaboración propia a partir de registro parroquial del Sagrario Metropolitano


de Morelia, en Family Search.

Los niños fallecían en ciertos periodos del año, sin la presencia


de epidemias, lo que se relaciona con la época de lluvias y las altas
temperaturas, en especial durante el mes de agosto, como se muestra
en la gráfica dos. Las principales causas fueron enfermedades
gastrointestinales y del aparato respiratorio. La fluctuación estacional
era más pronunciada en los niños que en los adultos.

Elaboración propia a partir de registro parroquial del Sagrario Metropolitano


de Morelia, en Family Search.

Los niños morían en mayor proporción respecto a los demás grupos


de edad de manera normal, sin crisis de por medio, como se muestra en

33
Viviendo al filo de la muerte

el cuadro uno, más del 60% de fallecidos eran menores de diez años,
superando de manera amplia a los demás grupos de edad. Al tomar los
datos totales y calcular el porcentaje entre los 0 a 9 años, como se exhibe
en el cuadro cuatro, se evidencia la concentración de la mortalidad en
los tres primeros años de vida, casi 50% del total, cerca de una cuarta
parte de los niños no cumplieron el año de vida.

Cuadro 1.- Mortalidad normal Cuadro 2.- Mortalidad en años normales


por rangos de edad en Morelia. en rango de edad, menores a diez años.
Rango años Cantidad Por ciento Rango años Cantidad Por ciento
0-9 8419 63.1 Menor a 1 3235 24.2
10-19 496 3.7 Un 1990 14.9
20-29 718 5.4 Dos 1344 10.1
30-39 756 5.7 Tres 757 5.7
40-49 765 5.7 Cuatro 377 2.8
50-59 737 5.5 Cinco 245 1.8
60 o más 1172 8.8 Seis 192 1.4
Sin dato 278 2.1 Siete 133 1.0
Total 13343 100 0 Ocho 96 0.7
Nueve 48 0.4
Total 8419 63.1
0-3 6569 49.2
Elaboración propia a partir de registro parroquial del Sagrario Metropolitano
de Morelia, en Family Search.

Las principales causas de fallecimiento de los infantes, ver cuadro


tres, fueron enfermedades del aparato digestivo, como la Disentería,
que cobraba poco más de una quinta parte de las víctimas, además de
la Diarrea. Con porcentajes menores están otras causas como Dolor
y Fiebre, síntomas relacionadas con diversas enfermedades. Resalta
lo que se puede denominar como mortalidad Neonatal, es decir que
fenecieron a las pocas horas de nacidos, tal como se tiene en las causas:
Alcanzó el agua y Nació enfermo. El otro conjunto de enfermedades se
relacionan con el aparato respiratorio: Tos, Fríos o Pulmonía.

34
Oziel Ulises Talavera Ibarra

Cuadro 3.-
Causas defunción año normal.
Causa Cantidad Por ciento
Disentería 1048 21.9
Dolor 182 3.8
Fiebre 174 3.6
Alcanzo agua 155 3.2
Tos 152 3.2
Fríos 103 2.2
Nació enfermo 74 1.5
Diarrea 64 1.3
Pulmonía 51 1.1
Hidropesía 24 0.5
Elaboración propia a partir de registro parroquial del Sagrario metropolitano
de Morelia, en Family Search.

Atención hospitalaria

Buena parte de los habitantes de la capital quedaban al margen del


cuidado médico. La situación era peor para los niños. Los reportes
de fallecidos en el Hospital de San Juan de Dios u Hospital Nacional,
arrojan un mínimo de infantes fallecidos, y no fue porque tuvieran
una atención especial que diera como resultado una sobrevivencia
casi absoluta, sino que no eran llevados a la institución. En el cuadro
cuatro se muestra que los menores a diez años eran uno porciento o
menos del total de fallecidos, la edad media de defunción estaba entre
los 39 y 44 años. Cabe resaltar que en 1825 se desató una epidemia de
sarampión que afectó a los párvulos entre octubre de ese año y enero
de 1826.3
3
El hospital atendía a personas de toda la entidad e incluso de otras, por lo cual
podrían arrojar datos mayores de difuntos respecto el Sagrario como ocurrió en
1825.

35
Viviendo al filo de la muerte

Cuadro 4.- Defunción Sagrario


y Hospital de San Juan de Dios.
Concepto/año 1825 (abr-dic) 1826 1827
Parroquia del Sagrario
Difuntos adultos 260 720 593
Difuntos párvulos 706 399 247
Hospital de San Juan de Dios
Total difuntos 303 336 265
Niños menores a 10 años 3 2 1
Edad media defunción 39.0 40.3 43.6
Elaboración propia a partir del Archivi Histótico Municpal de Morelia
(En adelante AHMM) y registro parroquial del Sagrario Metropolitano de
Morelia, en Family Search.

Varios años después la situación era peor. En los años de 1844, 1845
y 1846 el entonces Hospital Nacional no reportó fallecidos menores a
siete años y tan sólo cuatro de entre 7 y 10 años en el segundo semestre
de 1846, contrastando con los registros del Sagrario, como se tiene
en el cuadro cinco. También se puede deducir que buena parte de los
enfermos no acudían al centro sanitario, eran atendidos y fallecían en
sus casas.

Cuadro 5.- Defunción Sagrario


y Hospital de San Juan de Dios.
Concepto/Año 1844 1845 1846
Parroquia del Sagrario
Difuntos adultos 376 381 334
Difuntos párvulos 614 775 780
Hospital Nacional
Total difuntos 151 221 230
Niños entre 7 y 10 años 0 0 4
Elaboración propia a partir de AHMM y registro parroquial del Sagrario
Metropolitano de Morelia, en Family Search.

36
Oziel Ulises Talavera Ibarra

Crisis de mortalidad

Las crisis de mortalidad de párvulos, elaborada únicamente a partir de


los fallecimientos, se pueden calcular después de 1821 de acuerdo al
método de Lorenzo Del Panta y Massimo Livi-Bacci.4 Solamente dos
eventos alcanzaron el nivel de “crisis menor” en los años 1825 y 1830.
La primera fue una epidemia de sarampión y la segunda una afectación
por viruela. En los años anteriores se tienen varias crisis, pero con
subregistro infantil, por lo que se deben tomar con precaución. Los
años que corresponden a epidemias identificadas en la Nueva España
fueron: 1655-1656 (viruela), 1661-1662 (viruela), 1680 (viruela),
1685 (tifo), 1692-1693 (viruela), 1699 (tifo), 1727 (viruela), 1737-
1738 (matlazáhuatl), 1747 (viruela), 1762 (viruela), 1780 (viruela),
1786 (fiebres o Gran Hambre), 1797-1798 (viruela). Existen eventos
de carácter regional, de las cuales no existen referencias del tipo de
enfermedad: 1673, 1736, 1752, 1774-1775 y 1823.
La crisis del año 1825 fue una epidemia de sarampión que se dejó
caer con todo su peso sobre los párvulos, 70% del total de fallecidos
en ese año, de 1,057 difuntos, 739 fueron niños. Se desarrolló entre
septiembre del año citado y enero del siguiente, de manera evidente se
nota el impacto sobre los párvulos en particular en el mes de octubre,
como se nota en la gráfica tres.
La parroquia del Sagrario envió datos pormenorizados sobre los
entierros desde la segunda quincena de julio y hasta diciembre del
mismo año. Es evidente el impacto en los niños. En años normales la
aportación era entre 55-60% y ese año se dispara hasta 78.4%. De los
niños se concentra entre los menores a tres años poco menos de la mitad
del total, como se muestra en los cuadros seis y siete.

4
Lorenzo Del Panta y Massimo Livi-Bacci, “Chronology, intensity and diffusion of
mortality in Italy, 1600-1850”, en Hubert Charbonneau y André Larose (edición), The
great mortalities: methodological studies of demographic crises in the past, Ordina
editions, Liege: Bélgica, 1979, pp. 72 y 76-77.

37
Viviendo al filo de la muerte

Elaboración propia a partir de registro parroquial del Sagrario Metropolitano


de Morelia, en Family Search.

Cuadro 6.- Mortalidad Cuadro 7.- Mortalidad epidemia


en epidemia de 1825 de 1825, rangos de 0-9 años.
Rango años Cantidad Por ciento Rango años Cantidad Por ciento
0-9 657 78.4 Menor a 1 188 22.5
10-19 44 5.3 Un 146 17.4
20-29 33 3.9 Dos 131 15.6
30-39 29 3.5 Tres 70 8.4
40-49 35 4.2 Cuatro 29 3.5
50-59 8 1.0 Cinco 35 4.2
60 o más 32 3.8 Seis 24 2.9
Total 838 100 0 Siete 19 2.3
Ocho 10 1.2
Nueve 5 0.6
Total 657 78.4
Elaboración propia a partir de AHMM.

En el mismo reporte aparecen las causas de muerte, resalta de forma


notable la epidemia de sarampión, poco más de la mitad de fallecidos
por tal causa. En un nivel bastante inferior aparece la disentería, que
normalmente ocupaba el primer lugar entre los niños, ver cuadro ocho.

38
Oziel Ulises Talavera Ibarra

Cuadro 8.- Causas de fallecimiento en 1825.


Causa Cantidad Por ciento
Sarampión 460 54.9
Disentería 138 16.5
Nació enfermo 24 2.9
Fiebre 19 2.3
Hidropesía 15 1.8
No se sabe 15 1.8
Fríos 14 1.7
Ético 12 1.4
Tos 9 1.1
Parto 9 1.1
Elaboración propia a partir de AHMM.

La crisis del año 1830 fue una epidemia de viruela, se desarrolló


en el segundo semestre y afectó más a los párvulos.5 El cenit llegó en
agosto y después descendió, como aparece en el gráfica cuatro.

Elaboración propia a partir de registro parroquial del Sagrario Metropolitano


de Morelia, en Family Search.

5
Las actas de ese año entre los meses de marzo y julio, no reportan el estado del
difunto, es decir si era párvulo, casado, viudo o soltero. Para elaborar la gráfica cuatro
se calculó la mortalidad proporcional de párvulos y adultos. A partir de agosto las
actas ya tienen el estado del fallecido.

39
Viviendo al filo de la muerte

La parroquia del Sagrario mandó otro reporte, pero solamente


incluye datos entre septiembre y diciembre, durante el descenso de
la epidemia. Es evidente la afectación mayor en los párvulos y por
supuesto el impacto de la viruela, de los 528 fallecidos, 317 fueron por
tal causa, es decir 60%, como se muestra en el cuadro 9.

Cuadro 9.-
Mortalidad en epidemia de 1830
Rango años Cantidad Porciento
0-7 años 321 60.8
7-16 años 67 12.7
16-25 años 47 8.9
25-40 años 49 9.3
40-60 años 28 5.3
60 años o más 16 3.0
528 100.0
Elaboración propia a partir de AHMM.

Vacuna de la viruela

El primer intento institucional con estrategias, planes de acción y


medidas para detener una epidemia, tuvo como objetivo la viruela. El
principal enemigo de niños y jóvenes. En 1797 el Intendente Felipe Díaz
de Ortega emitió un bando para que las personas con conocimiento de un
virulento o enfermo con granos dieran aviso inmediato a las autoridades,
como ocurrió con la primera víctima el 11 de noviembre: una niña de
once años en el callejón del Infiernito.6 Otra medida fue promover la
vacunación entre las personas que no lo habían hecho, en el Hospital
de San Juan de Dios. Los costos de la inoculación y cuidado de los

6
Archivo General de la Nación (en adelante: AGN), Indiferente virreinal, Epidemias,
caja: 891, exp. 22, f. 2, 4-5 y 9.

40
Oziel Ulises Talavera Ibarra

enfermos corrían por cuenta del Obispo Fray Antonio de San Miguel.
Los cabildos catedralicio y del ayuntamiento unieron sus esfuerzos para
combatir la epidemia al formar una “Junta de Sanidad”. En Valladolid
fueron inoculadas 6,317 personas y de éstas fallecieron 16, sufrieron
las viruelas naturales 3,711 de las cuales murieron 483, incluyendo 33
mujeres embarazadas.7 El Intendente responsabilizó a los padres por
la muerte de sus hijos: “La natural desidia de la Gente plebeia o por
mejor decir la falta del amor Paternal, Maternal y de consanguinidad o
afinidad produce el que por lo general no lleven sus hijos y allegados al
Real Hospital, ni llamen Facultativo”.8
Años más adelante llegó la expedición de Francisco Xavier Balmis.
La primera iniciativa formal reconocida y que de manera efectiva
comenzó a poner un freno a la terrible enfermedad. El ayuntamiento de
Valladolid recibió orden superior el 26 de octubre de 1804, para apoyar
con todos los recursos a la expedición. El fluido llegó a Valladolid
el 21 de noviembre en los brazos de los niños depositarios, bajo el
cuidado del doctor Antonio Gutiérrez Robredo. Al día siguiente se
celebró una junta de los Facultativos, que determinó emitir un bando
para comenzar la vacunación. El llamado no tuvo mayor eco, tan solo
fueron inoculados 66 infantes, para su promoción se ofreció un real
por cada niño, con este incentivo fueron vacunados 594 infantes entre
el 26 de noviembre y el 2 de diciembre. El éxito de esta campaña
dependía de niños que pudieran transmitir y preservar el fluido en
sus brazos, tarea asignada a diez infantes, quienes llevarían la vacuna
a Guadalajara y hasta las Islas Filipinas. También se estableció una
Junta Central encargada de preservar la vacuna, un proceso complejo
y costoso que no logró su objetivo.9 En 1818 se había perdido el pus.
En 1820 se remitió el fluido a Valladolid, prendiendo exitosamente.
Diez años después de nuevo se perdió este elemento, fue traída de
la ciudad de México. En 1840 de nueva cuenta acechaba la viruela,

7
Ibídem, f. 18-20 y 38.
8
Ibídem, f. 41.
9
AHMM, Fondo Colonial, Ramo Gobierno, c. 43, e. 22.

41
Viviendo al filo de la muerte

el Gobierno debía propagar la vacuna en los cuarteles mayores y


menores sin pérdida de tiempo.10

Conclusión

Los niños de Valladolid-Morelia hasta principios del siglo XX tenían


una alta probabilidad de morir, desde el momento de nacer enfrentaban
un medio adverso. Las pérdidas de los hijos y otros seres queridos fue
un elemento constante y presente en las familias, de manera cotidiana
y peor aún durante las epidemias que continuamente atacaban a la
población.

10
AGN, Indiferente virreinal, Epidemias, caja 4984, exp. 40, f. 1 y caja: 4583,
exp. 10, f. 1-2. AHMM, Libros Impresos y Manuscritos, Actas de Cabildo, primera
numeración, l. n. 134, f. 20-21, 27, 78, 85-86; Fondo Independiente I, c. 52, e.
35, s.f.

42
La dulce niñez vallisoletana

Andrés Santillán Medina1

E n la ciudad de Valladolid de Michoacán, al igual que en


todo el territorio de la Nueva España, dos de las principales
preocupaciones de los habitantes fueron la alimentación y recreación
de la niñez según las ideas, los hábitos de consumo y los principios que
se deseaba dominaran en la futura sociedad. En esos años “casi todas
las familias, ricas y pobres, urbanas y campesinas, de todas las razas,
experimentaban la pérdida a temprana edad de uno o más de sus hijos”.2
Era en la plaza mayor vallisoletana donde desde muy temprano los
niños, solos o en compañía de sus padres, visitaban a los comerciantes
que “abrían o montaban sus puestos para empezar la venta de diferentes
productos”,3 entre ellos la variedad de frutos regionales y los derivados

1
Licenciado en Historia por la Facultad de Historia, UMSNH
2
Tanck de Estrada, Dorothy “Muerte precoz. Los niños en el siglo XVIII”, en
Gonzalbo, Aizpuru Pilar, Historia de la vida cotidiana en México: tomo III: El siglo
XVIII: entre tradición y cambio, México, El Colegio de México, 2005, p. 216.
3
Marín Tello, Ma. Isabel, La vida cotidiana en Valladolid de Michoacán, 1750-
1810, Morelia, Comisión Institucional para la Conmemoración del Bicentenario de
la Independencia y el Centenario de la Revolución, Universidad Michoacana de San
Nicolás de Hidalgo, Instituto de Investigaciones Históricas, 2010, p. 20.

43
La dulce niñez vallisoletana

Fig. 1. Miguel Cabrera, De Español e India. Mestiza, Óleo sobre tela, 1763
(detalle).

de la caña de azúcar. Procedentes en su mayoría de Tierra Caliente,


dichos derivados se introdujeron a la ciudad en grandes cantidades,
pues se tienen registradas varias arrobas, cargas y botas con azúcar
entreverada, mediana, prieta e inferior.4 Poco a poco, la mezcla de

4
Silva Riquer, Jorge, Mercado regional y mercado urbano en Michoacán y
Valladolid, 1778-1809, México, El Colegio de México, Centro de Estudios Históricos,
2008, pp. 199 y 215.

44
Andrés Santillán Medina

estos ingredientes y los frutos regionales fueron dando origen a la gran


cantidad de dulces que deleitaron y entretuvieron los tiempos libres de
la niñez vallisoletana.

Fig. 2. Anónimo, Puesto de mercado, Óleo sobre tela, Siglo XVIII (detalle).

Fueron principalmente los conventos femeninos de la ciudad quienes


asumieron como tarea la elaboración de dulces para mantener ocupadas
a sus religiosas e incrementar sus rentas. Dentro de sus espacios, las
monjas mezclaron el azúcar con su imaginación para crear golosinas y
recetas que las volvieron famosas dentro y fuera del convento.

Diferentes y graciosos nombres han puesto las monjas a postres


populares; así, pepitones, a pequeñas piezas de almendra molida y
cruda, periquitos, de las madres dominicas de Valladolid, a pequeñas
galletas de harina, azúcar, manteca, huevos, anís e impulsor; pastas
isabeles, del convento de Santa Isabel, de las clarisas de Valladolid, a

45
La dulce niñez vallisoletana

las preparadas con manteca, azúcar, harina, yemas, almendra, limón y


canela; los almendrados, a base de almendra, azúcar y clara de huevo,
lo mismo que los amarguillos; copitos, que son los mantecados de
pequeño tamaño.5

[Fig. 3] Anónimo, Monjas novohispanas, Óleo sobre tela.

Muchos de los dulces conventuales gozaron por años de fama y


una considerable demanda; sin embargo, los dulces que consumió la
niñez urbana no solamente se elaboraron en los conventos religiosos,
debido a que en los hogares “la variedad y abundancia de frutas en
el mercado facilitaba y estimulaba la fabricación de todo género
de mermeladas y dulces de frutas caseros, entre los que podemos
mencionar la mermelada de manzana, dulces de zapote, ante de mamey,

5
Fernández, Sofía y Víctor Alperi, La cocina de los conventos, España, Ediciones
Nobel, 2012, p. 171.

46
Andrés Santillán Medina

jalea de tejocote, jalea de piña, jalea de granada, bocadillos de coco,


espejuelo de membrillo. La abundancia de algunas frutas de temporada
permitía también la fabricación doméstica de conservas de frutas como
albaricoques, higos, limones, naranjas, cerezas, ciruelas, zapote blanco,
membrillo”.6 Además de las cañas, para el caso de los niños pobres,
el jesuita Francisco Ignacio Alcina añadía que, en Nueva España, los
camotes colorados y también los blancos eran las raíces dulces que se
consumían como golosinas.7
Existieron comerciantes y gremios de confiteros instalados por toda
la ciudad que “con su carácter juvenil y su espíritu rumboso eran el
elemento en todas las fiestas de aquellos tiempos”.8 Estas personas
debían ofrecer a niños y adultos de la ciudad dulces de excelente calidad
que, además de reafirmar su prestigio comercial, aseguraran la compra
constante de bizcochos, pastelillos de mazapán, roscones, bocados y
ladrillos de pera, calabazate, acitrón, cermeños, zamboas, rajadillo
de varias suertes y ladrillo de conserva, rajadillo de pasta con olor,
canelones de sidra, pastelillos de pasta con olor, maná, almendrones
grandes, carne de membrillo, anís, etcétera.9
Diariamente y de acuerdo a su condición social, los niños
vallisoletanos consumían sus alimentos y una gran variedad de dulces,
elementos que adquirían en los comercios, las iglesias, los conventos
religiosos, las fiestas populares, las fiestas patronales y las celebraciones
navideñas. Seguramente todos los pequeños saborearon sus dulces entre
risas, convivencia e intercambios, pues resulta incorrecto pensar que

6
Quiroz, Enriqueta, “Del mercado a la cocina. La alimentación en la Ciudad de
México”, en Gonzalbo Aizpuru, Pilar, Historia de la vida cotidiana en México, tomo
III, El siglo XVIII: entre tradición y cambio, México, El Colegio de México, 2005,
p. 32.
7
Yepes, Victoria, Historia natural de las islas bisayas, España, Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, 1996, p. 55.
8
Carrera, Stampa Manuel, Los gremios mexicanos, México, EDIAPSA, 1954, p.
95.
9
Lorenzo Pinar, Francisco Javier, Fiesta religiosa y ocio en Salamanca en el siglo
XVII (1600-1650), España, Ediciones Universidad de Salamanca, 2010, p. 143.

47
La dulce niñez vallisoletana

Fig. 3. Anónimo, Litografía de la Catedral de Morelia, Camino Real


México-Guadalajara y Plaza de Armas, Papel, 1840.

durante la época colonial, por el sólo hecho de ser español, se era rico,
así como que el ser indio o castizo era sinónimo de pobre.10
Ser niño en Valladolid de Michoacán significaba pertenecer a un grupo
racial y social, significaba ser parte y heredero de las costumbres de una
época, significaba nacer en la riqueza o en la pobreza y ser identificado
por un apellido, por un color de piel o por una forma de vestir, significaba
ser parte de un barrio vallisoletano, significaba ser el heredero de algún
comercio o el heredero de algún oficio, significaba soñar y disfrutar de
los rústicos paisajes o de las señoriales construcciones, pero sobre todo
significaba haber nacido en una de las ciudades más bellas de la Nueva
España.

10
Jaramillo Magaña, Juvenal, Valladolid de Michoacán durante el Siglo de las
Luces, Morelia, Instituto Michoacano de Cultura, El Colegio de Michoacán, 1998,
p. 54.

48
Andrés Santillán Medina

Notas sobre la educación musical de la mujer:


Los casos de El Colegio de Santa Rosa (1743-1870)
y la Academia de Niñas de Morelia (1885-1911)

Alejandro Mercado Villalobos1

S on pocos hasta ahora, los estudios sobre la mujer en el proceso


de enseñanza, en parte porque los proyectos educativos,
históricamente, se han vertido mayormente hacía los varones; es
evidente la distinción de género en este sentido, originado por una
sobre entendida superioridad de éste sobre la mujer. No obstante, se
sabe de proyectos encaminados a la instrucción femenina, para el
caso de Morelia, desde la época colonial, que continuaron con las
modificaciones que impuso el contexto, durante el siglo XIX.
La intención de este trabajo es el examen de dos instituciones
educativas, ambas impulsadas por las autoridades en turno en función
de las necesidades de instrucción femenina. A la primera se le dio el
nombre de Colegio de Santa Rosa María de Valladolid y fue creado en
1743; funcionó en el edificio que actualmente alberga al Conservatorio
de las Rosas. La segunda institución se erigió en 1885 y significó

1
Universidad de Guanajuato-campus León. Departamento de Estudios Culturales
de la División de Ciencias Sociales y Humanidades.

49
Notas sobre la educación musical de la mujer

para el régimen porfirista michoacano, uno de sus mejores proyectos


educativos, se le llamó la Academia de niñas de Morelia; se instaló
donde actualmente reside la Facultad de Derecho de la Universidad
Michoacana.
De la historia y desarrollo de estas instituciones, se trata el trabajo.
Advierto al lector que por mi formación de músico y los estudios que
en consecuencia he realizado por ya una década, en el tema de la cultura
musical moreliana, el hilo conductor del texto ahonda sobre todo en
la instrucción musical, sin embargo, desde esta peculiar actividad,
difundida con sumo cuidado en las jóvenes, podrá conocerse el devenir
general de ambas instituciones.

El Colegio de Santa Rosa María de Valladolid

Como decía antes, la educación de la mujer ya era atendida aunque


con limitaciones, desde la época colonial. Pues bien, en 1743 se
fundó el Colegio de Santa Rosa María de Valladolid;2 nombre
virreinal de la actual ciudad de Morelia. Aquella institución se erigió
siguiendo un objetivo específico: fungir como el espacio preciso de
preparación académica del sector femenino novohispano, lo que
de entrada era novedoso pues se atendía una parte de la población
que, digamos, no era dable de ser objeto de proyectos del tipo del
cual hablamos. El asunto fue, sin embargo, que quedó limitada la
instrucción solamente a las niñas de origen español, lo cual debía
comprobarse mediante fe de bautismo; esto no era nada nuevo, ya
que es bien conocido el carácter estamental de la sociedad virreinal,
donde los españoles tenían privilegios, como el señalado, de cara al
resto de la sociedad.

2
Sobre el Colegio puede verse a: Carreño, Gloria, El Colegio de Santa Rosa María
de Valladolid, 1743-1810, México, Departamento de Investigaciones Históricas,
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1979.

50
Alejandro Mercado Villalobos

Lo que resulta significativo en la fundación del Colegio, es


el hecho de atender a la mujer, y aunque en general el programa
educativo estaba orientado a la entonces histórica posición de las
féminas mexicanas, esto es, educarla para el papel de esposa y
ama de casa, el proyecto puede leerse como un síntoma propio del
llamado siglo de las luces, por la influencia de la corriente filosófica
conocida como Ilustración. Podría decirse entonces, que el de
Santa Rosa era un proyecto que posicionaba de alguna manera, a la
mujer en tanto a su presencia social en un contexto de predominio
varonil; México era un país de hombres, quienes mandaban en los
asuntos importantes: política y economía son algunos aspectos que
podríamos señalar al respecto.
Es interesante la lista de materias, con ello se ilustra el carácter dado
a la instrucción de las niñas. Se impartía doctrina cristiana. Desde
luego, no puede entenderse Nueva España sin la religión católica,
por lo que era común en todo proceso educativo, la correspondencia
con el único culto permitido; de hecho, aquella fue una continuidad
que podía verse todavía a décadas de conseguida la Independencia,
y fue preciso que Benito Juárez irrumpiera con su Reforma liberal
para que al menos en la educación, se impulsara el laicismo. También
se daba rudimentos de lectura, escritura y aritmética, elementos
básicos que no iban más allá del saber leer y escribir y el manejo
de las cuatro operaciones matemáticas fundamentales: sumar, restar,
multiplicar y dividir, lo cual bien podría servir para el manejo de la
economía doméstica si esto era preciso. Existían también las materias
de moral y conducta, cuya relación con el correcto comportamiento
de la mujer en una sociedad altamente religiosa era fundamental,
y finalmente, aparecen las asignaturas complementarias, como
costura y bordados, y música. Lo primero se presenta en función
de una realidad cotidiana de género, lo segundo teniendo en cuenta
al menos un elemento religioso y otro vinculado a lo social. Para
entonces, era común que la mujer se educara en la música con objeto
de que pudiese cubrir, si era necesario, los actos litúrgicos —los
casos de monjas vallisoletanas que debían aprender música ilustra

51
Notas sobre la educación musical de la mujer

el asunto—,3 y en lo segundo, comenzaba a verse correcto que una


mujer participara en algún acto social, lo que comúnmente se venía
denominando tertulia, que era un evento privado, familiar, donde se
acostumbraba conjuntar la literatura con la música; esto vinculaba la
necesidad de instrucción musical con la vida cotidiana.
La clase incluía nociones generales de música y sobre todo canto
llano, pues aun con toda la novedad venida del pensamiento ilustrado,
todavía se consideraba la voz humana la manera más adecuada para
ejecutar en los recintos religiosos. Para la mujer, aparecía inadecuada
otra forma de expresión litúrgica,4 no obstante, ya se empezaban a
poner en boga instrumentos de cuerda principalmente, como el piano,
arpa y violín, sin olvidar al órgano, incluido también en las opciones de
enseñanza; curiosamente, el arpa fue uno de los elementos musicales
que más se utilizó en Nueva España en oficios religiosos, lo cual
se explica por la facilidad de construcción y aprendizaje por parte
también, de indígenas que participaron con entusiasmo en la enseñanza
y práctica de la música. En fin, los instrumentos señalados aparecieron
como posibilidades de instrucción pues su uso se había generalizado ya,
por ejemplo, en la histórica capilla musical que funcionaba entonces en
la catedral de la antigua Valladolid.5
Es posible señalar que la instrucción que recibían las niñas en el
Colegio de Santa Rosa estaría, siendo benignos, en la antesala de lo
que habría de denominarse al siglo siguiente la educación integral, y
la educación musical y aún más, la práctica de Euterpe (Diosa griega
de la música), habrían de significar no sólo un elemento cambiante
de la realidad educativa de la segunda mitad del siglo XVIII, sino
seguramente también, un ingrediente socializador más allá de fines

3
Vid. urbanismo en el siglo XVIII, Morelia, Gobierno de Michoacán, Secretaría de
Urbanismo y Medio Ambiente, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo,
Instituto de Investigaciones Históricas, 2004, p. 57.
4
Vid. Siegmeister, Elie, Música y sociedad, México, Siglo Veintiuno Editores, 2011.
5
Rodríguez Erdmann, Francisco Javier, Maestros de capilla vallisoletanos.
Estudio sobre la capilla musical de la catedral de Valladolid-Morelia en los años del
virreinato, México, El autor, 2007.

52
Alejandro Mercado Villalobos

meramente religiosos. Interesante es la producción musical del Colegio.


Aún hoy, se conservan decenas de piezas en el actual archivo histórico
del Conservatorio de las Rosas de Morelia, donde es posible ubicar
múltiples ejemplos al respecto de la creación musical por parte de los
profesores, que van desde música sagrada a obras no litúrgicas, así
como villancicos y arias, entre muchas otras piezas musicales.6
El Colegio de Santa Rosa funcionó todavía durante la primera mitad
del siglo XIX, por lo que sobrevivió la época de la independencia y
las complicadas décadas que siguieron, que fueron como sabemos,
de reacomodo en todos los aspectos de la vida nacional. El problema
para la institución apareció con los liberales. En tanto a su interés de
disminuir el poder de la Iglesia mexicana en lo político y económico,
y restarle presencia social en aspectos como la educación, un poderoso
elemento de control, en 1861 el general Epitacio Huerta mandó clausurar
el Colegio sin mayor justificación que el hecho de su inoperancia con
base en la nueva realidad, donde el principio de la igualdad, aplicada a
la educación, presentaba al de Santa Rosa como impensable. Todavía
funcionó un poco más durante la época del imperio de Maximiliano
pero con muchas penurias por la falta de dinero para el sostenimiento,
lo que llevó a las niñas incluso, a vender dulces y algunas artesanías
para sostener su escuela. Finalmente, en 1870 cerró definitivamente
la institución; hacía la década de 1940, en el mismo edificio que
albergaba al Colegio de Santa Rosa María de Valladolid, se fundó el
actual Conservatorio de las Rosas, es por esto que, en un afán de dar
antigüedad al mismo, se cita su fundación en 1743, no obstante, nada
tienen que ver ambas instituciones, salvo que en la primera se daban
clases de música pero no era, como tal, una escuela exclusivamente
musical.

6
Véase: Bernal Jiménez, Miguel, El archivo musical del Colegio de Santa Rosa
María de Valladolid, Morelia, Ediciones de Schola Cantorum, 1962. En especial,
a: Torres, José Luis, “El Conservatorio de las Rosas”, en: Álvaro Ochoa Serrano,
Michoacán. Música y músicos, México, Gobierno del Estado de Michoacán, El
Colegio de Michoacán, 2007, p. 157.

53
Notas sobre la educación musical de la mujer

La Academia de Niñas de Morelia

Puede decirse que el Colegio de Santa Rosa significó un salto en el


proceso de apertura, en el ramo de educación, para la mujer, sin que esto
sea tampoco un síntoma revolucionario en el sentido de una apertura
social extraordinaria, puesto que al final de cuentas, el acceso estaba
limitado a solo un sector, el más alto en la escala social.
En estudios recientes se ha descubierto la forma en que el sector
femenino —que representaba la mitad del país— comenzó a ser objeto de
atención por parte del Estado mexicano, ya en la época republicana. Por
ejemplo, por textos de contenido pedagógico se conoce que a la mujer
se le consideraba útil a la sociedad y por lo cual, era dable incluirla en el
proceso educativo de cara a las intenciones de desarrollo nacional; esto
se veía con relación al hecho de considerar la educación como agente
de cambio social. El problema que se discutió entonces, curiosamente,
fue si era “conveniente” instruir a la mujer y en qué sentido; esto se
leía en El semanario de las señoritas mejicanas. Educación científica y
literaria del bello sexo, publicado en 1841.7
Esto muestra la histórica posición secundaria de la mujer respecto al
varón, y revela una continuidad colonial ya en el México republicano.
No obstante, es posible notar elementos de la modernidad política cuyo
impulso fue dado desde el pensamiento liberal. Es de notarse que ya en
aquellos años circulaban en el país, vía prensa y otros medios impresos,
verbigracia la folletería, los axiomas de igualdad ante la ley, y el de
libertad en sus múltiples significados, y el impulsor de ellos fue Benito
Juárez y su grupo de radicales, quienes impulsaron la llamada Reforma
Liberal, misma que tenía por objeto principal, escribió Octavio Paz, la
fundación de una nueva sociedad mexicana, pensada en la necesidad de
“la libertad de la persona humana”.8 Esto pudo verse con la amplitud

7
Vid. González y Lobo, María Guadalupe, “La educación de la mujer en el siglo
XIX mexicano”, en: http://www.uam.mx/difusion/casadeltiempo/99_may_jun_2007/
casa_del_tiempo_num99_53_58.pdf
8
Paz, Octavio, El laberinto de la soledad, México, Fondo de Cultura Económica,
novena reimpresión, 2012, pp. 140.

54
Alejandro Mercado Villalobos

de escuelas en medida posible debido a las condiciones del país, y en


la inclusión de la mujer en el proceso de enseñanza primero, pero con
las miras a considerarla como directora de la educación de la niñez. Y
aunque una de las continuidades coloniales en el ramo de educación se
relaciona con una instrucción “confesional, dogmática y memorística”,9
a partir de la República Restaurada se producen cambios que se
perciben en la incorporación, por ejemplo, de nuevas asignaturas, cosa
que se entiende por el evidente control por parte del Estado; es de esta
época el nacimiento de la educación pública nacional, y de lo que es
dado llamarse la educación integral, consistente en proporcionar una
cultura lo más amplia posible, sin descuidar ninguno de los aspectos de
la formación del ser humano.10
Lo anterior fue posible, como no se había visto en la historia de
México, durante el régimen de Porfirio Díaz. En efecto, siendo un
período de paz duradero, el primero importante luego de un siglo de
conflictos políticos y guerras intestinas —incluyendo dos invasiones
extranjeras de consecuencias profundas—, pudieron implementarse
proyectos educativos novedosos e importantes, como fue el caso de la
Academia de Niñas de Morelia.
La escuela se creó por decreto del Ejecutivo —como casi todas
las disposiciones importantes de entonces—, en 1885, pero lo
verdaderamente destacable en este caso, es la intención del Estado para
con el proyecto. El gobernador en turno explicó que la de niñas era
una institución requerida, pues respondía a la necesidad de ofrecer a la
mujer elementos de formación “compatibles con su sexo”, a partir de
lo cual, bien podría “lograr la satisfacción de sus necesidades a costa
de menores afanes y sacrificios”.11 Si se lee con atención el discurso, se
identifica la aplicación del axioma igualdad, propio del liberalismo. No

9
González y lobo, María Guadalupe, op. cit.
10
Bolaños Martínez, Raúl, “Orígenes de la educación pública en México”, en:
Solana, Fernando, Cardiel Reyes, Raúl y Bolaños Martínez, Raúl, Historia de la
educación pública en México (1876-1976), México, Fondo de Cultura Económica,
cuarta reimpresión, 2010, p. 35.
11
Memoria de Gobierno, 1886, Morelia, Imprenta del Gobierno.

55
Notas sobre la educación musical de la mujer

es posible afirmar, sin embargo, una pretendida igualdad entre hombre


y mujer, pero es evidente que existe un cambio y la inclusión de ésta
en el proceso educativo es prueba de ello, lo cual le abriría paso en
terrenos que hasta entonces, eran exclusivos del varón. Se identifica,
por ejemplo, en las palabras del gobernador, elementos para señalar que
la mujer bien podía ser autosuficiente si se educaba, y participar en el
proceso de desarrollo nacional que por entonces se estaba impulsando
von vehemencia, lo cual aparece en correspondencia con el lema del
porfiriato: orden y progreso.
En las fuentes de la época, principalmente en prensa oficial y
semioficial, es posible observar innumerables menciones al proyecto
pues además, significaba la justificación del régimen en la atención al
“pueblo”, por lo que se publicitó como extraordinario en este caso, el
apoyo a la mujer, que paulatinamente apareció en la vida social porfirista
en eventos artísticos que involucraban al grueso de la sociedad.
La Academia de Niñas se determinó como una institución de nivel
secundario y de perfeccionamiento, sin embargo, el proyecto se pensó
con mayor alcance, se comenzó a considerar a la mujer como apta
para dirigir la educación de la juventud michoacana. Las asignaturas
impartidas eran “compatibles con su sexo”. Se daba moral, urbanidad,
economía doméstica, lectura (donde se incluían recitación de prosa y
verso), gramática castellana (aplicando aquí análisis lógico y principios
de gramática general), pedagogía, aritmética razonada y principios de
álgebra y geometría, dibujo y pintura, francés, inglés, geografía, historia
patria, costura, bordados, flores y otros trabajos de mano. Es evidente el
vínculo con el trabajo manual y el de ama de casa, pero resulta novedosa
la vertiente humanista y científica, con asignaturas que iban más allá
de la formación de esposa y madre, por lo que bien puede decirse de
una preparación dirigida ya a su incorporación al proceso de desarrollo
nacional.
Con relación a los estudios de música, distinto a lo que sucedía con
otras instituciones del Estado, como la Escuela de Artes y Oficios y
el Colegio de San Nicolás, la música en la de niñas se instituyó como
obligatoria y parte fundamental del currículo básico de materias, de esta

56
Alejandro Mercado Villalobos

manera, el solfeo y la práctica de instrumento se realizaba en horario


cotidiano, y con un plan plenamente estructurado.12
En el reglamento al respecto, quedó determinado el ingreso a los
siete años de edad, y era requisito que las niñas hubiesen terminado
lo que entonces se llamaba la educación de primera enseñanza: debían
saber leer y escribir. Los estudios habrían de durar cinco años y en
todo ese tiempo, las niñas recibirían clases de música. Aprendían
solfeo, esto es, el lenguaje de la música, piano y canto. Se contrató al
mejor profesor de música de la época, Luis de la Parra, un estudioso
de las formas musicales europeas, imperantes durante el porfiriato, no
obstante, siempre ajustó el programa a las necesidades del entorno de
sus estudiantes.13 Resulta interesante al respecto, el hecho de que las
propias niñas impulsaron el cultivo de otros instrumentos musicales,
muestra ello de los tiempos que vivían, lo que llevó a que hacía la
segunda década del porfiriato, al menos una estudiantina14 y una
orquesta típica, participaban en los eventos colectivos de la sociedad
moreliana, lo cual permite vincular con exactitud, el trabajo en las
aulas con la práctica en la vida cotidiana.
La participación femenina en eventos públicos se hizo evidente
desde el mismo día de inauguración de la academia. El acto se llevó a
cabo en el histórico Teatro Ocampo de Morelia en mayo de 1886, y ya
en aquella ocasión al menos dos alumnas de la de niñas participaron
ejecutando diversas piezas de música, y fueron acompañadas por
algunas señoras que también hacían música, y por estudiantes del
Colegio de San Nicolás.15

12
Mercado Villalobos, Alejandro. La educación musical en Morelia, 1880-1911.
Tesis para obtener el título de Licenciado en Historia, Morelia, Facultad de Historia
de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2004, p. 122.
13
Algunas notas sobre el personaje pueden verse en: Mariano de Jesús Torres, El
odeón michoacano. Periódico político y literario, Morelia, Imprenta en el Colegio
Clerical a cargo del C. Joaquín Tejeda, 1900, p. 146.
14
El gobernador mandó comprar mandolinas, bandurrias, guitarras y panderetas.
Mercado Villalobos, Alejandro, op. cit., p. 137.
15
Gaceta Oficial, Morelia, 9 de mayo de 1886.

57
Notas sobre la educación musical de la mujer

La clase de música avivó un gran entusiasmo en las niñas estudiantes


de la academia, y los grupos musicales ahí formados a su vez, despertaron
el interés de la sociedad por seguir el devenir de la institución, que
creció en popularidad como uno de los proyectos más nobles del
régimen porfirista michoacano, de tal manera que se pensó en ampliar
las posibilidades de instrucción, es por esto que por orden del Ejecutivo
impulsó un proyecto para becar a niñas del interior de Michoacán, lo
que refleja el papel social del Estado al vincular a sectores vulnerables
al proceso educativo estatal. Al menos 25 municipios respondieron a la
convocatoria, y el mismo número de niñas estudiaron en la academia.
Lo interesante del asunto es que al paso del tiempo, según he podido ver
en las fuentes de la época, al regresar a sus lugares de origen, muchas
de estas jóvenes se integraron a sus sociedades locales como profesoras
de instrucción primaria, y en no pocos casos, dieron clases de música,
difundiendo además, el precioso arte de Euterpe.
El desarrollo de la institución se vertió hacía la creación de una escuela
formadora de profesoras de instrucción elemental, de ahí varios cambios
operados a lo largo de su desarrollo. En 1892 se abrió una escuela de
instrucción primaria anexa a la academia y tres años después, ya se
proyectaba la carrera de profesora de instrucción primaria elemental;
hacía 1901 la escuela creada en 1892 se convertiría en Escuela Normal
para Profesoras.
Como se observa, el proyecto porfirista era ambicioso, no obstante,
el estallido de la Revolución en 1910 acabó con las pretensiones.
Paulatinamente, los padres de familia retiraron a sus hijas de la academia
en vista de la desatención del Estado producto de la guerra, hasta que
finalmente, la institución cerró sus puertas definitivamente en 1911. No
obstante, dejó la simiente de la instrucción para la mujer, demostrando
que ellas tenían un papel importante en el desarrollo de la sociedad, y
que podían realizar actividades más allá de las labores de la casa. Al
respecto, con el proyecto de la Academia de Niñas de Morelia quedó
demostrado el potencial femenino, indispensable para el progreso del
país.

58
Infancia y cultura visual,
una invitación a la reinterpretación

Guadalupe Chávez Carbajal1

L a idea de hablar sobre la infancia, a través de las imágenes


fotográficas, parte de una necesidad urgente de replantear
nuevos enfoques sobre temas vitales del conocimiento histórico y
la memoria visual colectiva, ya que es innegable que la fotografía
ocupa un lugar fundamental en la construcción de una nueva
conceptualización sobre la infancia o niñez, surgida en los estertores
del porfiriato.
Por otro lado, tratar los temas de la fotografía como base de nuestra
memoria y cultura visual, a la par que la invisibilidad de la infancia;
representa un doble y sumamente complejo reto porque ambos han
sido poco estudiados y subvalorados en el estado de Michoacán y
buena parte de la República Mexicana. Consecuentemente, no nos
sorprende saber que durante siglos pervivió la invisibilidad de los
niños, éstos fueron ignorados como sujetos históricos, únicamente
se hablaba de ellos en relación al núcleo familiar, dependientes
sempiternos de los adultos; sin duda una visión limitada y
sobrestimada.
1
Instituto de Investigaciones Históricas, UMSNH

59
Infancia y cultura visual, una invitación a la reinterpretación

Más allá de pretender un merecido y urgente análisis historiográfico,


o un rutinario enlistado de los estudios que a nivel mundial se han
realizado desde los años setenta del siglo XX, es menester señalar que
para el caso de nuestro país no es sino hasta la década de los noventa
que cobró notoriedad el tema.
Al margen de cualquier perspectiva pedagógica, médica, demográfica,
artística, educativa o moral que ya a nivel general han tratado varios
autores, debo aclarar que en Michoacán continúa siendo un tema bastante
desdeñado por los historiadores, a pesar de los ingentes esfuerzos que
viene realizando el Seminario Permanente de Investigación: “Infancias,
Problemas y Perspectivas”, coordinado por la doctora María Teresa
Cortés Zavala; y los recientes aportes de los historiadores Lisette Rivera
Reynaldos y Martín Pérez Acevedo sobre los niños delincuentes en la
última década del porfiriato.2 Me niego a creer que los pocos estudios,
que hasta el momento se han generado en Michoacán, sean a causa de
una pereza intelectual y formativa, una posible explicación es lo poco
que se ha explorado en la abundante y dispersa documentación.
Las distintas sociedades y grupos socio culturales que nos
antecedieron imaginaron y representaron a la infancia de múltiples
formas, pero siempre desde la perspectiva del adulto, la Iglesia y
el Estado, hasta construir un estereotipo débil, bondadoso, bello y
necesitado de cuidados. Todo ello forma parte del concepto moderno de
infancia que se estableció durante el porfiriato y que prevalecería hasta
muy avanzado el siglo XX.

2
Entre lo más destacable que se ha publicado en los últimos años se encuentra
parte de la obra de Susana Sosenski y Alberto del Castillo. Véase: Castillo Troncoso,
Alberto del, Conceptos, imágenes y representaciones; Los niños: su imagen en la
historia, México, El Colegio de México/Instituto Mora, 2006. Sosenski, Susana,
“El niño consumidor: una construcción publicitaria de mediados de siglo XX” en
Ciudadanos inesperados. Procesos de formación de la ciudadanía ayer y hoy, México,
El Colegio de México/CONVESTAV, Departamento de Investigaciones Educativas,
2012. Sosenski, Susana, “Producciones culturales para la infancia mexicana: los
juguetes (1960)” en Relaciones. Estudios de Historia y Sociedad, México, No. 132,
otoño de 2012.

60
Guadalupe Chávez Carbajal

Como resultado, me atrevo a afirmar que en Michoacán la mayoría


de las fotografías que se conservan de la época (finales del siglo XIX y
por lo menos las tres primeras décadas del XX), muestran una imagen
idealizada del niño como bien se puede señalar en las dos fotografías
que acompañan a este texto. 3

Imagen 1. Autor no identificado, ca. 1910. Archivo Fotográfico del


Instituto de Investigaciones Históricas, colección Gerardo Sánchez Díaz.
Reprografía: Pina Alfaro.

3
Las imágenes fotográficas que acompañan este texto son muestra de ello y
forman parte del acervo fotográfico del Instituto de Investigaciones Históricas de la
Universidad Michoacana.

61
Infancia y cultura visual, una invitación a la reinterpretación

Imagen 2. Autor no identificado, ca. 1926. Archivo Fotográfico del


Instituto de Investigaciones Históricas, colección doctor Jesús García
Tapia. Reprografía: Pina Alfaro.

En esta apretada síntesis, hemos optado por invitar a reconstruir la


infancia desde las imágenes y representaciones que promovió el Estado,
apoyándose en la prensa gráfica, además de una serie de fotógrafos y
estudios fotográficos distribuidos en diversos puntos de Michoacán,
operadores de la cámara que registraron minuciosamente a un sector de
la población que requería y podía pagar sus servicios.4
Debemos insistir en que si bien a la infancia se le puede analizar desde
múltiples variables, urge reconstruir la percepción visual de un género o
especie de infancia antípoda: la de la imagen idealizada y su contraparte o
antítesis. De ahí también la doble complejidad que señalaba líneas arriba.
Sólo articulando ambos contextos, o fijando un punto de partida o eje

4
Hasta el momento, en la búsqueda y rescate de los nombres de operarios hemos
registrado a poco más de treinta fotógrafos y, actualmente, se analiza el discurso
periodístico de los diarios El Heraldo y La Voz de Michoacán.

62
Guadalupe Chávez Carbajal

articulador que reconstruya el discurso de la época, en un futuro podremos


acceder a la interpretación de sus múltiples dimensiones o representaciones.
Por tal razón, delimito mi propuesta al rescate y estudio de la fotografía
por su importancia en la evolución de las normas de comportamiento
o control social, más allá de intentar hacer una historia cultural de la
niñez, se debe enfatizar en el registro visual, la percepción y el consumo
de imágenes; en la memoria histórica bifurcada hacia dos direcciones:
el modelo de niño/niña (bien representado por la imágenes que se
incluyen en el presente artículo de divulgación) que exigía el discurso
oficial y el que ofrecía la realidad violenta y convulsa a aquellos niños
que no cumplían con las normas sociales establecidas y a los que
continuamente criminalizaba la prensa y el Estado, ambos fenómenos
se pueden observar en el registro de niños rateros que se encuentra
en el Archivo Histórico Municipal de Morelia, en otros documentos
de carácter judicial y en cualquiera de los numerosos periódicos que
resguarda la Hemeroteca Universitaria.5
Es impostergable la necesidad de otorgar su real importancia a
las imágenes fotográficas como fuente histórica, ya que se cuenta
con una invaluable riqueza documental. Este medio mecánico de
reproductibilidad técnica, responsable de buena parte de nuestra
memoria histórica visual colectiva, contiene en su esencia una
paradoja que es la que hoy planteamos. Si bien la fotografía se utilizó
mayormente para fines morales, comerciales, artísticos, sociales, en
general, para todo lo bello de la vida. También, desde temprana época,
la Iglesia y el Estado lo manejaron como un polimorfo dispositivo de
control y publicidad, en respuesta al “dramático” crecimiento de una
clase criminal y criminalizada que amenazaba con destruir la debilitada
paz social y espiritual de las clases pudientes.6

5
Archivo Histórico Municipal de Morelia (AHMM), Fondo Independiente II, c.
345, e. 2, 1908.
6
Chávez Carbajal, María Guadalupe, Revolución y masificación de la imagen: Fo-
tografía y control social en Morelia, 1870-1911, Tesis de Doctorado en Historia y
Estudios Regionales, Universidad Veracruzana, 2009.

63
Infancia y cultura visual, una invitación a la reinterpretación

La intensa campaña discursiva que se inició en el porfiriato la


retomarían continuamente los gobiernos posrevolucionarios para
promover todo aquello que resguardara y fortaleciera la construcción
visual del ciudadano idóneo constructor de una nación sana, productiva,
fuerte y civilizada.
El sector más vulnerable de caer en ese tétrico panorama siempre
fueron los niños, por tal razón desde los últimos años del régimen de
Porfirio Díaz, se incluyó a la niñez en el programa modernizador, hasta
entonces este sector no había tenido un lugar propio en la sociedad; por
lo general se les veía y trataba como adultos pequeños. Esa visión se
transformaría paulatinamente con la entrada de las ideas más avanzadas
que sobre psicopedagogía y pediatría se estaban dando en los países
más civilizados de Europa y en Estados Unidos.7
En respuesta, al menos en el caso de los principales núcleos urbanos
de Michoacán, el Estado estableció varios centros educativos para
reforzar la educación y la cultura, bajo cuatro puntos básicos: una
educación integral, el amor hacia su familia, el ahorro y el civismo.
La imagen ideal de esa propuesta la representó la educación militar y
correccional sólo así se podrían “regenerar a los jóvenes vagos y mal
entretenidos, tan nocivos a la sociedad”.8
Conforme avanzó el siglo XX, el discurso oficial se cubrió de
un optimismo y confianza en las medidas aplicadas para detener el
incremento de “niños viciosos” cerrándoles el paso a las diversiones
públicas exclusivas de adultos, pero no a las jornadas laborales
extenuantes e impropias para su edad concepto, este último, volátil e
impreciso. Por otro lado, las notas policíacas y la numerosa existencia

7
Véanse: Castillo Troncoso, Alberto del, Conceptos, imágenes y representaciones;
Los niños: su imagen en la historia, México, El Colegio de México/Instituto Mora,
2006; Los niños: su imagen en la historia, María Eugenia Sánchez Calleja y Delia
Salazar Anaya (coordinadoras), México, INAH, 2006.
8
A lo largo de varias décadas la Escuela de Artes Oficios, cuyo nombre cambiaría en
repetidas ocasiones con el transcurso de los años, representó ese ideal. Archivo Gene-
ral Histórico del Poder Ejecutivo de Michoacán, Secretaría de Gobierno, Instrucción,
Escuela de Artes y Oficios, 1872-1885, Caja 8, Exp. 5.

64
Guadalupe Chávez Carbajal

de niños vagos, delincuentes y desamparados, se prolongarían por


los menos hasta los años 30 del siglo XX periodo en el que se
depura el registro visual con fines correctivos y de control social en
Michoacán.
En ese discurso las clases criminalizadas seguirían siendo fenómenos
sociales del sistema que además de representar inseguridad, eran la
antítesis del individuo civilizado: un ser saludable, productivo, educado
y defensor de la familia y de una moral ahora nacional y revolucionaria;
en suma, un tipo imaginario.
A lo largo de esas décadas que separan al porfiriato de la llamada
postrevolución, los estigmatizados siguen sin tener voz, su opinión sobre
cómo se perciben ellos es invisible y silenciosa, la nota periodística
(agente mediático del Estado) la congela y nulifica. La sospecha y
el rumor continúan determinando, en buena medida, la construcción
visual del “otro” -niño o adulto- ligado profundamente al delito de
acuerdo a su lugar en la escala social y el espacio rural o urbano al que
perteneciera.
La caracterización visual de ese “otro” como sujeto de delito, se
sustenta en la construcción del miedo al desorden e inseguridad a la
enfermedad e inmoralidad (el infierno y purgatorio), al daño de la
propiedad privada y la paz social.
En las estrategias discursivas las designaciones estigmatizan al otro,
se hace énfasis en el epíteto o apodo por el rol u otras figuras retóricas
que lo denigran. No interesan las particularidades del individuo (nombre,
edad, estado civil) porque no es visto como un ciudadano.

Comentarios finales

Más que arribar a posibles conclusiones estas líneas finales son una
reafirmación del por qué de la invitación que hace el título de este
breve artículo. El propósito se sustenta en la necesidad de construir una
narrativa histórica con imágenes, para dejar de “ilustrar” sin sentido los
textos sobre historia. Debemos de ser capaces de analizar y reconstruir

65
Infancia y cultura visual, una invitación a la reinterpretación

las imágenes, para sacudirnos la inclinación de utilizarlas como iconos


seculares.9
Aún pervive la vetusta idea que desde los primeros años del siglo
XX, vendieran las Hallmark cards y sus filiales establecidas en México.
Pero, ahora, en esta convulsa y cambiante contemporaneidad estamos
viviendo realidades distintas a las dibujadas por esas centenarias y
acarameladas tarjetas, nuestros contextos culturales, políticos, históricos
y tecnológicos se han modificado bastante en los catorce años que lleva
el actual siglo; la visión del mundo es diferente, como quizás fueron los
años veinte de ruptura histórica y liberación corporal.
Estamos atravesados —como bien lo señaló el fotógrafo Joan
Fontcuberta- entre la realidad y la virtualidad. Como resultado, la imagen
y el concepto que se tenía de ella también sufrió transformaciones hacia
diversas direcciones, generamos imágenes (somos autores de ellas)
cuando tenemos la voluntad consciente o crítica de expresar algo a
través de ellas.
Al igual que este reconocido fotógrafo contemporáneo, considero que
las imágenes dejaron de ser “simples representaciones del mundo… son
parte del mundo y, además, están vivas, nacen, crecen orgánicamente,
forman tejidos, se organizan en comunidades, se desarrollan, mueren…
En el fondo, de lo que se trata es de cómo hacemos que esa energía que
es la imagen vaya acomodando significados en función de los usos que
hagamos o de los contextos en que se sitúen”.10 ¿O en los contextos en
que las situamos y nos coloquemos como observadores, productores y
consumidores de imágenes?
En esta nueva realidad, debemos recuperar el sentido y memoria
de las imágenes históricas, pero también hablar del sentido y la

9
Concepto utilizado por Cornelia Brink al hacer la analogía de una fotografía
(ícono político, social o educativo) con un ícono religioso. Véase su artículo: “Íconos
seculares. Las fotografías de los campos de concentración nazis”, en: Punto de vista,
revista de cultura, año 26, número 76, Buenos Aires, agosto 2003, pp. 11-17.
10
Artola, Inés R., “Entrevista a Joan Fontcuberta” en Magenta, revista online
http://www.magentamag.com/post/91638386380/no-hay-que-caer-en-la-paranoia-
entrevista-a-joan

66
Guadalupe Chávez Carbajal

memoria de cada una de las imágenes que generamos porque cuando se


comparten imágenes intercambiamos valores, emociones, perspectivas
e interpretaciones, de modo que cuando se establece este diálogo entre
el productor de la imagen y el espectador o público, se generan obras
de “autoría compartida”, alejándonos así de los encorsetados discursos
unidireccionales a los que hemos sido tan asiduos los historiadores.
¿Y para qué o por qué todo esto? Porque siempre cada propuesta
gráfica (por sencilla que nos pueda parecer) tiene efectos diferentes
según sea el público que lo observe e interprete. Esas opiniones son
representaciones derivadas de la creatividad y cultura del público,
cualesquiera que éste sea; así como de sus intereses y sensibilidad, de
ahí que el tema de los sentimientos no es trivial ni una necedad, es un
asunto inaplazable.

67
Sección
Documento
AHMM, Colección Fotográfica.
Las escuelas lancasterianas en Michoacán y su impacto
como educación tradicionalista (1852-1871)

Victoria Eugenia Pérez Tajonar1

A l quedar nuestro país como nación independiente (1821), una de las


primeras acciones que se realizaron fue que la educación quedara
en manos del gobierno, pues anteriormente esta tarea estaba reservada
sólo para la Iglesia. En este sentido, las escuelas lancasterianas tuvieron
gran impacto, sobre todo en Michoacán y en especial en Morelia. Así,
mi objetivo con este trabajo es concentrarme en algunos documentos
que resguarda el Archivo Histórico Municipal de Morelia (AHMM),
y que mencionan los problemas que afrontaban dichas escuelas de
reciente creación y las vicisitudes que el gobierno tenía que enfrentar,
y que forman parte de la educación de la niñez en otra época, además
de una breve descripción de como solían ser las clases bajo el sistema
lancasteriano.
Estamos habituados a pensar la escuela primaria en los términos
que hoy la conocemos; es decir, en un espacio específico, con una
distribución de tiempo apropiado, con grupos de alumnos de edades
similares, con uno o más profesores preparados para ejercer esa
actividad, con planes y programas de estudio consecuentes, se suele

1
Archivo Histórico Municipal de Morelia

71
Las escuelas lancasterianas en Michoacán y su impacto como educación

olvidar que esta institución no ha existido como tal desde siempre y que
han sido las sociedades en un momento histórico dado las que han ido
construyendo su identidad.
El siglo XVII había presenciado otros modelos educativos
que recogieron las experiencias y las vivencias de la vida de la
comunidad inmediata al niño, integrada no sólo por sus padres sino
también por otros parientes, por vecinos, por amigos, donde el niño
y la niña aprendían a ser uno más de ellos y a sobrevivir asimilando
respectivamente las ocupaciones del padre y de la madre, la de los
adultos del propio género.
La educación del pueblo se llevaba a cabo en espacios abiertos, en
el terreno de lo que hoy llamaríamos educación no formal. A ella se
integraba la intervención de la Iglesia que, fiel a su misión pastoral
fortalecida por el Concilio de Trento,2 se ocupaba de impartir a niños y
jóvenes la doctrina cristiana en espacios más delimitados, más cercanos
a los de educación formal. A finales del siglo XVIII proliferaban las
escuelas particulares en comparación con las gratuitas, en el curso del
siglo XIX, en la medida en que se va definiendo y consolidando la oferta
de escuela pública la balanza se inclinará hacia el otro lado.
En 1844, Joaquín Baranda3 reconoce que en nuestro país hay escuelas
conventuales a cargo de los franciscanos, dominicos, agustinos y

2
El Decimonono Concilio Ecuménico se inauguró en Trento el 13 de diciembre
de 1545, y se clausuró el 4 de diciembre de 1563. Su objetivo principal fue la
determinación definitiva de las doctrinas de la Iglesia en respuesta a las herejías de
los protestantes; un propósito ulterior fue la ejecución de una reforma a fondo de la
vida interior de la Iglesia, erradicando numerosos abusos que se habían desarrollado
en ella.
3
Nació en Campeche (1840) y murió en la ciudad de México (1909) Estudió la
carrera de abogado en su ciudad natal, su trayectoria profesional lo llevó a ocupar
cargos importantes del poder judicial en Campeche, Tamaulipas, Yucatán, Tabasco
y Chiapas. En 1882 fue nombrado Ministro de Justicia e Instrucción Pública por
el presidente Manuel González y, ratificado en el cargo por el presidente Porfirio
Díaz, permaneció en él hasta 1901. Es el funcionario que por mayor tiempo
ha sido responsable de la educación del pueblo mexicano. Durante su gestión
se celebró el primero y el segundo Congreso Nacional de Instrucción Pública,

72
Victoria Eugenia Pérez Tajonar

mercedarios; escuelas dependientes de los Colegios Mayores y escuelas


públicas, sostenidas por fondos públicos de diferentes fuentes de la
sociedad en especial del gobierno. Los años que se suceden entre 1780
y 1836, diversos documentos que pertenecen a la Instrucción Pública
revelan que la construcción de edificios escolares no se manifestó como
una necesidad. Para tal efecto se adaptaron todo tipo de locales: iglesias,
conventos, habitaciones de las viviendas, cuartos de las vecindades y
hospitales abandonados, o bien que el gobierno en turno iba rentando y
que destinaba cierto presupuesto para tal fin así lo expresa el siguiente
precepto: “Gregorio Cevallos gobernador interino de Michoacán pone
en vigencia el decreto del 18 de diciembre de 1848 que impone una
contribución para el fondo de escuelas”.4
El otro avance lo representan las Escuelas Lancasterianas que
se establecen en 1822 cuando se inicia una asociación que buscaba
promover la educación primaria entre la clase baja, estas escuelas fueron
fundadas durante el imperio de Agustín de Iturbide. Los encargados
en ese tiempo fueron: doctor Manuel Codorniú, licenciado Agustín
Buenrostro, coronel Eulogio Villarutis, Manuel Fernández Aguado y
Eduardo Turreau. Las características de dichas escuelas Lancasterianas
lo constituye la utilización de una nueva técnica pedagógica donde los
alumnos más avanzados le instruían a sus demás compañeros. Un solo
maestro llegaba a enseñar a 200 o hasta 1000 alumnos. Las asignaturas
que se impartían eran: escritura, lectura, aritmética y doctrina cristiana.
Todas las mañanas los niños al entrar a la escuela se formaban en una
línea con sus compañeros de clase para la inspección matutina, donde
les revisaban:

el número y la calidad de las escuelas se incrementó, la educación normal alcanzó


niveles sin precedente y se dictaron diferentes leyes para cuidar de la correcta
realización de los avances educativos bajo la vigilancia del Estado, particularmente el
precepto de obligatoriedad de la enseñanza primaria elemental. Baranda perteneció a
la Academia Mexicana de la Lengua, correspondiente de la Española y colaboró en la
reorganización de la Biblioteca Nacional. Véase: Moreno y Kalbtk, Salvador (coord.),
Diccionario Biográfico Magisterial, T. I, México, SEP, 1994, pp.13-14
4
AHMM, Fondo Independiente I, c. 64, e. 105.

73
Las escuelas lancasterianas en Michoacán y su impacto como educación

Cara. Manos y uñas. Su ropa y zapatos tenían que estar limpia. Sus pies
sin lodo. En este método se comenzaba a enseñar las letras separándolas
como: Las fáciles (I, H, T, L, E, F). Las que tenían ángulos (A, W, M,
N). Las que tenían curvas (O, U, J)5

El sistema lancasteriano fue de suma importancia por sus


características, en él se instruían y orientaba a niños en un principio,
posteriormente se capacitaba a instructores con habilidades
sobresalientes para que éstos enseñaran al resto del grupo. Teóricamente
en las escuelas lancasterianas las aulas eran grandes donde se ubicaban
largas mesas con bancos de madera para diez alumnos. Al frente del
salón había una plataforma de madera con el escritorio y buretas para
“monitores de orden”. Cada grupo de diez niños tenían un monitor o
instructor, que de acuerdo al horario, enseñaba las lecciones. Todos
los monitores o instructores eran supervisados por el director de la
escuela, quien nunca debía de interferir en la instrucción ni levantar la
voz. Ejemplo de estos instructores los encontramos en las solicitudes
dirigidas Ayuntamiento como la siguiente:

M. Y. Ayuntamiento
Ignacio Gómez originario de Chilchota y residente hace como nueve
años en esta ciudad capital por causa de estudios, ante U.S, con el respeto
debido digo: que deseo cursar en la Escuela Normal el sistema de Bell
y Lancaster y como para ser admitido por la Ilustre Junta Inspectora
de Instrucción pública necesito acreditarle con certificación de U.S mi
buena conducta publica, en tal virtud ocurro a la notoria bondad de U.S.
suplicándole se sirva mandarme expedir tal documento. Por tanto ruego
se sirva de acceder a mi solicitud en lo cual recibiré distinguida merced.
Ignacio Gómez
Rubrica.
(Aprobado por dictamen)6

5
Estrada Dorothy T., Las escuelas Lancasterianas en la ciudad de México, El
Colegio de México, 1992, p. 500
6
AHMM, Fondo Independiente I, c. 72, e. 50

74
Victoria Eugenia Pérez Tajonar

Imagen 1. Solicitud de Jesús Martínez dirigida al Ayuntamiento para que se


le extienda su certificado como instructor.7

La idea clave del sistema lancasteriano fue que el niño debía ser activo.
No se aburrían porque siempre aprendían algo de su monitor8. Uno de

7
AHMM, Fondo Independiente I, c. 72, e. 50
8
Palabra utilizada por Dorothy T. Estrada, en su estudio sobre las escuelas
lancasterianas en la ciudad de México.

75
Las escuelas lancasterianas en Michoacán y su impacto como educación

los puntos clave en el método lancasteriano para asegurar el orden y


promover el estudio era el sistema de premios y castigos para fomentar
el aprovechamiento y el comportamiento de los escolares que era de
esperarse; de este modo, se empleaban tarjetas conocidas como “divisa
de mérito”, la cuales destacaban lo que se consideraban cualidades:
aplicación, aprovechamiento y demás; que se complementaban con las
de castigo, que señalaban los déficit: desaplicación, desaseo, descuido,
traducidos a calificativos despectivos. Uno de los mayores estímulos
para los escolares constituía en llegar a ser monitores.
Las correcciones deseables, sin embargo, siguieron centradas en el
sistema de premios y castigos, sancionando las faltas y estimulando
el aprovechamiento, la puntualidad, la limpieza, la buena conducta.
Esto dio origen, además, a la demostración de conocimientos a través
de los exámenes cuyos resultados eran registrados en calificaciones y
premiados de diversa manera: con regalos, con monedas, con diplomas.
Las Escuelas Lancasterianas9 a lo largo del siglo XIX, impusieron un
horario, pues en la mañana trabajaban de las 8:30 a las 12:00 horas, con
un receso para comer, y otras tres horas de clases por la tarde. El sábado
por la tarde se enseñaba educación civil. La descripción del trabajo en
un día de clases de acuerdo a Antonio Cubas García en su “Libro de
mis recuerdos” y que lo menciona Dorothy T. Estrada10 lo refieren de la
siguiente manera:

Se dividían en grupos de 10 a los niños el Monitor o instructor dirigía al


grupo. El sistema de premios y castigos, útiles diseñados especialmente

9
Su fundador Joseph Lancaster nació en Southwark, al sur de Londres, hijo de
un comerciante. En 1798, fundó una escuela primaria en Borough Road, Southwark,
utilizando una variante del sistema de enseñanza mutua fundado por Andrew Bell.
Sus ideas fueron desarrolladas en forma simultánea con las del doctor Bell en Madras,
India, sistema que fue conocido como “el sistema educativo de Madras”. El método
de instrucción y entrega es recursivo, ya que si uno de los estudiantes aprende el
material, es recompensado por haberle pasado exitosamente la información a otro
alumno.
10
Ibíd. p. 798

76
Victoria Eugenia Pérez Tajonar

para las actividades. Se colocaba un “telégrafo” con el núm. de clase


y EX que significaba examen, a veces se colocaba un tablero con los
caracteres que debían de ser copiados. Había un taburete al frente
con el escritorio y silla del profesor y dos bufetes a los lados para los
Monitores de orden, había un Monitor de grupo encargado de dar la
lección y el Monitor general que tomaban la asistencia, averiguaban
la razón de ausencia de los niños y cuidaban los útiles y el Monitor de
orden que administraban la disciplina. Los Monitores eran supervisados
por el director de la escuela, el director no intervenía en la instrucción,
era solo un observador.
Para escribir se usaban plumas de ave que habían sido cortadas y
preparadas por el director de la escuela. La tinta se hacía de huizache
y caparrosa, y costaba un real cada cuartilla. El papel generalmente era
de un tipo llamado de Holanda, o a veces era de maguey. Al entrar a la
escuela en la mañana, el niño se formaba en línea con sus compañeros
de clase para la inspección de cara, manos y uñas. Al toque de una
campanita de bronce, los niños marchaban al aula y se distribuían en
las mesas por clases. La primera asignatura era de escritura y estaba
dividida en ocho clases Primera clase. Atención. “A” mayúscula, y
apuntaba en el telégrafo la mencionada letra... todos los niños de la
clase marcaban la letra anunciada con un punzón o con el dedo en la
arena. Las siguientes cinco clases siguientes eran para el aprendizaje
de escritura en pizarras. Los ejercicios eran dictados por el monitor y
consistían en la escritura de palabras de una a cinco sílabas. La escritura
en papel se reservaba para la séptima y octava clases, cuyos alumnos
ocupaban las últimas mesas del salón. Los de la séptima clase escribían
los trazos de letra grande y mediana, usando las muestras de la letra
española hechas por don Torcuato Torio de la Riva11. Los alumnos de

11
Autor, como casi todos los calígrafos, de obras pedagógicas. Su trabajo Arte de
escribir por reglas y con muestras es obra capital, aunque discutida. Distingue dos
partes principales: teórica y práctica. Comienza con unas lecciones prácticas de dibujo
lineal, prevenciones generales y comunes a toda clase de escritura y todo lo relativo al
manejo de la pluma. En la parte práctica trata el corte de la pluma, sus movimientos y
trazos, imitación de las muestras de su libro. Continúa con varios tratados pedagógicos.
Consúltese: http://www.unav.es/biblioteca/fondoantiguo/hufaexp16/hufaexp16p-14.
html

77
Las escuelas lancasterianas en Michoacán y su impacto como educación

la octava clase practicaban la letra pequeña o cursiva. Al terminar la


clase de escritura, sonaba la campanita. Los niños se levantaban de sus
mesas e iban a los pasillos a formar grupos semicirculares. En el centro
de cada uno se paraba un monitor al lado de uno de los carteles de
lectura, colgado de la pared o en un tablero. Con su puntero de otate,
el monitor señalaba las letras, sílabas y lecturas escritas en el cartel.
Los niños de la primera clase aprendían a reconocer y pronunciar las
letras del alfabeto, primero las mayúsculas y después las minúsculas.
El método lancasteriano era de “silabeo”, o sea, después de saber las
letras individuales, se aprendía a leer una a una. La doctrina cristiana se
enseñaba de igual forma que la lectura, o sea, los niños en semicírculos
memorizaban primero el catecismo de Ripalda.12 La clase de aritmética
se dividía en ocho secciones. Los alumnos que escribían en arena,
practicaban los números en sus bancos. Los de las otras secciones, en el
pizarrón o en pizarras individuales. Trabajaban media hora en los bancos
y un cuarto de hora recitando las tablas en los semicírculos. Aprendían
las cuatro primeras reglas por enteros, quebrados y denominados, la
regla de tres y sus operaciones. Los castigos para los niños consistían
en que se colgaba una tarjeta de castigo del cuello del mismo o se le
hacía arrodillarse, poner los brazos en cruz, a veces sosteniendo piedras
pesadas en las manos. Por faltas más serias, el niño era llevado al
director para recibir golpes con la palmeta. El monitor de cada clase
indicaba qué alumnos merecían las que decían “aplicado” o “puesto de
mérito”, certámenes públicos los más destacados recibían premios de
medallas de plata en cuyo centro miraba un sol y se decía en la orilla
“Premio a la Aplicación”. El horario de la mayor parte de las escuelas
era de 8:00 a las 12:00 y de las 2:00 a las 5:00 Los monitores tenían que
llegar a las 6:30 para recibir instrucción en los ramos que iban a enseñar
a sus pequeños grupos. El director los preparaba con una media hora de
lectura, escritura y aritmética. Antes de comenzar la sesión de la tarde,
les daba media hora de doctrina cristiana. Terminadas las clases, los

12
Se conoce como Catecismo Ripalda a la exposición breve de la doctrina cristiana,
escrito por Jerónimo Martínez de Ripalda con el objetivo de poner al alcance de
los niños las bases de la doctrina cristiana. Véase: Monjaraz Martínez, Sergio, La
educación católica en Morelia, Michoacan, 1876-1910, México, UMSNH, Facultad
de Historia, p. 167

78
Victoria Eugenia Pérez Tajonar

niños rezaban de rodillas y luego al compás de sucesivos toques de la


campanita se paraban, se ponían sus sombreros, colocaban las manos en
las costuras del pantalón y se presentaban frente al director en el orden
que se les nombraba, para escuchar las penas impuestas por las faltas
cometidas. Salían en fila detrás de su monitor de clase.

Así se hace la referencia de cómo se manejaba este tipo de escuelas


que en todo el siglo XIX trabajaron, los municipios se hacían cargo de
estas escuelas y como ya se mencionó funcionaban en lugares rentados
la mayor parte de las veces. Se tiene referencia de un documento que
se resguarda en este Archivo, alusivo a la solicitud de material para la
escuela ubicada en Cuto de la Esperanza por la jefatura de policía de la
escuela de niños bajo la dirección de Gregorio Orozco.13
A manera de conclusión y con respecto a la población infantil que
asistía a las escuelas de primeras letras gratuitamente, constituyen
el origen de lo que será la escuela pública y que traza muchas de
las dificultades que antes y ahora se tienen: ausentismo y deserción
escolar, remitiéndonos a la falta de alimentación, de ropa, de vivienda;
condiciones de salud deplorables y al trabajo infantil como parte de
la economía familiar de la segunda mitad del siglo XIX siendo un
periodo en donde se configuró parte transcendental de nuestra historia,
recordando que con la desamortización de bienes de la Iglesia también
correspondió el paso de la educación de la niñez a su cargo para
continuar a bajo la tutela del gobierno civil. El sistema Lancasteriano
fue de suma importancia en la educación de los niños, sus métodos de
disciplina siguieron prevaleciendo ya muy entrado el siglo XX pero
lo más rescatable fue la capacitación de los instructores para enseñar
al resto del grupo, pues esto reducía costos y se educaba a muchos.
Las causas que determinaron su extinción fueron, que el Gobierno

13
Lista de libros que se necesitan para la escuela de niños del pueblo de Cuto,
así como elementos para geografía, gramática, castellana, aritmética, ortografía,
ortología, caligrafía, catecismo de doctrina cristiana, catecismo de urbanidad; Fleuri,
amigo de los niños, caligrafía inglesa, libro 2°, libro3°, silabario, plumas de ave y de
acero, pizarras, pizarrines, papel, cartel de tabla de cuentas.

79
Las escuelas lancasterianas en Michoacán y su impacto como educación

decidió fundar y sostener escuelas primarias cambiando lentamente el


sistema, fundando Normales o escuelas especializadas en la formación
de docentes en todo el país y en Michoacán, además que el sistema
educativo y posteriores modelos se fueron acomodándose, amoldándose
a los adelantos de la época.

80
Desarrollo de la instrucción primaria en Tacícuaro,
tenencia de Morelia

Magali Zavala García1

E l presente trabajo tiene por objeto divulgar algunos materiales


históricos que resguarda el Archivo Histórico Municipal de
Morelia (AHMM) resaltando como eje rector los inicios de la educación
infantil en Tacícuaro, tenencia de Morelia,2 y lo aterrizaremos con la
fundación de la Escuela Primaria Rural Federal Santos Degollado. De
modo que, conforme a nuestras pesquisas resaltamos la información
de los primeros registros relativos a la enseñanza que resguarda el
propio Archivo, como el Fondo Colonial, ramo gobierno, en especial
la caja 2, expediente 1b, de 1594, que sí bien, es un documento donde
los naturales de Tacícuaro exponen ante el teniente de alcalde mayor
Francisco Madaleno sus condiciones sociales, al interior se deja ver un
rastro sutil relativo a la educación, el cual se observa más delante en el
texto. Así también, del mismo ramo la caja 18, expediente 17, año 1792
y caja, 30, expediente 1, año 1798. Ambos expedientes tratan asuntos
relativos a la organización territorial, pero igualmente se observan de
una naciente educación.

1
Archivo Histórico Municipal de Morelia.
2
Para mayor precisión geográfica de la tenencia véase el mapa I al final del texto.

81
Desarrollo de la instrucción primaria en Tacícuaro

Resaltamos del Fondo Independiente I, caja 92, expediente 4, año


1857 y caja 120, expediente 50, año 1871, cuyos materiales hacen
una precisión de los problemas educativos que tuvo Tacícuaro durante
ese tiempo. Respecto del Fondo Independiente II, concluimos con el
análisis de la caja 139, expediente 30, año 1933, porque marcó el inicio
de la construcción de la escuela. Finalmente, destacamos la Colección
Fotográfica, en donde localizamos la imagen del edificio, cabe resaltar
que esta última sección hasta el momento ha sido poco explorada.3
A lo largo del desarrollo antropológico y jurídico de la tenencia
de Tacícuaro, se han observado constantes cambios en su sistema
geopolítico, esta reestructuración territorial se remonta a la segunda
mitad del siglo XVI con la repartición de los pueblos indios a los
principales conquistadores de la Nueva España-México. Fue en aquél
momento cuando a Carrillo o Lucas Carrillo4 le cedieron, no sólo lo
correspondiente a Tacícuaro, sino también lo relativo a Capula, otra de
las actuales tenencias de Morelia.5 Entonces, en la medida que avanzó el
tiempo y con la intervención de algunos españoles el desarrollo cultural
fue cambiando en todo el Nuevo Mundo.
En Tacícuaro, para 1594 su estructura geomorfológica tomaba otro
camino con la construcción de la iglesia de cal y piedra, el hospital,
así como un mesón.6 Esta organización permitió la comunicación
entre españoles e indios, es probable que al interior de la iglesia se les

3
Es importante señalar que, gran parte de los materiales citados en el texto fueron
hallazgos obtenidos durante la investigación: Zavala, García Magali, Serie Cantera
Rosa. Textos Archivísticos, “Tacícuaro” n. 6, Morelia, Publicaciones Archivo Histórico
Municipal de Morelia, 2014
4
Conforme a la investigación documental suponemos que se trata de la misma
persona.
5
Romero, José Guadalupe, Noticias para formar la historia y la estadística del
Obispado de Michoacán presentadas a la sociedad mexicana de geografía y estadística
de 1860, México, Imprenta de Vicente García Torres, 1862, p. 34. Véase a Velasco,
Alonso Luis, Grafía y Estadística del Estado de Michoacán, Morelia, UMSNH,
CIDEM, 2006. Compilación de la Legislación Electoral Michoacana. 1824-1996,
Tribunal Electoral del Estado de Michoacán, UMSNH, 1997
6
AHMM, Fondo Colonial, ramo gobierno, c. 2, e. 1b, 1594

82
Magali Zavala García

instruyera no sólo a los niños indígenas; sino también a los adultos,


cuya práctica era uno de los objetivos de las órdenes religiosas en la
Nueva España, claro, con la venia de la Corona Española.
El trabajo de los frailes se vio reflejado al poco tiempo, pero
se pudo constatar hasta 1792, en un documento que resguarda el
AHMM, el cual dice: los pobladores de Tacícuaro eran indios que
no necesitaban un intérprete para entender las peticiones de los
españoles.7 Cabe resaltar que los religiosos, no sólo se encargaron
de la educación; sino la monopolizaron, también vigilaron las
costumbres, las diversiones, la literatura; ejercieron control sobre
los nacimientos, matrimonios y defunciones, entre otras. Pronto, la
Iglesia se convirtió en una de las instituciones más poderosas durante
la época colonial, al ritmo de ese florecimiento comenzaron a erigir
iglesias, conventos, orfanatos, hospitales y escuelas, justo en estas
instituciones tanto a los niños como a los adultos les enseñarían el
catecismo bilingüe, consideraron que de esa manera aseguraban el
futuro de la fe cristiana, igualmente los adiestraron en varios oficios
para optimizar su vida diaria.
Para 1810 Nueva España hizo frente a las agitaciones políticas,
sociales económicas, religiosas y territoriales que marcaron el inicio
de uno de los movimientos más importantes dentro de la historia del
país, la Independencia de México. Durante el proceso de soberanía,
la población se vio envuelta en constantes convulsiones y crisis
económicas, de cara a esta situación la educación no representó una
prioridad. Sin embargo, durante los siguientes años la enseñanza
representaría un instrumento de poder del Estado frente a la Iglesia;
al mismo tiempo el país desafiaría los problemas económicos que
afectaron a la República, en seguida las diferencias se intensificaron
entre los grupos de poder, conservadores y liberales, monarquistas
y republicanos. Finalmente, iniciada la segunda mitad del siglo
XIX con la Constitución Política, Las Leyes de Reforma, la
desamortización de bienes eclesiásticos y el triunfo del partido liberal

7
AHMM, Fondo Colonial, ramo gobierno, c. 18, e. 17, 1792 y c. 30, e. 1, 1798

83
Desarrollo de la instrucción primaria en Tacícuaro

frente al conservador, se fracturó la estructura económica, política


y social, privilegios que la Iglesia había gozado durante la época
colonial. En lo que respecta a la educación, ésta formaría parte de
las responsabilidades del Estado, en teoría, la reforma eclesiástica
quedaba escrita en varias leyes, pero en la práctica, pese a los
problemas económicos, la Iglesia continúo enseñando artes y oficios
a los infantes, claro, sin tanto peso político.
La iniciativa del gobierno respecto a la administración educativa,
poco a poco tomaba su posición, al incluir en la enseñanza las ciencias
naturales, las exactas, las políticas; lo relativo a la moral, a las nobles
artes y las lenguas. Pero, y a pesar de que Tacícuaro, tenencia de Morelia,
era uno de los poblados cercanos a la capital michoacana, a lo largo
del siglo XIX no se construyeron escuelas federales, de modo que, los
niños no pudieron recibir la enseñanza básica, porque el presupuesto
económico no alcanzaba a satisfacer ese rubro. Así, en 1857, el
vecino de Tacícuaro Benigno Espinoza informaba al Ayuntamiento de
Morelia, que dentro de su demarcación no existía ninguna escuela, por
tanto los padres de familia de aquél lugar a menudo solicitaban apoyo
para erigir una escuela de primeras letras.8 En la siguiente década, los
infantes continuarían sin la instrucción principal, al respecto la propia
población preocupada por la educación de sus niños decidieron atender
el problema, entonces, varios padres de familia se organizaron para
contratar un maestro, pero sólo algunos párvulos tuvieron derecho a la
enseñanza.9
El problema se extendió a lo largo de varios años, pero durante
el gobierno de Porfirio Díaz, el país vivía una aparente estabilidad
económica que se reflejó en toda la República con su propuesta
“orden, paz y progreso”, respecto a la educación abrió paso para la
construcción de escuelas, en Morelia sobresalieron El Salesiano,
San Vicente, Teresiano Guadalupe, Visitación, San Ignacio, Infantes,
Salesianos, Instituto Científico y Luterano del Sagrado Corazón, entre

8
AHMM, Fondo Independiente I, c. 92, e. 4, 1857
9
AHMM, Fondo Independiente I, c.120, e. 50, 1871

84
Magali Zavala García

otras.10 El método de enseñanza estuvo bajo el Sistema Lancasteriano


(1823-1890), cuya técnica consistió en la enseñanza mutua; es decir
los estudiantes más avanzados apoyaban al resto de los alumnos. Este
régimen pretendió favorecer a los niños con mayores necesidades
económicas, pero al finalizar el siglo concluyó y dio paso al Sistema
Preventivo de Don Bosco. El nuevo modelo postuló que la religión era
el mejor medio para el aprendizaje de los educandos.
Si bien, en Morelia el proceso de educación presentaba grandes
avances, en Tacícuaro se disputaban el área para construir apenas
la escuela, así en 1913 se acusó a Cristóbal Vega por obstaculizar
la edificación, ya que frente a la plaza principal donde el supremo
gobierno había destinado un espacio para levantarla, el señor Vega
invadió el sitio con unos adobes.11 Conforme a nuestra búsqueda, hasta
el momento desconocemos si la obra llegó a efectuarse en ese tiempo,
para 1925 las autoridades educativas de Morelia le solicitaron al jefe
de tenencia informara sobre el censo de los maestros en su zona. En
ese tiempo, Tacícuaro había registrado dos escuelas sin nombre: una
Escuela Oficial para Niñas, a cargo de la directora Rosa Márquez y otra
de Niños, cuyo director era Natividad Rodríguez.12
A pesar de las eventualidades económicas y sociales que afectaron
el desarrollo educativo, finalmente, el 17 de febrero de 1933 a través de
la Junta de Mejoras Materiales del Pueblo de Tacícuaro se emprendió

10
Monjaraz, Martínez Sergio, La educación católica en Morelia, Michoacán,
1878-1910, Morelia, UMSNH, 2005, p. 28. También ver a Ibarra, López Daniela y
Marco Antonio Landavazo, Clero, política y guerra: la independencia en la diócesis
de Michoacán, 1810-1815, Morelia, IIH-UMSNH, CONACyT, 2010. Vargas,
García Enrique y Arminda Zavala Castro, Percepciones educativas en el México
Independiente, 1821-1940, Morelia, SEP, UMSNH, 2011. Rivera, Reynaldos Lisette
Griselda, Desamortización y nacionalización de bienes civiles y eclesiásticos en
Morelia, 1856-1876, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo,
Instituto de Investigaciones Históricas, Colección Histórica Nuestra 14, 1996.
Tavera, Alfaro Xavier, Morelia. La vida cotidiana durante el porfiriato. Instrucción,
educación y cultura, Morelia, CANACULTA, INAH, 2003
11
AHMM, Fondo Independiente II, c. 26, l.2, e. 144, 1913
12
AHMM, Fondo Independiente II, c. 56, e. 22, 1925

85
Desarrollo de la instrucción primaria en Tacícuaro

el proyecto de construcción de la Escuela Santos Degollado, misma


que se propuso plantearla en un terreno del propio Ayuntamiento, para
agilizar las cuestiones administrativas y evitar el trámite de adquisición
de la propiedad. Así, se ubicó al lado norte de la plaza, por su parte los
vecinos respondieron con gran entusiasmo, pues en adelante niñas y
niños recibirían la enseñanza básica.
Para efectuar la obra, las autoridades gubernativas de Morelia
cedieron 5000 adobes y la piedra necesaria para su construcción, a la
par se mandaron hacer 20 mesabancos en el establecimiento de Donato
Guevara. Pero una vez iniciada la construcción Agustín Calderón
aseveró que, justo en su propiedad, así como en los alrededores
demolieron algunos edificios con la idea de establecer una biblioteca
y él, al no contar con suficientes ingresos, solicitó al Ayuntamiento la
indemnización por los daños de su casa. Al respecto, la municipalidad
le respondió que no era viable tal petición porque sólo se trataba de un
muro divisorio y no del resto de la propiedad.

AHMM, Colección Fotográfica, c. 2, e. 11 y e. 42, 1933

A pesar de las discrepancias, el 8 de octubre de 1933 se dio paso


a la inauguración del recinto, para solemnizarlo se invitó de manera
particular al Gobernador Constitucional del Estado de Michoacán

86
Magali Zavala García

Benigno Serrato, de igual manera a los maestros y los alumnos de


Capula y Charo.13

AHMM, Fondo Independiente II, c. 139, e. 30, 1933

13
AHMM, Fondo Independiente II, c. 139, e. 30, 1933

87
Desarrollo de la instrucción primaria en Tacícuaro

Para el siguiente año se formó la Mesa Directiva de la Sociedad


de Padres de Familia, integrada por Antonio Piñón, León Hernández,
Arnulfo Calderón, Melitón Gutiérrez y Melquiades Peña, cuya
misión fue velar por el bienestar de los educandos con base a la Ley
Reglamentaria de Educación Pública,14 la cual señala varios puntos
importantes para el desarrollo educativo, principalmente en su artículo
9° se deja ver que la educación era y es uno de los medios principales
para ilustrar a los hombres, con cimientos en la evolución de la propia
historia de México.15
A pesar de la construcción de la escuela y la formación de la
mesa directiva, en 1935 el director de la institución, Rafael Cisneros,
expresaba su preocupación respecto a la ausencia estudiantil, por tanto
invitaba a los padres de familia a que enviaran a sus hijos al plantel,
pues de lo contrario se estaría violando no sólo la Ley Reglamentaria,
sino también faltarían a los decretos de la Constitución. Finalmente,
para apoyar la iniciativa se nombró a la profesora Josefa García de
Mejía como ayudante; al mismo tiempo, se dejó ver la necesidad de
abrir espacios para los adultos, ya que muchos no conocían las primeras
letras y fue de esta manera que la profesora Juana Calderón se encargaría
de las clases nocturnas.16
Conforme a lo anterior, tanto niños como adultos tuvieron las bases
para aprender la enseñanza básica, pero lamentablemente la situación
económica que prevalecía en la tenencia no era favorable para muchos
niños, porque a menudo sus familiares los aleccionaban e incursionaban
al trabajo de la agricultura, la ganadería, la fabricación de teja o en la
explotación del banco de arena, para apoyar con el sostén de la casa.
En la actualidad, Tacícuaro cuenta con el Preescolar Quetzalcóatl, la
Escuela Primaria Rural Federal Santos Degollado C.C.T. 16DPRO968W

14
AHMM, Fondo Independiente II, c. 155, e. 53, 1934
15
Ley Orgánica promulgada el 20 de julio de 1909. Aristeo Mercado, Gobernador
Constitucional del Estado de Michoacán de Ocampo. Ley Orgánica de Educación,
promulgada el 23 de octubre de 1933, Publicada en el Diario Oficial de la Federación
el 3 de febrero de 1940
16
AHMM, Fondo Independiente II, c. 160, e. 58, 1935

88
Magali Zavala García

y la Telesecundaria. Cuya finalidad es fomentar la educación en los


diferentes niveles para que niños y adolescentes completen su desarrollo
académico y motivar la permanencia en su lugar de origen con la
intención de fortalecer el desarrollo económico; así como disminuir los
altos índices de migración, principalmente a Estados Unidos.

Las tenencias de Morelia

Mapa 1. Tenencias de Morelia, elaborado por la autora, abril de 2014

89
Sección
Archivonomía
AHMM, Colección Fotográfica.
Reconstruyendo la historia
del Archivo Histórico Municipal de Morelia

Melba Maya Guzmán1


Yaminel Bernal Astorga

E n 1656 por pedimento de Juan Molina Montañez, escribano de


Cabildo,2 se solicitaba el inventario de los papeles y libros de
Cabildo que se conservaban. La compilación de tales documentos inició
en mayo de 1656 y concluiría el 3 de enero de 1657 con la existencia de
más de 220 expedientes. La lista de registros la encabezaba un pliego
forrado en pergamino que contenía el mandato, por parte de don Antonio
de Mendoza, sobre la fundación de la ciudad de Mechoacan en el Valle de
Guayangareo; desde ese momento el expediente es descrito con el total
de fojas reconociéndole el deterioro y maltrato en el que se encontraba.
El inventario continúa con el listado y descripción de cédulas reales,
mandatos, cartas, libros, autos, pregones, disposiciones, provisiones,
libranzas, recaudos, acuerdos, y remates que se resguardaban. Lo
significativo de este ejercicio —enlistar y describir las condiciones del

1
Ambas autoras del Archivo Histórico Municipal de Morelia.
2
Quien a su vez cumplía con las órdenes del excelentísimo señor Duque de
Alburquerque, Virrey de Nueva España. Véase: AHMM, Fondo Colonial, Ramo de
Gobierno, c. 1, e. 1A, ff. 11

93
Reconstruyendo la historia del Archivo Histórico Municipal de Morelia

documento— que tomó casi un año esboza ya las nociones del quehacer
archivístico del siglo XVII en Valladolid.
El punto de partida del Archivo Histórico Municipal de Morelia
(AHMM) no contempla una fecha exacta sobre su fundación —que
muchas veces es preguntada por investigadores, usuarios, y público
en general. La historiadora Mónica Vázquez García3 reconoce,
justamente, el pedimento de Juan Molina Montañez como uno de los
momentos cruciales para la instauración de condiciones archivísticas.4
Así, reconstruir la propia historia de esta institución consiste, y éste es
precisamente nuestro objetivo, en identificar los constantes esfuerzos
que en algunos momentos se dieron para organizar y resguardar de
manera adecuada los documentos que se generaban en el Ayuntamiento,
así como las vicisitudes que por varios siglos fue objeto. Lo cierto es
que la documentación que resguarda el AHMM hasta el momento data
de 1544 a 19955 (más de 450 años)
Ahora bien, en los últimos años el quehacer en los archivos ha tomado
—quizás— un poco de visibilidad ante el marco normativo que se ha
venido generando en México en los últimos años.6 Sin embargo, en el
caso del Archivo municipal la situación refleja un proceso de vaivenes.
En 1787 se reconocía el deterioro del archivo, incluso se establecía que
tal afectación se había dado desde 1614 a 1718 —más de un siglo—,
en el documento se menciona que “padeció este ilustre Ayuntamiento
varias diferencias, discordias, consternaciones, e infortunios que le

3
Es necesario puntualizar que la historiadora Mónica Vázquez García ha sido una
de las primeras investigadores en identificar y proporcionar elementos acerca de
la propia historia de lo que hoy conocemos como Archivo Histórico Municipal de
Morelia.
4
Vázquez, García Mónica, “Proemio”, en Actas de Cabildos de la ciudad de
Valladolid de Michoacán, año 1810, Colección Fuentes para el estudio de Valladolid/
Morelia N. 1) Michoacán, Archivo Histórico Municipal del H. Ayuntamiento de
Morelia, 1995, pp. 9-12.
5
Es necesario subrayar que los documentos de 1975 a 1995 aún se encuentran en
proceso de clasificación.
6
Ley de Acceso a la Información, y Ley Federal de Archivos, principalmente.

94
Melba Maya Guzmán / Yaminel Bernal Astorga

fueron menoscabando poco a poco hasta quedar extinguido del todo


desamparado su archivo y expuesto al desperdicio y destrozo de todos
sus instrumentos”.7 Lo anterior sería valorado por las autoridades, ya
que ante la falta de documentación se afectaría el proceso que se seguía
en la ciudad sobre el despojo de ejidos en 1750.
En este periodo, siglos XVIII y XIX, es posible obtener elementos
acerca de las acciones que se realizaban para mantener ordenada la
“memoria de papeles” que se encontraba en el Archivo; las pistas las
proporcionan los procesos de entrega-recepción de los escribanos,
quienes acompañaban el traspaso con la relación de expedientes;8 así
como de listados que refieren a los documentos que se resguardaban
en Cabildo.9 Para el siglo XIX la elaboración de inventarios sobre
expedientes fue una constante, destaca el hecho de que se realizaban
con un sentido cronológico, temático y numérico para facilitar su
localización; en algunos casos se establecen diferencias según el
soporte en el que se encontrara el documento.10 El objetivo consistía
en realizar “todo lo que conduzca para dar una idea exacta del estado
actual del archivo.”11 A partir de estos inventarios afloran los detalles de
organización y clasificación del material, así como las condiciones de
conservación:

El archivo se halla organizado en lo posible las leyes del Congreso


General, y del Estado se hallan en legajos separados por años siendo
sueltas las colecciones del Congreso General desde enero de [1]829 y del
Estado desde septiembre de [1]831. Los decretos del superior gobierno

7
AHMM, Fondo Libros Manuscritos, l. n. 24, primera numeración, Reales cédulas,
despachos superiores y documentos varios del siglo XVIII, Valladolid, 1787
8
AHMM, Fondo Libros Manuscritos, l. n. 25, primera numeración, “Libro de
inventarios, protocolos y oficios de Cabildo”, Valladolid, 1772.
9
AHMM, Fondo Libros Manuscritos, l. n. 1, primera numeración, “Inventarios de
autos y otros instrumentos, Valladolid, 1804.
10
AHMM, Fondo Independiente I, c. 16B, e. 27, [1839]. Nota: algunos de los libros
inventariados que se mencionan se encuentran hoy en día en el Fondo Colonial de este
archivo, tal y como sucede el “Libro de Barrios”.
11
AHMM, Fondo Independiente I, c. 84, e. 54, 1834, f. 1(f)

95
Reconstruyendo la historia del Archivo Histórico Municipal de Morelia

expedidos por la diputación permanente están en colecciones sueltas


con la debida separación; los bandos del ilustre Ayuntamiento tienen
su respectivo legajo y están divididos por años con su correspondiente
inventario, incluyéndose en ellos los expedidos por la prefectura. Las
contestaciones de esta oficina se hallan en legajos divididos por meses,
estando entre ellas las circulares; las contestaciones de particulares de
la capital, las de los de fuera de ella, de la tesorería municipal, de la
excelentísima audiencia, de la secretaría del Honorable Congreso, de
la comandancia general, y otras se hallan en sus respectivos legajos
divididas por años. Los expedientes están numerados y enlegajados
con su respectivo inventario. Las listas de jurados de imprenta, de
capitulares, de ministros de policía rural, jurado de vagos y defensores
de reos se hallan también en su correspondiente legajo; así como los
estados de nacidos, casados y muertos que están divididos por meses.
Igualmente están colocados en legajos separados testimonios, autos,
padrones, cuentas, solicitudes, actas de elecciones, y otros varios
documentos que pertenecen al ilustre Ayuntamiento. Existen, además,
arreglados por numeración los libros antiguos de esta oficina entre
los cuales se hallan los de actual giro que son de actas en limpio en
papel del sello cuarto firmadas por el presidente y secretario; toma de
razón de despachos de escribanos, borrador de contestaciones, actas de
jurados de imprenta, acuerdos del ilustre Ayuntamiento y mercedes de
agua […]”12

En 1846, gracias a la realización de inventarios, se establecía que el


Archivo resguardaba 1570 documentos comprendidos del año 1597 a
1845, de los cuales 1099 pertenecían al rubro de protocolos y de asuntos
civiles, mientras que del siglo XIX se reconocían 471 expedientes.13
En este período el interés por saber lo que poseía el Ayuntamiento
no sólo residía en documentos, sino también en objetos materiales
(muebles, utensilios); en el proceso se registra la existencia del “arca
de tres llaves,”14 objeto pensado para resguardar los documentos del

12
Ibíd., f. 3(f)
13
AHMM, Fondo Independiente I, c. 59, e. 26, ff. 69
14
AHMM, Fondo Independiente I, c. 18, e. 13, 1837, f. 3 (f)

96
Melba Maya Guzmán / Yaminel Bernal Astorga

archivos.15 Y si bien, el quehacer de resguardar los documentos tenía,


en ocasiones, sus complicaciones, habría que subrayar acciones en las
que se reconocían las necesidades que conllevaba organizar y clasificar
los documentos, especialmente los “antiguos”. En la sesión de Cabildo
del 24 de enero de 1829 se analiza la moción de Nicolás Chávez para
facultar una comisión que se encargue de pagar, previa licencia del
gobierno, a un individuo que “tenga conocimiento de la letra antigua
que pueda leerla y trasuntarla lo que sea necesario […]”16 De esta
manera, y ya desde el siglo XIX, se reconocía que la persona encargada
de organizar y describir el contenido de los documentos debía reunir
características específicas.
En los años subsiguientes el Archivo experimentará, por un lado,
un interés de conservación como medida de seguridad;17 y por otro
lado, se harían visibles situaciones de desorden, faltantes de libros y
expedientes, al igual que la presencia de cosas que no debían estar
en dicho espacio. De esta última situación se pide la comparecencia
del secretario, Justo Carrión, para que aclare las irregularidades al ser
responsable de salvaguardar el acervo. Algunas de las aclaraciones que
presenta Carrión son las siguientes:

15
Al respecto Mónica Vázquez señala “como es sabido, desde los inicios coloniales,
la corona ordenó que los Cabildos y regimientos de las ciudades y villas tuviesen
archivo o arca de tres llaves donde habrían de guardárselas cédulas y provisiones
reales.” Vázquez, García, op. cit., p. 9; Islas Pérez, María Estela, La archivística en
México, México, Red Nacional de Archivos de Instituciones de Educación Superior,
Archivo Histórico, BUAP, 2003, p. 48
16
AHMM, Fondo Libros Manuscritos, l. n. 130, primera numeración, Actas de
Cabildo de 1829, f. 11 (f)
17
Esto se debe a medidas que recomendaba el gobierno del estado a las autoridades
del Ayuntamiento ante la posible intervención americana a México. Para ello sugerían
la construcción de cajones para resguardar los protocolos de los escribanos, pues el
Ayuntamiento es señalado como responsable de salvarlos: “en caso de invasión del estado
por los norteamericanos acomode y guarde el archivo en cajones pequeños y fácilmente
transportables recomendándole lo cubra de la manera que crea más eficaz para impedir su
extravió poniendo dentro de cada cajón un tanto del inventario general del propio archivo
[…]” Véase: AHMM, Fondo Independiente I, c. 61, e. 89, 1847, f. 2(f)

97
Reconstruyendo la historia del Archivo Histórico Municipal de Morelia

1. Que los cargos que se le hacen se suponen que son como jefe de la
secretaría, sin embargo, señala que él no lo es.
2. Es posible que haya habido una mala colocación de expedientes
poniéndolos en otros legajos, lo cual reconoce que sí le pesaba pese
a tener conocimiento de todos los asuntos del Ayuntamiento […] ya
que algunos casos requerían documentos de varios expedientes, y
luego ya no regresaban a su lugar.
3. Error en la numeración al foliar el número de hojas […] no que haya
faltantes de éstas en los expedientes.
4. Con respecto a los faltantes de ordenanzas de intendentes explica
que las prestó a uno de los capitulares, pero éste ya no las devolvió,
incluso negó tenerlas.18

Este último punto fue el que derivó varias acciones con el objetivo
de recuperar los documentos que se encontraban en manos de
particulares19 y que pertenecían a las “oficinas públicas”.20 En la circular
del Ayuntamiento de 1867 dirigida a los escribanos se les recuerda lo
establecido en la Ley del 5 de septiembre de 1857, en su art. 6°:

Cuando algún escribano cambia de residencia, sea privado de oficio


o muera el Presidente del Ayuntamiento del lugar donde reside el
escribano recogerá el archivo y bajo formal inventario y lo entregará
del mismo modo a otros escribanos si lo hubiera y en caso de no
haberlo al juez de primera instancia no habiendo ni uno ni otro lo
conservará en el archivo municipal dando al público el correspondiente
aviso haya que haya escribano o juez de primera instancia a quienes
lo entregará21

Un año más tarde, 1868, se propondría el nombramiento de una


persona que realice las funciones de “escribiente-archivero” con el

18
AHMM, Fondo Independiente I, c. 61, e. 89, 1847, f. 2(f)
19
Esta situación llegó a presentarse, sobre todo, cuando el escribano había muerto,
de tal forma que la documentación no se regresaba a las autoridades del Ayuntamiento.
20
Véase: AHMM, Fondo Independiente I, c. 91, e. 186; c. 96, e. 96; c. 108, e. 6.
21
Vázquez García, op. cit. p. 10

98
Melba Maya Guzmán / Yaminel Bernal Astorga

objetivo de apoyar al escribano titular. En el expediente se menciona


que dicho “auxiliar” sería quien hiciera las copias, fungiera como
enlace entre el escribano y el Ayuntamiento para el cobro de dichas
copias; así como apoyar en general las labores de la secretaría. El siglo
XIX concluiría y con ello el Archivo seguiría bajo la misma tónica, es
decir, momentos en los que se volvería objeto tanto de interés para su
rescate como de olvido.
El siglo XX iniciaría con buenos augurios, ya que se daría un gran
avance con la organización de esta Institución. Se identifica que el
primer gran paso se originó en 1909 a través de Manuel Álvarez
Gasca, quien dio “un relativo orden cronológico y adjuntando en cada
paquete una relación de su contenido”.22 Después de esto no hubo
mayores cambios; por el contrario, señala Mónica Vázquez García
acerca de diversos reportes que dejan en claro el deterioro y abandono
del Archivo. Tiempo después, ya a mediados del siglo XX, se tendrían
algunos momentos que ayudarían a encauzar los haberes contenidos
en los documentos; uno ocurriría en 1964 con el equipo de trabajo
encabezado por Xavier Tavera Alfaro,23 quienes realizarían los índices
de una buena parte del siglo XVII; un segundo impulso vendría en 1981
con la realización de algunos inventarios por parte de estudiantes de la
Escuela de Historia de la Universidad Michoacana de San Nicolás de
Hidalgo. Pero, sin duda el mayor rescate se dio en 1984 con la llegada
de un equipo de trabajo y de especialistas logrando que el Archivo
retomara el rumbo con el proyecto “Clasificación documental” bajo
la coordinación de María Ofelia Mendoza Briones.24 A partir de
ese momento, comenzaron las tareas de preservación y rescate. Sin

22
Ibíd.
23
Aunque, habría que precisar que este trabajo sólo se concretó hasta el siglo XVIII.
24
Tal situación explica por qué este Archivo a diferencia de otros archivos
municipales resguarda documentos generados por la Alcaldía Mayor, Intendencia o
Corregimiento, así como de la Prefectura del Norte. Habría que precisar que todas
éstas, en su momento, ocuparon el edificio que hoy alberga el Museo y Archivo
Histórico del Poder Judicial del Estado de Michoacán; sin embargo, la Prefectura del
Norte también llegó a ubicarse en el actual Palacio Municipal.

99
Reconstruyendo la historia del Archivo Histórico Municipal de Morelia

embargo, en 1989 con el nombramiento de Ángel Quintana Sanabria


como jefe del archivo histórico se daría una nueva organización y
clasificación al acervo en el que se incluyó un cuadro clasificador para
el Fono Colonial dando como resultado la publicación de un índice de
los siglos XVI y XVII.

Espacios que ha ocupado el Archivo Histórico

El desarrollo del Archivo del Ayuntamiento de Morelia está


vinculado al establecimiento de Cabildo ocupando el espacio de las
Casas Consistoriales, lugar que compartió con la Alcaldía Mayor,
Intendencia, Corregimiento y Prefectura del Norte, según se fueron
desarrollado las instituciones políticas a través del tiempo.25 Es de
suponer que a partir de 1861 al trasladarse las autoridades municipales
al actual edificio del Ayuntamiento —anteriormente factoría de
tabaco—, se llevaron dicho archivo. Para el año de 1900 en un
Informe de novedades, que contiene un programa impreso sobre los
festejos de las fiestas patrias, se establece que estará al servicio de la
Secretaría del Ayuntamiento la nueva estantería construida en el local
para archivo de esa oficina.26
En 1984, durante la realización de los trabajos de “Clasificación
documental” el Archivo se ubicaba en la planta alta del patio principal,
lado poniente del edificio del Ayuntamiento resguardado en estantería
de madera.27 Cabe mencionar que en dicho lugar compartía espacio con
el Archivo General, que en ese momento dirigía Consuelo Pérez Piñón

25
AHMM, Fondo Independiente I, c. 6 L/2, e. 14 y 20
26
Es posible que la estantería de madera que se usaba en 1984 sea, precisamente, la
que se menciona anteriormente en 1900
27
Habría que precisar que en ese momento el Archivo General y el Archivo Histórico
compartían espacio en Palacio Municipal, sin embargo dependían de diferentes
autoridades, pues el primer Archivo lo coordinaban Servicios Generales y sería
cambiado en 1994 a la planta baja, tercer patio de Palacio, mientras que el segundo
Archivo estaría bajo la dirección de la Secretaría del Ayuntamiento.

100
Melba Maya Guzmán / Yaminel Bernal Astorga

—y al día de hoy se encuentra al frente del mismo. Posteriormente, en el


año de 1995, debido al tiempo y peso de la documentación terminaron
quebrantando las vigas del edificio, por lo que se determinó trasladar
el Archivo Histórico a la planta baja, con lo cual se ganó un poco
más de espacio tanto para resguardo de los documentos como para
la consulta de los investigadores. Cabe mencionar que a partir de ese
momento se adquiriría la primera estantería metálica para resguardar
el acervo.
En 1997, durante el primer período de administración de Salvador
López Orduña, por trabajos de restauración del edificio del Ayuntamiento
y ante la preocupación tanto del personal del Archivo como de los
investigadores e instituciones educativas por evitar el deterioro que
ocasionara al acervo documental, se le dirigieron varios escritos al
Presidente Municipal solicitando se tomaran las medidas más adecuadas
para su protección. El resultado fue que se giraron instrucciones a la
Jefa del Archivo Histórico, Mónica Vázquez García, para que se diera
a la tarea de localizar casas en renta dentro del centro histórico que
reunieran las medidas de seguridad adecuadas para mantener en óptimas
condiciones el acervo. Después de analizar varias opciones se optó por
la casa ubicada en la calle Aquiles Serdán N° 44, y fue así que en marzo
de 1997 se trasladó el Archivo a ese domicilio donde permaneció hasta
marzo de 1998, cuando las autoridades decidieron cambiarlo a la casa
situada en Allende N° 624.
En marzo de 2002 durante la administración de Fausto Vallejo
Figueroa se determinó retornar el Archivo Histórico a Palacio municipal
a ocupar nuevamente el mismo espacio de la planta baja, ya con las
adecuaciones necesarias, se construyó un mesanine metálico de dos
plantas para albergar el acervo y la biblioteca. El 26 de agosto de 2002,
ante la demanda de investigadores y la incorporación de nuevo personal
al Archivo se amplió el horario de consulta que, en ese momento era de
9:00-15:00 hrs., quedando de 8:30-20:00 hrs.
Para el 2005, de acuerdo a la reforma del Reglamento de Organización
de la Administración Pública del Municipio de Morelia, art. 31°, punto
4 se creó la Dirección del Archivo General, Histórico y Museo de la

101
Reconstruyendo la historia del Archivo Histórico Municipal de Morelia

Exterior, Archivo ubicado en Aquiles Serdán número 44

Interior, Archivo ubicado en Aquiles Serdán número 44

102
Melba Maya Guzmán / Yaminel Bernal Astorga

Archivo ubicado en Allende número 624

Ciudad,28 dando como consecuencia la necesidad de adquirir un espacio


para albergar al Museo y, por ende, al Archivo Histórico.29 El proceso
implicó el traslado de las cajas que contenían el acervo a Galeana 302,
casa que se asignó para tal fin. En noviembre de 2006 iniciaron los
trabajos de mudanza, logrando reinstaurar el servicio de consulta en
diciembre del mismo año; no obstante, la apertura oficial del recinto

28
La apertura se dio con una exposición sobre los obispos de Michoacán y para
ello autoridades eclesiásticas de Catedral facilitaron varios cuadros y objetos para tal
efecto.
29
En este apartado quedarían establecidas las funciones y obligaciones de la
Dirección, así como el hecho de que ésta contaría con dos Jefaturas de Departamento,
General e Histórico, para llevar a cabo los trabajos archivísticos. Finalmente estarían
bajo una misma Dirección y Secretaría ambos Archivos, sólo queda resaltar que
debido al volumen del acervo documental —por el momento— estos archivos no
convergen en la misma casa de Galeana.

103
Reconstruyendo la historia del Archivo Histórico Municipal de Morelia

—como Archivo y Museo30— se dio el 18 de mayo del 2007 siendo el


primer director Armando Mauricio Escobar Olmedo.
Finalmente, vendría un impulso más para el quehacer archivístico
como de conservación al publicarse el 23 de febrero de 2012 en el
Periódico Oficial del Estado del Estado Michoacán el “Reglamento
Interno del Archivo Histórico Municipal”, proyecto encabezado por el
entonces director Teodoro Barajas Rodríguez. Este paso marcaría un
parteaguas en los trabajos de preservación del patrimonio documental
que posee el Ayuntamiento de Morelia, pues de esta manera quedaban
establecidas responsabilidades y funciones de autoridades, personal del
Archivo y, desde luego, los usuarios.

Relación de encargados, jefes y directores del


Archivo Histórico Municipal 1970-2014

Jefatura del Archivo General


Delia Moreno Juárez
S/dato- 1970

Jefatura del Archivo General


Consuelo Pérez Piñón
1972-
* Secretaría del Ayuntamiento
Nota: en 1992 esta Jefatura dependería de Oficialía Mayor, y sería en el año
2000, aproximadamente, que la Secretaría del Ayuntamiento coordinara
nuevamente los trabajos del Archivo General. Cabe mencionar que hasta 1983
el acceso al “Archivo Histórico” era con permiso del Presidente Municipal
siendo la Jefatura del Archivo General quienes proporcionaran el servicio.

Jefe de Nomenclatura y Epigrafía, y Archivo Histórico


Antonio Chávez Sámano
1984-1989
*Dependía de la Secretaría del Ayuntamiento

30
Se realizaron las actividades sin nombramiento oficial

104
Melba Maya Guzmán / Yaminel Bernal Astorga

Coordinadora de los trabajos de organización y clasificación del


Archivo Histórico.
Ma. Ofelia Mendoza Briones
1984- 1989

Jefe del Archivo Histórico Municipal


Ángel Quintana Sanabria
1989-1990
*Dependía de la Secretaría del H. Ayuntamiento

Jefe de Departamento del Archivo Histórico y Patrimonio Municipal


Jaime Hernández Díaz
1990-1992
*Dependía: Oficial Mayor
Nota: se le nombraría durante 1993-1995 Jefe Honorario del Archivo
Histórico

Jefa del Departamento del Archivo Histórico


Mónica Vázquez García
1995-1999
*Dependía: Oficialía Mayor

Jefa del Departamento del Archivo Histórico


Adalberto Abrego Gutiérrez
1999-2002
*Dependía: Secretaría del Ayuntamiento

Jefa del Departamento del Archivo Histórico


Mónica Vázquez García
2002-2005
*Dependía: Secretaría del Ayuntamiento

Director del Archivo General, Histórico y Museo de la Ciudad


Armando Mauricio Escobar Olmedo
2006-2008
Dependía: Secretaría del Ayuntamiento

105
Reconstruyendo la historia del Archivo Histórico Municipal de Morelia

Jefatura del Departamento del Archivo General


Consuelo Pérez Piñón

Jefatura del Departamento del Archivo Histórico


Omar Molina Ruiz
2006-2008

Director del Archivo General, Histórico y Museo de la Ciudad


Teodoro Barajas Rodríguez
2008-2012
Dependía: Secretaría del Ayuntamiento

Jefatura del Departamento del Archivo General
Consuelo Pérez Piñón

Jefatura del Departamento del Archivo Histórico


Adalberto Oseguera Lua
2008-2010

Juana Martínez Villa


2010 (marzo-junio)

Catalina Azucena Lemus Aguirre


2011 (mayo-agosto)

Yaminel Bernal Astorga


2011 (septiembre)-2012

Dirección del Archivo General, Histórico y Museo de la Ciudad


Yaminel Bernal Astorga
2012
Nota: encargada del despacho31
Dependía: Secretaría del Ayuntamiento

31
Sin nombramiento oficial.

106
Melba Maya Guzmán / Yaminel Bernal Astorga

Jefatura del Departamento del Archivo General


Consuelo Pérez Piñón

Jefatura del Departamento del Archivo Histórico


Yaminel Bernal Astorga

Director del Archivo General, Histórico y Museo de la Ciudad


Laura Patricia Mancilla Suro
2013-2014
Dependía: Secretaría del Ayuntamiento

Jefatura del Departamento del Archivo General


Consuelo Pérez Piñón

Jefatura del Departamento del Archivo Histórico


Yaminel Bernal Astorga

Director del Archivo General, Histórico y Museo de la Ciudad


Yaminel Bernal Astorga
2014
Depende: Secretaría del Ayuntamiento

Jefatura del Departamento del Archivo General


Consuelo Pérez Piñón

Jefatura del Departamento del Archivo Histórico32


32
Sin nombramiento al momento de la publicación.

107
La profesión de archivista en el siglo XXI

Jorge Núñez Chávez1

Introducción

L a archivología, archivonomía o archivística es una es una actividad


que se realiza desde hace cientos de años y se relaciona con el
archivo, (archeion) lugar donde se resguardan los documentos de un
pueblo.
Si atendemos a los antecedentes históricos internacionales, los
archivos se encuentran por todo el mundo antiguo, desde Mesopotamia
hasta Roma2 y que al cuidado de ellos siempre existió una persona a
quien se identificó con el nombre de archivista, o archivero. Así, ser
archivista o archivero significa estar a cargo de un archivo, desarrollar
ciertas funciones que tienen como objetivo custodiar los documentos que
se encuentran en él, clasificarlos, prestarlos a los usuarios, difundirlos.
Francisco Gamoneda, bibliógrafo español que llegó a México en 1909,
impulsó las actividades necesarias para lograr la organización de archivos,

1
Universidad de San Luis Potosí
2
Sobre este tema se puede consultar el texto “Concepto y función de archivo” en:
http://eprints.rclis.org/14058/1/sisarchivesp.pdf

109
La profesión de archivista en el siglo XXI

bibliotecas y museos en la ciudad de México, propuso de cambiar el nombre


de archivista por el de archivero y elaboró en conjunto con Francisco
Santamaría (lexicógrafo, historiador y bibliógrafo) el proyecto de un plan de
estudios para la escuela de archiveros en 1937. El plan de estudios propuesto
incluía materias propias de la ciencia de los archivos, las relativas a la
filología, los temas de derecho y las asignaturas de historia.3
Como podrá observarse, a lo largo del siglo XX hasta la década de
los ochenta, la función archivística se limitaba a los grandes depósitos de
archivos de algunas administraciones, la Iglesia escasas empresas, con
competencias solo en los documentos históricos… sus funciones principales
eran la correcta conservación y la custodia de los fondos históricos, su
clasificación y su descripción, y la organización de los servicios de atención
a los usuarios (historiadores, en su mayor parte). El personal que se
ocupaba de los archivos provenía mayoritariamente de las facultades de
letras, en especial de los estudios de historia, y los conocimientos específicos
de archivística se adquirían con la práctica del día a día en la organización
del archivo,4 situación que prevalece hasta esta época del siglo XXI.
La actividad archivística en Michoacán durante los últimos 20 años ha
sido desarrollada por historiadores y, en menor número por archivistas,
quienes han tenido una activa participación en el rescate, organización
y consulta de los archivos históricos que existen en la entidad.
De esta manera, hoy funcionan adecuadamente para la consulta de
los investigadores y la difusión de sus acervos, el Archivo Histórico
del antiguo obispado de Michoacán, conservado en el Museo de Sitio
Casa de Morelos, dependencia del Instituto Nacional de Antropología e
Historia, Centro Michoacán (INAH); el Archivo Histórico de la Catedral
de Morelia; Archivo Histórico del Congreso del Estado; Archivo
General e Histórico del Poder Ejecutivo del Estado de Michoacán,
fundado en 1891 como una dependencia administrativa del gobierno

3
Coronado, Xabier F., Gamoneda, Bibliógrafo; librerías, archivos y bibliotecas,
Pres. José Antonio Meade Kuribreña; Intr. Xabier F. Coronado, México, Fondo de
Cultura Económica, 2012, p. 141
4
Mauri Martí, Alfred y Perpinyá Morera, Remei, Estudiar archivística. Dónde y por
qué, Ediciones Trea, S. L., Gijón (Asturias) España, 2008, p. 31

110
Jorge Núñez Chávez

del estado; Archivo General de Notarías; Archivo y Museo Histórico


del Poder Judicial; Archivo Histórico Municipal de Morelia; Archivo
del Registro Agrario Nacional; Hemeroteca Pública Universitaria
Mariano de Jesús Torres; Biblioteca Pública Universitaria; Archivo
Histórico Municipal de Pátzcuaro; Archivo Histórico en el exconvento
de Tiripetío, dependencia de la Universidad Michoacana de San Nicolás
de Hidalgo; Archivo Histórico de la Universidad Michoacana.5
La elaboración y discusión de la Ley de Archivos Administrativos
e Históricos del Estado de Michoacán de Ocampo y sus Municipios,
publicada en el Periódico Oficial del Estado el día 3 de marzo de 2004,
fue redactada previamente en diversas sesiones de trabajo en el Archivo
Histórico del Congreso del Estado, gracias a la convocatoria del Dr.
Xavier Tavera Alfaro, su Director, con el apoyo del Archivo General de
la Nación, que envió el modelo de ley que sirvió para redactar la Ley de
Archivos Administrativos en Históricos vigente.6
Ante el escaso número de archivistas profesionales que se
desempeñaban en los archivos del estado, en esta Ley se estableció como
uno de sus principales objetivos promover la profesionalización de los
archivistas en el Estado y en el artículo 24 fracción VI se menciona
que los integrantes del Comité Técnico de Archivos, deberían ser

5
Enkerlin Pawuwlls, Luise, “Guía del investigador americanista; Morelia, Pátzcua-
ro y Tiripetío (México)”, en Nuevo Mundo, Mundos Nuevos, 2008, consultado en:
http://nuevomundo.revues.org/23992 fecha de consulta: 25/06/14
6
Vargas, Ernesto M. “México documentado y olvidado. Archivistas de Michoacán
presentaron al Congreso del Estado un proyecto de ley para proteger los acervos”
Periódico La Voz de Michoacán, Sección C, jueves 4 de septiembre de 2003, p. 3.
Participaron activamente Eduardo Garibay Mares (Comité de Egresados y Estudiantes
de Historia para la Asistencia Social de la UMSNH); Mónica Vázquez García
entonces directora del Archivo Histórico Municipal de Morelia; Ana María Castro
Páramo, (Archivo Histórico de la Secretaría de Educación en el Estado); Lic. Juan
Carlos Villegas Medina (Archivo Histórico y Biblioteca del Congreso del Estado);
Jorge Núñez Chávez (entonces Director del Archivo Histórico y Museo de Sitio Casa
de Morelos del Centro INAH Michoacán); Elba Edith Ruiz Magaña y Pilar Ortega
Varela, Dirección de Archivos del Poder Ejecutivo del Estado de Michoacán; y el
investigador y bibliotecario J. Merced Flores F.

111
La profesión de archivista en el siglo XXI

preferentemente, titulares de archivos, desarrollar funciones relativas


a los archivos o contar con conocimientos de archivonomía o historia.
A una década de su publicación, el cumplimiento de este precepto legal
aún no se ha logrado. Ciertamente, se han hechos esfuerzos individuales
por alcanzar nuevos conocimientos en materia de archivos a través de
cursos de capacitación, asesorías o diplomados sobre archivística en
instituciones nacionales o extranjeras de carácter público y privado.
Es de todos conocido que el estado de Michoacán ha sufrido en los
últimos años un clima de violencia e inseguridad que ha impactado en
todos los sectores de la sociedad michoacana, incluidas las instituciones
públicas. Los archivos puedan dar cuenta de ello. A pesar de esta
situación, Michoacán ha podido avanzar en la organización de sus
archivos, de tal manera que el Comité de Biblioteca y Archivo del
Congreso del Estado cuenta con su reglamento, así como los municipios
de Tarímbaro, Ocampo, Buenavista, Irimbo, Erongarícuaro, Hidalgo,
Arteaga, Epitacio Huerta, Nuevo Parangaricutiro, Pátzcuaro, Chavinda,
Jacona, La Huacana, Marcos Castellanos, Tzintzuntzan, Cojumatlán
de Régules, Tingüindín, Lagunillas ya cuentan con un reglamento del
archivo municipal,7 pero la pregunta que surge es ¿también cuentan con
archivistas formados profesionalmente?
En este sentido también la ley de archivos del estado prevé que
entre las funciones que debe desarrollar el Comité Técnico de Archivos
se encuentra actualizar permanentemente la normatividad técnico-
archivística como fundamento de las tareas de ordenación, clasificación,
valoración, descripción, conservación y difusión del acervo documental
de los archivos del sector público y en apoyo a los archivos privados de
Michoacán y para estimular el desarrollo de la Investigación Archivística
propia mediante la realización de actividades académicas.8

7
Secretaría de Gobernación, Dirección General de Compilación y Consulta del
Orden Jurídico Nacional de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Regulación
Jurídica de los archivos gubernamentales, junio de 2012 (Versión en CD)
8
Ley de Archivos Administrativos e Históricos del Estado de Michoacán de Ocampo
y sus Municipios, art. 28, fracción XX

112
Jorge Núñez Chávez

De esta forma, se han publicado una gran cantidad de trabajos de


investigación,9 desde tesis para obtener grados académicos, hasta obras
completas de distinguidos intelectuales locales, nacionales y extranjeros
que han tenido como base la consulta de fuentes documentales
conservadas en los archivos históricos de la ciudad de Morelia, con
lo cual también se ha cumplido con lo establecido en propia Ley:
preparar, publicar y distribuir, en forma onerosa o gratuita, las obras
y colecciones necesarias para apoyar el conocimiento de los acervos,
la renovación y promoción de la cultura archivística, administrativa e
histórica y la consulta y aprovechamiento del patrimonio documental
del Estado.
Sin embargo, otros aspectos contemplados en la misma Ley y su
reglamento expedido el 11 de diciembre de 2006 establece en sus
artículos 4°, 5° y 6° que los archivistas tienen la obligación de velar por
la integridad, autenticidad, veracidad y fidelidad de la información de
los documentos de archivo, que el personal adscrito a los archivos deben
cumplir con los requisitos profesionales de acuerdo con las funciones
propias del trabajo en los archivos. Asimismo, asigna al Presidente del
Comité Técnico de Archivos del Estado, la responsabilidad de proponer
mecanismos de formación y capacitación del personal adscrito a los
diversos archivos de los Poderes del Estado. Al parecer las acciones de
profesionalización de los archivistas, ha sido un tema pospuesto para su
cumplimiento del cual nos ocuparemos enseguida.

Nuevas competencias del archivista

En los últimos diez años, la archivística ha sido considerada como una


ciencia, una profesión comprometida con la sociedad, donde el derecho
de acceso a la información y los documentos, así como la trasparencia

9
La consulta de los archivos históricos ha sido realizada por otros profesionales
como arquitectos, ingenieros, médicos, economistas, abogados que han encontrado
una riqueza invaluable en los documentos ahí conservados.

113
La profesión de archivista en el siglo XXI

y la rendición de cuentas son dos de los nuevos ejes que orientan la


profesión de archivista.
Parece que ha quedado atrás la imagen tradicional del archivista,
similar al del bibliotecario: prevalencia del sexo femenino; su función
se reduce a servir como mediador entre el conocimiento y la necesidad
del usuario (búsqueda de información y su reproducción por medios
convencionales, la fotocopia) La función del archivista, al igual
que otros profesionales de la información se diluye en el servicio,
mayormente el nivel de utilización en las instituciones queda en lo
tradicional, aunque entre sus herramientas de trabajo dispongan de
las mejores y más avanzadas tecnologías10 sin adaptarse al cambio que
impone la modernidad.
En el pasado, para que el archivista se desempeñara en los archivos
bastaba con tener conocimientos históricos, paleográficos y diplomáticos;
ahora necesita desarrollar nuevas competencias profesionales, alcanzar
la especialización en actividades de conservación de documentos
administrativos, históricos y electrónicos; legislación archivística,
valoración documental; gestión de documentos y gestión de la calidad
en los archivos; uso de las tecnologías de la información, transparencia
y acceso a la información; docencia e investigación archivística.
En la actualidad ser archivista o archivero es una profesión que
aúna una función cultural (organizar, conservar y comunicar el
patrimonio documental de todos los tiempos) con una administrativa
(organizar, conservar y comunicar documentos para contribuir a
la eficiencia y la eficacia de las organizaciones)11 Ha llegado el
momento de realizar un cambio en la concepción y en el hacer del
archivista, dejar a un lado la inercia de ver a los archivos solamente
en su vertiente cultural (archivos históricos) para abordarlos desde

10
Rodríguez Roche, Sulema, Tendencias actuales del sector empleador en cien-
cias de la información y su influencia en el imaginario social del profesional,
ACIMED, 2009, en: http://scielo.sld.cu,
Fecha de consulta: 31/10/2012
11
Ídem., pp. 35-36

114
Jorge Núñez Chávez

el ámbito administrativo que permita garantizar ese paso necesario


hacia la conservación de la memoria histórica de la entidad en los
siguientes años.
Por otra parte, para cumplir con el objetivo de profesionalizar la
actividad archivística, es fundamental que las universidades realicen
una oferta de una licenciatura en Gestión Documental y Archivística
que ninguna institución de educación superior en la entidad atiende
la necesidad de contar con personal calificado que contribuya a la
organización de la enorme cantidad de archivos administrativos que
existen en las diversas entidades públicas y privadas del estado.
La realización de estudios de posgrado en archivística en instituciones
nacionales o extranjeras es otra forma de alcanzar la profesionalización
de los archivistas ya que esto permite realizar un cambio en el saber
hacer, saber gestionar la información interna de las organizaciones
conforman un capital intelectual y de conocimiento en el que se exige el
dominio de nuevas directrices y habilidades para el correcto desempeño
del trabajo archivístico.12
Este proceso de cambio también implica vencer el débil compromiso
del archivero para ejercer un liderazgo reflexivo y perspicaz, potenciador
de las tareas de archivo en los entornos de trabajo administrativo;
así como por su nivel de preparación ante el cambio para afrontar
con disponibilidad, dominio y habilidad los cambios que deben ser
acometidos en el sistema de información interna en la organización
comprometida con la competitividad y sostenibilidad global.13
El archivista en la actualidad es un profesional inter y multidisciplinario
que debe relacionarse con otras ciencias relacionadas con su quehacer
profesional. Los conocimientos que debe tener un archivista se basan en
tres ejes rectores: Fundamentos de la Archivística, Gestión Documental
y Administración de Archivos, tal como lo desarrolla la Universidad

12
Moro Cabero, Manuela, Interpretando la cartografía de la gestión de documentos
en las organizaciones; http://www.upf.edu/hipertext.net; núm. 2, 2004, fecha de
consulta:18-07-14
13
Ídem, p. 1

115
La profesión de archivista en el siglo XXI

Internacional de Andalucía14 en sus estudios de maestría. Por otra parte,


la Declaración de los Archivos de la UNESCO, reconoce el “papel
de los archiveros, profesionales cualificados, con formación inicial y
continuada, sirven a la sociedad garantizando el proceso de producción
de los documentos, su selección y conservación para facilitar su uso”.15
Otro aspecto importante de ser archivista es la ética profesional,
porque el archivista del siglo XXI tiene el compromiso de custodiar la
documentación e información que le ha sido confiada, debe cuidar la
integridad de los acervos, impedir el uso indiscriminado, la sustracción,
destrucción, pérdida o daños a los archivos, causados por la acción
del hombre o debido a fenómenos naturales, así como prevenir el
ocultamiento y la destrucción de archivos electrónicos.
El perfil del archivista debe estar diseñado a partir de una conducta
ética a toda prueba, su formación debe estar sustentada en valores.
La discreción, racionalidad, la imparcialidad, la honestidad y la
transparencia son atributos básicos de su formación profesional.
La tecnología informática ha llegado de tal forma a los archivos
que los mecanismos de automatización de la información y de la
comunicación plantean nuevos desafíos para los conceptos tradicionales
de depósito, identificación, uso y difusión de los acervos, (no solo con
fines de consulta o para conmemorar efemérides) tanto aquellos que
pertenecen a las instituciones públicas como los que se encuentran en
manos de particulares.
Hoy más que nunca al archivista le corresponde adaptar las
necesidades y características de su profesión a las necesidades de la
sociedad de la cual forma parte, incluyendo aquellos sectores más
desfavorecidos como los niños, las mujeres, los indígenas, las víctimas
del delito y la violencia.

14
Heredia, Herrera Antonia, Nuevos tiempos, nuevos conocimientos, nueva
archivística, Anroart Ediciones, S. L., Las Palmas de Gran Canaria, España, 2008, p.
78. (Asarca Forma E, Volumen Especial)
15
UNESCO, Declaración universal sobre los archivo, Adoptado por la Asamblea
General del Consejo Internacional de Archivos, Oslo, septiembre de 2010.

116
Los archivos y su importancia
en la administración pública

Lucía Silva1

L a generación constante de documentos oficiales dentro de la


administración pública, obliga a que se organice y clasifique de
manera correcta el acervo documental que se va acumulando día a
día en el ejercicio de sus funciones. Si la documentación se organiza
correctamente desde que son generados o recibidos en la práctica
administrativa con los tecnicismos archivísticos adecuados, aseguramos
que, los documentos que hoy día pasan por nuestras manos, cumplan
su ciclo vital completo y que, muchos de ellos, si conllevan un valor
documental histórico, se depositen en el archivo histórico de nuestro
estado.
México, vive un atraso en cuanto a la administración documental
gracias al imaginario colectivo que remite a los archivos como
muertos, un término que sólo demuestra la falta de sensibilidad y de
conocimiento de quienes están al frente de ellos. Quienes los mantienen
como áreas marginadas, como simples bodegas de almacenamiento,
sin pensar en la importante labor que corresponde a un archivo bien

1
Archivo de Trámite y Concentración de la Dirección de Ingresos del Ayuntamiento
de Morelia

117
Los archivos y su importancia en la administración pública

organizado y disponible tanto para la propia institución como para los


ciudadanos.
En la administración pública mexicana estas áreas de las
dependencias suelen ser, aquellas donde el recurso ya no logró llegar
y transformarse en un anaquel que ayude a la correcta conservación de
las cajas archivadoras; se cree que el trabajo consiste en ubicar las cajas
que envían los archivos de tramite sin ningún control ni lineamiento
por años o por áreas, tal cual, y apiladas resultando en el maltrato del
contenido. La realidad es que el atraso archivístico es un problema
nacional, y si bien es cierto que no en todas las dependencias de orden
municipal, estatal y federal son áreas relegadas en cuanto a la aplicación
de las normatividades y principios archivísticos, estamos atrasados.
No pudiéndonos comparar con otros países que son un ejemplo en
aplicación de normas y tecnicismos para la conservación documental…
sin lugar a dudas, el mayor atraso en el país con respecto al tema es la
mentalidad y la falta de concienciación.
Las leyes en materia archivística que se han venido generando
son: Ley General de Bienes Nacionales; Ley Federal de Archivos;
Ley Orgánica de la Administración Pública Federal; Ley Federal de
Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental y su
reglamento; Ley Federal de Procedimiento Administrativo; Ley Federal
de Responsabilidades Administrativas de los servidores públicos…
serían algunas de las normativas tan solo a nivel federal. Por mencionar
una y muy importante para el estado de Michoacán, por ser la primera en
cuanto a la materia que tratamos, es la Ley de Archivos Administrativos
e Históricos del Estado de Michoacán y su respectivo reglamento,
que fue aprobado en el año del 2004. En la cita Ley se establecen los
fundamentos jurídicos para la aplicación de “procedimientos específicos
para la clasificación, organización, seguimiento, uso, localización,
transferencias, resguardo, conservación, selección y destino final de
los documentos”.2 Entonces ¿dónde está el verdadero problema?, ¿en

2
Alday, García Araceli, Manual administrativo de aplicación general en materia de
Archivos, México, 2013, p. 8

118
Lucía Silva

las administraciones?, ¿en la falta de ética, profesionalismo, perfiles,


conocimiento de quienes están a cargo de los diferentes acervos
documentales que se generan en las dependencias públicas del país y del
estado?, o ¿simplemente es la falta de conocimiento, de capacitación,
de perfiles adecuados, más aun de vocación?
A nivel federal se sigue trabajando, actualizando leyes y
organizando foros que contribuyan en todo el país a la aplicación de
las normatividades en todos los archivos del país. El Archivo General
de la Nación y el Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI)
se encuentran inmersos en una serie de foros de consulta para la
construcción de una Ley General de Archivos que obligue tanto a la
administración federal, estatal, local, partidos políticos, e incluso a los
archivos eclesiásticos. Por su parte, en nuestra entidad contamos con
el Sistema Estatal de Archivos que de manera muy activa trabaja en
el fortalecimiento de la aplicación de las normas archivísticas en pro
del patrimonio documental; sin embargo, es un largo trecho para esos
documentos y archivos que gritan ser rescatados, que gritan “yo soy
parte de tu memoria administrativa, de tu memoria local, de tu historia”.
Qué suplican ser respetados con las normas nacionales e internacionales
de la archivística. Nuestro patrimonio documental tiene derecho a
ser conservado en las mejores condiciones, y los gobiernos deben de
contribuir a ello.
Si para un médico la premisa principal es la salud de sus pacientes,
para el archivista comprometido debe ser, entonces, conservar la
documentación resguardada. Pero va mucho más allá. No sólo se deben
conservar y custodiar los diferentes tipos de archivos de una explosión
documental innecesaria. El archivista debe de valorar, depurar e
implementar lineamientos y adecuarlos a sus acervos con el único
propósito de contribuir a que los documentos cumplan sus ciclos vitales
que los lleve de la manera adecuada a un archivo de trámite primero;
a un archivo de concentración luego; y cuando se haya cumplido el
período al archivo histórico finalmente. Sin dejar de lado en todo el
proceso una adecuada depuración. También debe aplicar la metodología
de la ciencia archivística, la cual indica

119
Los archivos y su importancia en la administración pública

[…] cinco pasos fundamentales dentro del método deductivo, que nos
darán como resultado la organización científica de los archivos y la
descripción coherente de los fondos organizados: análisis, identificación,
ordenación, clasificación y descripción.3

Igual de importante que la aplicación de tales preceptos es la


homogeneización de ellos dentro de los fondos documentales. No
se pueden aplicar de manera aislada, pues el hacerlo no garantiza el
cuidado correcto de todo el fondo dentro de una estructura orgánica, no
igualar la normatividad es fragmentar la historia de las instituciones.
Otro de los motivos de este atraso es el escaso aporte presupuestario
destinado a los archivos. Los recursos municipales, estatales y federales
deben de tener una mayor partida para apoyar los trabajos archivísticos,
comprendiendo que un archivo bien organizado contribuye en las
decisiones rápidas y efectivas para la correcta toma de decisiones. A la
larga es más costoso mantener archivos desorganizados.
Para el desarrollo científico-social también son fuente innegable de
investigación. Y, por supuesto, un archivo bien organizado encara de
manera adecuada los requerimientos de información que la sociedad
requiere. El trabajo de un archivo no es aquel que se realiza solamente en
el área histórica, aunque claro está que es aquí donde mayores recursos
se canalizan por la importancia que los documentos han adquirido ya
como patrimonio documental. La labor debe iniciar en los archivos de
trámite, las administraciones deben de capacitar a las áreas generadoras
para que realicen las acciones necesarias para iniciar correctamente
el ciclo vital de los documentos y fortalecer desde hoy, la consulta
rápida a corto y mediano plazo (archivos de trámite y concentración)
y las investigaciones que contribuyan a un mayor conocimiento de
nuestras entidades (archivo histórico). Y es que la triada de archivos
que encontramos en la administración pública es igualmente importante
cada uno de ellos. Los documentos que hoy están en el archivo de la

3
Monroy, María Isabel, Normatividad Archivística. Archivo General de la Nación.
Secretaría de Gobernación. México, 1996, p.126

120
Lucía Silva

secretaria, puede ser considerado un documento histórico o digno de


investigación y análisis dentro de algún proyecto de investigación en
100 años, siempre y cuando siga su curso de vida natural.
El trabajo en la administración pública, por tanto, debería iniciarse
con la concientización del quehacer archivístico, dejar de castigar a los
recintos que almacenan los acervos como áreas sin importancia. Tener
al frente de fondos documentales a personas con el perfil profesional
idóneo (como menciono el maestro Tavera Alfaro en su discurso el día
del archivista en el 2014, “Los archivos para los historiadores”), que
sea personal comprometido, con actitud de servicio y, sobre todo, con
el deseo de trabajar con la normatividad vigente y de aplicarla.
En el municipio de Morelia trabajan en beneficio de los archivos
municipales funcionarios y empleados, con el fin común de la correcta
administración y gestión documental. Implementan programas pilotos
que benefician al servicio rápido y eficaz de consulta y a una mejor
toma de decisiones por parte de las autoridades.
El Archivo de Concentración de la Dirección de Ingresos —proyecto
piloto del Sindicato de Empleados Municipales Administrativos y Conexos
de Morelia— es una unidad administrativa que está desarrollando técnicas
archivísticas en su quehacer cotidiano, tomando en cuenta la experiencia
que se ha trasmitido del Archivo General y también las leyes que nos
rigen en materia archivística en el estado. Así mismo, con apoyo de la
Dirección del Archivo General, Histórico y Museo de la Ciudad, además
de colegas externos, se trabaja en beneficio de los consultantes y, a largo
plazo, de la Institución y la ciudadanía al conservar adecuadamente los
documentos que refieren a una parte de la historia administrativa del
Ayuntamiento de Morelia.
El Archivo de la Dirección de Ingresos trabaja arduamente por la
modernización archivística de manera activa, positiva y siempre sobre
fundamentos legales. Si bien es cierto que para la administración
por ley es obligación promover el correcto cuidado de los fondos
documentales, también para los responsables de archivos debe ser la
premisa fundamental de las jornadas laborales.

121
Reseña
AHMM, Colección Fotográfica.
Rodríguez Herrejón, Guillermo Fernando, La introducción
del automóvil a Morelia. Análisis socio-técnico, Morelia, H.
Ayuntamiento de Morelia, Archivo Histórico Municipal de Morelia,
2013.

La introducción del automóvil a Morelia. Análisis socio-técnico es el


título de la obra ganadora del Primer Concurso “Forjando Investigadores”
organizado por la Dirección del Archivo General, Histórico y Museo
de la Ciudad. Este certamen fue creado con el propósito de premiar
las investigaciones realizadas, a manera de tesis, sobre la ciudad de
Valladolid-Morelia. Por lo tanto, constituye el reconocimiento de
las autoridades municipales, a través del archivo mencionado, a los
esfuerzos académicos para incrementar y profundizar el conocimiento
histórico sobre el espacio urbano y sus habitantes. Este libro es de la
autoría del joven historiador Guillermo Fernando Rodríguez Herrejón,
egresado de la licenciatura en Historia y actualmente alumno del
programa de maestría de la Facultad de Historia de la Universidad
Michoacana.
El libro, que constituye una obra original y pionera del tema en
Morelia, representa, a la vez, una nueva forma de escribir la historia
de la ciudad. En sus páginas aparece el espacio urbano visto desde
una perspectiva cultural. En particular, se encuentran elementos para
adentrarnos en una historia de la vida cotidiana citadina. Tras la lectura
del libro podemos aventurar respuestas a preguntas del tipo ¿cómo llegó
el automóvil a nuestra cotidianeidad?, ¿cómo imaginar la ciudad antes
de su llegada?, ¿cómo transformó el espacio urbano?, ¿cómo se adecuó
la ciudad para recibirlo?
Dice el autor que el libro no es una historia típica de un aparato
mecánico. La tecnología y la sociedad van juntos en su desarrollo y,
por lo tanto, se debe estudiar a ambos para reconstruir un contexto

125
Reseña

histórico y cultural, y comprender la sociedad a través de un artefacto


tecnológico, en este caso la sociedad moreliana a partir del automóvil.
En el libro aparece la sociedad moreliana de finales del siglo XIX,
durante el Porfiriato, y hasta las primeras décadas del XX, época en
que los automóviles como referentes culturales ya habían transformado
el entorno urbano y ya eran un signo de status social en la ciudad. (El
status entendido como una herramienta de análisis para determinar o
entender la diferenciación social)
Culturalmente, la obra se encuentra ubicada en lo que podría
denominarse el contexto modernizador del Porfiriato. En el libro
aparece la ciudad de Morelia en el momento de la llegada de tecnología
moderna, representada por la aparición del ferrocarril, la luz eléctrica,
el telégrafo, el teléfono, entre otras maravillas de la época. En ese
escenario se inserta el automóvil como un símbolo de cambio y de
progreso, al a vez que como un indicador de diferenciación social. Así,
la llegada de los primeros automóviles al país y a Morelia es contada en
el libro como parte de un proceso de cambio que estaba transformando
la ciudad a partir de esos artefactos que poco a poco se volvían parte
esencial del paisaje urbano. Puede decirse que el libro da cuenta del
inicio de un proceso de transformación de la ciudad a partir de y para
los automóviles.
Con todo lo anterior, podemos decir que el tema central del libro es
mostrar las transformaciones que experimentaron la ciudad de Morelia
y sus habitantes a partir de la introducción del automóvil, es decir, se
busca determinar el proceso de construcción de las representaciones
sociales en torno al automóvil o, dicho de otra manera, contar una parte
de la historia sobre cómo fue que el automóvil se convirtió en parte de
nosotros.
El acercamiento “sociocultural” a la historia del automóvil en
Morelia se logra a través de un análisis en diferentes niveles. Por
una parte se revisa el proceso de invención y desarrollo del artefacto
tecnológico. Esta es la historia del surgimiento del automóvil en
Europa y los Estados Unidos de Norteamérica. Es la historia de los
avances en la técnica y la tecnología que dieron lugar a un artefacto

126
Miguel Ángel Gutiérrez López

que revolucionó los medios de transporte. A la vez, la obra ofrece un


análisis técnico y tecnológico, el cual se refiere al funcionamiento y
constitución del auto. Este es el análisis de la máquina, su estructura
y funcionamiento. Otro nivel se refiere a su impacto económico como
medio de transporte. Aquí se analizan las implicaciones de la nueva
tecnología en la producción y el comercio. En conjunto, la obra nos
introduce al mundo de la construcción social de la tecnología, es decir,
la forma en que una sociedad se apropia, modifica y da sentido a los
aparatos y artefactos tecnológicos.
Si atendemos a las claves que nos da el autor podremos percibir
que pretende mostrarnos, a través del automóvil en Morelia, una red
sociotécnica o, lo que es lo mismo, ver al objeto tecnológico como un
texto cultural: tecnología y sociedad entrelazadas. Así, el automóvil
pasa de ser una máquina a ser considerado un “artefacto social y
cultural”, un componente del paisaje urbano y un acompañante de
nuestra cotidianeidad.
Como referente teórico, el autor retoma los planteamientos de Trevor
Pinch, los cuales se refieren al estudio de los procesos de construcción
social de los aparatos tecnológicos, al analizar la forma en que los
miembros ordinarios de una sociedad construyen la realidad, tomando
en cuenta su contexto en diferentes niveles, social, político y económico.
Este tipo de enfoque es conocido como Construcción Social de los
Sistemas Tecnológicos (COST) (en inglés se le conoce como SCOT,
Social Construction of the Technological Systems). Esta perspectiva
explica que en la construcción social de la tecnología, en la forma en
que se constituye su forma final, participan grupos de consumidores,
intereses políticos, consideraciones políticas, posturas ideológicas;
en suma, los procesos sociales participan en la configuración de
la tecnología e influyen en su creación y contenido; determinan su
creación y la función que se les asigna. Esto nos lleva a pensar que no
todos vemos a la tecnología por igual, pero podemos llegar a consensos
sobre sus posibilidades.
En cuanto a su estructura, la obra cuenta con seis apartados. A
éstos hay que agregar una presentación realizada por el historiador

127
Reseña

Oriel Gómez Mendoza, quien conoce a profundidad la investigación


que dio origen al libro, puesto que fungió como asesor de la misma.
El resto de las secciones corresponde a una introducción, tres
capítulos, comentarios finales y la relación de fuentes consultadas. La
“Introducción al problema histórico”, como la ha denominado el autor,
contiene la explicación del entramado teórico y metodológico sobre el
que se construyó la investigación.
En el primer capítulo se aborda al automóvil a partir de aspectos como
su historia, su utilidad como medio de transporte, su funcionamiento,
su llegada a México y su “construcción social”, es decir, el automóvil
a partir de las necesidades y funciones creadas por una sociedad.
Este capítulo establece generalidades y consideraciones básicas para
comprender el resto de la obra. Aquí se establecen características del
automóvil esenciales para entender los planteamientos y alcances
de la investigación. Aparece la máquina y se explican su origen y
funcionamiento. El complemento, igual de importante que los elementos
anteriores, viene del llamado a incorporar consideraciones sociales
para entender con mayor profundidad lo que es y lo que representa un
automóvil.
El segundo capítulo se refiere al automóvil en Morelia, es decir, lo
que representaba en el contexto de la ciudad. Además, se abunda sobre
la construcción social de la tecnología y la cultura. El contexto hace
referencia directa a la modernidad, representada por la idea porfirista
de progreso, en particular en lo que se refiere a la búsqueda de avances
técnicos y tecnológicos que permitieran la industrialización del país
para equipararlo al modelo de las grandes potencias. También se hace
mención a los cambios urbanísticos y demográficos en la ciudad. El
resto del capítulo se concentra en los primeros automóviles en Morelia,
así como a sus propietarios y usos. A esta información se agregan datos
sobre precios de las unidades, notas de prensa sobre su impacto y las
primeras medidas (reglamentos) para normar su uso.
El tercer capítulo cierra la tarea de revisar los procesos de
construcción social del automóvil en Morelia, en los inicios del siglo
XX. Lo que el autor nos muestra es la consolidación y estabilización de

128
Miguel Ángel Gutiérrez López

la relación entre la tecnología y el entramado social, a partir de cuatro


aspectos. El primero corresponde a la aparición de las nacientes líneas
de transporte público. Este tema tiene implicaciones muy profundas
en la transformación de la ciudad y sus habitantes. Por una parte se
encuentran las modificaciones sufridas por el entorno urbano para
adaptarlo al automóvil. Aquí los lectores pueden encontrar información
sobre las primeras rutas y sus concesionarios, así como sobre precios y
vehículos utilizados.
A continuación, el autor nos ofrece un panorama de lo que significaba
el automóvil en la vida diaria. Esta sección resulta ser una de las más
interesantes e ilustrativas sobre la realidad moreliana. Aquí el automóvil
aparece no sólo como medio de transporte, sino que es mostrado a
través de su representación en la mentalidad de la época, a partir de las
ideas que propagaban los medios de comunicación. Lo que se muestra
es una serie de significados para los habitantes de la ciudad, los cuales
iban más allá del medio de transporte. Tener un automóvil implicaba
gastos considerables porque era, después de todo, un lujo y un símbolo
de un status superior. A la vez, el automóvil transformó la sociedad
con la aparición de nuevas necesidades, como oficios relacionados con
su mantenimiento y conducción. El autor nos ofrece respuestas si nos
preguntamos sobre el costo y las posibilidades de mantenimiento de
las unidades, el sueldo de los choferes, los hábitos de los conductores
y propietarios.
El tercer apartado pone en el centro de la discusión al paisaje urbano
al hacer referencia a la adaptación y transformación de la ciudad para
los automóviles. En estas páginas se muestra cómo la introducción de
los automóviles estimuló cambios sociales derivados de una revolución
en el transporte, de los incrementos en los intercambios mercantiles
y de un uso cada vez más rentable de los vehículos. Esos cambios
sociales estuvieron acompañados de modificaciones considerables en
la fisonomía de la ciudad y en una reconfiguración de las prioridades de
su desarrollo.
El cierre de la obra corresponde al proceso de estabilización de la
presencia del automóvil en Morelia a partir de los inicios de los años

129
Reseña

veinte. Por consolidación podemos entender el momento en el que


los autos se popularizaron y llegaron a convertirse en “un aparato
tecnológico completamente fusionado con la sociedad”. Para esa época
el automóvil no era sólo una maravilla o curiosidad tecnológica, sino
que se había instalado como un símbolo del poder adquisitivo de sus
propietarios. La profesión de chofer era ya una ocupación rentable y bien
establecida. Además de sus utilidades para el recreo y esparcimiento,
los vehículos estaban abriendo las posibilidades de una movilidad más
eficiente como medios de transporte público, tanto dentro de la ciudad
como en viajes fuera de sus confines. Obviamente, también aparecieron
algunos efectos indeseables como los choques y atropellamientos. Los
reglamentos de tránsito empezaron a ser violados y algunos choferes
sufrieron penas de cárcel por conducir en estado de ebriedad o realizar
actos imprudentes. En estas páginas lo que nos muestra el autor es que
el automóvil al consolidarse se flexibilizó y amplió sus posibilidades de
penetración en el tejido social.
La investigación tuvo como parte esencial a las fuentes documentales
provenientes de acervos de la ciudad. Entre éstos destacan los archivos
Histórico Municipal de Morelia, General de Notarías de la misma
ciudad y el Archivo del Poder Ejecutivo de Michoacán, así como el
Fondo Documental del instituto de Investigaciones Históricas de
la Universidad Michoacana. Otro conjunto de fuentes de primera
importancia está constituido por publicaciones periódicas de la época.
Las fuentes están complementadas con una nutrida bibliografía en la
que destacan, por un lado obras sobre aspectos técnicos y sociales de
la historia del automóvil como maravilla tecnológica y como medio
de transporte, y por otro las obras con las que el autor construyó la
propuesta teórica con la que abordó el tema de estudio.
De acuerdo con el autor, en la investigación se pretendió constatar que
la tecnología influye de manera decisiva en el cambio social y viceversa.
La tecnología cambia las sociedades y en este proceso se transforma ella
misma. Partiendo de estas ideas podemos decir que el objetivo ha sido
alcanzado. Si tomamos los resultados de esta investigación para tratar
de comprender el presente de la ciudad de Morelia muchos aspectos de

130
Miguel Ángel Gutiérrez López

nuestra vida cotidiana cobran sentido. La transformación del entorno


urbano y el papel preponderante, por momentos casi omnipresente,
del automóvil en nuestras vidas explica (y se explica a partir de) el
tipo de ciudad y sociedad en la que vivimos. Nuestra relación siempre
complicada con el transporte público, el tráfico vehicular, los problemas
viales, la corrupción en las organizaciones de transportistas, dan cuenta
de las bondades y los efectos indeseables de esos artefactos tecnológicos
que condicionan nuestras vidas.
La lectura de este libro nos ayuda a pensar en cómo modificó a la
ciudad de Morelia la llegada o aparición del automóvil, pero también nos
lleva a pensar en cómo nos apropiamos de este artefacto y lo integramos
en nuestra vida cotidiana y lo convertimos en medio de transporte y
símbolo de status. Después de todo qué sería Morelia sin las combis
del transporte público, las Ford “Lobo” del narco, los baches y sus
bacheadores, la histeria colectiva cada vez que alguien bloquea alguna
vialidad. Seguiríamos siendo morelianos y habríamos encontrado otras
formas para relacionarnos y apropiarnos de ese artefacto y esa maravilla
tecnológica que constituye el automóvil.

Miguel Ángel Gutiérrez López


Facultad de Historia
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo

131
Sección
Mi ciudad, mi historia
AHMM, Colección Fotográfica.
Vivir la ciudad:
el más sublime de los juegos infantiles

Ricardo Aguilera Soria1


E l disfrute de la ciudad histórica es también un asunto de niños.


Y esta posibilidad no debe entenderse únicamente bajo la simple
idea de observarlos en plena marcha por las calles, en la admirada
contemplación de las construcciones de gran tamaño o con la sonrisa al
vuelo al momento que, en las plazas y jardines, corren tras las palomas
que baten sus alas dispuestas a lanzarse por el cielo al ritmo marcado
por los gritos. A esa oportunidad de inocente deleite hay que unir
una opción más profunda y obligatoria: esa que aparentemente debe
quedar garantizada por las leyes, fortalecida por el sistema educativo y
defendida por las autoridades, más allá de jurisdicciones administrativas
o tendencias de partido. Se trata de la posibilidad de vivir la ciudad
en su integridad patrimonial, como la expresión real de un momento
específico de la historia y que permanece hasta ahora, a pesar de las
dificultades y el paso de los años.
Entendido así —pues en ésta experiencia lúdica las reglas son
distintas— el paisaje cultural deja de estar compuesto por un montón
de piedras viejas y se convierte en algo vivo: cada muro, ventana o
detalle decorativo es el reflejo de un acto intencional, tanto de aquellos

1
Centro Educativo Morelia (CEM), y colaborador del AHMM

135
Vivir la ciudad: el más sublime de los juegos infantiles

que hicieron posible su construcción en el pasado, como de aquellos


que recientemente han dedicado su vida a salvarlos. Sobre éste último
asunto, en la capital michoacana resulta sencillo identificar el nombre
de personas que han hecho posible la conservación del Centro Histórico,
en aras de que las generaciones presentes y futuras también la vivan,
sin importar su edad. Así, los nombres de Teresa Martínez Peñalosa,
Manuel González Galván o Esperanza Ramírez Romero se convierten
en ejemplo a seguir entre aquellos niños que, desde ahora, ya son
partícipes activos de la conservación de la ciudad patrimonial por el
hecho de formar parte de ella.
Incluso, resulta importante no perder de vista que la última de las
personas referidas generó un material que, de forma sencilla, permite
tener un acercamiento inicial con la historia y la arquitectura de Morelia.
Con el nombre de “Mi ciudad y Yo”, este divertido material convierte
en letras una idea que no sólo es necesaria, sino que se debe tener
presente de forma permanente: la ciudad como objeto permanecerá en
el momento que sus habitantes la conozcan, queden insertos dentro de
la dimensión fundamental de la dinámica cotidiana, se la apropien y, al
final, el afecto que ella despierte se convertirá en el principal vehículo
para garantizar su permanencia.2
Hacer que esta fórmula aparentemente sencilla se materializara fue
uno de los principales móviles que, entre mayo de 1999 y junio de
2001, validaron la puesta en marcha del Plan Maestro para el Rescate
del Centro Histórico. Pero el objetivo no sólo residía en lograr la
reubicación del comercio informal que, por décadas, se apropió de los
principales espacios urbanos: una de las razones de ser del Patronato
Pro-rescate del Centro Histórico —como organismo que representó a
todos los sectores de la ciudadanía en este proceso de recuperación del

2
Aunque esta publicación de dirigida a los niños cuenta ya con varias ediciones,
para ésta reflexión se consideró la primera debido a que, en su prólogo y su primera
unidad, se recuerda la importancia de conocer la ciudad como primer paso para amarla
y defenderla. Ramírez Romero, Esperanza, Mi cuidad y yo, Morelia, H. Ayuntamiento
de Morelia- Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1994.

136
Ricardo Aguilera Soria

patrimonio edificado— residió en ciudadanizar el proyecto de rescate y,


además, sensibilizar a los habitantes sobre la importancia intrínseca de la
zona histórica y que se convertía en justificación suficiente para salvarla.
Así, en el afán de considerar a las nuevas generaciones, el conocimiento
sobre la ciudad llegó a alumnos de 96 escuelas primarias de la urbe, con
la sorprendente cifra de 12,700 niños contagiados de este afán por hacer
divertida la permanencia de las edificaciones del pasado.3
Más allá de reflexionar sobre las razones que condujeron a la
interrupción de esta acción ciudadana exitosa, tiene mayor pertinencia
revelar su impacto en el corto plazo. Por establecer un fuerte precedente,
que además quedó documentado, la necesidad por acercar a los niños
al conocimiento del patrimonio edificado volvió a generar un programa
de alto impacto: ese que, por intervención de la Secretaría de Cultura
de Michoacán, llevó por nombre “Una historia monumental” y que hizo
posible la sensibilización de 3,500 niños entre agosto de 2008 y abril
de 2009. Resulta desafortunado que, a pesar del éxito y la aceptación,
las trabas burocráticas se impusieron y el programa también quedó
suspendido.4
Ante el hecho de que la vinculación efectiva entre espacio patrimonial
y nuevas generaciones es una preocupación latente y constante, durante
las primeras semanas de agosto de 2013 tuvo lugar otra experiencia
relacionada con la transmisión del conocimiento sobre la ciudad

3
Sobre las acciones institucionales que se emprendieron entre 1999 y 2001 para
recuperar la integridad de la zona patrimonial, los objetivos del Patronato Pro-rescate
del Centro Histórico y los resultados del programa de sensibilización infantil, consul-
tar los siguientes capítulos: Estrada de Hernández, María Teresa, “El Patronato Pro-
rescate del Centro Histórico de Morelia A.C.”, y Ramírez Romero, Esperanza, “Edu-
cación a la niñez hacia el patrimonio”, los dos integrados en la obra Resurgimiento del
Centro Histórico de Morelia. Un espacio en pugna, Morelia, Patronato Pro-rescate
del Centro Histórico, 2004, pp. 72-75 y 104-113.
4
El desarrollo de este proyecto fue motivo de seguimiento en la prensa, a través
de las declaraciones presentadas por sus coordinadoras —las historiadoras Lizbeth
Macedo Flores y Laura Fraga Villicaña— y publicadas en el Periódico Provincia en
sus ediciones del 24 de mayo, 3 de agosto y 16 de octubre de 2008; 15 de abril y 28
de mayo de 2009; 24 de febrero de 2010 y 18 de abril de 2012.

137
Vivir la ciudad: el más sublime de los juegos infantiles

patrimonial entre la infancia. Por iniciativa de la Dirección del Archivo


General, Histórico y Museo de la Ciudad (DAGHMC), una veintena de
niños entre los 5 y los 12 años participaron de un curso de verano que
llevó por nombre “Mi ciudad, mi Historia”. Al final, ésta fue una aventura
completa: en el calendario de actividades se programaron recorridos por
edificios emblemáticos como el Palacio Municipal y el Museo Casa de
Morelos, además de la Catedral Metropolitana, el Palacio de Gobierno
y la Plaza de los Mártires; junto a ellos también hubo un acercamiento
directo con antiguos colegios virreinales: el Centro Cultural Clavijero, el
Conservatorio de Las Rosas y el Colegio de San Nicolás.
Pero en este acercamiento con la ciudad trascendió la esfera de lo
anecdótico y lo individual. Al término de cada recorrido los pequeños
fueron conducidos al inmueble que condensa la documentación sobre
el pasado de la ciudad y, entre nuevas risas, colores y un cuadernillo
personal, asumieron el reto de participar de un ejercicio para la memoria
colectiva. Así, el impacto derivado de la apreciación de los componentes
materiales, de reconocer los principales antecedentes de los sitios o de
entrar en contacto con las leyendas pudo llevarse al papel, pues cada uno
de los participantes estampó el sentido de los conocimientos significativos
adquiridos y, de forma inconsciente, se sumaron a la larga cadena de
aquellas personas que hacen posible el disfrute de la ciudad heredada.
Por las cualidades creativas de estos trabajos —fieles testimonios de
la facilidad con que los niños se apropian simbólicamente de la ciudad—
las autoridades de la DAGHMC consideraron conveniente que este
Boletín, dedicado a los niños en la historia, permitiera la publicación
de algunos de ellos. A diferencia de la facilidad con que los pequeños
revelaron la esencia de la ciudad a través de sus cuadernillos repletos
de imaginatividad, seleccionar los más representativos se convirtió
en una tarea ardua y afectivamente difícil. Entonces, los trabajos aquí
expuestos deben ser vistos como una muestra representativa de la
calidad intrínseca de todos los productos conseguidos y que, al final,
son una pequeña muestra de una situación innegable: el acercamiento
de los niños con la ciudad es necesario e imperioso, pues ellos también
la disfrutan y la viven como el más sublime y maravilloso de los juegos.

138
Ricardo Aguilera Soria

Por lo tanto, la mejor forma de reconocerlo es a través de sus propias


letras a través de cuatro ejes: los espacios por sí mismos; los espacios
como conjunto educativo, nuclear y como detonador literario.

Conjunto educativo: Las Rosas, Clavijero, San Nicolás

Recorrido [en] Palacio Municipal

Primero subimos hasta arriba, al 2do piso, ahí una maestra explicó el
escudo, donde aparecen tres reyes: Carlos V, su hermano Maximiliano
y su hijo, Felipe 2do. Después entramos a la sala de Cabildo donde
hay cuadros de personajes históricos. [Enseguida] entramos a la sala de
presidencia donde el Presidente [Municipal] recibe las peticiones; pero
cuando fuimos no estaba, pero nos dejó un regalo y una pulsera.

Segunda excursión

Primero fuimos a Las Rosas donde entramos, donde antes estaban las
monjas y donde nos contaron la leyenda de los duendes. Después, fuimos
al Palacio Clavijero donde estudiaban jesuitas. Por último, nos llevaron
al Primitivo Colegio de San Nicolás de Hidalgo, donde estudio Miguel
Hidalgo y Costilla, además ahí está el corazón de Melchor Ocampo.

José Ángel Gutiérrez López


10 años de edad

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Vivir la ciudad: el más sublime de los juegos infantiles

Espacio nuclear: Plaza de Armas, Catedral y Palacio de Gobierno

Hoy fuimos a la Plaza de Armas, a la Catedral y a Palacio de Gobierno,


y nos contaron una leyenda de Catedral. Dice la Leyenda que a la media
noche se levantaron los muertos e hicieron una misa, y el señor que
estaba ahí lo vio todo. Después se empezó a desmoronar la cúpula y se
deshizo toda la Catedral. Luego, cuando el señor despertó no se había
caído nada. El señor, entonces, le contó la historia a su familia y luego
de contárselo a su familia el señor murió.

Anónimo

Palacio Municipal

Llegamos y nos subimos a unas escaleras, y nos contaron una historia


de Palacio Municipal; que antes era una fábrica de tabaco, y nos
enseñaron la sala de junta Municipal [Cabildo], donde nos enseñaron
cómo se hacen [las comisiones] de presidentes […], y nos tomaron una
foto. [Después] nos enseñaron otra sala donde se hacen las quejas de
las personas que hacen cosas malas para la ciudad y los vecinos. [Por
último], nos dieron un regalo que tenía un lápiz y una lapicera, y una
regla, y un dulce.

Morelia
6 años de edad

Museo Casa Morelos

Hoy fuimos a visitar [el] Museo Casa de Morelos, y vimos cómo eran
las armas, las camas, y cómo se escribía y nos dijeron la historia de
cada uno. [También] nos enseñaron las banderas que se hicieron, y nos
dijeron que antes las biblias se escribían en latín; y que en Morelia antes

140
Ricardo Aguilera Soria

se castigaba, y se castigaba con látigos; y vimos cómo eran las sillas,


mesas y sillones; y cómo eran las cocinas… cómo se pensaban las cosas.

Kevin Daniel López Bernal


9 años de edad

El espacio como detonador literario

Hola soy una historiadora de Morelia la cual se fundó… Hoy encontré


varios diarios en algunos lugares relevantes de esta majestuosa ciudad.
Algunos de estos diarios son:

Éste lo encontré en el Conservatorio de Las Rosas.

El diario de una monja:

Hola querido diario yo soy Isabela, tu dueña, y te voy a decir que


nosotros acabamos de hacer un acuerdo con unos pequeños ladroncillos
de comida. […] dijimos que nosotros les íbamos a dar [a los duendes]
dulces deliciosos a cambio de que ellos limpiaran nuestra hermosa
fuente. Yo vivo en un grandioso y cómo lugar, aunque me entristece
un poco que no podamos salir, pero bueno… Nuestros lavabos son
hermosos y muy útiles, ¿te imaginas que éstos ayudaron a inspirar a las
personas para hacer el acueducto? Y qué crees, que vino una adivina
que nos dijo que este lugar iba a ser una escuela para niñas, y luego un
cuartel militar, ja, ja, ja, casi me moría de la risa, pero me aguanté.

Éste lo encontré en el Palacio Clavijero.

El diario de un jesuita

Hola soy un jesuita, yo tengo mucho dinero, querido diario, y si no me


crees que te lo demuestre esta casa. Bueno, yo soy muy estudioso, me

141
Vivir la ciudad: el más sublime de los juegos infantiles

sé muchos idiomas; además sé toda la ciencia y literatura que podrías


imaginar. A este esfuerzo tan grande me merezco nadar en nuestra
grandiosa piscina, claro con agua caliente. Y como tengo una casa tan
grande aprovecho para que niños vengan aquí, así es: niños, pero muy
pequeños; imagínense el ruido que hacen, pero no es mucha molestia
porque nosotros tenemos unas gruesas paredes de cantera que no
permiten que entre el ruido.
Diario con estas palabras yo me despido.

El diario de Melchor Ocampo

Hola querido diario, yo quiero fundar un nuevo edificio, va a ser una


universidad. Ya sé cuál, uno que fue cerrado por los españoles. Te digo
por qué, querido diario, porque los españoles vieron que se estaban
divulgando noticias de la desigualdad que había en ese tiempo, entonces,
como no les convenía que dijeran esas honestas noticias decidieron
cerrarlo. Este edificio ya es muy viejo, es de antes de que se fundara
esta gran ciudad; este edificio se terminó de construir en 1540, la verdad
es hermoso y yo estoy dispuesto a dar mi corazón y mi biblioteca para
que puedan aprender.
Bueno, adiós querido diario.

La plaza de armas, mártires y del comercio

Bueno, yo durante una entrevista al Presidente, me dijo que el Palacio


Municipal se encarga no sólo de ayudar al Ayuntamiento para una mejor
ciudad, sino también sirve como tesorería y audiencias.

Luisa Paola
8 años de edad

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Boletín Rosa de los Vientos 5
Una mirada caleidoscópica
de la niñez en Valladolid-Morelia
Yaminel Bernal Astorga (Compiladora)

Es una edición del H. Ayuntamiento de Morelia


y la Dirección del Archivo General,
Histórico y Museo de la Ciudad.

Se terminó de imprimir
el mes de octubre de 2014
en Morelia, Michoacán.
Coordinación editorial: Yaminel Bernal Astorga
Diseño y formación:Judith Elizabeth Vargas García
Diseño de portada: Oscar Gonzalo Mendoza López
Edición de fotografía: Magali Zavala García
Área Administrativa: Agustín Cerda Serrato

500 ejemplares

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