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Fotografía:
Carlos Navajas
Colaboraciones fotográficas:
Ayuntamiento de Manzanares: Pág. 117
Juan Ramón Romero Fernández-Pacheco: Págs. 8, 41, 59 izq., 61, 65, 82 y 87
Archivo Histórico Nacional: Págs. 30, 43, 48-49, 89 y 104
MRW Fotografía Aérea: Págs. 6, 39, 57, 113 y 114-115
Realización:
Editorial Mediterráneo-Meral Ediciones, S.L.
C/ Río Miño, 15 28669 Boadilla del Monte (Madrid)
© Ayuntamiento de Manzanares
© Textos: Juan Ramón Romero Fernández-Pacheco
© Fotografías: Sus autores
Depósito Legal:
Preimpresión: FCM, S. L.
Impresión y Encuadernación: INTIGRAF, S. L.
L
a Historia era para el filósofo y retórico ro-
mano Cicerón testigo de los tiempos, luz
de la verdad, vida de la memoria, maes-
tra de la vida, testigo de la antigüedad.
Los ocho siglos de historia de Manzanares
han tenido también testigos que nos han ido legando la luz,
verdad y memoria de nuestro pasado.
El esfuerzo de historiadores e investigadores del ayer de
Manzanares es, por fortuna, generoso, y en buen número
de trabajos publicados en libros, revistas y otros soportes
han desvelado distintos capítulos de la Historia de nuestro pueblo que, en algunos
casos, también lo son de la Historia de España.
El libro que les presentamos pretende recopilar lo más relevante de todo ese saber
sobre el pasado de Manzanares, su origen y evolución. Para desarrollar este necesa-
rio, apasionante y magnífico trabajo hemos contado con la colaboración del historia-
dor manzanareño Juan Ramón Romero Fernández-Pacheco, Jefe del Departamento
de Conservación de Documentos del Archivo Histórico Nacional.
Con la edición de este libro, ponemos en vuestras manos un documento que, con
el rigor que exige la investigación histórica, repasa la vida de Manzanares desde el
siglo XIII hasta el XXI, desde la Encomienda al Municipio.
Las vías romanas y las cañadas reales, siglos atrás, y el ferrocarril y las autovías en
la actualidad, marcan a Manzanares en su devenir y en el mapa como nudo de co-
municaciones. Los orígenes de la ciudad en torno al castillo, la configuración de sus
calles, el amurallamiento, sus iglesias, conventos y ermitas, sus gentes…
Conocer la Historia, particularmente la más cercana, nos ayuda a saber quiénes so-
mos. Os invito a que hagáis este recorrido por la Historia de nuestro pueblo.
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Índice
Introducción 5
Los Orígenes 7
El Castillo 25
La Encomienda y su territorio 41
La formación de la Ciudad y su evolución 53
Sus gentes 83
Crisis y metamorfosis 99
Bibliografía 118
4
Introducción
H
acer historia es un ejercicio intelectual que surge de la necesidad
del ser humano de racionalizar su pasado para memorizarlo y
traspasarlo de generación en generación. Hoy hemos alcanza-
do tal sofisticación en la metodología, que llegamos a decir que
la historia es una ciencia y la hemos especializado tanto, que
hablamos de historia social, historia económica, historia política, historia cultural e
historia local, que es quizás el subgénero que más afición congrega porque, al fin y
al cabo, somos conscientes de que, para saber quiénes somos, es necesario saber
quiénes fuimos.
Con frecuencia nuestra memoria local se fundamenta sobre una historia costumbris-
ta, que no deja de tener su valor antropológico, pero que suele estar muy distante de
la historia documentada y es muy proclive a perpetuar los tópicos. Por el contrario,
a veces la historia local hecha por los historiadores académicos adolece de un pro-
fundo desconocimiento del terreno, lo que no les permite reconocer los testimonios
del pasado. En otras ocasiones sucede, sobre todo con la memoria más reciente y
especialmente si ésta fue muy traumática, que el silencio de nuestros mayores se-
pulta el recuerdo. Añado a todo lo anterior la transformación del entorno que provoca
la ausencia de referentes reconocibles y como consecuencia se produce una igno-
rancia social de nuestro pasado. La historia de Manzanares y la de sus moradores
padecía un poco de estos males, el costumbrismo, la ignorancia, el olvido y la falta
de referentes identificables. Y digo padecía porque en las dos últimas décadas ha
surgido una bibliografía, en su mayor parte de calidad, de la que este libro se siente
tributario y que he querido recoger, al menos, en sus títulos más representativos.
Así pues, estas páginas han sido escritas con la intención de hacer una síntesis
divulgativa pero científica de la historia de Manzanares y de mostrar los testimonios
que nos permitan reconocerla. Para ello propongo al lector, tanto al que ha nacido
y vive aquí como a nuestros visitantes, un viaje por el tiempo, ochocientos años de
memoria en los que hemos construido nuestra identidad y nuestros mitos.
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HISTORIA DE MANZANARES
Dehesa de Madara
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1
Los orígenes
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HISTORIA DE MANZANARES
8
HISTORIA DE MANZANARES
E
l territorio que ocupa el término de Manzanares, desde un punto de
vista geográfico, se encuentra ubicado en la Submeseta Sur, exac-
tamente en las coordenadas 39° 1’ 0’’ N, 3° 21’ 1’’ O1 si tenemos
en cuenta la ciudad como eje de su territorio, es decir, se encuen-
tra ubicado en el centro de una amplia llanura de la Mancha
Occidental ocupando la margen izquierda del Alto Guadiana en su curso sub-
terráneo, que conocemos como Acuífero 23. Hoy poco tiene que ver el paisaje
que vemos con aquél que nuestros antepasados se encontraron cuando poblaron
estas tierras en el siglo XIII, aunque a un buen observador no se le deben escapar
algunos hilvanes que unen nuestro presente con nuestro pasado. Por ejemplo, ac-
tualmente organizamos nuestros parajes en cinco grandes distritos, a saber: Sierra,
Campillo, Vega, Mancha y Cerros, que tienen una clara correspondencia con las
características del terreno natural y que determinaron el grado, el ritmo y el modo de
ocupación social de esos espacios desde los tiempos medievales. Manzanares y
su término se forjaron en un paisaje arisco dominado por una vegetación a base de
carrascas y chaparros salteados con algunas encinas; pedregoso y calizo, su suelo
era propicio para las dehesas de monte bajo y por ello los primeros topónimos que
reconocemos aluden a estos suelos, tales como la sierra de la Mesnera, la dehesa
de Matamediana, la dehesa de La Mancha, la de Madara, la dehesa de Moratalaz
o la de las Aberturas2. La vega del Azuer y algunos pagos cercanos a la localidad
dulcificaban esta aspereza de nuestro paisaje y facilitaban la acción cultural de los
que serán sus pobladores, nuestros antepasados. Pero el gran secreto de nuestras
tierras se encontraba en sus aguas subterráneas, en el Guadiana, de ahí que tam-
bién desde tiempos remotos el topónimo de Pilas Bonas nos acompañe como signo
de identidad paisajística y cultural.
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HISTORIA DE MANZANARES
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HISTORIA DE MANZANARES
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HISTORIA DE MANZANARES
época musulmana, como Moratalaz, en el que el torreón sería el edificio más signifi-
cativo de todo un núcleo poblado que se distribuiría en su alrededor. Los fragmentos
cerámicos encontrados, a falta de una prospección más detenida, podrían confirmar
la pertenencia de esta motilla a la cultura ibérica desde el Bronce y un poblamiento
musulmán superpuesto. Estaríamos, por tanto, ante los vestigios más remotos que
nos han dejado nuestros antepasados.
Esta misma secuencia de poblamiento que nos ofrece El Torreón, se puede confirmar
también en las dos márgenes del Azuer, pero ya en las cercanías del actual Manza-
nares. Los restos cerámicos ibéricos se encuentran con cierta facilidad entre lo que
conocemos como Tercer y Cuarto Recodo del río, más numerosos cuanto más nos
acercamos al molino de Santa Ana, también ermita hasta el siglo XIX. Algunos histo-
riadores han situado aquí en este paraje otro núcleo musulmán que, como Morata-
laz, es citado por primera vez en un documento del rey Alfonso VIII4; en los diplomas
aparece como “Argamasiella so la Membrilla” o “Argamasilla de Pilas Bonas” y que
yo haría coincidir más bien con el altozano del “Cerro del Moro”, donde incluso ha
habido poblamiento en unas cuevas excavadas en su falda situada al saliente hasta
los años sesenta del siglo pasado. Es éste un sitio elevado de características simila-
res a Moratalaz, más acorde con la tipología de asentamientos en motilla.
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HISTORIA DE MANZANARES
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HISTORIA DE MANZANARES
musulmana, durante la que este topónimo se asociaba a una torre de vigilancia que
formaba parte de la red de defensa y poblamiento musulmán junto a Moratalaz, Ar-
gamasiella, El Tocón y Alhambra. Alcanza una altitud de 924 metros y está situado a
unos quince kilómetros al poniente en la sierra de Siles. Es curioso que este punto
además haya sido siempre un referente geotopográfico de los manzanareños hasta
mi generación incluso; así cuando arábamos, nuestros mayores nos aconsejaban
situar el punto de mira sobre el pico para conseguir surcos rectos e impecables6.
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HISTORIA DE MANZANARES
te, marcada por el río Guadiana y sus afluentes del curso alto, generando asenta-
mientos como Calatrava, que serán fundamentales para la ordenación del territorio
de la taifa toledana. La conquista cristiana, ya definitiva desde 1212 a raíz de la ba-
talla de Las Navas y consolidada tras la ocupación del Campo de Montiel en 1228,
terminó de completar la red de comunicaciones de territorio manzanareño. Al tiempo
que el reino de Castilla potenciaba la trashumancia ganadera en dirección Norte-Sur,
posiblemente tal como habían hecho los musulmanes, se desarrollaron nuevos ca-
minos que van a ser fundamentales para el futuro Manzanares. Desde Alfonso X, el
Honrado Concejo de la Mesta y su red de cañadas reales situaron aquí el punto de
encuentro de dos de las más importantes, la Real Soriana y la Conquense, que a su
vez recogía algunos kilómetros al Norte otra conexión muy a tener en cuenta con la
cañada real del Reino de Valencia.
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HISTORIA DE MANZANARES
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HISTORIA DE MANZANARES
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HISTORIA DE MANZANARES
Llegar a concretar nuestro territorio no fue tarea fácil, de ahí que durante los siglos que
denominamos medievales hubo más confusión que certezas11. Puesto que Manzana-
res no tiene raíces musulmanas, excepto si consideramos como tales las de Moratalaz
y Argamasiella de Pilas Bonas, se puede concluir que la primera noticia históricamente
documentada de nuestro territorio se encuentra en un documento de donación que
realiza Alfonso VIII en 1214 a favor de la villa de Alambra, perteneciente a la orden militar
de Santiago. En él se amojonan buena parte de los territorios del que será Manzanares,
incluidos los dos núcleos citados antes. En 1215 por el rey Enrique I y en 1217 por Fer-
nando III, estos mismos territorios son dados en donación a Don Álvaro Núñez de Lara,
que fue el primer señor feudal de estas tierras; aquí se recogen dos topónimos que
han quedado fosilizados en nuestra toponimia, el de El Sotillo y el de Pozo del Ciervo,
a muy poca distancia del paraje de San Marcos. En 1232 otro documento importante,
la concordia de límites entre las órdenes militares de Calatrava y San Juan, reconoce
la pertenencia a Calatrava de la Cañada del Guadiana, una barranquera que discurre
paralela a la calzada romana antonina en dirección Este-Oeste, a unos 12 kilómetros
al Norte de Manzanares. Y por fin, en 1239 se producirá otro hecho significativo, ya
que Calatrava reclamó unos límites diferentes con la orden de Santiago; el documento
se firmó en Membrilla el día 4 de septiembre12 y fue entonces cuando este territorio se
10
Catastro de Ensenada
11
Excelente me parece el reciente trabajo de ALMAGRO VIDAL, Clara, Población, encomienda,
territorio: Manzanares a finales del siglo XVI, En la España Medieval 2008, Vol. 31 123-150
12
Los documentos a los que se hace referencia forman parte del Archivo de la Orden Militar de
Calatrava, que se custodian en el Archivo Histórico Nacional:
AHN. Sección de Códices:
829 b. Sumario... de los privilegios de los reyes y príncipes de castilla concedidos a la orden de
Calatrava... Bulas de los romanos pontífices...institución de la orden... Visitaciones de los abades...
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HISTORIA DE MANZANARES
Paraje de El Villar
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HISTORIA DE MANZANARES
Para la orden militar de Calatrava y sus maestres (Martín Ruiz 1238-1240; Gómez Man-
rique 1241-1243; y, sobre todo, Fernando Ordóñez 1242-1254), la nueva encomienda
se debió convertir en un punto estratégico, puesto que en ella se situaba su frontera
con la orden militar de Santiago (Membrilla y La Solana) y la de San Juan (Argamasilla,
Alcázar, Villarta y Arenas). Por otro lado, la despoblación de Calatrava la Vieja provocó
también el abandono de algunos de los asentamientos musulmanes menores, entre
ellos el de Moratalaz y posiblemente Argamasiella de Pilas Bonas, y como consecuen-
cia la necesidad de una nueva ordenación del territorio del Campo de Calatrava. Daimiel
fue una de las nuevas pueblas y Manzanares también, aunque con el impulso añadido
de su posición limítrofe con Membrilla, que desde 1243 tuvo un desarrollo repoblador
muy vigoroso a partir de la fortaleza del El Tocón13. Al hilo de esta certidumbre histórica
y a modo de paréntesis se me vienen a la cabeza, nunca mejor dicho, las pedreas que
hemos tenido secularmente con nuestros vecinos, costumbre que ha pervivido incluso
hasta mi generación; práctica nada excepcional por otro lado, pues éste fue siempre un
método muy tradicional en las tierras de Castilla para resolver de modo poco virulento
las diferencias y litigios sin motivo racional aparente.
Composiciones de los prelados...donaciones... Censos rentas y demás bienes de la orden. Siglo XV.
Procede de Estado, legajo 3477. 833 b. Cartulario de la orden de Calatrava, en donde se contienen
transcritos íntegramente los privilegios y bulas concedidas a la orden del Cister y en particular a la de
Calatrava. Siglo XV. Procede de Estado, legajo 3477. 834 b. Bulario de la orden de Calatrava. Siglo XVI.
2 vols. El 1º tiene además avenencias y composiciones con obispos y arzobispos y con otras órdenes.
Procede de estado, legajo 3477. V. O. M. Calatrava. Y 835 b. Bulario de la orden de Calatrava. Siglo
XVII. 2 vols. El 1º tiene además avenencias y composiciones con obispos y arzobispos y con otras
órdenes. Procede de estado, legajo 3477. V. O. M. Calatrava.
AHN. Sección Ordenes Militares:
Carpetas: 417 a 476
Libros: Bulario de la Orden de Calatrava. I y II, OOMM, Lib. 411 y 412
Registros de escrituras de la Orden de Calatrava. OOMM. Lib. 1341 a 1350.
13
Como afirma don Julio GONZÁLEZ, “el desarrollo y fortificación de Manzanares y Membrilla a
partir de 1243 se debe en parte a su carácter fronterizo”; Repoblación de Castilla la Nueva I, Madrid,
1975. p.358.
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HISTORIA DE MANZANARES
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HISTORIA DE MANZANARES
Lo dicho hasta ahora sobre el origen de Manzanares no parece que se pueda con-
ciliar con algunas de las historias legendarias que vinculan nuestros primeros tiem-
pos con una casa nobiliaria infanzona denominada Sagasti-Manzanares, que pobló
nuestra tierra con doce lanzas procedentes del Valle de San Millán, Señorío de Viz-
caya, y que tenían por misión fortalecer la frontera cristiana después de la derrota
de Alarcos y el abandono de la ciudad en julio de 1195. Quizás todo proceda de
un imaginativo párroco de Manzanares, don Francisco Camacho y Zarrascón, que
en contestación a una encuesta enviada por el Cardenal Lorenzana a las iglesias
sufragáneas del Arzobispado de Toledo, hizo la “descripción de la villa y término de
Manzanares de la Mancha el 27 de mayo de 1789”14, recogiendo en este punto
alguna tradición fundamentada quizás en un documento falso de 163615. A mi la his-
toria siempre me la contó doña Caridad en el Instituto Sotomayor, y entonces debo
confesar que me la creí, por la cuenta que me traía, claro está.
Con mayor precisión histórica, pero al fin y al cabo estamos de pleno acuerdo con
los manzanareños que redactaron los capítulos de las Relaciones Topográficas de
Felipe II, que escribían:
Cuanto al primer capítulo que esta dicha villa se ha dicho e nombrado Manzanares
de tiempo inmemorial a esta parte y que no hay memoria de que se haya dicho de
otro nombre ni de la causa porque así se haya dicho e nombrado, más de que en
la dicha villa hay un buen castillo, hacia la parte de oriente, que este se dice que fue
más antiguo que la villa y el castillo se decía Manzanares y que la dicha villa tomó la
nominación del castillo y ser mas antiguo el castillo que la dicha villa y haber tenido
el dicho nombre se tiene por cosa muy cierta y verdadera.
14
Véase la edición de GRUPO AL-BALATITHA, Los pueblos de la provincia de Ciudad Real a
través de las descripciones del Cardenal Lorenzana, Toledo, 1985. Los originales manuscritos forman
parte de los fondos diocesanos de la catedral de Toledo y son parte de una investigación que llevaba a
cabo en el reino de Castilla Tomás López, geógrafo de Su Majestad, cuyos documentos se conservan
en la Biblioteca Nacional, sección de Manuscritos.
15
GARCIA NOBLEJAS, J.A. La fabula de los Sagasti, Siembra, 117, 1986, 14-15.
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En cuanto al segundo capítulo que esta dicha villa no se tiene noticia haberse gana-
do de los moros y que habrá trecientos y cincuenta años poco más o menos a lo que
se cree y tiene por cierto, conforme a sus antepasados que se fundó y no se tiene
noticia quien fue el fundador.
Hasta aquí, podríamos concluir diciendo que somos oretanos, calatravos, man-
chegos y ribereños del alto Guadiana, y nuestro territorio se encuentra situado en
uno de los pivotes centrales de comunicaciones de la Submeseta Sur de la Penín-
sula Ibérica. Estas son nuestras raíces.
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HISTORIA DE MANZANARES
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2
El castillo
HISTORIA DE MANZANARES
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HISTORIA DE MANZANARES
A
sí pues, debemos responsabilizar al maestre don Fernando Or-
dóñez como la persona que, a juzgar por su larga permanencia de
trece años en el cargo hasta el año 1254, asumió la responsabili-
dad de asegurar con una casa fuerte el extremo oriental del Campo
de Calatrava, no ya contra un posible retorno musulmán, lo que era
altamente improbable porque la frontera estaba situada en el reino de Sevilla, sino
sobre todo frente a la codicia de sus vecinos de Santiago y San Juan.
La elección del lugar para el nuevo castillo calatravo debió ser un motivo de preocu-
pación, toda vez que se había descartado la posibilidad de aprovechar las arquitec-
turas de Argamasilla. Se necesitaba una topografía elevada, de visibilidad garantizada
y creo que intencionadamente en la margen derecha del Azuer. Es significativo que
hasta entonces las pueblas de la competidora orden de Santiago estaban también
en la margen derecha del río (Alhambra, La Solana, Membrilla), mientras que las de
Calatrava se encontraban en la izquierda. Desde el altozano elegido, que es donde
hoy se encuentra el castillo, se garantizaban el control estratégico de la circulación
de personas, animales y mercancías que procediesen del Poniente, era factible es-
tablecer una conexión visual con el torreón de Moratalaz y con La Mesnera, y debía
servir para asegurar el territorio y fomentar su repoblación.
Para dar nombre al castillo y, por tanto a la ciudad que nacerá a pocos metros de
sus muros fortificados y a la encomienda que se formará con el territorio adjudicado,
los caballeros calatravos siguieron dos de los procedimientos típicos de la toponimia
medieval, es decir, recurrieron a un elemento de la vegetación del entorno y a un
elemento hidrológico ya utilizado en el despoblado que se encontraba al otro lado del
río y al que pretendían reemplazar. Esos dos elementos fueron “Manzanares” y “Pilas
Bonas”, el primero aludiendo a ese tipo de árboles y el segundo a la bondad y poca
profundidad de sus aguas subterráneas16; en cuanto a los veinte y tres capítulo, que
16
GARCIA NOBLEJAS, J.A. Estudio crítico sobre el origen y nombre de Manzanares en Campo
de Calatrava, Cuadernos de Estudios Manchegos, n4, 2ª Época, Ciudad Real, 1973, 5-81. También
GIJON GRANADOS, El topónimo Manzanares. Reflexiones sobre la naturaleza de su origen, revista
FERCAM, 1996. Manzanares, 17-20.
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HISTORIA DE MANZANARES
la dicha villa y sus términos es abundante de aguas dulces de pozos en todas las
casas… y que hay arboledas y huertas17.
A pesar de que el castillo calatravo debió estar concluido algunos años antes del co-
mienzo del reinado de Alfonso X, la primera referencia documentada y original al
edificio y a los elementos que componían su arquitectura data de 1422. Pero lo más
extraordinario de esta referencia es que se trata del documento original conservado
donde se escribe por primera vez el nombre de nuestro pueblo, “Manzanares”18. En
él se da testimonio de una inspección rutinaria que realizaban unos visitadores al
efecto nombrados por el Maestre para procurar la buena compostura de los edificios
que integraban el castillo. Por este valor simbólico bien merece su transcripción:
En la casa de Manzanares. Martes nueve días del mes de febrero año del Nues-
tro Señor Jesucristo de mil e cuatrocientos e veinte e tres años. Visitamos la en-
comienda de Manzanares e fallamos en la dicha casa que el señor Clavero que
tenía la encomienda a renta que hizo reparar después de la primera visitación,
esto que se sigue: Primeramente fallamos que la casa de la clavería que dicen
17
Capítulo 23 de las RRTT de Felipe II.
18
AHN, OOMM, L. 1412.
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que la enmaderó toda e la cubrió toda de teja. Otrosí fallamos que hizo otra casa
que está junta con la clavería que otro tiempo fue establo que la cubrió muy bien
de madera e de teja e cual manera que es muy buena casa e bien larga. Otrosí
fallamos que acabó de cubrir la cocina de madera e de teja bien fecho. Otrosí fa-
llamos que otra camareta que esta junta con la cocina que estaba comenzada a
cubrir que la acabó el Clavero de cubrir de madera e de teja. Otrosí fallamos que
la casa del forno que la cubrió toda de madera e de teja porque era la madera
flaca. Otrosí fallamos que la casa del jaraíz e la bodega que la retejaron de nuevo
e las juntas de estos tejados todos con los adarves esta con cal bien adobado.
Otrosí fallamos que en la torre mayor que es menester de echar un suelo encima
de ella de cal e arena porque no se funda el agua como se funde, porque la to-
rre non se pierda e poner canales de piedra por do salga el agua porque no se
confundan las paredes e han se de menester de poner caramanchones en las
arquetas. Otrosí fallamos la torre de Moratalhaz el suelo de arriba mal parado, el
petril derrocado que lo derruecan los pastores porque esta la puerta abierta por
ende mandamos a la señora dueña que tiene la dicha encomienda que mande
gastar cada año dos mil maravedíes en reparación de la dicha encomienda en
esta manera que en la torre de Moratalhaz ponga una cerradura luego e fagan
el petril e las almenas e echen un suelo encima de la torre de argamasa en tal
manera que el agua salga de la dicha torre. Otrosí que en la torre de Manzanares
echen un suelo de argamasa encima de ella e pongan los caramanchones en las
arquetas e adoben el petril de las almenas.
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HISTORIA DE MANZANARES
y gruperas y cinchas y frenos y espuelas y diez y ocho lanzas, doce escopetas con
sus aderezos que nuevamente se han traído al dicho castillo además de lo cual hay
unos ballestones de palo antiguos y unas balas de piedras y otras armas, pertrechos
de poco o ningún provecho.
Nuestro castillo es un magnifico ejemplo de arquitectura militar del siglo XIII en el Cam-
po de Calatrava19. Las arcadas ojivales y crucerías góticas muy bien conservadas
en algunas estancias interiores recuerdan las formas de la arquitectura cisterciense
excepcionalmente representada en Calatrava la Nueva. De geometría cuadrangular
fue construido con tapial a base de barro, paja, cal, piedra y arena y, como era de
esperar en este tipo de edificios, su construcción se hizo de forma muy prolongada
en el tiempo y con amplias reformas. A la fase de construcción propiamente dicha,
que no debió finalizar antes del siglo XV y en fecha cercana al texto que he transcrito
arriba, sucedió una fase de modificaciones y remodelaciones ampliamente docu-
mentadas durante los siglos XVI y XVII en el archivo del Consejo de las Órdenes a
través de las visitas y de las autorizaciones de obras y reparaciones20 y durante los
siglos XVIII y XIX en el archivo del Palacio Real21.
La estructura original del edificio estuvo compuesta por tres grupos de elemen-
tos arquitectónicos, a saber: los defensivos, que eran el foso inundable, la muralla
o barbacana que en su paramento principal miraba hacia la villa y estaba coronada
por una ronda con treinta y seis almenas y sus saeteras, y dos cubos situados en
sendas esquinas; los elementos de acceso, constituidos por dos puertas situadas
en el mismo paramento norte y en una de ellas antecedida por un puente levadizo,
originariamente de madera y después de piedra, que daba paso al interior por la
19
La bibliografía sobre este edificio es muy abundante pero frecuentemente dispar. El estudio más
completo lo firma GIJON GRANADOS, Juan de Ávila, Arqueología Moderna en el Castillo de Manzana-
res (Ciudad Real). La Nobleza, La Casa de Borbón y las Ordenes Militares, Ciudad Real, 2001. Pero
quizás quien mejor conoció el edificio fuera J.A. GARCIA NOBLEJAS.
20
Algunos ejemplos de expedientes de obras en el AHN, Archivo Judicial de Toledo_exps. 42546
(obras de l año 1555) y 6732 (obras de 1581) y 44626 (1589). También en AHN, Consejo de las Orde-
nes, legs. 6082; 6109; 6110; 6089.
21
AGP, Encomiendas de los Infantes, 92.
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puerta de hierro; y los elementos que formaban el encasamento, que era un segun-
do recinto amurallado, al que se accedía también por dos puertas, siendo la principal
la de poniente o de “enmedio”, la cual estaba situada junto a la torre del homenaje.
Esta torre, llamada en algunos documentos “mayor”, merece un comentario espe-
cial, porque en su interior, prácticamente intacto hasta hoy, se descubren tres niveles
con funciones principalmente militares. Ya dentro de la casa fuerte las dependencias
estantes estaban dedicadas al alojamiento, a soportar las necesidades domésticas
y al almacenamiento de producciones agrarias, destacando una bodega que llegó
a tener ciento treinta y seis tinajas con capacidad para 7.000 arrobas de vino. El
conjunto de estas dependencias interiores se disponían en tres patios almenados y
amurallados entre sí.
Del mismo modo que no hay castillo sin castellano, catedral sin obispo, palacio sin
señor o monasterio sin abad, no hay casa fuerte sin comendador. El comendador
como tal era un señor feudal que recibía a cambio de su fidelidad y como contra-
prestación a sus servicios, esencialmente militares en origen, un feudo de su señor
natural que es el Maestre de Calatrava y, desde los Reyes Católicos, del rey de
Castilla. Son, por tanto, representantes de la élite social del Antiguo Régimen, que
no han nacido en Manzanares pero que reciben la encomienda, sus bienes y tributos
para su lucro personal a cambio de sus compromisos, que son el mantenimiento
de los inmuebles para la función de defensa y la acumulación de las producciones
agrarias y la defensa del territorio con las lanzas y pertrechos militares que le fuesen
asignadas.
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fanegas de tierra de sembradura en el Cuarto Alto y las ocho eras que había junto al
castillo y que han subsistido hasta hace unos pocos años. Los ingresos se redon-
deaban con la exacciones señoriales vinculadas al diezmo; de él correspondían a la
encomienda dos terceras partes del diezmo de la producción de cereales y vino de
Manzanares, Moratalaz y Aberturas y El Peral, dos terceras partes del diezmo de ga-
nados, queso y lanas de Manzanares, 15 de lo producido por los molinos del Azuer,
el diezmo entero de huertas y azafrán, lino, cáñamo y los mostrencos encontrados.
Todo esto daba un valor anual a la encomienda que metódicamente era registrado
en las visitas. Así por ejemplo, en 1511 estaba valorada la encomienda en 271.880
maravedíes, en 1562 en 4.939.735 de maravedíes, en 1616 en 6.000.000, en 1630
bajó a 2.437.500, en 1712 eran 2.698.878 y en 1809 en la desorbitada cantidad de
13.233.000 maravedíes. Estas variaciones tan bruscas hicieron que se la conociera
como la “encomienda loca”, pero a pesar de ello siempre fue codiciada por la aristo-
cracia militar y de servicio del reino de Castilla.
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HISTORIA DE MANZANARES
frutos y beneficios y cumplían con sus obligaciones, aunque las funciones de servi-
cio militar personal no las ejercieran.
Y, por último, correspondió la propiedad a los infantes don Felipe, don Francisco
Xavier y don Antonio Pascual. Todos estos personajes sólo buscaban la rentas seño-
riales que devengaba anualmente la encomienda más rica del campo de Calatrava,
rara vez visitaban el Castillo, salvo para la toma de posesión en la que escenificaban
teatralmente los derechos de propiedad abriendo o cerrando alguna puerta; quien sí
vivía en el castillo era el alcaide o mayordomo, un hidalgo segundón que velaba por
los intereses de los propietarios; entre ellos es muy particularmente conocido don
Francisco de Ulloa, que en 1555 llevó a cabo una de las reformas más destacadas
del castillo y elevó el valor de la encomienda muy considerablemente con inversiones
muy cuantiosas, como fue la construcción de la casa de la tercia.
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La Mancha. Con él, el edificio se convirtió en la sede de la fuerza militar y también del
gobierno y de la superintendencia y además de su refuerzo interior se acometieron
obras en el entorno, derruyendo el convento de carmelitas y la ermita actual de San
Blas para aclarar el campo de tiro.
22
FC-Mº_HACIENDA_VENTA_BIENES,N.57. Boletín General de Venta de Bienes Nacionales,
Nº1808, de 28 de Mayo de 1864.
40
3
La encomienda y su territorio
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D
esde sus mismos comienzos en el siglo XIII, uno de los pro-
cesos históricos principales que tuvieron que abordar nuestro
pueblo y nuestros antepasados fue la conquista de un terri-
torio propio y no fue fácil porque nos costó trescientos años
conseguirlo.
Hasta el siglo XV la encomienda de Manzanares asumió como territorio propio los tér-
minos que tenía adjudicados Moratalaz desde los deslindes realizados en 1232 y 1239
con las órdenes militares de San Juan y Santiago. No obstante, desde entonces mu-
chos territorios, en particular las dehesas de Moratalaz, Mantamediana y Aberturas que-
daron de uso común con Daimiel, Membrilla y Valdepeñas. La pujanza de Manzanares
en el siglo XV coincidió con el despoblamiento de Moratalaz y fue entonces cuando
surgieron fuertes disputas sobre los términos de la encomienda, ya que las villas y luga-
res circundantes siempre negaron que Manzanares tuviese territorio propio, motivo por
lo que, según su criterio, se usufructuaban los pastos y ganados libremente y desde
tiempo inmemorial. Aun en el siglo XX me cuentan que los pastores de Membrilla tenían
el derecho reconocido de abrevar sus ganados en el pozo que todavía existe en uno de
los soportales de la misma plaza de la Constitución, junto a la “casa de Josito”23.
Desde 1239 hasta 1423 solamente conocemos, por el momento, tres documentos
medievales sobre nuestro pueblo y ninguno es original. Uno se conserva en versión
de 1575 de otro anterior de 1268 por el que el maestre Juan González delimita el
término de Daimiel con Torralba, Torroba, El Moral, Almagro, Manzanares y el río
Guadiana24. El segundo es del año 1352 y es fundamental para conocer la forma-
ción de la ciudad, y el tercero es una sentencia de 1398 sobre amojonamiento de
términos entre Valdepeñas y Aberturas25.
Ante la carencia de un coto redondo y a pesar del reconocimiento expreso de los
usos y aprovechamientos comunes que desde 1239 permitía el acuerdo de límites
23
Para esta cuestión es muy interesante la novedosa documentación aportada por Clara ALMA-
GRO VIDAL (cit. up supra) de la Chancillería de Granada para su estudio dirigido por el profesor Rafael
VILLEGAS DÍAZ, un gran conocedor del Campo de Calatrava.
24
CIT: VIÑAS y PAZ, Relaciones...Ciudad Real, pp. 235-236
25
AGP. Encomiendas, leg. 92, fol. 61-62
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En primer lugar, se desarrolló una explotación de rivera en torno al río Azuer y al acuí-
fero que subyace en buena parte del pueblo y sus alrededores, utilizando tanto las
derivaciones y acequias del mismo río como, sobre todo, las norias de cangilones
movidas a partir de tracción animal; las producciones básicas fueron las hortalizas,
los frutales y especialmente el azafrán, del que se podían recolectar cuatro cosechas
y media cada seis años. Para el desarrollo de esta agricultura de regadío, nuestros
antepasados construyeron “madres” a lo largo de toda la vega, la primera entre el
molino de Santa Ana, que es propio de Membrilla y el Puente de la Reina, la segunda
entre este puente y el Puente de los Pobres, la tercera es la del Paseo del Río, que
vuelve a conectar con el río en el comienzo del camino de Daimiel y la cuarta que
recorría la vega casi hasta la Casa del Conde.
El otro componente de esta economía agraria de rivera fueron los molinos hidráulicos
que funcionaron a pesar de la estacionalidad del caudal del río. Si el término “Azuer”
procede de la palabra árabe “azud” o cauce y de “azuda” o molino, en nuestro pue-
blo siempre se hizo alarde de grandes obras de ingeniería hidráulica relacionadas
con ello y con la agricultura de regadío. Como consecuencia de lo llano del terreno
fue necesario hacer derivaciones de extraordinaria envergadura, entre ellas destaca
45
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Molino Grande
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el caz del molino de don Pedro Fernández de Salinas, cuyo diseño de 1616 conser-
vamos en un plano de Esteban de Perola28. Este personaje emprendedor derivó el
curso del río a la altura del puente del camino de Almagro para conducirlo a través
de un caz más cercano al pueblo que ha subsistido hasta hace pocos años y en
el que algunos hemos jugado peligrosamente en las crecidas esporádicas. El agua
que conducía esta derivación se dedicaba para riego de huertas y, sobre todo,
para abastecer la presa del molino grande todavía en pie. En 1752 y con motivo de
responder el interrogatorio del Marqués de la Ensenada, los más sabios del lugar
citan, además del Molino Grande o de don Pedro, los siguientes ingenios molinares:
molino chico sito en la confluencia del caz de molino grande con la madre vieja; por
encima de él, en otra derivación, estaba el molino de don Blas del que quedan los
restos de sus presas; el molino del Carnicero, posiblemente situado a la altura de
la Casa del Conde; y el molino de Moratalaz, del que quedan también restos de su
presa. Pero como todos sabemos, nuestro río Azuer tiene sus límites y por ello se
desarrolló una alternativa con los molinos de viento que aún hoy tienen una calle de-
dicada y que al parecer terminaron siendo un fracaso y con los molinos de tracción
animal, de los que había en aquellas fechas cinco, uno en la calle Ancha, otro en
la de los Serranos, un tercero en la calle de Rada, el cuarto en la calle Fortuno y el
quinto en el Toledillo.
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término eran 1.460.000 y los olivos 60.000 pies, algunos en cultivo mixto con las
viñas.
En un tercer semicírculo, más o menos a una legua del pueblo y ya hasta los confines
del término, quedaban las tierras dedicadas a dehesas y tierras baldías. Así, se esta-
blece en 1752 que para dehesa se reservaban 4.400 cuerdas y quedaban 10.500 de
baldío. A esta superficie se añadían con la misma dedicación agrícola los bienes comu-
nales o de propios y los reservados a la Encomienda. En su conjunto se incluían amplios
parajes de lo que hoy conocemos como los Cerros hasta la Bachillera, la dehesa de
La Mancha, amplias zonas a uno y otro lado de la Cañada del Guadiana y Camino de
Murcia hasta Madara y de allí por las lindes del término hasta Moratalaz, Cuarto Alto y el
Monte de Siles rematando en la dehesa de Matamediana.
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actividad que se generaba en dos ventas, siete mesones y dos casas de trucos; los me-
sones y posadas estaban en la plaza del concejo, en la calle de la cárcel y en la calle del
río dos de ellas30; las ventas estaban situadas una a unas dos leguas del pueblo al norte
en Venta Quesada, entonces propiedad de Juan Merino y donde se congregaba mucha
gente por estar en plena cañada real Soriana y por la vecindad de una casa de postas,
otra a una legua en la misma dirección que aún hoy se conserva milagrosamente con el
nombre de Casa de Don Juan, entonces venta del Tizón y la tercera estaba en Aberturas,
hoy Consolación, propiedad del presbítero José Villareal. Los siete mesones eran además
posada y pertenecían también a Juan Merino, al presbítero Triviño, a Francisco Quesada
y al Conde de Sevilla la Nueva. Y en cuarto lugar, se desarrolló una importante actividad
económica en torno a las herrerías y las carreterías.
30
Estas posadas han desaparecido recientemente, tanto que yo las he conocido. Aunque hoy
no queda ninguna en píe, hay cierta tradición, no confirmada, que sitúa una de estas posadas en el la
plaza de Santa Cruz.
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La formacion de la ciudad y
su evolución
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A
l Noroeste del castillo y a unos cien pasos del foso surgió el lugar
de Manzanares. Como ya dije, fue un proceso natural propio del
sistema de ocupación social del espacio de los territorios de órde-
nes militares. Entre 1239 y 1352 la villa se desarrolló recogiendo
población de Moratalaz, del asentamiento de Argamasilla de Pilas
Bonas y posiblemente de los habitantes de Calatrava la Vieja que habían abandona-
do la ciudad y se habían repartido por toda la comarca del Campo de Calatrava.
Sepan cuantos esta carta vieren como ante nos frey Juan Núñez por la gloria de
dios Maestre de la caballería de la Orden de Calatrava aparecieron Diego Pérez e
Diego Juan alcaldes e Alfonso Ibáñez alguacil e Benito Pérez e Gonzalo Martínez
de don [Latrón] e Diego Serrano e Sebastián Pérez e Diego Pérez de la Membrilla
e Pedro Magaña e Miguel Magaña e Miguel Pérez hijo de Martín Millán vecinos de
Manzanares procuradores del concejo de dicho lugar de Manzanares especialmente
para se avenir con nos en razón de la cerca que nos tenemos por bien de mandar
facer en el dicho lugar de Manzanares que todo esto mejor e más complidamente
se contiene en la carta de procuración que en esta razón fue fecha la cual pareció
31
Véase el libro 1347 de la sección de Ordenes Militares del Archivo Histórico Nacional, que
está titulado como Escrituras de Calatrava desde el año de 1341 hasta el de 1360 inclusive. También
se encuentra una copia en la Colección Salazar y Castro de la Real Academia de la Historia y ha sido
publicado por CORCHADO SORIANO en la obra citada y por GARCÍA NOBLEJAS. A mi me toca en
estos momentos la responsabilidad administrativa de su conservación como Jefe del Departamento de
Conservación del Archivo Histórico Nacional.
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ante nos e ante los testigos de esta carta sana e firmada e signada que esta fecha
en esta manera. Sepan cuantos esta de procuración vieron como nos el concejo e
los hombres buenos de Manzanares lugar que es de la orden de Calatrava estando
todos ayuntados en la iglesia del dicho lugar a campana [tañida] según habemos de
uso e de costumbre otorgamos e conocemos…
La carta de poder a que alude se inserta íntegra y la firma nuestro escribano público,
Felipe Sánchez, asistiendo entre otros testigos nuestro primer cura conocido, Fortún
Pérez, y un carnicero llamado Miguel Domingo. Pero lo más destacable de todo ello
hasta ahora es que la villa dispone de un regimiento estable formado por regidores y
tiene recursos para financiar a sus funcionarios de justicia que son dos alcaldes, un
alguacil y un escribano, lo cual denota una notable envergadura urbana y un nivel de
organización concejil complejo y completo. La iglesia estaba construida y debía ser
el edificio más representativo del casco urbano, pues a falta de una casa del concejo
servía de sede del poder civil ciudadano que hacía en ella sus juntas para gobernar
el pueblo.
En aquellos años primeros del reinado de Pedro I Castilla se vivía una situación de
guerra civil y la Orden de Calatrava lo sabe y, por ese motivo, debía propiciar la
fortificación de sus ciudades. Manzanares acordó con el Maestre una exención de
impuestos ordinarios como el de calzas que se paga en San Miguel, el de vasallos
y acémilas, así como los pedidos y servicios extraordinarios. Se exceptuaron las
gallinas, las penas y caloñas y los diezmos que deberán seguir pagándose a Urraca
Fernández, propietaria de la encomienda. La exención se hará efectiva el día 1 de
enero de 1353 y se mantendrá hasta el 31 de diciembre de 1358. A cambio de ello,
el concejo debía construir una cerca que quedó minuciosamente detallada en sus
características arquitectónicas:
… que seáis obligados de cercar el dicho lugar de Manzanares en estos dichos cin-
co años que nos vos facemos esta merced la cual cerca habéis de facer en derredor
del dicho lugar por el lugar que nos el dicho Maestre e vos los dichos procuradores e
concejo lo […] e medimos que fallamos por la dicha medida que montan quinientos
e treinta tapias el primer cerco en derredor del dicho lugar e habéis de hacer la dicha
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cerca en esta manera, el primero año que será en la era de XCI años que fagades el
cimiento en derredor del logar que sea fecho de cal e de piedra de una tapia en alto
e en los otros cuatro años primeros siguientes que fagades en derredor del dicho
lugar el adarve de cuatro tapias en alto de buena tapia gruesa de tierra e otra tapia
angosta encima que sea antepecho e encima sus almenas en que los dichos cuatros
años que fagades cada año una tapia en derredor del dicho lugar e el postrimero año
que fagades el dicho antepecho e almenas e que fagades encima del dicho adarve
todo en derredor el suelo de cal e de arena fasta dos palmos en alto e le fagades
el ala de losas por do vierta el agua fuera del dicho adarve e la marca del cimiento
e de las tapias gruesas que sean tan anchas como el adarve del castiello del dicho
lugar e que aya cada tapia en alto cinco palmos e otrosí que fagades las saeteras de
las tapias que […] fueren de cal e de arena e que fagades tres puertas en la dicha
cerca por do entren e salgan al lugar do entendieren que más complieran en guisa
que todas estas labores e cada una de ellas sean bien fechas e acabadas de cada
uno de los dichos cinco años.
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puerta por la que accediese la vía de comunicación del Norte, es decir, que enlazase
con el camino de Toledo y también con la Real Soriana. El trazado originario de este
acceso discurría por la calle de Toledo, la calle del Morago y Villarreal para llegar al
Castillo y seguramente se derivaba hacia el interior de la ciudad por una puerta que
es más probable estuviese en el inicio de la calle Empedrada, aunque se podría ubi-
car también en la calle del Doctor Fleming a la altura de la Casa del Santo, quedando
a la altura en este punto pero extramuros de nuevo un edificio religioso conventual,
el convento de las Franciscanas. La tercera puerta debía estar preferentemente al
final de la calle de la Cárcel, procurando la conexión con las comunicaciones hacía
el Sur y del Oeste de la ciudad, es decir, enfocando con el camino de Almagro, hoy
avenida de Andalucía, y con el camino de Daimiel, hoy calle de Cristóbal Colón.
En algunos documentos muy posteriores se puede leer que intramuros habría unas
doscientas casas de habitación, lo que supondría que en la villa de Manzanares
vivían entre ochocientas y mil almas o habitantes ya en el siglo XIV. El callejero medie-
val estaría compuesto, además de los ejes citados, por una sola calle con la misma
orientación de la calle del Carmen, que es la conocida hoy como calle del Manifiesto
y las demás serían perpendiculares, Empedrada y calle de la Cárcel, calle de las
Monjas con calle Honda y calle del Maestro don Cristóbal.
Manzanares tuvo un segundo desarrollo urbano y demográfico al filo del siglo XVI.
Esto provocó que la ciudad se desbordase al otro lado de las murallas, las cua-
les desaparecieron engullidas por el nuevo caserío que en 157932 contaba ya con
seiscientas casas. En el año 1752 se alcanzaba la cifra de mil trescientas casas
habitadas por mil cuatrocientos vecinos. Este crecimiento, con sus altibajos, se pro-
dujo sobre las vías de comunicación de acceso a la villa, ahora bien, evitando dos
direcciones, la del camino de Membrilla, porque las eras de la encomienda servían
de freno y el Suroeste, porque el río hacía la misma función. Los ejes de desarrollo
serán tres, por un lado el entorno de la calle Villarreal, entre ella y la villa y al otro lado
con varias calles paralelas como la de la Tercia, el Toledillo y en cierto modo también
la de la Virgen; el segundo eje distribuidor se configuró en perpendicular al eje an-
32
Véase Relaciones Topográficas…, resp. 39
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Calle Ancha
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terior sobre las calles de la Prensa, Anega y San Marcos; y el tercer eje tomó forma
a partir de las calles de Toledo, Carrilejos, Camarenas, calle Ancha (hoy Jesús del
Perdón), la calle de Bolaños (hoy de la Vera Cruz) y la calle del Río o camino de Dai-
miel, con un conjunto de perpendiculares en semicírculo desde el más próximo a la
ciudad medieval, formado por la calle de las calles Mayorazgo-Trompas (hoy Reyes
Católicos) y así sucesivamente hasta la calle de los Serranos (calle de la Paz y de la
Soledad), ya en las inmediaciones de la ermita de Santa Quiteria.
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“de las Palomas”, mi abuela “de las Flores”, porque en su niñez a principios del siglo
pasado fue cuando se plantó el jardín y que siempre fue la “Plaza Pública o del Ayunta-
miento”, hoy de la Constitución. Con la expansión urbanística que estamos describien-
do hasta el siglo XVIII, surgió una competidora que fue la Plaza del Gran Teatro, con las
que no tenían mucho que hacer las pequeñas plazuelas como la del Matadero, la de las
Monjas o San Blas. La calle Empedrada, así denominada porque fue la única asfaltada
hasta el siglo XX y la calle de la Cárcel serán los ejes comerciales de la villa, pero a partir
del siglo XVI. Tanto en ellas como en la Plaza Pública y en sus confluencias se ubicaron
los artesanos, la casa del pósito, la de postas, los mesones y casas de trucos y, por
supuesto, la sede del Consistorio y la cárcel pública situada junto al edificio de la justicia
en la calle de la Cárcel, acera de la izquierda según se baja.
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33
Los fondos documentales de ambos conventos, aunque escasos, se conservan en el Archivo
Histórico Nacional, sección de Clero Regular y Secular. No obstante, mucha información adicional se
puede localizar en el Archivo del Consejo de las Ordenes Militares.
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Detalle del convento de las Franciscanas Convento de las Concepcionistas de San José. Antiguo
Calzadas de la Purísima Concepción convento carmelita de Nuestra Señora de Gracia
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Las ermitas que tuvo Manzanares fueron muy numerosas y se situaron como un
rosario alrededor de la ciudad. En las Relaciones Topografías de Felipe II34 se indica
que hay en esta iglesia vieja que solía ser la iglesia parroquial una ermita de Nuestra
Señora de Gracia donde acude gran parte del pueblo por devoción particular que
tienen y hay ansimismo otras cuatro ermitas dentro de la villa que son San Juan, San
Sebastian, San Anton y Santa Quiteria y en los términos de ella San Cristóbal y San
León y San Marcos… a dos leguas de esta villa hacia el mediodía hay una ermita de
Nuestra Señora de las Aberturas.
En el siglo XVIII el cura Camacho, que algo debía saber de esto, decía que hay intra-
muros seis ermitas, una con advocación de San Juan Bautista con su cofradía y en
dicha ermita está la imagen de Santa Bárbara con su cofradía. Otra ermita de Nuestra
Señora de Gracia, de prodigiosa escultura, con su cofradía que se compone de los
señores del pueblo, los que cuidan de las alhajas y adorno de la imagen, que son
bastantes y de sumo valor; dicha ermita es muy capaz y tiene su casa accesoria que
habita su santero, hay en dicha ermita la imagen de San Marcos con su cofradía.
Otra ermita con la advocación de Santa Quiteria, con su cofradía, en cuya ermita se
hayan las imágenes de Nuestra Señora de la Paz y San Ildefonso, con sus respecti-
vas cofradías. Otra ermita con la advocación de San Anton Abad, la que se mantiene
y se edifica con la devoción del pueblo, que es suma. Otra ermita con la advocación
del Señor San Sebastián en la que se haya la imagen de Jesús Crucificado con el
titulo de Piedad. Otra ermita con el título de la Vera Cruz, que en tiempos antiguos
fue parroquia y el patrón o tutelar de ella es Nuestro Señor Crucificado, con el título
del Valle, en ella se haya la imagen de Nuestra Señora de la Soledad, la de Jesús de
la Columna, con su cofradía de nazarenos, la de Jesús Arrodillado, título del Perdón,
imagen prodigiosa con su cofradía de nazarenos y capilla separada, la del señor
Juan, con igual cofradía […]asimismo se haya en dicha ermita la imagen de Nuestra
Señora de la Cabeza con su cofradía y la del seráfico padre nuestro San Francisco
de Asís […] Extramuros de esta villa e inmediata a ella se haya la ermita del señor San
Isidro Labrador con su cofradía y en dicha ermita las imágenes de Nuestra Señora
34
Relaciones Topográficas de Felipe II, respuesta 51 y 56. Una relación de fundaciones y cofra-
días para el año 1638 en AHN, Consejo de las Órdenes, leg. 6099.
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de Velen y señor San Antonio de Padua con sus cofradías y la de San León y San
Vicente con su santero en casa accesoria.
De las ermitas del campo solo queda en pie la de Siles, que tuvo la advocación de
La Magadalena, hoy dedicada a San Isidro, cuya romería todavía concita a los man-
zanareños el día 15 de mayo, y han desaparecido la de San León, que estaba en el
Torreón y la de San Cristóbal, que estaba en los confines del término, en San Mar-
cos. Por último la de Nuestra Señora de las Aberturas hoy es el santuario de Nuestra
Señora de Consolación, que estaba compartida hasta el siglo XVIII con Valdepeñas
y Membrilla.
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encontramos frente a la plaza de toros y que convocó una gran devoción; según
me contaba mi abuela, las ofrendas eran muy frecuentes, siendo una de las más
recurrentes caminar de rodillas hasta el pequeño templete. La Candelaria y la Divina
Pastora completaron ya en el siglo XX y, por tanto, siguen siendo arquitecturas dedi-
cadas al culto, la historia de nuestra topografía religiosa urbana.
Los momentos de desarrollo económico de los dos últimos siglos propiciaron su-
cesivos ensanches de la ciudad. Sin perjuicio de que la ciudad siguió creciendo
continuando los ejes de desarrollo urbanístico que marcaban las calles del río, la
calle Ancha y la calle de Toledo, el período de expansión económica y demográfica
que tuvo Manzanares entre 1870 y 1930 supuso un gran impacto sobre la estructura
urbana de la ciudad, que amplió su caserío considerablemente y se la dotó de los
servicios básicos, especialmente de abastecimiento de aguas que sucesivamente
procedía, hasta 1905, de Máximo y la Noria del Buen Agua, desde 1905 de Siles,
por donación de la fuente que hicieron Agapito Chacón Salinas y Luis Ochoa y, des-
de 1922, de los Romeros y las Carniceras. Durante cincuenta años esa ampliación
urbana tomó dos direcciones: por un lado hacia las vías del tren, sobrepasándolas y
creando dos barrios, el de Madrid Moderno, que se construyó en la primera década
del siglo XX y el barrio de Salamanca, entre 1912 y 1922; la otra dirección fue el
Este siguiendo las calles San Marcos, Anega y Blas Tello, dando lugar al barrio de
la Sima entre 1870 y 1880, Barrio Nuevo entre 1890 y 1900 y, más recientemente,
entre 1926 y 1930, el barrio de Las Cábilas. En esta misma dirección se continuó la
expansión urbana de los años setenta hasta finales del siglo XX; el Parque, el Am-
bulatorio-Hospital y los centros de enseñanza que situaron en las huertas de las Pul-
gas, de Blas Tello y era de los Lagartos propiciaron que el caserío urbano saltase la
carretera de La Solana primero y la Avenida del Parque N-430 después, con barrios
como el Nuevo Manzanares hasta llegar al Polígono Industrial, que hoy actúa junto
con el cementerio viejo de freno a futuras expansiones. Por este motivo, en la prime-
ra década del siglo XXI, otro impulso de crecimiento ha conducido la ciudad hacía el
Este hasta la calle de la Carretera y el Sur, siguiendo la Avenida de Andalucía.
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Las Cábilas
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Sus gentes
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Escudo heráldico en la esquina de la calle de la Escudo heráldico en la esquina de las calles Monjas y Carmen
Cárcel con la Plaza del Ayuntamiento
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M
anzanares siempre fue una tierra de hombres libres. En las
Relaciones Topográficas se puede leer que “los vecinos de
esta villa son la mayor parte labradores e había doce casas
de hijosdalgo […]. En esta villa no hay personas que ten-
gan otros bienes ni granjerías sino solamente su labor y con
esto se sustentan medianamente”36. En el siglo XVIII 37, con motivo de la encuesta
del Marqués de la Ensenada38, se hizo una estructura social extraordinariamente
completa; los mil cuatrocientos vecinos del pueblo quedaban ordenados del si-
guiente modo: trescientos eran pobres de solemnidad, que es de suponer que
se ganaban la vida mendigando o haciendo tareas agrícolas estacionales, qui-
nientos eran jornaleros que trabajaban como mayorales, ayudadores o zagales
en la labor de la tierra; el grupo de artesanos llegaba a los ciento veinte vecinos,
destacando entre ellos casi ochenta que se ocupaban de artes relacionadas con
el vestido y el calzado. El resto estaba formado por los labradores propietarios,
por el grupo religioso, de los que se podían censar cuarenta eclesiásticos entre
presbiterios y clérigos de órdenes menores que formaron cabildo residiendo en
una casa comprada por el párroco fray Manuel de Oviedo y situada en la calle de
las Trompas desde finales del siglo XVIII, doce sacerdotes carmelitas y dieciséis
monjas de velo y por el grupo profesional dedicado a la administración de la res
pública. La élite social formada por una docena de familias sostenía su preeminen-
cia a través del control del poder local y de la propiedad de una buena parte de
la tierra, especialmente de la incorporada a partir de las roturaciones. Entre estas
familias estaban los Quesada, Merino, Salinas, Roncero, Trompo, Álvarez, Elipe,
Fernández-Caballero, Clemente, Porras, Calero, entre otras y alcanzaron su punto
de inflexión y transformación, que no necesariamente de declive, a partir de los
años treinta del siglo XIX.
36
Catastro de Ensenada, Respuestas 40 y 42.
37
La mejor guía para conocer la sociedad manzanareña de aquella época en, Juan DÍAZ-PINTA-
DO, Conflicto social, marginación y mentalidades en La Mancha (siglo XVIII), Ciudad Real: Diputación
Provincial, Área de Cultura, D.L. 1987. ISBN 84-505-5889-1
38
Catastro de Ensenada, Respuestas 32 y ss.
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Durante el siglo XVIII y comienzos del siguiente el caserío urbano alcanzó los mil
inmuebles de habitación, aunque hasta el año 1751 el número de habitantes se
mantuvo estable en la cifra de 5.571, que son los que se censaron con motivo del
Catastro de Ensenada, prácticamente los mismos datos del Vecindario de Campo-
florido del año 171242. En el año 1787 se llegó a los 6.806 habitantes43 y en 1826
ya éramos 9.100 almas según los datos recopilados por Sebastián de Miñano en su
Diccionario Geográfico y Estadístico. La historia demográfica de Manzanares a partir
de este punto es de máximo desarrollo vegetativo, que se alcanzó en preguerra co-
incidiendo con los ensanches y el desarrollo industrial y de depresión demográfica
que hizo caer la población por debajo de los 17.000 habitantes durante los años se-
senta, cuando miles de familias manzanareñas terminaron en los barrios y municipios
del Sur de Madrid como Horcasitas, Vallecas, Carabanchel, Getafe o Fuenlabrada y
algunas, las menos, en las localidades periféricas de Barcelona.
42
Biblioteca Nacional (Mss/2274)
Jerónimo LÓPEZ SALAZAR, Evolución demográfica del La Mancha en el siglo XVIII, Hispania
43
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Además de por el sistema fiscal municipal y de una cuarta parte de las penas y calo-
ñas, el concejo se financiaba con los aprovechamientos de lo bienes de propios, que
en el siglo XVIII estaban integrados por el Monte Viejo, la dehesa de Matamediana, la
dehesa de La Mancha, los pastos y aprovechamientos de pastos en viñas y olivares
y doce majadas de tierra de las que sólo cinco eran de labor. Entre los inmuebles
urbanos de que era propietario el ayuntamiento estaban las casas de consistorio en
la plaza, justo en el edificio que fuera biblioteca municipal, las casas de la carnicería,
la casa del pósito, la del peso, la cárcel situada
precisamente en donde se alza la nueva bibliote-
ca municipal y el corral del concejo, hoy hogar
del pensionista.
En nuestro pueblo la solidaridad con los más humildes y desvalidos, sobre todo
mujeres solas y ancianos, se institucionalizó a través de los hospitales, que no eran
centros sanitarios, sino albergues de acogida a veces permanente. Hoy la residencia
de la Milagrosa es heredera de aquella tradición, pues en su misma ubicación se
situó desde 148444 el hospital de Nuestra Señora de Gracia, fundado con la iniciativa
44
Esta es la fecha que nos da Inocente HERVÁS Y BUENDÍA, Diccionario Histórico, Geográfico,
biográfico y bibliográfico de la provincia de Ciudad Real, Ciudad Real, 1914. En las Relaciones Topo-
gráficas…, respuesta 54 lo sitúa ochenta años antes, es decir en 1499.
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La instrucción pública gratuita quedó organizada desde finales del siglo XIX y prin-
cipios del siglo XX en colegios formados por una o varias aulas repartidos por la
ciudad. El Toledillo para los barrios más humildes del Este, San Juan en la calle de
la Virgen, Alta Gracia en el Gran Teatro, otra escuela estaba en el Corral del Concejo
en la Paz y una más en Divina Pastora para Madrid Moderno. Todas se refundieron
en los últimos años del Franquismo en Altagracia, San Blas y Divina Pastora. A la ini-
ciativa privada se confió la educación de pago que se impartía en colegios femeninos
como el de las Concepcionistas de San José y La Milagrosa y en colegios masculi-
45
Capítulo 11 de GRUPO AL-BALATITHA, Los pueblos de la provincia de Ciudad Real a través de
las descripciones del Cardenal Lorenzana, Toledo, 1985.
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Gran Teatro
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nos como el de Don Cristóbal, que recogía la tradición salesiana. La Academia Lope
de Vega, que era privada y el Instituto Álvarez de Sotomayor, que acaba de cumplir
su cincuentenario, recogieron las enseñanzas medias de bachillerato y formación la-
boral, ubicadas ambas instituciones en el palacio de los Merino, hoy Centro Cultural
Ciega de Manzanares.
Los estudios superiores estaban más restringidos, pero no fueron pocos los manzana-
reños que los cursaron. Nuestra primera universidad de referencia desde 1510 hasta
1845 fue la Universidad Complutense de Alcalá de Henares. En sus fondos docu-
mentales encontramos al menos ciento cuarenta y siete referencias a universitarios de
nuestro pueblo desde Cristóbal de Villaescusa, que curso Cánones en 1541 y Pedro
Fernández Serrano Díaz, que fue becado del Colegio de San Ildefonso de esta univer-
sidad en 1551, hasta Tomás Valiente Merino y los hermanos González Elipe entre 1821
y 1826. Después sería la Universidad Central de Madrid, refundación de la universidad
cisneriana, y entre sus alumnos primeros encontramos a Joaquín Sánchez-Cantalejo,
que hizo leyes en 1850, a Alfonso Carrión-Vega Pinés entre 1847 y 1855, o al notario
y diputado José Criado Fernández-Pacheco, que se graduó en 1894. Estudiantes de
ciencias fueron Tomás Corchado Soriano en 1919 o Ramiro Fernández-Pacheco Fer-
nández, licenciado en 1921 y que ejerció como oculista en el pueblo46.
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HISTORIA DE MANZANARES
La calle Empedrada, única con este pavimento en el pueblo, la plaza del concejo y
la calle de la Cárcel tenían un constante trasiego de personas que iban de paso o se
hospedaban en sus mesones o jugaban en sus casas de trucos al truque, que es
nuestro juego local predilecto de naipes. Todo se aceleraba en las fechas de la tras-
humancia, cuando los serranos bajaban con sus ganados en las semanas cercanas
a la festividad de Todos los Santos y subían ya próximos a San Juan. Por ello, son
frecuentes los pleitos entre los agricultores y los ganaderos50 y entre los naturales y
Judíos y criptojudíos en Manzanares a finales del siglo XV, Revista de la FERCAM, 2008, p. 27 y ss.
49
M. GOMEZ VOZMEDIANO, Picaros y hechiceras en el Campo de Calatrava (siglos XV-XVIII), en
“Entre la cruz y Miraflores. Piedrabuena, espacio histórico y natural”., Piedrabuena, 2003. El pleito se
encuentra en el Archivo Diocesano de Toledo, Pleitos, Sala 7.
50
Véase en el Archivo Histórico Nacional el Archivo de la Mesta y de la Asociación General de
Ganaderos del Reino. Para las cañadas reales el inventario firmado por Juan RAMÓN ROMERO.
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Plaza de Toros
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Por tanto, nuestra fiesta grande siempre ha sido la segunda semana de agosto y no
podía ser de otra manera por los ciclos agrarios, cuya finalización coincide en el ca-
lendario con la festividad de Santa María. Además no tenía asociado una feria, por-
que Manzanares nunca tuvo feria hasta que se creó la “Feria del Campo” en 1960.
A esta fiesta esencialmente laica y del concejo se le unieron las fiestas de los barrios
detrás de las cuales estaban las ermitas y sus hermandades; las más tradicionales
desde el siglo XVI eran las de San Antón, Santa Quiteria y la Vera Cruz que, con la
incorporación del culto a Nuestro Padre Jesús del Perdón, pasó a fiesta local, ya que
es nuestro patrono y se celebra el 14 de septiembre. San Antón ha tenido siempre
una especial consideración en los manzanareños por su vinculación con los labrado-
res y sus animales e inicia el ciclo de celebraciones, a las que le siguen La Paz y San
Blas, más la Candelaria, con lumbre y procesión. El carnaval venía a continuación
en el calendario y siempre fue espléndido en Manzanares, sobre todo cuanto más
prohibido estuvo, más que festivo y folklórico era provocador y asustador, sobre todo
aquellos que decíamos “mascarones” siempre solitarios, gigantes e irreconocibles
que producían terror en niños y mayores. La primavera nos traía la Semana Santa,
época de dulces y cochifritos y también de luto cristiano, sobre todo en la sublime
Procesión del Silencio. El buen tiempo nos traía la única romería que hoy continúa, la
del 15 de mayo en honor a San Isidro Labrador; el monte y fuente de Siles se llena
de romeros, que más que a la ermita van a pasar un día de fiesta y zurra. El ciclo de
fiestas religiosas de primavera se cerraba con el Corpus, fiesta grande en Manzana-
res como era tradición en todo el arzobispado de Toledo; en el siglo XVI se celebraba
el 14 de junio y es de trágico recuerdo, porque en 1571 se produjo el incendio de la
iglesia por culpa de un velón mal apagado.
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Crisis y metamorfosis
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D
urante los siglos XIX y XX se produjo una metamorfosis total del
sistema de organización y explotación del territorio que hasta
1836 había sido encomienda de Manzanares y que pasará a
ser término municipal. El distrito de la encomienda se finali-
zó de redondear en el siglo XIX con la desamortización de los
territorios de las órdenes militares y su reemplazo por los términos municipales
actuales, que surgieron a partir de 1835. En este punto, mucho se ha ganado
con respecto a la indefinición de los siglos medievales, aunque también se perdió
algún territorio como el de Las Aberturas y, hace pocos años, el territorio que se
corresponde con Los Llanos, todavía llamado del Caudillo. Sobre las tierras del
despoblado de las Aberturas se mantuvieron los derechos de aprovechamiento
hasta el siglo XVIII y se perdieron a favor de Valdepeñas. De aquel pasado, actual-
mente queda el santuario de Nuestro Señora de la Consolación y la tradición de
las tres puertas de la iglesia, una para cada uno de los tres pueblos que tenían
derecho sobre su término, Membrilla, Manzanares y Valdepeñas. En cuanto a Los
Llanos, su historia comenzó el 6 de julio de 1956, cuando se firmó el decreto de
creación de esta pedanía que atrajo unas noventa familias para repoblar, roturar
y explotar estas tierras aprovechando el acuífero 23 con modernas técnicas de
extracción y regadío. A cambio de una parte de su producción se les dio casa,
una pareja de bueyes y unas cinco hectáreas de cultivo. En los años noventa,
los 20 kilómetros cuadrados de la antigua dehesa de La Mancha se segregaron
formando municipio propio.
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52
Véase sobre ello A. GARCÍA NOBLEJAS Manzanares: guerra de la Independencia, Instituto de
Estudios Manchegos, Ciudad Real, 1982. Una interpretación diferente en mi artículo Manzanares y los
manzanareños ante la Guerra de la Independencia. Revista FERCAM, 2008, p. 6 y ss.
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solo contribuyeron con 87.378 reales, Daimiel 51.372 reales, Almagro 67.000 rea-
les y Ciudad Real con 80.000 reales; mientras, y en cuanto al sorteo de los mozos,
hubo localidades como Infantes o Alcázar que se exceptuaron del sorteo y el resto
que sí contribuyeron no consintieron en mandarlos a reforzar el Ejército de Andalu-
cía, como le tocó a Manzanares, sino a la milicia de La Mancha, lo que les permitía
quedarse cerca de sus hogares.
Esta guerra ha dado lugar a varios mitos en nuestra cultura contemporánea. Nos
ha proporcionado “héroes”, como el de nuestro párroco Álvarez de Sotomayor, de-
vociones milagreras en torno a nuestro patrono, Nuestro Padre Jesús del Perdón,
ante el que rindió su fajín el general Sebastiani; y también nos ha proporcionado el
apelativo de “franceses”, que históricamente no tiene mucha justificación salvo que
se cambiase por el de “afrancesados”, en tanto que sí parece que la ideología liberal
progresista ya entonces había empezado a arraigar en las élites sociales manzana-
reñas, a pesar seguramente de nuestro párroco.
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Cárcel Nueva
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1939-1948, son un fiel reflejo de aquellos tiempos de odios y rencores. Pero quizás
las consecuencias más traumáticas de todo aquello fueron los amaneceres rotos de
toda una generación, la de los niños de la guerra, la de nuestros padres, a los que
les esperaban cuarenta años de pobreza y emigración.
Manzanares ha cambiado mucho en los últimos treinta años y ello se refleja tanto en la
estructura social como en la productiva. Nuestro pueblo ya no se dedica esencialmen-
te a la explotación de la tierra; la industria y los servicios compiten o incluso superan
al sector agrario. Pero para llegar a esta situación se ha producido un proceso histó-
rico de larga duración que arranca en el siglo XIX y que, con distintas velocidades, ha
culminado en esta década primera del dos mil. No obstante, esta transformación se
ha producido sobre un elemento esencial de nuestra personalidad histórica, nuestra
situación geográfica en la red de comunicaciones regionales y nacionales, que se vio
reforzada por dos hechos transcendentales, que son la llegada del ferrocarril el 1 de
julio de 1860 y el desarrollo constante de la red de carreteras nacionales, primero, y
autonómicas, después, sobre los caminos romanos y de la trashumancia.
El primer episodio de este proceso se produjo en la segunda mitad del siglo XIX en
paralelo al aumento demográfico y estuvo vinculado al desarrollo de las industrias de
transformación de las principales producciones agrarias de nuestra tierra, el cereal
y el vino. Dos hitos muy importantes se pueden señalar como representativos: uno
fue la fundación en 1900 de la fábrica de harinas, de la que se hicieron cargo dos
familias burguesas, los Ayala y Juan, que crearon una factoría capaz de molturar se-
senta toneladas de grano al día; y otro fue la implantación de una industria vinculada
al vino y a su destilación. De nuevo, importantes familias de la burguesía liberal como
los Conca, los Marines y los Islas crearon en el entorno de la línea férrea imponentes
factorías de destilación, algunas de cuyas torres aún se conservan; especial men-
ción merece la bodega y destilería de Jiménez-Lamothe58, una sociedad malagueña
que pudo destilar aquí a finales del siglo XIX el famoso coñac 1866, al menos hasta
58
Artículo muy interesante al respecto de La bodega “Jiménez y Lamothe” (Málaga y Manzanares).
Un modelo industrial vinícola europeo de finales del siglo XIX de Juan DE ÁVILA GIJÓN GRANADOS en
Revista FERCAM, 2008, p. 16 y ss.
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Fábrica de Harinas
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1920, cuando fue adquirida la bodega por el Marqués de Larios, aquí conocida
como “Bodega de El Aguila”, que desapareció en los últimos años de la década de
los sesenta, retomando su actividad décadas después con la moderna factoría de
Madara. Por otro lado, la tradición bodeguera de hacer vino a granel directamente o
a través del sistema de las maquilas por los pequeños, medianos y grandes propie-
tarios se mantuvo en Manzanares hasta el tardofranquismo, y prácticamente no hay
casa del casco antiguo que no cuente con una cueva y sus tinajas. La crisis de estas
empresas que no supieron o no pudieron afrontar la modernización que imponía el
mercado, provocó que la industria de la producción del vino se refugiase primero en
el movimiento cooperativista, del que es un magnífico ejemplo la Cooperativa Nues-
tro Padre Jesús del Perdón, que comercializa dos vinos de renombre como son el
Yuntero y el Tempranillo, y después en las nuevas iniciativas empresariales como la
Vinícola de Castilla.
Otras iniciativas industriales del siglo XIX y principios del XX terminaron en fracasos,
algunos pintorescos, pero que son dignas de recuerdo. Entre ellas hay que citar el in-
tento de implantación de una central de producción eléctrica al frente del cual estuvo
Diego Martín Quevedo, quien el 13 de abril de 1894 fundó la Compañía Termoeléc-
trica en Manzanares, de la que también formaron parte Isaac Peral y Agatino Chacón
Salinas. Para poner en marcha la que hemos conocido siempre como “fábrica de la
luz”, se adquirió una caldera de vapor en Inglaterra, que comenzó a suministrar luz
eléctrica al pueblo de Manzanares el día 12 de junio de 1895. En 1907 dejó de ser
viable este servicio y fue reemplazado por la tecnología hidroeléctrica que suminis-
traba luz al pueblo desde las Lagunas de Ruidera. También es digna de mención la
creación de una poderosa industria de transformaciones cárnicas, el conocido como
“matadero de La Clementa”, que aunque se radicó en el término de Membrilla, fue
una empresa propiedad de una rica burguesa radicada en Manzanares, cuya casa
solariega era el actual edificio de correos de la plaza del ayuntamiento, empresa
que antes de la Guerra Civil dio por primera vez trabajo industrial a muchas mujeres.
Otras industrias que terminaron desapareciendo fueron las tejeras en torno a la dé-
cada de los años treinta, siendo sus últimos productores las familias Cotillo-Reviñe,
Gallegos y Pizarroso-Domínguez.
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Parador de Turismo
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Del mismo modo, la hospedería, que había sido una industria tradicional durante los
siglos XVI a XVIII, fue perdiendo importancia al ritmo que las vías de comunicación
mejoraban y la distancia con Madrid, 176 km, se hacía más llevadera. No obstante,
Manzanares volvió a ser un pueblo pionero al formar parte de un plan nacional, tan
típicos de la Dictadura de Primo de Rivera, que preveía la construcción de los pri-
meros doce albergues nacionales en 1928; los arquitectos ganadores del concurso
fueron Martín Domínguez y Carlos Arniches, aunque las obras no finalizarán hasta
1932. Esta institución subsiste dentro de la red de Paradores Nacionales y el edificio
conserva interesantes anécdotas vinculadas con figuras insignes de la España del
siglo XX; entre sus huéspedes figuran Sánchez Mejía que se alojó en una de sus
habituaciones el día antes de su cogida mortal, hecho que se volvió a repetir con
Manolete; también era muy frecuente la visita del dictador Franco, que en sus baja-
das a las cacerías en Santa Cruz, Andújar y Cazorla pernoctaba en este parador, te-
niendo siempre al efecto habitación y vajilla para su uso personal. De nuevo, muchas
mujeres encontraron en esta industria una salida y una alternativa e, incluso, algunas
de sus trabajadoras dieron amplias muestras de su honradez, siendo muy conocida
la anécdota de Antonia Laguna y Francisca Fernández, que en 1933 devolvieron
intacto un maletín olvidado con joyas por valor de un millón de francos de la época,
motivo por el que fueron condecoradas por el gobierno republicano.
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Polígono Industrial
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El desarrollo del sector servicios, ya sean éstos agrarios, servicios de consumo o ser-
vicios sociales ha sido espectacular en Manzanares, hasta el punto de que hoy más del
50% de la población trabaja en este sector. Con perspectiva histórica, se podrían citar
tres impulsos fundamentales en este proceso: uno fue la consideración de Manzanares
como cabeza de partido judicial el 21 de abril de 1834, quedándole asignados 6 mu-
nicipios con 7.245 vecinos o, lo que era lo mismo, 36.025 almas. Ello supuso que, al
menos para cuestiones administrativas, los habitantes de estos seis municipios tenían
que venir a Manzanares. Un segundo hito importante fue la Feria Regional del Campo y
Muestras (FERCAM), que habría sus pabellones en 1960 con seis empresas manzana-
reñas pioneras, que intentaban así comercializar sus equipamientos agrarios; la iniciativa
tuvo una clara repercusión en la modernización de la agricultura regional, que hasta
entonces todavía utilizaba el arado de vertedera y el carro. En la actualidad la “Feria del
Campo”, que es como la seguimos conociendo, cuenta con un recinto ferial al aire libre
de, aproximadamente, 100.000 m2, y dos pabellones cubiertos, con una capacidad
de 2.000 m2, donde unas 220 empresas presentan sus productos. Y en tercer lugar,
durante los años ochenta del siglo pasado, la nueva estructura territorial que forma la
Comunidad de Castilla La Mancha en su ordenación del territorio, asignó a Manzanares
el papel de cabecera de los servicios sociales y administrativos de la comarca surorien-
tal de la provincia de ciudad Real. Hospital, educación secundaria y con la universidad
a 50 Km., infraestructura deportiva, oferta cultural, Centro de Empresas y Gestión de
I+D, grandes superficies comerciales y una población de, aproximadamente, 20.000
habitantes, para ser exactos de 19.027 habitantes el 1 de enero de 2008, de los que,
al menos, 8 de cada 100 es población inmigrante censada.
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Bibliografía
La relación de autores sería prolija y para evitar olvidos, sirva mi reconocimiento a todos
los autores que en estos últimos veinte años han publicado sus artículos en la revista de
la FERCAM. Artículos (a los que habría que añadir los de la revista Siembra) detrás de los
cuales se encuentran trayectorias investigadoras de gran mérito y monografías sólidas que
deben ser siempre un referente para saber más de nuestro pasado. Del mismo modo, se ha
de agradecer la labor bibliográfica y de investigación de la Universidad Castellano-Manchega
desde sus departamento de Medieval, Moderna e Historia del Arte, donde se han formado
muchos de los jóvenes historiadores manzanareños, alguno de ellos antes alumnos, como
yo, del historiador y profesor Juan Díaz Pintado. A las referencias a pie de página y pidiendo
disculpas por las omisiones, añado los siguientes títulos seleccionados:
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