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Manzanares

800 AÑOS DE HISTORIA


Textos:
Juan Ramón Romero Fernández-Pacheco
Doctor en Historia y Archivero del Estado

Fotografía:
Carlos Navajas

Colaboraciones fotográficas:
Ayuntamiento de Manzanares: Pág. 117
Juan Ramón Romero Fernández-Pacheco: Págs. 8, 41, 59 izq., 61, 65, 82 y 87
Archivo Histórico Nacional: Págs. 30, 43, 48-49, 89 y 104
MRW Fotografía Aérea: Págs. 6, 39, 57, 113 y 114-115

Realización:
Editorial Mediterráneo-Meral Ediciones, S.L.
C/ Río Miño, 15 28669 Boadilla del Monte (Madrid)

© Ayuntamiento de Manzanares
© Textos: Juan Ramón Romero Fernández-Pacheco
© Fotografías: Sus autores

Depósito Legal:

Preimpresión: FCM, S. L.
Impresión y Encuadernación: INTIGRAF, S. L.
L
a Historia era para el filósofo y retórico ro-
mano Cicerón testigo de los tiempos, luz
de la verdad, vida de la memoria, maes-
tra de la vida, testigo de la antigüedad.
Los ocho siglos de historia de Manzanares
han tenido también testigos que nos han ido legando la luz,
verdad y memoria de nuestro pasado.
El esfuerzo de historiadores e investigadores del ayer de
Manzanares es, por fortuna, generoso, y en buen número
de trabajos publicados en libros, revistas y otros soportes
han desvelado distintos capítulos de la Historia de nuestro pueblo que, en algunos
casos, también lo son de la Historia de España.
El libro que les presentamos pretende recopilar lo más relevante de todo ese saber
sobre el pasado de Manzanares, su origen y evolución. Para desarrollar este necesa-
rio, apasionante y magnífico trabajo hemos contado con la colaboración del historia-
dor manzanareño Juan Ramón Romero Fernández-Pacheco, Jefe del Departamento
de Conservación de Documentos del Archivo Histórico Nacional.
Con la edición de este libro, ponemos en vuestras manos un documento que, con
el rigor que exige la investigación histórica, repasa la vida de Manzanares desde el
siglo XIII hasta el XXI, desde la Encomienda al Municipio.
Las vías romanas y las cañadas reales, siglos atrás, y el ferrocarril y las autovías en
la actualidad, marcan a Manzanares en su devenir y en el mapa como nudo de co-
municaciones. Los orígenes de la ciudad en torno al castillo, la configuración de sus
calles, el amurallamiento, sus iglesias, conventos y ermitas, sus gentes…
Conocer la Historia, particularmente la más cercana, nos ayuda a saber quiénes so-
mos. Os invito a que hagáis este recorrido por la Historia de nuestro pueblo.

Miguel Ángel Pozas Sánchez-Gil


Alcalde-Presidente
Ayuntamiento de Manzanares

3
Índice
Introducción 5
Los Orígenes 7
El Castillo 25
La Encomienda y su territorio 41
La formación de la Ciudad y su evolución 53
Sus gentes 83
Crisis y metamorfosis 99
Bibliografía 118

4
Introducción

H
acer historia es un ejercicio intelectual que surge de la necesidad
del ser humano de racionalizar su pasado para memorizarlo y
traspasarlo de generación en generación. Hoy hemos alcanza-
do tal sofisticación en la metodología, que llegamos a decir que
la historia es una ciencia y la hemos especializado tanto, que
hablamos de historia social, historia económica, historia política, historia cultural e
historia local, que es quizás el subgénero que más afición congrega porque, al fin y
al cabo, somos conscientes de que, para saber quiénes somos, es necesario saber
quiénes fuimos.

Con frecuencia nuestra memoria local se fundamenta sobre una historia costumbris-
ta, que no deja de tener su valor antropológico, pero que suele estar muy distante de
la historia documentada y es muy proclive a perpetuar los tópicos. Por el contrario,
a veces la historia local hecha por los historiadores académicos adolece de un pro-
fundo desconocimiento del terreno, lo que no les permite reconocer los testimonios
del pasado. En otras ocasiones sucede, sobre todo con la memoria más reciente y
especialmente si ésta fue muy traumática, que el silencio de nuestros mayores se-
pulta el recuerdo. Añado a todo lo anterior la transformación del entorno que provoca
la ausencia de referentes reconocibles y como consecuencia se produce una igno-
rancia social de nuestro pasado. La historia de Manzanares y la de sus moradores
padecía un poco de estos males, el costumbrismo, la ignorancia, el olvido y la falta
de referentes identificables. Y digo padecía porque en las dos últimas décadas ha
surgido una bibliografía, en su mayor parte de calidad, de la que este libro se siente
tributario y que he querido recoger, al menos, en sus títulos más representativos.

Así pues, estas páginas han sido escritas con la intención de hacer una síntesis
divulgativa pero científica de la historia de Manzanares y de mostrar los testimonios
que nos permitan reconocerla. Para ello propongo al lector, tanto al que ha nacido
y vive aquí como a nuestros visitantes, un viaje por el tiempo, ochocientos años de
memoria en los que hemos construido nuestra identidad y nuestros mitos.

5
HISTORIA DE MANZANARES

Dehesa de Madara

6
1
Los orígenes

7
HISTORIA DE MANZANARES

El río Azuer a su paso por la ciudad

8
HISTORIA DE MANZANARES

E
l territorio que ocupa el término de Manzanares, desde un punto de
vista geográfico, se encuentra ubicado en la Submeseta Sur, exac-
tamente en las coordenadas 39° 1’ 0’’ N, 3° 21’ 1’’ O1 si tenemos
en cuenta la ciudad como eje de su territorio, es decir, se encuen-
tra ubicado en el centro de una amplia llanura de la Mancha
Occidental ocupando la margen izquierda del Alto Guadiana en su curso sub-
terráneo, que conocemos como Acuífero 23. Hoy poco tiene que ver el paisaje
que vemos con aquél que nuestros antepasados se encontraron cuando poblaron
estas tierras en el siglo XIII, aunque a un buen observador no se le deben escapar
algunos hilvanes que unen nuestro presente con nuestro pasado. Por ejemplo, ac-
tualmente organizamos nuestros parajes en cinco grandes distritos, a saber: Sierra,
Campillo, Vega, Mancha y Cerros, que tienen una clara correspondencia con las
características del terreno natural y que determinaron el grado, el ritmo y el modo de
ocupación social de esos espacios desde los tiempos medievales. Manzanares y
su término se forjaron en un paisaje arisco dominado por una vegetación a base de
carrascas y chaparros salteados con algunas encinas; pedregoso y calizo, su suelo
era propicio para las dehesas de monte bajo y por ello los primeros topónimos que
reconocemos aluden a estos suelos, tales como la sierra de la Mesnera, la dehesa
de Matamediana, la dehesa de La Mancha, la de Madara, la dehesa de Moratalaz
o la de las Aberturas2. La vega del Azuer y algunos pagos cercanos a la localidad
dulcificaban esta aspereza de nuestro paisaje y facilitaban la acción cultural de los
que serán sus pobladores, nuestros antepasados. Pero el gran secreto de nuestras
tierras se encontraba en sus aguas subterráneas, en el Guadiana, de ahí que tam-
bién desde tiempos remotos el topónimo de Pilas Bonas nos acompañe como signo
de identidad paisajística y cultural.

Estas condiciones geográficas determinaron el poblamiento tardío de nuestras tie-


rras. Así, podemos afirmar que Manzanares no tiene un origen romano, tampoco
1
Véase las descripciones geográficas y geológicas en el INSTITUTO GEOGRÁFICO Y MINERO
DE ESPAÑA.
2
Hoy podemos disfrutar de estas vegetaciones clímax en los paisajes que aún se conservan en
parajes como los de Madara o Siles, y también en las esparteras que salpican Los Cerros.

9
HISTORIA DE MANZANARES

visigodo, ni tan siquiera musulmán. En consonancia con ello la toponimia, que


suele ser muy utilizada por los historiadores que se preocupan por los orígenes de
los lugares, no es latina, germánica o islámica3. No es de extrañar, por tanto, que ni
en Estrabón, ni en al-Razi ni en al-Idrisi encontremos referencias geográficas ciertas
a un núcleo poblacional estable que pudiéramos relacionar con la existencia de
nuestro pueblo con anterioridad al poblamiento cristiano de la Mancha Occidental,
que podemos situar a partir de 1227 cuando aconteció la conquista y expulsión de
los musulmanes de Montiel y territorios adyacentes.

No obstante lo dicho anteriormente, podemos confirmar la existencia de pequeños


asentamientos en el territorio que hoy ocupa Manzanares, asentamientos que incluso
podemos remontar hasta la Edad del Bronce. Entre el año 1000 y 2000 a.C., Oretum
y los oretanos poblaban buena parte de la cuenca del Guadiana en su tramo inicial.
Esta cultura ibérica ha sido reconocida ampliamente por los arqueólogos, que la han
denominado “cultura de las motillas”, aludiendo a su peculiar topografía, pues solían
erigir sus asentamientos en pequeñas elevaciones del terreno sobre las que cons-
truían sus pueblos, disponiendo sus casas en derredor de la orografía cuneiforme y
preferentemente en las cercanías de ríos y arroyos. Ejemplos de ellas pueden ser las
motillas de la Encantada en Granátula de Calatrava, de Santa María en Argamasilla
de Alba, la de Los Romeros situada en Alcázar de San Juan, la de Los Palacios en
Almagro, la de Los Parrales en Arenas de San Juan y la que quizás se pueda con-
siderar mejor estudiada y más conocida, que es la Motilla de la Vega, situada a diez
kilómetros al Este de Daimiel en la margen izquierda del río Azuer, que es nuestro
río. Las similitudes de estas reconocidas motillas son muy importantes, con algunas
elevaciones del terreno que encontramos en nuestro término, en particular si obser-
vamos el paraje que llamamos El Torreón, situado a seis kilómetros al Oeste de la
villa en pleno camino de Daimiel y a escasos doscientos metros del río. Los restos
que aún se conservan rememoran una arquitectura de impresionante factura, que ha
sido conocida hasta el siglo XIX como ermita de San León y, anteriormente y desde
3
CHAVARRIA VARGAS, Juan Antonio, Antropónimos árabes en la toponimia de Castilla-La Man-
cha (Ciudad Real), Tulaytula: Revista de la Asociación de Amigos del Toledo Islámico, Nº. 7, 2001 ,
pags. 51-74.

10
HISTORIA DE MANZANARES

El Torreón. Restos del poblado musulmán de Moratalaz

11
HISTORIA DE MANZANARES

época musulmana, como Moratalaz, en el que el torreón sería el edificio más signifi-
cativo de todo un núcleo poblado que se distribuiría en su alrededor. Los fragmentos
cerámicos encontrados, a falta de una prospección más detenida, podrían confirmar
la pertenencia de esta motilla a la cultura ibérica desde el Bronce y un poblamiento
musulmán superpuesto. Estaríamos, por tanto, ante los vestigios más remotos que
nos han dejado nuestros antepasados.

Esta misma secuencia de poblamiento que nos ofrece El Torreón, se puede confirmar
también en las dos márgenes del Azuer, pero ya en las cercanías del actual Manza-
nares. Los restos cerámicos ibéricos se encuentran con cierta facilidad entre lo que
conocemos como Tercer y Cuarto Recodo del río, más numerosos cuanto más nos
acercamos al molino de Santa Ana, también ermita hasta el siglo XIX. Algunos histo-
riadores han situado aquí en este paraje otro núcleo musulmán que, como Morata-
laz, es citado por primera vez en un documento del rey Alfonso VIII4; en los diplomas
aparece como “Argamasiella so la Membrilla” o “Argamasilla de Pilas Bonas” y que
yo haría coincidir más bien con el altozano del “Cerro del Moro”, donde incluso ha
habido poblamiento en unas cuevas excavadas en su falda situada al saliente hasta
los años sesenta del siglo pasado. Es éste un sitio elevado de características simila-
res a Moratalaz, más acorde con la tipología de asentamientos en motilla.

En otro formato diferente de asentamiento deberíamos encuadrar los restos que se


encuentran en el “volcán de La Mesnera”. Y digo bien al denominarlo así, porque
se trata de un extraordinario espécimen de la región vulcanológica del Campo de
Calatrava5. En su cúspide aún subsisten restos, si no de núcleos como los anterio-
res, sí de construcciones neolíticas que tuvieron continuidad incluso hasta época
4
GONZÁLEZ, J., El reino de Castilla en la época de Alfonso VIII, III, Madrid, 1960, doc. 1.009.
Dicho documento, en lo referente a este sector, sólo menciona “...usque ad Portum de Perales, et
deinde ad serram de Lamesnera, et inde usque ad Argamassellam de Pilas Bonas, cum omni campo
del Tocon qui iacet in termino prefati castri Alfambre, et deinde Puteum Cerui”. También se encuentra
en el Bulario de la Orden Militar de Calatrava I, AHN, OOMM, Lib. 411. Ed. Facsímil, Barcelona, 1991,
pp. 686-688.
5
HERNÁNDEZ-PACHECO, F. (1932): Estudio de la región volcánica central de España. Madrid,
Memoria de la Academia de C. Ex. Fis. y Nat. 235 pp. 

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HISTORIA DE MANZANARES

Faldas del Cerro del Moro. Cuevas habitadas hasta el siglo XX

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HISTORIA DE MANZANARES

musulmana, durante la que este topónimo se asociaba a una torre de vigilancia que
formaba parte de la red de defensa y poblamiento musulmán junto a Moratalaz, Ar-
gamasiella, El Tocón y Alhambra. Alcanza una altitud de 924 metros y está situado a
unos quince kilómetros al poniente en la sierra de Siles. Es curioso que este punto
además haya sido siempre un referente geotopográfico de los manzanareños hasta
mi generación incluso; así cuando arábamos, nuestros mayores nos aconsejaban
situar el punto de mira sobre el pico para conseguir surcos rectos e impecables6.

Además de por los asentamientos humanos y lo que ellos conllevan de explotación


y producción, el paisaje natural se convierte también en cultural por las redes de
comunicación. Y en este punto nuestro territorio vuelve a encontrar una de sus
características más destacadas desde tiempos inmemoriales, como suelen decir
las crónicas. Las primeras vías reconocibles que pasaban por nuestro término son
de origen romano y están plenamente acreditadas y documentadas7. Una de ellas,
según el Itinerario Antonino, comunicaba Toledo con la ciudad de Laminio, situada
supuestamente cerca del nacimiento del río Anae, luego Guadiana, y su trazado
coincide en nuestro territorio con el denominado Camino de Murcia que atraviesa
Manzanares de Oeste a Este, siendo el paraje de Venta Quesada uno de sus cruces
más reconocibles. La otra vía romana que podemos identificar es la conocida como
número 29, que comunicaba Mérida con Cartagena y Sagunto, pasando de nuevo
por la misteriosa ciudad de Laminio y, por lo que a nuestro término respecta, por la
zona de poniente, sin quedar claro su coincidencia entonces con las vías de comu-
nicación actuales entre Badajoz y Valencia.

Estas calzadas romanas se mantuvieron en época musulmana y, aunque con alguna


variación, sirvieron para desarrollar la red de poblamiento en la Mancha Occidental,
que seguía una nítida línea que atraviesa la provincia de Ciudad Real de Este a Oes-
6
En este sentido interesante apreciación en, SANCHEZ-MIGALLÓN ALBANDEA, José, El pico
de la Mesnera. Historia para los jóvenes; recuerdo para los mayores. Programa XVI Feria Provincial del
Campo y de Muestras. Manzanares, 1976, 19-21
7
CARRASCO, Gregorio, Los itinerarios y la red de comunicaciones romanas de la provincia de
Ciudad Real, pp. 27 a 39.

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HISTORIA DE MANZANARES

te, marcada por el río Guadiana y sus afluentes del curso alto, generando asenta-
mientos como Calatrava, que serán fundamentales para la ordenación del territorio
de la taifa toledana. La conquista cristiana, ya definitiva desde 1212 a raíz de la ba-
talla de Las Navas y consolidada tras la ocupación del Campo de Montiel en 1228,
terminó de completar la red de comunicaciones de territorio manzanareño. Al tiempo
que el reino de Castilla potenciaba la trashumancia ganadera en dirección Norte-Sur,
posiblemente tal como habían hecho los musulmanes, se desarrollaron nuevos ca-
minos que van a ser fundamentales para el futuro Manzanares. Desde Alfonso X, el
Honrado Concejo de la Mesta y su red de cañadas reales situaron aquí el punto de
encuentro de dos de las más importantes, la Real Soriana y la Conquense, que a su
vez recogía algunos kilómetros al Norte otra conexión muy a tener en cuenta con la
cañada real del Reino de Valencia.

Seiscientos años después, el desarrollo de la red ferroviaria en el siglo XIX y de carrete-


ras en el siglo XX, volvieron a ser determinantes para Manzanares. En 1860 se celebró
la llegada del ferrocarril procedente de Madrid y del Levante por Alcázar de San Juan
y nuestra estación se convirtió en nuevo punto axial de comunicaciones con la bifur-
cación de la línea, el ramal Sur en dirección a Andalucía y el ramal Oeste en dirección
a Extremadura. Del mismo modo, la red de carreteras nacional que hoy conocemos,
pero que se configuró durante la dictadura de Primo de Rivera, situó otra vez a Manza-
nares en punto neurálgico de la ruta Norte a Sur con el trazado de la que después será
conocida por N.IV o A.IV y de la Oeste a Este con la N-430 y ahora la A-43.

Si se tuviesen que definir las características geohistóricas del espacio manzanareño,


yo propondría recurrir a algunas descripciones que hicieron ilustres vecinos de nues-
tro pueblo en tiempos pasados. Así, en marzo de 1579, el alcalde Juan Sánchez de
Manzanares, el regidor perpetuo Juan Bautista de Salinas, el bachiller Francisco de
Quesada y el licenciado Alonso Márquez8, describieron nuestro entorno como un es-
pacio situado en el Campo de Calatrava, reino y arzobispado de Toledo, Maestrazgo
de Calatrava, “los pueblos que están en contorno de esta villa al norte la villa de
Alcázar, a ocho leguas de esta villa y es de dos mil y quinientos vecinos y Villarta a
8
Relaciones Topográficas de Felipe II.

15
HISTORIA DE MANZANARES

Histórica estación de ferrocarril de Manzanares

16
HISTORIA DE MANZANARES

cinco leguas y es de doscientos vecinos y Herencia, a seis leguas y es de quinientos


vecinos. Arenas, cinco y es de doscientos vecinos, que todos cuatro son del Prio-
rato de San Juan. Villarrubia de los Ojos, como hacia el poniente, a cinco leguas de
esta villa, tiene mil vecinos que solía ser de la Orden de Calatrava y es del Conde de
Salinas. Daimiel al poniente a tres leguas, tiene dos mil vecinos, Bolaños al poniente,
cinco leguas es de doscientos y cincuenta vecinos. El Moral, cuatro hacia la parte del
mediodía es de seiscientos vecinos. Valdepeñas al medio día a cuatro leguas es de
mil y quinientos vecinos y todos cuatro lugares son de la Orden de Calatrava. Mem-
brilla a cuarto de legua es de mil y trescientos vecinos hacia el oriente y La Solana a
legua y media más al oriente es de ochocientos vecinos que estos son de la Orden
de Santiago. Argamasilla de Alba a cuatro leguas hacia oriente de la Orden de San
Juan es de setecientos vecinos y esto es lo que dijeron había que responder”.

En este mismo documento se distinguen claramente los geotopos más significativos


de nuestro espacio histórico: “esta villa está situada en tierra llana, pasa por medio
de dicha villa un arroyo que se dice Azuel, que la dicha villa y su término es abundan-
te en aguas dulces, que dos leguas poco más o menos de esta villa hacia la parte
del medio día hay una sierra que dicen de Siles, que hacia la parte del norte por los
términos de esta villa de Manzanares, dos leguas y media, poco más o menos pasa
Guadiana y va por los dichos términos de esta villa tres leguas poco más o menos,
por debajo de tierra por una cañada que se dice Guadiana”9.

Algunos años más tarde, el Marqués de la Ensenada dirigió un interrogatorio con


fines hacendísticos al concejo de Manzanares que al efecto de responder nombró
una comisión en la que militaban los labradores Juan Nieto, Miguel Sánchez Rico
y los hermanos Pedro y Francisco Díaz Pinés. Era el año 1754 y, entre otras cues-
tiones, respondieron que “el término alcabalatorio jurisdiccional de la villa tiene de
largo levante a poniente seis leguas y de ancho norte al sur cinco y de circunferencia
veintidós leguas de a una hora de camino que confronta al Levante con la villa de
Argamasilla de Alba a poniente con el despoblado de Moratalaz y villa de Daimiel al
norte con la de Villarta y al sur con la de Membrilla”. “Comprendiendo la tierra que sus
9
Texto adaptado de las respuestas 18, 19, 20, 21 y 22.

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HISTORIA DE MANZANARES

vecinos poseen con propiedad en los sitios despoblados contiguos de Moratalaz y


Aberturas en que tienen absoluta comunidad con las villas inmediatas bajo el poco
más o menos de su comprensión habrá sesenta mil cuerdas”10. A mediados del siglo
XIX se estableció como superficie del término municipal 50.000 fanegas de tierra
según consta en el Diccionario Geográfico del ministro progresista Pascual Madoz.
Oficialmente, nuestra superficie es de 474,2 km2.

Llegar a concretar nuestro territorio no fue tarea fácil, de ahí que durante los siglos que
denominamos medievales hubo más confusión que certezas11. Puesto que Manzana-
res no tiene raíces musulmanas, excepto si consideramos como tales las de Moratalaz
y Argamasiella de Pilas Bonas, se puede concluir que la primera noticia históricamente
documentada de nuestro territorio se encuentra en un documento de donación que
realiza Alfonso VIII en 1214 a favor de la villa de Alambra, perteneciente a la orden militar
de Santiago. En él se amojonan buena parte de los territorios del que será Manzanares,
incluidos los dos núcleos citados antes. En 1215 por el rey Enrique I y en 1217 por Fer-
nando III, estos mismos territorios son dados en donación a Don Álvaro Núñez de Lara,
que fue el primer señor feudal de estas tierras; aquí se recogen dos topónimos que
han quedado fosilizados en nuestra toponimia, el de El Sotillo y el de Pozo del Ciervo,
a muy poca distancia del paraje de San Marcos. En 1232 otro documento importante,
la concordia de límites entre las órdenes militares de Calatrava y San Juan, reconoce
la pertenencia a Calatrava de la Cañada del Guadiana, una barranquera que discurre
paralela a la calzada romana antonina en dirección Este-Oeste, a unos 12 kilómetros
al Norte de Manzanares. Y por fin, en 1239 se producirá otro hecho significativo, ya
que Calatrava reclamó unos límites diferentes con la orden de Santiago; el documento
se firmó en Membrilla el día 4 de septiembre12 y fue entonces cuando este territorio se
10
Catastro de Ensenada
11
Excelente me parece el reciente trabajo de ALMAGRO VIDAL, Clara, Población, encomienda,
territorio: Manzanares a finales del siglo XVI, En la España Medieval 2008, Vol. 31 123-150
12
Los documentos a los que se hace referencia forman parte del Archivo de la Orden Militar de
Calatrava, que se custodian en el Archivo Histórico Nacional:
AHN. Sección de Códices:
829 b. Sumario... de los privilegios de los reyes y príncipes de castilla concedidos a la orden de
Calatrava... Bulas de los romanos pontífices...institución de la orden... Visitaciones de los abades...

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HISTORIA DE MANZANARES

Paraje de El Villar

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HISTORIA DE MANZANARES

adscribió definitivamente a Calatrava y se dispuso su ocupación a través de una plantilla


territorial que se denominó “encomienda”, siendo maestre don Martín Ruiz.

Para la orden militar de Calatrava y sus maestres (Martín Ruiz 1238-1240; Gómez Man-
rique 1241-1243; y, sobre todo, Fernando Ordóñez 1242-1254), la nueva encomienda
se debió convertir en un punto estratégico, puesto que en ella se situaba su frontera
con la orden militar de Santiago (Membrilla y La Solana) y la de San Juan (Argamasilla,
Alcázar, Villarta y Arenas). Por otro lado, la despoblación de Calatrava la Vieja provocó
también el abandono de algunos de los asentamientos musulmanes menores, entre
ellos el de Moratalaz y posiblemente Argamasiella de Pilas Bonas, y como consecuen-
cia la necesidad de una nueva ordenación del territorio del Campo de Calatrava. Daimiel
fue una de las nuevas pueblas y Manzanares también, aunque con el impulso añadido
de su posición limítrofe con Membrilla, que desde 1243 tuvo un desarrollo repoblador
muy vigoroso a partir de la fortaleza del El Tocón13. Al hilo de esta certidumbre histórica
y a modo de paréntesis se me vienen a la cabeza, nunca mejor dicho, las pedreas que
hemos tenido secularmente con nuestros vecinos, costumbre que ha pervivido incluso
hasta mi generación; práctica nada excepcional por otro lado, pues éste fue siempre un
método muy tradicional en las tierras de Castilla para resolver de modo poco virulento
las diferencias y litigios sin motivo racional aparente.

Composiciones de los prelados...donaciones... Censos rentas y demás bienes de la orden. Siglo XV.
Procede de Estado, legajo 3477. 833 b. Cartulario de la orden de Calatrava, en donde se contienen
transcritos íntegramente los privilegios y bulas concedidas a la orden del Cister y en particular a la de
Calatrava. Siglo XV. Procede de Estado, legajo 3477. 834 b. Bulario de la orden de Calatrava. Siglo XVI.
2 vols. El 1º tiene además avenencias y composiciones con obispos y arzobispos y con otras órdenes.
Procede de estado, legajo 3477. V. O. M. Calatrava. Y 835 b. Bulario de la orden de Calatrava. Siglo
XVII. 2 vols. El 1º tiene además avenencias y composiciones con obispos y arzobispos y con otras
órdenes. Procede de estado, legajo 3477. V. O. M. Calatrava.
AHN. Sección Ordenes Militares:
Carpetas: 417 a 476
Libros: Bulario de la Orden de Calatrava. I y II, OOMM, Lib. 411 y 412
Registros de escrituras de la Orden de Calatrava. OOMM. Lib. 1341 a 1350.

13
Como afirma don Julio GONZÁLEZ, “el desarrollo y fortificación de Manzanares y Membrilla a
partir de 1243 se debe en parte a su carácter fronterizo”; Repoblación de Castilla la Nueva I, Madrid,
1975. p.358.

20
HISTORIA DE MANZANARES

Puente de la Reina en el tercer recodo del río Azuer

21
HISTORIA DE MANZANARES

Lo dicho hasta ahora sobre el origen de Manzanares no parece que se pueda con-
ciliar con algunas de las historias legendarias que vinculan nuestros primeros tiem-
pos con una casa nobiliaria infanzona denominada Sagasti-Manzanares, que pobló
nuestra tierra con doce lanzas procedentes del Valle de San Millán, Señorío de Viz-
caya, y que tenían por misión fortalecer la frontera cristiana después de la derrota
de Alarcos y el abandono de la ciudad en julio de 1195. Quizás todo proceda de
un imaginativo párroco de Manzanares, don Francisco Camacho y Zarrascón, que
en contestación a una encuesta enviada por el Cardenal Lorenzana a las iglesias
sufragáneas del Arzobispado de Toledo, hizo la “descripción de la villa y término de
Manzanares de la Mancha el 27 de mayo de 1789”14, recogiendo en este punto
alguna tradición fundamentada quizás en un documento falso de 163615. A mi la his-
toria siempre me la contó doña Caridad en el Instituto Sotomayor, y entonces debo
confesar que me la creí, por la cuenta que me traía, claro está.

Con mayor precisión histórica, pero al fin y al cabo estamos de pleno acuerdo con
los manzanareños que redactaron los capítulos de las Relaciones Topográficas de
Felipe II, que escribían:

Cuanto al primer capítulo que esta dicha villa se ha dicho e nombrado Manzanares
de tiempo inmemorial a esta parte y que no hay memoria de que se haya dicho de
otro nombre ni de la causa porque así se haya dicho e nombrado, más de que en
la dicha villa hay un buen castillo, hacia la parte de oriente, que este se dice que fue
más antiguo que la villa y el castillo se decía Manzanares y que la dicha villa tomó la
nominación del castillo y ser mas antiguo el castillo que la dicha villa y haber tenido
el dicho nombre se tiene por cosa muy cierta y verdadera.

14
Véase la edición de GRUPO AL-BALATITHA, Los pueblos de la provincia de Ciudad Real a
través de las descripciones del Cardenal Lorenzana, Toledo, 1985. Los originales manuscritos forman
parte de los fondos diocesanos de la catedral de Toledo y son parte de una investigación que llevaba a
cabo en el reino de Castilla Tomás López, geógrafo de Su Majestad, cuyos documentos se conservan
en la Biblioteca Nacional, sección de Manuscritos.
15
GARCIA NOBLEJAS, J.A. La fabula de los Sagasti, Siembra, 117, 1986, 14-15.

22
HISTORIA DE MANZANARES

En cuanto al segundo capítulo que esta dicha villa no se tiene noticia haberse gana-
do de los moros y que habrá trecientos y cincuenta años poco más o menos a lo que
se cree y tiene por cierto, conforme a sus antepasados que se fundó y no se tiene
noticia quien fue el fundador.

Si contextualizamos históricamente el surgimiento de Manzanares comprendere-


mos con mayor claridad el significado y las razones de nuestro origen. Después de
la ocupación de la Península por los musulmanes que buscaron preferentemente
asentarse en las cuencas de los grandes ríos, a lo largo del siglo X se produjo un
cambio de orientación, siendo desde entonces el empuje cristiano de Norte a Sur el
que dirigió la ordenación u ocupación del territorio peninsular. Los reinos cristianos
utilizaron cuatro plantillas para conseguir este fin: los monasterios que generaban en
torno a sus edificios poblaciones y aldeas, los concejos de realengo que desde una
ciudad señoreaban grandes comunidades de villa y tierra, los señoríos que surgían
de los repartimientos y las mercedes y dádivas concedidas por el rey a la noble-
za de servicio y las ordenes militares que, con sus caballeros mitad monjes mitad
guerreros, ocupaban los territorios menos poblados, como era el caso de toda la
cuenca del Guadiana. Manzanares, es por tanto consecuencia directa de éste último
prototipo de repoblación que comenzaba con una arquitectura fortificada que ase-
gurase el territorio, un castillo o casa fuerte desde la que se proyectaba un núcleo
de población estable.

Hasta aquí, podríamos concluir diciendo que somos oretanos, calatravos, man-
chegos y ribereños del alto Guadiana, y nuestro territorio se encuentra situado en
uno de los pivotes centrales de comunicaciones de la Submeseta Sur de la Penín-
sula Ibérica. Estas son nuestras raíces.

23
HISTORIA DE MANZANARES

Vegetación autóctona del territorio. Dehesa de Madara

24
2
El castillo
HISTORIA DE MANZANARES

Saetera del castillo

26
HISTORIA DE MANZANARES

A
sí pues, debemos responsabilizar al maestre don Fernando Or-
dóñez como la persona que, a juzgar por su larga permanencia de
trece años en el cargo hasta el año 1254, asumió la responsabili-
dad de asegurar con una casa fuerte el extremo oriental del Campo
de Calatrava, no ya contra un posible retorno musulmán, lo que era
altamente improbable porque la frontera estaba situada en el reino de Sevilla, sino
sobre todo frente a la codicia de sus vecinos de Santiago y San Juan.

La elección del lugar para el nuevo castillo calatravo debió ser un motivo de preocu-
pación, toda vez que se había descartado la posibilidad de aprovechar las arquitec-
turas de Argamasilla. Se necesitaba una topografía elevada, de visibilidad garantizada
y creo que intencionadamente en la margen derecha del Azuer. Es significativo que
hasta entonces las pueblas de la competidora orden de Santiago estaban también
en la margen derecha del río (Alhambra, La Solana, Membrilla), mientras que las de
Calatrava se encontraban en la izquierda. Desde el altozano elegido, que es donde
hoy se encuentra el castillo, se garantizaban el control estratégico de la circulación
de personas, animales y mercancías que procediesen del Poniente, era factible es-
tablecer una conexión visual con el torreón de Moratalaz y con La Mesnera, y debía
servir para asegurar el territorio y fomentar su repoblación.

Para dar nombre al castillo y, por tanto a la ciudad que nacerá a pocos metros de
sus muros fortificados y a la encomienda que se formará con el territorio adjudicado,
los caballeros calatravos siguieron dos de los procedimientos típicos de la toponimia
medieval, es decir, recurrieron a un elemento de la vegetación del entorno y a un
elemento hidrológico ya utilizado en el despoblado que se encontraba al otro lado del
río y al que pretendían reemplazar. Esos dos elementos fueron “Manzanares” y “Pilas
Bonas”, el primero aludiendo a ese tipo de árboles y el segundo a la bondad y poca
profundidad de sus aguas subterráneas16; en cuanto a los veinte y tres capítulo, que
16
GARCIA NOBLEJAS, J.A. Estudio crítico sobre el origen y nombre de Manzanares en Campo
de Calatrava, Cuadernos de Estudios Manchegos, n4, 2ª Época, Ciudad Real, 1973, 5-81. También
GIJON GRANADOS, El topónimo Manzanares. Reflexiones sobre la naturaleza de su origen, revista
FERCAM, 1996. Manzanares, 17-20.

27
HISTORIA DE MANZANARES

la dicha villa y sus términos es abundante de aguas dulces de pozos en todas las
casas… y que hay arboledas y huertas17.

Es habitual que cuando nos referimos a un edificio como “castillo”, el subconsciente


dirija inmediatamente nuestro pensamiento hacia una fortaleza con misión militar, y si
es contra los moros y además tiene supuestos túneles y pasadizos, más romántico
y legendario se vuelve ese edificio en el imaginario colectivo. Nuestro castillo también
podría llamarse, quizás con más propiedad histórica, “casa fuerte” o, simplemente,
“casa de la encomienda”, pues como tal se tenía a la sede arquitectónica de esta
demarcación territorial e institucional. Su función militar era poco vigorosa, más pen-
sando en la defensa contra posibles altercados y revueltas que en la defensa de una
frontera. No, nuestro castillo no nació para defender la frontera cristiana, simplemen-
te porque ésta se encontraba ya con Fernando III muchos cientos de kilómetros ha-
cia el sur. Es verdad que nació para albergar una pequeña guarnición, de unas doce
lanzas más o menos y también nació con una función económica muy destacada,
puesto que se convirtió en silo y almacén de los tributos señoriales

A pesar de que el castillo calatravo debió estar concluido algunos años antes del co-
mienzo del reinado de Alfonso X, la primera referencia documentada y original al
edificio y a los elementos que componían su arquitectura data de 1422. Pero lo más
extraordinario de esta referencia es que se trata del documento original conservado
donde se escribe por primera vez el nombre de nuestro pueblo, “Manzanares”18. En
él se da testimonio de una inspección rutinaria que realizaban unos visitadores al
efecto nombrados por el Maestre para procurar la buena compostura de los edificios
que integraban el castillo. Por este valor simbólico bien merece su transcripción:

En la casa de Manzanares. Martes nueve días del mes de febrero año del Nues-
tro Señor Jesucristo de mil e cuatrocientos e veinte e tres años. Visitamos la en-
comienda de Manzanares e fallamos en la dicha casa que el señor Clavero que
tenía la encomienda a renta que hizo reparar después de la primera visitación,
esto que se sigue: Primeramente fallamos que la casa de la clavería que dicen
17
Capítulo 23 de las RRTT de Felipe II.
18
AHN, OOMM, L. 1412.

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HISTORIA DE MANZANARES

Castillo de Pilas Bonas. Torre del Homenaje

29
HISTORIA DE MANZANARES

Visita del castillo de


Manzanares en 1422

30
HISTORIA DE MANZANARES

que la enmaderó toda e la cubrió toda de teja. Otrosí fallamos que hizo otra casa
que está junta con la clavería que otro tiempo fue establo que la cubrió muy bien
de madera e de teja e cual manera que es muy buena casa e bien larga. Otrosí
fallamos que acabó de cubrir la cocina de madera e de teja bien fecho. Otrosí fa-
llamos que otra camareta que esta junta con la cocina que estaba comenzada a
cubrir que la acabó el Clavero de cubrir de madera e de teja. Otrosí fallamos que
la casa del forno que la cubrió toda de madera e de teja porque era la madera
flaca. Otrosí fallamos que la casa del jaraíz e la bodega que la retejaron de nuevo
e las juntas de estos tejados todos con los adarves esta con cal bien adobado.
Otrosí fallamos que en la torre mayor que es menester de echar un suelo encima
de ella de cal e arena porque no se funda el agua como se funde, porque la to-
rre non se pierda e poner canales de piedra por do salga el agua porque no se
confundan las paredes e han se de menester de poner caramanchones en las
arquetas. Otrosí fallamos la torre de Moratalhaz el suelo de arriba mal parado, el
petril derrocado que lo derruecan los pastores porque esta la puerta abierta por
ende mandamos a la señora dueña que tiene la dicha encomienda que mande
gastar cada año dos mil maravedíes en reparación de la dicha encomienda en
esta manera que en la torre de Moratalhaz ponga una cerradura luego e fagan
el petril e las almenas e echen un suelo encima de la torre de argamasa en tal
manera que el agua salga de la dicha torre. Otrosí que en la torre de Manzanares
echen un suelo de argamasa encima de ella e pongan los caramanchones en las
arquetas e adoben el petril de las almenas.

La primera descripción del edificio al margen de los documentos administrativos


de la encomienda la vamos a encontrar de nuevo en las Relaciones Topográficas de
Felipe II. En cuanto a los treinta y tres capítulos, tiene esta villa castillo que va decla-
rado que esta edificado de terraplena de dos varas y media de ancho en cuadración,
su foso alrededor, cerca y barbacana y dos cubos en las dos esquinas y una torre
hacia la parte del mediodía que llaman del homenaje que sobre que sobresee la villa
y todo campo hacia la Membrilla y hay en ella once caseletes de Milán que son peto
y espaldar, colada de infante y brazaletes y manoplas y sus grebas con once alfanjes
y once sillas de armas con sus testeros de caballos, cabezadas, riendas, acciones

31
HISTORIA DE MANZANARES

y gruperas y cinchas y frenos y espuelas y diez y ocho lanzas, doce escopetas con
sus aderezos que nuevamente se han traído al dicho castillo además de lo cual hay
unos ballestones de palo antiguos y unas balas de piedras y otras armas, pertrechos
de poco o ningún provecho.

Nuestro castillo es un magnifico ejemplo de arquitectura militar del siglo XIII en el Cam-
po de Calatrava19. Las arcadas ojivales y crucerías góticas muy bien conservadas
en algunas estancias interiores recuerdan las formas de la arquitectura cisterciense
excepcionalmente representada en Calatrava la Nueva. De geometría cuadrangular
fue construido con tapial a base de barro, paja, cal, piedra y arena y, como era de
esperar en este tipo de edificios, su construcción se hizo de forma muy prolongada
en el tiempo y con amplias reformas. A la fase de construcción propiamente dicha,
que no debió finalizar antes del siglo XV y en fecha cercana al texto que he transcrito
arriba, sucedió una fase de modificaciones y remodelaciones ampliamente docu-
mentadas durante los siglos XVI y XVII en el archivo del Consejo de las Órdenes a
través de las visitas y de las autorizaciones de obras y reparaciones20 y durante los
siglos XVIII y XIX en el archivo del Palacio Real21.

La estructura original del edificio estuvo compuesta por tres grupos de elemen-
tos arquitectónicos, a saber: los defensivos, que eran el foso inundable, la muralla
o barbacana que en su paramento principal miraba hacia la villa y estaba coronada
por una ronda con treinta y seis almenas y sus saeteras, y dos cubos situados en
sendas esquinas; los elementos de acceso, constituidos por dos puertas situadas
en el mismo paramento norte y en una de ellas antecedida por un puente levadizo,
originariamente de madera y después de piedra, que daba paso al interior por la
19
La bibliografía sobre este edificio es muy abundante pero frecuentemente dispar. El estudio más
completo lo firma GIJON GRANADOS, Juan de Ávila, Arqueología Moderna en el Castillo de Manzana-
res (Ciudad Real). La Nobleza, La Casa de Borbón y las Ordenes Militares, Ciudad Real, 2001. Pero
quizás quien mejor conoció el edificio fuera J.A. GARCIA NOBLEJAS.
20
Algunos ejemplos de expedientes de obras en el AHN, Archivo Judicial de Toledo_exps. 42546
(obras de l año 1555) y 6732 (obras de 1581) y 44626 (1589). También en AHN, Consejo de las Orde-
nes, legs. 6082; 6109; 6110; 6089.
21
AGP, Encomiendas de los Infantes, 92.

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HISTORIA DE MANZANARES

Escalera interior del castillo

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HISTORIA DE MANZANARES

puerta de hierro; y los elementos que formaban el encasamento, que era un segun-
do recinto amurallado, al que se accedía también por dos puertas, siendo la principal
la de poniente o de “enmedio”, la cual estaba situada junto a la torre del homenaje.
Esta torre, llamada en algunos documentos “mayor”, merece un comentario espe-
cial, porque en su interior, prácticamente intacto hasta hoy, se descubren tres niveles
con funciones principalmente militares. Ya dentro de la casa fuerte las dependencias
estantes estaban dedicadas al alojamiento, a soportar las necesidades domésticas
y al almacenamiento de producciones agrarias, destacando una bodega que llegó
a tener ciento treinta y seis tinajas con capacidad para 7.000 arrobas de vino. El
conjunto de estas dependencias interiores se disponían en tres patios almenados y
amurallados entre sí.

Del mismo modo que no hay castillo sin castellano, catedral sin obispo, palacio sin
señor o monasterio sin abad, no hay casa fuerte sin comendador. El comendador
como tal era un señor feudal que recibía a cambio de su fidelidad y como contra-
prestación a sus servicios, esencialmente militares en origen, un feudo de su señor
natural que es el Maestre de Calatrava y, desde los Reyes Católicos, del rey de
Castilla. Son, por tanto, representantes de la élite social del Antiguo Régimen, que
no han nacido en Manzanares pero que reciben la encomienda, sus bienes y tributos
para su lucro personal a cambio de sus compromisos, que son el mantenimiento
de los inmuebles para la función de defensa y la acumulación de las producciones
agrarias y la defensa del territorio con las lanzas y pertrechos militares que le fuesen
asignadas.

La encomienda de Manzanares tenía asignados como bienes propios cuatro edifi-


cios, la casa o castillo de la encomienda, el castillo de Moratalaz, la edificación de
La Mesnera y desde el siglo XVI una casa de labor conocida como la Casa de la
Tercia, situada exactamente a cien pasos al oriente del castillo, es decir, en la actual
calle que conocemos tradicionalmente como de La Tercia (dos novenas partes del
diezmo eclesiástico); por este motivo y en esa casa, que construyó el Marqués de
Priego, se podían almacenar en sus cámaras treinta y cinco mil fanegas de pan y en
sus cuevas se podían meter diez mil arrobas de vino. Muy importante era también la
dehesa, casa, alameda, huertas y fuente de Siles, y a ello añadía unas cuatrocientas

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HISTORIA DE MANZANARES

Dependencias de servicio del castillo

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HISTORIA DE MANZANARES

Bodega del castillo

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HISTORIA DE MANZANARES

fanegas de tierra de sembradura en el Cuarto Alto y las ocho eras que había junto al
castillo y que han subsistido hasta hace unos pocos años. Los ingresos se redon-
deaban con la exacciones señoriales vinculadas al diezmo; de él correspondían a la
encomienda dos terceras partes del diezmo de la producción de cereales y vino de
Manzanares, Moratalaz y Aberturas y El Peral, dos terceras partes del diezmo de ga-
nados, queso y lanas de Manzanares, 15 de lo producido por los molinos del Azuer,
el diezmo entero de huertas y azafrán, lino, cáñamo y los mostrencos encontrados.
Todo esto daba un valor anual a la encomienda que metódicamente era registrado
en las visitas. Así por ejemplo, en 1511 estaba valorada la encomienda en 271.880
maravedíes, en 1562 en 4.939.735 de maravedíes, en 1616 en 6.000.000, en 1630
bajó a 2.437.500, en 1712 eran 2.698.878 y en 1809 en la desorbitada cantidad de
13.233.000 maravedíes. Estas variaciones tan bruscas hicieron que se la conociera
como la “encomienda loca”, pero a pesar de ello siempre fue codiciada por la aristo-
cracia militar y de servicio del reino de Castilla.

Los propietarios de la encomienda de Manzanares a lo largo de los seiscientos


años de su existencia respondieron a tres perfiles diferentes. En una primera fase,
que podríamos denominar medieval, fueron caballeros guerreros de la Orden de
Calatrava; desde la última década del siglo XVI hasta 1733, nuestra encomienda fue
concedida a miembros muy destacados de la aristocracia militar y nobiliaria caste-
llana y, en una tercera fase, hasta la extinción en 1836, correspondió la encomienda
a infantes Borbones o a los reyes mismos, como fue el caso de Fernando VII y su
sucesora.

De los tiempos medievales conocemos como comendadores a Blasco Núñez, que


lo fue al menos entre 1284 y 1295, a doña Urraca Fernández, que era “propietaria”
en 1351, a doña Elvira de Guzmán, que lo era en 1423, a don Fernando Padilla en
1407 y, después, en 1443, a Pedro de Ulloa en 1444, Alfonso Muñoz en 1459, Pero
Núñez de Guzmán en 1482, Alonso de Ávila entre 1484 y 1491 y don Gutierre de
Padilla, comendador hasta 1497. Sorprende la presencia de dos mujeres al frente
de la encomienda, pero nótese el concepto de propietarias, no de comendadoras,
es decir, recibían, posiblemente por su condición de viudas de comendadores, los

37
HISTORIA DE MANZANARES

frutos y beneficios y cumplían con sus obligaciones, aunque las funciones de servi-
cio militar personal no las ejercieran.

De la época en la que los comendadores eran nombrados por el rey de Castilla,


conocemos también los nombres de la mayor parte de ellos y se observa una cierta
continuidad familiar en los cargos. Así, hasta 1511 la encomienda la tuvieron la fa-
milia Guzmán y Manrique, desde 1526 hasta 1596 fueron los marqueses de Priego,
familia directa de Gonzalo Fernández de Córdoba, hasta 1695 perteneció la enco-
mienda al marquesado de Velada de la familia Dávila, y hasta 1733 del Marqués de
Astorga, que era un Guzmán Álvarez de Osorio y al Marqués de Aguilar, que era un
Fernández Manrique de Lara.

Y, por último, correspondió la propiedad a los infantes don Felipe, don Francisco
Xavier y don Antonio Pascual. Todos estos personajes sólo buscaban la rentas seño-
riales que devengaba anualmente la encomienda más rica del campo de Calatrava,
rara vez visitaban el Castillo, salvo para la toma de posesión en la que escenificaban
teatralmente los derechos de propiedad abriendo o cerrando alguna puerta; quien sí
vivía en el castillo era el alcaide o mayordomo, un hidalgo segundón que velaba por
los intereses de los propietarios; entre ellos es muy particularmente conocido don
Francisco de Ulloa, que en 1555 llevó a cabo una de las reformas más destacadas
del castillo y elevó el valor de la encomienda muy considerablemente con inversiones
muy cuantiosas, como fue la construcción de la casa de la tercia.

Todas las reformas, obras de mantenimiento y de remodelación realizadas en la


estructura arquitectónica del castillo hasta el siglo XIX estuvieron bajo la responsabi-
lidad del concejo de Manzanares, del comendador y del maestre de Calatrava, que
es el rey desde los Reyes Católicos. El concejo se debía ocupar de las defensas
más exteriores, el maestre de las interiores y el comendador de los espacios de
habitación. El sistema funcionó hasta la Guerra de la Independencia, momento en
el que dio comienzo a una fase de decadencia del edificio, prolongado por algunas
obras de refuerzo militar que llevó a cabo el ejército del gobierno intruso, particular-
mente cuando el general Sebastiani decidió que este castillo junto con el de Con-
suegra y Toledo se debían convertir en los tres bastiones principales de defensa en

38
HISTORIA DE MANZANARES

Vista aérea del castillo

39
HISTORIA DE MANZANARES

La Mancha. Con él, el edificio se convirtió en la sede de la fuerza militar y también del
gobierno y de la superintendencia y además de su refuerzo interior se acometieron
obras en el entorno, derruyendo el convento de carmelitas y la ermita actual de San
Blas para aclarar el campo de tiro.

Después de un cierto abandono provocado por la desamortización de 1836, el cas-


tillo pasó de ser la sede de la encomienda a cuartel de la Benemérita en 1844 y en
1864 se produjo su privatización definitiva, porque el inmueble fue subastado y ad-
judicado a dos propietarios, Sebastián García Noblejas y José Mulleras López, que
utilizaron como testaferro para su compra a Alejo Montoya Alfaro, que pujó a partir
de la tasación de 151.886 reales22. Desde esta fecha las particiones, enajenaciones,
modificaciones produjeron un proceso de camuflaje del edificio hasta el punto de
que muchos niños que hemos jugado en ese entorno nos preguntábamos dónde
estaba el castillo con la inocencia de quien espera una imagen de cuento. En el siglo
XXI se ha iniciado un proceso de recuperación de este importante patrimonio como
icono de nuestra identidad histórica.

22
FC-Mº_HACIENDA_VENTA_BIENES,N.57. Boletín General de Venta de Bienes Nacionales,
Nº1808, de 28 de Mayo de 1864.

40
3
La encomienda y su territorio
HISTORIA DE MANZANARES

Ganadería ovina en los pastos de Madara

42
HISTORIA DE MANZANARES

D
esde sus mismos comienzos en el siglo XIII, uno de los pro-
cesos históricos principales que tuvieron que abordar nuestro
pueblo y nuestros antepasados fue la conquista de un terri-
torio propio y no fue fácil porque nos costó trescientos años
conseguirlo.
Hasta el siglo XV la encomienda de Manzanares asumió como territorio propio los tér-
minos que tenía adjudicados Moratalaz desde los deslindes realizados en 1232 y 1239
con las órdenes militares de San Juan y Santiago. No obstante, desde entonces mu-
chos territorios, en particular las dehesas de Moratalaz, Mantamediana y Aberturas que-
daron de uso común con Daimiel, Membrilla y Valdepeñas. La pujanza de Manzanares
en el siglo XV coincidió con el despoblamiento de Moratalaz y fue entonces cuando
surgieron fuertes disputas sobre los términos de la encomienda, ya que las villas y luga-
res circundantes siempre negaron que Manzanares tuviese territorio propio, motivo por
lo que, según su criterio, se usufructuaban los pastos y ganados libremente y desde
tiempo inmemorial. Aun en el siglo XX me cuentan que los pastores de Membrilla tenían
el derecho reconocido de abrevar sus ganados en el pozo que todavía existe en uno de
los soportales de la misma plaza de la Constitución, junto a la “casa de Josito”23.
Desde 1239 hasta 1423 solamente conocemos, por el momento, tres documentos
medievales sobre nuestro pueblo y ninguno es original. Uno se conserva en versión
de 1575 de otro anterior de 1268 por el que el maestre Juan González delimita el
término de Daimiel con Torralba, Torroba, El Moral, Almagro, Manzanares y el río
Guadiana24. El segundo es del año 1352 y es fundamental para conocer la forma-
ción de la ciudad, y el tercero es una sentencia de 1398 sobre amojonamiento de
términos entre Valdepeñas y Aberturas25.
Ante la carencia de un coto redondo y a pesar del reconocimiento expreso de los
usos y aprovechamientos comunes que desde 1239 permitía el acuerdo de límites
23
Para esta cuestión es muy interesante la novedosa documentación aportada por Clara ALMA-
GRO VIDAL (cit. up supra) de la Chancillería de Granada para su estudio dirigido por el profesor Rafael
VILLEGAS DÍAZ, un gran conocedor del Campo de Calatrava.
24
CIT: VIÑAS y PAZ, Relaciones...Ciudad Real, pp. 235-236
25
AGP. Encomiendas, leg. 92, fol. 61-62

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HISTORIA DE MANZANARES

con la orden de Santiago, la encomienda de Manzanares tuvo que hacer frente a


numerosos pleitos de límites en el siglo XV buscando una definición precisa de su
territorio. Buena parte de esos pleitos, ya originales, los encontramos en el archivo
de la Chancillería de Granada, que actuó como tribunal de última instancia a falta de
organizarse aún el Consejo de Ordenes Militares26. Estos pleitos, que normalmente
fueron favorables a Manzanares, se entablaron en relación a las lindes con Membrilla
y Daimiel y no con las de las encomiendas de la orden de San Juan, ya reconocidas
en 1232 en torno a la Cañada del Guadiana. Por fin, en 1430 quedaron definidos
los límites Sur-sureste con Membrilla, poniéndose una serie de mojones que hoy
pueden quedar identificados perfectamente y que fueron situados entre el Cerro del
Moro y el Pozo del Ciervo (San Marcos), teniendo como hitos intermedios los de la
ermita de Santo Toribio, que posiblemente coincida con el molino y ermita de Santa
Ana, el camino de Membrilla a Arenas, el camino de Membrilla a Alcázar y el Hoyo de
las Entregueras (Enternagosas). En 1480 será el turno de los límites Oeste a Norte,
donde entre El Navazo del Campo (Pozo de la Viz) y El Quijigo (Quejiar), se situaron
mojones en la Casa de Polo, Navazo de Pascual Domingo en el camino de Manza-
nares a Siles, en el camino de Manzanares a Ureña (actual carretera de Almagro),
en la Dehesilla (posiblemente Salinero y Cuarto Alto), Martínez, Navazo o Colmenar,
canto de la Vega, Nabazo del Moro y canto de la cañada de San Antón, Navazo de
Elipe, Azuer, Navaseca, Pozo del Hurtao y Encina Redonda (Encinas).

En el siglo XVI quedó, al fin, consolidado el término completo de la encomienda y villa


de Manzanares, aunque nuestros vecinos todavía en 1519 insistían en negarnos una
buena parte del mismo27. Este territorio, además de por los aledaños en torno a la
ciudad, estaba integrado por: el término medieval del poblado de Moratalaz, que era
un semicírculo inmenso desde el Quejiar y desde el Barraco y Madara en el Norte,
hasta Cuarto Alto y Salinero, siguiendo desde allí la linde con el término de Daimiel,
pasando por Ureña hasta la venta de Borondo, todo ello comunicado por la vereda
de Moratalaz aún hoy existente; el Monte de Siles, que era propio de la Encomienda;
26
Estos pleitos de la Chancillería de Granada se encuentra en su archivo, 1439/001 y 1019-
004.
27
Archivo de la Chancillería de Granada, 1019-004.

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HISTORIA DE MANZANARES

la dehesa de Matamediana, situada a casi una legua de Manzanares a ambos lados


de la actual carretera de El Moral; por el Sur y hasta el Este siguiendo el deslinde con
Membrilla hasta San Marcos y El Seminario, para desde allí enlazar con La Bachillera
y Herrera; por último, quedando en el centro hasta la cañada del Guadiana la dehesa
de la Mancha, que empezaba a la altura de la casa del alcaide Don Juan hasta Venta
Quesada, donde se encontraba de nuevo con la cañada de Moratalaz y el Quejiar.

La explotación de este territorio de la encomienda de Manzanares se fue perfilan-


do a lo largo de los siglos a base de roturar la tierra baldía y el monte bajo que se
encontraba en todas direcciones partiendo del núcleo de población. Tomando como
referente principal las respuestas generales al Interrogatorio del Marqués de la Ense-
nada de 1752, podemos tener una composición muy ajustada de cómo se ganaron
la vida nuestros antepasados.

En primer lugar, se desarrolló una explotación de rivera en torno al río Azuer y al acuí-
fero que subyace en buena parte del pueblo y sus alrededores, utilizando tanto las
derivaciones y acequias del mismo río como, sobre todo, las norias de cangilones
movidas a partir de tracción animal; las producciones básicas fueron las hortalizas,
los frutales y especialmente el azafrán, del que se podían recolectar cuatro cosechas
y media cada seis años. Para el desarrollo de esta agricultura de regadío, nuestros
antepasados construyeron “madres” a lo largo de toda la vega, la primera entre el
molino de Santa Ana, que es propio de Membrilla y el Puente de la Reina, la segunda
entre este puente y el Puente de los Pobres, la tercera es la del Paseo del Río, que
vuelve a conectar con el río en el comienzo del camino de Daimiel y la cuarta que
recorría la vega casi hasta la Casa del Conde.

El otro componente de esta economía agraria de rivera fueron los molinos hidráulicos
que funcionaron a pesar de la estacionalidad del caudal del río. Si el término “Azuer”
procede de la palabra árabe “azud” o cauce y de “azuda” o molino, en nuestro pue-
blo siempre se hizo alarde de grandes obras de ingeniería hidráulica relacionadas
con ello y con la agricultura de regadío. Como consecuencia de lo llano del terreno
fue necesario hacer derivaciones de extraordinaria envergadura, entre ellas destaca

45
HISTORIA DE MANZANARES

Molino Grande

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HISTORIA DE MANZANARES

el caz del molino de don Pedro Fernández de Salinas, cuyo diseño de 1616 conser-
vamos en un plano de Esteban de Perola28. Este personaje emprendedor derivó el
curso del río a la altura del puente del camino de Almagro para conducirlo a través
de un caz más cercano al pueblo que ha subsistido hasta hace pocos años y en
el que algunos hemos jugado peligrosamente en las crecidas esporádicas. El agua
que conducía esta derivación se dedicaba para riego de huertas y, sobre todo,
para abastecer la presa del molino grande todavía en pie. En 1752 y con motivo de
responder el interrogatorio del Marqués de la Ensenada, los más sabios del lugar
citan, además del Molino Grande o de don Pedro, los siguientes ingenios molinares:
molino chico sito en la confluencia del caz de molino grande con la madre vieja; por
encima de él, en otra derivación, estaba el molino de don Blas del que quedan los
restos de sus presas; el molino del Carnicero, posiblemente situado a la altura de
la Casa del Conde; y el molino de Moratalaz, del que quedan también restos de su
presa. Pero como todos sabemos, nuestro río Azuer tiene sus límites y por ello se
desarrolló una alternativa con los molinos de viento que aún hoy tienen una calle de-
dicada y que al parecer terminaron siendo un fracaso y con los molinos de tracción
animal, de los que había en aquellas fechas cinco, uno en la calle Ancha, otro en
la de los Serranos, un tercero en la calle de Rada, el cuarto en la calle Fortuno y el
quinto en el Toledillo.

Un segundo anillo de territorio cultivado comenzaba más allá de la zona de huertas,


desde Los Cerros hasta la Vega en forma de media luna. A pesar de la poca fuer-
za de nuestras tierras calizas, se suceden suaves depresiones del terreno, barra-
queras y lomas bastante fértiles que facilitan una explotación agraria predominante
cerealícola de cebada, trigo y centeno, y vitivinícola con algún olivar. De nuevo el
año de 1752 puede servirnos de referencia; entonces se calculaba que al cereal se
le dedicaban 49.500 cuerdas29 de tierra toda ella de secano, las vides totales del
28
AHN, Archivo Histórico de Toledo, 37426.
29
La medida de superficie utilizada entonces es la “cuerda”, que estaba compuesta de un marco
de 96 varas, es decir de 9.216 varas cuadradas por cuerda, que hacen 576 estadales de 16 varas
cuadradas cada uno. Transferido a metros una cuerda tiene 6.439,21 m2, es por tanto equivalente a
una fanega de 12 celemines de las que hoy se usan.

47
HISTORIA DE MANZANARES

Plano de Esteban de Perola de 1616. Hoy sería el Paseo del Río

48
HISTORIA DE MANZANARES

49
HISTORIA DE MANZANARES

término eran 1.460.000 y los olivos 60.000 pies, algunos en cultivo mixto con las
viñas.

En un tercer semicírculo, más o menos a una legua del pueblo y ya hasta los confines
del término, quedaban las tierras dedicadas a dehesas y tierras baldías. Así, se esta-
blece en 1752 que para dehesa se reservaban 4.400 cuerdas y quedaban 10.500 de
baldío. A esta superficie se añadían con la misma dedicación agrícola los bienes comu-
nales o de propios y los reservados a la Encomienda. En su conjunto se incluían amplios
parajes de lo que hoy conocemos como los Cerros hasta la Bachillera, la dehesa de
La Mancha, amplias zonas a uno y otro lado de la Cañada del Guadiana y Camino de
Murcia hasta Madara y de allí por las lindes del término hasta Moratalaz, Cuarto Alto y el
Monte de Siles rematando en la dehesa de Matamediana.

A pesar de la amplitud de la superficie no cultivada del término de la encomienda de


Manzanares y, a pesar de su natural vinculación con la trashumancia, la ganadería
no constituyó un pilar esencial de la explotación agraria. A mediados del siglo XVIII se
contaban 7.000 ovejas, 150 cabras y 100 cabezas de ganado moreno, mientras la
ganadería mayor estaba integrada por 150 pares de mulas para labor y 60 cerriles,
400 asnos y 90 caballos entre machos y yeguas.

La actividad agrícola se complementaba en aquellas fechas con algunas industrias bási-


cas de consumo, entre ellas tres tahonas de pan, de las que dos eran de los hermanos
Clemente, algunos pozos de nieve, como los situados en la calle de la Tercia y el Castillo
y dos calderas dedicadas al jabón blanco y a la destilación de alcohol, alguna platería y la
chocolatería de Manuel Sánchez-Migallón. Pero, sobre todo, en Manzanares se desarro-
llaron cuatro industrias muy importantes. Una era la fabricación del ladrillo, baldosas, tejas
y cal, así en la fecha que estamos utilizando como referencia había cinco tejeras propiedad
de las familias Mascaraque, López de Pablos, Medina y Guerrero y un horno de cerámica
propiedad de Juan Moreno. Otra destacada actividad económica estaba vinculada a la
zapatería y el vestido, había más de cuarenta zapateros y más de sesenta entre maestros
tejedores, cardadores, bataneros, sastres y algún sombrerero. La tercera industria estaba
vinculada al importante movimiento de gente que circulaba de paso por nuestro pueblo,

50
HISTORIA DE MANZANARES

Venta del Tizón o Casa del alcaide don Juan

51
HISTORIA DE MANZANARES

actividad que se generaba en dos ventas, siete mesones y dos casas de trucos; los me-
sones y posadas estaban en la plaza del concejo, en la calle de la cárcel y en la calle del
río dos de ellas30; las ventas estaban situadas una a unas dos leguas del pueblo al norte
en Venta Quesada, entonces propiedad de Juan Merino y donde se congregaba mucha
gente por estar en plena cañada real Soriana y por la vecindad de una casa de postas,
otra a una legua en la misma dirección que aún hoy se conserva milagrosamente con el
nombre de Casa de Don Juan, entonces venta del Tizón y la tercera estaba en Aberturas,
hoy Consolación, propiedad del presbítero José Villareal. Los siete mesones eran además
posada y pertenecían también a Juan Merino, al presbítero Triviño, a Francisco Quesada
y al Conde de Sevilla la Nueva. Y en cuarto lugar, se desarrolló una importante actividad
económica en torno a las herrerías y las carreterías.

30
Estas posadas han desaparecido recientemente, tanto que yo las he conocido. Aunque hoy
no queda ninguna en píe, hay cierta tradición, no confirmada, que sitúa una de estas posadas en el la
plaza de Santa Cruz.

52
4
La formacion de la ciudad y
su evolución
HISTORIA DE MANZANARES

Plazuela de San Francisco, detrás de la iglesia. Punto de partida de la cerca

54
HISTORIA DE MANZANARES

A
l Noroeste del castillo y a unos cien pasos del foso surgió el lugar
de Manzanares. Como ya dije, fue un proceso natural propio del
sistema de ocupación social del espacio de los territorios de órde-
nes militares. Entre 1239 y 1352 la villa se desarrolló recogiendo
población de Moratalaz, del asentamiento de Argamasilla de Pilas
Bonas y posiblemente de los habitantes de Calatrava la Vieja que habían abandona-
do la ciudad y se habían repartido por toda la comarca del Campo de Calatrava.

Aunque no se conservan los documentos originales, los manzanareños debemos


considerar el año 1352 como aquel en el que nuestra ciudad estaba ya plenamente
consolidada, no solo en su organización jurídico-administrativa, sino también en su
organización social y en su estructura urbana. Los documentos que cito se custo-
dian en copia de 9 de marzo de 1653 en el Archivo Histórico Nacional31. En reali-
dad son dos documentos fechados el día 2 de septiembre de 1352 en los que los
procuradores de Manzanares pactan con el Maestre de Calatrava una exención de
impuestos señoriales a cambio de la construcción de la muralla en derredor de la
villa.

Sepan cuantos esta carta vieren como ante nos frey Juan Núñez por la gloria de
dios Maestre de la caballería de la Orden de Calatrava aparecieron Diego Pérez e
Diego Juan alcaldes e Alfonso Ibáñez alguacil e Benito Pérez e Gonzalo Martínez
de don [Latrón] e Diego Serrano e Sebastián Pérez e Diego Pérez de la Membrilla
e Pedro Magaña e Miguel Magaña e Miguel Pérez hijo de Martín Millán vecinos de
Manzanares procuradores del concejo de dicho lugar de Manzanares especialmente
para se avenir con nos en razón de la cerca que nos tenemos por bien de mandar
facer en el dicho lugar de Manzanares que todo esto mejor e más complidamente
se contiene en la carta de procuración que en esta razón fue fecha la cual pareció
31
Véase el libro 1347 de la sección de Ordenes Militares del Archivo Histórico Nacional, que
está titulado como Escrituras de Calatrava desde el año de 1341 hasta el de 1360 inclusive. También
se encuentra una copia en la Colección Salazar y Castro de la Real Academia de la Historia y ha sido
publicado por CORCHADO SORIANO en la obra citada y por GARCÍA NOBLEJAS. A mi me toca en
estos momentos la responsabilidad administrativa de su conservación como Jefe del Departamento de
Conservación del Archivo Histórico Nacional.

55
HISTORIA DE MANZANARES

ante nos e ante los testigos de esta carta sana e firmada e signada que esta fecha
en esta manera. Sepan cuantos esta de procuración vieron como nos el concejo e
los hombres buenos de Manzanares lugar que es de la orden de Calatrava estando
todos ayuntados en la iglesia del dicho lugar a campana [tañida] según habemos de
uso e de costumbre otorgamos e conocemos…

La carta de poder a que alude se inserta íntegra y la firma nuestro escribano público,
Felipe Sánchez, asistiendo entre otros testigos nuestro primer cura conocido, Fortún
Pérez, y un carnicero llamado Miguel Domingo. Pero lo más destacable de todo ello
hasta ahora es que la villa dispone de un regimiento estable formado por regidores y
tiene recursos para financiar a sus funcionarios de justicia que son dos alcaldes, un
alguacil y un escribano, lo cual denota una notable envergadura urbana y un nivel de
organización concejil complejo y completo. La iglesia estaba construida y debía ser
el edificio más representativo del casco urbano, pues a falta de una casa del concejo
servía de sede del poder civil ciudadano que hacía en ella sus juntas para gobernar
el pueblo.

En aquellos años primeros del reinado de Pedro I Castilla se vivía una situación de
guerra civil y la Orden de Calatrava lo sabe y, por ese motivo, debía propiciar la
fortificación de sus ciudades. Manzanares acordó con el Maestre una exención de
impuestos ordinarios como el de calzas que se paga en San Miguel, el de vasallos
y acémilas, así como los pedidos y servicios extraordinarios. Se exceptuaron las
gallinas, las penas y caloñas y los diezmos que deberán seguir pagándose a Urraca
Fernández, propietaria de la encomienda. La exención se hará efectiva el día 1 de
enero de 1353 y se mantendrá hasta el 31 de diciembre de 1358. A cambio de ello,
el concejo debía construir una cerca que quedó minuciosamente detallada en sus
características arquitectónicas:

… que seáis obligados de cercar el dicho lugar de Manzanares en estos dichos cin-
co años que nos vos facemos esta merced la cual cerca habéis de facer en derredor
del dicho lugar por el lugar que nos el dicho Maestre e vos los dichos procuradores e
concejo lo […] e medimos que fallamos por la dicha medida que montan quinientos
e treinta tapias el primer cerco en derredor del dicho lugar e habéis de hacer la dicha

56
HISTORIA DE MANZANARES

Calle Villarreal. Acceso medieval al castillo de Pilas Bonas

57
HISTORIA DE MANZANARES

cerca en esta manera, el primero año que será en la era de XCI años que fagades el
cimiento en derredor del logar que sea fecho de cal e de piedra de una tapia en alto
e en los otros cuatro años primeros siguientes que fagades en derredor del dicho
lugar el adarve de cuatro tapias en alto de buena tapia gruesa de tierra e otra tapia
angosta encima que sea antepecho e encima sus almenas en que los dichos cuatros
años que fagades cada año una tapia en derredor del dicho lugar e el postrimero año
que fagades el dicho antepecho e almenas e que fagades encima del dicho adarve
todo en derredor el suelo de cal e de arena fasta dos palmos en alto e le fagades
el ala de losas por do vierta el agua fuera del dicho adarve e la marca del cimiento
e de las tapias gruesas que sean tan anchas como el adarve del castiello del dicho
lugar e que aya cada tapia en alto cinco palmos e otrosí que fagades las saeteras de
las tapias que […] fueren de cal e de arena e que fagades tres puertas en la dicha
cerca por do entren e salgan al lugar do entendieren que más complieran en guisa
que todas estas labores e cada una de ellas sean bien fechas e acabadas de cada
uno de los dichos cinco años.

Aunque sólo podemos visibilizarla en nuestra imaginación, la muralla medieval de


Manzanares debió presentar un aspecto imponente. El perímetro estaba formado
por 530 tapiales que, al ser idénticos a los del castillo en grosor, debían ser de al
menos dos metros de longitud cada uno, lo que nos lleva a pensar que ese perí-
metro superaba el kilómetro de longitud. Su altura era de cinco tapiales, de cinco
palmos cada uno, es decir, de 5,25 metros, más otro metro y medio de altura que
correspondía al antepecho hecho de un tapial más estrecho para facilitar una ronda
de cal, arena y baldosas y a sus almenas. En total la cerca tenía más de seis metros
y medio de altura. El acceso al recinto urbano se realizaba a través de tres puertas,
una sin duda orientada al castillo y las otras dos situadas en los accesos a la ciudad
que debían estar orientados al Suroeste, porque está el río y el camino de Daimiel y
al Noreste porque confluyen las vías de comunicación procedentes de Toledo.

A pesar de las transformaciones urbanísticas, buena parte del trazado medieval de


Manzanares puede ser redescubierto. La ciudad quedó, pues, organizada en un ca-
serío compacto dentro del perímetro de la muralla y se construyó entorno a los ejes
de distribución urbanística, a los accesos y a los geotopos de ordenación del espacio

58
HISTORIA DE MANZANARES

Calle de la Hoz, Plaza del Matadero. Recodo sur de la cerca


lateral oeste de la cerca

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HISTORIA DE MANZANARES

urbano. La muralla, si observamos atentamente un plano o leemos en los vericuetos


de nuestras calles, se adivina por la curvatura de algunas de ellas que se convierten en
auténticos codos todavía visibles. Si comenzamos por la parte Noroeste, en la plazuela
de detrás de la iglesia observaremos que la muralla siguió el itinerario de la calle de la
Iglesia y de la calle de la Hoz, al final de las cuales los recodos no dejan ningún lugar
a dudas. Desde el recodo de la calle de la Hoz buscaremos la siguiente esquina de la
muralla atravesando en dirección Sur la calle de la Cárcel, prolongándonos por la calle
del Capitán Cortés hasta la Plaza del Matadero (hoy de Santa Cruz) y aquí encontra-
remos el siguiente recodo de la muralla, justo en la esquina de la plaza. Desde este
punto habría que hablar en hipótesis; sin duda subiríamos hacia el Este, la cuestión
es si el cierre de este paramento discurría hacia la calle del Maestro don Cristóbal o
por la calle Pizarro; yo diría que la muralla estaba engullida por la manzana del lado de
la calle Pizarro y llegaría hasta cruzar la calle del Carmen; posiblemente atravesaría las
manzanas que hoy están construidas hasta la calle Espronceda en línea más o menos
curvada hasta el siguiente recodo, que tampoco es posible reconocer, pero que con
certeza enlazaría con la calle Virgen de la Esperanza, la cual vuelve a tener la curva-
tura adecuada a una muralla en dirección Norte hasta la calle de las Monjas, Doctor
Fleming esquina Casa del Santo y, continuando, cruzaría la calle Empedrada hasta
toparse de nuevo con el recodo de la calle de la Iglesia.

Si pudiésemos situar las tres puertas de la cerca medieval, tendríamos seguramente


definida la ordenación urbana de Manzanares y no solo de aquella época. La puerta
de una ciudad medieval solía coincidir con una vía de comunicación fundamental, con
el comienzo o final de un eje urbano y en su exterior es frecuente que encontremos
un referente topográfico religioso, un edificio singular, normalmente un convento. Una
de las puertas debía estar en la calle del Carmen, porque el castillo tenía que tener
un acceso fácil y rápido al tiempo que enlazaría con el camino de Membrilla. Al otro
extremo de esta calle encontramos intramuros el edificio medieval que representa
el poder opuesto a la encomienda, el poder de la iglesia secular representado en la
Iglesia de la Asunción, en torno a la cual se generará la ubicación también del poder
civil representado por el concejo, que no tendrá edificio propio hasta época moder-
na en el entorno de la Plaza de la Constitución. En el Noreste tenía que haber otra

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HISTORIA DE MANZANARES

Calle Virgen de la Esperanza Recodo norte de la cerca con la calle de la Iglesia


Cerramiento noroeste de la cerca

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HISTORIA DE MANZANARES

puerta por la que accediese la vía de comunicación del Norte, es decir, que enlazase
con el camino de Toledo y también con la Real Soriana. El trazado originario de este
acceso discurría por la calle de Toledo, la calle del Morago y Villarreal para llegar al
Castillo y seguramente se derivaba hacia el interior de la ciudad por una puerta que
es más probable estuviese en el inicio de la calle Empedrada, aunque se podría ubi-
car también en la calle del Doctor Fleming a la altura de la Casa del Santo, quedando
a la altura en este punto pero extramuros de nuevo un edificio religioso conventual,
el convento de las Franciscanas. La tercera puerta debía estar preferentemente al
final de la calle de la Cárcel, procurando la conexión con las comunicaciones hacía
el Sur y del Oeste de la ciudad, es decir, enfocando con el camino de Almagro, hoy
avenida de Andalucía, y con el camino de Daimiel, hoy calle de Cristóbal Colón.

En algunos documentos muy posteriores se puede leer que intramuros habría unas
doscientas casas de habitación, lo que supondría que en la villa de Manzanares
vivían entre ochocientas y mil almas o habitantes ya en el siglo XIV. El callejero medie-
val estaría compuesto, además de los ejes citados, por una sola calle con la misma
orientación de la calle del Carmen, que es la conocida hoy como calle del Manifiesto
y las demás serían perpendiculares, Empedrada y calle de la Cárcel, calle de las
Monjas con calle Honda y calle del Maestro don Cristóbal.

Manzanares tuvo un segundo desarrollo urbano y demográfico al filo del siglo XVI.
Esto provocó que la ciudad se desbordase al otro lado de las murallas, las cua-
les desaparecieron engullidas por el nuevo caserío que en 157932 contaba ya con
seiscientas casas. En el año 1752 se alcanzaba la cifra de mil trescientas casas
habitadas por mil cuatrocientos vecinos. Este crecimiento, con sus altibajos, se pro-
dujo sobre las vías de comunicación de acceso a la villa, ahora bien, evitando dos
direcciones, la del camino de Membrilla, porque las eras de la encomienda servían
de freno y el Suroeste, porque el río hacía la misma función. Los ejes de desarrollo
serán tres, por un lado el entorno de la calle Villarreal, entre ella y la villa y al otro lado
con varias calles paralelas como la de la Tercia, el Toledillo y en cierto modo también
la de la Virgen; el segundo eje distribuidor se configuró en perpendicular al eje an-
32
Véase Relaciones Topográficas…, resp. 39

62
HISTORIA DE MANZANARES

Calle de las Monjas Calle del Carmen

Calle Empedrada Calle del Doctor Fleming

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HISTORIA DE MANZANARES

Calle Ancha

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HISTORIA DE MANZANARES

Calle de la Cárcel con


Empedrada. Eje este-oeste
de ordenación de la ciudad
medieval

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HISTORIA DE MANZANARES

terior sobre las calles de la Prensa, Anega y San Marcos; y el tercer eje tomó forma
a partir de las calles de Toledo, Carrilejos, Camarenas, calle Ancha (hoy Jesús del
Perdón), la calle de Bolaños (hoy de la Vera Cruz) y la calle del Río o camino de Dai-
miel, con un conjunto de perpendiculares en semicírculo desde el más próximo a la
ciudad medieval, formado por la calle de las calles Mayorazgo-Trompas (hoy Reyes
Católicos) y así sucesivamente hasta la calle de los Serranos (calle de la Paz y de la
Soledad), ya en las inmediaciones de la ermita de Santa Quiteria.

Dentro de este casco urbano destacaban unos referentes arquitectónicos de ca-


rácter religioso, político y social. Los más señalizados fueron los edificios religiosos.
Intramuros, el predominio visual quedaba reservado exclusivamente a la iglesia pa-
rroquial, que tuvo como advocación la de Nuestra Señora de Altagracia y, aunque
ya es mencionada en el documento de 1352 como finalizada, hay ciertas dudas
de que sea la iglesia actual. De estilo gótico tardío a juzgar por alguna fotografía de
principios del siglo XX, se aprecia una acabada mampostería interior de piedra y
unas interesantes arcadas y crucerías ojivales. Indiscutiblemente la iglesia que cono-
cemos hoy no es aquélla, aunque solo sea porque ha sufrido dos terribles episodios
catastróficos, uno fue el incendio de la noche del Corpus del año 1571, en la que
por un descuido con un velón mal apagado se incendió todo el altar mayor y en par-
ticular se llevó por delante la sillería y el retablo y el otro episodio fue en la madrugada
del día 21 de junio de 1936, en el que todas las cubiertas de las naves se vinieron
abajo pasto de las llamas revolucionarias de un pueblo que pensó que había llegado
la hora de terminar con la servidumbre social y la esclavitud de sus conciencias.
Entonces desaparecieron el retablo de estilo barroco dedicado a la Coronación de
la Virgen, los retablos del crucero dedicados uno a San Pedro y Nuestra Señora del
Rosario y otro a San José y Nuestra Señora del Popolo y las capillas laterales consa-
gradas a Santa Teresa, propiedad de la familia Salinas y enfrente las de la Candelaria
y Transfiguración, propiedad de la familia Merino, seguida por las de Santísimo Cristo
y el Perulero, donde se encontraba la pila bautismal.

También intramuros ocupaban un lugar muy destacado urbanísticamente hablando los


lugares de sociabilidad, principalmente la Plaza a la que mi generación apodábamos

66
HISTORIA DE MANZANARES

Iglesia Parroquial de la Asunción

67
HISTORIA DE MANZANARES

“de las Palomas”, mi abuela “de las Flores”, porque en su niñez a principios del siglo
pasado fue cuando se plantó el jardín y que siempre fue la “Plaza Pública o del Ayunta-
miento”, hoy de la Constitución. Con la expansión urbanística que estamos describien-
do hasta el siglo XVIII, surgió una competidora que fue la Plaza del Gran Teatro, con las
que no tenían mucho que hacer las pequeñas plazuelas como la del Matadero, la de las
Monjas o San Blas. La calle Empedrada, así denominada porque fue la única asfaltada
hasta el siglo XX y la calle de la Cárcel serán los ejes comerciales de la villa, pero a partir
del siglo XVI. Tanto en ellas como en la Plaza Pública y en sus confluencias se ubicaron
los artesanos, la casa del pósito, la de postas, los mesones y casas de trucos y, por
supuesto, la sede del Consistorio y la cárcel pública situada junto al edificio de la justicia
en la calle de la Cárcel, acera de la izquierda según se baja.

En el casco medieval, la élite social de la villa de Manzanares construyó sus pala-


cios en la calle del Carmen y en la calle de las Monjas. Todavía hoy se conservan
algunos escudos nobiliarios en sus fachadas, los más antiguos en la calle de la
Cárcel esquina a la Plaza, en el inicio de la calle de Carmen en el palacio de la
Marquesa de las Salinas (apellidos Chacón, Salinas y Jonte) y en la calle de las
Monjas el Palacio de los Ochoa; no menos imponentes en las mismas calles son
el palacio de los Merino, hoy Centro Cultural Ciega de Manzanares, donde en
1575 la tradición sitúa a Teresa de Jesús pernoctando en sus aposentos en la
noche del 14 de febrero, y el palacio de la Casa de los Leones. Rota la muralla,
los nuevos ricos, surgidos muchos de ellos de ramas colaterales de los clanes
medievales que se dedicaron al labrantío extensivo gracias a las nuevas rotura-
ciones, ubicaron sus casas en el ensanche Norte de la ciudad, construyendo sus
moradas en el eje de la calle de las Trompas (así denominada tradicionalmente por
residir en ella la familia Trompo) con la calle Mayorazgo (cuyo nombre recuerda la
costumbre castellana de perpetuar el capital asignándoselo al barón mayor de la
familia solariega). Los jornaleros, gañanes, pequeños propietarios rurales, pobres
y minorías étnicas situaron sus casas en la periferia de intramuros y en el ensan-
che. Parece estar comprobada la existencia hasta el año 1609 de sesenta y tres
familias moriscas; si somos observadores comprobaremos que detrás de algunas
fachadas encaladas durante siglos, como la situada en la que hoy llamamos calle

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HISTORIA DE MANZANARES

Plaza del Ayuntamiento o de la Constitución

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HISTORIA DE MANZANARES

Palacio de los Merinos

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HISTORIA DE MANZANARES

Palacio de los Ochoa Palacio del Marqués de las Salinas

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HISTORIA DE MANZANARES

Espronceda, se descubren alfices muy característicos y patios en torno a un pozo


o una higuera rodeados de corredores que revelan estas pinceladas de nuestro
pasado.

La topografía religiosa de Manzanares se completó extramuros durante la edad Mo-


derna con dos conventos y un conjunto casi innumerable de ermitas. Unos y otras,
además de lugares de oración y sede de cofradías, sirvieron como pequeños cam-
posantos tal como sucedía en la iglesia parroquial hasta 1804, año en que se cons-
truyó el primer cementerio al Este de la ciudad.

El primer convento que tuvo la villa se fundó el 1 de junio de 1587 y la tradición lo


vincula a la figura de San Juan de la Cruz y a Santa Teresa, porque fue poblado por
padres carmelitas descalzos con la advocación de Nuestra Señora de Alta Gracia.
Destruido en 1808 por los franceses, fue abandonado por los frailes y refundado por
las monjas concepcionistas de San José hasta hoy. De cualquier modo sabemos
que el recinto era impresionante, ocupando toda la manzana actual hasta la plaza
del Matadero y hasta la calle Zacatín; tenía el cementerio más importante de la villa
y una huerta que mi generación ha conocido todavía. Las familias protectoras de
esta institución siempre fueron quizás por la cercanía de sus solares, la de Salinas,
los comendadores del castillo y, ya en el siglo XIX, estuvo muy vinculado a la fami-
lia García-Noblejas. Los frailes del convento que lo habitaban en número de doce
tuvieron el monopolio de la predicación en Manzanares y también de la enseñanza,
porque desarrollaron una amplia labor docente a través del estudio de Teología. El
segundo convento era el de Franciscanas Calzadas de la Purísima Concepción, ha-
bitado normalmente por una doce claustrales y algunas legas. Fue fundado en 1591
y siempre tuvo la protección de la familia Quesada y Tello. Hoy todavía existe en la
plaza de su nombre, porque fue capaz de superar los procesos desamortizadores
del siglo XIX y los episodios de la Guerra Civil33.

33
Los fondos documentales de ambos conventos, aunque escasos, se conservan en el Archivo
Histórico Nacional, sección de Clero Regular y Secular. No obstante, mucha información adicional se
puede localizar en el Archivo del Consejo de las Ordenes Militares.

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HISTORIA DE MANZANARES

Detalle del convento de las Franciscanas Convento de las Concepcionistas de San José. Antiguo
Calzadas de la Purísima Concepción convento carmelita de Nuestra Señora de Gracia

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HISTORIA DE MANZANARES

Las ermitas que tuvo Manzanares fueron muy numerosas y se situaron como un
rosario alrededor de la ciudad. En las Relaciones Topografías de Felipe II34 se indica
que hay en esta iglesia vieja que solía ser la iglesia parroquial una ermita de Nuestra
Señora de Gracia donde acude gran parte del pueblo por devoción particular que
tienen y hay ansimismo otras cuatro ermitas dentro de la villa que son San Juan, San
Sebastian, San Anton y Santa Quiteria y en los términos de ella San Cristóbal y San
León y San Marcos… a dos leguas de esta villa hacia el mediodía hay una ermita de
Nuestra Señora de las Aberturas.

En el siglo XVIII el cura Camacho, que algo debía saber de esto, decía que hay intra-
muros seis ermitas, una con advocación de San Juan Bautista con su cofradía y en
dicha ermita está la imagen de Santa Bárbara con su cofradía. Otra ermita de Nuestra
Señora de Gracia, de prodigiosa escultura, con su cofradía que se compone de los
señores del pueblo, los que cuidan de las alhajas y adorno de la imagen, que son
bastantes y de sumo valor; dicha ermita es muy capaz y tiene su casa accesoria que
habita su santero, hay en dicha ermita la imagen de San Marcos con su cofradía.
Otra ermita con la advocación de Santa Quiteria, con su cofradía, en cuya ermita se
hayan las imágenes de Nuestra Señora de la Paz y San Ildefonso, con sus respecti-
vas cofradías. Otra ermita con la advocación de San Anton Abad, la que se mantiene
y se edifica con la devoción del pueblo, que es suma. Otra ermita con la advocación
del Señor San Sebastián en la que se haya la imagen de Jesús Crucificado con el
titulo de Piedad. Otra ermita con el título de la Vera Cruz, que en tiempos antiguos
fue parroquia y el patrón o tutelar de ella es Nuestro Señor Crucificado, con el título
del Valle, en ella se haya la imagen de Nuestra Señora de la Soledad, la de Jesús de
la Columna, con su cofradía de nazarenos, la de Jesús Arrodillado, título del Perdón,
imagen prodigiosa con su cofradía de nazarenos y capilla separada, la del señor
Juan, con igual cofradía […]asimismo se haya en dicha ermita la imagen de Nuestra
Señora de la Cabeza con su cofradía y la del seráfico padre nuestro San Francisco
de Asís […] Extramuros de esta villa e inmediata a ella se haya la ermita del señor San
Isidro Labrador con su cofradía y en dicha ermita las imágenes de Nuestra Señora
34
Relaciones Topográficas de Felipe II, respuesta 51 y 56. Una relación de fundaciones y cofra-
días para el año 1638 en AHN, Consejo de las Órdenes, leg. 6099.

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HISTORIA DE MANZANARES

Parroquia de Alta Gracia.


Antigua ermita de Nuestra
Señora de Gracia

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HISTORIA DE MANZANARES

Iglesia de Nuestro Padre


Jesús del Perdón o ermita
de la Vera Cruz

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HISTORIA DE MANZANARES

Ermita de San Antón

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HISTORIA DE MANZANARES

de Velen y señor San Antonio de Padua con sus cofradías y la de San León y San
Vicente con su santero en casa accesoria.

En la ciudad hoy se mantienen en pie, al Norte de la ciudad, las de la Vera Cruz


(Nuestro Padre Jesús del Perdón), la de San Antón, siempre vinculada a los labra-
dores, la de Santa Quiteria o la Paz y, al Sur, la de San Blas, que fue la del Santo
Sepulcro hasta 1809, cuando fue demolida por los franceses para asegurar el cam-
po de tiro desde el castillo, siendo reconstruida en 1847 con la nueva advocación.
Una mención especial merece la ermita de Nuestra Señora de Gracia, porque fue
creada en 1493, siendo terminada de construir en 150235, junto al camino de Toledo
y que hoy conocemos como la parroquia sufragánea de Altagracia. Las que ya han
desaparecido son las de San Juan, que estaba situada en las escuelas del mismo
nombre, hoy edificio de telefónica, la de San Isidro, que estaba en el río en el entorno
donde hoy está el quiosco de la música y la ermita de San Sebastián, que estaba
junto a la casa de la familia Mascaraque en la calle del Carmen, al menos en 1830.

De las ermitas del campo solo queda en pie la de Siles, que tuvo la advocación de
La Magadalena, hoy dedicada a San Isidro, cuya romería todavía concita a los man-
zanareños el día 15 de mayo, y han desaparecido la de San León, que estaba en el
Torreón y la de San Cristóbal, que estaba en los confines del término, en San Mar-
cos. Por último la de Nuestra Señora de las Aberturas hoy es el santuario de Nuestra
Señora de Consolación, que estaba compartida hasta el siglo XVIII con Valdepeñas
y Membrilla.

Pero la relación no estaría completa si no citásemos una serie de pequeños locus


sagrados repartidos por todo el pueblo en formato de pequeños oratorios y simples
símbolos sagrados que hasta nuestros padres han conocido. Entre ellos estaría el
existente en la calle de la Soledad, las cruces del camino de las Cruces, en la calle
del Zacatín siempre hubo una imagen como también una cruz de madera en la Plaza
de Santa Cruz, la imagen de la casa del Santo y el pequeño oratorio del Cristo, que
35
Esta ermita dispone de un extraordinario documento sobre sus ordenanzas originales y sobre
sus cuentas, imágenes etc. En AHN-Aht 40839.

78
HISTORIA DE MANZANARES

Ermita de la Paz o de Santa Quiteria Ermita de San Blas

Oratorio del Cristo de las Agonías Ermita de Siles

79
HISTORIA DE MANZANARES

encontramos frente a la plaza de toros y que convocó una gran devoción; según
me contaba mi abuela, las ofrendas eran muy frecuentes, siendo una de las más
recurrentes caminar de rodillas hasta el pequeño templete. La Candelaria y la Divina
Pastora completaron ya en el siglo XX y, por tanto, siguen siendo arquitecturas dedi-
cadas al culto, la historia de nuestra topografía religiosa urbana.

Los momentos de desarrollo económico de los dos últimos siglos propiciaron su-
cesivos ensanches de la ciudad. Sin perjuicio de que la ciudad siguió creciendo
continuando los ejes de desarrollo urbanístico que marcaban las calles del río, la
calle Ancha y la calle de Toledo, el período de expansión económica y demográfica
que tuvo Manzanares entre 1870 y 1930 supuso un gran impacto sobre la estructura
urbana de la ciudad, que amplió su caserío considerablemente y se la dotó de los
servicios básicos, especialmente de abastecimiento de aguas que sucesivamente
procedía, hasta 1905, de Máximo y la Noria del Buen Agua, desde 1905 de Siles,
por donación de la fuente que hicieron Agapito Chacón Salinas y Luis Ochoa y, des-
de 1922, de los Romeros y las Carniceras. Durante cincuenta años esa ampliación
urbana tomó dos direcciones: por un lado hacia las vías del tren, sobrepasándolas y
creando dos barrios, el de Madrid Moderno, que se construyó en la primera década
del siglo XX y el barrio de Salamanca, entre 1912 y 1922; la otra dirección fue el
Este siguiendo las calles San Marcos, Anega y Blas Tello, dando lugar al barrio de
la Sima entre 1870 y 1880, Barrio Nuevo entre 1890 y 1900 y, más recientemente,
entre 1926 y 1930, el barrio de Las Cábilas. En esta misma dirección se continuó la
expansión urbana de los años setenta hasta finales del siglo XX; el Parque, el Am-
bulatorio-Hospital y los centros de enseñanza que situaron en las huertas de las Pul-
gas, de Blas Tello y era de los Lagartos propiciaron que el caserío urbano saltase la
carretera de La Solana primero y la Avenida del Parque N-430 después, con barrios
como el Nuevo Manzanares hasta llegar al Polígono Industrial, que hoy actúa junto
con el cementerio viejo de freno a futuras expansiones. Por este motivo, en la prime-
ra década del siglo XXI, otro impulso de crecimiento ha conducido la ciudad hacía el
Este hasta la calle de la Carretera y el Sur, siguiendo la Avenida de Andalucía.

80
HISTORIA DE MANZANARES

Las Cábilas

81
HISTORIA DE MANZANARES

Parque del Polígono

82
5
Sus gentes
HISTORIA DE MANZANARES

Escudo heráldico en la esquina de la calle de la Escudo heráldico en la esquina de las calles Monjas y Carmen
Cárcel con la Plaza del Ayuntamiento

84
HISTORIA DE MANZANARES

M
anzanares siempre fue una tierra de hombres libres. En las
Relaciones Topográficas se puede leer que “los vecinos de
esta villa son la mayor parte labradores e había doce casas
de hijosdalgo […]. En esta villa no hay personas que ten-
gan otros bienes ni granjerías sino solamente su labor y con
esto se sustentan medianamente”36. En el siglo XVIII 37, con motivo de la encuesta
del Marqués de la Ensenada38, se hizo una estructura social extraordinariamente
completa; los mil cuatrocientos vecinos del pueblo quedaban ordenados del si-
guiente modo: trescientos eran pobres de solemnidad, que es de suponer que
se ganaban la vida mendigando o haciendo tareas agrícolas estacionales, qui-
nientos eran jornaleros que trabajaban como mayorales, ayudadores o zagales
en la labor de la tierra; el grupo de artesanos llegaba a los ciento veinte vecinos,
destacando entre ellos casi ochenta que se ocupaban de artes relacionadas con
el vestido y el calzado. El resto estaba formado por los labradores propietarios,
por el grupo religioso, de los que se podían censar cuarenta eclesiásticos entre
presbiterios y clérigos de órdenes menores que formaron cabildo residiendo en
una casa comprada por el párroco fray Manuel de Oviedo y situada en la calle de
las Trompas desde finales del siglo XVIII, doce sacerdotes carmelitas y dieciséis
monjas de velo y por el grupo profesional dedicado a la administración de la res
pública. La élite social formada por una docena de familias sostenía su preeminen-
cia a través del control del poder local y de la propiedad de una buena parte de
la tierra, especialmente de la incorporada a partir de las roturaciones. Entre estas
familias estaban los Quesada, Merino, Salinas, Roncero, Trompo, Álvarez, Elipe,
Fernández-Caballero, Clemente, Porras, Calero, entre otras y alcanzaron su punto
de inflexión y transformación, que no necesariamente de declive, a partir de los
años treinta del siglo XIX.

36
Catastro de Ensenada, Respuestas 40 y 42.
37
La mejor guía para conocer la sociedad manzanareña de aquella época en, Juan DÍAZ-PINTA-
DO, Conflicto social, marginación y mentalidades en La Mancha (siglo XVIII), Ciudad Real: Diputación
Provincial, Área de Cultura, D.L. 1987. ISBN 84-505-5889-1
38
Catastro de Ensenada, Respuestas 32 y ss.

85
HISTORIA DE MANZANARES

La evolución demográfica de Manzanares a lo largo de estos siglos de la modernidad


tuvo periodos de expansión, de estancamiento e incluso de contracción. Durante la Edad
Media la única referencia, aunque discutible, estaría en torno a la cifra de las doscientas
casas que podría tener la ciudad amurallada hasta el siglo XV, con un número de vecinos
no superior a doscientos cincuenta. Estas cifras se convierten en estadística a partir de un
documento clave, que es un padrón vecinal de los lugares del Campo de Calatrava, fe-
chado en 153539, según el cual los vecinos de la villa eran trescientos ochenta y siete, es
decir, entre mil quinientas y mil novecientas almas. Mediado el siglo se alcanzó un punto
de expansión importante que elevó la cifra a los mil vecinos40, aunque en las Relaciones
Topográficas, que reconocen este hecho, se nos habla de una contracción que situó el
censo vecinal en setecientas familias, lo que supondrían unas tres mil almas; en estas
mismas fechas Membrilla, por ejemplo, tenía reconocidos mil trescientos vecinos, Valde-
peñas mil quinientos, Daimiel dos mil y Alcázar de San Juan dos mil quinientos.

El comienzo del siglo XVII supuso un descalabro demográfico importante en la villa.


Trescientas veintidós personas de sesenta y cuatro familias moriscas fueron expul-
sadas de Manzanares a raíz de los decretos que se sucedieron a partir del mes
de septiembre de 160941. En este grupo de manzanareños había claramente dos
facciones, los descendientes de mudéjares procedentes de Moratalaz que se con-
virtieron a principios del siglo XVI y los moriscos procedentes de Alicante, Baeza o
Úbeda y que llegaron como consecuencia de la deslocalización que aplicó Felipe II.
Baste recordar algún hecho vergonzante de nuestra historia, como el acaecido en
las fiestas de Santa María de Agosto del año 1600; a algunos de nuestros antepasa-
dos se les ocurrió organizar una “zuiza” construyendo al efecto un castillo en la plaza
del concejo y una fiesta en la que se mataron dos toros; hasta aquí todo normal,
excepto que decidieron que la partida armada estuviese formada por moriscos de la
villa que crearon el pánico entre la población con sus algaradas e incluso terminaron
a espadonzazo limpio entre ellos.
39
Archivo General de Simancas, Consejo de Hacienda, legajo 36/211
40
AHN-Aht, 40839
41
Fray MARCOS DE GUADALAJARA Y XAVIER, Predicción y destierro de los moriscos de Castilla,
hasta el Valle de Ricote, Pamplona, 1614.

86
HISTORIA DE MANZANARES

Casa morisca en la actual


calle Espronceda

87
HISTORIA DE MANZANARES

Durante el siglo XVIII y comienzos del siguiente el caserío urbano alcanzó los mil
inmuebles de habitación, aunque hasta el año 1751 el número de habitantes se
mantuvo estable en la cifra de 5.571, que son los que se censaron con motivo del
Catastro de Ensenada, prácticamente los mismos datos del Vecindario de Campo-
florido del año 171242. En el año 1787 se llegó a los 6.806 habitantes43 y en 1826
ya éramos 9.100 almas según los datos recopilados por Sebastián de Miñano en su
Diccionario Geográfico y Estadístico. La historia demográfica de Manzanares a partir
de este punto es de máximo desarrollo vegetativo, que se alcanzó en preguerra co-
incidiendo con los ensanches y el desarrollo industrial y de depresión demográfica
que hizo caer la población por debajo de los 17.000 habitantes durante los años se-
senta, cuando miles de familias manzanareñas terminaron en los barrios y municipios
del Sur de Madrid como Horcasitas, Vallecas, Carabanchel, Getafe o Fuenlabrada y
algunas, las menos, en las localidades periféricas de Barcelona.

Los manzanareños, en su calidad de vecinos de un concejo y de hombre libres,


organizaron la ciudad sobre la plantilla municipal del regimiento al margen de la es-
tructura de la encomienda y del comendador, que en realidad no pintaba nada ni
en el gobierno, ni en la legislación ni en el ejercicio de la justicia local. El consistorio
estaba formado por doce regidores originariamente electos y posteriormente perpe-
tuos, que representaban al común de vecinos, cuyos intereses estaban gobernados
por un conjunto de oficiales o funcionarios nombrados al efecto; por otro lado y de
forma independiente, la justicia estaba ejercida por dos alcaldes ordinarios, que eran
delegados del alcalde mayor del partido o gobernación de Almagro, que pertenecía
al maestrazgo de Calatrava. La justicia en primera instancia se ejercía ante este alcal-
de mayor, pero en segunda instancia y tercera ante la Chancillería de Granada y ante
el Consejo de las Ordenes Militares respectivamente. La jurisdicción eclesiástica
secular se ejercía dentro del arciprestazgo de Calatrava y su vicario en Ciudad Real
y en un peldaño superior dentro del arzobispado de Toledo.

42
Biblioteca Nacional (Mss/2274)
Jerónimo LÓPEZ SALAZAR, Evolución demográfica del La Mancha en el siglo XVIII, Hispania
43

133, Madrid, 1976

88
HISTORIA DE MANZANARES

Además de por el sistema fiscal municipal y de una cuarta parte de las penas y calo-
ñas, el concejo se financiaba con los aprovechamientos de lo bienes de propios, que
en el siglo XVIII estaban integrados por el Monte Viejo, la dehesa de Matamediana, la
dehesa de La Mancha, los pastos y aprovechamientos de pastos en viñas y olivares
y doce majadas de tierra de las que sólo cinco eran de labor. Entre los inmuebles
urbanos de que era propietario el ayuntamiento estaban las casas de consistorio en
la plaza, justo en el edificio que fuera biblioteca municipal, las casas de la carnicería,
la casa del pósito, la del peso, la cárcel situada
precisamente en donde se alza la nueva bibliote-
ca municipal y el corral del concejo, hoy hogar
del pensionista.

Todo este sistema de or- ganización municipal se


transformó radicalmen- te en 1835. El gobierno
liberal de la Reina Go- bernadora promulgaba
el decreto de 23 de julio Sellos del Ayuntamiento Constitucional por el los regidores per-
del siglo XIX
petuos quedaban supri- midos, surgían los ayun-
tamientos y, a la cabeza de ellos, la figura del alcalde. En 1845 la ley de 8 de enero
terminaba de organizar los consistorios y sus atribuciones.

En nuestro pueblo la solidaridad con los más humildes y desvalidos, sobre todo
mujeres solas y ancianos, se institucionalizó a través de los hospitales, que no eran
centros sanitarios, sino albergues de acogida a veces permanente. Hoy la residencia
de la Milagrosa es heredera de aquella tradición, pues en su misma ubicación se
situó desde 148444 el hospital de Nuestra Señora de Gracia, fundado con la iniciativa

44
Esta es la fecha que nos da Inocente HERVÁS Y BUENDÍA, Diccionario Histórico, Geográfico,
biográfico y bibliográfico de la provincia de Ciudad Real, Ciudad Real, 1914. En las Relaciones Topo-
gráficas…, respuesta 54 lo sitúa ochenta años antes, es decir en 1499.

89
HISTORIA DE MANZANARES

económica y piadosa del comendador Alonso de Ávila y la gestión de los párrocos


manzanareños. Otras fundaciones de estas mismas características surgieron tam-
bién en el siglo XVI, una vinculadas a la ermita de San Juan y sus cofradías y otra fue
el hospital de Santiago, pero de ambos solo dan noticia las Relaciones Topográficas
para después no volver a ser citados.

La educación de los manzanareños estuvo tradicionalmente reservada a las élites


sociales, pero nunca se descuidó el apoyo al estudiante aplicado a través del pupila-
je y las becas de los patronatos. En 1789 la situación que describe nuestro párroco
es la siguiente: Goza este pueblo del aula o estudio de gramática con su preceptor,
natural de el, titulo real por una fundación de fincas para dar de balde a los naturales
de el; cuya aula se compone en el día de unos cincuenta estudiantes, y de ellos unos
veinte de pupilaje; entre ellos naturales y forasteros; con sumo aprovechamiento no
solo en lo que toca a gramática y lengua latina, sino también en la retórica y autores
poéticos; esta aula es general en todo el año, sin más suspensión que las de las
comunes vacaciones. Los citados estudiantes asisten con su preceptor todos los
domingos y días de fiesta a la misa conventual y demás funciones de iglesia; todos
los meses reciben los santos sacramentos de penitencia y eucaristía. Asimismo goza
de dos escuelas de primeas letras, maestros ya de titulo real, con sumo aprovecha-
miento. Privadamente pasan la teología moral en el convento de carmelitas descal-
zos de esta y ya con algún sacerdote particular45.

La instrucción pública gratuita quedó organizada desde finales del siglo XIX y prin-
cipios del siglo XX en colegios formados por una o varias aulas repartidos por la
ciudad. El Toledillo para los barrios más humildes del Este, San Juan en la calle de
la Virgen, Alta Gracia en el Gran Teatro, otra escuela estaba en el Corral del Concejo
en la Paz y una más en Divina Pastora para Madrid Moderno. Todas se refundieron
en los últimos años del Franquismo en Altagracia, San Blas y Divina Pastora. A la ini-
ciativa privada se confió la educación de pago que se impartía en colegios femeninos
como el de las Concepcionistas de San José y La Milagrosa y en colegios masculi-
45
Capítulo 11 de GRUPO AL-BALATITHA, Los pueblos de la provincia de Ciudad Real a través de
las descripciones del Cardenal Lorenzana, Toledo, 1985.

90
HISTORIA DE MANZANARES

Gran Teatro

91
HISTORIA DE MANZANARES

nos como el de Don Cristóbal, que recogía la tradición salesiana. La Academia Lope
de Vega, que era privada y el Instituto Álvarez de Sotomayor, que acaba de cumplir
su cincuentenario, recogieron las enseñanzas medias de bachillerato y formación la-
boral, ubicadas ambas instituciones en el palacio de los Merino, hoy Centro Cultural
Ciega de Manzanares.

Los estudios superiores estaban más restringidos, pero no fueron pocos los manzana-
reños que los cursaron. Nuestra primera universidad de referencia desde 1510 hasta
1845 fue la Universidad Complutense de Alcalá de Henares. En sus fondos docu-
mentales encontramos al menos ciento cuarenta y siete referencias a universitarios de
nuestro pueblo desde Cristóbal de Villaescusa, que curso Cánones en 1541 y Pedro
Fernández Serrano Díaz, que fue becado del Colegio de San Ildefonso de esta univer-
sidad en 1551, hasta Tomás Valiente Merino y los hermanos González Elipe entre 1821
y 1826. Después sería la Universidad Central de Madrid, refundación de la universidad
cisneriana, y entre sus alumnos primeros encontramos a Joaquín Sánchez-Cantalejo,
que hizo leyes en 1850, a Alfonso Carrión-Vega Pinés entre 1847 y 1855, o al notario
y diputado José Criado Fernández-Pacheco, que se graduó en 1894. Estudiantes de
ciencias fueron Tomás Corchado Soriano en 1919 o Ramiro Fernández-Pacheco Fer-
nández, licenciado en 1921 y que ejerció como oculista en el pueblo46.

La vida cotidiana de la villa de Manzanares debió ser bastante más ajetreada de lo


que quizás podamos suponer. Hay que tener en cuenta que nuestra posición estra-
tégica en la red de caminos tuvo como consecuencia directa el constante ir y venir
de gentes y con ellas de ideas y pensamientos. Otro ingrediente que debía producir
bastantes dimes y diretes tuvo que ser la heterogeneidad de sus habitantes, donde
tenían cabida cristianos viejos y también cristianos nuevos, entre los que militaban
conversos judíos, mudéjares cristianizados y moriscos.

Revisando los procesos de fe que la Inquisición47 instruyó contra vecinos manza-


nareños desde 1490 hasta 1836, he encontrado unos cincuenta. Son nuestros
46
Estos fondos en AHN, sección de Universidades.
47
Estos documentos en AHN, Inquisición, Tribunal de Toledo.

92
HISTORIA DE MANZANARES

heterodoxos que también merecen un homenaje. En los más antiguos pleitos se


procesó a dos judaizantes, una mujer llamada María Díaz y un hombre llamado Cris-
tóbal Villarreal Barzano48; también tuvimos herejes como fray Martín Sánchez, Luis
González, y el licenciado Pedro Romero; no faltaron hechiceras como María Núñez,
Angela de Cañamera, María Montoro y Catalina Agustín de Torres; tampoco lo paso
muy bien la beata y alumbrada Catalina Ruiz; y por supuesto merece ser recordado
José Valiente, por retener y leer libros prohibidos. Los más de los procesados lo
fueron por blasfemos y por deshonestos y muy curioso fue el caso del licenciado
Vicente Vázquez, una especie de quijote que sufrió las iras del Santo Oficio por las
tentaciones que padecía contra la fe y el lamentable estado de su imaginación. Pero,
de entre todos los personajes contestatarios, destaca la conocida como “Energú-
mena de Manzananares”49, Teresa Olivares, que entre 1790 y 1798 trajo en jaque
a todas las autoridad religiosas de la villa y del arzobispado, pues sufría espasmos
y deformados corporales imposibles como endemoniada que se encontraba so-
portando exorcismos y sortilegios de todo tipo; al final simplemente era una mujer
enamorada que encontró en sus habilidades corporales y capacidad de arrobo un
modo de lucrarse.

La calle Empedrada, única con este pavimento en el pueblo, la plaza del concejo y
la calle de la Cárcel tenían un constante trasiego de personas que iban de paso o se
hospedaban en sus mesones o jugaban en sus casas de trucos al truque, que es
nuestro juego local predilecto de naipes. Todo se aceleraba en las fechas de la tras-
humancia, cuando los serranos bajaban con sus ganados en las semanas cercanas
a la festividad de Todos los Santos y subían ya próximos a San Juan. Por ello, son
frecuentes los pleitos entre los agricultores y los ganaderos50 y entre los naturales y

Estudiados por Carlos FERNÁNDEZ-PACHECO SÁNCHEZ-Gil y Concepción MOYA GARCÍA,


48

Judíos y criptojudíos en Manzanares a finales del siglo XV, Revista de la FERCAM, 2008, p. 27 y ss.
49
M. GOMEZ VOZMEDIANO, Picaros y hechiceras en el Campo de Calatrava (siglos XV-XVIII), en
“Entre la cruz y Miraflores. Piedrabuena, espacio histórico y natural”., Piedrabuena, 2003. El pleito se
encuentra en el Archivo Diocesano de Toledo, Pleitos, Sala 7.
50
Véase en el Archivo Histórico Nacional el Archivo de la Mesta y de la Asociación General de
Ganaderos del Reino. Para las cañadas reales el inventario firmado por Juan RAMÓN ROMERO.

93
HISTORIA DE MANZANARES

algunos viajeros, no siendo extraño que algunas disputas terminasen a espadonazos


o arcabuzazos51 .

Al hilo de este ir y venir de gente, no es de extrañar que en Manzanares se desarro-


llase una intensa tradición teatral cuyos exponentes más recientes podrían ser el Gran
Teatro, cuyo edificio original se inauguró en 1911 con La Corte del Faraón y la Aso-
ciación Teatral Lazarillo. Pero los antecedentes de esta tradición hay que buscarlos
en las representaciones que se hacían en las numerosas posadas del pueblo y en
actores como Luisillo o la Ciega de Manzanares, una poetisa invidente y autodidacta
que se ganaba la vida recitando sus poemas a los viajeros; tuvo la fortuna de que
uno de ellos fuese Isabel II, quien le concedió una pensión vitalicia, lo que le permitió
dedicarse a los concursos, ganando alguno de rango nacional. Y Francisco González
Elipe llegó a estrenar en Madrid algunas de sus numerosas obras de teatro.

En las festividades más destacadas, las diversiones predilectas eran ya durante el


siglo XVI las zuizas y los toros o ambas a la vez. Mientras unos jugaban a los bolos y a
la tangana, tanga o tingada, otros preparaban verdaderas batallas campales o zuizas
como la que hemos recordado arriba del año 1600; estas celebraciones, que solían
coincidir con San Roque, día siguiente de Santa María, y que eran muy típicas del
Campo de Calatrava, consistían en montar un ejército armado que en castillo construi-
do al efecto en la plaza del concejo secuestraban a punta de espada, lanza, daga o
arcabuz a los viandantes que debían pagar un rescate por su liberación. Normalmen-
te, si las andanzas no terminaban mal, se culminaba la fiesta con un par de toros. Esta
tradición taurina ha llegado hasta nuestros días y es la causa del mimo que denota en
su arquitectura nuestra plaza de toros, que fue inaugurada el 8 de agosto de 1900 y
en la que han toreado los mejores matadores del escalafón y en la que incluso han
muerto legendarios toreros, entre ellos Ignacio Sánchez Mejías, conocido más que por
su tauromaquia por los versos que inspiró en el genio creador de García Lorca
51
Los fondos del Archivo Judicial de Toledo son imprescindibles porque recogen los pleitos en
última instancia del Consejo de las Órdenes y a falta de archivo municipal, son una fuente irreemplaza-
ble para estos asuntos. Véanse las bases de datos del Departamento de Conservación que dirijo en el
Archivo Histórico Nacional.

94
HISTORIA DE MANZANARES

Plaza de Toros

95
HISTORIA DE MANZANARES

A las cinco de la tarde 


Eran las cinco en punto de la tarde. 
Un niño trajo la blanca sábana 
a las cinco de la tarde. 
Una espuerta de cal ya prevenida 
a las cinco de la tarde.
Lo demás era muerte y sólo muerte 
a las cinco de la tarde

Plaza de Toros. Versos de García Lorca por Ignacio Sánchez Mejía

96
HISTORIA DE MANZANARES

Efectivamente, eran las cinco de la tarde de un 11 de agosto de 1934 cuando Gra-


nadino, un toro de Ayala manso pero astifino, lo cogió junto al estribo, agarrado a los
cuernos, llegó hasta los medios con el asta dentro. No quiso que lo operaran en la
enfermería y pidió volver a Madrid, pero la ambulancia tardó varias horas y el viaje fue
muy malo. A los dos días se declaró la gangrena y murió.

Por tanto, nuestra fiesta grande siempre ha sido la segunda semana de agosto y no
podía ser de otra manera por los ciclos agrarios, cuya finalización coincide en el ca-
lendario con la festividad de Santa María. Además no tenía asociado una feria, por-
que Manzanares nunca tuvo feria hasta que se creó la “Feria del Campo” en 1960.
A esta fiesta esencialmente laica y del concejo se le unieron las fiestas de los barrios
detrás de las cuales estaban las ermitas y sus hermandades; las más tradicionales
desde el siglo XVI eran las de San Antón, Santa Quiteria y la Vera Cruz que, con la
incorporación del culto a Nuestro Padre Jesús del Perdón, pasó a fiesta local, ya que
es nuestro patrono y se celebra el 14 de septiembre. San Antón ha tenido siempre
una especial consideración en los manzanareños por su vinculación con los labrado-
res y sus animales e inicia el ciclo de celebraciones, a las que le siguen La Paz y San
Blas, más la Candelaria, con lumbre y procesión. El carnaval venía a continuación
en el calendario y siempre fue espléndido en Manzanares, sobre todo cuanto más
prohibido estuvo, más que festivo y folklórico era provocador y asustador, sobre todo
aquellos que decíamos “mascarones” siempre solitarios, gigantes e irreconocibles
que producían terror en niños y mayores. La primavera nos traía la Semana Santa,
época de dulces y cochifritos y también de luto cristiano, sobre todo en la sublime
Procesión del Silencio. El buen tiempo nos traía la única romería que hoy continúa, la
del 15 de mayo en honor a San Isidro Labrador; el monte y fuente de Siles se llena
de romeros, que más que a la ermita van a pasar un día de fiesta y zurra. El ciclo de
fiestas religiosas de primavera se cerraba con el Corpus, fiesta grande en Manzana-
res como era tradición en todo el arzobispado de Toledo; en el siglo XVI se celebraba
el 14 de junio y es de trágico recuerdo, porque en 1571 se produjo el incendio de la
iglesia por culpa de un velón mal apagado.

97
HISTORIA DE MANZANARES

Imagen de Nuestro Padre


Jesús del Perdón

98
6
Crisis y metamorfosis
HISTORIA DE MANZANARES

Fachada del Ayuntamiento

100
HISTORIA DE MANZANARES

D
urante los siglos XIX y XX se produjo una metamorfosis total del
sistema de organización y explotación del territorio que hasta
1836 había sido encomienda de Manzanares y que pasará a
ser término municipal. El distrito de la encomienda se finali-
zó de redondear en el siglo XIX con la desamortización de los
territorios de las órdenes militares y su reemplazo por los términos municipales
actuales, que surgieron a partir de 1835. En este punto, mucho se ha ganado
con respecto a la indefinición de los siglos medievales, aunque también se perdió
algún territorio como el de Las Aberturas y, hace pocos años, el territorio que se
corresponde con Los Llanos, todavía llamado del Caudillo. Sobre las tierras del
despoblado de las Aberturas se mantuvieron los derechos de aprovechamiento
hasta el siglo XVIII y se perdieron a favor de Valdepeñas. De aquel pasado, actual-
mente queda el santuario de Nuestro Señora de la Consolación y la tradición de
las tres puertas de la iglesia, una para cada uno de los tres pueblos que tenían
derecho sobre su término, Membrilla, Manzanares y Valdepeñas. En cuanto a Los
Llanos, su historia comenzó el 6 de julio de 1956, cuando se firmó el decreto de
creación de esta pedanía que atrajo unas noventa familias para repoblar, roturar
y explotar estas tierras aprovechando el acuífero 23 con modernas técnicas de
extracción y regadío. A cambio de una parte de su producción se les dio casa,
una pareja de bueyes y unas cinco hectáreas de cultivo. En los años noventa,
los 20 kilómetros cuadrados de la antigua dehesa de La Mancha se segregaron
formando municipio propio.

Otra de las grandes transformaciones contemporáneas del territorio afectó al paisaje


agrario, sobre todo al que hemos definido como tercer semicírculo del término que,
grosso modo, comenzaba a una legua de la villa. La desamortización de los bienes
de las órdenes militares en 1836 y de los bienes comunales de sus villas y lugares
en 1854 produjo la subasta pública de buena parte de estas tierras baldías y dehe-
sas. Los nuevos propietarios, burgueses acomodados, militares y profesionales de
la abogacía o la medicina, injertados en muchos casos sobre las familias hidalgas
tradicionales del pueblo (Corchado, Tello, España, Ochoa, Pinés, Marín, Noblejas,
Pachecos, Jarava, Mansillas…), las compraron a veces por cantidades irrisorias,

101
HISTORIA DE MANZANARES

incluso sin conocer el terreno, y se propusieron aumentar el rendimiento agrícola a


base de roturar grandes extensiones utilizando la abundante mano de obra empo-
brecida por la desamortización, o bien utilizando sistemas de aparcerías; un grupo
de jornaleros se comprometía a roturar un haza a cambio de una parcela para cada
uno de ellos, siendo muy frecuente las de una superficie de cuatro fanegas. Esta
evolución produjo un aumento de los cultivos del cereal y, sobre todo, de la vid, que
ocupó amplias extensiones de terreno a pesar incluso de plagas como la filoxera,
que azotó la región en el cambio del siglo. Un segundo momento de transformación
se produjo en la década de 1970 con el uso de las aguas subterráneas del acuífero
23, que viajaban por todos estos terrenos a unos veinte metros de profundidad. Las
nuevas tecnologías de perforación de pozos y la utilización de la electricidad y el die-
sel produjeron una diversificación de cultivos introduciéndose la alfalfa, la remolacha,
el maíz y el melón y, como consecuencia de ello, se produjo también una revolución
social, porque las familias terratenientes, no pudiendo hacer frente a los elevados
costes de producción de estos nuevos cultivos, fueron vendiendo sus fincas que
terminaron en manos de los agricultores, especialmente los naturales de Los Llanos,
Membrilla y Solana.

Por supuesto, hubo también una importante transformación social. Manzanares


había sido siempre un pueblo poco dado a la participación en contiendas y conflic-
tos. De hecho hasta el siglo XIX no tenemos muchas gestas de que presumir, salvo
aquello que se dice en las Relaciones Topográficas de que habíamos sido leales
a Carlos I en 1519 cuando se levantaron las Comunidades, lo que nos granjeó el
título de leal villa. La Guerra de la Independencia, por tanto, fue la primera guerra
que Manzanares sufrió en sus propias calles52 . La estrategia militar diseñada por el
general Murat tenía una de sus trayectorias principales en la ocupación de Andalucía
y para tal fin confió en el general Dupont que, al frente de 30.000 hombres, llegó a
Manzanares el día veintiséis de aquel mes de mayo.

52
Véase sobre ello A. GARCÍA NOBLEJAS Manzanares: guerra de la Independencia, Instituto de
Estudios Manchegos, Ciudad Real, 1982. Una interpretación diferente en mi artículo Manzanares y los
manzanareños ante la Guerra de la Independencia. Revista FERCAM, 2008, p. 6 y ss.

102
HISTORIA DE MANZANARES

Casa de los Leones

103
HISTORIA DE MANZANARES

La ocupación francesa tuvo en Manzanares tres momentos claramente diferencia-


dos, de mayo a julio del año 1808, desde finales de este año hasta el día de San
Juan de 1812 y desde el doce de diciembre de 1812 hasta el doce de marzo de
1813, que se corresponden con las sucesivas ocupaciones francesas y liberacio-
nes por parte del ejército español. Y es que fue aquella una guerra de pocas bata-
llas pero de mucho movimiento de tropas de uno y otro lado, lo que dio lugar a un
juego de estrategias militares en el que Manzanares era esencial para el control de
la región y de las co- municaciones norte-
sur y este-oeste. Por ello, el pueblo sufrió
el constante trasie- go de ejércitos muy
numerosos al tiem- po que el acantona-
miento permanente de tropas en nuestro
castillo medieval, y esto en una guerra
genera siempre situa- ciones muy compli-
cadas para la pobla- ción que las padece.
Sufrimos, por el lado francés, incendios y
destrucción de con- ventos como el de
Nuestra Señora del Carmen53 o la ermita
de San Blas, y cuan- do La Mancha hubo
de contribuir al ejér- cito español y a la
milicia nacional, a Manzanares le co-
rrespondieron siem- pre unos repartos
mayores que a las localidades vecinas.
Valga el ejemplo de que después de la
Relato de la visita de José Bonaparte
primera expulsión del ejército francés en ju-
lio de 1808 a raíz de la batalla de Bailén, Manzanares fue uno de los pueblos a los
que la Junta Provincial de Ciudad Real solicitó mayor esfuerzo a fin de poder hacer
frente al más que presumible retorno francés, para lo que debía aportar toda la
provincia 4.200 mozos y 2.500.000 reales. El veintiocho de agosto se nos pidieron
unas contribuciones extraordinarias de dinero (114.984,26 reales) y de mozos para
el Ejército de Andalucía (128 mozos), cuando otras localidades como Valdepeñas
53
AHN, Consejos, 11987/34.

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HISTORIA DE MANZANARES

solo contribuyeron con 87.378 reales, Daimiel 51.372 reales, Almagro 67.000 rea-
les y Ciudad Real con 80.000 reales; mientras, y en cuanto al sorteo de los mozos,
hubo localidades como Infantes o Alcázar que se exceptuaron del sorteo y el resto
que sí contribuyeron no consintieron en mandarlos a reforzar el Ejército de Andalu-
cía, como le tocó a Manzanares, sino a la milicia de La Mancha, lo que les permitía
quedarse cerca de sus hogares.

Esta guerra ha dado lugar a varios mitos en nuestra cultura contemporánea. Nos
ha proporcionado “héroes”, como el de nuestro párroco Álvarez de Sotomayor, de-
vociones milagreras en torno a nuestro patrono, Nuestro Padre Jesús del Perdón,
ante el que rindió su fajín el general Sebastiani; y también nos ha proporcionado el
apelativo de “franceses”, que históricamente no tiene mucha justificación salvo que
se cambiase por el de “afrancesados”, en tanto que sí parece que la ideología liberal
progresista ya entonces había empezado a arraigar en las élites sociales manzana-
reñas, a pesar seguramente de nuestro párroco.

Pero el verdadero cambio social se produjo a raíz de la desamortización de Men-


dizábal de los bienes de las órdenes militares y, sobre todo, de la desamortización
de Madoz. El bienio progresista de 1854 a 1856 tuvo una gran transcendencia para
Manzanares en muchos sentidos; aquí se reunió el cuartel general de O´Odonell,
aquí se redactó el día 6 de julio de 1854 el conocido como “Manifiesto de Manza-
nares”, siendo su autor intelectual un joven llamado Antonio Cánovas del Castillo y
desde aquí salieron las tropas hacia Madrid. Posiblemente no fue solo una cuestión
de azar que Manzanares acogiese este contubernio liberal; Cánovas volvió a visi-
tar nuestro pueblo en otras ocasiones porque estaba muy relacionado con familias
manzanareñas liberales, herederas de aquellos afrancesados de principios de siglo
y principales benefactoras de una medida fundamental que implantó el nuevo go-
bierno, que fue la promulgación el 1 de mayo de 1855 de la desamortización de
los bienes municipales. La consecuencia de ello fue el auge de caciquismo54 y el
54
BARREDA FONTES, J. M. (1986), Caciques y electores. Ciudad Real durante la Restauración,
1876-1923,
Ciudad Real, 1986.

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acrecentamiento de la fractura social por el empobrecimiento progresivo del campe-


sinado, que vio cómo sus aprovechamientos tradicionales de carácter comunal se
disipaban ante la formación de grandes propiedades latifundistas.

En torno a 1870 esa fractura social se va a plasmar en el surgimiento del movimiento


obrero55, con fuerte arraigo de las ideas anarquistas. Así surgieron el Centro Cultural
Obrero, la Fraternidad y poco después la UGT, que a lo largo de los años culminaron en
iniciativas de encuadramiento social, como fueron la creación en 1911 de la Coopera-
tiva de Consumo, la fundación de la escuela Racionalista y la construcción de la Casa
del Pueblo, donde radicaron su sede todas las organizaciones políticas de izquierda.
Frente a este movimiento, la clase dominante se agrupó bajo la organización del Club
Republicano, que tuvo su primera sede en la calle Carrilero, 2, para después despla-
zarse al Casino. La piezas de ajedrez estaban sobre la mesa, sólo quedaba mover el
primer peón y esto sucedió con los acontecimientos de agosto de 1917; la huelga ge-
neral tuvo un amplio seguimiento en Manzanares; el 16 de agosto la muchedumbre se
concentró en el barrio de San Blas y, puesto que era muy numerosa, se desplazó a la
era de Ochoa, y desde allí se inició la marcha a la plaza, donde irrumpió la Guardia Civil
a caballo ocasionando dos víctimas mortales y numerosos detenidos.

El marco para el desenlace de tanta contradicción social lo propició la proclamación


de la República el 14 de abril de 1931 y, sobre todo, la victoria del Frente Popular en
las elecciones de 193656. El golpe de estado era inminente y, como consecuencia, la
guerra civil. Manzanares fue republicana hasta marzo de 1939 y, muchos de aquellos
que hicieron la huelga de 1917, entendieron que era el momento de la revolución y
de la colectivización de los bienes de producción. Las consecuencias de la guerra y
de la posguerra fueron terribles. Tanto la lectura del expediente 1029/03 de la Causa
General de Manzanares57 por lo que a 1936-1939 se refiere, como el cotejo de los
juicios militares, los documentos de la cárcel y los testimonios orales sobre los años
55
Juan CABA GUIJARRO, Manzanares, cien años de su historia, Manzanares 1987.
56
Antonio BERMÚDEZ GARCÍA-MORENO, República y guerra civil: Manzanares (1931-1939,
Ciudad Real: Área de Cultura, Diputación Provincial de Ciudad Real, 1991-1993.
57
AHN-Causa General, 1029/3.

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Cárcel Nueva

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HISTORIA DE MANZANARES

1939-1948, son un fiel reflejo de aquellos tiempos de odios y rencores. Pero quizás
las consecuencias más traumáticas de todo aquello fueron los amaneceres rotos de
toda una generación, la de los niños de la guerra, la de nuestros padres, a los que
les esperaban cuarenta años de pobreza y emigración.

Manzanares ha cambiado mucho en los últimos treinta años y ello se refleja tanto en la
estructura social como en la productiva. Nuestro pueblo ya no se dedica esencialmen-
te a la explotación de la tierra; la industria y los servicios compiten o incluso superan
al sector agrario. Pero para llegar a esta situación se ha producido un proceso histó-
rico de larga duración que arranca en el siglo XIX y que, con distintas velocidades, ha
culminado en esta década primera del dos mil. No obstante, esta transformación se
ha producido sobre un elemento esencial de nuestra personalidad histórica, nuestra
situación geográfica en la red de comunicaciones regionales y nacionales, que se vio
reforzada por dos hechos transcendentales, que son la llegada del ferrocarril el 1 de
julio de 1860 y el desarrollo constante de la red de carreteras nacionales, primero, y
autonómicas, después, sobre los caminos romanos y de la trashumancia.

El primer episodio de este proceso se produjo en la segunda mitad del siglo XIX en
paralelo al aumento demográfico y estuvo vinculado al desarrollo de las industrias de
transformación de las principales producciones agrarias de nuestra tierra, el cereal
y el vino. Dos hitos muy importantes se pueden señalar como representativos: uno
fue la fundación en 1900 de la fábrica de harinas, de la que se hicieron cargo dos
familias burguesas, los Ayala y Juan, que crearon una factoría capaz de molturar se-
senta toneladas de grano al día; y otro fue la implantación de una industria vinculada
al vino y a su destilación. De nuevo, importantes familias de la burguesía liberal como
los Conca, los Marines y los Islas crearon en el entorno de la línea férrea imponentes
factorías de destilación, algunas de cuyas torres aún se conservan; especial men-
ción merece la bodega y destilería de Jiménez-Lamothe58, una sociedad malagueña
que pudo destilar aquí a finales del siglo XIX el famoso coñac 1866, al menos hasta
58
Artículo muy interesante al respecto de La bodega “Jiménez y Lamothe” (Málaga y Manzanares).
Un modelo industrial vinícola europeo de finales del siglo XIX de Juan DE ÁVILA GIJÓN GRANADOS en
Revista FERCAM, 2008, p. 16 y ss.

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HISTORIA DE MANZANARES

Fábrica de Harinas

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HISTORIA DE MANZANARES

1920, cuando fue adquirida la bodega por el Marqués de Larios, aquí conocida
como “Bodega de El Aguila”, que desapareció en los últimos años de la década de
los sesenta, retomando su actividad décadas después con la moderna factoría de
Madara. Por otro lado, la tradición bodeguera de hacer vino a granel directamente o
a través del sistema de las maquilas por los pequeños, medianos y grandes propie-
tarios se mantuvo en Manzanares hasta el tardofranquismo, y prácticamente no hay
casa del casco antiguo que no cuente con una cueva y sus tinajas. La crisis de estas
empresas que no supieron o no pudieron afrontar la modernización que imponía el
mercado, provocó que la industria de la producción del vino se refugiase primero en
el movimiento cooperativista, del que es un magnífico ejemplo la Cooperativa Nues-
tro Padre Jesús del Perdón, que comercializa dos vinos de renombre como son el
Yuntero y el Tempranillo, y después en las nuevas iniciativas empresariales como la
Vinícola de Castilla.

Otras iniciativas industriales del siglo XIX y principios del XX terminaron en fracasos,
algunos pintorescos, pero que son dignas de recuerdo. Entre ellas hay que citar el in-
tento de implantación de una central de producción eléctrica al frente del cual estuvo
Diego Martín Quevedo, quien el 13 de abril de 1894 fundó la Compañía Termoeléc-
trica en Manzanares, de la que también formaron parte Isaac Peral y Agatino Chacón
Salinas. Para poner en marcha la que hemos conocido siempre como “fábrica de la
luz”, se adquirió una caldera de vapor en Inglaterra, que comenzó a suministrar luz
eléctrica al pueblo de Manzanares el día 12 de junio de 1895. En 1907 dejó de ser
viable este servicio y fue reemplazado por la tecnología hidroeléctrica que suminis-
traba luz al pueblo desde las Lagunas de Ruidera. También es digna de mención la
creación de una poderosa industria de transformaciones cárnicas, el conocido como
“matadero de La Clementa”, que aunque se radicó en el término de Membrilla, fue
una empresa propiedad de una rica burguesa radicada en Manzanares, cuya casa
solariega era el actual edificio de correos de la plaza del ayuntamiento, empresa
que antes de la Guerra Civil dio por primera vez trabajo industrial a muchas mujeres.
Otras industrias que terminaron desapareciendo fueron las tejeras en torno a la dé-
cada de los años treinta, siendo sus últimos productores las familias Cotillo-Reviñe,
Gallegos y Pizarroso-Domínguez.

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HISTORIA DE MANZANARES

Parador de Turismo

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HISTORIA DE MANZANARES

Del mismo modo, la hospedería, que había sido una industria tradicional durante los
siglos XVI a XVIII, fue perdiendo importancia al ritmo que las vías de comunicación
mejoraban y la distancia con Madrid, 176 km, se hacía más llevadera. No obstante,
Manzanares volvió a ser un pueblo pionero al formar parte de un plan nacional, tan
típicos de la Dictadura de Primo de Rivera, que preveía la construcción de los pri-
meros doce albergues nacionales en 1928; los arquitectos ganadores del concurso
fueron Martín Domínguez y Carlos Arniches, aunque las obras no finalizarán hasta
1932. Esta institución subsiste dentro de la red de Paradores Nacionales y el edificio
conserva interesantes anécdotas vinculadas con figuras insignes de la España del
siglo XX; entre sus huéspedes figuran Sánchez Mejía que se alojó en una de sus
habituaciones el día antes de su cogida mortal, hecho que se volvió a repetir con
Manolete; también era muy frecuente la visita del dictador Franco, que en sus baja-
das a las cacerías en Santa Cruz, Andújar y Cazorla pernoctaba en este parador, te-
niendo siempre al efecto habitación y vajilla para su uso personal. De nuevo, muchas
mujeres encontraron en esta industria una salida y una alternativa e, incluso, algunas
de sus trabajadoras dieron amplias muestras de su honradez, siendo muy conocida
la anécdota de Antonia Laguna y Francisca Fernández, que en 1933 devolvieron
intacto un maletín olvidado con joyas por valor de un millón de francos de la época,
motivo por el que fueron condecoradas por el gobierno republicano.

El segundo episodio de transformación económica contemporánea se debe vincular a


la creación del polígono industrial, como consecuencia del Plan de descongestión
de Madrid de 1959, aunque no será hasta el II y, sobre todo, hasta el III Plan de De-
sarrollo Económico de 1973, diseñados por López Rodó, cuando se comiencen las
obras de parcelación para la incentivación de la radicación industrial que, no obstante,
no se producirá de forma efectiva hasta la Transición. En este sentido, Manzanares
acogió dos tipos de industrias, una más tradicional vinculada con la logística y otra
de producción de equipos de automoción, de la cual fueron logros muy importantes
la radicación de empresas como Tudor, que fue inaugurada por el rey el 18 de mayo
de 1978 y como Santana-Suzuki, sin olvidar las iniciativas de empresarios locales que
crearon en este sector empresas que ya forman parte de nuestra historia, alguna ya
desaparecida, como fueron Turruchel en el campo del transporte, Marzabú en el campo

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HISTORIA DE MANZANARES

Paraje de Los Cerros visto desde la ciudad

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HISTORIA DE MANZANARES

Polígono Industrial

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de la carrocerías industriales o Bellido en la producción de complementos de piel. Hoy


este histórico polígono industrial cuenta con más de doscientas empresas radicadas
y posiblemente sea el responsable directo de la interrupción de un proceso terrible de
despoblamiento e inmigración que sufrió Manzanares durante la década de los años
sesenta, coincidiendo con la crisis de la agricultura y de las industrias vinculadas. Hoy
el polígono cuenta con una gran superficie industrial de 1.500.000 m2, cuyos terrenos
están totalmente urbanizados, y una futura ampliación de 1.300.000 m2, lo que lo con-
vierte en un polígono industrial muy atractivo para las empresas que deseen establecer
puntos de fabricación y distribución en la zona centro.

El desarrollo del sector servicios, ya sean éstos agrarios, servicios de consumo o ser-
vicios sociales ha sido espectacular en Manzanares, hasta el punto de que hoy más del
50% de la población trabaja en este sector. Con perspectiva histórica, se podrían citar
tres impulsos fundamentales en este proceso: uno fue la consideración de Manzanares
como cabeza de partido judicial el 21 de abril de 1834, quedándole asignados 6 mu-
nicipios con 7.245 vecinos o, lo que era lo mismo, 36.025 almas. Ello supuso que, al
menos para cuestiones administrativas, los habitantes de estos seis municipios tenían
que venir a Manzanares. Un segundo hito importante fue la Feria Regional del Campo y
Muestras (FERCAM), que habría sus pabellones en 1960 con seis empresas manzana-
reñas pioneras, que intentaban así comercializar sus equipamientos agrarios; la iniciativa
tuvo una clara repercusión en la modernización de la agricultura regional, que hasta
entonces todavía utilizaba el arado de vertedera y el carro. En la actualidad la “Feria del
Campo”, que es como la seguimos conociendo, cuenta con un recinto ferial al aire libre
de, aproximadamente, 100.000 m2, y dos pabellones cubiertos, con una capacidad
de 2.000 m2, donde unas 220 empresas presentan sus productos. Y en tercer lugar,
durante los años ochenta del siglo pasado, la nueva estructura territorial que forma la
Comunidad de Castilla La Mancha en su ordenación del territorio, asignó a Manzanares
el papel de cabecera de los servicios sociales y administrativos de la comarca surorien-
tal de la provincia de ciudad Real. Hospital, educación secundaria y con la universidad
a 50 Km., infraestructura deportiva, oferta cultural, Centro de Empresas y Gestión de
I+D, grandes superficies comerciales y una población de, aproximadamente, 20.000
habitantes, para ser exactos de 19.027 habitantes el 1 de enero de 2008, de los que,
al menos, 8 de cada 100 es población inmigrante censada.

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HISTORIA DE MANZANARES

Feria del Campo y Muestras

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Bibliografía
La relación de autores sería prolija y para evitar olvidos, sirva mi reconocimiento a todos
los autores que en estos últimos veinte años han publicado sus artículos en la revista de
la FERCAM. Artículos (a los que habría que añadir los de la revista Siembra) detrás de los
cuales se encuentran trayectorias investigadoras de gran mérito y monografías sólidas que
deben ser siempre un referente para saber más de nuestro pasado. Del mismo modo, se ha
de agradecer la labor bibliográfica y de investigación de la Universidad Castellano-Manchega
desde sus departamento de Medieval, Moderna e Historia del Arte, donde se han formado
muchos de los jóvenes historiadores manzanareños, alguno de ellos antes alumnos, como
yo, del historiador y profesor Juan Díaz Pintado. A las referencias a pie de página y pidiendo
disculpas por las omisiones, añado los siguientes títulos seleccionados:

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