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X-Despecho
Isela Reyes

Registro: 1508234935208. PROHIBIDA SU COPIA PARCIAL O TOTAL.

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Prologo
¿Mi novio? Mi novio es un idiota, un patán, un cerdo engreído al
que en estos momentos detesto. Le he soportado todo, todo lo que me
hace sin chistar: que desaparezca por semanas, incluso meses, si se le da
la gana; que no envié mensajes, ni haga llamadas; que me plante por irse
de juerga con sus amigos; que le tire los perros a cuanta zorra se le cruce
en el camino…
«No sé porque sigues con él».
Eso siempre me pregunta mi mejor amiga, pero ni siquiera yo lo
sé.
¿Amor? ¿Quizás sea por sus regalos? No, eso no me compra, de
hecho el problema es que regresa como el perro con la cola entre las
patas, suplicando que lo perdone, y aunque duele aceptarlo, como
siempre soy demasiado estúpida para decirle: ¡No!
Pero esta vez se ha volado la barda, no le fue suficiente llevarse a
la cama a una golfa, sino que el muy cretino hizo un trío con dos zorras.
¡Maldito hijo de p…!
Pero eso no se quedará así, Carver Leiner, sabrá quién es Conny
Damme. Levanto la botella de whisky y le doy un trago hasta dejarla
seca. ¡Genial! Ahora tengo suficiente alcohol en el cuerpo para hacer lo
que tengo en mente.
―¡Es hora! ―me digo en voz alta.
Tomo la pequeña valija que se encuentra en el asiento del copiloto,
abro la puerta de mi auto y cruzó la calle. Empuño la llave que abre las
puertas de mi venganza. El candado cede y sonrió al saber que he logrado
traspasar la imponente reja de la mansión Leiner.
«Esto le dolerá más que cualquier cosa que pudiera hacer».
Sonrió con malicia mientras avanzó hacía la casa. No hay nadie, lo
sé porque he visto salir a todos los sirvientes. ¿Razones? No tengo idea.
Pero, ¡mejor no podría ser!
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Subo los escalones de la entrada y me detengo frente a la puerta,
de nuevo uso el juego de llaves que le robe a ese cabrón de Carver.
Empujo la superficie de roble e ingreso, mis tacones resuenan sobre el
elegante recibidor mientras avanzo en busca del interruptor. Una vez que
lo encuentro, enciendo las luces sin importarme si alguien del exterior se
percata. Sería fantástico que viniera y presenciara mi obra de arte.
He estado en esta casa un par de veces, pero es suficiente para
ubicar la localización de mi objetivo. Cruzó el pasillo hasta entrar a la
sala principal, donde lo veo. Parece que me llamara. Se trata de su
cuadro, hecho por un famoso pintor inglés, el cual se encuentra justo
sobre la chimenea.
―¡Gilipollas! ―Dejo mi bolso en el piso y sacó un par de frascos,
que agitó energéticamente mientras observo como dar alcance a mi
objetivo.
Miro alrededor y localizo una silla que podría ser de ayuda. No he
bebido mucho, pero si lo suficiente para que mi ligera embriaguez no sea
de ayuda y mis tacones menos. Dejo de lado los frascos y me inclino
para quitarme los zapatos. Batallo con los broches, pero logro sacarlos.
Sin embargo, hay otro problema. Mi atuendo. Llevo un vestido de
noche, largo y que es regalo de mi adorada madre, si una gota de pintura
cayera sobre el, me mataría. Dejo escapar un suspiro y comienzo a bajar
el cierre. Me lo quito y lo dejo sobre la valija.
Estoy en ropa interior, tengo lo que necesito, así que es hora de
actuar. Muevo la silla justo frente a la chimenea, tomo los aerosoles y
subo hasta que mi rostro queda a la altura de su perfecto rostro de niño
lindo, de playboy, de cretino. Retiro la tapa del frasco y comienzo a
pintar el lienzo al recordar mis motivos. Sé que le dará un infarto cuando
lo vea y eso me hará sentir de maravilla. Una vez que le he puesto
cuernos, que bien le hacen falta, solo que no soy una zorra, decido
cambiar el color y me doy vuelo desfigurándolo. Dibujándole bigotes,

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pintando su boca de forma grotesca…
―¿Qué estás haciendo? ―La voz severa que se escucha a mis
espaldas provoca que me tambalee ligeramente, pero logro mantener el
equilibrio. Me giro despacio y me quedo sin habla.
No sé quién es, pero está buenísimo o quizás es el alcohol. Es un
hombre de cabello castaño, debe medir 1.80 o más, es bastante fornido,
su rostro varonil esta acentuado por un par de penetrantes ojos azules.
Sé que lo he visto en alguna parte. Miro a mi derecha y veo su cara
pender de la pared. «¡Dios! ¡Es Jared, el hermano de Carver!» Nunca lo
había visto en persona, solo sé que es algunos años más grande y que
lleva los negocios de su familia. También, que tiene un genio del
demonio.
―¿Quién eres? ―pregunta con el mismo tono de voz.
Siento pánico por su presencia y porque ha visto lo que estoy
haciendo, pero al ver como sus ojos recorren mi desnudez, mi mente no
pierde tiempo y comienza a maquinar una idea diabólica. «¡Si, esta
noche seré mala!». Apoyo una mano en la cadera y pongo cara de golfa.
No tengo idea como sea eso, pero he visto a muchas intentar ligar con
Carver, así que hago el intento.
―¿Yo?
―Sí, tú ―responde con hostilidad. «¡Vaya genio!».
―Yo soy tu regalo de cumpleaños ―Frunce el ceño, pero vuelve
a escanear mi cuerpo.
―No es mi cumpleaños.
―Lo sé ―digo con voz melosa.
«Quiero ver la cara de Carver cuando sepa que su hermano se metió
entre mis bragas». Ante tal idea, mis labios se curvan en una sonrisa. Me
inclino hasta que termino sentada sobre la superficie de concreto. Dejo
de lado los aerosoles y me concentro en el adonis que tengo delante de
mí.

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―No pareces uno de sus regalos ―Sonrió ante su comentario.
Desde luego que no soy como sus golfas. Pero es lo que necesito parecer
justo en este instante.
―Mmm… ―Paso mi dedo por el encaje de mi sostén―. Digamos
que esta noche, no soy uno de sus regalos, sino “Tu regalo” ―Curvo los
labios en una sonrisa coqueta, intentando que muerda el anzuelo.
―¿Y eso? ―pregunta mirando por encima de mi cabeza, mientras
avanza despacio. «¡Rayos!».
―Ah, eso es un regalo para Carver. Es lindo, ¿no lo crees? ―Su
boca se curva ligeramente, restándole seriedad a su cara. Es mayor que
su hermano, pero también muy atractivo. Creo que esto no será ningún
sacrificio―. ¿Debería irme? ―Me hago la loca.
―No me gusta desaprovechar los regalos que me hacen, es de mala
educación. ―Se encuentra a escasos centímetros de mí―. Pero…
―Parece pensárselo, así que separo las piernas, dándole una perfecta
panorámica de lo que podría tener.
Desliza las palmas de sus manos por mis muslos y un escalofrío
recorre mi espalda; sus ojos son intensos, enigmáticos y lujuriosos.
Pasan de mi rostro a mis senos. Supongo que a pesar de su
temperamento, tiene sangre en la venas.
―Adelante ―lo ínsito―. Esta noche puedes tomar lo que quieras
de mí. ―«Voy a devolverte lo que me hiciste Carver y te dolerá».
Levanta la mirada y sujeta mi barbilla.
―De acuerdo. ―Su boca ataca la mía con ardor.
«¡Joder!».
Este tipo sabe a gloria. Su lengua se mueve con precisión,
haciéndome gemir de placer. Tiro de su saco y lo envuelvo con las
piernas, ese gesto termina de ponerlo. Me toma de las caderas y me
levanta del concreto. Su boca sigue sobre la mía mientras se mueve por
la estancia rumbo a la puerta, aferro las piernas a su cintura y mis brazos

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a su cuello.
Sube de prisa las escaleras conmigo en brazos y luego entramos en
una de las habitaciones. Me deja caer sobre la cama y comienza a
arrancarse la ropa. Yo estoy prácticamente desnuda, así que me deleito
con sus maniobras. Su pecho es amplio, marcado por músculos que lo
hacen lucir apetecible. Debe hacer mucho ejercicio, porque cada parte
de su cuerpo es perfecta. Incluso la central. «¡Madre mía! Es enorme y
no tengo idea si cabra, pero es demasiado tarde para pensarlo». Puedo
ver la pasión arder en sus ojos y solo puedo morderme los labios.
Abre un cajón de la cómoda y saca un envoltorio plateado, lo rasga
con los dientes y comienza a colocárselo. No le quito los ojos de encima
y eso hace que sus ojos brillen de satisfacción. Sabe lo que carga, ¡está
buenísimo! No cambia su expresión, es tan diferente a Carver, quien es
todo coquetería y risas. Pero aunque Jared no sonríe, no deja de ser
cautivante.
Una vez que se lo coloca, se acerca al borde de la cama y separa
mis piernas, tira de mis bragas sin delicadeza y las arroja al piso. Sube a
la cama y mi pecho se contrae ante la zozobra.
―Insisto… ―murmura en voz baja―, eres un regalo distinto.
―¿Acaso le ha dado otros regalos? Desde luego, he sido tan ingenua al
creerle cuando decía que no tenía nada con ninguna de esas. «¡Eres una
idiota Conny!». Eso me hace enfurecer y ansiar vengarme con todas mis
fuerzas.
Me incorporo y me cuelgo de su cuello, no me repele, me sujeta de
la cintura acercándome a él. Se mueve, hasta quedar sentado sobre la
superficie, me levanta ligeramente y entonces lo siento entrar.
―¡Ah! ―No puedo evitar el grito. Ha sido demasiado rápido y no
estaba lista.
―Tranquila ―susurra acariciando mis glúteos―. Despacio.
Poco a poco me deja caer, hasta que entra por completo, contengo

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la respiración y mantengo los ojos cerrados. Es amplio y largo. Estoy
sudando y apenas hemos comenzado.
―¿Cómo está? ―«Jodidamente enorme», pienso. Retira el pelo de
mi rostro y me observa con curiosidad, no tengo tiempo para pensar,
busco su boca y muevo las caderas. No quiero arrepentirme―. ¡Ah!
―Mi maniobra le arranca un sonido ronco, que me excita.
Sus manos sujetan mi cintura y comienzan a elevarme y a dejarme
caer. Poco a poco mi vagina se adapta a su tamaño y el dolor e
incomodidad se transforman en puro placer. Gimo y grito fuera de mí,
mientras su boca intenta callarme. No tengo reparos, me entrego por
completo, pues él sabe cómo complacer a una mujer y yo intento
cobrármelas. No sé hasta qué parte esto es venganza, pues me olvido de
Carver y solo puedo pensar en Jared y en sus potentes arremetidas.
Sé que mañana todo será un caos, sé que deseare morirme. No solo
tendré un horrible dolor de cabeza por la resaca, también tendré dolor
entre los muslos, pero quizás lo que resulte peor, será el sentimiento de
culpabilidad que tendré. No obstante, aún no es mañana… así que no
pensare en ello. Por esta noche, solo pensare en uno de los Leiner. Jared.

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Capítulo 1
¡Mierda!
Siento que la cabeza me va explotar. Me humedezco los labios y el
sabor amargo del whisky llega a mis papilas gustativas, pero además de
eso, tengo otro sabor en la boca. ¿Qué rayos hice anoche?
Muevo la mata de cabellos que cubren mi rostro y giro entre las
sabanas, que tienen un olor a limpio y a otras cosas… «¡Mierda! ¿Dónde
estoy?». Escucho el sonido de la regadera y como una estampida todas
las escenas de lo que hice anoche me inundan la mente. ¡Mierda! ¡Y más
mierda!
La mansión Leiner, el cuadro, el hermano de Carver y nosotros
teniendo sexo…
«¡Quiero morirme!».
Salgo de la cama trastabillando, estoy completamente desnuda.
«Tengo que irme de aquí». ¿Qué demonios hice? ¡Joder! ¡Joder! Esta
vez he metido las 4 y hasta el fondo. Busco mi ropa y lo primero que
encuentro son mis pantis. Me las pongo, justo cuando escucho como el
sonido del agua cesa. ¡Madre mía! Tengo que irme. Tomo su camisa y
me la pongo sin molestarme en buscar mi sostén. Salgo del cuarto a toda
prisa, corro por el pasillo hasta las escaleras, casi caigo pero me sostengo
del barandal y entro a la sala. Tomo mi vestido y la bolsa, busco las llaves
de mi auto y me preparo para la huida.
―¡Oye! ― ¡Mierda! Está en lo alto de la escalera. Solo lleva una
toalla alrededor de la cintura y el agua escurre de su pelo y dorso. ¡Está
de muerte! Pero la única que morirá si no me voy en este instante seré
yo.
―Tengo que irme. ―Me doy la vuelta y corro hacia la puerta.
―¡Espera! ―Ni muerta lo escucharía. ¡Estúpido vestido! Me
dificulta la tarea de correr, pero debo llevarlo o mi madre me cuelga.
Cruzo la puerta y corro intentando alcanzar la reja de la entrada. Las

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piedritas se incrustan en mis pies descalzos, pero las ignoro, tengo que
llegar―. ¡Detente! ―¡Maldición! Me pisa los talones―. No puedes irte
así.
Se a lo que se refiere. Solo tengo las pantis y su camisa puestas,
pero no me importa. Empujo la reja y casi quiero gritar de alegría cuando
piso la acera, cruzo la calle sin pensármelo y lucho por poder insertar la
llave en la cerradura.
―¡Maldición! Vamos ―ruego desesperada.
―¡Espera! ―Mierda, está en la reja. No, ni loca me quedo.
Logro introducir la llave. Abro la puerta, empujo el vestido y la
bolsa en el asiento del copiloto y enciendo el auto. Él me observa desde
la puerta, es evidente que no esta tan loco como yo, para salir en paños
menores a la calle. Lo miro y veo una expresión extraña en su rostro.
Piso el acelerador y me alejo a toda velocidad.
¡Estoy loca de atar! ¡Lo sé! Me acosté con el hermano de Carver.
¡Soy una zorra! Soy como ese par con el que él se ha metido. No, soy lo
peor, pero él se lo ganó. ¡Mierda! ¿Qué rayos he hecho?

Estaciono el auto afuera del edificio y espero a que no haya nadie


a la vista, tomo el vestido y corro hacia el interior del edificio.
―¡Vamos! ¡Vamos! ―le grito al elevador para que se abra, antes
de que alguien vea mis vergüenzas.
Pasan unos segundos hasta que las puertas se abren, piso el botón
para que se cierren, pero una pareja de ancianas entra, cubro mi cuerpo
con el vestido a manera de escudo y ellas no me prestan mayor atención.
Solo espero que bajen antes que lo haga yo o moriré de la pena. Subimos
uno, dos, tres pisos y ellas siguen aún. ¿Qué voy a hacer? Pasamos el 4
piso y nada, el siguiente es el mío. Ni modo. Las puertas se abren y salgo
corriendo, escucho como dicen muchas cosas feas de mí, pero no tengo

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tiempo de escucharlas.
Meto la llave en la cerradura y empujo. Me dejo caer en el piso
sintiéndome un tanto aliviada de estar a salvo.
―¿Conny? ―Levanto la mirada y encuentro a Dafne con una
sartén en la mano―. ¿Qué rayos te pasó? ―pregunta negando―.
¿Subiste así? ―Sus ojos recorren mi desnudes, con un gesto evidente de
desaprobación.
―Si. ―Me pongo de pie y avanzo hasta la sala, dejo el vestido en
el sofá y me giro para verla―. Soy de lo peor, amiga ―le informo con
cara de pena.
―¿Qué pasó? ―Me dejo caer en el sillón y hundo el rostro entre
las manos―. Conny…
―Me acosté con el hermano de Carver. ―Escucho el sonido del
metal golpear el piso. Levanto la mirada y descubro que se ha quedado
a cuadros, con la boca abierta y sin importarle que su desayuno descanse
a sus pies.
―¡¿Hiciste que cosa?! ―pregunta casi gritando. Ella me conoce y
sabe que no hago ese tipo de cosas. Para ella es normal cambiar de chico
cada noche, cosa que yo siempre le reprocho, pero eso no pasa conmigo.
―Eso. Dormí con Jared, el hermano de Carver.
―¡¿Estás loca?! ―No sé si su expresión es de alegría, porque he
seguido sus consejos de probar otras cosas o desacuerdo, porque se trata
de su hermano.
―Sí, muy loca ―admito―, pero ese cerdo se lo merece. ―Creo
que es lo mejor que puedo decir en mi defensa―. Bueno, no importa, no
pienso volver a ver a ningún Leiner, en lo que resta de mi vida.
―Temo decepcionarte ―comenta negando―, pero anoche tu
noviecito estuvo aquí preguntando como loco por ti.
―¿Qué? ―Lo único que faltaba―. ¿Cómo se atreve? A ese no lo
quiero ver ni en pintura. ¡Lo odio!

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―Estaba muy tomado y no se quería ir sin verte. Tuve que llamar
a Brad para que se lo llevara, pero no podía y eso que Ian vino con él.
Debiste verlo, fue todo un espectáculo. ―Puedo imaginármelo y no es
algo que me gustaría presenciar.
―Mejor que no se me ponga en frente, porque no sé qué le haría.
Aunque… después de lo que hice anoche… ―Yo también me he portado
falta, así que supongo que estamos a mano.
―¿Y cómo está? ―pregunta inclinándose para comenzar a limpiar
su desastre.
―¿Qué cosa?
―El hermano. ¿Está tan bueno como Carver? ―Pongo los ojos en
blanco. No debería contestar, pero…
―Mejor. ―Carver es Carver, es guapo, pero Jared es otro nivel de
hombre―. No tienes idea como lo hace.
―¿Tanto así? Mira que Carver te pone loquita.
―Pues Jared es mil veces mejor ―digo con satisfacción―. Tiene
un cuerpo de muerte y está cañón el tío.
―¡Que envidia! ―exclama con una sonrisa perversa.
―Nada de envidia. Debiste ver su cara cuando me vio
prácticamente escapar de su casa hace un rato. Hasta su camisa me traje
―digo tirando de uno de los extremos.
―No te puedo imaginar. ¿En serio?
―Mejor que no lo hagas. Quiero morirme.
―Nada de morirte ―niega apuntándome con la sartén―. También
llamó Jasón para recordarte la cita que tienen a las 2.
―¿Quién demonios trabaja en Domingo? ―cuestiono tirando de
mi pelo, que ahora es un desastre. Tengo una cruda de muerte y no solo
eso, una cruda moral.
―Nosotros, amiga. Los pobres.
―Mejor me voy a dar un baño.

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―Y ponte algo de ropa ―murmura elevando las cejas.
―Déjame en paz ―protesto corriendo hacia la puerta de mi
recamara. ¡Que mañana tan horrible! Y aún queda mucho tiempo.
Me meto a la ducha y como la adrenalina ha comenzado a
abandonar mi cuerpo, reciento lo adolorido de mis muslos. No fue tan
brusco, pero si un poco salvaje. Era evidente que terminaría así. Que tipo
tan… pero ¿para qué me quería? ¡Joder!

Cuando regreso al cuarto encuentro a Dafne junto a la cama.


―Te traje analgésicos para el dolor de cabeza ―dice levantando
un vaso con agua y dos pastillas.
―Gracias. Los necesito. ―Los tomo y noto que me mira
expectante―. ¿Qué?
―Quiero más detalles de tu venganza. ―Olvidaba lo morbosa que
es mi amiga.
―¿Detalles? ―Me hago la loca.
―Si. ¿Cómo fue que terminaste en la mansión? ¿No fuiste a la cena
con tu madre? ―¡La cena! Me había olvidado de eso.
―Sí, pero solo estuve como 30 minutos. No estaba de humor
después de lo de Carver.
―Me lo imagine.
―Seguro mi madre me dará una reprimenda por haberme ido y no
conocer a un buen partido ―comento con ironía.
―Tu madre ―dice suspirando. Ella conoce sus mañas.
―Lo sé.
―¿Sigue con lo mismo?
―Sí y está peor que nunca.
―¿No le has contado sobre Carver y lo rico que es? ―Pongo los
ojos en blanco.

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―¿Para que arregle de inmediato la boda? No, ¡nunca!
―Pero ¿y entonces?
―¿Qué cosa?
―Como llegaste a la casa.
―Oh cierto. Pues en la cena comencé a beber y como estaba
furiosa, por lo que vi en la mañana, se me ocurrió una loca idea y nada.
Deje la fiesta, pase a una tienda, compre pintura en aerosol y me fui a su
casa.
―¿Pintura? ¿Para qué rayos la querías? No me digas que
pintarrajeaste las paredes…
―No. ―Sonrió al recordarlo―. Algo mejor, su cuadro.
―¿Qué? ¡Júralo! ―Asiento con una sonrisa satisfecha. Ella sabe
del ego de Carver y su amor por su costosa obra de arte―. Se va a morir
cuando lo vea y seguro que todas las frases cursis que dijo anoche serán
distintas.
―No me importa. Ya no somos nada.
―Eso crees.
―No, Dafne, eso es. ―No se lo he dicho, pero espero que su
sentido común lo haga darse cuenta de que terminamos. No hay que ser
un genio para entenderlo―. No voy a seguir siendo su novia después de
lo que me hizo ayer. Jamás se lo voy a perdonar.
―Ay Conny, siempre dices eso… ―Lo sé y puedo entender que
no crea en mi palabra, pero esta vez es diferente.
―No voy a ceder, no voy a regresar con él. ―He sido una estúpida
por soportarle todas las cochinadas que me hace, por no ver las cosas o
mejor dicho, por fingir que no las veo, anoche lo entendí y no resulto
agradable.
―Si tú lo dices.
―Y lo será. Te lo aseguro. ―De eso no tengo dudas. Se acabó.
―No me quiero imaginar cuando sepa que dormiste con su

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hermano. Dejo escapar un bufido. Yo tampoco tengo idea como se
pondrá. Carver nunca ha sido celoso, pero… Jared es su hermano y debe
tener alguna reacción. ¿O no? ¡Genial! Ahora recapacito mi
imprudencia. No debía ser él, pero no hay nada que hacer.
―Como te lo dije, no pienso volver a ver a ningún Leiner en toda
mi vida. ―Eso espero―. Si las cosas salen bien, en dos meses me voy a
Paris y no sabré nada de Carver, ni de su hermano.
―Suerte con eso. Pero yo quería detalles del hermano. ¿Qué paso
con él?
―Ni te lo imaginas ―suspiro recordando―. Estaba pintarrajeando
el cuadro de Carver, cuando apareció y casi me voy de culo cuando lo
vi. Imagine que se pondría como energúmeno, pero es hombre y al verme
desnuda…
―¿Estabas desnuda? ―pregunta atónita.
―En ropa interior ―explico restándole importancia.
―¿Por qué? ¿Ahora te gusta pintar desnuda? ―dice con ironía.
―No. Era para no manchar el vestido de mi madre.
―En serio, amiga, no te puedo imaginar haciendo esas cosas.
¿Segura que eras tú?
―Dímelo a mí, no sé qué me pasó. Bueno, el asunto es que me
porte como una cualquiera y le coqueteé. Él hizo el resto.
―Vaya con los hermanos Leiner.
―Lo sé. Carver siempre se quejaba de su hermano y lo describía
como un monstruo, pero no. Él no parecer ser así.
―¿Te gustó? ―Miro el techo. Es absurdo.
―No.
―Pero dijiste…
―Sí, lo hace bien y punto. ¿Sabes? Mejor déjame terminar de
cambiarme, porque tengo que pasar a la casa de mi madre antes de ir a
la oficina y luego de ahí a la galería para ver a Jasón.

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―¿Qué es eso tan importante que tienes que hacer mañana?
―Una exhibición para un tipo muy rico.
―Ya entiendo porque tu jefe está como loco.
―Dímelo a mí.

Salgo de la casa con vestido en mano y abordo mi auto. Ver la bolsa


con latas de pintura trae a mi mente a ese hombre y mi fechoría. ¡Estoy
de remate!
―Joder, olvídate de eso ―digo en voz alta, mientras pongo en
marcha el auto, que comienza a moverse rumbo a central Park.
Aparco el auto y me dirijo a la puerta de su nueva casa.
―¡Conny! ―saluda Esteban, su nuevo marido. Le dedico una
sonrisa forzada.
―Hola ―contesto sin detenerme. No me apetece ser amable.
―Nos vemos. ―¡Es un cerdo! Ni siquiera se molesta en disimular
que me ve el trasero. No entiendo cómo es que ella se casó con alguien
como él. Bueno, si lo entiendo, porque tiene una enorme cuenta bancaria.
―¡Cariño! ―canturrea mi madre al verme entrar en la casa, aún
viste bata de dormir.
―Hola, mamá.
―¿Y eso? ―pregunta al ver que llevo conmigo el vestido.
―Vine a devolvértelo. ―Pone expresión ofendida, pero sé que en
el fondo es lo que quería.
―Es tuyo ―asegura, para nada convencida. Se supone que era un
regalo, pero yo no quiero nada costeado por su marido.
―Gracias, pero no quiero usar algo tan costoso. Eso no va conmigo
y si lo llego a manchar… ¡olvídalo!
―Conny.
―Me conoces, no puedo. ―Niega, pero lo acepta y siento un peso

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menos. ¡Qué alivio!
―Como quieras. Por cierto, ¿adónde te fuiste ayer? Te
desapareciste de repente.
―Tenía un asunto que atender.
―¿De la galería? ―cuestiona poniendo mala cara. Sé que no le
gusta mi empleo y que desearía, que así como ella lo hizo, yo también
encuentre a un hombre millonario que me mantenga. Pero en eso somos
completamente distintas. ¡Gracias al cielo!
―Si ―miento. Mi vida amorosa es un tema que prefiero no
compartir, porque resulta todo un caso.
―¿Cuándo vas a dejar ese empleo mediocre?
―No es mediocre ―No tiene sentido molestarme, ella no
cambiara de parecer.
―¿No? ―dice mirándome con ironía―. ¿Cuánto ganas al mes?
¿Hace cuando que cambiaste tu auto? ¿Qué modelo es tu móvil? ―Odio
cuando se pone en ese plan.
―Es arte, mamá. Y mi auto está bien, no lo quiero para presumir.
―¿Arte? Lo mismo decía él ―“Mi padre”. Nunca dice su nombre,
ni lo refiere como tal, para ella es “él”―. Y nunca paso de ser un
fracasado. ―No quiero escucharla más o terminaremos peleadas.
―Tengo que irme. ―Retrocedo hasta alcanzar la puerta. Ella no
tiene solución.
―Despierta, Conny. Eres joven puedes encontrar a alguien…
―¡Adiós, mamá! ―digo sin darle tiempo de agregar nada. Sé de
memoria sus líneas.
Odio cuando toca el tema de mi padre, solo para insultarlo. Su
sueño era ser un gran escultor y por esa razón nos dejó, debido a los
constantes insultos de mi madre. Puedo entenderlo y no le guardo rencor.
Hace más de 20 años que no lo veo, pero sé que estaría orgulloso de
saber que sigo sus pasos.

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―¡Jasón! ―exclamo al entrar en la galería. Se gira y me mira de
pies a cabeza. Visto ropa informal y se cuánto le choca, pero es domingo.
¿Qué esperaba?
―Quiero que mañana uses algo elegante ―Pongo los ojos en
blanco. Me lo esperaba.
―¿Tan importante es? ―pregunto dejando mis cosas sobre una de
las sillas.
―Mucho ―dice con orgullo. Ha estado buscando buenos
compradores y ahora está que no cabe por ese famoso “JL”―. Podría
consumir lo que ganamos en un año.
―¿Tanto así? ―Vaya, eso sí que resulta impresionante. Ninguno
de los cuadros es una baratija.
―No tienes idea, hermosa.
―Conny. ―«Ahí está mi otra jefa». Laisa. Quien siempre se la
pasa atosigándome.
―Hola ―respondo con una sonrisa fingida.
―¿Todo listo para mañana? ―pregunta sin responderme.
―Si. Hice el inventario y di las instrucciones para que trasladen
todo al salón principal. Dispuse el orden y se lo que debo decir de cada
cuadro. ―En lo particular, creo que debe ser un tipo excéntrico que solo
afecta al arte acaparando obras.
―No pongas esa cara ―me reprende Jasón, adivinando mis
pensamientos―. Se lo qué opinas del arte. Pero si no hay dinero…
―“No hay arte” ―completo su acostumbrada frase―. Lo sé.

He decidido usar uno de mis pocos vestidos elegantes y de marca


que tengo en mi guardarropa. Es un vestido color marfil de tafetán, con
escote cuadrado que deja lucir mis piernas sin parecer demasiado vulgar.

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Creo que estoy decente.
―¿Qué tal? ―pregunto a Jasón en cuando lo veo aparecer en la
galería. Llevo un par de horas revisando que todo esté en su lugar.
―Divina. Ahora ve a revisar todo. No debe tardar en llegar. ―Le
pongo mala cara. Acabo de hacerlo.
―Voy.
Entro al salón de la galería que ha sido reservado para llevar la
exhibición privada. Yo soy quien se encargara de que ese hombre
compre al menos 3 de las obras y así Jasón estará feliz. Suspiro. No tengo
idea que tipo de persona sea, ni si resultara una tarea sencilla.
―Conny ―escucho decir a Jasón. Me giro y el alma se me cae al
suelo. Me quedo petrificada mientras se acerca a mí, acompañado por un
hombre alto y muy guapo, un hombre que yo conozco―. Quiero
presentarte al señor Jared Leiner. ―Desde luego que se su nombre.
¡Mierda! “JL” es Jared Leiner ¡Madre mía!―. Ella es Conny Damme
―dice Jasón―. Quien se encargara de mostrarle las obras. ―Extiende
su mano y yo soy incapaz de mover un dedo. ¿Qué hago? ¿Lo saludo o
salgo corriendo?
―Mucho gusto, señorita Damme ―responde con voz sensual. Me
ha reconocido, lo sé por la forma en la que me mira. ¡Mierda! ¡Quiero
morirme!

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Capítulo 2
No tengo escapatoria, no puedo echarme a correr como lo hice en
la mansión. Tengo a mi jefe a un lado, si lo hago seguro me despedirá,
esto es muy importante, demasiado y aunque me muera de vergüenza
tengo que hacerlo. Tengo que afrontar las consecuencias de mis
arrebatos.
Debí suponerlo, Carver siempre hablaba de la pasión, casi obsesión
de su hermano por los cuadros y obras de arte. Irónicamente fue así como
nos conocimos, cuando vino a la galería para comprar un regalo para
Jared.
―¿Conny? ―Susurra mi jefe dándome un discreto codazo, pero
yo continuo mirando a Jared, que no muestra expresión alguna, mantiene
su mano extendida y yo no quiero ni tocarlo―. ¡Conny! ―cuchichea
Jasón prácticamente tomando mi mano para que sujete la suya. Apenas
rozo su mano, me aparto de un salto al sentir una descarga―. ¿Conny?
―¡Mierda! Estoy echando todo a perder.
―¡Lo siento! ―digo frotándome la mano. Jasón esta que me
quiere comer viva, pero no puedo evitarlo. No sé si es el pánico o que
rayos acaba de pasar. «Tienes que hacerlo, Conny»―. Mucho gusto,
señor Leiner. ―Por fin logro decir, tomando su mano, luchando por
ignorar el cosquilleo que recorre mi brazo.
―Un placer ―mueve despacio sus carnosos labios y yo lo miro
atontada, recordando la manera en que me beso... ¿En qué estoy
pensando?―. ¿Comenzamos?
―Si ―contesto con voz agitada, que no ayuda nada a darme
seguridad.
―Permítanos un segundo ―pide mi jefe tirando de mí, hacia la
puerta del salón―. ¿Qué te pasa, Conny? ―Eso mismo me pregunto yo.
Nunca me he intimado ante nadie, por más importante que sea, aunque
desde luego, más que ser alguien importante, el problema es que se trata

20
de un Leiner y no de cualquiera, sino con quien dormí anoche.
―Nada. ―No puedo contarle como nos conocimos ni nada de lo
que mi estado alcohólico provoco―. Estoy nerviosa.
―Escucha linda, nadie maneja esto como tú. ―Sus palabras me
alientan pero mi nerviosismo se debe totalmente a una cosa ajena a
conocer los cuadros y lo que diré. Solo recordar su cuerpo desnudo y lo
que hicimos me pone las piernas de goma―. Así que…
―Lo sé. 3 cuadros o más ―repito sus palabras.
―Exacto. Confió en ti. ―Quiero decirle que no lo haga, que no se
vaya, que no me deje sola con él, porque no podré hacer hacerlo―.
¡Suerte!
Se va y me deja hecha un lio, aunque la culpa no es de él, sino de
mis locuras. ¿En qué momento me dio por convertirme en una maniaca
despechada? Suspiro y me giro hacia el fondo del lugar. ¡Puedo hacerlo!
Él está de espaldas a mí, observa fijamente uno de los cuadros.
Avanzo despacio, como si quisiera que no me escuchara. «¿Debería salir
huyendo? Creo que aún podría lograrlo. ¡No puedo hacer eso!» De
pronto se gira y me quedo de piedra. Sus ojos me recorren de pies a
cabeza.
―¿Cómo se llama este cuadro? ―Miro su perfecto rostro que no
muestra expresión alguna y luego observo el lienzo. Sé de memoria cada
uno de los nombres, pero justo ahora mi cerebro se niega a cooperar. Me
mira expectante y yo no logro recordar.
―Ah… ese… se llama… “El claro” ―balbuceo luchando por
recobrar la compostura. Arruga la frente y gira sus ojos de nuevo hacia
la pared.
―¿Quién es el autor?
―Darren Donald. ―Se pone la mano en la barbilla y mueve la
cabeza.
―No lo conozco. ―“Vamos, Conny, puedes hacerlo”.

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―Es un pintor nuevo. ―Tengo toda su atención sobre mí de
nuevo. Lucho contra el impulso de retroceder y cruzar la puerta―. Como
sabrá, en la galería buscamos no solo promover a los artistas famosos y
reconocidos, sino también a los nuevos talentos. ―«¡Eso es! Puedo
hacer esto».
―Creí haber dado una especificación de lo que quería ver.
―¡Mierda! ―. Y nunca pedí obras de artistas no conocidos. ―¡Joder!
―Entonces, ¿le parece si pasamos al siguiente? ―«Es un grosero
y déspota. ¿Qué tiene de malo el cuadro o que no sea alguien famoso?
Es maravilloso». Sin embargo, si decide hacer una escenita y quejarse
por mi error, Laisa me pondrá como laso de cochino. Ladea su cabeza y
me mira. ¿Qué está pensado?
―De acuerdo. ―De buena gana camina hacia el siguiente cuadro.
¡Quiero morirme!
Le muestro cada uno de los cuadros, dándole detales de su origen,
sus autores y su costo. Él no dice nada, no pregunta, solo me escucha
atento.
―Y este sería el último ―informo una vez que termino la
explicación―. Lamento mi equivocación con el primer cuadro. ―Sé que
he metido la pata y que debo disculparme, aunque eso me rebaje. Él sigue
con la mirada en la pared.
―¿Le gusta?
―¿Cómo? ―¿Qué cosa me gusta? Se gira y me mira.
―El cuadro. ―Señala el Claro. ¡Demonios!
―Creo que lo que yo piense no importa.
―¿Por qué no? ―¿Qué le pasa? ¿Se burla de mí? La puerta se
abre, Jasón entra tan campante. Más oportuno no podía ser.
―Señor Leiner ―dice mientras avanza―. ¿Se ha decidido por
alguno de los cuadros? ―pregunta intentando sonar tranquilo. Aunque
puedo notar su nerviosismo.

22
―No. ―Ambos nos quedamos de piedra, pues su voz y su
expresión no reflejan emoción alguna.
Jasón pasa de estar en blanco a mirarme con horror, nunca le he
quedado mal antes, siempre consigo convencer a mi cliente de comprar
la pieza. Pero incluso yo no doy crédito a lo que sucede. Me he portado
como una profesional, ignorando mi pánico. ¿Qué le pasa?
―Aun no puedo decidirme ―murmura de lo más tranquilo. ¿Lo
está haciendo a propósito? Veo como mi jefe se relaja un poco, ante su
pequeña aclaración.
―¡Ah! ―exclama con nerviosismo―. ¿Quiere verlos de nuevo?
―inquiere mirándome. Sé que quiere que lo convenza, pero no pienso
hacerlo. He hecho suficiente con intentar fingir que no pasa nada, cuando
en realidad me muero.
―No, en realidad no dispongo de más tiempo ―contesta mirando
su caro reloj―. Debo retirarme. ―¿Acaso se está saliendo por la
tangente? ¡Estoy que me da algo! Me ha hecho hablar por más de una
hora, ¿Para qué no compre nada? Además de eso, Jasón ha gastado
mucho preparando todo―. Me gustaría llevarme el catalogo y revisarlo
con detenimiento. ―¿Detenimiento? ¿Mas? Esto no va bien, es otra
excusa. ¿Por qué mejor no dice que no quiere nada y se va?―. Ya que
al menos 5 de ellos me han agradado. ―Los ojos de Jasón se iluminan.
Él contemplaba 3 compras, pero sin duda esto le ha encantado.
―¡Por supuesto! ―canturrea. A veces odio a mi jefe, por ser tan
fácil―. Conny, ¿puedes darle el catalogo al señor Leiner?
―Un momento. ―Me dirijo al pequeño banquillo, donde se
encuentran mis cosas y tomo el folder. Suerte que pensé en hacerlo y
traerlo conmigo. Mi jefe es un tirano, me lo ha pedido sin tener idea si
lo tenía. Nunca me dijo que lo hiciera―. Aquí tiene ―se lo ofrezco y lo
acepta dirigiéndome una mirada extraña.
―Muy bien, yo me pongo en contacto con usted más tarde.

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―«¡Púdrete!», maldigo mentalmente. Me ha dejado de lado, ahora solo
se dirige a Jasón y ni siquiera me mira.
―Por supuesto.
―Con permiso.
―Hasta luego ―farfullo. Cierro los ojos y suspiro al ver que la
puerta se cierra y mi pesadilla desaparece.
―¿Qué ha sido eso? ―pregunta Jasón. Niego. Siento como si me
hubieran caído varios años encima, estoy agotada.
―No tengo idea.
―Sabía que el hombre era especial, pero nunca imaginé que tanto.
―Giro el rostro sin crearlo.
―¡No me dijiste nada! ―lo acuso.
―Intentaba no predisponerte ―dice encogiéndose de hombros.
Resoplo y niego.
―Necesito algo de beber. ―Lo que verdaderamente necesito, es
saber que no voy a volver a ver a ese hombre.
―¿Quieres una cerveza?
―¡No! ―exclamo al instante. De alcohol no quiero saber nada, es
precisamente por eso que estoy metida en este lío.
―Pensaba invitártela.
―No, gracias. Quiero agua ―«¿Porque no ha dicho nada sobre lo
que pasó? No entiendo nada. ¿Y si cree que intente seducirlo para que
comprara los cuadros? ¡Mierda! ¡Mierda! ¿Por eso me pregunto si me
gustaba? ¡Mierda!».
―¿Conny? ―«¡Esto no puede estarme pasando! ¡Voy a volverme
loca! Si Jasón se entera me despedirá y adiós a Paris y a todos mis
sueños»―. ¡Hey! ―dice tronando los dedos delante de mis ojos.
―Ya te escuche ―mascullo de malas.
―¿En dónde tienes la mente, mujer?
―En ninguna parte. Dime ¿qué hago? ―pregunto señalando los

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cuadros.
―Nada, puede que le den ganas de verlos de nuevo.
―¿Qué? ―«¡No, por favor, ya no! No podría».
―Ya lo viste. Es bastante excéntrico.
―Ni que lo digas.
Después de ese encuentro, lo único que se me antoja hacer es irme
a mi casa, a mi refugio y no saber nada de nada. Pero eso es imposible,
tengo muchas cosas que arreglar aun, clasificar las nuevas obras y enviar
algunas facturas y todo lo que se le ocurra a mi jefa o jefe.

―¿Se puede? ―Levanto la cabeza desde el rincón donde me


encuentro y descubro a Jasón asomándose por la puerta de la bodega.
―Sí, dime. ―Entra y su sonrisa me indica que dirá algo que no me
gustara.
―¿Adivina quién acaba de llamar? ―Pongo los ojos en blanco, no
tengo la más remota idea.
―¿Laisa? ―Es la única persona que se me ocurre. Llevo metida
aquí casi 3 horas ordenando cosas, supongo que debe querer saber dónde
me he metido o si estoy flojeando, como siempre dice.
―No, para nada ―responde con un movimiento despreocupado.
―¿Entonces?
―Nuestro señor exigente, el señor Leiner. ―¡Mierda!
―¿Qué? ―No puedo evitar la nota de pánico.
―No pongas esa cara ―me reprende. ¡Estoy jodida! ¡Jodida!
―¿Qué dijo?
―Quiere que mañana vayas a su oficina.
―¡¿Qué?! ―Ahora si algo me dará. «¿Por qué? ¿Qué rayos
pretende? ¡Ay no! Mátenme».
―Dijo que ya tiene sus opiniones de compras, pero que necesita

25
algunos datos de uno de los cuadros, para saber si lo incluye en la lista.
¿De verdad cree eso? Esto no pinta nada bien, nada.
―¿A qué hora?
―A las 11. Yo me ocupo de Laisa. Pero Conny, tienes que ir
guapísima, tienes que impresionarlo y convencerlo.
―¿Yo?
―Sí, el tipo es duro, pero una cara linda puede ayudar y tú eres la
mejor. ―No, no lo soy, al menos con ese hombre no.

Salgo al pasillo arrastrando mi bolso por el piso. Esto apesta.


Aunque quizás me estoy dando demasiada importancia y tal vez sólo
quiere saber del cuadro. Pero saber que estaré en su territorio, me pone
los pelos de punta. Soy una tonta. Nunca debí tomar, nunca debí entrar
en esa casa, nunca debí seducirlo.
¿Qué debería hacer? ¿Reportarme enferma? Jasón nunca dejaría
que me presentará así, pero no puedo decir lo mismo de Laisa, ella me
arrastraría y diría que el trabajo es la prioridad. Me cuelgo mi bolso del
brazo al llegar a la puerta del edificio y camino hasta mi auto. Solo quiero
dormir y desconectarme.
Enciendo el estéreo del auto y Laava suena a todo volumen,
mientras intento mitigar mis inseguridades. Comienzo a odiar el apellido
“Leiner”.

―¡Conny! ―me saluda Edna. Una de nuestras amigas, quien a


veces me cae bien y otras no tanto. Sin embargo, ella y Dafne son
compañeras de trabajo y se llevan muy bien, así que no tengo nada que
decir cuando le da por aparecer en el departamento.
―Hola ―digo sin mucho ánimo.

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―Conny ―Dafne aparece con una botella de vino en la mano―.
¡Uy! Que cara ―dice externando lo que Edna no ha dicho.
―Ni me digas. ―Me dejo caer en el sofá. Estoy muerta.
―¿Qué pasó? ―Miro a Edna. No sé si sea buena idea contarle el
asunto “Leiner”. Creo que mientras menos personas sepan de mis locuras
sería mejor.
―Nada, que me encontré con Jared. ―El nombre basta para que
casi derramé su copa sobre la alfombra.
―¡Júralo! ―exclama abriendo mucho los ojos e inclinándose
hacia delante.
―Si. ―Ojala no lo hubiera visto, ojala no tuviera que verlo
mañana. Pero mi trabajo depende de eso.
―¿Qué dijo? ―pregunta intrigada.
―¡Oigan! ―se queja Edna―. También estoy aquí, por si lo
olvidaban. Y no tengo idea de quién es ese tal Jared.
―Lo siento ―me disculpo, un poco aliviada―. Voy a darme una
ducha.
―Pero… ―intenta protestar mi amiga, yo niego.
Definitivamente no quiero que Edna sepa.
―Después hablamos. ―Suficiente tengo con mi consciencia,
para que Edna se sume a las críticas sobre mi comportamiento
irracional de la otra noche. Pues a diferencia de Dafne, ella se jacta de
ser una puritana, con su prometido brillante y perfecto.
Camino hasta mi habitación, lanzo la bolsa sobre la cama y me
voy directo al baño. Apenas salgo del baño la puerta se abre y mi
amiga aparece.
―Ahora sí cuenta ―Dafne entra acomodándose en la cama―.
¿Qué te dijo?
―¿Y Edna? ―pregunto sorprendida, pues apenas hará menos
de 30 minutos que llegue.

27
―La despache ―responde como si nada.
―No debiste. ―Me odiara aún más.
―Olvídalo, de todos modos se le hacía tarde. Anda dime que
paso. ―Suspiro y me siento a su lado.
―Nada.
―¿Nada? ¿Cómo que nada?
―Pues eso, el tipo se portó como si no me conociera. ―Algo
absurdo, pues conoce hasta mi dedo meñique.
―Qué raro ―murmura con expresión pensativa. ¿Qué
esperaba? ¿Qué me pidiera mi número?
―Lo sé. ―Ahora que lo pienso, aquella noche mencionó algo
sobre los “regalos de Carver”, seguro cree que soy una putilla
cualquiera y por eso ni atención me prestó. No sé si eso me molesta o
me alivia. Si para él soy una más, perfecto.
―¿Y?
―¿Qué?
―¿Cómo es fuera de la cama? ―Suelto una risilla. Mi amiga y
sus preguntas.
―¡Imposible! No tienes idea de la actitud prepotente y pedante
que tiene. Y para colmo de males, cometí un error.
―¿Qué hiciste?
―Incluí el cuadro de Darren.
―¿El chico que te gusta?
―No me gusta ―me quejo golpeando su hombro―. Me gusta
lo que hace.
―¿Con las manos o con la boca?
―¡Hey Dafne! Nunca hice nada con él. ―Se encoje de hombros
con expresión inocente.
―Yo no he dicho nada, pero como cuando lo conociste no
dejabas de hablar de él.

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―Hablo en serio. El chico tiene mucho talento. En lo particular
me encanta su cuadro “El claro”. Expresa tanto con una imagen tan
simple de la luna y la noche.
―Y te recuerdo a tu padre. ―Quizás―. ¿Qué paso después?
―El cretino se dedicó a ignorarme. ―Suelta una carcajada.
―Con lo que te gusta que te ignoren ―se burla.
―Ya se. ―Mi madre siempre me ignoraba, primero porque era
una molestia, después, porque le recordaba a mi padre. Por esa razón
crecí con ese complejo, puedo tolerar muchas cosas, pero cuando
dedico mi charla a una persona, me gusta que me preste atención.
Claro que ahora se lo devuelvo a mi madre cada que puedo, ese es
quizás uno de mis grandes defectos, soy rencorosa y vengativa.
Aunque justo por eso estoy en el hoyo―. Como sea.
―Pero no estuvo tan mal. Creí que el tipo te había señalado y
dicho muchas cosas sobre ti y tu borrachera.
―Eso no es todo.
―¿Hay más? Espera, ¿te encerró en la bodega y te dio sexo
duro?
―¡Dafne! ―Esta mujer. Está que se parte de la risa.
―Puede que no. Sigue.
―Quiere verme mañana en su oficina ―digo como si
expusiera la hora de mi juicio.
―¿Y? ―pregunta con una mueca―. Si no hizo, ni dijo nada
cuando te vio hoy, no creo que lo haga mañana.
―No sé, quizás se contuvo por mi jefe.
―No le des tantas vueltas, Conny.
―Ojala pudiera.
―Mejor metete a la cama y descansa, que buena falta te hace.

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Aunque Dafne ha dicho que no le dé vueltas al asunto, lo cierto
es que no tengo ganas de verlo de nuevo. Me resulta demasiado
perturbador. La seriedad de su cara, la intensidad de su mirada y la
extraña sensación que tengo cuando estoy cerca de él. Me intimida.
Pero no puedo hacer nada.
Tengo que verlo aunque no quiera. Rebusco entre mi
guardarropa y como de los 3 atuendos elegantes que tengo, he usado
dos, solo tengo una opción. El vestido que usaría para la cena de
aniversario con Carver. ¡Ja! Qué ironía, de nuevo usare algo que era
para él, con su hermano.
Dejo de pensármelo y me lo pongo. Decido llevar suelto el
cabello con un pongo de ondas y me maquillo ligeramente. Tendré
que retocarme después y lo más importante, no es una cita, pero
quiero que Jasón me dé el visto bueno.
―¡Wow! ¡Qué bárbara! ―exclama Dafne al verme salir. El
vestido es negro, llega por encima de la mitad de los muslos, tiene un
escote en forma de rombo en la espalda y transparencia en la parte
delantera que deja ver mis pechos, no tiene mangas, solo una pequeña
cinta anudada al cuello. Sin duda es bastante atrevido, pero es lo único
que tengo―. ¿Adónde piensas ir? Estás para comerte, amiga.
―Tonta ―digo tomando mi bolsa―. Sabes a donde voy.
―Pues no lo parece. Justo ahora es como si fueras al encuentro
con tu amado, con tu príncipe azul ―dice la frase girando como si
bailara con alguien.
―Deja de burlarte.
―¿Qué? Lo digo en serio. Te ves genial.
―Gracias.. ―Hago una mueca al recordar el motivo por el que
gasta más de 300 dólares en esta prenda―. Era para el aniversario.
―¡Oh! ―Nota mi cambio de humor y niega―. ¿Se ha puesto
en contacto contigo?

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―No. ―Con los ajetreos del trabajo y con la tensión de ver a su
hermano no he tenido tiempo de pensar en Carver. Pero para variar, brilla
por su ausencia, eso debería hacerme sentir bien, puesto que he decidido
terminar, pero no sé si de verdad me gusta que ni siquiera intentara
rogarme.
―Mejor que no lo haga ¿cierto? ―Finjo una sonrisa. ¡Sigo
siendo una idiota!
―Si. Bueno, ahora si me voy.
―¡Comete al hermano por mí! ―grita. Pongo una expresión de
pánico y niego. ¡No, definitivamente eso no puede pasar!

La mañana pasa tranquila, algunos clientes viene a la oficina


para saldar sus adeudos y eso me reconforta, Laisa se pondrá feliz
cuando se entere.
―¿Te vas? ―pregunta Jasón al verme caminar por el pasillo.
―Si. No quiero llegar tarde.
―¡Suerte, linda! Estás fabulosa. ―No tengo idea de dónde saca
tanto calificativo. ¿Tendrá un diccionario?
―Gracias, nos vemos.
―Llámame.

Llegar a su oficina no me resulta tan difícil, como decidirme a


bajar del auto y entrar. ¡No quiero verlo! Pero de nuevo debo recordar
que mi trabajo está en juego. ¡Maldición!
―Buenos días ―saludo a la guapa rubia de la recepción.
―Buenos días ―responde recorriéndome con la mirada. ¿Qué
le pasa?―. Vengo…
―¿Conny Damme?

31
―Si.
―Sígame por favor. ―¿Así de fácil? ¿Ni siquiera me
anunciara? Caminamos por el impresionante sitio. Que está adornado
por exquisitas obras de arte, cuadros y ornamentas realmente
carísimas―. ¿Señorita? ―Me he rezagado sin darme cuenta y me
observa con disgusto. Debe creer que soy una boba.
―Lo siento. ―Le doy alcance y continuamos hasta que se
detiene frente a una enorme puerta de madera. Golpea un par de veces.
―¡Pase! ―Su voz hace que se me acelere el pulso. ¡Maldición!
No quiero parecer la misma boba de ayer. La chica empuja la puerta
y me indica que entre.
―Gracias. ―Está de pie, apoyado en el escritorio. De nuevo sus
ojos escrutan mi cuerpo y terminan en mi rostro.
―Adelante ―dice al ver que me he quedado inmóvil justo
debajo del marco de la puerta.
―Gracias. Buenos días, señor Leiner. ―De nuevo mi
nerviosismo parece querer hacer acto de presencia. ¡No! Avanzo un
par de pasos pero al ver que viene hacia mí, me freno en un intento
por mantener la distancia.
―Sobre el escritorio está el catalogo ―comenta pasando junto
a mí―. He indicado la página donde está el cuadro, sobre el que
necesito más referencias. ―No me gusta la idea de darle la espalda,
pero mientras más rápido termine con esto, mejor. Me obligo a
caminar hasta el elegante mueble y a tomar el catalogo.
―¿Qué necesita saber…? ―No termino la frase. Está en la
página del cuadro de Darren. ¿Se burla de mí?
―¡Todo! ―exclama sujetándome de la cintura por detrás,
pegando su pecho a mi espalda.
―Señor… ―Retrocedo haciendo que nuestros cuerpo choquen.

32
―Jared ―susurra sujetándome con fuerza―. Llámame Jared.
―Empuja su pelvis contra mi trasero y ahogo una exclamación de
sorpresa. ¿Qué está haciendo?―. Me encanta su vestido, señorita
Damme. ―Tengo un nudo en la garganta. ¡Madre mía! Tengo que
irme de aquí.
―Bueno… ―Finjo tomar el catalogo y cuando siento que se
relaja, me giro y corro hacia la puerta. Tiro de ella pero no cede.
¡Mierda!
―Tiene seguro ―explica de lo más tranquilo. ¿Seguro? ¿Para
qué? Muevo mi mano y quito el seguro, pero antes de que logre abrirla
tengo sus manos sobre mi cuerpo―. Aun no terminamos, señorita
Damme, ni siquiera hemos comenzado. ―¡Mierda! ¡Mierda!

33
Capítulo 3
¿Ni siquiera hemos comenzado?
―Señor… ―Estoy temblando, lo mismo que mi voz.
―Jared ―repite haciéndome girar hasta que veo sus
impresionantes ojos azules, que terminan de desconcentrarme. ¿Qué
hago?―. Dime Jared.
―Yo… yo no me acosté con usted para que comprara los
cuadros ―suelto en un ataque de nerviosismo. Porque es lo primero
que me viene a la cabeza y porque creo que eso está motivando su
forma de actuar.
― ¿No? ―pregunta levantando una ceja.
― ¡No! Claro que no… ―Me hace retroceder por el lugar hasta
que mi trasero choca contra el escritorio―. Nunca haría algo así, yo…
no sabía que era usted… ―¿Qué demonios estoy diciendo? Empuja
su rodilla entre mis muslos y cierro los ojos ante el calor que recorre
mi cuerpo. ¿Qué me pasa? Debería intentar repelerlo, pero no lo hago.
―Nunca lo he creído de ese modo ―Intento descubrir si lo que
dice es verdad, pero mantiene su expresión de póker. Su mano hace a
un lado mi cabello y desata la cinta de mi cuello, baja despacio la tela
y me quedo de piedra cuando se inclina y para besar mi clavícula―.
Pero… tengo curiosidad por saber si le gusta ese cuadro ―¡Ese p…
cuadro de nuevo! ¡Joder! Comienzo a detestarlo.
― ¿Por qué? Como le dije… ―Sube por mi cuello y jadeo
incapaz de continuar hablando. ¡Mierda! Me está excitando.
― ¿Lo compraría usted? ―«Claro que sí, siempre he querido
hacerlo, pero no tengo el dinero suficiente». Baja un poco más mi
vestido hasta dejar al descubierto mi sostén y entonces hunde el rostro
entre mis senos.
― ¡Ah! ―jadeo completamente loca de deseo. ¿Qué tiene este
hombre que me pone tan mal?

34
―Quizás lo compre ―murmura levantando el rostro y
acercándose a mi boca. Debería apartarlo, pero si hago algo mal,
Jasón me matara. ¡Mentira! Esto ya no es por el trabajo, no es por los
cuadros, es porque deseo a este hombre―. Conny ―Sus manos
sujetan mi rostro, me observa fijamente―. Mi regalo.
Funde su boca con la mía y entonces dejo de pensar. Mis manos
recorren su pecho por encima de la ropa mientras su lengua explora
mi boca. Me toma de los muslos y levanta mi vestido, escucho como
se rasga por el movimiento brusco, pero no tengo tiempo de pensar en
eso, enrosco las piernas en su cadera y él me sube al escritorio. Con
un rápido movimiento, envía al piso todos los objetos que hay sobre
la superficie, me recuesta completamente. Jadeo mientras retrocede y
mete su mano en el bolsillo de su pantalón. Saca un preservativo y se
lo lleva a la boca. ¿Acaso lo planeo? Desde luego, por eso todo el
asunto del catálogo. ¡Sera cabrón! Debería irme, pero verlo enfundar
su miembro en el látex aumenta las palpitaciones entre mis piernas.
Apoya las rodillas sobre la madera y trepa hasta suspenderse sobre
mí.
―Creo que… me gustas más que los cuadros ―murmura
separando mis muslos. Contengo la respiración y tiro de su corbata
para acercar su boca a la mía―. ¿Puedo quedarme contigo? ―Muevo
la cabeza ligeramente.
―No estoy en venta ―contesto con seguridad.
―Mmm ―Se hunde en mí y tengo que cerrar los ojos y
morderme los labios para no gritar. Es tan enorme―. Aun no te has
acostumbrado ―Abro los ojos y veo que parece pensativo mientras
se mueve ligeramente. ¿Acostumbrarme?―. Pero lo harás ―Me
sujeta de la cintura haciéndome girar hasta que quedo sobre él―.
Dame lo que tienes, nena ―«¡Que se lo de su abuela! ¿Nena? Odio

35
que me digan nena». Intento apartarme pero se incorpora hasta quedar
sentado y me retiene sujetándome con firmeza de la cadera―. ¡Hey!
―Por favor ―digo sin mirarlo. ¿Qué demonios estoy haciendo?
Estoy actuando como una maldita golfa.
―Mírame ―Niego mientras lucho por zafarme, pero en inútil,
sus brazos me mantienen inmóvil y tenerlo dentro no ayuda a pensar
con claridad.
―Suélteme por favor ―pido. Tira de mí y me obliga a mirarlo.
¡Mierda! No debería verlo.
―Conny ―Me acerca más a él y me abraza contra su pecho―.
¿Qué sucede? ―Nada, que ha dicho una puta frase que el estúpido de
Carver siempre dice y por eso la calentura se acabó y solo deseo
marcharme.
―Debo irme.
―No, no quieres irte ―Sujeta mi cadera haciendo que el resto
de miembro entre de golpe y se hunda en lo más profundo.
― ¡Ah! ―No puedo contener el grito que sale de mis labios y
que me regresa a orbita. ¡Mierda!
―Aun no ―Su mano tira de mi nuca y de nuevo nuestras bocas
se encuentran. Intento apartarlo, pero es inútil. Comienza a mover en
círculos las caderas y a empujar ligeramente, mientras su lengua
devora mi boca. Estoy perdiendo de nuevo, mi cuerpo tiembla ante
sus maniobras y el deseo le gana a la razón.
― ¡Mierda! ―susurro. Jared me sujeta de los glúteos y me
pegar más a él. De acuerdo, he perdido, ahora estoy de nuevo en sus
manos. Voy a lamentarlo, pero después…
Se mueve hasta que de nuevo tengo su cuerpo sobre el mío,
aprisionándome sobre la superficie de madera, levanta una de mis
piernas mientras me embiste con rapidez. Echo la cabeza hacia atrás

36
y él se da un banquete con mis pechos. Baja el sostén hasta que sus
labios abrasan mis pezones.
― ¡Jared! ―jadeo cuando golpea ese punto mágico que sacude
mi cuerpo y hace que toda la habitación de vueltas.
―Sí, Jared ―murmura y acelera el ritmo, tiro de su pelo hasta
que encuentro su boca.
― ¡Jared! ―repito y él se vuelve loco, arremete con más fuerza.
Muerdo ligeramente su labio inferior y él gruñe en señal de
asentimiento. Empiezo a sentir los espasmos del orgasmo y él lo
adivina al ver mi expresión, una vez más acelera el ritmo y entonces
todo colisiona. Mis pulmones se quedan sin aire cuando grito como
posesa―. ¡Jared! ―Cierro los ojos y me desplomo por completo
sobre la madera. ¡Esto ha sido jodidamente increíble!
Jared baja el rostro hasta mis pechos y mordisquea mis pezones.
Lentamente se retira y baja del mueble, yo soy incapaz de moverme.
Ni siquiera porque debo lucir horrible. Tengo las piernas separadas,
el vestido por encima de la cintura y por debajo del pecho. ¡Qué
horror!
― ¿Estas bien? ―lo escucho decir. Muevo la cabeza débilmente
de un lado a otro. ¿Bien? Acabo de tener sexo de nuevo con él ¿Puedo
estarlo?―. ¿Te lastime? ―No y ese es el problema. Estuvo
jodidamente bien, más que bien. ¡Maldición!
―No ―logro decir.
Tener sexo con Jared, sobre su maldito escritorio, de un modo
tan salvaje y perverso debería hacerme sentir mal, pero no es así. Lo
observo entrar al pequeño baño de su oficina, bajo del mueble y
comienzo a arreglar mi aspecto o al menos intento hacerlo, ya que a
todas luces grita que me acaban follar. ¡Soy de lo peor! Lo primero
que noto, es la abertura del vestido que llega a la mitad de la parte
delantera. Acabo de arruinarlo. ¡Estúpidos 300 dólares!

37
―Lo siento ―dice al ver que inútilmente intento arreglarlo.
―No importa ―respondo sin mirarlo.
― ¡Señor Leiner! ―La voz de su secretaria se escucha a través
del teléfono. Él se acerca al escritorio, creo que es la única cosa que
quedo a salvo.
―Dime ―responde presionando un botón.
―Su hermano está aquí ―¡Mierda! ¡Mierda! ¿Carver? Lo único
que faltaba. Tengo que salir de aquí.
―Llévalo a la sala de juntas ―dice mientras me observa
fijamente―. En un momento estoy con él.
―Entendido ―Miro todo el lugar, intentando encontrar mis
cosas.
―Carver está aquí ―anuncia. ¿Cree que no lo escuche? Forzó
una sonrisa. Jasón me matara, pero no me pienso quedar. ¡Al diablo
los cuadros!
―Sí, lo escuche ―Tomo mi bolsa y corro hacia la puerta.
― ¡Conny! ―De nuevo escapare. Esta vez la puerta cede
cuando tiro de ella, salgo a toda prisa y echó a correr por el pasillo,
sin importarme arroyar a un par de personas a mi paso, ni que el
movimiento de mis piernas haga más notoria la rasgadura.
Miro de reojo y veo su expresión atónita mientras me ve, no hace
intento de venir detrás de mí, evidentemente no es buena idea porque
tenemos testigos y está en su empresa.
Corro hasta el ascensor que por suerte baja al instante. ¡Quiero
morirme! Soy un desastre andante. ¿Qué demonios tengo en la
cabeza? Las puertas se abren y corro por el vestíbulo intentando llegar
a la puerta.
― ¡Deténganla! ―Su voz recorre todo el espacio y los presentes
se quedan congelados, incluso yo, pero no tengo tiempo de escuchar,
debo irme.

38
Comienzo de nuevo a caminar y me quedo de piedra al ver que
las puertas de la entrada se cierran. Giro el rostro y lo encuentro en el
segundo piso, apoyado en el baranda. Su rostro esta rojo y respira
agitado. Al ver que estoy atrapada corre por la escalera. ¡Mierda!
¡Mierda!
―Creo que una mujer que corre de un Leiner es alguien
inteligente ―Un hombre aparece de la nada y pasa una especie de
tarjeta por la cerradura de la puerta, ante la mirada iracunda del
guardia. La puerta se abre al instante―. Puedes marcharte.
― ¡Gracias! ―balbuceo y corro hacia la salida.
― ¡No! ―vocifera Jared. ¡Madre mía!―. ¡Espera! ―grita. Pero
no me detengo, obligo a mis pies a moverme más de prisa.
Llego a mi auto y de nuevo piso el acelerador, miro hacia la
puerta y veo a Jared manotear y gritarle al hombre que me ha ayudado
y que tras mi salida, parece haber cerrado de nuevo la puerta. Es la
primera vez que veo una expresión en el rostro de Jared y no es nada
agradable. Parece un loco.

― ¿Qué hiciste qué? ―pregunta perpleja Dafne. Desde luego


que no he ido a la galería, he venido directo a casa. No tengo cara para
ver a Jasón y mucho menos a Laisa. Estoy que me quiero pegar un
tiro.
―Hui de nuevo ―confieso sin remordimientos. Escapar es lo
más lógico que pude hacer.
― ¡Dios! ¿Estás loca? ―Sí, comienzo a creer que lo estoy.
― ¿Qué querías que hiciera? Acabábamos de tener relaciones
en su oficina, no podía ver a Carver.
―Creí que querías castigarlo. Verte ahí con su hermano hubiera
estado genial.

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―No soy tan sádica. La otra noche lo hice porque estaba tomada
y no pensaba con claridad.
― ¿Y hoy? ― ¡Mierda!
―No tengo idea ―Ni siquiera que me recordara a Carver logro
que desistiera―. Dafne, ese tipo me pone mal.
―Eso veo. Pero, ¿qué vas a hacer?
― ¿Esperar que me llame mi jefe y me diga que estoy
despedida?
― ¿Tanto así? ―Me encojo de hombros.
―Se supone que fui a ese lugar por el asunto de los cuadros,
pero no hice nada de eso y para colmo arme un revuelo en el lugar.
Debiste ver su cara y como gritaba.
―Te gusta ―murmura con expresión pensativa.
―No.
― ¿No? ―Enarca una ceja y me mira inquisitivamente.
―Me gusta como lo hace ―Además de que me hace arder de
deseo―. Pero no me gusta sentimentalmente, además… es el
hermano de Carver. Es una locura.
―Locura o no, es la segunda vez que estas con él.
―Y la segunda vez que escapo. Espero que no le queden ganas
de verme a la cara ―Veo mi vestido y suspiro―. Además, mira como
quedó.
―Una lástima.
―Ni que lo digas.

El avanzar de los minutos se me hace eterno, no hay noticias ni


de Laisa ni de Jasón. Y eso es extraño. Alguno de los dos, debería
estar preguntando por cómo fueron las cosas. Suspiro y me giro sobre
la cama, desviando la mirada por la ventana.

40
― ¡Conny! ¡Conny!
― ¿Qué? ―Tengo a un lado a Dafne, quien sostiene mi móvil
mientras intenta despertarme.
―Jasón ― ¡Mierda! La somnolencia desaparece y me incorporo
de golpe. Me entrega el móvil y paso saliva, lista para lo que viene.
― ¿Jasón? ―pregunto con voz queda.
― ¡Lindura! ―Pongo los ojos en blanco. Jasón y sus variantes
de halagos. Aunque… no debería estar diciendo eso―. ¡Eres
increíble!
― ¿En serio? ―No lo creo.
―Sí, sí. No seas modesta. ¡10! ―canturrea, pero sigo sin
comprender. No sé si es porque aún no despierto del todo o porque
los últimos acontecimientos me tienen echa un lio.
― ¿10? ―pregunto sin entender.
― ¡Si! Nuestro señor exigente pidió 10 cuadros.
― ¡¿Qué?! ―Imposible. 10 cuadros, eso es mucho dinero,
incluso si son de los más baratos, serian millones.
―Sí, lo sé. No puedo creer que lo lograrás. Perri intento y no
logro venderle uno solo, pero tú has logrado 10. ¡Te adoro, Conny!
―Esto está mal.
― ¿Dijo algo? ―No sé porque necesito preguntar.
― ¿Sobre qué? ―Desde luego que no diría nada respecto a lo
ocurrido. ¿Fingirá de nuevo?
―Nada, curiosidad.
―Tenemos que festejar ―Miro el techo y suspiro. No pienso
salir de la cama, no me siento de humor para festejos―. Mañana por
la noche ―Bueno quizás―. ¡Oh! Tengo un compromiso, pero puede
ser el jueves.

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―Supongo que estaría bien ―murmuro con poco entusiasmo.
No puedo negarme o sospecharía que algo no está bien, porque en
realidad, algo no lo está.
―De acuerdo. Entonces, nos vemos mañana.
―Si ―Esto pinta cada vez peor.
― ¿Todo bien? ―pregunta Dafne mirándome curiosa.
―No ―niego dejándome caer de nuevo sobre el colchón.
― ¿Te despidió?
―No. Compro 10 cuadros.
― ¿Qué? ―Me alegra saber que no soy la única sorprendida―.
¿En serio?
―Eso me dijo Jasón. Supongo que por eso ni se acordaba de mí.
―Vaya. Creo que el tipo sabe separar los negocios del placer.
―O lo contrario.
― ¿Qué quieres decir? ―Que quizás se quiera cobrar la compra
de otra forma.
―Nada ―No tiene sentido contarme mis tontos pensamientos.
― ¿Quieres un poco de vino?
― ¡No!
― ¿De verdad dejaras de beber?
― ¿No debería? ―Se encoje de hombros―. Solo quiero dormir
―digo tomando mi almohada y cubriéndome con la manta.
―Como quieras ―Sale de la habitación y de nuevo suena mi
móvil.
― ¿Si? ―contesto sin mirar la pantalla.
―Hola, cenicienta ―Me quedo helada.
― ¡Jared!
―El mismo ― ¡Que me parta un rayo! No puede ser, no puede
ser―. ¿Sigues ahí? ―¿Debería colgar?
― ¿Cómo conseguiste mi número?

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―Sencillo, tu jefe ― «¿Por qué demonios hizo eso? ¿Y porque
no me lo ha dicho? De nuevo me ha vendido. Lo mato». Me aclaro la
voz intentando ordenar mis pensamientos y encontrar las palabras,
pero no tengo idea de que decir.
― ¿Cenicienta? ―No se me ha escapado ese detalle. Aunque
para el caso, resulta demasiado boba.
― ¿Será porque siempre huyes cuando dan las doce? ―No
entiendo su ironía y no quiero entenderla.
―Lo siento ―digo a regañadientes, aunque en realidad no
siento nada. Pues aunque parezca absurdo, huir es lo único que puedo
hacer contra él.
―No importa, de alguna manera siempre te encuentro. Aun sin
necesidad de utilizar tus zapatillas ― ¿Zapatillas? ¡Joder! Me había
olvidado de eso. También las deje botadas en su mansión aquel día―.
Pero creo que te debo un vestido.
― ¡No importa! ―me apresuro a decir.
―Yo creo que sí. Era un hermoso vestido.
―Estaba viejo, no tiene importancia.
―Creí que era nuevo ― ¡Mierda! ¿Cómo demonios sabe eso?
―Pues no.
―Como sea. ¿Puedo invitarte a cenar? ― ¿Qué? ¡Mierda! ¡No,
no, no!―. A manera de agradecimiento por las molestias que te he
ocasionado ―¿Molestias?
―No hace falta ― ¿Qué rayos le pasa?―. Al único que debe
agradecer, es a mi jefe.
―Ya lo hice ― ¿Qué?―. Y también le notifique que
cenaríamos mañana ―¡Te matare Jasón!―. ¿Le parece si paso a las
7 por usted?
― ¡No! ―¡Mierda! No puedo negarme―. Puedo llegar al lugar.

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―Estaré en su piso a las 7. Buenas noches, señorita Damme
―Antes de que pueda decir algo, corta la comunicación.
― ¡Mierda! ―grito. Esto no puede estar pasándome. ¿Cena?
Más bien quiere cenarme. Joder.
― ¿Conny? ―Dafne abre la puerta y me mira con
preocupación―. ¿Qué pasa?
―Voy a cenar con él ―No necesito decir nada, estoy segura de
que entiende a quien me refiero.
― ¿Qué?
―Jared quiere que cene con el mañana ―Su cara de perplejidad
confirma mis pensamientos. Esto es una locura. ¿Qué pretende ese
hombre? ¿No se ha cansado de jugar conmigo? O ¿Quizás intenta
cobrarse el ridículo que lo hice pasar hoy? ¡Mierda!

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Capítulo 4
Miro el despertador a la espera de que suene, pero aún faltan
algunos minutos para eso. No he podido dormir, Jared Leiner se ha
convertido en una auténtica pesadilla que me roba el sueño. No dejo de
darle vueltas a su extraño comportamiento y es que si de rarezas
hablamos, yo no me quedo muy atrás que digamos, pero todo ha sido
cosa de impulsos y arrebatos. Comenzando por beber y volverme loca.
Sin embargo, él resulta todo un misterio, pues a veces frio y distante y
otras fogoso. ¿Con cuál me encontrare esta noche?

Salgo de la cama y desactivo la alarma. No tiene sentido


continuar acostada, no lograre conciliar el sueño. Tomo una toalla y
entro al baño. No me apetece salir de la casa, pero no puedo vivir
escondida por temor a ese hombre.
― ¿Te vas? ―pregunta Dafne mirándome divertida.
Para ella, esto es un juego, porque por primera vez, soy yo quien
tiene líos con hombres y no ella. No obstante, lo quiera o no, aun debo
ver a ese hombre.
―Si ―suspiro con pesadumbre. Tengo que reportarme con
Jasón.
―Apenas comienza el día ¿Por qué esa carita?
―Tu sabes porque ―Y parece que le encanta recordármelo.
―Deberías verlo por el lado positivo. Cenaras en un elegante
restaurante ―Como si eso me importara.
―No quiero ir y no sé qué me voy a poner.
― ¿Eso es lo que te atormenta? ―Le pongo mala cara.
―Desde luego que no, pero aun así, no puedo ir vestida con
cualquier cosa, tu misma lo dijiste, quizás me lleve a un elegante lugar
―Ni siquiera quiero recordar el vestido―. Y mi último vestido

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presentable esta arruinado y los otros dos en la tintorería. No sé qué
hare ―Niego mientras tomo las llaves del auto―. Mejor me voy. Nos
vemos más tarde.
―Suerte.
¿Qué me voy a poner? Creo que al final de cuentas es lo de
menos, no es como si intentara ligar con él, así que debería darme lo
mismo.

Paso a la oficina, donde después de actualizar los archivos y


tomar nota de algunas facturas que deben pagarse, me dirijo a la
galería, ahí encuentro a Jasón. ¡Quiero matarlo!
― ¡Lindura! ―canturrea mientras me acerco a él con cara de
pocos amigos. Sera muy mi jefe, pero se pasó la raya―. ¿Vas a cenar
con él? ―Le pongo mala cara y asiento.
―Si ―contesto apretando los dientes―. ¿Porque le diste mi
número? ―reprocho.
― ¿Te llamó? ―Ahora finge no saber.
― ¿Tu qué crees? ―pregunto con ironía.
―Por favor, guapa ―Pongo las manos en la cadera y niego―.
No puede ser tan malo ¿O sí?
―Tú mismo lo viste ese día. ¿Cómo puedes decir eso?
―Sí, lo sé. Pero no creo que se porte mal contigo ―Ese es el
problema, creo que preferiría que se portara mal conmigo ¿Porque me
pasa esto a mí?―. Además, yo creo que le agradas ―Resoplo―. Te
ha invitado a cenar y por lo que sé, no muchas han tenido el placer.
― ¿En serio? ―No me importa si soy la única, no me da buena
espina.
―Te lo juro. Ese tipo es más difícil de alcanzar que el presidente
―Muevo la cabeza. Será solo por orgullo o altanería.

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―Con ese genio, desde luego ―Este tema no me agrada y Jasón
parece pasarla a lo grande, claro, si pasara algo entre los dos, él
resultaría el más beneficiado, porque seguro me insistiría de
convencerlo de comprar. Pero eso ni en sueños―. ¿Y los cuadros?
―Justo necesito que me ayudes con eso. Ya los empaquetamos,
solo falta que te encargues del envió ―Lo supuse. ¿Es que ese hombre
no piensa dejarme en paz?
― ¿Te dio los datos de donde los debemos enviar?
―Sí, aquí los tengo ―Rebusca entre las cosas de su
improvisado escritorio y me entrega una tarjeta―. Son 6 los que
tienes que enviar.
― ¿6? ― ¿No se supone que eran 10?
―Sí, ayer envió a sus empleados a recoger 4 ― ¡Genial! Menos
trabajo.
―Entonces voy a hacerlo ahora mismo.
―Espera… ―Me detengo y lo miro.
― ¿Qué? ― ¿Ahora qué?
―Sobre el festejo ―Lo había olvidado. Desde luego que no
puedo asistir.
―No podre ―Pone cara compungida. Supongo que ya tiene
todo listo para la noche―. Pero no cancelen por mí.
― ¿Segura?
―Desde luego ―Lo que me recuerda que necesito
arreglarme―. Jasón, tengo que pedirte algo.
―Dime.
― ¿Habrá problemas con que me vaya antes de la hora?
―Sonríe al adivinar la razón.
―Ninguno, hermosa. Yo me encargo de Laisa y hablando de
ella, no le digas a donde iras y menos con quien ―Lo miro extrañada.
― ¿Por qué? ―Hace gestos con las manos y niega.

47
―Ella estaba interesada en él ― ¿Laisa? Que inesperado―.
Pero creo que nunca le hizo caso ― ¿Qué? Eso no me lo puedo
creer― Así que mejor no le des motivos para estar de malas ―Mejor
dicho, para tomarla en mi contra. ¡Genial! Lo que faltaba. Que mi jefa
me odie por culpa de él.
― ¿Debería cancelar?
― ¡No! ―exclama agitado―. De ninguna forma.
―Pero…
―Ya te dije. Solo no le comentes nada y todo irá bien.
― ¿Seguro?
―Completamente.
Enviar los cuadros no implica mayor complicación, lo que sí, es
como deshacerme de mi odiosa jefa, que no deja de vigilarme. Por
suerte, Jasón cumple su palabra y la envuelve con el supuesto festejo.
Ellos acompañados de Berth y Enzo, los otros chicos que trabajan con
nosotros, se marchan antes y luego hago lo mismo.

― ¡Ya llegue! ―grito cuando cruzo la puerta del departamento.


Avanzo y veo un vestido sobre el sillón―. ¿Dafne?
― ¡Hi! ―Sale de su habitación con una enorme sonrisa―. ¿Te
gusta? ―pregunta señalando la prenda.
―Esta hermoso ―contesto acercándome un poco más.
―Pruébatelo.
― ¿Qué? No…
―Anda. Dijiste que no tenías nada que usar.
―Dafne ―niego.
―Recuerda con quien cenaras. Es un Leiner, tienes que ir
presentable, más que presentable, tienes que dejarlo boquiabierto.
―No quiero ligar.

48
―No se trata de eso. Si no de estilo, anda nada de peros, son
poco más de las 6:30 ―Miro el reloj y confirmo sus palabras.
― ¿Y si cancelo? No quiero ir ―Sé que si voy me arrepentiré.
Siempre que veo a ese hombre, algo malo sucede y termino en las
peores situaciones.
―Amiga, ya paso lo peor que podía ocurrir entre ustedes,
volviste a estar con él ¿Qué más puede pasar? ―Le poco mala cara.
No necesito que me lo recuerde.
―Gracias por recordármelo ―farfullo con ironía.
―Anda ―Me empuja por la espalda hacia mi habitación―.
Quiero ver cómo te queda.
El vestido es de seda color negro, con un solo hombro que tiene
lentejuelas a la altura del cuello y es muy corto.
―Creo que se te ve mejor que a mí ―murmura mientras recoge
mi cabello.
―Nada de eso ―aseguro.
―Admítelo. Ahora veamos que haremos con tu cabello ―Creo
que mi amiga realmente disfruta de jugar conmigo a la muñeca,
siempre ha querido que me deje llevar por sus consejos, pero ella es
un as en la moda y yo, solo cuando la ocasión lo amerita. Dafne trabaja
para una tienda de ropa, así que siempre está al tanto de la moda―.
Creo que deberías llevarlo sujeto, para que luzcas tu cuello.
―Lo que quieras ―Soy incapaz de pensar en eso, solo saber a
quién veré me pone mal.
Respiro y me miró de nuevo en el espejo. ¡No quiero ir! Cierro
los ojos y es como si pudiera escuchar las manecillas del reloj avanzar
de prisa, recordándome que casi es la hora. El timbre se escucha y me
saca de mi ensimismamiento. Llego la hora.
― ¡Conny! ―grita Dafne desde la sala.

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«No tiene que pasar nada si no lo deseo», me repito. ¿A quién
trato de engañar? Tomo mi bolso de mano y salgo de la habitación,
pero cuando miro hacia la puerta, descubro que no es él quien espera
por mí.
―El señor Leiner me envió por usted ―me informa un hombre
de traje negro y expresión seria, que está de pie junto a la puerta.
Asiento demasiado pasmada para decir algo.
―Nos vemos, Dafne ―murmuro nerviosa.
―Qué te diviertas ―dice guiñándome el ojo. Antes de salir, la
fulmino con la mirada y ella esboza una sonrisilla descarada, que me
provoca revivir lo que ocurrió en su oficina y que podría repetirse.
¡Mierda!
Sigo al hombre hasta el elevador y subimos. Llegamos a la
entrada del edificio, me acerco al auto, esperando encontrarlo dentro,
pero tal como ha dicho el hombre, solo envío por mí. No está dentro.
―Adelante ―indica abriendo la puerta trasera.
―Gracias ―Subo y me acomodo en el asiento trasero.

Es un lugar elegante, tiene muebles muy finos, está iluminado a


media luz, que le da un toque místico y tranquilo. La empleada me
conduce por el lugar hasta que lo veo, está sentado en una mesa junto
al enorme ventanal. Sostiene una copa y su mirada esta fija en la
panorámica. Lleva puesto un traje azul marino, con una camisa blanca
y corbata a juego. La expresión serena de su cara lo hace ver realmente
apuesto e interesante. ¿Qué rayos pienso?
―Señor Leiner ―dice la chica llamando su atención. Él gira el
rostro, deposita la copa sobre la mesa y entonces sus ojos escrutan mi
atuendo. Es como si me desnudara con solo mirarme.
―Gracias ―contesta completamente volcado en mí.

50
―Con permiso ―La chica se marcha, mientras él mantiene la
mirada sobre mí, sin decir nada. Yo tampoco puedo decir nada. Estoy
bajo el embrujo de sus ojos.
―Buenas noches, señorita Damme ―saluda con voz formal. Se
pone de pie y se acerca a mí. No puedo evitar temblar, al recordar su
pecho contra mi espalda y como me tomo por sorpresa―. Tome
asiento, por favor ―pide retirando la silla. Obedezco de buena gana
y me acomodo antes de que ocurra algo más. Lo observo mientras
camina y regresa hasta su lugar. Toma el menú―. ¿Qué le gustaría
ordenar? ―pregunta con la mirada sobre la carta.
¿De verdad solo cenaremos? ¿Ordenar? No tengo idea, ni
siquiera tengo hambre y el hecho de que actué de este modo, me
desconcierta. ¿No mencionara nada? Suspiro y tomo el menú,
fingiendo leer los platillos.
― ¿Y bien? ―inquiere unos segundos después―. ¿Le apetece
algo? ―pregunta sin apartar la mirada del menú. No tengo idea, por
más que intento leer, mi mente se niega a procesar los datos.
― ¿Podría ordenar por mí? ―concedo sin tener más opciones.
Enarca una ceja y me observa pensativo.
―De acuerdo ―Levanta la mano para llamar al servicio y al
instante aparece la misma chica.
―Dígame ―Ella le dedica una enorme sonrisa, que ignora de
manera increíble. Pobre.
Jared ordena con toda la elegancia y porte que lo caracteriza.
Una vez que ha tomado el pedido, la chica se retira.
― ¿Vino? ―pregunta Jared sosteniendo la botella.
― ¡No! ―niego al instante―. Estoy bien.
― ¿Solo un poco? ―Nunca. Ni poco, ni mucho. El alcohol es
mi peor enemigo desde esa noche y no quiero saber de el por un buen
tiempo.

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―No, gracias ―Toma su copa y da un sorbo, después la aparta
de su boca y se pasa la lengua, limpiando los restos de líquido.
¡Mierda! Destila sensualidad y lo sabe. Lo hace a propósito.
― ¿Todo bien? ―pregunta mirándome petulante, ha notado
como lo miraba. ¡Púdrete!
―Claro ―respondo con una sonrisa forzada.
―Lo olvidaba. Tengo algo para usted ―Toma una bolsa del
piso y me la ofrece―. Tu vestido.
―De verdad que no es necesario ―No pienso aceptar nada de
él. No acepto los regalos del hombre de mi madre, menos de él.
―Insisto ―De ninguna forma.
―No puedo.
― ¿Vas a rechazarme? ―¡Joder!―. Entonces, ¿debo dejarla
con tu jefe? ―¿Qué? Eso… ¡Es un cretino!
―No es necesario ―La acepto y la colocó junto a mis pies.
Podre aceptarla, pero no lo pienso usar.
― ¿No lo verá? ―No quiero verlo, no me interesa.
―Confío en su buen gusto ―Enarca una ceja.
― ¿De verdad? ―Joder. Creo que metí la pata―. ¿Cómo puede
ser posible eso? Ni siquiera ha visto los cuadros que compre
―Mierda. Desde luego que no los vi todos, puesto que salí huyendo
y no he tenido tiempo de revisar cuales fueron los que compro.
―Mi jefe me pidió que los empacara para usted ―digo a
manera de explicación. No tiene por qué saber que miento.
― ¿Todos? ― ¿Adónde quiere llegar con tanta pregunta?
―Únicamente el resto de ellos. Por lo que supe, envió por
algunos ayer ―De nuevo me observa con expresión pensativa.
―Tenía un poco de prisa. Como usted cuando salió de mi
oficina ― ¡Mierda!

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―Ya veo ―contesto sin inmutarme―. ¿Y trajo mis zapatillas?
―pregunto imitando su sarcasmo. Si quiere jugar, yo también puedo
hacerlo.
― ¿Zapatillas? ¿Qué zapatillas? ―La mandíbula me llega al
piso. ¡Será cabrón! Ahora fingirá que no lo sabe. ¡Esto es increíble!
Aunque no debería sorprenderme, parece ser la marca personal de
Jared Leiner.
―Ningunas. ―Justo la mesera aparece con nuestra comida. Y
le doy las gracias mentales.
Deposita los platos frente a nosotros y se retira. Es carne con
alguna especie de salsa. Tiene buen aspecto, pero no tengo apetito.
Está claro que él intenta jugar conmigo y eso me pone enferma.
―Su sabor mejora mucho cuando se acompaña con el vino
―comenta fingiéndose despreocupado. No me importa si sabe mejor
o peor con vino, si su plan es embriagarme, no lo conseguirá.
―Estoy bien ―repito tranquila. Él se encoje de hombros y toma
los cubiertos. Lo observo empezar a comer.
¡Increíble! No me mira, finge estar concentrado en degustar su
platillo y en beber vino. Tengo que admitir que hasta para comer emite
erotismo, pero no logra inquietarme. Puedo con esto.
Apenas toco la comida, cuando nos traen el postre. El cual
tampoco me apetece. Jared no ha dicho nada, ni me ha mirado durante
toda la cena. ¿Para esto quería que viniera? ¿Para qué lo observara
comer? ¿Para ignorarme?
― ¿Pido la cuenta? ―dice una vez que ha terminado su postre,
sin importarle que no he comido nada.
―Si ―No dudo. Lo único que deseo es marcharme.
Salimos del lugar, él mantiene la distancia entre nosotros. Ahora
parece frívolo y pretencioso. Así que no me extrañaría que me enviará

53
en taxi de regreso. He pasado de la incomodidad al malestar. ¿Está
es su venganza? Menudo crío ha resultado.
― ¿Qué le pareció la cena? ¿Fue de su agrado? ―Lo fulmino
con la mirada, lista para decirle una serie de improperios. Pero no, eso
sería caer en su provocación y darle gusto.
― ¡Si! ―respondo con una enorme sonrisa―. Estuvo deliciosa
―añado con ironía.
―Me alegro ―Nos detenemos en la entrada del restaurante.
Hora de despedirme. ¡Por fin!
―Muchas gracias y también por el vestido. Aunque como le
dije, no era necesario.
―En realidad no es nada comparado con lo que usted hizo por
mí ― ¿Dejar que me follara?
― ¿Lo cree? ― ¿Sera que por fin hablara al respecto?
―Sin duda ―asegura sin parecer querer decir más. ¡Cretino!
De nuevo finge amnesia.
―Entonces… ―digo mirando la calle.
―Yo la llevo ―NO. ¡Mierda!
―No es necesario.
―Por favor, señorita Damme ―No lograre nada peleando.
―De acuerdo.
Su chofer aparece y Jared abre la puerta para mí. Una vez que
abordamos, pone en movimiento el auto.
Mientras veo pasar los edificios de la ciudad, pienso que hubiera
sido mejor no aceptar. Esto es demasiado incomodó. No ha dicho
nada. Se ha dedicado a mirar por la ventana y a enviar mensajes por
el móvil. ¿No sabe que eso es de mala educación? ¿Dónde están sus
modales? ¡Es un cretino! Además de eso, ¿por qué no ha dicho nada
sobre lo que paso? ¿Por qué no me ha recriminado por huir? Ese día
parecía realmente furioso y ahora me ignora. «Tranquila, Conny».

54
El auto se detiene frente a mi edificio, Jared abre la puerta y
baja, me ofrece su mano, la miro como si pudiera comerme y niego.
Él se ha dedicado a ignorarme, así que ahora me toca a mí. Bajo sin
su ayuda y me giro para verlo a la cara.
―Gracias de nuevo ―repito con expresión serena.
―El placer es mío ―extiende su mano―. Quiero agradecerle
de nuevo toda su ayuda ―No entiendo ahora de que va.
― ¿Ayuda? ―pregunto sujetando su mano y sintiendo esa
extraña sensación.
―Sí, he adquirido unos magníficos cuadros, gracias a usted
―Que le den. Se ha pasado mi ayuda por el arco de la victoria.
―Ah. Pues al contrario, gracias a usted.
―Ha sido un gusto tratar con usted, Señorita Damme ―Libera
mi mano y retrocede―. Creo que con esto terminamos nuestro trato
―Me quedo de piedra. ¿Terminar? ¿Trato? ¿Qué? ¿Lo dice de
verdad?
Claro, ha obtenido lo que quería y más, supongo. Así que el
juego se ha acabado. No sé qué siento ante su indiferencia, pero
supongo que no debo sentir nada. Esto es justo lo que deseaba,
líbrame de él, como lo hice de su hermano.
―Si ―respondo intentando sonar segura―. Buenas noches
―Me giro y lentamente cruzó las puertas del edificio hasta que me
detengo frente al elevador.
¿No debería estar feliz?
Ha dicho que terminamos, lo que significa que no me verá más,
que me dejara tranquila y eso es bueno. El sonido de las puertas del
elevador, me regresa a la realidad, entro y antes de que pueda girarme,
siento sus manos sobre mis hombros. Me giran hasta que me pegan
contra el metal. Su boca se encuentra con la mía. Es un beso frentico
y ardiente que me arrastra, respondo al instante. Sus manos levantan

55
mi vestido acariciando mis muslos y mi sexo, suelto la bolsa e
instintivamente lo tomo del cuello para sentirlo más cerca, mientras
gimo de placer. Pero entonces se aparta y retrocede tan rápido, justo
antes de que las puertas se cierren y sale. Sus ojos brillan y su boca
forma una sonrisa torcida mientas se acaricia los labios. ¡Cabrón!
Las puertas se cierran y me quedo sola. ¡No puedo creerlo! Bajo
mi vestido e intento regular mi respiración. Solo me ha calentado y se
ha ido.
― ¡Jared Leiner! ¡Te matare! ―grito con frustración y recojo la
bolsa. Voy a quemar ese vestido y le enviare una foto para que vea
cuanto me importan sus regalos.
Salgo hecha una furia del ascensor y rápido llego hasta la puerta
del departamento, abro y arrojo las cosas a cualquier parte.
― ¡Oye! ―exclama Dafne sorprendida―. Las cosas no te
hicieron nada.
― ¡Ah! ―grito tirando de mi pelo―. No, pero el dueño si ―Me
suelto el cabello y me dejo caer en el sofá―. ¡Lo quiero matar!
―Últimamente tu lado asesino está muy activo, Conny. ¿Qué
paso?
― ¡No tienes idea! ―Me pongo de pie delante de ella―. Es un
idiota. ¿Sabes que me hizo? ―Niega mirándome atenta―. Me ignoro
toda la cena, se portó como si fuéramos un par de desconocidos. Ni
siquiera me miro y mucho menos me hablo. El muy cretino comió a
sus anchas y luego paso lo mismo en el auto. Cuando bajamos dijo
que le había dado mucho gusto conocerme y que habíamos terminado.
―Supongo que eso está bien ¿no?
― ¡No! Porque luego llego al ascensor y me besuqueo y
toqueteo, para luego salirse y dejarme ahí… ¡Lo odio! ―Dafne niega
y se echa a reír―. ¿Por qué te ríes?

56
―Porque estás haciendo una rabieta muy linda ―gruño y me
siento de nuevo.
―Pues no.
― ¿Y qué esperabas? ―¿Qué esperaba? Buena pregunta.
― ¡Nada! ¿Qué quieres decir?
―Es que no sé que cual es la parte que más te molesta.
― ¿Qué?
―Dime la verdad Conny ¿Estas enojada porque te ignoro o
porque te dejo con ganas?
― ¡¿Qué?! ―Eso no tiene sentido.
―Eso. Parece que lo que más te molesta es que no te llevara a
la cama o que no hubiera terminado lo que empezó en el elevador.
― ¡Dafne! ―Entrecierra los ojos. ¿Realmente es eso? No,
definitivamente no, no puede ser eso― Olvídalo ―Me pongo de pie
y camino a mi habitación.
― ¿Y tú regalo? ―Miro la bolsa y tengo el impulso de prenderle
fuego, pero tengo algo mejor en mente. Me acerco y la recojo.
―Me voy a dormir ―anuncio sin mirarla.
Entro en la recámara, dejo la bolsa sobre el tocador y comienzo
a quitarme el vestido.
Supongo que ese afán de ser cretino, viene de familia. Aunque
en sentidos distintos. Carver también es un cretino. Me saco el vestido
y lo coloco en un gancho. Menudo desperdicio, debí negarme y
enviarlo al diablo. Escucho en timbre de mi móvil que indica que he
recibido un mensaje. Lo tomo y me voy de espaldas cuando veo quien
es. ¿Y ahora que quiere? ¿De nuevo joderme?

Las zapatillas están en mi casa, creo que cenicienta sabe


cómo llegar.

57
¡Mierda! ¿Ahora quiere jugar?

Cenicienta te las regala, quizás les puedas dar mejor uso.

Sonrió satisfecha con mi respuesta. Me recuesto y miro al techo.


De nuevo vibra y rápido observo la pantalla.

Pienso que harían juego con tu vestido. ¿Te gusto?

Ni siquiera lo he visto. Salto de la cama llena de curiosidad y lo


tomo. ¡Madre mía! Es un vestido negro con escote asimétrico,
combinado con transparencias debajo del pecho y en la cadera. Antes
de que lo piense comienzo a ponérmelo. Es muy sugerente, destaca
mi figura, realza mi pecho, cintura y cadera. ¡Esta de infarto! Lo que
me da una idea. «Jared Leiner, lamentaras haberme comprado este
vestido».

58
Capítulo 5
Pongo de nuevo el vestido en la bolsa, camino hasta el armario.
Tomó el par de zapatos negros de aguja, que casi nunca uso.
―¡Perfecto! ―exclamo al imaginarlos en conjunto con el
vestido puesto. Los pongo dentro de la bolsa y sonrió.
Esto será genial. ¿Quiere jugar? Pues entonces jugaremos.
Tomo el móvil y leo de nuevo su último texto. Podría darle una
respuesta, pero sería ponerlo sobre aviso y perdería emoción. Desecho
la idea y deposito el móvil sobre el mueble, me pongo el pijama y me
introduzco debajo de las sabanas.
Salgo de la cama antes de la hora acostumbrada, solo que no es
debido a pesadillas o a la incertidumbre de saber que lo veré, puesto
que tengo cada uno de mis movimientos claros.
―Hola. ―Dafne me mira extrañada. Por su aspecto, puedo jurar
que acaba de despertar o que quizás aún no lo hace del todo. Tiene el
cabello revuelto y se flota los ojos, luchando por mantenerlos abiertos.
―¿Qué hora es? ―pregunta acercándose al comedor. Retira
una de las sillas y se deja caer.
―Las 8.
― ¿Las 8? ―dice sorprendida―. ¿Y qué haces levantada tan
temprano? ―Me encojo de hombros.
Sé que le sorprende verme de pie y con el desayuno listo, pues
siempre es ella quien lo prepara. Debido a que yo me quedo dormida
y cuando aparezco, salgo corriendo porque se me hace tarde.
―Tenía hambre ―respondo―. Anoche no comí nada.
― ¿Qué no fuiste a cenar? ―Buena pregunta. Ese era el plan.
―Sí, pero no comí.
― ¿Por qué? ―Porque no quería darle el gusto.
―Su actitud me quito el apetito ―digo encogiéndome de
hombros, restándole importancia.

59
―¿Ya no estás molesta con él? ―Sonrío y niego. Claro que
estoy molesta.
―No diría eso.
―¿Qué quieres decir? ―inquiere frunciendo el ceño.
―Digamos que siempre existe la venganza.
―Ya decía yo ―murmura entrecerrando los ojos―. Conny…
―comienza a decir con voz seria.
―Tranquila. Tengo todo pensado para que resulte.
―No deberías jugar con fuego o te quemarás ―Supongo que
ambos podríamos quemarnos, aunque dudo que más de lo que ya lo
hemos hecho, sin embargo lo que hizo no se lo pasare por alto.
―Él comenzó esto. ―Pone los ojos en blanco―. Así que solo
voy a darle una probada de su propio chocolate.
―Estás loca. ―Lo sé. Desde que ese hombre apareció perdí la
cordura. Se escucha el timbre. Ambas miramos en dirección de la
puerta― ¿Quién será?
―Ni idea. ¿Esperas a Edna?
―No. Yo voy ―dice y se pone de pie. En tanto, tomo mi plato
y lo llevó al fregadero. Abro el grifo y tomo la esponja para
limpiarlo―. Es para ti, Conny ―anuncia entrando a la cocina.
―¿Para mí?
―Sí, es un regalo de Carver ―Casi se me escapa el plato de la
mano, pero logro retenerlo. Me giro despacio y veo en su mano la
pequeña caja roja con una cinta blanca, su marca personal―. Toma
―Me lo ofrece al ver mi expresión de desasosiego.
―No ―niego y me giro de nuevo, dándole la espalda―. Tíralo.
―¿Qué? ―cuestiona sorprendida. Nunca he rechazado sus
regalos, pero ahora no quiero nada de él, ni siquiera un caramelo.
―No lo quiero ―De nuevo intentará remediar las cosas con
regalos costosos, como suele hacerlo. Pero está muy equivocado si

60
cree que esta vez funcionara. Eso se acabó, como lo nuestro. Lo que
me recuerda que debo devolverle todas sus cosas.
― ¿Ni siquiera veras que es? ―pregunta al ver no muestro el
mínimo interés.
―No me interesa ―Guarda silencio unos segundos y luego
gruñe.
― ¿O sea que aceptas regalos de su hermano, pero no de él?
―Sus palabras suenan a reproche, me giro hacia ella y la fulmino con
la mirada. ¿Qué intenta insinuar?
―No es así.
―Conny, aun no terminas con Carver y ya estas involucrándote
con el hermano ―Resoplo indignada. Si lo pone de esa forma, suena
terrible.
―Carver y yo, ya no somos nada.
―No creo que él piense eso ―dice agitando la caja.
―Ese es su problema. Respecto al regalo, lo acepte porque
tengo algo en mente, no porque me guste o quiera quedármelo ―Y
porque me amenazó con dárselo a Jasón. Cretino.
―Conny…
―En serio, amiga, no tienes nada de qué preocuparte. Una vez
que lo utilice lo botare a la basura.
Quizás Dafne tenga razón, me estoy involucrando demasiado
con Jared, pero desde luego que nada ha sido intencional, ni va por el
lado sentimental. Más que nada, todo se debe al hecho de que sea el
hombre que ahora mi jefe idolatra y que ha contribuido a complicar
demasiado las cosas.
―Me voy ―me despido mientras camino hacia la puerta.
― ¿Y eso? ―dice al ver que llevo la bolsa.

61
―Mi venganza ―De nuevo niega y pone mala cara―. Nos
vemos en la noche ―Salgo antes de que comience de nueva cuenta.
Debería saber que no tiene nada de qué preocuparse.
Salgo del edificio y abordo mi auto. Enciendo el estéreo e
inundo mis oídos con Hung Up de Madonna. He maquinado todo.
Desde luego que no puedo ir a trabajar con el vestido puesto, ni
tampoco salir vistiéndolo, por lo cual llevo conmigo mi gabardina
caqui. Ya que si Laisa me llegara a ver, seguro colapsa.

―¿Qué tal la cena? ―Pregunta Jasón en cuanto me ve. Hago


una mueca de disgusto. No quiero tocar el tema―. ¿Tan mal estuvo?
―No quiero hablar de eso ―lo corto―. Mejor cuéntame cómo
les fue a ustedes.
―Aburrido ―Mira en dirección de la oficina de Laisa―. Ya
sabes cómo es Laisa ―Ambos reímos por debajo―. Así que no te
perdiste de mucho, preciosa.
―Menos mal ―bromeo―. Quería avisarte que comencé a
coordinar para que todo regrese a su lugar.
―Lamento todo el alboroto, linda ―Mentira. Él ha sido el más
beneficiado con todo esto.
―Sé que no lo lamentas ―lo acuso.
―Tu bonificación del mes será 3 veces más de lo acostumbrado
―Pongo los ojos en blanco―. Velo por el lado positivo ―niego.
Creo que nada puede sustituir lo que ha pasado en su oficina y en esa
cena.
―No sé ―Tomo mi libreta de notas y una pluma―. Al menos,
no volveré a verlo ―En lo que respecta con la galería, porque justo
hoy lo pondré en su lugar. Jasón me observa con una expresión
nerviosa―. ¿Qué?

62
―Nada ―murmura bajando la mirada. ¡Oh no! ¿Ahora qué?
―Vamos, dímelo ― ¿Que oculta?
―Hay algo que no te he dicho ―dice en voz baja. ¡Maldición!
―¿Qué cosa? ― ¡Que no sea lo que estoy imaginando! ¡Por
favor!
―El señor Leiner pidió que tú lleves las facturas de sus cuadros.
― ¿Qué? ¿No pago de contado? ―Aunque era una fortuna,
supuse que no tenía necesidad de hacer los pagos en mensualidades,
pero si es así, pasare mi vida cobrándole. ¡Mierda! ¡Mierda!
―No. Dijo que lo haría a mensualidades y que quería que tú,
hicieras los cobros personalmente ― ¡Hijo de p…! Entonces anoche
me tomo el pelo ¿Terminamos? Si como no. Lo mato.
―Increíble ―susurro atónita.
―Lo siento.
―¿Algo más que pidiera el señor? ―pregunto con ironía. Ahora
estoy más que molesta ¿Quién rayos se cree? Lo está haciendo
apropósito―. Porque no solo le diste mi número, también accediste a
que me invitara a cenar ¿Hay algo más que no me dijeras?
―No, linda ―Resoplo y me voy hecha una furia sin decir nada.
Comprendo a Jasón, sé que lo hace por la galería pero ¿y yo?
Me está vendiendo con el diablo. Y ese cretino se está aprovechando
de la situación. ¿Venganza? No, no. La única que se vengara de él,
seré yo. Ahora más que nunca tendrá que pagar. Le quitare las ganas
de querer verme cada mes. ¡Claro que sí! Como que me llamo Conny
Damme.
Aprovecho que Jasón y Laisa han salido para echar a andar la
siguiente etapa. Tomo el teléfono y marco el número de la oficina de
ese idiota.
―¡Inversiones Leiner! ―contesta alegremente la chica.

63
―Buenos días ―respondo con voz amable―. Hablo de la
galería de arte Imagine. Quería consultar una cita con el señor Leiner,
para hoy mismo. Es por el asunto de los cuadros ―Seguro que saben
al respecto.
―Permítame un segundo ―Se hace silencio. Comienzo a
golpear los dedos sobre el escritorio, ansiosa―. Me temo que sería
hasta después de la comida. ¿Está bien?
― ¿No puede ser antes? ―La hora es lo de menos, necesito algo
de público. Quiero ponerlo en ridículo.
―Lo siento. Pero el señor Leiner tiene una reunión a la 1, así
que no podrá ― ¡Perfecto! Reunión. Justo lo que necesito.
―No hay problema ―aseguro―. Entonces llamare luego para
consultar una cita para mañana.
―Por supuesto. Hasta luego.
¡Esto es genial! Desde luego que él no será el único que
disfrutará de su regalo. Muero por ver su cara cuando aparezca.

Respiro hondo, intentando tomar valor. Tengo que hacerlo, sé


que puedo hacerlo. ¿Qué podría ser peor que verme salir con el
vestido roto? Aunque la verdad, nunca he usado algo tan atrevido,
pero supongo que después del ridículo de la vez pasada, no debería
ser mayor problema. Bajo del auto y me quito la gabardina. ¡Dios!
Tengo aspecto de una chica de la vida galante. ¡Qué horror! Me quito
la idea de la cabeza y meto al auto la prenda. Cierro la puerta y
comienzo a caminar hacia la entrada del edificio, donde el guardia me
observa sin ocultar su interés. Mientras cruzó el elegante vestíbulo,
muchas miradas se posan sobre mí, alentándome a continuar con esta
locura. Porque desde luego que lo es.

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No me detengo en la recepción, subo al elevador y bajo en el
piso donde se encuentra su oficina. La mujer que me atendió la
ocasión pasada se queda pasmada cuando nota mi presencia, pero
sobre todo mi atuendo.
―Señorita Damme ―murmura abriendo mucho los ojos.
―¿Puedo ver al señor Leiner? ―Me mira como si estuviera
loca.
―Lo siento, pero está en una reunión ―«Lo sé», pienso con una
sonrisa perversa.
―Es un asunto urgente ―Casi se echa a reír. Debe creer que
soy una putilla, que quiere su dosis.
―Lo siento…
―Clarisa ―Un hombre se acerca a nosotras y sus ojos se fijan
en mi pecho.
―Disculpe ―susurro mirándolo con coquetería―. ¿Dónde se
encuentra la sala de juntas? ―Sin pensarlo señala uno de los pasillo.
Sonrió.
― ¡Señorita! ―grita la rubia, pero antes de que pueda hacer
algo echo a caminar, mientras ella rodea su escritorio intentando
seguirme―. Por favor, deténgase.
La ignoro olímpicamente y cuando veo el letrero “Sale de
juntas” acelero la velocidad de mis pasos y tiro de la perilla.
― ¡No puede pasar! ―exclama de nuevo la rubia, pero es tarde,
he entrado.
En la sala, hay una enorme mesa cuadrada, que está ocupada por
hombres, todos vestidos con trajes. En la cabecera, justo frente a mí,
esta Jared. Todos me observan, incluido él. Quien me devora con la
mirada.
―¡Señorita! ―jadea la rubia tomándome del brazo, pero Jared
niega y ella me suelta. Entonces avanzo hacia él. Los rostros

65
desconcertados de los hombres son sustituidos por expresiones
morbosas al notar mi vestimenta.
―¡Salgan! ―ordena con voz fuerte Jared, al percatarse de sus
caras. Algunos al instante obedecen, pero otros siguen mirándome
contonear las caderas mientras camino intencionalmente despacio―
¡Largo! ―grita ahora con más severidad.
Todos se ponen de pie y salen. Dejándonos solos. Me detengo a
la mitad del trayecto y ladeo la cabeza.
―¿Qué opina, señor Leiner? ―pregunto levantando los
brazos―. ¿Debería gustarme su vestido? ―finjo toda la inocencia del
mundo.
Niega y se pone de pie, entonces mi valencia se esfuma. Sus ojos
despiden fuego, cosa que no indica nada bueno. Sin preverlo se lanza
hacia mí, intento retroceder, pero es inútil. Me aprisiona entre sus
enormes brazos. ¡Mierda! Su boca ataca la mía dejando a mis pobres
pulmones sin oxígeno, su lengua causa estragos entre mis piernas.
¡Mierda! Esto podría salirse de control. Se aparta y me mira.
―Sin duda alguna se ve hermoso en su cuerpo, pero… no
debería caminar así delante de tantos hombres ―Me echó a reír sin
poder evitarlo―. Qué bueno que le divierta la situación ―murmura
frunciendo el ceño. Echa una silla a un lado y me sube a la mesa.
Toma mi mano y la lleva hasta su entrepierna―. ¿Ves cómo pones?
―¡Joder! Parece de acero, esta duro y siento como palpita.
Jadeo y él lo disfruta. Me está volteando las cosas. «Conny
recuerda a que viniste», me digo mentalmente.
―Ya veo ―digo en voz baja. Retiro mi mano y separo las
piernas―. Ahora ponme de ese modo a mí ―le pido con descaro.
Frunce el ceño ante mi extraña petición. Desde luego que no
necesita hacer nada, estoy que ardo, pero antes que mi calentura, esta
mi orgullo. Tiro del nudo de su corbata hasta que lo deshago y la

66
arrojo al piso. Introduzco mis manos por debajo de su saco y
comienzo a quitarlo de sus hombros. Jared no opone resistencia,
parece dispuesto a que le quite la ropa. ¿Qué tanto lograre quitarle?
Sus manos continúan entre mis muslos, rozando mi sexo, cosa que
desde luego me dificulta concentrarme. Su saco cae al piso y sin
perder tiempo continuo con su camisa, botón tras botón hasta que veo
su pecho desnudo. Paso saliva y él lo nota porque aprieta mi piel.
―¿Te gusta? ―pregunta satisfecho con sí mismo.
―Si ―Le saco las mangas de la prenda hasta que la tengo en
mi poder. La deposito sobre la mesa, justo a mi lado.
Él continúa observándome con atención. Pongo las palmas de
mis manos sobre sus amplios pectorales, no puedo evitar que tiemblen
un poco ante la sensación de tocarlo, además de que el calor entre las
piernas aumenta. ¡Mierda! Se siente tan bien tocar su piel.
―¿Lista? ―pregunta con una mirada petulante. Se sabe bueno
y lo disfruta. Niego e intento bajar― No…
―No iré a ningún lado, tranquilo ―aseguro. Me mira con
recelo, pero disminuye la presión de sus manos y me permite bajar―.
Ahora, relájate ―pido empujándolo contra el borde. Se deja guiar,
pero sin soltarme.
Toco su pecho y bajo por su impresionante abdomen hasta que
llego al borde de sus pantalones. Lo miro a los ojos, mientras mis
manos liberan su cinturón y luego el botón. Noto como su pecho sube
y baja un poco más de prisa. Despacio comienzo a bajarlo junto con
su bóxer. ¡Esto va de maravilla! Bueno, quizás no todo, pues ver su
pene apuntándome como si intentara prometerme maravillas, me
tienta unos segundos. Lo tomo con la mano izquierda y Jared deja
escapar un gemido grave. Lo acaricio de arriba abajo.
―No tienes que hacer eso ―murmura. Sonrió y me inclino para
besarlo, mordiendo ligeramente sus labios. No sé qué cosas imagine,

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pero desde luego que no lo hare, esto solo es un juego previo para el
castigo.
―¿No quieres? ―lo provoco, mordiendo sus labios.
Lentamente mi mano derecha baja por su brazo hasta que toco la mesa
y tomo la camisa. ¡Genial!―. Entonces… ―Sin que lo espere
retrocedo y corro hacia la puerta―. Nos vemos.
― ¡Mierda! ―lo escucho maldecir.
Salgo de la sala y corro por el pasillo. Sé que no puede seguirme
en su estado, tiene los pantalones y el bóxer a medios muslos y yo
tengo conmigo su camisa. Aun así, no puedo cantar victoria, podría
ordenar que me detengan. Corro rumbo a las escaleras, esta vez no
pienso esperar el ascensor, tengo que salir de aquí al grito de ¡ya!
―¡Conny! ―Su grito furioso me pone los pelos de punta.
―¡Mierda! ―Lo he cabreado de nuevo.
Bajo tan rápido como me lo permiten los zapatos. Ahora sé
porque no los uso. Apenas salgo de las escaleras, levanto la mirada y
lo veo apoyado contra la bardilla del segundo piso. No se ha
molestado en ponerse su saco, no lleva nada en la parte superior,
aunque si abrocho sus pantalones. Algunas mujeres lo miran y es que
está buenísimo. Pero algo raro sucede. No parece agitado, ni con
intenciones de seguirme, aunque tiene una expresión aterradora.
Sonrió y comienzo a ponerme su camisa.
―Sabes dónde encontrarla ―canturreo alegremente y le guiño
el ojo. Contrario a lo que podría esperar, ocurre algo que me deja de
perpleja.
¡Sonríe! Jared Leiner sonríe.
No es una sonrisa como la del elevador o una sarcástica como la
de la galería. Parece auténtica, natural y hace que su rostro parezca
más atractivo. ¡Mierda! Un hombre se acerca a él y su sonrisa se
esfuma, le dice algo pero Jared niega sin apartar sus ojos de los míos.

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¿Sera que le pregunta si me detiene? No quiero saberlo. Me giro y
corro hacia la puerta.
No puedo creer que lo haya hecho, aunque sin duda me ha
dejado ir a propósito y lo peor de todo, que yo misma le lance la
invitación para que fuera a mi casa. Tengo que haber perdido la
cabeza. Sin embargo esa mirada y esa sonrisa me han descolocado.
Como sea, lo único que importa es regresar a la galería y cambiarme
de ropa. Doblo las mangas de su camisa, que desde luego me queda
bastante grande. Una idea cruza mi cabeza y sin poder evitarlo, tomo
el cuello de la camisa y lo llevo a mi nariz. Tiene su olor es realmente
agradable, me gusta. ¡Dios!
―Estoy loca, estoy loca. ―Salgo del auto, con bolsa en mano y
la gabardina puesta, corro directo al baño. Me quito la gabardina y su
camisa, luego el vestido y me pongo mi ropa. Abro la puerta―.
¡Laisa! ―exclamo sorprendida. ¿Me ha visto? ¿Sospecha algo? Sus
ojos como los de un felino escrutan mi aspecto y se detienen en mi
rostro. ¡Mierda! No me he desmaquillado.
―¿Qué haces?
―Tuve un pequeño problema con la blusa, así que me la cambie
―Digo levantando la bolsa. Solo espero que no quiera comprobar lo
que llevo dentro, sino casi que se va de culo.
―¿Lloraste?
―¿Eh? ―Joder. Debo tener todo el maquillaje corrido. No
llore, me ataco Jared Leiner―. ¡Ah! No es nada.
―Querida. Te recuerdo que los problemas personales no deben
afectar tu desempeño.
―Y no lo hacen. Como te dije, estaba regresando de visitar a un
cliente, pero ahora mismo me compongo.
―Eso espero ―Se da la vuelta y sale. Suspiro un poco aliviada.
Ha estado cerca de descubrirme.

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Aunque estoy muerta de cansancio, me siento satisfecha con mi
fechoría. Puede ser que intente regresármela, pero si lo hace, le ira
peor. Saco de la bolsa su camisa y la miro unos segundos. Abro el
closet y veo la otra dentro de uno de los cajones. Ya tengo dos de sus
camisas. De alguna forma debería devolverlas.
― ¿Conny? ―Dafne llama a la puerta y rápido cierro el
guardarropa antes de que las vea y comience a suponer cosas raras.
―Pasa ―Abre y me examina con la mirada―. ¿Qué paso?
―Eso pregunto ¿cómo fue tu venganza? ―Me encojo de
hombros y sonrío.
―¡Genial!
―¿Follaste de nuevo?
―¡Hey! Claro que no ―Aunque estuve a punto, pero eso no
tiene por qué saberlo―. ¿Has venido para preguntarme eso?
―Claro no ―Relaja su expresión y levanta los brazos―.
“Noche de chicas”. Vamos.
―Daf ―niego. Estoy muerta, solo quiero dormir.
―¡Por favor! ―suplica juntando las manos sobre el pecho―.
Te ayudará a olvidarte de los Leiner.
―Uhm… ―Es posible. Demasiados Leiner esta semana.
―Vamos, Conny ―No sé. De pronto siento como si no debiera
de ir con ella, pero quizás es solo que todo el asunto con Jared me
tiene predispuesta.
―De acuerdo.
―¡Genial! ―celebra colgándose de mi brazo―. Ya verás que
la pasaremos muy bien.
―Eso espero.

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Capítulo 6
No me toma mucho decidir que usar. Puesto que no veré a nadie en
particular y no estará mi jefe para criticar mi atuendo. Me pongo un
vestido plata corto y ajustado, con tacones a juego y opto por llevar el
cabello suelto.
―¡Uff! ―exclama Mila mirándome de pies a cabeza―. Creo
que esta noche, nosotras no pescaremos ni un resfriado ―dramatiza.
Pongo los ojos en blanco y niego.
―No es para tanto ―le resto importancia.
―Te ves genial ―me ánima Dafne.
―Si quieren no voy ―bromeo.
―Nada de eso ―me corta Mila.
Edna también nos acompaña, aunque no deja de quejarse
durante el todo el camino, además de presumirnos acerca de su
prometido. No sé qué prefiero, sí que se queje o que presuma.
Las 4 bajamos del auto y nos dirigimos a la entrada del lugar, a
pesar de las protestas de Edna, quién discute sobre la decencia del
sitio.
―Por favor, Edna. En todos los antros es lo mismo ―dice
Dafne.
―Te equivocas. Estuve leyendo algunas notas y comentarios en
internet, todos dicen que tiene mala reputación y que incluso algunos
practican sexo en los aseos ―Nos echamos a reír.
―Eso sucede en todos los antros ―asegura Mila.
― ¿Nunca lo has hecho con tu prometido en un baño público?
―la provoca Dafne. Edna pone cara de espanto y de nuevo reímos.
Creo que después de todo, fue buena idea venir, me hacía falta
relajarme y reír con mis amigas. Últimamente, el trabajo y el apellido
Leiner llenaban cada espacio de mi mente. Cosa que me desquiciaba.

71
―Mierda ―maldice Mila al ver la enorme cola de gente en la
entrada―. Creo que no podremos entrar en toda la noche.
―Tranquila ―dice con seguridad Dafne―. Déjamelo a mí.
― ¿Qué piensas hacer? ―Edna la mira con cara de susto.
―Nada. Ya verás ―Se abre paso entre los aglomerados y ante
de lo esperado estamos pasando la puerta―. Se los dije ―canturrea.
―Soy tu fan ―murmura Mila golpeando su mano.
― ¡No esta tan mal! ―escucho decir a Edna, mientras
avanzamos por el pasillo que conduce al interior.
― ¿Bromeas? ¡Esta genial! ―grita Mila provocando a Edna.
Conforme nos acercamos, se percibe el ritmo de la música
electrónica y como aumenta la temperatura. Nos abrimos paso entre
los que bailan y charlan, hasta que llegamos a la barra, ellas rápido
piden bebidas. Yo tengo el impulso de recorrer con la mirada el lugar,
como si hubiera algo que descubrir y de pronto lo veo. ¡Mierda! Se
me cae el alma a los pies y siento como la sangre abandona mi cara.
Esta sentado en la zona vip, recostado sobre un lustroso sillón,
sobre sus piernas esta una mujer que lleva una diminuta falda y solo
un sostén en la parte superior. Ambos ríen y veo como Carver hunde
su rostro entre los pechos de esa mujer y mete la mano debajo de sus
bragas. ¡Joder! Quiero vomitar.
― ¡Conny! ―Dafne intenta captar mi atención, pero es inútil,
mis ojos están fijos en ellos y en lo que hacen.
¡Es un idiota! ¡Un maldito idiota!
Pero quizás soy yo más idiota por sentir dolor, por sentir ganas
de llorar. ¡Soy una estúpida!
Sin decir nada salgo corriendo. Me abro paso entre los cuerpos,
sin importarme las protestas y maldiciones que me gano al golpearlos.
Después de lo que me parece una eternidad, logro llegar hasta la

72
salida, paso al portero quien me mira con reproche, puesto que apenas
acabo de entrar. Lo ignoro y camino a un costado de la entrada.
― ¡Conny! ―escucho gritar a Dafne.
No respondo, ni la miro. Apoyo la frente contra la pared y jalo
aire por la boca. Quiero llorar, quiero golpearlo, a él y a esa zorra,
pero ¿por qué? Se supone que ya no me importa, que ya hemos
terminado, no debería importarme lo que haga, se supone que no
debería doler. Pero no es así. ¡Mierda! Esto no es más que otra
muestra de lo poco que he representado para Carver.
― ¿Estas bien? ―pregunta Dafne tocando mi hombro.
Me duele saber que no le importó y que todo este tiempo ha
estado haciendo lo que se le pega en gana, aunque lo peor, es que eso
mismo hizo durante estos 4 años de “relación”. Que idiota soy.
―Vayamos a otro lado ―digo un poco agitada mientras me giro
de frente a ellas. No quiero arruinarles la noche y justo ahora necesito
un trago.
― ¿Segura? ―pregunta Mila―. Si te sientes mal, podemos
irnos.
―Nada de irnos ―La corto de inmediato―. Vinimos a
relajarnos, a pasarla bien.
―Yo se dé un lugar bastante mono ―comenta Edna―. Al cual
van puros niños bien.
Ninguna parece haberse percatado, ni preguntan que está mal
con el sitio ni conmigo. Eso es bueno.
―No suena mal ―Mila parece considerarlo.
―No se diga más. Vamos a ese lugar ―aseguro un poco más
tranquila, aunque para nada me siento así.
―Entonces, vayamos ―Edna y Mila comienzan a caminar,
pero Dafne me toma del brazo y me retiene.

73
―Conny ―susurra mirándome preocupada. ¿Acaso también lo
vio?―. ¿Estás bien?
―Claro ―digo aparentando normalidad.
―Estas pálida ―Creo que no lo vio. Niego y forzó una sonrisa.
―No es nada. Anda vayamos a pasarla bien ―Creo que eso es
imposible.

El lugar es tal cual nos lo describió Edna. “Un lugar de niños


ricos” Basta con ver la decoración del sitio para saberlo.
― ¡Hey señorita! ―grita Dafne―. Deje de ver cuadros y mire
cuerpos ―Su comentario me hace reír.
― ¿Cuerpos? ―pregunto divertida.
―Sí, no solo existen los hombres Leiner ―Mira al rededor―.
Aquí hay muchos y bastantes guapos. Anda.
―Creí que dijiste que no debía enrollarme con nadie ―le
recuerdo. Pone los ojos en blanco y niega.
―Nadie con apellido Leiner. Por favor. Además, esto es solo un
ligue de antro, nada serio.
―Jared tampoco lo es ―afirmo. Ella sonríe mirándome
extraña― ¿Qué?
―Si tú lo dices.
― ¡Ash! ―A pesar de lo que acabo de decir, justo ahora quisiera
verlo. ¿Por qué? Sencillo, para fastidiar a Carver. Pero Dafne tiene
razón, eso no es sano. Aunque ahora que lo pienso ¿Carver sabrá?
Ocupamos una mesa y pido vodka, el cual tarda más en llegar
que en terminarlo. Luego pido un Martini, que bebo igualmente de
rápido.
―Tómatelo con calma ―me dice Mila.
―Lo hago ―respondo.

74
Dejamos de lado las bebidas y nos movemos a la pista para
bailar.
La música y el alcohol me sientan de maravilla después de lo
que acabo de ver, pero no basta para sacarlo de mi cabeza. Carver
Leiner es un estigma que aún no supero y que necesito borrar. Si sentí
remordimiento por lo ocurrido con Jared, ahora no hay nada de eso,
se lo merece, eso y más. Aprovecho que la pista está a reventar y que
mis amigas estas demasiado concentradas en bailar, para escabullirme
entre la multitud. Voy directo a la barra y pido otro Martini, seguido
por un ron y un tequila, que me hacen sentir eufórica y relajada.
― ¡Conny! ―Dafne aparece y me mira con reproche. Estoy
sentada en uno de los banquillos, con el codo derecho apoyado y el
otro sobre la copa.
― ¿Qué? ―pregunto ante su expresión.
― ¿Te has tomado todo eso? ―inquiere horrorizada mientras
contempla una variedad de vasos que están junto a mí.
―Si ―respondo orgullosa con una risilla boba. Creo que
comienzo a embriagarme y mis risas me delatan. Aunque no esta tan
mal, o quizás sí, he comenzado a decir verdades, como es mi habito
cada vez que me paso de copas. Pero estoy con Dafne quien sabe todo
de mí, así que no importa. Tomo mi copa, pero ella sujeta mi brazo.
―No bebas más ―me reprende.
―Pero…
―Estas borracha.
―Solo un poquito ―me defiendo, pero mi voz distorsionada
me contradice. Niega y me toma del brazo.
―Vamos ―intenta ponerme de pie y casi caemos las dos, pues
mis pies de doblan―. ¡Dios! Conny.
― ¡Estoy bien! ¡Estoy bien! ―repito riéndome como una loca.

75
― ¿Sabes qué? Mejor quédate aquí, voy a buscar a las chicas
―Me empuja de nuevo sobre el banquillo.
― ¡Yo voy contigo!
―No, apenas puedes ponerte en pie.
―Eso no es cierto ―gruño intentando ponerme de pie, pero ella
me frena.
―Conny ―dice con voz tranquila y mirándome como si fuera
un niño pequeño―. Por favor, quédate aquí ―Pongo mala cara, pero
si me lo pide de esa forma no puedo negarme.
―Está bien ―Sonríe y mira por encima de mí.
―Disculpa. ¿Puedes cuidarla poquito? ―pregunta al barman.
Dafne usa su encanto con el chico, quien con una sonrisa asiente.
Seguro crees que ligara con ella, si supiera que esa chica no toma en
serio a nadie.
―Claro ―responde alegremente.
―Gracias. No tardo. Pórtate bien, Conny ―repite.
―Sí, sí.
La veo perderse entre la multitud y entonces mi cuerpo lo siente.
Esa extraña sensación de familiaridad que me eriza la piel y me agita.
¡Está aquí! Me apoyo en el borde de la barra y consigo ponerme de
pie. Mis ojos se dirigen hacia la escalera y lo veo. Esta tan guapo y
sus ojos escanean el lugar, como si buscara algo. ¿Me busca a mí? No
me lo pienso y avanzo hacia él.
― ¡Espera, amiga! ―grita el barman. Lo ignoro y corro hacia
las escaleras.
― ¡Jared! ―exclamo lanzándome sobre él.
Enrosco las piernas alrededor de su cintura y los brazos en
cuello, mi boca se funde con la suya. Lo beso como nunca antes,
hundo con furia mi lengua dentro de su boca y acarició la suya.

76
Escucho como gime y entonces intensifico el ritmo. Sus manos
sujetan mis caderas ayudándome a mantenerme pegada a su cuerpo.
―Conny ―jadea intentando detenerme, pero no me apartó.
¿Qué intento hacer? Devolverle a Carver lo que hace con esa
tipa, con sus tantas tipas. Quiero utilizar a Jared de nuevo. Sé que
estoy dejándome llevar por el despecho, pero mi cerebro está
demasiado embriagado, así que no puedo pensar con claridad. Y Jared
es el único que me hace sentir bien.
― ¡Conny! ―escucho la voz de Dafne a mi espalda―. ¡Conny!
―Me aparto de Jared a regañadientes y la miro, tiene los ojos como
platos y niega con la cabeza. Detrás de ella, Edna y Mila aparecen y
se quedan igual que mi amiga. Mirándonos como bichos raros. No me
pasa por alto la forma en la que Edna observa a Jared y siento una
sensación de incomodidad. ¿Qué no tiene a su flamante prometido?
¿Por qué lo mira?
Puedo notar como algunos a nuestro alrededor no nos quitan los
ojos de encima. Seguro que es una escena extraña. Parezco un mono
aferrada de esta forma a Jared, quien ni se inmuta. Pero yo no tengo
su temple. Me cuelgo de su cuello Jared y le susurró al oído.
―Sácame de aquí.
―De acuerdo ―accede, girándose hacia las escaleras.
― ¡Espera! ―grita Dafne interponiéndose―. No te la puedes
llevar ―protesta.
―Ella quiere irse conmigo ―responde Jared con tranquilidad.
―Ella no sabe lo que dice ―Dafne se acerca hasta quedar en
mi campo de visión y me toma del brazo―. Conny, si te vas con él,
mañana vas a querer morirte y también matarme a mí ―Rio y niego
ocultando el rostro en su cuello.
―Quiero irme con Jared ―murmuro empecinada.
― ¡Conny! ―gruñe y niega―. No puedes irte con él.

77
―Jamás la lastimaría ―afirma Jared.
―Te equivocas ―Siento como Jared saca algo de su bolsillo.
―Esta es mi tarjeta.
―Eso no me da seguridad ―Por primera vez odio a Dafne. ¿Por
qué no me deja ir?
― ¡Jared! ―susurro mordiendo su cuello, incitándolo.
― ¡Dios! ―exclama Dafne exasperada.
―Déjame ir ―Le espeto molesta. Suspira y niega.
―Que quede claro que lo intente ―dice molesta. Mira a
Jared―. Llévatela ―me mira a mí―, pero conste, que tú lo quisiste.
―Nos vemos ―Jared camina hacia las escaleras. Sube de prisa
y se abre paso hasta la salida. Siento un poco de frio en las piernas
mientras avanza por el estacionamiento―. ¿Estás bien?
―Si ―consigo decir aun aferrada a su cuello―. ¿Qué haces
aquí? ―Eso es algo que no entiendo, pero que sin duda mejor no
podía ser.
―No atendías tu móvil.
― ¿Qué? ¿Me llamaste?
―Sí, muchas veces ―Creo que lo deje en la mesa.
―No lo tenía conmigo. Pero... ¿Cómo supiste donde estaba?
―Hace rato te llame y una de tus amigas respondió. Ella me dijo
dónde estabas.
― ¡Ah! ¿Y porque me llamaste?
―Tenemos un asunto pendiente ―Sus palabras me divierten.
― ¿Si?
―Si ―responde muy serio.
―Entonces, ¿me llevaras a tu casa? ―pregunto riéndome.
―Si ―Se detiene y me hace bajar hasta que mis pies tocan el
piso. Ahora soy consciente de mi estado, apenas logro estar de pie.

78
Jared me apoya contra su auto, toma mi rostro entre sus manos, retira
el pelo y me observa con detenimiento―. Estás ebria, Conny.
―Solo un poquito ―digo mostrándole dos dedos en señal de
cantidad.
―Ahora entiendo tal recibimiento ―murmura moviendo la
cabeza.
― ¿No te gusto?
―Me encanto ―Se inclina y me besa. A diferencia de cómo lo
bese, este es lento y suave, se toma su tiempo para probar mis labios.
―Llévame a tu casa ―gimo aferrándome a su camisa.
―Eso hare ―Se aparta y abre la puerta, haciéndome subir a su
elegante auto. Lo enciende y nos alejamos del lugar―. ¿Quieres
vomitar? ―pregunta mirándome de reojo. Supongo que nadie subiría
a su costoso auto a una alcohólica. Pero no es mi caso.
―Yo no vomito ―Levanta una ceja con expresión incrédula―.
Lo digo en serio. Nunca en mi vida he vomitado cuando bebo ―Algo
sin duda bueno.
― ¿Lo haces con mucha frecuencia?
―No. Solo cuando me molesto.
― ¿Estas molesta? ―Sonrió falsamente, mostrándole mi
dentadura.
―No.
Conduce mientras lo observo fijamente. Jared es tan serio y
correcto, por lo que me cuesta imaginarlo corriendo por su empresa
sin camisa. Aunque justo hace un momento lo bese delante de todas
esas personas. Es extraño.
―Llegamos ―anuncia mientras entramos en el
estacionamiento de un enorme edificio. Conduce hasta uno de los
aparcamientos y apaga el auto. Retira su cinturón, me mira y baja,
rodea el auto y abre mi puerta―. Ven.

79
Tomo su mano y salgo del auto. Aun me siento un poco mareada
y veo un poco distorsionadas las cosas. Creo que se me pasaron las
copas. Me sujeta de la cintura mientras avanzamos hasta el elevador.
Pulsa el número 24.
― ¿Cuántos pisos tiene este edificio? ―pregunto curiosa.
―30.
― ¿Por qué elegiste el 24? ―Me mira extrañado―. ¿Qué? Es
curiosidad ―Mi curiosidad alcohólica.
Opto por guardar silencio y observar el cambio de los números,
mientras sus dedos golpean mi cadera con un ritmo cadencioso que
me resulta reconfortante. La caja de metal se detiene y las puertas se
abren. Jared me conduce al interior de departamento, donde me libera.
― ¿Está es tu casa? ―pregunto mientras camino por el lugar.
Tiene sillones de piel y una mesa de cristal, donde descansa un
pequeño control. Un bar y muchos cuadros. Es un sitio muy elegante
y ordenado.
― ¿Quieres algo? ―Me giro para verlo. ¿Querer algo? Si, sé
muy bien que quiero.
―Tú ―respondo sin tapujos. Sonríe y yo también lo hago―.
¡Sonreíste! ―exclamo emocionada y camino hacia él―. El señor
Leiner sabe sonreír.
―Eso creo ―murmura siguiéndome el juego. Me gusta verlo
así, relajado y natural, no con la expresión seria y fría que casi siempre
muestra.
―Me gusta mucho cuando sonríes ―confieso.
― ¿De verdad? ―Ahora me mira con curiosidad.
―Si ―Me cuelgo de su cuello y rozo sus labios.
―Mi princesa es una borracha ―susurra mirándome con
ternura.
― ¿Princesa? ―inquiero sorprendida.

80
―Cenicienta era una princesa ―Su comentario me hare reír.
¿Yo una princesa?
―Entonces, ¿tú eres el príncipe?
―Por ti, puedo serlo ―Su afirmación me deja sin palabras, pero
no es solo eso, su mirada dice muchas cosas.
― ¿Por qué? ―Acaricia mi mejilla con su pulgar.
―Porque nunca antes conocí a nadie como tú ―¡Mierda! Siento
cosas extrañas en la barriga ¿Vomitare?
― ¿Cómo yo?
―Sí, alguien que me hace actuar como alguien desequilibrado.
―No, tú eres quien me hace enloquecer, Jared Leiner ―replico
sin dejar de sonreír. Niega y pega su frente a la mía.
―Conny, me haces parecer un violador.
― ¿Qué? ―Eso sí que me ha hecho gracia.
― ¿Qué crees que la gente pensó cuando saliste corriendo de mi
oficina con el vestido roto? ―Rio y echo la cabeza hacia tras. Jared
aprovecha para besar mi cuello y yo disfruto―. Además de que me
hiciste correr desnudo por mi empresa, señorita Damme ―Suelto una
carcajada.
―Tú tienes la culpa ―lo acuso. Si no se hubiera portado como
gilipollas nunca hubiera ideado ese plan.
― ¿Yo? ―pregunta fingiéndose sorprendido.
―Si, por dejarme de ese modo en el elevador.
― ¡Ah! Entonces ¿debí terminar lo que comencé?
―Si ―digo sin sentir pena.
―Creo me lo merezco ―Me toma en brazos y camina hasta una
habitación―. ¿Te parece si terminamos lo que hemos dejado dos
veces a medias?
―Si ―Sube a la cama conmigo y me coloca sobre su pecho.
―Muy bien, mi princesa, soy tuyo ―Sonrió como una tonta.

81
― ¿Mío?
―Completamente ―Torpemente me incorporo hasta que quedo
sentada sobre su abdomen.
―Mío ―murmuro mientras deslizo mis manos por su piel.
Apretando sus pezones y palpando cada musculo definido de su
abdomen. Él es paciente y me deja hacer lo que me viene en gana.
Muero por tenerlo, pero mi estado no ayuda mucho, creo que se
me pasaron demasiado las copas, aunque nunca contemple la
posibilidad de encontrarlo. Poco a poco siento la pesadez apoderarse
de mi cuerpo. Me inclino y beso su cuello lentamente.
―Conny ―lo escucho decir.
― ¿Qué? ―pregunto sin separar mis labios de su piel.
― ¿Te gusto? ―Su pregunta es un poco directa, sonrió y
levanto la cabeza para verlo a los ojos.
― ¿A quién no? Estas buenísimo ―confieso. Haciendo gala de
mi sinceridad. Jared ríe y paso mi dedo por sus labios. Me encanta
cuando sonríe.
―Eres realmente linda.
―Y tú muy guapo ―respondo encantada con sus ojos.
― ¿Me quieres? ― ¡Mierda! Me remuevo y me recuesto sobre
su pecho. No sé si tengo esa respuesta, puesto que aún me dolió ver a
Carver con esa zorra. Sin embargo, estar de este modo con Jared, se
siente realmente bien―. ¿Conny? ―gruño ocultando mi rostro en el
hueco de cuello.
―Un poquito ―digo tan bajo, que dudo que lo escuché. ¡Lo he
dicho! Jared Leiner me gusta, no importa la cantidad, me gusta.
Mañana querré morirme nuevamente. Suspiro y dejo que mis ojos se
cierren.
―Se mi princesa, Conny ―susurra acariciando mi espalda.
¿Quiero serlo? No estoy segura de que funcione.

82
Tengo una resaca espantosa, siento que la cabeza me explotara,
quiero vomitar por el desagradable sabor que tengo en la boca. ¿Qué
rayos paso? Muevo las manos y…
―Pero… ¿Qué mierda? ―Estoy esposada a la cama. ¡Mierda!
¡Mierda! ¿Qué paso anoche?

83
Capítulo 7
Existen muchas razones por las que soy un peligro cuando estoy
ebria, no solo porque me convierto en la “señorita sinceridad”, como me
dice Dafne, sino porque termino haciendo toda clase de locuras. Y si
creía que despertar en la cama de la mansión Leiner, después de dormir
con Jared, había sido la peor de mis experiencias. Creo que esto no tiene
comparación. ¡Joder! ¿Dónde rayos estoy? ¿Y quién me esposo?
―Buenos días ―Miro hacia donde procede la voz de Jared.
¿Jared?―. Buenos días, princesa ―Siento alivio al saber que estoy
con él y no con algún loco, pero al mismo tiempo siento molestia ¿Por
qué rayos me ha esposado? ¿Y porque estoy desnuda? Ignoro el hecho
de que esta recién bañado y en cueros, cosa que lo hace parecer un
Dios.
― ¿Qué haces aquí? ―Es lo primero que se me ocurre decir.
Niega y lucha por contener la risa. Mejor me hubiera quedado
callada.
― ¿Yo? ―Su sonrisa petulante me indica que no me va a gustar
lo que dirá. ¡Mierda! Qué no sea lo que estoy pensando, por favor, por
favor―. Estamos en mi casa ―¡Ay no! ¿Cómo fue que termine aquí?
«Tranquila, Conny. Puedo manejar esto. Quizás esta es su venganza,
aunque no entiendo como rayos termine con él».
― ¿Y esto? ―Muevo las manos haciendo que el metal golpee
contra la madera―. ¿Por qué estoy esposada?
―Para evitar que huyas de nuevo ― ¿Qué?
Joder. Efectivamente, no puedo escapar.
― ¡Estás loco! ―digo forcejeando y sintiendo como el metal
lastima mi piel.
―Efectivamente ―Sube a la cama y se acerca―. Estoy loco
por ti ― ¡Mierda! ¡Mierda! ¿Por qué ha dicho eso? Mi libido hace
acto de presencia, a pesar de mi terrible condición. Pero es que ni
84
muerta podría ignorar lo bueno que esta y menos cuando lo tengo
sobre mí―. Esta vez tenía que evitar que escaparas mientras tomaba
un baño o que intentaras bajarme los pantalones y echarte a correr
―No puedo evitar sonreír―. Me alegra que te cause gracia, pues
también cerré la puerta con llave, por las dudas.
― ¡Jared! ―jadeo más excitada que molesta.
― ¿Qué? ―Tengo muchas ideas, pero no puedo pensar con
claridad, todas las preguntas y reclamos se han esfumado, peor aun
cuando se inclina sobre mi pecho y besa mi clavícula―. Uhm ―
¡Joder!
―Jared ―repito dificultosamente. Estoy pérdida,
completamente a su merced. Aunque no es como si fuera un
sacrificio―. ¿Por qué estoy aquí?
― ¿No lo recuerdas? ―Cierro los ojos e intento rememorar que
demonios hice. Los últimos rayos de lucidez me indican que comencé
a beber como loca y luego nada. No hay nada. ¿Qué rayos hice? ¿Por
qué estoy con Jared? ¿Qué paso con Dafne y las demás? ¿Acaso vine
a buscarlo a su casa? No, imposible, yo no sé dónde vive.
―No ―admito muy a mi pesar―. ¿Qué paso anoche?
―pregunto aunque quizás es algo tonto, pues no hace falta mucha
imaginación para saberlo. Ambos estamos desnudos, es evidente que
paso entre nosotros.
―Se te pasaron los tragos ―explica bajando lentamente por mi
vientre.
― ¡Ah! ―jadeo y arqueo la espalda ante los escalofríos que
recorren mi cuerpo, al mismo tiempo que su boca baja cada vez más.
¡Mierda! Mis pezones se ponen duros y el calor entre mis piernas es
tanto que creo que hare combustión en cualquier momento―. ¡Jared!
―Quiero, pero no quiero, es decir ¡Maldición! No sé qué quiero, en
realidad si lo sé, lo quiero a él―. ¿Por qué estoy desnuda? ―Otra

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pregunta estúpida. Mi cabeza no funciona correctamente y menos con
su boca en mi piel. Pero el mismo ha dicho que no pasó nada anoche,
así que eso no explica porque estoy sin ropa.
― ¿Eso? ―Levanta ligeramente el rostro y me mira―. Es
porque quiero que terminemos lo que dejamos pendiente anoche.
― ¿Qué? ―Se inclina de nuevo y su boca llega a la unión de
mis muslos. Sus manos separan mis piernas―. ¿No pasó nada? ―Eso
no lo puedo creer.
―Te quedaste dormida ―dice besando la parte interna de mis
muslos. Mi respiración agitada es audible y tiemblo de pies a
cabeza―. ¿Tienes alguna queja si lo termino? ―Detiene sus besos y
sus ojos azules se clavan en los míos. ¿Quejas? ¿Por lo maravilloso
que resultan sus labios? ¿Por lo que ha dicho que haremos?
―No.
―Perfecto ―Siento sus labios rozar mi sexo y el calor
incrementa―. Mi princesa ―murmura y entonces hunde su lengua
entre mis pliegues. Un sonido ronco escapa de mis labios y todo da
vueltas. ¡Mierda!
Su boca devora mi sexo, es habilidosa y me hace perder la
cabeza. Gimo y tiro con fuera de las esposas, desesperada por no
poder tirar de su maravilloso pelo. ¡Mierda! Lame, penetra y succiona,
todo me catapulta a la cima.
―Córrete ―No tiene que repetirlo.
― ¡Jared! ―Con un estruendoso grito exploto dentro de su
boca. ¿Qué tiene este hombre que me vuelve loca? Jared se mueve
hasta que tengo su hermoso rostro sobre el mío―. Entonces ¿ahora
que me quieres más? ― ¿Qué? ¿Quererlo? Baja su boca y me esfuerzo
por atraparla, pero se aparta.
― ¡Jared! ―protesto gimoteando inútilmente.

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―Tranquila ―Estira la mano y abre el cajón de la cómoda,
toma un preservativo y ahora si me besa. Es lento pero apasionado.
―Suéltame ―murmuro. No poder tocarlo me está matando.
Quiero hundir mis dedos entre sus cabellos, tocar su piel.
―Escaparas si lo hago ― ¿Qué? ¿Está loco? ¿Realmente cree
que podría hacerlo?
―No lo hare ―aseguro.
― ¿Y si lo haces? ― ¡Mierda! Solo suéltame y ya.
―Jared.
―Te lo dije, Conny. Esta vez no voy a dejarte ir ―Tampoco
deseo irme, no en este momento.
―Puedes castigarme si lo hago ―Dios que cosas digo, pero
ahora solo quiero sentirlo. Se aparta y sus ojos rebosan ante lo que
implican mis palabras: “Castigo”.
―De acuerdo ―De nuevo abre la cómoda y toma una pequeña
llave, la mete en la cerradura y me libera. Me mira fijamente, esta
tenso quizás esperando que salga corriendo, pero no lo hare. Deslizo
mi mano por su nuca atrayéndolo a mí, fundiendo sus labios con los
míos y enrosco las piernas en su cadera. Su mano izquierda masajea
mis muñecas con ternura y ahora entiendo que me ha liberado para
que no me lastimara―. ¿Puedo? ―murmura agitando el empaque.
― ¡Si! ―exclamo gustosa.
Me priva de su boca y retrocede, quiero protestar, pero veo que
comienza a rasgar el envoltorio y luego coloca el preservativo sobre
su pene. Sus ojos me observan con atención. Estoy extasiada con lo
que veo. Es tan ardiente y es mío. ¿Mío? Bueno, al menos por este
instante. Se suspende sobre mí y sin que lo ordene separo las piernas,
dándole acceso.
―Conny ―susurra mientras me penetra. Clavo mis dedos en
sus hombros y contengo la respiración. Esta vez duele menos, es

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mayor el placer que siento cuando mi interior se acopla a su
invasión―. Comienzas a acostumbrarte a mí ―dice con una sonrisa.
¡Su sonrisa!
Paso el dedo por su boca y sonrió.
―Me gusta cuando sonríes ―Su boca se curva aún más y yo
me derrito.
―Lo sé ―Se mueve. Es amable, sin dejar de volverme loca y
me desconecto.
Mientras nuestras respiraciones se regulan, sus ojos no dejan de
estar sobre mi rostro. Estoy exhausta después de lo que hemos hecho.
Ha sido increíble, como todo lo que Jared hace en mí. La fricción de
nuestros cuerpos, el sudor, el sabor de su boca y la manera en la que
me hace alcanzar el orgasmo. Todo resulta tan hipnotizaste e irreal.
― ¿Estas bien? ―niego cerrando los ojos. Me rodea con el
brazo y me estrecha con delicadeza contra su pecho. ¡Mierda! No me
gusta lo que estoy sintiendo en este instante. No porque sea malo, sino
todo lo contrario―. Lo siento ―dice tocando de nuevo mis muñecas.
¿Aún le preocupa? Solo tengo unas ligeras líneas rojas y eso ha sido
porque no he dejado de tirar mientras él me probaba.
―Estoy bien ―aseguro. Acaricio su pecho con uno de mis
dedos y armo mentalmente mi cuestionario―. Dime algo.
―Si.
― ¿Cómo es que termine aquí? ―Esa es quizás la principal
duda.
―Quisiste venir conmigo.
― ¿Qué? ―No puedo recordar nada y esto es malo. Prometo no
volver a beber nunca, bueno, eso dije la otra vez. Soy un desastre―.
¿Y Dafne? ― ¿Acaso no intento detenerme? ¿Me abandono?
―Tu amiga te insistió para que no lo hicieras, pero tú no
cambiaste de parecer ― ¿Qué rayos estaba pensado?

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―Entiendo ―En realidad no, pero necesito a Dafne para poder
aclarar esto―. ¿Y tú que hacías en el bar?
―Fui a buscarte ― ¿Qué? ― ¿Tienes hambre?
―Espera…
―Todas esas preguntas las respondí anoche.
―Pero no recuerdo ―Sonríe y niega mientras sale de la
cama―. Jared ―Aun no aclara la mitad de mis dudas.
―Quizás lo recuerdes más tarde ―Toma mi mano y me hace
ponerme de pie, intento tomar la manta para cubrirme pero me la
quita―. Conozco tu cuerpo, Conny.
―Sí, pero… ―Ladea el rostro mirándome con curiosidad―.
No me siento cómoda desnuda ―Sin soltarme camina hasta el closet
y toma una de sus muchas camisas. Vaya que tiene dinero.
―Esta ―Escoge una lila y me la coloca, después abotona un
par de botones y retrocede examinándome―. Listo. ¿Quieres lavarte
los dientes? ―Desde luego que sí.
―Si, por favor ―Lo que me recuerda que lo bese con sabor a
alcohol. Me llevo las manos a la boca horrorizada y él sonríe―.
Debiste lavármelos antes de besarme ―Niega tomándome de la
cintura.
―Mi princesa me gusta en todas sus presentaciones.
― ¿Princesa? ¿Por qué me dices así? ―Ríe y sus ojos brillan.
―Eso te lo dije anoche ― ¡Joder!
―Dime.
―No ―Me conduce a su baño. Solo hay un cepillo y supongo
que es suyo. Sin decir nada lo toma y comienza a ponerle pasta―.
¿Te da asco? ―pregunta al ver mi expresión de pánico.
―Debería darte a ti ―Quien sabe cuanta cosa tome anoche.
―No ―Me lo acerca a la boca―. Déjame hacerlo ―pide
cuando intento sujetarlo.

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―Yo puedo ―niego pero arruga el ceño con expresión seria.
―Por favor ―Pongo los ojos en blanco y dejo que lo haga.
Escupo y doy un sorbo al agua que también me ofrece, luego con una
toalla limpia mi boca―. Listo.
― ¿Y ahora? ―Ha dicho que puso llave, así que no puedo
escapar y tampoco quiero hacerlo.
― ¿Quieres comer? ―Me encojo de hombros―. Vamos.
―Tienes muchos cuadros ―comento mientras nos dirigimos a
la cocina.
― ¿Crees? ―Engreído. Entramos a la cocina y veo empaques.
― ¿Pediste comida? ―pregunto un tanto sorprendida.
― ¿Esperabas que fuera como esos hombres guapos que saben
cocinar? ―dice mirándome con una sonrisilla―. Lamento
decepcionarte, pero la cocina y yo, no nos llevamos muy bien ―Su
comentario me hace reír―. Toma asiento ―Me empuja sobre el
banquillo―. Ordene uno de los mejores desayunos que hay en New
York.
― ¿En serio? ―El único desayuno que tomo todas las mañanas
es el que Dafne prepara o el que improviso yo.
―Si. Sarabeth´s ―Toma un plato y lo coloca frente a mí―.
Pedí pancakes con sirope de arce y bacon ― ¿He? No tengo la más
remota idea de que habla―. También waffles.
―Gracias ―cojo el tenedor y tomo un pedazo de pancakes.
¡Omg!
― ¿Qué tal? ―pregunta seguro de mi respuesta.
―Riquísimos ―Se acerca y coloca mi pelo detrás del oído―.
¿No vas a comer? ―Abre la boca y lo alimento―. ¿Me dirás que paso
anoche? ―niega tomando la servilleta―. ¿Por qué?
―Hagamos un trato.
― ¿Cuál?

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―Te diré todo lo que paso anoche, si me acompañas a una cena
de negocios ―¿Cena? Mierda. Esas cosas no van conmigo. Y si las
cenas de mi padrastro son demasiado elegantes y aburridas, no quiero
pensar como son las de Jared.
―Yo…
―Si me acompañas, te diré todas las preguntas que respondí y
todas las que respondiste tu ― ¿Qué? No puede ser, seguro dije hasta
la marca de mi ropa interior―. ¿Qué dices?
―Dame un segundo ―Dejo el tenedor sobre el plato y me
limpio la boca―. ¿Quieres ir a una cena conmigo?
―Si.
― ¿Para qué me ignores como la otra vez? ― ¡Aja! Esa no la
esperaba. Logra componer su expresión y mueve la cabeza.
―Si no mal recuerdo, fuiste tú quien me ignoro.
― ¿Yo te ignore? ―pregunto pasmada y él finge ignorancia.
―En la galería, fuiste tú ―Lo miro acusadoramente.
―Fue usted, señor Leiner. Y lo hizo de nuevo en el restaurante.
― ¡Ah! Creo que eso fue porque cierta personita, me saco de
mis casillas.
― ¿Yo?
―Sí, tu. Cuando huiste de mi oficina sin decir nada.
― ¿Y que se supone debía decir? ―Se acerca y apoya sus
manos en mis muslos.
―Iba a pedir que te llevaran un vestido nuevo.
―Ibas a encontrarte con tu hermano ―Recuerdo perfectamente
el motivo de mi huida. Su rostro se torna serio y entonces siento
nervios. Hasta ahora Carver ha estado fuera de nuestras
conversaciones, pero ya que lo mencione, necesito hablarle al
respecto. Aunque temo su reacción―. Tengo algo que decirte sobre
Carver.

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―Te escucho ―No me gusta cuando se pone serio, me resulta
intimidante.
―Bueno… esperaba que me lo preguntaras cuando nos
encontramos en la galería, pero… luego en tu oficina ―Estoy dándole
vueltas―. El asunto es que yo era novia de Carver ― ¡Lo he dicho!
―Me lo imagine ―dice con tranquilidad, dejándome de piedra.
― ¿Qué?
―Por las modificaciones a su cuadro, imagine que te había
hecho algo ― ¡Mierda! ―. Aunque aún no las ha visto ―Ya decía
yo, no podía enviarme regalos si lo hubiera visto―. ¿Quieres
contarme porque? ―Formo una línea con los labios y lo medito.
¿Quiero hacerlo? Suspiro.
―Me estaba engañando ―No hay necesidad de dar detalles―.
Estaba muy enojada y borracha, sé que adora su pintura.
―Entiendo ―dice pensativo sin mostrar mucho en su
expresión―. Lo que me sorprendió fue que alguien dedicada al arte y
amante de la pintura destruyera un cuadro que vale 14 millones de
dólares.
― ¿Qué? ― ¡Mierda!
―Ese es su precio ― ¡Joder!
―Diría que lo lamento, pero no es así ―Acaricia mi mejilla y
relaja su expresión.
―Concuerdo. Mi hermano a veces se comporta como un patán.
―Estamos de acuerdo.
―Entonces, ¿vendrás conmigo?
― ¿Aun quieres que vaya contigo? ―pregunto sorprendida.
Acabo de confesarle los motivos por los que nos conocimos.
―Por supuesto. Las cosas con Carver terminaron ¿cierto?
―Sí, pero… es tu hermano.
―Y tú eres mi princesa.

92
―No soy una princesa ―protesto.
―Para mí lo eres, Conny ― ¿Qué es lo que siento? Algo que
sube por mi estómago y abarca mi pecho. Algo que acelera mi
corazón. Rodeo su cuello y lo acerco a mi boca. Me gusta mucho este
hombre, quizás demasiado.
―Soy una loca borracha. ¿Aun así?
―Para mí, eres perfecta, ya te lo dije. Me gustas en todas tus
presentaciones ―Lo beso despacio, disfrutando del sabor de su boca
y las caricias de su lengua sobre la mía―. ¿Iras conmigo? ―insiste.
Supongo que no tengo nada que perder. Aunque no tengo idea a
donde vaya esta locura. Pero Jared me hace sentir tan bien, tan
querida.
―Sí, pero no me dejes beber, por favor ―Sonríe. Esa sonrisa
que tanto me gusta.
―Es un trato.
―Y tienes que cumplir tu parte del trato ―le recuerdo.
―Sin duda.

93
Capítulo 8
Terminamos de desayunar y me lleva a mi casa. Parece relajado y
con ropa informal se ve tan sexy, sus vaqueros y playera lisa lo hacen
ver más joven. Cosa que me hace preguntarme cuantos años tiene. Desde
que lo conocí nunca me pregunte por ello, puesto que se supone no
volvería a verlo, pero cada vez las cosas parecen enredarse más entre los
dos. Sé que Carver tiene 30, así que él debe ser un poco mayor.
― ¿Qué tanto piensa esa cabecita? ―pregunta mirándome de
reojo.
―Nada ―Seria demasiado atrevido preguntarle por su edad,
además no me importa―. Intento recordar lo que te dije anoche
―Sonríe de lado.
― ¿Intentas librarte de mí? Porque si es así, pierdes el tiempo,
princesa.
― ¿Qué quieres decir? ― ¿Librarme? ¿Quiero eso? Creo que
no.
―Eso. No te dejare ir ―Pongo los ojos en blanco. Como si
pudiera evitarlo, aunque si me esposa a la cama de nuevo, quizás
tenga el impulso de huir otra vez, solo para que lo repita. ¡Que loca
estoy!
―No me gusta que me digas “princesa” ―me quejo
cruzándome de brazos. Se muerde el labio.
― ¿Nena? ―resoplo indignada y niego. No quiero escuchar esa
palabra y menos en su boca. Sencillamente no va con él y a mí me
fastidia.
―En ese caso creo que prefiero “princesa” o Conny ―Asiente
y sonríe―. Por cierto, aun no me has dicho nada respecto a la cena.
―Cierto. Te lo comento los detalles en la semana, es el próximo
fin ― ¿Eso quiere decir que nos veremos estos días?

94
― ¡Ah! ―Lo que me recuerda que no tengo nada que ponerme.
¡Rayos! Y supongo que no será una cena ordinaria―. ¿Debo ir vestida
de alguna manera en particular? ―Mierda. No había pensado en eso.
―Yo me encargo de eso.
― ¿Qué? ―Definitivamente no― No, Jared.
―Te debo un vestido ―Niego.
―No, ya me lo diste.
―Sí, pero jamás permitiría que lo vuelvas a usar en público
―Rio abiertamente ante su expresión horrorizada. ¿Celoso?
― ¿Por qué? Es lindo y creo que dijiste que se veía lindo ―lo
provoco.
―Demasiado lindo, pero no ―niega con convicción―. Te
comprare uno adecuado.
―Jared…
―Sin peros, Conny. ¿No quieres saber que me confesaste
anoche? ― ¡Demonios!
―Mmm…
Sigue sin gustarme la idea de que me compre cosas. Quizás
pueda tomar algo de mis ahorros y comprar uno decente, para no
depender de él. Y debo devolverle sus cosas a Carver cuanto antes.
Detiene el auto frente a mi edificio, baja y abre la puerta para
mí.
― ¿Quieres tu camisa? ―pregunto tirando del dobladillo. Me
he vestido con mi ropa, pero ha insistido que llevara su camisa puesta
encima.
―No.
― ¿No? Oye esta será la tercera que tenga en mi poder ―Se
encoge de hombros y me toma de la cintura para pegarme a él.
―Tienes muchas otras cosas mías en tu poder, créeme que la
ropa es lo de menos ― ¡Mierda! Me siento un poco acalorada ante su

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afirmación y sobre todo lo intenso de sus ojos. Rodeo su cuello y con
mi nariz rozo la suya.
―Esto es un poco extraño ―confieso. Sobre todo que diga las
cosas tan directamente me hace sentir rara―. Tú me haces sentir
extraña.
―No tienes idea como me haces sentir, Conny ―Levanta mi
barbilla y me besa despacio―. Tengo un día caótico mañana…
―Tranquilo ―También tengo cosas que hacer y con su
hermano pasaba meses sin saber de él, así que estoy acostumbrada a
ser dejada atrás―. Sabes dónde encontrarme ¿no? ―Asiente y
acaricia mi mejilla.
―Nos vemos, princesa.
Veo su auto desaparece y entro al edificio. No es que crea que
esto será un cuento de princesas, a pesar de que Jared parece un
auténtico príncipe, pero estoy confusa. Despierta en mí, cosas que creí
nunca volver a sentir, me hace dependiente, me hace querer más de
él. Y aunque eso podría ser bueno, también es malo. ¿Y si solo intenta
jugar? ¿Me está tomando en serio? O ¿Soy un juego como para
Carver? Sé que no debería englobarlos, puesto que dos distintos, pero
finalmente son hermanos. ¡Qué lio!
― ¡Conny! ―canturrea Dafne al verme cruzar la puerta.
―Hola ―saludo con desgana.
― ¡Mujer! ¿Quieres matarme? ―Rio y niego―. Traes una cara.
¿Qué paso? ―Me encojo de hombros mientras me acomodo en el
sofá.
―Un montón de cosas ―Esposada, alimentada y chantajeada,
todo eso fue lo que paso―. Pero no recuerdo nada de lo que paso
anoche ―Se ríe―. ¿Cómo es que termine con él?
― ¡Ay amiga! Ni yo misma sé que paso. Te encontré en la barra,
borracha. Pensé que lo mejor era irnos, así que te deje en ahí y fui a

96
buscar a Edna y a Mila, pero cuando regrese estabas comiéndote a
besos a ese hombre ― ¡Mierda!
― ¡Dios! ―No me quiero imaginar la escena.
―Por cierto, cuando dijiste que Jared estaba bueno te quedaste
corta, está buenísimo el tipo.
―Lo sé ―Mas que bueno.
―Pero… ―Se muerde el dedo mirándome con una expresión
divertida.
― ¿Qué?
―La forma en la que te mima. ¡Wow!
― ¿Qué te puedo decir? ―Todas las atenciones y cosas que me
ha dicho esta mañana aun me tienen por las nubes.
―Pues a mí no, pero a tus amigas, sí.
― ¿Qué quieres decir?
―Pues que no le has contado a nadie que terminaste con Carver
y ellas estaban tan sorprendidas por como estabas con él. Sobre todo
Edna, quien se quería comer con la mirada a tu hombre.
― “Mi hombre”.
―Eso parecía anoche. Tu hiciste una rabieta y él sin más te
siguió el juego. Creo que ese hombre esta loquito por ti.
― ¿Crees? ―Pone los ojos en blanco.
―Pero ¿y Carver? ―Resoplo. No quiero saber nada de él, ahora
menos que nunca.
―Nada. Terminamos.
―Y su hermano, ¿sabe que fueron novios?
―Sí.
― ¿Se lo dijiste?
―Lo intuía por el cuadro y así, pero esta mañana se lo conté
―Me mira con los ojos como platos―. Tenía que decirle.
― ¿Y qué dijo? ―pregunta expectante.

97
―Nada.
― ¿Nada? ―Asiento demostrando que también me cuesta
creerlo―. Vaya, creo que son muy compartidos ―Le arrojo un cojín.
― ¡Hey! Nadie está compartiendo nada. Carver y yo ya no
somos nada.
― ¿Estas segura de que él lo ha comprendido? ―Eso es
justamente lo que me tiene inquieta. Sobre todo por cómo están
avanzando las cosas con Jared. Me queda claro que para Carver no
soy más que un juguete, pero ¿cómo reaccionara cuando sepa de Jared
y mí?
―No sé.
―Deberías hablar con él.
―No voy a buscarlo y él no tiene por qué hacerlo ―No tengo
porque hacerlo―. Voy a cambiarme de ropa ―digo poniéndome de
pie.
―Conny ―dice con voz seria― No dejes nada al azar y si vas
en serio con Jared, finiquita tu relación como se debe con Carver.
No contesto, sigo de largo y entro en mi habitación. “Finiquitar”
En realidad creo que “eso” hace mucho que termino. Tal vez fue la
costumbre o mi soledad lo que me mantenía esperando por él todo
este tiempo. Dudo mucho que haya sentido realmente algo por mí y
lo que yo pude sentir por él, poco a poco desaparece, más aun por la
manera en la que Jared me hace sentir. ¡Jared! ¿Es real?

Martes por la mañana. Tengo una pila de trabajo gracias a mi


adorada jefa, seguro intenta castigarme por no estar casi nunca en la
oficina, pero no es mi culpa. Como sea, llevo dos días sin saber de
Jared. No ha enviado texto ni lo he hecho yo, no tenemos nada
concreto, a pesar de sus palabras. Se siente un poco extraño.

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― ¡Buenos días, Conny! ―La odio.
―Buenos días, Laisa ―respondo con una sonrisa forzada.
―Qué bueno que llegaste ―La miro extrañada. ¿Qué quiere
esta bruja de mí? Se levanta de su asiento y camina hacia mí. No
ocupo mi silla, la miro con atención―. Necesito que entregues esto
hoy mismo ―dice ofreciéndome la hoja.
― ¿Qué es? ―pregunto sin poder evitarlo.
―Los recibos de pago ― ¡Genial! Sabe perfectamente que
tengo mucho trabajo atrasado por todo el asunto de la exposición
privada para Jared y ahora tengo que fungir como mensajera. Solo
quiere joder.
―Pero ¿no se envían por mail?
―Sí, pero es un caso especial, pidió que lo entregamos
personalmente y puesto que está pagando, no debemos poner peros
―En otras palabras “tienes que hacer lo que te diga” ― Sabes que
iría yo, pero estoy muy ocupada ― “Si, mirando tu portátil” Sonrió
falsamente y tomó la hoja que ha dejado sobre mi escritorio.
―De acuerdo ―Veo el nombre y me voy de espaldas―.
¿Inversiones Leiner?
―Así es linda, el señor Leiner ― ¿Es en serio?

A la hora del almuerzo me escapo de la oficina y me dirijo al


imponente edificio. No sé porque sospecho que esa “Petición” tiene
algo detrás, al más puro estilo Jared. Cosa que confirmo cuando su
secretaria se pone de pie en cuanto me ve. Me abre la puerta y
entonces lo veo.
―Buenos días, señor Leiner ―El saludo me sale pésimo y lo
noto por la sonrisa que intenta ocultar la rubia.

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―Con permiso ―dice y cierra la puerta. ¡Qué vergüenza! Jure
y perjure que no volvería a pisar este lugar después de mi último
escape, pero tal parece que Jared se ha encargado de que eso no sea
posible por algún tiempo.
―Ven aquí, señorita Damme ―Me llama extendiendo su mano.
¡Esta guapísimo! Obedezco y camino hasta donde está sentado. Me
toma de la cintura y me hace apoyar sobre su escritorio.
― ¿Quieres explicarme que fue lo que hiciste esta vez para
tenerme aquí? ―pregunto fingiendo malestar.
―Necesito ver a mi princesa ―dice muy ladino―. Y el señor
Peterson se comprometió a enviarme un comprobante cada vez que
depositará ―Lo sabía. Pero lo cierto es que yo también quería verlo.
Me inclino y lo beso. Me encanta. Tira ligeramente de mi nuca para
profundizar el beso―. Me encantas ―murmura. «No tanto como a
mí», pienso para mí misma.
Está claro que decirle lo que sientes a un hombre, no siempre es
buena idea y aunque me tiene en sus manos, creo que aun vamos un
poco de prisa. Así que debo tomar un poco de precauciones y no
dejarme ir.
―Señor Leiner ―La voz de la rubia a través del teléfono se
escucha, me irrita porque rompe el encanto, pero más que eso, trae
una especie de deja vu. ¡Por favor que no sea lo que imagino! Jared
se separa ligeramente de mí y pulsa uno de los botones del aparato.
―Dime.
―Su hermano está aquí ― ¡Mierda! Me apartó de un salto, lista
para huir, pero Jared me sujeta―. ¿Conny? ―Me mira
desconcertado. No estoy lista para ver a Carver y menos cuando él
está presente.
― ¡Por favor! ―Suplico―. No quiero verlo ―Explico.

100
―¿Donde esta? ―pregunta Jared a su secretaria, sin soltar mi
brazo ni quitarme la mirada de encima.
―Afuera de su oficina ― ¡Joder! Me libero de su mano y corro
hasta el pequeño baño.
―Conny.
―¡Por favor! Por favor, Jared ―Suspira y niega, pero se
acomoda en su sitio.
―Dile que pase ―Justo unos segundos después la puerta se
abre y aparece Carver.
Con su típico caminar despreocupado, su cabello rubio oscuro y
despeinado, chaqueta de piel y su sonrisa coqueta. El mismísimo
Carver Leiner. Mi ex.
―Hola hermanito ―canturrea mientras se acomoda en la silla.
― ¿A qué debo el honor de tu visita? ―pregunta secamente.
Jared parece realmente molesto y quiero morirme. Soy una tonta. No
puedo pasármela escondida y evitándolo.
―Nada, estaba cerca y quise pasarme.
―Es la segunda vez en el mes que vienes ― ¡Mierda! Está
molesto y su ironía lo delata. Pero ¿Es conmigo? O ¿Con su hermano?
―Bueno, en realidad vine por el rumor que corre por toda la
empresa.
―¿Rumor? ―pregunta Jared enarcando una ceja.
―Si. Que tienes una mujer y una muy bella. ¿Es cierto? ― ¿Lo
sabe? ¡Dios!
―Si ―contesta mirando en mi dirección. ¡Madre mía! Esto no
pinta nada bien.
―¿Y la conozco? ― ¡Mierda! ¡No!
―Si ―responde con firmeza. ¡Ay no!
― ¿En serio? ―Esto no terminara bien. No quiero escuchar,
pero al mismo tiempo siento que debo hacerlo.

101
―Sí, es una de tus chicas ―Sus palabras me caen como balde
de agua fría. Sé que no lo dice en mal sentido, pero me duele la forma
en la que suena. ¡Esto es un error! Dijo que no le importa que haya
estado con su hermano, pero sus palabras me indican otra cosa.
―¿De verdad? ―pregunta con curiosidad Carver.
―Si. ¿Hay algún problema?
―No, para nada. Quédatela. Sabes que ninguna de ellas me
importa ― ¡Maldito! Una vez más compruebo que Carver es un
idiota―. Pero dime algo ¿Vas en serio con ella? ―Me pongo rígida
y miro el rostro de Jared. Quizás no me guste su respuesta. ¡Quiero
irme de aquí! No quiero saber.
―Quien sabe ―Bueno, al menos es sincero. Yo tampoco se.
―Deberías pensártelo mejor. Ninguna de ellas lo vale y son
demasiado interesadas. Solo buscan dinero ―dice con desdén. ¡No lo
puedo creer! ¿Ninguna lo vale? ¿Solo buscan dinero? ¡Te odio
Carver! Eres un cabrón.
―Ella lo vale para mí ―afirma Jared mirándome y siento que
me echare a llorar. No hay ironía en sus palabras, ni en sus ojos. Lo
dice completamente en serio.

102
Capítulo 9
Una de las pocas o muchas cosas que aprendí de mi madre, fue a
desconfiar. Ella siempre decía que no podía creer en las personas, porque
ellas tarde o temprano se van y entonces te quedas sola. Supongo que en
gran parte se debe al abandono de mi padre. No la culpo, pero me
transmitió sus miedos e inseguridades. Me enseño que solo puedes fiarte
de ti mismo y que siempre hay que desconfiar de los demás. Carver
nunca prometió nada, nunca hizo juramentos de amor, era alguien que
iba y venía y que se ajustaba a mi forma arisca. Sin embargo, justo ahora
me doy contra la pared, Jared parece sincero y eso me hace sentir
culpable.
―Como quieras ―murmura Carver con indiferencia―. Tú
sabes lo que haces.
―Lo sé ―afirma Jared―. ¿Cómo va el negocio?
Retrocedo y me desconecto de su conversación. Cierro los ojos
y medito sus palabras. Me molesta la forma tan despreocupada en la
que Carver se refiere a “sus chicas”, es un patán que no toma en serio
a ninguna mujer, pero más me irrita saber que he sido parte de ellas.
¡Es un cerdo! Sin embargo, lo que ha dicho Jared me ha dejado de
piedra. ¿Va en serio conmigo? ¿A pesar de saber que salí con su
hermano? ¿A pesar de mi comportamiento extraño? ¿A pesar del caos
que soy? Suspiro mientras niego con un movimiento de cabeza. Me
paso las manos por el pelo y abro los ojos al escuchar que la puerta se
abre. Es Jared.
Abre por completo la puerta, no dice nada, parece estudiar mi
expresión, y yo no puedo evitar que mi cara refleje la incredulidad y
desconcierto por todo lo que acabo de escuchar. Carver es un
auténtico idiota, del que no deseo saber nada nunca, pero es hermano
de Jared, de cierto modo tendría que verlo o estar relacionada con él.
Claro, eso en caso de que Jared quiera que siguiéramos viéndonos,

103
podría mandarme el demonio en este momento y creo que lo
entendería. Fue muy inmaduro de mi parte esconderme y no dar la
cara.
―Lo siento ―digo con sinceridad haciendo una mueca de
arrepentimiento. Jared no dice nada y eso solo aumenta mi aflicción.
Desde luego que no ha sido mi intención hacerlo sentir mal, pero soy
consciente de que lo he hecho. Soy una tonta―. Quizás debería irme
―murmuro intentando avanzar.
―No ―dice apoyando las manos sobre las laterales del marco
de la puerta, bloqueándome el paso. Lo miro sin comprender―. ¿No
recuerdas lo que dije? ―Desde luego que lo recuerdo. «No te dejare
ir».
―Quizás has cambiado de idea ―digo sin resentimiento.
―Conny ―dice con expresión seria. No me gusta cuando pone
cara de malo.
―Creo que esto no es una buena idea, Jared ―Bajo la mirada.
Me siento terrible. Él ha sido muy sincero y yo solo soy una cobarde
e insegura que siempre intenta hacer lo que mejor saber hacer. Huir.
― ¿Crees? ―pregunta mientras entra en el reducido espacio y
corre el pestillo de la puerta. Siento el calor que su cuerpo emana,
estamos a escasos centímetros―. ¿Realmente lo crees? ―Por
supuesto que no, para nada lo creo, pero…
―Soy un caos ―confieso. Niega despacio.
―Ven aquí ―Tira de mí y me abraza sin decir más. Paso mis
brazos por su dorso hasta aferrarme a su espalda, mientras sus manos
acarician mi pelo.
―Lo siento ―repito contra su pecho, cerrando los ojos y
disfrutando de la comodidad de estar entre sus brazos.

104
―No pasa nada ―Sé que si pasa, lo vi en su expresión, en sus
ojos, así como también lo percibí en su voz. Estaba molesto, muy
molesto.
―Pero…
―Tranquila, mi princesa ―Esbozo una ligera sonrisa y me
aferro más a él.
― ¿Sigo siendo tu princesa? ―pregunto intentando romper la
tensión. Me suelta y levanta mi rostro.
―Por supuesto. Eso no cambia ―Acaricio su mejilla y
suspiro―. Pero debo castigarte ¿lo sabes? ― ¿Castigarme?
―Espera… ―Me levanta de la cintura y me coloca sobre el
lavamanos―. ¿Jared? ―Sus ojos arden de deseo. Es demasiado que
me deja sin aliento. Una de sus manos me sujeta y la otra comienza a
desabrochar sus pantalones. ¡Madre mía! ― ¿Qué haces? ―balbuceo.
―Hacerte mía ―murmura con voz grave y sensual. Me agito al
instante e intento bajar, no porque no quiera, sino porque estoy en
horario de trabajo y no es buena idea.
―Jared ―Me aprisiona con su cuerpo y niega―. Estamos en
un baño ―Que escusa tan patética. Sus labios se curvas y suavizan su
expresión.
―En el baño o donde sea, mi princesa. Te necesito justo en este
momento.
¡Mierda!
Separa mis piernas y se coloca entre ellas para comenzar a
besarme. No tiene caso resistirme, yo también lo deseo. Sus manos
levantan mi falda con un movimiento descuidado y veloz.
― ¡Jared! ―gimo cuando su pulgar roza mi centro.
―Me fascinas, Conny ―Retira mis bragas y jadeo cuando lo
siento rozar mi entrada.

105
― ¡Ja… Jared! ―gimoteo al percatarme de algo―. ¿Y el
condón? ―pregunto con un hilo de voz.
―No hay tiempo ― ¿Qué?
Son incapaz de protestar, su boca se abalanza sobre la mía al
mismo tiempo que me penetra con violencia. Mis manos desesperadas
buscan un punto de apoyo, mientras las suyas me mantienen fijas
sobre la superficie de mármol. Sujeto uno de sus brazos y con la otra
mano me aferro al borde de la superficie. Golpea con fuerza en mi
centro, es duro y salvaje como en su escritorio, pero hay algo más.
Puedo saber lo que intenta hacer, o mejor dicho, probar. Lo
comprendo y no lo culpo. Sus estocadas frenéticas, sus labios
apasionados y la tensión que destila me lo indican.
―Jared ―jadeo loca de deseo. No duele, pues a pesar de que no
es contenido y de que está dejándose llevar, se mantiene al cuidado
de mí.
―Dime que eres mía ―murmura con voz agitada―. Di que eres
solo mía ―¡Lo sabía! Intenta comprobar que le pertenezco. Mi
comportamiento le ha dejado entrever que aun siento algo por su
hermano y desde luego que a nadie le gustaría eso.
―Si ―digo con firmeza.
― ¿Si qué? ―gruñe. Sonrió ante su urgencia y en respuesta me
penetra con violencia―. Dímelo, Conny ―insiste.
―Soy tuya, Jared ―jadeo desesperada al borde del precipicio
al que me arrastra cada vez que me toca. Desde luego que soy suya,
no tengo dudas.
― ¡Mía, Conny! ¡Eres mía! ―gruñe contra mi cuello y de nuevo
toma mi boca.
― ¡Jared! ―grito al sentir la bruma del orgasmo invadir mi
mente y sacudir mi cuerpo con deliciosos espasmos. Al mismo tiempo
me percato de la tibieza de su esencia que se desbordar en mi interior.

106
―Mi princesa ―susurra mermando la fuerza con la que entra
en mi―. Mía ―repite sosteniendo mi rostro. Pasó mis dedos entre
sus cabellos y sonrió.
―Tengo el trasero adolorido ―me quejo y él deja escapar una
carcajada. Me derrito al ver su rostro relajado y al escuchar el precioso
sonido que sus labios emiten. Jared Leiner ríe.
―Mi princesa es demasiado sincera ―Le doy un golpe en el
hombro.
―Esta frio ―Se mueve y sale de mí. Arregla su ropa y toma
una toalla. Limpia la parte interna de mis muslos. Suspiro y niego.
Soy una tonta, hace tiempo que deje las anticonceptivas.
―No pasa nada ―dice al ver mi expresión preocupada. ¿No
pasa nada? ¿Debe bromear?
―Sí, pasa algo, señor Leiner ―digo con ironía. Sonríe. Tira el
papel en el cesto y me toma en brazos.
―Puedo hacerme cargo ― ¡Mierda! Su cara me indica que lo
dice en serio. Cosa que me hace entrar en pánico― ¿Qué?
―Estás loco ―lo recrimino. Se acomoda en su silla y me coloca
sobre sus piernas.
―Regularmente no suelo serlo… ―dice pensativo.
―Sí, ya sé que te lo contagio ―farfullo y eso lo hace reír. Me
encantaría quedarme todo el día sobre sus piernas, pero tengo que
regresar al trabajo―. Creo que debería irme.
― ¡Hey! ―protesta a la defensiva.
―A trabajar ―aclaro.
―No vayas ―murmura acercando su boca a mi cuello.
―No puedo ―gimoteo sin lograr escapar. Tengo sus labios
sobre mi piel y eso me hace perder el hilo de mis pensamientos.
―Quédate toda la tarde conmigo.
― ¿No tienes trabajo?

107
―Puedo cancelarlo.
―Pero yo no, si no me reporto… ―Como si la hubiera
invocado, mi teléfono comienza a vibrar― ¡Mierda!
― ¿Quién es? ―pregunta.
―Mi jefa.
― ¿Cómo lo sabes? ―Me encojo de hombros mientras me
pongo de pie y corro hasta el baño, donde la he dejado. Tomo la bolsa
y saco el móvil.
― ¿Conny? ―grita molesta. ¡Bruja!
―Sí, soy yo ―respondo mientras salgo y veo a Jared
observarme con atención.
― ¿Hiciste lo que te pedí? ― ¡Mierda!
―Voy en camino.
― ¿Aun no? ¿No te dije que era urgente?
―Sí, pero…
―Solo hazlo.
―Sí, si ―Cuelgo y pongo los ojos en blanco.
― ¿Tu jefa?
―Si. La odio. Es una bruja.
― ¿Tanto así? ―pregunta divertido.
―Sí y le gustas ―La sonrisa se le borra de la cara y noto como
se pone tenso―. ¿Lo sabias? ―Se encoje de hombros y se pone de
pie.
―Me encantaría que te quedaras conmigo.
―No puedo.
―Lo sé. Pero tienes un castigo que pagar.
― ¿Qué?
―Por intentar huir ―Lo miro suplicante, pero tiene razón.
― ¿Qué quieres que haga?

108
―Que te quedes esta noche conmigo ―Esbozo una sonrisa
boba. ¿Eso es un castigo?
― ¿Seguro? Ronco y hablo dormida.
―Eso es mentira ― ¡Mierda! Se acerca y me toma de la
cintura―. Por favor, Conny, no intentes huir de mi ―Su petición es
sincera y me deja anonadada.
―De acuerdo ―Acaricia mi mejilla y asiente.
―Te llevara el chofer, Conny.
― ¡No! ―Arruga el ceño―. Sería raro…
―Es solo cortesía.
―Tengo mi auto.
―No tienes auto. Se quedara como rehén.
― ¿Qué? ―Este hombre esta chiflado.
―Garantía de que pasaras la noche en mi casa.
―Pero…
―No hay peros, princesa. Y sobre la cena, es el próximo
viernes.
― ¿Viernes? ―Asiente― ¿A qué hora?
―Te recojo a las 4 ―No puedo.
―Pero…
―Yo me encargo de tu jefe ―Sonrió con ironía y niego.
―No puedes hacer eso. ¿Qué va a pensar? ―Si no es que ya
piensa algo respecto a nosotros.
―Nada. Qué necesito un poco de ayuda con las pinturas que
compre.
―Jared… ―No, definitivamente no es buena idea.
―Tu déjamelo a mí ―Que él se haga cargo, me da más miedo.
Este hombre es un controlador.

109
―Llegamos, señorita ―anuncia el hombre abriendo la puerta.
Suspiro y niego.
―Gracias ―digo a regañadientes―. No tardo.
Jared ha enviado a su chofer a recogerme a la oficina, me ha
llamado para decirme que tengo una hora para estar lista y en la puerta
de su casa.
― ¿Y eso? ―dice Dafne observándome con curiosidad. Está en
la entrada del edificio y me ha visto bajar del auto.
―Mi transporte ―respondo con ironía mientras le quito una de
las bolsas que lleva en las manos.
― ¿Jared? ―Asiento mientras entro al edificio―. ¿Por qué?
―Es mi castigo ―Me mira como si estuviera loca. Suspiro―.
Es que… Carver fue a su oficina cuando estaba ahí.
― ¿Qué? ¿Lo sabe?
―No ―Su alegría de desinfla.
― ¿Por qué no?
―Me escondí en el baño ―Pone mala cara y niega. Las puertas
del elevador se abren y entramos.
― ¿Por qué? ―Me encojo de hombros.
―No sé.
― ¡Ay amiga!
―Lo sé. Soy una tonta.
― ¿Y qué hacia Carver?
―Sabe que Jared está saliendo con una de sus “chicas”.
―Pero no sabe que eres tú.
―Exacto. Además…
― ¿Qué?
―Jared dijo que yo valía la pena. No sé.
―Es evidente que le gustas.
―Supongo. Pero…

110
―Ese tipo está loco por ti.
―Si ―Él mismo me lo ha dicho y comienzo a creer que decía
la verdad.
―Quiero uno así.
―Es mío ―bromeo mientras salimos del elevador.
―Entonces… ¿Están en una relación?
―No sé ―Arruga la frente―. No creo que él sea un hombre de
relaciones serias.
―No entiendo.
―Mírame y míralo.
― ¡Ay no! ¿Te sientes acomplejada? Con Carver nunca fue así.
―Es distinto.
― ¿Por qué?
―Jared es un hombre más serio y formal. Debe tener muchas
mujeres que gusten de él…
― ¿No te has visto en un espejo?
―Dafne. Sabes a lo que me refiero.
―Él sabe dónde vives, donde trabajas… ―Pero no conoce a mi
familia, a mi madre y su historial.
―Como sea.
― ¿Y entonces? ¿Por qué sales con él? ¿Es por Carver?
―No ―Me mira interrogante― Creo que me gusta ―admito.
―Me lo imagine.
―Lo cierto es que no tengo idea donde terminen las cosas, no
sé si de verdad me está tomando en serio…
―No porque Carver sea un idiota, Jared tiene que ser igual. ¿A
que le temes Conny? ¿A que hayas encontrado a tu príncipe?
«Más bien a que termine convirtiéndose en sapo».

111
Capítulo 10
―No lo sé ―respondo hundiendo la llave en la cerradura y
haciéndola girar. Dafne sonríe y niega. Sabe que miento.
―Lo que creo, es que tienes miedo.
―No lo tengo ―debato débilmente.
―Conny, si no se alejó de ti cuando huiste de su mansión, de su
oficina o cuando lo dejaste con los calzones a medias nachas y
también te fuiste, o incluso cuando le dijiste lo de Carver, no creo que
lo haga ahora. Si el tío solo quería un buen polvo, ya lo tuvo y aun así
sigue detrás de ti. ¿No lo crees?
―Quizás ―concedo mientras entramos al departamento. No he
pensado, bueno quizás un poquito, en el hecho de que Jared no haya
perdido el interés en mí. A pesar de que soy todo un caso.
― ¡Ay mujer! Eres demasiado complicada. Pero supongo que
mientras son peras o son manzanas, solo deberías disfrutarlo y ya.
Total, está muy bien ―Pongo los ojos en blanco.
― ¿Gracias? ―digo con ironía. Ella se echa a reír al ver mi
expresión―. Esta debería ser la parte en la que me dices que lo deje
porque me romperá el corazón o porque es el hermano de Carver.
Antes dijiste que eso no podía ser.
―Si lo digo ¿Lo harías? ¿Lo dejarías? ―Me muerdo el labio
incapaz de contestar, y eso provoca que su sonrisa se amplié más―.
Lo sabía ―dice mirándome divertida―. Conny Damme, te hemos
perdido ―canturrea con gesto teatral mientras se dirige a la cocina,
dejándome plantada a mitad de la sala, meditando en sus palabras.
¿Perdida?
Creo que ha dado en el clavo, estoy perdida, completamente
perdida por Jared. Y definitivamente, aunque lo quisiera, no podría

112
escapar y desde luego eso es malo. Aunque, también tiene razón en
cuanto a que no es igual que Carver.
Dejo de lado mis pensamientos y entro a mi habitación. Arrojo
mis cosas sobre la cama y rápido me dirijo al armario. Me cambio de
ropa y empaco una muda limpia. Me emociona pensar en cual podría
ser su “castigo”. ¿Estoy loca? Sí, creo que también he perdido la
cabeza. Aunque espero que no me salga con rollos sadomasoquistas
o extraños, porque esas cosas no me van, menos después de lo que vi
con Carver.
―Me voy ―digo al salir de mi cuarto. Dafne me mira mientras
se mete a la boca una cucharada de cereal.
―Diviértete ―balbucea con la boca llena―. Y comételo entero
―dice simulando tener algo en la boca.
― ¡Cochina! ―le grito mientras abro la puerta. Escucho como
ríe y me llama “puritana”. Ruedo los ojos mientras me dirijo al
elevador.
Subo al auto con una enorme sonrisa en el rostro y me dedico a
jugar con mi móvil ansiosa por llegar. Su chofer me indica el piso y
me acompaña hasta el elevador cuando llegamos al edificio. Veo los
números avanzar con nerviosismo y cuando las puertas se abren se me
corta la respiración. Jared sigue teniendo ese efecto en mí, acelera mi
corazón y hace que mis piernas se vuelvan disfuncionales, lo mismo
que mi cerebro.

―Bienvenida ―dice con un gesto caballeroso, ofreciéndome su


mano.
¡Esta guapísimo!
Se ha quitado el saco y la corbata, lleva un par de botones
desabrochados de la parte superior de la camisa, dejando entrever sus

113
pectorales. Se nota relajado y cómodo, cosa que me gusta y que me
transmite seguridad.
―Gracias ―respondo tomando su mano―. Aunque dime
algo… ―Me mira curioso.
― ¿Qué?
― ¿Debería preocuparme por el castigo? ―inquiero mirándolo
acusadoramente. Me rodea por la espalda y pega su entrepierna a mi
trasero, haciéndome dar un salto.
―Quizás ―ronronea en mi oído y yo me fundo. ¡Dios! Este
hombre me vuelve loca. Me quita la bolsa y la coloca sobre el sofá―.
¿Te ofrezco algo de tomar?
―Lo que sea, menos alcohol ―Me muestra una sonrisa
socarrona y se encoge de hombros.
― ¿Por qué? ―Pongo los ojos en blanco.
―Estoy intentando recuperar mis memorias perdidas de la
aquella noche.
―Lo harás ―afirma tomándome de la mano, me conduce a su
cocina. Todo es impresionante, no recuerdo nada de la otra noche y
en la mañana estaba demasiado inquieta para prestar atención. Pero
todo esta pulcro y ordenado, no pueden faltar los cuadros y algunas
esculturas adornando el lugar.
Me sienta en uno de los banquillos junto a la mesa y me observa
pensativo.
― ¿Qué quieres de cenar? ―pregunta inclinándose ligeramente
sobre mí. ¿Comer? No tengo mucha hambre, pero no quiero
desairarlo.
― ¿Pedirás comida? ―Ha dicho que la cocina no le va y aunque
no tengo una sazón tipo “abuelita” o “Chef profesional”, creo que no
está mal mi comida o al menos Dafne nunca se ha quejado.
―Si ―responde despreocupado.

114
― ¿Siempre ordenas comida? ―No dudo que sea de la mejor
calidad, pero ¿no se enfada? A veces comer en casa, no es tan malo.
―Mmm… sí.
― ¿Quieres que te cocine algo? ―pregunto animada. Niega
apoyando sus manos en mis muslos y hundiendo su rostro en mi
cuello.
―Eres mi invitada, no puedo permitirlo.
―No se me caerán las manos si lo hago.
― ¿Sabes? Yo quiero comerte a ti ―murmura con tono jocoso.
―Estás loco ―Rio divertida.
―Sí, muy loco ―Su mano mueve mi cabello dejando despejado
mi cuello y entonces siento como su boca se mueve despacio,
marcando un trayecto delicioso que despierta mis ganas―. ¿Tienes
mucha hambre?
Sonrió al adivinar a dónde quiere llegar. Creo sin duda, cenar
Jared suena más apetitoso que cualquier otro platillo.
―Mmm… ―finjo pensármelo. Pero entonces sus manos
separan mis muslos y suben aproximándose a mi centro.
―Conny ―susurra con voz sensual. ¡Al carajo la cena!
―No tengo hambre ―aseguro.
―Perfecto ―Me toma en brazos y sale de la cocina. Aprovecho
para juguetear con su pelo mientras entramos a la recamara. Se
detiene frente a la cama y me mira pensativo―. ¿Con baño o sin
baño? ―Me encantaría un baño primero, aunque perdernos de
inmediato entre las sabanas tampoco suena tan mal.
―Tu eres quien impondrá el castigo ―le recuerdo. Sonríe con
malicia y me besa la nariz.
―Creo que no debiste cederme el control, princesa ―dice
amenazante. ¡Madre mía! Da vuelta y se encamina al baño.

115
Mi corazón golpea con fuerza mi pecho. Este hombre me mata
y no saber que cruza su mente aún más. Me coloca debajo de la
regadera y entro en pánico al pensar que abrirá la llave y que mis
zapatos terminaran mojados. Pues no he traído otros conmigo.
―Primero un baño ―dice mientras sus manos levantan mi
blusa. Suspiro aliviada y dejo que me desnude. Jared no dice nada
parece concentrado en su labor y yo me dejo―. Eres hermosa,
princesa ―susurra pasando su dedo por el borde de mi pezón. Jadeo
y cierro los ojos. Me resulta increíble como el mínimo contacto de sus
manos me enloquece―. Conny ―Abro los ojos y lo miro―. ¿Debería
castigarte o complacerte? ―Me muerdo el labio inferior y deslizó las
manos por su pecho, que aún está cubierto por su camisa.
― ¿Qué te gusta más? ―pregunto con descaro. Él sonríe
haciéndome sonreír también.
― ¿Quieres que me la quite? ―dice tomando mis manos.
―Si ―Coloca mis manos sobre uno de los botones.
―Por favor ―pide. Con rapidez desabrochó todos los botones
y la empujó por sus hombros hasta que la saco. Él la toma y la arroja
al piso. Suspiro mientras mis manos de deleitan palpando su piel―.
Creo que sin duda le daré placer a mi princesa ―Se quita los
pantalones, seguidos por el bóxer.
Me encanta cada parte de su anatomía. Y sonrió al recordar las
palabras de Dafne sobre comérmelo. Si contemplara lo que justo
tengo frente a mí, seguro se iba de espaldas.
― ¿Qué estará cruzando por esa mente? ―inquiere mirándome
fijamente. Me encoge de hombros.
―Pienso que me cenare ―bromeo y su sonrisa se amplia.
― ¿De verdad? ―Me levanta de las caderas, trabo mis piernas
en su cadera y su mano gira la llave haciendo que las gotas de agua
nos cubran.

116
Sus ojos arden de deseo. Se apoya en la pared y mueve su
miembro hasta colocarlo en mi entrada, me levanto ligeramente y
entonces siento como me penetrar.
Me aferro con ambas manos de sus hombros, mientras él me
sujeta de las caderas haciéndome subir y bajar sobre su pene. Cada
descenso sabe a gloria. Me inclino hasta que capturo su boca, hundo
mi lengua en su interior y escucho como gime. El agua y su sabor se
mezclan. Me gusta, podría convertirse en mi favorito.

Siento como sus dientes mordisquean mi oído y como su


erección matutina golpea mi trasero. Gruño y me giro para verlo.
Incluso una visión despeinada y somnolienta de Jared Leiner es
increíble. Paso mis dedos por los mechones de su pelo.
―Buenos días, princesa ―dice al ver que no digo nada. Me
acerco y deposito un beso en sus labios.
―Buenos días, príncipe encantador ―Pone los ojos en blanco
y encuentro un nuevo método para hacerle desistir de ese apodo tan
raro.
― ¿Crees que me parezco a esa caricatura?
― ¿Has visto la película? ―Se encoje de hombros―. ¿Qué hora
es?
―Temprano ―asegura sujetándome de la cintura. Miro por la
ventana, la claridad que muestra me inquieta. Intento girarme para
alcanzar mi móvil, que descansa sobre el mueble junto a la cama, pero
Jared me retiene.
―Espera… ―protesto hasta que por fin lo alcanzo―. ¡Mierda!
Son las 8:30 ―Me libero de sus manos y salgo de la cama.
―Es temprano ―repite y en respuesta, lo fulmino con la
mirada.

117
―No lo es ―Salgo corriendo hacia la sala. Tomo mi bolsa y
regreso a la recamara. Jared no se ha movido―. ¿No tienes que
trabajar? ―pregunto mientras tomo el sostén y comienzo a
ponérmelo.
―Más tarde ―comenta como si nada―. Aunque estaba
pensando… ―dice mientras se incorpora un poco para verme
ponerme las pantis. Es un descarado―. ¿Y si nos quedamos en la
cama todo el día? ―Quisiera.
―No puedo ―aseguro metiendo las piernas en el pantalón―.
Tengo que trabajar.
― ¿Quieres que hable con tu jefe?
― ¡No!
―No creo que tenga problemas con que me ayudes…
―Jared ―lo miro muy seria―, dijiste que lo harás el viernes.
No puedes hacerlo hoy, comenzara a sospechar.
―No me importa ―Suspiro al ver que no comprende mis
palabras.
―No debo involucrarme con mis clientes ―explico con
agotamiento―. Ya deberías saberlo, es poco profesional y sería mal
visto ―Claro que es mentira, Jasón estaría encantado de saberlo. Pero
no deseo que comience a manipular las cosas, más de lo que lo ha
hecho.
No dice nada, me mira pensativo. Tomo mi blusa y ahora solo
faltan los zapatos. Entro al baño, pero solo encuentro uno de ellos
junto al tocador.
― ¿Y mi zapato? ―pregunto realmente apurada regresando a la
habitación.
―Creo que cenicienta lo perdió de nuevo anoche ―dice
divertido. Cosa que me enerva aún más.

118
― ¿Qué? Hablo en serio ―Recorro con la mirada el piso del
lugar, pero no está. Es tardísimo, no llegare a tiempo, sino me voy
ahora mismo―. Jared, mi zapato ―¡Mierda! Voy a llegar tarde. Sé
que no los deje en la sala, ni en la cocina, porque fue Jared quien me
los quito en el baño, pero entonces ¿dónde carajos está? Miro el
zapato que encontré y entro de nuevo al baño. Reviso cada sitio, pero
no está― ¡Mierda, Jared!
―No lo sé ―responde con indiferencia, haciendo que mi
desesperación se convierta en irritación―. ¿Dónde los dejaste?
―pregunta con una sonrisa. Sera cabrón.
―Tú me los quitaste ―le recuerdo. Sale de la cama, mostrando
su impresionante cuerpo desnudo, pero ahora estoy que me da algo
que no puedo pensar en eso.
―Tranquila ―susurra con una sonrisa. Entonces caigo en
cuenta.
― ¡Fuiste tú! ―lo acusó. Su expresión responde, abro la boca y
la cierro―. Dame mi zapato, Jared ―exijo perdiendo la calma.
―Quédate conmigo ―suplica intentando abrazarme.
―Jared ―me quejo apartándolo.
―Podemos decir que estas enferma.
―No puedo.
―Conny…
―No. Entrégamelo ―Se cruza de brazos y niega―. Jared.
―No ―dice muy seguro. Mierda son casi las 9. Laisa me
matara.
―Jared, por favor.
―Quédate conmigo ―repite ahora con menos exigencia.
―Mi zapato ―No puedo, aunque quisiera.
―Ese es tu castigo ―Abro y cierro la boca.

119
― ¿Qué? ―No puede hablar en serio, pero parece decirlo en
verdad. Lo fulmino con la mirada. Tomo la bolsa y salgo hecha una
furia.
― ¡Conny!
― ¡Vete a la mierda! ―grito mientras me dirijo a la puerta.
Antes de que logre abrirla me toma de la cintura y me hace girar.
―Conny.
―Si no vas a darme mi zapato, suéltame ―espeto molesta.
Sonríe y me pega contra la pared.
―No ―niega sin arrepentimiento. Intenta besarme pero le
volteo el rostro. Entonces me besa el cuello, estrujando al mismo
tiempo mis glúteos.
― ¡Jared! ―protesto gimoteando.
―Quédate conmigo ―repite. Jadeo cuando acaricia entre mis
piernas y su boca acaricia mis pezones sobre la tela. ¡Mierda!
¡Mierda!
―Jared… ―Eso se me va de las manos. Quiero matarlo y al
mismo tiempo me encanta. Su boca encuentra la mira y me ataca con
frenesí. Enrosco las piernas en su cintura y disfruto del instante.
Posiblemente me despidan por su culpa y ahora sí que me quedare
peor que la cenicienta. ¡Mierda!
―Quédate todo el día conmigo ―susurra―. ¿Si? ―Trampa,
esto es trampa, más que trampa me está manipulando. ¡Mierda!―.
¿Conny?
― ¡Si! ―respondo. Relaja su agarre y me baja, sonrió
acariciando su mejilla y bajando mi mano hasta tomar su miembro, el
cual acaricio poniéndolo duro. Si sufriré yo, también sufrirá él―.
Vayamos a la cama ―murmuro. Él sonríe y asiente. Pero en lugar de
seguirlo, tiro de la perilla de la puerta y salgo de la casa.
― ¡Conny! ―Está en cueros y desde luego que no saldría.

120
―Tengo que trabajar ―digo entrando al ascensor, haciendo
caso omiso de la mirada furiosa que me dedica.
― ¿Y tú zapato? ―Si cree que con eso me detendrá esta como
una cabra.
―Vete al carajo ―Las puertas se cierran ante su mirada atónita.
¡Ash! ¿Y ahora?
Abordo un taxi, puesto que por su fuera poco con mi estúpido
zapato, también tiene mi auto. Pero me las pagara.
― ¿Dafne? ―hablo agitada.
―Conny ¿Qué paso? ―Gracias a Dios, aun no se ha ido al
trabajo.
―Necesito que me hagas un enorme favor.
Desde luego no puedo llegar descalza a la oficina, eso sería
vergonzoso.

― ¿Cómo fue que terminaste sin un zapato? ―pregunta


mientras me ve ponerme los zapatos que ha traído.
―El señor manipulador que quería retenerme ―digo entre
dientes. Ella sonríe―. No es gracioso.
―Creo que es lindo.
―No lo es ―Suspiro y miro la puerta de la oficina. Son más de
las 10. ¡Mierda!
―Tranquila. Nunca has llegado tarde, por un día que lo hagas
no pasa nada ―El problema es que presiento que será el primero de
muchos.
―Te juro que me las pagara ―declaro con determinación. Ella
ríe de nuevo.
―Seguro, pero ahora ve.
―Lo sé.

121
¡La odio! ¡Maldita bruja!
Toda clase de pensamientos llenan mi cabeza mientras miro a
mi jefa. Me ha puesto como lazo de cochino y me ha advertido que
tendré que quedarme una hora extra. ¡Que se vaya a la mierda
también! A la hora de la comida me escabullo para ir al médico, lo
hemos hecho anoche de nuevo sin protección y eso es malo. Me da
una receta para comprar unos anticonceptivos, así como la pastilla del
día siguiente.
― ¿Y ahora que te paso? ―pregunta Jasón mientras termino de
ordenar archivos.
―Tuve un accidente de tráfico ―Miento. Aunque la ausencia
de mi auto, ayuda―. No fue mi culpa ―Eso no es mentira, la culpa
es de Jared. ¡Pero me las pagara!
―Pudiste avisar ―Pongo los ojos en blanco.
―Creo que es en lo último que piensas, cuando estas en apuros.
―Quizás. Por cierto, necesito que el viernes ayudes al señor
Leiner ―Miro a mi jefe y siento el impulso de negarme solo para
arruinar los planes de Jared. Pero necesito saber que dije aquella
noche, aunque quizás dije de todo y tal vez Jared no me diga la
verdad―. Por favor, lindura. Sabes que es un cliente muy importante
―suplica.
― ¿Para qué me necesita? ―Me finjo interesada.
―Tendrá un importante evento en unas semanas y quiere que
ayudes con la decoración.
― ¿Qué? ―¿Eso le ha dicho? ¿No pudo inventar algo mejor?―.
No soy decoradora.
―Hablo de los cuadros que compro. Le encanta presumir sus
adquisiciones.

122
―Me lo puedo imaginar ―mascullo con ironía y él me fulmina
con la mirada.
―Ya sé que no te agrada ―Cuando se porta como un cretino,
no, nada―, pero por favor.
―No creo que Laisa me deje ir ―Me castigara al menos el resto
del mes. ¡La odio!
―Yo me encargo de ella. Además recuerda que le tiene cierto
“cariño” a él ―Mierda. Eso me enferma. Imaginar a la bruja con
Jared, no me gusta.
―De acuerdo.

―¿Cómo te fue? ―pregunta Dafne al verme llegar.


―Pésimo ―contesto dejándome caer sobre el sillón. Sonríe
mirando hacia mi habitación―. ¿Qué? ―Se pone de pie y se encoge
de hombros.
―Tienes visita ―me informa despreocupada. Me giro y lo veo
de pie junto a la puerta de mi habitación―. Yo voy a comprar algo de
cenar ―dice encaminándose hacia la puerta.
Jared no dice nada, ni yo tampoco. Estoy furiosa y supongo que
mi cara lo dice, pues me mira con cautela.
―Hola ―susurra acercándose despacio. Me pongo de pie y
rodeo el sillón―. Conny…
―¿Qué haces aquí? ―pregunto cortante.
―Vine a hacer las paces.
― ¿En serio? ―cuestiono con sarcasmo.
―Y a devolverte esto ―dice mostrándome mi zapato. Lo que
acrecienta mi enojo. ¡Él lo tenía!
― ¿Debo darte las gracias? ―Retrocedo hacia la puerta. Jared
arroja el zapato y me pega contra la pared.

123
―No puedes escapar ―Me asegura aprisionándome contra el
muro.
―Jared… ―Se besa intentando calentarme y nublarme las
ideas, pero no tiene idea de mi resentimiento por hacerme pasar las de
Caín. Le sigo el juego, tocando su pecho y bajando hasta llegar a su
entrepierna, la cual está completamente dura. ¡Perfecto!
―Perdóname ―pide con poca sinceridad. Desde luego que no
se arrepiente de su fechoría.
―Si ―asiento y cuando intenta quitarme la ropa, lo empujo.
―¿Conny? ―Me mira sorprendido, sin comprender nada.
Aprovecho su desconcierto para empújalo hacia la puerta, la abro y lo
hago salir.
―¿Querías tu perdón? Ese es tu perdón, vete. Buenas noches
―digo dando un portazo.
―¡Conny! ―Si piensa que vendrá y lo recibe con los brazos
abiertos, después de lo que hizo, se equivoca. «Ese es tu castigo, Jared
Leiner».

124
Capítulo 11
Mantengo la vista sobre la puerta por un buen rato, en el que Jared
no dejo de golpear y llamarme, pero desde luego que no abrí. Los sonidos
de golpes y su voz se apagaron hace un momento. Me instalo en el sofá,
apoyada sobre el respaldo mirando la superficie de madera, como si
tuviera vida propia, como si en cualquier instante fuera a abrirse por
voluntad propia y lo dejara entrar, solo para molestarme. Pero es poco
probable, tiene más de una hora que lo eche, si, suena muy feo “echarlo”,
por lo mismo no hay probabilidades de que aun este ahí.

Veo moverse la perilla y el corazón me da un salto. ¿No se ha


rendido? Gira y la puerta se abre como en cámara lenta. Contengo el
aliento lista para correr a mi habitación, pero no es Jared, sino Dafne
quien hace acto de presencia. Sus ojos curiosos me observan un tanto
sorprendida.
― ¿Y ahora? ―pregunta cerrando y avanzando hacia donde
estoy―. ¿Qué estás haciendo? ―Me miro y me percato de la extraña
postura que he adoptado sobre el mueble. Tengo un pie colgando
sobre el respaldo y las manos apoyadas en el borde, lista para saltar.
Me relajo e intento alinearme, sintiéndome un poco ridícula. ¡Qué
horror!
―Nada ―murmuro aclarándome la voz y bajando.
― ¿Nada? ―repite con escepticismo mientras mira en torno―.
¿Y tú visitante?
―Se fue ―digo como si no fuera nada.
― ¿Qué? ¿Tan rápido? ―pregunta mordaz, pongo los ojos en
blancos y le arrojo un cojín. Nada que ver su comentario.
―No ―aseguro.
―Entonces…

125
―Lo eche ―respondo encogiéndome de hombros. Abre la boca
y poner los ojos como platos.
― ¿Lo echaste? ―Pregunta ahogándose con las palabras.
―Si. Estoy molesta con él ―Sonríe superando la sorpresa.
― ¿De verdad hiciste eso? ―inquiere divertida ante mi intento
de parecer seria.
―Si ― ¿Por qué le sorprende tanto que lo hiciera?
― ¡Wow! No me lo creo ―dice pensativa―. Eres muy mala
―¿Mala? ¿Yo? ¿Por qué?
―Oye, él tuvo la culpa ―le recuerdo―. Debiste escuchar todo
lo que esa bruja me dijo por su culpa, te juro que estuve a punto de
recordarle a su madre, mandarla a China y renunciar ―Ríe ante mi
expresión.
―Creo que exageraste ―La miro ofendida. ¿Exagerar?
― ¿Qué? ―Ahora me siento ofendida. No lo puedo creer.
―Tengo que admitir que él tuvo la culpa, pero correrlo después
de que ha venido a verte, me parece demasiado. ¿Cómo pudiste
hacerlo? ―Resoplo totalmente indignada. Creo que ella no entiende
la gravedad de las cosas o mejor dicho, donde pudo terminar su
chistecito.
―Te recuerdo que pudieron despedirme, gracias a él.
―Dijiste que pensante en renunciar ―Respiro profundo
intentando contenerme. Esta mujer intenta desquiciarme―. Además,
él solo quería pasar el día contigo. ¿No?
―Sí, pero yo tenía que trabajar.
― ¿De nuevo los prejuicios? ―¿Prejuicios? No tiene nada que
ver con eso, no me molesta tener que trabajar a pesar de que él pueda
darse el lujo de quedarse todo el día en la cama, más bien el asunto es
que Jared necesita límites, no puede pasar por encima de mi cuando
se le venga en gana. Sobre todo porque aún no tenemos nada concreto.

126
―Dafne.
―Perdóname, Conny, pero yo creo que te lo tomaste muy
apecho ―dice encogiéndose de hombros. Quiero golpearla. ¿Qué
rayos le pasa?
―Gracias amiga ―digo con ironía.
―Ok, ok. Tienes razón, debiste castigarlo. Pero ¿y si no te
vuelve a buscarte? ―pregunta divertida. Hago una mueca mezcla de
sorpresa y malestar. ¡Mierda! No había pensado en eso.
―Pues es su asunto ―digo intentando mostrarme indiferente―.
Yo no hice nada malo y él tiene que entenderlo. Mejor me voy a
dormir ―digo dirigiéndome a mi habitación.
―De verdad que no sé quién de los dos está peor ―Pongo los
ojos en blanco y empujo la puerta.
― ¡Él! ―grito antes de cerrarla.
Estoy muerta, así que en cuanto mi cuerpo siente la suavidad de
mi cama, me quedo dormida.

Despierto tendida sobre las sabanas y con la ropa y los zapatos


puestos. Me estiro y miro el reloj. Son poco más de las 7. Quizás
debería dormir otro poco, pero puede que me siga de largo y llegue
de nuevo tarde. ¡Joder! Tengo que llegar temprano para callarle la
boca a la urraca de Laisa.
Salgo de la cama y entro al baño. Al salir, después de darme un
buen baño, abro el closet y tomo el primer conjunto que encuentro.
Una falta recta color melón y una blusa blanca sin mangas. Me recojo
el pelo en un molote y me maquillo un poco. Tomo mis cosas y me
dirijo a la puerta.
― ¿Te vas? ―pregunta sorprendida Dafne.
―Si ―contesto sin detenerme―. No quiero llegar tarde.

127
―Espera. Llamo el conserje y dijo que alguien trajo tu auto.
― ¿Mi auto? ―Ya ni me acordaba.
―Sí, Jared lo tenía ¿no? ―Cierro los ojos y niego. ¡Jared!―.
¿Lo ves? No es tan malo.
―Es mi auto y él lo secuestro, es lo mínimo que podía hacer
―debato, ella sonríe sin decir nada. Miro al techo y opto por
marcharme antes de que diga algo mas―. Te veo más tarde ―digo
abriendo la puerta.
Busco las llaves en mi bolsa mientras camino hacia mi auto, con
alegría lo miro una vez que subo. Puede que no sea el último modelo
o el más costoso de los vehículos, como mi madre siempre me lo
recuerda, pero a mí me encanta y además no me da problemas.
―Te extrañe ―murmuro mientras lo enciendo.
Lo pongo en marcha y enciendo el estéreo. Lovely Words de Ela
Rose se escucha. Me encanta, pero justo ahora creo que no es muy
buena señal.

“I won’t lie anymore


You’re the one who’s loving my soul.
You belong to me… and all you’re love.
We can’t die so easy… I’m in love…”

¡Mierda! No quiero saber nada de verdades, ni confesiones de


amor.
Paso de canción y ahora es Candyman quien suena. Bueno no
esta tan mal, no tiene nada que ver con Jared. Comienzo a moverme
al ritmo pegajoso de la melodía, intentando no pensar en él y en si
estará molesto. Pero no puedo ignorar el gesto que ha tenido al
devolver mi auto, tal vez solo intenta no tener nada que lo relacione
conmigo. Puede ser.

128
Al llegar al edificio de la galería, me pasa por la cabeza la idea
de enviarle un texto para darle las gracias. Creo que eso no tiene nada
de malo.
Gracias.

Es la única palabra que envió. Ingenuamente espero una


contestación, pero no hay respuesta. Muevo la cabeza intentando
quitarme esas ideas raras, he dicho que no me importaba si no me
buscaba de nuevo. Suspiro y meto el móvil a la bolsa. Tengo que
trabajar. ¡Eso es!
― ¡Buenos días! ―dice con ironía la bruja al verme. ¿Qué rayos
hace aquí? Forzó una sonrisa.
―Buenos días, Laisa ―Se suponía que estaría en la oficina todo
el día y yo trabajaría con Jasón en la galería. Además, nunca llega tan
temprano y aún falta media hora.
―Jasón tuvo un contratiempo ―me informa complacida―. Así
que hoy estoy a cargo de los asuntos de la galería.
― ¿Y la oficina? ―digo incomoda. Este será un día horrible.
―Los chicos se pueden hacer cargo ―¡Genial! ¡Y más
genial!―. Necesito que ordenes los cuadros para ubicar las nuevas
obras ―¡Fantástico!
―Claro ―respondo con una sonrisa fingida.
―Por cierto. Hoy te caíste de la cama ―¡Estúpida!
―Algo así ―No la soporto. ¡La odio, la odio!

Por fortuna no tengo que soportarla todo el día. Después de


recibir una llamada, sale prácticamente corriendo e incluso

129
olvidándose de mí. Me aseguro de que todo está en orden y me
despido de Guillermo, el guardia.
Subo a mi auto y por impulso miro mi móvil. Nada. No hay
nada. ¿Qué me pasa? Supongo que no tiene obligación de
responderme, pero me siento un poco molesta ante el hecho de que
me ignore. Suspiro y arrojo el aparato al asiento del copiloto, pongo
en marcha el auto. Me siento ansiosa, así que enciendo la radio. Las
notas musicales de Don’t stop movin invaden mis oídos y comienzo a
correar la letra intentando olvidar el hecho de que me está ignorando.
¡Idiota!

Dafne ha dicho que llegara tarde, así que comer sola no me


apetece. Tomo una manzana y me voy a mi habitación.
Miro la pantalla de nuevo, pero no ha contestado. Sigue molesto.
―Mmm… ―Ruedo sobre la cama y cierro los ojos.
Quizás se me paso la mano. ¡No! Nada de eso, no puedo
ablandarme. Él tuvo la culpa y se lo merecía. Suena mi celular y
rápido lo tomo. ¡Mierda! Mala señal, he comenzado a estar pendiente
de él. Joder. Como quiera que sea, miro la pantalla y dejo escapar un
gruñido de irritación. Es Carver. ¿Por qué demonios me manda
mensajes? Lo abro por curiosidad y leo su contenido:

¿Cómo estás nena? Te quiero, amor.

¿Amor? Amor sus… narices. ¿Está tomado? Tal vez. Puede que
no sea para mí, sino para alguna de sus chicas. Borro el mensaje y
optó por dejar el celular por la paz. No ganare nada mirándolo
fijamente.

130
― ¿No ha llamado? ―pregunta Dafne cuando me descubre
mirando el plato con expresión ausente. No, no ha enviado mensaje,
menos llamado. Me encojo de hombros restándole importancia, pero
es evidente que me puede―. ¿Y si lo llamas tú?
―No tengo porque hacerlo ―Me hago la digna. Es cierto que
no dejo de darle vueltas al asunto, incluso que he pensado en
disculparme. Pero no, no lo hare.
―No pierdes nada ―Le pongo mala cara. Me levanto y llevo el
plato al fregadero. Tomo la esponja y restriego con odio, como si
fuera él a quien intento eliminar de la superficie.
―No importa ―afirmo―. Si no quiere saber más de mí, pues
ni modo. Me voy ―Huyo antes de que haga otro comentario y me
meta más ideas en la cabeza.

El día es un asco, me duele la cabeza y estoy de un humor de


perros que Jasón mejor ni se me acerca. Pero eso no es todo, para
rematar, tengo que pasar una hora extra en compañía de Laisa. Quien
no deja de presumir su último viaje a Londres donde visito el Museo
Británico y la galería nacional, y pudo ver la colección de piezas
antiguas, así como las obras de Leonardo da Vinci, Van Gogh y Diego
Velázquez.
En definitiva, la odio.
Sobre todo porque no ha dejado de mencionar la maravillosa
compañía con la que contó. No dice el nombre de su acompañante,
pero por la cara que pone se nota que la trae muerta. Sin embargo, no
tengo ganas de seguirle el juego y preguntarle como si tuviera
realmente interés. Así que me hago la loca y la ignoro.
―Nos vemos mañana ―dice cuando cruzamos la puerta.

131
―Hasta mañana ―Murmuró y me encaminó al
estacionamiento.
Mientras camino, descubro que todo parece desierto. La noche
ha caído, puesto que la hora de castigo se ha convertido en dos horas.
¡Maldita bruja! La odio por presumir que ella puede viajar cuando se
le pegue en gana, y no como yo, que tengo que ahorrar mi sueldo y
cruzar los dedos para poder cumplir mi sueño. Si tanto dinero tiene
¿Porque no se va a la china y no regresa nunca? Le haría un favor a la
humanidad.
Me detengo en seco al escuchar que alguien me sigue. Miro en
todas direcciones, pero no hay nadie. ¡Mierda! Rápido avanzó y
abordó mi auto. Pongo los seguros y vuelvo a mirar a través de la
ventana, pero no hay nadie, ni autos, ni nada. Creo que tanto tiempo
con la bruja comienza a dañarme.

Estaciono el auto y tomo mi bolsa, pero antes de bajar cojo el


teléfono y observo la pantalla. Nada. ¡Mierda! ¿Acaso ha
reconsiderado su invitación? Pues si es así mejor para mí. Aunque
espero que al menos tenga la delicadeza de avisarle a Jasón que no me
requiere. Ya que no podría explicarle el cambio de planes.
― ¡Joder! ―maldigo y bajo del auto.
Salgo del ascensor, sintiéndome de pronto aún más agotada. Al
llegar a la puerta, suspiro, abro y entro con el ánimo por los suelos.
― ¡Conny! ―canturrea Dafne. Quien parece muy feliz. Todo lo
contrario a mí.
―Hola ―respondo con una media sonrisa. No quiero
transmitirle mi sentir.
― ¿Qué crees? ―pregunta y sin esperar a que responda
continua―. Miller me invito a salir mañana.

132
― ¿De verdad? ―No tengo idea quien sea ese tal Miller, hace
unas semanas el nombre cambiaba cada viernes.
―Sí, apenas estaba considerando rentar unas pelis y llamar a
Edna para no quedarme sola mañana, pero entonces me llamo.
― ¡Ah! ―Mierda―. ¿Y porque no invitaste a Leo? ―pregunto
intentando parecer casual.
―No ―contesta secamente. He dado en el clavo.
― ¿Porque no?
―Él quiere una sirvienta, no una novia. Paso ―Sonrió ante lo
animada que parece, pero noto que es pura pantalla, creo que Leo le
gusto más de lo que debía y por eso estaba deprimida estos días―. ¿Y
tú?
― ¿Yo? ―¡Oh no! La parte fea.
― ¿Ya hiciste las paces con tu hombre? ―¡Mierda!
―Algo así ―No quiero que cambie sus planes por mí.
― ¿Y quién de los dos dio su brazo a torcer?
―Él, por supuesto ―aseguro desviando la mirada.
― ¿Será? ―pregunta mirándome inquisitiva.
―Sí, él ―repito―. Me voy a cambiar.
―No tardes, la cena ya está lista.
―Vale.
― ¡Oye! ―Me detengo y la miro―. Deje tu ropa de la tintorería
en la cama.
― ¿Cuánto te debo? ―digo sacando mi cartera.
―Pagas la siguiente ¿Va?
― ¡Ok! ―Entro y descubro las camisas de Jared junto a mi ropa.
―Por cierto ―Escucho a Dafne, quien se asoma por la
puerta―. Esas fueron un poco más costosas ―dice señalándolas―.
Según, porque es tela muy fina.

133
―Gracias. Yo pago ―Sonríe y asiente. Mientras mi amiga
desaparece de mi vista, mi mente maquina una idea perversa. Desde
luego que no puedo quedarme quieta.
Comienzo a quitarme la ropa para llevar acabo mi plan. Tomo
la camisa lila, la cual el mismo me puso en su departamento. Sonrió
complacida al verme al espejo, me he soltado el pelo y retocado los
labios. Tomo mi móvil y hago un par de fotos que examino con
cuidado. Me veo bien, pero sería como ofrecerme y lo único que
quiero es recordarle lo que se pierde. Tomo otra donde solo se ve de
mi cuello a la cintura, es decir la camisa. La adjunto con un par de
líneas:

Tus camisas están listas.


Puedes pasar por ellas o ¿prefieres que las envíe?

Lo leo de nuevo, asegurándome de no sonar desesperada. Creo


que no está mal, así que pulso enviar y espero. Me siento en el borde
de la cama y contemplo las otras piezas, que realmente parecen
costosas.
Los minutos pasan y no hay respuesta. ¿De verdad no quiere
saber de mí? Niego y me pongo de pie, desabrochó un par de botones
dejando expuesto mi sostén y parte de mis pechos. Me coloco frente
al espejo y me aseguró que esta vez salgan también mis piernas,
puesto que solo llevo ropa interior.
― ¡Conny! ―El grito de Dafne me toma por sorpresa y me hace
pegar un salto. Donde vea lo que hago, dirá que estoy loca.
― ¡Ya voy! ―exclamo sin saber qué hacer. Tomo la ropa y la
pongo en el closet, escojo una blusa para ponerme, pero justo
descubro lo que acabo de hacer―. ¡Mierda! ―Le he enviado la última
foto. Joder, joder. ¿Qué hago?

134
El timbre se escucha, peor no podría ser. Mierda. Desabrocho el
resto de los botones y abro la camisa, justo cuando la puerta se abre y
Jared aparece. Sus ojos devoran mi desnudes y me quedo de piedra.
En dos zancadas lo tengo sobre mí. Me tumba sobre la cama y se
coloca sobre mí.
―Ja…red ―tartamudeo sorprendida. ¿Qué rayos hace aquí? ¿Y
porque diablos lo ha dejado entrar, Dafne?
Lleva mis manos sobre mi cabeza y las sujeta con fuerza. Su
mirada es penetrante y su expresión parece furiosa. ¿Qué quiere?
Siento como su rodilla sube, separando mis muslos hasta que
llega a mi sexo y lo acaricia.
― ¡Mierda! ―jadeo loca de deseo.
―Mi princesa se ha portado mal ―murmura inclinándose sobre
mi pecho y mordiendo la tela del sostén que cubre mi pezón derecho.
¡Joder!
Me arqueo y lucho por liberarme, quiero tocarlo. ¡No, no
debería! Mierda, mierda. Levanta el rostro y entonces me besa. Su
lengua se hunde con potencia en mi boca, haciéndome gemir como
posesa. Quiero tocarlo. Me retuerzo inútilmente intentando liberarme,
sobre todo cuando siento su potente erección contra mi vientre.
¡Mierda! ¡Lo quiero!
― ¡Jared! ―grito desesperada. Pero él empuja contra mi vientre
al mismo tiempo que aumenta el frenesí de sus labios. ¡Joder!
Pero de pronto todo acaba. Me suelta y se levanta de la cama.
Lo miro con los ojos desorbitados, estoy jadeante y caliente, muy
caliente.
―Vine a traerte tu vestido ―dice con tranquilidad―. Paso por
ti, a tu trabajo ―Da media vuelta y sale. ¿Qué? ¿Se ha ido?
¿Simplemente me dejara así?
¡Lo mato!

135
Se ha vengado. ¡Ah!
― ¡Madre mía! ―Exclama Dafne al entrar y verme tendida
sobre la cama. Cierro los ojos y hago una pataleta.
― ¡Lo odio! ―gimoteo. Escucho como ella ríe, cosa que
aumenta mi frustración.
―Creí que habían hecho las paces y que él había cedido ―se
burla. Abro los ojos y la fulmino. No estoy para chistes.
― ¿Cómo puede irse como si nada? ―pregunto furiosa.
―No creo que haya sido así ―me garantiza, sonriendo con
malicia―. Debiste ver la casa de campaña que llevaba ―Me parto de
risa ante su afirmación.
―Me alegro.
―Pero tú no cantas malas rancheras ―dice con ironía.
― ¡Oye! ―Esto es de locos, pero… me encanta.

136
Capítulo 12
Vaya forma de cobrársela ha encontrado Jared. Aun no puedo
recuperar el aliento, mi corazón palpita como loco y mi cuerpo lo pide a
gritos. ¡Malvado! Iniciar a una mujer y dejarla con las ganas, debería ser
considerado un crimen.
―No te hagas ―se burla Dafne―. Sé que te encanto, lo que sea
que te haya hecho ―me acusa―. Deberías ver tu cara ―Me llevo las
manos a las mejillas. Evidentemente están que arden.
Pero tiene razón, a pesar de mi rabieta y de mis protestas, que
viniera a buscarme me ha encantado. ¡Dios! Lo extrañaba, es algo
loco, puesto que solo tengo dos días sin verlo. Pero es que él tiene
algo que resulta adictivo, no solo esos arranques de pasión o esa
personalidad imponente, sino también la forma de tratarme, porque
aunque me haya dejado con las ganas, nunca me ha tratado mal.
Además, yo lo he provocado.
― ¡Me las pagara! ―gruño fingiendo malestar. Ella pone los
ojos en blanco y niega.
―Par de locos ―masculla sacudiendo la cabeza.
―Hey… él tiene la culpa ―me defiendo.
―Olvídate de eso y ven a ver lo que te trajo ―¡El vestido! Me
pongo de pie y busco unos pants, que me pongo mientras salgo a la
sala.
Hay una caja enorme, blanca con un listón rojo sobre la mesa de
la sala. Dafne me mira impaciente mientras avanzo despacio. Esto me
trae recuerdos, unos que no deseo evocar.
―Parece que los listones son cosa de hermanos ―murmura
Dafne, adivinando mis pensamientos.
―Eso creo ―digo a regañadientes. Justo pensé eso. Carver
siempre enviaba un listón blanco y parece que Jared gusta el rojo. Le
va el color. Él es pura pasión.

137
―Vamos, ábrela ―apremia. No sé si quiero abrirlo.
Tiro despacio del listón, dejándolo caer a los lados de la caja,
sujeto la tapa y la levanto. Escucho la exclamación de sorpresa de mi
amiga, incluso yo me quedo boquiabierta al contemplar el contenido.
Es un vestido hermoso, muy hermoso. Dafne lo levanta, al ver que no
me muevo. Los tirantes son en forma de “V” que parten desde el
pecho hasta el cuello, tienen pedrería fina; es de color rosa pálido
(blush), largo y con pliegues cruzados en el pecho y cintura.
¡Hermoso!
― ¡Dios! ―exclama colocándoselo sobre la ropa y girando―.
Esta precioso, parece sacado de cuento de hadas ―Coincido, pero no
es eso lo primero que viene a mi cabeza―. ¡Ay no! ―niega al ver mi
expresión―. No empieces con eso, Conny ―me advierte, pero las
palabras brotan de mi boca a pesar de su advertencia.
―No puedo usar eso ―declaro. Lo devuelve a la caja y me mira
poniendo los brazos en forma de jarra en la cintura.
―Conny Damme ―Sé que va a intentar persuadirme, pero esa
prenda debe costar demasiado y de ninguna forma lo aceptare.
Siempre me quejo de mi madre y sus gustos caros, pues siempre
aceptaba esas cosas de sus “novios”. No, de ninguna forma.
―Debe costar mucho ―protesto negando―. Tú sabes que yo y
los vestidos caros no nos llevamos bien, soy un desastre y siempre los
mancho. No, definitivamente no puedo usarlo ―Suspira exasperada.
Suelo armar el mismo drama.
―Es un regalo, amiga ―Y ese es el problema.
―Yo no quiero sus regalos y menos tan costosos ―Pone los
ojos en blanco.
Sé que suena tonto, puesto que acepte el otro vestido y que de
Carver si aceptaba los regalos, pero se suponía que era mi novio y
aunque nunca los usaba, no eran tan costosos como parece serlo este.

138
―Es para la cena. Quiere que te veas espectacular.
―Pero…
―Haber ―Me toma de la mano y me hace sentarme en el
sofá―. Si no lo quieres conservar, puedes devolvérselo después de la
cena. Pero tienes que usarlo, es hermoso y te verías espectacular, tal
como supongo que lo desea él ―Me muerdo el labio pensativa―. Tu
misma has dicho que es un hombre muy importante ¿No?
―Pues sí.
― ¿Entonces? Tienes que lucirte y ser la envidia.
―No lo sé.
― ¡Ash! Yo quisiera que me regalara aunque fuera una
manzana, pero ni siquiera eso ―Me echó a reír por la forma en lo que
lo hace sonar.
― ¿Una manzana? ―Se encoje de hombros.
―Es un ejemplo. Tengo mala suerte con los hombres, me tocan
pobres o codos. Así que lo único que puedo esperar, es al menos una
fruta.
―Bueno… ¿Cuánto crees que cueste? ―Pone de nuevo los ojos
en blanco y niega, pero enciende su portátil.
―Investiguemos. Pero… ―me advierte levantando la mano―
Sin importar el precio, tienes que usar ¿Entendido? ―La mira dudosa.
Si es demasiado, no lo creo―. Promételo, Conny ―No contesto y
chasquea la lengua impaciente―. ¿Conny?
―De acuerdo.
Después de un rato de búsqueda, damos con el vestido. Me voy
de sentaderas cuando veo el precio que indica la página. ¡Mierda!
― ¡1000 dólares! ―exclamo en voz alta.
Dafne también parece sorprendida, aunque intenta disimular. Si
el vestido de los 500 dólares de mi madre era un dolor de cabeza

139
porque temía mancharlo, no quiero pensar lo incómoda que me sentiré
usando algo que cuesta más de 1000. ¡Dios! Es una locura.
―No esta tan mal ―murmura como su no fuera nada.
― ¿No? ―pregunto con sarcasmo. Es un dineral.
―Conny Damme eres una tacaña ―se burla ella―. Solo
disfrútalo. ¿Qué tanto son 1000 dólares para un hombre que gasto
millones en cuadros? ¿He? ―Tiene sentido, pero es su dinero, no mío.
―Imposible ―Mueve el vestido.
―Espera a que veas esto… ―Toma una caja que está debajo
del papel que cubre el fondo de la caja―. ¡Taran! ― ¡Madre mía! ¡Un
collar!―. ¡Omg! ―Pasa los dedos por las pequeñas piedras del
collar―. ¿Dónde dices que encontraste a Jared? ―Ruedo los ojos.
―Tonta ―digo golpeándola con el cojín. Ella se ríe. Ni siquiera
deseo ver con detenimiento la joya, si con el vestido me sentía
incomoda, ahora definitivamente tengo que declinar su regalo. No
puedo.
Sería como ser comprada.
―Vamos ―me alienta Dafne―. El vestido esta hermoso y este
collar también. Seguro que te llevara a un lugar muy elegante, por eso
lo escogió.
―Es demasiado ―insisto.
―Bueno, es un Leiner. ¿Qué esperabas? ― ¿Qué esperaba?
Nada, supongo que ese es el problema, nunca me gusta esperar nada.
―Es que…
―Amiga, te verás como una princesa ―Se toca la barbilla con
gesto teatral―. Será como la cenicienta en el baile de la familia real.
― ¡No te burles! ―me quejo arrojándole otro cojín. Pero ella lo
esquiva muriendo de risa. Ya quisiera verla en mis zapatos.
― ¿Qué? ¿No dijiste que eres su princesa?

140
― ¡Dafne! ―No debí contarle esa parte, ahora no me dejara en
paz.

Mientras conduzco hacia la galería, no dejo de ver la bolsa


donde llevo el vestido y el collar, asegurando que continúa ahí.
También llevo unos zapatos que Dafne me ha prestado. Porque la
inteligente de Conny no tiene zapatos finos que combinen con el
vestido. Es ahora cuando creo que mi madre tiene razón con que
nunca está de más comprar algo de marca y elegante de vez en cuando.
Al llegar, tomo la bolsa y entro a la galería, esperando que no haya
nadie para ocultarla, pero fracaso. Encuentro a Berth y a Jasón
conversando. ¡Mierda! Ni donde esconder la caja.
―Buenos días ―saludo intentando parecer normal. Los ojos de
mi jefe vuelan hacia mi mano y notan la bolsa.
―Hola Conny ―responde indicándole a Berth que se retire.
Ella me dedica una sonrisa y se marcha―. ¿Todo bien, preciosa?
―Si ―Levanto la bolsa―. Ropa para cambiarme… más tarde
―explico metiéndola debajo del escritorio―. ¿Todo bien? ―Me
mira pensativo.
―Si. Te tengo noticias.
― ¿Qué es?
―Laisa me dijo que hay alguien interesado en la galería ―Dejo
de evitar su mirada y presto atención a sus palabras.
― ¿Interesado? ―¿Qué quiere decir? ¿Cambiaran de dueño otra
vez? No quiero otra bruja como Laisa y si es su amigo, seguro será
igual de chocante.
―Sí, quiere patrocinarla. La idea es hacerla más tractiva para
tener más público, más clientes.

141
― “Atractiva” ―No me gusta cómo suena eso. Porque me
indica que será más trabajo para mí. Esa bruja se ensañara conmigo,
casi lo puedo imaginar.
―Aun no me da los detalles, pero sé que es alguien con mucho
capital y de hecho hablo de realizar algunas exposiciones de artistas
famosos aquí o traer obras de museos o galerías de Europa.
― ¿Qué? ―pregunto entusiasmada. Eso me agrada―. ¿De
verdad? ―No puedo ocultar mi emoción.
―Sí, linda. A mí también me encantó la idea.
―Vaya. Eso sería maravilloso.
―Lo sé.
Me emociona saber los planes para la galería, aunque me hace
pensar en mis planes de mudarme a Paris. Como quiera que sea,
primero tendré que considerar quien es el supuesto “socio” y también
a Jared. ¡Jared! A Carver no me importaba dejarlo, pero… ahora es
distinto. Él cambia todos mis planes.

―Me voy ―anuncio a Jasón, cuando faltan unos minutos para


las 4. Él me mira de nuevo con interés.
―Pórtate bien ―dice con expresión seria―. Y no me hagas
quedar mal, bonita ―Intento mantenérteme seria, pero fracaso y
comienzo a reír.
―No me trates como si fuera una criminal ―reclamo.
―Es que con él siempre pones unas caras extrañas, como si
fuera un suplicio verlo.
― ¿Qué? ―Su comentario me toma por sorpresa.
―Sé que no te agrada y que es un tipo muy raro, pero es trabajo,
lindura ―Ruedo los ojos. «Si supiera».

142
―Lo tendré en mente. Nos vemos le lunes.
―Llámame para saber cómo va todo.
―Sí, sí.
Casi me da un infarto al ver que mi auto no está en el
estacionamiento, pero entonces lo veo descender de un auto negro y
mi corazón se acelera, no por el auto, sino por lo guapo que se ve.
―Hola ―dice tomándome de la cintura.
―Oye ―protesto intentando que me libere―. Pueden vernos.
―Te eche de menos ―Une su boca con la mía, sin darme
oportunidad de protestar y dejándome sin aliento. Suspiro y él sonríe.
Me encanta este hombre―. ¿Lista?
―Si ―Toma la bolsa de mi mano y se la entrega a su chofer. El
mismo hombre que me recogiera aquella noche. Abre la puerta del
auto y Jared me indica que suba, después me sigue―. ¿Y ahora?
―pregunto mirando a su chofer ponerse al volante.
―Necesito tener las manos libres ―asegura deslizando su mano
por mis muslos.
― ¡Jared! ―me quejo incomoda, poniéndome como un tomate.
Sonríe tomando mi mano entre la suya.
―Solo quiero tomarte de la mano ―explica con expresión
inocente. Sé que no se refería a eso, pero no deseo darle pie a seguir
con eso.
― ¿Y mi auto? ―pregunto cambiando de tema.
―Pedí que lo llevaran a tu casa ―responde con serenidad.
― ¿Desde cuándo dispones de mis cosas? ―inquiero un poco a
la defensiva. Se inclina sobre mí, poniéndome contra el respaldo del
asiento, embrujándome con sus ojos azules.
―Desde que me pediste que te llevara a mi cama ―¡Dios!
¿Hice eso? Retrocedo un tanto intimada por su expresión.
― ¿Yo? ―Asiente mirándome con satisfacción.

143
―Esa es una de las tantas cosas que hiciste aquella noche
―¡Cierto! Había olvidado el trato.
― ¿Me lo dirás? ―Retrocede alejándose de mí y poniéndose
recto sobre el asiento.
―Poco a poco.
―Mmm…
―Tenemos un trato ―me recuerda. Quiero protestar, pero tiene
razón.
― ¿Adónde vamos? ―No me ha dicho donde será la cena,
necesito cambiarme y maquillarme.
―Al aeropuerto.
― ¿Qué? ―pregunto atragantándome. ¿Aeropuerto? ¿Para
qué?
―Como escuchaste ―Asiente como si nada―. Vamos a tomar
nuestro avión.
―Espera… ¿Para qué?
―Para ir al lugar de la cena.
― ¿Qué? ―Mierda―. ¿Dónde será la cena?
―En Washington ― ¡Madre mía!―. No puedes echarte para
atrás ―me advierte.
―Nunca hablaste de viajar ―Le resta importancia haciendo un
gesto con la mano.
―Es solo una hora de viaje ¿O prefieres ir en auto? ―¿Cuál es
la diferencia? Ese no es el problema. Rayos.
―Es que…
―Es fin de semana ―recuerda―. Prometo que mañana estarás
de regreso temprano. De todos modos, no trabajas ¿Cierto?
― ¿Hablaste con mi jefe? ―Lo miro acusadoramente. ¿Ahora
que le ha dicho? ¡Ay no! ¿Por eso Jasón me miraba extraño?

144
―Solo pedí algunos datos ―¿Datos? Este hombre es un
manipulador. Lo que me recuerda el tema del vestido.
―Jared ―Me mira un poco alarmado, al percibir mi tono de voz
incómodo.
―Dime ―Se ha puesto completamente serio.
―Sobre el vestido… ―Relaja un poco su expresión.
―Te lo debo.
―El mío no costaba 1000 dólares ―Enarca una ceja y se lleva
la mano a la barbilla.
―Parece que alguien más estuvo pidiendo datos.
―Es demasiado. No puedo usarlo.
― ¿No te gusto? ―pregunta con preocupación.
―No es eso ―aseguro.
― ¿Entonces? Estoy seguro que es de tu talla ―¿Cómo sabe
eso?―. Conozco tu cuerpo ―murmura en voz baja y mis ojos miran
al conductor, quien parece ajeno a nuestra conversación o quizás solo
finge no escuchar.
―Es que… Voy a echarlo a perder ―Sonríe de lado y niega.
―Le darás vida.
― ¿Qué? ―Besa mis nudillos.
―Úsalo para mí ―dice mirándome suplicante, intentando
convencerme.
―Pero…
―No importa que ocurra con el, tu vales mil veces más que esa
prenda. Y si no lo usas, solo será un vestido más. Por favor ¿Si? ―No
puedo negarme. No por la manera en la que lo pide, además de que
no tengo nada más que ponerme. Suspiro vencida.
―Conste que te lo advertí.
―Queda claro ―confirma besándome. No puedo con este
hombre.

145
Cuando llegamos al aeropuerto, no me sorprende saber que ha
reservado todo un avión para que viajemos, ni tampoco que nos
conduzcan por una zona privada para que abordemos.
― ¿Me has perdonado? ―pregunta una vez que el avión ha
despegado y que la azafata nos deja solos.
―No ―respondo sin remordimientos. Me mira pensativo y
gruñe.
―Mmm… soy yo quien debería castigarte a ti ―Lo miro
sorprendida. ¿Castigarme? Si como no.
― ¿A mí? ―pregunto señalándome con un dedo.
―Si ―ratifica poniéndose serio.
― ¿Por qué?
―Por tomarte fotos tan provocativas ―Suelto una carcajada y
niego.
―Solo intentaba recordarte que tenía tus camisas, no estaba
haciendo nada mala ―explico con expresión ingenua. Entrecierra los
ojos y eso provoca que ría aún más―. Además, ¿cómo es que llegaste
tan rápido? ―Ahora es él quien sonríe.
―Tenía una hora esperando por ti, afuera de tu edificio
―¿Esperaba por mí?―. Así que como no llegabas fui hasta tu trabajo,
ahí vi tu auto y supe que aun estabas trabajando.
― ¿Fuiste tú quien me seguía? ―asiente. Eso me reconforta un
poco.
―Estaba muy solo. No deberías quedarte a esas horas ―Hago
una mueca de disgusto.
―Eso fue gracias a ti ―Me mira sorprendido―. Fue mi castigo
por llegar tarde al trabajo, debido a que raptaste mi zapato ―La
sonrisa se le borra y parece verdaderamente arrepentido.
―Lo siento. Debiste decirme ―Miro al techo.

146
―Seguro ―mascullo con ironía―. Para que me ayudaras.
¿Verdad?
―Claro ―No parece bromear y eso es aún más peligroso.
―Claro que no. Pero volviendo a la foto, tienes que borrarla.
―No.
― ¿Por qué no? ―inquiero un poco agitada. Es una foto
indecente y no quiero imaginarme que pasaría si pudiera salir de su
móvil.
―Me encanta ―declara.
― ¿Qué? Bórrala ―pido preocupada.
―No. Jamás ―declara.
― ¡Jared! ―chillo―. Fue un error.
― ¿Eso quiere decir que era para alguien más?
― ¿Qué? No. Eso quiere decir, que no debí enviarla.
―Pero la tomaste.
―Estaba jugando.
―No importa. Me ha encantado y no voy a eliminarla.
―Bórrala ―pongo moritos. No sé porque me molesto en
insistir, dudo que lo haga.
―No lo hare. Ven aquí ―me llama, puesto que vamos en
sentados uno frente a otro.
―No ―me finjo digna y niego―. No recuerdo que hayamos
hecho las paces y has dicho que no piensas borrar la foto ―Eleva las
cejas mientras sus manos desabrochando su cinturón.
― ¿No? ―contengo la risa, ante su expresión desafiante. Muero
por ceder y besarlo. Pero me encanta esa expresión en su cara.
―No ―repito con firmeza. Una inexistente.
―Señorita Damme ―dice poniéndose de pie y apoyando las
manos sobre los brazos del asiento. ¡Mierda!

147
―Dígame, señor Leiner ―sigo el juego sin intimidarme. Sus
labios dibujan una sonrisa, que me hace corresponde
involuntariamente.
―Conny ―ha suavizado su voz, ofreciéndome su mano―. Por
favor ―Pongo los ojos en blanco, pero la acepto. Desabrocho el
cinturón y dejo que me ponga de pie. Se acomoda de nuevo en su
asiento y me instala en su regazo―. ¿Ves? No es tan difícil ―Finjo
no escucharlo y comienzo a jugar con su pelo.
―Supongo ―murmuro encogiéndome de hombros y restándole
importancia―. Pero no te he perdonado ―reitero. Me hace cosquillas
en las costillas y me retuerzo en medio de risas.
―Prometo no ocultar tus zapatos de nuevo ¿sí? ―Rio apoyando
mi frente con la suya.
―Prometo no echarte de mi piso ―gruñe y me hace reír con
más ganas.
―Eso fue cruel ―dice con pesadumbre.
―Más cruel fuiste tú anoche ―le recuerdo.
―Lo sé ―musita rozando mi boca―. Estuve a punto de no
irme.
―No debiste ―Me sujeta de la cadera pegándome más a él y
entonces mi cuerpo entra en tensión.
―Esta noche recuperamos el tiempo perdido ―promete y jadeo
involuntariamente―. No dormirás, princesa ―Tiro de su labio
inferior y asiento.
―Entonces, no me dejes beber.
―Anotado, señorita Damme. Nada de alcohol.
Su mano sujeta mi cuello fundiendo nuestras bocas. No tengo
reparos en aceptar su tibia lengua. Me aferro a su cuello y poco a poco
el beso nos rebasa, sus manos suben por mi espalda haciendo que mis
senos se compacten contra sus pectorales. Siento como la presión

148
debajo de mis caderas crece y ahogo un gemido cuando se clava en
mí.
―Muero por estar dentro de ti ―jadea―, pero no es un buen
sitio ―Está intentando contenerse y recuperar la compostura.
― ¿No? ―lo provoco y él gruñe levantando las caderas y
dándome una estocada, que me pone mal.
―No ―repite seguro―. Nadie más puede verte desnuda
―sentencia completamente serio―. Y quiero disfrutar de cada parte
de tu cuerpo ―Sonrió.
―Ante todo, Jared Leiner ¿Es un caballero? ―pregunto con
tono juguetón. Aunque de sobra se la respuesta.
―Por mi princesa, sí.

Al ver el lugar a donde llegamos casi me voy de espaldas. W


Washinton D.C. Uno de los hoteles más impresionantes de la cuidad.
Con vista a la casa blanca y al centro comercial.
― ¿Qué pasa? ―pregunta abrazándome por detrás. Me he
quedado inmóvil, observando la fachada.
― ¿Aquí será la cena? ―inquiero torpemente.
―Si ―responde besándome el cuello―. Y también pasaremos
la noche aquí.
― ¿En serio? ―Es lo único que puedo preguntar.
―Vamos ―Me toma de la mano y me conduce a la entrada.
―Bienvenido, Señor Leiner ―Lo saluda un hombre, quien
repara en mi presencia y me hace una ligera reverencia.
― ¿Esta listo lo que pedí? ―pregunta Jared con expresión
completamente seria.

149
―Por supuesto. Síganme ―El hombre nos conduce al elevador
y al salir, nos guía por un largo pasillo hasta que llegamos a una
habitación. Dentro se encuentra una chica.
―Señor ―saluda también con una inclinación. Tanta
formalidad resulta extraña.
―Te dejo para que te arregles ―dice soltándome. Frunzo el
ceño y miro a la chica.
― ¿Y ella? ―pregunto tontamente.
―Te asistirá ―¿Qué?
―Puedo hacerlo sola ―aseguro negando. Sonríe y tira
ligeramente de mi mejilla.
―Lo sé ―Me pega a él y mordisquea mi oído―. Pero un poco
de ayuda nunca está de más. Vengo por ti más tarde ―Coloca un beso
casto en mis labios y sale de la habitación.
Miro un poco incomoda a la chica. Quien sonríe amablemente.
― ¿Comenzamos?

150
Capítulo 13
Vaya que ahora si me siento como en un cuento de hadas. Clara me
ha dejado espectacular, más que espectacular. Ha ondulado mi cabello,
recogiéndolo todo hacia un costado y colocando una peineta, de manera
que cae sobre mi hombro izquierdo. El maquillaje es ligero, el cual
combina con el tono del vestido y por si no bastara con el collar y el
vestido, Jared también ha comprado zapatos nuevos. ¡Este hombre
parece no saber en qué gastar su dinero! Debemos tener una
conversación muy seria al respecto. Puedo comprar mis propias cosas,
bueno, quizás no igual de costosas, pero de todo modos no es correcto.
Suspiro mirando por la ventana.
Muero de nervios. Siempre he odiado las reuniones pijas y todo
tipo de eventos de etiqueta. Ver personas presumir sus atuendos, sus
riquezas o hablar banalidades, me aburren y sin embargo estoy aquí.
Acompañando a Jared. ¿Cómo es que termine aquí? Curiosidad y el
impulso de querer estar con él. Estoy loca, muy loca.
Llaman a la puerta, me giro y veo aparecer a Jared. Vestido con
un traje negro a la medida, recién afeitado y peinado impecablemente.
¡Me lo quiero comer!
―Te ves radiante, princesa ―Sonrió y camino hacia él. Huele
de maravilla y muero por lanzarme sobre su cuello, pero no quiero
mancharlo de maquillaje o arrugar su perfecto atuendo.
―No tanto como tú ―declaro sonriente guiñándole el ojo.
―Estoy en desacuerdo ―dice muy serio. Rio acariciando sus
labios con el pulgar.
― ¿Seguro que quieres que te acompañe? ―He comenzado a
sentirme insegura. ¿Y si hago una de mis locuras? ¿Y si lo hago
quedar en mal? Conny Damme no se hizo para estar en cenas
elegantes, ni para llevar vestidos de 1000 dólares y mejor ni hablar de
los zapatos, que seguro son igual de caros.

151
―No lo preguntas en serio ¿verdad? ―cuestiona un poco
ofendido.
La estoy regando, no quiero hacerlo sentir mal. No solo por todo
lo que ha gastado en mí, sino porque parece realmente desear que lo
acompañe.
―Claro que no ―Forzó una sonrisa. Ya estoy metida en estoy,
así que ni modo.
―No tienes nada de qué preocuparte ―asegura rodeándome
con sus brazos―. En todo caso, soy yo quien debe estar preocupado.
― ¿De qué no haga una locura? ―Niega sonriendo.
―De que nadie intente robarte.
― ¿He? ―Me deja de piedra. ¿Robarme? ¡Uy sí! ¿Quién podría
hacerlo?
―Eres la mujer la hermosa del lugar.
― ¿Y cómo sabes eso? ―inquiero divertida.
―Lo sé ―Logra que me relaje un poco con su comentario fuera
de lugar. Debe haber muchas mujeres más guapas que yo. Llaman a
la puerta, me libera ofreciéndome el brazo―. ¿Bajamos? ―Respiro
hondo y asiento tomándolo del brazo. «Por favor, Conny, no metas la
pata».
―De acuerdo.
El salón es impresionante. Un enorme candelabro de cristal
pende del techo justo a mitad de la habitación, pero más
impresionante que eso, es el resto de la decoración. Algunas
esculturas adornan en el entorno, captando mi atención, lo mismo que
los cuadros. Sin duda quien organizo la cena sabe de la afición de
Jared. Sonrió ligeramente ante ese pensamiento.
― ¿Todo bien? ―pregunta al ver que recorro el lugar con la
mirada.

152
―Si ―contesto con una sonrisa. Aun no hay casi nadie, solo
algunos meseros y un par de hombres alejados de nosotros―.
¿Vendrán muchas personas?
―Mmm… poco más de 100 ―Bueno, no parece tan mal.
― ¿Todos son empresarios importantes, como tú? ―No había
pensado eso. Sonríe ligeramente levantando mi barbilla y me mira a
los ojos.
― ¿Sabes? ―dice pensativo―. Creo que hasta ahora no se
mucho de ti.
― ¿Qué? ―Me da un beso rápido.
―Debemos tener una charla ―Mas de acuerdo no podría estar.
―Concuerdo ―Sonríe.
―Señor ―Un hombre lo llama y la cautivante sonrisa se
esfuma, de nuevo pone cara póker y mira al hombre.
― ¿Qué pasa? ―De nuevo es el tipo serio e intimidante.
― ¿Puede venir un momento? ―Jared pone mala cara y el
pobre hombre parece arrepentido. Acaricio su hombro y sonrió.
―Ve ―susurro. Titubea pero asiente.
―No tardo.

Jared se queda a mi lado la primera hora, me presenta a algunas


personas que no parecen muy interesadas en mí, pero que desde luego
fingen una sonrisa. ¡Ricos! Cuando el lugar comienza a llenarse, Jared
de nuevo es requerido y a pesar de que parece no gustarle, tiene que
ir, yo lo animo sonriendo.
―Lo siento ―se disculpa afligido.
―No pasa nada. Prometo no moverme de aquí ―digo ocupando
una de las sillas.

153
―Disfruta la cena ―me insta besando mi mejilla. Asiento
aunque no pienso lo mismo.
―Ve.
A pesar de que él no deja de moverse por el amplio espacio,
conversando con distintas personas, sus ojos no dejan de encontrarse
con los míos.
― ¿Gusta una copa? ―pregunta de nuevo uno de los meseros,
mirándome con una enorme sonrisa.
No deseo ser descortés, pero desde que Jared me dejo sola, no
han dejado de ofrecerme copas.
―Gracias ―digo tomando una. Finjo llevármela a los labios y
la deposito sobre la mesa. He aceptado al menos 5, pero no he bebido
ninguna. No quiero echar las cosas a perder. Necesito estar lucida y
saber que dije aquella noche.
Aunque comienzo a hacerme una idea. Busco mi móvil en mi
diminuto bolso y escribo un texto a Dafne:

¿Puede una persona enamorarse tan rápido?

Suspiro y levanto la mirada encontrándome con ese par de ojos


azules que me tiene cautivada.
Es algo evidente, estoy enamorada de él. ¿Cuándo ha ocurrido?
No tengo idea, pero lo cierto es que estoy loca por él.
Mi teléfono vibra entre mis manos y rápido abro el mensaje.

Dímelo tú. ¿Es posible?

Sonrió y niego. ¡Genial! Incluso ella lo sabe.


Tomo la copa y sin pensarlo le doy un sorbo mientras busco a
Jared, quien ahora esta con una pareja un poco mayor. Resulta

154
impresionante verlo moverse en su entorno. Es como si todos se
movieran a su alrededor, intentando captar su atención e
impresionarlo. No solo las mujeres, que no desaprovechan la
oportunidad para coquetearle, pero que se llevan un palmo de narices
cuando él solo las saluda con cortesía. Es raro, no suelo ser celosa,
pero no me gusta como se le ofrecen, sobretodo una pelirroja con un
tremendo escote que casi llega al ombligo. ¿Eso es elegante? Eso es
vulgar, y comparada con ella, me siento una niña de primaria. Quizás
Jared debió comprar algo más atrevido. Algo que también es notable,
es el hecho de que parece que nadie más, es digno de sus sonrisas. Me
río para mis adentros al recordar las fechorías que le he hecho pasar.
Y me pregunto: ¿Cómo es posible que siga conmigo después de
conocer mi carácter?
―Parece que no pudo llegar muy lejos ―Me giro hacia donde
procede la voz. Una que me parece familiar y que confirmo al verlo.
Es el hombre que me dejo ir cuando Jared pretendía retenerme en su
edificio.
― ¿Disculpe? ―Sin saber que decir me pongo torpemente de
pie. ¡Mierda! Ahora recuerdo sus palabras «Una mujer inteligente
huye de un Leiner». Bueno, supongo que se refiere a eso―. Ah…
―Tranquila ―dice acercándose un poco más a mí―. Es
complicado huir de un Leiner, especialmente si se trata de él.
― ¿A qué se refiere? ―pregunto intrigada. Siento su presencia
antes de que me toque y la expresión del hombre lo confirma.
― ¿Todo bien? ―pregunta abrazándome. ¿Quién es este
hombre? ¿Y porque ha dicho eso?
―Por supuesto ―responde el hombre con una ligera sonrisa. Es
un poco mayor, pero sigue luciendo atractivo a pesar de su edad,
supongo que en su juventud fue muy guapo―. Solo conversaba con
tu acompañante.

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―Ella es mi novia, tío ―¡Mierda! Y doblemente ¡mierda!
¿Novia? ¿Tío? ¿Este hombre es su tío?
― ¿Novia? ―pregunta mirándome con detenimiento.
―Si ―asiente Jared―. Conny Damme es mi novia ―Hace
énfasis en la última palabra. Ambos se dedican una mirada cómplice.
―Mucho gusto, Darío Leiner ―dice ofreciéndome su mano.
―Igualmente ―Por inercia respondo, apenas rozo su mano,
Jared la aparta.
No sé si es mi imaginación, pero me parece como si Jared
intentara marcar territorio. Algo totalmente absurdo. Es un hombre
mucho mayor y además es su tío… ¿O eso es lo que le preocupa? ¡Ay
no! Dejo la copa en la mesa sintiendo incomoda. ¿Es eso? La idea me
llena de pánico. Desde luego que no repetiría lo que hice con él
aquella noche.
―Vaya ―comenta el hombre pensativo―. Jamás lo hubiera
imaginado, después de aquella escena en la empresa ―Me pongo
como un tomate y no encuentro donde meterme.
―Lo sé ―susurra Jared besando mi hombro derecho. Tiemblo
ante su roce y él lo percibe, pues aprieta su cadera contra mi trasero,
cosa que me hace soltar un gritillo. ¿Qué le pasa a este hombre? Me
giro y lo fulmino con la mirada. Pero el muy pillo sonríe abiertamente,
me toma del cuello y me besa. Aquí, delante de su tío y de todos―.
Si nos permites ―dice tomándome de la mano y haciéndome caminar
entre las mesas. Mis pies no responden, me muevo porque él me
conduce mientras me sujeta de la cintura con el brazo.
Salimos al balcón y agradezco por la brisa, que apacigua mi
temperatura y me permite recobrar la capacidad mental.
― ¿Es tu tío? ―pregunto tontamente, eso es lo que acaba de
decir. ¿Por qué lo pregunto de nuevo? Sonríe y acaricia mi mejilla,
me hace retroceder hasta que me aprisiona contra el barandal.

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―Si ―Se inclina y reclama mis labios. Esta tan pegado a mí,
que siento por completo su erección contra mi vientre.
― ¡Jared! ―jadeo luchando por mantener la cabeza fría. Se está
portando mal y me arrastra con él.
― ¿Y si nos vamos a la habitación? ―propone con voz sensual
que me tienta.
― ¿Y la cena?
― ¿Quieres cenar? ―Frunzo la frente.
―Sabes a lo que me refiero ―Lo acuso golpeando su pecho con
mi dedo―. Eres el anfitrión, no puedes dejar botados a tus invitados
―Su sonrisa se amplía a un más.
Desde luego que es eso, todo el mundo se mueve a su alrededor
y he visto como da indicaciones a un par de hombres. El muy listillo
no me lo dijo, pero no soy tonta, ya decía yo que tanto cuadro no era
casualidad. ¿Para eso los compro? ¿Para presumirlos en sus cenas?
Eso me irrita un poco, aunque son suyos y puede hacer lo que le pegue
la gana.
―Supongo que pueden arreglárselas solos ―responde
encogiéndose de hombros.
―No me dijiste que era tu cena ―le reprocho.
― ¿Hubieras aceptado venir? ―No lo sé, posiblemente no―.
Lo sabía ―Besa mi cuello y suspira. Está inquieto, lo percibo. No
solo en ese beso repentino, si no en sus ojos, que justo ahora intenta
mantener fuera de mi vista.
―No voy a dormir con tu tío ―declaro convencida de que es
eso lo que le preocupa. Me molesta creer que pueda pensar eso, pero
le doy la razón. La forma en la que nos conocimos no es nada típica y
hasta cierto punto lo comprendo.
― ¿Qué? ―Levanta la cabeza de golpe y me mira
desconcertado.

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―Es por eso que estas preocupado, ¿no? Por eso dijiste eso soy
tu novia ―Me observa fijamente con esos ojazos―. No voy a dormir
con tu tío ―aseguro.
―Nunca pensé eso ―dice dolido. ¿No? Ahora soy yo la que me
quedo de piedra.
―Puedes decirlo ―lo ánimo. Niega y se pone recto, colocando
su rostro a centímetros del mío.
―Dejemos un par de cosas claras, señorita Damme ―dice
completamente serio―. Nunca pensaría eso de ti, porque con el único
hombre que dormirás esta noche, soy yo ―¡Que seguridad!―. Y
respecto a lo de “Mi novia”. Eso eres, mi novia ¿queda claro? ―Me
quedo boquiabierta.
― ¿Cuándo dije que era tu novia? ―replico tercamente sin
contenerme. Su expresión seria desaparece, curva ligeramente sus
labios.
―Desde que me pediste que te llevara a mi cama y te quitara la
ropa.
― ¿Qué? ¿Cuándo hice eso? ―Su sonrisa se hace más grande
ante mi desconcierto.
―Aquella noche me lo pediste ―¡Mierda! ¿De verdad lo hice?
¡Ay mi madre!
―Pues… ―No sé qué rayos responder.
― ¡Ahí estás! ―Escucho la voz de alguien. Jared se gira y
descubro a un hombre alto y esbelto, de cabello rubio cenizo y tez
blanca, probablemente de la edad de Jared―. ¡Jared! ―saluda
dándole la mano y un abrazo.
―Raúl ―contesta Jared, mostrándose menos rígido que con el
resto de los invitados.
―Por poco y no llego… ―Se detiene a mitad de la frase al
verme―. Tienes compañía ―dice sin quitarme los ojos de encima.

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―Quiero presentarte a Conny ―Él sonríe de lado de un modo
coqueto.
―Un verdadero placer, Raúl Villareal ―dice tomando mi mano
y depositando un beso en el dorso. Jared se remueve incomodo ante
el gesto y carraspea arrebatándole mi mano. Cosa que sorprende al
chico y que al mismo tiempo lo hace reír―. Tranquilo ―murmura
mirando a Jared.
―Compórtate, Raúl ―advierte Jared rodeándome con el brazo
en actitud posesiva.
―Solo saludaba.
―Es mi chica ―anuncia y el chico se queda en blanco.
― ¿Tu chica? ―pregunta divertido―. Espera… ¿Es
Cenicienta? ―¡Mierda! Giro el rostro como la niña del exorcista y
fulmino a Jared. ¿Le ha contado eso? ¡Joder! Lo mato―. Increíble.
Moría por conocerte ―asegura, pero yo sigo queriéndome comer con
los ojos a Jared, quien al percatarse se mueve incómodo.
― ¿Por qué no vas por una copa? ―le indica a su amigo.
―De acuerdo. Voy por una copa ―Se marcha y entonces me
preparo para desatar mi furia.
― ¡Ja…! ―Me toma de la cintura y me besa con intensidad,
callando mis protestas y poniéndome contra las cuerdas. Me empuja
de nuevo sobre la barandilla y con su rodilla acaricia la parte interna
de mis muslos. Gimo en su boca y el calor recorre mi cuerpo, es un
tramposo, sabe mi debilidad y la utiliza a su favor.
Una de sus manos baja hasta mi trasero, apretando mis glúteos,
mientras empuja su pelvis contra mi sexo, jadeo y tiro con fuerza de
su saco. ¡Mierda!
―Señor ―La voz incomoda de un hombre hace que Jared pare
en seco. ¡Trágame tierra!
― ¿Qué pasa? ―pregunta de mala gana con la voz agitada.

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―Es la hora del brindis ―Jared cierra los ojos intentando
contenerse, yo estoy inmóvil, oculta por su cuerpo pero aun asím
siento la cara arder de la vergüenza. Es evidente que no estábamos
conversando.
―Ahora vamos ―dice a regañadientes. El hombre no habla,
solo escucho sus pasos apresurados al marcharse.
― ¡Quiero morirme! ―chillo hundiendo el rostro en su pecho.
―No pasa nada ―asegura intentando arreglar mi pelo, que
seguro es un nido de pájaros después de ese agarrón.
―Pero…
―Si se atreve a decir algo… ―Levanto la mirada―. Lo
despediré ―dice al ver mi expresión de pánico―. Relájate. No es la
gran cosa.
― ¿Qué? Estamos en una fiesta.
― ¿Y? Es mi fiesta y tu mi novia, puedo hacer lo que me venga
en gana ―Me quedo con la boca abierta ante su actitud. Es la primera
vez que veo que quiere pasarse por el arco de la victoria las
apariencias.
―Soy una mala influencia ―murmuro con gesto horrorizado.
Jared sonríe y se relaja.
―Eso me temo ―Pongo mala cara.
―Se suponía que lo negarías ―protesto. Me besa la frente con
dulzura.
―Me encantas, Conny. Ahora vamos por el bendito brindis.
―Si ―intento avanzar, pero me detiene.
―Espera… ¿Bebiste? ―Su expresión me descoloca.
―Un poquito ―Parece no creerlo. Supongo que me ha estado
contando los tragos y a esta hora debería estar muy happy.
―No bebas ―dice poco convencido.

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―No me dejes beber ―le recuerdo. Asiente y me toma del
brazo.
―De acuerdo.
Un brindis. Fulmino con la mirada a Jared, quien pone otra copa
en mi mano. Acabo de decirle que no me deje beber y a él parece no
importarle. Aunque ahora que lo pienso… ¿Acaso intenta
embriagarme?
―Solo una ―susurra en mi oído. Haciendo que muchos pares
de ojos nos sigan. Claro, después de ese beso y de la aparente
cercanía, ahora las mujeres me miran con odio y los hombres con
atención.
―Solo una ―repito fingiendo darle un sorbo.
― ¡Salud!
De nuevo me acomodo en la mesa y veo como poco a poco los
invitados se retiran. El mesero ha vuelto a su tarea, intentar que beba,
lo que confirma mis sospechas sobre Jared. Es un tramposo. ¿No
quiere decirme? ¿Es eso?
― ¿Conny? ―Se inclina a mis pies y me observa con atención,
mantengo la cabeza baja como si estuviera un poco abría.
― ¡Jared! ―canturreo lanzándome sobre él. Quiero saber lo que
trama este hombre.
―Estas ebria ―dice con una sonrisa de oreja a oreja. ¡Lo sabía!
―Jared ―Su amigo se acerca a nosotros y me observa―. Me
retiro ―Jared se pone de pie y le da la mano.
―Gracias por todo.
― ¿Regresas hoy a New York?
―No ―responde mirándome. Yo finjo jugar con el dobladillo
del vestido. Creo que tanta práctica con mis borracheras ha servido de
algo―. Pasaremos la noche aquí.
―Entonces te veo el domingo…

161
―El lunes ―corrige. Su amigo arruga el ceño―. El domingo
estaremos ocupados ―dice mirándome de nuevo. No me ha
consultado nada al respecto.
―De acuerdo ―contesta con una sonrisa. Se da la vuelta sin
decir nada y entonces Jared me ayuda a ponerme en pie. Finjo no
poder sostenerme y él me toma de la cintura.
― ¿Adónde vamos? ―pregunto mientras me conduce por el
hotel.
―Necesitas un poco de aire ―explica.
―Te dije que no me dejaras beber ―lo acuso.
―No pasa nada. Yo te cuido y cuando estas ebria eres
encantadora ― ¿Encantadora? No tiene idea.
Me lleva hasta la habitación donde me ha arreglado Clara, no se
detiene al entrar, va directo al balcón, depositándome en una de las
sillas. La panorámica de la cuidad es hermosa.
―Conny ―murmura poniendo sus manos en mis muslos,
llamando mi atención. Lo miro aun fingiéndome borracha.
― ¿Qué? ―balbuceo.
―Dime algo ―Su expresión es seria, tanto que me llena de
intriga―. ¿Me quieres? ―Me quedo pasmada. Parpadeo un par de
veces intentando pensar una respuesta, lo tengo claro, pero ¿por qué
me pregunta eso? Más aun cuando sabe que estoy ebria y que… ¿Sabe
que cuando me emborracho digo la verdad? ¿Eso hice la otra noche?
¡Mierda! ¿Qué rayos dije? ¿Por qué no recuerdo?―. Conny
―Sostiene mi rostro entre sus manos.
―Jared…
―Dijiste que me querías poquito ―De nuevo me deja perpleja.
¿Eso dije? ¿Por eso ha intentado embriagarme esta noche?―. Dime
¿ahora me quieres un poco más? ―Me derrito como un cubito de
hielo.

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¿Hizo todo esto para ganarse mi amor? Desvió la mira
totalmente conmovida, intentando no ponerme a llorar. Jared supera
todas mis expectativas. Es un loco de atar, pero uno tierno y hermoso
que no deja de sorprenderme. No sé qué decir, no sé qué pensar.
¿Debería decir lo que siento?
―Es trampa ―balbuceando con un nudo en garganta―. Tú no
lo has dicho ―Me mira fijamente, un poco sorprendido―. Y
además… mañana no lo recordare ―Sonríe de esa forma que me hace
perderme, que me hace quererlo más.
―Te aseguro que mañana hare que lo recuerdes ―Muero por
decirle que desde luego que lo recordare, puesto que su plan fallo,
pero quiero escucharlo.
―Dímelo ―pido emocionada. Acerca más su rostro al mío, sin
apartar su mirada.
―Conny Damme, me gustas, me gustas demasiado. Creo que
estoy enamorado de ti ―Mi corazón se quiere salir del pecho y mis
ojos de llenan de lágrimas.

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Capítulo 14
¡Jared Leiner ha dicho que está enamorado de mí!
Estoy emocionada, más que emocionada, estoy sin palabras.
¿Todo esto lo ha hecho para que le diga que lo quiero? ¡OMG! ¿De
qué cuento se ha escapado este hombre? Jalo aire por la boca, un par
de veces y me llevo la mano a la boca.
―Dame un segundo ―pido levantando la otra mano. Echo la
silla hacia tras, poniéndome de pie, dejando de lado mi actuación.
Camino por el balcón y me apoyo contra el concreto, del lado opuesto
a donde se encuentra.
Sigo sin creérmelo. No es que nunca me hayan dicho una
declaración, pero… ninguna como esta. Jared es único.
― ¿Conny? ―Me mira perplejo. Su rostro se ha puesto pálido
mientras me escruta de pies a cabeza. Se ha dado cuenta de que no
estoy ebria.
―Creo que tu plan fallo ―digo entre dientes. Niega y sonríe al
entender mis palabras.
―No bebiste.
―No y eso significa que mañana recordare todo lo que has
dicho ―Hago una pausa y lo apunto con el dedo―. Señor Leiner es
usted un tramposo ―lo acuso fingiéndome seria. Relaja por completo
su expresión, regalándome una maravillosa sonrisa. Esa que me
derrite.
¿Qué debería hacer? ¿Debo decirle que también me enamore?
¿O debería hacerme la difícil?
―Y mi princesa también es una tramposa ―Se acerca y me
toma de la cintura. Quiero besarlo, quiero comérmelo―. Así que
tendrá que castigarla.

164
― ¡¿Qué?! ―No me da tiempo de nada, me levanta
colocándome sobre sus hombros y entra a la habitación―. ¡Jared!
―gimoteo en medio de risas.
―Eres una niña mala.
―Y tú, un manipulador ―exclamo sin dejar de reír. Me encanta
cuando se porta así, siguiéndome el juego y rompiendo su seriedad.
―Solo un poquito ―De eso nada. Es el más grande
manipulador que jamás haya conocido, pero me encanta. Me deja
sobre la cama y me aprisiona con el peso de su cuerpo.
― ¡El vestido! ―chillo histérica al recordar y él se echa a reír.
― ¿El vestido? ¿Eso te preocupa?
― ¡Son 1000 dólares! ―le recuerdo. Pone los ojos en blanco,
pero se aparta y tomándome de la mano me pone de pie.
―Entonces resolvamos eso ―Comienza a bajar el cierre y
desprende el broche del cuello―. Bien ―Lo baja por mis muslos
hasta que lo saca por completo. Lo coloca sobre una silla y me mira―
Asunto resulto. El vestido de los 1000 dólares está a salvo, pero…
―No me gusta la forma en la que me mira―. Tu no ― ¡Mierda!
― ¡No! ―intento correr pero me tumba sobre la cama―.
¡Jared! ―Sujeta mis manos a los lados de mi cabeza y me mira
fijamente.
―Muy bien, señorita Damme ―susurra inclinándose sobre mi
rostro.
―Planeaste embriagarme ―demando. Sonríe y frota su nariz
contra la mía.
―Ahora lo sabes, Conny ―Sonrió. Claro que lo sé, y ni
borracha podría olvidar lo que ha dicho― ¿Me dirás lo que he
preguntado?
―No ―Sé que mi negativa lo provoca.
― ¿No? ―pregunta entrecerrando los ojos. Lucho por no reír.

165
―No ―reafirmo con seguridad.
―Mmm… Te estas portando mal ―murmura inclinándose
sobre mi cuello. Su aliento provoca estragos entre mis piernas pero
me mantengo firme. Siento sus dientes rozar mi piel y un jadeo
involuntaria se me escapa―. ¿No? ―sonríe divertido.
―No ―contesto rápido, pero con menos convicción. Baja hasta
llegar a mis pechos, todo sin soltar mis manos. Lame despacio para
luego mordisquear. ¡Mierda!
― ¿Conny? ―Levanta el rostro―. ¿Me dirás? ―pregunta muy
serio y mirándome de un modo que me agita el corazón. Es una
mirada que expresa tanto y que me desarma.
―Ya lo sabes ―murmuro rendida― No solo te quiero un
poquito… te quiero completamente ―Sonríe y me besa.
Libera mis manos, permitiéndome disfrutar de la suavidad de su
pelo, del calor de su piel. Él sujeta mi cintura y sube por mi espalda
liberando mi sostén. Le facilito la tarea y entonces su boca se cierne
sobre mis pechos. Recorriendo cada milímetro de mi piel con
veneración. Baja mis bragas, una vez que termina con mis pechos, se
levanta de la cama y toma un preservativo. Tras colocárselo vuelve a
suspender su cuerpo sobre el mío.
―Ahora que has dicho lo que quería saber ―dice muy serio―.
No podre dejarte ir.
―No lo hagas.
―No lo haré.
―Prometiste que no dormiría ―le recuerdo divertida. Sacando
a flote mi lado perverso.
―Siempre cumplo mis promesas, princesa.
Se mueve hasta que está dentro de mí. No duele o es quizás la
intensidad del momento lo que me hace disfrutarlo. Jared observa mi

166
rostro acariciando mi mejilla mientras entra por completo. Arqueo la
espalda y me entrego por completo.

Estoy agotada. Siento como si hubiera corrido 10 kilómetros,


pero es una sensación aún más agradable y más placentera. He
dormido solo un par de horas. Pues tal como lo prometió, no me ha
dejado dormir. Aunque no tengo quejas al respecto.
―Buenos días, princesa ―saluda dándome un beso en la
mejilla. Me remuevo y me pego a su cuerpo.
― ¿No tienes sueño?
―No, pero mi princesa, si ¿verdad? ―Asiento perezosamente
mientras beso su cuello.
―Si.
― ¿Avión o auto? ―pregunta. Es sábado, no tengo nada que
hacer y supongo que 4 horas de viaje por carretera pegada a él no me
caerían nada mal.
―Auto ―Sonríe y asiente.
―De acuerdo ―Me besa en la cabeza y sale de la cama, a pesar
de mi protesta―. No tardo.
Estoy tan cansada, que apenas se va cierro los ojos y me quedo
de nuevo dormida.
Siento sus labios sobre mi rostro e instintivamente busco su
boca. La encuentro y saboreo sus labios. Lo que me hace
despabilarme un poco y disfrutar de sus hermosos ojos azules.
― ¿Qué hora es?
―Temprano.
― ¿Qué pasa? ―Noto que me mira un poco extraño.
―Tengo algo que proponerte ―Abro por completo los ojos
intrigada por su tono de voz.

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― ¿Qué es?
―Tengamos una relación.
― ¿Qué? ― ¿No la teníamos ya?
― ¿No sabes lo que es una relación? ―Pongo los ojos en blanco
ante su comentario y me incorporo.
―Se lo que es, pero…
―A eso me refiero, Conny. Quiero salir oficialmente contigo.
Ayer protestaste porque te presente como mi novia, supongo que se
debe a que no lo pedí de la forma correcta ―Se aclara la garganta y
sujeta mi mano―. Señorita Damme, ¿quiere salir conmigo? ¿Quiere
ser mi novia? ―Me cubro el rostro con las palmas de las manos y rio.
―Estás loco.
―Sí, eso dije, estoy loco por ti. Ven aquí ―Tira de mí hasta que
estoy sentada sobre su abdomen― ¿Qué dices?
―Que me encanta. Pero…
― ¿Pero?
―Tengo algunas preguntas ―Pone las manos detrás de su
cabeza y expresión seria.
―Adelante. Prometí que respondería lo que quisieras saber.
― ¿En serio?
―Si ―Me debato entre preguntar lo que paso aquella noche y
saber más sobre su vida, sobre la relación con su tío y sus padres.
―Bueno… dijiste que esa noche yo pedí que me llevaras a tu
cama ¿verdad? ―Sonríe.
―No textualmente, pero algo similar.
― ¿Qué?
―Pediste que te llevara a mi casa.
― ¡Oye!
―Aún no había pasado la cena, no se garantizaba lo verídico de
mis palabras ―Hago una mueca de disgusto, pero lo dejo pasar.

168
― ¿Qué más hice esa noche?
― ¿Podrías ser más específica? ―Gruño pero él no se
inmuta―. Su pregunta es demasiado general, señorita ―Suspiro e
intento reformular la pregunta.
― ¿Qué dije sobre ti, esa noche? ―Eso es lo que más me
preocupa. Sus ojos brillan y curva ligeramente los labios en una
sensual sonrisa de lado. ¡Mierda! Me distrae.
―Pues que era muy guapo ―Joder. Lo imagine―. Y que me
querías poquito.
―Entonces ¿qué planeabas anoche? ¿Por qué querías
embriagarme? ―Se la respuesta pero disfruto escuchándolo de sus
labios.
―Saber más de ti. Además, tenía que confirmar si ese “poquito”
había aumentado ―Me inclino sobre su pecho y suspiro.
―Eres un loco ―Sus manos acarician mi espalda con
suavidad―. ¿No te llevas bien con tu tío? ―Sus manos se detienen y
eso despierta mi curiosidad, me incorporo y estudio su cara.
― ¿Qué te hace suponer eso? ―Me encojo de hombros.
―Ayer estabas tenso…
―No esperaba verlo aquí. Es un poco especial, eso es todo.
― ¿Y la mirada que se dedicaron?
―Nunca antes le había presentado a una chica como mi novia.
― ¿Que? ―Ahora es él quien se encoje de hombros.
―No suelo tener relaciones formales, por eso estaba un poco
sorprendido, creyó que solo lo decía para llevarte a la cama, así que
tuve que hacerle entender que eras distinta ―Me quedo pasmada
intentando procesar sus palabras. «Especialmente de él» Eso ha dicho
Darío. Bueno, no necesito ser un genio para saber que ninguna mujer
podría resistírsele a Jared.
― ¿Él también tiene sus chicas? ―Sonríe y niega.

169
―Supongo. Pero es un tanto especial, creí que te estaba
incomodando o incitándote para que salieras huyendo.
― ¿Huir?
―No olvido que él te dejo escapar de la empresa ―Me basta
recordar cómo se puso ese día y como le grito.
―Entonces, ¿no tienen buena relación?
―Nos toleramos. Es el único familiar que tenemos ―Supongo
que se refiere a Carver, pero…
― ¿Y tus padres? ―Niega poniéndose un poco más serio.
―Murieron hace años.
―Oh… lo lamento.
―Está bien ―Creo que por el momento basta. Me inclino y
beso su cuello. Pero entonces recuerdo algo más.
― ¿Le dijiste a tu amigo porque era cenicienta? ―pregunto
levantándome de golpe y fulminándolo con la mirada. Se echa a reír
ante mi abrupta reacción―. ¿Le contaste todo?
―Mmm… Creo que sí.
― ¿Qué?
―Al menos lo más importante ― ¡Lo mato! Rueda sobre la
cama y busca callar mis protestas con sus labios, cosa que resulta
hasta que lo muerdo y salto de la cama arrojándole una almohada.
Hemos terminado armando un alboroto en el hotel, que incluso
han tocado preguntando si todo estaba bien. Jared ha dado la cara y
yo me he escondido. Ha prometido castigarme por no saber
comportarme y aunque su cara seria dice que está molesto, sus ojos
me dicen otra cosa. Me encanta este hombre manipulador y
romántico.

170
―Conny ―Acaricia con ternura mi cabello mientras abro los
ojos―. Llegamos.
― ¿Ya? ―Me he quedado dormida todo el trayecto de regreso
a New York. Me incorporo y compruebo que estamos afuera de mi
edificio. Baja del auto y me ofrece su mano, aún estoy desorientada.
―Vamos ―Me toma en brazos y no protesto. Entra conmigo al
elevador y luego camina hasta la puerta del departamento.
―Espera ―Busco dentro de mi bolsa y cuando estoy a punto de
introducir la llave en la cerradura, la puerta se abre y Leo aparece. Me
mira sorprendido y yo a él. ¿Qué hace aquí? Además, todo indica que
paso la noche.
―Hola… ―dice confuso―. Adiós ―Pasa de largo y se dirige
a toda prisa al ascensor. Miro a Jared, que esta rígido como una piedra.
―Es el amigo de mi Dafne ―explico torpemente.
― ¿Pueden quedarse hombres en tu casa? ―Ahora soy yo la
que no comprendo su pregunta. Pues su expresión no ayuda mucho.
¿Está celoso? O ¿Quiere quedarse? Ninguna de las dos parece posible
así que las descarto.
―Teóricamente no. Pero supongo que aprovechando que estaba
sola, se las salto.
―Mmm… ―Sonrió y tomo mis cosas de su mano.
―Gracias por todo ―digo dándole un beso en la mejilla. Me
retiene sujetándome de la cintura y besándome en la boca.
―Gracias a ti, por aceptar y por no beber ―Rio y asiento―.
Paso por ti mañana.
― ¿Adónde iremos? ―Mete las manos en los bolsillos de su
pantalón y se encoge de hombros.
―Tengo un regalo para ti ―Pongo cara de pánico.
―Jared…

171
―No es un vestido de 1000 dólares. Lo prometo ―Olvide tocar
ese tema.
―No es necesario que me regales cosas ―digo incomoda.
―Primero quiero que lo veas y luego me dirás qué opinas ¿De
acuerdo? ―Aunque lo vea pienso rechazarlo, bastante mal me siento
llevando en la bolsa el famoso vestido. He insistido para que se quede
con él, pero desde luego que es ridículo. No puede usarlo él.
―Está bien.
―Descansa ―Se da la vuelta y se marcha. Espero hasta
perderlo de vista y entonces entro al departamento.
Me quedo boquiabierta al ver el desorden que reina en todo el
lugar.
― ¿Leo? ―Dafne aparece semidesnuda y al verme se pone
pálida―. ¿Conny?
―Leo ¿eh? ―pregunto con ironía.
―Bueno… ―No sabe que decir. Es mi turno para cobrarme sus
burlas. Dejo las bolsas en el piso y pongo los brazos en la cintura con
expresión severa.
― ¿No se supone que saldrías con Miller? ―Mira a todos lados
como si pudiera encontrar la respuesta detrás de las paredes―.
¿Dafne?
―No me regañes.
―Entonces explícame. Dijiste que no serias su chacha.
―Bueno, hicimos un acuerdo ―Pongo los ojos en blanco.
Suspira y niega―. Anoche cuando salí con Miller, él estaba ahí. Se
puso celoso y me siguió aquí y pues ya te imaginaras lo que paso…
―Miro el lugar y niego.
―No quiero imaginarlo.
― ¿Y tú? ¿Cómo te fue? ¿Sobrevivió el vestido? ―Me relajo
un poco.

172
―Si. Sobrevivió ―respondo levantando la bolsa.
―Creí que no lo conservarías ―intenta devolvérmela la muy
pilla.
―Ni modo que lo usara él ―Se echa a reír al imaginarlo,
incluso yo misma me rio.
―Sería divertido.
― ¡No!
― ¿Y?
― ¿Qué?
― ¿Qué paso? Tienes una cara…
―Somos novios.
― ¿Que?
―No tienes idea de lo que hizo, como me lo pidió y todo lo que
me dijo ―Suspiro al recordarlo―. Quiere que sea oficial y no se
cuanta cosa.
― ¡Quiero uno así! ―chilla entusiasmada, pero de pronto se
pone seria.
― ¿Qué pasa?
―Bueno…
― ¿Qué?
―Es que anoche, vi a Carver con unas tipas ―Me mira
esperando mi reacción. Pero eso no es algo nuevo o que me sorprenda.
―Sus chicas ―murmuro recordando sus palabras.
― ¿Sus chicas? ¿Eso es todo lo que dirás? ―pregunta
verdaderamente extrañada.
No tengo nada más que decir. Ahora el capítulo de Carver está
completamente cerrado, todo lo que me importa es Jared. Aunque no
dejo de lado el hecho de haber sido su chica y de que tarde o temprano
lo veré. ¿Cómo reaccionara? ¿Qué dirá? Esas eran preguntas que no

173
dejaban de rondar mi mente, pero ahora ya no es así. Sé que no le
importo y él a mí tampoco.
―Era de esperarse.
― ¿Qué? ―Suspiro.
―La noche que salimos con Edna y Mila, lo vi con una mujer
―Abre la boca sorprendida―. Por eso salí corriendo de ahí.
― ¿Por qué no me dijiste?
―No quería arruinar la noche.
―Espera… ¿Por eso bebiste? ¿Y por eso te fuiste con Jared?
―Si ―No me gusta admitirlo, pero así fue.
―Conny ―dice mirándome muy seria―. ¿Segura que no
aceptaste salir con Jared por despecho? ¿Para vengarte de Carver?
Sonrió y niego con un movimiento de cabeza.
―No, Dafne. Acepte salir con él, porque estoy enamorada.
― ¿Qué? Un momento, ¿dijiste enamorada? ―Sonrió aún más.
―Si ―Levanta las manos y camina de un lado a otro. Entiendo
su desconcierto, nunca antes acepte estar enamorada de nadie. Ni
siquiera de Carver con quien salí por 4 años.
―No sé qué decir.
―Yo tampoco. No sé cómo paso, ni cuándo.
―Bueno amiga, creo que aun tienes muchas cosas que
enfrentar. Carver es su hermano.
―Lo sé. Pero no voy a dejar a Jared solo por haberme
equivocado con él. Dafne, lo que siento por Jared va más allá de lo
que puedo entender. No sé cómo explicarlo.
―Existen cosas que no tienen que explicarse, como Leo y yo
―Tuerzo la boca y niego cruzándome de brazos.
―Supongo que eso no, pero el desorden, sí. Así que, a limpiar.
― ¡Oye!

174
Capítulo 15
Dejo a Dafne con su desastre y entro a mi habitación, coloco las
cosas en el tocador, cosas que aún no terminan de convencerme, pero
que no puedo rechazar así como así. Jared ha insistido en que las
conserve y después de la forma en la que lo ha pedido, temo que no
puedo negarme. Me tiro sobre mi cama y disfruto de la suavidad de mi
adorado lecho. Ha sido una noche increíble, casi de cuento de princesa.
Lo que me recuerda, que Jared es un hombre de otro mundo, es
simplemente maravilloso. Nunca antes conocí a alguien igual y tal vez
por ello me cueste creérmelo del todo. Carver siempre se quejaba y no
daba buenas referencias sobre él, aunque claro, nunca preste mucha
atención a sus comentarios. Pero como mi amiga dijo, no tienen por qué
ser iguales. Bostezo y me giro bocabajo, a pesar de que dormí todo el
trayecto de regreso aún tengo sueño, así que me acomodo sobre la
almohada y cierro los ojos. No tengo mucho que hacer, así que no caerá
mal una siesta. Sonrió ante la imagen de su hermosa sonrisa que aparece
en mi pensamiento, mientras el sueño me reclama.
«¡Estoy loca por Jared! Y temo que no hay vuelta atrás».

Cuando abro los ojos, son casi las dos de la tarde. Me cambio de
ropa y voy a la cocina, en busca de algo para comer. Cuando salgo de
la habitación, noto que la casa ha regresado a su estado original.
«Menos mal. El trabajo que debe haberle costado a Dafne.»
A quien descubro lavando platos en el fregadero, cuando entro
a la cocina.
―Terminaste ―comento abriendo la puerta del refrigerador.
―Sí, gracias a tu ayuda ―dice con ironía. Me giro ofendida,
ante su mirada acusadora.

175
―Oye, no tengo la culpa. Debiste pedirle a Leo que te ayudara
a limpiar ―Pone los ojos en blanco y resopla.
―Ese no quiere ni lavar un plato ―«Ahí vamos de nuevo».
―Entonces, ¿por qué regresaste con él? ―pregunto
metiéndome una fresa a la boca. Se encoge de hombros. Y aunque no
lo diga, sé muy bien el porqué, puesto que es la misma razón por la
que yo estoy con Jared, a pesar de lo particular de nuestro
encuentro―. Supongo que podrías educarlo ―Suelta una carcajada y
niega rotundamente―. O puede que no ―murmuro al ver su
expresión.
―No sé. Aún no es algo definitivo.
― ¿Qué quieres decir? ―pregunto acomodándome en una de
las sillas. «Algo no definitivo».
―Pues quedamos en intentarlo ―Es la primera vez que dice
algo así y no sé porque me da la impresión de que la cosa no terminara
bien. Leo es todo un misterio, es el único hombre capaz de moverle
las ideas a mi loca amiga.
―Ya veo ―No tengo mucho que decir, soy la menos indicada
en cuestiones amorosas y ella es la experta en relaciones complicadas.
Suspiro y término de devorar el resto de fresas que contiene el
tazón―. No te compliques demasiado ―digo finalmente. Se gira y
me mira entrecerrando los ojos.
― ¿Desde cuando eres consejera amorosa?
―Ja ja. Tonta. Es lo que siempre me dices. No lo sé.
Regreso a mi habitación, enciendo mi portátil y abro mi correo.
Reviso los mensajes y también empiezo a organizar el trabajo de la
semana. La bruja de Laisa quiere que hagamos remodelación, otra
vez, creo que no tiene nada más que hacer o quizás sólo desea
joderme. Ella no tiene que quebrarse la cabeza, ni mover cosas, ni
nada, solo señalar y observar. ¡La odio!

176
Aprovecho para buscar los datos de algunos pintores, pues
quiere que reclutemos nuevos artistas, más ahora que tendremos
alguien nuevo. Me agrada ver que ha incluido algunos escultores
dentro de los candidatos, quienes tienen un trabajo muy interesante.
Después de estar casi 3 horas, pegada a la silla, suspiro y me
reclino sobre el respaldo, cierro los ojos y rememoro el rostro de mi
padre. Pues ver las esculturas, evocan su persona, ¿Cómo estará?
¿Habrá podido cumplir su sueño? Siempre finjo que no me importa
que se haya ido, pero a veces me pregunto si se acordara de mí. Mi
madre dice que nunca nos quiso, a ninguna de las dos, pero no creo
que sea el caso. Él me enseño el amor por el arte y siempre fue
cariñoso conmigo. Me cuesta creer sus palabras.
Abro los ojos y regreso a la realidad. No tiene caso torturarme
con preguntas que quizás nunca tengas respuesta, además, si mi padre
es feliz, yo también debo serlo. Miró hacia el armario, descubriendo
que tengo un desastre. «Tengo que hacer limpieza». Me levanto de la
silla y abro por completo las puertas. Lo primero que capta mi
atención, es la punta de un listón blanco que sobresale de una de cajas
apiladas al fondo. «Los regalos de Carver». Me doy la vuelta y busco
una bolsa de plástico. Me arrodillo y comienzo a colocar dentro las
pequeñas cajas que he recibido en su nombre. Necesito devolverle sus
cosas y cerrar definitivamente ese capítulo.

Aunque ambas cocinamos, los fines de semana optamos por


pedir comida y sentarnos en la sala para ver una película. Hoy hemos
optado por ver Secret. La he visto una par de ocasiones, pero sigue
provocando el mismo efecto en mí.

177
―Entonces… ―digo tomando un bocado de pizza―. Leo y tú,
¿regresaron? O ¿Es un free? ―Casi se ahoga, toce un par de veces y
le da un sorbo a su bebida.
―No tengo idea. No le hemos puesto un título, como lo han
hecho ustedes ―Sonrió.
―Quien lo ha hecho, es Jared ―explico encogiéndome de
hombros. Aunque me encanta que haya sido él quien lo pidiera.
―Quiero un príncipe como el tuyo, pero creo que me tengo que
conformar con uno de los sapos del estanque ―Rio y niego―. Edna
se ira de espaldas cuando sepa que son novios.
― ¿Edna? ―pregunto extrañada.
― ¿No te conté? ―Toma una servilleta y se limpia la boca―.
No me ha dejado de preguntar por él. ¿Qué si ya son novios? ¿Qué si
tú con Carver, ya no son nada? Un montón de cosas.
― ¿Qué? ―Eso sí que me sorprende. ¿Qué quiere con Jared?
Se encoge de hombros con una expresión divertida.
―Creo que le gusta tu novio.
―No. Es mío ―aseguro con un poco de severidad―. Ella tiene
a su flamante prometido, así que debe mantener sus ojos lejos de Jared
―Se echa a reír.
― ¡Señoras y señores! ―grita imitando a un presentador de
televisión―. Conny Damme, ¡esta celosa!
―No estoy celosa ―protesto.
―Creí que eso no iba contigo ―se burla. Pongo los ojos en
blanco―. Creo que te perdimos, oficialmente ―dice haciendo énfasis
en la última palabra.
«Celosa. No, yo no soy celosa».
Nunca lo he sido, pero creo que no me gusta la idea de Edna
queriendo comerse a Jared. Es mío.

178
Mi cuarto ha quedado de maravilla, vaya que ha sido un día
productivo. Tomo mi pijama, lista para irme a la cama, pero colors de
Morandi, comienza a sonar, indicando que tengo una llamada. Tomo
mi móvil y se me acelera el corazón al ver su nombre en la pantalla.
Me aliso el pelo tontamente, como si pudiera verme y me dispongo a
atender.
―Hola ―lo escucho decir. Siento como mis labios forman una
sonrisa boba al escuchar su voz.
―Hola ―pespondo mordiéndome los labios, mientras me
acomodo en el borde de la cama. Incluso por teléfono tiene ese efecto
en mí, acelerar mi corazón.
― ¿Qué tal tu día? ―pregunta con el mismo tono dulce de voz.
Es extraño el sentimiento que tengo, pero me gusta. ¡Me encanta el
Jared dulce!
―Ah… bien, creo ―balbuceo sin saber muy bien que decir.
― ¿Crees? ―inquiere con una pizca de diversión en la voz.
Seguro está sonriendo de ese modo que me fascina.
―Sí, limpie, trabaje un poco y dormí ―No sé por qué rayos he
dicho eso, es algo tonto.
― ¿Dormiste? ―Dejo escapar una risilla, por la manera en la
que ha hecho la pregunta.
―Si, ¿y tú? ¿Qué tal tu día?
―No tuve mucho por hacer. Contestar mails y realizar llamadas
pendientes.
―Creo que lo distraigo de sus deberes, señor Leiner
―murmuro un poco arrepentida.
―Para nada. Además, me encanta que me distraigas.
― ¿Seguro? ―pregunto en voz baja.
―Por supuesto.

179
Se hace un pequeño silencio. Me muerdo el labio nerviosamente
a la espera de lo que dirá. Aunque me doy una idea. Yo quisiera verlo
en este instante, estar con él, ver su expresión, pero mi dependencia a
Jared comienza a crecer y me da miedo, no porque vaya a hacerme
algo malo, sino porque las cosas van demasiado rápido. Todo avanza
a pasos gigantes y nunca antes me había ocurrido.
― ¿Te parece si paso por ti, temprano? ―Su pregunta me alivia
un poco. Si hubiera dicho que lo viera, sin dudas, habría salido
corriendo a buscarlo.
― ¿Adónde iremos?
―Te gustara.
―Mmm… ―No dudo que me guste.
―No tiene nada que ver con vestidos costosos.
―De acuerdo. Eso me convence.
―Entonces… que descanses, princesa.
―Tú también, Jared.
―Buenas noches, princesa.
―Buenas noches ―Retiro la bocina de mi oído y espero a que
la pantalla confirme que la comunicación ha terminado. Suspiro y
sonrió.
― ¡Dios! ―El grito de Dafne me hace pegar un salto.
― ¡Dafne! ―chillo y doy un salto. Ella está junto a la puerta,
mirándome con una enorme sonrisa.
―Tu cara ―dice señalándome.
― ¿Qué?
―Nada ―responde negando―. “Buenas noches, princesa”
―se burla. Tomo lo primero que encuentro y se lo arrojo, pero la muy
pilla cierra la puerta. Escucho sus risas mientras entra a su habitación.
No puedo evitarlo. Jared es… tan todo.

180
Jared ha dicho que vendrá temprano, así que he puesto el
despertador a las 6. «Levantarse a las 6 a.m. en domingo es sin duda
una locura. Pero, ¿Que se le puede hacer? Tengo que estar lista».
― ¿Formal o informal? ―pregunto a Dafne levantando mis dos
opciones.
―Mmm… ¿adónde irás? ―Me dejo caer en el sillón.
―Ese es el problema. No se adonde iré.
―Esos jeans se te ven geniales con tu blusa crema sin mangas.
Creo que aplican bien para ambos casos.
―Tienes razón ―Me levanto y le mando un beso―. Eres la
mejor.
― ¡Solo cuando te conviene! ―me grita. Le guiño el ojo y entro
corriendo al cuarto―. Creí que no te importaba tu atuendo ―Se burla.
Pongo los ojos en blanco y niego mientras comienzo a meter los
pies en el pantalón. Lo cierto es que no me importaría si fuera
cualquier otra persona a la que veré, pero se trata de él. Quien siempre
viste perfecto.
―Ya está ―anuncio abrochando la correa del zapato y
mirándome en el espejo. Suena mi móvil y casi me caigo por cogerlo.
¡Mierda! ¿Porque estoy tan nerviosa? ―. ¿Si? ―pregunto agitada.
―Hola princesa.
―Hola ―contesto mientras tomo mi bolsa.
―Estoy afuera de tu edificio.
―Ok, ya bajo ―Cuelgo y meto el móvil en mi bolsa―. Me voy
―grito mientras salgo de la habitación.
―Que te diviertas ―responde Dafne, dedicándome una mirada
aprobatoria.

181
―Nada de hombres ―le recuerdo. Hace un puchero, pero aun
así niego. Si comenzamos a romper las reglas después será
incomodo―. No, adiós.
― ¡Mala! ―Salgo a toda prisa y al llegar a la entrada me quedo
sin aliento.
¡Joder! Jared está apoyado en su auto. Ha cambiado su Mercedes
Benz por un jeep gris con negro. Pero no es lo único que ha cambiado,
ahora lleva unos vaqueros y una chaqueta de piel. Se ve hot, muy hot
y no soy la única que lo noto. Al otro lado de la acera, un par de chicas
caminan despacio mientras lo devoran con la mirada. Avanzó y sonrió
cuando me mira.
―Hola ―saludo sacudiendo el pelo que me cae sobre el
hombro. Su radiante sonrisa hace acto de presencia y yo me derrito.
―Hola, princesa ―dice separándose del vehículo y tomándome
de la cintura. Las chicas que se han quedado a cuadros, eso hace crecer
mi sonrisa―. Te eche de menos ―murmura hundiendo su rostro en
mi cuello.
―Yo también ―contesto retrocediendo y mirándolo a los ojos,
los cuales me hipnotizan.
― ¿Nos vamos?
― ¿A dónde? ―intento sustraerle información, pero niega
abriendo la puerta.
―Es sorpresa ―Le pongo mala cara, pero él niega―. No seas
impaciente.
―Dame un pista ―insisto de nuevo, esperando que me diga.
―Sorpresa ―Resoplo y me dejo caer sobre el respaldo del
asiento―. Por cierto ―comenta pensativo―. ¿Tendrás mucho
trabajo mañana? ―Me incorporo de golpe y muevo la cabeza
despacio.

182
―Ni lo pienses ―Le advierto muy seria―. Hoy puedes tenerme
todo el día, pero mañana tengo que ir a trabajar ―Ríe fuerte ante mis
palabras.
―Entendido, señorita Damme ―Me encanta verlo tan relajado.
Enciende el estéreo y Ed Sheeran se hace presente. Thinking out
loud es la melodía. Miro hacia el frente tratando de descifrar hacia
dónde vamos, pero de pronto presto atención a la letra de la canción
y me congelo:

“People fall in love in mysterious ways


Maybe just a touch of a hand
Oh me, I fall in love with you every single day
And I just wanna tell you I am…”

― ¿Te gusta? ―pregunta mirándome de reojo, con una ligera


sonrisa.
―No está mal.
―Si.
Suspiro y me relajo. ¡Mierda!
Me he distraído con la música y no me he percatado a dónde
vamos. La mansión Leiner. Lo miro con pánico, pero él parece
concentrado en el camino.
―Jared ―murmuro intentando captar su atención.
― ¿Si?
― ¿La mansión? ―Asiente. Ver las enormes rejas de la entrada
agitan mi corazón, evocando el instante en el que hui.
Frena y tras oprimir un botón de un control, la reja comienza a
abrirse.

183
― ¿Estas bien? ―inquiere. Intento sonreír y asiento. ¿Acaso me
ha traído aquí para encontrarnos con Carver? O ¿Para qué vea mi obra
de arte? ¡Mierda!
―Espera ―Baja del auto. Me ofrece su mano y dudosa
desciendo. Miro la enorme fachada y el extenso jardín, que tiene todo
tipo de flores―. A mi madre le encantaban ―comenta al notar que
las observo.
―Son hermosas ―Quiero preguntar más sobre el tema, pero él
cambia su expresión y me hace avanzar.
―Ven ―Me conduce hasta la puerta y entonces se detiene.
―Jared ―protesto cuando cubre mis ojos.
―Shhh. Es una sorpresa. Vamos ―Su mano izquierda se
mantiene sobre mis ojos y la derecha me sostiene de la cintura. Me
guía dándome indicaciones de los escalones y desniveles que
atravesamos. Es horrible no poder ver, pero me gusta la sensación de
su mano sobre mi cuerpo.
«Que cosas pienso».
― ¿Ya? ―pregunto impaciente al sentir que hemos recorrido
kilómetros a ciegas.
―Casi. Un poco más ―Se detiene, pero mantiene su mano
sobre mis ojos―. Aquí.
― ¿Ya puedo abrirlos? ―digo impaciente.
―Espera ―Gruño, pero entonces siento como pega su pecho a
mi espalda―. Ahora ―Retira su mano y al instante abro los ojos,
descubriendo que estamos en la sala, en la misma donde nos vimos
por primera vez.
Me reprendo mentalmente por mi condición aquella noche y me
aterra levantar la vista por encima de la chimenea. Se lo que
encontrare, o mejor dicho, me lo imagino. Pero cuando lo hago por
fin me quedo de piedra.

184
― ¡El claro! ―exclamo al ver que el cuadro de Carver ha sido
sustituido por el cuadro de Darren.
― ¿Te gusta? ―pregunta en mi oído. Entonces lo entiendo.
―Espera… ―murmuro soltándome de sus manos y girándome
para mirarlo―. ¿Quieres decir…?
―Si. Es tu regalo.
―No ―niego retrocediendo.
― ¿Por qué no? Sé que a alguien que conozco le encanta.
―Eso no es cierto.
― ¿No? ―cuestiona divertido.
―No.
―Mmm… pues yo recuerdo que cuando me lo mostró no se
cansó de decir que era hermoso y de darle halagos.
―Eso fue… porque lo es ―discuto señalando―. El autor logra
transmitir muchos sentimientos en una escena sencilla a media luz.
No requiere muchos elementos, solo la luna y el lago para crear un
escenario mágico ¿No tengo razón? ―Lo miro y descubro que sus
ojos están fijos en mi rostro, mientras sus labios forman una ligera
sonrisa―. ¿Qué? ―pregunto sintiéndome un poco ridícula.
―Nada. Es solo que creo que tú eres más hermosa ―Sonrió y
niego.
―Mentira.
―Me tienes encantado, Conny.
― ¿Si?
―Si ―Me atrae hacia su pecho y me besa. Enrosco mis dedos
entre su cabello y entonces nos movemos, me levanta y me sienta
sobre la chimenea―. ¿Aceptas mi regalo?
―Jared…
―Por favor.
―Tú lo compraste.

185
―Para ti.
― ¿Qué? ―Eso no puede ser.
―Desde que te vi al entrar, supe que serias mía ―Sus palabras
provocan una explosión en mi estómago―. Y cuando note que te
gustaba, supe que te lo regalaría.
―Se ve más bonito aquí ―declaro intentado persuadirlo―. No
tengo donde ponerlo ―Arruga el ceño.
―Conny.
―Es que…
― ¿Por qué te resulta tan difícil aceptar mis regalos? ―Su
pregunta trae la imagen de mi madre y sus “amigos”. ¡No quiero ser
como ella!
Jared parece herido ante mi negativa. Sujeto sus mejillas y lo
obligo a mirarme.
―Porque no estoy contigo por tu dinero. Ni por tus regalos
―Deposito un beso en sus labios y siento como se relaja.
―Pero quiero dártelo ―Creo que no podre ganar de nuevo.
―Está bien. Pero no aceptare nada más. ¿Entendido? ―Sonríe
y ahora es él quien me besa―. Por cierto ¿qué paso con el cuadro?
―pregunto un poco temerosa.
―Está guardado.
― ¿Guardado?
―Intente localizar al pintor para que hiciera una réplica antes
de que Carver se dé cuenta. Pero parece que salió de viaje ―comenta
encogiéndose de hombros―. Así que opte por mantenerlo fuera de su
vista.
―Lo lamento ―me disculpo con sinceridad.
―Si no fuera por ese cuadro ―murmura pensativo―. Jamás te
hubiera conocido ―Sus palabras me llegan y me cuelgo de su cuello
para besarlo. ¡Estoy enamorada de él!

186
Capítulo 16
Tiene razón. Si no fuera por ese cuadro, nosotros nunca nos
habríamos conocido. Aunque realmente, todo es por Carver, por su
infidelidad y mis deseos de venganza. Y aunque la primera vez que
estuve con Jared, fue por despecho y embriaguez, ahora estoy locamente
enamorada de él.
―Entonces ―dice acariciando mi barbilla―. ¿Lo envío
mañana a tu casa? ―pregunta mirándome esperanzado. Hace un
puchero y muevo la cabeza.
― ¿Siempre te sales con la tuya? ―No tiene sentido negarme,
no puedo con él, al menos en eso no.
―No siempre ―murmura pensativo―. Con cierta persona,
nada ha sido sencillo.
― ¿No? ―inquiero divertida.
―No. Me ha obligado a hacer cosas que jamás pensé que haría.
― ¿Cómo sonreír? ―ronroneo sobre su cuello.
―Por ejemplo ―admite. Ese sin duda es uno de los cambios
más notables, ya que la primera impresión que tuve de él, fue que era
un ogro malvado, como su hermano lo describía.
―Tú también me haces perder la cordura y hacer muchas
locuras ―confieso.
― ¿Cómo huir?
―Por ejemplo ―digo imitándolo.
―No lo hagas de nuevo ―Levanto el rostro y lo miro―. No
huyas de mí.
―No lo hare ―No podría aunque lo quisiera, estoy prendada de
él, irremediablemente.

187
Pasamos el resto del día en la mansión, comemos y me muestra
cada rincón. Aunque no es eso lo que me impresiona, sino las
pequeñas frases referentes a su vida. Las cuales me dejan claro cuánto
quería a sus padres y lo mucho que dolió perderlos. Cerca de las 6 de
la tarde, regresamos. Noto que trama algo, pues ha estado pensativo e
intentando saber que hare mañana. Lo ha preguntado en dos
ocasiones, así que me puedo dar una idea de lo que su cabeza esta
maquinando.
Detiene el auto frente al edificio y rodea el auto, abre la puerta
y me da la mano para que baje. Apoya su mano entre la puerta y el
auto y me retiene mirándome fijamente.
―Conny ―dice muy serio― ¿Y si te quedas conmigo? ―¡Lo
sabía! Aun no se ha rendido. Lo miro entrecerrando los ojos―.
Prometo no tocar tus zapatos.
―Jared… ―Me encantaría pero tengo que llegar a primera hora
a la galería y no puedo arriesgarme.
―Quédate conmigo ―repite con dulzura. Suspiro y comienzo
a negar despacio.
―No puedo. Y no es solo por los zapatos.
―Entonces, ¿puedo quedarme? ―Abro y cierro la boca. ¿Es en
serio?
― ¿Te quieres quedar? ―pregunto sorprendida.
―Si tú me dejas ― ¡Dios! ¡Dios! Me lo quiero comer. Pero…
no puede ser.
―Dafne está en la casa… ―Después del reproche que le he
armado por Leo, no creo que sea buena idea.
―Ella invito a su amigo ―dice con malicia, esbozando una
pequeña sonrisa.
―Hay reglas, Jared ―Arruga el ceño.
― ¿Reglas?

188
― “Cero hombres en la casa”.
― ¿Y ese chico? ―Pongo los ojos en blanco.
―Dafne pagó la multa por haberlo hecho.
―Puedo pagarla ―dice muy convencido. Me está tentando.
―Yo no lo creo ―murmuro―. ¡Buenas noches! ―Me inclino
pasando por debajo de su brazo.
Me mira suplicante mientras me alejo, pero niego y cruzo la
puerta del edificio. «No, Conny. Resiste». Me digo mentalmente
mientras subo al elevador. Contengo la respiración mirando las
puertas, puede que intente algo más, como aquella noche. Si lo hace,
no podría negarme. Las puertas se cierran y suspiro aliviada, por un
instante creí que no cedería, ha persistido todo el día y me siento un
poco culpable. Salgo y avanzo por el pasillo mientras busco las llaves
en el bolso.
― ¡Conny! ―dice Dafne en cuanto me ve entrar. Está
mirándose en el espejo de la sala, lleva un vestido corto y su cabello
negro ondulado.
―Hola ―respondo mientras me dirijo al sofá.
― ¿Qué tal te fue? ―pregunta poniéndose uno de los aretes.
―Genial ―digo sin mucho entusiasmo. Veo a través del espejo
como arruga el ceño, se gira para verme.
―No lo parece ―Sonrió débilmente y me acomodo en el sofá.
―No es eso. Es que compro “el claro”.
― ¿El cuadro de Darren?
―Sí y me lo regaló ―Su boca forma una “O”.
― ¡Vaya hombre tan espléndido! ―Estudia mi rostro y niega―.
¿Y ese es el problema?
―Sabes que no me gusta que me de regalos y menos tan
costosos.

189
―Conny ―dice poniéndose seria―. Jared no es como Bill o
como el marido de tu madre ―Bill. Uno de los tantos novios de mi
madre, que solo la utilizo como diversión, comprando su tiempo con
dinero.
―Lo sé, pero insiste y no puedo decirle que no.
―Entonces ponle una tarifa, como a Carver.
―Ahora que lo dices suena un poco tonto y no creo que
funcione ―Suspira y toma su bolso.
―Conny Damme, no pasará como en el cuento, no sonarán las
12 campanadas y se romperá el encanto. Mujer deja de dudar y
créetelo. Sé que te dije que debías llevar las cosas con calma, pero es
evidente que él va en serio contigo ¿Y qué decir de ti? Estas
enamorada. Disfrútalo.
―Tienes razón ―Debo dejar de pensar demasiado y disfrutar
de él.
―Siempre la tengo ―dice orgullosa―. Ahora dime, ¿cómo me
veo? ―Se da una vuelta y me mira expectante.
― ¡Increíble! ―aseguro con los pulgares arriba.
―Gracias. Nos vemos.
―No llegues tarde.
― ¡No! ―grita antes de salir con una enorme sonrisa que me
indica lo contrario.
Al parecer no soy la única que está feliz y eso es bueno.
Miro la hora, aún es temprano. Me pongo de pie y me dirijo a la
cocina, pero el timbre suena. Me doy la vuelta.
― ¿Y ahora qué se te olvido? ―pregunto acercándome, tiro de
la cerradura la puerta sin pensarlo y Jared aparece.
―Hola, princesa ―saluda muy campante. ¡Joder! Se ha
desabrochado la chaqueta, dejando a la vista su firme pecho. Cosa que
me deja embobada unos segundos―. Tu amiga salió ―dice metiendo

190
las manos en los bolsillos de su pantalón, mirándome con expresión
inocente. Sonrió y niego. Este hombre no tiene remedio. Esperó todo
el rato hasta verla salir para venir. ¡Dios!
― ¿Cómo lo sabías? ―inquiero divertida.
―En realidad lo deje a la suerte ―afirma―. Sé que la mayoría
de las chicas, salen los fines de semana por la noche.
― ¿Y si yo hubiese salido con ella? ―Es evidente que no, pero
tengo curiosidad por su respuesta.
―Te hubiera seguido ―contesta sin pizca de remordimiento―.
¿Me dejas quedar? ―Me muerdo el labio. Me mata su expresión
suplicante, algo que no va con el importante e imponente hombre de
negocios y saber que solo yo puedo verlo me llena de emoción.
―De acuerdo ―Es posible que Dafne no regrese. Me doy la
vuelta y entro―. No creo que Dafne ponga peros ―Escucho como
cierra la puerta―. Además has dicho que pagarías… ―No puedo
terminar la frase, mis piernas se despegan del piso, Jared me toma y
me da la vuelta.
Sus labios golpean los míos e instintivamente enrosco las
piernas en su cintura y comienzo a quitarle la chamarra. Avanza hasta
la puerta de mi recamara y cuando entramos, prácticamente mi blusa
ha desaparecido y su playera está a la altura de su pecho.
Me recuesta sobre la cama y se aparta, desabrocha mis
pantalones y los arrastra por mis muslos junto con mis bragas. Jadeo
al ver sus ojos brillar de deseo. Me vuelve loca. Rápido comienza a
sacarse los pantalones y el resto de su ropa.
― ¡Mierda! ―farfulla cuando se atoran sus botas. Sonrió
divertida.
―Creo que se te están pegando mis malas palabras ―murmuro
sonriente. Es la primera vez que dice eso.

191
― ¿Tú crees? ―pregunta levantando del piso su pantalón y
hurgando en las bolsas.
―Tomo la píldora ―le hago saber. Suelta la prenda y niega.
―Haberlo dicho antes ―masculla subiendo a la cama. Sus
manos ascienden por mis muslos y recorren mi vientre, yo coloco mis
manos en sus brazos y disfruto de la firmeza de sus músculos. Nos
miramos a los ojos y suspiro―. Te quiero, mi princesa.
―Y yo a ti, príncipe encantador ―Arruga la frente y lucho por
mantenerme seria.
―No me gusta ese apodo ―declara muy en serio.
― ¿No dijiste que por mí, serias mi príncipe? ―cuestiono
divertida. Sonríe con malicia mientras se abre paso entre mis piernas.
―Prefiero que me digas Amor, cielo, cariño o como última
opción Jared ―Suelto una carcajada. ¿Amor?
―Tú me dices princesa ―le recuerdo, con fingido malestar.
―Porque eso eres para mí ―asegura rozando con su pulgar mi
clavícula―. Y quiero que siempre lo seas ― ¡Me muero! Me encanta
completito.
―Si ―respondo atrayéndolo hacia mí, probando su boca y
empujando las caderas contra las suyas.
―Conny ―gruñe entrando, cortándome la respiración.

Creí que dormir en la cama de la suite de uno de los mejores


hoteles de Washington era lo máximo, pero me equivoque, lo máximo
es tener a Jared Leiner durmiendo sobre mi cama, sentir su aliento
golpear mi rostro y su brazos sobre mí. Observo como duerme
relajado, aun no amanece y planeo disfrutar mirándolo hasta que mi
despertador rompa la magia.

192
― ¡Omg! ―La voz de Dafne rompe el encanto. Aparto la
mirada de Jared y la veo debajo del marco de la puerta. Lleva puesta
su pijama y sus ojos están como platos. Veo a mi costado, debajo de
su espalda y descubro un par de firmes montes que están al aire libre.
― ¡Mierda! ¡Dafne! ―chillo rodando por la cama, hasta quedar
sobre él.
― ¡Lo siento! ―exclama cerrando la puerta. Puedo escuchar su
risa discorde del otro lado y no puedo evitar reír.
Esto quedara para la inmortalidad. ¡Dios!
Observó a Jared, quien parpadea confuso. Es evidente que con
tanto grito despertaría.
― ¿Conny? ―pregunto intentando moverse. Muerdo su
hombro y veo como sonríe―. Buenos días, princesa ―dice
adormilado, pero yo sigo riendo.
Levanta una ceja sin comprender que sucede, se escucha la risa
de Dafne afuera de la habitación y arruga el ceño más inquieto.
―Te ha visto ―consigo decir aun riéndome. Se gira hasta que
termina sobre mí.
― ¿Y porque ríes? ―pregunta muy serio, lo que no hace otra
cosa que aumentar mi ataque de risa.
― ¡Lo siento! ―jadeo cubriéndome el rostro, mientras lágrimas
salen de mis ojos. Parezco una loca. Él no dice nada, me deja reír a
carcajadas mientras acaricia mi pelo―. Lo siento, lo siento ―repito
luchando por controlarme.
―No entiendo ―murmura besando mi cuello. Tomo aire y
niego.
―Es que… Dafne entro.
―Eso lo comprendo.
―Te vio.

193
― ¿Se molestó? ―Dios, adoro su expresión despistada. No
tiene ni idea de que va todo el escándalo que tenemos las dos.
―No, porque se entretuvo viendo un par de cosas
increíblemente apetecibles.
― ¿Qué?
― ¡Tu trasero! ―exclamo riendo de nuevo.
― ¿No estás molesta porque tu amiga ha visto mi trasero?
―pregunta muy serio.
―No ―niego. Se queda pensativo unos segundos y luego
mueve la cabeza.
―En lo personal, creo que deberías ser un poco más celosa y
posesiva ― ¡Wow! ¿Celosa y posesiva? Justo intento no serlo.
― ¿Quieres que sea celosa y posesiva? ―inquiero divertida.
―Si ―Me muerdo el labio sugerentemente.
―No sabes lo que pides ―aseguro poniendo cara de malvada.
―Me encanta que mi mujer me reclame ―dice besándome.
Bajo mis manos por su trasero y lo aprieto.
―A mí me encanta tu trasero.
―Entonces, no lo compartas con tus amistades ―Sus palabras
me hacen reír de nuevo.

Lo despido en la puerta y al girarme, tengo a Dafne mirándome


con expresión severa.
― “Nada de hombres” ―se mofa cruzándose de brazos.
― ¡Oye! Era solo para igualar la situación.
― ¡Aja! ¿Y ahora limpiaras?
―Nosotros no hicimos un desastre ―Ahora que lo pienso―.
¿Qué rayos hicieron ustedes? ―Se hace la loca y no responde―. ¡Qué
asco! No quiero saber ―Se echa a reír.

194
―Nunca mencionaste que tenía un trasero firme ―Pongo los
ojos en blanco.
―Es mío ―digo riéndome.

Todo el alboroto que Dafne ha causado ha servido para que


llegue antes de la hora a la galería. Laisa me mira sorprendida cuando
entra y descubre que estoy ahí. Jasón me pide que coordine todo, ya
que hoy conoceremos al “famoso patrocinador”. Paso supervisando
las remodelaciones gran parte de la mañana y es hasta el mediodía
cuando por fin puedo tomar un respiro y dejarme caer sobre la silla.
Enciendo la pc y tomo el móvil que comienza a vibrar.
― ¿Si? ―respondo sin mirar quien es.
― ¡Hola, nena! ― ¡Mierda! Carver.

195
Capítulo 17
Casi caigo de la silla al reconocer su voz. «¿Qué rayos? ¿Porque
demonios me llama?».
― ¿Por qué me llamas? ―pregunto externando mis
pensamientos, sin mostrar una pizca de amabilidad.
―Te extraño, nena ― ¿Qué? ¡No lo puedo creer! ¿Me extraña?
¡Que le den! Tengo ganas de recordarle a toda su familia, pero no, no
puedo hacer eso. Respiro hondo recordando donde estoy y que ahora
soy la novia de Jared.
―Por si no lo recuerdas, tú y yo terminamos ―le recuerdo con
firmeza.
―Por favor, Conny ―Esto increíble. ¿De verdad cree que no ha
pasado nada? ¿En serio piensa que lo perdonaría después de lo que
vi? Tiene que haber perdido la cabeza, estar tomado o algo parecido.
―No me llames de nuevo ―Cuelgo sintiéndome irritada. ¿Qué
le sucede? ¿Acaso no fui lo suficientemente clara aquel día en el motel
donde los encontré?
Recuerdo haberle gritado a la cara que todo estaba acabado entre
nosotros, mientras intentaba desenredarse de sus amiguitas con las
que retozaba sobre la cama. Le dije que no quería saber nada más de
él, que no volviera a buscarme jamás. De verdad que es increíble, no
tiene vergüenza, ni un poco de sentido común. ¡Dios! No es como si
hubiera dejado de llamar tres meses o que se hubiera olvidado de una
cita. Pero… ¡Joder! Esto no es bueno…
― ¡Conny! ―Levanto el rostro y veo a Jasón, quien se acerca a
donde estoy, parece agitado y muy nervioso. ¿Ahora qué?
― ¿Qué pasa? ―inquiero dejando el móvil sobre el mueble.
― ¡Llego! ¡Llego! ―exclama―. ¿Qué haces ahí? ― ¡Mierda!
¿Llego el tipo?

196
― ¿Ya? ―Me olvido del tonto de Carver y me pongo de pie,
alisando mi falda. Ahora tengo que conocer al tipo ese. Espero por
todos los dioses que no sea uno de los amigos de la bruja o alguien
como ella que solo quiera joder.
―Anda, lindura ―Me toma del brazo y me saca rumbo al salón.
Apenas cruzo la puerta y veo su espalda, lo reconozco.
¡¿Jared?!
No puedo evitar poner mi cara de desconcierto al verlo a la cara
¿Qué rayos hace aquí? Un minuto… ¿Es él? Jared es el supuesto
“socio o patrocinador”. Sus labios se curvan ligeramente mientras nos
acercamos, confirmando mis sospechas. ¡Joder! ¿Por eso ha dicho
antes de irse “nos vemos más tarde”?
― ¡Señor Leiner! ―canturrea mi jefe, mientras Laisa me dedica
una mirada de reproche. Claro, debería haber estado ahí para saludarlo
y no esperar a que Jasón fuera a buscarme. Ya puedo imaginar lo que
me dirá más tarde.
Pero… ¿Por qué Jared no me ha dicho nada? ¿Por qué? ¿Intenta
matarme de un susto? Puedo ver un destello de diversión en sus ojos
ante lo atónita que estoy. Me he quedado rígida, sin poder articular
palabra.
―Conny ―escucho decir a la bruja, pero yo sigo de piedra,
mirándolo fijamente. No sé qué decir o cómo actuar. La ocasión
anterior reprocho que lo ignorara, pero dudo que sea buena idea
tutearlo o darle un beso. ¡Joder!
―Lindura ―murmura Jasón asestándome un codazo en la
cintura, que me hace quejarme y doblarme.
― ¡Ay! ―Esta vez se le ha pasado la mano y no puedo evitar
demostrarlo.
― ¿Estas bien? ―Miro horrorizada como Jared empuja a un
lado a mi jefe y este casi cae al piso. Me sujeta del brazo, mirándome

197
con preocupación―. ¿Estas bien? ―pregunta tocando mi cintura y
apretando la mandíbula. ¡Mierda! Está enojado, pero no es el único.
¡Joder!
¡Esto es malo! ¡Esto es muy malo! Jared parece un volcán
apunto de hacer erupción contra mi pobre jefe, quien no sabe dónde
meterse. Evidentemente no le gusto que me pegara y mi quejido ha
sido demasiado escandaloso. ¡Mierda!
―Sí, si ―aseguro retrocediendo hasta estar fuera de su alcance.
Me lanza una mirada de reproche ante mi acto, pero niego. Laisa me
quiere devorar con la mirada y Jasón esta pálido. ¿Qué hago? ¿Qué
hago?―. Un placer verlo de nuevo, señor Leiner ―digo torpemente.
―Muy bien ―interviene la bruja rompiendo la tensión. Por
primera vez quiero darle un premio por contener la situación―. ¿Te
parece si vamos a la oficina, Jared? ― ¿Jared? ¿Y esa confianza?
¡Maldita!
―Si ―responde a regañadientes mirándome extrañado, se ha
percatado de mi mueca de disgusto.
―Vamos ―Laisa lo toma del brazo y lo hace darse la vuelta.
¿Por qué lo toca? ¡Joder! Estoy a punto de correr y arrancarlo de sus
garras, pero no puedo hacerlo. ¡Maldición!
Hay dos cosas en particular que no me gustan de la actitud de
ella. La primera, que lo tutee, ¿Te parece? ¿Jared? ¿Quién se cree?;
segunda, su tono meloso de voz. ¿Está coqueteando con mi Jared?
¿En mis narices? ¡La mato! Pero justo ahora, es mejor que se lo lleve
antes de que se coma vivo a Jasón.
«Tranquilízate, Conny. No compliques más las cosas, Jared
nunca le haría caso a la bruja».
Además, se supone que no tenemos nada que ver y que Jared no
me agrada, aunque eso es lo que Jasón cree. Como sea, ahora trabajare
con él y no podemos tener una relación. Pero… ¡Mierda! Ver la

198
manera en la que ella lo mira me enerva, es como si quisiera
comérselo. Tiene la misma cara que cuando me hablo de su misterioso
acompañante…
―Dios ―escucho suspira aliviado a Jasón, pero no le prestó
atención.
«¡Mierda! ¡No, imposible!»
Ella ha dicho que visitaron museos y vieron importantes obras,
Jared ama los cuadros. No, no. ¡Estúpidos cuadros! No, no.
― ¿Conny? ―Miro a Jasón, quien abanica su mano en mi
rostro―. ¡Dios, preciosa! Estas pálida ¿Te sientes bien? ―Niego con
la cabeza.
―Sí, sí ―Pero asiento con la voz. No puedo contarle mis
atormentados pensamientos y mis espeluznantes conclusiones.
―Ven siéntate ―dice tomándome del brazo y acercando una
silla.
«¡No, no! Jared no podía ser, no, cualquiera menos la urraca.
¡No!».
―Dime algo ―murmuro con la vista fija en la enorme puerta
que separa el salón de la oficina de Laisa, por donde han desaparecido.
― ¿Qué? ―inquiere sin dejar de mirarme con preocupación.
―Dijiste que le gusta a ella ―comienzo a decir―, pero ¿han
salido? ―«¿Se han acostado?».
― ¿Qué? ―Me mira sin comprender―. ¿Quiénes?
―Laisa y él.
― ¡Oh, no! ―exclama con una risilla―. Linda, como lo veo, es
más probable que salgas tú con él, que ella. Creo que es demasiado
evidente y a los hombres no nos gusta eso ―Miro con la boca abierta
a Jasón, quien intenta contener una risilla malintencionada―. Incluso
yo me percato ―Se encoje de hombros y yo sigo pasmada. Nunca

199
creí que hablara así de Laisa, eso me agrada―. Pero dime ―Se
inclina delante de mí, sujetándome de los hombros―. ¿Que fue eso?
― ¿El qué? ―Me hago la loca. Pone los ojos en blanco y niega.
―Lo que hizo ―Entrecierra los ojos y yo intento mantener mi
expresión neutra―. Creí que me golpearía por haberte pegado ―«Yo
también lo creí».
―No sé ―miento―, pero se te paso la mano ―digo tocando la
parte donde me dio. Eso desvía un poco su atención.
―Es que parecías estatua. Lo siento de verdad, hermosa. Pero,
¿Por qué siempre que lo ves pones esa cara? ―«Porque me tiene loca
y nunca deja de sorprenderme».
― ¿Tú no lo harías? ―cuestiono―. Es intimidante.
―Pero contigo es amable ―Pongo los ojos en blanco. Más que
amable, pero desde luego que no debe saberlo.
―Como sea. El punto es que ahora no solo es un cliente,
también será un patrocinador, al cual tendré que ver muy seguido
―Se ríe.
―Quizás te invite a salir ―Me encojo de hombros.
―No sé.
― ¿Ya te sientes bien? ―asiento. Aunque aún sigo pensando en
lo que vi. No me ha gustado nada.
― ¿Tengo algo más que hacer aquí? ―Mira y niega.
―No, aún no han dicho que sigue, pero… ―Mete la mano en
su saco y toca un papel―. Me entrego este cheque.
―Entonces voy a la oficina para imprimir la factura ―Lo tomo
y me pongo de pie.
―Relájate, linda. No creo que te muerda ―En lugar de reír
como lo hace, me quedo de piedra―. Es una broma.
Sin decir nada, me doy la vuelta y me alejo a toda prisa. Qué
bueno que le haga tanta gracia que pueda salir con Jared, solo espero

200
que cuando sepa siga riéndose. Aunque la que no se reirá será Laisa.
¡Joder!

La galería se encuentra a unas cuadras de la oficina, es un


edificio de dos pisos donde se manejan la mayoría de los asuntos
administrativos. Ahí trabajan dos personas además de mí, Berth y
Enzo, pero ellos son los lacayos de Laisa, con quienes no trato mucho.
Sobre todo, porque mi trabajo está más inclinado hacia la galería, al
lado de Jasón. La galería cuenta también con dos pisos, es grade y
tiene una pequeña habitación que funge como oficina. Obviamente, el
ego de Laisa es demasiado, razón por la que lo mando acondicionar.
Aunque ella casi nunca está ahí.
Cruzo la calle y entro al edificio, veo a Berth, quien levanta los
ojos de su monitor.
―Conny.
―Hola ―saludo ocupando mi asiento. Comienzo a teclear pero
justo la puerta se abre, Enzo entra y parece sorprendido al verme ahí.
―Hola, Conny. Creí que estarías todo el día en la galería.
―Solo vine a imprimir una factura ―informó de mala gana.
― ¿Quieres ir a comer? ―Le pongo mala cara y se echa a reír―.
Ok, ya entendí. Nos vemos ―dice saliendo seguido por Berth.
Ni siquiera se para que los tienen ahí. Enzo se encarga de la
publicidad y mercadotecnia. Pero yo no veo que haga nada. Berth
maneja lo administrativo, pero quien tiene que cobrar soy yo. ¡Estoy
jodida!
Envió imprimir y camino hasta la impresora, escucho que la
puerta abrirse pero me peleo con la máquina.
―Ya casi… ―No término la frase, me da la vuelta y me besa,
aprisionándome contra el mueble.

201
Estoy sorprendida, pero no dudo en responder, sus manos
sostienen mi rostro mientras su boca explora la mía.
― ¡Jared! ―jadeo al recordar donde estamos. Se aparta y me
mira.
― ¿Estas bien?
―Si ―Baja sus manos a mi cintura y me toca, como intentando
cerciorarse de que digo la verdad, pero está consiguiendo otra cosa―.
¡Oye! ―me quejo más por la sensación que me provoca.
―Déjame ver ―dice intentando sacarme la blusa.
― ¡No! ―Miro la puerta sujetando sus manos―. ¿Estás loco?
―Te pego. Déjame ver ―insiste sin soltarme.
―No fue tan fuerte, es que me tomo desprevenida ―Pone mala
cara y niega.
― ¿Cómo se atreve? ―dice cambiando su expresión.
―Jared ―Tiro de sus manos manteniéndolo pegado a mí―. No
pasó nada. Estoy bien.
―Pero…
―Mírame ―pido rozando sus labios―. No pasó nada
―Suspira y me envuelve con sus brazos.
―Si vuelve a hacerlo, le romperé la cara ―advierte con
severidad y a mí no me quedan dudas de que lo cumplirá.

―Entonces deja de sorprenderme ―reprocho―. ¿Por qué no


me lo dijiste? ―Esboza una ligera sonrisa.
―Quería sorprenderte.
―Vaya que lo has hecho… pero ¿qué haces aquí?
―Vine por la factura ―Pongo los ojos en blanco.
―Te la iba a llevar.
―Tenía que verte ―Niego y lo aparto ligeramente al recordar
a la bruja.

202
―Jared ―digo muy seria.
― ¿Qué sucede? ―pregunta intrigado.
―Necesito que me digas algo.
― ¿Qué cosa? ―Tomo aire e intento imprimirle severidad,
tanto a mi expresión como a mi voz.
―Es algo muy importante y quiero que seas sincero ―Tuerce
el gesto.
― ¿Debo preocuparme?
―Quizás. Dime ¿tuviste una relación con la bruja? ―Parece
sorprendido y entonces cambio las palabras―. Quiero decir, con mi
jefa. ¿Tuviste una relación con Laisa? ―Se remueve inquieto y desvía
la mirada.
―Conny…
―Responde ―presiono sintiendo pánico.
― ¿Tan importante es? ―«Sí, muy importante. Podría soportar
que fuera cualquier mujer, en teoría, pero no ella, la odio».
―Solo responde.
―Si es por el patrocinio, de sobra sabes que es por ti ―Me
conforta saber eso, pero continúa evadiendo la pregunta.
―Jared ―exijo irritada. Me observa unos segundos y mueve la
cabeza.
―No.
― ¿Nada?
―No, solo negocios ―Respiro aliviada y me lanzo sobre él,
colgándome de su cuello.
― ¡Gracias! ―Suspiro aliviada.
―No comprendo ―murmura. Me apartó y lo miro a los ojos.
―Cualquier cosa menos la bruja ―Arruga el ceño―. ¡La
detesto! ―Me mira sin decir nada y acaricia mi mejilla.

203
―No pensé que mi princesa fuera rencorosa ―Mas que rencor,
son celos. La forma en la que habla de sus misteriosos acompañantes
o amigos no me gusta.
―No te quejes ―le advierto―. ¿No fuiste tú quien pidió que
fuera posesiva y celosa? ―Me mira asombrado.
― ¿Es eso? ―inquiere admirado.
―Te lo advertí ―respondo encogiéndome de hombros, sin
intentar ocultar mis celos.
―Creo que me gusta verte celosa ―Rio y lo beso en los labios.
―No dejes que te tome del brazo ―susurro y él sonríe―. Es
evidente que le gustas ―Estoy siendo irracional, pero de verdad que
no la tolero y Jared es mío.
―No tienes nada de qué preocuparte ―asegura―. Eres la única
desde que te conocí y lo seguirás siendo.
Sonrió satisfecha, más aún porque él no parece disgustado ante
mis protestas. Pero… eso me recuerda la llamada de Carver. Necesito
hablar con él, es obvio que para él no hemos terminado.
― ¿Comemos juntos? ―Niego con expresión de disculpa.
―Aún tengo trabajo.
― ¿Acaso no te deja comer tu jefe? ―pregunta molesto. ¡Ay
no!
―No es eso…
―Creo que debo hablar con él.
― ¡No! ―exclamo en voz alta. Me mira extrañado―. Ni él, ni
Laisa saben de nosotros ―le recuerdo. Pone mala cara―. Eres un
cliente, lo verían mal ―explico.
―Yo no le veo nada de malo ―farfulla moviendo la cabeza―.
Y aun así, me parece un abuso que no puedas ir a comer ―Resoplo y
niego.

204
―Déjame avisarle ―Alcanzo el teléfono y marco la extensión.
Cruzo los dedos para que sea Jasón quien atienda y no Laisa. Si no las
cosas podrían ponerse feas.
― ¿Si? ―responde Jasón y doy gracias al cielo.
―Soy yo.
― ¿Qué paso, linda?
― ¿Puedo ir a comer? ―Mi voz sale en forma de súplica y Jared
de nuevo pone mala cara.
― ¿Viste al señor Leiner? Dijo que pasaba a recoger la factura
porque debía retirarse.
―Sí, sí. Él vino.
―Entonces ve y come bien. Que buena falta te hace.
―Gracias ―Cuelgo y miro a mi hombre, que parece maquinar
algo―. Jared…
―Podría…
― ¡No! Es mi trabajo y no puedes intervenir.
―Mmm… ―Suspiro y niego―. De acuerdo. No hare nada
―Me acerco y lo beso.
―Te quiero ―Me abraza con fuerza y susurra en mi oído.
―Yo te quiero más, princesa ―Me roba una risa―. Ahora a
comer.
―Espera… no traje mi móvil, ni mis cosas…
―No las necesitas ―Me toma de la mano y me hace salir.
Logro persuadirlo para que comamos en un restaurante cercano,
no quiero abusar de Jasón, porque puede que termine reprendido por
Laisa. Sé que a ella no le hará gracia que haya salido sin su permiso,
porque tengo que notificarle todo lo que hago.
― ¿En qué piensas, princesa? ―pregunta mirándome atento.
Esbozo una sonrisa y niego.
―En nada ―«En la bruja».

205
―Deberías olvidarte del trabajo al menos mientras comes ―Lo
miro con acusadoramente.
―No puedo. Pues resulta que el nuevo patrocinador tiene planes
de remodelación y ampliación de la galería, así que debo trabajar ―Se
mueve incómodo sobre su asiento y se aclara la voz.
―Lo lamento ―dice sinceramente.
―Es broma ―contesto riendo ante su expresión afligida―.
¿Sabes? Me encantan los planes para la galería ―confieso―, pero…
¿Por qué quieres invertir en ella? ―Me mira confundido.
― ¿Qué quieres decir?
―En la cuidad hay otras galerías con más fama ―Sonríe y me
mira con ternura.
―Digamos que tiene algo muy importante para mí ―Me
halagan sus palabras.
―Realmente te gusta gastar tu dinero ¿verdad? ―pregunto
divertida.
―Realmente me gusta tenerte cerca. Al ser patrocinador, podre
verte cuando quiera ―Me quedo boquiabierta y él finge no notarlo.
―Jared… ―Esto no es bueno.
― ¿Prefieres eso o que compre un cuadro nuevo cada mes solo
para verte? ―Estoy sin habla ante su descaro.
―Eres un manipulador.
―Soy un hombre enamorado ― ¡Dios! Me encanta.
―Eres un loco.
―Tu eres la responsable ―Se pone serio y me inquieto―.
Quiero pedirte algo ―«Por favor que no sea que falte al trabajo o que
me salte lo que resta del día».
― ¿Qué es? ―pregunto con cautela. Se toma su tiempo para
terminar su bocado y darle un sorbo a su copa.
―Quiero que me acompañes a un evento ― ¿Evento?

206
― ¿Cena? ―¡Madre mía! Con lo que me gustan. No puedo
quejarme de la otra cena, pero si estará tan solicitado como esa noche,
no me gusta la idea.
―Es más bien una pequeña recepción. La empresa ha cerrado
un contrato muy importante y haremos un brindis ― ¡Genial! Tendré
que comprar un vestido.
― ¿Cuándo es? ―Espero que no sea mañana o pasado. Tengo
que ir de compras.
―El jueves ―Bueno, no esta tan mal. Pero a Laisa le dará un
infarto. Me fui temprano la semana pasado y cuando le pida permiso
hará berrinche―. Es a las 9 ― ¡Qué bien!
―Está bien ―Sonríe y toma mi mano, depositando un beso en
el dorso.
―Gracias ―Su expresión y voz me indican que de verdad
quiere que vaya, así que me abstengo que intentar persuadirlo.
―Solo no olvides la regla de oro ―le recuerdo.
― “No dejarte beber” ―Asiento―. No hay problema.
Me despido de él afuera del restaurante, puesto que no quiero
que nos vean llegar juntos. Me alivia saber que Laisa se marchó
después de que llamara a Jasón y que no supo de mi ausencia. Paso el
resto de la tarde trabajando y pensando en el asunto de Carver. Al
llegar a mi casa caído rendida sobre mi cama, pero con el firme
pensamiento de hablar con Carver. Tengo que finiquitar las cosas.

207
Capítulo 18
Cuando abro los ojos e intento enfocar la pantalla de mi celular,
descubro que tengo dos llamadas perdidas y un mensaje de Jared. Me
levanto como impulsada por un resorte y rápido leo el texto:

Solo quería desearte dulces sueños. Descansa, princesa. Te


quiero. Tu Jared.

¡Soy una tonta!


Puse en silencio el móvil, así que no lo escuche.
Marco su número, pero entonces verifico la hora, aun no son las
7. ¡Mierda! No tengo idea si ya despertó, estoy a punto de colgar
cuando atiende.
― ¿Princesa? ―Contrario a lo que espero, su voz suena normal,
como si tuviera rato despierto.
―Hola. Lo siento, puse el celular en silencio y me quede
dormida, apenas vi tus llamadas y tu mensaje ―explico
atropelladamente.
―No pasa nada ―dice con tranquilidad.
―No vi la hora, ¿te desperté? ―Sé que no es así, pero pregunto
por impulso.
―No. Pero me ha encantado escuchar tu voz.
― ¿Qué? ―pregunto riendo.
― ¿Quieres que comamos juntos? ―Estoy a punto de aceptar,
pero mi mente tiene otros planes que debo concretar cuanto antes.
―No puedo…
―Conny…
―No es por mi jefe. Y si comeré. ¿Te parece si cenamos?
―Tendré una junta y puede que se prolongue hasta muy tarde
― ¿Una junta tarde? Lo primero que viene a mi mente es una imagen

208
de una mujer sensual con él. Muevo la cabeza intentando alejar mis
absurdos pensamientos. En realidad no se mucho sobre su trabajo y
por lo mismo no puedo cuestionarlo, además de que estoy siendo
irracional.
―De acuerdo.
―Paso por ti mañana para desayunar juntos ¿te parece?
―Si. Que tengas lindo día.
―Tú también, te quiero.
―Yo también ―Le envió un beso y escucho una risilla. Cuelgo
y me dejo caer sobre la almohada. Me encanta ese hombre.

Aunque la llamada de Jared me ha dejado de muy buen humor,


al llegar a la galería me topo con el demonio en persona. Laisa está de
un humor de perros, que casi arroja fuego por los ojos, ni siquiera
Jasón se atreve a dirigirle la palabra. Se encierra en su oficina hasta el
mediodía y luego se va al otro edificio sin decir media palabra. ¡Que
educada!
― ¿Qué le paso? ―pregunto mirando con curiosidad a mi jefe.
Él se encoje de hombros e intenta no reír.
―No tengo idea. Llego así y no ha dicho nada. Con decirte que
ni siquiera se ha quejado de las cajas que dejaron en la entrada, ni de
que aún no se hayan terminado los retoques de la segunda planta.
―Eso sí que es novedad ―murmuro. Se ha pasado haciendo
drama porque aún no están listos. Qué raro―. ¿Crees que rompió con
su novio? ―Es lo único que se me ocurre. Jasón se echa a reír con
ganas, tanto que sus ojos se llenan de lágrimas.
― ¿Novio? ―dice en medio de risas―. ¿Crees que tiene uno?
―Me contagio al escuchar su pregunta y ambos nos partimos de risa.

209
Aprovechando que se ha ido, pido permiso a Jasón para salir a
“comer”. Pero en realidad, cuando salgo de la galería, me dirijo al
departamento de Carver.
Estaciono el auto y entro al edificio, al que muchas ocasiones he
venido. Respiro varias ocasiones antes de oprimir el timbre, cuando
estoy frente a la puerta. He repasado lo que diré todo el trayecto, así
que esto tiene que ser fácil. Pulso y espero respuesta, pero no pasa
nada. De nueva cuenta pulso el botón y no sucede nada.
― ¡Genial! ―murmuro mientras busco mi móvil dentro de la
bolsa. Miro la pantalla con el dedo suspendido sobre el botón de
llamar.
No quiero verlo, ni hablar con él, pero es lo mejor. No puedo
postergar esto, más aun, cuando parece que las cosas no las ha
comprendido.
Me quedo boquiabierta cuando me envía directo a buzón.
«¿Ahora se hará el digno?».
Me debato entre lo que debo hacer, pero mi tiempo es limitado.
Salgo del edificio echando humo por lo oídos, he continuado
llamando, pero el muy cerdo no atiende. Quizás debería enviarle un
mensaje… el teléfono sueña entre mis manos y casi se me cae al piso.
¡Jared!
Rápido contesto.
― ¿Hola? ―Mi voz suena un tanto extraña, no esperaba su
llamada y menos cuando me encuentro frente al edificio de su
hermano.
―Hola, princesa. ¿Dónde estás? ―Su pregunta me hace entrar
en pánico.
―Rumbo a la galería ―No es mentira, porque justo me pienso
ir.

210
― ¿Fuiste a comer?
―Tenía un asunto que resolver.
―Cierto, lo olvide ―No sé si es mi paranoia o que realmente
parece extraño.
― ¿Todo bien? ―indago preocupada.
―Si. Solo quería saludarte ―No, algo no parece bien―. Nos
vemos mañana.
―Ah… Si.
―Te quiero.
― ¿Seguro que todo está bien? ―insisto.
―Sí, solo estoy algo cansado ―Suspiro y me muerdo el labio.
Ojala pudiera estar ahí.
―Yo también te quiero. No te excedas con el trabajo.
―Lo intentare.
Me quedo mirando la pantalla sintiéndome culpable.
¿Realmente está cansado o ha pasado algo? Abro la puerta del auto y
subo, no sin antes fulminar con la mirada la fachada del edificio. Es
absurdo, como si el pudiera hacerle saber mi irritación a Carver.

La bruja no regresa, por lo que el resto de la tarde es pacífica y


amena. Jasón me cuenta anécdotas divertidas que hacen que el tiempo
vuele.
―No sabía que te ibas a casar ―digo sorprendida mientras nos
dirigimos a la salida.
―Casi nadie lo sabe ―admite encogiéndose de hombros.
― ¿Y qué sucedió? ―pregunto dejándome llevar por la
curiosidad. Sonríe con amargura y entonces me quiero dar golpes
contra la pared―. ¡Ah! Lo siento… olvídalo.

211
―Descuida. Eso fue hace bastante. Y en realidad no paso
mucho ―murmura―. Ella se arrepintió de última hora.
― ¡¿Te planto?! ―exclamo demasiado alto. Me cubro la boca
y miro a todos lados―. Lo siento.
―Eres demasiado intuitiva, Conny ―Pongo expresión
compungida al ver su cara y más al escuchar que me ha llamado por
mi nombre.
―Perdóname.
―No pasa nada ―dice dándome una palmadita en el hombro―.
Descansa. Mañana tendremos mucho trabajo y más si tu jefa sigue de
malas.
―Espero que no ―Sonríe y asiente.
―Es bueno verla molesta, pero no cuando la toma contra ti
―Rio. Mejor no pudo describirlo―. Buenas noches, lindura.
― ¡Buenas noches, Jasón! ―Parece regresar a ser el mismo y
eso me alivia.
¿Plantado?
Vaya. Eso sí que es inesperado y triste. Siempre me pregunte
porque nunca se había casado o porque no tenía una relación, incluso
llegue a creer que era gay, pero por lo que vi, creo que es por esa
mujer.
Subo a mi auto y me dirijo a casa. Sigo inquieta por la llamada
de Jared. Miro mi celular sintiendo el impulso de llamarlo, pero dijo
que estaría en una reunión. Así que desisto y dejo el móvil.

Lo único que quiero hacer, es darme un buen baño e irme a la


cama, pero cuando estoy a punto de abrir la puerta, las escucho.
― ¡No, por favor! ―digo para mí misma. Empujo la puerta y
entonces la veo.

212
― ¡Conny! ―canturrea Dafne mirándome fijamente. Edna y
Mila están con ella y ambas me observan con curiosidad.
―Hola chicas ―saludo cerrando la puerta y avanzando
despacio.
«Adiós al baño e irme temprano a la cama».
―Qué bueno que llegas ―dice Edna demasiado animada.
―Si ―apoya Mila―. ¿Dónde te metes? Casi nunca te vemos.
―En la galería ―respondo sin muchos ánimos, depositando
mis cosas en el piso y acomodándome en el sillón. No puedo sacarles
la vuelta, aun cuando me encantaría.
―Tienes que contarnos de ese hombresote del antro ―aborda
sin tapujos. Fulmino con la mirada a Dafne, quien se encoje de
hombros y finge inocencia. ¿Por qué rayos las ha invitado?
― ¿Que quieren que les diga? ―farfullo incomoda.
―Todo ―responde Edna. Le pongo mala cara al recordar las
palabras de Dafne sobre su repentino interés por Jared. Pensaba no
hablar al respecto, pero quizás deba decirle algunas cosas para que
pierda su interés.
―Si. ¿Dónde lo conociste? ¿Qué paso con Carver? ―gruño y
niego―. ¿Qué? ―pregunta extrañada.
―Él y yo terminamos ―digo con firmeza. Mila mira a Edna y
luego a mí.
― ¿Cuándo? ―Tomo una fritura de mesita y me la meto a la
boca.
―Hace bastante ―contesto encogiéndome de hombros. En
realidad no mucho, pero no quiero que comiencen a sacarme cuantas
respecto a Jared.
― ¿Por qué no nos dijiste? ―reprocha Edna.
―No es algo que deba contar a todo el mundo ―mascullo
sintiéndome irritada por su insistencia.

213
― ¡Oye! ―se queja Mila mirándome herida―. Somos tus
amigas.
―Cuando rompes, lo último que quieres es contarlo y
recordarlo ―interviene Dafne.
―Eso mismo.
― ¿Y Jared? ― ¡Maldición! Me enerva su interés por él.
―Es mi novio, Edna ―recalco. Abre la boca y la cierra de
nuevo.
― ¡Esta buenísimo! ―exclama divertida Mila.
―Deberías ver su trasero ―susurra Dafne como no queriendo.
― ¡Cállate! ―digo molesta, pero ella se echa a reír. Edna y Mila
se quedan con la boca abierta.
― ¿Se lo viste? ―pregunta casi ahogándose Edna.
―Si ―responde con orgullo la muy pilla. Le pongo mala cara,
pero ella solo se encoge de hombros―. ¿Qué? Es la verdad.
Se escucha el timbre y ellas se repliegan hacia la ventana.
―Te toca abrir ―dicen al mismo tiempo.
― ¡Ash! ―bufo poniéndome de pie y caminando hacia la
puerta―. ¡Son unas flojas!
Abro la cerradura y no veo a nadie, pero entonces aparece de
pronto y me toma de la cintura.
― ¡Jared! ―gimoteo mientras me levanta, cargándome sobre
sus hombros―. ¿Qué haces? ―pregunto mientras entra cerrando la
puerta.
―Con… ―Dafne se queda a media frase. Entonces Edna y Mila
se giran, las tres nos ven pasar rumbo a mi habitación.
―Hola ―saluda Jared sin detenerse, abre la puerta y entra a mi
habitación. Escucho gritos eufóricos afuera.
―Jared ―murmuro confusa, mientras me deja sobre la cama y
cuando intento levantarme me aprisiona poniendo su cuerpo sobre el

214
mío. Esta escena me parece familiar, pero de todos sus ataques no sé
exactamente cuál de todas es. ¿Intenta persuadirme para quedarse?
Sus labios me atacan sin piedad mi boca, robándome el aliento.
Intento resistirme pero sus manos se mueven por mis pantalones y se
escabullen debajo de mi ropa interior.
― ¡Jared! ―jadeo cuando introduce uno de sus dedos en mi
sexo. ¡Dios!
―Conny ―dice con voz ronca. Bajando por mi garganta y
volviéndome loca de deseo―. ¿Me quieres?
― ¿Qué? ―¿A qué viene su pregunta? ¿Y porque actúa como
en el baño de su oficina? ¡Es eso! Es como esa vez.
― ¿Eres mía? ―introduce otro dedo y aumenta la cadencia,
dejo de luchar y me aferro a sus hombros.
― ¡Si! ¡Si!
― ¿Si qué? ―cuestiona con severidad. ¡Joder! Lo sabe, él lo
sabe ¿Por qué lo pregunta?
― ¡Si te quiero! ¡Soy tuya! ¡Te quiero, Jared! ―gimo a todo
pulmón―. Jared… ― ¡Mierda! Me corro y mi cuerpo se vuelve una
gelatina, mientras mi mente se nubla de placer. Siento como se aparta
y entro en pánico―. ¡No te vayas! ―grito desesperada. Pero no lo
hace, comienza a quitarse la ropa y sonríe al ver mi angustia.
―Aunque quisieras echarme… no podría irme. Eres mía,
Conny ―dice muy serio y entonces sube de nuevo sobre mí. Sonríe y
ataca mi boca de nuevo. Sus manos vuelan por ropa, sacándomela de
prisa.
Besa mi cuello y yo dejo escapar gemidos de placer. Es intenso
y apasionado, es posesivo. Por supuesto que soy suya, solo suya.

215
Abro los ojos y descubro que él está despierto, mirándome
fijamente. Sonrió y hundo el rostro en su cuello.
― ¡Buenos días, princesa! ―murmura. Suspiro aliviada. Ha
vuelto a ser el mismo. Anoche no me llamo princesa y aunque suena
un poco tonto, porque siempre me quejo, que no lo hiciera me pareció
extraño.
―Hola ―respondo besando su cuello. Deja escapar un gemido
y comienzo a reír. Me toma del rostro y me mira.
―Te ves hermosa cuando sonríes, princesa ―Busco sus labios
y lo beso con pasión. Se mueve hasta quedar sobre mí y entonces el
calor invade mi cuerpo. Más aun cuando su erección choca contra mi
vientre.
― ¡Oigan! ―Se escucha la voz de Dafne acompañada por unos
golpes en la puerta―. No se olviden que estoy aquí y que escucho
todo. No hagan cochinadas ―Me echó a reír, más al ver la cara que
Jared pone.
―No lo dice en serio ¿verdad? ―pregunta arrugando la frente.
―Me temo que si ―Niega dejando escapar un gruñido―. Pero
si abrimos la ducha, puede que no tanto ―Me sorprendo a mí misma
diciendo eso. Pero es que me ha dejado picada.
―Me gusta la idea ―declara saliendo de la cama y tomándome
en brazos.
Por más que trato no gritar y gemir como posesa, en dos
ocasiones somos reprendidos por Dafne, quien opta por poner a todo
volumen Brother Louie 98 y correarla con ganas, en un intento por no
escucharnos.

―Espero que tú amiga no esté muy molesta ―dice terminando


de vestirse.

216
―Descuida. No pasara de ponerme a limpiar ―Sé que ese será
mi castigo por infligir las reglas.
― ¿Quieres ayuda? ―Me echo a reír y niego.
―No hace falta ―Se acerca a mí y me toma de la mano.
―Lamento si te asuste ―dice con sinceridad. Sonrió y acaricio
su mejilla.
―Para nada. Aunque me sorprendiste, pero… ―Levanto la
mano―. No puede repetirse.
―Eso no pasaría si te mudaras conmigo ―La sonrisa se me
borra de la cara. ¿Vivir juntos?―. Es solo una sugerencia ―asegura
tirando de mi mano hacia la puerta.
Nos detenemos en el marco, pero yo sigo en shock.
―No pongas esa cara, princesa ―murmura.
―Lo siento. Es que me sorprendiste ―Me acerca a él, rodeando
mi cintura.
―Creo que me encantaría despertar contigo a mi lado todas las
mañana ―¡Madre mía!―. Pero es solo una sugerencia. Jamás te
forzaría ―Le doy un pico, que él profundiza.
¡Me encanta! Más que encantarme, amo a este hombre con cada
parte de mí ser.
― ¡Uy! ―escucho decir a Dafne―. Creo que me haré diabética
con tanta miel ―Ambos sonreímos y nos aparatamos.
―Recuerda que mañana es la recepción ―dice acariciando mi
nariz.
―No lo he olvidado ―afirmo sonriente. De pronto se pone serio
y se lleva mi mano derecha a los labios.
―Carver estará ahí ―Me quedo de piedra. ¡Oh no!
― ¿Estará ahí?
―Si. Mi tío lo ha invitado ― ¡Vaya! Eso no lo esperaba.
― ¿Princesa? ―Sonrió y asiento.

217
―Está bien. Él es tu hermano, entiendo ―contesto con
tranquilidad. Me inquieta su reacción, pero yo misma le he repetido
que rompimos y también él ha dicho que ninguna de sus “chicas” le
importa. No tiene por qué haber problema.
―Esta vez no puedes salir huyendo ―advierte―. Ni
esconderte.
―No lo haré ―digo con firmeza. Sujeta mi rostro con ambas
manos y se inclina.
―Te necesito conmigo, Conny. Quiero que estés ahí.
―Y ahí estaré ―Lo beso de nuevo y me abrazo a su cuello―.
Eres mi príncipe, mi novio ―murmuro―. Te quiero, Jared.
―Yo a ti, mi princesa ―Antes lo odiaba pero dicho por él no
suena tan mal. Soy su princesa y él mi Jared.
Lo veo alejarse por el pasillo hasta que gira a la derecha y se
pierde de mi vista. Entro al departamento y me encuentro de frente
con Dafne.
―Ahora si tendrás que limpiar toda la casa ―me informa.
―Lo sé ―Mueve la cabeza en señal negativa y se dirige a la
cocina―. Lo siento ―Lucha por no reírse y parecer molesta pero me
jala del brazo.
― ¿Qué paso anoche? ―pregunta curiosa.
― ¿Quieres detalles? ―Bufa y niega.
―No me refiero a eso. Si no a la forma en la que llego y como
te llevo hasta tu recamara. ¡Dios mío! ―Niego.
―No tengo idea ―Lo único que viene a mi cabeza es su extraña
llamada y que me recordó cuando Carver llego a su oficina. Aunque
ahora que lo ha mencionado, tiene sentido.
― ¿Qué pasa? ―pregunta al ver que me he quedado inmóvil.
―Creo que es por Carver.
― ¿Carver? ―pregunta sorprendida.

218
―Si. Mañana iré con él a una recepción y me acaba de decir que
Carver estará ahí.
―Bueno, creo que es hora de que sepa que serás su cuñada
―dice con malicia. Niego con expresión preocupada―. ¿Qué pasa?
¡No me digas que tienes dudas!
―No es eso.
― ¿Entonces?
―Carver me llamo el lunes ―Abre la boca sorprendida.
― ¿Por qué no me habías contado?
―Porque me quede dormida ¿Recuerdas?
― ¿Y qué paso? ¿Qué te dijo?
―Que me extrañaba.
― ¡No, Conny! No puedes creerle.
―Y no lo hago ―afirmo―. Pero creo que a él aun no le queda
claro que rompimos.
―Mmm… puede ser. ¡Pero que idiota y sínico! Después de lo
que hizo ¿Cómo se atreve a llamarte? Qué horror.
―Lo sé. Ayer fui a buscarlo a su departamento.
― ¡¿Qué?! ―pregunta escandalizada―. ¿Por qué hiciste eso?
―Quería dejarle las cosas claras de una buena vez.
― ¿Y?
―No estaba. Y tampoco atendió mis llamadas.
― ¿Se lo dijiste a Jared?
―Claro que no. ¿Cómo crees?
― ¿Por qué no? Oye, su hermano intenta joderte. Él debería
saber.
―No quiero causar problemas entre ellos.
― ¡Al carajo! Mira, Carver tiene que entender que tu estas con
Jared. Y creo que ese evento te caerá como anillo al dedo.
― ¿Tú crees?

219
―Sin duda. Por cierto, ¿sabes que usaras?
―No ―digo acongojada.
― ¡Dios! Muy mal, Conny. Ahora más que nunca tienes que
lucirte y restregarle en la cara lo que dejo perder. Ni hablar, tenemos
que ir de compras. ¿Te parece si vamos al centro comercial a la hora
de la comida?
―Si.
―Perfecto. Haremos que Carver se de topes contra la pared.
―No se trata de Carver. Lo hago por Jared ―Sonríe.
―Me da gusto ver que te has sacado a ese idiota del corazón. Y
sé que el asunto del vestido es por Jared, pero darle un escarmiento al
cerdo ese, no está de más. Ya veras, Conny. Deseara no haberse
metido con ese par ―La mirada decidida de Dafne me dio miedo. Esa
mujer y sus ideas.

― ¡¡Omg!! ―exclama al verme salir de la habitación―. Conny


¡Estas de infarto!
― ¿Eso es bueno o malo? ―inquiero divertida.
― ¡Tonta! Es muy, muy bueno ―El timbre se escucha y ambas
miramos hacia la puerta―. Llego el carruaje ―murmura―. Yo abro.
Me acerco al espejo y reviso de nuevo mi pelo y maquillaje.
Decidí comprar un vestido largo sin tirantes de encaje negro, con corte
tipo sirena, el cual resalta mi cintura y cadera. No ha salido tan caro y
la verdad, me ha encantado desde que lo vi en el aparador. Muero por
ver la cara de Jared.
― ¡Estas hermosa! ―Me giro al escucharlo.
―Hola ―digo con una enorme sonrisa al verlo enfundado en su
elegante smoking.

220
―Mmm ―Se acerca y me toma de la cintura―. ¿Qué hice para
merecerte? ―pregunta con expresión atormentada, que me descoloca.
― ¿Por qué dices eso?
―Porque eres demasiado buena para mí ―Se equivoca. No lo
soy.
―No, Jared. Es al contrario. Tú eres demasiado bueno para mí.
Soy cenicienta ¿recuerdas? ―digo intentando cambiar su expresión.
Jared niega besando mi mentón.
―Te quiero demasiado, Conny ― ¿De nuevo es por Carver?
Tomo su rostro entre mis manos y lo obligo a verme a los ojos.
― ¿Qué sucede, señor Leiner? ―pregunto muy seria―. Ya
deberías saber que mi corazón es tuyo ―afirmo― .Tuyo y de nadie
más ―digo haciendo énfasis en las últimas palabras.
― ¿Mío?
―Sí, tuyo ―Lo beso despacio, disfrutando de sus labios y lo
escucho suspirar. ¿Qué ocurre?
―Nunca dejes de quererme ―susurra suplicante.
―Estas asustándome ―confieso. Niega y compone un poco su
expresión.
―No tienes nada que temer. Te quiero, Conny ―Me estrecha
contra su pecho, haciendo creer mi ansiedad. ¿Qué ha pasado? ¿Por
qué esta tan extraño?

221
Capítulo 19
―Si no se van, llegaran tarde ―grita Dafne, apoyada en el marco
de la puerta de la cocina.
―Ya vamos ―contesto mirándola mal.
―Prometo traerla temprano ―dice Jared.
―Si quieres quédatela ―responde ella encogiéndose de
hombros.
― ¡Dafne! ―me quejo y ella se parte de risa.

Lo observo fijamente mientras conduce. Su semblante ha


regresado a la normalidad y eso me alivia un poco, aunque aún
sostiene mi mano con fuerza. Es como si temiera que voy a salir
corriendo, como lo he hecho en varias ocasiones, pero desde luego
que no lo pienso hacer. Ahora todo es distinto. Y le he prometido estar
a su lado, así como me he propuesto encarar a Carver de una buena
vez. No obstante, sigo sin comprender que ha ocurrido para que Jared
tenga dudas. No es solo el hecho de que veré a Carver en la recepción.
Tiene que haber algo más, pero ¿Qué? ¿Qué cosa es?
― ¿Nerviosa? ―pregunta esbozando una media sonrisa. Niego
acercándome a él y apoyando mi cabeza en su hombro.
―No ―respondo con sinceridad. Ver a su hermano no me
preocupa―. Tu estarás ahí ―Eso es lo que me da seguridad―. ¿Y
tú?
― ¿Yo? ―pregunta mirándome extrañado. Puede que sea una
pregunta tonta, pero tengo curiosidad.
―Sí, tu. ¿No estas nervioso?―Es algo que me he preguntado.
Yo no soporto ser el centro de atención, ni lidiar con demasiadas

222
personas, pero la otra noche él se veía tan relajado mientras era
rodeado por sus invitados.
―No ―No sé cómo lo hace.
― ¿No te aburren las cenas? ―Se echa a reír ante mi
cuestionamiento.
― ¿Por qué habrían de hacerlo? ―Me encojo de hombros.
Porque son tediosas y aburridas.
―No sé ―Siempre he creído que es lo mismo en todas ellas.
Beber, comer, charlar y sonreír con falsedad.
― ¿Te aburren a ti? ―Me muerdo los labios sin poder
negarlo―. ¿De verdad? ―Parece sorprendido ante mi silencio―.
¿Por qué no me habías dicho?
―Porque eso fue antes de conocerte ―admito―. Descuida.
―Solo será un par de horas y luego te llevare a tu cama
―Sonrió por la forma en la que suenan sus palabras.
― ¿Mi cama? ―pregunto divertida recordando lo sucedido
hace dos noches―. ¿Es una advertencia, señor Leiner?
―No ―dice muy digno―. Es una petición, señorita Damme.
Quiero quedarme contigo esta noche ― ¡Yo también lo quiero!
―Bueno, solo si mañana me ayudas con la limpieza ―bromeo.
―Trato hecho ―Parece muy seguro y eso me hace reír.

Al llegar al recinto, que desde luego es un importante salón de


eventos privados de la ciudad, no me sorprende ver una fila de autos
último modelo y personas con atuendo costosos arribar. Creo que de
nueva cuenta, Jared no especifico con claridad la magnitud del evento.
Esto no parece un simple brindis.

223
―Creí que era solo “una pequeña recepción” ―susurro
mientras bajo del auto, auxiliada por él. Niega acercando su boca a mi
oído.
―Lo es ―Pongo los ojos en blanco. Supongo que para él es
algo de todos los días, pero no para mí. ¡Dios!―. No pasa nada,
princesa ―dice acariciando con ternura mi mejilla al notar mi
inquietud. ¡Mierda! Estoy echándolo a perder.
―No quiero hacerte quedar mal ―explico intentando que no
crea que mis nervios de deben a algo más.
―Por favor ―susurra sujetando mi rostro con ambas manos,
mirándome suplicante―. Quédate conmigo ―Alcanzo sus labios y lo
beso con delicadeza.
―No tienes que pedirlo ―Sonríe y me toma del brazo.
― ¿Lista? ―Me pongo recta y asiento.
―Cuando quieras.
El número de personas rebasa por mucho la ocasión pasada, pero
no solo eso. Mientras avanzamos al interior del lugar, muchos pares
de ojos de clavan en nosotros. Desde luego que la mayoría son
miradas femeninas, nada amigables. ¿Y cómo no hacerlo? Jared luce
tan guapo y con su expresión seria y su porte autoritario, resulta
arrebatadoramente guapo. Sonrió para mis adentros, al ser yo quien
camina de su brazo habiendo tantas mujeres ahí.
―Señor Leiner ―En la puerta del enorme salón, una chica que
he visto antes lo saluda.
―Janin ―dice con tono formal. ¡Hasta que se su nombre!―.
¿Cómo va todo? ―pregunta mirando por encima de ella, recorriendo
el salón.
―Perfecto. Georg está coordinando la música, como usted lo
ordeno. Bran trajo a los socios hace un instante y ellos están instalados
en su mesa y bien atendidos.

224
―Muy bien ―Se gira hacia mí y me toma de la barbilla―.
Princesa ―Me ruborizo al ver la sonrisa que la rubia esboza al
escucharlo decirme de ese modo. Sé que de princesa no tengo nada y
eso me hace sentir avergonzada, pero no es momento de reñir.
―Ve ―me anticipo a sus palabras. Comprendo que no puede
quedarse todo el tiempo conmigo y estoy preparada para aburrirme―.
Tienes trabajo y yo prometo comportarme ―Se inclina y me besa
despacio, sin prisa, a pesar de tener a su secretaria a un lado y de que
muchos murmuran al vernos.
―Gracias por venir ―musita sobre mis labios. Sonrió
tontamente y muevo la cabeza en señal de asentimiento―. Janin te
hará compañía ―me hace saber apartándose. No puedo evitar ponerle
mala cara.
―No hace falta ―aseguro―. Sin ofender ―digo a ella, quien
solo sonríe.
―No quiero que te aburras ―Resoplo y niego. Sé que lo hare,
pero tener un vigilante será peor―. Y me quedo más tranquilo. Tiene
órdenes de esposarte, si intentas huir ―Me echó a reír ante su
comentario, pero él no ríe.
― ¿En serio? ―pregunto pasmada. Asiente con expresión muy
seria que me hace dudar. La miro a ella, quien no dice nada―. Jared…
―Es broma ―susurra besándome de nuevo―. Te quiero,
princesa.
―Yo a ti.
― ¡Jared! ―Reconozco la voz que lo llama, miro hacia donde
procede y encuentro el rostro de su amigo―. ¡Conny! ―exclama
dedicándome una sonrisa amistosa.
―Raúl ―contesto.
―Lamento interrumpir, y de verdad me da gusto verte de nuevo
―Jared carraspea ante su comentario. ¿Acaso Jared cambiaba de

225
mujer cada cena? O ¿Creyó que solo pasaría una noche con él?―. Los
alemanes preguntan por ti.
―Ahora voy ―responde a regañadientes Jared, fulminándolo
con la mirada.
―Nos vemos más tarde, Conny ―dice alejándose un par de
pasos.
―No le prestes mucha atención ―murmura Jared un poco
incómodo. Sonrió con sinceridad y acaricio su rostro.
―No pasa nada ―No me gustan mis conclusiones, pero de
nueva cuenta, me recuerdo que no es el momento para crearme
cuentos extraños y ponerme dramática. Asiente y se aleja.
― ¿Me acompaña? ―pregunta Janin señalando con su brazo.
―Si ―La sigo por el salón sin perder de vista a Jared. Quien se
coloca su máscara estricta y saluda a quien se cruza en su camino.
Ocupamos una mesa a un costado del escenario, donde una
orquesta toca. Observo a todas las personas, quienes sonríen e
intentan tener la oportunidad de charlar con Jared. Quien por ratos me
mira.
― ¿Quiere algo de beber? ―inquiere la rubia, le sonrió y
niego―. ¿Segura? ―pregunta con expresión incomoda. ¿Qué le ha
dicho Jared? ¿Qué sea mi niñera?
―No te tomes tan en serio lo que haya dicho ―niego―. No
tienes que estar toda la noche conmigo.
―Pero…
― ¿No te advirtió que no me dejaras beber? ―Se queda de
piedra y yo sonrió―. De acuerdo, una copa ―Suelta el aire y asiente.
Levanta la mano y llama a uno de los meseros. Creo que no pasa nada
si solo es una.
―Aquí tiene ―dice colocándola frente a mí.

226
―Gracias ―La tomo y busco a mi hombre, quien justo me
observa. Levanta las cejas mirando la copa, me encojo de hombros y
le doy un sorbo, pasándome la lengua por los labios cuando retiro la
copa. Noto como se pone rígido y eso me hace reír. Niega con
expresión dura. Sé que me estoy portando mal, pero me encanta
provocarlo.

Los minutos transcurren, muchas otras personas llegan, pero


Carver no lo hace. Eso es bueno y malo. Quien aparece un poco más
tarde es su tío, quien al reunirse con Jared, nota mi presencia al seguir
su mirada. Me observa sin ocultar su sorpresa, cosa que me inquieta.
Aunque la ocasión pasada, Jared se mostró muy rígido con Darío,
ahora sonríe mientras conversan. Sé que hablan de mí, porque ambos
miran en mi dirección. No me hago pequeña, actuó con normalidad.
¿Por qué les asombra tanto que este con él? Bueno, supongo que no
soy tan refinada ni adinerada como muchas otras, pero ¿realmente es
eso?
―Ahora regreso ―digo a Janin mientras me pongo de pie.
―Señorita… ―balbucea angustiada.
―Solo voy al sanitario ―informo ante su expresión
preocupada.
―La acompaño ―Pongo mala cara. ¿También tiene que hacer
eso? ¡Dios!
―Puedo ir sola. De verdad ―Sin darle oportunidad de
protestar, me marcho hacia la puerta.
Dar con ellos no es problema y como todo el mundo parece no
querer perderse nada de la cena, los sanitarios están solos. Me tomo
mi tiempo retocando mi maquillaje y dándome un respiro. He estado

227
sentada pero, me siento cansada. Definitivamente las cenas no son lo
mío.
―Sonríe ―Le digo a mi reflejo que parece afligido y agotado.
No quiero que Jared se preocupe por mí, no deseo ser una carga para
él. Sobre todo porque por lo visto es algo muy importante.
Al regresar al salón, noto que la mayoría de los presentes han
abandonado sus asientos y se han reunido en el centro, frente al
escenario. Janin no está en la mesa y eso sí que me extraña. Así que
me quedo de pie junto a la puerta y busco a Jared, quien está al pie del
escenario con un hombre. Intercambian algunas palabras, luego se
gira y me sonríe. La orquesta comienza a tocar Thinking Out Loud.
La misma canción que puso en su auto, sonrió y niego.
― ¿Gusta una copa? ―pregunta un mesero. La acepto sin
apartar los ojos de él. Quien después de guiñarme el ojo, comienza de
nuevo a charlar con las personas.
Niego sin dejar de sonreír, llevándome la copa a la boca y dando
un pequeño sorbo.
― ¿Conny? ―Su voz me toma por sorpresa. Me giro despacio
y lo veo justo detrás de mí.
Ahí está a quien he esperado ver toda la noche. Lleva ropa
casual, pelo despeinado y su típica expresión despreocupada.
Desentona con los presentes. Sin duda continúa siendo el mismo.
―Carver ―susurro incomoda. Sus ojos me recorren de pies a
cabeza mientras esboza una sonrisa maliciosa. Aferro con fuerza la
copa que sostengo y trato de mantener neutra mi expresión.
― ¿Qué haces aquí? ―pregunta aun observándome con
detenimiento.
―Jared me invito ―respondo con tranquilidad. Parece
sorprendido ante mi declaración, pero luego esboza una media
sonrisa.

228
― ¿Mi hermano te invito?
―Carver ―Antes de que pueda responder, Jared aparece detrás
de mí y rodea mi cintura con su brazo―. Viniste ―dice pegándose
más a mí. Carver hace una mueca de disgusto y niega con una sonrisa
petulante. Esto no va bien.
―Así es. Veo que invitaste a mi novia ― ¡Mierda! ¿Novia?
¿Cómo puede decir eso?
― ¿Novia? ―pregunta tenso Jared. ¡Mierda!
―Sí, Conny es mi novia ―asegura tomándome del brazo y
tirando hacia él―. ¿No es por eso que la invitaste? ―Jared me retiene
con firmeza.
―Te equivocas. Ella es mía ―dice retirando con brusquedad la
mano de Carver de mi brazo.
―Espera un minuto ―dice Carver sonriendo burlón―. Cuando
te referías a una de mis chicas, ¿hablabas de Conny? ―Odio que se
refiera de esa manera a mí, no soy una de ellas, al menos no
conscientemente. Pero lo que más odio es su cinismo.
―Si ―contesta incomodo Jared―. A ella, Conny.
―No, imposible ―murmura negando―. Ella no es otra de mis
chicas. Ella es mi novia…
― ¿Novia? ―repito incrédula―. Tu y yo terminamos, Carver
―expreso con severidad.
―Yo nunca termine contigo ―afirma intentando acercarse a
mí.
―No la toques ―Jared lo frena poniéndole una mano en el
pecho.
―Suéltame ―Carver se sacude su mano de mala gana y lo
fulmina con la mirada. ¡Dios! Esto es malo.
― ¿Qué sucede? ―Darío se acerca a nosotros en compañía de
Raúl, quien parece alarmado, más aún porque hemos comenzado a

229
llamar la atención de los presentes. La tensión es demasiada, temo que
en cualquier momento se golpeen.
―Saca a Carver de aquí ―pide Jared apretando la mandíbula.
―Carver… ―comienza a decir Darío, pero él niega.
― ¿Por qué quieres que me vaya? ―pregunta irritado Carver―.
¿Para quedarte con mi novia?
― ¡Conny es mía! ―exclama furioso Jared.
―Cálmate ―susurra Raúl interponiéndose entre ambos, yo
también lo sujeto del brazo, pues pareciera que se lanzara sobre él.
―Vamos ―Darío toma del brazo a Carver y lo obliga a salir.
―No hemos terminado, Conny ―repite antes de marcharse.
¿Qué pasa con él?
―Yo… ―intento hablar, pero Jared me interrumpe.
―Llévala a su casa ―dice a su amigo, sin mirarme. ¿Qué?
―Si ―asiente Raúl, tomándome del brazo.
―Jared… ―balbuceo sin comprender su cambio de actitud.
―No quiero hablar contigo ahora ―sentencia sin mirarme y eso
me parte el corazón. Se pierde entre la multitud, dejándome con la
palabra en la boca. ¿Por qué?
―Vamos ―Raúl tira de mi brazo y me conduce al otro extremo
del salón. No digo nada, veo como se aleja Jared hacia el escenario y
lucho por contener las ganas de llorar.
¿Por qué Carver ha dicho eso? ¿Por qué? Jared debe estar
pensando lo peor de mí.

Me quedo inmóvil, junto a la puerta del departamento. Sigo sin


comprender lo que acaba de pasar. Quiero matar a ese cerdo. ¿Cómo
pudo actuar así? ¿Cómo pudo decir eso? ¿Qué parte de terminamos
no comprende?

230
Avanzo por el pasillo hasta mi habitación. Me quito los zapatos
y deshago mi peinado, tomo una toalla húmeda y me limpio el rostro.
Todo es un desastre. ¡Un maldito desastre!
Escucho el timbre y sin pensarlo corro hacia la puerta. «Tiene
que ser Jared». Abro esperanzada, pero me quedo de piedra al ver
quien está ahí.
― ¿Qué haces aquí? ―bramo furiosa.
―Tenemos que hablar ―dice muy seguro.
― ¿Hablar? ―pregunto con una risa irónica―. ¿Ahora quieres
hablar? ―Intento estamparle la puerta en las narices, pero pone el pie
y empuja la puerta. Trastabillo y aprovecha para entrar.
―Conny ―intenta sujetarme, pero me aparto.
― ¡No me toques! ―gruño retrocediéndome―. Lárgate,
Carver.
―Escúchame… ―Esta loco. No pienso hacerlo.
― ¡Vete! Tú y yo no tenemos nada de qué hablar ―repito, pero
él avanza.
―Entiendo que estés molesta y que después de lo que paso
quisieras vengarte… pero…
― ¿Vengarme? ― ¡Por Dios! Antes me contuve, por Jared, por
los invitados, pero ahora le diré sus verdades―. ¿Eres estúpido? ―Se
queda de piedra, mirándome boquiabierto.
―Nena…
― ¡No me llames así! No soy tu “nena”, ni una de tus “chicas”.
―Nunca he dicho que lo seas ―Me mofo.
―En eso me convertiste. ¿Cuántas son? ¿Con cuantas te
revolcaste mientras salíamos? ―Levanto los brazos, exasperada y
niego―. Olvídalo, no me importa. Lárgate.
―Conny. No me importa que haya pasado con Jared…

231
― ¡¿Qué?! ¡Eres un maldito idiota! ―Entro corriendo a mi
habitación y tomó la bolsa con sus regalos―. No entiendes nada
―vocifero deteniéndome junto al marco de la puerta. Tomo una de
las cajas―. ¡Eres un idiota! ¿Porque dijiste eso? ―Le arrojo la caja,
que pasa a centímetros de su cabeza.
― ¡Conny! ―dice sorprendido.
― ¿Por qué? ¿Novia? Yo no soy tu novia ―Continuo arrojado
cajas hasta que una se estampa en su ceja y la sangre brota.
― ¡Maldición! ―Se queja llevándose la mano a la cabeza―.
Conny, me diste. ¡Estoy sangrando!
― ¿Qué crees que intento hacer? ―Tomo la más grande que
encuentro y la levanto con expresión amenazante―. Vete. Te lo dije
y te lo repito. Tú y yo terminamos, no hoy, no con esa llamada, sino
ese día, en aquella habitación de hotel.
―Conny.
― ¡Vete!
―Te quiero ― ¿Amor? Él no conoce esa palabra, pero no deseo
prolongar más esta discusión inútil.
―Yo no, ya no siento nada por ti ―Su expresión se desencaja,
pero se recupera, esbozando una sonrisa.
―Estas confundida.
― ¿Confundida? ―pregunto con sarcasmo.
―Sí, no tienes idea de lo que haces y yo lo entiendo.
―No, Carver. Te equivocas. Jamás estuve tan segura de algo.
Quiero a tu hermano…
― ¡No! ―grita furioso y avanza.
―No te acerques ―Lo amenazo de nuevo―. No te acerques.
―No puedes hablar en serio, Conny. Tú solo me quieres a mí...
―Vete ―repito sin cambiar mi expresión.

232
―De acuerdo ―dice limpiándose la sangre―. Estas molesta y
lo entiendo. Me iré y mañana volveré.
― ¡No regreses! No lo hagas, no tienes por qué hacerlo.
―Vendré y hablaremos ―dice ignorando mis palabras.
― ¡¿No entiendes?! ―cuestiono frustrada―. Yo y Jared…
―Eso es un error.
―No, te equivocas. Mi único error eres tú, Carver.

233
Capítulo 20
Puedo ver la furia destellar en sus ojos, así como también lo noto
en la forma en que contrae sus manos hasta que sus nudillos pierden el
color. Es la primera vez que lo veo así, no parece el chico que siempre
actúa despreocupado e indiferente, ahora resulta aterrador. No vacilo.
Puede que mis palabras sean crueles y crudas, pero él me ha orillado a
actuar de esta forma. ¿No entiende que todo termino?
―Estas confundida ―dice apretando los dientes. Me tenso de
pies a cabeza, lista para repelerlo, nunca me ha hecho daño, pero está
muy enojado. Cuando creo que se acercara a mí, contengo el aliento,
pero no avanza, al contrario, retrocede lentamente―. No me daré por
vencido, Conny ―declara―. Tu eres mía, no lo olvides ―Se da la
vuelta, sale maldiciendo y dando un portazo.
Me quedo unos segundos con la mirada fija en la superficie de
madera. «Si tan solo hubiera dicho esto antes».
Recuerdo respirar, suelto el aire que retenía y relajo mi postura,
arrojando al suelo la caja que sostengo. ¿Por qué está ocurriendo esto?
¿Por qué justo ahora que todo con Jared iba de maravilla? ¡Maldición!

La primera vez que terminamos, fue cuando una de mis amigas


aseguro verlo con otra chica en plan romántico. En ese tiempo
intentaba entrar a trabajar en la galería, era mi mayor anhelo, así que
estaba demasiado abrumada para pensar en él o en lo que hacía. Por
lo que simplemente dije “rompamos”. La segunda vez, fue cuando
olvido nuestro aniversario y me hizo esperar 3 horas en un restaurante,
no dio explicaciones, llamadas ni mensajes de disculpa. Pero justo ese
día mi madre rompió con Bill y de nuevo deje el asunto de lado. Todas
esas ocasiones fueron cosas menores, algunas muy tontas que deje
pasar, aunque la única tonta era yo por regresar con él, por creer en
sus falsas excusas, por nunca mostrarme inflexible o dura, por ser tan

234
débil. Pues sin importar cuantas veces dijera "rompamos", siempre
volvíamos. ¿Por qué? Porque él era lo único bueno que conocía en ese
momento, porque creía amarlo, porque suplicaba y yo me ablandaba.
Ese fue el problema, mis palabras perdieron validez al repetirlas tantas
veces, así que él creyó que esta sería una de esas tantas ocasiones. En
las que sencillamente pediría perdón y todo se arreglaría. Lo que me
hace pensar que soy la culpable.
― ¿Conny? ―Levanto los ojos y veo a Dafne junto a la puerta.
Ni siquiera la escuchado entrar debido a mi ensimismamiento. Sus
ojos sorprendidos escrutan el piso de la sala, donde varias cajas lucen
regadas―. ¿Qué pasó? ―pregunta acercándose a mí y reparando en
mi aspecto. Estoy sentada en el piso, con la espalda sobre el borde del
sofá y mi cabello cae sobre mi rostro. Niego llevando las rodillas al
pecho.
―Carver ―murmuro en voz baja―. Eso paso ―digo con
desgana. Ni siquiera sé cómo debería sentirme.
― ¿Qué quieres decir? ―pregunta mirando de nuevo el desastre
que cause al arrojarle sus obsequios. Ahora que lo pienso, debí hacer
que se los llevara todos. No quiero nada de él, nada que le haga pensar
que puede volver.
―Le dijo a Jared que aún no terminamos.
― ¡¿Qué?! ―Su rostro se queda en blanco.
―Y no solo eso, casi se agarran a golpes ―Esta muy
sorprendida que no logra articular palabras.
― ¡Dios! ―murmura―. Ese cretino ¿Cómo se atrevió? ¿Por
qué rayos hizo eso? ―Ahora parece molesta. Yo también lo estaba,
pero ahora…
―Por mi culpa ―admito afligida. Dafne me mira negando y se
inclina frente a mí.

235
―No, no, Conny ―niega apoyando sus manos en mis
hombros―. No es tu culpa…
―Sí, Dafne. Lo es. Tú me lo dijiste ―Pone una expresión
avergonzada―. Dijiste que debía terminar las cosas de la manera
correcta. Pero no lo creí necesario, di por hecho que lo entendería, así
que yo tengo la culpa de que haya pasado esto.
―De ninguna forma ―insiste―. El problema es que es un
idiota, un grandísimo idiota. Y a todo esto ¿qué dijo Jared? ―Me
encojo de hombros, dando un suspiro. Esa es la parte que más me
duele, su actitud.
―Me envió de regreso. No quiso hablar, ni siquiera me miró…
―Ahora que lo pienso, ¿por qué lo hizo? Me molesta que haya
reaccionado así, que me hiciera a un lado después de suplicarme que
me quedara a su lado―. ¡Es un idiota también! ―exclamo molesta―.
Le dije que lo quería, que era solo suya y no le importo. Seguramente
le creyó a Carver. Otro que no entiende lo que digo. ¿Acaso no hablo
correctamente? O ¿Hablo un idioma desconocido? ―pregunto
exasperada.
―Trata de entenderlo, Conny ― ¿Qué lo entienda? ¿Y quién
me entiende a mí? La miro con cara de pocos amigos.
―Dafne… ―No necesito que le dé la razón en estos momentos.
Todo es un desastre, yo soy un desastre.
―Es evidente que estaba sorprendido por lo que Carver dijo, y
supongo que se sintió molesto, al pensarse engañado. Además estaba
en un evento importante. ¿No?
―Sí, pero… Le dije a Carver en la cara que no éramos nada
¿Cómo puede dudar de mí? ―pregunto sintiéndome frustrada.
―Como veo las cosas ―dice suspirando―. No debe ser
agradable que tu hermano asegure que sale con tu novia.

236
― ¡Ash! Pero yo no salgo con Carver. Ni siquiera lo había
visto…
―Fuiste a buscarlo ―Me recuerda encogiéndose de hombros.
Estoy a punto de protestar, pero una idea, nada grata cruza mi mente.
― ¡Mierda! ― ¿Sera eso? ¿Es eso?
― ¿Qué? ―cuestiona impaciente al ver mi cara.
―Jared estaba raro ese día y me llamó preguntando donde
estaba… ― ¡No, no puede ser!
― ¿Crees que lo supo? ― ¿Por qué no había pensado en eso?
Esa noche cuando estuvo aquí, la forma en la que me tomo y como
pregunto si lo quería fue la misma que en el baño de su oficina. Yo
misma saque esa conclusión, pero… creí que era solo por el asunto de
la cena. ¡No!
―Él me pidió que comiéramos juntos, yo le dije que tenía cosas
que hacer porque quería hablar con Carver y finiquitar las cosas,
pero… ―Conociéndolo, es probable que intentara salirse con la suya
y por eso fuera―. Quizás fue a la galería y me siguió hasta ahí ―
¡Joder!
―Bueno… creo que eso complica más la panorámica.
― ¡Quiero matarlo! ―farfullo llevándome la mano a la cabeza.
¿Por qué?
― ¿A Jared? ―Pongo los ojos en blanco.
―No, al otro ―gruño exasperada y tiro de mi cabello― ¡Lo
odio!
―Tranquila. Estoy segura de que si hablas con Jared todo se
aclarara.
―No lo sé.
― ¿No lo sabes? ―cuestiona entrecerrando los ojos―.
¿Dejaras las cosas así? ¿Sin intentarlo al menos?
―Él dijo que no quería hablar conmigo.

237
―Estaba dolido.
―No hice nada.
―Por eso mismo. Hazle saber ―Bufo―. ¿Acaso no lo amas?
― ¿Amarlo? Esa es una palabra muy fuerte y solo le he dicho que lo
quiero―. Conny, nunca te vi tan ilusionada, ni tan feliz con alguien.
―Pero…
― ¿Dónde está la Conny que no se rinde? ¿Lo amas o no?
―Si ―contesto a regañadientes.
― ¿Entonces? No dejes que ese idiota eche a perder las cosas.
Él tuvo su oportunidad contigo y la perdió, por imbécil, ahora tiene
que asumir las consecuencias de sus actos y no interferir entre ustedes.
Me dolió su actitud, pero Dafne tiene razón. Debe haber estado
demasiado sorprendido y confundido. Debí decirle sobre la llamada
de su hermano y sobre mi visita, pero no deseaba causar problemas y
ahora todo es peor.

―Tienes razón ―Después de todo lo que hemos vivido y nos


hemos dicho, las cosas no pueden terminar así y menos para que ese
idiota se salga con la suya.
―Pues claro. Siempre la tengo. Vamos ―Tira de mi mano―.
Cámbiate de ropa que pareces la niña del aro y también debes limpiar
tu desastre.
― ¿Lo dices en serio?
―Sí, señorita Damme. Usted me puso a limpiar a mí la otra vez
―Me empuja hacia mi habitación―. Ándale.
― ¿Niña del aro? ―pregunto frunciendo el ceño. Ella se encoje
de hombros y se echa a reír.

238
―Te juro que casi se me sale el corazón cuando te vi ―Pongo
los ojos en blanco y entro a mi recamara. Sé que intenta animarme,
pero nada podría hacerlo.
No puedo dormir. La actitud fría de Jared me tiene hecha un lio,
pero no solo eso, también la advertencia de Carver. ¿No se dará por
vencido? ¿Qué demonios quiere? Además de las palabras de Dafne.
¿Lo amo? Si, lo amo, no tengo dudas. Pero… ¿Y si él no quiere
creerme? ¿Y si no me ama? ¿Qué hago?

―Me voy ―anuncio saliendo de la habitación, colgándome el


bolso en el hombro.
― ¿No desayunaras? ―Pensar en el desayuno, significa
recordar a Jared y su invitación para que nos reuniéramos hoy.
Obviamente, no vendrá y eso me lastima. Tampoco ha llamado,
supuse que estaría ocupado anoche con sus clientes y que por eso no
había hecho acto de presencia, pero han pasado más de 8 horas desde
entonces y sigo sin tener noticias de él. Lo primero que pensé esta
mañana al ver el móvil, fue en llamarlo, pero sin duda esto tiene que
arreglarse en persona.
―No. Tengo que ir a un lugar antes de ir a la galería.
― ¿Inversiones Leiner? ―pregunta sin tapujos. Suelto el aire
con un sonoro suspiro y asiento. Ella me conoce, no tiene caso
mentir―. Haces bien. Intenta arreglar las cosas.
―Sigo sin estar convencida de que sea buena idea ―murmuro.
Pero ella ha insistido mucho y como siempre, me ha terminado
lavando el cerebro.
―Te sentirás mejor y dejaras esa cara, que te llega al piso. Anda
ve.
―Está bien. Te llamo más tarde.

239
―Suerte ―Asiento y salgo.

Dudo en bajar del auto, mientras contemplo la fachada del


edificio. ¿Qué es lo que temo? Bueno, he visto pocas veces su lado
malo, aunque ninguna ha sido dirigido hacia mí, aun así, no sé qué
esperar. Jared me quiere, me lo ha dicho muchas veces y me lo ha
demostrado. No debo dudar. Tomo la manija y abro la puerta, pongo
el seguro y justo lo veo cruzar la enorme puerta de cristal en compañía
de otro hombre. Contengo la respiración cuando sus ojos se mueven
y se encuentran con los míos. Como si sintiera mi presencia. Intento
sonreír, pero me quedo pasmada cuando desvía la mirada y da vuelta
para comenzar a alejarse en dirección opuesta a donde me encuentro.
¿Qué? ¿Se va? Sé que me ha visto, así que ¿por qué lo hace?
― ¡Jared! ―grito echando a correr detrás de él, pero hace caso
omiso de mi llamado. ¿Me está ignorando apropósito? ¡Eso no!―.
¡Señor Leiner! ―Pruebo consiguiendo que se detenga, no obstante
permanece dándome la espalda. ¿De qué va su actitud?
―Lo siento ―dice con voz cortante, lo cual me indica que no
siente nada en realidad―. Pero tengo un poco de prisa ―Da un paso,
pero ya me encuentro lo suficiente cerca para tomarlo del brazo y
detenerlo.
―Jared ―digo parándome delante de él y mirándolo con
severidad.
―Le repito que estoy ocupado ―murmura con indiferencia,
manteniendo la mirada fija al frente, evitándome verme. Me lástima
que no quiera verme. ¿Qué hice mal? ¿Por qué esta así conmigo? ¡No
entiendo!
― ¿No quieres hablar? ―pregunto agitada y desorientada.

240
―Como dije… ―Se libera de mi mano, sin ser brusco pero con
apatía―. Estoy ocupado, señorita Damme ― ¿Qué? Sigue su camino
dejándome en shock. ¿Realmente piensa dejar las cosas así? ¿Sin
intentar hablar?
― ¿De verdad le creerás? ¿Piensas que te mentí? ―digo
conteniendo las ganas de llorar. Estoy herida pero sobre todo molesta.
¡Muy molesta! Que yo sepa no he hecho nada malo para que me trate
de esta forma―. ¿Es todo? ―inquiero mirando como sus pies
aumentan la distancia entre ambos. ¡Ah no, no se ira sin escuchar lo
que pienso!―. ¡Eres un tonto, Jared Leiner! ―grito frustrada, sobre
todo furiosa―. No importa cuántas veces te haya dicho que te quiero,
no importa que jure que eres el único, sigues sin creer en mí. ¡Ni
siquiera importa que te diga que te amo! ―Se detiene un instante pero
avanza de nuevo―. ¡Te amo, Jared Leiner! ―repito pero no
responde―. ¡Perfecto! ¡Vete! Si eso es lo que quieres, así será. No
volverás a verme y no quiero que me busques de nuevo ―Me doy la
vuelta cubriéndome la boca y subo a mi auto.
Lo pongo en marcha y acelero, provocando que las ruedas
rechinen. Avanzo unas par de cuadras y me detengo. Golpeo la frente
contra el volante y niego. ¡Es un idiota! ¡Lo odio! No voy a rogarle,
he hecho lo que podía y debía hacer, más no hare.

― ¿Conny? ―Lo primero que hago al llegar al estacionamiento


de la galería es llamar a Dafne. Necesito desahogarme y decirle que
se equivocó respecto a tu teoría.
―Es un idiota ―murmuro con voz autómata.
― ¿Qué paso? ―inquiera con preocupación.
―Me ignoro ―Así de fácil―. Ni siquiera me miro ―La
escucho soltar el aire―. Es un idiota, Dafne.

241
― ¿Estas bien? ―Asiento moviendo la cabeza, como si ella
estuviera delante de mí. Desde luego que no, pero no voy a llorar por
alguien que no lo merece.
―Si. Él se lo pierde ―digo demasiado falta de convicción, que
ella no puede evitar reír.
― ¿Te parece si vamos a tomar algo más tarde? ― ¿Alcohol?
Sin duda lo necesito.
―Si. Pero, no quiero ver a Edna…
―Tranquila. Solo nosotras dos, como en los viejos tiempos.
¿Va?
― ¿En el bar de siempre?
―Ese mismo.
―De acuerdo.
―Conny… Dale tiempo ―No, de ninguna forma. Me ha hecho
sentir muy mal.
―No habrá tiempo, Dafne. Se puede ir con su hermanito al
carajo. No me importa, ya no me importa.
―Si tú lo dices ―dice con ironía.
Claro que lo digo y así será. Podre quererlo demasiado, pero no
voy a rogarle.
Entro a la galería, sintiéndome aun molesta. Me cuesta creer que
se haya portado así, pero sobre todo, que me haya ignorado cuando
sólo intentaba arreglar las cosas. Cuando lo único que quería era
aclarar las cosas.
― ¡Ahh! ―Que tonta he sido por buscarlo. Me siendo
indignada.
― ¡Lindura! ―Saluda mi jefe al verme acércame. Debo dejar
de lado mi irritación, ni él, ni mi trabajo tienen la culpa de mis
problemas.

242
―Hola, Jasón ―contesto forzando una sonrisa. Que termina en
un mero intento fallido.
― ¿Estas bien? ―pregunta mirándome con atención―. Estas
roja como un tomate ―Mierda.
―Sí, estoy bien ―Tengo que bajarme el coraje e intentar
parecer normal―. Voy al baño.
―No tardes ―me advierte―. Tu jefa viene en camino. Quiere
vernos ―¿Ahora que quiere? Hago una mueca de disgusto y me
marchó.
No estoy de humor para soportarla. Así que por su propio bien,
espero que no se ponga pesada porque quizás las cosas no terminen
nada bien.
Suspiro y abro el grifo. Me lavo la cara sin importarme arruinar
mi maquillaje, tomo una toalla y me seco. La verdad esperaba más de
Jared. Quizás hubiera preferido que reprochaba o cuestionara mi
credibilidad y no que me tratara como a una desconocida. Eso sí que
no lo esperaba y que no lo tolero. “Princesa”. De solo pensarlo me
siento enferma. No importa, no voy a rogarle. Como le dije a Dafne,
que se quede con el cerdo de su hermano y que se vayan a la china.
Salgo del sanitario y me encamino al salón, pero me quedo
helada cuando veo a la bruja con Jared. ¡Mierda!
―Conny ―Me llama la bruja moviendo la cabeza en señal de
desaprobación.
―Buenos días ―saludo logrando salir de mi estupor en tiempo
record. Desde luego que ahora no me importa lo que piense Jared―.
Señor Leiner ―digo como una profesional y él asiente manteniendo
su cara de póker. ¡Genial! Lo único que faltaba, tener que verle la
cara. ¡Estoy jodida!
―Conny ― ¡No por favor! ¡Esto no podría ser peor! Ahora si
no falta nada. Cierro los ojos y niego apretando las manos. ¿Qué rayos

243
hace aquí Carver? No quiero mirar a Jared, aunque supongo que no le
importa y si le importa, a mí no.
―Lindura ―susurra Jasón, tomándome de los hombros,
haciéndome dar la vuelta y ver su desagradable cara―. Tu novio
―murmura bajo. Él nos vio juntos un par de ocasiones y aunque
quiero gritarle que ya no es nada mío, no es el momento adecuado
para ponerlo al día―. ¿Porque no atiendes al joven? ―dice
empujándome hacia donde esta él.
―Claro ―farfullo. No quiero hablar con él, pero las cosas se
pueden complicar con Jared presente. Aunque no tiene por qué
importarle, eso lo ha dejado claro. Avanzó rápido y paso junto a él sin
mirarlo―. Sal ―digo entre dientes.
De verdad que quiero darme de golpes contra la pared, tirarme
al piso y hacer una rabieta, aunque mejor debería pegarle a él por
estúpido. ¿Cómo se atreve a venir a buscarme? ¿Qué tiene en la
cabeza?
Me detengo en la banqueta y lo miro colérica, cruzándome de
brazos.
― ¿Qué haces aquí? ―exijo sin pizca de modales.
―Vine a verte ―Niego intentando contener la ira que despide
mi cuerpo. De verdad quiero matarlo. Sin duda esto confirma las ideas
equivocadas que Jared tiene respecto a nosotros. ¡Mierda! Bueno, no
importa, porque no le importa. ¿A quién engaño?
― ¿Estás loco? ―cuestiono apretando la mandíbula.
―No atiendes mis llamadas.
―No tengo porque hacerlo. ¿No entendiste lo que dije anoche?
―Sí, pero no lo acepto.
― ¿Qué?

244
―Yo también te dije que no cedería ―Simplemente estoy sin
palabras. Es un idiota con letras mayúsculas―. No importa lo que
haya pasado, creo que podemos olvidarlo y estar juntos.
¡Increíble!
― ¿Disculpa? ―pregunto atragantándome con las palabras―.
Espera un segundo ―digo caminando en círculos―. ¿De qué
demonios hablas? ―Esto rebasa todo lo que ha dicho―. ¿Insinúas
que fui yo quien se equivocó?
―Te acostaste con mi hermano ―Me mofo ante su descaro,
impresionada por su falta de sentido común.
― ¿Crees que salgo con él por despecho? ―escupo
prácticamente las palabras. Si, puede que así hayan sido la primera
noche, pero ya no es así―. ¿Por ti? ¿Para darte celos? ―Mo voz
expresa toda la ironía del mundo, pero él no parece entenderlo.
―No te culpo, Conny. Podemos olvidarlo y regresar ―Me rio
con nerviosismo.
―Eres un idiota ―declaro furiosa―. No tienes idea.
―Conny.
―No salí con él por ti, ni por intentar darte celos. ¡Estás mal de
la cabeza!
―Vamos ―dice intentando sujetarme.
― ¡No me toques! No sé qué tengo que hacer para que lo
entiendas. Pero escúchame muy bien, Carver. Estoy enamorada de
Jared, lo amo…
― ¡No, Conny! ―ruge tomándome de los brazos.
― ¡Suéltame, Carver! ―gimoteo cuando intenta acercar su
rostro al mío.
― ¡Eres mía!
― ¡Suéltala! ―Las manos de Jared me sujetan, apartándome de
su agarre.

245
―No intervengas en esto, Jared ―espeta Carver como
energúmeno.
―Intervengo lo que se me dé la gana ―responde Jared―.
Conny es mía ―¿Suya? Lo que faltaba. No, ya no lo soy. No tengo
tiempo para protestar, Carver se lanza sobre Jared, quien lo recibe con
un puñetazo. ¡Mierda!
― ¡No! ―grito intentando frenarlos. ¡Mierda! ¿Qué hago?
¿Qué hago?―. ¡Basta! ―intento separarlos, pero es inútil, ambos
parecen dos fieras dispuestos a destrozarse. ¿Qué pasa con ellos? ¡Por
Dios, son hermanos!―. ¡Paren! ―Logro interponerme, pero es una
mala idea.
― ¡Conny! ―Jared tira de mí, para evitar que el puño de Carver
me golpee, pero al hacerlo se estampa directo en su rostro.
― ¡No! ¡Jared! ―Jared se tambalea, sin soltarme. ¡Suficiente!
No puedo permitir que le pegue―. ¡Eres un idiota, Carver! ―vocifero
dándole una bofetada, aprovechando que esta inmóvil. El impacto se
escucha demasiado alto y él se paraliza.
― ¿Qué está pasando? ―La bruja aparece y observa la escena,
Jared sangra de la boca, Carver tiene un golpe en la mejilla y en el ojo
derecho, así como la marca de mi mano en la otra.
¿Esto es una pesadilla?

246
Capítulo 21
¡Mierda! ¡Mierda! Ahora si estoy en serios problemas.
― ¿Qué está pasando, Conny? ―repite molesta. ¡Mierda! La
miro sin saber exactamente qué contestar. «¿Jugábamos a las luchas?
Era solo un juego».
―Nada ―responde Carver. Lo miro aterrada, pero él niega y
sonríe despreocupadamente. «¿Y ahora que estupidez dirá? Juro que
ahora si lo mato».
―Esto no parece ser nada ―replica Laisa, clavando sus furiosos
ojos en mí. ¡Joder! Adiós a Paris y a mi trabajo. Esto no puede estar
pasándome. ¡Ah!
― ¿Te refieres a esto? ―pregunta tocando su magullado rostro
y soltando una risilla―. No es nada ―asegura encogiéndose de
hombros―. Solo estábamos arreglando un pequeño problema yo y mi
hermanito, ¿verdad Jared? ―Él no contesta, sigue con el rostro
encendido. «¿Que digo?». Laisa será una bruja y todo, pero no es
ninguna tonta, además de que seguro no tiene idea de que ellos son
hermanos ¿O sí?
― ¡Hermosa! ―exclama Jasón, apareciendo detrás de la bruja
y abriendo mucho los ojos al ver sus rostros―. ¡Caray! Lleva adentro
al señor Leiner y atiéndelo ―No me muevo, a pesar de que sería lo
más conveniente, pero no sé si es prudente hacerlo. Dejar a Carver
con la bruja se me antoja como la peor de las ideas. Mi jefe hace una
mueca y entonces me toma del brazo―. Anda, linda, date prisa y ve
―Mira a Jared de forma suplicante―. Por favor vaya con ella, señor
Leiner ―pide amablemente. Pero Jared tampoco atiende su petición,
continúa observando a Carver con cara de pocos amigos.
―Señor Leiner ―digo en voz baja intentando sacarlo de su
letargo. Tarda unos segundos en reaccionar, mira a Jasón y se da la
vuelta, avanzando al interior del edificio. «Uno menos». Fulmino con

247
la mirada a Carver, a manera de advertencia, para que se comporte.
Más le vale que se quede quieto y no haga esto más grande de lo que
es. Él mejor que nadie, sabe lo importante que es la galería para mí y
aun así viene a armar un escándalo. ¡Lo odio!
Desvió la mirada de él y sigo a Jared, mientras maldigo para mis
adentros. «¡Dios mío! ¡Voy a volverme loca! ¿En qué momento las
cosas se enredaron tanto?».
Jared avanza a grandes zancadas y cruza la puerta de la oficina.
Me detengo frente a ella. No quiero hablar con él, ni estar a solas, pero
le han pegado por mi culpa y es un cliente importante. «La próxima
no intervengas, Conny», me reprocho mentalmente. De todos modos,
él ha dicho, bueno en realidad no dijo nada, pero dio a entender que
lo nuestro se acabó, así que solo debo curarlo y listo. Eso lo puedo
hacer.
Empujo la puerta y lo encuentro de espaldas a mí, apoyado en el
borde del escritorio. Cierro los ojos, suspiro, antes de acercarme
lentamente.
―Siéntese ―ordenó avanzando hasta uno de los muebles,
tomando el botiquín. Estoy muy nerviosa. Supongo que por lo que
vendrá después de todo este teatro que han armado y no por estar sola
con él, y recordar lo que ocurrió en su despacho.
«Deberías estar molesta, Conny ¿Qué rayos pasa contigo?»
¡Maldición! Mis manos tiemblan, denotando mi estado. Que
patética. Me acerco a él y... ¡Rayos!
―Cuidado ―susurra sosteniendo el botiquín, que se ha
escabullido de mis manos―. ¿Estas bien? ― «No, no lo estoy, pero
no tienes por qué saberlo».
―No se mueva ―digo ignorando su pregunta y sacudiendo sus
manos de las mías. Deposito la caja sobre el escritorio, busco

248
desinfectante y una bandita―. Quédate quieto ―repito sujetando su
barbilla, evitando a toda costa verlo a los ojos.
Tiene un pequeño corte en el labio inferior, además de una
marca roja en la parte cercana.
―No tienes nada de qué preocuparte ―murmura. ¿Qué no
tengo nada de qué preocuparme? Claro, él no tiene que soportar a la
urraca, ni sus reproches―. Hablare con ella.
― ¿Para qué? ―pregunto molesta―. Seguro me despide
después de esto ―Me detengo y lo miro con reprobación―. ¿En que
estabas pensado? ―reprocho sin contenerme―. ¿Acaso son
cavernícolas? Ambos están locos ¿Cómo se les ocurre ponerse a
pelear?
―Conny… ―Intenta tocarme, pero lo corto.
―No te muevas ―Trato de regresar a mi tarea y terminar de
curarlo para que se vaya.
― ¿De verdad le partiste la ceja? ―pregunta con pizca de
diversión en la voz. De nuevo dejo de atender su herida y asiento,
mirándolo retadoramente.
― ¿Vas a demandarme por pegarle a tu querido hermanito?
―me burlo. Gruñe y mueve la cabeza.
―La ironía no te va.
― ¿No? Yo creí que sí.
―Pues no. Pero en realidad quiero darte un premio por ello
―Suelto una risilla sarcástica y continuo con su labio―. ¿Es cierto?
―¿Por qué tiene que hablar y maravillarme con el movimiento de su
boca? ¡Ash!
― ¿Qué cosa? ―inquiero intentando que mi voz no delate lo
que siento.
―Lo que dijiste allá fuera ―Ojala pudiera decirle que no, que
no es verdad.

249
―Ya te lo había dicho antes, ¿no? ―respondo como si no fuera
nada, puesto que él actuó de ese modo cuando se lo grite. Justo ahora
quiero golpearlo, pero el drama no me va del todo y prefiero no
demostrarle cuanto me afecta su actitud. No es el único que sabe
ignorar.
―Conny… ―Su voz cambia y mi corazón se tambalea. «No,
Conny, no puedes caer. No así de fácil».
―Déjalo ―lo interrumpo con indiferencia―. No importa.
―A mí sí me importa.
― ¿De verdad? ―me mofo―. No lo creo, esta mañana no
pareció importarte cuando intentaba decírtelo. ¿O qué? ¿Me dirás que
ahora que has presenciado como se lo digo a tu hermano me crees?
Mira que conveniente ―Pone mala cara y se remueve inquieto. Es
evidente que no sabe que decir. «Demasiado tarde, la regaste».
―Estaba molesto ―dice con la cabeza gacha.
― ¿Molesto? ¿Y cómo crees que estaba yo? ―cuestiono―.
¿Crees que daba saltos de felicidad y que por eso intentaba dejar sin
cabeza a Carver? ―farfullo sintiendo como la ira hierve en mi
interior.
―Conny…
―Conny nada. No eras el único que estaba sorprendido anoche
―«Pero si el único que se portó como un gilipollas».
―Lo lamento. Realmente lo siento… yo no debí… ―Sujeta mis
manos y me mira suplicante, pero me aparto. No voy a caer.
― ¿Crees que un “lo siento”, arreglará todo? ¿Crees que eso
basta después de que me botaste y me ignoraste?
―Perdóname. Soy consciente de que no es así, pero…
―Suspira y mueve la cabeza, como si intentara despejar sus
pensamientos―. ¿Que querías que pensara? ―«Quería que confiaras
en mí, que me escucharas»―. Él parecía muy seguro cuando hablo de

250
ustedes ―¿Qué? ¡Dios, dame paciencia porque lo mato!―. Y
además, nunca se había puesto así por nadie.
― ¿Qué? ¿O sea que ustedes intercambian mujeres? ―pregunto
furiosa. Lo que me faltaba.
―No es así ―Titubea mientras pronuncia las palabras, como si
temiera decirlo. Algo impropio de Jared.
― ¿Entonces? ¿Qué quieres decir?
―Que al igual que yo, nunca antes le dio el título de novia a
ninguna mujer ―¡Pamplinas! ¿Y que son todas esas tipas con las que
se revuelca? ¿Damas de compañía? ¿Chicas acomedidas? Pongo los
ojos en blanco.
―Esto no se trata de tu hermano ―declaro zanjando el tema―.
E independientemente de eso, yo misma escuche en tu oficina cuando
dijo que ninguna le importaba, yo era una más de esas. ¿No? Y
después de lo que me hizo, jamás regresaría con él. Tú escuchaste
cuando le dije que habíamos terminado.
―Pero él aseguro lo contrario ―Mi preocupación se mezcla con
la impotencia y la rabia. ¿De verdad cree eso? ¡Esto es increíble!
―Jamás jugaría con dos frentes. No soy esa clase de mujer,
Jared, y creí que lo sabias. Ultimadamente, piensa lo que quieras
―Retrocedo hacia la puerta, pero sus manos me sujetan por la
cintura―. ¡Suéltame! ―Gimoteo.
―No te vayas.
― ¡Jared! ―Me levanta y me sube al escritorio. ¡Mierda!
Quiero golpearlo hasta dejarlo morado. Es un tonto, un gran tonto.
―Por favor, espera. Sé que fui un idiota…
―Qué bueno que lo sabes ―farfullo―. Ahora bájame.
―Mírame.
― ¿Cómo tú me miraste esta mañana? ―Le echó en cara.
―Conny, escúchame…

251
― ¿Así como tú me escuchaste? ―Gruñe desesperado ante mi
renuencia, hasta que sus manos logran sujetar mis mejillas. No quiero
mirarlo.
― ¡Maldición! ¡Estaba celoso! Me estaba muriendo de celos
―exclama abruptamente. Cierra los ojos con expresión atormentada,
lo que me hace titubear. Sus labios forman una línea recta y abre los
despacio―. Te vi cuando fuiste a su departamento ― ¡Bingo! Lo
sabía.
―Eres un tonto ―murmuro irritada―. Después de todo lo que
te dije esta mañana, sigues dudando.
― ¡No! No estoy dudando.
― ¿No? ―pregunto con ironía―. ¿Sera porque has visto como
se lo digo a la cara? ―Dejo escapar una risa nerviosa y niego―. Si
fuera solo despecho, no te diría que te quiero y muchos menos que te
amo. Si, acepto que la primera vez lo hice por eso. Pero aquella noche
estaba muy molesta y no razonaba, solo deseaba vengarme. El plan
original, era solo destruir el cuadro, pero entonces llegaste, me miraste
con deseo y en mi afán de vengarme, intente seducirte, estaba
borracha y dolida pero… ―Hago una pausa mirándolo fijamente―.
Cuando me tocaste, cuando me besaste, Carver desapareció por
completo de mi mente.
―C… ―Niego cubriendo su boca.
―No, ahora escúchame, Jared Leiner. Si, tienes razón, fui a
buscarlo a su departamento. Pero eso fue porque él me llamo, diciendo
que me extrañaba. ¿En qué cabeza cabe que querría seguir con él
después de lo que me hizo? ¿Eh? Te mentí porque deseaba evitar
problemas, no porque tuviera algo con él ―Miro al techo―. Aunque
mira donde ha terminado todo.
―Lo siento, Conny ―Intenta abrazarme, pero lo empujo.

252
― ¡No! ―Bajo del mueble y mantengo la distancia. Si me besa
o abraza, todo se ira por el retrete y no, no cederé tan fácil.
―Princesa...
― ¡No soy tu princesa! ―exclamo furiosa―. Me ignoraste, me
trataste como a una desconocida. ¿Qué crees que sentí? ¿Eh?
―Princesa…
― ¡No me digas así! No me vuelvas a llamarme así.
―Por favor…
―Nada de por favor. ¿Sabes qué? ―Lo empujó hacia la
puerta―. Creo que ya estás bien, ahora largo.
―Conny.
― ¡Vete! ―Forcejeo obligándolo a salir.
―Espera.
―No. Ahora la que no quiere hablar soy yo. Fuera ―Logro
sacarlo y cierro la puerta, dando un profundo suspiro.
¡Es un tonto! ¡Uno muy grande! ¿Celoso? Yo también me puse
celosa de la bruja, pero le pregunte de frente y no lo ignore. Aunque,
desde luego que ellos no tuvieron nada y Carver conmigo sí. ¡Ay!
Esto apesta. Dafne tenía razón, involucrarme con los hermanos Leiner
ha sido un error. Un verdadero dolor de cabeza. ¿Qué voy hacer?
Espero un buen rato, suficiente para que Jared se haya ido, y
salgo para enfrentarme a la bruja, pero solo veo a Jasón en el salón.
― ¡Lindura! ―canturrea mirándome divertido. ¿Qué le causa
risa? Yo no sé dónde meterme.
― ¿Y Laisa? ―inquiero mirando a todas partes.
―Lo llevo al hospital.
― ¿Al hospital? ―Se encoge de hombros.
―Ya sabes cómo le gusta exagerar a esa mujer ―Niego con
expresión abatida―. Tranquila.
―Va a despedirme ―Aseguro.

253
―No, no lo hará. Pero… ―Sus ojos se entrecierran mirándome
con curiosidad. Se lo que preguntara, así que me anticipo.
―Ya no es mi novio.
―Eso me queda claro…
―Y si, también salí con Jared ―Me siento como la peor.
―Eso lo sabía.
― ¡¿Qué?! ―exclamo sorprendida―. ¿Cómo que lo sabias? ―
¡Ay no!
―Es demasiado evidente. Soy hombre y se cuando a uno le
gusta una mujer ― ¡Dios!
―Yo… ―No sé qué decir.
―Por mí no tienes que preocuparte, pero… ―Niega cambiando
su expresión risueña a una muy seria―. Sabes que a ella le gusta y no
quiero que tengas problemas por eso.
― ¿Mas de los que seguro tengo?
―No te estreses. Ese chico, parecía saber manejar a Laisa.
Debiste verla ―Claro, Carver maneja a todo el mundo, en especial a
las mujeres. Lo que me hace preguntarme ¿Qué paso con Jared? La
actitud de ambos era demasiado explosiva, no creo que fuera solo
porque Jared dijo que era suya. ¡Esto es de locos! Pero por el
momento no quiero saber nada―. Pero lindura, debes ser más
precavida. Me refiero a Jared.
―No importa. Ya no somos nada ―Enarca una ceja mirándome
extrañado.
― ¿No? ―Supongo que ha sido una relación fugaz.
―No ―digo con un suspiro.
― ¿Segura? ―pregunta con escepticismo. Chasqueo la lengua.
―Si ¿Por qué no me creen? ―En realidad, no estoy segura de
nada.

254
Laisa no regresa en todo el día. Espero que Carver la haga muy
feliz y no quiera joderme cuando me vea, aunque eso es prácticamente
imposible. Pero por fortuna es fin de semana, así que espero que en
estos días se le pase el enojo.
Aparco el auto y miro el lugar. Necesito un trago, urgentemente,
algo fuerte que me haga olvidarme de todo. Entro y voy directo a la
barra. Me encanta este sitio, la música no es demasiado alta, por lo
que permite conversar, no está abaratado como otros.
― ¿Qué te sirvo? ―pregunta el barman, mirándome con una
enorme sonrisa. Está guapo, pero lo último que deseo es saber de
hombres.
―Un Long Island Iced Tea ―Su sonrisa se hace más notoria y
enarca una ceja.
― ¡Uy! ¿Segura? ―dice divertido.
―Si ―contesto muy segura.
―De acuerdo ―Se gira y comienza a prepararlo. Sé que con
uno que beba iré directo a la perdición. Pero justo eso es lo que
necesito.
Tomo el móvil y comienzo a escribirle un mensaje a Dafne,
avisándole que ya estoy aquí. Es raro que aún no haya llegado. Solo
espero que no se haya encontrado con Leo y que me deje botada. Eso
terminaría de cerrar mi espantoso día. El cual deseo que termine.
―Aquí tienes, preciosa ―escucho decir al chico, pero tan
pronto como coloca la copa frente a mí, desaparece.
― ¿Qué…? ―No soy capaz de protestar. Mis ojos contemplan
embelesados como el hombre que tengo a mi lado, la devora de un
trago―. Jared ―balbuceo intentando salir de mi estupor. ¿Cómo…?
Seguramente me siguió.

255
―Otro ―pide al barman, quien esta tan sorprendido como yo.
Duda pero asiento y entonces comienza a prepararlo.
― ¿Qué haces aquí? ―pregunto molesta. Se inclina apoyando
una mano en la barra.
―Eso dímelo tú, ¿no sabes que beber es peligroso para ti? ―
¿Peligroso para mí? Lo único peligroso para mí, es él y ni siquiera lo
entiende.
― ¿Disculpa? ―pregunto con ironía.
―Servido ―anuncia el barman, de nuevo Jared toma el vaso y
se lo lleva a la boca.
― ¡Oye es mía! ―protesto, pero es demasiado tarde. Niega
limpiando sus labios.
―No puedes beber.
― ¿Quién lo dice? ¿Tu? ―digo haciéndome la dura.
―Sí, yo ―Se gira hacia la barra―. Sirve otra ―Suspiro
frustrada, creo que no podré olvidar mis problemas teniéndolo frente
a mí. Pero, no puedo ignorar que hoy Jared luce extraño. No sólo se
trata de la herida que Carver le hizo, también ha dejado su corbata y
tiene el cabello despeinado, aun así luce realmente guapo. Tanto que
un par de chicas lo devoran con la mirada, haciendo que mi monstruo
interno quiera emerger.
―Aquí esta ―dice el chico, intento tomarla, pero antes de que
la deje en la barra, Jared la intercepta y la bebe.
― ¿Estás loco? ―pregunto comenzando a preocuparme. Es la
primera vez que lo veo beber así y lo que ha bebido ya debería haberlo
tumbado. Esto es malo.
―Otra ―pide.
― ¡No! ―Niego mirando al chico con pánico―. Ya bebiste
demasiado, Jared.
― ¡Conny! ―Dafne se acerca y se queda a cuadros al verlo.

256
―Hola ―La saluda Jared, quien coge de nuevo la copa.
― ¡No! ―exclamo al ver como lo bebe. Deja la copa en la barra
y se tambalea―. ¡Jared! ―Me levanto del banquillo y lo sostengo.
Recibiendo el impacto de su perfume. ¡Dios! ¿Por qué no pueden mis
hormonas colaborar?
―Estoy bien ―responde con la voz distorsionada.
―No lo creo amigo ―murmura el chico detrás de la barra,
mirándolo con preocupación―. Uno o dos bastan para embriagarse,
pero tú ya llevas 4 ― ¡Joder!
― ¡Eres un tonto! ―lo reprendo. Pero él sonríe intentando
acariciar mi mejilla con ternura. ¿Qué le pasa a este hombre? ¿Por qué
le ha dado por perder la compostura?
―Sí, lo soy. Pero soy el tonto que te ama, Conny Damme.
― ¡Madre mía! ―chilla Dafne cubriéndose la boca. La fulmino
con la mirada. Lo último que necesito es que me eche leña al fuego.
―No me interesa ―afirmo sentándolo sobre el banquillo.
Quisiera dejarlo botado, pero no luce bien, además, en su condición
cualquier mujer encantada se lo llevaría y eso, sí que no―. Hora de
irnos.
― ¿Qué? ―pregunta Dafne―. Acabo de llegar, ni siquiera he
bebido una copa.
―Por favor ―La miro suplicante―. Ayúdame. ¿Si?
―Bueno ―Le entrego mi bolsa y tomo del brazo a Jared.
―Vamos ―Lo presiono para que se ponga de pie. Paso su brazo
por mis hombros e intento avanzar, pero casi caemos los dos al
piso―. ¡Mierda!
―Estoy bien ―repite intentando sostenerse de la barra. Esto
será realmente complicado.
―Déjame ayudarte ―Se ofrece el barman.
―Gracias ―canturrea Dafne haciéndole ojitos. ¡Esta chica!

257
Salimos del lugar, rápidamente localizo su auto y le indico que
me ayude a llevarlo hasta ahí.
―Un segundo ―pido al chico buscando en los bolsillos de
Jared, quien me mira fijamente―. Aquí ―Abro la puerta y él lo
coloca en el asiento del copilo.
―Muchas gracias ―dice Dafne encantada.
Me olvido de ella y su intento de ligar y observo a Jared. ¿Qué
hago con él? No puedo dejarlo solo, no en su estado.
― ¿Y ahora? ―pregunta Dafne.
―Pues…
― ¡No! ―me interrumpe negando―. No puedes llevarlo a la
casa.
― ¿Qué?
―Yo no pienso limpiar sus vómitos ―Pongo los ojos en blanco.
―No puedo abandonarlo.
―Creí que ya no te importaba ―Le pongo mala cara―. Ok.
¿Por qué no lo llevas a su casa? Si hace desastres, pues no pasa nada.
― ¿A su casa? ―Me muerdo el labio. Supongo que no hay otro
remedio―. De acuerdo.
―Entonces, te veo mañana.
― ¿Qué? ―La miro desconcertada―. ¿Me abandonas?
―Oye, es tu hombre no el mío. ¡Suerte con eso!
― ¡Traidora!
― ¡Bye! ―grita regresando a la entrada del lugar. ¡Genial!

258
Capítulo 22
¿Y ahora? Me muerdo el labio con nerviosismo, mientras camino
hasta la puerta del conductor. Llevarlo en el auto no representa mayor
problema, lo complicado vendrá cuando tenga que bajarlo y llevarlo
hasta su piso.
«¡Ay, en que líos me meto! Se suponía que era yo quien
terminaría perdida y no él. Pero que no crea que con esto olvidare lo
que paso».
Suspiro y subo al auto. Afortunadamente, Jared parece
tranquilo, pero no despega sus ojos de mí, lo que me poner nerviosa.
No esta tan mal. Espero que siga así el resto del camino. Tengo mucha
curiosidad por saber cómo se comporta Jared ebrio. ¿Sera de los que
llora? ¿Ríe? ¿Agresivo? Espero que no se ponga pesado
― ¿Adónde vamos? ―pregunta moviéndose.
―Te llevare a tu casa ―murmuro introduciendo la llave,
encendiendo el auto.
― ¿Te quedaras conmigo? ―Me ajusto el cinturón y lo miro.
«No, no me quedare». Salgo del estacionamiento sin responder.
Quedarme no me parece buena idea y menos si es justo lo que espera
que haga. Soy débil, tengo que aceptarlo y tenerlo a mi merced, saca
mi lado perverso.
Pero, ¿por qué ha actuado así? ¿Tan culpable se siente? Jared no
parece este tipo de hombre, su comportamiento es demasiado extraño.
Quizás se me ha pasado un poquito la mano, pero no puedo olvidar lo
que paso anoche y esta también mañana. Aunque no deja de ser
extraño. Sin embargo, no dejo de pensar que hay algo más entre este
par de hermanos, que me estoy perdiendo. ¿Qué es?
―Conny ―murmura intentando zafarse del cinturón.
― ¡Oye! No hagas eso, Jared ―Gruñe forcejeando. ¡Mierda!
Intento mantener los ojos en el camino, pero me preocupa que se

259
libere y quiera tomar el volante. Entonces si nos jodimos los dos―.
Jared, deja eso ―Suspira al no poder conseguirlo y agita la cabeza.
― ¿Te quedaras? ―pregunta mirándome suplicante. Suspiro y
asiento. No puedo decirle que no, no hasta que estemos en su piso y
no corra riesgo. Aunque, no puedo dejarlo solo. ¡Mierda!
―Sí, sí, pero quédate quieto ―Mis palabras parecen no llegarle,
se inclina hacia mí y acaricia mi mejilla.
―Te quiero ―Sonrió y niego. «Yo también te quiero tonto».
Solo puedo pensarlo, puesto que he decidido castigarlo. No escuchara
palabras de amor de mi boca hasta que se me haya pasado el coraje.
¡Si! Ese parece el mejor de los castigos.
―Estas borracho ―Señalo y él esboza una sonrisa débil.
―Por eso mismo debes creer mis palabras. “Los borrachos y los
niños siempre dice la verdad” ―¿Qué? ¿Por eso lo ha hecho? ¡Dios!
Simplemente estoy sin palabras. No respondo, mantengo la vista al
frente y él se aferra a mi brazo―. ¿Me perdonas? ―Esto es trampa.
―No.
― ¡Conny! ―Hace un puchero y patalea. ¡Dios! Jamás imagine
ver a Jared hacer una rabieta. Lucho por contener mis ganas de reír y
mantener mi expresión seria, pero me resulta demasiado adorable.
¿Cómo puedo estar enojada con este hombre tan adorablemente
tonto?
―Señor Leiner, eso lo arreglaremos cuando este en sus 5
sentidos, no ahora ―Suspira y cierra los ojos―. ¡Oye! ¡No te puedes
dormir!
―No lo hare ―susurra sin moverse―. Solo quiero disfrutar de
su cercanía, de tu aroma ―¡Ay! Me volveré loca.

260
Aparco el auto y compruebo para mi desgracia que no parece
haber nadie cerca. ¡Joder! ¿Dónde se meten las almas caritativas
cuando uno las necesita?
―Jared ―Lo muevo, pero no atiende. ¡Que no se haya quedado
dormido, por favor!―. ¡Jared!
―Mmm… ―gruñe abriendo los ojos―. ¿Princesa? ―¡Joder,
con la princesa!
―Sí, soy yo ―contesto de mala gana. Lo empujo para que se
acomode sobre su asiento―. Ya llegamos ―Desabrocho mi cinturón.
― ¡No te vayas! ―exclama con un gesto angustiado,
tomándome del brazo.
―Solo voy a bajar para ayudarte.
― ¡No te vayas! ―Niego mirándolo con ternura.
―No me iré. Pero debemos llegar a tu departamento. ¿Si?
―Libera mi mano y rápido salgo. ¿Cómo rayos voy a subirlo? Rodeo
el auto y abro su puerta.
―No sale ―se queja tirando del cinturón. Contengo la risa
mientras me inclino para ayudarle.
―Déjamelo a mí ―Me inclino y lo desabrocho. Su aroma
mezclada con alcohol inunda mi nariz. A pesar de todo, sigue siendo
su fragancia.
―Eres muy bonita, princesa ―Pongo los ojos en blanco.
―Y tú muy adulador. Arriba ―Tiro con fuerza de su brazo,
pero no tengo suficiente fuerza, de nuevo cae en el asiento―. Mierda.
¿Estás bien? ―pregunto preocupada al verlo frotarse la cabeza. Joder,
que terminare matándolo.
―Si.
―Otra vez ―Sus pies no cooperan y lucho por mantener el
equilibro―. Despacio. ¡No, no! ―Se impulsa hacia fuera
haciéndome retroceder―. ¡Espera! ―Me sostengo de la puerta en un

261
intento por no perder el equilibrio y por fin, logra salir―. Ya está
―Apoyo su cuerpo en el auto y cierro la puerta.
Mis ojos calculan mentalmente la distancia entre la puerta del
ascensor y donde nos encontramos. Esto será difícil. Me preparo y
paso su brazo por mis hombros.
―Vamos despacio. ¿Ok? ―Asiente moviendo la cabeza.
Avanzo y veo como lucha por ayudarme, pero su estado sigue
sin ser nada bueno. Por lo que en más de una ocasión casi vamos
directo al piso.
―Un poco más ―Lo aliento cuando estamos a nada de cruzar
las puertas del ascensor―. Vamos ―Logro hacer que entre y lo apoyo
en la pared posterior del elevador―. ¡Genial! ―digo con el aliento
cortado. Pulso el número 24 y regreso hasta donde está. Eso ha sido
toda una osadía. Lo que me hace pensar la tarea que encomiendo a
Dafne cuando bebo de más. Prometo ser más considerada con ella.
―Conny ―Jared se mueve y rápido lo abrazo, pero termina
aprisionándome contra la esquina.
― ¿Jared? ―¡Maldición! Me observa de ese modo que me pone
nerviosa, incluso con alcohol encima logra ponerme a temblar―.
¿Jared?
―Perdóname ―dice inclinándose y hundiendo su rostro en mi
cuello―. Perdóname ―Sonrió. No deja de intentar obtener mi
perdón.
―Ya te dije que eso lo arreglaremos mañana ―explico con
amabilidad. Muevo mi mano hasta la mata negra de cabello y lo
acaricio con ternura. Al sentir mi caricia levanta el rostro y me mira a
los ojos.
―Te amo, Conny ―Sus palabras son claras y sinceras, siento
como mi corazón se desboca y lentamente la distancia que nos separa
desaparece, funde sus labios con los míos.

262
Su beso es lento y amable. Pruebo el tequila, ron y vodka que ha
bebido de sus labios y gimo cuando desplaza su lengua dentro de mi
boca.
― ¡Jared!
―Te amo, Conny ―repite y entonces me cuelgo de su saco. Se
mueve otro poco hasta que lo tengo completamente sobre mí. Mi
cuerpo reacciona empujando contra el suyo―. Lo siento, lo siento
―dice sin dejar de besarme.
No tengo dudas de que está arrepentido. Pero si queremos que
esto funcione debemos aprender a confiar y respetarnos. Y aunque
muero por decirle que no importa y que lo perdono, sigue estando
ebrio. El sonido del elevador nos indica que hemos llegado y las
puertas se abren, me aparto para mirarlo, pero una voz familiar se
escucha detrás de él.
― ¿Jared? ―Miro por debajo del brazo de Jared y veo a Raúl.
Jamás creí que me daría tanto gusto verlo.
―Por favor, ayúdame ―suplico. No duda en correr hacia
nosotros.
― ¿Qué pasó? ―pregunta sujetando a Jared y observándolo con
una mueca de disgusto.
―Se le pasaron las copas ―explico torpemente. No puedo
decirle que se bebió mis tragos, ni siquiera quiero imaginarme como
estaría yo, si los hubiera tomado.
― ¡Dios! ¿Estás loco, Jared? ―Lo reprende avanzando, pero
Jared no me suelta.
―Conny. ¡No te vayas! ―Raúl me dedica una mirada y yo los
sigo.
―No me iré ―afirmo entrando al departamento y cerrando la
puerta. Raúl no dice nada, pero su rostro habla por él, no le gusta nada

263
el aspecto de Jared, ni tampoco que yo esté aquí o al menos esa
impresión me da.
Los tres llegamos hasta su habitación, Raúl lo recuesta y al rodar
sobre la cama, Jared me libera. ¡Genial! Supongo que ahora que su
amigo está aquí, puedo marcharme.
―Este tonto ―murmura Raúl negando con la cabeza.
― ¿Nunca se había embriagado? ―pregunto intrigada.
―No suele hacerlo, al menos no de esta manera. Él sabe que
debe cuidar su imagen, por sus negocios ―¡Mierda! Me mira y ahora
me siento más incómoda que antes. Debe creer que es mi culpa, puede
que sí, pero no del todo―. ¿Puedo hablar un segundo contigo?
―¿Acaso no estamos haciéndolo?
―Si.
―Vamos ―Sale de la habitación y yo veo a Jared. Quien se ha
quedado inmóvil con los ojos cerrados. Me doy la vuelta y llego hasta
la sala.
― ¿Qué pasa? ―Inquiero observando con recelo a Raúl. La
primera vez que lo vi me pareció alguien similar a Carver, un Don
Juan despreocupado. Pero ahora parece distinto, alguien más estricto
y serio. No me agrada.
― ¿Arreglaron sus cosas? ―pregunta directamente.
―Bueno… no podría decir eso ―confieso encogiéndome de
hombros.
― ¿Sabes que esta así por ti? ¿Verdad? ― ¡Wow! Vaya que es
sincero.
―Supongo que si no sabe beber, no debería hacerlo ―Soy la
menos indicada para decirlo, pero me siento atacada por sus palabras.
―Conny… ―dice con expresión pensativa―. No debería
decirte esto, pero creo que es necesario que lo sepas ―La forma en
que lo dice despierta mi curiosidad.

264
― ¿Qué cosa?
―Carver estuvo anoche aquí.
― ¿Qué?
―Después de que el evento terminara, vino. Tenía una herida
en la cabeza, supongo que sabes de qué hablo.
―Si ―respondo con voz baja.
―Ellos estuvieron hablando de ti ―¡Ay no! ¿Qué le dijo ese
tonto a Jared?
― ¿Qué dijo? ―titubea. No me gustara―. Dímelo ―exijo. Ha
comenzado a hablar, debe terminar de decirlo.
―Dijo que ustedes nunca perdieron contacto mientras salías con
Jared ―¿Qué mierda? ¡Increíble!―. Y que justo un día antes, lo
habías visitado en su apartamento ―¿Cómo demonios supo que fui?
Espera… ¿Estaba adentro y no atendió apropósito? ¡Lo mato! ¡De
verdad que lo mato!―. Aseguro que sólo estabas utilizando a Jared
para darle celos.
― ¡No puedo creerlo! ―farfullo dejándome caer sobre el sofá.
¡Ese cerdo, cretino, idiota, estúpido, grandísimo animal! ¿Por qué
hizo eso?
―Te podrás imaginar que las cosas se pusieron feas ―Desde
luego que me lo imagino y ahora comprendo porque se pusieron como
locos en la galería―. Estuvieron a punto de golpearse. Ambos estaban
furiosos… ―Hace una pausa y se pasa la mano por el pelo―. Y por
lo que vi, no se quedaron con las ganas. ¿Qué pasó? ―Muevo la
cabeza.
―En la galería, Carver fue a buscarme y Jared estaba ahí.
―Entiendo ―Se sujeta la barbilla y niega―. Conny, ellos
siempre han tenido una buena relación, a pesar de que su carácter es
muy distinto.

265
―Una relación que está siendo arruinada por mí ¿cierto?
―inquiero.
―No lo tomes a mal. Es solo que me preocupa, Jared solo lo
tiene a él, a pesar de que sea…
― ¡Un idiota! ―Lo interrumpo.
―Exacto.
―Raúl. Yo no salí con Jared por Carver. Él y yo ya habíamos
terminado y nunca lo utilizaría solo para darle celos a Carver
―Sonríe.
―Solo te pido que no hagas sufrir a Jared. Él te quiere mucho,
nunca lo vi tan enamorado de nadie.
― ¿Eres su madre o algo así? ―Esboza una sonrisilla.
―Ya veo porque ninguno de los dos quiere dejarte ir ―No
entiendo su comentario.
― ¿Qué quieres decir?
―Me voy ―dice dirigiéndose a la puerta, sin aclararme su
comentario.
― ¡Espera! ¿No te quedaras con él?
―Tu eres su chica.
― ¡Conny! ―A manera de confirmación, la voz de Jared se
escucha.
― ¿Lo ves? Él te requiere a ti. Nos vemos ―Me quedo de piedra
mientras desaparece.
― ¡Ash! ¿Qué pasa con todos?
― ¡Conny! ―¡Dios dame paciencia! Suplico mirando al cielo y
me dirijo a la habitación.
― ¿Qué estás haciendo? ―Se ha incorporado de la cama y está
apoyado en el marco de la puerta del baño.
―Necesito darme un baño ―balbucea intentando retirar su
saco.

266
―Espera ―Sujeto su brazo y lo ayudo a entrar al baño―.
Siéntate aquí ―Lo empujo sobre la tapa del escusado―. Preparare la
ducha… ―No, no es buena idea. Una vez que lo meta a la tina ¿Cómo
lo saco? Imposible―. ¿Te parece regadera? ―Asiente torpemente.
Genial. Abro la llave y regulo la temperatura―. ¡Perfecta! ―Ahora
viene la parte incomoda. ¡Desnudarlo!
―Yo puedo ―murmura al ver mi expresión. Pero contrario a
sus palabras, sus manos son incapaces de liberar uno solo de sus
botones.
―Te ayudo ―Me ofrezco poniéndome en cuclillas delante de
él.
―Lo lamento ―declara apenado.
― ¿Por tener que desnudarte? ―Asiente rozando mi oído. El
calor que su cuerpo emite me inquieta y reconforma al mismo tiempo.
¿Se puede considerar abuso si aprovecho su estado para verlo
desnudo? ¿Qué cosas se me ocurren?―. Ya está ―digo colocando su
camisa sobre el lavabo. Sigue la parte inferior.
―Yo puedo ―repite comenzando a retirar su cinturón. Lo
observo esbozando una sonrisa. No creo que lo consiga, pero ver la
expresión concentrada que pone mientras lo intenta es maravilloso―.
¡Rayos! ―Se queja.
―Permíteme ―Desabrocho sus pantalones y comienzo a
bajarlos por sus muslos. ¡Mierda! Está demasiado bueno para ignorar
la vista―. Listo ―anuncio sin poder dejar de contemplar su perfecto
cuerpo.
―Gracias ―Se apoya de donde puede para ponerse de pie, pero
aún sigue sin estar en sus 5 sentidos.
―Despacio ―indico ayudándolo. Al hacerlo el agua me
alcanza.
―Te mojaras ―Me advierte.

267
―Ya lo hice ―Me muevo hasta que ambos estamos recibiendo
la lluvia artificial que proyecta su regadera. No me importa mojarme,
pero… al ver sus ojos, me golpeo mentalmente por no escucharlo.
Esto es muy peligroso.
―No hare nada hasta que me perdones ―murmura al notar mi
incomodidad―. Lo prometo.
―Entonces nunca podrás hacerme nada ―Lo provoco sin poder
resistirme. Me regala la sonrisa que tanto me gusta y entonces se
inclina sobre mí. Supongo que un beso no hará daño y puede que
mañana ni siquiera lo recuerde.
Su boca se posa sobre la mía y tiemblo, no sé si es por lo mojada
que estoy o por lo que me trasmite su beso. Jared Leiner, a pesar de
estar ebrio es todo un caballero. Sus manos no intentan ir más allá y
aunque eso en parte me decepciona, porque si me atacara como esas
veces, sin duda olvidaría mi enojo y lo perdonaría. Pero agradezco
que se comporte, porque yo no puedo hacerlo y eso que estoy lucida.
El baño ha ayudado. Al salir, Jared parece más estable e incluso
se viste por el mismo. Logra colocarse una playera y unos pantalones
cortos. Como he terminado toda mojada, me he quedado desnuda,
solo con una de sus camisas.
― ¿Qué? ―pregunto al notar que me observa mientras doblo
las mangas, que me quedan enormes.
―Me encanta como se ven en ti ―Pongo los ojos en blanco y
subo a la cama.
―Duerme. Eso ayudara a que tu borrachera desaparezca ―Tira
de mi mano acercándome―. Espera…
―No hare nada ―asegura. Sus piernas se enroscan con las mías
y esconde su rostro en mi cuello―. Conny, mi princesa ―murmura.
―Dime.
―Te amo. Te amo demasiado y temo perderte.

268
―Jared…
―Escúchame. Sé que no soy digno de ti y que Carver es más
joven y apuesto que yo… ―¿Qué?―. Pero… desde que te vi en
aquella galería, desde que te vi marcharte de la empresa… supe que
quería que fueras mía, supe que no deseaba dejarte ir.
No sé qué contestar. Jamás creí que mi hombre fuera inseguro,
que tuviera complejos respecto a Carver. Aunque nada de lo que ha
dicho aplica. Si hablamos de dignos, Carver es el menos indicado
después de sus fiestecitas. ¿Joven? La edad no importa y tampoco es
como si Jared pudiera ser mi padre o mi abuelo. Son solo un par de
años. ¿Apuesto? A Jared solo le falta el corcel blanco y listo, sería un
auténtico caballero, todo lo contrario a Carver.
―Te quiero, Jared ―susurro, pero su respiración pausada me
indica que se ha quedado dormido.

Contrario a lo que esperaba, después de dormir con todo su


cuerpo prácticamente sobre mí, he dormido de maravilla. Calientita y
reconfortada por su cuerpo. Él duerme a rienda suelta, mientras salgo
de la cama y busco mi ropa. La cual, ya está seca. Me visto y entro a
la cocina. Seguro tendrá una resaca horrible y un buen desayuno,
hecho en casa, ayudara.
―Mmm… ―Esto no será tarea sencilla. Prácticamente no hay
nada. ¡Nada! ¿Qué clase de hombre es?
Encuentro jugo y un poco de pan que pongo a tostar y que unto
con mermelada. Me encantaría prepararle unos buenos chilaquiles o
algo muy picante. Pero tengo que conformarme con lo que hay.
― ¿Conny? ―Escucho su voz angustiada y entonces lo veo
pasar a toda prisa rumbo a la sala. Se devuelve y me mira. Su rostro
esta compungido y preocupado.

269
―Hola ―saludo, puesto que continúa mirándome fijamente.
―No te fuiste ―murmura y avanza hacia mí. Antes de que sea
capaz de evitarlo, sus brazos me aprisionan.
― ¡Espera! Me estas aplastando ―protesto, pero él me ignora
y prosigue con sus muestras de afecto.
―No te fuiste ―repite hundiendo su rostro entre mi pelo. Dejo
de forcejear y permito que me tenga un momento―. ¿Estas bien?
―inquiere liberándome, solo para sujetar mi rostro y examinarme.
―Si ―Su pregunta me resulta extraña―. ¿Por qué no lo
estaría?
― ¿Tú me trajiste aquí sola? ―¡Ya!
―Sí, pero Raúl ayudo a llevarte a la cama. ¿No lo recuerdas?
―Se queda meditabundo unos instantes y niega―. ¿Nada? ―insisto.
Me preocupa que recuerde que admití que lo quiero, cuando se supone
lo castigare.
―No ―¡Perfecto!
― ¿Quieres una pastilla para la resaca? ¿Comer algo? ¿Por qué
no…? ―No puedo continuar, me sube a la cimera y ataca mi boca.
¡Mierda! ¡Mierda!
Es un beso hambriento y urgente que rápido me quita el aliento
y despierta mi deseo. ¡No, Conny!
― ¡Jared! ―gimoteo, pero él no atiende mi queja. Separa mis
piernas y se sitúa entre ellas, clavándome su miembro en mi
entrepierna. ¡Joder!
―Lo siento ―Se disculpa sin cesar su beso―. Te amo, Conny
―repite sin titubear, eso hace que mi voluntad se tambalee.
«Quiero, pero no debo; quiero, pero aún tengo que hacerme del
rogar. Pero… ¡Mierda!»
―Jared ―Logro detener el beso y me echo hacia tras,
manteniendo mi boca lejos de su alcance―. Aun no te he perdonado

270
―aseguro. Frunce el ceño―. Hicimos un trato anoche ―Le informo
intentando parecer seria―. No intentarías seducirme hasta que te
perdonara y aun no lo hago.
―Pero…
―Te cuidé porque te bebiste mis tragos, solo por eso ―«Y
porque te quiero». Me mira unos segundos y retrocede.
―De acuerdo.
―Entonces ―Bajo de un salto y me preparo para la huida―.
Me voy.
― ¿Qué? ―pregunta con los ojos como platos.
―Ya estás bien y yo debo irme a mi casa ―Mueve la cabeza en
señal de negación―. Jared…
―Quédate ―suplica.
―No puedo ―contesto dirigiéndome a la sala.
―Por favor ―«No lo pidas de ese modo», suplico mentalmente.
―Tengo algunas cosas que hacer y no son ver a tu hermano
―digo con ironía. En realidad, no haré nada, pero si me quedo, quizás
no pueda irme nunca.
―Conny.
―Hablaremos después. Estoy un poco cansada ―Me mira con
arrepentimiento y asiente.
―De acuerdo.
Camino hacia la puerta y tomo la perrilla. Lo siento pegado a
mí, mientras espero que las puertas del ascensor se abran. ¡Dios!
―Adiós ―digo entrando al elevador, me mira con expresión
pensativa, pero antes de que pueda hacer algo, las puertas se cierran.
Suelto una bocanada de aire al estar fuera de su alcance. Eso ha
sido muy difícil, pero sin duda es un paso. Aunque la abstinencia a
Jared me hace mal, más cuando lo tengo tan disponible.

271
Me pongo alerta cuando se detiene un par de pisos abajo, pero
son solo un par de mujeres quienes entran. Estoy demasiado
paranoica.
Ambas charlan y yo vuelvo a mis pensamientos. El principal de
ellos, tiene que ver con la bruja. Definitivamente Laisa no se quedara
quieta con todo este asunto y que se haya ido con Carver empeora el
panorama. Quizás debería llamar a Jasón y preguntarle al respecto.
¿Qué le habrá dicho? Los números indican que el ascensor se acerca
a la primera planta, así que me preparo para salir. Las puertas se abren
y las chicas salen, murmurando y riendo. Doy un paso fuera y me
quedo de piedra. Frente a mi esta Jared. Su rostro y su playera están
bañados en sudor.
― ¿Puedo invitarte a comer? ―pregunta con la voz agitada. ¿Ha
corrido 24 pisos solo para pedirme eso? ¡Omg!
Abandonando el elevador y pongo expresión seria.
―Lo pensare ―digo y paso junto a él. ¡Soy una bitch! Pero no
le resultara tan sencillo, ni aunque haya corrido una maratón.
―Te amo, Conny ―Hago oídos sordos y salgo del edificio, bajo
la mirada recriminatoria del par de mujeres. Ellas no entenderían.
Pero resistirme será demasiado complicado, sobre todo porque
ha aceptado que me ama y yo aunque me lo repita y lo asegure, lo
cierto es que muero por él.

272
Capítulo 23
Jared es todo un loco, pero es mi loco y me encanta. ¿Cómo rayos
logro llegar ahí tan rápido? ¡Dios! ¡Lo amo! Aun así, me hare la difícil
otro poquito. Conny Damme no cede tan fácil y eso lo tendrá que
entender.
El camino de regreso a la casa es ameno, haciendo alarde de mis
nada maravillosos dotes de cantante, entono a todo pulmón bitch de
Meredith Brooks, recordando cómo me he portado con él. «Lo
pensare». En realidad muero por estar con él, no sé cómo logre
resistirme a su petición y ni que decir de su boca. ¡Joder! Otro poco y
me convence.
Aunque si hablamos de perras, creo que eso le sienta de
maravilla a la urraca y de paso al cerdo de Carver. ¿Qué habrá pasado
entre ese par? Muero de la curiosidad y sobre todo me preocupa ese
encuentro. Si a Jared le metió tanta barbaridad en la cabeza, no quiero
pensar que pueda hacer lo mismo con ella. Aunque ella no necesita
que le metan ideas en la cabeza para odiarme, pero no puedo dejar de
lado su gusto por Jared. Aprovecho el semáforo y llamo a mi jefe.
Coloco el manos libres y espero a que atienda.
― ¿Lindura? ―Sonrió al escuchar su tono alegre. Esa es una
buena señal.
―Hola Jasón. Espero no haberte despertado ―Aún es
temprano, pero como siempre me pasa, doy por hecho que todo el
mundo está disponible cuando se me ocurre llamar.
―Para nada. Justo acabo de regresar de correr… ―¡Oh!
¿Correr? ¿Jasón corre? No tenía idea de que practicaba ejercicio―.
¡Oye! Te estoy escuchando. No te rías ―Protesta. No puedo evitarlo,
Jasón es delgado, pero no puedo imaginar músculos debajo de sus
típicos suéteres de algodón.

273
―Lo siento ―digo poniendo en marcha el auto e intentando
dejar de reír―. Es solo que me sorprendiste. Creo que nunca antes lo
habías mencionado.
―Nunca me llamas los fines de semana a las 7. Siempre salgo
a correr los sábados y hoy hace un clima maravilloso ―Miro por la
ventana y confirmo sus palabras. El sol comienza a bañar la ciudad y
el cielo luce despejado.
―Supongo.
―Entonces, ¿a qué debo tu llamada, linda? ―Gruño y ahora es
él quien ríe. No sé si debería mencionar lo cretino que ha resultado
ser Carver o mi pánico a que puedan confabular en mi contra, aunque
eso sería un poco extremista. El mundo de la bruja no puede girar en
torno a mí y espero que tampoco en torno a Jared―. ¿Sigues
preocupada por tu adorada jefa? ―dice con tono divertido.
― ¿Tu qué crees? ―La mirada que me dedico fue casi de
campeonato. “Si las miradas mataran” Seguro ya no estaría con
vida―. ¿Has hablado con ella?
―Si. Ayer en la noche me hablo y me pregunto por ti
―¡Mierda! ¿Por qué no puede dejarme en paz?
― ¿Dijo algo sobre despedirme? ―Suelta una risilla. Qué
bueno que le cause gracia.
―No. Más bien me pregunto sobre tu relación con Carver
―¡Genial!
― ¿Y eso? ―¿Acaso le ha gustado? Eso sería genial, así aleja
sus garras de Jared y me lo quita de encima.
―No tengo idea. Intente sacarle información, pero no dijo nada.
― ¿Y tú que dijiste?
―Nada. Me hice el loco y respondí que hacía tiempo él había
comprado un cuadro y que por eso te conocía. Que supuse que a eso

274
había ido a la galería, pero no tenía idea que había pasado con Leiner.
Por cierto, no me habías dicho que eran hermanos ―Pequeño detalle.
―Lo siento ―Admitir que he salido con ambos hermanos no es
algo que me guste divulgar. Es bastante extraño.
―Vaya que las cosas están complicadas para ti ―Suelto un
profundo suspiro.
―Un poco ―No deberían estar de esta forma. Carver no figura
en escena, pero no sé porque insiste y no es capaz de entender. ¿No
tiene más chicas con quienes acostarse?
―Como sea. Ella sospecha algo sobre Leiner, así que ten
cuidado. Ya la conoces, es demasiado infantil, no quiero que se la
tome en tu contra.
―Perdón por todos los líos en los que te meto ―Lo escucho
reír.
―No pasa nada, lindura. Fue entretenido verlos reñir, vaya que
tienen un carácter explosivo. Pero también fue divertido ver la cara
de Laisa.
―Ni que lo menciones. Entonces, nos vemos el lunes.
―El lunes, linda. Descansa y relájate.
―Lo intentare. Nos vemos.
Cuelgo y miro la acera. ¿Por qué le interesa saber eso a la bruja?
Ahora que lo pienso, ¿acaso Carver no le dijo nada? ¿Sera? Bueno,
en ese instante la distrajo y dejo que me fuera con Jared. ¿Habrá
entendido que perdió? Esto es complicado, quiero a Jared, pero no
deseo causar enfrentamientos entre ellos. Sobre todo después de las
palabras de Raúl. Es verdad que solo se tienen ellos y si resulta
complicado no tener a tu padre, debe ser más difícil no tener a ninguno
de tus padres. Tengo a mi madre, pero a veces es como si no la tuviera,
no obstante, es bueno saber que hay alguien que se preocupa por ti.
Aunque solo sea porque consigas un buen partido. Además, Jared no

275
parece llevarse bien con su tío. Realmente parece no tener a nadie
más.

Entro al departamento y encuentro a Dafne en pijama sentada en


el sofá. No tiene buena pinta y eso me inquieta.
―Hola ―saludo con voz moderada. Levanta la vista de la taza
que sostiene y me dedica una sonrisa forzada. Tiene los ojos
hinchados, ha llorado.
― ¿Cómo te fue? ―No tengo idea que le pudo pasar, anoche la
deje en perfecto estado. Pero no creo que sea bueno contarle mis
tonterías.
―Bien ―respondo encogiéndome de hombros, intentando
ocultar mi curiosidad por su apariencia. Sé que no le gusta hablar
cuando se siente mal, por eso rara vez lo muestra―. ¿Y tú? ¿La
seguiste?
―En realidad, gracias a tu hombre, ni siquiera comencé
―Suspira y le da un sorbo a su bebida. Creo que tampoco durmió,
oscuras sombras rodean sus ojos. ¿Qué rayos paso?―. Ojala me
hubiera dejado tomar ―dice en voz baja.
― ¿Qué paso? ―intento sin demasiada fuerza. Mueve la cabeza
pasándose la mano por su melena y alborotándolo hasta que cubre su
cara. Se queda en silencio, con la mirada perdida. No me muevo, ni
tampoco hablo, respetare su silencio. Quizás solo necesite estar sola.
Me muevo, pero entonces habla.
―Tiene otra. El hijo de puta, tiene otra ―¡Mierda! Me quedo
boquiabierta sin saber que decir, puede que termine de prenderle
fuego al asunto y explote―. Y se van a casar ―¡Joder! ¡Hijo de puta!

276
― ¡Lo mato! ―exclamo hecha una furia poniéndome de pie―.
¿Cómo…? ¿Cómo pudo hacerte eso? ―Increíble. Parecía que no
rompía un plato. ¡Desgraciado!
En la lista de chicos de Dafne, nunca antes había ocurrido,
puesto que ella era quien siempre los terminaba. Hasta que se
encontró con Leo y se enamoró. Tratarla como sirvienta era malo,
pero esto va más allá de eso.
―Eso mismo me pregunto yo ―murmura con desgana.
―Tenemos que irle a partirle la cara o mínimo prenderle fuego
a su auto ―Se ríe al ver mi expresión enfurecida―. Esto no se puede
quedarse así, Dafne. ¡Ah! Pero que cretino, poco hombre ―A pesar
de que estoy que echo humo, ella continua demasiado tranquila y eso
es aún peor. Realmente le importa ese idiota. ¡Ay no! ¿Por qué él? Y
yo que incluso le dije que lo intentara. ¡Soy una tonta!
―Creo que el mundo está lleno de ellos. Pero no importa, no
tiene sentido prenderle fuego a su auto o golpearlo. Que se case y
tenga muchos hijitos ―Me siento a su lado y acaricio su brazo.
―No te merece ―aseguro.
―Lo sé ―dice con una media sonrisa―. Ya no importa. No
hablemos más de él. ¿De acuerdo? ―Solo intenta parecer fuerte―.
¿Conny?
―De acuerdo ―respondo a regañadientes. Ese tipo debería
recibir su merecido.
―Iremos de compras. ¿Quieres venir? ―Ojala no estuviera tan
cansada y muriera de sueño―. Estas cansada ¿verdad?
―Lo siento. Casi no he dormido.
―Descuida.
―Perdón.
―Entonces… ¿Aprovechaste y le metiste mano? ―Ambas
reímos. “Meterle mano”. En realidad quien lo hizo fue él, durante su

277
“somnolencia” me beso y acaricio cuanto pudo, aprovechando mi
falta de ropa y que no opuse mucha resistencia.
―No soy abusiva ―Puede que también mis manos viajan un
poco al sur, provocando que soltara unos cuantos ruiditos.
― ¿Ni poquito? ―Me hago la digna y niego―. ¡Por favor,
Conny!
―Bueno… puede que un poquito.
―Lo sabía. Eres una pervertida.
― ¡Oye! ¿Tú no lo hubieras hecho? ―Su sonrisa me indica que
sí.
―Te envidio. Jared puede ser un tonto ―Si, es un tonto
celoso―. Pero te adora.
―Eso creo.
―Deberías levantarle el castigo. Nunca se sabe cuánto duran las
cosas buenas ―No me gusta pensar que lo nuestro puede tener fecha
de caducidad. Pero por el momento, el asunto va sobre ella y no de
mí.
―Ya llegara el indicado, amiga ―aseguro con una sonrisa,
intentando animarla. Quizás una noche de películas y cerveza
ayudaría.
―Espero que no sea un Carver o un Leo. No quiero más de esos
―Rio.
―Esperemos que no.
― ¡Quiero un Jared! ―dice apoyando la cabeza en mi hombro.
―Lo siento, pero es mío ―Golpea mi rodilla.
―Tonta, lo sé. Lo bueno es que no es celosa ni posesiva,
señorita Damme.
―Para nada. Solo si se trata de la urraca, ahí sí que arde Troya.

278
Aun sintiéndome un tanto inquieta, entro a mi habitación y me
doy un baño. Me pongo mi pijama y me meto a la cama. Es casi
mediodía, pero yo estoy muerta. Ahora que lo pienso, no sé cómo
logre llegar con Jared hasta su piso. Es mucho más alto y muy
musculoso. Estiro los brazos y me acomodo. El sueño no tarda en
reclamarme.

Capto voces lejanas, no sé si estoy soñando. De pronto, su aroma


llena mis fosas nasales y siento su presencia junto a mí. Me giro y su
mano acaricia mi mejilla.
― ¿Jared? ―murmuro intentando despertar. Estoy segura que
es él, la sensación que me provoca tenerlo cerca se intensifica con su
mano en mi cara. Parpadeo y descubro que está recostado junto a mí,
apoyando la cabeza en su mano, una sonrisa se extiende por sus
labios.
― ¡Shh! ―susurra abrazándome y haciendo que mi rostro se
hunda en su pecho. ¿Realmente es un sueño? Muevo mi mano por su
cuello hasta alcanzar sus labios, intentando descifrar si no es real.
Retrocedo al sentir sus labios.
― ¡Jared! ―exclamo sorprendida.
―Hola, princesa ―dice con una enorme sonrisa. ¡Mierda! ¿Qué
rayos hace aquí? ¡Ay no!
― ¡Jared! ―Me despabilo de golpe mirando su imponente
figura recostada de lado. Intento ponerme de pie, pero me retiene
sujetándome por la cintura, haciéndome caer sobre la cama de
nuevo―. ¿Qué haces aquí? ―pregunto desconcertada sin dejar de
forcejar. Estar en una cama con Jared es un peligro, más si quiero
mantener la abstinencia.
―Vine para que comamos juntos ―Me quedo rígida. ¿Comer?
― ¿Qué? Dije que lo pensaría.

279
―Eso fue un sí, para mí ―Pongo los ojos en blanco. Este
hombre es un manipulador. Lo está haciendo de nuevo. Consulta su
reloj y mueve la cabeza―. Son más de las 3 de la tarde y aún estás en
cama ―dice con un gesto reprobatorio. ¡Ja! ¿Ahora necesito su
permiso para dormir?
― ¿Qué? ¡Oye! Alguien no me dejo dormir anoche ―Sonríe
descaradamente y enarca una ceja, fingiéndose no enterado.
― ¿Quién pudo hacerte eso, princesa? ―Me relajo un poco y lo
observo. Parece volver a ser el mismo de siempre. ¡Está tan guapo!
Viste de manera informal y recién afeitado. Antes de que me dé
cuenta, mi mano se mueve y acaricia su barbilla. Me encanta su piel.
― ¿Cómo entraste? ―Se encoge de hombros y finge no
mirarme mientras su mano juguetea con el dobladillo de mi blusa―.
¿Dafne? ―No responde. Así que fue esa traidora ¡La matare!―. Aún
estoy molesta ―informo intentando salir de la cama otra vez.
―Espera ―Es más rápido y se mueve hasta que me aprisiona
con el peso de su cuerpo.
― ¡Jared! ―Imposible, no puedo moverlo y verlo desde aquí
abajo, es maravilloso.
―Dime que debo hacer para que me perdones ―Casi me echo
a reír, pero su cara me indica que lo dice muy en serio.
―No sé ―respondo negando. «Creo que ya te he
perdonado»―. Me ignoraste y eso me dolió ―Baja la mirada―. Ni
siquiera te importo que te dije que te amaba ―reprocho. Sin duda eso
fue lo que más dolió.
―Lo siento. Sé que nada de lo que pueda decir me escusa, pero
no te ignore del todo ―Suspiro y cierro los ojos.
― ¿No? ―pregunto con ironía.
―No. Estuve a punto de girarme y tomarte sobre tu auto.

280
― ¿Qué? ―¡Madre mía! La imagen viene a mi cabeza, parece
vergonzoso, pero excitante. Casi pregunto «¿Por qué no lo hiciste?».
Aunque creo saber la respuesta. “Su reputación” .Otra de las cosas
que Raúl me echo en cara.
―Eso mismo. Estabas provocándome, Conny y no tienes idea
cuanto me costó contenerme y no volverme ―Acaricia mi mejilla―.
No estaba molesto contigo.
―Mentiroso ―Sonríe.
―Princesa. Es imposible enojarme contigo. Creo que eso es lo
malo de enamorarse demasiado. No puedo estar molesto ―Su sonrisa
me contagia. Odio y amo que diga ese tipo de cosas. Lo “odio” porque
me hace caer; lo “amo” porque demuestra lo que siente por mí.
―Entonces, ¿con quién? ―Mueve la cabeza haciendo una
mueca de disgusto. ¡Carver! Sí, yo también estoy molesta con ese
idiota.
―Tu eres mía ―dice lleno de convicción―. Y no me gusto que
alguien más intentara reclamarte.
―Jared… Te dije que te quería.
―Sí, lo sé. Pero… ―Suspira y cierra los ojos―. Tuve miedo
―Sus palabras me dejan atónita. ¿Miedo?―. Créeme que hubiera
entendido que lo prefirieras a él ―¿Qué?―. Por lo que supe, fueron
novios por mucho tiempo ―¡Mierda! ¿Eso también le dijo?―.
Además… ―Deja la frase inconclusa. Ahora recuerdo lo que
menciono anoche sobre Carver.
― ¿La edad? ―Aventuro. Me mira un poco alarmado, pero
asiente―. Jared… ―digo con suavidad, mientras deslizo mi mano
por su pelo―. No es como si tuvieras la edad de mi padre.
―Pero soy mayor que tú, Conny ―Ruedo los ojos.
― ¿Cuántos años tienes? ―Frunce la frente―. ¿Cuántos?
―Presiono.

281
―34. ¿Cuántos tienes tú?
―28 ―Suspira y mueve la cabeza.
―6 años ―murmura pensativo.
―Aunque fueran 20 años. La edad no me importa ―Sonríe y
besa la punta de mi nariz. No comprendo cómo puede sentirse
acomplejado. Él es mil veces mejor que Carver. No solo es un
caballero, también es sincero.
―No quiero que mis hijos me ven como a su abuelo.
― ¿Qué? ―No puedo evitarlo, me echo a reír―. ¿Abuelo?
―Echo la cabeza hacia tras y él aprovecha para besar mi cuello.
―Lo digo en serio, señorita Damme. No te rías.
―Serias un abuelito muy sexy ―bromeo y él gruñe.
―Por favor ―suplica deslizando su mano por debajo de mi
blusa hasta alcanzar mi pecho. Dejo de reír y jadeo cuando sus dedos
aprietan mi pezón―. Perdóname.
―J… ―Me muerde el cuello y el calor se arremolina entre mis
piernas. ¡Peligro!
―Te amo, Conny y me estoy volviendo loco por no estar
contigo ―«Yo también, pero…»
―Cuando te conocí ya estabas loco ―debato intentando no
ceder, pero resulta demasiado difícil concentrarse―. No me culpes.
―Tú lo potenciaste ―Me rio y él aprovecha para ganar más
terreno sobre mi cuello. ¡Me está matando! Aprieto sus hombros y
entonces empuja su cadera contra la mía. ¡Lo siento!
―Realmente lo lamento, Conny ―¡No puedo pensar! ¡Hace
calor! Pero, es cierto que es un tonto por dudar, aunque quien
realmente tiene la culpa es ese idiota de Carver―. Estaba celoso.
―Dudaste de mi ―jadeo sonoramente.

282
―Nunca antes me gusto nadie como me gustas tú ―Mis
pulmones se quedan sin aire, entre el efecto de sus manos y sus
palabras―. Prometo que no lo volveré a hacer ―¡Mierda! ¡Mierda!
― ¿Quieres dejar de hacer eso? ―protesto mientras él continúa
intentando provocarme.
― ¿Por qué? ―pregunta fingiendo inocencia. Muevo la cabeza,
saco su mano de mi ropa y empujo hacia tras su pelvis.
―Porque haremos las cosas a mi manera, señor Leiner ―digo
con bastante seguridad―. Nada de sobornos carnales.
― ¿Sobornos…? ¿Qué? ―Me rio para mis adentros. No sé de
donde rayos he sacado esa tontería. Pero en realidad es así como me
maneja, poniéndome al rojo vivo y seduciéndome hasta que hace de
mí, lo que quiere.
―Sobornos carnales. Eso es lo que siempre haces para salirte
con la tuya, Jared Leiner ―Intenta contener su risa, pero fracasa, se
recuesta bocarriba riendo con ganas. Su garganta se mueve, haciendo
que su parte masculina sea más notoria e irresistiblemente sexy. Me
muevo hasta que me siento a horcajadas sobre su abdomen. Él
continua riendo, una risa autentica, casi infantil. Me encanta.
―Sobornos carnales ―repite sustituyendo su risa por una
expresión pensativa.
―Eso.
― ¿No te gustan? ―Me muerdo el labio. Joder, no me gustan,
me encantan. Su pasión incontenible y como me hace perder la
cabeza. Por lo mismo, son mi debilidad.
―Quizás ―Me inclino hasta que beso su garganta. Suspira y
me sujeta de la cintura.
―Es que es difícil convencerte. Tengo que utilizar todos los
medios posibles.
― ¿Siempre consigues lo que te propones?

283
―La mayoría de las veces. Pero eres la única a la que debo
perseguir ―Rio y levanto el rostro―. Mi cenicienta en demasiado
testaruda y me pone las cosas difíciles. Por eso me encanta.
―Eres un tonto adulador ―Su mano me sujeta de la nuca y
acerca mi boca a la suya. No me resisto. Disfruto de su beso. ¡Dios!
Cuanto lo necesitaba. Desliza su lengua dentro de mi boca
provocando que gima.
―Uno que te ama ―susurra. Yo también lo amo. Como a nadie
más he amado.
― ¿De verdad? ―cuestiono divertida.
―Si ―Mordisquea mis labios juguetonamente y yo me fundo.
Me tiene encantada―. Conny.
― ¿Qué? ―digo sin apartarme de su boca.
― ¿Podemos comer algo? ―Arrugo la frente y me aparto. Estoy
cediendo ¿Y él quiere comer?
― ¿Ahora? ―No puedo evitar que mi pregunta suene a
reproche, pero él parece no notarlo o quizás lo hace apropósito.
―No he comido aun ―Su estómago confirma sus palabras y
me echo a reír―. ¡Hey! ―Hunde sus dedos en mi cintura, provocando
que me parta de risa.
―Ja ja. De acuerdo, de acuerdo. Comamos.
―Muy bien ―Baja de la cama conmigo colgada de su cuello.
Salimos de la habitación y entramos en la cocina. Le preparo
algo rápido de comer mientras intento orientarlo para que ponga la
mesa.
― ¿Nunca antes lo has hecho? ―pregunto al ver como arruga
la frente mientras observa la mesa, intentando decidir dónde va el
mantel y si están los cubiertos en su posición correcta. ¡Adorable!
―No ―responde con sinceridad.

284
―Aquí ―digo tomándolo de su mano y poniéndolo sobre la
mesa.
―Creo que nunca he prestado atención ―suspira con expresión
pensativa.
―Deberías ―Tomo uno de los platos y sirvo―. Aquí tiene,
señor Leiner ―Sonríe y se acomoda en la silla. Sirvo un poco para mí
y me siento frente a él.
Yo aún no tengo mucha hambre, así que dejo de lado mi plato y
disfruto viéndolo comer. Nunca creí que ver comer a alguien pudiera
ser orgásmico. Pero Jared come de un modo tan sensual. La forma en
la que introduce la cuchara, como la arrastra sobre sus labios, los
movimientos que hace su boca y los sonidos que emite mientras
degusta. Creo que será difícil mantener fuera los sobornos con ese
tipo de espectáculos.
― ¿No vas a comer? ―pregunta al ver que no he tocado mi
plato.
―Estoy bien ―Verlo comer me es suficiente.
― ¿Qué sucede? ―inquiere al ver que no despego los ojos de
él y que tengo una sonrisa boba. No lo puedo evitarlo, me fascina.
―Nada ―Sonríe de lado mirándome divertido, pero continua
comiendo. Seguro que sabe el efecto que provoca en mí.
Mientras lavo los platos, me debato entre mencionarle lo que me
conto Raúl o dejarlo pasar. Aunque por alguna razón no ha querido
mencionar esa conversación con Carver, quizás intenta no provocar
más pleitos. Yo tampoco quiero causarlos.
― ¿En qué piensas, princesa? ―murmura rodeándome por
detrás.
―En nada ―Me gusta sentirlo cerca. Besa mi hombro y gruñe.
―Ya te dije que hablare con tu jefa.

285
―Preferiría que no lo hicieras ―digo en voz alta y al instante
me arrepiento.
― ¿Por qué? ―Hago una mueca. Acabo de decir algo que no
debía―. ¿Estas celosa? ―Le doy un codazo, pero eso solo hace que
se ría.
―No me gusta cómo te mira ―Ríe y se pega más a mí.
―No tengo ojos para nadie más ―declara. Tomo la toalla y me
seco las manos.
― ¿De verdad? ―pregunto mirándolo de frente. Recoge un
mechón de mi pelo detrás de mi oído y asiente.
―Te lo puedo jurar ―Rodeo con los brazos su cuello.
―Te creo ―susurro y él sonríe―. ¡Jared! ―Me sujeta de la
cadera y me sube a la cimera―. ¿Qué haces?
―Tomando el postre ―Me rio. Pero su mirada decidida me
corta la respiración―. Hablo en serio, Conny ―Jadeo mientras
acerca su boca a la mía.
Su lengua invade mi boca y sus manos liberan mi sujetador, de
inmediato levanta mi blusa, no me opongo, la saca y la arroja al piso.
Retira por completo el sostén y sus ojos devoran mis pechos.
―Me encantas ―murmura bajando su boca a mi pecho. Sus
dientes atrapan mi pezón y gimo. He entrado en el juego y ahora
levanto su camisa, sacándosela. Me deleitó con su pecho―. Princesa
―Hunde sus dedos en el elástico de mis pants, bajándolos junto con
las bragas. Me apoyo en las manos para facilitarle la tarea, pero de
inmediato reciento lo frío del mármol. No tengo tiempo de protestar,
sus manos tiran de mis piernas, acercándome al borde y de inmediato
su boca se funde con la mía. Ambos jadeamos, es un beso frenético…
― ¡Madre mía!
―¡Dafne!
― ¡Mierda!

286
― ¿Qué demonios están haciendo en mi cocina? ―Jared cubre
mi cuerpo, abrazándome y miro por encima de su hombro a Dafne,
quien está en el marco de la puerta, de espaldas a nosotros con las
manos en los ojos. Esto es de locos―. ¡Ah! ¿No tienen vergüenza?
―pregunta molesta.
―Discúlpanos ―dice Jared, mientras se aparta de mí y recoge
la ropa, pues yo estoy como dios me trajo al mundo.
― ¡Fuera! ―grita histérica mi amiga. Empiezo a reír mientras
Jared usa su camisa para cubrir mi trasero y me abraza pegando mi
pecho al suyo.
―Vamos a salir ―anuncia en voz alta, pues yo no puedo decir
nada, tengo un ataque de risa ante lo extraño de la situación.
― ¡Largo adúlteros! ―Jared sale a toda velocidad y entra en la
habitación. Me deposita sobre la cama y regresa a la puerta para poner
seguro y sin perder tiempo comienza a quitarse los pantalones. Estaba
segura de que no se quedaría así. Sonríe mientas cubre mi cuerpo con
el suyo.
―Somos un par de adúlteros ―digo aun riéndome. Me
devuelve la sonrisa y me besa.
―Te amo, princesa ―susurra antes de hundirse en mí.
Sus embestidas son demenciales. Cierro los ojos y disfruto la
forma en la que sus labios devoran mi cuello, pecho y boca. No puedo
evitar gemir y eso causar que sonoros golpes en la puerta se escuchen,
pero ninguno de los dos presta atención. Ahora solo existimos él y yo.

287
Capítulo 24
―¿Sigues molesta? ―pregunto a Dafne, quien finge ver la
televisión. Nunca le han gustado los partidos de soccer, así que sé que
no está prestando atención, solo intenta ignorarme. No me ha dirigido la
palabra desde que Jared se fue―. Dafne ―Gira el rostro y me fulmina
con la mirada. Me acerco a ella y me cuelgo de su brazo―. ¡Dafne! No
estés enojada conmigo ―Hago un puchero y la miro con expresión
angelical.
― ¡Ash! Son unos adúlteros ―repite moviendo la cabeza.
―Lo siento ―digo con sinceridad.
― ¿Por qué rayos tenían que hacerlo en la cocina? ¿No tienen
la cama? ―Pongo los ojos en blanco. «Mira quien lo dice».
―Aun no hacíamos nada.
―Porque llegue a tiempo. De lo contrario quien sabe que cosas
sucias habrían hecho. Puesto que tú ya no tenías puesto nada.
― ¡Oye!
―Te vi.
― ¡Eres una pervertida!
― ¡Hey! Aquí la única pervertida eres tú. Dime, ¿quién tenía el
trasero desnudo sobre la cimera? ―Suelto una risilla. No tengo nada
que refutar al respecto.
―Nada que tu no hayas hecho alguna vez ―¡Mierda! Me
muerdo el labio esperando que su cara me indique que acabo de meter
la pata, pero en lugar de eso, se echa a reír.
―Sí, pero yo respeto la cocina. ¡La cocina no se toca, Conny!
Ya lo sabes.
― ¡Dafne! ―chillo pegando mi cabeza contra su hombro―.
¿Me perdonas?
―Te perdono, pero mañana tienes que limpiar y muy bien. ¿De
acuerdo? ―No tengo opciones.

288
―Está bien ―acepto a regañadientes.
―No pongas esa cara. Que bien que lo disfrutaste. Y ni siquiera
pudieron aguantarse las ganas, continuaron en tu habitación. Siendo
nada silenciosos. Son unos desconsiderados.
―Lo siento. Pero tú tienes la culpa.
― ¿Yo? ―pregunta señalándose con un dedo.
―Sí, tu ―la acuso―l Le abriste la puerta y me dijiste que ya le
levantara el castigo.
― ¡Ay! Y tú muy obediente. ¿No? ¿Desde cuándo me haces
caso? ―¡Malvada! Sabe que siempre hago lo que dice.
― ¡Dafne! ―gimoteo como niña pequeña.
―Olvídalo.
―Jared me dijo que en forma de disculpa, mañana nos invitaba
a comer. ¿Qué dices? ―Bufa pero su expresión cambia rápidamente.
― ¿A dónde? ―Pongo los ojos en blanco―. Oye, tiene que salir
caro mi perdón.
―Masa.
― ¿Qué? ―Pone los ojos como platos y me sacude tomándome
de los hombros―. ¿En serio? ¿Masa?
―Si. ¿Por qué? ―No comprendo tu exagerada reacción.
― ¿Cómo que porque? ¿No has escuchado hablar de ese lugar?
―Tal vez. Aunque rara vez me grabo los nombres ―Mira al
techo y niega.
―Eres capaz de memorizar hasta la comida favorita de un
pintor, pero ¿no sabes cuál es el restaurante más caro de la cuidad?
― ¿Qué? ¿El más caro? ―¡Joder!
―Si. Es un sitio muy elegante de cocina japonesa ―¡No puede
ser! Aunque debí suponerlo―. ¿Qué? ¿No me digas que aceptaste sin
tener idea?
―Pues sí.

289
―Tan despistada como siempre. Pero te prohíbo que canceles.
Él nos ha invitado y una vez que le cuente a Edna se ira de espaldas
―Eso no suena tan mal, pero no me gusta del todo.
―Podemos pagar nuestra comida ―sugiero. Me mira como
diciendo “Estas loca”.
―Pagaras tú, yo aceptare su invitación. Es lo menos que
merezco después del trauma que me hicieron pasar ―dice poniéndose
la mano en el pecho―. Creo que ni tomando terapia podría superarlo
―Le doy un golpe en el hombro.
―Dramática.
―Es verdad. Hubiera sido distinto si Jared hubiera estado
desnudo.
― ¡Oye! ―Se echa a reír. No me molesta su comentario, al
contrario, me alivia ver que ahora parece más animada. Jared tiene
razón, salir ayudara.

Me voy a la cama temprano, aprovechando que mañana es


domingo y que el lunes tendré un día horrible con la bruja. El sonido
de mi móvil me saca de mi adormecimiento. Estiro la mano y tomo el
aparato. Deslizo el dedo por la pantalla y me lo pongo en el oído, todo
sin abrir los ojos.
―Diga.
―Buenos días, princesa ―¡Mierda!
― ¡Jared! ―Intento zafarme de las sabanas y me enredo más,
giro y caigo al piso. ¡Que golpazo me he dado!― ¡Mierda! ¡Mierda!
― ¿Conny? ―Escucho la voz de Jared. Pero no puedo
moverme. Esto solo me pasa a mí.
―Conny, ¿estás bien? ―grita Dafne, quien aparece en la puerta
y en lugar de ayudarme se parte de risa.

290
― ¡Oye!
― ¡Conny! ―Mierda. Me olvide de Jared. Me giro hasta que
miro al techo y contesto. Le hago un gesto a Dafne para que se vaya
a reír a otra parte―. ¡Conny! ¿Estás bien? ¡Responde!
―Sí, si… estoy bien ―En realidad, no. Me duele un brazo.
― ¡Dios! ¿Qué paso? ―Jared parece demasiado agitado. Es
como si hubiera corrido un maratón.
―Me caí de la cama. Nada de cuidado.
― ¿Qué? ―pregunta incrédulo.
―Eso. Me sorprendiste y me caí, pero estoy bien ―La puerta
se abre, espero ver a Dafne, pero no es ella quien aparece―. ¿Jared?
―No lo creo ―dice aun con el teléfono pegado en el oído. Veo
a Dafne aparecer detrás de él. La fulmino con la mirada, pero ella se
encoge de hombros. En dos zancadas tengo a Jared de rodillas junto a
mí―. Quizás deberíamos ir al hospital.
― ¡No! Estoy bien.
― ¿Por qué no tienes cuidado? ―Parece realmente preocupado.
― ¿Eh? ―Me toma en brazos, pero en lugar de recostarme, se
sienta conmigo y me acaricia el rostro.
― ¿Dónde te duele? ―Hago una mueca y suelto una risilla―.
¿Conny? ―insiste con expresión severa.
―No te puedo decir donde me duele.
― ¿Qué? ―No entiende mi sarcasmo y su expresión confusa
me divierte. Tiro de su camisa y lo beso.
― ¿Qué haces aquí? ¿Subiste corriendo?
―No atendías. Creí que algo malo te había pasado.
―Esto es algo de todos los días ―grita Dafne desde la sala. ¡Esa
chica!
― ¡Traidora! ―le grito sin importar que Jared me escuche.

291
― ¿Segura que estas bien? ―pregunta ignorando lo que acabo
de gritar.
―Si. Solo me duele el brazo ―Lo levanto y sin perder tiempo
lo revisa.
―El codo ―dice señalando una mancha roja―. ¡Dios! Tienes
que ser más cuidadosa.
―Estas exagerando. Pero, aun no me has dicho que hacías aquí
―Se encoge de hombros.
―Te extrañaba ―Ruedo los ojos.
―Nos vimos ayer.
―Y nos habríamos visto esta mañana si te mudaras conmigo.
― ¿Qué? ―¡Ay no! De nuevo con eso.
―Sabes lo que siento por ti. Quiero tenerte todos los días en mi
casa, en cama. Que lo primero que vea sea tu cara y evitar que esto
ocurra ―¡Wow! Sin palabras.
―A su madre le daría un infarto si se muda sin casarse
―farfulla Dafne mirándonos desde la puerta.
― ¡Dafne! ―Sonríe con malicia y desaparece. ¡Ash!
― ¿Tu madre? ―pregunta mirándome con interés. Mi madre es
un tema que no deseo tocar con él y no creo que pueda oponerse a que
me mude, pero ese no es el problema. Ella se mudaba con cada amigo
nuevo que encontraba y es lo que trato de evitar.
―Si. Pero es mentira lo que dijo Dafne. No le hagas caso. Y
sobre mudarme… ―Suspiro buscado las palabras―. Lo pensare.
―De acuerdo ―Me besa la frente y sonríe. Lo conozco y el
tema de mi madre ha despertado su interés. No quiero que sepa de
Jared aun. Temo que eso lo haga cambiar de parecer respecto a mí.
Mi madre es todo un caso.
― ¿Quieren de desayunar? ―pregunta Dafne.
― ¿Quieres comer? ―dice mirándome.

292
―Sí, pero antes… ―Tiro de su cuello y lo beso.

El desayuno es tranquilo. Intento ver a los ojos a Dafne, pero


evade el contacto visual a propósito. Jared se marcha después de eso,
no sin antes regalarme una buena dosis de besos.
― ¿Por qué dijiste eso? ―pregunto mirándola acusadoramente.
Se encoge de hombros sin dejar de enjabonar los platos.
―Solo intento ayudar.
― ¿Quieres que me proponga matrimonio?
―Quiero saber que tan en serio va.
―Es demasiado pronto.
―Desde mi punto de vista, no. ¿Cuánto tiempo tienen saliendo?
¿Un mes? ¿Dos meses de conocerse?
―Algo así.
―Y ya te pidió que te mudaras con él. Yo creo que va muy en
serio contigo ―Puede ser. Pero hasta que no quede resulto por
completo el asunto de Carver. ¡Ash! ¿Qué estoy pensando? ¿Me
casaría con Jared? ¿Y Paris? ¿Y mis planes? ¿Dejaría todo por estar
con él? ¿Me volvería como mi madre?― ¡Tierra llamando a Conny!
―Miro a Dafne.
― ¿Tú te casarías? ―cuestiono. Me mira con expresión seria.
Esa que pocas ocasiones aparecen en su rostro.
―Bueno… tendría la vida resuelta y mucha actividad física
―Pongo los ojos en blanco.
―Ese no es el punto. ¿Lo harías o no?
―No sé ―dice sacudiendo las manos―. Quien tiene que
pensarlo eres tú, no yo. Así que no me estreses con ese tipo de
preguntas.
― ¡Eres tu quien me estresa a mí!
―Solo intento prepararte mentalmente.

293
― ¡Ash! ¿Estas vengándote por lo de la cocina? ―Se carcajea.
―No.
―Mentirosa.

Dafne tenía razón. El lugar que Jared ha escogido es de tres


estrellas. Está ubicado dentro del complejo Time Warner. Ni siquiera
quiero imaginar cuánto cuesta una comida.
―Cierra la boca, Conny ―murmura divertida. La miro mal y
abro la puerta del taxi.
Jared llamo para decir que tenía algo que atender y que nos
veríamos aquí. Dafne tiene planes para después y yo regresare con él,
por lo que ninguna ha traído auto.
Apenas toco la acera, descubro a Jared en la entrada. Sonríe al
verme y avanza hacia nosotros.
― ¡Gracias! ―dice Dafne despidiendo el servicio.
―Hola ―saluda con su mejor sonrisa.
―Hola ―responde Dafne, acomodando su vestimenta.
―Hola ―contesto sintiendo las mariposas que provoca en mi
estómago cada vez que lo veo. Se acerca rodeándome con su brazo.
―Hola, princesa ―Se inclina y me besa. Sin importar quién
pueda vernos―. Estas hermosa.
―Y tu muy guapo ―Sonríe y me muerdo el labio. Supongo que
en mi otra vida debí haber hecho algo muy bueno para merecerlo.
― ¿Entramos?
― ¡Claro! ―canturrea Dafne―. ¿Cómo le hiciste para
conseguir reservación? ―pregunta mirándolo fijamente―. Escuche
que tienes que hacer reservación un mes antes.
― Quien sabe ―responde encogiéndose de hombros. Tomamos
el elevador y paramos en la tercera planta.

294
―Espero les guste la comida japonesa ―dice un poco
preocupado.
― ¡Me encanta! ―asegura Dafne.
La empleada nos conduce hasta una de las mesas, cerca de las
ventanas, Jared ordena y Dafne se disculpa para ir al sanitario. Seguro
solo quiere fisgonear.
― ¿Cómo está tu brazo? ―pregunta sujetándolo con cuidado.
―Bien. Gracias a alguien que me curo ―Me inclino y lo beso.
― ¿Qué pasa? He notado que estas inquieta ―Mierda.
―No, para nada…
― ¿Jared? ― ¡Ay no!
―Raúl ―dice Jared poniéndose de pie, para saludarlo.
― ¿Comiendo? ―pregunto mirándome―. Hola, Conny ―Le
dedico un ligero asentimiento y una sonrisa forzada, muy forzada.
Aun no supero su actitud grosera.
―Si. ¿Y tú?
―Comí con un amigo. Parece que arreglaron sus asuntos
―Jared carraspea y le dedica una mirada de advertencia. Sigo sin
agradarle y ni siquiera lo disimula.
―Regrese ―anuncia Dafne mirando con curiosidad a Raúl.
Quien repara en su presencia y también la mira de pies a cabeza―.
¡Oh!
―Dafne. Él es un amigo.
―Raúl ―dice ofreciéndole la mano.
―Dafne. Mucho gusto ―contesta sonriendo. ¡No puede ser!
Esta coqueteando con él. ¡No! Con todos menos con ese tipo tan
raro―. ¿Nos acompañas? ―¿Qué rayos le pasa? Dafne te voy a
golpear.
―Claro ―responde sin dejar de mirarla. ¡Genial!

295
No entiendo nada. Raúl parece una persona distinta con Jared y
ni que decir con Dafne, sonríe y flirtea. No me gusta que ella se
involucre con él. No tengo nada en su contra, pero no sé. Simplemente
no es el tipo de hombre para ella.
―Me da gusto que hayan arreglado las cosas ―dice cuando nos
quedamos solos. Jared ha ido por su auto y Dafne de nuevo al
sanitario.
― ¿Sinceramente o solo lo dices por no dejar? ―Sonríe y
mueve la cabeza.
―Ese tonto está loco por ti. Y si lo haces feliz. Yo no tengo
nada que decir al respecto. No me malinterpretes. Pero no han existido
buenas mujeres en su vida y el asunto de Carver lo vuelve más
complicado ―Creo que me agrada el hecho de que me de nuevos
datos sobre la vida de Jared. Eso es algo sobre lo que aún no se mucho.
Jared casi nunca comenta al respecto, pero tampoco me ha prohibido
preguntar. Quizás debería hacerlo, aunque eso signifique tocar el tema
de mi madre.
―Entiendo. Pero como te dije antes, yo no tengo nada con
Carver.
― ¡Listo! ―Dafne aparece mirando a Raúl sin disimular su
interés. Tendré que jalarle las orejas. ¿Qué paso con el asunto de Leo?
― ¿Regresaras con ellos? ―pregunta Raúl.
―No ―responde con una sonrisa coqueta.
― ¿Quieres que te lleve?
―Me encantaría ―Están coqueteando en mis narices. El auto
de Jared aparece y suspiro aliviada, se detiene y él baja.
―Entonces…
― ¡Conny! ―¡No! ¡Por favor no! Los cuatro volvemos la
mirada hacia un lado de la calle. Ahí está Carver. Sus ojos brillan de

296
furia y avanza hasta donde estamos. Jared me coloca detrás de él―.
¿Qué haces con ella?
―Ya…
― ¡Basta los dos! ―Los corta Raúl. Quien se interpone y
detiene a Carver―. No es el lugar para que armen sus escenitas.
― ¡No te metas! ―dice intentando librarse de su mano, pero
Raúl, lo inmoviliza―. ¡Maldición!
―Entiende por las buenas, Carver.
―Quien tiene que entenderlo es Jared ―Me muevo dándole la
cara a Carver.
―Conny ―Jared me sujeta mirándome preocupado.
―Por favor, Carver ―digo con voz tranquila, mientras sujeto la
mano de Jared―. Amo a tu hermano ―Escucho como Dafne suelta
una gritillo.
―Estas confundida ―niega Carver.
―Puedo asegurarte que no es así. Lo nuestro termino hace
mucho.
―Conny… ―farfulla intentando alcanzarme, pero retrocedo,
hasta que los brazos de Jared me envuelven―. ¡No puedes quererlo!
No a él.
―Lo amo ―repito segura.
―Váyanse ―pide Raúl. Jared me hace subir al auto, mientras
Carver forcejea, pero Raúl no lo libera. Miro a Dafne quien sonríe y
levanta los pulgares.
Jared arranca a toda prisa mientras escuchó los gritos de
malestar de Carver. ¿Por qué hace esto?
―Tranquila ―murmura Jared apretando mi mano. Aunque
intenta parecer tranquilo, puedo sentir su inquietud.
Ninguno de los dos dice nada el resto del trascurso. La tensión
aun es palpable cuando abordamos el ascensor. Miro los botones, mis

297
zapatos, los números, todo menos a Jared. Sé que se siente mal, por
lo que ha ocurrido. Quiere mucho a Carver, acabo de darme cuenta de
ello. Avanzamos despacio hasta la puerta del departamento.
Introduzco la llave pero no la giro.
―Lo siento ―digo en voz baja. Me toma de los hombros y me
hace darme la vuelta.
― ¿Por qué? ―Intenta sonreír, pero sé que le preocupa―. Todo
estará bien. Tiene que comprender.
―No quiero que tengan problemas ―Acaricia mi mejilla y me
besa con suavidad.
―Te amo, Conny y no voy a ceder, ni siquiera por mi hermano
―Rodeo su cuello y me aferro con fuerza.
―Yo también te amo.

Toda la tarde me la paso de malas por culpa de ese tonto de


Carver. ¿Por qué no se da por vencido? ¿Qué espera obtener de todo
esto? No puedo comprender sus pensamientos. En 4 años nunca se
interesó por mí. Cuando lo invitaba a algún evento nunca podía asistir,
cuando quedábamos para salir a un simple paseo, tampoco podía.
Nunca estuvo conmigo, entonces ¿por qué ahora? ¿Por qué?
―Buenos días ―saludo entrando a la cocina.
―Buenos días ―responde Dafne mirándome con curiosidad―.
¿Todo bien? ―Hago una mueca y abro la puerta del refrigerar para
sacar el jugo.
―Si.
―Menudo lio armo ese cretino. ¿Qué rayos tiene en la cabeza?
―Ojala pudiera saberlo.
―No todo va bien con Jared, ¿cierto? ―Suelto un profundo
suspiro.

298
―Creo que Jared se siente mal por esta situación.
―No es para menos. Es su hermano ―dice acomodándose en
la silla.
―Nunca tuve uno ―Ella tiene una hermana. Mónica. Toda una
fichita. Si a veces pienso que Dafne no tiene vergüenza, su hermana
es mucho peor.
―Mmm… pues es una… ―Mueve la cabeza―. Aunque puede
que digas que no te importan y te agarres de los pelos con ellos, son
tu sangre y cuando sufren, tú sufres con ellos. Cuando alguien los
lastima, sacas las uñas para defenderlos. Así es ser humanos ―Hundo
el rostro entre las manos.
― ¡Estoy jodida!
―Sorry.
―No es tu culpa. Es mi karma por meterme con ambos, por
embriagarme hasta hacer locuras.
― ¿Te arrepientes?
―No ―Jamás podría lamentar lo que paso esa noche, porque
cambio mi vida. Ella sonríe mirándome condescendiente―. Mejor me
voy. Te veo más tarde.
―Suerte.
―Igualmente.

Sé que ambos hemos declarado nuestros sentimientos y que


justo acabamos de hacer las paces, pero sin duda, Jared la está
pasando mal. No sé qué hacer, no quiero renunciar. Pero por más que
intente encontrar una solución, sencillamente no logro ver claro. Bajo
del auto y me dirijo a puerta, pero me paro en seco al verlo apoyado
en la puerta. ¡Dios dame paciencia o lo mato!

299
― ¿Qué haces aquí? ―Se separa de la puerta y camina
observándome con detenimiento de pies a cabeza. No me gusta su
expresión.
―Solo quiero preguntarte algo ―Regulo mi respiración y
mantengo firme mi expresión.
― ¿Qué es?
― ¿Por qué Jared? ―Algo así esperaba.
―Carver…
―Solo dímelo. ¿Qué hace mejor a Jared? ¿Es el sexo? ―Hago
una mueca de disgusto por lo crudo de sus palabras. ¿Qué rayos le
pasa?
― ¿Crees que por eso te deje? ―¡Es un completo idiota!
―Dímelo tu ―Realmente comienza a irritarme.
―No. No tiene que ver con el sexo. Tiene que ver con la calidad
de persona que es.
― ¿Qué? ―pregunta con ironía.
―Por favor, Carver. ¿Crees que soy estúpida? Puede que lo
haya sido todo este tiempo, cuando me decías que me eras fiel y que
siempre estabas ocupado. Pero después de lo que vi en aquel hotel,
entendí que todo eso era mentira.
―Co…
―Escúchame. Te vi una noche en un antro con una mujer.
¿Cuántas mujeres tienes? Supongo que muchas. Entonces, ¿por qué
sigues buscándome? ¿Por qué no me dejas en paz? ―Mueve la cabeza
y camina frente a mí.
―Dices que por la calidad de persona, ¿no?
―Si. Jared no es como tú, jamás me mentiría, ni me pondría el
cuerno ―Su risa burlona me sobresalta.
― ¿De verdad crees eso? No sabes lo que dices, Conny. Jared
es mucho peor que yo.

300
―Carver…
― ¿No me crees? ―Mira hacia la galería―. Voy a
demostrártelo.
― ¿Qué? ―Me toma del brazo y me conduce al interior―.
Carver… ¡Suéltame!
―Dijiste que Jared era mejor que yo. Ya lo veremos ―¿Qué
intenta hacer? ¡La bruja! Joder―. Laisa ―Sus ojos nos miran con
curiosidad.
―Hola, Carver ―saluda con voz monótona. Me libero de su
mano.
―Necesito que respondas una pregunta ―dice sonriendo de
modo perverso. Ella parece desconcertada.
―Carver, basta ―digo intentando detenerlo.
―Está bien, Conny ―dice ella fulminándome con la mirada―.
Dime, ¿qué quieres saber? ―Esto no me da buena espina.
― ¿Has dormido con Jared? ―¡Mierda! Miro a Laisa con los
ojos como platos. Ella parece incomoda.
―Carver…
―Solo responde ―La presiona. Ella nos mira a ambos.
―Si ―¡No! ¡No! Siento como si el piso bajo mis pies se
desmoronara. Esto tiene que ser una pesadilla. Aunque ahora que lo
pienso, la actitud extraña de Jared siempre que tocaba el tema.
¡Imposible! No.
― ¿Cuántas veces? ―¿Qué? Siento que volveré el estómago.
No quiero saber, no quiero escuchar. Me giro y me quedo de piedra
al ver ahí a Jared. Tiene el rostro descompuesto.
― ¡Vaya! ―celebra Carver―. Llegas justo a tiempo, Jared.
Quizás puedas ayudarnos a resolver esta incógnita ―Me quiero
morir.

301
―Conny ―murmura avanzando. Muevo la cabeza de un lado a
otro. No es cierto.
―¿Es cierto lo que dijo? ―pregunto con un nudo en la garganta.
Sus ojos se mueven con nerviosismo, pero sus labios permanecen
quietos. ¿Qué? ¿De verdad lo había hecho? ¡No! ¡No puede ser!

302
Capítulo 25
Todo el mundo dice mentiras, todos. Incluso aquellos que se creen
demasiado correctos o intachables, todos, incluso yo. Siempre que mi
madre preguntaba porque lloraba por las noches cuando era una niña,
mentía diciendo que le temía a la oscuridad, cuando la verdad era que
lloraba por mi padre. Sin embargo, hay de mentiras a mentiras, algunas
demasiado dolorosas. Tanto que pisotean tu confianza.
Me muerdo el labio con fuerza, tanta que creo que sangrara en
cualquier momento. Jared no responde, no lo niega.
«¡No lo está negando! ¡No lo está negando! ¡No lo hace! ¿Por
qué?». Quiero llorar, no en realidad quiero golpearlo. Suspiro y
camino a la salida. No quiero estar aquí.
―Conny… ―Intenta acercarse a mí, extendiendo su mano para
alcanzarme. Freno negando.
― ¡No me toques! ―grito con furia. Titubea, pero finalmente
deja caer las manos y retrocede un par de pasos. Nos miramos
fijamente, no dice nada, pero no hace falta, veo la culpa escrita en sus
ojos y eso me parte el alma. ¿Por qué?―, Me mentiste ―digo a
manera de afirmación. No me corrige. Avanzo a toda prisa hacia la
puerta.
― ¡Conny! ―Viene tras de mí, escucho sus pasos y solo puedo
acelerar, hasta que mis pasos se transforman y comienzo a correr,
desesperada por huir.
Mi primer pensamiento es subir a mi auto, pero perdería tiempo
buscando las llaves en la bolsa e intentando abrir la puerta, tiempo
para que me de alcance. ¡No quiero!
Salgo del edificio y me arrojo al asfalto.
― ¡Conny! ¡No! ―Cruzó la calle sin mirar a los lados, las
bocinas de los autos protestan ante mi osadía, escucho los alaridos de
Jared, pero no me importa, no me importa nada, solo quiero irme, solo

303
quiero huir. Eso siempre ha resultado bien, eso es lo que mejor se
hacer―. ¡Conny! ¡Espera! ―Miro al otro lado de la calle, una vez
que mis pies tocan la acera. Jared se ha quedado en el borde, su rostro
luce desesperado mientras ve los autos circular. No puede cruzar.
Tengo muchos sentimientos encontrados. Demasiados. Hay una
vocecilla que me grita que él me ama y que regrese; otra que me dice
que debo golpearlo y gritarle sus verdades. Ignoro todo lo que siento
y corro sin rumbo fijo. Solo quiero desaparecer.
― ¡¡Conny!!
¡Mintió! Me mintió. ¿Por qué?
“¿Has dormido con Jared? ¿Cuántas veces?”. Las preguntas
resuenan en mi cabeza y siento la rabia hervir en mis venas. ¡Maldito
Carver, maldita bruja, maldito Jared!
¡Que estúpida soy!

No sé cuánto tiempo he corrido, tampoco sé dónde estoy.


¡Genial! Ahora estoy perdida. Busco un lugar donde sentarme y me
dejo caer. Miro al cielo y respiro despacio, intentando controlar mi
pulso y mis ideas. Soy demasiado cobarde, demasiado tonta, soy una
estúpida. ¿Por qué rayos hui? Miro mi bolso y tomó mi móvil, tengo
muchas llamadas de él, pero simplemente las elimino y busco el
número de Jasón. Es al único que le debo una explicación.
― ¿Conny? ―Su voz suena agitada. Me trago el nudo que tengo
en la garganta y suspiro.
―Jasón ―respondo intentando sonar normal.
― ¿Dónde estás? ―Lo más lógico sería irme al departamento y
encerarme, pero eso no resuelve nada, además, lo más probable es que
vaya a buscarme o que me torture dándole vueltas al asunto.

304
―Salí para ver a los pintores ―¡Mentira! También estoy
mintiendo, aunque esto no le romperá el corazón a Jasón. De eso estoy
segura.
Jasón no dice nada, debe saber lo que paso y que estoy
mintiendo. «¿Por qué yo no me di cuenta? ¿Por qué no quise verlo?
¡Soy tan estúpida!»
―De acuerdo ―dicen dando un suspiro―. Termina con eso y
vete a casa a descansar, linda. ¿Entendido?
―Gracias ―¡Lo amo! No solo por no hacer preguntas, sino
también por pretender no saber nada. Guardo el móvil, pero antes de
que mi mano lo libere comienza a sonar. ¡Jared! ¿Por qué no me deja
en paz? Le quito la batería y lo entierro entre las cosas de mi bolsa.
¡Quisiera meterme debajo de una roca, debajo de la tierra y no
saber nada! Pero no puedo hacerlo. Tomo mi agenda y escojo el
primer nombre en la lista. ¡Hora de trabajar! Aunque antes, tengo que
arreglar mi maquillaje y cabello, debido a que corrí, es un fiasco.

Son casi las tres, busco un lugar en la plaza comercial y me


siento. Tengo los pies hechos polvo, mala idea venir con este calzado
y vestimenta para algo en donde tengo que moverme demasiado. No
he comido, aunque no tengo apetito y seguro si como me dará
indigestión. Tomo la agenda y sonrió al ver que solo quedan en la
lista, dos personas más y habré terminado. Me estiro intentando
relajar mis músculos. No tener auto complica las cosas, pero lo que
me hubiera llevado una semana para hacerlo, lo estoy haciendo en un
día y eso es genial. Más que genial.
Aun no sé qué haré y tampoco quiero pensar en ello. De
momento terminare esto y después pensare que deseo hacer respecto

305
a la bruja. Supongo que lo más lógico sería renunciar. ¡Te odio Jared
Leiner!

5 de la tarde. Por fin he terminado. Me ha llevado más tiempo del


pensado esa última reunión, eso sí, el pintor se han portado de
maravilla. Ha resultado ser un viejo amigo de Jasón, por lo que no ha
parado de hablarme de los viejos tiempos y de preguntarme por como
esta. Y aunque su charla ha sido de lo más interesante, no tengo
cabeza para prestar atención. Solo he sonreído y respondido con
monosílabos. Estoy cansada, pero no lo suficiente para dejar de lado
lo ocurrido esta mañana. Necesito hacer algo más, necesito sacar la
rabia que tengo.
Miro alrededor, trato de ubicarme y recuerdo que cerca de aquí,
hay un centro deportivo, ese donde Dafne siempre iba a correr.
¡Correr! Quizás eso ayude. Aunque… mi atuendo no es muy
adecuado. Miro mis zapatos de tacón y no creo poder hacerlo, quizás
pueda quitármelos.
Dejo mis cosas con el hombre de vigilancia, quien me mira
como si hubiera perdido la cabeza. Puede que no esté tan equivocado
después de todo. Visto una blusa formal, con saco, falda y medias.
Nada deportivo. Pero no me importa. Me ubico en la pista que rodea
la cancha de soccer. Hay solo un par de personas trotando, la mayoría
practica otras actividades o solo vaga. Es lunes, no hay muchos.
― ¡Bien! ―exclamo poniéndome en marcha.
Una vuelta, dos vueltas, tres vueltas, cuatro vueltas, cinco
vueltas, seis vueltas, siete vueltas, ocho vueltas... Pierdo la cuenta,
pero mis pies siguen moviéndose. El sudor desciende por todo mi
cuerpo, cubre mi rostro. Mis rodillas ceden y caigo sobre el pasto
intentando amortiguar la caída. No intento levantarme. No hay nadie

306
que me conozca, prácticamente estoy sola. La noche ha caído y todos
hace rato que se marcharon. Así que dejo salir lo que he intentado
contener todo el día.
«¿Qué estoy haciendo? ¿A quién engaño? No soy fuerte como
intento parecer.»
Soy lamentable, patética. He sido engañada por ambos
hermanos, ellos se han burlado de mí, de lo lindo. Cuan fácil soy para
que ellos hagan lo que desean conmigo. Pero quien duele más, es
Jared. Me rio con amargura de mi misma mientras me dejo caer de
espaldas sobre el césped. La única responsable soy yo, solo yo y nadie
más. Me odio por ser débil, por ser una tonta de la que cualquiera
puede reírse.
Toda la vida he renegado de las actitudes de mi madre, pero lo
cierto es que soy incluso peor que ella, quien al menos nunca se
enamoró. «¡Estúpida! ¡Soy una estúpida!»
― ¡Ah! ―Me estiro levantando los brazos por encima de mi
cabeza y cierro los ojos.
Nunca me he dejado caer por ningún hombre. Ni siquiera por el
que quise por casi 4 años, aunque en realidad era un idiota. Pero
aunque me siento defraudada, Jared Leiner no arruinará mi vida,
como lo ha hecho con mi corazón. No obstante, tengo que poner en
orden algunas cosas.

Mis piernas están adoloridas. Mañana no poder caminar, pero


eso me pasa por ponerme a correr como demente. Algunas personas
me observan mientras camino por la calle. Debo parecer una loca o
un vagabundo alcohólico. Ojala estuviera ebria y no tuviera
consciencia, no recordara, no sintiera. Miro el edificio y suspiro. Solo
quiero meterme a la cama.

307
Subo al elevador, para mi mala suerte no está solo. Dos de mis
vecinos salen, mirándome como bicho raro, incluso me evaden, bien
por ellas. Y ni que decir de quienes lo abordan, ellos me observan del
mismo modo. Quizás sea por las pequeñas partículas de pasto que
están enredadas en mis medias, por mi blusa mal colocada que
sobresale de la falda, a que tengo el pelo y la ropa húmedos por el
sudor. O por el olor que mi cuerpo despide. ¡Mierda! Si mi jefe me
viera se moría de pánico.
¡Jasón! No quiero dejarlo, él es maravilloso, pero... Muevo mi
cabeza y encierro mis pensamientos en lo más profundo de mi mente.
Aun no deseo pensar en ello. Regreso a la realidad, al interior de la
caja de metal donde mis vecinos no disimulan estar criticándome.
Como si me importara lo que piensen de mí. Salgo y camino hasta la
puerta. Busco dentro de mi bolsa las llaves. Me siento agotada a morir
y un poco divertida por mi desastroso aspecto.
Abro la puerta y Dafne aparece. Sus ojos se abren tanto creo que
se saldrán de las cuencas.
― ¿Qué te paso? ―exclama prácticamente gritando. Al instante
una figura emerge detrás de ella.
«¡Jared! ¿Por qué esta aquí? Tranquila, Conny. Contrólate.»
Sus ojos me observan con detenimiento, pero no me hago
pequeña. Ya no me importa lo que piense de mí. «¿Porque lo dejaste
entrar?». Quiero cuestionarle a Dafne, pero es posible que aún no sepa
nada.
―Conny ―Jared avanza y de inmediato entro en tensión.
― ¡No te acerques! ―grito moviendo la cabeza. Es demasiado
pronto para que pueda repelerlo. «¿Cómo es posible que te lastime
tanto, alguien a quien amas?».
―Conny ―repite pero retrocedo.

308
― ¿Qué haces aquí? ―¡Odio esa pregunta! Últimamente se ha
convertido en mi línea más recurrida, primero debido a Carver y ahora
a él.
―Tenemos que hablar ―¿De verdad cree que soy idiota?
Bueno, en realidad lo he sido todo este tiempo.
―No quiero hablar contigo ―respondo con demasiada
seguridad, que incluso me sorprendo.
―Conny.
― ¡No, Jared! Pudiste hacerlo, tuviste la oportunidad de decirlo
y no lo hiciste. Ahora no quiero escucharte ―Empujo la puerta hasta
dejarla completamente abierta―. Vete ―digo mantenimiento la
expresión severa.
―Conny… ―Está acabando con mi paciencia. He decidido
dejar las cosas por la paz, pero él parece no entender.
― ¡Te lo pregunte! ¡Te pedí que fueras sincero y lo negaste! No
hay nada más que quiera saber. No tengo nada más que habla contigo.
Así que vete.
―Por favor, escúchame ―suplica mirándome arrepentido.
―Vete ―No se mueve. Miro el pasillo. Supongo que sería muy
fácil huir, pero estoy cansada de hacerlo. Además, está es mi casa y
el único que tiene que irse es él―. Vete ―repito sin mirarlo, pero
continua sin moverse.
No volver a creer en él, al final, es igual que Carver. Un
mentiroso, un farsante. Ahora lo comprendo, por eso nunca entraba a
buscarme a la galería, cuando Laisa estaba ahí. Por eso la cercanía de
ella, todo encajaba. ¡Qué tonta soy! Era tan fácil como sumar 1 + 1.
―Como quieras, solo cierra la puerta cuando salgas ―Exhalo
irritada y avanzó dejando la puerta abierta, paso junto a él y entro a
mi habitación. Pongo seguro y me quedo inmóvil a la espera.

309
Escucho a Dafne susurrar algo y luego como la puerta se cierra
de golpe. Respiro y dejó caer mis cosas. Me doy la vuelta y me miró
en el espejo, comprobando lo horrible que luzco. Él lo ha visto.
Maldición. Soy patética. Si quería ver su obra, espero lo haya
disfrutado.
―Conny ―Es Dafne. Me acerco a la puerta y abro―. ¿Estas
bien? ―No respondo, me doy la vuelta y comienzo a quitarme la
ropa―. Conny…
―Se acostó con la bruja ―digo en voz baja. Esa es la parte
central.
―Entiendo. Te preparare un café, date un baño. Apestas ―No
tengo humor para seguirle el juego.
―Eso haré.
Entro a la ducha y mis músculos se relajan al sentir el agua
empaparlos. Me quedo quieta, sin ser consciente del tiempo. Quiero
olvidar, no sentir.
Termino de secarme y me pongo mi pijama. Bajo las sabanas y
me meto a la cama. ¿Qué debo hacer?
―Tu café ―dice Dafne entrando.
―No lo vuelvas a dejar entrar ―digo cubriéndome con la
sabana. Me da un golpe en el trasero que me hace dar un respingo―.
¡Oye!
―No seas infantil y cuéntame cómo se deben las cosas.
― ¿Qué?
―Lo que dije ―Se acomoda junto a mí y me ofrece la taza―.
¿Qué rayos paso? ¿Y porque olías a zorrillo? ¿Dónde te metiste todo
el día? No solo Jared me llamo preguntándome por ti, también Jasón
¿Qué paso? ―Pongo los ojos en blanco. Menudo lio se ha armado.
―Fui a correr ―contesto como si no fuera nada.

310
― ¿Correr? ¿Con esa ropa? ―pregunta mirándola. Me encojo
de hombros―. ¿Y lo otro?
―Ya te lo dije.
―No, no lo has hecho. ¿Cómo lo supiste? ¿Qué paso después?
―¡No por favor! No quiero recordarlo.
―Dafne…
― ¡Suéltalo! ―Esta malvada mujer.
―Carver le pregunto a Laisa y ella dijo que era cierto.
― ¿Qué? ¿Y les creíste? ―pregunta mirándome como si fuera
una persona incapaz de razonar.
―Jared no lo negó cuando se lo pregunte.
―Si te pusiste como hace un momento, puedo imaginarme
porque no pudo hacerlo.
―Dafne.
―Escúchame, Conny. No creo que sea para tanto.
― ¿Qué? ―¿No es para tanto? Me pegó un tiro.
―Como veo las cosas, podría tratarse de una mentira de ese par.
¿No lo has pensado?
―Ya te dije que Jared no lo negó ―Levanta las palmas de las
manos.
―Vamos despacio ―¿De verdad quiere torturarme?―. ¿Hace
cuánto que ocurrió eso? No lo sabes ¿Cierto? Quizás eso fue antes de
conocerte ―Ya he pensado en ello.
―El asunto es que no me lo dijo.
―De acuerdo. La cago. Pero tal vez lo suyo fue antes, mucho
antes de conocerte. Es hombre. Todos los hombres tienen lo suyo
―Hago una mueca de disgusto. No es cualquier mujer, es la bruja―.
Si, entiendo que se trata de tu odiosa jefa, pero es agua pasada. No
debería importarte. Tu tuviste lo tuyo con Carver y a él no le importo

311
―Odio cuando tiene la razón―. Creo que estas exagerando ―Me
quedo muda.
― ¿Exagerando?
―Si. Si te pones a llorar y no averiguas como son las cosas,
nunca podrás saber la verdad. Te lo dije, esto podría ser obra de ese
par.
―No sé.
―Y no lo sabrás si no hablas con él. Si vas a terminar las cosas
o vas a arreglarlas, debes hablar como se debe con él.
―No quiero.
―No estoy diciendo que regreses con Jared, solo que debes
escucharlo.
―Dafne. Si me mintió antes, ¿quién me garantizar que no lo
hará de nuevo?
―Puede ser, pero si no lo intentas no lo sabrás.
―No quiero.
―Bueno es tu decisión, pero recuerda quien detonó la bomba.
Ese idiota está intentando separarlos. ¿Vas a darle el gusto?
―Dafne.
―Dime ¿cuánto te costó conseguir ese empleo? ¿Cuánto has
tenido que soportar estos dos años para poder irte a París? ¿Vas a
echarlo por la borda, solo porque se tiró a tu hombre?
―Si lo dices de esa forma, siento ganas de arrojarme por la
ventana.
―Lo digo en serio, Conny. Mira cuanto falta dos o tres meses
para que puedas irte. Apechuga como las machas y después de eso no
volverás a verla.
―Es tan fácil decirlo. Si tú trabajarás en el mismo lugar que la
novia de Leo. ¿Te quedarías?

312
― ¿Por qué no? ―¡Mentirosa!―. Probablemente le haría la
vida imposible.
―Laisa es mi jefa.
― ¿Y? Piénsalo un poquito. No hagas locuras de las que
después te arrepentirás.
― ¿Cómo demonios lo haces?
― ¿Qué cosa?
―Saber que decir cuando me siento una mierda. Yo nunca sé
que decirte.
―Y prefiero que no lo hagas. ¿Sabes? Yo lo hubiera golpeado
en ese instante.
― ¿En serio?
―No, pero tú haces cosas que yo no haría.
― ¿Por ejemplo?
―Salir corriendo desnuda de su casa ―Muevo la cabeza.
―Tal vez por eso no me tomo en serio ―Puesto que fui yo
quien se ofreció.
―Nunca dije eso. Pero como me dijiste “Él se lo pierde”.
―Gracias ―Sonríe y me pasa el brazo por los hombros. No sé
qué haría sin ella―. Creo que debiste ser diputada o algo así.
―Si ¿verdad?

Dormir me ha sentado muy bien, sobre todo porque caí como


tronco. Aunque tal como lo pensé, siento como si me hubieran dado
una paliza. Me duelen las piernas y partes que no sabía existían.
― ¡Lindura! ―canturrea Jasón al verme entrar.
―Hola, Jasón.
―Madrugaste.

313
―Dafne me dejo de paso ―Miro al interior, a estas alturas ella
debe haber sacado conclusiones y si está enamorada de Jared, seguro
me despedirá.
―No está ―dice Jasón al notar mi actitud―. Llamo para decir
que estará fuera todo el día ―¡Genial!―. Ven aquí ―Avanzo y me
empuja por los hombros―. Siéntate.
―Me siento como si tuviera 5 años ―farfullo.
―Casi ―Se acomoda justo frente a mí, sin soltarme―.
Escucha, linda. Me llamaron para decirme que la próxima semana
llega la colección de Londres. Así que te necesito.
―Jasón…
―Ya supe lo que paso, pero no pienso aceptar tu renuncia.
― ¿Y qué dijo Laisa?
―Nada. Pero no debes preocuparte por ella. Haré lo posible por
mantenerte lejos de sus garras. Además, Julián me dijo que un mes y
podrás ir a Paris.
― ¿Qué?
―Moví unos hilos para acelerar las cosas y di buenas
referencias tuyas. Por favor, linda. No me abandones.
― ¡Ay Jasón!
―Comprendo que las cosas son complicadas. Pero tú siempre
has sido valiente ignorándola ―Sonrió. Lo ha notado―. Por favor.
¿Si?
―Gracias.
―Nada de gracias. Tienes mucho trabajo ―Lo amo―. Necesito
que vayas con Darren y recojas dos cuadros.
― ¿Darren?
―Si. Dile a…
―No. Prefiero ir sola ―Ríe y asiente.
―Como prefieras.

314
―¡Jasón Harrison! ―Levanto la mirada y encuentro a un
hombre casi de la misma edad que mi jefe. Jasón se aparta de mí y lo
observa. Pero algo no va bien, esta rígido y pálido.
―Eliot Wilson ―murmura mientras el hombre llega hasta
nosotros. ¿Quién es este hombre que logra tensar a Jasón?
―Cuanto tiempo sin verte ―Ahora que está más cerca, puedo
notar que es más joven que Jasón, viste muy elegante, tienes unos ojos
verdes realmente intimidantes. Como los de una serpiente.
―Bastante ―susurra Jasón sin relajarse. Los ojos de Eliot se
mueven sobre mí.
―Vaya. ¿Encontraste otra? ―dice dedicándome una sonrisa
torcida.
―Ella es solo mi empelada. Retírate, Conny ―¿Qué? La forma
tosca en la que acaba de hablarme me deja de piedra. Me pongo de
pie y me dirijo a la puerta. ¿Qué rayos sucede?

315
Capítulo 26
«Ella es solo mi empleada».
¡Joder!
Las palabras de Jasón resuenan en mi mente, mientas me alejo
rumbo a la puerta, acompañada del sonido de mis tacones. ¿Qué rayos
ha sido eso? No es que me sienta ofendida por sus palabras, desde
luego que no. Soy su empleada, eso lo sé. Pero en todo el tiempo que
conozco a mi jefe, nunca se había dirigido de esa manera a mí y menos
con tanta indiferencia, ni siquiera delante de Laisa y eso es mucho
decir. Porque ella exige que la llame “señorita Selles” o “Jefa”. Lo
que me hace preguntarme, ¿Quién es ese hombre? Siento mucha
curiosidad por la forma en la que afecta el comportamiento de Jasón.
Nunca lo había visto pálido e incómodo. Sin embargo, sus palabras
son un claro aviso de que no debo preguntar, desde luego que no tengo
la intención de hacerlo, de la misma forma en la que él respetaba mis
asuntos, lo hago yo.
Me dirijo al estacionamiento para echarle un vistazo a mi auto,
el cual se ha quedado aquí toda la noche, razón por la que Dafne ha
tenido que traerme esta mañana. Tengo que invitarle la cena o algo
más tarde. Apenas mis ojos vislumbran el marco de la puerta, me
detengo.
«¡Mierda! Ahí está él».
Siento como si una fuerza invisible me golpeara, dejando mis
pulmones sin aliento. ¡Joder! Mis ojos no pierden tiempo y recorren
la línea de su mandíbula, sus labios y su dorso. ¡Dios! ¿Por qué tiene
que ser tan perfecto? ¿Por qué? Si fuera feo, no pasaría nada. Y más
aún, ¿por qué vienen a mi cabeza escenas de nosotros juntos? Su
intensa mirada penetra hasta lo más hondo de mi ser. Cierro los ojos

316
rompiendo el contacto visual unos segundos, intentando volver a la
realidad. Tengo que recordarme a mí misma lo que ha pasado y lo que
he decidido hacer. Aunque siempre resulta más fácil decirlo que
hacerlo.
― ¿Estás bien? ―Su pregunta me toma por sorpresa y abro los
ojos. Imagine que lo primero que diría seria: “Tenemos que hablar”.
Pero no, al parecer también cree que estoy loca como Dafne, por mi
aspecto del día anterior. ¡Menuda loca debí parecer!
―Buenos días, señor Leiner ―saludo con voz neutra,
ignorando su pregunta. Lo que provoca que Jared haga una mueca de
disgusto. ¡Que le den!
Avanza un paso y me obligo a no retroceder. Quiero salir
corriendo, pero no. En este momento, no somos Jared y Conny, sino
el señor Leiner y la señorita Damme, el patrocinador y la empleada.
Solamente eso.
―Conny ―Su boca se mueve despacio, haciendo que mi
nombre suene de un modo sensual. ¡Mierda!
―Lo lamento, pero el señor Harrison no puede atenderlo en este
instante, está ocupado ―digo rápidamente haciéndome la loca―. Y
la señorita Selles tampoco se encuentra… ―¡Mierda! No tengo idea
porque he mencionado a la bruja, pero no le ha gustado nada. Me corta
de forma brusca.
― ¿Quieres dejarte de juegos? ―Su cambio de actitud me toma
por sorpresa. «¡Si, juego como tú lo hiciste conmigo!», grito
mentalmente―. Lo siento ―balbucea moviendo la cabeza con
expresión arrepentida.
No contesto, sé que cualquier cosa que pudiera decir, solo me
hará cavar mi propia tumba. Soy demasiado infantil y justo ahora
siento el impulso de provocarlo. «¡Compórtate, Conny, compórtate!».
Para mi desgracia, Jared se ha metido hasta en mi medula y

317
difícilmente puedo fingir que no me afecta. Me afecta y mucho, pero
como dijo Dafne, tengo que dejarme de dramas. La vida no acabara
porque Jared se haya follado a la bruja. ¡Ash! Solo pensarlo me
enfermo. ¿Por qué tuvo que ser ella? ¿Y porque el cretino lo sabía y
yo no? ¡Eso me enerva! No sé qué hare cuando la tenga de nuevo
frente a mí, pero a Carver más le vale no ponerse delante de mí o no
sé qué le haría.
―Entonces dígame, ¿a qué ha venido? ―Su expresión se
relaja, pero yo no lo hago. Cada parte de mi cuerpo permanece alerta,
en expectación. «¿Por qué soy tan débil? ¡Ash! Me odio».
― ¿Podemos hablar? ―Y ahí está la frase que esperaba. “Si vas
a terminar las cosas o vas a arreglarlas, debes hablar como se debe
con él”. ¡Te odio, Dafne! Eres peor que pepe el grillo. Si tan solo
pudiera ignorarla.
―Lo lamento. Pero justo ahora estoy en horas de trabajo y debo
salir ―Eso no es mentira.
―Conny…
―No me estoy negando. Hablaremos ―Con escucharlo no
pasara nada, creo―. Pero te repito. Estoy trabajando y no tengo
tiempo…
―Dime la hora y yo me ajusto a ti. Puedo venir…
― ¡No! Aquí no ―Ya he hecho muchas cosas malas para la
galería. No quiero complicar más las cosas. Necesito un lugar neutro,
un lugar donde no haya puertas ni intimidad. Un lugar donde pueda
mantener la cabeza fría. ¿Por qué tiene ese efecto en mí?
―Yo me acoplo a ti ―«¡Qué lindo!», pienso con ironía.
―No sé. Lo pensare después. Ahora si me disculpas, tengo
cosas que hacer ―Antes de que pueda decir algo, paso junto a él y me
encamino a mi vehículo. ¡Estoy huyendo! No, solo gano tiempo y
hago mi trabajo de paso.

318
El viaje hasta el estudio de Daren, al otro lado de la cuidad, me
sirve para despejarme. Ahora que el enojo se ha disipado, me siento
un poco ridícula por la forma en que reaccione. Saber que ha dormido
con otra, antes de conocerlo (si fuera el caso) debería darme lo mismo,
incluso si es la bruja. Pero tenemos una relación y no fue sincero, aun
cuando se lo pregunte. Eso es lo que dolió. Aunque también es cierto
lo que Dafne dijo, yo menos que nadie debería juzgarlo, pues es su
hermano precisamente mi pasado. Uno que ojala pudiera borrar.
Aunque… después de todas las mentiras que recibí de parte de Carver,
ahora me resulta difícil creerle, a pesar de que él no tenga la culpa de
ello. No quiero equivocarme de nuevo. Siempre caía en los chantajes
emocionales de Carver, cuando suplicaba y juraba que era inocente, y
la estúpida de mí, le creía. ¡Esto es karma!
Otra cosa que reflexiono, es haber pensado renunciar. ¡Menuda
estupidez! No es como si hubieran matado a alguien. Aunque casi
matan mi corazón. ¿No tengo dignidad? Puede ser, pero es mi sueño
y ni la bruja, ni el idiota de Carver, nadie me lo quitara. Quiero ir a
Paris, tengo que hacerlo. ¿Qué tiene de especial Paris? Bueno, Herbert
Dhiu. El mejor escultor francés, quien trabaja exclusivamente con la
galería a la cual intento que me transfieran. Puede parecer poca cosa,
pero cada persona fija su objetivo y ese es el mío.
― ¡Conny! ―exclama Daren al verme entrar en su estudio.
Sonrió, está lleno de pintura y lleva puesto su mandil, que le da un
aspecto lindo.
―Hola ―respondo, pasando de su divertido aspecto a observar
lo acogedor del pequeño espacio donde trabaja.
Me encanta. Me recuerda tanto al estudio de mi padre. Ese olor
a madera y pinturas. Obviamente, eso ya no existe, mi madre lo

319
destruyo y después nos mudamos. De ella tengo esos arranques de
locura, bueno, eso es cosa mía.
―Lamento que vinieras hasta aquí ―Lo miro extrañada y él se
acerca bajando la mirada―. Aun no está listo el cuadro, hice unos
ajustes de último minuto y aún no termina de secar.
―Oh ―Bueno, eso es malo, pero me ha servido para pensar―.
No hay problema, puedo regresar mañana o cuando tú me indiques
―Despliega una sonrisa radiante y asiente.
―Preferiría que fuera el jueves ¿Te parece?
―Claro.
― ¿Quieres tomar algo? Digo, después de hacerte venir, es lo
mínimo que puedo hacer ―Asiento gustosa.
―De acuerdo.
―Sígueme ―Salimos del lugar y nos instalamos en una mesa,
en el patio trasero. La sombra de un enorme árbol nos cubre
proporcionándole una frescura deliciosa al viento―. Aquí tienes
―dice entregándome un enorme vaso de limonada.
― ¡Gracias! ―De inmediato le doy un sorbo―. ¡Riquísima! Me
encanta tu limonada. Tienes que darme la receta ―Niega con
expresión seria.
―Es secreto de familia. Lo siento ―bromea. Hago un puchero
y ríe―. ¿Y cómo has estado? Hace bastante que no nos veíamos.
―Bien y supongo que tú, con mucho trabajo. ¿Cierto?
―Más o menos. Creo que debo darte las gracias ―Lo miro
extrañada.
― ¿A mí? ¿Por qué? ―pregunto extrañada.
―Jasón me dijo que tú ayudaste a promocionar mi obra.
― ¡Oh, no! ¡No fue así! Tu trabajo es muy bueno, no lo requiere.
―Pero tienes que admitir que se vendió en tiempo record y fue
gracias a ti que conocí a Jasón ¿recuerdas? ―¿Qué pensaría si supiera

320
que tengo el cuadro en mi habitación? Sonrió incomoda ante la
idea―. ¿Puedo invitarte a cenar? ―¿Qué? ¿Está intentando ligar
conmigo?
― ¡No es necesario! Además, temo que tengo mucho trabajo
esta semana.
― ¿Por las obras importadas?
―Si.
―Muero verlos. ¿Cuándo harán la exhibición?
―No estoy segura si será el martes o miércoles de la siguiente
semana. Pero te enviare una invitación.
―Te lo agradecería mucho. De verdad, estoy muy interesado.
Sé que participan grandes personalidades.
―Así es.

Regreso un rato después de tomar un delicioso vaso de


limonada. Daren es un tipo platicador y alegre, con un genial sentido
del humor. Pero su invitación me ha tomado por sorpresa. Es cierto
que tengo trabajo, pero el verdadero motivo para declinar su
invitación, tiene un nombre con 5 letras. Absurdo, pero no necesito
más hombres en mi vida.
―Hola ―saludo a mi jefe, quien parece absorto en sus
pensamientos. Está apoyado sobre el escritorio, hoy se ha puesto sus
gafas y sostiene un libro que cierra de golpe al verme.
―Lindura ―murmura esbozando una desganada sonrisa y
quitándose las gafas. ¿Sigue mal?
Me deshago explicándole como fue el asunto con Daren, su
interés en la exhibición y el hecho de que tendré que regresar el jueves
por los cuadros, pero él continua distraído, ausente. Solo dice “está
bien”. Me quedo sentada junto a él.

321
―Jasón ¿Puedo preguntarte algo? ―digo en voz baja. Me mira
receloso―. Es sobre Jared ―Me apresuro a aclarar.
―Dime.
―¿Tu sabias…?
―No, linda ―Me interrumpe rápidamente―. Si lo hubiera
sabido, te lo habría dicho cuando me di cuenta de que tenía interés en
ti. Créeme que me he sorprendido un poco cuando lo supe.
―Imagínate como me cayó a mí ―digo haciendo una mueca.
Jasón sonríe.
―Puedo darme una idea.
― ¿Por qué ella? ―preguntó en voz alta sin pensarlo. Niega y
me rodea con el brazo los hombros.
―A veces los nombres no pensamos con la cabeza correcta.
―¿Eh? ―Tardo en comprender el sentido y entonces me
ruborizo―. ¡Jasón! ―Él ríe ante mi expresión de pánico. Al menos
he conseguido que sonría. ¡Misión cumplida!

Me siento súper adolorida mientras avanzo hacia la puerta del


piso. ¿Por qué rayos me puse a correr como loca? ¡Ash! Eso solo me
pasa a mí. ¿Por qué no puedo ser normal?
―¡Ya llegue! ―anuncio sacándome los zapatos y arrastrando
mi bolsa mientras avanzo hacia la sala, donde encuentro a Dafne.
Arrojo la bolsa a cualquier parte y me dejo caer sobre el sillón.
―¿Qué tal te fue? ―pregunta sin apartar la vista del televisor.
Tiene un enorme recipiente lleno de frituras junto a ella y las come
distraídamente.
―Bien. ¿Y a ti? ¿Por qué estas comiendo eso? ―Se encoge de
hombros.

322
―Antojo ―dice como si nada. Ojala tuviera su genética y
pudiera comer todo eso―. ¿Qué paso con tu jefa?
―No fue a la galería.
― ¿No? ―dice sorprendida volviendo unos segundos su mirada
hacia mí.
―No.
―¡Gracias a Dios! ¿Y Jasón como lo tomo?
―No me dejo renunciar ―Porque ese era el plan. Creo que
hacerlo no sirve de nada, al final todo termina torcido.
―¡Lo sabía! Ese hombre te adora ―Tiene razón, por eso mismo
no dejo de pensar en el tal Eliot ¿Quién rayos es?
―Fíjate que hay pasó algo raro con él.
― ¿Qué cosa?
―Fue a la galería un tipo y Jasón se puso súper raro.
―Define raro.
―Dijo que era su empleada y que me retirara ―Deja de comer
y frunce el ceño.
―¿Y quién era el tipo? ―Pongo los ojos en blanco. Si lo
supiera.
―Nunca lo había visto, pero tenía una mirada intimidante y lo
más raro, era la tensión entre ambos y la forma en la que se miraban
―Se queda pensativa y mueve la cabeza.
― ¿No crees que tu jefe sea gay y que ese tipo es su pareja o
ex? ―Ese había sido mi primer pensamiento.
―No ―Niego rotundamente―. Jasón dijo que lo plantaron, eso
quiere decir que le gustan las mujeres.
―No, Conny. Eso quiere decir que hubo alguien, quien por
alguna razón lo planto. ¿Qué tal si se enteró de que era gay y por eso
no se casó? ―Ruedo los ojos. Esta mujer y sus teorías.

323
Es cierto que Jasón es muy delicado y modosito, pero más bien
parece un duende, con su pequeño tamaño y las ligeras pecas de sus
pómulos, pero no parece gay; y el otro tipo menos, su pinta era más
varonil. Incluso a pesar de rondar los 40, sigue pareciendo guapo, cosa
opuesta a Jasón, quien con su vestimenta da la apariencia de un
abuelito.
―No lo creo.
―Pero hay algo turbio ¿cierto?
―Eso creo. En fin no me gusta meterme en su vida. Gay o no,
lo adoro. Por cierto, me dijo que hizo algunas cosas para que en un
mes me vaya a Paris ―explico emocionada. Pero lo único que
obtengo es una mirada sosa―. ¿No dices nada?
―Entonces, ¿piensas irte a París? ―Su voz no es la típica, hay
cierto reproche.
―Por supuesto ―¿Qué le pasa?
― ¿Y Jared?
― ¿Qué con él? ―pregunto con indiferencia.
― ¿No has hablado con él? ―¡Mierda! Con la visita a Daren y
el asunto de Jasón se me ha ido de la cabeza.
Podría llamarlo, pero son más de las 9. En todo caso, creo que
podría pensar un lugar para vernos. Ahora veo un poco mejor las
cosas, aunque el asunto continua ahí. Jared y la bruja, la bruja y Jared.
Eso está jodido por donde quiera que lo vea, pero hay algo clave que
no debo olvidar, esa información viene del idiota de Carver. Aunque
aún no me cabe en la cabeza ¿Qué rayos le vio? La bruja no tiene
chiste, ni siquiera eso. Es alta y pálida, más parecida a Morticia de los
locos Addams, escuálida y sin curvas y es una bruja. Nada que
parezca entrar en el estereotipo de él, pero ¿qué podría saber yo de
hombres? ¡Hombres! Seguro les pones una escoba con falda y se
arrojan sobre ella.

324
―Quede de llamarlo para que habláramos, pero se me olvido
―Niega mirándome con reproche. ¿Y a esta que mosco le pico?―.
¡Oye! Tenía que trabajar.
―Solo estas intentando evadir las cosas. ¡Te conozco, Damme!
―exclama poniéndose de pie para ir a la cocina, pero justo suena el
timbre.
Siento una extraña sensación en el estómago. Como cuando la
montaña rusa toma una bajada. ¡Es él! ¡Lo sé! Veo como Dafne abre
la puerta ante de que pueda decir algo. ¿Qué hago? ¿Me escondo?
¿Corro a mi habitación?
―Conny ―dice Dafne sin volver la mirada―. Te buscan
―Abre la puerta complemente, dejándolo a mi vista. Sostiene un
hermoso ramo de rosas. Si Jared es lindo, con flores resulta aún más
difícil de ignorar. ¡Mierda! No puedo evitar que mi corazón se acelere.
― ¿Podemos hablar? ―¡Joder! ¿Sigue con eso?
― ¡Dios! ―farfulla Dafne, al ver que no respondo. Levanta mis
zapatos y llega hasta donde estoy―. Ve y habla con él ―dice
empujándome―. Vayan y tomen un café y hablen sus asuntos. Te la
presto.
―Traidora ―gruño molesta, pero me ignora y continúa
empujándome hacia él. ¡La voy a matar!
Me detengo delante de Jared y entonces entro en pánico.
¿Quiero escuchar lo que dirá? Bueno, creo que no tengo opciones y
es mejor que las mil teorías que rondan mi cabeza.
―Yo me quedo con estas ―Dafne toma las flores. Jared mira
mis manos y entonces recuerdo que estoy descalza. Me los pongo
rápido y salgo. No ganare nada postergando el asunto.
Entro al elevador sin decir nada y él pulsa el botón del primer
piso. Estar ahí dentro, sola con él, me hace recordar ese beso que

325
medio después de la cena y cuando lo lleve a su departamento y me
dijo que me amaba.
¡Ash! ¿Por qué no puedo mantener a raya mis hormonas?
¡Conny eres una calenturienta!
―Tu primero ―dice en cuanto se abren las puertas. No quiero
subir a su auto, no parece buena idea.
―Hay un café a un par de cuadras ―digo mirando su auto.
―Te sigo ―Camino un par de pasos por delante y eso me
inquieta, siento su mirada no precisamente en mi espalda o eso creo.
¡Creo que ahora si perdí un tornillo! ¡Pero la culpa la tiene Dafne! Es
una malvada, nunca la obligue a enfrentar sus ligues y mira como me
paga.
Empujo la puerta del establecimiento y avanzo hasta una de las
mesas. Él me sigue y se acomoda frente a mí. Joder ¿Por qué no deja
de mirarme de esa manera?
― ¿Y bien? ―pregunto apoyándome en el respaldo de la silla y
cruzándome de brazos. Intentando parecer dura, aunque no lo soy.
―Bienvenidos ―saluda alegremente la empleada, quien le
coquetea descaradamente a Jared. Pero él, la ignora olímpicamente,
manteniendo sus ojos en mí. ¡Bien!
―Dos cafés ―responde sin apartar la vista―. Un capuchino y
aun americano ―Esto me parece obra de Dafne. ¿Pero que tanto le ha
dicho?
―En seguida ―canturrea la chica, alejándose sin disimular que
ve a Jared. Bueno, es complicado hacerlo, incluso me resulta difícil
ignorar lo guapo que se ve y lo bien que huele.
―Adelante ―insisto. Antes de que mis pensamientos vayan de
paseo.

326
―Conny. No he estado con nadie desde que te conocí ―asegura
muy serio. Pero no es eso lo que quiero saber, aunque agradezco el
dato.
―Esa no fue la pregunta que te hice ayer. Tuviste sexo con ella,
¿sí o no? ―Aunque sea dura, es justo lo que quiero saber.
―Si ―Suelto abruptamente el aire, a pesar de que ya lo sabía.
Que lo acepte, no deja de molestarme. Me mira con preocupación―.
Conny…
―Entonces, ¿porque no me lo dijiste? ―reprocho dolida―.
¿Porque tuve que enterarme por Carver y por ella? ―Eso es lo que
me enferma. La sonrisa estúpida de Carver al ver mi expresión.
¡Maldito!―. ¿Tienes idea de lo que sentí? ―Fue como si me hubieran
abofeteado y para colmo, la bruja.
―Lo siento ―dice arrepentido.
―Ojala todo se arreglara con un “lo siento”. ¿No crees?
―pregunto con ironía.
―Sus cafés ―¡Ay, carajo! Esta chica sí que es oportuna―.
¿Quieren algo más? ―¡No, piérdete! ¡Ahora!
―No ―Jared responde tajante. Se va a regañadientes, al no
tener un pretexto―. Si te lo hubiera dicho en ese instante ¿Qué
hubieras hecho?
―Te hubiera mandado muy lejos ―digo sin pena.
―Por eso no lo hice ―Abro la boca pero no me da oportunidad
de hablar―. Pero eso no me justifica, lo sé y lo lamento. Sin embargo,
lo de ella fue hace mucho tiempo ―¡Dios!―. Te amo y lo sabes.
―Eres un tonto ―farfullo.
―Comprendo que estés molesta…
―Furiosa seria la palabra exacta. Me sentí como tonta y me
dolió. ―«Porque también te amo». Miro mi café. Aclarado ese punto,
no sé qué debería hacer. ¿Perdonarlo? O ¿castigarlo otro poco?

327
Capítulo 27
¿Por qué odio tanto las mentiras? Mi padre prometió regresar, pero
desde la noche en que se marchó, han pasado más de 15 años. Mi madre
cuando conoció a Esteban (su actual esposo y un idiota), dijo que no se
casarían, sin embargo, terminaron casados un mes después. Carver
siempre juro ser fiel y ni siquiera me molestare en revivir lo que vi.
Jared ha admitido lo que suponía, creo que esto no hubiera
ocurrido, si lo hubiera dicho cuando lo pregunte. Es cierto que quizás
me habría molestado un poco, pero no me habría sentido como una
idiota cuando Carver me lo echo en cara con malicia y dicho por boca
de la misma Laisa. Eso sí que dolió.
¿Mucho tiempo? ¿Cuánto tiempo? No, en realidad no quiero
números. Eso solo alimentaria mi imaginación. No quiero saber. Creo
que me basta con saber que no ha estado con nadie desde que nos
conocimos. Además ha dicho que me ama, me lo ha dicho con todas
sus letras y después de todas sus demostraciones, no puedo dudar de
ello. Puesto que yo también lo amo. Sé que mis miedos e
inseguridades no deben afectar, pero todo lo ocurrido con Carver
parece haber dejado más huella de lo que pensé. No obstante, ha sido
él, quien ha armado todo este lio.
¡Carver, eres un dolor en el trasero!
―Conny ―Toma mi mano a través de la mesa. No la aparto y
me arrepiento al instante, basta sentir sus dedos en mi piel para
comenzar a hiperventilar, para que mi tonto corazón se alborote y
quiera salirse del pecho. ¡Ay pero que fácil soy!―. No quise mentirte
―Pues lo hiciste―. Es solo que eso, que no era importante. Fue mi
pasado y ahora solo me importas tú ―No puedo con la sinceridad que
sus palabras transmiten. ¡Es que… ¿Por qué tiene que ser tan
adorable?! ¿Por qué no puedo resistirme?

328
―Por favor, nunca mientas ―murmuro bajando un poco la
guardia―. Al menos no cuando lo pregunte directamente. Prefiero
saberlo ―No tiene sentido seguir molesta, porque lo cierto, es que lo
extraño. Más de lo que podría gustarme. Despliega la sonrisa que
tanto me encanta y mis huesos se hacen papilla. Amo a este hombre
como una tonta y eso me vuelve vulnerable, pero al mismo tiempo me
hace sonreír como una boba.
―Lo prometo ―dice llevándose la mano al pecho, mirándome
con expresión solemne. No puedo evitar sonreír―. Ahora ―Retira
la silla poniéndose de pie―. ¿Puedo abrazarte? ―¡Increíble! Si lo
pide de esa forma, no puedo negarme. Abro los brazos
incorporándome, pero antes de que logre estar de pie, sus brazos me
envuelven, despegando mis pies del piso. ¡Dios! Cuanto lo
extrañaba― Mi princesa ―susurra. Me aferro a su cuello y suspiro.
¿Es posible echar de menos tanto a una persona? Esto da miedo.
Cierro los ojos disfrutando de su perfume, de su calor. Mi Jared, ante
todo es un caballero y me encanta.
― ¡Oye! ―protesto un poco incomoda, al notar las miradas
divertidas de los clientes e incluso de la mesera, quien parece querer
asesinarme.
― ¿Qué? ―pregunta sin soltarme.
―Nos están mirando ―susurro.
―Mmm… me han visto en peores situaciones. Como cuando
parecía un violador o cuando camine desnudo por la empresa
¿Recuerdas? ―dice muy chulo y me echo a reír. Si, tiene razón y
todas esas situaciones las provoque yo―. Así que esto se puede
considerar como algo normal ―Rio sintiendo como mis mejillas se
encienden―. Te quiero.
―Yo también ―digo escondiendo mi rostro en su cuello. ¡Lo
amo!

329
Se puede decir que mis enojos son fugases y un poco
extremistas. Es decir, arden fácil, pero desaparecen con la misma
rapidez con la que inician. Y estar molesta con este hombre es
realmente complicado. Sus ojos, sus manos, su boca, su perfume, todo
en él es una tentación y un desperdicio.
― ¿Te parece esto lógico? ―pregunto mientras caminamos por
la calle, tomados de la mano.
No la ha soltado desde que salimos del café. Es como si de nuevo
pensara que huiré en cualquier instante. Y supongo que con todos mis
antecedentes, no tengo mucho que decir en mi defensa, salvo que
estoy disfrutando mucho nuestro pequeño recorrido nocturno y que
no tengo motivos para huir.
― ¿Qué cosa? ―pregunta mirándome de reojo.
―Que solo haya pasado un día y ya estemos de nuevo juntos
―Muevo la cabeza en señal negativa y él deja escapar una risilla. Que
bien que le divierte, pero Dafne dirá “Te lo dije” o “Lo sabía”. Lo
peor es que siempre tiene la razón. ¿Cómo lo hace? En fin, soy todo
un desastre y no comprendo cómo es que Jared no se cansa de mí.
―Para mí ha transcurrido un siglo ―afirma con expresión de
pánico. ¿Un siglo?
―Exagerado ―me burlo y miro al frente.
¡Me gusta! Me gusta mucho estar de esta manera con él. Nunca
antes hice esto, caminar tomada de la mano con alguien. Las cosas
entre ambos han ido rápido, demasiado rápido, pero ahora es como si
lo tomáramos con calma y puede que sea positivo. Pues aún nos falta
mucho por conocernos. Por mi parte, está el asunto de mi madre y mis
miedos.
―Carver sabe lo del cuadro ―Me paro en seco y lo miro
aterrada. ¡Mierda!―. Anoche estuvo en la mansión y al no

330
encontrarlo en su lugar, puso todo de cabeza hasta encontrarlo
―¡Rayos! ¡Rayos!
―Lo siento ―No sé porque esperaba que nunca lo supiera. Era
evidente que lo sabría en algún momento, ese era el plan, pero ahora
yo soy quien no quería que lo viera. ¿Qué hago? No tengo el suficiente
dinero para pagarlo y tampoco quiero darle pie para que crea algo
erróneo.
―Descuida. Él cree que fui yo.
― ¿Qué? ¿Por qué tú? ―Intenta parecer indiferente, no
obstante, noto un atisbo de tristeza en sus ojos. ¡Ay no! De nuevo
problemas por mi culpa. No me gusta esto, el sentimiento de estar en
medio de ambos.
―Por lo que paso en la galería.
―Él no tendría por qué estar molesto ―debato recordando el
espectáculo que monto con Laisa. ¡Cretino!
―Veras ―dice sujetando mis manos―. Después de que te
fueras… discutimos, y por eso piensa que lo hice para vengarme por
haberte contado lo ocurrido con ella ―¡Dios! Yo y mis imprudencias.
―Perdón ―me disculpo realmente arrepentida. ¿En qué
pensaba? ¡Maldito alcohol! Mejor dicho, maldita yo por beber hasta
perder la cordura y hacer tonterías.
―Ya te dije que no tengo nada que lamentar respecto a ese
cuadro ―asegura con una sonrisa.
―Pero…
―Lo digo en serio ―Me toma de la cintura pegándome a su
pecho―. Puedo pagar eso y más.
―No creo valer tanto ―farfullo más para mí, que para él. Pero
sonríe y mueve la cabeza.
―No digas eso ―Me reprende depositando un beso en mi
nariz―. Nunca me arrepentiré de haberte conocido esa noche ―¡Yo

331
tampoco! No podría―. Le mandare a pintar otro y ya ―dice
restándole importancia. Hablar de cuadros trae las palabras de la bruja
a mi cabeza.
¡No lo digas! ¡Ni se te ocurra, Conny!
Acabamos de arreglar las cosas, no debería echarlo a perder.
Pero esa maldita vocecilla que siempre nos impulsa a meter la pata,
se niega a quedarse quieta, no quiere callarse.
― ¿Qué pasa? ―pregunta al notar me expresión. Bueno, creo
que es mejor saberlo de una buena vez y por él.
―Tengo una pregunta ―Hace una mueca, pero asiente. No
importa lugares, ni fechas, solo necesito una respuesta―. ¿Viajaste
con Laisa? ―¡Mierda! ¿Por qué tenía que abrir la boca? ¡Lo hizo!
Jared fue su acompañante estrella, ese del que siempre presume
¡Joder! Tomo aire y retrocedo un par de pasos.
―Conny ―dice alterado aferrando mis manos. No voy a huir,
ni hare más dramas. Su cara me lo ha dicho y bueno, ¿qué se le puede
hacer?
―No importa ―aseguro con una sonrisa forzada.
―Solo fue…
―Lo sé, lo sé. Sé que lo que no fue en mi año… ―Suspiro y
niego―. Perdón. No importa ―me disculpo. No debería estar
haciendo esto. Niego intentando aparentar que no me importa. Porque
no debería importarme. ¡Maldición! ¿Por qué mi cabeza tiene que
inventarse toda una historieta con imágenes explicitas? ¡Ash!
Jared toma mi rostro entre sus manos y me obliga a mirarlo. Está
tranquilo y sus labios están ligeramente curvados.
―Me encantas ―murmura acercando sus labios a los míos. ¿Le
encanto? Tiene que estar loco para afirmar eso. Soy una persona con
serios problemas de estabilidad y seguridad.
― ¿Con mis berrinches y dramas? ―me burlo.

332
―Si ―dice sin titubear―. Con todo. Eres mi princesa y me
encantas.
―No deberías decirme eso. Puedo ser muy peligrosa, ya lo
viste. No alimentes el monstruo de ojos verdes que llevo dentro
―Suelta una carcajada y mis ojos absorben cada pequeño gesto. Me
fascina cuando esta relajado y risueño. Cuando es mi Jared
despreocupado, ese que solo puedo ver yo.
―No importa. Iré preparándome para correr un maratón.
― ¿Qué?
―No pienso dejarte huir la próxima vez ―declara. Si, Jared, no
me dejes ir.
―Lo siento.
―Debí suponer que cenicienta aparecería en cualquier instante
―Niego avergonzada. Realmente tengo un problema.
―Ahora dime tú, ¿quieres saber…? ―Creo que sería lo más
justo, pero me interrumpe antes de que formule la pregunta.
―Nada ―asegura.
― ¿No quieres saber nada? ―¿Por qué? Debería querer o puede
que no. No comprendo.
―No hace falta ―¿Porque no puedo ser madura y racional
como él?―. Solo una cosa.
―Adelante.
― ¿Me amas? ―Hago una mueca de desconcierto―. Solo eso
―Rodeo su cuello y lo beso.
―Sí, mucho.
Subimos al elevador aun tomados de la mano. Tono su mirada
traviesa deslizarse por mi cuerpo, pero finjo no percatarme. Estar de
este modo con él, enciende ese fuego que siempre surge entre los dos.
Me muerdo el labio cuando la puerta se abre y salimos.

333
― ¿Aun aplican las reglas? ―pregunta fingiendo no tener
demasiado interés en el asunto. ¡Quiere quedarse! Y aunque Dafne
diga misa, creo que tiene en parte la culpa.
― ¿Cuáles? ―Me hago la loca―. ¿No hombres en la casa?
―Si.
―Supongo ―Nos detenemos y abro la puerta, me giro
mirándolo a los ojos. Sus dedos acarician los míos de un modo un
poco provocativo. ¡Dios!
―Entonces… ―Se inclina y acerca su boca a la mía―. ¿Buenas
noches? ―pregunta con tono sensual.
Sus labios chocan con los míos, es un beso suave, que rápido
pasa a algo más intenso. Sus manos rodean mi cintura y su lengua
penetra mi boca. Gimo mientras me levanta, enrosco los brazos y las
piernas en cuerpo y empuja la puerta. Entramos sin separarnos. Jared
empuja la puerta con el pie y avanza rápido hacia mi habitación.
― ¡Lo sabía! ―grita Dafne con una risilla descarada.
Le gritaría algunas cosas, pero estoy demasiado ocupada para
hacerlo. Entramos a mi habitación en medio de trompicones, Jared
pone seguro y sin perder tiempo me deposita en la cama. Ambos nos
desnudamos rápidamente mientras jadeamos y nos comemos con la
mirada. ¡Joder! Es un Dios, un Adonis de carne y hueso, desnudo a
mitad de mi habitación. ¡Solo mío!
―Princesa ―murmura acercándose lentamente. El calor se
concentra en mi sexo y jadeo al ver esa mirada que me desarma, que
me pone a temblar. Esa que me mostro la primera vez que lo vi en la
mansión y cuando me atrapo en su oficina, esa que me asegura algo
muy bueno―. Quiero tenerte.
―Hazlo ―digo sin pudor. Sonríe y tomando mi pie derecho, se
lo lleva a la boca. Sus labios rozan mis dedos; mientras que la punta
de su dedo se desliza por la planta de mi pie. Es como si despidiera

334
pequeñas descargas donde toca. Mi cuerpo arde y ver lo duro que se
ha puesto hace que me quede son aliento.
―Eso hare ―afirma. Sube a la cama, separa mis piernas y se
arrodilla en medio de ellas. Sus enormes manos se deslizan por mis
muslos, aumentando mí excitación. ¡Mierda!
―Jared ―gimoteo al ver que continúa mirándome con
atención. Lo quiero, lo necesito. Quiero sentirlo.
―Tranquila ―Sus manos se posan en mi cadera y sin perder el
contacto visual se inclina hasta que su boca besa mi monte.
¡Mierda!―. Mírame ―pide. Pero es imposible no cerrar los ojos con
todo lo que me provoca. Obedezco y entonces su lengua se mueve
hacia abajo.
― ¡Ah! ―¡Joder! ¡Joder! De nuevo lame y mi cuerpo se
estremece. ¡Su lengua es increíble! Jadeo y tiro de las sabanas cuando
me ataca sin piedad. Succiona, penetra, lame, todo con una cadencia
de locura.
―Te amo, Conny ―declara suspendiendo su rostro sobre mío.
Lo tomo del cuello, fundiendo su boca con la mía. Me encanta. ¡Lo
amo!

Existen muchas cosas bellas que se pueden ver por más


mañanas, como un amanecer, como ver caer el roció de las flores, la
ciudad cobrar vida. Pero ver a Jared junto a mí, sobre mi cama,
despeinado y relajado, no tiene comparación. Su mano descansa sobre
mi cintura, como si incluso dormido quisiera retenerme. Sonrió al ver
su expresión inocente y dulce que el sueño le confiere. Salgo de la
cama sin despertarlo. Me pongo algo de ropa para prepararle algo de
comer, pero Dafne ya está ahí.
―Buenos días ―dice con ironía, al verme entrar en la cocina.

335
―Hola ―contesto avergonzada. Me he esforzado intentado no
causar demasiado ruido, pero no creo que haya funcionado.
―Ni te pregunto qué tal la noche. Porque escuche
perfectamente todos tus sonidos. “¡Oh, sí! ¡Jared, mierda! ¡Más, si,
dame más!”
― ¡Dafne! ―grito histérica. Llevándome las manos a la cara.
¡Qué horror!
― ¿Qué? ―pregunta encogiéndose de hombros―. Eso dijiste.
Niégalo ―me reta. ¡Ash! No, no puedo negarlo.
―Me caes mal ―Se ríe.
―Te dije que era mejor que hicieras las paces y disfrutaras ¿no?
―dice dándole la vuelta al hot cake.
―Supongo. Pero no tenías por qué decirle cosas sobre mí
―reprocho.
― ¿Cómo qué? ―pregunta fingiendo no saber.
―El café, por ejemplo. ¿Qué más le dijiste? ¿Eh?
―Nada. ¿Y tú?
― ¿Qué?
― ¿Le dijiste sobre París? ―¡Mierda! Lo olvide―. Tienes que
decirle.
―Lo sé ―¡Genial! ¿Y ahora como se lo digo? ¿Cómo le digo a
Jasón? No puedo cambiar los planes ahora que nos hemos
reconciliado. Pero, entonces esto es malo, solo podre estar con él un
mes. Fantástico, Conny, fantástico.
―Tengo que contarte algo ―dice Dafne sin mirarme. ¡Ay no!
Que no sea de nuevo ese idiota de Leo.
― ¿Qué? ―pregunto tensa.
―Voy a cenar con Raúl.
― ¡¿Qué?! ―exclamo abruptamente. ¿Raúl? Me mira como si
fuera un bicho raro.

336
―Eso. Me invito a cenar.
― ¡No puedes! ―sentencio.
― ¿Por qué no puede?
― ¿Por qué no puedo? ―preguntan al mismo tiempo Jared y
ella.
Ambos mirándome con expresión desconcertada. ¡Joder!
―Bueno… ―¡Mierda! ¿Y ahora que digo?―. Son cosas de
mujeres ―niego mirando a Jared. Quien frunce el ceño―. Ok,
olvídenlo. Ve y cena con él ―digo saliendo de la cocina.
No es que no me guste Raúl, pero… su actitud para conmigo no
ha sido la mejor y quizás por ello no me guste que le rompa el corazón
a Dafne. Sé que se enamoró de Leo y que ahora solo buscara quien
saque ese clavo. Pero, Raúl, no es buena idea.
― ¿Qué pasa? ―inquiere Jared. Esta apoyado en el marco de la
puerta de mi habitación. Muevo la cabeza. No creo poder explicarme.
―No quiero que la haga sufrir ―Niega y avanza.
― ¿Por qué haría algo así? Solo irán a cenar ―Pongo los ojos
en blanco. Eso no lo creo―. Tranquila. Hablare con él si quieres
―Eso me parece demasiado. Prefiero intentar persuadir a Dafne.
―No es necesario. Y será mejor que te des prisa o llegaras tarde
―Sonríe y me besa.
―De acuerdo, princesa.

Dafne hace oídos sordos mientras intento dar argumentos


absurdos sobre Raúl, e incluso creo que he tenido el efecto contrario,
ahora más que nunca quiere ir. Yo no sirvo para dar sermones y
persuadir a las personas.
Al llegar a la galería me siento animada, de nuevo Laisa no ira
hoy. ¿Se habrá enfermado? Bueno, no le deseo tanto como la muerte,

337
pero prefiero que repose en su casa, todo el tiempo que requiera. Jasón
sale al medio día, así que me quedo sola. Un par de personas me piden
un recorrido que me anima. Me encanta explicar cada obra y los
detalles. Eso me va de lo mejor. No han comprado, pero sin duda
regresaran.
―Buenas tardes ―Levanto la vista del monitor y me pongo de
pie al reconocerlo. Es ese hombre. ¿Ha que ha venido?
―Buenas tardes ―saludo intentando parece normal. Sonríe de
lado y extiende su brazo.
―Eliot Wilson ―Lo recuerdo. ¿Ha venido a buscar a Jasón? No
me gusta. Con solo recordar su expresión y como estuvo toda la tarde,
sé que no es bueno.
―Señor Wilson ―digo con serenidad―. ¿En qué puedo
ayudarlo?
―Me gustaría dar un recorrido por la galería. ¿Es posible?
―Vaya, no lo esperaba.
―Por supuesto ―Puedo hacerlo rápido, antes de que mi jefe
regrese y lo encuentre.
No dejo de pensar que esto es muy raro. No creo que de verdad
tenga interés, puesto que no pide datos extras, ni pone interés en los
cuadros, además, de que no ha dejado de mirarme. ¿Qué le pasa?
―Realmente es un lugar impresionante ―dice mirando el
salón. Sonrió a manera de asentimiento. No han sido fácil las mejoras,
pero si algo debo reconocerle a la bruja es que no tiene tan mal gusto
y sabe lo que hace―. Me han dicho que es gracias a usted.
― ¿Perdón? ¿A mí? ―No. Esto no es por mí.
―Si ―Se gira quedando de frente a mí. Sus ojos verdes me
inquietan, es como un depredador y aunque no me intimida, hay algo
que no me gusta de su expresión.

338
―No lo creo. Todo es gracias a mi jefe ―Niega entrecerrando
los ojos.
―Daren me dijo que usted tiene un gran mérito.
― ¿Daren? ―asiente.
―Sí, somos amigos y me hablo muy bien de ti ―¿Por qué me
tutea? De acuerdo, esto comienza a ponerme un poco inquieta. Lo
peor, estoy sola.
―Si es por su cuadro, Daren tiene mucho talento y yo solo lo
expuse. Además, es solo parte de mi trabajo.
― ¿Sabes? ―De nuevo me está tuteando. No me gusta―.
Pienso abrir una galería. Obviamente no en la ciudad ―¡Qué bien!―.
Y necesito alguien que pueda ayudarme a lograr algo tan hermoso
como esta galería ―¡Oh no! Me mira atentamente ¿Lo dice en
serio?―. ¿Qué dices? ¿Quisieras ayudarme?
―Lo siento. Pero como sabrá…
―Puedo duplicar tu sueldo. Y quedarías como la directora
―¿Qué?―. Tu organizarías los cuadros y todas las esculturas
―¿Esculturas? Mi talón de Aquiles. ¡Joder!
―Le agradezco la oferta. Pero…
―Tranquila ―dice ampliando su sonrisa―. Solo piénsalo
―Me ofrece una tarjeta. No tengo intensiones de dejar a Jasón por él,
ni aunque me pague el triple. Porque hay algo en su relación que no
cuadra. No creo que sea gay, su forma de mirarme no es de ese modo.
―Yo…
―Solo acéptala ―Insiste moviendo el pedazo de papel―. Sin
compromiso alguno. De cualquier forma, si en algún momento
requieres trabajo, estaría encantado de poder tenerte en mi equipo
―“Tenerte” no me gusta el énfasis de sus palabras. Acepto la tarjeta,
puesto que lo único que deseo es que se vaya.

339
―Gracias ―Meto la tarjeta en la bolsa de mi saco, sin verla. No
voy aceptar.
―Entonces, me retiro ―dice dándome su mano. Le doy la mía
a regañadientes―. Espero lo consideres ―No o hare.
―Lo acompaño a la puerta ―Nos encaminamos a la salida, pero
entonces Jared aparece. Sonrió como una tonta, pero él no me mira.
― ¡Jared Leiner! ―susurra Eliot y el rostro de Jared se tensa.
¿Se conocen? ¡Ay no! Creo que esto no me gustara.

340
Capítulo 28
De nuevo el ambiente es tenso, justo como cuando Jasón y él se
vieron aquel día. Si este tipo me daba mala espina antes, ahora al ver la
expresión de Jared me gusta menos. ¿Quién es? ¿Y cómo es que se
conocen?
―Eliot ―dice secamente Jared. Su expresión ha pasado de
sorpresa a indiferencia. Esa que le muestra a la mayoría de las
personas. Eliot avanza un par de pasos y vuelve la mirada hacia mí.
―Una verdadera sorpresa encontrarnos aquí. ¿No te parece?
―No me gusta el tono burlón que utiliza, ni la forma en la que me
mira. Es obvio que se ha percatado de que hay algo entre nosotros,
pero ese no es su problema.
―Eso parece ―responde Jared con tranquilidad.
―Entonces, me retiro. Nos vemos, señorita Damme ―dice con
una sonrisa torcida. Asiento manteniendo neutra mi expresión―.
Hasta luego, Leiner ―Sale sin apartar sus ojos de Jared, quien
también lo sigue hasta que desaparece.
¿Qué fue eso? Ha sido muy raro.
Observo a Jared, no quiero crear tormentas donde no las hay,
porque no tengo idea que ocurre, pero no me ha gustado la actitud de
Eliot. ¿De dónde se conocen? ¿Por qué ha puesto esa cara Jared? No
entiendo nada. Jared me mira con cautela y avanza. ¿Me lo dirá o
evadirá el tema?
―Hola, princesa ―saluda ofreciéndome una rosa. Me gusta su
detalle, pero aún estoy intrigada por lo que ocurrió. Sé que no tiene
por qué contarme toda su vida, no pretendo eso, pero no me gustarían
más sorpresas incomodas.
―Hola ―respondo tomando la flor e intento sonreír,
observándolo expectante.
― ¿Estás sola? ―pregunta mirando detrás de mí.

341
―Si ―Se relaja y tira de mí, hasta que me tiene pegada a su
cuerpo.
― ¿Conoces a Wilson? ―Asiento y siento como sus brazos se
tensan un poco.
―Creo que conoce a Jasón y hoy vino para ver los cuadros
―Baja la mirada y parece pensarlo.
―Tengo que contarte algo sobre él ―¡Lo sabía! No me gustara,
eso creo. Pero debo mantener la cabeza fría y no armar un lio como
la vez pasada. “Lo que no fue en mi año, no fue mi daño”. Odio esa
frase.
―Te escucho ―digo sorprendentemente serena―. ¿Quieres
sentarte? ―Mueve la cabeza en señal de negación y aumenta la fuerza
con la que sus brazos me rodean. ¿Cree que huiré de nuevo? ¿Tan
malo es?
Se toma su tiempo, observando mi rostro y yo intento no delatar
mi curiosidad.
―Me acosté con su mujer ―¡Genial! Lo ha dicho de golpe. ¡No
hagas dramas! Tengo muchos pensamientos pululando en mi cabeza,
como un enjambre de avispas asechando. Es obvio a lo que se refería
Carver cuando dijo que Jared era peor que él. ¿Cuántas más? Digo,
¿qué hombre guapo y millonario no tendría mujeres haciendo fila para
dormir con él? Más aun, uno tan bueno en la cama como Jared.
Aunque no me guste, tengo que admitirlo. Jared tiene su historial y
creo que debo hacerme a la idea―. ¿Conny? ―pregunta mirando
preocupado.
―Te escuche ―susurro. Esto es muy raro, pero entiendo la
reacción de Eliot al verlo aquí. Entonces ¿Otra? ¿A qué se refería
cuando dijo eso a Jasón? ¿Otra? Esto parece un rompecabezas y no
puedo encajar a Jasón en todo esto, obviamente prefiero omitir donde
entra Jared. ¡Rayos!

342
―Conny ―repite sujetando mi barbilla, haciendo que lo mire a
los ojos―. Dime algo ―pide impaciente. Tengo una lista enorme de
palabras que podría decir, pero estoy desviando el tema hacia mi jefe.
― ¿Esposa? ―Eso es lo único que se me ocurre preguntar.
Fantástico. Desliza sus pulgares por mis mejillas y pega su frente a la
mía.
―Por favor, no pienses en ello ―Eso es complicado. Ahora mi
mente no deja de hacer cuentas y las cifras me asustan. Pero debo
recordar que eso fue antes de mí, antes de un “nosotros” y que no debe
importarme―. Sabes que eres la única ―Quiero creerlo firmemente.
Lo amo demasiado y eso me asusta.
―Si ―digo sujetando su rostro y dándole un beso en la mejilla.
Debo de dejar mis pensamientos oscuros en un rincón y hacerme a la
idea de que la lista de mujeres de Jared, supera la mía por mucho. No
es una competencia, así que no importa. ¡No importa!―. Tengo que
decirte algo ―Se aparta mirándome expectante. Sus manos sujetan
con firmeza mi cintura. De nuevo está siendo previsor.
―Te escucho ―dice rígido. Pero, soy yo quien teme su
reacción.
―Veras… ―No sé exactamente por dónde empezar a explicar
todo el enredo que se ha hecho―. Yo voy… a mudarme a Paris… en
un mes ―¡Lo he dicho! Espero que haga algo, pero su expresión se
suaviza―. ¿No dices nada? ―Sonríe mirándome con ternura.
― ¿Qué quieres que diga?
―No lo sé.
―Puedo mudarme contigo.
― ¿Qué? ―Se encoge de hombros y tira de mí, hasta que sus
labios cubren los míos. ¿Mudarse? ¿Conmigo? ¡Dios! Eso me
encantaría, pero…―. Jared.

343
―Quiero decir que no te dejare ir y si debo ir hasta París para
seguirte, lo hare ―¡Loco! ¡Mi hombre loco!
―No quiero que hagas eso ―Jamás he sido egoísta y ese es un
punto bueno sobre mi persona, nunca lo obligaría a seguirme―. No
puedes cambiar tu vida por mí, seria egoísta de mi parte ―Niega y
sonríe.
―Mi vida eres tú, princesa. Donde vayas iré. No puedo estar sin
ti ―Esto es mucho, mucho más de que espere, esto… ¡Dios!
― ¡Te quiero! ―susurro aferrándome a su cuello. Sus brazos
también responden apretándome y su boca besa mi cabeza.
―Y yo a ti, princesa ―De acuerdo. El asunto de Eliot ha
quedado atrás, aunque su petición me ha dejado intranquila. No
pienso aceptar, pero quizás deba preguntarle a Daren al respecto―.
¿Comemos? ―Hago una mueca.
―Estoy sola, no puedo irme ―Si la bruja viene le da un ataque.
―Podemos pedir algo ―Eso me gusta.
―Está bien.
Mientras hago espacio en la mesa, él pide algo de comer y luego
se pasea por el salón. Verlo moverse con su típico porte elegante, me
recuerda la primera vez que nos encontramos aquí y no sabía dónde
meterme. En esa ocasión estuve a nada de huir sin importarme que
pensara Jasón. Eso sí que fue de locura. ¿Quién imaginaria que sería
él, el cliente tan importante que Jasón esperaba? Ese hombre con el
que había dormido, el hermano de Carver y él hombre del que me
enamoraría perdidamente.
― ¿Pensabas irte por mi culpa? ―pregunta sin ocultar su
interés.
―No. Esos han sido mis planes desde hace meses, pero…
―Creo que no puedo omitir mi metida de pata―. Con lo sucedido,
Jasón adelanto un poco las cosas.

344
― “Un poco” ―murmura pensativo.
―Lo siento ―Jasón lo hizo pensando en mí y aunque estaba
muy agradecida y ansiosa porque llegara la fecha, ahora tengo
sentimientos encontrados.
―No tienes nada que lamentar ―asegura dejando a un lado su
plato de comida―. Ven ―Tira de mi mano y me dejo llevar hasta que
mis piernas quedan a los lados de su cintura y mi trasero sobre sus
piernas.
―Te equivocas ―murmuro―. Solo precipite las cosas.
―En realidad, yo también tengo parte de responsabilidad
―dice acariciando mi barbilla―. Así que no se sientas mal. Te lo
dije, no pienso dejarte ir ―Sonrió como una tonta. Tampoco quiero
dejarlo ir.
Jared me hace sentir tan plena, no solo en el ámbito sexual, sino
en todos los sentidos. Demuestra su interés y preocupación por mí, de
mil formas, además de ser caballeroso y apasionado, sus atenciones
nunca dejan de sorprenderme. Sin duda, es el mejor hombre sobre la
tierra y soy la afortunada.

―Entonces, no me dejes ir ―susurro y me lanzo sobre su boca.


Mi lengua roza su labio y deja escapar un sonido ronco que me hace
reír.
―Sin importa lo que pase ―murmura sobre mis labios―.
Quiero que confíes en mí y que siempre escuches lo que tenga que
decir ―Hago una mueca y niego. No me gusta cómo suenan sus
palabras.
― ¿Pasara algo malo? ―pregunto tensa.
―Carver no parece estar dispuesto a ceder ―¿De nuevo
Carver? Suspiro. ¿Qué tengo que hacer para que lo entienda?

345
―Te amo, Jared. Te amo como nunca he amado a nadie y solo
me importas tu ―No quiero arruinar el instante mencionándolo, así
que deseo dejar claro que solo lo amo a él. Sonríe y sujetando mi nuca
une nuestras bocas de nueva cuenta. Esta vez sus manos de mueven
por mi espalda hasta mis muslos y las mías se deleitan con sus
hombros, con su espalda.
―Te amo ―dice levantando mi falda y yo ataco su corbata con
impaciencia. Esa chispa, ese calor que nos consume cuando nos
tocamos aparece y lo único que deseo es sentir su piel contra la mía,
sentirlo dentro de mí.
― ¡Lindura! ―Pego un salto y me giro encontrando a mi jefe
con cara de susto en la puerta. ¡Mierda!
― ¡Jasón! ―Niega cubriéndose los ojos.
― ¡Dios mío! Recompónganse ―Se gira y sale. ¡Ay no! Me
pongo de pie y me acomodo la ropa.
― ¡Mierda!
―Tranquila ―dice Jared tomándome de la mano. No puedo
estar tranquila. Otro poco y nos encuentra en una situación peor y eso
si hubiera sido una catástrofe.
―Sí, yo hablo con él.
―Voy contigo ―Niego. Moriré de la vergüenza, si Jasón me
reprende.
―Dame un minuto con él ―Sin esperar una respuesta salgo y
encuentro a Jasón un par de metros.
―Jasón… ―Comienzo a decir.
―Lamento ser inoportuno ―dice con expresión muy seria. ¡Oh
no!
―Perdón…

346
―La culpa es mía ―interviene Jared, situándose a mi lado.
Jasón niega y se echa a reír. Una risa descontrólala que provoca que
sus ojos se llenen de lágrimas.
― ¡No lo puedo creer! ―dice sacudiendo las manos. Estoy sin
habla. ¿Por qué se ríe?
―Creo que será mejor que me vaya ―susurra en mí oído Jared.
Pues mi jefe aún está riéndose.
―Si.
―Paso por ti más tarde ―asiento y lo veo salir, dedicándole una
mirada a Jasón, quien continua perdido. Es bueno que ría, pero no
cuando es a costa mía.
―Así que ya arreglaron las cosas ―dice una vez que logra
recobrar la compostura, varios minutos después.
―Si ―Deja escapar un profundo suspiro.
―Me alegro ―Es sincero, pero de pronto se pone serio―.
Entonces…
―Descuida. No cambia mis planes de mudarme a Paris
―afirmo. Desde luego que no obligare a Jared a seguirme, pero
encontrare una forma de lograrlo. Sujeta mi mano y asiente.
―Me da gusto verte sonreír de nuevo.
―A mí más ―Aunque sea de mi―. Lo siento.
―No importa.
―Jasón.
―Dime.
― ¿Puedo hacerte una pregunta? ―Sus labios forman su sonrisa
traviesa y sus ojos brillan.
―Claro ―Espero que siga tan dispuesto cuando le suelte la
bomba.

347
― ¿Quién es Eliot Wilson? ―Tal como lo pensé. Su sonrisa ha
desaparecido y se ha puesto pálido. ¿Tan malo es? ¿Dafne tiene razón,
fue su pareja?―. No quiero ser entrometida, pero yo estuvo aquí.
― ¿Te dijo algo? ―«Si, que trabaje con él».
― ¿Fuera de lo normal? ―asiente―. No. Solo vio los cuadros
y hablo de la galería y lo bonita que lucía.
―Entiendo.
―Jasón…
―Prefiero no hablar de ello ―No puedo obligarlo.
―De acuerdo.

La tarde pasa demasiado rápido y antes de que lo piense, Jared


esta junto a la puerta de la oficina, observándome responder correos.
―Hola ―saluda con mi sonrisa favorita. Apago el monitor y
corro hasta donde se encuentra.
―Hola ―respondo con un beso.
― ¿Y tú jefe? ―Me encojo de hombros.
―Se fue.
― ¿Te llamo la atención? ―pregunta con preocupación.
―No. Parece que lo divertimos un poco ―explico regresando
hasta el escritorio para tomar mis cosas―. A veces no lo entiendo.
―Es un poco particular ―Concuerda.
Salimos del edificio, después de saludar al velador y abordamos
su auto. Charlamos de cosas triviales mientras conduce hacia su
departamento. Ha pedido que me quede con él y puesto que no deseo
incomodar a Dafne o ser blanco de sus burlas, he aceptado más que
encantada.
― ¿Puedo preguntarte algo? ―dice de pronto con voz
cautelosa. Me giro sobre el asiento y lo miro.

348
―Si.
― ¿Por qué no quieres que Dafne salga con Raúl? ―¡Mierda!
Seria infantil decirle que no me gusta para ella, o peor, contarle sobre
su actitud cortante conmigo. No quiero crearle más conflictos y hasta
el momento, es el único amigo que le he conocido.
―Bueno…
―Es un buen tipo ―asegura.
―Es tu amigo ―debato. Frunce el ceño y me observa más
detenidamente―. Quiero decir, que al ser tu amigo, obviamente
hablaras bien de él.
―No necesariamente.
―En realidad, no creo que sea buena idea.
― ¿Por qué? ―¡De acuerdo! No tengo argumentos buenos.
Salvo el hecho de que es un pesado y sangrón, que evidentemente,
tiene cierto cariño por ambos hermanos, es decir, que no le agrado por
provocar disputas entre ellos. Hasta cierto punto, lo comprendo, pero
no me gustado su manera de tratarme. Y no se lo puedo decir a Jared.
―Está bien. No intervendré más. ¿Contento? ―pregunto
cruzándome de brazos.
―No debes de preocuparte por tu amiga. Créeme, si Raúl fuera
un mal hombre, yo mismo lo hubiera cortado. Y además, yo creo que
ella puede decidir.
―En otras palabras: “No seas metiche” ¿Cierto? ―digo con
ironía.
―Nunca dije eso ―Lo fulmino con la mirada, pero no digo más.
Tiene razón, debo dejar a Dafne manejar sus relaciones, creo que ella
sabe más que yo.

349
― ¿Estas molesta? ―inquiere al abrir la puerta. Lo miro sin
contestar―. ¿Princesa?
―No ―respondo con una sonrisa y sacándole la lengua.
―Mmm ―Me toma de la cintura y hunde su rostro en mi
pelo―. Ambos son adultos ―murmura aun pegado a mí―. No te
preocupes.
―Ya entendí.
Cierra y pone seguro al auto y entramos al edificio, pero antes
de que pueda pulsar el botón del elevador, tira de mi mano.
―Pero…
―Hoy tomaremos una ruta distinta ―dice conduciéndome
hacia un costado.
― ¿Escaleras? ―pregunto casi gritando. ¿Está bromeando?
―Si ―responde con una sonrisa.
―Son 30 pisos ―me quejo sin avanzar. Sonríe de lado y empuja
la puerta.
―Solo 24 ―Pongo los ojos en blanco. Siguen siendo
demasiados para mi poca condición física.
―Llegaremos mañana ―farfullo y eso lo hace soltar una risota.
― ¿Tanto así?
―Si.
―Te gustará ―De nuevo, ruedo los ojos.
―No lo creo ―Mis pobres piernas apenas comienzan a
recuperarse después de la molida que les impuse con mi locura de
correr sintiéndome Forrest Gump.
Ignora mi mala cara y entramos.
―Aquí no hay cámaras ―dice pero yo sigo sin entender. Sin
que lo espere, me empuja contra la pared y desliza sus manos por mi
cadera―. Podemos portarnos mal ―murmura con voz sugerente.
― ¡¿Qué?! ―Rio divertida por su expresión.

350
―Eso… ―Me besa el cuello y yo tiemblo. Creo que podría
gustarme. Se aparta y tira de mi mano―. Vamos ―Avanza
llevándome con él.
―Creí que nos portaríamos mal ―protestó.
―Y eso haremos, pero… ―Justo llegamos al segundo piso y de
nuevo me pone contra la pared. Clavando sus hermosos ojos azules
en los míos. Haciéndome perder el piso y olvidarme de mis
protestas― mientras avanzamos ―Roza mi mejilla despacio―. Te
daré incentivos cada vez que subas un piso ―Mi sonrisa crece al
instante.
― ¿Qué tipo de incentivos? ―pregunto perversamente. Besa la
comisura de mis labios y antes de que pueda retenerlo, se aparta―.
¡Oye! ―Me quejo, pero el tira de mí.
―Vamos de poco a poco, apenas es el segundo piso ―Hago un
gesto de agotamiento y él ríe―. Vamos, princesa.
― ¿No debería el príncipe cargar a la princesa? ―pregunto
maliciosamente. Se detiene y me observa, pongo mi mejor cara de
niña buena, pero no funciona.
―Si lo hiciera ―dice poniéndose en marchar―. No habría
incentivos.
―La princesa podría dárselos al príncipe ¿Sabias? ―Gruñe. Lo
estoy provocando. No puedo continuar, me pone contra el concreto y
esta vez su lengua me hace considerar mis palabras. No creo poder
hacer lo que acaba de hacerme.
―No se arrepentirá la princesa ―declara con toda seguridad.
No digo nada, dejo que me lleve consigo.
Sorprendentemente vamos en el piso 19 y yo aún tengo fuerzas.
Y es que con esos incentivos, cualquiera subiría 30 pisos sin protestar.
Su saco y corbata han desaparecido; lo mismo que mi saco, los
botones de mi blusa están abiertos y he estado a nada de perder el

351
sujetador. El piso 19 ha sido bastante productivo, mis pechos han sido
venerados por sus labios. Así que no puedo esperar por el piso 20.
Ahora, soy yo quien avanza a delante de él, quien lleva la ropa y me
mira con una sonrisa divertida.
―Lo has logrado ―murmura acercando sus labios a los míos.
Asiento con una sonrisa traviesa. Jared ha perdido la camisa y mi
blusa también desapareció. Estoy caliente, no sé si es por el ejercicio
o porque me ha estado provocando y no puedo esperar por la mejor
parte.
―Eso creo ―jadeo. Ataca mi boca y me levanta, tomándome
de las caderas, rodeo su cintura y siento como salimos de las escaleras
y avanzamos hacia su puerta. No aparta su boca mientras abre, pero
al empujar la puerta, su boca se paraliza y sus ojos reflejan la sorpresa.
Miro por encima de mi hombro, buscando la causa de su reacción y
al verlo mis instintos asesinos hacen acto de presencia. ¿Por qué esta
aquí?
― ¡Vaya! ¡Vaya! ―dice mientras aplaude. Jared me pega a su
pecho, intentando cubrir mi pecho y eso provoca que suelte una
carcajada―. Descuida. Conozco su cuerpo perfectamente ―¡Cabrón!

352
Capítulo 30
No puedo creer que diga eso, no puedo creer lo gilipollas que es.
¡Maldito! ¡Maldito! ¿Cómo puede ser tan infeliz? ¿Cómo? Ojala pudiera
negarlo, ojala no fuera verdad lo que ha dicho. En este instante quiero
golpearlo a él, por ser un idiota y a mí, por ser una tonta. ¿Realmente
estaba ciega? ¿Cómo es que nunca vi quien era de verdad? Me siento
como la peor de todas, me siento culpable, no por ese idiota que no
merece nada, sino por Jared. ¡Jared!
― ¿Qué haces aquí? ―cuestiona Jared con voz severa,
interrumpiendo mis lamentaciones. Carver ladea la cabeza y esboza
una sonrisa irónica. ¡Quiero darle una bofetada y borrarle su estúpida
sonrisa! ¡Maldito!
―Nada ―contesta con indiferencia―. Solo pasaba para
saludarte. Pero veo que no pierdes el tiempo…
―Cuidado con lo que dices ―advierte Jared, quien lucha por
mantener la calma. Sin embargo, el latido de su corazón me indica
que no lo conseguirá por mucho tiempo. Tengo que hacer algo, pero
¿Qué? Podría bajarme y sacarlo a empujones o darle una buena patada
entre las piernas, pero Jared no parece tener intensiones de soltarme,
sus brazos se mantienen firmes en mi cadera. ¡Esto es horrible!
― ¿Por qué? ―lo provoca divertido Carver. ¡Esto es malo! ¿No
se ha dado cuenta del estado de Jared? ¿Está loco?―. ¿Acaso no
puedo decir la verdad, hermanito? ―¿Verdad? La única verdad es que
es un idiota. Alguien que no tiene consideración por su propio
hermano.
―Carver ―lo corta Jared. Se ha puesto tenso y eso solo hace
que la sonrisa burlona de Carver se amplié.
― ¡Ah! ―dice moviendo los pies y metiendo las manos en los
bolsillos―. Ya entiendo. ¿No quieres que Conny sepa que cada noche
que no estas con ella traes a alguien distinto aquí? ¿Es eso? ―¡Es un

353
maldito! ¡Quiero golpearlo! ¡Quiero matarlo! Desvió la mirada de su
cara y miro a Jared. Sé que eso no es verdad, solo intenta provocarme.
― ¡Sera mejor que te vayas! ―ruge Jared perdiendo la calma.
―Tranquilo ―murmuro mirándolo con preocupación. Su
pecho sube y baja muy rápido. Está furioso, más furioso que aquel día
en la galería. Esto podría terminar mal. No quiero más peleas, ni
siquiera aunque ese cabrón se lo tenga merecido. Apoyo mis manos
en sus hombros, intentando relajarlo―. Tranquilo ―repito en voz
baja, pero él no me mira, mantiene sus ojos en Carver.
―Dejare que juegues un poco más con él y esperare paciente a
que vuelvas a mí ―¡Hijo de…! ¿Realmente piensa que hare eso? ¡No
lo puedo creer!
―Ca… ―Jared intenta contenerlo, pero lo interrumpo.
― ¡Eso no ocurrirá, Carver! ―exclamo con seguridad. Giro el
rostro y lo miro directamente a los ojos―. Jamás regresaría contigo.
Amo a Jared. Así que no pierdas tu tiempo, no voy a regresar contigo
―La sonrisa burlona ha desaparecido de su cara, se ha quedado
pasmado ante la contundencia de mis palabras.
Pocas veces me he mostrado tan decidida delante de él. Antes
temía herirlo, antes no tenía el valor, pero eso ha cambiado. Sé que lo
he herido, lo conozco, lo veo en sus ojos. Pero quizás, esta sea la única
forma en la que entienda que ha perdido, que no tiene nada que hacer
respecto a mí.
Sin decir nada pasa junto a nosotros y se marcha.
¡Dios! ¿Acaso no se cansa de esto? ¿Por qué insiste? ¿Cuál es
su afán? ¿No tiene otras mujeres? Suelto el aire y me remuevo, Jared
comprende y me baja.
―Conny ―susurra. No puedo verlo a los ojos. Esto es mi culpa.
Solo mía. Más allá del hecho de que Carver es un idiota, está el hecho

354
de que yo fomente esto. Siempre permitiendo que volvería, siempre
concediéndole el perdón. ¡Que estúpida soy!
―Perdóname ―me disculpo aun sin mirarlo.
― ¿Por qué te disculpas? ―inquiere con voz amable. Lo que
aumenta mi culpabilidad, él debería estar molesto, debería
recriminarme, debería gritar o irritarse. Niego. Cuanto desearía borrar
mi pasado, nunca haber conocido a Carver. No lastimar a Jared con
estos encuentros―. Está bien, princesa ―susurra acariciando mis
mejillas con ternura. Nos miramos en silencio. ¡No lo merezco! Jared
es tan bueno―. Vamos ―Me hace avanzar y cierra la puerta―.
Tenemos que darle un baño a la princesa antes de dormir o mañana
no podrá caminar mañana ―Esbozo una sonrisa desganada. No tengo
fuerzas para nada.
Dejo que me conduzca hasta la habitación. Me quedo inmóvil a
mitad de la estancia, mientras él entra al baño. Ha dicho que espere
mientras prepara la ducha, pero no puedo, tengo muchos sentimientos
encontrados. Lo amor y no quiero perderlo. Entro y lo encuentro
apoyado contra el mármol. Me acerco y lo abrazo por detrás. No dice
nada, se queda inmóvil. Aunque intenta parecer tranquilo, debe
dolerle y me odio por eso.
―Te amo ―declaro escondiendo mi rostro en su espalda y
abrazándolo con fuerza. Sujeta mis manos y se gira.
―Lo sé ―Toma mi rostro entre sus manos y su boca hace magia
sobre la mía. Nos movemos mientras nos quitamos la ropa. Me apoya
contra la pared, el agua empapa nuestros cuerpos―. Te amo ―intenta
confortarme, intenta romper la tensión que se ha formado, intenta
borrar las palabras de su hermano. Yo también quiero reconfortarlo.
Así que me olvido de Carver y de sus provocaciones, me entrego por
completo a Jared.

355
El calor de nuestros cuerpos se mezcla con el agua de la ducha.
Sus manos recorren cada parte de mi cuerpo, mientras su boca se
concentra en la mía. No es brusco, como en otras ocasiones cuando
ha intervenido Carver, ahora no intenta probar nada, lo sabe, sabe que
soy suya, sabe que lo amo. Levanta mi cuerpo sin apartar su boca y
entonces entra en mí. Me aferro a sus hombros y me deleito con su
piel. No quiero dejarlo, no quiero perderlo. Lo amo, lo amo
demasiado.

Casi no he dormido. No dejo de pensar en la situación. Es su


hermano y los lazos de sangre no pueden romperse, tampoco quiero
que lo haga, sé que Jared lo quiere, pero tampoco quiero que las cosas
sigan así. ¡No sé qué hacer! Quiero hacer algo, quiero arreglar esto,
pero no sé cómo. No comprendo el comportamiento de Carver. No
entiendo porque sigue insistiendo. ¿Por qué ahora? ¿Por qué?
Miro a Jared, quien duerme profundamente abrazado a mí. Su
brazo sujeta con firmeza mi vientre y su rostro descansa sobre mi
pecho. Tiene miedo. Lo vi en sus ojos anoche. No voy a dejarlo, no
podría. Pero, tampoco quiero que sufra.
Salgo de la cama y entro a la cocina. Aún es temprano y él
continua dormido, parece cansado, así que lo dejare dormir otro poco.
Miro el reloj, quizás me dé tiempo de preparar algo de desayunar. Sin
embargo, olvidaba que Jared no cocina y su refrigerador me lo
recuerda. Suspiro y apoyo la frente en la puerta. ¿Qué hago?
Escucho cerrarse la puerta y me tenso. ¿Adónde ha ido Jared?
antes que se pueda moverme, veo pasar la figura de Jared. Entonces
¿quién acaba de entrar? Rápido me dirijo a la sala, donde veo a Jared
y a quien acaba de entrar.

356
―Hola, querido ―Una mujer. Lleva una gabardina negra,
tacones altos, un maquillaje demasiado llamativo y el cabello rubio
suelto. No quiero saber lo que hay debajo de esa prenda o mejor dicho,
lo que no lleva puesto. Jared nota mi presencia y su expresión se torna
rígida. ¡Mierda!―. ¿Y esta, quién es? ―pregunta la tipa mirándome
con desdén.
―Conny… ―balbucea Jared al ver mi mueca de disgusto.
Muevo la cabeza. Es evidente que la conoce, pero no es eso lo que me
enerva, si su prepotencia. ¿Quién rayos se cree? Avanzo hasta
ponerme delante de ella.
―Está ―digo señalándome con el dedo―. Es la mujer que ama
―Suelta una carcajada estridente.
―Ay querida… ¿Realmente crees eso? ―¡La mato!
― ¡Cállate! ―exclama furioso Jared.
Sonrió con malicia y acorto la distancia entre las dos.
―No lo creo, estoy segura. Así que… ―Tiro de su pelo y la
empujó hacia la puerta―. ¡Largo!
― ¡Oye! ―Se queja mirándome con los ojos muy abiertos. Si
pensaba que me intimidaría, no lo conseguirá. He superado el asunto
de la bruja, ella no vendrá a quitarme lo que es mío.
― ¡Jared es mío! Así que ve a mostrarle tus cosas a otro ―Abro
la puerta y la empujo, haciendo que salga al pasillo y cierro dando un
portazo.
¡Estoy furiosa! Esa mujer sabe la contraseña de su casa, ni
siquiera yo la sé, pero ella ha entrado como si tuviera derecho.
¡Increíble!
―Con… ―No escucho a Jared, paso furiosa rumbo a la cocina.
Quiero explicaciones, pero su expresión me indica que no tiene idea
que hacia aquí. Esto es demasiada coincidencia. ¡Carver! Seguro él la
ha enviado. ¡Maldito!―. ¡Conny, espera! ―Ignoro la voz de Jared.

357
Estoy furiosa y no quiero desquitarme con él. Busco un vaso para
llenarlo con agua, pero resbala y se rompe. Siento que la sangre me
hierve. Me apoyo en la cimera y cierro los ojos. Siento la presencia
de Jared detrás de mí.
―No voy a disculparme por eso ―anuncio refiriéndome a sacar
a esa tipa. Sus manos se deslizan por mi vientre hasta que lo tengo
pegado a mi espalda.
―Lo siento.
―Ya sé que no la trajiste tu ―farfullo―. Pero tienes que
cambiar la maldita contraseña ―Sus labios se posan en mi nuca y
siento como sonríe.
― ¿Recuerdas que te mencione lo ser posesiva? ―Sonrió
involuntariamente. Si, supongo que justo acabo de darle una
demostración.
― ¿Has cambiado de parecer? ―bromeo.
―No, me encanta.
―Estás loco ―Me gira y toma mi rostro entre sus manos―. No
quiero saber quién es ―murmuro poniéndole mala cara. Así como él
no desea tocar el tema de Carver, yo tampoco quiero saber nada de
esas tipas―. Pero más vale que no aparezca de nuevo o no respondo
de lo que pueda hacer.
―Entiendo ―dice conteniendo la risa. Me observa fijamente y
noto algo de inquietud. Ha salido corriendo de la habitación y en ropa
interior.
― ¿Creíste que me había marchado? ―inquiero. Asiente
despacio y el remordimiento me invade―. No voy a irme ―aseguro
acariciando su mejilla―. A menos que tú quieras que lo haga.
―Pase lo que pase, voy a amarte ―dice con firmeza―. Ha sido
difícil tenerte, no voy a perderte ―Mis ojos se llenan de lágrimas y
escondo el rostro en su pecho.

358
―Gracias ―murmuro.
―Gracias a ti, por llegar a mi vida ―¡Dios! ¡Lo amo!―.
Conny.
― ¿Si? ―pregunto sin mirarlo.
―Múdate conmigo ―susurra muy quedo. No tengo mucho que
pensar.
―Si ―respondo sin dudar. Retrocede mirándome sorprendido.
― ¿Qué dijiste? ―pregunta con una sonrisa. Me encanta
cuando sonríe.
―Si. Me mudare contigo ―Sus ojos rebosan de alegría―. Te
advierto que no soy tan ordenada como tú crees y que me gusta la
comida chatarra ―Ríe y me besa.
―Creo que puede gustarme también ―Sonrió―. Hoy mismo
pediré que traigan tus cosas.
― ¿Hoy? ―Vaya que tiene prisa. Aunque si lo pienso, después
de esto, creo que mientras más pronto estemos juntos será mejor. No
voy a permitir que Carver siga atormentándolo. Porque algo me dice
que no es la primera vez que viene aquí y que discuten.
―Si. Yo me encargo de todo.
―Pero… ―Sonríe―. ¿Dafne? ―Se encoge de hombros. Claro,
esa traidora dejaría que sacara todas mis cosas encantada―. ¿Desde
cuándo son tan cercanos? ―pregunto mirándolo acusadoramente.

Jared me ha dejado en la entrada del edificio, es tarde. Solo


tengo tiempo para cambiarme de ropa y salir corriendo. Entro y veo
que la puerta de la recamara de Dafne se abre. Tengo que contarle…
―Daf... ―No termino la frase, pues no es ella quien ha
salido―. Raúl ―murmuro. Me mira nervioso mientras termina de
ponerse el saco. ¡Lo sabía! Es chica.

359
Sin decir nada, entro a mi habitación. No tengo tiempo para
protestar, he prometido no intervenir en sus cosas.
― ¿Te vas? ―pregunta Dafne cuando salgo. Está sentada en la
sala, sola.
―Si ―Aún está en pijama y a pesar de su aspecto desalineado,
parece feliz. ¡Chica mala!
―Tengo que contarte ―Puedo darme una idea.
―Yo también, bastantes en realidad ―digo recordando todo lo
que ha ocurrido desde anoche.
― ¿Nos vemos para comer?
―Si.
―En el restaurante cerca de la galería.
―Vale. Nos vemos

Laisa hoy tampoco está. No sé si me está evitando o que es lo


que ha sucedido, aunque no creo que sea el caso. Imagine que estaría
encantada de echarme en cara que ha salido con mi Jared. Me olvido
de ella y me dirijo al estudio de Daren. Tengo que recoger los cuadros
y llevarlos antes de la hora de la comida.
―Conny ―saluda con su típica sonrisa.
―Hola ―Se limpia las manos y se acerca a mí.
―Ya los tengo listos ―dice señalando hacia un costado.
Asiento, pero no me muevo―. ¿Pasa algo?
― ¿Podemos hablar? ―Me mira intrigado.
―Claro. ¿Limonada?
―Por favor.
Nos instalamos en la mesita de siempre y mientras espero, que
sirva, ordeno mis pensamientos.

360
―Tú dirás ―dice después de darle un sorbo a su vaso. No sé
cómo exponer el tema sin que suena absurdo o raro.
― ¿Conoces a Eliot Wilson?
― ¡Oh! Por supuesto ―Malo. Parece llevarse bien con él.
―Me dijo que le hablaste muy bien de mi ―digo un poco
incomoda.
―Si. Me comento que estaba buscando alguien que lo ayude
con su nueva galería y viniste al tema tú. ¿Pasa algo? ―Eso quiero
saber.
―No. Solo quería saber si era cierto que lo conocías ―Finjo
una sonrisa.
―No tienes nada de qué preocuparte. Es un buen hombre y su
proyecto es muy interesante. Estoy preparando algunas obras para él.
―Entiendo ―Quizás es solo mi paranoia o el hecho de saber
que él no tiene una buena relación con Jared.
―Sería maravilloso que tú colaboraras ―No lo creo.
La conversación de Daren no ha aclarado mis dudas. En realidad
no sé qué deseaba escuchar. Sin embargo, para empezar necesitaba
saber si era cierto el asunto de su galería, desde luego que no trabajare
con él, pero hay algo que no me gusta. No solo por Jared, sino por
Jasón. Pero no creo que Daren me mienta. Así que sigo sin saber que
lo conecta con mi jefe y porque él no quiere tocar el tema. Quizás lo
mejor es dejarlo por la paz.

― ¡Hola! ―saludo a Dafne, quien ya está en la mesa del


restaurante. Me he retrasado unos minutos.
― ¡Hi! ―responde dejando de lado su móvil. Me acomodo
frente a ella.
―Lo siento. Tuve que pasar a recoger unos cuadros.

361
―Descuida ―dice restándole importancia―. Acabo de llegar.
¿Qué quieres de comer? ―pregunta ofreciéndome el menú.
―Mmm… una ensalada. No tengo mucho apetito ―Dafne hace
una señal a la mesera y después de recitarle la orden me mira con una
sonrisilla.
―Ya supe que te mudaras ―dice con picardía―. Tu hombre
esta que no cabe de felicidad.
―Así que ya se puso en contacto contigo ―Se ríe.
―Si. Ya comenzó ―Debí suponerlo. Es un loco―. Me da gusto
que te decidieras.
― ¿Para poder hacer de las tuyas? ―bromeo. Pone los ojos en
blanco.
―No digas nada, mira que tú me ganas en ese sentido. Ya soy
alguien puro e inocente.
―Sí, claro. Pero anoche… ―Gruñe y mueve la cabeza.
―Ya sé que tienes tus reservas respecto a Raúl ―asegura
levantando las manos en forma defensiva―. Pero te aseguro que es
un tipo muy agradable ―dice con un brillo en la mirada. ¡Le gusta!
― ¿Agradable? ―pregunto extrañada.
―Si ―No es uno de los adjetivos con los que describe a sus
parejas―. Se ha portado muy lindo.
―Apenas lo conoces ―señalo. No sé porque insisto en
intervenir, pero me preocupa. Ella sonríe y niega.
―En realidad, esta fue la 4 cita.
― ¿Qué? ―Según mis cuentas, sería la segunda si contamos el
día que nos encontramos en el restaurante. Se encoge de hombros.
―Hemos salimos estos días ―comenta muy tranquila.
―Pero…
―Estabas con el asunto de Jared ―explica―. No quise
agobiarte más.

362
―Dafne ―¡Genial! Soy una mala amiga―. Lo siento.
―No es un reclamo, Conny. Sé que las cosas no estaban bien y
por eso mismo me alegra que ahora todo vaya bien. Ese hombre te
adora.
―Lo sé ―susurro recordando todo lo que ha dicho esta mañana.
―Lo digo en serio ―insiste emocionada―. Raúl me conto que
es la primera vez que lo ve tan enamorado. De hecho me pregunto si
tú lo querías.
― ¿Eso te pregunto? ―asiente. Vaya hombre tan directo y
metiche.
―Le tiene mucho cariño a Jared y estaba preocupado porque no
fuera correspondido. Pero descuida, le dije que tú estabas igual o
quizás más enamorado de él ―Me rio con nerviosismo.
―No debiste decirle eso ―Ahora me siento un poco
avergonzada.
― ¿No es verdad? ―La mesera se acerca y deposita los
platos―. ¿Paso algo? ―inquiere al notar mi expresión. Dejo escapar
un suspiro.
―Carver ―Hace una mueca de disgusto.
― ¿Ahora que hizo ese cretino?
―Anoche estaba en el departamento de Jared y dijo cosas
desagradables.
― ¿Quieres que lo ponga en su lugar? ―Niego―. Es que de
verdad que ese tipo esta pirado. ¿Qué demonios pretende?
―Eso quisiera saber.
―En serio, creo que deberíamos darle una golpiza.
―Y no solo eso.
― ¿Hay más? ―pregunta alterada.
―Si. Esta mañana envió a una mujer al departamento.
― ¿Una mujer? ―Me desconcertada.

363
―Si. Una que casi puedo jurar solo llevaba puesta una
gabardina. Puedes darte una idea.
― ¿Qué? ¿Y qué hiciste?
―La corrí ―Aplaude.
― ¡Bien hecho! Creo que debiste darle una buena…
―No hacía falta, casi puedo jurar que el responsable fue Carver.
―Ese idiota.
―No sé si debería hacer algo al respecto.
― ¿Cómo qué? Has hablado con él y no entiende. Y no creo que
sea buena idea que lo busques, puede que maneje las cosas a su favor,
como la otra vez y eso solo causaría más conflictos.
―Tienes razón. Pero no me gusta ver sufrir a Jared ―Sujeta mi
mano y niega.
―Tranquila. Ahora estarán juntos. Él tendrá que entender que
no tiene nada que buscar contigo.
―Eso espero.

364
Capítulo 31
¡Estoy muerta! Literalmente, muerta. Ha sido un día de ir y venir.
Solo quiero que sea fin de semana y que pase el martes, para poder
descansar. Los cuadros han llegado y hemos tenido que ordenarlos. Me
froto los brazos mientras llego al escritorio para tomar mis cosas.
―Gracias por quedarte ―dice Jasón mirándome apenado.
―No pasa nada ―respondo con una sonrisa. Son casi las 10,
pero no podía dejarlo solo con todo el trabajo.
―Descansa, linda.
―Tú también. Nos vemos mañana ―Salgo despidiéndome con
un movimiento de mano. Solo quiero meterme en mi cama y no saber
nada.
―Princesa ―Me detengo sorprendida al verlo en la puerta.
― ¡Jared! ―Sonríe y se acerca a mí―. ¿Qué haces aquí? ―¿Ha
esperado por mí, todo el rato?
―Vine por ti. ¿Recuerdas que ahora vives conmigo? ―Sonrió.
― ¿Cómo podría olvidarlo?
―Vamos ―Toma mi bolsa y me sujeta de la cintura, guiándome
hasta su auto. Ni siquiera tengo que preguntar dónde está mi auto. No
sé cómo lo hace, pero este hombre es un manipulador y siempre hace
lo que le da la gana, me encanta―. ¿Qué tal el trabajo? ―pregunta
mientras se ajusta el cinturón.
―Agotador ―confieso apoyando la cabeza en el respaldo, de
manera que puedo verlo.
― ¿Por la exposición?
―Si.
―Lamento que tengas mucho trabajo ―dice afligido.
― ¿Por qué?
―En parte fue mi idea ―¡Cierto! A veces se me olvida que
ahora él es parte de la galería.

365
―Descuida. Me gusta. Aunque cargar cuadros no es lo mío
―Arruga la frente.
― ¿No hay quien los ayude?
―Sí, pero su horario de salida es a las 7 y no puede quedarse un
minuto más ―Niega con expresión seria. No debería decirle estas
cosas. No quiero que intervenga―. No pasa nada ―aseguro
acariciando su brazo―. ¿Qué tal tu día? ―Mueve la cabeza.
―No cambies el tema ―dice muy serio. Me muerdo los labios
para no reír.
―En serio, no hay problema. ―Suspira―. Es mi trabajo. ¿Si?
―Me pego más a él y acaricio su brazo. Siento como se tensa y con
malicia muevo mi mano por su abdomen.
― ¿Quieres provocar un accidente? ―Me echo a reír.

―Dafne me conto que ha salido varias veces con Raúl


―comento como no queriendo, mientras entramos al elevador. Es una
pena que esté tan casada para subir por las escaleras.
―Si. No tienes nada de qué preocuparte ―afirma y asiento
dejando el tema por la paz.
Suspiro mientras me pego a su pecho. Se siente tan bien estar
abrazados de esta forma. Hablar de las cosas que hemos hecho durante
el día y llegar juntos a casa.
―Estas cansada ―murmura al verme bostezar.
―Un poco ―Acaricia mi mejilla y me estiro para alcanzar sus
labios. Sus manos sujetan mi cintura y las mías rodean su cuello―.
Creo que esto me gusta ―digo en voz alta. Sus labios forman una
sonrisa y mi corazón rebosa de felicidad.
―No tienes idea como me gusta a mí ―susurra.

366
― ¿Quieres cenar? ―pregunta dejando mis cosas en la sala.
Niego mientras me quito los zapatos―. Compre varias cosas ―Me
informa.
―Todo preparado ¿verdad? ―Me mira apenado.
―No se cocinar ―dice afligido. ¡Lo adoro!
Me libero del tacón y corro hacia sus brazos. Jared me levanta y
yo rodeo su cintura con las piernas.
― ¿Y si mejor vamos a la tina?
― ¿La princesa quiere tomar un baño? ―Asiento―. De
acuerdo.
Me deposita en el lavabo y comienza a llenar la tina. Es un
deleite ver como sus músculos se tensan debajo de la tela de su
camisa, cuando se inclina para abrir la llave. Ver como sus pantalones
se ciñen a su trasero perfecto. Me muerdo el labio.
― ¡Hey! ―dice al pillarme mirándolo. Sonrió con descaro.
―Lo siento. Pero la vista es muy buena ―Me encojo de
hombros. Mueve la cabeza y se pone de pie. Sus ojos tienen esa
mirada que me corta la respiración. Sus manos comienzan a
desabrochar los botones de su camisa, permitiéndome ver su perfecto
pecho. El calor de concentra entre mis piernas cuando sus manos
pasan a sus pantalones. ¡Joder! Esto es mil veces mejor que ver
bailarines en un bar.
―Siempre puede ser mejor la panorámica ―asegura deslizando
por sus muslos sus pantalones. ¡Madre mía! Esta más que duro. Un
gritillo escapa de mi boca y sus labios forman una sonrisa perversa.
Empuja a un lado su ropa, quedándose en calzoncillos y se
acerca a mí. Sus manos se posan en mis muslos y mi respiración se
acelera. Este hombre me mata. Puede hacerme estremecer con solo
mirarme y ni hablar de cuando me toca. Despacio sube mi falda, cierro

367
los ojos y disfruto de su tacto. Su mano derecha sube por mi vientre
hasta llegar a mi boca. Acaricia mis labios y luego mis mejilla.
―Eres tan hermosa ―murmura. Abro los ojos y me deleito con
el azul de los suyos. Paso saliva cuando levanta el borde de mi blusa
y me la saca por encima de la cabeza. Luego busca el botón de mi
falda, despacio la baja, me apoyo en el mármol, levantando la cadera
y facilitándole la tarea. Deja caer la prenda al piso y de nuevo me
observa. Se inclina y besa la parte expuesta de mis pechos―. Me
encantas.
―No tanto como tú a mí ―susurro. Ríe, su aliento golpea mis
senos, provocando que mis pezones se pongan duros. Él nota el
cambio en mi cuerpo y sin perder tiempo, retira mi sostén para
deleitarse con mis pechos.
―No lo creo ―Me toma de la cintura y me baja del lavabo. Se
inclina y baja el elástico de mis bragas―. Créeme que me vuelves
loco ―repite. No pienso discutir al respecto. Lo único que sé, es que
me tiene loquita.
Me quedo desnuda delante de él, mientras se quita sus
calzoncillos y retrocede hacia la tina.
Lo veo entrar y apoyar su espalda contra la superficie. Estira su
mano hacia mí.
―Ven aquí ―Gustosa avanzo y entro a la tina, ayudada por él.
El agua es deliciosa y le cae de maravilla a mis músculos cansados.
Me acomodo de forma que mi espalda queda apoyada contra su pecho
y mi trasero entre sus piernas. Toma la esponja y comienza a mojar
mi cuerpo.
Dejo que frote cada parte de mi cuerpo. Sus movimientos son
delicados, pero encienden la pasión en mí. Jadeo cuando su mano
acaricia la parte interna de mis muslos. Echo la cabeza hacia tras y sus
dientes aprisionan mi oído.

368
― ¡Jared! ―gimo. Me toma de los hombros y me hace girar.
Ahora estoy a horcajadas sobre sus piernas. Se mueve, penetrándome.
― ¡Dios, Conny! ―gruñe de forma salvaje. Me remuevo y
ambos jadeamos. ¡Se siente tan bien!
Me toma de la cintura y comienza a subirme y bajarme. Busco
sus labios y hundo mi lengua en su boca. Mis dedos tiran de su pelo.
Es tan intenso lo que siento, cada estocada, cada embate me hace
perder la razón.
― ¡Jared! ―jadeo cuando el orgasmo se aproxima. Cierro los
ojos con fuerza y clavo mis dedos en sus hombros.
― ¡Mírame! ―pide con voz ronca. Casi por instinto obedezco.
Sus ojos me atrapan, me cautivan, me transportan al primer instante
en el que nuestros cuerpos se tocaron, se entregaron. Creo que desde
ese instante algo paso. Es extraño, es como si estuviéramos
destinados―. Te amo ―Empuja con fuerza y entonces estallo.
― ¡Jared! ―Mi cuerpo tiembla y me dejo caer sobre su pecho.
Escucho su respiración agitada y sonrió mientras mis ojos se
cierran―. Yo también te amo ―murmuro sin dejar de sonreír.
Me acaricia con ternura la espalda. Nos quedamos así por un
rato, hasta que siento como sale de mí y me levanta en brazos, para
salir de la tina. Quisiera ayudar, pero estoy agotada y mi cuerpo se
niega a cooperar. Sin protestar, me deposita con cuidado sobre la
cama y después comienza a retirar el exceso de agua de mi cuerpo.
―Descansa, princesa ―susurra besando mi frente. Lo he dicho,
esto es tan bueno, se siente tan bien, tan perfecto… que me da miedo.
Si es un sueño, no quiero despertar.

369
Me remuevo al sentir algo sobre mi cara, consigo quitarlo, pero
de nuevo esta ahí. Agito la mano sobre mi rostro y capturo sus dedos.
Sonrió al recordar donde estoy y quien es el dueño de esta mano.
―Buenos días ―digo adormilada, luchando por mantener
abiertos los ojos.
―Buenos días, princesa ―¡Me encanta! Tiene la sonrisa que
me enamora, esa que me gusta tanto. Me muevo sobre la cama hasta
alcanzar sus labios―. ¿Cómo dormiste?
― ¡Delicioso! ―digo estirándome. Noto que continúa
mirándome sin dejar de sonreír―. ¿Te robe las cobijas? ―pregunto
torpemente y él se echa a reír. Regularmente soy tranquila a la hora
de dormir, pero tengo un problema con las sabanas.
―No. Pero hablas dormida.
― ¿Qué? No ―Estoy casi segura de que no es así.
―Si ―¡Ay no!
― ¿Qué dije? ―Acomoda un mechón de cabello detrás del oído
y sonríe.
―Me nombraste ―¿Y eso lo hace tan feliz?
―Es que eres una pesadilla ―bromeo poniendo expresión
asustada.
― ¿Una pesadilla? ―pregunta suspendiendo su cuerpo sobre el
mío.
―Si ―contesto sin intimidarme y eso hace que me pique las
costillas―. ¡No! ―Me retuerzo intentando liberarme de su ataque,
pero es inútil―. ¡Me rindo! ―grito cuando mis ojos se llenan de
lágrimas a causa de la risa. Limpia mi rostro y me besa la nariz.
―Me encanta tenerte aquí ―confiesa y yo sonrió como una
tonta.
―Me encanta estar aquí ―Sonríe y me besa. ¡Lo adoro!

370
― ¿Comemos juntos? ―pregunto mientras termino de lavarme
los dientes.
―Lo siento ―contesta peleando con su corbata―. Tengo una
junta y creo que se alargara ―Tomo la toalla y me limpio la boca.
―No te preocupes ―Me acerco y lo ayudo a ajustar el nudo―.
¡Listo! ―canturreo sintiendo algo extraño. Me toma de la cintura y
me mira.
― ¿Sabes? ―pregunta serio―. Siempre creí que el matrimonio
no era para mí ―Me pongo rígida ante su confesión. ¿Está
proponiéndose? ¡Mierda!―. Pero… tenerte aquí, en mi casa, en mi
cama, en mi ducha, en mi cocina, en mi vida, hace que comience a
considerarlo.
―Vamos despacio, señor Leiner ―murmuro poniendo las
manos sobre su pecho.
― ¿Mas? ―Suelto una carcajada―. Estoy intentando ir lento,
princesa. Desde hace mucho tiempo, pensé en raptarte, esposarte a mi
cama y tenerte solo para mí ―De nuevo me rio al recordar esa mañana
cuando desperté esposada.
―Bueno… este es solo el comienzo ―digo con tranquilidad―.
Puede que después de una semana quieras echarme ―Mueve la
cabeza.
―Eso no pasara ―Eso espero.

Puesto que no comeremos juntos y que tampoco sé si me


recogerá, tomo mi auto y me despido de él en el estacionamiento.
Suspiro al verlo alejarse. ¡Es tan guapo! Y yo tan afortunada. Subo a
mi adora auto y enciendo el estéreo. A.D.T.O.Y de 2PM, se escucha a
todo volumen.

371
“…la manera en que me miras me vuelve loco,
sonriendo seductoramente.
Diciendo mi nombre, mirándome a los ojos.
Tus suaves caricias me dejan sin aliento, no me dejas
moverme,
deslizándote de mi cabello a mi cuello.
Todo el día pienso solo en ti, solo en ti…”

Sonrió al pensar que esa letra es justo lo que Jared provoca en


mí. Me vuelve loca, es como una droga. Suspiro y una sonrisa boba
se acentúa en mis labios. Mi móvil suena. Logro alcanzarlo y veo que
es Dafne.
― ¿Hola? ―saludo poniéndome el manos libres.
― ¿Señora Leiner? ―Me rio con fuerza. ¿Señora Leiner? ¡Me
gusta!―. Vaya que estas de buenas hoy ―Se burla.
―Algo así. Pero ¿qué ha sido eso?
― ¿No eres casi la señora Leiner? ―Pongo los ojos en blanco.
―Tonta. ¿Qué paso?
―Nada. Solo quería saber cómo iba todo.
―De maravilla ―digo sin sentir pena. ¿Y cómo podría no ir de
esa forma? Jared es todo lo que cualquier mujer podría desear.
―Ya me doy cuenta por tu voz.
― ¿Y ustedes? ―Guarda silencio. ¡Lo sabía!―. ¿Te mudas o
se muda él?
― ¡Aún es pronto para eso! ―exclama con voz chillona. Lo que
me confirma que lo ha considerado.
― ¿Ya son pareja oficial?
―Uhm ―Creo que acabo de meter la pata.

372
―Bueno, aún es pronto ¿cierto? ―digo intentando componer
mi desliz.
―Ojala fuera como Jared ―dice un poco más apagada.
―No quiero decir te lo dije, pero…
―Ya se. Pero la culpa la tiene tu hombre por poner los
estándares tan altos ―Me rio.
―Supongo. De todos modos, Jared ha dicho que es buen tipo.
―Si. Es atento y respetuoso, pero un poco frio.
―Tómalo con calma.
―Lo intentare. Bueno, te dejo. Hoy tengo un montón de trabajo,
que ni te cuento. ¡Ah! Por cierto, Edna se fue de espaldas cuando le
conté que te mudaste con Jared.
― ¿En serio? ―pregunto con malicia.
―Sí, creo que una parte de ella albergaba esperanzas.
―Increíble ―Definitivamente, eso era imposible.
―Lo sé. Creo que las cosas con su prometido no van nada bien.
―Bueno, tampoco le deseo ningún mal.
―Ella se lo gano por presumida. Como sea. Necesitamos
ponernos al día.
―Lo sé.
―Deberíamos salir el sábado a tomar algo.
― ¿Los 4? ―Gruñe.
―O noche de chicas. ¿Crees que tu hombre te dé permiso?
―No sé ―Se ríe descaradamente―. ¡Oye!
―No dije nada.
―Pero lo pensaste. Jared no me ha impuesto nada, ni prohibido,
pero apenas estamos comenzando. No sé cómo lo vea, eso es todo.
―Tranquila, sabes que solo bromeo. Tú disfruta a tu hombre.
Te llamo luego ¿va?
―Ok. Suerte con el trabajo.

373
― ¡Igual! Bye.
Hablar con Dafne siempre me pone de buenas. Creo que tendré
que hablar con Jared respecto a Raúl. Es malo que Dafne se esté
haciendo tantas ilusiones, ya bastante tuvo con el idiota de Leo. No
quiero que sufra de nuevo.

Entro a la galería y me paro en seco al verla. ¡La bruja! Sus ojos


se clavan en mí. Supongo que no iba a poder evitarla toda la vida y
tampoco tengo nada por lo cual esconderme.
―Buenos días ―saludo mirando mi reloj. Aún falta para la
hora. ¡Bien!
―Conny ―responde secamente―. Estaré en mi oficina ―dice
dando media vuelta. Miro a Jasón, quien se encoge de hombros.
―Vamos, lindura. Hoy tenemos mucho trabajo ―Lo sigo al
segundo piso. Donde se colocaran las obras que han llegado.
― ¿Qué le pasa? ―pregunto cuando me aseguro de que nadie
nos escucha. Hoy han venido los aliados de Laisa para ayudar, pero
solo fisgonean.
―Pues… ―Hace una pausa y me mira como si considerara
decirlo o no.
― ¿Qué?
―Escuche que Jared hablo con ella ―La mención de Jared me
pone tensa―. Tranquila. Al parecer le dejo claro su posición.
―No entiendo ―Pone los ojos en blanco y se acerca más a mí.
―Le dijo que vives con él ―¡Madre mía!―. Y prácticamente
le dio a entender que no se metiera contigo ―Ahora entiendo porque
quería asesinarme con la mirada hace un momento.
―Oh ―Es lo único que sale de mi boca. Eso no lo esperaba.

374
―Tu chico te quiere mucho ―murmura Jasón con expresión
soñadora.
― ¿Eres gay? ―La pregunta escapa de mi boca antes de que lo
medite. Se hace un silencio de ultratumba y contengo la respiración.
¡Mierda! ¡Mierda! Ahora si me despedirá―. Yo… ―No puedo decir
nada, se echa a reír con ganas.
― ¡¿Gay?! ―pregunta en medio de la risa―. Lindura. ¿De
dónde has sacado eso? ―Bueno, su cara cuando menciono a Jared me
puso en que pensar y en el tal Eliot también.
―No lo sé ―Niega limpiándose los ojos.
―No sé porque has pensado eso. Pero definitivamente, no. Y si
lo fuera, Leiner no sería mi tipo, te lo aseguro ―Ahora soy yo quien
ríe. Me siento ridícula.
― ¿Tanto se me nota?
―Sí, lindura. Bastante ―¡Odio ser posesiva!

Aprovecho mi hora de la comida para hacer algunas compras,


hoy quiero prepararle algo de cenar a Jared. Creo que realmente me
siento como toda un ama de casa. Eso es raro, pero me gusta. Salgo
del ascensor con las bolsas, pero me detengo al verlo junto a la puerta
del departamento. Estoy tentada a retroceder y volver a entrar, pero
antes de que pueda hacerlo, se gira y me ve.
Avanzo sin intimidarme. No tengo nada que temer. Sus ojos
observan las bolsas que llevo.
―Parece que comienzas a actuar como una esposa ―farfulla
mirándome con malicia.
― ¿Qué haces aquí? ―Jared cambio la contraseña esta mañana,
así que supongo que por eso no ha podido entrar.

375
―Tu sabes porque estoy aquí ―dice muy seguro. No
respondo―. Te amo, Conny ―Entorno los ojos y niego. Esto es
sorpresivo. Es la primera vez que lo dice e incluso él parece
sorprendido por sus palabras―. Sé que quizás te cueste creerlo,
pero… me he dado cuenta que te amo ―Me compongo de la sorpresa
y de nuevo niego.
― ¿Amor? ¿Cuál amor? ―cuestiono con severidad. Las
palabras amables no han funcionado y deseo que esto termine por el
bien de todos―. ¿Cuándo me plantabas? ¿Cuándo desaparecías?
¿Cuándo nunca estuviste? ¿Esa es tu clase de amor? ―Frunce el ceño,
transformando su expresión a una cara de molestia.
― ¿Realmente olvidaste lo nuestro? ―reprocha apretando las
manos.
―Creo que nunca existió un “nosotros”, Carver ―La frialdad
de mi voz me sorprende―. O puede que sí, pero ambos lo destruimos.
Yo con mi desinterés y tú con… ―Muevo la cabeza―. No tiene
sentido decirlo.
― ¿Por qué? ―ruge―. ¿Por qué con él? ¿Por qué con Jared?
―Carver… ―Me gustaría decirle que nunca fue mi intensión,
que esto no lo planee, pero no es buena idea.
― ¿Por qué? Si querías castigarme, lo has hecho. Lo entendí.
Aprendí la lección, ahora regresa…
―Tú no me amas ―digo con firmeza. Sus ojos se abren
demasiado―. No haces esto porque me ames. Solo estas actuando
como un niño pequeño que no quiere dejar ir su juguete.
―Conny…
― ¡No, Carver! Entiéndelo. Yo no soy tu juguete, y si alguna
vez lo fui, eso se acabó. Ya no lo soy, no quiero serlo.
―No lo entiendo ―murmura confuso―. ¿Qué tiene Jared?
¿Qué te da que no pueda darte yo? ¿Quieres vestidos costosos?

376
―¡Mierda!―. ¿Quieres regalos caros? ¿Quieres cuadros? Yo
también puedo comprarlos ―¡Maldito!
―Jamás podrías darme lo que él me da ―Su rostro se torna
pálido―. No tiene que ver con el dinero y tú lo sabes. Nunca he sido
alguien interesada.
― ¿Crees que no puedo darte lo que te da? ―pregunta con
sarcasmo acercándose y tomándome del brazo.
―Suéltame ―digo forcejando. No me gusta su mirada.
―Yo soy más hombre que él y te lo demostrare ―¡Mierda! ¡No!

377
Capítulo 32
Resulta desconcertante, que la persona a quien creíste conocer,
pueda parecer tan diferente. No comprendo, como la persona que me
daba seguridad, que me hacía “feliz”, puede provocarme terror. Las
manos de Carver se cierran sobre mis muñecas con fuerza, las bolsas que
sostengo resbalan y las compras se esparcen por el piso del pasillo. Eso
no lo detiene, sus pies se mueven empujándome contra la pared.
Forcejeo, intentando repelerlo, nunca me he intimidado, pero mis pies
resbalan con algún producto y mi cabeza golpea el concreto. Me toma
unos segundos recuperarme del impacto, pero antes de que pueda hacer
algo, Carver está sobre mí. Sus manos rasgan mi blusa con violencia y
su boca alcanza mi cuello.
― ¡No! ¡Carver! ―chillo desesperada.
No parece escucharme. Sus ojos tienen una mirada desesperada,
desquiciante, es como si no fuera él. Empujo su dorso con todas mis
fuerzas, pero es inútil. Levanta mis manos sobre mi cabeza
pegándolas a la pared y se inclina sobre mí, pasando su lengua por mi
garganta. ¡No! ¡No!
― ¡Eres mía, Conny! ¡Eres mía! ―ruge sobre mi piel.
Clavo las uñas en sus manos, desesperada por lograr que me
libere. ¡Es inútil! Es más fuerte y la potencia de su agarre comienza a
provocar estragos en mis muñecas. Intento golpearlo en la
entrepierna, pero adivina mi movimiento, mueve sus pies contra mis
muslos, bloqueando mi ataque. ¡Maldición!
― ¡Carver, basta! ―grito frenética sin dejar de moverme. ¡Esto
no puede estar pasando! Parece irreal.
― ¿Crees que no me lastimas? ¿Por qué no protestas cuando él
te toca? ¿Eh? ¿Por qué con él sonríes? ¡¿Por qué?! ―El peso de su
cuerpo me aprisiona contra el concreto. ¡No puedo hacer nada! Esto
es frustrante, es horrible.

378
― ¡Suéltame! ―exclamo cada vez más alterada. ¡No, no! El
pánico se apodera de mí en medio de mi inútil intento por detenerlo.
Sus labios buscan los míos, muevo la cabeza sin dejar de forcejar.
¡Mierda!
― ¡Carver! ―Alguien tira de él. Estoy demasiado confusa para
procesar lo que ocurre. Carver, tira con fuerza de mi mano, negándose
a liberarme y eso provoca que mi cabeza golpee de nuevo contra la
pared. La vista se me nubla y tengo que apoyarme con ambas manos,
para no caer al piso―. ¿Qué demonios te pasa? ―grita furioso Raúl,
logrando apartarlo de mí. Doy gracias mentalmente porque este aquí,
comenzaba a creer que se saldría con la suya.
― ¡Eso no te importa! ―Carver parece loco, sus ojos están
desorbitados y su respiración es irregular. Raúl mueve la cabeza y
empuja a Carver, quien intenta alcanzarme de nuevo. Me abrazo a mí
misma, intentando cubrir mi cuerpo, sin dejar de observar horrorizada
a Carver. No puedo creer que haya intentado abusar de mí. No puedo
creer que sea tan ruin.
― ¿Estás loco? ¿Qué demonios intentas hacer? ¿Tienes idea de
lo que hacías? ―recrimina Raúl mirándonos a ambos.
―Ya te dije que no es tu asunto. No te metas en esto ―gruñe
Carver avanzado de nuevo.
― ¡Eres un maldito loco! ―Raúl lo empuja interponiéndose
entre ambos, ganándose una mirada colérica de Carver.
―Muévete o no respondo.
― ¡No sabes lo que estás haciendo! ¡Detente de una buena vez!
―Lo reprende con voz autoritaria, pero eso no parece afectarlo.
―Claro que lo sé ―protesta con una mueca―. Ella es mí. ¡Mía!
Y ese infeliz me la quito.

379
―Ese “infeliz” es tu hermano, por si lo olvidaste ―Carver niega
lanzándome una mirada envenenada―. Es mejor que te vayas. No
sabes lo que haces y lo que puede pasar ―Sonríe con malicia.
―No voy a permitirlo ―murmura apretando la mandíbula―.
No serán felices, jamás lo serán. Tú eres mía, Conny. Siempre lo has
sido y siempre lo serás ―advierte con sorna. Me duelen sus palabras,
me aterran. ¿Quién es esta persona? No lo reconozco.
― ¡Lárgate! ―Raúl lo empuja hacia el elevador y tras forcejar,
logra meterlo. Las puertas se cierran, suspiro un poco aliviada. Raúl
se gira y me observa. Jamás creí que me daría tanto gusto verlo. Es
posible que no hubiera logrado contener a Carver―. ¿Conny? ―Me
mira con preocupación y niego componiendo mi expresión.
―Estoy bien ―balbuceo caminando hacia la puerta. ¡Que
desastre! Observo las cosas regadas por el piso. Mucho ha quedado
inservible.
―Déjalo ―dice Raúl tomándome del brazo para que entre al
departamento. Como autómata, dejo que me guie hasta el sofá―.
¿Estas bien? ―inquiere de nuevo, poniéndose en cuclillas delante de
mí. Asiento torpemente―. Estas sangrando ―Me toco la frente y veo
el líquido rojo en mis dedos―. ¡Dios! No te muevas ―Se pone de pie
y camina por el pasillo.
Regresa con una pequeña caja. Con un pedazo de algodón limpia
mi herida y luego coloca un parche. No sé si es por la adrenalina que
no siento dolor. Me siento aun agitada y angustiada.
― ¿Qué haces aquí? ―pregunto mientras coloca de nuevo las
cosas en la caja.
―Jared me envió por unos documentos.
―Gracias ―digo con sinceridad. Si no hubiera sido por él, no
sé qué habría pasado. Raúl se pone de pie y se pasa la mano por el
pelo.

380
― ¡Dios! Jared se pondrá como loco cuando lo sepa.
― ¡No! ―exclamo agitada. Raúl me mira sin comprender―.
No se lo digas. Jared no debe saberlo.
―Pero… ―Niego.
―No quiero más enfrentamientos.
―Conny.

― ¡Por favor! ―suplico. Me basta recordar la mirada que tenía


Jared la otra noche, para llenarme de pavor―. Son hermanos, no
quiero más enfrentamientos ―Suspira y asiente.
―De acuerdo. Pero… no es tonto y se dará cuenta ―Lo sé. Pero
confió en que de alguna forma se lo contare sin que suene tan malo.
―Debes irte ―Le recuerdo.
―Pero…
―Yo también tengo que regresar a la galería. No te preocupes
por mí.
―No te ves bien ―Le dedico una sonrisa apenada. Me había
olvidado de que mi ropa no está en el mejor estado.
―Desde luego que me cambiarme ―informo forzando una
sonrisa.
―Hablo de tu herida.
―Es solo un pequeño golpe ―contesto restándole importancia.
Me mira dudoso, pero no tiene más remedio que macharse.

Me duele esta situación, siento que se me escapa de las manos.


Las cosas cada vez se tornan más complicadas. Las palabras de
Carver, hacen que me estremezca. Él no hará una locura, no puede,
Jared es su hermano. No podría lastimarlo. Pero… la mirada que

381
tenía, la forma en la cual aseguro que no seríamos felices. ¡Dios! La
sola idea me aterra.
― ¡Lindura! ―exclama Jasón mirándome con los ojos como
platos. Sonrió incomoda y me acomodo el pelo sobre la venda, en un
intento de ocultarla.
―No es nada serio ―aseguro.
― ¿No? ―pregunta con ironía mientras me empuja para que me
acomode sobre la silla―. ¿Qué te paso? ―Suspiro y niego. Tampoco
quiero que lo sepa. Resulta demasiado vergonzoso.
―Me golpee con la puerta mientras entraba ―miento. Pero su
mirada me indica que sabe que miento―. No fue Jared ―me apresuro
a aclarar―. Él jamás me haría algo así. Fue un accidente y aun no lo
sabe.
―Creo que eres una mujer inteligente y no permitirías que te
golpearan; tampoco creo que Leiner sea de ese tipo de hombre, pero…
―Estoy bien ―insisto con una sonrisa―. Además, tenemos
mucho trabajo.
―Nada de trabajo. Usted ahorita se va a su casa y descansa.
― ¡Jasón! ―protesto.
―No, Conny. ¿Qué clase de jefe seria si te dejo trabajar así?
No, definitivamente no. ¿Ya fuiste al médico?
―Sí, sí. Fue solo un pequeño golpe.
―Pequeño o grande, tienes que descansar. Quiero que el martes
estés al 100%. Nada es gratis, lindura ―Sonrió. Siempre logra hacer
que las cosas no parezcan tan buenas, pero sé que en el fondo lo hace
de buena fe.

Observo la entrada del edificio. No he logrado convencer a mi


jefe de que me dejara quedarme, así que he tenido que regresar. Pero

382
temo encontrarme con Carver de nuevo. Es absurdo y tonto. Pero aún
me siento inquieta. Me quedo inmóvil mirando las personas que
entran y salen. Pronto darán las 5 y yo sigo sentada dentro del auto.
Me decido a bajar y a entrar. Llego al departamento sin contratiempos.
Examino las cosas que Raúl recogió del pasillo.
¡Adiós a mi cena sorpresa!

Preparo una improvisada pasta y pongo la mesa. Me quedo en


la sala, a la espera de que regrese. Sigo creyendo que es mejor no
mencionar lo que ha ocurrido, pero ¿y si se enoja más cuando lo sepa?
Hemos acordado no ocultar cosas, pero sin duda esto no es nada grato
y no deseo más problemas. No sé qué debería hacer.
Escucho mi móvil sonar, dentro de mi bolsa, rápido lo busco y
al ver en nombre en la pantalla, no me lo pienso y desvió la llamada.
Está loco si cree que atenderé después de lo que ha ocurrido. Dejo el
móvil sobre el sofá y de nuevo la pantalla se enciende. Muevo la
cabeza y cierro los ojos. ¿Por qué me hace esto? Me veo tentada a
apagarlo, pues parece no tener intensiones de rendirse, pero no tengo
idea si Jared puede llamar y preocuparse.

Son cerca de las 8 pm. Escucho la puerta se abrirse, de un salto


me pongo de pie y corro a su encuentro. ¡Jared!
― ¡Hola! ―digo alegremente. Sus ojos se abren demasiado y
en dos zancadas lo tengo delante de mí. ¡Mierda! Ha notado la venda.
― ¿Qué te paso? ―pregunta tomando mi rostro entre sus manos
y mirándome con expresión de pánico.
―Me pegué… con un cuadro ―balbuceo esperando que no note
mi mentira―. No es nada… ―Bufa y mueve la cabeza.

383
― ¿No es nada? ―pregunta tenso.
―No. Es solo un pequeño chichón ―insisto con nerviosismo.
Esto es malo. Está furioso. Es posible que le reclame a Jasón, pero no
quiero imaginar cómo se pondría si dijera que fue Carver.
¡Definitivamente no puedo decirle!―. No es nada ―Lo abrazo con
fuerza, intentando que se relaje.
―No parece un pequeño golpe, Conny ―farfulla.
―No pasa nada. Solo que soy un poco descuidada ―Me separo
buscando sus ojos. Sigue mirándome con cara de pocos amigos. Hago
un puchero y le tocó la mejilla con la punta del dedo, intentando que
sonría―. ¡Jared!
―Tienes que ser más cuidadosa ―Sonrió al ver que se relaja.
―Lo prometo ―aseguro levantando la mano. Niega y me
abraza con ternura.
Cenamos y nos vamos a la cama. Reviso algunos correos
pendientes mientras él me observa. Mantiene el ceño fruncido, no lo
convence del todo el asunto de la herida, pero finjo no darme cuenta.
―Ya casi termino ―anuncio poniéndome de pie y apagando la
laptop.
― ¿Has pensado lo que te dije esta mañana? ―Lo miro
desconcertada. Ha dicho muchas cosas, pero no puedo pensar en ellas
justo ahora.
― ¿Qué cosa?
―Nada. Ven aquí ―De un salto subo a la cama y me uno a él.
Aspiro su fragancia y me pego como una goma de mascar a su pecho.
¡Me encanta estar así! Escuchar su corazón, sentirme abrigada por sus
fuertes brazos.
―Supe que hablaste con Laisa ―Le hago saber.
―Considere que eso te haría sentir más tranquila ―Me
incorporo, apoyándome en las rodillas. ¡Jared es maravilloso! ¡Es lo

384
máximo! ¿Cómo puedo explicarle que mis dudas desaparecieron hace
mucho? Laisa ha dejado de ser un peligro, no dudo de su amor.
―No quiero que tengas problemas ―Roza mi mejilla.
―Tu eres lo más importante y Laisa es inteligente, sabe que no
debe afectar los negocios con cosas personales. Además, de esa forma
evitaremos que tome represarías. Así que no tienes que preocuparte
por la bruja ―Rio al escucharlo llamarla así. Inclinándome lo beso
en los labios.
― ¡Te adoro! ―Me rodea con sus brazos y rodamos por la cama
hasta que su cuerpo esta sobre mí.
―Y yo a ti. Te amo, princesa.

Todo es oscuridad. No sé dónde estoy. Hay agua, mucha agua,


todo es agua. La cual entra por mi boca, por mi nariz, no puedo
respirar. ¡Jared! ¡Jared! Es mi único pensamiento. Siento una
desesperación que me oprime el pecho. Tengo miedo. ¡Jared! ¡Jared!
Lo llamo en medio de la oscuridad… pero no está. ¡Jared no está!
¡Se ha ido! ¡Estoy sola! ¡Sola!

Me incorporo de golpe sobre la cama. ¡Una pesadilla! Ha sido


solo una pesadilla. Trato de controlar mi respiración e instintivamente
busco junto a mí. Jared no está. No sé si es a causa del sueño que
siento pánico. Me libero de las sabanas y salgo de la habitación. Al
llegar a la sala, lo veo. Esta de espaldas. Me acerco despacio y me
detengo al ver que sostiene el móvil.
Algo no está bien. Se ha puesto pálido y pareciera no respirar.
Esta inmóvil, rígido y su mirada parece vacía.

385
― ¿Jared? ―susurro preocupada. Escucho la voz procedente
del aparato. Cojo el móvil de su mano, sin que proteste, y me lo llevo
al odio―. Diga.
― ¡Conny! ―Es Raúl. Su voz suena agitada, alarmada.
― ¿Qué pasa? ―cuestiono sin dejar de mirar a Jared, quien
continúa sin moverse.
―Es Carver… ―Miro a Jared mientras escucho a Raúl.
De pronto siento como si una avalancha me golpeara,
enterándome; como si toda el agua de mi sueño me impidiera respirar.
Cuelgo y acaricio el rostro de Jared. Sus ojos se han cristalizado, su
rostro esta descompuesto. ¡Dios, no!
―Jared ―susurro y como si mi voz lo sacara de su letargo, me
abraza con fuerza y comienza a llorar.
Mis ojos se humedecen y me uno a él. ¡Dios mío! Esto no puede
estar pasando, esto tiene que ser un mal sueño. ¡No puede ser!
― ¡Mi hermano! ―solloza de forma desgarradora―. ¡Mi
hermano!
―Tranquilo ―digo luchando con el nudo que tengo en la
garganta. Estoy impactada, pero tengo que mantener la calma por
Jared―. Iremos donde está.
Corro hasta la habitación y busco ropa para ambos. Lo ayudo a
vestirse y lo conduzco al elevador. Jared ha dejado de llorar, pero
continúa con la mirada perdida, ausente.
«Carver ha sufrido un accidente de auto y está muy grave». Eso
ha dicho Raúl.
Me ha pedido que lleve al hospital a Jared, puesto que asegura
no podría conducir y tiene razón. No creo que en su estado pudiera
hacerlo. Lo hago entrar al vehículo y acomodarse en el asiento del
copiloto y sin perder tiempo, me pongo al volante.

386
Mi cabeza es un lio. Ver de esta forma a Jared me parte le alma.
No quiero que sufra. Es cierto que Carver se ha portado mal, pero
jamás le desearía esto. ¿Por qué las cosas tienen que complicarse aún
más? ¿Por qué?
Antes de que aparque en la entrada, Jared abre la puerta y baja
del vehículo, entra prácticamente corriendo al lugar, sin decir nada.
Comprendo su actitud. Sin importar las cosas que han ocurrido, es su
hermano y lo quiere. Me toma un par de minutos encontrarlo, está en
el pasillo con Raúl. Dice algo agitado y golpea con el puño la pared.
Me quedo a distancia, incapaz de decir algo.
Un par de hombres se acercan a ellos, intercambian algunas
frases y veo la furia en los ojos de Jared. No lo pienso, avanzo. Son
de la policía y Jared exige una explicación de lo que ha ocurrido. El
hombre los mira fijamente y luego habla.
―No, señor, nadie impacto a su hermano.
― ¿De qué está hablando? ―cuestiona Raúl tan extrañado
como Jared.
―El chico impacto el vehículo intencionalmente contra el muro
―El aire abandona mis pulmones al escucharlo―. Lo hizo
apropósito. Hay varios testigos del hecho.
― ¡Eso no es posible! ―vocifera Jared colérico.
― ¡Cálmate! ―pide angustiado Raúl, sujetándolo con fuerza,
pues parece a punto de irse sobre el hombre.
Lo ocurrido esta tarde viene a mi mente. Sus palabras, su
expresión, su mirada. Además, de sus llamadas. No puedo creerlo.
Saber que esto lo ha hecho deliberadamente es espantoso. ¡Esto es
horrible! ¡Es una pesadilla!
El medico ha dicho que no cree que sobreviva, eso acaba con
Jared. Quiero acercarme, quiero abrazarlo, quiero consolarlo, aliviar

387
su dolor, pero ¿cómo? Yo soy la culpable, algo me lo dice, lo siento.
¡Esto es mi culpa!
Darío aparece por el pasillo, también parece abatido. Me mira y
luego le dirige una mirada envenenada a Jared. Da media vuelta y
desaparece. ¡No puedo créelo! ¿Acaso lo culpa? Jared no tiene la
culpa.
―Vete a casa ―Me pide Raúl. Niego dirigiendo la mirada hacia
Jared. Está sentado, con el rostro mirando al piso y la espalda
encorvada―. Es lo mejor, Conny ―Lo observo con atención. ¡Él
también me culpa! Lo tiene escrito en el rostro. Me muerdo los labios
y me trago las palabras.
―Quiero despedirme de él ―Se pone tenso ante mi petición,
pero antes de que proteste, avanzo hacia donde esta Jared. Al sentir
que me acerco, levanta el rostro. Las palabras se atascan en mi
garganta, mientras nos miramos. ¡Se culpa! Lo veo en sus ojos. Me
inclino apoyando mis manos en sus rodillas―. Me voy al
departamento ―Asiente con un ligero movimiento de cabeza.
Ver al hombre seductor, imponente y apasionado, tan devastado
me duele.
―Te quiero ―susurra dándome un beso en la frente. Forzó una
sonrisa y me pongo de pie. Obligo a mis pies a moverse hacia la
puerta, a pesar de que deseo quedarme a su lado. Pero no es buena
idea.
No sé qué debería hacer. La idea de que Carver hiciera esto para
castigarnos es demasiado doloroso. ¡Intencional! Su accidente fue
intencional. ¡Dios! Me froto el rostro con el brazo, limpiando mis
lágrimas. Saco las llaves de mi pantalón, pero me quedo inmóvil al
ver a Darío apoyado contra mi auto.
― ¿Podemos hablar? ―pregunta poniéndose recto.
―Si.

388
Me ha pedido que lo acompañe a una cafería. No me gusta su
expresión tan seria, ni que no diga nada.
―Seré franco ―comienza a decir―. Deja a Jared ―Lo miro
pasmada. ¿Ha dicho que lo deje? Pero…―. Supongo que comprendes
la situación. Carver lo hizo por ti ―No lo imagino, lo ha dicho. Me
muerdo el labio―. No sería sano que te quedes con Jared después de
esto, ni siquiera si sobrevive ―Me duelen sus palabras. Pero ha dicho
lo que nadie se atrevía, ni siquiera yo a expresar en voz alta. ¡Quiero
llorar!―. Confió en tu sentido común.
Sin decir más se marcha. Dejándome deshecha, devastada.
¿Cómo puede pedirme eso? Jared es mi vida, lo amo. Está sufriendo,
me necesita, pero… ¡Tiene razón! ¡Maldición, la tiene!
Miro los primeros rayos del sol entrar por la ventana de la sala.
No he tenido noticias desde que regrese hace un par de horas. He
revisado mi móvil, confirmando las palabras de Darío. Ahí están las
llamadas perdidas de Carver. Una prueba de mi culpabilidad. La
pantalla se ilumina y la desilusión me invade cuando veo el nombre
de Dafne. Jared no ha llamado y algo me dice que no lo hará. Atiendo
la llamada de Dafne y mientras espero por su llegada, reflexiono las
cosas.

―Conny ―Me mira con lastima y yo sonrió amargamente. Esto


me supera.
―Yo me llevare el resto más tarde, solo queda una maleta
―digo mirando el interior de su auto. He recogido mis cosas y le he
pedido que se las lleve. Darío tiene razón, no puedo quedarme con
Jared. No después de lo que ha ocurrido. No al saber que soy culpable.
¡Si tan solo hubiera atendido la llamada!
―Creo que estas cometiendo un error ―afirma. Muevo la
cabeza. Siempre ha tenido la razón y siempre la he escuchado, pero

389
incluso con mi poco sentido común y mi forma imprudente de ser,
puedo entender las cosas―. Ahora te necesita más que nunca.
―No creo que quiera que me quede ―aseguro con una sonrisa
amarga.
―No es tu culpa ―La miro agradecida, pero sé que lo es.
Es mi culpa. Todo es mi culpa. Comenzando por beber esa
noche, por entrar a esa casa, por desnudarme y coquetearle a Jared.
¡Todo! ¡Todo es mi culpa! Yo soy quien debería estar en esa cama y
no Carver.
―Llegare más tarde. No te preocupes.
―Piénsalo ―insiste.
Sube a su auto y la veo marcharse. Daría todo porque ella tuviera
razón.

Espero sentada en el sofá. Miro mis manos, mis zapatos, aunque


en realidad no veo nada. Mi mente me castiga rememorando la
expresión abatida de Jared, las palabras de Darío, la mirada de Carver,
lo que ha dicho la policía y el médico. ¡Todo me señala!
Escucho la puerta abrirse y me preparo para lo que viene.
«¡Se fuerte, Conny!»
Me pongo de pie a la espera de que entre. Sus pasos son lentos
y no me mira. Incluso en su condición abatida se ve muy guapo. Lo
recorro con la mirada, grabando cada parte de su persona.
Paso saliva cuando se detiene, manteniendo la distancia entre
los dos, sin hacer contacto visual. Eso me mata. Ni siquiera desea
verme. Hunde las manos en los bolsillos de su pantalón y su boca se
abre. Quisiera no escucharlo, quisiera huir.
―Por favor, terminemos… ―Sus palabras me rompen el
corazón. Me muerdo los labios con fuerza para no echarme a llorar―.

390
Lo siento ―No quiero escucharlo. Quisiera cubrir mis oídos e ignorar
lo que ha dicho. Pero eso es huir de nuevo, es negar las cosas, es ser
cobarde. Y en este punto, no puedo hacerlo. La realidad es esta y tarde
o temprano sucedería. Aunque no esperaba que fuera de la peor
manera. Haber estado con Carver se ha convertido en mi estigma.
―Entiendo ―aseguro con voz tranquila. ¿Qué más puedo
decir? ¡Lo sabía! Sabía que esto pasaría.
Se da la vuelta y entra en su despacho. Respiro varias veces para
controlarme. «¡No debo llorar!» repito mentalmente.
Entro en la habitación, tomo mi bolso y la maleta, que he dejado
listos a sabiendas de que esto ocurriría. Antes de salir, miro la cama,
la puerta del baño. Intento no llorar, pero esto duele demasiado. Me
armo de valor y salgo directo hacia la puerta, con la convicción de no
romperme. Pero Raúl está ahí. Sus ojos notan mi maleta y una
expresión afligida cubre su rostro.
«¡Por favor, que no me diga nada o me echaré a llorar! ¡No
quiero llorar!»
Esbozo una sonrisa y él mira con lastima. Bajo la mirada y abro
la puerta. Prácticamente corriendo llego al elevador y pulso el botón.
No quiero llorar, no debo hacerlo, no quiero lastimar más a Jared. Sé
que esto es difícil para él. Las puertas se abren y rápido entro. Cuando
creo que lograré marcharme, una mano aparece y evita que las puertas
se cierren. ¡No es Jared! Desde luego que no es él.
―Entiéndelo ―pide Raúl―. Perdió a sus padres en un
accidente de auto y justo ahora, su único hermano se debate entre la
vida y la muerte ―Asiento y pulso de nuevo el botón, antes de que
mis lágrimas me traicionen. Bajo la mirada y suspiro cuando las
puertas se cierran.

391
Subo a mi vehículo y arranco a toda prisa.
Entro a mi habitación y cierro la puerta, como si eso pudiera
mantenerme a salvo. Esto era demasiado bueno para ser real. Jamás
podremos estar juntos. ¡Me odio por eso! ¡Amo demasiado a ese
hombre y me duele que por mi culpa, justo ahora este destrozado!
¡Perdóname, Jared! ¡Perdóname por no ser la mujer que mereces!
¡Perdóname por llegar a tu vida! Perdóname por amarte tanto.

392
Capítulo 33
Todo parece un sueño, uno demasiado efímero, demasiado
hermoso y al mismo tiempo cruel. Siento como si hubiera sido ayer
cuando nos vimos por primera vez, en aquella mansión. Recuerdo como
sus hermosos ojos azules se clavaron en los míos, en mi rostro, en mi
desnudez. Como sus manos me tocaron, como su boca me reclamó.
Recuerdo como me miro cuando nos encontramos en la galería, lo
mucho que lo odie por su actitud prepotente; como me llevo con engaños
y me tomo sobre el escritorio de su oficina; como me ignoro toda la cena
para después robarme un beso en el elevador; como lo desnude y luego
escape. Su cautivante sonrisa cuando desperté esposada a su cama; ese
inesperado y maravilloso viaje; su faceta alcohólica y adorable, cuando
confeso que me quería, que me amaba. Todos y cada uno de los instantes
que pasamos juntos, se repiten en mi mente, como una secuencia
hermosa y dolorosa.
«¡Hemos terminado! ¡Se acabó!»
Sabía que estaba mal, Carver era su hermano, sabía que no
podría ser, no obstante, una parte de mi quiso aferrarse a él, a sus
palabras de amor, a su tenacidad. Quise creer que era posible estar
juntos.
Entiendo a Jared, realmente comprendo su decisión, no tengo
nada que reprochar. Soy yo la culpable, soy yo quien ha hecho todo
mal. Pero, duele.
Me dejo caer despacio junto a la puerta. Todos los sentimientos
que he intentado contener en las ultimas horas, se desbordan en forma
de amargas lágrimas que humedecen mi rostro con rapidez.
¡Estoy llorando! ¡Llorando por él! ¡Llorando porque se ha
terminado! ¡Porque no puede ser!

393
Siempre dije que jamás lloraría por un hombre, que jamás me
dejaría caer por nadie. Pero Jared no es cualquier hombre, es el amor
de vida, es mi Jared, mi príncipe, mi tonto, mi todo. Esto es demasiado
doloroso. Es como si me hubieran arrancado una parte de mí, como si
me quitaran el corazón.
¡Jared! ¡Jared!
¿Qué se supone voy a hacer? ¿Cómo hago para fingir que nada
ha pasado? ¿Cómo dejo de pensar en él? ¿Cómo lo voy a olvidar?
¿Cómo?
No puedo, no puedo hacerlo. ¡No! La sola idea me aterra, sin
embargo, después de haber visto el dolor que le causado, después de
verlo devastado, después de escuchar su petición, tengo que hacerlo.
Tengo que dejarlo ir, tengo que alejarme de él, pero… no sé cómo
hacerlo. Cada parte de mi cuerpo tiene grabado su nombre, su sabor,
sus caricias.
¡Es imposible!

― ¿Conny? ―Abro los ojos, encontrando el rostro preocupado


de Dafne. Está de pie junto a mí. Me he quedado dormida junto a la
puerta. Siento los ojos hinchados y tengo el cuerpo adolorido. No
tengo idea cuanto tiempo ha pasado, pero parece ser de noche. Intento
incorporarme pero mis piernas no responden y caigo de nuevo al
piso―. Espera ―Trato de recordar que ha sucedido y me arrepiento
al instante. «¡Jared! ¡Jared me ha dejado!». Niego y me trago el nudo
que se forma en mi garganta al evocar sus últimas palabras.
―Estoy bien, estoy bien ―repito intentando convencerme a mí
misma de que es así.
Dafne no dice nada, me toma del brazo y me ayuda a llegar a mi
cama. Supongo que ya debe saberlo o darse una idea de lo que ha

394
ocurrido. Quisiera decirle “te lo dije”, pero mis fuerzas no dan para
más. Ruedo sobre la cama y tiro de la sabana para cubrirme el rostro.
No quiero que me vea llorar.
Me muerdo los labios intentando callar mis sollozos. ¿De dónde
salen tantas lágrimas? ¿No he llorado lo suficiente? Me siento rota,
perdida, vacía. ¿Cómo hago para que no duela? ¿Cuándo se ira este
dolor?
Escucho los pasos de Dafne alejándose y el sonido de la puerta
al cerrarse. Me abrazo a mí misma, recordando la realidad, recordando
de nuevo sus palabras, esas que me han destrozado:
Por favor, terminemos.

«¡Ojala esto fuera solo una pesadilla! ¡Solo un mal sueño! ¡Ojala
pudiera escucharlo llamarme “princesa”! ¡Mi princesa! ¡Jared! ¡Mi
Jared!».

Puesto que he dormido todo el día, no puedo conciliar el sueño.


Permanezco recostada con los ojos abiertos, captando los sonidos de
la ciudad, el avanzar de las manecillas del reloj, el sonido de la
respiración de Dafne al otro lado de la pared. Mis ojos recorren la
oscuridad de la estancia, posándose en el sitio que ocupa el cuadro. El
claro. Su regalo, una forma de demostrarme su amor. Al pensar en él,
de nuevo me asaltan miles de imágenes y siento escocer los ojos.
¿Nunca cesara el llanto?

No tengo ánimos para salir de la cama. Dafne ha intentado que


coma, pero todo sabe a nada, es como masticar un pedazo de hoja,
algo insípido y que se niega a traspasar mi garganta. Tengo el corazón

395
roto, pero aun respiro. ¡Maldita sea! Tengo que seguir, tengo que
“vivir”, aunque una parte de mi este sin vida, aunque me sienta hueca,
aunque todo parezca no tener sentido. ¿Cómo es que una persona
puede gobernar tu mundo? ¿Cómo es que alguien se puede convertir
en algo indispensable? ¿Por qué no puedo vislumbrar mi vida sin él?
No se trata solo del final, sino de las circunstancias.
―Conny ―Miro hacia la puerta. Dafne parece lista para salir.
La observo desde mi cama, es fin de semana, pero para mí es solo un
día más, en el que puedo quedarme acostada―. Vamos a tomar algo
con las chicas. ¿Vienes? ―Muevo la cabeza y ella suspira. Me dedica
una sonrisa lastimera y cierra la puerta.
Ha intentado animarme estos días, convencerme de salir, pero
no puedo, no quiero fingir que no ha pasado nada. Demasiado difícil
me resulta levantarme todos los días e ir a la galería. Donde tengo que
aparentar normalidad, Jasón sabe que no estoy bien, pero no pregunta.
Laisa me dedica miradas lastimeras siempre que nos vemos. Ella
también debe saberlo.

― ¿Te vas? ―pregunta Dafne al verme salir de mi habitación.


Es lunes y aunque no quiera, tengo que trabajar, tengo que salir de mi
escondite, tengo que continuar. Sus ojos escrutan mi rostro, le
preocupo, forzó una sonrisa que termina en un deprimente fallo―.
¿Quieres que te lleve? ―Niego. No puedo arrastrarla a mi miseria.
―Nos vemos ―Salgo siendo consciente del interminable día
que me espera.
Manejo por instinto, porque mi mente ha grabado la ruta que
recorro desde hace dos años. Mi mente vaga entre lo que debo y lo
que realmente deseo hacer. ¡Quiero verlo!

396
Cruzo las puertas de galería y me empapo de los preparativos
para la explosión, para no pensar, para olvidar, para no buscarlo.
―Conny ―Miro a Laisa, quien me observa desde la puerta de
la bodega, donde me he ocultado todo el día―. Acompáñame un
segundo ―Asiento sin decir nada. Hoy Jasón no está, así que no tengo
idea que dirá―. Toma asiento ―Me acomodo en la silla frente a ella,
a la espera―. Estuve hablando con Jasón respecto a tu transferencia
―He pensado en ello anoche, solo 3 semanas y me iré, justo en estos
momentos es lo mejor que podría hacer. Marcharme―. Lamento
decirte que no será posible ―Siento como si me hubieran arrojado un
balde de agua fría. ¿No hay viaje a Paris?―. Hubo algunos problemas
administrativos y me temo que no podrás irte como estaba planeado.
Lo lamento ―Quisiera creer que ha sido obra suya, pero mi estado
patético incluso se ha ganado miradas de compasión de su parte. Así
que descarto esa posibilidad.
―Entiendo ―contesto con un hilo de voz. ¡Estoy jodida! ¡No
puedo irme! Tengo que quedarme, aquí, en la ciudad, bajo el mismo
cielo, a unos kilómetros de él. ¡No puede ser!
―Haré lo posible para que todo se agilice ―Asiento y me
pongo de pie. Esto es malo.
Me aferre a ese viaje, a la idea de poner tierra de por medio, pero
ahora no sé qué hare. Paris era mi escape, era mi salida fácil, sin
embargo parece que el karma no desea que me salga con la mía.
Alguien sabe que intento huir y por eso me retiene, para que enfrente
lo que he hecho, el dolor que he causado. ¡Este es mi castigo! Tenerlo
cerca y no poder estar con él.

Agua fría, helada, turbia, cubre todo y me deja sin aliento. Sin
embargo, lo que me aterra es que no está. No lo encuentro y lloro,

397
lloro desesperada intentando encontrarlo. Cada noche se repite el
mismo sueño desde esa noche. Creo que me estoy volviendo loca.
Comienzo a creerlo. No puedo evitar recordarlo y que mis lágrimas
broten. ¡Esto es horrible! ¿Acaso nunca se ira el dolor?
Un nuevo día transcurre de forma lenta y tediosa. Recito de
memoria las leyendas de cada obra que pende de las paredes del
segundo piso. Hoy es martes, el día de la explosión ha llegado, estoy
en pleno evento, pero mi mente realmente está muy lejos de aquí. Mi
vida se ha reducido a trabajar hasta más no poder y luego meterme a
la cama, donde lloro por horas hasta que el sueño me vence. Llorar es
lo único que se hacer. Raúl ha llamado, informándome de su
condición. Las horas críticas han pasado, pero su estado sigue siendo
grave. Él evita mencionar a Jared, pero aun así, le he pedido que cuide
de él.
Jared se ha convertido en mi vida, en una parte indispensable de
mí, por lo que me resulta imposible dejar de pensar en él. Había tantos
planes, tantas cosas que aun deseaba hacer junto a él. Sin embargo,
nada podrá ser ya.
― ¿Todo está en orden? ―pregunta Laisa mirándome de forma
amigable. Su trato conmigo ha cambiado un poco, no grita, no exige.
―Si ―respondo señalando el salón―. He revisado todo hace
un momento. Toda esta en orden.
― ¡Genial! Recuerden que este evento es más importante que el
que se realizó hace dos semanas. Así que hay que hacerlo perfecto
―explica Jasón. Otra explosión se realizara, ahora es un aventó más
grande. Todos los socios e inversionistas estarán y personas
importantes de varias partes del país. Desde luego mi mente ha
pensado en él. La idea de verlo me emociona y me aterra, pero Jasón
ha dicho que no vendrá. Quizás es mejor así. No verlo.
«El tiempo lo cura todo».

398
Eso es una estupidez. Mientras más días pasan más dolor siento,
más lo extraño. ¡Quiero verlo! ¡Quiero abrazarlo! ¡Quiero ver su
sonrisa! ¡Quiero sus arranques, sus protestas, sus chantajes! Dios,
cuanto lo extraño. A veces siento el impulso de salir corriendo y
buscarlo, pero él mismo ha pedido esto y yo tengo que obligarme a
mantenerme lejos.

―Te ves hermosa ―susurra Dafne. Le dedico una sonrisa


amarga.
―Jasón se pondrá histérico si no visto cómo se debe ―explico
mientras ajusto el tirante del vestido. Por más que insistí en no estar
presente, soy quien mejor conoce todo y según mi jefe, soy su carta
fuerte. Así que tengo que asistir. Dafne no dice nada, me dedica una
mirada compasiva―. Me voy. Nos vemos ―digo antes de que diga
algo.
Soy patética, lo sé. Pero no puedo ser de otro modo. ¡No puedo
olvidarlo! Creo que jamás lo hare.

Hay muchas personas, todas con trajes costosos y elegantes. Por


turnos me acerco a ellos y explico algunos detalles. Sonrió a la mujer
mayor que tengo delante de mí, ha estado hablándome de su marido,
es lo único que he captado en todo el rato. Me despido de ella y avanzo
en busca de Jasón, pero me detengo al verlo cruzar la puerta.
«¿Qué hace aquí?».
Miro aterrada a Jasón, quien está al otro lado de la estancia. Nota
mi desconcierto y niega en respuesta a mi pregunta. Entonces Jared
me mira, es una milésima de segundo en las que nuestros ojos se

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encuentran, pero basta para que todos los sentimientos afloren con
fuerza desmedida. Tengo que salir de aquí, tengo que irme.
―Conny ―La voz de Laisa me hace pegar un salto. Me mira
fijamente de manera severa.
― ¡Por favor! ―suplico desesperada. Su postura y mirada, me
indican que sabe lo que estoy pensado hacer.
―No puedes irte ―dice con severidad y yo quiero ponerme a
llorar. No puedo estar cerca, no puedo.
―Laisa…
―Si no eres capaz de actuar con profesionalismo ¿cómo harás
en el futuro cuando se te presente una situación complica? ―No creo
que exista algo peor que encontrarme con Jared―. Él ha asumido su
trabajo a pesar del estado de su hermano. Tú tienes que hacer lo
mismo, Conny ―Tiene razón, pero no puedo.
―No puedo ―murmuro histérica. Se acerca y me toma del
brazo.
―Si puedes. Sé que puedes. Solo tranquilízate ―Esto es
absurdo. Incluso ella me compadece. ¿Quién lo hubiera pensado?―.
Ve al sanitario y contrólate ―Asiento poco convencida y me
encamino a los sanitarios.
Me miro al espejo y niego. He perdido peso y a pesar de mi
maquillaje, los círculos negros se notan. Soy un fantasma, la sombra
de la mujer que era. ¡No quiero verlo! No quiero que note mi
demacrado estado, no quiero. Pero Laisa tiene razón, no puedo huir
de él, porque en realidad no puedo hacerlo. No hay viaje a Paris, no
será la primera vez que nos encontremos. ¡Tengo que hacerlo! Tengo
que ser fuerte.

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Agradezco que haya muchos invitados con interés y que me
acaparen. Casi ha terminado la noche y he logrado evitarlo a toda
costa. Solo unos minutos más y todo terminara. Avanzo por el salón
y veo a Daren junto a uno de los cuadros. ¡Genial!
―Daren ―Me mira y sonríe.
―Conny ―Se acerca y me toma de la cintura. Su contacto es
demasiado atrevido, al parecer ha bebido de más―. ¿Cómo estás?
―Intento liberar su mano, pero no la retira. ¡Joder! Siento un
escalofrió recorrer mi cuerpo y todas mis terminaciones nerviosas
entran en tensión. Su mano aparta de mala gana la mano de Daren,
sustituyéndola. ¡Jared!
― ¿Te importaría quitar tus manos de ella? ―¡Mierda! También
ha bebido y parece furioso. Daren lo mira desconcertado y yo quiero
ponerme a llorar. Jared, mi Jared me sujeta con fuerza de la cintura.
Percibo su aroma, siento su calor. Mi corazón late como loco y no
puedo apartar la mirada de su perfecto rostro. ¡Dios!
― ¿Y tú quién eres? ―pregunta Daren frunciendo la frente.
―Él es el señor Leiner ―explico torpemente recordando que
Daren está delante de nosotros―. Y él es Daren Donal ―digo
mirando a Jared. Quien esboza una sonrisa torcida.
― ¿Así que tú eres Daren? ―dice con sarcasmo―. Si hubiera
sabido que te gusta, mi princesa, no hubiera comprado tu cuadro
―Me quedo de piedra. ¿Qué demonios? La cara de desconcierto de
Daren dice cuando lo ha sorprendido.
― ¡Jared! ―murmuro empujándolo―. Discúlpanos, Daren
―Lo tomo del brazo y me abro paso entre los curiosos que se han
percatado de la situación. Laisa me dedica una mirada preocupada y
yo niego. ¿Por qué ha bebido? ¿Por qué ha dicho eso?

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No protesta, se deja guiar por mí. Cosa que agradezco. No
quiero problemas. Logro hacerlo entrar al despecho y lo dejo caer
sobre la silla. Está muy ebrio.
―Llamare a alguien… ―Antes de que me aparte, tira de mi
brazo y me rodea por la cintura. Contengo la respiración. Su rostro se
esconde en mi estómago y de nuevo quiero ponerme a llorar. ¿Por qué
hace esto? ¿Por qué ha dicho que soy su princesa?
―No soporto ver cómo te mira, como te toca. Tu eres mía y de
nadie más ―Un sollozo escapa de mis labios. ¡Suya! Sí, soy solo
suya.
―Jared ―tartamudeo. Restriega su rostro en mi vestido y
aumenta la fuerza de su abrazo.
Había olvidado lo adorable que luce cuando bebe. Parece un
niño pequeño, como aquella noche. Esta tan guapo, pero se nota
cansado.
―Conny, mi princesa ―Siento un nudo en la garganta. «¡Por
favor, no me hagas esto!» Suplico mentalmente―. Lo siento
―murmura con la voz rota. ¡Por favor, no!―. Soy un idiota.
―Jared… ―sollozo.
―Te amo, te amo como un loco ―¡Dios mío!
―Jared…
―Te echó tanto de menos ―Las lágrimas resbalan por mis
mejillas sin poder evitarlo. Esto no está bien. No quiero escucharlo,
es demasiado doloroso―. ¿Te digo algo? Aquella noche…
―No… no sigas ―Ignora mi suplica y continua murmurando.
―Estabas hermosa y yo no estaba en mi mejor momento. Pensé
que era solo sexo, eso creí, pero cuando te vi ponerte mi camisa y
sonreír de manera coqueta, supe que quería tenerte en mi vida, que
deseaba verte sonreír, mirarme despertar a mi lado cada mañana…
―Para…

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―Te amo… ―De nuevo tira de mí, no me resisto, dejo que me
acerque hasta que estoy sentada sobre sus piernas y tengo su rostro en
mi cuello―. Te amo… pero… no puedo ―Me muerdo los labios. ¡No
quiero escuchar más!―. Perdóname por hacerte daño ―No tengo
nada que perdonar―. Perdóname por no poder dejarte ir, lo siento,
soy un egoísta pero no puedo.
―Jared…
―Lo siento, Conny. Si me odias lo entenderé ―No comprendo
porque se disculpa―. Lo siento.
―Por favor, detente ―sollozo negando. La única persona que
debe pedir perdón soy yo.
― ¿Por qué no puedo olvidar? ―pregunta arrastrando las
palabras. Ojala tuviera esa respuesta, eso mismo me pregunto yo―.
¿Por qué no dejo de pensar en ti? ―¡Dios! No soy la única que siente
eso y saberlo aumenta mi remordimiento.
―Lo siento ―susurro acariciando su pelo. Deja escapar un
profundo suspiro.
―Te amo. Nunca creí amar a nadie como a ti. Pero… ―«Pero».
―Carver ―Su nombre incluso me quema.
―Si. Es mi hermano.
La puerta se abre y Laisa aparece, nos observa y luego me mira
a los ojos.
―Ya vienen por él ―Asiento y ella se marcha.
Jared sufre, conmigo o sin mí, sufre. Ojala pudiera aliviar su
dolor, ojala pudiera irme de aquí, ojala pudiera desaparecer.
―Perdóname.

―Gracias ―dice Raúl. Asiento mirando a Jared, quien esta


tumbado en el asiento del auto.

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―Cuídalo ―Asiente y sube al auto.
Observó la figura inmóvil del hombre que tanto amo. Me duele
verlo de este modo, me duelen sus palabras, pero lo que duele más, es
saber que yo soy la culpable de todo este dolor. ¡Maldita seas, Conny
Damme! ¡Maldita seas!
Entro a la oficina y veo a Laisa. Acabo de comprender las
palabras de Jared.
―Fue él, ¿verdad? ―inquiero. Me mira con expresión rígida
intentando disimular, pero no puede―. ¿Por qué? ―Lanzo la
pregunta sin esperar una autentica respuesta.
―Eso fue antes del accidente ―asegura incomoda. No digo
nada, doy media vuelta y me marchó.
Por eso me pidió perdón. Por eso dijo que no podía dejarme ir.
Fue Jared quien cancelo mi viaje a Paris. No estoy molesta. Debí
suponerlo, no me dejaría ir tan fácil, se que intentaba ganar tiempo.
Desde luego que no podía marcharme así como así. Jared esto duele,
pero creo que lo merezco. Mi pecado es amarte y no poder tenerte.
¡Te amo, Jared!

Hace dos semanas que lo vi. No he vuelto a verlo. Carver ha


despertado y Dafne ha dicho que pronto lo darán de alta. Eso es bueno,
pero no le quita peso a los hechos.
Mi vida sigue en un ritmo autómata, cada día que pasa me
convenzo más de que debería irme. Pero no tengo a donde ir, he
pensado en enviar solicitudes a algunos museos o galerías, pero lo
cierto es que no puedo botar a Jasón. No obstante, saber que Jared está
cerca me hace añorarlo como nunca. No puedo dejar de pensar en él.
―Voy a ver unos clientes ―dice mi jefa saliendo de su
despacho.

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―Si ―Esto es de locos. Incluso comienzo a llevarme mejor con
ella.
―No tardó ―Le dedico una ligera sonrisa y ella se marcha,
mirándome con compasión.
Suspiro y me dejo caer en la silla. ¿Cuándo volveré a ser la
misma? ¿Podré hacerlo? Miro la longitud del salón, aquí fue donde lo
vi por segunda vez. ¡Esto es malo! No debería estar pensando en él.
―Señorita Damme ―Me pongo de pie al escuchar mi nombre.
―Eliot ―susurro sorprendida.
Me había olvidado por completo de él, no lo había vuelto a ver.
Esboza una sonrisa torcida y avanza despacio. Sus ojos de serpiente
me observan atentos, de un modo extraño.
―Tengo una propuesta que hacerle.

405
Epilogo
~Dafne~
¡Soy una idiota!
¿Por qué no entre? ¿Por qué no pensé que algo estaba mal?
¡Demonios!
Subo a mi auto y piso el acelerador hasta el fondo. No puedo
entenderlo. ¿Por qué lo ha hecho? ¿Por qué no me aviso? ¿Por qué?
Vislumbro la enorme reja y freno, salgo corriendo y oprimo como
posesa el timbre.
― ¿Diga? ―contesta una voz mayor.
―Necesito ver al señor Leiner ―exijo con poca amabilidad.
―Lo siento…
― ¡Es urgente!
La reja se abre y entro prácticamente corriendo. Cruzo el camino
que está rodeado por un hermoso jardín, no tengo tiempo para mirar.
Pero ella tenía razón, este lugar es impresionante. ¡Demonios!
Veo a una mujer abrir la puerta de madera, no le doy oportunidad
de hablar, entro casi derivándola y me detengo al ver a Carver. Tiene
algunos moretones y heridas en el rostro, aún tiene yeso en su pierna
derecha y en el brazo izquierdo, así como un collarín, me encantaría
golpearlo, pues esto es su culpa, se ha salvado pero ha destruido su
vida. No tengo tiempo.
―Jared ¿dónde está Jared? ―pregunto impaciente. Me mira
confundido―. ¡¿Dónde está?! ―grito exasperada.
― ¿Qué sucede? ―Jared aparece y rápido me acerco a él.
―Conny… se fue. Conny se ha ido.

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X-Amor
La repentina desaparición de Conny, hará que ambos hermanos se
unan para encontrarla. Tras darse cuenta de la magnitud de sus
sentimientos, Carver decide hacerse a un lado, arrepentido del
sufrimiento que ha causado a ambos. Las cosas entre Conny y Jared
no podrían ir mejor, pero el pasado de Jared emergerá complicando
de nuevo las cosas. Ambos tendrán que estar dispuestos a todo. ¿Podrá
ser el amor más grande que el remordimiento y la culpa?

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