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CONSTRUCCIONES EN PSICODRAMA*

María Carmen Bello

Freud comparó el trabajo psicoanalítico al de un


arqueólogo que va reconstruyendo un edificio sepultado
por el tiempo a través de pequeños fragmentos
encontrados.
En psicodrama se realiza también esta labor de
construcción y reconstrucción, pero se trata de una
construcción por medio de escenas.
¿Qué papel juega el grupo en esta búsqueda?
El Psicodrama tiene una secuencia desde el grupo al
protagonista, y del protagonista al grupo, desde el contrato
dramático hacia la escena nuclear y de la escena nuclear
de regreso al presente, que constituye "la arqueología
dramática".

Son muchos los intentos de integración y los esfuerzos por


comparar Psicoanálisis y Psicodrama. Diversos autores, como Didier
Anzieu, Gennie y Paul Lemoine, Moustapha Safouan en Francia, y
Dalmiro Bustos, Carlos Martínez, Fidel Moccio, Eduardo Pavlovsky,
Hernán Kesselman, Roberto Losso, Jorge Saurí, en Argentina han
desarrollado el tema.
No quisiera aquí abundar más sobre el tema, ni repetir cosas ya
dichas. Mi opinión está bien expresada por el título de esta Mesa Redonda.
Psicodrama y Psicoanálisis representan dos estrategias para acceder a un
mismo objetivo: traer a la conciencia los contenidos psíquicos reprimidos,
analizar los conflictos inconscientes. Cuando expreso este objetivo en
términos del Psicodrama, me gusta decir que se trata de analizar los
dramas que se repiten sin ser comprendidos, para que pueda uno
convertirse en protagonista de su propia vida, en lugar de ser un actor
secundario en una obra escrita por otros.
Lo que quisiera entonces es desarrollar dos de las articulaciones
que me parecen más fecundas en este sentido.
La primera es una contribución de Paul y Gennie Lemoine. Ellos
ubican al Psicodrama en comparación al Psicoanálisis, utilizando como
ejemplo el juego del carretel (fort-da). Desde el Psicoanálisis se ha puesto
el acento en las primeras palabras que representan la pérdida y
recuperación de la madre. A través de ellas el niño accede al lenguaje y a
través del lenguaje accede a lo simbólico. Los Lemoine, hacen en cambio
hincapié en que el juego del carretel es precisamente eso: un juego y que
el juego precede a las palabras. Este juego está situado aún en lo
imaginario pero permite el pasaje a lo simbólico. Aquí ubican ellos al
Psicodrama, en este juego imaginario que permite acceder a la
simbolización.
Relacionado con esto, hacen los autores otra observación: una de
las características del Psicodrama es la posibilidad de recrear lo ausente. Si
en Psicoanálisis se evoca lo ausente a través de las palabras o se lo
convoca a través de la transferencia, en Psicodrama lo ausente puede
adquirir una presencia dramática.
Casi podría decirse que el Psicodrama es la recreación dramática
de lo ausente, desde lo más obvio hasta lo más sutil. En el espacio
dramático pueden aparecer los padres de la infancia, los abuelos muertos,
la casa donde se nació, el juguete perdido en el tiempo, la novia de la
adolescencia, pero también la misma experiencia, aparentemente
conocida, que se recrea de distintas maneras en cada dramatización.
Lo ausente quiere decir entonces muchas cosas: lo que no está, lo
perdido, lo pasado, ¿lo olvidado? ¿lo que no fue?
Esto nos lleva a la segunda articulación que quiero proponer y que
parte de la comparación del trabajo psicodramático con el trabajo
psicoanalítico tal como lo describe Freud en su artículo de 1937,
Construcciones en psicoanálisis.
El objetivo de Freud en este artículo es hacer una vez más una
defensa del Psicoanálisis a propósito de una crítica: el psicoanalista
siempre cree tener razón, si el paciente se la da, lo confirma, si no, es
prueba de su resistencia. Al hacer esta defensa, Freud aporta dos cosas
interesantes: la comparación del trabajo analítico con una excavación
arqueológica y el concepto de construcción.
Entonces, lo que voy a hacer es la comparación de la comparación.
¿Cómo se da en Psicodrama este trabajo de construcción o de
reconstrucción que en Psicoanálisis se hace a partir de fragmentos de
recuerdos, de sueños, de asociaciones y de la misma conducta del sujeto?
Y, ¿qué pasa con esto en un grupo?
La secuencia de una sesión de Psicodrama puede ayudarnos a
contestar estas preguntas:
Un grupo de Psicodrama cumple, como todo grupo terapéutico un
proceso en el cual cada sesión se relaciona con las anteriores y al mismo
tiempo tiene una secuencia particular.
Es en el grupo donde comienza la excavación, o mejor dicho, la
exploración del terreno arqueológico.. A través del caldeamiento, la
primera etapa del Psicodrama, el grupo va privilegiando los temas que se

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trabajarán en esa sesión y consagra a uno de sus integrantes o a todo el
grupo como protagonista.
Cuando todo el grupo es protagonista, estamos trabajando a nivel
sociométrico, y, más ampliamente, en el campo de la transferencia grupal.
La transferencia grupal moviliza en cada integrante su historia, y
cuando el protagonista es uno de los integrantes del grupo, tiene el valor
de portavoz de un emergente grupal.
El va a representar para todo el grupo algo que los involucra a
todos a través del desarrollo de su conflictiva personal.
La reconstrucción propiamente dicha comienza a través del
contrato dramático. Este contrato es la primera piedra de nuestro edificio a
reconstruir y es, a su vez, una de las piedras del terreno arqueológico
grupal.
El contrato dramático parte en general de una pregunta que el
protagonista se formula sobre sí mismo y que el resto del grupo comparte.
El papel del director de psicodrama o terapeuta es ayudarlo a precisar esta
pregunta o propuesta, porque por aquí vamos a comenzar la excavación.
Es nuestra guía, que no debemos perder de vista. Por el contrato vamos a
saber cuáles fragmentos nos sirven y cuáles no, en la reconstrucción.
El contrato es como un hilo en el que se van enhebrando las
distintas escenas, y ésta es la alternativa dramática de la asociación libre:
las escenas que se asocian entre sí.
Comenzamos por una escena del presente, donde se despliega y
expresa el conflicto actual. La ambientación debe ser cuidadosa, porque en
ella encontraremos las claves dramáticas que nos irán guiando en la
dramatización.
La escena se desarrolla hasta que encontramos algo que tiene que
ver con la pregunta formulada o implícita en el contrato, pero que no tiene
ninguna respuesta dentro de esa misma escena. Debemos buscar la
respuesta en una escena anterior en el tiempo. Primero abordaremos,
probablemente una escena del pasado inmediato, para luego adentrarnos
en escenas de la adolescencia o de la infancia hasta llegar a una escena que
contiene el núcleo de la conflictiva que exploramos. Esta escena ha sido
denominada por otros autores "escena nodal" o "escena nuclear
conflictiva".
En otro trabajo hemos hablado de las características de esta escena
nuclear, que tiene el valor de una imagen más que de una escena, porque
no tiene un tiempo, ni un escenario ni personajes reales, sólo una acción
que se cristaliza en un rol. Es una imagen estructurante, que modela la
experiencia. A partir de ciertas escenas nucleares típicas hicimos un
intento de sistemación psicopatológica desde el Psicodrama.

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Volviendo a nuestra secuencia, es en este momento que se inicia la
reconstrucción. La exploración de la escena nuclear, reorganiza el resto
del material: lo resignifica. Es como si se encontrara la pieza clave de un
rompecabezas, que permite poner en su lugar el resto de los fragmentos,
que hasta ese momento no cobraban sentido. La dramatización nos revela
una nueva historia, diferente de la conocida y relatada por el protagonista.
Podemos ahora regresar a la escena actual con un conocimiento nuevo que
nos permite ensayar nuevos roles, "dar una respuesta nueva a una
situación vieja" como decía Moreno.
El segundo regreso es al grupo. Si el protagonista ha estado bien
elegido, su exploración habrá contribuido a despejar la situación
transferencial grupal y cada integrante tendrá algún nuevo elemento para
el conocimiento de sí mismo. El campo arqueológico grupal se puebla de
la posibilidad de muchas nuevas reconstrucciones.
Freud señalaba que el psicoanalista trabaja en condiciones más
favorables que el arqueólogo, porque el material que utiliza se halla
todavía vivo.Con este material, el psicoanalista puede elaborar verdaderas
construcciones, que, comunicadas al paciente en el momento oportuno del
proceso terapéutico, le ayudarán a recobrar los perdidos recuerdos, o, si
esto no es posible, tendrán el mismo efecto terapéutico que un recuerdo
recobrado.
El trabajo psicodramático agrega una nueva ventaja a la del
psicoanalista: ese material que todavía se halla vivo, no depende de un
esfuerzo de reconstrucción realizado por el terapeuta. Es el protagonista
mismo, en el marco del grupo, quien va haciendo solo su exploración
arqueológica, es él quien va encontrando las pistas y es él quien traza el
camino con las preguntas que se hace sobre sí mismo y sobre lo que le
pasa, camino por el cual nosotros le acompañamos, siempre unos pasos
detrás de él.

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PSICODRAMA Y PSICOANALISIS, DOS
ESTRATEGIAS: ¿UN MISMO OBJETIVO?
Jaime Winkler

"Yo comienzo donde Ud. deja las cosas. Ud. analiza los sueños de
los pacientes. Yo trato de darles el valor de soñar nuevamente".
Jacob Levi Moreno se atribuye haberle dicho esta frase a Sigmund
Freud en 1912, cuando era estudiante de Medicina, y el Profesor Freud
salía de una clase en la Clínica psiquiátrica de Viena.
Nunca sabremos si el episodio existió en realidad, o si es una de las
múltiples anécdotas inventadas por el padre del Psicodrama, que a la sazón
tenía veinte años de edad.
Podríamos categorizar la mayor parte de las teorizaciones de
Moreno como un intento de crear un sistema terapéutico en oposición al
psicoanalítico, pero sería quedarnos con lo más superficial de sus
motivaciones. Toda la concepción de Moreno se basa en posiciones
axiológicas que son previas a su polémica con el creador del Psicoanálisis.
Estas posiciones tienen sus raíces profundas en la visión jasídica de
la religión judía, mística y reivindicadora del papel del hombre, como
interlocutor válido de Dios, sin intermediaciones. La ética que subyace es
la de una integridad entre el pensamiento, el sentimiento y la acción.
Martin Buber pudo sintetizar en su filosofía estas raíces, destacando el
papel de la relación Yo-tú, complementaria de la relación Yo-ello. Tanto
Buber como Moreno colaboran en la Revista Daimon, fundada en Viena
en los últimos años de la primera guerra mundial.
Moreno reprocha a Freud su poca preocupación por los fenómenos
sociales de su época: los movimientos revolucionarios, el peligro que se
cierne sobre Europa que ha quedado huérfana de liderazgos fuertes
después de la desaparición del Imperio Austro-húngaro. Sin embargo, en
el mismo año que el primero de ellos intenta un sociodrama público sobre
el peligro político (que fue un escándalo), Freud escribe Psicología de las
masas y análisis del yo. Dos formas de abordaje que marcan una
constante: Moreno trata de encontrar soluciones a través de la acción y de
la participación de los grupos humanos, Freud a través del pensamiento,
del análisis, de la escritura rigurosa.
Cuando Moreno se refiere a la época en que ambos vivían en la
ciudad de Viena, relata que el ambiente terapéutico estaba dominado por

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las concepciones psicoanalíticas, y que él y sus colegas de la Revista
Daimon (los existencialistas heroicos o "seinistas") eran vistos como
eventuales neuróticos, con tendencias hipomaniacas, por sus posiciones
románticas y deseos de transformación, no sólo de las relaciones humanas
sino que también de las políticas e internacionales.
Pero en esa época Moreno no se había reunido aún con su
identidad de psicoterapeuta. El pasaje del místico jasidista al terapeuta se
da más adelante, cuando descubra el valor del cambio de roles a través de
la experiencia con una pareja que formaba parte de su equipo del teatro de
la Espontaneidad.
Cuando se refiere a la Psicoterapia de Grupo, término que él
acuñó, dice que la misma se originó en oposición y como protesta contra
los métodos individuales entonces dominantes. Nuevamente podemos
dejarnos llevar por la tentación de creerlo, como si todo fuese en oposición
a Freud, cuando es evidente que Moreno desde muy joven trabajó en y por
los grupos: de marginados, de inmigrantes, de prostitutas. Lo que sí es
cierto es que iba a los lugares donde ellos vivían, para dedicarse a su
problemática en el lugar de la acción, y no en el aislamiento de un
gabinete.
Podríamos hacer un listado rápido de las principales críticas de
Moreno al Psicoanálisis en tanto sistema terapeútico:
- El sueño hablado, relatado en la sesión psicoanalítica, es sólo una
sombra del sueño. El sueño dramatizado permite descubrir elementos que
en el relato no aparecen.
- Las palabras no alcanzan a transmitir la riqueza de la existencia,
que sólo puede ser desentrañada "in status nascendi", en el momento en
que comienza la acción. Primero es la acción, después, las palabras.
- Se puede comprender el complejo de Edipo desde un punto de
vista sociométrico, ya que se trata de un problema relacional, pasible de
interpretaciones familiares y grupales.
- Que el yo se ha formado a partir de relaciones sociales, y no a
partir del ello. Del desempeño de roles se constituye el yo, y no a la
inversa.
- Considera que el concepto de inconsciente en Freud es estático.
De paso, critica a Jung, sosteniendo que existe un inconsciente común o
co-inconsciente, pero basado en la experiencia vivida. Se trata de un co-
inconsciente biográfico y no "colectivo" ni filogenético.
- El espacio psicodramático es un diván ampliado, en el cual se
representa lo que en el diván se habla. En él se produce la resurrección del
drama psicológico.
A pesar de sus críticas, respeta a Freud como terapeuta, ya que le
reconoce haber dado preeminencia a lo que observaba en sus pacientes

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aun a pesar de la teoría. Es en el terreno de la práctica, dice, en el que
habría sido factible entenderse, si hubieran podido dejar de lado las
posiciones teóricas.
Podríamos invertir mucho tiempo relatando las peripecias de estos
dos desarrollos paralelos y, aparentemente, antagónicos, pero vamos a
hacer un salto histórico para pasar a los primeros encuentros entre ambos.
En los años de 1945-46, los Dres. Fouquet y Mireille Monod
asisten a las sesiones del teatro terapéutico de Moreno. A su regreso a
Francia comparten su experiencia y formación con otros colegas, entre los
que se encuentra D. Anzieu. Los seguirán después en la iniciación a las
técnicas dramáticas Levobici, Diatkine, Kestenberg. Se trata de
psicoanalistas que descubren el valor terapéutico de estas técnicas en el
tratamiento de niños, pero que rechazan fuertemente las teorías de
Moreno. Denominan a su actividad, primeramente como "Psicoanálisis
dramático de grupo" y después como "psicodrama psicoanalítico". Mucho
más tarde surgirán otros abordajes al psicodrama desde el Psicoanálisis
francés: Pierre Bour que lo relaciona con el objeto intermediario,
transicional, y los esposos Gennie y Paul Lemoine que lo teorizan desde
las aportaciones de Lacan.
En la Argentina, alrededor de 1957-58, el psicodrama es
introducido por dos pioneros: Jaime Rojas Bermúdez, que realiza varios
viajes al Instituto Beacon de Moreno y obtiene su apoyo para el desarrollo
y la formación de psicodramatistas, y, desde el Psicoanálisis, el Dr.
Mauricio Abadi. La disociación se repite: Rojas Bermudez es
"moreniano", mientras que Abadi abre las puertas para que los
psicoanalistas argentinos se interesen en el Psicodrama, sin abandonar el
marco referencial en el que se formaron. Dentro de estos últimos, se
destacan Pawlowski, Moccio y Martínez Bouquet. Dalmiro Bustos, que
tuvo un primer año de clases con Rojas Bermúdez, decide trasladarse a
E.E.U.U. y hacer la formación completa en el Instituto Beacon, con
Moreno y su esposa Zerka. Lo mismo harán otros argentinos, como
Mónica Zureti, quien también realizó la formación psicoanalítica.
Retomemos a D. Anzieu, que nos aporta un cuadro comparativo de
las diferencias y convergencias entre ambas corrientes. Sostiene que,
mientras Freud descifra el simbolismo de los sueños, y en las asociaciones
libres busca las significaciones simbólicas, Moreno moviliza y descarga
afectos largo tiempo contenidos. Que el resultado de esto puede ser que el
Psicoanálisis termina teniendo muy poco poder sobre el afecto, mientras
que el psicodrama produce descargas emocionales de efectos
espectaculares, pero efímeros. Nosotros disentimos sobre esto último,
creemos que Anzieu opina así por haber utilizado sólo las técnicas
dramáticas, sin agotar el proceso que Moreno y sus seguidores

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contemporáneos reencuadran como "Catarsis de integración", a diferencia
del fenómeno puramente expresivo de las emociones (abreacción en
Freud).
Moreno no deja que la transferencia se desarrolle para después
interpretarla, sino que la utiliza para desencadenar la espontaneidad y la
catarsis.
En cuanto a las similitudes, dice que la espontaneidad
psicodramática tiene el mismo objetivo que las asociaciones libres
psicoanalíticas. En ambos sistemas se revelan las intenciones secretas, las
emociones inexpresadas, "el orden ignorado y sin embargo activo en el
que está atrapado el sujeto". En ambos se produce la emergencia de un
sentido. Tanto en el Psicodrama como en el Psicoanálisis hay que ir a la
búsqueda de los orígenes de los conflictos. El Psicoanálisis descubrió que
una vida humana se explica por su historia y que un trabajo de
desconstrucción y reconstrucción autobiográfica es una empresa de
curación.
Por su parte Moreno lleva a los protagonistas a remontarse a la
temprana infancia. Al representar nuevamente las escenas difíciles de la
vida, se las re-experimenta y "cada segunda vez, si es auténtica, libera de
la primera". En el Psicoanálisis el drama es reconstruido, en el psicodrama
es representado, con el agregado de que se pueden ensayar e inventar
nuevas respuestas, con la ayuda del grupo, al cual Moreno atribuyó el
principal papel terapéutico.
En ambos, el drama comprende varios personajes y múltiples
escenas y el objetivo común es el re-conocerse en su propia historia
personal, al sentirse más libre respecto de ella.
Conclusiones:
Como vemos, para poder contestar a la pregunta que subtitula esta
mesa redonda, debemos aclarar primero de cuál Psicodrama y de cuál
Psicoanálisis se trata.
Con respecto al primero, tenemos una gama amplia que va desde el
psicodrama Moreniano "puro", o que pretende mantenerse sin influencia
psicoanalítica, generalmente sostenido por los discípulos del Instituto
Beacon y sus seguidores, hasta el llamado Psicodrama Psicoanalítico,
dentro del cual un extremo es el Psicodrama Freudiano (lacaniano). Con
respecto al primer extremo formulamos la siguiente crítica: mantenerse al
margen del aporte psicoanalítico implica una estereotipia históricamente
inaceptable, como si se tratara de una especie de "lealtad" a la polémica de
Moreno con Freud, lealtad que jamás fue solicitada, ya que su postura
ética constante a lo largo de su vida fue "sé tú mismo" y "te ruego no
amontones mis palabras cuando mi voz ya no se escuche". La otra
consecuencia, que nos parece también irreparable, es la falta de análisis

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personal de quienes se forman únicamente a través del psicodrama.
Sabemos que esta posición es muy polémica, y la sostenemos a
conciencia.
En cuanto a las variantes del Psicodrama Psicoanalítico,
observamos que negar por completo la teoría y las ideas de Jacob Levi
Moreno conlleva a un uso de sus técnicas, pero vaciadas de su contenido
filosófico y de sus valores, de su enorme entusiasmo reparatorio y hasta de
sus concepciones del funcionamiento grupal, básicas y fundamentales para
la comprensión del fenómeno interrelacional. Se nos ocurre que es como
usar una tina habiendo tirado al niño que estaba adentro. En las
experiencias que hemos podido compartir con los colegas que ejercen esta
modalidad, vemos que hay poca preparación técnica específica para los
pasos, recursos y tácticas psicodramáticas, y que muchas veces sus
técnicas son utilizadas a los efectos de demostrar o reforzar las
interpretaciones psicoanalíticas, pero que las mismas no surgen del
desarrollo de la escena, sino del marco referencial del terapeuta.
Es importante destacar aquí la importancia que tuvo para el
desarrollo del Psicodrama en la Argentina el rescate que efectuó Dalmiro
Bustos de la teoría Moreniana, sin caer en ninguno de los extremos
señalados.
En cuanto a nuestra experiencia en relación a los psicoanalistas, en
estos casi diez años de existencia de nuestra Escuela hemos podido
comprobar que un buen número de ellos se acercan y toman contacto
directo con nuestra actividad, perdiendo al mismo tiempo prejuicios
históricos o dogmáticos. Otros remiten a sus pacientes y nos hacen llegar
sus comentarios con respecto a la complementariedad que implican los
talleres de Psicodrama en relación al análisis. Entre los primeros existe
cada vez más la motivación a incorporar estrategias y recursos
psicodramáticos a su actividad, sin dejar de ser psicoanalistas.
También conocemos a psicoanalistas que opinan igual que sus
colegas de Viena en 1921: que el psicodrama es peligroso, que es
puramente catártico, que promueve el acting out. Al igual que a los
morenianos "puros" a los que nos referimos más arriba, no vacilamos en
clasificarlos como históricamente estereotipados, y comprendemos que el
temor a lo desconocido sigue siendo el origen del prejuicio.
Retomando las reflexiones de Moreno sobre Freud como terapeuta,
nuestra experiencia nos confirma que en la práctica clínica todos nos
entendemos mejor que en la Babel de nuestras concepciones teóricas.

* Trabajo presentado en el V Congreso Nacional de la Asociación Mexicana de


Psicoterapia Analítica de Grupo, A. C.
Cuernavaca Morelos, México. Junio de 1993.

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