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EL ROL DEL PROFESOR

INTRODUCCIÓN

Desde el marco teórico en que se configura el aprendizaje cooperativo, resulta obvio


que el rol desempeñado por el profesor constituye el punto de arranque para la
transformación de una realidad educativa caracterizada , en el momento actual, por
el predominio del individuo frente al grupo y, demasiado frecuentemente, por el
individualismo competitivo.

Esta realidad educativa, heredera de la ambivalencia a que se ve sometida nuestra


sociedad al favorecer el individualismo al tiempo que reclama la coopera- ción para
superar su propia disgregación, forma parte de un instrumento cultural y
sociocognitivo en el que se ve inmersa toda la población durante un período
formativo de suficiente amplitud, el Sistema Educativo, y desde el que es fácil
concebir un contexto social en el que el progreso de la sociedad esté indisociable-
mente unido al crecimiento de sus miembros.

Para desarrollar desde el aula tan ambicioso proyecto, es necesario tener en cuenta
que tanto los alumnos como el propio profesor viven inmersos en un contexto
sociocultural determinado que está definido, por una parte, por los objetivos que la
sociedad se marca para su propio progreso y por los condicionamientos impuestos
por la concreción de dichos objetivos en la realidad; y por otra, por las
modificaciones que sobre dicho contexto imponen los peculiares estilos de inserción
social de todos y cada uno de los individuos que lo integran, a través de los roles
que desempeñan.

Esto plantea una cuestión básica a la hora de generar un entorno cooperativo:


la necesidad de conocer la realidad sociocultural de los sujetos que integran el
contexto educativo y, procediendo a la apertura e interacción entre los ambientes
escolar y extraescolar, configurar un entorno en el que gestar procesos de
aprendizaje generalizables a la vida real de los alumnos.

Junto a ello surge una cuestión didáctica tan fundamental como la anterior: la
configuración del aula como un sistema social y académico (Hertz- Lazarowitz,
1992). Su importancia se debe, por una parte, a que sólo concibiendo el proceso
educativo como un sistema (Coll, 1980) será posible alcanzar los objetivos
formativos necesarios para el crecimiento individual de los alumnos y, por otra, a que
sólo en base a la unidad social que el aula constituya será posible la transformación
de la sociedad.

La respuesta a ambas cuestiones pasa, pues, por la formación de individuos


conscientes de su pertenencia a una comunidad social y capaces de asumir la
responsabilidad inherente al rol que en ella deban desempeñar. En esta formación
juega un papel esencial la figura del profesor.

ÁMBITOS DE INTERVENCIÓN

De las cuestiones anteriores se desprende la delimitación de los ámbitos de


intervención del profesor en el entorno educativo: el contexto general configurado
por la comunidad escolar, de la que el aula forma parte integrante como unida social
de menor amplitud, y el contexto específico del aula. En dichos ámbitos requieren
intervenciones diferentes a la vez que complementarias:

1. En el ámbito escolar, el profesor, como miembro de una comunidad, con la


responsabilidad de proceder a su configuración creando un entorno favorable
al desarrollo de los individuos que la integran, deberá:

- Formar parte del equipo de gestión de la organización del centro


(estructuras de participación, de comunicación, de asistencia al
profesorado, etc.).

- Formar parte de los equipos de decisión en referencia a la concepción


educativa en que se enmarque el proceso formativo (contenido curricular,
métodos de instrucción, etc).

- Formar parte del equipo de coordinación de la gestión educativa,


participando en su planificación, puesta en marcha y control.

- Formar parte del sistema escolar (inmerso en una realidad social más
amplia), como gestor de la unidad social de su aula.

2. En el contexto especifico del aula, el profesor, como miembro de la unidad


social configurada por el conjunto de la clase y con la responsabilidad de
generar un entorno educativo cooperativo, deberá desempeñar el papel de
gestor, asesor y coordinador del proceso formativo, facilitando el desarrollo de
la vida del aula. Este amplio abanico de funciones abarca a todo el proceso
formativo, académico y social, y se lleva a cabo en los distintos momentos
que lo configuran (planificación, desarrollo y evaluación), mediante las
siguientes acciones:

- En la fase de planificación, deberá determinar los objetivos de formación,


seleccionando los contenidos necesarios para lograrlos y diseñando la red
social que le sirva de base; analizar los contenidos, secuenciándolos en
función de las exigencias impuestas por su propia naturaleza; configurar la
secuencia de aprendizaje en función de los objetivos y del nivel cognitivo que
presenten los alumnos en el momento de abordarla; estructurar las tareas de
aprendizaje en función de la naturaleza de los contenidos y de las habilidades
(tanto cognitivas como sociales) requeridas para su realización, efectuando
una previsión de los recursos y medios necesarios para su ejecución;
seleccionar la metodología cooperativa más adecuada para el logro de los
objetivos y contenidos educativos propuestos y, finalmente, determinar la
forma de evaluación, configurando las situaciones, los momentos y los medios
necesarios para llevarla a cabo.

- En la fase de desarrollo del proceso formativo, deberá analizar al grupo


determinando el punto de partida del proceso de adquisición del conocimiento
(académico y social); poner en marcha los métodos de aprendizaje
necesarios para la consecución de los objetivos, adecuándolos a las
necesidades surgidas del propio desarrollo del proceso educativo; crear
cauces de comunicación y favorecer la interacción, implicando a los grupos en
la gestión del proceso formativo, desde la planificación de los temas de
trabajo y la configuración de la red social necesaria para llevarlos a cabo,
hasta su valoración; asignar trabajos de grupo favoreciendo la búsqueda y
utilización de los medios necesarios para su realización; ofrecer información
suficiente sobre la materia facilitando el acceso a otras fuentes de información
y permitiendo, así, la progresiva autonomía de los alumnos y los grupos;
tutelar y coordinar el proceso formativo orientando la solución de las
dificultades por el propio grupo.

- Durante la fase de evaluación, cuyo desarrollo tendrá lugar a lo largo del


proceso formativo y en referencia al protagonismo alcanzado por los alumnos,
deberá controlar los dos elementos que condicionan su viabilidad: la
consecución de los objetivos y la configuración del propio proceso.

Para valorar el nivel de consecución de los objetivos tendrá que comprobar


tanto la comprensión que los alumnos hayan logrado del proceso formativo
(en sus distintas fases y desde los dos ámbito académico y social), como el
desarrollo de sus habilidades cognitivas interactivas; esta valoración,
resultado de las obtenidas sobre el proceso y sobre el producto del
aprendizaje, afectará al grupo y a cada uno de sus miembros. Para valorar el
proceso formativo, deberá controlar, a lo largo de todas sus etapas, la
intervención de los elementos que lo integran, desde su determinación y la
adecuación de sus funciones hasta la generación de nuevos elementos como
fruto del desarrollo y de la progresiva ampliación del proceso.

Estas funciones constituyen un todo cuya entidad viene determinada por y desde la
propia estructura organizativa del aula. Dicha estructura está centrada en la
conducta del alumno, cuyas intervenciones, a nivel académico y social fruto de la
interacción resultante del resto de las dimensiones que configuran el aula como un
sistema social y académico: la organización física del aula, la estructura de las
tareas, y los patrones de instrucción y comunicación del profesor.

VERTIENTES DEL PROCESO FORMATIVO

La intervención de las dimensiones que configuran la organización del aula, requiere


que el profesor proceda al análisis de las vertientes social y académica del proceso
formativo, a fin de asumir las exigencias que le plantean en el desempeño de su rol.
1. En el análisis de la vertiente social deberá considerar dos aspectos: la
definición de las relaciones que configurarán el aula como una unidad social, y
la construcción de la red social necesaria para el desarrollo del proceso
formativo.

• Para definir las relaciones que configurarán el aula como un sistema social,
el profesor ha de determinar el tipo de interacción que soportará al proceso
de instrucción, pues del número de canales de comunicación (profesor,
alumno-alumno, inter e intragrupo) y de la flexibilidad con que se utilicen
dependerán la amplitud y la complejidad de la estructura social del aula.
Para ello, deberá tener en cuenta lo siguiente:

- Las relaciones establecidas entre los sujetos que integran un grupo se


derivan de las características diferenciadoras de cada individualidad y
del tipo de interacción que preside la actividad del aula, al tiempo que
definen la identidad del grupo facilitando su desarrollo y el crecimiento
de los individuos que lo integran.

- Las funciones desempeñadas por los dos tipos de sujetos que


coexisten en el grupo de clase (los alumnos y el profesor o profesores)
están bien 1iferenciadas y a la vez totalmente interrelacionadas ya que,
mientras la intervención del profesor (como gestor, como miembro del
grupo o como asesor y coordinador de la actividad) determina el tipo de
red social que toda la clase, con él como aglutinante, puede construir,
las relaciones establecidas entre los alumnos (interpersonales y/o
grupales) constituyen el soporte del proceso de adquisición del
conocimiento.

• Para construir la red social necesaria para que los aprendizajes logrados
en el aula puedan trascender a la sociedad, el profesor, en el desempeño
de su rol, deberá abordar los siguientes puntos de intervención:

- El análisis del nivel de desarrollo que presente la dimensión social de


los alumnos en el momento de su incorporación al aula, a fin de
determinar el proceso de interrelación entre los objetivos individuales y
los grupales, ya que serán las estructuras de los objetivos educativos
los referentes fundamentales de las relaciones establecidas entre los
alumnos.

- El desarrollo de las habilidades sociales necesarias para que el


proceso de interacción se caracterice por una colaboración de alta
calidad, a fin de favorecer la eficacia de los recursos personales en el
proceso de desarrollo personal de cada uno de los miembros del grupo.

- El establecimiento de un sistema de reconocimiento de las


contribuciones personales al grupo y al individuo, con el fin de
favorecer la asunción de las responsabilidades inherentes al
desempeño de los diferentes roles.

2. En el análisis de la vertiente académica, el profesor, en el desempeño· de su


rol, deberá considerar dos aspectos: la definición del estilo de dirección que
regirá el desarrollo del proceso de instrucción y la configuración del pro
educativo.

• Para definir el estilo de dirección, el profesor deberá determinar el de


centralización que caracterizará la planificación, puesta en mar evaluación
del proceso instruccional. Para ello, deberá tener en cuenta lo siguiente:

- Durante el proceso educativo, el protagonismo en la intervención de los


dos elementos activos del sistema (alumnos y profesor) se produce en
relación inversa, de manera que a medida que disminuye el control del
proceso por el profesor aumenta la autonomía y la participación del
alumno en su propio proceso formativo, sin que ello suponga que
ambas partes dejen de .estar igualmente implicadas (cada una desde
su posición) en la responsabilidad del aprendizaje.

- Mientras el rol del profesor, como coordinador del proceso formativo y


como líder de instrucción y facilitador del aprendizaje, encuentra su
instrumentación en la funcionalidad del grupo, el rol del alumno, como
gestor y autor de todo el proceso, la encuentra en la interdependencia
positiva promovida por la existencia de objetivos comunes.

- La confluencia entre el rol del profesor y el del alumno, se deriva de la


adecuada integración de las dimensiones que configuran la
organización del aula (organización física del aula, estructura de las
tareas, conducta de instrucción y de comunicación del profesor, y
conducta social y académica del alumno) y de la continuidad que
caracterice su intervención.

• Para configurar el proceso educativo como un sistema capaz de garanti-


zar su propio desarrollo, el profesor deberá controlar la intervención de los
elementos que lo integran (objetivos, contenidos, sujetos, recursos,
medios, métodos, evaluación, etc.), para lo cual tendrá que abordar cuatro
puntos básicos de intervención. Estos puntos de intervención son los
siguientes:

- La determinación del nivel cognitivo que presenten los alumnos en el


momento de su incorporación al aula (ideas previas), a fin de delimitar
el punto de inicio del proceso instruccional (contenidos y objetivos
instruccionales) académico y social.

- El análisis de la naturaleza de los elementos, a fin de asegurar su


coherencia interna y su adecuación al nivel cognitivo de los alumnos y
al nivel de identidad alcanza do por el grupo. Ello permitirá su correcto
tratamiento y el aprovechamiento de toda su potencialidad en los
procesos de aprendizaje, aspectos fundamentales para la continuidad
del proceso formativo y cuya consecuencia más inmediata es la
progresión en el desarrollo cognitivo de los alumnos.

- El análisis de la función que los elementos desempeñan en el sistema,


a fin de asegurar, por una parte, la autorregulación necesaria para su
desarrollo y ampliación; y por otra, la comprensión del proceso
educativo por el alumno, de manera que pueda acceder a su control
asumiendo la responsabilidad de su aprendizaje y del de los demás
miembros del equipo y que le facilite la generalización de los
aprendizajes al contexto extraescolar.

- El establecimiento de un sistema de intervención que, centrado en la


actividad constructiva del alumno, facilite el desarrollo del proceso de
adquisición del conocimiento.

Estas dos vertientes del proceso formativo, académica y social, justifican la


intervención del profesor en el contexto específico del aula ponen de manifiesto
la importancia de conjugar los elementos y las acciones, para proceso educativo
sea un sistema en el que tengan lugar aprendizajes progresivamente más complejos
y generalizables a contextos de mayor amplitud. La importancia del rol del profesor
en la configuración entorno cooperativo, se pone de manifiesto a través de la
amplitud de los ámbitos de intervención y de la complejidad y diversificación de las
funciones desempeñadas en cada cada uno de ellos. Pero, no podemos concluir
sin insistir en que los procesos seguidos en la construcción de un entorno
cooperativo han de afectar, conjuntamente, al centro escolar y a la clase como
sistemas de organización interrelacionados, no sólo por el crecimiento
intelectual que la interdependencia de ambas comunidades cooperativas supone
para sus miembros sino, además, porque sólo operando en ambos entornos
sobre un mismo modelo de organización es posible conseguir un cambio
instruccional definitivo en el aula, y sólo así el aula constituirá una unidad social
capaz de iniciar la transformación de la sociedad.

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