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La vida en la costa como recurso natural

Los seres humanos vivimos en diferentes regiones a lo largo del planeta tierra, pero eso no
significa que nuestra forma de vida sea la misma, ya que todo el ambiente está lleno de variables
como puede ser el clima, la vegetación, los recursos naturales, entre otros factores. Por lo que en
esta ocasión observaremos como es la vida de las personas en las costas michoacanas
centrándonos en tres de las comunidades del municipio de Aquila, (Pómaro, Ostula y Coire).

En las comunidades indígenas siempre se puede observar que existe un ordenamiento de normas
internas el cual regula sus tierras y sus usos. Fernando Gaytán, un comunero proveniente de
Pómaro, es el encargado de cuidar dos hectáreas de papayos en la comunidad vecina donde esta
tierra le es rentada y dividida por negocio familiar ya que ambas partes de la comunidad necesitan
de donde obtener ingresos.

En total con su familia se encargan de 7 hectáreas donde ya llevan dos años. Para llevar a cabo
este proceso se hará la tierra mecánicamente y se siembra la semilla en diciembre para cosecharse
en agosto, ya que su crecimiento va de los 7 a los 8 meses. Durante este tiempo se está
fertilizando la tierra y regando con mangueras por medio de goteo para así no utilizar tanta agua;
así como también se le quitan los retoños de alrededor y las demás ramas para que los papayos
busquen altura.

Muchas veces estos papayos son cortados por las enfermedades o plagas que llegan a tener, y el
uso del suelo suele ser cambiado dependiendo que tan rentable sea la producción como ya en
alguna ocasión ahí se había plantado tamarindos, pero por razones de comercio y uso de tierra se
cambió a papayos que ahora son exportados a diferentes sitios como suelen ser Colima, entre
otros estados e incluso a veces al extranjero. Así como Fernando, muchas otras familias dedican su
día a día a el cultivo de estas tierras.

Pero esto no es lo único que se observa en las comunidades, en Colola se encuentra la capital de la
tortuga negra donde reside la bióloga Alejandra Aguilar en el campamento tortuguero realizando
sus prácticas profesionales proveniente del tecnológico de Tamaulipas y es encargada del manejo
de este recurso. Un poco de la historia de esto es que en un tiempo la tortuga tuvo mucha
demanda lo cual provoco que llegara casi a su extinción, pero en los 70´s se implementaron leyes
para su uso, y en el 82´s la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMICH)
implemento vedas.

Se cree que esta especie es una subespecie de la tortuga verde. La tortuga negra llega a medir de
70 a 140 cm, a diferencia de la tortuga verde no se espanta tan fácil con las luces y personas por lo
que es fácil de trabajar; ponen nidadas de 80 a 130 huevos y se aparean con tres machos con la
posibilidad de escoger el mejor esperma entre ellos para sus huevos. Ponen huevos durante todo
el año y solo nacen durante las noches y a su vez también solo ponen los huevos en las noches.

En el campamento se encargan de llevar un registro y liberarlas esa misma noche,


desgraciadamente de cada 100 solo regresa una a la costa en su etapa adulta, pero para la
comunidad es un recurso muy importante, a los niños se les educa desde pequeños a llevar este
manejo mientras se les da 50 centavos por huevo promoviendo así la economía y gracias a todas
las medidas que se han tomado esta especie no está ni cerca de llegar a la extinción.
Pero eso no lo es todo, para entender a la comunidad hay que integrarse un poco a ella y convivir
dentro de la misma José Álvarez Márquez explica un poco de su día a día y como es la vida de un
comunero. En la comunidad las leyes y normas establecen que un hombre que se case con una
mujer nativa tiene que inmigrar a otro sitio, pero en el caso contrario no es así. También habla un
poco acerca de la forma de repartir las tierras donde nadie es dueño de nada, la misma comunidad
administra las tierras y las presta.

De tal forma que la tierra no puede venderse y cada cierto tiempo estas se dejan descansar para la
restauración de la vegetación y el suelo. Dentro de la vegetación se encuentran los árboles de
parcina, ceiba, parota, aruma, las enramadas temporales, el churumo, el higuerillo, el cicuito. El
ciruelo de monte y el ciruelo cimarrón, y la ciruela agria, el fruto del timbiriche, el guallabiyo
cimarrón, la plumedia ruma, el papelillo y solo por mencionar algunos.

Muchos de estos son aprovechados para la fabricación de casas y en cuanto a la fauna se pueden
escuchar a las chachalacas por todo el lugar u observar a las iguanas tanto negras como verdes, así
como el ganado bobino y varias especies de insectos. La sucesión ecológica es algo muy común y
son 6 años los que se deja descansar después de un desmonte y barbecho para una sana
recuperación de selva.

Otro elemento importante son las plantas y medicinas tradicionales que se pueden realizar con
elementos de la región como son la olita que es bueno para el dolor de panza; la cajarba y la
quijirbe, buenas para el dolor de estómago; el congora, para una infección del pie en cortaduras;
parachito y la cualiguana para la infección; la higuerilla para la diabetes; la uva para los riñones y la
varita negra para la inflamación del hígado y del vaso.

Estudiar una cultura, una comunidad no es una tarea fácil más cuando se compite contra un
conocimiento tradicional donde el aprovecho de recursos es tan diferente y esta tan bien
estructurado como es el caso. Este lugar tiene una riqueza y organización increíble que va desde lo
cultural hasta lo económico y por qué no, lo ambiental, hay muchas cosas que no pueden ser
simplemente narradas, que necesitan la experiencia para entenderse puesto que un par de
páginas no alcanzan a abarcar la magia de la experiencia.

Aprender desde niños, concientizar y llevar una disciplina es algo que ha costado, pero ahora se
pueden ver los frutos de lo que se cosecha, después de todo, la tierra es de quien la trabaja y no
hay mejor ejemplo que una comunidad unida.

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