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Material: Luis Antonio Valdeavellano A Primera Lectura w

De bolero a aseador de calzado


En días pasados me invitaron a dar una plática sobre competitividad. Yo deseaba poder apoyarme en un ejemplo real y
alcanzable sin tener que hablar de lo que están haciendo grandes compañías en Estados Unidos tipo: 3M, General Motors,
IBM, etc.

Con ésta idea en mente y sin saber exactamente cómo presentar algo significativo, decidí ir a bolearme a la plaza de la
Purísima y mientras caminaba observando a la gente que paseaba, me pregunté cuál sería la diferencia de un bolero
competitivo a otro que fuera. Sin tener que esperar mucho, pude observar a un bolero que tenía una fila de 4 personas,
mientras los otros boleros estaban con su silla vacía; definitivamente ésta persona estaba ofreciendo un servicio diferente que
le daba un valor agregado a su función o una diferencia competitiva. Fue por ello que de inmediato me acerqué para ser
boleado por él y mientras esperaba mi turno tuve la oportunidad de observar las siguientes cosas:

El bolero tenía su cajón de bolear muy bien arreglado, limpio, tenía unas tablitas sobre un bote que le servían de base para
colocar sus latas de grasa de tal forma que visualmente podía saber cuál de ellas seleccionar, en vez de hacerlo por ensayo y
error. Además el bolero tenía una gorra que le daba una imagen de orden y limpieza; de igual manera, pude observar que
tenía una mascarilla que se ponía en la nariz al momento de aplicar el sarolo como una automedida preventiva de
contaminación.

Pude también presenciar que el bolero tenía periódicos disponibles para prestar a sus clientes mientras recibían su servicio y
claro sus propios zapatos estaban perfectamente aseados. Todo lo anterior, fue lo que pude apreciar incluso antes de hablar
con él, y ya con esto me parecía suficiente para entender porqué ésta persona era diferente y porqué a sus clientes les
gustaba bolearse con él. También pude apreciar y palpar en la práctica de una manera sencilla, los conceptos que tanto
tratamos de difundir en las organizaciones acerca de orientación al cliente, orden, apoyos visuales, etc.

Una vez que me tocó mi turno, inicié la entrevista todavía sin comentar el propósito de la misma, excepto que me llamaba la
atención lo que había observado y que quería conocer más, de ser posible.

El bolero me comentó que había trabajado por más de 20 años en una empresa de la localidad hasta que un día le
diagnosticaron una enfermedad en el corazón mencionándole que solamente tenía tres meses de vida y que el trabajo físico no
le ayudaba en nada en su enfermedad, fue por ello que renunció y entro en una fuerte depresión mientras esperaba la muerte.

Con el apoyo de su esposa y de sus hijos se levantó de la cama y se fue a meditar un poco, escogiendo la plaza de la Purísima
para tal propósito. Ya sentado en una de las bancas que dan a la calle Hidalgo se puso a reflexionar: ¿Qué había aprendido,
qué quería hacer en lo sucesivo, qué quería hacer en el resto de su vida?, Etc. Y en su reflexión creó un escenario, le dio vida
y visualizó lo que quería hacer en diferentes dimensiones y cuando estaba en este proceso se percató de la gran belleza de la
plaza y pensó en lo bonito que podría ser trabajar ahí. Fue así como generó una serie de opciones de cómo poder trabajar en
la plaza.

Observó que en un cierto periodo habían transitado más de 100 personas por la acera y pensó que si era capaz de vender algo
o por lo menos el 20% de estas personas, seria la una buena oportunidad de trabajo; posteriormente analizó sus alternativas y
concluyó que bolear podría ser una buena actividad ya que no requería de una gran inversión y además le permitiría poder
estar en contacto con esa plaza que tanto le había cautivado y le permitía también interactuar con la gente y aprender de ellas.

El problema al que se enfrentaba ahora ya que había tomado su decisión era cómo comunicarlo a su familia, por las
implicaciones que el solo vocablo “bolero” tiene en la sociedad; así es que llevó a cabo una reunión familiar y les comentó sus
planes, enfatizando que no sería un bolero cualquiera sino una que iba a dignificar el concepto y la realización de esta tarea.
Estaba consciente que normalmente este trabajo es para persona lisiadas o para quienes y a no tienen otra alternativa en sus
vidas... Él iba a ser diferente. Evidentemente obtuvo el apoyo de su familia e incluso su esposa se ofreció apoyarlo boleando
ella en el turno de la tarde.

El bolero tuvo muy claro desde un principio el concepto de Calidad Total, que iba más allá de la Calidad en el aseado de
calzado, por ello la necesidad de contar con periódico para los clientes.

Durante mi segunda entrevista con él le pregunté a qué hora empezaba a trabajar y su respuesta fue “teóricamente a las 7:00
AM.” Yo me sonreí como pensando que finalmente se acercaba el momento de perder el encanto y le pregunté: “¿Y
prácticamente a qué hora empieza a trabajar?”. Él me contestó: a las 06:15 AM. aproximadamente. Pregunté qué hacía en
esos 45 minutos. Y me contestó que en ese tiempo se preparaba para trabajar. No entiendo le dije. Si agregó me preparo
física y mentalmente para iniciar cada día: primero caminando por este precioso lugar, después leyendo el periódico para
poder tener tema de conversación con mis clientes y por último, preparando mis materiales de trabajo de tal forma que todo
esté en orden y a tiempo para iniciar bien el día”., No pude evitar él sentirme emocionado de ver el sentido que este hombre
daba a su trabajo y tampoco pude evitar pensar en los problemas de entrega de turnos en las fábricas. Mientras todas esas
ideas pasaban por mi mente, interrumpió mi proceso al mencionarme que él no era un bolero cualquiera y que no boleaba
tampoco a cualquier persona, sino más bien estaba orientado a bolear profesionistas, ejecutivos, estudiantes de educación
superior y otras personalidades afines y no solamente porque de ellas “aprendo mucho” dijo sino porque ya tengo una clientela
establecida”.

Comentó que el año pasado su hijo se recibió de técnico y se puso a buscar trabajo en las industrias locales sin mucha suerte.
Le ofreció trabajar con él de bolero en la inteligencia de que cada cliente es el que define la Calidad del Producto y no quien da

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el servicio. También le explicó que el propósito no era solamente bolear bien, sino asegurar que su cliente vuelva y prefiera
bolearse con él mismo, incluso si tiene que esperar un poco porque hay otra persona adelante. Ahora su hijo también se ha
incorporado en esa tarea en sustitución a su madre que boleaba en el turno de tarde.

En mi tercer entrevista le pregunté sobre sus planes futuros y sin pensarlo ni un momento, como quien tiene perfectamente
claro el qué hacer de su vida, producto de mucha reflexión, me dijo; “pienso trabajar unos diez años más para juntar un poco
de dinero y poder tomarme unas vacaciones con mi esposa ya que en 28 años de casados nunca hemos podido vacacionar.
Espero también dedicar mi tiempo al arte o a aprender un oficio o bien nadar”. Finalmente, agregó “espero tener tiempo libre
para estar disponible para cualquiera de mis hijos o hijas que me requieran”.

Finalmente, cuando le mencioné al bolero el tema de mi conferencia y el motivo de la misma, me dijo: “Si yo pudiera estar en
la reunión, les diría a los participantes que para ser competitivo se requiere de dos condiciones: 1.- Trabajar en algo que
realmente te apasione, algo en lo que realmente estés comprometido, para evitar ser un mediocre y 2.- que ese trabajo
sea remunerativo para la familia ya que yo, por ejemplo, puedo dedicarme a hacer versos, pero si nadie esta dispuesto
a pagar por ellos, por mucho que me apasione mi actividad, debo pensar en la posibilidad de cambiar porque la familia
es primero”.

Ya para cerrar mi entrevista le pregunté si había algo adicional que él quisiera comentar o preguntar y me contesto que sí: Que
si yo había sido capaz de aprender algunos conceptos de él y pensaba ponerlo de ejemplo en una conferencia, quería
invitarme a su casa para que yo pudiese compartir con su señora madre los mismos conceptos y aprendizajes dado que quería
de su “viejecita” supiera que a pesar de ser bolero ó aseador de calzado, profesional los demás podían aprender de él......

Este no es una novela sino un caso real, se trata del Sr. Roberto Silva Herrera de profesión Aseador del Calzado, ubicado en la
plaza la Purísima por la calle Hidalgo frente al Colegio Panamericano. Tiene 50 años de edad y cuenta con 6 hijos teniendo
sus dos varones estudios en sistemas computaciones, una de sus hijas es Secretaria, la siguiente Educadora, la tercera Lic. En
Psicología y la última Estudiante Física Nuclear.

Espero que la lectura de este caso mueva en usted lector tantas emociones y sentimientos como lo que movió en mí. Espero
poder tener un mínimo de habilidad para poder compartir a nivel escrito tan grata y rica experiencia. Tratar de concluir algo,
sería parcial, por ello mas bien quisiera invitarlos a conversar con el Sr. Silva y obtener sus propias conclusiones.

Rogelio A. Martinez Hinojosa.

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