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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR


PARA LA EDUCACIÓN SUPERIOR MISIÓN SUCRE
ALDEA UNIVERSITARIA
“LICEO ANDRES BELLO”
Tema 3 Géneros de opinión
MATERIA DISCURSO PERIODISTICO IV

Los Géneros de opinión

Estudiante:
Mónica Bastardo
C.I. 10.789.986
Profa: Yajaira Méndez

Caracas, Enero de 2022


Resumen:

El periodismo de opinión es un género periodístico, habitual en forma de artículo, sobre


un tema o noticia de actualidad, escrito por un autor o autores, en un medio de
comunicación como la prensa, la radio o la televisión. Normalmente, aunque no siempre, forman
parte de la línea editorial periodística de la empresa o medio donde se publican, con un
fin sociológico o ideológico. Además de como artículo, aparece de otras formas como por
ejemplo, como caricatura periodística.
Introducción
La opinión es un género periodístico que se caracteriza por la exposición y
argumentación del pensamiento de un personaje o medio de comunicación reconocido acerca de
un tema.
El origen de la opinión es la búsqueda de las causas de los hechos. Varios autores
consideran que los géneros de opinión requieren ponerse en el lugar del otro para ampliar el
horizante perceptivo.
En los periódicos, los géneros de opinión se utilizan para reforzar la línea editorial. Las
páginas de opinión se han convertido en secciones protagonistas en los diarios desde principio
del siglo XX.
Los géneros de opinión son los que con frecuencia hacen que un periódico o revista sea
más solicitado. Se tiende a comprar el periódico porque en el escribe X, y a desacreditar otro,
porque en el escribe Y.
Los géneros de opinión de un medio de comunicación, nos pueden vislumbrar toda la
problemática de un hecho histórico, político, social, cultural, económico, etc.
Los géneros de opinión tienen tres características fundamentales que les diferencian de
los géneros informativos e interpretativos:
No trabajan directamente sobre los hechos, ya que éstos se han dado a conocer en la parte
del periódico dedicada a información.
No transmiten datos. Como por ejemplo los enlaces a control remoto desde el lugar de los
hechos.
Trabajan sobre ideas y opiniones. Deducen consecuencias teóricas, políticas, culturales de
lo que sucede.
Es un hecho comprobado que el periodismo se constituye como un proceso subjetivo,
desde el momento en que es realizado por una persona en concreto que tiene su propia visión de
la realidad.
El segundo hecho fundamental que hace al periodismo subjetivo es la selección. Desde el
momento en que se selecciona qué información se incluye en un medio y cuál se excluye, hay
una opinión por parte del periodista, así como en la ubicación de esa información en el medio
La opinión/subjetividad en los medios algunas veces es evidente para muchos lectores,
pero otras veces pasa desapercibido para una gran cantidad de receptores de los medios de
comunicación.
En definitiva, lo más sano es que cada uno se forme su opinión, por lo que podríamos
decir que "podemos opinar diferente".
Géneros de opinión orígenes:

El género periodístico fue impulsado con el desarrollo de los medios de comunicación.


¿Qué es el género periodístico?
El género periodístico es una forma de comunicar los acontecimientos importantes que
ocurren en la sociedad o que resultan de interés general. Surgió en el siglo XX y fue impulsado
por el desarrollo de los medios masivos de comunicación.
Los géneros periodísticos tienen la función de comunicar de la manera más verosímil y
objetiva posible. Según su composición pueden ser informativos, interpretativos y de opinión, y
se diferencian por el rol que toma el periodista al comunicar, que puede ser el de transmitir datos,
el de contar una opinión argumentada o el de entrevistador.

Además tienen sus orígenes en la retórica propuesta por Aristóteles.


Utiliza la argumentación como base de la estructura.
Utiliza elementos propios del género literario.
La parte más importante es la opinión subjetiva, no la noticia en sí.
Analiza un hecho para así orientar al público e influir en su opinión sobre este hecho.
Es habitual el uso de expresiones de opinión como: «parece que», «pienso que», «considero
que..», «desde mi punto de vista», «es evidente que..», «sí, es verdad que..», etc .

Los géneros informativos y de opinión se difunden a través de la prensa.

¿Qué son los géneros informativos y de opinión?


Los géneros periodísticos son las formas en que se redactan las noticias y se dividen entre
géneros informativos y de opinión. Pertenecen al ámbito literario, ya que son escritos, y están
destinados a ser difundidos a través de la prensa.
Como todo género literario, implican una serie de fórmulas de redacción que lo
caracterizan. Esas fórmulas componen un sistema de reglas para la redacción.
La división entre géneros informativos y de opinión existe a partir de que el periodista
prioriza transmitir una información o expresar sus opiniones.
Sin embargo, actualmente se encuentran en el periodismo géneros mixtos que combinan
ambas intenciones. Continuamente aparecen nuevas variables que no pueden enmarcarse
únicamente en uno de los géneros. Sin embargo, la existencia de los géneros es necesaria
como instrumento pedagógico y de análisis.
Origen y evolución
Aunque los géneros informativos y de opinión se originaron en la tradición de los géneros
literarios, por su evolución se consideran parte de los medios masivos de comunicación,
específicamente al periodismo.
De hecho, han sido trasladados como discursos a la radio y la televisión.
Estilo
En los géneros de opinión puede encontrarse mayor variedad de estilos.
Los géneros informativos pueden distinguirse fácilmente de los de opinión por su estilo.
En los primeros, el estilo lingüístico se rige por tres características: claro, concreto y conciso. Por
otro lado, en los géneros de opinión puede encontrarse mayor variedad de estilos.
Si bien se sugiere una subjetividad, en el editorial no se utiliza la primera persona del
singular, y el estilo es grave, acorde con el tema tratado y suele coincidir con la claridad y
concisión de los géneros informativos. Por otro lado, en otros géneros de opinión como la
columna, se espera que el estilo particular del autor esté presente en el texto.
Antecedentes
Los géneros informativos y de opinión no aparecieron simultáneamente ni tuvieron
siempre la misma importancia, sino que, dentro del contexto del periodismo, pasaron por
diversas etapas que no se suceden y además se superponen entre sí en determinados períodos:
siglo XIX y termina en 1914, con el comienzo de la Primera Guerra Mundial. Se
caracteriza por la carga ideológica y doctrinal y es el antecedente de los actuales géneros de
opinión.
Periodismo informativo. Comienza alrededor de 1870 y continúa hasta 1936. Se opone a
la prensa sensacionalista y es el antecedente de los actuales géneros informativos.
Periodismo de explicación. Aparece después de la Segunda Guerra Mundial (1945),
cuando se profundiza en la complejidad de los acontecimientos tanto políticos como económicos
y sociales. Entra en competencia pero también en colaboración con la radio y la televisión y es el
antecedente del reportaje y la crónica (géneros de información).
Géneros informativos
El reportaje profundiza en la información destacada por las noticias. 
Se caracterizan principalmente por su objetividad.
Noticia. Es la base del periodismo. Dado que informa de los hechos ocurridos, suele ser
el punto de partida para textos de otros géneros, tanto informativos como de opinión.
Reportaje. Profundiza en la información destacada por las noticias. Además de informar,
describe y documenta, y suele tener un interés formal para el lector. En este género pueden
incluirse párrafos más informativos, opiniones, entrevistas y crónicas. Por eso se dice que es el
género periodístico más completo.
Entrevista. Si bien tradicionalmente se enmarca en los géneros informativos, hoy esta
clasificación resulta problemática por las múltiples opiniones que pueden verterse en una
entrevista y por los dos (o más) sujetos que intervienen en ella. Su estructura es el diálogo y
puede ser de información (busca obtener datos específicos sobre una noticia), de opinión
(permite conocer opiniones y juicios de personas involucradas con un tema determinado) o de
semblanza (busca retratar el personaje entrevistado).
Clasificación de los Géneros de opinión
Presentan una reflexión sobre un hecho (actual o no). La opinión expresada puede ser
explícita o implícita pero en todos los casos implica una subjetividad.
Clases de opinión
El periodismo de opinión se basa en:
Artículo
Artículo principal: Artículo de opinión
El artículo de opinión es un texto de opinión personal que aborda de manera extensa un
tema.
Está escrito por personas asociadas al medio donde aparece publicado.
Los autores habitualmente son personas con experiencia y reconocimiento.
Las opiniones pueden discrepar de la línea editorial del medio en el que es publicado.
Las ideas que se exponen en ocasiones son polémicas y quieren provocar discusión o
tendencia en la opinión pública.
Editorial
Artículo principal: Editorial periodístico
Es un artículo de fondo sobre un tema relevante de actualidad. El texto está redactado de
forma impersonal y quiere invitar a la reflexión.
El responsable de la opinión vertida es el medio de comunicación, independientemente de
las personas que lo redacten. Es decir, carece de firma y refleja la ideología más a fin al
periódico y sus colaboradores.
No siempre tiene un receptor amplio o general. Muchas veces, se hacen pensando en los
lectores, como podrían ser determinados sectores de la opinión pública (líderes de opinión,
grupos de presión, etc.).
Consta de una estructura predeterminada. Aunque predomina el carácter argumentativo,
también se encuentran partes expositivas.
Su principal objetivo es formar la opinión sobre un tema que se quiere destacar.
Columna
Artículo principal: Columna (prensa)
Es un texto personal acerca de una cuestión de actualidad.
Su emisor suele ser un colaborador que no pertenece a su plantilla, tiene una relación
estrecha con la misma.
Su principal característica es la manera en que combina aspectos reales con elementos
ficticios. Para ello, utiliza una estructura libre marcada por la brevedad.
Su intención, aparte de dar a conocer la opinión del autor, es literaria y pragmática en
ocasiones.
Existen columnas de comentario único y de comentario múltiple.
Análisis radial o televisivo
Durante una transmisión radial o televisiva, un periodista puede dedicarse a opinar del
tema en debate. Un formato posible es de preguntas y respuestas: un moderador plantea
preguntas, y los analistas plantean sus posturas.
En espectáculos artísticos y deportivos, existe la figura del comentarista. Este describe el
espectáculo en distintos momentos de la transmisión: antes de su desarrollo, a medida que se
desarrolla y una vez finalizado. En el caso del comentarista deportivo, describe las fortalezas y
debilidades de los participantes, y cómo sus acciones influyen en el resultado del encuentro.
Los comentaristas son imparciales si describen a los rivales de manera neutral, y parciales
si describen principalmente el encuentro desde el punto de vista de uno de los competidores. Esto
ocurre principalmente en competiciones entre selecciones si alguno de los participantes es del
mismo país que el comentarista o medio. También hay medios de propiedad de un equipo, que
por tanto simpatizan con este y sus comentaristas son parciales.
Editorial. Plantea la ideología del medio de comunicación. No suele ir firmado, ya que
representa al medio en su conjunto.
Carta al director. Tiene la particularidad de no estar redactado por un periodista, sino
por un lector y expresa su punto de vista sobre un tema que pertenece a la opinión pública.
Artículo de opinión. Se caracteriza por ser expositivo o argumentativo, y se refiere a un
tema específico. Su autor puede no ser un periodista sino una persona ajena al medio pero
reconocida en relación al tema sobre el que escribe.
Columna. Es similar al artículo de opinión pero su publicación es periódica.
Crítica. Un especialista argumenta su opinión sobre una obra artística de cualquier
género.
Textos híbridos y especiales
Algunos textos pueden comunicar información objetiva y expresar una opinión.
Muchos textos pueden comunicar informaciones objetivas pero también expresar una
opinión.
Si bien tradicionalmente se consideraban géneros informativos, los textos de reportaje y
crónica actualmente se consideran híbridos.
Textos especiales
Su estructura y características son particulares por lo que la división entre información y
opinión no es fácilmente reconocible.
Si bien tradicionalmente se incluyen entre los géneros informativos, actualmente se los
considera géneros particulares que requieren de un análisis distinto. Los formatos típicos son
la investigación y la entrevista.
Titular
El objetivo del titular es llamar la atención del lector.
En los géneros informativos, el titular contiene el dato principal que quiere transmitirse.
En los géneros de opinión, la información trasmitida en el titular puede referirse al tema a
tratar o a la opinión que se quiere expresar.
En todos los casos, el objetivo del titular es llamar la atención del lector.
Entrada entradilla o lead
Es el primer párrafo que resume el contenido del texto. Suele estar presente en los
géneros informativos pero no suele formar parte de la estructura de los géneros de opinión.
Cuerpo
En los textos de opinión, la estructura depende de la forma de argumentación.
Es el desarrollo del texto. En los géneros informativos, se comienza por los datos más
importantes y luego se completa con información menos relevante pero necesaria para
comprender el panorama total.
En los textos de opinión, la estructura del cuerpo depende de la forma de argumentación.

Artículo de opinión
El artículo de opinión tiene una gran presencia en la prensa. En este tipo de
artículos se emiten opiniones concretas suscitadas por un tema de actualidad.
Las funciones del artículo son similares a las del editorial. En él se ofrecen
valoraciones, opiniones y análisis sobre diversas noticias. A diferencia del
editorial, el artículo va firmado y representa la opinión particular de su autor. En
ocasiones, incluso esta opinión puede disentir manifiestamente de la postura
institucional del periódico expresada en sus editoriales. Otra diferencia que debes
tener en cuenta es que los temas tratados en los artículos pueden ser mucho más
variados puesto que los editoriales sólo abordan noticias que poseen una gran
relevancia.
La libertad expresiva de la que gozan los articulistas es casi total, desde
luego mucho mayor que la de los editorialistas. El articulista puede elegir el tono,
la perspectiva, la seriedad, etc, con la que piensa dirigirse a sus lectores, mientras
que el editorialista siempre está sometido en su escritura a cierta solemnidad.
El artículo de opinión está estrechamente ligado al autor, por ello su
credibilidad y capacidad de influencia dependen del prestigio y autoridad que
merezca esa firma a los lectores.
Los artículos suelen tener una extensión entre las quinientas y las
ochocientas palabras y no tienen por qué ser escritos por periodistas. Cualquier
otro profesional puede expresarse mediante un artículo de opinión. Pero sean
periodistas o no, los articulistas suelen ser profesionales contrastados con muchos
años de experiencia y una trayectoria conocida por la opinión pública.
Podemos distinguir dos tipos de articulistas: los que abordan cualquier tema
o asunto de actualidad y publican sus artículos con una determinada periodicidad, y
los que publican, de forma periódica u ocasional, artículos referidos a aquellos
asuntos que pertenecen a su especialidad.
Dentro del artículo de opinión se pueden distinguir las columnas personales.
Las columnas son espacios reservados por los periódicos y revistas a escritores de
notable prestigio, con una periodicidad regular. La libertad expresiva en estos
casos es total con dos únicas limitaciones: el número de palabras establecido por el
periódico y la claridad debida a los lectores. Constituyen un género híbrido entre la
literatura y el periodismo.
El columnista debe reunir dos cualidades: un dominio virtuoso del lenguaje,
que materializa en un estilo propio, y una capacidad para ofrecer una perspectiva
única y diferente sobre hechos conocidos que pertenecen a la actualidad. El grado
de complicidad que el columnista adquiere con sus lectores es muy elevado.
España cuenta con magníficos columnistas que debes leer; por citar algunos:
Francisco Umbral, Maruja Torres, Vázquez Montalban, Jaime Capmany, etc. Elige
tus favoritos.
Lorenzo Gomís, importante periodista y articulista, escribió: "Una columna
periodística está llena de tiempo. Es un recuadro con tiempo dentro. Es una botella
como esas que se echan al mar, desde una isla, para que un barco que pase la
encuentre y lea el mensaje".
La Cronica:
La Crónica es la denominación de un género literario que consiste en la recopilación de
hechos históricos narrados en orden cronológico según los tiempos. La palabra viene
del latín chronica, que a su vez se deriva del griego cronos.

Características de La Crónica

Los hechos se narran según el orden temporal en que ocurrieron, a menudo por testigos
presenciales o contemporáneos, ya sea en primera o en tercera persona. En la crónica se utiliza
un lenguaje sencillo, directo, muy personal y admite un lenguaje literario con uso reiterativo de
adjetivos para hacer énfasis en las descripciones. Emplea verbos de acción y presenta referencias
de espacio y tiempo. La crónica lleva cierto distanciamiento temporal a lo que se le llama
escritos históricos.
La literatura cronística no tiene el rigor metodológico de la historiografía científica, sus
pretensiones son otras muy distintas, por lo que su utilización como fuente historiográfica se
hace con la prevención necesaria por los historiadores; como hacen aquí al calificar la Crónica de
Alfonso III:
Es más extensa y detenida y su caudal de datos y noticias, por lo que hace al
período comprendido entre Wamba y Ordoño I, mucho mayor que el de la misérrima
Albeldense. Sin embargo, ¿quiere esto decir que nos hallamos en presencia de un
relato escrito al por menor, puntual, lleno de vida y colorido de la historia de Asturias?
No. Por desgracia, se trata de un pobre cronicón, inspirado en la tradición isidoriana, en
el que se recoge una mínima cantidad de sucesos y no siempre los más importantes;
se narran en su mayoría descarnadamente, sin aclaraciones ni detalles, con el menor
número de palabras y sin concretar las fechas en que ocurrieron, ni fijar su enlace con
los acontecimientos inmediatos. Como todas las crónicas hispano-cristianas de tiempos
posteriores, es una mera colección de biografías reales; de igual modo que los textos
históricos de la Europa de aquellos siglos, da cabida en sus páginas al milagro, y de
análoga manera que la mayoría de las historias árabes, ensalza hasta la hipérbole las
victorias y calla o disimula las derrotas.
Los propios cronistas dejaron constancia de tales limitaciones:
... las crónicas se escriben por mandado de los Reyes e Príncipes; e por los complacer e
lisonjear, o por temor de los enojar, los escritores escriben más lo que les mandan o lo que creen
que les agradará, que la verdad del hecho como pasó.
Fernán Pérez de Guzmán, Generaciones y semblanzas
Anales, crónicas y crónicas universales
En la Edad Media y el Renacimiento, la utilización de los términos «anales», «crónicas» e
«historias» es ambigua, equívoca y, en la práctica, intercambiable.
Propiamente, los anales únicamente distinguen los hechos año por año, mientras que las
crónicas son registros históricos en los que los hechos son simplemente registrados en el orden
de su sucesión por un autor que es al menos en parte contemporáneo de los hechos que registra.
El género de la crónica universal surge de la necesidad de introducir en el relato cronístico los
orígenes del mundo y el hombre según la Biblia, continuando con la historia del pueblo elegido
hasta el nacimiento, vida, muerte y resurrección de Cristo y el surgimiento y expansión del
cristianismo; además procura establecer sincronismos entre la cronología bíblica y las de los
imperios antiguos, la de Grecia (arcontes de Atenas) y la de Roma (fasti consulares).
Crónica general y crónica particular
Las crónicas que no tenían un propósito general, sino que se limitaban a reseñar
cronológicamente los acontecimientos destacables de un personaje concreto, reciben a veces el
nombre de crónicas particulares, con lo que se identifican con el género biográfico. Crónica
particular es, por ejemplo, la de Pero Niño, llamada El Victorial (ca. 1463). También una de las
múltiples obras sobre el Cid se denomina Crónica particular de el Cid (1512 y ediciones
posteriores).
Género periodístico
Artículo principal: Crónica (género periodístico)
Las crónicas son también un género periodístico. Se las clasifica como «amarillas» o
«blancas» según su contenido. Las amarillas tienen material más subjetivo y generalmente la voz
autorizada es una persona o ciudadano común; las blancas usan material más objetivo y la voz
autorizada es, generalmente, la autoridad, un profesional, etcétera.
La crónica histórica
Se entiende por crónica la historia detallada de un país o región, de una localidad, de una
época, de un hombre o de un acontecimiento en general, escrita por un testigo ocular o por un
contemporáneo que ha registrado, sin comentarios, todos los pormenores que ha visto, y aun
todos los que le han sido transmitidos. Tales son por ejemplo, las crónicas latinas de Flodoardo,
canónigo de Reims, y de Guillermo de Nangis y las crónicas francesas de Froissart y
de Enguerrand de Monstrelet. De todos los países europeos, los más ricos en crónicas son
Francia, España, Italia e Inglaterra.
En los primeros siglos de nuestra era fue cuando empezó a usarse la palabra crónica o
cronicón para designar cierto género de composición histórica, es decir una historia redactada
según el orden y sucesión de los tiempos; historia de un país, de una provincia, de una época,
etcétera.
Entre todos los pueblos de la Europa moderna se encuentran desde el siglo V al XV cierto
número de escritores, monjes la mayor parte de ellos, que han dejado crónicas de diferentes
géneros en latín o lengua vulgar. En ellas se contaba los orígenes de una nación o la historia de
una familia ilustre o de una época notable.
Ocupan el primer lugar no por su interés sino por su fecha remota aquellas crónicas
latinas, secas y descoloridas, donde se ha consignado los acontecimientos sin comentarios y sin
pormenores. La relación de un eclipse de sol o una lluvia de granizo ocupan tanto lugar como la
de una batalla o la de un cambio de dinastía. Estas crónicas breves y redactadas por monjes
llevan el nombre del lugar donde fueron escritas o el de aquel donde se descubrieron.
La crítica:
Definición y ámbito

Etimológicamente, la palabra crítica, la acción de discernir, está derivada de la


palabra criterio (el concepto, el mecanismo), misma raíz griega kri(n)- (derivada del proto-
indoeuropeo *kr̥n-, que en latín también da palabras como secretum, discernere) , en su objeto de
discernir la verdad evidenciando, previamente, la falacia o el error (ensayo y error).
Es la acción dirigida, del intelecto crítico, expresada como opinión formal, fundada
y razonada, necesariamente analítica, con connotación de sentencia cuando se establece una
verdad, ante un tema u objeto usualmente concreto, pero que puede dirigirse hacia
lo abstracto (Metafísica). En ocasiones la crítica es ejercida desde o hacia algún tipo de
colectividad (Escuela filosófica).
La crítica es auxiliar, colaborante, de la Filosofía (matriz de todas las ciencias) y de su
herramienta la lógica, puesto que, etimológicamente, la filosofía es el «humano deseo de
conocer» racionalmente la «verdad» mismo objeto de la lógica y del criterio. En la antigüedad no
existía un modo normalizado de advertir los razonamientos filosóficos
falaces (Atomismo, Sócrates, Platón, Aristóteles, Silogismo), no existía el método científico,
salvo en las Matemáticas puras (Pitágoras) o en las aplicadas (Eratóstenes) y en ciertos
experimentos de física (Arquímedes), se utilizaba la crítica como criterio para paliar o suplir la
ausencia de pruebas, método o evidencia empírica en la búsqueda de axiomas o en «lógica» para
establecer «verdades primarias». En Política, Retórica y Oratoria la crítica se usó desde antiguo
(Demóstenes).
René Descartes propuso el mecanicismo y se suscitó el Cartesianismo. Kant exploró los
significados de la palabra crítica en su Criticismo.
En filosofía, y en todas las ciencias derivadas, la palabra crítica se
aplica, indistintamente, al discernimiento dirigido hacia lo empírico, lo teórico e incluso
lo teológico (dialéctica materia - espíritu) a través de un análisis recurrente respecto del objeto
crítico, singularmente, cuando kritikos (crítico) halla el objeto o concepto pre establecido como
un «falso axioma» o incluso como axiomas que son sistemáticamente criticados (Física de
partículas versus Teoría de supercuerdas, Velocidad de la
luz versus Superlumínicos Taquiónes).
Así, la crítica, también se aplica en el ámbito de la física moderna en el discernimiento
de las leyes del universo, tales como, las de Newton versus las de Einstein, cuyo krinoo (juicio)
ha derivado en la formulación (ca. 1970) de nuevas, y a la sazón, criticadas Teoría de
cuerdas, Teoría M, Supersimetría y en la, también, hipotética partícula nominada Gravitón,
cuyos físicos críticos se debaten entre sí todo esto es física o es filosofía.
El Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española define la crítica
como lo que «se expresa públicamente sobre un espectáculo, un libro, una obra artística, etc.»
como «examen y juicio».
La crítica en la cultura occidental clásica (ética y estética)
En lo que concierne a la cultura occidental, otras etiologías de la crítica pueden coincidir
con las primeras trazas de evaluaciones éticas y estéticas presentes en las obras
de Aristóteles, Platón y en las comedias de Aristófanes. Desde entonces se han formado algunos
elementos o tipos constantes del discurso crítico, los tres listados a continuación, que de alguna
manera son exhaustivos en los tres aspectos críticos de la acción, la comprensión, la empatía y
juicios de valor:
Explicativo (o histórico-filológico), corresponde a la crítica basada en interpretaciones y
comentarios que tiene orígenes en tiempo de los gramáticos alejandrinos y que pasando a través
de la patrística medieval en tiempos del Renacimiento deviene en crítica normativa. En épocas
más recientes el tipo explicativo de la crítica asume criterios cada vez más científicos hasta
acomodarse a las modernas formas de crítica lingüística y estilística y confluir en la ecdótica (o
crítica textual).
Reproductivo o mimético, o sea la tipología de crítica que no prevé el juicio de una obra,
el cual es substituido por la descripción de los orígenes y del desarrollo de la obra. Esta actitud
es típica de la crítica impresionista;
Evaluativo o normativo, es un tipo de acercamientos críticos a la evaluación de una
estética aplicada, ya que proporciona un análisis de lo que sea necesario o conveniente para
definir la excelencia de una obra. Los patrones de referencia pueden ser universales o locales,
subjetivos y relativos, y su divergencia y contradicción crea fricción entre la crítica sistemática,
más cercana del mundo filosófico o histórico y aquella empírica que, al ser más sensible a las
obras individuales se acerca más a lo artístico y poético.

El Comentario:
El comentario es un texto que tiene el propósito de presentar el texto comentado y
explicarlo. En este sentido, el comentario de texto debe:
-Presentar la organización del texto comentado.
-Presentar los componentes de la estructura interna del texto comentado. Si se trata de un
texto largo, el comentario debe contener los aportes a cada unidad del texto comentado y la
forma en la cual se vinculan las ideas para lograr el sentido global.
- Dar una explicación razonada de las ideas que contiene el texto comentado.
- Contrastar las formas usadas por el autor del texto comentado.
ETAPAS PARA HACER UN COMENTARIO DE TEXTO
Lectura comprensiva:
Etapa 125%
En esta etapa debes comprender el sentido global del texto, los términos clave. Puede usar
la técnica de subrayado, observación de ideas mediante la enumeración con un lápiz. Identificar
detalles y referencias textuales, que posibiliten hacer asociaciones históricas, culturales, sociales,
ideológicas, etc.
Lectura interpretativa:
Etapa 250%
Consiste en reconocer la forma en la cual están organizadas las ideas, los aspectos más
importantes y la finalidad del texto. Subrayar las palabras clave ayuda a este propósito.

Análisis o explicación:
Etapa 375%
En esta etapa se debe distinguir los siguientes aspectos:
- Esquema: distinguir las ideas principales de las ideas secundarias.
- Localización: tiempo, lugar, autor, ambientación y obra.
- Identificación: tipo de texto (científico, literario, periodístico, histórico…), forma de
expresión (narrativa, expositiva, descriptiva, argumentativa…) y género (ensayo, artículo
académico…).
- Características particulares del texto según el tema y la finalidad.
- Valoración crítica: relación adecuada del contenido y la expresión.
Redacción:
Etapa 4100%
Exposición ordenada y clara del texto comentado, teniendo en cuenta la organización del
mismo.
EJEMPLO DE LAS PARTES DEL COMENTARIO DE TEXTO
A continuación presentamos un ejemplo de comentario de texto basado en el texto
periodístico titulado Adiós “glamour” de José María Guelbenzu.
Ahora que al mundo del cine lo acusan de repetitivo, de insustancial, de vivir a costa de
remakes, de comedias tontas y de explosiones, llamaradas y toda clase de efectos especiales, no
dejo de pensar en lo que fue el mundo de las estrellas hasta hace apenas treinta años, quizá
menos. Porque lo cierto es que las llamadas estrellas de la pantalla han desaparecido del
firmamento del cine. ¿Qué estrellas? Bien, estoy pensando en actores como Cary Grant, James
Stewart o John Wayne, o en estrellas como Ava Gardner, Audrey Hepburn o Lana Turner. La
verdad es que nadie les exigió ser grandes actores o actrices, aunque unos lo fueran de verdad y
otros se limitaran a repetir su personaje. De hecho ha habido grandes actores (Charles Laughton,
por ejemplo) que no alcanzaron la popularidad o el gancho de las estrellas, pero eso era
sencillamente porque las estrellas eran otra categoría y lucían como tales por encima de cualquier
otra consideración.
La verdad es que aquél era un mundo de una falsedad total en el que nadie era lo que
parecía, pero también es cierto que sólo unos cuantos seres de origen humano entre muchos
miles alcanzaron la categoría de estrellas. Y si alguien me pregunta qué tenían esos elegidos que
no tuvieran los demás, sólo les puedo responder con una palabra: glamour.
Por lo general, las estrellas de hoy se caracterizan por ser efímeras o por ser sustituibles.
Un año resulta ser la reina de las pantallas Cameron Díaz y cuando ya la tienes localizada resulta
que ahora la reina es Jennifer Anniston; y apenas unos meses más tarde la reina es una tal
Angelina Jolie, pero luego abres el Tentaciones de la semana siguiente y resulta que la que
manda es la hija de Goldie Hawn, que ya ni me ha dado tiempo a enterarme de cómo se llama.
Los tiempos cambian, qué duda cabe, y también cambia la velocidad de crucero de los
acontecimientos. Los músicos o los actores responden a necesidades simples, a representaciones
inmediatas. No hay dos Lou Reed, pero hay centenares de Britneys Spears, y por eso son tan
fugaces; hoy todos los ombligos van al aire. ¿También cambian los sueños? Las estrellas, los
mitos, responden a deseos y originan sueños. El culto actual a la velocidad, a la prisa, al logro
urgente, favorece el intercambio urgente, pero no permite el tiempo de reposo que necesita un
símbolo para conformarse; quizá tenga que ver con la diferencia que existe entre un modelo y un
espejo: el primero es un resumen de ejemplaridad, del orden que sea; el segundo se limita a
reproducir nuestra imagen.
No diré que confundo a Gwyneth Paltrow con Cameron Díaz, pero sí diré que, más o
menos, me da lo mismo una que otra. La diferencia es escasa, el repertorio también y la imagen
responde a un mismo estereotipo. También era un estereotipo la rubia, pero ¡vaya si se distinguía
a Lana Turner de Marlene Dietrich! El problema está en que las estrellas eran símbolos y aun
mitos, y las estrellitas actuales son chicas y chicos en todo semejantes a los espectadores que les
contemplan. ¿Democracia? ¿Igualitarismo? Me temo que la razón es el puro ejercicio de la
compraventa. 'Cómprese a sí mismo' vienen a decirte. ¿Y las estrellas qué eran si no? Pues lo
mismo, en efecto, pero tenían glamour, que es lo que no tenían los espectadores.
La masificación sólo quiere más de lo mismo, y especialmente el consumidor quiere
verse reflejado en las pantallas. No quiere imaginarse, quiere verse; ésa es la diferencia. Las
estrellas eran un producto, sin duda, pero entraban en una pantalla o en un salón y suspendían el
aliento de los presentes. No juzgo; yo, como decía Guillermo Brown, sólo hago constar un
hecho. ¿No hay mitos? Lo más parecido hoy quizá sea una Sigourney Weaver, el resto parece un
interminable procesión de colegialas arregladas. Actores o actrices admirables sigue habiendo, es
una línea que se mantiene constante, pensemos en Kevin Spacey o Julianne Moore; pero
estrellas... El cielo se ha desplomado sobre nosotros. O no necesitamos mitos o, lo que sería más
doloroso, ya no sabemos lo que es un mito.
1. Tema:
El autor lamenta la pérdida del glamour en el panorama cinematográfico actual, como
consecuencia de la repetición de estereotipos vulgares que imitan, sin imaginación ni encanto,
los esquemas de la vida real.
2. Esquema de la estructura:
Partiendo de una idea (o tesis) inicial, el autor la argumenta apoyándose en el contraste
entre dos épocas y a través de numerosos ejemplos. Finalmente, concluye con la misma idea
inicial, de modo que el texto adquiere una clara estructura circular. Veámoslo:
1. Tesis o idea principal: en la actualidad ya no hay verdaderas estrellas de cine.
1.1. Motivo de la reflexión: el panorama cinematográfico actual es insustancial.
1.2. Causa del fenómeno: han desaparecido las estrellas.
2. Argumentación.
2.1. Análisis y valoración del pasado.
2.1.1. Análisis y valoración de las estrellas de entonces.
2.1.1.1. Ejemplos de aquellas estrellas.
2.1.1.2. Distinción entre buenos actores y auténticas estrellas.
2.1.2. Análisis y valoración de los tiempos pasados.
2.1.2.1. Es cierto que era un mundo ficticio, falso.
2.1.2.2. El glamour distinguía a unos pocos elegidos.
2.2. Análisis y valoración del tiempo presente.
2.2.1. Análisis y valoración de las estrellas actuales: son efímeras y sustituibles.
2.2.2.1. Ejemplos de estas estrellas.
2.2.2. La causa de este cambio es la aceleración del presente con respecto al pasado.
2.2.2.2. Los artistas modernos responden a necesidades simples y representaciones
inmediatas, y por eso son tan fugaces.
2.2.2.3. El culto actual a la velocidad y a la prisa provocan que no perduren ni los sueños
ni los símbolos.
2.3. Comparación entre el ayer y el hoy.
2.3.1. Hoy se confunden las actrices; son estereotipos.
2.3.2. Antes las estrellas eran mitos; ahora son iguales a los espectadores.
2.3.3. Interpretación de la diferencia entre ambas épocas: aunque tanto entonces como
ahora las estrellas son un producto del mercado, al menos las de antes tenían glamour.
3. Conclusiones. Se retoman ideas semejantes a las del principio.
3.1. Afirmación de que en el cine actual hay buenos actores, pero no mitos, por dos
razones:
3.1.1. Porque no los necesitamos.
3.1.2. Porque desconocemos el concepto de mito.
3. Tipología textual justificada
El presente texto, Adiós, ‘glamour’, de José María Guelbenzu, es un artículo periodístico
de opinión. En correspondencia con este género, la tipología predominante es la argumentativa,
dado que la intención del autor es trasladar al lector su particular y subjetiva valoración de cómo
ha cambiado la percepción actual respecto de las estrellas de cine y de los mitos; el glamour
distinguía a las estrellas del pasado y ahora falta algo en las “efímeras” y “sustituibles” figuras
del presente. La intencionalidad del autor se ve reforzada con marcas lingüísticas propias de la
tipología argumentativa:
· Utilización de la primera persona del singular (“dejo”, “estoy pensando”, “solo les
puedo responder”, “no diré”, etc.).
· Empleo de verbos y diversas fórmulas que revelan opinión (“me temo”, “no diré”, “no
dejo de pensar”, “les puedo responder”, “ya no sabemos”, etc.).
· Preguntas retóricas que llevan implícita la respuesta (“¿También cambian los sueños?”,
“¿Democracia? ¿Igualitarismo?”, “¿No hay mitos?”).
· Presencia de la adjetivación modalizadora, de carácter valorativo y subjetivo
(“efímeras”, “sustituibles”, “admirables”, “doloroso”, “fugaces”, “repetitivo”, “insustancial”).
· Léxico cargado de connotaciones (“glamour”, “estrellas”, “símbolos”, “mitos”, “la
reina”, “la que manda”, “masificación”, “consumidor”, “compraventa”, “modelo”, “espejo”,
“interminable procesión de colegialas arregladas”, “intercambio urgente”, etc.).
Se puede afirmar, por tanto, que nos hallamos ante un texto con una fuerte carga
modalizadora, en el que prevalece la función conativa (recordemos que, como texto
argumentativo que es, pretende convencer al receptor), fuertemente reforzada por la expresiva
(preguntas retóricas, adjetivación modalizadora, léxico connotativo, etc.).
Contraste de los tiempos verbales: la época del glamour se evoca mediante diversas
formas verbales de pasado (“fue”, “era”, “eran”, “lucían”, “alcanzaron”, “tenían”, “distinguía”,
“entraban”, “suspendían”, etc.), mientras que a la época actual, nada glamourosa, le
corresponden tiempos presentes (“acusan”, “estoy pensando”, “caracterizan”, “resulta”,
“manda”, “cambia”, “responden”, “van”, “favorece”, “permite”, etc.) o de pretérito perfecto
compuesto (“han desaparecido”, “ha habido”, “ha desplomado”), que aunque indican pasado
sitúan éste en una relación de mayor proximidad respecto al emisor.
Los elementos deícticos temporales también señalan de forma muy clara la alternancia
entre los dos momentos temporales y las dos circunstancias estéticas de las que trata el texto:
frente a los que evocan el pasado (“hace apenas treinta años”, “aquél”), otros marcan claramente
el tiempo presente del autor (“ahora”, “de hoy”, “ahora”, “culto actual”, “estrellitas actuales”,
“hoy”).
En este mismo sentido puede analizarse la abundancia en el texto de estructuras
sintácticas adversativas (la conjunción pero aparece ocho veces) y concesivas (aunque aparece
una vez), que sirven para expresar los contrastes de hechos, ideas y opiniones. Veamos algunos
ejemplos donde la oposición es transparente: “no hay dos Lou Reed, pero hay centenares de
Britneys Spears”; “el culto actual a la velocidad, a la prisa, al logro urgente, favorece el
intercambio urgente, pero no permite el tiempo de reposo que necesita un símbolo; ”también era
un estereotipo la rubia, pero ¡vaya si se distinguía a Lana Turner de Marlene Dietrich!
También los recursos léxicos favorecen la cohesión textual. El principal de ellos es la
presencia de un campo semántico muy coherente, que se podría definir como el del mundo del
cine (“remakes”, “efectos especiales”, “personaje”, “glamour”, “pantallas”, “repertorio”, “la
rubia”, “espectadores”, “salón”, etc.), con un elevado peso específico en la selección léxica. En
la configuración de este campo semántico es esencial un caso de la relación hiperonimia-
hiponimia: me refiero, claro está, a la que existe entre el hiperónimo actor/actriz y sus hipónimos
(la veintena de nombres propios de actores y actrices que se citan a lo largo del texto). Por otra
parte, la repetición del sustantivo estrellas (aparece en no menos de doce ocasiones) es otro
aspecto fundamental de la cohesión léxica, no sólo por su abrumadora recurrencia, sino porque
en torno a él se concentra un conjunto de significados históricos, culturales y estéticos (los que
evocan los nombres de actores y actrices), así como interesantes muestras de desplazamiento
metafórico (“firmamento del cine”, “lucían”), chistes (“el cielo se ha desplomado sobre
nosotros”), aspectos connotativos (el adjetivo “fugaces”, que aquí adquiere un doble sentido,
pues no sólo denota lo efímero de los intérpretes contemporáneos, sino que se asocia
connotativamente al hermoso fenómeno de las “estrellas fugaces”) y diminutivos claramente
despectivos (“estrellitas”).
4. Adecuación
En lo relativo a la adecuación, habría que comenzar diciendo que tanto el tema elegido
como el género textual condicionan en gran medida el tratamiento y el enfoque dados por el
autor. Éste, estimulado por un arranque nostálgico y desde una rotunda defensa del especial
encanto y fascinación que las estrellas de antes (las de ahora apenas lo logran) despertaban en el
público, critica la pérdida del mito y la pobre sustitución del glamour por el “puro ejercicio de la
compraventa”. Para ello, no solamente nos ofrece su punto de vista, sino que también da cabida a
otras voces: “Ahora que... especiales”, “Cómprese... si no”. Así, desde el principio, el emisor
modelo va perfilándose como una persona de cierta edad (sus gustos y preferencias así parecen
demostrarlo en varios pasajes del texto), cinéfilo (recurre a numerosos ejemplos de actores y
actrices), sugestionado por la magia del gran Hollywood de otros tiempos, que permitía soñar y
evadirse de la anodina realidad, y, por último, observador agudo de la actualidad, la cual sigue
bastante de cerca, como demuestran sus referencias a actores y artistas de la más reciente
actualidad.
A veces el registro utilizado, por lo general cuidado, elaborado, permite al receptor
inteligente ver el dardo sarcástico, despectivo, que Guelbenzu lanza contra el espectador
mediocre, que no ambiciona sueños y no espera nada distinto a lo que es su propio reflejo. Es en
estos casos cuando oímos la voz más directa y coloquial del autor: “no hay dos Lou Reed, pero...
fugaces”; “no diré que confundo a... otra”; “También era... Dietrich!”; “estrellitas actuales”;
“más o menos, me da lo mismo una que otra”; “el cielo se ha desplomado sobre nosotros”;
“colegiales arregladas”, etc. A través de este procedimiento, el emisor modelo se aproxima al
receptor modelo, el cual queda definido como un lector cómplice con los gustos y apreciaciones
de aquél. No es fácil que un lector adolescente coincida con este receptor modelo, y ello por
varios motivos: en primer lugar, porque las valoraciones sobre las estrellas de antes exigen cierto
grado de conocimientos cinematográficos (concretamente sobre el cine norteamericano), que los
jóvenes raras veces poseen, y, además, porque dichas valoraciones están asociadas a un tipo de
gustos, reconocimientos y disfrutes que no son los más frecuentes en la juventud de nuestros días
(“¿Qué estrellas?”). En segundo lugar, porque el paso del tiempo ha ido cambiando los gustos.
Y, por último, porque el autor utiliza un término –glamour–, que subraya el
distanciamiento, es decir, lo que tenían de diferentes, de inalcanzables y, por lo tanto de
deseables, las estrellas “glamourosas” de antes. La elección de este préstamo (o xenismo) de
origen francés es acertadísima para quien, como el autor, ve en el galicismo una carga
connotativa (exclusividad, elegancia) que convoca indudables resonancias de otras épocas y
otros valores; es seguro que aquí el código castellano hubiera cumplido deficientemente con el
concepto. Por otra parte, Guelbenzu ha sabido aportar ejemplos muy actuales y referencias
quizás más conocidas para el lector joven (la mención del suplemento Tentaciones, la relación de
actrices contemporánea, reconocidamente atractivas) en un intento inteligente de comparar
“objetivamente” los hechos y convencer: “No juzgo... hecho”.
El emisor adopta un enfoque de irónico distanciamiento respecto a la época actual, visible
en expresiones como “hoy todos los ombligos van al aire” o “puro ejercicio de compraventa”; en
cambio, su enfoque del pasado está presidido por el acercamiento afectivo y sentimental: “el
mundo de las estrellas”, “el firmamento del cine”, “esos elegidos”. El contraste entre ambas
épocas queda reforzado, de manera muy elegante, por dos elementos intertextuales que a buen
seguro forman parte de la experiencia biográfica del autor. El primero es muy claro –la cita de
una frase de Guillermo Brown, el protagonista de las novelas infantiles de la escritora inglesa
Richmal Crompton–; el segundo –“el cielo se ha desplomado sobre nosotros”, que nos recuerda
el leitmotiv favorito del jefe galo Abraracúrcix, personaje fundamental en los cómics de Astérix
y Obélix–, puede no ser tan evidente (cabría interpretarlo también como un simple chiste,
motivado por la aparición inmediatamente anterior del sustantivo “estrellas”). La
intertextualidad, en cualquier caso, revela el verdadero significado de las preferencias del autor,
al conectar el mundo del cine de hace treinta años con experiencias lectoras que (probablemente)
dieron forma a su educación sentimental.
5. Cohesión
Los principales procedimientos de cohesión del texto están orientados a poner de relieve
la diferencia esencial entre las dos épocas contrastadas por el autor, a las que ya nos hemos
referido reiteradamente en el epígrafe anterior. Podríamos decir, pues, que el texto se configura
en torno al procedimiento estilístico de la antítesis, la cual se constituye mediante muy diversos
recursos:
Contraste de los tiempos verbales: la época del glamour se evoca mediante diversas
formas verbales de pasado (“fue”, “era”, “eran”, “lucían”, “alcanzaron”, “tenían”, “distinguía”,
“entraban”, “suspendían”, etc.), mientras que a la época actual, nada glamourosa, le
corresponden tiempos presentes (“acusan”, “estoy pensando”, “caracterizan”, “resulta”,
“manda”, “cambia”, “responden”, “van”, “favorece”, “permite”, etc.) o de pretérito perfecto
compuesto (“han desaparecido”, “ha habido”, “ha desplomado”), que aunque indican pasado
sitúan éste en una relación de mayor proximidad respecto al emisor.
Los elementos deícticos temporales también señalan de forma muy clara la alternancia
entre los dos momentos temporales y las dos circunstancias estéticas de las que trata el texto:
frente a los que evocan el pasado (“hace apenas treinta años”, “aquél”), otros marcan claramente
el tiempo presente del autor (“ahora”, “de hoy”, “ahora”, “culto actual”, “estrellitas actuales”,
“hoy”).
En este mismo sentido puede analizarse la abundancia en el texto de estructuras
sintácticas adversativas (la conjunción pero aparece ocho veces) y concesivas (aunque aparece
una vez), que sirven para expresar los contrastes de hechos, ideas y opiniones. Veamos algunos
ejemplos donde la oposición es transparente: “no hay dos Lou Reed, pero hay centenares de
Britneys Spears”; “el culto actual a la velocidad, a la prisa, al logro urgente, favorece el
intercambio urgente, pero no permite el tiempo de reposo que necesita un símbolo; ”también era
un estereotipo la rubia, pero ¡vaya si se distinguía a Lana Turner de Marlene Dietrich!
También los recursos léxicos favorecen la cohesión textual. El principal de ellos es la
presencia de un campo semántico muy coherente, que se podría definir como el del mundo del
cine (“remakes”, “efectos especiales”, “personaje”, “glamour”, “pantallas”, “repertorio”, “la
rubia”, “espectadores”, “salón”, etc.), con un elevado peso específico en la selección léxica. En
la configuración de este campo semántico es esencial un caso de la relación hiperonimia-
hiponimia: me refiero, claro está, a la que existe entre el hiperónimo actor/actriz y sus hipónimos
(la veintena de nombres propios de actores y actrices que se citan a lo largo del texto). Por otra
parte, la repetición del sustantivo estrellas (aparece en no menos de doce ocasiones) es otro
aspecto fundamental de la cohesión léxica, no sólo por su abrumadora recurrencia, sino porque
en torno a él se concentra un conjunto de significados históricos, culturales y estéticos (los que
evocan los nombres de actores y actrices), así como interesantes muestras de desplazamiento
metafórico (“firmamento del cine”, “lucían”), chistes (“el cielo se ha desplomado sobre
nosotros”), aspectos connotativos (el adjetivo “fugaces”, que aquí adquiere un doble sentido,
pues no sólo denota lo efímero de los intérpretes contemporáneos, sino que se asocia
connotativamente al hermoso fenómeno de las “estrellas fugaces”) y diminutivos claramente
despectivos (“estrellitas”).
Conclusión

Luego de haber finalizado éste trabajo bibliográfico sobre el tema “Géneros de opinión,
la noticia, la entrevista y la crónica”, podemos concluir que la investigación compilada,
específicamente sobre estos géneros informativos que son utilizados frecuentemente en la radio,
es un material sumamente apreciable por la claridad con la que se aborda la temática, evitado de
sobre manera caer en redundancias y complicaciones; como en la mayoría de casos se ven
avocados los estudiantes de periodismo para poder poner en práctica dichos conocimientos
impartidos desde las aulas universitarias. Solamente la práctica de la profesión periodística en
radio, nos hace denotar el mediano interés que existe para el estudio académico sobre la
aplicación de los géneros periodísticos. Quizás un aspecto a tener muy en cuenta por las
autoridades de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad de Cuenca, y es que dentro
de la malla curricular de la carrera se ponga mayor énfasis al estudio de los géneros aplicados a
éste medio de información masivo que es cercano - personal. Aspecto que a modo de ver en el
ámbito local se encuentra en un estado embrionario. Y para concluir queremos recalca que esta
“guía” no se la debe tomar como la sagrada Biblia, para que se cumplir con rigurosidad cada
aspecto estudiado o precepto abordado, más bien se trata de contribuir con este pequeño aporte a
una aplicación más sencillas de los géneros en la radio. Hay que resaltar que al momento de
ejecutar cualquier esquema tanto para la noticia, la entrevista y la crónica debe tener un alto
grado de responsabilidad y objetivada por lo que se difunda o se deje de decir, mensaje que
deberá ser transmitido con simplicidad y coherencia pero también con la inmediatez que se exija.

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