Los andes exteriorizan las entrañas de la tierra y la piedra es el alma de las civilizaciones andinas. Las manos de nuestra gente labraron las venas de las montañas porque el que trabaja la piedra trabaja la vida. El día de hoy, es sumamente especial para quienes llevamos el ande en nuestros corazones. Primero porque hoy se hace latente la Madre Tierra, nuestra Pachamama y segundo porque asistimos a un momento que perdurará en la historia cultural del Cusco al inaugurar el Apukuna, una semilla de piedra para la memoria de nuestro pueblo. Cada primero de 1º de agosto, en todos los Andes se recuerda el día de la Pachamama, deidad mayor en nuestra cosmovisión, es la presencia incólume inherente al mestizaje peruano. Esta conmemoración es parte del legado cultural que heredáramos de nuestros ancestros y se expresa en diferentes costumbres y tradiciones. Por ello, cada 1° de agosto se realizan Ofrendas a la Pachamama que se les conoce popularmente como “pago a la tierra”. Creo que Michael Monteagudo junto a su familia, están realizando una ofrenda descomunal y sin precedentes a nuestra Madre Tierra. Este esfuerzo, es la materialización de un sueño pero también es la propuesta creativa y espiritual de un artista que literalmente ha ollado la montaña. Cada imagen, personaje y movimiento proyectado en sus esculturas, hace que las afloraciones rocosas tomen vida trayendo al presente los mitos y leyendas del parnaso andino. Apukunaq Tianan, se ha de convertir sin lugar a dudas en el espacio que retome la impronta del arte escultórico que hiciera posible la constitución de la ciudad del Cusco, afamada por ser la capital del Tawantinsuyo pero también el hogar de artistas como Michael Monteagudo. Su obra nos recuerda la trecha relación que tenemos con la naturaleza, a la cual le debemos la vida en términos científicos como también espirituales. En las páginas oficiales de la historia peruana, a nuestros pueblos les arrebataron todo, menos la memoria. Hoy, la piedra aflora y nutrirá esta memoria, gracias a la herencia artística que vibra en el corazón de un artista convenciano a quien recientemente su tierra natal le ha otorgado la Medalla de la Ciudad. Que este sea el momento oportuno para rendir un justo homenaje al artista pero también a las piedras del Cusco.
Piedra del Hawkaypata
Esta piedra que pisan soy yo,
pulida por el viento y el firmamento observo la Plaza de la Algarabía donde sangre derramaron una y otra vez para oprimir con la pedagogía del miedo y el dolor.
Confieso que he bebido el fuego del sol,
la luz de la luna y el ocaso de las estrellas. Confieso que he sido la piedra redonda de todos los caminos que me trajeron rodando hasta donde estoy.
Si hago memoria, fui la piedra bañada
por el Río Sagrado y he aprendido su silencio y sus palabras bebiendo el agua ardiente de su cauce.
Como soy una piedra, mi voz
puede prescindir de la ilusión, pero por la verdad que inunda mi sangre andina jamás carecerá de poesía.