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Inauguración de Apukunaq Tianan

Por Pavel Ugarte


Los andes exteriorizan las entrañas de la tierra y la piedra es el alma de las
civilizaciones andinas. Las manos de nuestra gente labraron las venas de las montañas
porque el que trabaja la piedra trabaja la vida. El día de hoy, es sumamente especial para
quienes llevamos el ande en nuestros corazones. Primero porque hoy se hace latente la
Madre Tierra, nuestra Pachamama y segundo porque asistimos a un momento que
perdurará en la historia cultural del Cusco al inaugurar el Apukuna, una semilla de
piedra para la memoria de nuestro pueblo.
Cada primero de 1º de agosto, en todos los Andes se recuerda el día de la Pachamama,
deidad mayor en nuestra cosmovisión, es la presencia incólume inherente al mestizaje
peruano. Esta conmemoración es parte del legado cultural que heredáramos de nuestros
ancestros y se expresa en diferentes costumbres y tradiciones. Por ello, cada 1° de
agosto se realizan Ofrendas a la Pachamama que se les conoce popularmente como
“pago a la tierra”. Creo que Michael Monteagudo junto a su familia, están realizando
una ofrenda descomunal y sin precedentes a nuestra Madre Tierra. Este esfuerzo, es la
materialización de un sueño pero también es la propuesta creativa y espiritual de un
artista que literalmente ha ollado la montaña.
Cada imagen, personaje y movimiento proyectado en sus esculturas, hace que las
afloraciones rocosas tomen vida trayendo al presente los mitos y leyendas del parnaso
andino. Apukunaq Tianan, se ha de convertir sin lugar a dudas en el espacio que retome
la impronta del arte escultórico que hiciera posible la constitución de la ciudad del
Cusco, afamada por ser la capital del Tawantinsuyo pero también el hogar de artistas
como Michael Monteagudo. Su obra nos recuerda la trecha relación que tenemos con la
naturaleza, a la cual le debemos la vida en términos científicos como también
espirituales.
En las páginas oficiales de la historia peruana, a nuestros pueblos les arrebataron todo,
menos la memoria. Hoy, la piedra aflora y nutrirá esta memoria, gracias a la herencia
artística que vibra en el corazón de un artista convenciano a quien recientemente su
tierra natal le ha otorgado la Medalla de la Ciudad. Que este sea el momento oportuno
para rendir un justo homenaje al artista pero también a las piedras del Cusco.

Piedra del Hawkaypata

Esta piedra que pisan soy yo,


pulida por el viento y el firmamento
observo la Plaza de la Algarabía
donde sangre derramaron una y otra vez
para oprimir con la pedagogía del miedo y el dolor.

Confieso que he bebido el fuego del sol,


la luz de la luna y el ocaso de las estrellas.
Confieso que he sido la piedra redonda
de todos los caminos que me trajeron
rodando hasta donde estoy.

Si hago memoria, fui la piedra bañada


por el Río Sagrado y he aprendido
su silencio y sus palabras
bebiendo el agua ardiente de su cauce.

Como soy una piedra, mi voz


puede prescindir de la ilusión, pero
por la verdad que inunda mi sangre andina
jamás carecerá de poesía.

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