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SISON
C U A D E R N O S
EMPRESA Y HUMANISMO
I N S T I T U T O
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ALEJO J. SISON FILOSOFÍA DE LA ECONOMÍA. III. FUNDAMENTOS ANTROPOLÓGICOS
CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO Nº 53
INDICE
trabajo que ésta posea. Hay ecos de idéntica (el salario de subsistencia) y el “precio de
doctrina en Ricardo cuando afirma en “On the mercado” (la remuneración según oferta y
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Principles of Political Economy and Taxation” demanda) del trabajo. El segundo, en un tono
(1817) que otro nombre para el trabajo acu- mucho más pesimista, asocia el aumento de la
mulado es el de “capital”. Junto con una visión población en proporción directa con el
del hombre como un individuo ávido de uti- aumento de la pobreza y miseria, principal-
lidad y de placer, cuyo valor se cifra en su capa- mente por el agotamiento de los recursos
cidad de trabajo, los clásicos de la economía naturales. Las rectificaciones se introducen
también abogaban por una razón eminente- mediante los “frenos positivos” de las guerras,
mente “calculadora”. Es decir, la opción más las enfermedades, la pestilencia, etc. y los
razonable entre las múltiples alternativas de “frenos negativos” del celibato virtuoso y del
obrar viene determinada por aquella que se aplazamiento del matrimonio como conse-
calcula que rendirá la mayor cantidad de uti- cuencia de un mercado laboral difícil. (Debido
lidad o placer al sujeto por el esfuerzo que en a su visión determinista del mundo, Malthus
ella invierte. no pudo prever en modo alguno el impacto
Un corolario a este supuesto no justificado muy positivo del desarrollo de la tecnología en
acerca de la naturaleza humana es la doctrina la producción de alimentos y de otros bienes
de la “mano invisible”: la creencia de que cada de consumo, en la construcción de viviendas,
individuo, guiado por sus propios intereses, en la erección de infraestructuras para el trans-
actuará de la mejor forma posible para sí porte y las comunicaciones, etc.) El individuo,
mismo y para la sociedad en general; la con- sirviéndose tanto de los “frenos positivos”
fianza en que los intereses eminentemente como de los “frenos negativos” al aumento de
egoístas se conjugarán y se coordinarán hacia la población, necesariamente conseguirá la
la organización óptima del mercado. Aunque mejora de su estado personal y social; es decir,
la expresión primigenia de esta doctrina se evitará que el “precio del mercado” de su
encuentra en Smith, esta idea se ha trans- trabajo caiga por debajo del “precio natural”
mitido con matices importantes a Ricardo y a de éste. En todos estos pensadores se apela a
Malthus. El primero, por ejemplo, habla de las una racionalidad supraindividual calculadora
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de utilidades y placeres que domina en el Keynes coincide con Senior). Dicho de otra 6
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primera época (“Foundations of Economic teoría del homo oeconomicus, como ser capaz
Analysis”, 1948) siguen un planteamiento más de ordenar sus apetencias y de aprovecharse
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refinado de los presupuestos mecanicistas y de los medios disponibles para satisfacer éstas
hedonistas de los pensadores económicos máximamente. Pero entonces pertenecería
anteriores. El hombre, el homo oeconomicus precisamente a ese género de supuestos inal-
es esencialmente un calculador: asigna valores canzables para la refutación empírica; no sería
numéricos a las distintas realidades que le falseable... En última instancia, nada del falsa-
rodean y que son posibles objetos de su deseo cionismo puede tomarse excesivamente en
mientras opera con éstos. Cualquier viso de serio.
realidad de una cosa depende de su capacidad La tradición germana también ha hecho un
de ser objeto de medición; o lo que es lo uso extensivo del homo oeconomicus. Lo
mismo, sólo lo medible -las propiedades encontramos sobre todo en la rama austríaca,
medibles- es real y significativo. en las obras de Carl Menger y de sus segui-
A pesar de su gran influencia en el quehacer dores, Ludwig von Mises y Friedrich Augustus
económico posterior, la contribución de los fal- von Hayek.
sacionistas a la doctrina del homo oecono- Las indicaciones mengerianas acerca del
micus ha sido muy escasa. La razón funda- homo oeconomicus están estrechamente
mental es su enseñanza acerca de la irrele- ligadas a su teoría de necesidades (cfr. “Lehre
vancia de las hipótesis con respecto a las con- von den Bedürfnissen”, el anexo a la edición
clusiones en las investigaciones económicas póstuma de “Grundsätze” de 1923). El
(cfr. Milton Friedman, “Essays on Positive Eco- hombre, el homo oeconomicus es, ante todo,
nomics”, 1953). En realidad, lo que más cuenta un ser de necesidades (Bedürfnisse); su natu-
para el falsacionista es la comprobabilidad en raleza o esencia se define en términos de nece-
sentido negativo -la invalidación empírica- del sidades. Las necesidades que en parte son bio-
resultado predicho por un supuesto. Terence lógicas, y en parte, psicológicas, constituyen la
Hutchinson (“The Significance and Basic Postu- materia y la forma, el fin y el motor eficiente
lates of Economic Theory”, 1938) parece de las actividades económicas, de modo
contar entre las “generalizaciones de alto análogo a la cuádruple causalidad aristotélica.
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A ellas acuden las ciencias económicas en cuenta con la ignorancia, con un conocimiento 8
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busca de su explicación última. Los bienes se imperfecto y por tanto, sujeto al error y al
identifican por su capacidad de satisfacer las riesgo.) Conviene también subrayar que las
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necesidades humanas, y a esta peculiar capa- elecciones racionales en materia económica
cidad se le llama “valor”. En otro nivel más están hechas por individuos en función de lo
fenoménico de análisis, las necesidades se que a estos mismos individuos interesa y afecta
equiparan a la demanda, los bienes a la oferta (el principio del individualismo metodológico).
y el valor al precio. Para Menger, el homo oeconomicus es un
Las necesidades, los bienes y los valores, por Robinsón Crusoe: no cuenta con una familia ni
un lado, y la demanda, la oferta y los precios, con una empresa ni con cualquier otro grupo o
por otro, se relacionan según las disposiciones comunidad a quien deba su lealtad y por cuyo
de la “ley de la utilidad marginal decreciente”. bien o “bienestar” deba velar.
Dadas las restricciones de un determinado Mientras que en muchos autores siempre
nivel de ingresos, cada individuo en el papel de queda algún resquicio de duda o de confusión
un consumidor procura invariablemente maxi- sobre si su relato específico del homo oecono-
mizar su utilidad; o sea, asigna sus recursos de micus se refiere a un ser abstracto o a un
tal manera que obtiene el mayor grado de hombre vivo, real y concreto, en el caso de
satisfacción posible. Este mecanismo universal Ludwig von Mises, no se presenta tal difi-
de decisión postula una constancia en los cultad. Clave para esclarecer esta cuestión es la
gustos y en las preferencias. (Existen unas dife- “praxeología”, el subtítulo de “Human Action.
rencias importantes entre la versión menge- A Treatise on Economics” (1940). Para él, la
riana del homo oeconomicus y aquella propia ciencia económica -que también recibe el
de miembros de la escuela neoclásica, como nombre de “sociología”- desarrolla una doc-
por ejemplo, Alfred Marshall. En la primera no trina a priori sobre el comportamiento
se dispone de una información gratis y com- humano. Es decir, expone lo que, según él, son
pleta, ni es el ajuste a los cambios del mercado las leyes universalmente válidas del obrar del
automático y sin problemas (i.e., hay costes de hombre: las regularidades que cabe esperar en
transacción); mientras que en la segunda, las acciones humanas con independencia del
ambas condiciones se presuponen. Menger tiempo y del lugar de su realización, así como
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del sexo, de la raza, de la nacionalidad, de la ración ética de los fines: ante ellos la praxeo- 9
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nición del hombre como ser esencialmente clasificación aparte por su exclusividad: la 11
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político y social. La pregunta por el carácter facultad de hablar, el sentido del humor, la
real o ficticio del homo oeconomicus una vez capacidad de proyectar y de realizar proyectos,
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más cede su lugar prioritario ante la afir- etc. Estas características se llaman “propie-
mación del mismo como “condición de posibi- dades” por su cercanía a la esencia misma del
lidad” no sólo cognoscitiva sino también objeto al que se refieren. Ha habido algunos
fáctica. intentos de construir una antropología preci-
samente sobre la base de una de estas propie-
dades, la libertad. Desde luego, no se trata de
II. EL HOMO OECONOMICUS DENTRO una libertad “absoluta”, sino de una, al menos
DE UNA ANTROPOLOGIA DE LA inicialmente, limitada por el tiempo, operante
LIBERTAD en el tiempo. Una reformulación de nuestra
pregunta entonces podría ser ésta: ¿Cómo
El breve repaso histórico de la doctrina del rendir cuenta del homo oeconomicus desde
homo oeconomicus nos revela que ésta se ha una antropología de la libertad?
utilizado fundamentalmente como una pieza En definitiva, la doctrina del homo oecono-
explicativa clave en las diversas teorías econó- micus se ha desarrollado como un modelo de
micas y empresariales. Las consideraciones en racionalidad. Este es el término de su utili-
torno al homo oeconomicus se han limitado zación tanto en el ámbito anglosajón como en
prácticamente al ámbito epistemológico, sobre la mayor parte de la tradición austríaca. Lo que
la necesidad y la validez de tal principio. Pero nos proponemos ahora en este epígrafe es
lo que ahora cabe preguntarse es si el homo estudiar al homo oeconomicus no tanto en su
oeconomicus corresponde con algo real, si aspecto de “razón” como en su aspecto de
tiene cabida dentro de la antropología. “principio de operaciones” y “comunidad de
Todos los saberes que versan sobre el fines” o “naturaleza”. Nos servirá de guía para
hombre pueden reunirse bajo el rótulo este cometido el libro “Economía y Libertad”
general de la “antropología”. Entre los múl- (1974) del prof. Antonio Millán Puelles. Es una
tiples rasgos definitorios de su objeto material, obra original tanto en su planteamiento como
el ser humano, hay algunos que merecen una en su desarrollo, aunque la formación aristo-
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télico-tomista y fenomenológica del autor, al fecto” y “no puede ser de otra forma” (Not- 12
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ticos y los gobernantes, con un objetivo que plexión robusta o frágil, etc. Lo mismo sucede 13
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cumplir o una meta que alcanzar para todos, si a la hora de determinar cuáles sean las fun-
no la mayoría, de sus ciudadanos. A nadie se le ciones psicosomáticas que haya que realizar y
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escapa que estas afirmaciones están hechas cómo debería establecerse en ellas la norma-
muy grosso modo, y que exigen múltiples lidad. La salud y la enfermedad de personas
matizaciones para que se llegue realmente a concretas no sólo son relativas a modelos espe-
un acuerdo sustancial en su contenido. cíficos (los cuales representan la función
“normal”), sino que además, en relación con
El nivel más básico del bienestar es el
cada modelo particular, también admiten una
médico, o sea, lo referente al estado de salud
diversidad de grados.
de un individuo. El bienestar aquí equivaldría
a no estar enfermo, a poder ejecutar, por parte ¿Cómo podríamos medir los estados de
del ser vivo, todas sus funciones con norma- salud en sus distintos grados? Hay múltiples
lidad. Aunque tanto en el lenguaje común procedimientos clínicos, antropométricos y
como en las experiencias cotidianas no bioquímicos, los cuales podrían complemen-
solemos tener especiales apuros para discernir tarse con una entrevista sobre la historia
quién esté enfermo y quién no, en el terreno clínica y la observación del comportamiento
ya más científico y medible nos topamos con del sujeto concreto. Estos indicadores suelen
muchas barreras. En primer lugar, ni la salud ni agruparse en las medidas antropométricas, en
la enfermedad se dan de hecho en estados los índices de mortandad y de morbidez. La
absolutos, sino que siempre se dicen con res- gran ventaja del dato del estado de salud con
pecto a un patrón ideal. No hay nadie que esté respecto a los otros factores constituyentes del
perfectamente sano, ni completamente bienestar es que es puramente individual.
enfermo, sino que siempre se dice “sano” o Dicho de otra forma, para averiguar la inci-
“enfermo” de acuerdo con los paradigmas de dencia de la salud física en el bienestar per-
salud o de enfermedad que se establecen. sonal no hace falta acudir, en principio, a los
Entre los múltiples disponibles, se elige el otros miembros de la comunidad en la que un
patrón que mejor se adecúa al caso concreto: ser humano vive.
estos patrones cambian según trate de hombre En el campo de la filosofía, la noción del bie-
o mujer; de niño, joven o adulto; de com- nestar ha interesado a los psicólogos, éticos y
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políticos; y a cada uno desde su propia pers- global de agrado. No es, en absoluto descabe- 14
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pectiva. Los autores que más han elucubrado llado suponer que el nombre más apto para
sobre el tema del bienestar (well-being, designar tal estado sea el de “placer”; y a
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welfare) han sido los filósofos británicos, en partir de entonces -concretamente, de
concreto, aquellos pertenecientes a la Bentham- ya se podría hablar de un nexo
corriente que ha venido a llamarse “utilita- forjado entre el utilitarismo y el hedonismo. El
rista”. Desde David Hume a finales del XVII hombre feliz es aquél que ha acumulado para
hasta Henry Sidgwick en tiempos aún sí la mayor cantidad de utilidades y de pla-
recientes, pasando por James Mill, Jeremy ceres.
Bentham y por supuesto, John Stuart Mill, A lo largo de su historia, ha habido muchos
estos autores han introducido toques persona- intentos de mitigar la postura utilitarista en
lísimos a la idea de “bienestar” entendida versiones menos individualistas y más bené-
como “utilidad”. En la medida en que la Moral volas para con los demás, menos vulgares y
Philosophy anglosajona abarca no sólo el com- más refinadas (e.g. el consecuencialismo y el
portamiento individual y la actividad política proporcionalismo). Sin embargo, ninguna de
sino también la producción, la distribución y el ellas ha conseguido salvar los escollos ni del
disfrute de bienes y riquezas, el utilitarismo ha apriorismo (¿por qué razón es lo útil y lo pla-
servido igualmente para la elaboración de centero el bien supremo?) ni de la incomensu-
teorías económicas y empresariales. rabilidad (¿cómo podríamos comparar signifi-
La felicidad y el bienestar consiste para la cativamente las distintas funciones de utilidad
tradición utilitarista en sus orígenes, ante de los sujetos individuales?). De modo que la
todo, en un estado mental o psicológico de ilusión de haber encontrado por fin en el utili-
satisfacción. Esta satisfacción podría cifrarse tarismo un método verdaderamente “cien-
negativamente en la nocarencia de bienes y tífico” y universal, capaz de resolver los con-
medios para hacer frente a las múltiples nece- flictos morales, económicos y políticos se ha
sidades y deseos del hombre. En términos posi- quedado al final en un mero espejismo.
tivos, la “utilidad” podría definirse como la En lugar de la satisfacción psicológica pro-
cualidad que poseen algunos objetos de ducida por una experiencia placentera, propia
aquietar los deseos, de producir una sensación del utilitarismo, como referente del bienestar
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provisión de “bienes” en cuanto oportuni- bienestar (Robert Nozick, “Anarchy, State and
dades, derechos o recursos. Es una alternativa Utopia”, 1974). Son todas concepciones “mini-
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bastante más comedida y conservadora que la malistas”, que se desentienden bastante de la
anterior, porque pretende moverse exclusiva- noción del bien, del bienestar y de la felicidad
mente en el campo de los medios y no de los que cada cual, con pleno derecho pueda tener.
fines. Se fundamenta en el principio de que Se preocupan casi exclusivamente de que, sea
cada sujeto individual es absolutamente libre a como sea la meta que se pretenda alcanzar,
la hora de decidir para sí qué es la felicidad y cada uno tenga el poder y los medios para
el bienestar. Por tanto, nadie le debe imponer acceder a ella. Gana en importancia el con-
a otro su visión particular de la vida lograda; y cepto de justicia en cuanto “igualdad de opor-
lo mejor que se puede hacer es garantizar a la tunidades” e “imparcialidad”; o sea, en su
gente los recursos para que individualmente acepción puramente formal. Huelga añadir
pueda alcanzar la meta que se ha propuesto. que para semejantes posturas liberales, cual-
La versión rawlsiana de este modo de pensar quier indagación sobre una “naturaleza pres-
es bastante concreta, pues enumera una lista criptiva” del bien, del bienestar y de la feli-
básica de “bienes primarios” (primary goods) cidad es una incursión indebida, más propia
cuya distribución se realiza tras el “velo de la del pensar utópico y totalitarista.
ignorancia”(veil of ignorance) (cfr. John Rawls, Una tercera posibilidad para la determi-
“A Theory of Justice”, 1971). Dworkin, por su nación del bienestar en términos filosóficos
parte, insiste en “tomar los derechos en serio” nos brinda la posesión de capacidades (capabi-
(taking rights seriously); pues estos repre- lities según Amartya Sen en “Capability and
sentan los bienes fundamentales para el bie- Well-Being, The Quality of Life”, 1993, func-
nestar, ejérzanse (o no) del modo que se tions según Martha Nussbaum en “Nature,
quiera (cfr. Ronald Dworkin, “Taking Rights Function and Capability: Aristotle on Political
Seriously”, 1978). Y finalmente, está Nozick, Distribution”, Oxford Studies on Ancient Phi-
quizás el más radical en su propuesta, que losophy, supplementary volume, 1988). Surge
deposita una confianza ciega no ya en los de la observación, en primer lugar, de que la
derechos individuales inalienables, sino en el gente necesita “cantidades” diferentes de los
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bienes básicos, y en segundo lugar, de que más ximos a China y a Japón, vinieron a llamarse los 16
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cepción del bienestar de sus ciudadanos no ya como filósofo sino como gobernante. No 17
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basada en utilidades, placeres y “bienes” (i.e. ignoramos que haya quienes incluso cues-
derechos) y no en “capacidades” y recursos tionan la legitimidad y critican el hecho de que
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humanos. el Estado se preocupe e intervenga en el bie-
Cambiando nuestro punto de referencia al nestar de sus ciudadanos, como los liberales
continente europeo, este mismo mal endémico radicales, anarquistas y ácratas... Estos desco-
ha tenido una manifestación distinta en el nocen algo tan elemental como lo que podría
desempleo. Y los estragos que causa el paro llamarse el “fin inmanente” del Estado en
prolongado no sólo en los jóvenes sino cuanto forma histórica concreta de sociedad
también en las personas ya adultas, con res- civil; y por tanto se descalifican a sí mismos
pecto a su bienestar tanto actual como futuro como interlocutores válidos. En cualquier ejer-
ya no requiere mayores abundamientos. Estu- cicio serio de la política siempre se halla ope-
diando la situación de estas personas en paro rante una noción de “lo suyo” -utilidades y
se ve claramente la falta de “bienestar”; no placeres, derechos y capacidades, etc. -la distri-
por carecer ellas de utilidades, placeres o bución y reasignación del cual es tarea del
derechos (que por suerte, el Estado aún ha gobernante. Mas para distribuir y asignar -
podido proporcionar), sino por dejar en bar- “operativizar”- el bienestar, se exige primero
becho sus habilidades y demás capacidades el volverlo medible y cuantificable. Y es a este
personales. cometido al que finalmente nos vamos a
dedicar.
La dimensión política de la noción del bie-
nestar irrumpe tan pronto como se planteen En épocas recientes la medición del bie-
los términos entre los cuales debería (re-)esta- nestar se ha conformado a tres patrones dife-
blecerse la relación de igualdad o de equidad, rentes, los cuales han ido sucediéndose con el
tal como exige la justicia. Si la justicia, en el tiempo. El más antiguo de todos es el de la
sentido clásico, se define como “la constante y “renta per cápita”, que se consigue dividiendo
perpetua voluntad de dar a cada uno lo suyo”, el equivalente en términos monetarios (e.g.
cabe preguntarse entonces por el contenido dólares norteamericanos de 1970) del PNB
de “lo suyo”. La determinación de dicho (“Producto Nacional Bruto” o el conjunto de
objeto le incumbe primordialmente al político, bienes y servicios producidos por un deter-
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minado país durante un año) entre los acuerdo general de que el más importante de 18
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realiza una comparación entre la “calidad de refiere a los derechos del individuo de cara al 19
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tenido que proponer un modelo de articu- endeudados con los estudios de los antropó-
lación entre estos distintos saberes, de modo logos alemanes Gehlen, Plessner y Uexküll por
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que los logros de alguno de ellos -por ejemplo, este “descubrimiento”.) Sus necesidades de ali-
el de la salud en la medicina- se vaya inte- mentación, vestido, vivienda, cultura, etc. pre-
grando con los logros de los demás -las capaci- cisan de una “objetivación”, identificación
dades y funciones humanas en la filosofía-. Por imaginativa o reconocimiento por parte de él
lo que se refiere a la medición del bienestar, mismo; y aquí ya queda implicada la razón. La
nos hemos dado cuenta que la economía capacidad discursiva obra cuando se advierte y
propone distintos patrones, de grados diversos se especifica dicha tendencia. Por eso, no obs-
de amplitud: la renta per capita, el nivel de tante el deseo “natural” de bienestar y feli-
vida y la calidad de vida. Y también hemos des- cidad, podemos decir que una vida lograda es
cubierto que el bienestar es preponderante- también artificio de la razón, fruto de una
mente un tema político; o sea, que sólo desde libertad bien ejercida. Los momentos poste-
un planteamiento (filosófico-)político cabal y riores de elección y de ejercicio, no obstante,
válido podrían acogerse adecuadamente las ya son objeto de otros niveles superiores de la
contribuciones de las otras ciencias. libertad, y por consiguiente, también de otras
***** dimensiones de la vida económica...
Hay economía, actividad económica, por
cuanto el hombre tiene necesidades: su natu- B. La libertad como capacidad de
raleza está incompleta, inacabada, y esta elección
“carencia” se demuestra en sus inclinaciones,
tendencias y deseos. Este rasgo distintivo del Una vez que hayan quedado advertidas y
ser humano es ya en sí una prueba de su objetivadas por el hombre las necesidades y los
libertad; aunque sólo sea del nivel más básico, deseos -para lo cual ya hace falta la razón,
de su libertad como apertura al mundo aunque sólo sea por cumplir con una función
exterior, al espacio para sus movimientos. Es todavía muy básica- entonces llega el
curioso pero el hombre, a pesar de ser parte de momento de optar o elegir. El hombre se dis-
la naturaleza, estrictamente no tiene “necesi- tingue de los demás seres naturales porque
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tratándose de él, cabe más hablar de “deseos”, cuanto capacidad de elegir, resulta que lo con- 21
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en cuanto mediatizados por la razón, que de sigue sólo en la medida en que establece el
“necesidades”, es decir, exigencias directas e dominio tiránico de una facultad sobre las
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inflexibles de instancias naturales. El ser otras. La pluralidad de instancias y principios
humano es el único que problematiza intelec- que, de otra manera, intervendría ordenada-
tualmente su existir, imaginándose problemas mente en la acción humana ahora está
e inventándose soluciones para los mismos. disuelta. Hay una única fuente de dinamismo
Además del mundo natural, el hombre en el hombre y las reglas de su mecanismo o
también vive en un mundo de ficción. “lógica” rinde cuenta exhaustivamente de la
Esta capacidad de elegir o “arbitrio” es exac- conducta humana.
tamente lo que pretende negar o ignorar el En primer lugar, hay un determinismo bio-
determinismo. Se supone que el hombre, en lógico como aquél que propugna Darwin con
cuanto agente económico, es incapaz de elegir su teoría general de la evolución. Necesitamos
por sí mismo su modo de actuar porque está distinguir entre la teoría biológica de la evo-
determinado. El que de verdad elige, en última lución y la teoría generalizada de la evolución
instancia, no es el sujeto humano individual o el “evolucionismo”. La primera es una teoría
sino algo por debajo (e.g. algún instinto) o por científica según la cual se traza el origen y la
encima (e.g. la razón histórica) de su con- diversificación de las especies -las diferentes
ciencia. El ser humano no es más que vehículo formas de vida biológicamente considerada-
o instrumento de ese otro principio. Queda de lo más simple a lo más complejo a lo largo
privado de su libertad de elegir y de arbitrio; a del tiempo. La segunda, en cambio, es una
lo sumo, ésta se transforma en una ilusión o en extrapolación de esta doctrina biológica a
un engaño. otros campos científicos hasta alcanzar la uni-
Conviene saber que todo determinismo es, a versalidad. El evolucionismo es un “natura-
la vez, un reduccionismo. Los determinismos se lismo” por cuanto pretende explicar la tota-
multiplican según los aspectos de la acción o lidad de los fenómenos -incluso aquellos
de la vida humana cuya importancia tienden a propios de niveles superiores de vida inte-
exagerar. Si lo propio del determinismo es lectual como la actividad económica- a partir
negar la eficacia de la voluntad humana en del nivel puramente biológico. Y lo intenta a
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pesar de que matemáticamente, por ejemplo, La utilidad que promueve el hombre -según 22
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etc. A pesar de todas sus pretensiones profé- trabajo. En este tercer y supuestamente último
ticas sobre cómo sería la sociedad del futuro y estado, la tarea de la ciencia se limita a la
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su disponibilidad para sacrificar por completo observación empírica de los sucesos junto con
el presente para ello, Marx no fue nunca capaz el establecimiento de regularidades entre ellos
de ver más allá de sus circunstancias sociales en forma de “leyes”. Todo se supedita al adve-
muy limitadas. nimiento de dicho “estado positivo”, tanto en
Freud, por su parte, igualmente ensaya otra la ciencia como en la vida social.
especie de determinismo, el psicológico. Según ¿Qué hay de verdad en los determinismos
él las motivaciones humanas obedecen o al ins- que haya permitido tanta confusión? Podría
tinto del amor (eros) o al instinto de la muerte ser el equívoco, bastante fácil, entre “condi-
(thanatos). El motor de absolutamente todas cionar” y “determinar”.
las actividades humanas se reduce a uno de Resulta que el hombre, en cuanto agente
estos dos (movimientos opuestos de idéntica económico, siempre está “condicionado”
potencia), y ambos anidan en en el meollo de aunque nunca “determinado”. El primero se
la personalidad humana, en el ello (id). De esta diferencia del segundo en que el sujeto aún
manera, se elude cualquier elección y respon- guarda para sí la capacidad o la libertad de
sabilidad, pues una acción humana siempre elegir. Lo único que pasa es que tal capacidad
consiste en un “dejarse llevar” por alguno de de elección no opera en el vacío sino que está
estos impulsos. limitada o circunscrita por posibilidades reales
Otro tanto podríamos decir de la postura de y factibles. Estas posibilidades reales y factibles
Comte, que estila un determinismo -las “alternativas”- son precisamente las condi-
“absoluto”. Las empresas humanas tienden ciones de la elección. Sin embargo, que las
todas hacia un mayor grado de positivización, elecciones estén condicionadas no significa
entendiendo por ésta, simultáneamente, la que estén dirigidas unívocamente hacia un
racionalización y la eliminación de restos reli- solo sentido, de modo que sea predecible con
giosos y metafísicos en el conocimiento o en la exactitud cómo el agente económico actuaría
explicación de los fenómenos. La historia de la sólo sobre la base del dato proporcionado por
humanidad converge en la sociedad industrial las condiciones.
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comportamiento humano, sino sólo condicio- quier tipo de hipótesis, supuesto o funda-
namientos. ¿Qué lugar queda, entonces, para mento al margen de la evidencia empírica.
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las leyes económicas que supuestamente Sin embargo, las leyes económicas siempre
regulan las actividades humanas? Para res- serán menos positivas que las leyes físicas o
ponder a esta pregunta es menester que naturales, debido a que entre sus hipótesis se
entendamos correctamente la naturaleza de cuentan la libertad y la racionalidad humanas.
estas leyes. Por su libertad y su racionalidad, la conducta
Cabe decir, en primer lugar, que hay leyes humana es, en gran parte, independiente de
económicas verdaderamente “positivas”. Son las condiciones iniciales e imprevisible. El
el resultado de una inducción a partir de la agente económico siempre es capaz de actuar
regularidad en la ocurrencia de ciertos fenó- en contra de la racionalidad económica -la de
menos. Estos fenómenos son directamente ganar el máximo rendimiento con el mínimo
accesibles para los sentidos, es decir, son gasto- cada vez que encuentre un motivo
“empíricos”, y derivadamente, son medibles. superior. Más aún, un agente que actúe así no
Estas “leyes económicas positivas” nos per- contraviene absolutamente la racionalidad
miten predecir acontecimientos desde unas porque hay más racionalidad que la pura-
condiciones iniciales similares. mente económica (e.gr. la racionalidad
Existe algún modo de aceptar las “leyes eco- política).
nómicas positivas” -cosa bastante ineludible- Otro modo de ver esta cuestión es a través
sin ser “positivista” ni caer en las dificultades de la distinción entre la ciencia económica o la
que trae consigo el positivismo. En primer economía política, por un lado, y la política
lugar, tenemos que admitir el carácter “hipo- económica, por otro, así como en la relación
tético” de estas leyes; o sea, hemos de reco- entre ellas. No sólo es la ciencia económica -o,
nocer su dependencia de algunas “hipótesis” o para el caso, la economía política- más teórica
supuestos no constatables empíricamente ni, que la política económica, que es eminente-
por tanto, “positivables”. La admisión de mente práctica. La ciencia económica como la
dichas hipótesis lleva directamente a la economía política, además, se fijan en leyes
postura contraria al positivismo porque lo que puramente descriptivas (“positivas”) de los
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humana, sobrepasando tanto la mera apertura mente. De acuerdo con este planteamiento, 26
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(el primer nivel de la libertad) como la capa- sólo el rico será libre plenamente. Tendrían
cidad de elección (el segundo nivel de la parte de la razón, por cuanto las condiciones
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libertad). Veremos que en esencia, no dista de miseria y de escasez son infrahumanas, y
mucho de una virtud que se llama “tem- por tanto, degradantes. El ser humano es el
planza”, en sentido estricto, ni del proceso de único animal que necesita valerse de medios
“humanización”, en sentido lato. materiales no estrictamente naturales -los
Hemos visto que el hombre, en su actividad “bienes humanos”- para poder desenvolverse
económica, no está determinado, sino que se en consonancia con su naturaleza humana.
determina a sí mismo. No sólo se escapa de la Pero más que la facticidad de la riqueza lo que
coacción que le pueda ejercer lo físico- importa es cómo el hombre se relaciona con
químico, lo biológico, lo psicológico, lo socio- ella.
lógico o lo histórico; sino que esa determi- Con bastante frecuencia la riqueza -no ya
nación que racionalmente toma sobre sí cons- como ausencia de necesidades o satisfacción
tituye ya otro grado superior de libertad. mínima de deseos básicos sino como abun-
Mientras que la libertad como apertura y la dancia, el tener excedentes- esclaviza más que
libertad como capacidad de elección son libera. Tal sería la situación paradigmática del
rasgos que al hombre ya le vienen dados, lo avaro, del hombre que es más poseído por sus
quiera o no, la libertad como autodetermi- riquezas que poseedor de ellas. Tan poseído,
nación perfectiva le adviene únicamente como esclavizado, afanoso de guardarlas es, que ni
logro o conquista. Si la adquiere, es porque siquiera disfruta de ellas; no las utiliza ni
quiere, y no tiene otra explicación fuera de mucho menos las invierte. Y todo por un mal-
ésta. hadado temor de perderlas; porque hasta el
Seguramente habrá quienes piensan que invertir implica separarse de ellas, aunque sea
esta perfección de la libertad -sobre todo en el por un mínimo de tiempo, y esta transacción
terreno económico- equivale sin más a la ya, siempre conlleva un riesgo.
riqueza. Esta se toma casi siempre en el sentido Frente al avaro, como aquél que ha conse-
más prosaico del término, es decir, como guido -determinándose- el grado perfectivo de
dinero y posesiones materiales, exclusiva- la libertad, está el hombre templado. Encon-
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mides” de Platón. El hombre templado es, ante “humanización” significa, ante todo, llegar a
todo, un “señor”: domina todo lo que no es él ser miembro de la clase social del proletariado;
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pero que de él depende de algún modo, y se la “humanización” es la universalización del
domina a sí mismo, señorea sobre sus impulsos, proletariado, la cual ocurre al final de la his-
necesidades y deseos. Tiene dominio porque se toria universal.
conoce; conoce tanto sus límites como aquello El triunfo de la revolución francesa inaugura
que puede llegar a ser; se comprende. Posee la históricamente el dominio de la burguesía
regla o la medida sobre sí mismo; posee, de sobre la aristocracia y la clerecía. La revolución
modo práctico, la verdad sobre sí mismo. El industrial posterior propicia la hegemonía de
hombre templado se hace, se ha hecho, con- otra clase social, el proletariado, y -según
forme al patrón de lo que verdaderamente es Marx- éste será el estado definitivo de la his-
y ha de ser. Si es verdad que “el hombre no toria. Como siempre, el sucederse de las clases
nace sino que se hace”, la templanza indica sociales está regido por los acontecimientos
bien claro el camino para ello. Porque el económicos. En concreto, este último paso del
conocer con precisión los límites del ser y del dominio de la burguesía al dominio del prole-
hacer de uno es indispensable para poseerse, tariado, tiene como su condición de posibi-
dominarse y desarrollarse. Con esta convicción lidad la separación de los dos factores de pro-
en mente decimos que la templanza es otro ducción, el trabajo y el capital, por la intro-
nombre, si no una dimensión importantísima, ducción de las máquinas (“Salario, precio,
para la auténtica “humanización”... ganancia”, 1865). Ahora bien, gracias a los
La “humanización” es un concepto que ha análisis de Ricardo sobre la teoría subjetiva del
llegado a la mentalidad moderna de mano, valor, se llega a la conciencia de que las
principalmente, de la ideología hegeliano- máquinas o los medios de producción, cuya
marxista. La comprensión peculiar de la dia- propiedad ostentan los capitalistas, no son
léctica como la unión de la materia y el otra cosa que el trabajo acumulado del prole-
método, del sujeto y el proceso proviene de tariado. El proletariado, entonces, al dejarse
Hegel, mientras que es a Marx a quien se debe dominar por el capital, asume la situación
la concepción materialista-economicista de la anómala de un productor que se deja dominar
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por su propio producto (“Manuscritos”, 1844; puede pretender ser algo, ser lo que debe ser. 28
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“La Ideología Alemana”, 1846; “Gründrisse”, Pero todo ello sucede sin que el sujeto figure o
1857-8). (Sirviéndose uno de la metáfora hege- entre en la cuenta; todo acontece ni gracias a
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liana, es el caso del amo que se pone al servicio él ni a pesar suyo. Ciertamente, aún en el
del esclavo de modo realmente dialéctico.) La esquema marxista puede hablarse de una
definitiva “liberación” o “salvación” del prole- “perfección” -antes no había nada y ahora
tariado viene dado por la invención de unas está todo-, o incluso de una “autoperfección”
máquinas perfectas que tienen la virtud -el proceso se identifica con el producto-, pero
peculiar de no producir enajenación alguna, nunca se referirán al sujeto como a su dueño.
de no separar la propiedad o el producto de su Dicha perfección jamás será muestra del
productor o dueño. dominio que el sujeto haya logrado sobre los
Por muy verosímil que pueda parecer el demás ni sobre sí mismo. En otras palabras,
relato marxista, no nos parece, sin embargo, nunca advendrá en forma de “hábito”.
adecuado para explicar el fenómeno de una En efecto, según el esquema clásico, cual-
autodeterminación perfectiva por parte del quier perfección antropológica adopta la
agente económico. En primer lugar, debido a forma de un “hábito”. El hábito representa la
la ausencia de la libertad para el sujeto -sea el síntesis humana de tiempo y libertad. Como-
individuo o la clase social (por antonomasia, el quiera que el tiempo es el numerar del cambio,
proletariado) de la cual es miembro-. Este es el hábito significa para el ser humano la capa-
radicalmente incapaz para acometer ninguna cidad de cambio; concretamente, la capacidad
acción que sea de verdad “suya”. A lo sumo, el de cambiar sin dejar de ser uno mismo. Por
sujeto “se deja arrastrar” sin más por una otra parte, la libertad apunta no sólo a una
fuerza dialéctica imponente. El sujeto es senci- apertura y a una indeterminación de la
llamente una especie de “epifenómeno” elección, sino también a la capacidad de per-
sometido a la estructura y al dinamismo eco- feccionarse. Esa perfección radica en las facul-
nómico-histórico inexorables. En términos tades o potencias del hombre, y se adquiere
afines a los del existencialismo, el sujeto no es mediante el recto ejercicio -es decir, a través de
nada, es un vacío, un abstracto, antes de invo- un uso encaminado hacia el fin naturalmente
lucrarse en el proceso. Sólo al final del proceso provisto- de las mismas. Gracias al hábito, el
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hombre se atreve y consigue hacer más cosas y también estimula el desarrollo de las facul- 29
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hacerlas mejores; la naturaleza humana -de la tades humanas, capacitándolas a realizar ope-
cual el homo oeconomicus es una limitada raciones cada vez más sofisticadas, con mayor
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aproximación- logra un fortalecimiento, una libertad y acierto.
añadidura cualitativa y operativa. Probablemente la mejor tematización del
El hábito se manifiesta ejemplarmente en la doble adelanto que representa el trabajo sea
realidad económica del trabajo. En primer el documento pontificio “Laborem exercens”,
lugar, el trabajo tiene sentido como una específicamente, por lo que se refiere al
manera de responder a determinadas sentido objetivo y sentido subjetivo del mismo.
carencias e inclinaciones -necesidades y El sentido objetivo del trabajo yace en su
deseos- de las que se llega a tener conciencia dimensión “hétero-perfectiva”, o sea, en su
en la naturaleza humana. Desde muy tem- capacidad de mejorar el conjunto de instru-
prano en su existencia, el hombre descubre mentos o técnicas con que el ser humano
que su hambre y sed, su desnudez, su domina el mundo. Otro nombre para designar
desamparo y su ignorancia no tienen ninguna el sentido objetivo del trabajo es el de
solución “natural” garantizada. Serían una “cultura”, o si se fija en un determinado
maldición con la que la naturaleza le castiga si momento histórico, el grado de “civilización”
no fuera por su ingenio, quizás el don innato conseguido. El sentido subjetivo del trabajo
más importante. Ese ingenio se pone en enfoca su dimensión “autoperfectiva”, es
marcha tanto a la hora de objetivar como decir, el nivel de apropiación, la intensidad con
cuando se responde a estas inclinaciones con que el trabajador posee sus facultades y a sí
actividades productivas, apropiativas y de mismo, su “señorío”. Los hábitos, su armoni-
consumo. Resulta que el ser humano tiene la zación y grado de desarrollo, son el indicio más
prerrogativa de hacer frente o no a estas ins- claro del aspecto subjetivo del trabajo. Los
tancias (libertad de ejercicio) así como de hábitos son la potenciación ulterior de la
elegir el mejor modo de satisfacerlas (libertad libertad humana. En el documento arriba men-
de especificación) de acuerdo con su razón. Al cionado, aparte de distinguir entre el sentido
final, el trabajo en el que uno se involucra no objetivo y el sentido subjetivo del trabajo,
sólo aquieta un deseo natural sino que igualmente se establece el orden correcto
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