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“Amar a Jesús es mi proyecto de vida”

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Sociedad de la Doctrina Cristiana
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El 10 de octubre del 2020, sucedió un acontecimiento que

dio la vuelta al mundo católico: el Papa Francisco beatificó a
un adolescente italiano de 15 años. En sí, una beatificación de
una persona, normalmente para la mayoría de los católicos,
pasa inadvertida. Pero en este caso no fue así, quizás porque
se trata de un muchacho que murió de leucemia en 2006: un
joven normal que vestía jeans y zapatillas y que tuvo una vida
similar a la de la mayoría de los adolescentes.
Personalmente, este acontecimiento me llamó mucho la
atención y quise saber más sobre él. Quise descubrir los
rasgos de santidad que lo hicieron digno de un honor tan
grande por parte de la Iglesia Católica. Lo que encontré me
hizo recordar un texto que había leído hace algunos años:
«Necesitamos santos sin velo, sin sotana. Necesitamos
santos de jeans y zapatillas.
Necesitamos santos que vayan al cine, escuchen música y
paseen con sus amigos.
Necesitamos santos que coloquen a Dios en primer lugar y
que sobresalgan en la Universidad.
Necesitamos santos que busquen tiempo para rezar cada día
y que sepan enamorarse en la pureza y castidad, o que consa-
gren su castidad.
Necesitamos santos modernos, santos del siglo XXI con una
espiritualidad insertada en nuestro tiempo.
Necesitamos santos comprometidos con los pobres y los
necesarios cambios sociales.
Necesitamos santos que vivan en el mundo, se santifiquen en
el mundo y que no tengan miedo de vivir en el mundo.
Necesitamos santos que tomen Coca Cola y coman hot-dogs,
que sean internautas, que escuchen iPod.
Necesitamos santos que amen la Eucaristía y que no tengan
vergüenza de tomar una cerveza o comer pizza el fin de
semana con los amigos.

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 Necesitamos santos a los que les guste el cine, el teatro, la
música, la danza, el deporte.
Necesitamos santos sociables, abiertos, normales, amigos,
alegres, compañeros.
Necesitamos santos que estén en el mundo y que sepan sabo-
rear sus cosas puras y buenas, pero sin ser mundanos».

Carlos Acutis fue la personificación de todo esto, y de

mucho más. Así que les invitó a conocerlo de cerca.
Este libro fue preparado por los miembros de la Sociedad
de la Doctrina Cristiana, una sociedad de laicos que se dedica
a esparcir la palabra de nuestro Señor y la enseñanza de
nuestra Madre la Iglesia Católica. Está basado especialmente
en varias entrevistas que dio la madre de Carlo Acutis.

La paz esté con ustedes

Los miembros de la
Sociedad de la Doctrina Cristiana

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“Un niño muy conectado a tierra”

Carlo Acutis nació en Milán. Era un niño alegre y
Londres, el 3 de mayo del juguetón, como muchos de su
1991, de padres italianos. Su edad. Le gustaba ver los
padre, Andrea Acutis, estaba dibujos animados, especial-
en la capital inglesa por mente de Pokemon, y jugar
motivos de trabajo, y su con sus mascotas.
madre, Antonia Salzano, por Cuando creció un poco
motivos de estudio. Se habían más empezó a interesarse
encontrado y casado en la mucho en películas de detec-
misma ciudad y ya al cumplir tives, en ver concursos de
su primer año de matrimonio, preguntas en la tele, en
tenían su primer hijo en sus utilizar la computadora y en
brazos. Los dos padres eran jugar con el PlayStation. Sin
católicos, pero no practican- embargo, había algo que
tes. Aun así decidieron entendió muy bien: estaba
bautizarlo. El bautismo se muy consciente de que estos
realizó el 18 de mayo del pasatiempos pueden ser muy
mismo año en la iglesia de la
Virgen de los Dolores, en
presencia de sus abuelos,
quienes habían viajado a
Londres para este aconteci-
miento. En septiembre del
mismo año, regresaron a
Milán.
¿Cómo habrá sido el niño
Carlos? Son sus mismos
padres quienes compartieron
recuerdos sobre su niñez.
Carlo estudió en las escuelas
primara y secundaria de las
hermanas marcelinas, en

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adictivos, y en lugar de enri-
quecer su vida, podían empo-
brecer su calidad. Entonces,
siempre buscó ejercer mucha
autodisciplina y tomó decisio-
nes muy impresionantes para
su edad.
En una de sus entrevistas
su mamá expresó: “No tienes
que mirar a Carlo como al-
guien perfecto. Era un niño
muy conectado a tierra. Era un
hijo de su tiempo. Jugó con su
PlayStation, etc. También
entendió, sin embargo, que
estas cosas, como la computa-
dora o la PlayStation, podrían
reclamar una especie de tiranía
sobre el alma. Podrías volverte
adicto, esclavo de ellas. Se
podía perder mucho tiempo, y
Carlo siempre tuvo la sensa-
ción de que no podía perder el
tiempo. Entonces se impuso a
sí mismo que solo podía jugar
en su PlayStation una hora por
semana, como máximo. Esto te
da una pequeña idea de Carlo”.
Amaba el deporte. Además
del fútbol, le gustaba nadar,
bucear, esquiar, montar bici-
cleta y caminar por el campo.
También le gustaba la música
y tocaba el saxofón.
Carlo era muy conversador.
Esta es una cualidad muy
positiva, ¡excepto durante las
“
”
clases! Parece que sus profeso-
res admiraban su carácter
simpático pero, muchas veces,
tenían que llamarle la atención
por hablar demasiado y ser “el
payaso de la clase”(¡palabras
de su mamá!). No faltaban
tampoco algunas pequeñas
travesuras como dibujar cari-
caturas para hacer reír a sus
compañeros, sin embargo, con
la ayuda de sus profesores,
aprendió a moderar estas
tendencias y a realizarlas
solamente en los momentos
adecuados.
Para Carlo, la moderación
era muy importante, no sola-
mente, como hemos visto, en
los juegos y en las bromas,
sino también en la comida. A
él le gustaba comer (¿a quién
no le gusta?). Le encantaba el

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helado y la Nutella (una
deliciosa crema de chocolate
y avellana), y seguramente,
como todos los adolescentes,
también la comida chatarra.
Pero con el paso del tiempo
aprendió a autodisciplinarse y
trataba de comer siempre a
las horas y la manera apro-
piadas, y no en cualquier
momento y de cualquier
forma. Sentía que esto era
muy importante para su salud
y también como una discipli-
na espiritual.
Tenía también una volun-
tad muy firme y le gustaba
esforzarse para ser siempre
mejor. Su mamá cuenta que
encontró en su diario pregun-
tas de autoevaluación como,
por ejemplo: “¿Cómo soy
con mis padres? ¿Obedezco a
mis profesores? ¿Me llevo
bien con mis compañeros?”.
Probablemente estas pregun-
tas fueron sugeridas por sus
profesores, pero el hecho de
que Carlos las copió en su
diario muestra que las tomó
muy en serio, porque como
todos saben, las personas
escriben en su diario sola-
mente lo que es muy impor-
tante para ellas. Sin embargo,
Carlo nunca utilizó un diario
para hablar de sí mismo,
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expresar sus decepciones y
contar lo que hacía. Ese no
era su estilo porque creía
firmemente que al enfocarnos
en nosotros mismos causa-
mos tristeza y depresión, y
entonces es mucho mejor
enfocarnos en Jesús.
Tenía mucho amor hacia
los animales. De niño tuvo
cuatro perros y dos gatos, y
también muchos peces en el
acuario. Descargaba fotos y
videos de animales e incluso,
con su fértil imaginación,
grababa videos con sus
perros imaginando ser el
protagonista de alguna pelí-
cula policial que tanto le
gustaba. Tenía un inmenso
cariño hacia sus mascotas, y
las cuidaba de manera ejem-
plar. Para él, cada ser vivo,
incluso un animal, era un
milagro asombroso. Además,
no tenía hermanos, y sus
perros y gatos llenaban el
vacío de esta realidad.
 “Todos nacemos como originales,
pero muchos mueren como fotocopias”
Como para todos los
adolescentes, especialmente
para aquellos extrovertidos
como él, las amistades eran
muy importantes. Sin embar-
go, nunca buscó aparentar lo
que no era, como muchos
hacen en las redes sociales, ni
tampoco impresionar a sus
compañeros. Más bien era un
chico normal y auténtico,
siempre con una sonrisa en
sus labios. Era simpático y
tenía una cierta espontanei-
dad inocente que le hacía
ganar el cariño de todos. Le
gustaba bromear, pero nunca
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de forma grosera, y estaba
siempre atento a no herir los
sentimientos de nadie con sus
bromas. Jugaba fútbol, iba a
la pizzería, hacía competen-
cias de video-juegos e iba de
excursión con ellos. A veces,
como suele pasar, lo invita-
ban a tomar o a ir a la disco-
teca, pero Carlo rechazaba
esas invitaciones porque
siempre quiso tener pleno
control sobre sí mismo.
Sus amigos lo querían por
la alegría que siempre tenía y
por los cuentos que contaba,
pero sobre todo, porque
estaba siempre allí cada vez
que lo necesitaban. Daba
particular atención a sus
amigos cuyos padres se iban
a divorciar y los acogía en su
casa para conversar con ellos
y animarlos. Se notaba que
los amaba mucho y quería
verlos felices. Por eso, tuvo
suficiente valentía para
aconsejarlos cuando observa-
ba que algunos de ellos
estaban yendo por el mal
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camino. A sus amigas trataba
de convencerlas para que no
banalizaran su cuerpo, sino
que lo consideraran por lo
que es: “el templo del Espíri-
tu Santo”. A sus amigos los
amonestaba para que en el
uso de internet, no cayeran en
las trampas de la pornografía
que hipnotiza y hace caer a
tantos adolescentes en el
túnel de la dependencia.
También podía ponerse muy
duro si observaba a algunos
alumnos burlarse de una
persona discapacitada o de
algún alumno que tenía más
dificultades para integrarse.
A veces, durante sus
conversaciones, algunos de
sus compañeros criticaban a
la Iglesia Católica, algo usual
hoy en día. Carlo se entristec-
ía mucho cuando escuchaba
estos comentarios, y solía
decir: “¡Criticar a la Iglesia
significa criticarnos a noso-
tros mismos! La Iglesia es
dispensadora de tesoros para
nuestra salvación”. Esto no
significa que para él, la
Iglesia fuera perfecta, pero
sabía bien que, así como
decía san Ignacio de Loyola,
debemos sentir y sufrir con la
Iglesia porque ella es nuestra
Madre y Maestra.
9
“ ¡Criticar a la
Iglesia significa
criticarnos a
nosotros mismos!
”
Con su característica
simpatía, solía decir a sus
compañeros: “Todos nace-
mos como originales, pero
muchos mueren como fotoco-
pias”. Lo decía porque estaba
convencido de que cada
persona es única e irrepetible,
una hermosa creación que
nuestro Padre Celestial
embelleció con talentos y
virtudes. Sin embargo,
observaba que muchos
adolescentes se dejaban
arrastrar por la moda y por
los comerciales, y en lugar de
buscar su belleza interior
única e irrepetible, solo
intentaban ser como los
demás. Sabía bien que esta
actitud no era, ni saludable,
ni enriquecedora para ellos.
Su madre recordó que
“siempre trataba de ayudar a
sus amigos con sus luchas
con la pureza y con las
drogas. Era un líder cuando
hablaba, porque cuando lo
hacía, estaba lleno de “
Dios. Él siempre diría que
trató de vivir en la presencia
de Dios. Tenía una forma
especial de acercarse a las
personas, creo, debido a
esto”.
Muchos compañeros
admitieron que Carlo los
ayudó a mejorar como perso-
nas, no tanto por las palabras
que utilizaba, sino por la grupo. Me interesa”.
manera cómo las decía y, El padre Roberto Gazzani-
especialmente, por su manera ga, quien más tarde lo tuvo
de ser. como alumno en el Instituto
No sentía vergüenza de León XIII de Milán, lo
elegir lo correcto, incluso recuerda así: “Era muy
cuando sus amigos no com- bueno, su talento era evidente
partían su fe y sus opiniones. para todo el mundo, pero sin
Uno de sus profesores testi- dar pie a envidias o celos.
monió que en una oportuni- Carlo nunca ocultó su fe, e
dad organizó un debate sobre incluso, en el diálogo-
el aborto y afirmó que Carlo confrontación con sus com-
era el único que estuvo en pañeros de clase siempre
contra del aborto. En otra mostraba respeto hacia las
oportunidad, el profesor de ideas de los demás, pero sin
religión sugirió organizar un renunciar a la transparencia,
grupo de voluntariado y ni a decir y testimoniar los
preguntó que quién estaba principios inspiradores de su
interesado en participar. vida cristiana”.
Parece que no hubo mucho
entusiasmo por parte de los
alumnos. Carlo dijo: “Sí, yo
quiero integrarme a este

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“Estar unido a Jesús es mi proyecto de vida”

Carlo declaró: “Estar

unido a Jesús es mi proyecto
de vida”. ¿De donde aprendió
Carlo a amar a Jesús? Ya
sabemos que su familia no
practicaba la fe. Su misma
madre confesó que, antes del
nacimiento de Carlo, ella
había entrado en una Iglesia
solamente para su comunión,
su confirmación y su boda.
Las primeras semillas de
la fe las sembró en su co-
razón su niñera polaca, una
muchacha llamada Beata,
muy devota del Papa san
Juan Pablo II. Es muy proba-
ble que esta muchacha le
haya enseñado a hacer la
señal de la cruz, le hablara de
Papito Dios, le animara a orar
alguna pequeña oración y le
enseñara estampitas de Jesús,
de la Virgen María y de
algunos santos. Fue así que
Dios dispuso que la forma-
ción que Carlo no recibió con
la leche materna, la recibiera
por medio de una trabajadora
extranjera. Me imagino que
también su participación en
una escuela católica ayudó
mucho en este sentido.
A lo largo de su corta
vida, Carlo fue profundizan-
do su amistad con Jesús por
medio de la lectura de los
evangelios y, especialmente,
por su devoción a la Eucarist-
ía, como vamos a ver más
adelante. Carlo encontró en
Jesús un amigo, un maestro,
un salvador, y como el
apóstol Juan, de quien Carlo
era muy devoto, practicaba
cada instrucción suya. Entre
Carlo y Jesús había una
relación que iba mucho más
allá de los sentimientos y de
las palabras; era una relación
de fe y de confianza total. Sin

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 La conversión
“ no es otra
cosa que desviar
la mirada desde
abajo hacia lo
alto.
”
Jesús, nunca lograremos
comprender la vida de Carlo
Acutis. Es esta relación la
que le dio a Carlo una cierta
fuerza y paz interior que lo
convirtieron en un verdadero
testigo de nuestro Señor. En
una entrevista, su madre
afirmó que había tanta afini-
dad entre Carlo y Jesús, que
él nunca “se desconectaba de
Jesús, ni siquiera cuando
jugaba fútbol con sus amigos.
Él entendió que la vida de fe
no puede separarse de los
hechos cotidianos”.
Carlo tenía una especial
devoción hacia el Sagrado
Corazón de Jesús. Solía
reflexionar sobre el sufri-
miento que experimentaba
este Corazón al ver tantas
personas alejadas de Él, y se
identificaba con este sufri-
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miento de Jesús. A veces
realizaba penitencias para
compensar por los pecados
que se realizan, y nunca
perdió la oportunidad para
tratar de acercar a Jesús a
aquellos que vivían una vida
de pecado. Él les decía: “La
conversión no es otra cosa
que desviar la mirada desde
abajo hacia lo alto”.
Impulsado por su amor
hacia Jesús, Carlo tenía un
deseo que ardía en su pecho:
el deseo de ser santo. ¿Qué
entendía Carlo por santidad?
Para él era ser discípulo y
misionero de Jesús, e imitar
lo más auténticamente sus
virtudes. Este deseo de
santidad era el “secreto” de
Carlo, ¡pero no era un secreto
muy bien guardado porque él
lo sugirió a muchas personas!
Parece que Jesús roció
gracias especiales sobre este
amigo tan especial, y le
ayudó a quemar etapas en su
camino de santidad, proba-
blemente porque sabía que su
vida iba a ser muy corta.
En una de sus prédicas, el
Papa Francisco dijo: “Cuando
Jesús toca el corazón de un
joven o una joven, es capaz
de hacer cosas grandiosas”.
Así fue con Carlo.
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“Mi autopista hacia el cielo”
A la edad de 6 años
expresó su deseo de recibir la
primera comunión, y, un año
después, recibió a Jesús
Eucaristía por primera vez.
Normalmente, en Milán, los
niños reciben este sacramento
a una edad mayor. Sin em-
bargo, los catequistas y el
párroco se dieron cuenta de
que ese muchacho tenía un
amor muy grande por Jesús y
un anhelo muy fuerte para
recibirlo. Fue así que el padre
Aldo Locatelli, párroco de la
parroquia donde asistía el
pequeño, pidió autorización a
monseñor Pasquale Macchi
(quien había sido secretario
de Pablo VI) para que Carlo
pudiera recibir este sacra-
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mento. Después de interro-
garlo, mons. Macchi garan-
tizó la madurez y la forma-
ción cristiana del niño para
recibir el sacramento.
Como el obispo hizo una
excepción para que Carlo
recibiera la primera comu-
nión a la edad de 7 años, se
decidió que el sacramento se
realizara en el monasterio de
las monjas eremitas de San
Ambrosio. Esta decisión fue
providencial porque Carlo
pudo recibir la Eucaristía en
un clima de silencio y recogi-
miento interior.
Es muy difícil explicar lo
que ese día significó para el
pequeño, y tampoco es fácil
vislumbrar cómo la gracia de
”

Vamos rectos
“ al Paraíso, si
nos acercamos
todos los días a
la Eucaristía.
”
Dios actuó en ese corazonci-
to. Pero sí sabemos que la
Eucaristía se convirtió en una
parte esencial en su vida. Su
madre afirma que desde ese
día, Carlo nunca perdió la
misa diaria, y comulgaba con
mucha devoción. Más ade-
lante, cuando tuvo la capaci-
dad de expresarse mejor,
dijo: “Cuantas más Eucaristía
recibamos, más nos haremos
semejante a Jesús y ya en
esta tierra disfrutaremos del
paraíso… Cada comunión
nos acerca a la meta de la
santidad”.
Además de la misa, Carlo
descubrió la importancia de
la visita al Santísimo. Desde
pequeño “tiraba” de su madre
para entrar en las iglesias y
“mandarle besos a Jesús”.
Seguramente, en alguna
oportunidad, su niñera lo
había llevado a la Iglesia y le
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había explicado, con palabras
sencillas, que en el Sagrario
está Jesús. Y Carlo quiso
repetir esa visita todas las
veces que pudiera.
En más de una oportuni-
dad, dijo a su madre: “Mamá,
no entiendo cómo es posible
que la gente haga colas
interminables para asistir a
un concierto de rock o para
ver un partido de futbol, y no
encuentre tiempo para estar
cinco segundos en silencio
frente al tabernáculo que
guarda la presencia del Dios
viviente”.
Él creía firmemente que
Jesús estaba realmente pre-
sente en la Eucarística, y que
el arrodillarse frente a Él,
fortalecía su amistad con
Jesús y recibía su espíritu con
más fuerza. El muchacho
dijo: “¿Cómo es posible estar
tristes teniendo a Dios siem-
pre con nosotros? En el fondo
somos nosotros mucho más
afortunados que los discípu-
los que vivieron en tiempos
de Jesús, porque podemos
hallar siempre a Jesús en
persona, tan solo entrando en
la iglesia más cercana. Tene-
mos a Jerusalén cerca de
nuestra casa”.
 15
En una oportunidad le
Cuando nos
preguntaron sobre su manera
de orar en presencia de Jesús “ enfrentamos
Sacramentado y Carlo res-
pondió: “No hablo con
muchas palabras, sólo me al sol nos
recuesto sobre su pecho,
como lo hizo san Juan, el bronceamos, pero
discípulo amado, en la última
cena”. Él aseguró que todos cuando nos
podemos ser como el discípu-
lo amado: “Es maravilloso colocamos frente a
porque todos los hombres
están llamados a ser como
Jesús Eucarístico,
Juan, discípulos predilectos,
basta hacerse almas eucarísti-
nos convertimos
cas, permitiendo a Dios que
obre en nosotros las maravi-
llas que solo Él puede hacer.
en santos. ”
Pero hace falta la libre ad- con su madre sobre lo que
hesión de nuestra voluntad. experimentaba. Cuando le
Dios no quiere forzar a nadie. preguntaron sobre el tema,
Quiere nuestro amor libre”. ella confesó: “Sí, creo que
Con tremenda sabiduría recibió gracias especiales. No
decía: “Cuando nos enfrenta- habló mucho sobre esto, pero
mos al sol nos bronceamos, sí me dijo que cuando estaba
pero cuando nos colocamos frente a la Sagrada Eucaristía,
frente a Jesús Eucarístico, sentía su alma “elevada”, de
nos convertimos en santos”. alguna manera. Dijo que la
sensación que tenía, muy a
Parece que el corazón de menudo, era como estar
Carlo era tan puro y su amor frente a una Fuente que llevó
a la Eucaristía era tan grande, su alma a grandes alturas.
que recibía gracias muy Dijo que era como ser trans-
especiales cuando se postraba portado”.
ante ella. Carlo nunca habló
de esto en público, pero
afortunadamente, conversó

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 “El influencer de Dios”
Cuando una persona
generosa descubre algo de
mucho valor, utiliza todo su
talento para compartirlo con
los demás. Fue así que Carlo,
a la edad de once años,
decidió convertir el internet
en una herramienta valiosa
para compartir su fe en la
Eucaristía.
Es interesante observar
que, así como pasa con
algunos muchachos, Carlo
tenía una gran habilidad para
diseñar páginas web sin
haber hecho ningún curso
profesional. No estamos
hablando de abrir una página
de Facebook, que cualquiera
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puede hacerlo, o de utilizar
otras páginas web que te dan
todo lo que necesitas para
crear la tuya. No, la habilidad
de Carlo era verdadera. De
hecho, el secretario de la
Pontificia academia Culto-
rum Martyrum, Pier Luigi
Imbrighi, escribió: “Carlo
utilizaba los medios de
comunicación más modernos,
y los conocía extraordinaria-
mente bien. Nos ayudó con
gran disponibilidad y dedica-
ción a la creación de nuestro
sitio web en vatican.va”. Un
joven ingeniero informático
con el cual Carlo colaboró lo
recuerda por su forma de
utilizar internet (como medio
 17
para hacer el bien) y por de la misa.
cómo compartía sus conoci- Poco a poco empezó a
mientos con los que le pedían elaborar su página web y en
una ayuda. muy pocos años llegó a
Carlo se percató de que compilar más de 142 mila-
por medio del internet podía gros eucarísticos alrededor
llegar a una cantidad enorme del mundo. Todavía se puede
de adolescentes, jóvenes y ver esta página web en la
también adultos. Consciente dirección:
de la falta de fe en el misterio www.miracolieucaristici.org.
eucarístico, decidió investigar ¡Ha sido traducida en muchos
los milagros eucarísticos que idiomas diferentes! ¡Yo
se realizaron a lo largo de los encontré una gran cantidad
siglos en partes diferentes del de milagros que desconocía
mundo, incluso los más por completo!
recientes. Estaba convencido Por esta valiosa labor que
de que estos milagros son un realizó, Carlo Acutis fue
auténtico regalo de Dios para apododo “el influencer de
fortalecer nuestra fe en la Dios” y también “el cibera-
presencia real de nuestro postol de la Eucaristía”.
Señor Jesucristo en la Euca-
ristía. Y le pareció una
lástima que la gran mayoría
de estos milagros fueran
prácticamente desconocidos.
Fue por eso que empezó a
investigar sobre los milagros
eucarísticos y, cada vez que
sus padres le preguntaban
dónde quería irse de vacacio-
nes, él casi siempre escogía
algún lugar donde se había
manifestado uno de ellos. Al
llegar al lugar, lo primero que
hacía era ir a la Iglesia para
saludar a Jesús en el Santísi-
mo y preguntar los horarios

17
 En la vida es importante
tener modelos que nos sirvan
de inspiración. Los adoles-
centes y los jóvenes suelen
tener como modelos a futbo-
listas, cantantes, actores de
cine y otros personajes
famosos.
Carlo también tenía sus
modelos, pero no eran futbo-
listas como Ronaldo o Zine-
dine Zidane, muy populares
en su época, ni tampoco eran
cantantes o actores de cine.
No, con su joven edad se
había percatado de que hay Jobs dio en la Universidad de
cosas y personas superficia- Stanford en el 2005. En este
les, que pasan sin dejar discurso, Steve Jobs dijo a
huellas en la vida de uno, y los alumnos: “Su tiempo es
hay otras que la enriquecen y limitado, así que no lo gasten
nos ayudan a vivirla a pleni- viviendo la vida de otro. No
tud. se dejen atrapar por el dogma
Uno de sus modelos era que es vivir según los resulta-
Steve Jobs, el hombre que dos de los pensamientos de
revolucionó la informática y otros. No dejen que el ruido
cofundador de Apple. Tenía de las opiniones de los demás
mucha admiración hacia él, ahogue su propia voz interior.
no solamente porque Carlo Y lo más importante, tengan
compartía su interés en la el corazón de seguir a su
computación y la informáti- corazón y a su intuición. De
ca, sino también por un algún modo ellos ya saben lo
famoso discurso que Steve que tú realmente quieres ser.

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 19
Todo lo demás es secunda-
rio”. Carlo supo aplicar a su
vida los sabios consejos de
este magnate de la informáti-
ca.
Sobre todo, él admiraba a
muchos santos católicos que
seguramente tuvieron un
impacto importante en su
vida. Él los consideraba sus
amigos. En una página de
internet que creó, llamada
“Mira cuantos amigos tengo
en el cielo”, él nos habla de
una gran cantidad de santos,
la mayoría de ellos jóvenes.
Sin embargo, indudable- mucho más a una peregrina-
mente su mayor fuente de ción o un retiro espiritual.
inspiración fue san Francisco
de Asís. Carlo se identificaba De Francisco, Carlo
mucho con este santo, aunque aprendió que el dinero no lo
Francisco vivió 8 siglos antes es todo en la vida, y que no
que él. Su admiración hacia se debe utilizar para comprar
san Francisco era tan grande, lujos personales. Ciertamen-
que en varias oportunidades, te, en su corta edad, Carlo no
expresó a sus padres su deseo llegó a tomar la decisión
de ir a Asís. Allí, en esa drástica de Francisco de
pequeña ciudad que todavía abandonar su casa y vivir en
tiene mucho de su encanto la pobreza. Sin embargo, para
espiritual, Carlo se extasiaba un chico de su edad, Carlo
recorriendo las calles que supo vivir con una cierta
recorrió el santo de Asís, y, austeridad. Carlo nunca pidió
especialmente, pasaba horas a sus padres para comprarle
y horas en la Iglesia de San ropa y zapatillas de marca, y
Francisco. Más que un viaje aunque su familia era adine-
de vacaciones, para él, su rada, no pretendía lujos para
estadía en Asís se parecía sí mismo. Además, mientras

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que a muchos adolescentes le
gusta tener colecciones de
zapatillas, camisetas y jeans,
él nunca quiso que le regala-
ran ropa nueva mientras que
la que tenía todavía sirviera.
Además, era impresionan-
te cómo compartía su dinero
con los más necesitados. Con
sus primeros ahorros compró
un saco de dormir para un
mendigo que veía cuando iba
a misa en la parroquia, y
ciertamente esta no fue la
única vez que realizó este
gesto. Solo Dios sabe cuántos
mendigos pudieron dormir un
poco más cómodos y calien-
tes en las noches de frías de
Milán, debido a la generosi-
dad del joven muchacho. Él
incluso llegó a decir: “El
dinero solo es papel de
basura: lo que cuenta en la
vida es la nobleza de alma, es
decir, la manera con la que se
ama a Dios y al prójimo”.
Un sacerdote capuchino
recuerda que Carlo frecuente-
mente iba al convento y le
regalaba sus ahorros para la
mesa de los pobres y,
además, dedicaba tiempo en
el servicio a ellos. A la hora
de comer, guardaba la comi-
da que sobraba en recipientes
y la llevaba a las personas sin
20
El dinero solo
“ es papel de
basura: lo que
cuenta en la vida
es la nobleza de
alma, es decir, la
manera con la que
se ama a Dios y
al prójimo.
”
hogar que vivían en la zona.
Sin embargo, Carlo sabía
muy bien que la caridad y el
amor a los pobres no signifi-
caba solamente regalar dinero
o comida. Sobre todo signifi-
caba tratar con respeto y
amabilidad a todos aquellos
que la sociedad moderna
margina. Carlo tenía el
carisma de no despreciar a
nadie, y con mucha naturale-
za y espontaneidad, conver-
saba con los jardineros, con
los porteros y con la gente de
la calle. Muchos de ellos eran
inmigrantes filipinos e indios
que muchas veces eran el
 21
blanco de mucha discrimina-
ción. Seguramente las mu-
chas horas que Carlo pasaba
frente a Jesús en el Santísimo
le ayudó a ver el rostro de
Cristo en cada persona con
quien se encontraba.
En el barrio, todos le
conocían. Cuando pasaba en
bicicleta se paraba a saludar a
los porteros, muchos de ellos
emigrantes de religión musul-
mana e hindú. Les hablaba de
sí mismo y de su fe. Y ellos
escuchaban a aquel mucha-
cho tan simpático y le conta-
ban sus experiencias.
En su casa trabajaba como
21
asistente doméstico Rajesh,
un brahmán hindú. Entre él y
Carlo nació una profunda
amistad, hasta el punto de
que Rajesh se convirtió al
catolicismo y pidió ser
bautizado. Él nos cuenta:
“Me decía que sería más feliz
si me acercaba a Jesús. Pedí
el Bautismo cristiano porque
él me contagió y cautivó con
su profunda fe, su caridad y
su pureza. Siempre lo consi-
deré como alguien fuera de lo
normal, porque un chico tan
joven, tan guapo y tan rico,
normalmente prefiere llevar
una vida distinta”.
Carlo entendió también
que una de las más grandes
obras de misericordia era
enseñar la catequesis. Des-
pués de recibir el Sacramento
de la Confirmación, se ofre-
ció para ser catequista y así
tener la maravillosa oportuni-
dad de compartir su fe con
los demás.
Sin duda, san Francisco de
Asís debe haberse sentido
muy orgulloso, allá en el
paraíso, de este hijo espiri-
tual.
 “María es la única mujer de mi vida”
Otra columna fundamen-
tal en la vida de Carlo fue la
devoción a la Virgen María.
En varias oportunidades, le
consagró su vida, y a menudo
acudía a ella en sus dificulta-
des. Decía: “María es la
única mujer de mi vida”.
Debido a su devoción
mariana, quedó fascinado por
los lugares de su aparición,
especialmente Lourdes y
Fátima, y le encantaba medi-
tar los mensajes que la Vir-
gen dio durante estas apari-
ciones. Tenía mucha admira-
ción, y quizás un poco de
envidia santa, hacia los tres
pastorcitos de Fátima y hacia
santa Bernardita Soubirous,
quien tuvo el privilegio de
ver a nuestra madre celestial
en Lourdes.
El autor Francesco Oc-
chetta afirmó en su libro La
vida más allá del confín:
“Carlo es un apasionado de
las historias de apariciones de
la Virgen de Lourdes y
Fátima. Visitó esos lugares
con sus padres y compartió
con sus amigos vídeos de
22
estas visitas. Al rezar el
Rosario incluía la oración
que la Virgen enseñó a los
pastorcitos el 13 de julio de
1917: ¡Oh, Jesús mío, perdo-
na nuestros pecados, líbranos
del fuego del infierno, lleva
al cielo a todas las almas,
especialmente a las más
necesitadas de tu misericor-
dia. Amén.”
Como consecuencia de
esta devoción, Carlo aprendió
el valor del Santo Rosario y
también la necesidad de rezar
por las almas del purgatorio.
Él decía: “El Santo Rosario
es la escalera más corta para
subir al cielo”. Ofrecía el
Rosario de manera especial
para sufragar a las almas del
purgatorio.
El Santo
“
Rosario es la
escalera más corta
para subir al
cielo. ”
 23
“El amor propio no, sino la Gloria de Dios”
Carlo se esforzaba conti-
nuamente para crear más
espacio en su corazón para
Dios. De manera ingeniosa,
decía que la verdadera revo-
lución en la vida de una
persona llega cuando se
agrega una “D” frente al
“Yo”. En italiano, yo es “io”
y cuando se agrega una “D”,
se convierte en la palabra
“Dio” (que significa Dios).
Con este juego de palabras, el
muchacho estaba explicando
uno de los principios básicos
en la espiritualidad cristiana:
que debemos morirnos a
nosotros mismos y dar priori-
dad a Dios en nuestra vida.
Su padre admitió que
Carlo tenía “una confianza
absoluta en el Señor. Sus
secretos eran una firme y
siempre nueva voluntad de
poner a Dios en el primer
lugar y recurrir constante-
mente a los tesoros adminis-
trados por la Iglesia: la
Eucaristía y la Confesión”.
Para Carlo, Dios era un
Padre Misericordioso, que
23
“ ¿Por qué los
hombres se
preocupan tanto
por la belleza de
su cuerpo y no
por la belleza
de su alma?
”
siempre nos perdona nuestros
pecados cuando nos arrepen-
timos de ellos. Para experi-
mentar esta misericordia
divina, se acercaba semanal-
mente al Sacramento de la
confesión, y animaba tam-
bién a sus amigos. Utilizaba
una comparación muy intere-
sante para hacerlo. Decía:
“Un globo aerostático, para
subir hacia lo alto, necesita
descargar pesos, así pasa con
el alma, que, para subir al
Cielo, debe quitarse de
encima también aquellos
pequeños pesos que son los
pecados veniales”.
 A la luz de Dios, él podía
ver la realidad de una manera
distinta. Ante un mundo que
da mucha importancia al
cuerpo y a las apariencias
exteriores, decía: “¿Por qué
los hombres se preocupan
tanto por la belleza de su
cuerpo y no se preocupan por
la belleza de su alma?”. En
un mundo en el que muchos
buscan la diversión y quieren
experimentarlo todo, decía:
“¿Dónde está el placer del
hombre de vencer mil bata-
llas si no es capaz de vencer-
“aerostático,
“Un globo
para
se a sí mismo?”. En un
mundo en el cual muchos
buscan satisfacer sus deseos
subir hacia lo alto,
y donde reina un egoísmo
desenfrenado, decía: “El
necesita descargar
amor propio no, sino la
Gloria de Dios”. En un
pesos, así pasa con
mundo obsesionado con el
sexo, valoraba la pureza,
el alma, que, para
considerando a su cuerpo
como templo del Espíritu
subir al Cielo, debe
Santo. En un mundo en el
cual todos tratan de olvidarse
quitarse de encima
de la realidad de la muerte y
tratan de vivir como si su
también aquellos
estadía en este mundo es
permanente, afirmaba:
pequeños pesos que
“Nuestra meta debe ser el
infinito, no el finito. El
son los pecados
Infinito es nuestra Patria.
Desde siempre el Cielo nos
espera”.
veniales”.
”
24
 25
“El Infinito es nuestra Patria.
Desde siempre el Cielo nos espera”.
En 2005, a los 14 años,
Carlo empezó a estudiar en el
Liceo Clásico León XIII, un
colegio de los jesuitas.
Durante su breve etapa en
este colegio Carlo destacó
por su capacidad en la in-
formática: programaba
ordenadores, hacía montajes
de películas, creaba sitios
webs, cuidaba la redacción y
sabía encuadernar revistas.
Parecía tener un futuro
profesional brillante delante
de sí.
Pero Dios tenía otros
planes. A principios de
octubre, Carlo cayó enfermo.
Parecía una gripe normal y
corriente. Acababa de ultimar
la presentación de un video
con propuestas de voluntaria-
do para los alumnos del León
XIII, un trabajo que le había
llevado mucho tiempo y que
le apremiaba de manera
especial. La fecha de la
proyección era el 4 de octu-
bre. Pero él no pudo ir.
Estaba ingresado en el Hospi-
25
tal San Gerardo de Monza.
No era una gripe, sino una
leucemia fulminante, del tipo
M3, la peor, una enfermedad
que destruye más glóbulos
rojos en la sangre que los que
el propio cuerpo produce.
Al ingresar en el hospital,
sus padres quedaron fríos
cuando, con una gran sereni-
dad, les dijo: “De aquí ya no
voy a salir vivo”. Sabía bien
que la enfermedad iba a traer
consigo mucho sufrimiento
por lo que afirmó: “Ofrezco
todos los sufrimientos al
Señor por el Papa y por la
Iglesia, por no hacer el
purgatorio e irme directo al
Cielo”.
Pocas horas después de su
diagnóstico, acompañado por
su madre y su abuela, que no
se habían separado de él ni
un momento, recibió el
sacramento de la unción de
enfermos. Carlo se había
abandonado a las manos de
Dios, consciente de que su
vida se estaba acabando, pero
no reclamaba atención para
sí. Muchas veces los médicos
y los enfermeros le pregunta-
ban cómo se encontraba, y él,
con su típica sonrisa, les
decía: “Hay gente que está
sufriendo mucho más que
yo”.
A pesar de su dolor, no
parecía tenerle miedo a la
muerte. En una oportunidad
había dicho a su madre: “Si
soy un buen católico, ¿cómo
puedo tenerle miedo a la
muerte?”. Para él, morir era
pisar el umbral de la eterni-
dad para encontrarse con su
Padre Celestial, con su
amado Jesús, con su madre la
Virgen María y con sus
amigos los santos.
Pasó la noche del 11 de
octubre con mucho dolor,
pero cuando una enfermera le
preguntó si quería que avisa-
ra a su madre para tenerla
cerca, él respondió: “Está
muy cansada ella también y
se preocuparía más”. Pocas
horas después, cerró los ojos
y volvió a abrirlos en el cielo:
eran las 6:45 del 12 de octu-
bre de 2006. No murió como
“fotocopia”: murió como
“original” porque había
seguido los impulsos de su
corazón y había encontrado
26
“católico,
Si soy un buen
¿cómo
puedo tenerle
miedo a la
muerte?
”
la auténtica vida en Jesús.
El dolor de su madre fue
terrible, especialmente por
ser Carlo, hasta esa fecha, su
único hijo. Nadie se hubiera
imaginado que moriría tan
repentinamente. Al reflexio-
nar sobre su muerte, ella dijo:
“Si solo mirara la muerte de
mi hijo de una manera terre-
nal, no habría podido conso-
larme. Carlo me enseñó a
mirar a través de los ojos de
la fe... Fue amado, realmente
amado. Fue la forma en que
aceptó la voluntad de Dios,
con una sonrisa, sin quejarse
nunca. Estaba realmente
centrado en Dios, y creo que
este era su secreto”.
El día de su funeral, tanto
la iglesia, como el cemente-
rio, estaban llenos de gente.
Su madre recuerda que había
gente que ella no conocía:
 27
personas sin hogar, inmigran-
Ofrezco todos
tes, mendigos, y niños. Un
sinfín de gente que le hablaba “ los sufrimien-
de lo que Carlo había hecho
con ellos, sin que ella se
hubiera enterado de nada. tos al Señor por el
Unos días después del
fallecimiento, su madre se
Papa y por la
despertó con una voz que
decía “Testamento”. Corrió
Iglesia, por no
al cuarto de su hijo esperando
alguna señal. Entonces
hacer el purgatorio
encendió la computadora y e irme directo al
encontró un video que Carlo
había grabado en Asís, tres
meses antes de que le diag-
nosticaran leucemia.
Cielo. ”
“Cuando pese 70 kilos, estoy Carlo, en 2010 su mamá a la
destinado a morir”, decía edad de 43 años tuvo melli-
frente a la cámara, mientras zos, que, por supuesto, nunca
miraba al cielo. Su profecía conocieron a su hermano. Sin
se cumplió, ya que ese era su embargo, su madre afirma
peso cuando su vida se apagó que están muy orgullosos de
para siempre. él y tratan de seguir sus
huellas.
Carlo había expresado su
deseo de que cuando muriera,
fuera sepultado en el suelo de
Asís, la ciudad de su corazón.
Sus padres decidieron satisfa-
cer este deseo, y su cuerpo
fue trasladado y enterrado en
la ciudad de san Francisco y
santa Clara, que ahora es
también la ciudad de Carlo
Acutis.
Es oportuno agregar que,
así como había predicho

27
 Desde su funeral, Carlo
Acutis ya tenía fama de
santidad y muchas personas
empezaron a orarle. Varios
contaron algún milagro que
recibieron con su intercesión.
Cuando pasaron los cinco
años estipulados por la Ley
Canónica, la Diócesis de
Milán presentó su caso para
ser estudiado por la Congre-
gación para las causas de los
santos.
El 5 de julio de 2018,
Carlo Acutis fue declarado
venerable por el Papa Fran-
cisco. El cuerpo fue exhuma-
do y se encontró en un estado
de “incorruptibilidad cadavé-
rica”. Con el propósito de
preservarlo, fue sometido a
28
un proceso de embalsama-
miento y su rostro fue recons-
truido utilizando una máscara
de silicona que recreó su
apariencia para la posterior
exposición.
El 6 de abril de 2019,
después de unos momentos
de oración en la basílica
inferior de San Francisco de
Asís y en la catedral de San
Rufino, los restos del mucha-
cho fueron trasladados a la
iglesia de Santa Maria Mag-
giore también llamada San-
tuario della Spogliazione
(“del despojamiento”) en
Asís, mientras que su corazón
fue puesto en un relicario que
se quedó en la basílica infe-
rior de San Francisco. A
 29
ambas ceremonias asistieron El sábado 10 de octubre de
varios miles de personas. 2020 Carlo fue beatificado en
El 21 de febrero de 2020, Asís. La ceremonia, se
tras un largo análisis de una celebró en la Basílica de San
comisión de médicos y la Francisco de Asís, por el
Congregación para las Cau- cardenal Agostino Vallini,
sas de los Santos, el Papa delegado del papa Francisco.
Francisco aprobó un milagro Se presentó una urna que
atribuido a Carlo Acutis, que contenía como reliquia el
permitió iniciar su proceso de corazón del nuevo beato.
beatificación. Este milagro es El Vaticano decretó que su
la curación inexplicable de fiesta se celebre el 12 de
un niño en Brasil. Este niño octubre, día en cual Carlo
estaba enfermo de páncreas pasó a la vida eterna.
anular, una enfermedad
congénita que era la causa de
que el niño vomitara todo el
tiempo, lo que lo debilitaba y
abatía mucho. Cada vez más
débil, los médicos no tenían
esperanzas por él. Le trajeron
una reliquia de Carlo Acutis,
rezaron por su intercesión y
luego el niño tocó la reliquia.
A partir de entonces ya no
vomitó más. Posteriormente
la familia solicitó que se le
realizaran nuevas pruebas y
se descubrió que estaba
completamente curado.
El 1 de octubre de 2020 se
abrió su tumba para exponer
sus restos reconstruidos a la
veneración de los fieles,
como parte de los hechos
previos a su beatificación.

29
 “La verdadera felicidad se encuentra poniendo a Dios
en primer lugar y sirviéndolo en los hermanos”.
La vida de este muchacho
con jeans y zapatillas como
muchos otros, pero con un
amor ardiente hacia Dios,
hacia Jesús y hacia nuestra
madre la Virgen María, es
ciertamente muy inspiradora
para todos nosotros, de
manera especial para los
adolescentes y para los
jóvenes. Carlo fue un hijo de
su tiempo que supo aspirar a
la santidad a través de peque-
ños detalles. Nos enseña que
la santidad es para todos. Con
su simpatía y carisma, Carlos
Acutis nos enseñó que Dios
rocía continuamente sus
gracias sobre cada uno de
nosotros; lo único que debe-
mos hacer es saber aprove-
charlas y convertir nuestros
corazones en un terreno en la
cual puedan fructificar.
Así como otros santos
jóvenes, él nunca realizó
milagros u obras extraordina-
rias en su vida; pero con su
amor hacia nuestro Señor y
con el lema “estar siempre
30
unido a Jesús”, supo transfor-
mar lo ordinario en algo
extraordinario. Con su senci-
llez supo detectar el origen de
la tristeza que muchos jóve-
nes experimentan y encontrar
el secreto de la felicidad con
un dicho digno de los grandes
sabios: “La tristeza es dirigir
la mirada hacia uno mismo,
la felicidad es dirigir la
mirada hacia Dios”.
Durante su vida, pocos
supieron resistirse al encanto
y a la fe de Carlo Acutis.
Supo, incluso, ayudar a sus
La tristeza es
“ dirigir la
mirada hacia uno
mismo, la
felicidad es dirigir
la mirada hacia
”
Dios.
 31
padres a abrazar el camino de
la fe, a innumerables compa-
ñeros de la escuela a atrever-
se a creer en Dios, a un sinfín
de vagabundos e inmigrantes
a descubrir que todavía en el
mundo existe la bondad.
Sobre todo, nos enseñó
que la tecnología y el inter-
net, que muchos creyentes
miran con ojos sospechosos,
son, en realidad, unas herra-
mientas valiosas. El Papa
Francisco, en su exhortación
apostólica dedicada a los
jóvenes “Christus Vivit”,
habla precisamente del
ejemplo de Carlo Acutis en
este contexto: “Es verdad que
el mundo digital puede
ponerte ante el riesgo del
ensimismamiento, del aisla-
miento o del placer vacío,
pero no se debe olvidar que
hay jóvenes que también en
estos ámbitos son creativos y
a veces geniales. Es lo que
hacía el joven venerable
Carlo Acutis. Él sabía muy
bien que esos mecanismos de
la comunicación, de la publi-
cidad y de las redes sociales
pueden ser utilizados para
volvernos seres adormecidos,
dependientes del consumo y
de las novedades que pode-
mos comprar, obsesionados
31
por el tiempo libre, encerra-
dos en la negatividad. Pero él
fue capaz de usar las nuevas
técnicas de comunicación
para transmitir el Evangelio,
para comunicar valores y
belleza”.
Con mucha alegría, en el
Ángelus del 11 de octubre de
2020, el Papa Francisco dijo
también: “Ayer, en Asís, fue
beatificado Carlo Acutis, un
chico de quince años, enamo-
rado de la Eucaristía. No se
instaló en una cómoda inmo-
vilidad, sino que comprendió
las necesidades de su tiempo,
porque en los más débiles
veía el rostro de Cristo. Su
testimonio indica a los jóve-
nes de hoy que la verdadera
felicidad se encuentra po-
niendo a Dios en primer lugar
y sirviéndolo en los herma-
nos, especialmente en los
últimos. ¡Un aplauso para el
nuevo joven beato millen-
nial!”
Carlo Acutis, ruega por
nosotros.
 ¡Oh Padre!, Tú que
nos has dado el testimonio ardiente
del joven Siervo de Dios Carlo Acutis,
quien convirtió la Eucaristía
en el centro de su vida
y en la fuerza de su dedicación cotidiana
para que los demás también Te amaran
sobre todas las cosas,
haz que pueda formar parte de los
Beatos y los Santos de tu Iglesia.
Confirma mi fe, alimenta mi esperanza, fortalece mi caridad,
a imagen del joven Carlo, que, creciendo en estas virtudes,
ahora vive en Ti. Concédeme la gracia que tanto necesito
Confío en Ti, Padre, y en tu amadísimo Hijo Jesús,
en la Virgen María, nuestra dulcísima Madre,
y en la intercesión de Tu Siervo Carlo Acutis.