Está en la página 1de 10

PRODUCCIÓN CONJUNTA

Los productos conjuntos son productos individuales, cada uno con valores de
venta significativos, que se generan de manera simultánea a partir de la misma
materia prima y/o proceso de manufactura. Por ejemplo, el aceite y la carne de
soya son productos conjuntos que resultan del procesamiento de la soya.
También se generan productos conjuntos en la industria empacadora de carne y
en muchas industrias que refinan recursos naturales.

Costos conjuntos
A los costos en que se incurre en el proceso de producción en un periodo
determinado hasta que los productos se identifican de manera separada, se les
llama costos de producción conjunta.

El costeo de productos conjuntos no constituye un nuevo sistema de


acumulación de costo, sino que se refiere una situación especial tanto dentro del
sistema de costos por procesos como del sistema por órdenes de producción. En
el proceso de producción conjunta, al surgir diversos productos con
características y volúmenes diferentes, se llega al momento en que los productos
son identificables, por lo que se considera un proceso productivo determinado
llamado punto de separación.

Los productos obtenidos en producción conjunta se clasifican de acuerdo con la


importancia que tengan con el ingreso por venta, por lo que tenemos:
1. Productos principales que reciben el nombre de coproductos.
2. Productos accesorios que reciben el nombre de subproductos.

Los coproductos o productos principales son dos o más productos con valores
significativos de venta, por tanto, representan para la empresa una proporción
importante de ingresos. Por ejemplo, al refinar el petróleo se obtienen productos
como la gasolina, el queroseno y gases.

Los subproductos son productos incidentales que resultan del procesamiento de


otro producto y que no contribuyen de manera significativa en ingresos a la
entidad.

Costos separables
Costos separables Son los materiales, mano de obra y costos indirectos de
producción que se utilizan en el procesamiento adicional o posterior al punto de
separación donde los productos ya son identificables.

BIENES PÚBLICOS

Un bien público es aquel cuyo consumo es indivisible y que puede ser


compartido por todos los miembros de una comunidad sin exclusión.
Usualmente su gestión está a cargo del Estado.
“Los bienes públicos son aquellos que el mercado por sí solo es incapaz de
proporcionar, pero que son fundamentales en la sociedad y que, por lo tanto, el
Estado debe intervenir para velar porque sean proveídos adecuadamente”.
Salinas F. y Navarro B. (2015;2015)

Cuando los bienes públicos reúnen las características de no exclusión y no


rivalidad se consideran “puros” mientras que si sólo presentan una de ellas se
los denomina “impuros”. Muchos bienes públicos suministrados por el Estado
no son puros; ejemplo de ellos son la educación y los servicios sanitarios dado
que prestar el servicio a una persona más puede tener costos adicionales
elevados y, por lo tanto, en esta situación hay rivalidad. En otros casos como por
ejemplo una autopista poco transitada que cobra peaje, puede recibir nuevos
automovilistas sin reducir los servicios que presta a los demás. En este caso no
hay rivalidad, puesto que si algunos transitan más no le quitan posibilidades de
uso de la autopista a otros, pero sí hay exclusión de aquellos que no pagan el
peaje.
Propiedades y distinciones de los bienes públicos

Teniendo en cuenta su definición, podríamos afirmar que estos bienes tienen


tres propiedades que les diferencian de los bienes privados:

● Se consumen conjuntamente, dando utilidad a más de un usuario a la vez.


● No se puede excluir a un individuo o a un colectivo de su consumo.
● No hay rivalidad, es decir, si una nueva persona lo consume no afecta ni
limita el acceso al resto de ciudadanos.

Los bienes públicos, más allá de su clasificación (puros o Impuros) pueden ser
también analizados en cuanto a la dimensión espacial de los mismos: se puede
hablar de bienes públicos locales (BPL), bienes públicos centrales y, en los
últimos años, se ha vuelto frecuente el concepto de bienes públicos globales
(BPG). Los primeros se refieren a aquellos cuya provisión es realizada por los
gobiernos o las comunidades locales; los segundos son los provistos por el
Gobierno nacional; y los terceros, son aquellos de índole mundial. (Se definen
como BPL aquellos que son suministrados para una comunidad delimitada
geográfica y administrativamente,)

La producción de bienes públicos por parte del Estado debe contemplar más allá
del equilibrio de mercado, donde se maximiza e indica el excedente del
productor y el consumidor; no obstante, el resultado final puede no ser eficiente
desde el punto de vista de la sociedad en su conjunto. Hay efectos externos, las
llamadas “externalidades” como la contaminación, a ser considerados para
evaluar el bienestar de la comunidad dado que el mercado puede ocurrir que no
asigne eficientemente los recursos.

La actualización de los bienes públicos y la institucionalidad


La teoría establece una clara distinción entre bienes públicos y privados. Los
elementos esenciales para definir los primeros son la rivalidad y la exclusión, es
decir están disponibles para todos en iguales condiciones y el consumo de una
persona no afecta las posibilidades de consumo de las demás. Dada su
importancia para la vida en sociedad, naturalmente los bienes públicos no son
regulados por el mercado como los privados, no habiendo autolimitación para el
consumo; en la teoría económica, los bienes públicos son función del Estado y
allí radica la capacidad coercitiva para reunir los recursos para producir y
garantizar los mismos.

Un bien público puede ser gestionado por privados y discriminado mediante la


definición de un precio, tal el caso de una autopista con peaje. Bien es cierto que
el uso de esta por un determinado vehículo no impide el uso que puedan darle
otros, pero, al introducir un precio, se disuade el consumo si bien a nadie se le
impide tomar una ruta alternativa (llamados bienes públicos no puros).

La falta de recursos y la priorización de inversiones están asociadas a la


capacidad endógenas, a la puesta de objetivos en común, a la interacción de la
gestión pública y las distintas escalas de decisión, es decir, a la definición de
cuál es el rol que el capital público y el privado deben cumplir en este tiempo
frente a la demanda de bienes colectivos.
En los últimos tiempos, la mirada que aportaban las corrientes tradicionales de
la economía resulta enriquecida por nuevas visiones como reacción frente a las
diferentes dimensiones introducidas por la globalización, el aumento de la
incertidumbre por asimetrías en la información y el creciente protagonismo del
cambio tecnológico.

La reestructuración productiva y las llamadas “fallas de mercado” alteran el


comportamiento de los agentes y particularmente, avanzan sobre las
instituciones establecidas. Precisamente, la importancia que se da a las
estructuras y las instituciones junto a reglas, procedimientos, organizaciones y
diferentes componentes del sistema político, definen un enfoque sistémico que
regula la acción de dos maneras: por un lado, con la toma de decisiones del
Gobierno y por otra, a través de la acción de la administración pública que
influye en las relaciones, conductas, comportamiento de los gobiernos y la
reproducción del sistema social. El nuevo consenso indica que las instituciones
influyen decididamente en los resultados a los cuales puede llegar una
economía; la discusión no pasa ya por saber si éstas importan, sino por cómo
inciden en los resultados.

EXTERNALIDADES

Se entiende por externalidad cualquier coste o beneficio que se impone


involuntariamente a cualquier persona. Se produce una externalidad cuando el
ámbito en el que se toman las decisiones es más pequeño que el ámbito en el
que se producen los costes y beneficios de una actividad económica. De esta
forma no se computan todos los costes y beneficios relevantes sino únicamente
los que pertenecen en el ámbito de la decisión (privados), obviando los demás
(externos).

Las externalidades transferibles


Cuando las externalidades son transferibles -shiftable- el primer receptor de la
externalidad puede dejar de soportar sus efectos transfiriendo a otros. Son
ejemplos típicos, el transporte de residuos lejos de la zona que los genera y el
cambio de ruta del tráfico pesado. La forma más simple y directa de transferir
una externalidad es transfiriendo la actividad que las provoca: la localización de
fábricas altamente contaminantes en zonas de desarrollo constituye una
aplicación muy extendida de las posibilidades de transferir una externalidad. La
amistad, bajo condiciones ideales, sería un ejemplo de externalidad no
transferible. Puede hablarse de externalidades localmente transferibles si la
característica de ser transferible no es global sino que se limita a un ámbito
menor, un ámbito local, si se prefiere esta expresión para referirse a un
subconjunto.

Las externalidades inagotables Si la cantidad de externalidad es la misma para


todos los receptores y coincide con el total producido, se dice que la
externalidad es inagotable (o, lo que sería equivalente, que tiene características
de bien colectivo).

Tipos de externalidades

De esta manera, podemos distinguir:

Externalidad negativa: Surge cuando no se asumen todos los costes de un


efecto negativo. Hablamos de externalidades negativas cuando, por ejemplo,
una empresa contamina su entorno o cuando una persona arroja basura a la
calle. En estos dos casos, se genera un coste social, ya que es toda la sociedad
por igual la que sufre las consecuencias de sus acciones. Y el precio de mercado
no recoge este coste.
Externalidad positiva: Surge de un efecto positivo que no se reporta como
beneficio. Un ejemplo de externalidad positiva que podemos mencionar es la
investigación científica, de la cual se beneficia la sociedad en general. Otro
ejemplo sería la utilización de energías renovables, del que se beneficia la
sociedad porque la persona o empresa que las utiliza no está contaminando. En
estos casos, los precios de mercado no recogen los beneficios reales.

Las externalidades son uno de los fallos del mercado, y por tanto son uno de los
motivos por los que se justifica la actuación del Estado en la actividad
económica de un país.

Para hacer frente a las externalidades negativas, el Estado puede establecer


impuestos sobre las actividades que afectan negativamente a la sociedad o poner
límites cuantitativos para restringirlas. La propuesta del presidente de Francia
hace unos años de que los países que más emiten CO2 paguen un impuesto, por
ejemplo, es una forma de hacerles pagar por la externalidad negativa de
aumentar el deterioro del medio ambiente en el mundo.

En cuanto a las externalidades positivas, el Estado puede intervenir para


favorecer estas actividades mediante, por ejemplo, subvenciones o ayudas.

El problema de las externalidades y posibles soluciones

La presencia de externalidades es uno de los llamados fracasos del mercado


perfectamente competitivo, y se dice que el mercado fracasa porque la
asignación resultante no coincide con un óptimo en el sentido de Pareto. Si
existen externalidades negativas (positivas) en la producción o consumo de un
bien, la asignación de mercado de este bien será ineficiente por exceso (defecto)
debido a que el mercado no tiene consideración todos los costes y beneficios:
computa los internos y negligé los externos. Solucionar un problema de
externalidades no significa por tanto eliminar la externalidad sino tenerla en
cuenta en todo su valor, lograr la internalización de estos costes (beneficios)
externos de forma que el cómputo de costes y beneficios sea completo.

TOMAS DE DECISIONES BAJO INCERTIDUMBRES

En las ocasiones donde no pueden asignarse probabilidades a los eventos


posibles, a la hora de tomar una decisión, se llama toma de decisiones bajo
incertidumbre. Se basa en la experiencia de la persona que tiene que tomar la
decisión y se presenta cuando no se puede predecir el futuro en función de las
experiencias pasadas (normalmente va asociado con muchas variables
incontrolables). En este tipo de decisiones no se conoce cómo pueden variar o
interactuar las diferentes variables del problema por lo que hay que plantear las
diferentes alternativas para la solución.
Las condiciones en las que los individuos toman decisiones en una organización
son reflejo de las fuerzas del entorno (sucesos y hechos) que tales individuos no
pueden controlar, pero las cuales pueden influir a futuro en los resultados de sus
decisiones. Estas fuerzas pueden ir desde nuevas tecnologías o la presencia de
nuevos competidores en un mercado hasta nuevas leyes o disturbios políticos.
Además de intentar la identificación y medición de la magnitud de estas fuerzas,
los administradores deben estimar su posible impacto.

Los administradores y demás empleados involucrados en los pronósticos y la


planeación pueden sentirse fuertemente presionados a identificar tales hechos y
sus impactos, especialmente cuando no es probable que ocurran hasta años
después. Con demasiada frecuencia, los individuos deben basar sus decisiones
en la limitada información de que disponen; de ahí que el monto y precisión de
la información y el nivel de las habilidades de conceptualización de los
individuos sean cruciales para la toma de decisiones acertadas. Las condiciones
en las que se toman las decisiones pueden clasificarse en términos generales
como certeza o certidumbre, incertidumbre y riesgo.

Decisiones bajo condiciones de certeza


Bajo las condiciones de certeza o certidumbre, conocemos nuestro objetivo y
tenemos información exacta, medible y confiable acerca del resultado de cada
una de las alternativas que consideremos.

Decisiones bajo condiciones de incertidumbre


En muchos problemas de decisiones se presentan variables que no están bajo el
control de un competidor racional y acerca de las cuales quienes toman las
decisiones tiene poca o ninguna información sobre la base de la cual conocer el
estado de cosas futuras. La toma de decisiones bajo incertidumbre se presenta
principalmente cuando no puede predecirse el futuro sobre la base de
experiencias pasadas. A menudo se presentan muchas variables incontrolables.
Algunas veces es posible consolidar los efectos de esas variables no
controlables en términos de su distribución de probabilidad. La toma de
decisiones bajo incertidumbre implica que no se conoce la probabilidad de que
prevalezca uno u otro de los estados de resultado.

Decisiones bajo condiciones de riesgo


Es la probabilidad de que suceda un evento, impacto o consecuencia adversos.
Se entiende también como la medida de la posibilidad y magnitud de los
impactos adversos, siendo la consecuencia del peligro, y está en relación con la
frecuencia con que se presente el evento. Se produce el riesgo siempre que no
somos capaces de diagnosticar con certeza el resultado de alguna alternativa,
pero contamos con suficiente información como para prever la probabilidad que
tenga para llevarnos a un estado de cosas deseado.
Niveles de incertidumbre
Existen básicamente cuatro niveles de incertidumbre con los cuales deben
convivir las organizaciones:
Futuro claro: en él se pueden realizar pronósticos con pequeños márgenes de
error y la incertidumbre no es una determinante de la toma de decisiones.

Escenarios alternos: comúnmente presenta unos pocos futuros probables que


se eliminan mutuamente y que de presentarse uno u otro variarán la estrategia
casi en su totalidad. Es un futuro con pocos grises, blancos o negros, pero con
varios blancos y varios negros.
Gama de futuros potenciales: se identifica una serie de posibles futuros, no
discretos, que puede ser definida por un número limitado de variables cuyo
resultado puede estar en un amplio rango de posibilidades.
Confusión: futuro virtualmente imposible de predecir, variables ilimitadas y
rango de posibilidades ilimitado.

También podría gustarte