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CONSAGRACIÓN TOTAL A LA VIRGEN MARÍA

INTRODUCCIÓN
Después de los Doce días preliminares para “vaciarse del espíritu del mundo”,
comenzamos la Primera Semana de preparación para la consagración. Dice san
Luis María: “Emplearán tres semanas en penetrarse del espíritu de Jesucristo por
medio de la Virgen” (TVD 227). Y, concretamente, “Durante la primera semana
dedicarán todas sus oraciones y actos de piedad a pedir el conocimiento de sí
mismos y la contrición de sus pecados, y todo lo harán con espíritu de humildad”
(TVD 228).
En esta semana dice nuestro santo que debemos rogar por mediación de la
Santísima Virgen a Nuestro Señor y al Espíritu Santo que nos ilumine nuestro mal
fondo, puesto que esta gracia es el fundamento de las demás y de toda nuestra vida
espiritual (cf. TVD 228).
De alguna manera, se asemeja esta Primera Semana de la Preparación a la
Consagración a la Primera Semana de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio.
Como decía el P. Luis María Mendizábal, esta semana no pretende que nos
miremos a nosotros mismos y descubramos nuestra imperfección o pecado,
cayendo quizá en la desesperación, sino de mirarnos como Dios nos ve: “Tanto
amó Dios al mundo que entregó a su Unigénito para que todo el que cree en Él
tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo,
sino para que el mundo se salve por él” (Jn 3, 16-17). El Padre nos mira con
misericordia, por eso nos envía a su Hijo Redentor. Él es el Buen Pastor que busca
a la oveja perdida, que da la vida por las ovejas y las devuelve a la casa del Padre.
Por esto, podríamos llamar a las meditaciones de esta semana “Meditaciones de
Cristo, mi Redentor”, que nos ha liberado del abismo del pecado y nos ha regalado
la nueva vida de la gracia. Él quiere regalarnos la vida sobrenatural de hijos de
Dios y restaurarla cuando sea preciso. Su misericordia no se cansará de
comunicarnos la gracia de la conversión y la santificación.

ESQUEMA PARA TODOS LOS DÍAS


San Luis María Grignon de Montfort propone algunas oraciones vocales para
preparar y vivir la consagración. Se trata de la invocación al Espíritu Santo,
especialmente con el rezo del “Veni Creator” y del himno mariano “Ave Maris
Stella”. Añade, además, otras oraciones según avanzan los días. El motivo es claro:
a través del Espíritu Santo, la Virgen María engendró a Jesús. A través de ellos,
Jesús es engendrado en las almas y, en nuestro caso, se realizará la restauración del
corazón herido y el crecimiento espiritual de la vida cristiana.
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1. INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Secuencia de Pentecostés, “Veni Creator” o Canto al Espíritu Santo.

LETANÍAS DEL ESPÍRITU SANTO

Señor, ten piedad. (bis) De la murmuración. R./


Cristo, ten piedad. (bis) De la doblez a nuestros prójimos. R./
Señor, ten piedad. (bis) De nuestras pasiones y apetitos desordenados.
Cristo, óyenos. (bis) R./
Cristo, escúchanos. (bis) De no estar atentos a vuestra inspiración santa.
Dios, Padre celestial. R./ Ten misericordia de R./
nosotros. Del desprecio a las cosas pequeñas. R./
Dios, Hijo, Redentor del mundo. R./ De la glotonería y malicia. R./
Dios, Espíritu Santo. R./ De todo regalo y comodidad. R./
Trinidad Santa, un solo Dios. R./ De querer buscar o desear algo que no seáis Vos.
Divina Esencia, Dios verdadero y único. R./ R./
Espíritu de verdad y de sabiduría. R./ De todo lo que te desagrade. R./
Espíritu de santidad y de justicia. R./ De todo pecado e imperfección y de todo mal.
Espíritu de entendimiento y de consejo. R./ R./
Espíritu de caridad y de gozo. R./
Espíritu de paz y de paciencia. R./ Padre amantísimo. R./ Perdónanos.
Espíritu de longanimidad y mansedumbre. R./ Divino Verbo. R./ Ten misericordia de nosotros.
Espíritu de benignidad y de bondad. R./ Santo y Divino Espíritu. R./ No nos dejes hasta
Amor substancial del Padre y del Hijo. R./ ponernos en la posesión de la Divina Esencia,
Amor y vida de las almas santas. R./ Cielo de los cielos.
Fuego siempre ardiendo. R./
Agua viva que apagáis la sed de los corazones. Cordero de Dios, que quitas el pecado del
R./ mundo.
R./ Envíanos al divino Paráclito.
De todo mal. R./ Líbranos, Espíritu Santo. Cordero de Dios, que quitas del pecado del
De toda impureza de ala y cuerpo. R./ mundo. R./ Llénanos de los dones de vuestro
De toda gula y sensualidad. R./ Espíritu.
De todo afecto a los bienes terrenos. R./ Cordero de Dios, que quitas el pecado del
De todo afecto a cosas y a criaturas. R./ mundo.
De toda hipocresía y fingimiento. R./ R./ Haz que crezcan en nosotros los frutos del
De toda imperfección y faltas deliberadas. R./ Espíritu Santo.
Del amor propio y juicio propio. R./
De la propia voluntad. R./

Ant. Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu
amor.
V./ Envía tu Espíritu y serán creados.
R./ Y renovarás la faz de la tierra.

Oremos
Oh Dios que has iluminado el corazón de tus hijos con la luz del Espíritu Santo, haznos dóciles a
tu Espíritu para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
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2. ESCUELA DE LA VIRGEN MARÍA
- Rezo del Santo Rosario
- Letanías de Nuestra Señora

3. NAZARET, LUGAR DE ADORACIÓN


- Meditación del día: Lectio divina o tiempo de meditación con el texto del día. Si se puede,
se hará en la presencia de Jesús Eucaristía. Este tiempo finaliza con las oraciones marianas:
el Ave Maris Stella y también las “Alabanzas a la Inmaculada”, que añadimos a las oraciones
de san Luis María con un sentido de alabanza y reparación.
- Coloquio (EE 53): Imaginando a Cristo nuestro Señor delante puesto en cruz, hacer un
coloquio, considerando cómo de Criador ha venido a hacerse hombre, y de vida eterna a
muerte temporal, y así morir por mis pecados. Otro tanto mirando a mí mismo, considerando
lo que he hecho por Cristo, lo que hago por Cristo, lo que debo hacer por Cristo; y al fin,
viéndole de esa manera y colgado así en la cruz, dejar correr el afecto, expresando lo que se
ofreciere.
El coloquio se hace, propiamente, hablando como un amigo habla a otro o un siervo a su
señor, unas veces pidiendo alguna gracias otras culpándose por algo que se ha hecho mal,
otras comunicando sus cosas y deseando consejo en ellas.

4. DESPEDIDA: INVOCACIÓN A LA INMACULADA

AVE MARIS STELLA el que por nosotros nació


y quiso ser Tuyo.
Salve, Estrella del mar,
Madre venerable de Dios Oh Virgen singular,
y siempre Virgen, entre todas humilde,
Feliz puerta del Cielo. libres ya de las culpas,
haznos humildes y castos.
Pues recibiste aquel “Ave”
el saludo de Gabriel, Concédenos una vida pura,
afiánzanos en la paz, prepáranos una senda segura,
cambiando el nombre de Eva. para que, viendo a Jesús,
siempre nos gocemos.
Desata las cadenas a los reos,
procura la luz a los ciegos, Alabemos a Dios Padre,
expulsando nuestros males, glorifiquemos a Cristo
alcánzanos todos los bienes. y al Espíritu Santo:
a los Tres un mismo honor. Amén.
Muestra que eres Madre,
que reciba de Ti nuestras preces

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ALABANZAS A LA INMACULADA

V./ Toda hermosa eres María. V./ Tu inmaculada concepción, oh Virgen


R./ Toda hermosa eres María. Madre de Dios.
V./ Y mancha original no hay en Ti. R./ Anunció la alegría al mundo entero.
R./ Y mancha original no hay en Ti.
V./ Tú eres la gloria de Jerusalén. Oremos
R./ Tú la alegría de Israel. Oh Dios que por la Concepción Inmaculada
V./ Tú la honra de nuestro pueblo. de la Virgen preparaste a tu Hijo una digna
R./ Tú la Abogada de los pecadores. morada y, en previsión de la muerte de tu
V./ Oh, María. Hijo, la preservaste de todo pecado,
R./ Oh, María. concédenos, por su intercesión, llegar a Ti
V./ Virgen prudentísima. limpios de todas nuestras culpas. Por
R./ Madre clementísima. Jesucristo Nuestro Señor.
V./ Ruega por nosotros.
R./ Intercede por nosotros ante nuestro Ant. “Oh María, sin pecado concebida,
Señor Jesucristo. rogad por nosotros que recurrimos a Vos”.

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PRIMERA SEMANA: CONOCIMIENTO DE SÍ MISMO

TVD 228: Durante la primera semana dedicarán todas sus oraciones y actos de piedad a
pedir el conocimiento de sí mismos y la contrición de sus pecados, y todo lo harán con
espíritu de humildad. Podrán meditar lo que he dicho sobre nuestro mal fondo (nn. 78-
82) y no se considerarán en los seis días de esta semana, más que como caracoles,
babosas, sapos, cerdos, serpientes, animales inmundos; o bien meditarán estas tres
palabras de san Bernardo: Piensa lo que fuiste, semen pútrido; lo que eres, vaso de
estiércol; lo que serás, cebo de gusanos. Rogarán a Nuestro Señor y al Espíritu Santo
que les ilumine por estas palabras: Señor, que yo vea; Señor, que me conozca; Ven
Espíritu Santo, y recitarán todos los días el Ave, Maris Stella, y las letanías de la
Santísima Virgen o del Espíritu Santo.
Recurrirán a la Santísima Virgen pidiéndole esta gracia, que debe ser el fundamento de
las otras, y para ello dirán todos los días el Ave Maris Stella y las letanías.

DÍA 13: EL PECADO DE LOS ÁNGELES Y DE LOS PRIMEROS PADRES

Petición (EE 48): Pedir vergüenza y confusión de mí mismo, viendo cuántos han sido
condenados por un solo pecado mortal, y cuántas veces yo merecía ser condenado para
siempre por tantos pecados míos.
EE 50: El primer punto será ejercitar la memoria sobre el primer pecado, que fue l de
los ángeles, u luego sobre el mismo ejercitar el entendimiento discurriendo; luego la
voluntad; queriendo recordar y entender todo esto para avergonzarse y confundirse más;
comparando con un pecado de los ángeles tantos pecados míos, y pensando que, si ellos
por un pecado fueron al infierno, cuántas veces yo lo he merecido por tantos. Digo
hacer memoria del pecado de los ángeles: cómo siendo ellos creados en gracias, no
queriendo ayudarse de su libertad para reverenciar y obedecer a su Criador y Señor,
ensoberbeciéndose, quedaron convertidos de gracia en malicia, y lanzados del cielo al
infierno; y así a continuación discurrir, más en particular, con el entendimiento; y a
continuación mover más los afectos con la voluntad.

Génesis 3, 1-8: La serpiente era más astuta que las demás bestias del campo que el
Señor había hecho. Y dijo a la mujer: “¿Con que Dios os ha dicho que no comáis de
ningún árbol del jardín?”. La mujer contestó a la serpiente: “Podemos comer los frutos
de los árboles del jardín; pero del fruto del árbol que está en mitad del jardín nos ha
dicho Dios: “No comáis de él ni lo toquéis, de lo contrario moriréis”. La serpiente
replicó a la mujer: “No, no moriréis; es que Dios sabe que el día en que comáis de él, se
os abrirán los ojos, y seréis como Dios en el conocimiento del bien y el mal”.
Entonces la mujer se dio cuenta de que el árbol era bueno de comer, atrayente a los ojos
y deseable para lograr inteligencia; así que tomó de su fruto y comió. Luego se lo dio a
su marido, que también comió. Se les abrieron los ojos a los dos y descubrieron que
estaban desnudos; y entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron. Cuando oyeron la

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voz del Señor Dios que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa, Adán y su mujer se
escondieron de la vista del Señor Dios entre los árboles del jardín.
EE 51: Ejercitar las tres potencias sobre el pecado de Adán y Eva, trayendo a la
memoria cómo por aquel pecado hicieron tanto tiempo penitencia, y cuánta corrupción
vino en el género humano yendo tanta gente al infierno. (…) Ellos comieron, y así
mismo pecaron; y, después, vestidos de túnicas de pieles y lanzados del paraíso, sin la
justicia original que habían perdido, vivieron toda su vida en muchos trabajos y mucha
penitencia.

DÍA 14: NUESTRO MAL FONDO


Petición (EE 55): pedir crecido e intenso dolor y lágrimas de mis pecados.
1 Pedro 2, 4-10.13-14.20-22: Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que,
precipitándolos en las tenebrosas cavernas del infierno, los entregó reservándolos para
el juicio; y no perdonó al mundo antiguo provocando el diluvio sobre un mundo de
impíos, aunque preservó a Noé, el pregonero de la justicia, y a otros siete; condenó a la
catástrofe a las ciudades de Sodoma y Gomorra, reduciéndolas a ceniza y dejándolas
como ejemplo para los impíos del futuro; libró al justo Lot, acosado por la conducta
libertina de los corruptos –pues este justo, con lo que veía y oía de aquellos con quienes
convivía, sentía atormentada su alma justa por sus obras inicuas-. Así pues, bien sabe el
Señor librar de la prueba los piadosos y guardar a los impíos para castigarlos en el día
del juicio, y sobre todo a los que andan tras la carne con deseos lascivos y desprecian el
Señorío. (…) Para ellos la felicidad consiste en el placer de cada día; son corruptos y
viciosos que disfrutan con engaños mientras banquetean con vosotros; tienen los ojos
llenos de adulterio y son insaciables en el pecado; seducen a las personas débiles y
tienen el corazón entrenado en la codicia. ¡Malditos sean! Abandonando el camino
recto, se extraviaron (…) Pues si, después de haberse alejado de los abusos del mundo
por el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, vuelven a implicarse en
ellos hasta verse dominados, entonces su situación última es peor que la primera. Pues
habría sido mejor para ellos no haber conocido el camino de la justicia que, después de
conocerlo, desviarse del mandamiento santo que les había sido transmitido. Les pasa lo
de ese refrán tan verdadero que dice: “El perro vuelve a su propio vómito” y “Cerda
lavada se revuelca en el fango”.

Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen nn 78-80


78. Nuestras mejores acciones suelen comúnmente ser sucias y corrompidas por el mal
fondo que hay en nosotros. Cuando se pone agua pura y limpia en una vasija que huele
mal, o vino en una cuba cuyo interior está maleado por otro vino que en ella hubo, el
agua clara y el buen vino se malean y toman fácilmente su mal olor. Asimismo, cuando
Dios pone en nuestra alma, maleada por el pecado original y el actual, sus gracias y
celestiales rocíos o el vino delicioso de su amor, sus dones son ordinariamente maleados
y corrompidos por la mala levadura y el mal fondo que el pecado ha dejado en nosotros;
nuestras acciones, aun las virtudes más sublimes, se resienten de eso. Es, por tanto, de la

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mayor importancia, a fin de alcanzar la perfección, que no se adquiere sino por la unión
con Jesucristo, vaciarnos de lo malo que hay en nosotros; no siendo así, Nuestro Señor,
que es infinitamente puro y detesta infinitamente la menor suciedad en el alma, nos
rechazará de ante sus ojos y no se unirá a nosotros.
79. Para despojarnos de nosotros mismos, es menester:
1º Conocer bien, por las luces del Espíritu Santo, nuestro mal fondo, nuestra
incapacidad para todo bien útil a nuestra salvación, nuestra debilidad en todo, nuestra
inconstancia siempre, nuestra indignidad para toda gracias y nuestra iniquidad en todas
partes. El pecado de nuestro primer padre nos ha maleado, agriado, fermentado y
corrompido, como la levadura agría, fermente y corrompe la masa en que se pone. Los
pecados que actualmente cometemos, sean mortales o veniales, por más que estén
perdonados, han aumentado nuestra concupiscencia, nuestra debilidad, nuestra
inconstancia y nuestra corrupción, y han dejado en nuestra alma malas reliquias.
Nuestros cuerpos están tan corrompidos, que el Espíritu Santo los llama cuerpos de
pecado, concebidos en el pecado, alimentados del pecado, capaces de todo pecado;
cuerpos sujetos a mil y mil enfermedades, que diariamente se corrompen y no
engendran más que miseria y corrupción.
Nuestra alma unida a nuestro cuerpo, ha llegado a ser tan carnal, que se le ha llamado
carne: toda carne ha corrompido su camino (Gn 6, 12). No tenemos por herencia más
que orgullo y ceguera en el espíritu, endurecimiento en el corazón, debilidad e
inconstancia en el alma, la concupiscencia, las pasiones rebeldes y las enfermedades en
el cuerpo. Somos naturalmente más orgullosos que los pavos reales, más adheridos a la
tierra que los reptiles, más envidiosos que las serpientes, más glotones que los animales
inmundos, más coléricos que los tigres, más perezosos que las tortugas, más débiles que
las cañas, más inconstantes que las nubes. No tenemos en nuestro fondo más que la
nada y el pecado, y no merecemos de Dios más que su ira y el infierno eterno.
80. Después de esto, ¿debemos sorprendernos de que Nuestro Señor haya dicho que el
que quiera seguirle debe renunciarse a sí mismo, y aborrecer su alma; que aquel que
ame su alma, la perderá, y que el que la aborrezca, la salvará? (Jn 12, 25). Esta sabiduría
infinita, que no establece mandamientos sin razón, no nos ordena aborrecernos sino
porque somos dignos en alto grado de aborrecimiento; nada tan digno de amor como
Dios, nada tan digno de aborrecimiento como nosotros mismos.

DÍA 15: NUESTRA DEBILIDAD Y LA PACIENCIA Y MISERICORDIA DE


DIOS

Petición (EE 55): pedir crecido e intenso dolor y lágrimas de mis pecados.
Lucas 13, 1-9: En aquel momento se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los
galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús
respondió: “¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos
porque han padecido todo esto? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis
lo mismo. O aquellos dieciocho sobre los que cayó la torre en Siloé y los mató, ¿pensáis

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que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no
os convertís, todos pereceréis de la misma manera”.
Y les dijo esta parábola: “Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto
en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: “Ya ves, tres años llevo viniendo a
buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a perjudicar el
terreno?”. Pero el viñador respondió: “Señor, déjala todavía este año y mientras tanto yo
cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto en adelante. Si no, la puedes
cortar”.

Lucas 16, 1-8: Decía también a sus discípulos: “Un hombre rico tenía un administrador,
a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes. Entonces lo llamo y le dijo: “¿Qué es
eso que estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque en adelante no
podrás seguir administrando”. El administrador se puso a decir para sí: “¿Qué voy a
hacer, pues mi señor me quita la administración? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar
me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la
administración, encuentre quien me reciba en su casa”. Fue llamando uno a uno a los
deudores de su amo y dijo al primero: “¿Cuánto debes a mi amo?” Este respondió:
“Cien barriles de aceite”. Él le dijo: “Toma tu recibo; aprisa, siéntate y escribe
cincuenta”. Luego dijo a otro: “Y tú, ¿cuánto debes?”. Él dijo: “Cien fanegas de trigo”.
Le dice: “Toma tu recibo y escribe ochenta”. Y el amo alabó al administrador injusto,
porque había actuado con astucia. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos
con su propia gente que los hijos de la luz. Y yo os digo: Ganaos amigos con el dinero
de iniquidad, para que cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es fiel
en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también lo mucho
es injusto. Si, pues, no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién o confiará la
verdadera? Si no fuisteis fieles en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará? Ningún siervo
puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se
dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero”.

Imitación de Cristo, Libro II, cap. 5: De la consideración de sí mismo


No debemos confiar de nosotros grandes cosas, porque muchas veces nos falta la
gracia y la discreción.
Poca luz hay en nosotros, y presto la perdemos por nuestra negligencia.
Y muchas veces no sentimos cuán ciegos estamos en el alma.
Muchas veces también obramos mal, y lo excusamos peor.
A veces nos mueve la pasión, y pensamos que es celo.
Reprendemos en los otros las cosas pequeñas, y tragamos las graves si son nuestras.
Muy presto sentimos y agravamos lo que de otros sufrimos, mas no miramos cuánto
enojamos a los otros.
El que bien y rectamente examinare sus obras, no tendrá que juagar gravemente las
ajenas.

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Imitación de Cristo, Libro I, cap 24: Del juicio y penas de los pecadores
Mira el fin en todas las cosas, y de qué suerte estarás delante de aquel juez justísimo,
al cual no hay cosa encubierta, ni se amansa con dádivas, ni admite excusas, sino que
juzgará justísimamente.
¡Oh ignorante y miserable pecador! ¿Qué responderás a Dios, que sabe todas tus
maldades, tú que temes a veces el rostro de un hombre airado?
¿Por qué no te previenes para el día del juicio, cuando no habrá quien defienda ni
ruegue por otro, sino que cada uno tendrá bastante que hacer por sí?

DÍA 16: NECESIDAD DE REDENCIÓN

Petición:”Ven, Señor Jesús y restaura mi corazón herido”.


Jeremías 3, 31-34: Ya llegan días –oráculo del Señor- en que haré con la casa de Israel
y la casa de Judá una alianza nueva. No será una alianza como la que hice con sus
padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto, pues quebrantaron mi
alianza, aunque yo era su Señor –oráculo del Señor-. Esta será la alianza que haré con
ellos después de aquellos días –oráculo del Señor-: Pondré mi ley en su interior y la
escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Ya no tendrán que
enseñarse unos a otros diciendo: “Conoced al Señor”, pues todos me conocerán, desde
el más pequeño al mayor –oráculo del Señor-, cuando perdone su culpa y no recuerda ya
sus pecados.

Ezequiel 36, 24-28: Os recogeré de entre las naciones, os reuniré de todos los países y
os llevaré a vuestra tierra. Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de
todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar; y os daré un corazón nuevo, y
os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré
un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos,
y que guardéis y cumpláis mis mandatos.

Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen nn 81-82


81. 2º Para vaciarnos de nosotros mismos es menester morir a nosotros mismos todos
los días; es decir, es menester renunciar a las operaciones de las facultades de nuestra
alma y de los sentimientos de nuestro cuerpo; es menester ver como si no se viese, oír
como si no se oyese, servirse de las cosas de este mundo como si no se sirviese uno de
ellas, lo cual llama san Pablo, morir todos los días (1 Cor 15, 31). Si al caer el grano de
trigo en la tierra no muere, permanece solo y no produce fruto bueno (Jn 12, 24). Si no
morimos a nosotros mismos y si nuestras devociones más santas no nos conducen a esta
muerte necesaria y fecunda, no produciremos fruto alguno, y serán inútiles nuestras
devociones; todos nuestros actos de justicia estarán mancillados por el amor propio la
propia voluntad, lo que hará que Dios tenga por abominación los mayores sacrificios y
las mejores acciones que podamos ejecutar, y a nuestra muerte nos hallaremos con las
manos vacías de virtudes y de méritos, y no tendremos una centella del amor puro que

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solo se comunica a las almas muertas a sí mismas, cuya vida se esconde con Jesucristo
en Dios.
82. 3º Es menester escoger entre todas las devociones a la Santísima Virgen, la que más
nos lleve a esta muerte propia, como que es la mejor y más santificante, porque ni es oro
todo lo que reluce, ni miel todo lo dulce, ni lo más factible y practicado por la mayoría
es lo más perfecto.
Como en el orden de la naturaleza hay operaciones que se hacen a poca costa y con
facilidad, asimismo en el de la gracia hay secretos que se ejecutan en poco tiempo, con
dulzura y facilidad, operaciones sobrenaturales y divinas que consisten en vaciarse de sí
mismo y llenarse de Dios, y lograr así la perfección.
La práctica que quiero enseñar es uno de los secretos de la gracia, desconocido de la
mayor parte de los cristianos, conocido por pocos devotos, practicado y gustado por
menos. Para comenzar a descubrir esta práctica, he aquí una cuarta verdad que es
consecuencia de la tercera.

DÍA 17: LA ALEGRÍA DE DIOS POR NUESTRA CONVERSIÓN

Petición: “Ven, Señor Jesús y hazme volver al amor primero”.


Lucas 15, 3-7.11-32: Jesús les dijo esta parábola: “¿Quién de vosotros que tiene cien
ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la
descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los
hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos, y les
dice: “¡Alegraos conmigo!, he encontrado la oveja que se me había perdido”. Os digo
que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que
por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
También les dijo: Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: “Padre,
dame la parte que me toca de la fortuna”. El padre les repartió los bienes. No muchos
días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se marchó a un país lejano, y allí
derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por
aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y se
contrató con uno de los ciudadanos de aquel país que lo mandó a sus campos a
apacentar cerdos. Deseaba saciarse de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie
le daba nada. Recapacitando entonces, se dijo: “Cuántos jornaleros de mi padre tienen
abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me levantaré, me pondré en
camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya
no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros”. Se levantó y
vino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le
conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos.
Su hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme
hijo tuyo”.
Pero el padre dijo a sus criados: “Sacad enseguida la mejor túnica vestídsela; ponedle un
anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y sacrificadlo;
comamos y celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido;
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estaba perdido y lo hemos encontrado”. Y empezaron a celebrar el banquete. Su hijo
mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y la
danza, y llamando a uno de los criados, le preguntó que era aquello. Este le contestó:
“Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha sacrificado el ternero cebado, porque lo ha
recobrado con salud”. Él se indignó y no quería entrar, pero su padre salió e intentaba
persuadirlo. Entonces él respondió a su padre: “Mira: en tantos años como te sirvo, sin
desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un
banquete con mis amigos; en cambio, cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido
tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado”. Él le dijo: “Hijo, tú estás
siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero era precisa celebrar un banquete y
alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo
hemos encontrado”.

DÍA 18: LA NECESIDAD DE LA CURACIÓN INTERIOR

Petición: “Ven, Señor Jesús y restaura mi corazón herido”.


Lucas 10, 25-37: En esto se levantó un maestro de la ley y le preguntó para ponerlo a
prueba: “Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?”. Él le dijo: “¿Qué
está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?”. Él respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con
todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza y con toda tu mente. Y a tu
prójimo como a ti mismo”. Él le dijo: “Has respondido correctamente. Haz esto y
tendrás vida”. Pero el maestro de la ley, queriendo justificarse, dijo a Jesús: “¿Y quién
es mi prójimo?”. Respondió Jesús diciendo: “Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó,
cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se
marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel
camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a
aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje
llegó a donde estaba él y, al verlo, se compadeció, y acercándose, le vendó las heridas,
echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada
y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo:
“Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva”.
¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los
bandidos?”. Él dijo: “El que practicó la misericordia con él”. Jesús le dijo: “Anda y haz
tú lo mismo”.

Lucas 17, 1-10: Dijo, pues, a sus discípulos: “Es imposible que no haya escándalos;
pero ¡ay de quien los provoca! Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le
valdría que le ataran al cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar. Tened
cuidado.
Si tu hermano te ofende, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete
veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: “Me arrepiento”, lo perdonarás”.

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Los apóstoles, le dijeron al Señor: “Auméntanos la fe”. El Señor dijo: “Si tuvierais fe
como un granito de mostaza, diríais a esa morera: “Arráncate de raíz y plántate en el
mar”, y os obedecería.
¿Quién de vosotros, si tiene un criado labrando o pastoreando, le dice cuando vuelve del
campo: “Enseguida, ven y ponte a la mesa”? ¿No le diréis más bien: “Prepárame de
cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú”?
¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo
vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid: “Somos siervos
inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”.

Imitación de Cristo, Libro III, cap. 47: Todas las cosas pesadas se deben padecer
por la vida eterna
Hijo, no te quebranten los trabajos que has tomado por Mí; ni te abatan del todo las
tribulaciones; mas mi promesa te esfuerce y consuele en todo lo que viniere.
Yo basto para galardonarte sobre toda manera y medida.
No trabajarás aquí mucho tiempo, ni serás agravado siempre de dolores.
Espera un poquito y verás cuán presto se pasan los males.
Vendrá una hora cuando cesará todo trabajo e inquietud.
Poco y breve es todo lo que pasa con el tiempo.

DÍA 19: CORAZÓN DE AMIGO, CORAZÓN DE NIÑO


Petición: “Ven, Señor Jesús y dame un corazón de amigo”.
Lucas 18, 9-30: Dijo también esta parábola a algunos que confiaban en sí mismos por
considerarse justos y despreciaban a los demás: “Dos hombres subieron al templo a
orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior:
“¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos,
adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el
diezmo de todo lo que tengo”. El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía
ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Oh Dios!, ten
compasión de este pecador”. Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no.
Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”.
Le llevaban también los niños pequeños para que los tocara, pero, al verlo los
discípulos, los regañaban. En cambio, Jesús hizo que se los acercaran diciendo: “Dejad
que los niños vengan a mí y no se lo impidáis, porque de los que son como ellos es el
reino de Dios. En verdad os digo, el que no reciba el reino de Dios como un niño, no
entrará en él”.
Uno de los jefes le preguntó: Maestro bueno, ¿qué he de hacer para heredar la vida
eterna?”. Jesús le dio: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino solo Dios. Ya
sabes los mandamientos: No cometerás adulterio, No matarás, No robarás, No darás
falso testimonio, Honra a tu padre y a tu madre”. Y él dijo: “He observado todo esto
desde mi juventud”. Al oír esto, Jesús le dijo: “Todavía te falta una cosa: vende todo
cuanto tienes y distribúyelo a los pobres –y tendrás un tesoro en los cielos-; luego, ven y

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sígueme”. Pero él. Al oír esto, se puso muy triste, porque era muy rico. Cuando Jesús
vio que se había entristecido, dijo: “¡Qué difícil es para los que tienen riquezas entrar en
el reino de Dios! Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que entre un
rico en el reino de Dios”. Los que lo oyeron, dijeron: “Entonces, ¿quién se puede
salvar?”. Y él dijo: “Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios”.
Entonces dijo Pedro: “Nosotros hemos dejado nuestras cosas y te hemos seguido”. Jesús
les dijo: “En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa o mujer o hermanos
o padres o hijos por el reino de Dios, que no reciba mucho más en el tiempo presente y
en la edad venidera vida eterna”.

LETANÍAS DE LA HUMILDAD
(Recitada por el Cardenal Merry del Val después de la comunión)

Oh, Jesús, manso y humilde de corazón, Del temor al ridículo. R./


R./ Escucha mi plegaria. Del temor al agravio. R./
Del deseo de sentirme apreciado, R./ Del temor al recelo. R./
Líbrame Jesús. Que los demás sean más amados que
Del deseo de sentirme amado, R./ yo.
Del deseo de ser ensalzado, R./ R./ Ayúdame, Jesús a desearlo.
Del deseo de ser elogiado. R./ Que los demás sean más apreciados que
Del deseo de ser alabado. R./ yo. R./
Del deseo de ser preferido. R./ Que los demás crezcan y yo disminuya
Del deseo de ser consultado. R./ a los ojos del mundo. R./
Del deseo de ser aplaudido. R./ Que los demás sean alabados y yo pase
oculto. R./
Del temor a la humillación. R./
Que los demás sean preferidos a mí en
Del temor al desprecio. R./
Del temor al reproche. R./ todo. R./
Que los demás sean más santos que yo,
Del temor a la calumnia. R./
siempre que yo alcance la santidad que
Del temor al olvido. R./
Tú me propones.

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