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INTRODUCCIÓN
Después de los Doce días preliminares para “vaciarse del espíritu del mundo”,
comenzamos la Primera Semana de preparación para la consagración. Dice san
Luis María: “Emplearán tres semanas en penetrarse del espíritu de Jesucristo por
medio de la Virgen” (TVD 227). Y, concretamente, “Durante la primera semana
dedicarán todas sus oraciones y actos de piedad a pedir el conocimiento de sí
mismos y la contrición de sus pecados, y todo lo harán con espíritu de humildad”
(TVD 228).
En esta semana dice nuestro santo que debemos rogar por mediación de la
Santísima Virgen a Nuestro Señor y al Espíritu Santo que nos ilumine nuestro mal
fondo, puesto que esta gracia es el fundamento de las demás y de toda nuestra vida
espiritual (cf. TVD 228).
De alguna manera, se asemeja esta Primera Semana de la Preparación a la
Consagración a la Primera Semana de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio.
Como decía el P. Luis María Mendizábal, esta semana no pretende que nos
miremos a nosotros mismos y descubramos nuestra imperfección o pecado,
cayendo quizá en la desesperación, sino de mirarnos como Dios nos ve: “Tanto
amó Dios al mundo que entregó a su Unigénito para que todo el que cree en Él
tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo,
sino para que el mundo se salve por él” (Jn 3, 16-17). El Padre nos mira con
misericordia, por eso nos envía a su Hijo Redentor. Él es el Buen Pastor que busca
a la oveja perdida, que da la vida por las ovejas y las devuelve a la casa del Padre.
Por esto, podríamos llamar a las meditaciones de esta semana “Meditaciones de
Cristo, mi Redentor”, que nos ha liberado del abismo del pecado y nos ha regalado
la nueva vida de la gracia. Él quiere regalarnos la vida sobrenatural de hijos de
Dios y restaurarla cuando sea preciso. Su misericordia no se cansará de
comunicarnos la gracia de la conversión y la santificación.
Ant. Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu
amor.
V./ Envía tu Espíritu y serán creados.
R./ Y renovarás la faz de la tierra.
Oremos
Oh Dios que has iluminado el corazón de tus hijos con la luz del Espíritu Santo, haznos dóciles a
tu Espíritu para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
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2. ESCUELA DE LA VIRGEN MARÍA
- Rezo del Santo Rosario
- Letanías de Nuestra Señora
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ALABANZAS A LA INMACULADA
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PRIMERA SEMANA: CONOCIMIENTO DE SÍ MISMO
TVD 228: Durante la primera semana dedicarán todas sus oraciones y actos de piedad a
pedir el conocimiento de sí mismos y la contrición de sus pecados, y todo lo harán con
espíritu de humildad. Podrán meditar lo que he dicho sobre nuestro mal fondo (nn. 78-
82) y no se considerarán en los seis días de esta semana, más que como caracoles,
babosas, sapos, cerdos, serpientes, animales inmundos; o bien meditarán estas tres
palabras de san Bernardo: Piensa lo que fuiste, semen pútrido; lo que eres, vaso de
estiércol; lo que serás, cebo de gusanos. Rogarán a Nuestro Señor y al Espíritu Santo
que les ilumine por estas palabras: Señor, que yo vea; Señor, que me conozca; Ven
Espíritu Santo, y recitarán todos los días el Ave, Maris Stella, y las letanías de la
Santísima Virgen o del Espíritu Santo.
Recurrirán a la Santísima Virgen pidiéndole esta gracia, que debe ser el fundamento de
las otras, y para ello dirán todos los días el Ave Maris Stella y las letanías.
Petición (EE 48): Pedir vergüenza y confusión de mí mismo, viendo cuántos han sido
condenados por un solo pecado mortal, y cuántas veces yo merecía ser condenado para
siempre por tantos pecados míos.
EE 50: El primer punto será ejercitar la memoria sobre el primer pecado, que fue l de
los ángeles, u luego sobre el mismo ejercitar el entendimiento discurriendo; luego la
voluntad; queriendo recordar y entender todo esto para avergonzarse y confundirse más;
comparando con un pecado de los ángeles tantos pecados míos, y pensando que, si ellos
por un pecado fueron al infierno, cuántas veces yo lo he merecido por tantos. Digo
hacer memoria del pecado de los ángeles: cómo siendo ellos creados en gracias, no
queriendo ayudarse de su libertad para reverenciar y obedecer a su Criador y Señor,
ensoberbeciéndose, quedaron convertidos de gracia en malicia, y lanzados del cielo al
infierno; y así a continuación discurrir, más en particular, con el entendimiento; y a
continuación mover más los afectos con la voluntad.
Génesis 3, 1-8: La serpiente era más astuta que las demás bestias del campo que el
Señor había hecho. Y dijo a la mujer: “¿Con que Dios os ha dicho que no comáis de
ningún árbol del jardín?”. La mujer contestó a la serpiente: “Podemos comer los frutos
de los árboles del jardín; pero del fruto del árbol que está en mitad del jardín nos ha
dicho Dios: “No comáis de él ni lo toquéis, de lo contrario moriréis”. La serpiente
replicó a la mujer: “No, no moriréis; es que Dios sabe que el día en que comáis de él, se
os abrirán los ojos, y seréis como Dios en el conocimiento del bien y el mal”.
Entonces la mujer se dio cuenta de que el árbol era bueno de comer, atrayente a los ojos
y deseable para lograr inteligencia; así que tomó de su fruto y comió. Luego se lo dio a
su marido, que también comió. Se les abrieron los ojos a los dos y descubrieron que
estaban desnudos; y entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron. Cuando oyeron la
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voz del Señor Dios que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa, Adán y su mujer se
escondieron de la vista del Señor Dios entre los árboles del jardín.
EE 51: Ejercitar las tres potencias sobre el pecado de Adán y Eva, trayendo a la
memoria cómo por aquel pecado hicieron tanto tiempo penitencia, y cuánta corrupción
vino en el género humano yendo tanta gente al infierno. (…) Ellos comieron, y así
mismo pecaron; y, después, vestidos de túnicas de pieles y lanzados del paraíso, sin la
justicia original que habían perdido, vivieron toda su vida en muchos trabajos y mucha
penitencia.
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mayor importancia, a fin de alcanzar la perfección, que no se adquiere sino por la unión
con Jesucristo, vaciarnos de lo malo que hay en nosotros; no siendo así, Nuestro Señor,
que es infinitamente puro y detesta infinitamente la menor suciedad en el alma, nos
rechazará de ante sus ojos y no se unirá a nosotros.
79. Para despojarnos de nosotros mismos, es menester:
1º Conocer bien, por las luces del Espíritu Santo, nuestro mal fondo, nuestra
incapacidad para todo bien útil a nuestra salvación, nuestra debilidad en todo, nuestra
inconstancia siempre, nuestra indignidad para toda gracias y nuestra iniquidad en todas
partes. El pecado de nuestro primer padre nos ha maleado, agriado, fermentado y
corrompido, como la levadura agría, fermente y corrompe la masa en que se pone. Los
pecados que actualmente cometemos, sean mortales o veniales, por más que estén
perdonados, han aumentado nuestra concupiscencia, nuestra debilidad, nuestra
inconstancia y nuestra corrupción, y han dejado en nuestra alma malas reliquias.
Nuestros cuerpos están tan corrompidos, que el Espíritu Santo los llama cuerpos de
pecado, concebidos en el pecado, alimentados del pecado, capaces de todo pecado;
cuerpos sujetos a mil y mil enfermedades, que diariamente se corrompen y no
engendran más que miseria y corrupción.
Nuestra alma unida a nuestro cuerpo, ha llegado a ser tan carnal, que se le ha llamado
carne: toda carne ha corrompido su camino (Gn 6, 12). No tenemos por herencia más
que orgullo y ceguera en el espíritu, endurecimiento en el corazón, debilidad e
inconstancia en el alma, la concupiscencia, las pasiones rebeldes y las enfermedades en
el cuerpo. Somos naturalmente más orgullosos que los pavos reales, más adheridos a la
tierra que los reptiles, más envidiosos que las serpientes, más glotones que los animales
inmundos, más coléricos que los tigres, más perezosos que las tortugas, más débiles que
las cañas, más inconstantes que las nubes. No tenemos en nuestro fondo más que la
nada y el pecado, y no merecemos de Dios más que su ira y el infierno eterno.
80. Después de esto, ¿debemos sorprendernos de que Nuestro Señor haya dicho que el
que quiera seguirle debe renunciarse a sí mismo, y aborrecer su alma; que aquel que
ame su alma, la perderá, y que el que la aborrezca, la salvará? (Jn 12, 25). Esta sabiduría
infinita, que no establece mandamientos sin razón, no nos ordena aborrecernos sino
porque somos dignos en alto grado de aborrecimiento; nada tan digno de amor como
Dios, nada tan digno de aborrecimiento como nosotros mismos.
Petición (EE 55): pedir crecido e intenso dolor y lágrimas de mis pecados.
Lucas 13, 1-9: En aquel momento se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los
galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús
respondió: “¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos
porque han padecido todo esto? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis
lo mismo. O aquellos dieciocho sobre los que cayó la torre en Siloé y los mató, ¿pensáis
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que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no
os convertís, todos pereceréis de la misma manera”.
Y les dijo esta parábola: “Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto
en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: “Ya ves, tres años llevo viniendo a
buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a perjudicar el
terreno?”. Pero el viñador respondió: “Señor, déjala todavía este año y mientras tanto yo
cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto en adelante. Si no, la puedes
cortar”.
Lucas 16, 1-8: Decía también a sus discípulos: “Un hombre rico tenía un administrador,
a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes. Entonces lo llamo y le dijo: “¿Qué es
eso que estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque en adelante no
podrás seguir administrando”. El administrador se puso a decir para sí: “¿Qué voy a
hacer, pues mi señor me quita la administración? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar
me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la
administración, encuentre quien me reciba en su casa”. Fue llamando uno a uno a los
deudores de su amo y dijo al primero: “¿Cuánto debes a mi amo?” Este respondió:
“Cien barriles de aceite”. Él le dijo: “Toma tu recibo; aprisa, siéntate y escribe
cincuenta”. Luego dijo a otro: “Y tú, ¿cuánto debes?”. Él dijo: “Cien fanegas de trigo”.
Le dice: “Toma tu recibo y escribe ochenta”. Y el amo alabó al administrador injusto,
porque había actuado con astucia. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos
con su propia gente que los hijos de la luz. Y yo os digo: Ganaos amigos con el dinero
de iniquidad, para que cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es fiel
en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también lo mucho
es injusto. Si, pues, no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién o confiará la
verdadera? Si no fuisteis fieles en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará? Ningún siervo
puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se
dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero”.
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Imitación de Cristo, Libro I, cap 24: Del juicio y penas de los pecadores
Mira el fin en todas las cosas, y de qué suerte estarás delante de aquel juez justísimo,
al cual no hay cosa encubierta, ni se amansa con dádivas, ni admite excusas, sino que
juzgará justísimamente.
¡Oh ignorante y miserable pecador! ¿Qué responderás a Dios, que sabe todas tus
maldades, tú que temes a veces el rostro de un hombre airado?
¿Por qué no te previenes para el día del juicio, cuando no habrá quien defienda ni
ruegue por otro, sino que cada uno tendrá bastante que hacer por sí?
Ezequiel 36, 24-28: Os recogeré de entre las naciones, os reuniré de todos los países y
os llevaré a vuestra tierra. Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de
todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar; y os daré un corazón nuevo, y
os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré
un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos,
y que guardéis y cumpláis mis mandatos.
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solo se comunica a las almas muertas a sí mismas, cuya vida se esconde con Jesucristo
en Dios.
82. 3º Es menester escoger entre todas las devociones a la Santísima Virgen, la que más
nos lleve a esta muerte propia, como que es la mejor y más santificante, porque ni es oro
todo lo que reluce, ni miel todo lo dulce, ni lo más factible y practicado por la mayoría
es lo más perfecto.
Como en el orden de la naturaleza hay operaciones que se hacen a poca costa y con
facilidad, asimismo en el de la gracia hay secretos que se ejecutan en poco tiempo, con
dulzura y facilidad, operaciones sobrenaturales y divinas que consisten en vaciarse de sí
mismo y llenarse de Dios, y lograr así la perfección.
La práctica que quiero enseñar es uno de los secretos de la gracia, desconocido de la
mayor parte de los cristianos, conocido por pocos devotos, practicado y gustado por
menos. Para comenzar a descubrir esta práctica, he aquí una cuarta verdad que es
consecuencia de la tercera.
Lucas 17, 1-10: Dijo, pues, a sus discípulos: “Es imposible que no haya escándalos;
pero ¡ay de quien los provoca! Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le
valdría que le ataran al cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar. Tened
cuidado.
Si tu hermano te ofende, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete
veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: “Me arrepiento”, lo perdonarás”.
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Los apóstoles, le dijeron al Señor: “Auméntanos la fe”. El Señor dijo: “Si tuvierais fe
como un granito de mostaza, diríais a esa morera: “Arráncate de raíz y plántate en el
mar”, y os obedecería.
¿Quién de vosotros, si tiene un criado labrando o pastoreando, le dice cuando vuelve del
campo: “Enseguida, ven y ponte a la mesa”? ¿No le diréis más bien: “Prepárame de
cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú”?
¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo
vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid: “Somos siervos
inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”.
Imitación de Cristo, Libro III, cap. 47: Todas las cosas pesadas se deben padecer
por la vida eterna
Hijo, no te quebranten los trabajos que has tomado por Mí; ni te abatan del todo las
tribulaciones; mas mi promesa te esfuerce y consuele en todo lo que viniere.
Yo basto para galardonarte sobre toda manera y medida.
No trabajarás aquí mucho tiempo, ni serás agravado siempre de dolores.
Espera un poquito y verás cuán presto se pasan los males.
Vendrá una hora cuando cesará todo trabajo e inquietud.
Poco y breve es todo lo que pasa con el tiempo.
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sígueme”. Pero él. Al oír esto, se puso muy triste, porque era muy rico. Cuando Jesús
vio que se había entristecido, dijo: “¡Qué difícil es para los que tienen riquezas entrar en
el reino de Dios! Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que entre un
rico en el reino de Dios”. Los que lo oyeron, dijeron: “Entonces, ¿quién se puede
salvar?”. Y él dijo: “Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios”.
Entonces dijo Pedro: “Nosotros hemos dejado nuestras cosas y te hemos seguido”. Jesús
les dijo: “En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa o mujer o hermanos
o padres o hijos por el reino de Dios, que no reciba mucho más en el tiempo presente y
en la edad venidera vida eterna”.
LETANÍAS DE LA HUMILDAD
(Recitada por el Cardenal Merry del Val después de la comunión)
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