Tres cosas se pueden decir de Aída Merlano: que se equivocó en aliarse con las fieras del departamento del Atlántico, que tiene habilidades para saltar y, la tercera, pero la más importante: le sobran ovarios. Hay que reconocer que Aída la embarró, que se vio entre la espada y la pared después de prestarse para el plan de los Char, que media Colombia se río de la consulta al dentista y que, también, media clase política tembló con su testimonio. Aun así, después de revelar parte de sus pruebas, a la opinión pública lo único que parece importarle es la relación sentimental que ella mantuvo, en algún momento, con Álex Char. Les propongo algo: imaginemos que aquella mujer que se atrevió a decir ante la Corte Suprema, no solo las verdades tras la presunta compra de votos, sino también aceptar (entre sollozos) que fue abusada y secuestrada no es Aída. Estoy segura de que medio país estuviese escandalizado por el abuso y el secuestro; ah, pero ahora, pongámosle nombre a esa mujer: Aída Merlano. ¿Acaso no es lo mismo de escabroso? ¿por qué otros relatos de violaciones sí nos parecen terribles? Aída es una mujer que, queramos o no aceptar, fue burlada por un grupo de hombres que se creen ¿o son? los dueños de todo el Atlántico colombiano. Eso, lleva a preguntar ¿Por qué los Char pensaron en Aída para su plan? ¿Por qué no pensaron en uno de sus seguidores hombres? ¿la creyeron ingenua en medio de su artimaña? ¿Fue por ser mujer y aferrar la teoría de que a las mujeres nos compran embelesando el oído? Lamento decirlo, pero dentro del caso de Aída, también está presente el machismo y los repugnantes históricos de cómo es ser mujer en Colombia. Estamos hablando de una mujer que se equivocó, que fue ultrajada, pero que aún así se somete a decir lo que sabe sin pelos en la lengua: “El día que me escapé en Valledupar, Duque aumenta la recompensa a 200 millones de pesos, pues tanto él como la familia Char y la familia Gerlein tienen intereses en común, porque saben que en el momento en que yo salga a declarar todo va a caer él, va a caer Uribe, va a caer Santos, el partido Conservador y media clase política” dijo Merlano en una de sus intervenciones. Lastimosamente para Colombia Aída solo representa dos cosas: Material jugoso para memes inhumanos y, la ‘otra’ de Alex Char. A Aída le sobran ovarios, al enfrentarse junto a su abogado, Miguel ángel del Río, a un monopolio económico y político extendido por todo el país. Para la muestra de ello, la Fiscalía y la Procuraduría, están en manos del poder ejecutivo. ¿Qué más podemos esperar? Presidente Duque, ¿qué va a hacer ahora? ¿Dirá que en Venezuela le lavaron la cabeza a Aída? La falta de investigación en los casos que involucran corrupción en Colombia, estanca el proceso; la falta de independencia en los entes de control nacional, disipa la urgencia que se le debe dar a casos como el de Aída. A eso, se le suman los medios nacionales, que enfatizan en describir las fotos, los chats, los pantallazos como una relación amorosa y, claramente, obvian la relevancia del testimonio. Le tocará a Álex Char pensar otra estrategia para llegar a la presidencia, ah sí, y también para llegar a su casa, a ver si lo reciben. No se trata de convertir a Merlano en una heroína, pero sí reconocer que tiene, que tuvo, valor; cosa que a muchos hombres de la política colombiana les falta: huevos.