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Wish You Were Dead.
Wish You Were Dead.
Wish You Were Dead.
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Str-S-d #2
Traducido por Mari NC
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2 comentarios:
ApRilzDay dijo…
Str-S-d dijo…
¿Lo es? No quise decirla de esa manera. Pero gracias de todos modos,
supongo.
Str-S-d #3
Traducido por Mari NC
Esta chica una vez me preguntó por qué no llevaba ropa más bonita
por lo menos. Eso es lo que dijo: “por lo menos”. Como si le molestara
que yo ni siquiera lo intentara. No es que mi mamá tenga el dinero.
Pero esa no es la verdadera respuesta. La verdadera respuesta es:
¿Sabes qué pasaría si tratara de usar mejores ropas en la escuela?
Dirían: “Oh, mírala. Está tratando de arreglarse. ¿Cuán
desesperanzador es eso?” ¿Por qué tienen que ser tan mezquinos y
maliciosos?
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3 comentarios:
Realgurl4013 dijo…
ApRilzDay dijo…
Str-S-d dijo…
Quiero morir. Me mataría ahora mismo si tuviera las agallas. Hoy hice
algo bueno con mi cabello y llevaba esta camiseta linda que mi tía me
regaló para mi cumpleaños y... Dios, no puedo creer que haya hecho
esto... ¿un sujetador con relleno? Y se rieron. ¿Sabes cómo se
amontonan en el pasillo y se te quedan mirando, luego se giran hacia
los demás y ríen y siguen mirándote para asegurarse de que sabes que
es de ti que se están riendo? Solo quería morir, desaparecer,
evaporarme, dejar de existir. Y lo peor fue que estaba atrapada allí.
Por lo menos hasta el almuerzo. Luego me fui a casa y me cambié. No
sabía cómo podía volver a la escuela, pero luego me acordé de que mi
mamá tenía este medicamento para cuando se pone muy molesta. No
es como que te eleva ni nada. Así que pensé, solo por esta vez. Me
ayudó un poco.
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4 comentarios:
Realgurl4013 dijo…
Oye, oye, yo digo, lo que te lleva a través del día a día, está O-O-Okey.
4204ever dijo…
ApRilzDay dijo…
¿En serio? ¡Siento mucho lo que pasó! Quiero decir, me siento como que es
en parte MI culpa por sugerirlo. Pero por lo menos TÚ fuiste lo
suficientemente VALIENTE para intentarlo, ¿no? Tal vez si sigues
haciéndolo se acostumbrarán a ello y ya no lo noten.
Str-S-d dijo…
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5 comentarios:
Realgurl4013 dijo…
Ru22cool? dijo…
IaMnEmEsIs dijo...
ApRilzDay dijo...
Las rojas luces traseras del feo auto púrpura de Tyler Starling
desaparecieron en la oscuridad. Eran poco más de las tres A.M., estaba
frío y tranquilo. Lucy Cunningham bajó a la calzada del frente y paseó por
la oscura arbolada calle. Lo último que necesitaba era que su padre mirara
a través de la ventana de la habitación y la viera fumando.
Ella dio una calada. El cigarrillo ardía al rojo vivo mientras el tabaco se
convertía en cenizas y el humo llenaba sus pulmones de esa manera
extrañamente tranquilizadora que parecía ansiar más y más últimamente.
Justo cuando había comenzado a superar el beber todos los viernes y
sábados por la noche. Sí, había sido advertida de no beber mientras
tomara sus medicinas. Sí, le habían dicho una y mil veces que fumar
mata. Pero después de una pelea como la que acababa de tener con Adam,
¿cómo no iba a hacerlo?
Lucy se maldijo por ser tan ciega. ¿Por qué no lo había descubierto antes?
Adam había perdido el interés. Incluso ser extra dulce y atenta esta noche,
y tocarlo en todos los lugares correctos no había funcionado. Así que era
hora de cambiar al modo de control de daños. Ningún chico la había
dejado antes, y no iba a pasar ahora. Simplemente tendría que dejarlo
primero... justo ahora. Tan pronto como entrara en la casa lo publicaría en
Facebook para que eso lo evidenciara... el momento de ello... estaría allí
para que todos la vean. Y entonces aplicaría a Stanford. Ella no cedería a
Adam. Siempre había sido una ganadora, siempre sería una ganadora. Y
los ganadores hacían todo lo necesario para no perder. Así que adiós,
Adam Pinter.
—Perra rica —murmuró Tyler Starling mientras conducía con una mano y
subía el volumen de la música con la otra. Era algo que él llamaba techno
hard-style, que, según él, era muy popular en Alemania y los Países Bajos.
—¿Por qué estás haciendo excusas por ella —preguntó Tyler mientras
conducía.
—¿Hay algo más patético que esto? —murmuró Lucy—. ¿Por qué están
llevando gente por ahí en una noche de sábado?
—¿Aparte de la gran pelea que tuve con Adam? —dijo Lucy—. Apestó. Lo
de siempre, lo de siempre, a excepción de algunos asquerosos de FCC. Así
que no puedo esperar para que termine la escuela secundaria.
—Yo te conozco. Eres el que lleva ese abrigo negro y siempre se sienta solo
en el almuerzo. Una mariposa social regular.
—La oíste, Tyler —añadió Lucy desde atrás—. Sé un buen chico, ojos en la
carretera.
Unos momentos más tarde nos detuvimos frente a la casa de Lucy, una
grande, banca y colonial levantándose detrás de una amplia franja de
césped cuidadosamente cortado, salpicado de hojas naranja, amarillas y
marrones.
Lucy salió sin un “gracias” y golpeó la puerta de la cabina al cerrarla. Dio
unos pasos por el sendero, luego se detuvo y se giró con un gesto
contrariado en su rostro.
Abrí mi ventana.
Por ninguna razón aparente que puro mal genio, Lucy alzó el encendedor y
encendió un segundo cigarrillo, cruzó los brazos y miró hacia las estrellas
mientras exhalaba.
Eran casi las tres de la mañana y difícil de imaginar que Lucy fuera a
alguna parte, excepto adentro. Yo estaba cansada y decepcionada de que
nada se había desarrollado con Tyler. Ahora sólo quería meterme en la
cama.
—Tyler, siento decir esto. Tal vez sea la hora de la noche, y estoy muy
agotada, pero esa música es muy difícil de soportar —dije—. ¿Es
totalmente desagradable de mi parte preguntar si podrías bajarla?
—No, en absoluto. —La apagó. No sólo la bajó, como lo había hecho con
Lucy. Así que tal vez eso era un signo de esperanza y la noche no fue una
pérdida total después de todo. Eché un vistazo a su perfil y pensé en su
personalidad: independiente, seguro, y más experimentado que la mayoría
de los chicos de su edad. Me había dicho anteriormente que le había
llevado dos años de trabajo después de la escuela ahorrar para su auto.
Era difícil pensar en alguien más que conociera que hubiera comprado su
propio vehículo. En Soundview la mayoría de los chicos conseguían uno de
sus padres en el momento que aprobaban su examen de conducir.
Sorprendida, le dije:
—Puedo olerlos.
—No tienes que disculparte —dije—. Es sólo que... las cosas no son
siempre lo que parecen, ¿de acuerdo? Tal vez no todas las que son ricas
son unas perras.
—No dije que lo fueran —dijo Tyler—. Sólo dije que Lucy lo era. Yo... yo no
creo que seas una perra en absoluto. De hecho, creo que eres bastante
genial.
—Gracias, Tyler —dije, y pensé: Tal vez la noche no fue una pérdida total
después de todo.
Oh, pobre, pobre Lucy, mírate encogida en la esquina con la cara y las
manos veteadas de suciedad y tu lindo pelo rubio bastante desaliñado y tu
maquillaje todo corrido. No huele muy bien ahí dentro, ¿verdad? Nos
hemos acostumbrado a eso. Pero, nunca hemos estado acostumbrados a
las cosas buenas de la vida, como tú.
Lo siento.
Tyler está conduciendo. Está tan oscuro que todo lo que puedo ver es el corto
tramo de carretera corriendo hacia nosotros debajo de los faros. Tyler está
inclinándose para besarme. Me gusta la sensación de sus labios sobre los
míos, pero ¿no debería detenerse? Está demasiado oscuro para conducir y
besar. Pero temo que se enoje si le pido que deje de besarme y vea el
camino. Tyler, no es que no quiera que me beses. En serio. Sólo no quiero
que choquemos. Tyler, mis padres estarán muy molestos si morimos. Tyler,
por favor abre tus ojos y mira por dónde vas.
Por favor.
—¿Qué pasó con nuestra regla de “No llamadas antes del mediodía”? —
respondí con un bostezo.
—Esto no puede esperar —dijo—. ¿Así como que, los padres de Lucy
Cunningham están llamando a sus amigos, buscándola? Resulta que no
volvió a casa anoche. ¿Has oído algo?
—Sí, pero...
—Pero ella no llegó allí, ¿de acuerdo? Jen Waits acaba de llamarme.
—¿Sobre qué?
Asentí con la cabeza. No era difícil adivinar quién estaba en el teléfono. Mis
padres y los Cunningham habían sido buenos amigos durante años. El
ceño fruncido en el rostro de mamá se profundizó y sostuvo el teléfono en
su oreja.
—¿Paul? Sí, ella condujo a Lucy a casa anoche. Uh-huh. Uh-huh. Sí, lo
entiendo. —Mamá me entregó el teléfono—. Quiere hablar contigo.
—¿Hola?
—No.
—¿Dijo algo que podría haber indicado que no tenía planes de ir directo a
casa? —La ansiedad y la esperanza se deslizaba a través de sus palabras.
—No. Parecía muy disgustada. Quiero decir, ¿ha hablado con Adam?
—No. Era muy tarde. No recuerdo haber visto a nadie. Lo siento mucho.
Ella suspiró.
—Tienes razón. No debí haber dicho eso. Esa pobre gente. Me siento tan
mal por ellos. Deben estar muy preocupados.
—American, creo.
Él sonrió.
—Sé que tripular no era tu primera opción hoy, Maddy, pero me hace feliz
cuando vienes.
—Yo, también —dije. Pero no podía evitar la sensación de temor que había
sentido durante todo el día. Una hora antes, habíamos llamado a mamá
desde el bote para ver si había alguna noticia. No había. Lucy todavía
estaba desaparecida.
Empecé a correr.
Se supone que hay una gran fiesta esta noche. Lo sé porque estaban
hablando de ello en la escuela el viernes. Saben que no estás invitado
y hablan de ello en voz alta en el pasillo cuando pasas para ver cómo
reaccionas. No había sido invitada a una fiesta desde sexto grado, así
que pensarías que se habrían dado cuenta de que estoy acostumbrada.
A este punto, no iría a la fiesta ni siquiera si me hubiesen invitado. La
vida apesta. La gente apesta. No me digas que tengo mala actitud y
que las cosas mejorarán algún día. Tú no eres yo. No sabes cómo es.
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3 comentarios
ApRilzDay dijo…
IaMnEmEsIs dijo...
One4therOd dijo...
¿Has dicho algo, Lucy? ¿Tienes sed? Oh, Lucy, realmente ahora no
creemos que estés en posición de quejarte. ¿Cómo dices? Por supuesto que
están buscándote. Sí, seguro te encontrarán... tarde o temprano. Estamos
seguros de que tus padres están haciendo todo lo que está a su alcance.
Pero seamos honestos, Lucy. A excepción de tus padres, ¿de verdad crees
que hay alguien que esté realmente preocupado porque te has ido?
Oh, Lucy, realmente no creemos que deberías haber dicho eso. No, no, es
demasiado tarde para decir que lo sientes.
—Así que... ¿has oído algo más sobre Lucy? —pregunté mientras
retrocedía el Audi fuera de la calzada.
Courtney negó con la cabeza y jugueteó con su iPod. Para mi sorpresa, ella
no ofreció ninguna opinión. A veces puede ser la Pequeña Señorita Boca
Motora, así que tuve que preguntarme por qué estaba siendo tan
tranquila. Se desplazó a través de su iPod y, definitivamente, no estaba
actuando como ella. Nos conocíamos y habíamos formado parte de la
misma multitud durante un par de años, pero sólo recientemente
habíamos empezado a ser amigas. Es cierto que éramos una pareja
extraña. Yo era pequeña y rubia (bueno, rubio veteado), con una nariz
respingona, atlética, y, lo admito, algo así como un ratón de biblioteca
santurrona y hogareña. Courtney era alta y esbelta, morena y exótica,
totalmente desinteresada en el deporte, no la mejor estudiante que hay, y
tenía una reputación de ser desenfrenadamente social y socialmente
salvaje. Lo que poca gente sabía, sobre todo porque a Courtney no le
importaba hacerles saber, era que cuando le daba la gana, podía ser muy
inteligente y perspicaz. La primera vez que tuvimos una conversación
profunda de verdad, me dijo que ella siempre había pensado que yo era
reservada y demasiado “intelectual”, y demasiado mojigata (¿alguien
además de Courtney aún usa esa palabra?). Admití que había pensado que
ella era un poco superficial y tal vez incluso un poco putilla (a pesar de
que eso era en base más en los rumores que en la observación de primera
mano).
—Ni siquiera cerca. No sé, Courts. Sólo soy muy mala en coquetear. —La
verdad es que, yo era mala en casi todo cuando se trataba de chicos. Me
sentía cómoda hablando con ellos sobre cosas serias: la escuela, las
causas sociales, el medio ambiente; pero en el momento que cualquier
aspecto de romance era introducido, al instante perdía mis aguantes y
tendía a congelarme con incertidumbre a toda conciencia.
—Me quedé pensando en que debería, pero parecía tan obvio y forzado.
Como si supiera exactamente por qué lo estaba haciendo.
—¿Y?
—Esa no es la forma en que se supone que sucede.
—Bueno, ¿tal vez es mejor así? —dijo Courtney—. ¿Tal vez él es el hombre
equivocado para ti de todos modos? Quiero decir, como que, no sabes nada
de él. Parece haber salido simplemente de la nada.
—¿Le preguntaste?
Courtney me miró.
Suspiré.
—Lo sé.
—Entonces, ¿cómo terminó? —preguntó.
Le conté cómo él había llamado a Lucy una perra rica y luego vio dónde
vivía y se disculpó y dijo que pensaba que yo era bastante agradable.
Jen era una animadora baja, tetona y rubia con flequillo, de energía
ilimitada, y un celo infatigable por ser parte de lo que ella percibe como “la
gente correcta”. Impermeable a los desprecios y humillaciones, era una
chismosa de proporciones enciclopédicas.
—¿Han oído hablar de Lucy, chicas? —jadeó, con las mejillas sonrosadas
de correr. Antes de que cualquiera de nosotras pudiera responder, dijo—:
Por supuesto que sí. ¿Pero saben lo que yo he oído? ¡La policía no está
haciendo nada! Es alguna extraña política que tienen para los
adolescentes. Ellos no comienzan a investigar a menos que te hayas ido
por, como, una semana. Porque los chicos están siempre huyendo,
¿saben?
—Sólo pensé que tal vez habías oído algo —dijo Jen un poco tímidamente.
—Así que... ¿qué fue todo eso con Jen esta mañana? —pregunté.
—El que se le ocurrió la frase “Los opuestos se atraen” debe haber estado
pensando en ti. —Levantó una ceja—. ¿Por qué no vas hasta allá?
—¿Qué tal “¿Cómo estás?” o “Qué buen tiempo que estamos teniendo hoy”
o “¿Qué piensas de los Yankees?”
Me eché a reír.
Tyler dejó la bandeja sobre una mesa. ¿Podría realmente ir y sentarme con
él sin parecer demasiado agresiva o simplemente incómoda por completo?
¿Por qué no podía hacer sólo algo agradable? ¿Era porque yo sabía que
estaba interesada en ser algo más que amigos?
—No es el fin del mundo —dijo—. Sólo significa que tal vez te interesa.
Nos sentamos. Adam apoyó los codos en la mesa del almuerzo y los dedos
entrelazados. Era robusto y ancho de hombros, con el resquicio de una
pequeña sombra de barba que por lo general comenzaba a aparecer
alrededor de dos días. Ahora, con una barba oscura cubriendo su
mandíbula, y su cabello despeinado, parecía andrajoso y agotado.
—Tú fuiste la última que vio a Lucy —dijo él, mirándome fijamente—. ¿Te
dijo algo?
—Nada de eso, ya sabes, no dejó ningún indicio de que pensara hacer otra
cosa que ir a casa.
—¿Por qué iba a huir? ¿A dónde habría ido? No tiene sentido. —Las
preguntas eran retóricas. No había nadie en una mejor posición para
responderlas que el mismo Adam.
—Tal vez hubo algo que ella dijo —casi suplicó—. Algo que parecía
totalmente inocente en ese entonces.
—No lo había, Adam —le dije—. Me gustaría poder decir que lo había, pero
he pensado realmente duro en ello, y no lo hay.
—Me siento muy mal por sus padres. Este es el tipo de cosa que
probablemente han temido durante años.
Al mismo tiempo, miré por el rabillo del ojo a Courtney, a unas pocas
mesas de distancia, mirándonos. Cuando nuestros ojos se encontraron,
rápidamente desvió la mirada. Me volví de nuevo a Adam.
—Sí, pero... no creo que Lucy les dijera una palabra. Estábamos más o
menos a la vista el uno del otro toda la noche... Es decir, hasta la
discusión.
Mantuve mi mano firmemente en la suya. Extrañamente, Adam era el
único chico de mi edad con el que me sentía completamente a gusto
físicamente. Tal vez porque siempre habíamos sido amigos y nada más.
Adam asintió.
Mads era su apodo privado para mí. Miré de nuevo a Courtney. Estaba
mirando mi mano sobre la de Adam, una mirada de disgusto en su rostro.
Str-S-d #7
Traducido por Jo
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4 comentarios
Realgurl4013 dijo...
¡Suertuuuda! Desearía poder hacer que algunos de los chicos pooor aquí
desaparecieraaan.
IaMnEmEsIs dijo...
Tony2theman dijo...
ApRilzDay dijo...
¿No te sientes algo extraña? Quiero decir, ¿no es como que tu deseo en
verdad se volvió realidad?
Capítulo 5
Traducido por Jo
—Lucy… y tú y Adam.
—Porque ayer en la mañana Jen parecía pensar que había algo ocurriendo
entre ustedes dos, y porque vi la manera en que mirabas a Adam en el
almuerzo ayer.
Pensé que no lo estaba haciendo, pero también sentía que este no era el
momento para presionar más el tema. Se suponía que comiéramos rápido
y luego nos dirigiéramos al laboratorio de ciencias, el lugar de reunión
común de Viajes Seguros, porque la Srita. Skelling enseñaba química.
Picoteé mi ensalada mientras Courtney devoraba el espagueti con
albóndigas con hambre, luego nos dirigimos a la salida de la cafetería.
—Lo siento, todos —dije. Casi todos los taburetes estaban tomados,
excepto por el que estaba junto a Tyler. Era casi un sueño vuelto realidad.
Me senté junto a él y me dio un leve asentimiento.
La Srta. Skelling era una mujer alta de hombros anchos con brillante
cabello rojo teñido. Ella era nueva en nuestra escuela ese año y tendía a
usar demasiado rímel y sombra de ojos, favorables cantidades abundantes
de joyería clásica, y atuendos preferentemente de las marcas Chanel, Dior,
y Cardin eso, dado a su salario de profesora, tenía que creer venía de
tiendas de segunda mano. Usualmente usaba sus blusas con un botón
extra abierto, revelando un escote como hendidura, el cual los chicos
inclinaban sus cuellos para disfrutar y, algunas chicas sospechaban, no
era enteramente de orígenes naturales.
Allí estaba de nuevo: la misma cosa que PBleeker había dicho. Tal vez, si
yo fuera parte de “ese grupo,” era porque eran los únicos que me habían
invitado a hacer cosas con ellos.
Sacudí mi cabeza.
—No.
Me atrapó por sorpresa cuando Tyler levantó su ceja hacia mí como para
dejar a todos saber que era mi responsabilidad responder. Por un
momento sentí una punzada de resentimiento, pero entonces me dije que
tal vez tenía razón. Después de todo, yo había sido la que lo había incitado
a dejar a Lucy de pie allí en la oscuridad.
Podía haber dicho que Lucy estaba siendo una completa imbécil, pero ese
no era el punto. Imbécil o no, se suponía que esperáramos. Eso es porque
es llamado Viajes Seguros y no sólo Viajes.
—¿Cómo sabes?
Pero antes de que tuviera tiempo para pensar sobre eso, la Srta. Skelling
se giró hacia mí de nuevo.
—Escucha, esto no es una excusa —dije—, pero tengo que creer que no
somos el primer equipo en dejar a alguien antes de que entre a su casa.
En su lugar dijo:
—No lo sé.
—No me importa.
—¿Pizza o chino?
—Tú decide.
—Pero no me importa.
Sharon quería gritar... o golpearla. ¿Por qué, de todas las chicas del
mundo, había quedado atascada con una tan cobarde? ¿Por qué no podía
haber conocido a alguien... cualquier otra? Pero ese era el problema con un
lugar como Soundview. Había sólo dos de ellas. Y si había alguien más,
ella estaba o en negación profunda o profundo en el armario. Así que por
ahora Sharon estaba estancada con ésta. Pero no por mucho tiempo.
Estaba contando los días. Tan pronto como la escuela secundaria
terminara, ella se iría de San Francisco y una total vida nueva.
—Está bien.
—¿Pero también está esa comedia? ¿La del tipo que tiene que esconderse
en la escuela de chicas?
—Está bien.
—No, acabo de cambiar de opinión otra vez. Eso no es lo que quiero hacer.
Lo que realmente quiero hacer este jueves es matar a alguien.
Mamá probablemente sentía lo mismo que yo, pero siempre podía contar
con ella para una sonrisa valiente.
—¿Disculpa?
—Pretendiendo que las cosas son normales, a pesar de que sabemos que
no es así. La Srta. Skelling realmente me regañó hoy por dejar a Lucy
antes de que ella entrara en la casa.
—Eso no es correcto.
Empujé a una rebanada de pepino con mi tenedor, sintiendo una mezcla
horrible de culpa, remordimiento y miedo.
—Dijiste que Lucy no quería entrar —dijo mamá—. ¿Se suponía que tenías
que sentarte y esperar toda la noche hasta a que lo hiciera?
—Yo podría haber hecho que ella entrara. Eso habría sido lo mejor.
—No lo sé. Supongo que porque nada como esto ha sucedido aquí antes...
¿Y si le ha pasado algo terrible a Lucy?
—¿Hasta que sepamos que le ha pasado algo malo? —terminé la frase por
ella.
—Sí, tienes razón. Es difícil no pensar que algo malo ha sucedido. Pero no
podemos perder la esperanza.
¿Por qué acosarme? Me pregunté. Había otras chicas que eran más bonitas
y más populares (al menos ellas se preocupaban por la popularidad más
que yo). ¿Por qué PBleeker no podía enviar esos escalofriantes mensajes a
una de ellas? Borré el mensaje y puse algo de música. Pero no importó.
PBleeker todavía estaba allí, en el aire, en mi mente, en la oscuridad. Lucy
se había ido y mi ciberacosador estaba allí. Y por primera vez en mi vida,
Soundview no se sentía como un lugar seguro en absoluto.
Str-S-d #8
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6 comentarios
ApRilzDay dijo...
Str-S-d dijo…
IaMnEmEsIs dijo...
Tony2theman dijo...
Suena como que esa chica Lucy podría estar criando margaritas.
IaMnEmEsIs dijo...
Pronto.
Capítulo 8
Traducido por flochi
—Sólo queremos que Lucy regrese ilesa. —La voz familiar provenía de la
cocina la mañana siguiente. Era el Dr. Cunningham. ¿Por qué estaba en
nuestra cocina? me pregunté mientras atravesaba la puerta, todavía medio
dormida. Pero dentro vi que sólo era su cara en la televisión.
—Si tienen información que nos ayude a recuperar a nuestra hija, Lucy,
pagaremos cien mil dólares, sin hacer preguntas. Si eres la persona que
tiene a Lucy, le insto a ponerse en contacto y decirnos lo que quiere.
Estamos dispuestos a negociar. Lucy, si estás viendo esto, te amamos y
haremos todo lo posible para que regreses a casa.
Afuera, la lluvia era vertida desde un cielo gris. El sonido era entrecortado,
y un par de gaviotas planeaban en el viento. La pantalla de la televisión
pasó al conductor de las noticias locales de la mañana con una fotografía
de Lucy detrás de él.
—Han pasado cuatro días desde que Lucy Cunningham de diecisiete años
de Soundview desapareció sin dejar rastro. La policía admite que no tienen
pistas. Como acabamos de ver, la familia Cunningham está ofreciendo una
recompensa de cien mil dólares por información que lleve al regreso seguro
de ella.
—Suena como si se tratara de una situación donde casi esperas que ella
haya sido secuestrada.
Mi estómago empezó a doler. Desde que había sido pequeña, había tenido
dolores cada vez que me sentía inquieta o preocupada. Pude sentir uno
venir, y crucé los brazos sobre mi estómago y me incliné hacia delante.
—Pero… —dije.
—Sé que no tiene completo sentido, pero preferiría que te quedaras en
casa —dijo mamá pacientemente—. No creo que perder un día te
lastimará.
—¿Estás… preocupada?
Asintió.
Esperé.
Sin respuesta.
Cualquier otro día podría haber asumido que el mensaje no había llegado,
o que tal vez su teléfono había muerto. Pero hoy tenía que preguntarme.
¿Me estaba ignorando?
Pero no lo hizo.
Empecé a correr tras ella. Cada veinte pasos se daba la vuelta hacia mí. De
repente me di cuenta lo que estaba pasando. Sabía que alguien la estaba
siguiendo, pero con mi sudadera puesta, no sabía quién era. Retiré al
sudadera y grité:
—Con nadie.
—Lo último.
—Es súper caliente. —Como si fuera tan simple. Como si Adam no fuera el
novio de Lucy. Como si no fuera lo más escandaloso que había escuchado
alguna vez.
—Hay muchos otros guapos —dije—. Creo que tendrás que hacerlo mejor
que eso.
Puso sus ojos en blanco dramáticamente.
—Por una cosa, pensé que éramos amigas. Pensé que nos decíamos todo la
una a la otra.
Ahora entendía.
—Iba a hacerlo. Creo que de eso se trataba la pelea la noche del sábado.
Pero conoces a Lucy. No era como si ella fuera a dejar que la bote sin hacer
un tremendo escándalo.
Entonces había una razón por la que Lucy podría haber decidido
escaparse, o hacer otra cosa que las personas pensarían como algo
extremo.
—¿Los Cunningham saben que no fue una simple pelea? ¿Qué Adam
estaba planeando romper con Lucy?
—¿Cómo lo sabrían?
—¿Por qué?
—Porque Lucy es la persona más competitiva que conozco. Que Adam
rompiera con ella es exactamente el tipo de cosa que la volvería loca. Los
Cunningham tienen que saber acerca de esto.
Lo pensé un momento.
—Entonces llámalo.
—No, Courts, esto es algo que tengo que hacer en persona. Vamos, te daré
un aventón a casa.
Una vez más Courtney puso los ojos en blanco como si la hubiera llevado a
una nueva altura de exasperación.
—¿Cuál es tu problema?
—No. Sólo… no lo sé. Quizás me sienta protectora hacia él. Hemos sido
amigos por mucho tiempo.
—No te pertenece.
—Creo que soy consciente de eso —dije—. Y él y tú y todos los demás son
libres de hacer lo que quieran. ¿Pero en serio, Courts? ¿Por qué Adam?
Mi amiga golpeó sus uñas púrpura contra la taza de Starbucks que había
llevado al auto con ella. De repente, alcanzó la manija de la puerta y tiró.
Lo siguiente que supe fue que agarró su bolso de la parte trasera y salió.
¿Estás temblando? Bueno, ha llegado más frío, ¿no? Y toda esta lluvia.
¿Qué es esto? Mira tus brazos y piernas. ¿Rascándote hasta sangrar? Qué
extraño. ¿Eso era algo que tus medicamentos se supone prevenían? ¿O
simplemente estás tratando de demostrar que estás arrepentida?
No sé si eso fue lo que me ayudó a sentirme a gusto con él, pero él siempre
fue más como un hermano o un primo para mí. Alguien en el que sabía
que podía confiar y depender para hacer lo correcto.
Los Pinters vivían en una vieja casa grande con un arroyo corriendo detrás
de ella. A pesar del frío y de la húmedad de la lluvia anterior, los hermanos
menores de Adam estaban en el camino de entrada jugando baloncesto. Se
detuvieron brevemente y me miraron cuando aparqué en el camino de
entrada. Luego volvieron a jugar a la pelota. Parecían acostumbrados a las
chicas que venían a ver a su hermano mayor.
La puerta se abrió. Dado el tamaño de sus hijos, la señora Pinter era una
persona sorprendentemente pequeña con el pelo oscuro peinado de una
manera un poco pasado de moda. Ella sonrió.
—¿Sí?
—Es Madison.
Una silla crujió. Adam llegó a la puerta vestido con jeans, una sudadera
con capucha, y el ceño fruncido. Sus ojos todavía estaban hinchados y
rodeados por un color oscuro.
—Entonces ella podría haber reaccionado. Podría haber huido o... quiero
decir, realmente no sé lo que ella habría hecho.
—No puedo decir con certeza que ella no es capaz de hacer algo sola. Pero
estoy bastante seguro de que ella no lo haría por mí. —Hizo una pausa y
movió el cursor—. Tú sabes, yo no era realmente su novio, Mads.
Solamente era un trofeo. Otro de los logros en el currículum personal que
guardaba en su cabeza. A veces creo que tenía que tenerme a pesar de
todo porque no podía soportar la idea de que yo fuera el novio de nadie
más.
—Tal vez porque es mejor que la alternativa, ¿sabes? ¿Ha pasado cuánto?
¿Cuatro días? ¿Cuatro días sin sus medicamentos? ¿Sin dinero? ¿Cuatro
días y nadie ha visto ninguna señal de ella? Realmente tienes que esperar
que esté con alguien en alguna parte, porque si no lo está... —Adam no
pudo terminar la frase. Él negó con la cabeza.
Era una servilleta de papel blanco, doblada hasta que era del tamaño de
una nota post-it. Madison Archer estaba escrito con lápiz grueso y
manchado. Lo desdoblé.
—Sí, gracias.
El Detective Payne hizo un gesto con las manos para demostrar que no lo
sabía.
—Es como cualquier otra cosa en estos días. Tenemos que tratarla como si
fuera legítima hasta que sepamos lo contrario. —Se volvió hacia mí—. ¿Por
qué crees que esta nota llegó a ti, Madison?
PBleeker, pensé.
—Cerca de un año.
—No entiendo cómo esta persona espera demostrar que puedo ser de
confianza —dije.
Una vez más, el detective Payne hizo un gesto con las manos como si él no
lo supiera, tampoco.
—No hay nada que puedas hacer, Madison. Haz tus cosas como siempre.
Sólo que, ya sabes, ten cuidado. Mantente alerta. —Él tomó un último
sorbo de café y cogió la nota—. ¿Está bien si tomo esto?
El detective dudó.
Perra rica.
Le dije que no, pero ahora me di cuenta de que no era cierto. Había habido
alguien más por allí. Tyler.
—Él piensa que alguien puede estar jugando con tu cabeza —dijo mamá—.
En momentos de estrés, ciertas, er... no buenas personas... a veces hacen
cosas como esta.
—Están perplejos. Han traído los perros y buscado por todas partes. Han
enviado alertas a todos los pueblos vecinos. Nadie la ha visto. Su teléfono
no se ha utilizado desde el sábado pasado. Es como si ella solamente
hubiera desaparecido en el aire.
—Da miedo.
La clase se había quedado en silencio. Todo el mundo sabía que este era el
tipo de declaración que al Sr. Osmond le encantaba soltar como una
semilla que ahora se regaría con curiosidad, con la esperanza de que haría
florecer un debate.
—Merece morir —repitió—. Así que, Tyler, debo entender que estás a favor
de la pena de muerte, ¿Incluso en los casos en que el delincuente no ha
cometido un asesinato? En tu opinión, ¿Estas personas merecen morir?
—No estoy segura, creo que nadie tiene el derecho de decidir quién merece
vivir o morir.
Miré hacia él, pero a diferencia de épocas anteriores, cuando sentí moverse
mi atracción por él, esta vez me sentí preocupada e insegura.
—Supongo que creo que las personas realmente malas deberían estar en la
cárcel por el resto de sus vidas —le dije.
—¿Hablas en serio? —preguntó Tyler como si yo acabara de decir que creía
que los cerdos podrían volar—. ¿Hitler? Estamos hablando de una persona
que fue responsable de las muertes de seis millones de Judíos. Mujeres,
niños, bebés, completos inocentes. ¿Cómo puedes pensar que a alguien así
podría permitírsele vivir?
—Si alguien intencionalmente hace algo que sabe que puede causar la
muerte —dijo Tyler rotundamente—, entonces esa persona merece morir.
—Es como si todo lo que han estado diciéndonos sobre el bullying desde el
jardín de infantes —continuó Tyler—. Puedes burlarte y mofarte de alguien
hasta que son tan miserables que se suicidan. ¿Por qué las personas que
hacen esto quedan impunes?
—¿Adam?
Las cabezas se volvieron, tal vez porque era la primera vez desde que Lucy
desapareció que alguien hubiera oído a Adam contribuir en la clase. Miré
por el rabillo del ojo a Courtney, pero miraba hacia adelante, casi como si
hubiera esperado que la mirara.
—Las personas que se suicidan optan por hacerlo —dijo Adam, mirando
directamente a Tyler—. Nadie los obliga.
—Vamos a tratar de no dejar que esto sea algo personal —advirtió el Sr.
Osmond—. Vamos a tener un debate filosófico, ¿de acuerdo?
—Yo-yo diría que pueden molestar a alguien hasta el punto que se quitan
la vida. Y por lo que sería su culpa. Ha sucedido en el Internet.
La clase se volvió para ver cómo Adam iba a reaccionar, pero sus ojos
seguían pegados a su escritorio, con el rostro pétreo.
—No lo sé. Todo lo que está pasando, supongo. Dijiste que tú y Lucy solían
ser mejores amigas.
—Al igual que todos los demás, estoy totalmente asustada —le dije.
—No lo sé. Supongo que fue... porque soy nuevo aquí, ¿sabes? No estoy
seguro de querer de que la primera impresión de todos sea: “Oh, él es un
metedor de pata”. Y tengo la sensación de que las personas no pensarían
eso de ti.
—Bueno, gracias por decirlo. Tengo que admitir que sí que me molestó.
—Me voy por este camino. —Él inclinó la cabeza hacia la izquierda.
—Ah, ¿sí? —Subió las cejas de Tyler con sorpresa—. Yo, también. Vamos a
estar en la mesa juntos.
......................................................................
10 comentarios
Ru22cool? dijo...
Str-S-d dijo...
IaMnEmEsIs dijo...
Realgurl4013 dijo...
Ru22cool? dijo...
Oh, wow, Realgurl, ¡eso realmente me hirió! ¡Ay, ay, ay! ¡Me dolió tanto!
Peeerdedor.
ApRilzDay dijo...
¿Qué está MAL con todos ustedes? Son como un puñado de niños de cinco
años. Y escucha, Str-d-S, ¿en serio? ¿Sabes sobre el KARMA, cierto?
Obviamente, escribir y desear que alguien muera no es tan malo como
hacerlo, pero esto aún envía ENERGÍA NEGATIVA al mundo. Y esto
tampoco es bueno para TÍ personalmente. Las personas son atraídas por
personas POSITIVAS, y no estás siendo exactamente positiva cuando estás
deseando que alguien muera. Lo mismo va para el resto de ustedes.
¿Comprendes esto Ru22cool?
Ru22cool? dijo...
Muérete.
Realgurl4013 dijo...
Sé que la gente negativa puede ser una lata. Pero algunas veces no puedes
evitarlo. Si las personas son realmente mezquinas, ¿sabes?
ApRilzDay dijo...
Str-S-d dijo...
Pasé horas la tarde del sábado tratando de escoger un atuendo para Viajes
Seguros esa noche, esperando lucir bien para Tyler sin ser obvia en ello.
Lo mismo fue con el maquillaje. Sólo un poco de sombra de ojos, rímel, un
toque de rubor y brillo de labios. No estaba acostumbrada a gastar tanto
tiempo en mi apariencia, y cuanto más tiempo miraba mi reflejo en el
espejo, más nerviosa me sentía.
—Es nuevo este año. Y nada está pasando, así que podemos por favor, por
favor saltarnos el interrogatorio de padres.
—Esto está delicioso, mamá —dije, luego cabeceé hacia la gran olla en la
cocina—. ¿Pero por qué hay tanto?
—Hoy hablé con Paul —dijo papá—. La policía no ha surgido con nada
sólido, y tampoco el detective privado que contrató. Sonaba muy
deprimido.
—Lo siento —murmuró Dave, y no tuve ninguna duda de que podía leer la
decepción en mi rostro.
—Oh, Dave, no tienes nada por lo que disculparte. —Forcé una tímida
risa—. Es sólo, sabes, me tomó por sorpresa.
—Creo que la vida está llena de sorpresas —dijo con lo que sospeché era
algo medio cubierto con resentimiento.
—Aquí está la cosa que no entiendo —dijo Dave—. ¿Cómo es que las
personas quieren saber más de él, y no de mí?
—¿Y tú piensas que me conoces? Quizás hay muchas cosas que no sabes
de mí.
—Eh… supongo que sólo quiero que las personas sepan que soy un chico
agradable.
—¿Estamos todos listos para esta noche? —preguntó ella mientras Maura
se quitaba su chaqueta para esquiar.
—Se supone que debería haber una fiesta de cerveza en el bosque junto al
campo de béisbol al otro lado del criadero de Tony —dije.
—Hola chicas, sólo estábamos discutiendo el plan para esta noche —les
dijo la Srta. Skelling—. Todo lo que sabemos es que va a haber una fiesta
en el bosque al otro lado del criadero.
—¿Hay algo más pasando allí sobre lo que debamos saber? —preguntó la
Srta. Skelling. Ella no se había quitado su abrigo y tenía la sensación de
que estaba ansiosa de tener todo arreglado para la noche así podía irse.
¿Tenía una cita esperando en alguna parte?
—Escuché que había una fiesta en una casa de los de segundo año en las
colinas —dijo Laurie.
—Cierto. —Dave abrió el cajón del escritorio y sacó la carpeta con anillos
donde grabábamos cada llamada y los detalles de cada “ejecución” que los
equipos de conducción hacían durante la noche.
Ella se fue, pero el eco de sus palabras finales me hizo recordar como un
no muy sutil recordatorio de mi reciente falla al seguir las reglas. En la
oficina de Viajes Seguros creció un incómodo silencio por unos minutos.
Dave me miró y traté de darle una mirada que dijera: No lo tomes en serio.
Es sólo Sharon siendo Sharon.
—Vi eso —espetó Sharon—. Dios, ustedes son tan presumidos. Tan
correctos. Me ponen enferma.
Hasta que eso empezó a cambiar. Casi parecía que cuanto más confiada
era Lucy más lo tenía, y menos tenía que tratar. Por los últimos seis
meses, Adam se había sentido atrapado. La Lucy juguetona y sexy se
había convertido en alguien a quien él en privado llamaba “Madre Lucy”,
alguien quien parecía tener toda su vida juntos ya planeada, sólo que no
era necesariamente la vida que él quería. Él entendía que parte de su
problema provenía de su condición. Ella no podía lidiar con la
incertidumbre. Debido a que los dilemas y ambigüedades podrían
fácilmente inclinarla hacía la depresión, siempre necesitaba sentirse
certera y definitiva. Y una vez que él había sido consciente de su
condición, se sintió obligado a hacer cualquier cosa que la ayudara a
sentirse estable y segura.
Pero una cosa que sí ofrecía la fiesta de cerveza era una oportunidad para
ponerse real, y obscenamente borracho. Había vivido con esta pesadilla
una semana completa, y necesitaba un respiro. El olvido sonaba genial.
—Hagámoslo.
—¿Alguna novedad?
Adam sacudió la cabeza y tomó un gran trago. El frío líquido contrastó con
el fuego instalado en su garganta por el Jack Daniels.
—Hola Mads, es Adam. —Él estaba balbuceando: “Es Adam” sonó como
“Sadddam”—. ¿Estoy en el restaurante junto al campo? Ese junto a…
junto a…
—¿Dónde más?
—¿Quién era? —Dave miró sobre el otro escritorio. Tenía el control del
DVD en sus manos y había pausado la película cuando el teléfono sonó.
Los dos equipos de conductores sentados alrededor de la tele levantaron
las cabezas atentamente.
—Adam —dije.
Pero cuando sus ojos se enfocaban, su mente parecía hacer lo mismo, y los
pensamientos que buscaba ahogar al emborracharse tanto parecían volver
a la superficie. ¿Dónde estaba Lucy? ¿Cómo podía alguien simplemente
desaparecer? ¿Qué podría haberle pasado?
—¿Te gusta? —preguntó. Sus lentes se deslizaron por su nariz y los puso
en su lugar con el dedo. Me pregunté por qué insistía en usar lentes que
hacían sus ojos tan grandes. Seguramente había lentes de contacto que
ayudaban.
—¿Hola?
No sería la primera vez que alguien llamaba para un Viaje Seguro, luego
cambiaba de opinión, pero así no funcionaba Adam. Era demasiado
responsable. Incluso borracho.
—Ya lo hicimos.
Abrí los ojos. La habitación estaba a oscuras. La única luz entraba por la
puerta abierta. Usando un albornoz, mamá se inclinó hacia mí,
sosteniendo el teléfono.
—¿Hola?
Me senté en la cama.
—Sharon y Laurie.
—¿Dónde?
—En el deli cerca del estadio. Esa fiesta de cerveza del que hablamos
anoche.
—¿Ellas lo buscaron?
—Voy a llamarlas ahora mismo. Vuelve a dormir. —La Srta. Skelling colgó.
—Él pudo haber estado en casa de Greg anoche —dije, pensando, o con
Courtney, quien se había ido con Maura poco después de Sharon y Laurie.
Tal vez Adam estaba bien. Era muy posible que Courtney lo hubiera
llamado y le dijera que la esperara. Y tal vez era concebible que se hubiese
olvidado de llamar a casa. Después de todo, él había sonado realmente
destrozado por teléfono.
De repente, supe lo que tenía que hacer, pero tenía que hacerlo sola. Me
froté los ojos.
Tan pronto como se cerró la puerta, llamé a Adam, pero contestó su buzón
de mensajes. Entonces llamé a Courtney.
—¿Eh? No.
—Él no está aquí, Madison —dijo ella, con molestia arrastrándose a través
de su somnolencia—. No sé dónde está.
—No.
—No.
—Pero el que dejó esa nota lo sabía —le dije—. Dijo que mis amigos y yo
estábamos en peligro.
—¿Cómo qué?
—Tal vez decidieron huir. Tal vez la presión fue demasiada para ellos. Tal
vez ella quedó embarazada y decidió tener al bebé. ¿Quién sabe?
Yo sabía. Nada de eso era cierto. Yo lo sabía por lo angustiado que estaba
Adam ese día que había hablado conmigo en el almuerzo. Yo lo sabía,
porque él era un amigo cercano y no habría mentido cuando dijo que
estaba rompiendo con Lucy. Yo lo sabía, porque si ese fuera el caso, ¿por
qué alguien dejaría esa nota? Estaba dispuesta a apostar cualquier cosa a
que Lucy no estaba embarazada y que ella y Adam no tenían ningún plan.
Capítulo 13
Traducido por Dai, Clary y Pilitas
¿Por qué, Lucy? Pensamos que estarías feliz de reunirte con tu novio.
¿Qué, Lucy? De verdad, querida, tienes que hablar más alto. Oh, ya
vemos, tu lengua está hinchada y es doloroso hablar. Sabemos que estás
débil porque no has comido, ni bebido. Pero, mira, ¡Adam se está
despertando de nuevo! ¿No vas a darle un beso para saludarlo? Oh,
querida, está enfermo. ¿No es eso demasiado malo? Pero suponemos que
eso es lo que pasa cuando bebes demasiado. Vamos, Lucy, no puedes
alejarte tanto de ello. Así que sólo acostúmbrate.
La única persona con la que me gustaría hablar era con Tyler. Aunque
todavía estaba decepcionada porque no había estado por aquí la noche
anterior, este era el tipo de cosas por las que sentía que podía llamarlo. O
tal vez sólo estaba usándolo como una excusa para conectar. Marqué, me
atendió su correo de voz y dejé un mensaje.
Después de un tiempo, Courtney apareció en la lista de mensajería
instantánea. Así que ahora las dos sabíamos que la otra estaba en línea.
¿Cuánto tiempo íbamos a ignorarnos? Había momentos en que había que
estar por encima del orgullo y hacer lo correcto. Le mandé un mensaje.
—No creo que Lucy y Adam se escaparan —dijo Courtney más tarde esa
misma tarde. Por el momento, o tal vez para siempre, habíamos puesto de
lado nuestras discrepancias. Después de varios días de fría lluvia, se había
vuelto cálido y soleado. Bajo un cielo azul de noviembre, nos sentamos en
una mesa de metal fuera de Starbucks, las dos sintiendo la necesidad de
salir de nuestras casas. Yo llevaba una sudadera con capucha y la
chaqueta. Busqué mi bufanda roja de cachemira en casa, pero no pude
encontrarla, y me pregunté si la había dejado en la oficina de Viajes
Seguros la noche anterior. Courtney llevaba gafas de sol. Cada pocos
momentos ella empujaría el dobladillo de su capucha bajo las gafas y
sobre la esquina de un ojo. Así que sabía que estaba molesta.
—Yo tampoco —le dije—. Pero puedes ver cómo otra gente lo cree. Todas
las otras explicaciones son tan espeluznantes.
Courtney aspiró y volvió a secarse los ojos bajo las gafas de sol.
—¿Qué, con Maura? —Courtney hizo una mueca, como si las palabras
interesante y Maura no pudieran estar conectadas—. Ella me da
escalofríos.
Antes de que pudiera responder, Jen cruzó por la calle con su auto,
inclinada sobre el volante y mirando al Starbucks. Cuando nos vio a
Courtney y a mí, pisó los frenos tan fuerte que casi fue chocada por el auto
detrás de ella. Ella rápidamente estacionó en paralelo y salió. Courtney y
yo intercambiamos una mirada de “prepárate”.
—Sólo estoy diciendo que si algo malo les ha pasado, tal vez no sea una
coincidencia. No me digas que no habías pensado en eso.
—No sabemos si algo malo les ha pasado a cualquiera de ellos —le dije.
Courtney miró más allá de mí hacia la manzana donde Greg, Reilly y Jake
estaban llegando por la acera. Las manos de Greg y Jake estaban metidas
en los bolsillos de sus jeans.
La miramos fijamente.
—Ayer por la noche. En la fiesta. No puedo creer que no lo relacionara
hasta ahora. —Reilly se llevó la mano al pecho como si quisiera evitar la
hiperventilación.
—No lo sé, sólo cosas —dijo Reilly, aunque desde la mirada distante en sus
ojos se podía ver que incluso mientras contestaba, ella seguía buscando en
su memoria—. Yo tenía un par de cervezas y hablé con mucha gente. Estoy
tratando de recordar.
—No en ese momento. Quiero decir, él no conocía a nadie así que estaba
preguntando, eso es todo. Sólo haciendo conversación. Parecía bastante
natural.
—¿Y estás segura de que nunca dijo de dónde era? —le pregunté.
Le presenté a Reilly.
—Gracias por llamarme —dijo en voz baja—. Esto podría ser útil.
—Es bastante obvio que el detective piensa que este hombre misterioso
está involucrado de alguna manera —dijo Jake.
—¿Quién sabe? —dijo Jake—. Es un poco raro que primero el tipo le haga
algo a Lucy y luego regrese por Adam.
—Yo diría que es más que sólo un poco raro —dijo Courtney—. Es
totalmente raro. Como en la categoría de raro de cosas-que-sólo-suceden-
en-películas.
Escuché sólo con media oreja. Quien fuera que había dejado esa nota
sabía que Lucy, Adam y yo éramos amigos. Eso no sonaba como algo que
algún “hombre misterioso” podría haberse imaginado sólo hablando con
chicos en una fiesta. Parecía mucho más probable que la nota hubiera sido
escrita por alguien que nos conocía. Me estaba preguntando sobre ello
cuando, a mitad de camino de la manzana, un auto púrpura de aspecto
familiar dobló por la esquina. Era Tyler, quien le había dicho a David que
estaría lejos este fin de semana.
Nos sentamos y hablamos por poco tiempo. Para este momento ya era
tarde y el sol se ocultaba debajo de un edificio y lanzaba una sombra sobre
nosotros. La acera empezaba a sentirse fría.
—Es mejor pasar el rato en casa —dijo Greg, y otros asintieron con la
cabeza. Courtney me dio una mirada curiosa.
—Posiblemente pase por allí —dije—. Pero primero tengo que sacar la
basura del establo de Val y supongo que tengo que almorzar con mis
padres. —Entonces tuve otra pensamiento—. ¿Alguna otra cosa chicos?
No importa donde salgan esta noche, intenten estar en parejas, como un
sistema de compañeros, ¿de acuerdo?
Me alegró que ella hubiera decidido decirme, pero lo lamenté también. Una
razón por la que era amiga de Courtney era porque ella tenía esa salvaje e
impredecible cualidad: lo opuesto a mí, Sra. Predecible No Salvaje. Su falta
de control era la cosa más envidiable considerando cuan restringida había
sido yo enseñada a ser. Pero nunca se me ocurrió que ella podría hacer
algo tan bien, por supuesto era egoísta, pero también era tan… fuera de
límites. En mi opinión, estar con el novio de otra chica no puede
justificarse, no importa quien fuera él o ella.
—¿Enojada?
—Lo sé… ¿pero en serio, Madison? Podría decirte que él no quería estar
con ella. Conoces esa mirada que te dan los chicos.
Asentí pero secretamente no estaba segura. ¿Yo había recibido incluso esa
mirada?
—Sólo porque un chico te mire… quiero decir, tú podrías recibir eso todo el
tiempo.
—Oh, ¿Madison?
—¿Sí?
Asentí.
—Lo más extraño que he escuchado jamás. Sabes, un detective vino por
aquí en hoy, preguntando por halotano. —Él podía decir por el gesto que
hice que no sabía de lo que estaba hablando—. Se trata de un producto
químico que usan los veterinarios para anestesiar animales. Quería saber
si teníamos alguna de esas cosas, o si yo sabía quién podría. Le dije que
no, y la única gente que pudiera imaginar serían los veterinarios locales,
como el Dr. Harris y el Dr. Costello.
Dentro del establo saqué la basura del puesto de Val y pensé acerca de
haber visto a Tyler en la ciudad unas horas antes. Habían probablemente
muchas explicaciones a eso, y todavía me hacía sentir incomoda. ¿Por qué
tenía que enamorarme de él de todas las personas? ¿Por qué no pude
haber escogido a alguien un poco más predecible y más fácil de entender?
Estaba oscuro para cuando terminé. Le dije Adiós a Val y me fui del
establo oeste poniendo el pestillo detrás de mí. Afuera, el aire había
enfriado, y me detuve para ver mi respiración saliendo en una nube de
vapor. De pronto escuché relinchar y golpear desde el interior del estado
este a través el campo. Podría haber sido un caballo quejándose o
moviéndose en su establo, pero sonaba demasiado frenético.
Ninguna respuesta.
Fui corriendo al puesto de Val. Al igual que los otros caballos ella estaba
sacudiéndose y relinchando pero nada parecía estar mal. Escuché un
crujido y me di la vuelta. ¡Bang! La otra puerta del establo se cerró. Luché
contra el impulso de correr hacia ahí. Mi corazón estaba golpeando y tomé
unas respiraciones profundas tratando de calmarme.
Los siguientes minutos fueron los más largos que nunca había
experimentado. Los caballos se calmaron pero yo no. Nudos en mi
estómago, corazón golpeando, temblando de la cabeza a los pies, esperé.
Allí estaba el Sr. Farnsright con sus cejas pobladas en una profunda V.
Él frunció el ceño.
—Lo había. Y no sé por qué. —Salí al aire frío. La noche había puesto
silenciosa.
—Por el amor de Dios, Maddy, dado lo que ha pasado, ¿tu creíste que era
una buena idea?
Él tenía razón.
Finalmente dijo:
—¿Acerca de qué?
—Pero seguimos sin saber qué es lo que está pasando. Tal vez mis
neumáticos fueron acuchillados por error. Tal vez quien lo hizo pensó que
era otra persona.
—No estoy seguro de que se pueda aplicar la palabra habitual a lo que los
secuestradores hacen —dijo Papá—. Lo que sí sé es que el secuestro ha
cambiado. Se ha convertido en un problema internacional con los carteles
de la droga y la participación de los terroristas. El ángulo terrorista es
particularmente preocupante porque logra dos objetivos. Ellos pueden
obtener dinero para sus actividades y traen temor al corazón de la gente en
todo el mundo. Tú sabes que siempre ha sido uno de mis mayores
preocupaciones.
M. Archer y Compañía era conocida por estar vinculados con gente de gran
riqueza. Mientras que otros chicos aprenden a mirar ambos lados al cruzar
la calle, yo estaba aprendiendo qué hacer si alguna vez era secuestrada. Lo
que el público en general no sabía, y la policía sólo sospechaba, era que el
secuestro de los hijos de padres ricos pasaba más frecuentemente de lo
que se informa en las noticias. Más familias ricas estaban mucho más
interesadas en pagar rápidamente el rescate y conseguir que sus hijos
regresaran que en resolver el crimen, por lo que la policía era rara vez
notificada. En su lugar, los especiales “intermediarios” eran usados para
negociar rescates y entregar las sumas. Sólo los abogados de las familias
ricas parecen saber quiénes eran estos “intermediarios”.
—No quiero ir lejos, papá. Tienes mi palabra que, a partir de este
momento, no iré a ningún lugar sola.
—Un detective fue a los establos esta misma tarde preguntándole al Sr.
Farnsright sobre él. Tengo que pensar que tiene algo que ver con Lucy y
Adam, pero no me puedo imaginar qué.
Papá estaba callado de nuevo y sabía que estaba pensando acerca de esto.
Finalmente sacudió la cabeza.
......................................................................
10 Comentarios:
Realgurl4013 dijo…
ApRilzDay dijo…
Eso es TOTALMENTE extraño, pero estoy de acuerdo, tiene que ser algún
tipo de coincidencia. No puedes hacerte responsable. Pero sólo entre tú y
yo, creo que también puede ser una SEÑAL de que es momento de que
DEJES de desear que la gente muera.
Tony2theman dijo…
Tweenypie dijo…
Mi amigo Tony me dijo que leyera este blog. ¿Es esto cierto? ¡POR DIOS!
¡Es tan increíble! Quiero decir, ¿y si tú tienes EL PODER?
Tony2theman dijo…
¿Dónde estás, Str-S-d? ¿Podrías venir a mi escuela? Tengo algunas
personas de las cuales podrías deshacerte por mí.
ApRilzDay dijo…
REALMENTE no creo que esto sea divertido. Y tampoco creo que Str-S-d
piense que sea divertido. Quizás ustedes podrían IRSE, ¿de acuerdo?
Tony2theman dijo…
¿Quién te preguntó?
Aexl dijo…
Esto es una mierda. Esta Str-S-d lo hizo todo. Es sólo para llamar la
atención. Es por eso que ella nunca dirá dónde está.
ApRilzDay dijo…
Yo le creo. Podría haber MUCHÍSIMAS razones para que no nos diga dónde
vive.
Axel dijo…
¿Dices que ella no despertará, Adam? Qué pena. ¿Quieres que hagamos
algo al respecto? ¿Qué sugieres? Oh, Adam, ¿no estás siendo un tonto?
Ahora, no te enojes. ¿Ves lo que tenemos en nuestras manos? Sabes lo que
pasa cuando lo usamos. ¡Oh, querido, qué cosa tan desagradable para
decir!
Ohhh, duele cuando hacemos eso, ¿a que sí? Entonces creemos que
tendrás que disculparte por lo que dijiste. ¿No estás listo? Lo estarás.
Sí, mírate con tus lágrimas. Nos preguntamos cuantas personas han visto
al gran Adam Pinter llorando. Sí, creímos que te disculparías después de
eso. ¿Por qué hacemos esto? Porque lo mereces, por eso.
¿Qué hiciste para merecerlo? Creemos que sabes lo que hiciste. No todos
podemos nacer apuestos y fuertes y talentosos como tú. ¿Nunca te
detuviste, ni por un minuto, a pensar en lo afortunado que eres?
¿O, mejor dicho, eras?
Capítulo 14
Traducido por Dai (SOS)
—No me gusta esto —se quejó mamá mientras pasábamos—. Quiero que
te mantengas alejadas de las cámaras y vayas directamente al interior del
edificio.
—Es por los chicos desaparecidos, imbécil —espetó Jake—. ¿Qué más?
—¿Cómo fue?
—Si tienen que salir por la noche —continuó el director—, les insto a ir
con un amigo o un familiar. Bajo ninguna circunstancia deben salir solos
por la noche. Además, me gustaría sugerir fuertemente que intentaran
restringir las fiestas y todas las otras formas de encuentros que involucran
el consumo de alcohol.
—Oh, uh, sí. —Tyler apartó los ojos y miró al suelo—. Algo ocurrió.
Tyler se detuvo.
El ceño de Tyler se frunció, y me pregunté por qué esta noticia tendría tal
impacto en él.
Courtney me dio una mirada rápida, para asegurarse de que quería estar a
solas con él. Asentí con la cabeza, y le dijo a Tyler:
—¿Estás enojada conmigo o algo? —preguntó una vez que ella se había
ido.
—Le dijiste a Dave que ibas a irte de fin de semana, pero estabas en la
ciudad la tarde del domingo.
—Sí, bueno, sentí como si tuviera que darle una buena razón para tomar
mi lugar.
Él frunció el ceño.
—Whoa, tal vez le mentí a él, pero no a ti. Quiero decir, ¿cuál es el
problema? Dime que nunca has inventado una excusa para escapar de
algo de último minuto.
Él tenía razón. La gente inventaba excusas como esa todo el tiempo. Así
que tal vez yo no estaba muy molesta porque me había mentido. Tal vez
estaba molesta porque había decidido hacer otra cosa en vez de estar
conmigo. Para entonces habíamos llegado a mi clase de física.
—Yo estoy, uh, aquí —dije, sintiéndome una vez más confundida e
incierta.
La miré fijamente, con los ojos abiertos. Así que era posible que el “hombre
misterioso” se hubiera enterado que Lucy, Adam y yo éramos amigos. Y
eso significaba que podría haber dejado la nota en la caseta del centinela.
Pero ¿por qué?
—¿Pasa algo?
Sonreí y les dije hola, pero Courtney fue menos entusiasta. No porque no
le gustaran las chicas, pero me imaginaba que porque estaba molesta por
el plan descarado de Jen de llenar el vacío dejado por Lucy. Como si Lucy
se hubiera ido para siempre.
—Entonces, ¿qué creen del toque de queda voluntario? —preguntó Jen con
un ligero balanceo de los ojos para hacernos saber lo que pensaba de él.
—Ya vuelvo. —Me levanté y me dirigí a la fila del almuerzo, y luego rodeé
de nuevo hacia la mesa de Tyler, con la esperanza de que Jen no estuviera
prestando atención. Tyler estaba ocupado leyendo un libro titulado
Asesinos en serie: El Método y la locura de los Monstruos.
—¿Eso es lo que has venido aquí a decir? —La cara de Tyler era
inexpresiva.
—No. Vine a decirte que lo siento. Lo que le digas a Dave no es asunto mío.
Cuando Tyler asintió con la cabeza pero no dijo nada, comencé a sentirme
aún más incómoda.
—Yo no diría que me gusta —dijo Tyler—. Tal vez me gustaría entenderlo.
Es mucho más interesante que lo que está dentro de la norma. Aunque,
probablemente estés en desacuerdo. Probablemente te gusta la norma
porque es segura.
Me estaba provocando. Sólo que esta vez, era fácil no morder el anzuelo.
Tyler asintió.
Poco a poco, excepto por los mayores y algunos chicos alrededor de Maura,
la cafetería comenzó a regresar a la normalidad. Las cosas rápidamente
volvieron a ponerse emocionantes cuando dos paramédicos llegaron con
una camilla. Pero entonces sonó la campana y el Director Edwards mandó
a todos a clase.
Capítulo 15
Traducido por Dai
—No tienes que pedir disculpas. No hay nada malo en preocuparse por
alguien que no está en tu grupo. Ella está mucho mejor, gracias.
Esperamos que vuelva mañana a la escuela.
—¿Madison?
Me detuve.
—¿Sí?
—Bueno... debe ser por mis padres, ¿sabe? —Me retiré del salón—. Sin
embargo, gracias.
—¿PBleeker? —dije.
—¿Cómo?
—¿Debería?
—La mejor —estuvo de acuerdo—. Quiero decir, como todo el mundo sabe
que es difícil ser un adolescente, ¿no? Y tú crees que eres el único que se
siente de esa manera a pesar de saber que no puede ser cierto. Y luego
está esa línea donde Juno dice…
—“Creo que eres la persona más genial que he conocido. Y ni siquiera
tienes que intentarlo” —cité—. Y Paulie dice: “Lo intento muy duro, la
verdad”.
Dave sonrió.
—Lo estaba. Es una gran línea. ¿De verdad crees que es verdad?
—No… quiero decir, sí. Es sólo que algunos de nosotros, cuanto más lo
intentamos, somos menos geniales. El problema es que si no lo
intentamos, tampoco somos geniales. De hecho, no importa lo que
hagamos, no somos geniales.
—Eso es gracioso.
Dave sonrió.
—Sí, ya sabes, pensé que sería divertido. Y quería que fuera gracioso. Pero
también estaba hablando en serio. ¿Eso tiene sentido?
—¿Quién gana?
El inesperado estallido de risa de los labios de Dave fue tan ruidoso que la
gente alrededor en la biblioteca levantó la vista de lo que estaban
haciendo. David se agachó detrás del Nacional Geographic.
—Oh, sí —dijo—. Por lo menos una docena de personas al día. Y eso sin
contar a todas las personas que me dicen que me parezco a Zac Efron y a
Kevin Jonas. Te lo estoy diciendo, Madison, con toda la atención que
recibo, a veces es difícil ser sólo yo.
Los dos nos reímos y luego nos quedamos en silencio. Esperé para ver si
tenía algo más que decir, pero no lo hizo.
—Bueno, supongo que será mejor que vaya a trabajar. —Me levanté y me
giré para mirarlo.
Dave estaba mirándome con los ojos entornados. Sólo que ahora no se
parecía tanto a Michael J. Fox.
—Gracias, Madison —dijo.
—¡Detente!
Laurie puso el coche contra la acera y le dio a Sharon una mirada burlona.
El pánico se apoderó de Sharon. Se sentía como si su temperatura hubiera
subido cinco grados. Se mordió el labio hasta hacerse daño.
—Oh, Dios —gimió Sharon. Sus entrañas patas para arriba. Estaba segura
de que sería arrestada. Esa pequeña asquerosa Maura había enviado a la
policía de narcóticos sobre ella. Estaba jodida.
Sharon asomó la cabeza por encima del tablero sólo lo suficiente para ver.
La calle estaba vacía. Se deslizó de regreso al asiento del pasajero.
—¿Qué te pasa?
—¿Hola?
—Hola, tengo ese libro que el señor Osmond nos pidió que leyéramos —
dijo Sharon—. No estoy muy lejos de tu casa y éste sería un buen
momento para que te lo lleve.
Sharon hizo que Laurie la llevarla a la casa de Maura. Maura salió con una
blusa blanca manchada con una lágrima en el cuello. Qué perdedora,
pensó Sharon mientras abría la ventana del coche. En voz baja le dijo:
—No, no lo hice.
Esa fue una respuesta inteligente, pero sonaba demasiado inteligente para
Maura.
—No, no lo estoy.
—Si descubro que estás mintiendo, te daré una paliza. —Se volvió a
Laurie—. Vámonos.
—Sí.
Laurie asintió.
—Prométeme que no te irás a menos que todo esté bien —le pidió Sharon.
—Te lo prometo.
Capítulo 16
Traducido por Teffe_17
¿Y ahora qué? Llamé de nuevo. Y otra vez obtuve su mensaje de voz. Era
posible que hubiera dejado la batería de su teléfono muerta. Probé el
teléfono de su casa y conseguí otro mensaje de voz. El siguiente paso sería
llamar a la puerta, pero al pensar en ello, sentí mi estómago ponerse tenso
y mi corazón comenzar a latir con fuerza.
—La recojo cada mañana —le dije—. Si ella no estuviera ahí, habría
llamado y me lo hubiera dicho.
—Sí, pero…
—Creo que es ésta. —Paré debajo de una ventana con cortinas verdes.
—Sólo espero que ella esté en la escuela —dije, pero al mismo tiempo sabía
que las posibilidades eran escasas. ¿Cómo podría haber llegado hasta allí?
—Ella tiene la primera clase en el laboratorio de física —le dije cuando nos
reencontramos en el estacionamiento de estudiantes. Me dirigí hacia la
entrada, sin darme cuenta de lo rápido que iba caminando hasta que noté
que Tyler estaba prácticamente corriendo a mi lado.
—Trae a Jen Waits aquí, pronto. —Se volvió hacia Tyler y yo—.Ustedes dos
vayan a clase.
Escuché lo que dijo, pero no lo procesé. ¿Ir a clase? ¿En un momento como
éste? ¿Por qué? ¿Para qué?
Fui con él al pasillo. Todo daba vueltas y me sentía mareada. Con cada
latido de mi corazón, la palabra no retumbaba en mi cabeza. ¡No! ¡No! ¡No!
¡No Courtney!
Quería que Tyler estuviera de acuerdo, pero no dijo nada. Era casi como si
supiera algo que yo no sabía. ¿Era eso posible? ¿O estaba volviéndome
loca lentamente imaginando tonterías?
Al final del pasillo, una puerta del salón se abrió y salió Jen.
—Es por eso que el Director Edwards quiere verte. ¿Hablaste con ella
anoche?
—¿Qué? —pregunté.
Oh, ¿no es esto divertido? Ahora que hay tres de ustedes, podemos tener
una fiesta. Lo siento, Adam, ¿dices que Lucy es fría? Sí, siempre pensamos
que lo era. Sí, Adam, sabemos que no es a lo que te referías. Oh, por favor,
Adam, no seas tan duro con Courtney. Ella tiene derecho a llorar si quiere.
Francamente, pensamos que estarías encantado de tener a tus dos
mujeres favoritas a tu lado.
¿Acabas de llamarnos psicópatas sádicos? ¡Oh, mi, qué palabras más
duras! Oh, ahora, no trates de arrastrarte o pedir disculpas. Sabemos que
eso es lo que siempre haces. ¿No sabes que una vez que las palabras
salen, el daño está hecho? No puedes pedir disculpas y alejar el daño que
causaste. No puedes ir por ahí pensando que sólo porque te disculpes,
todo vuelve a ser como era.
Una explicación era que la persona que había cortado los neumáticos
había dejado la nota. Una vez que vi que los neumáticos fueron
acuchillados, nunca miré en el interior del coche. Pero ¿por qué iba
alguien a acuchillar mis neumáticos y luego dejar una nota diciendo que la
gente todavía estaba en peligro y que necesitábamos reunirnos y hablar?
—Sip.
—No es ningún problema. —Me volví para salir—. Perdona que te haya
molestado.
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2 Comentarios:
Realgurl4013 dijo…
¡OMG! ¡Esta es la cosa que ha estado en televisión! ¡Yo lo vi! ¿Vas a esa
escuela? ¡Increíble!
ApRilzDay dijo...
Yo también lo vi. Tú TIENES que ir a la policía y decirles. ¿Qué si esos
chicos todavía están vivos? ¿Qué si esa persona los tiene? Aún si es
demasiado tarde, ¿quieres que esa persona se SALGA CON LA SUYA con lo
que ha hecho?
Capítulo 17
Traducido por Pilitas
Todos habíamos escuchado de escuelas que habían sido cerradas, pero era
la primera vez que escuchaba de un pueblo entero siendo cerrado. Al
menos, ese era el modo en que se sentía. Tan pronto como se habló sobre
la desaparición de Courtney, todo se puso en alerta roja total. Algunos
padres insistieron en mantener a sus hijos en casa. Y la mayoría de los
que no lo hicieron, insistieron en llevar a sus hijos a la escuela y luego los
mantenían en casa durante el resto del día.
http://www.journalnews.com/vtm/news/article/murder_unso
lved
—Hola.
—¿Trabajas en el taller?
—Oh, seguro, Madison, eso es justo lo que habría querido que todos
supieran. Que soy un mecánico clandestino. Entonces realmente encajaría
por aquí.
Frunció el ceño.
—No.
—¿Estás seguro?
—Creo que sabría si dejé una nota. ¿Por qué? ¿Qué decía?
—¿Qué es esto?
—¿Por qué? ¿Y por qué estoy siendo interrogado por ti? ¿Estoy bajo
sospecha por algo? ¿Quién te da el derecho de preguntarme estas cosas?
Cerré mis ojos y levanté mi boca a la suya. Un momento después sentí sus
labios en los míos.
Fue sólo el frío lo que lo hizo terminar. Tyler alejó sus labios.
—Estás temblando.
—Está bien —dije, mis brazos aún alrededor de él, no queriendo dejarlo ir.
Nuestros ojos se encontraron nuevamente. Esta vez, los suyos eran más
suaves, pero no menos intensos.
—No importa de qué más se hable, todavía vamos a pensar en lo que está
pasando —dijo Greg—. Quiero decir, ¿cómo puede alguien no pensar en
ello? —Señaló la ventana con la línea de camionetas de los medios de
comunicación estacionados en la calle. Otros alrededor del salón
asintieron de acuerdo. Un velo de ansiedad, miedo y tristeza se había
apoderado de la escuela. Los maestros trataban de seguir adelante con la
tarea normal de enseñar, los estudiantes trataban de aprender, pero
mayormente simplemente pasábamos por las propuestas.
Reilly suspiró como para indicar su desagrado. Pero ella no tomó el pase.
—Tal vez porque tenía que ser lo suficientemente fuerte como para someter
a alguien como Adam —adivinó Jake—. Era un tipo fuerte y bastante
grande.
Esta crisis ha hecho que la gente cambie de forma inesperada. Greg, que
siempre había sido un bromista que se preocupaba por los deportes,
fiestas y poco más, se había convertido en taciturno y considerado desde
que su mejor amigo había desaparecido.
Qué extraña pareja, pensé. No porque ellas fueran una pareja, sino porque
una es tan beligerante y la otra tan dócil.
—Tal vez no es una persona —señaló Dave—. Tal vez son dos.
Todo el mundo asumió que se refería a Sharon y Laurie. Sharon le hizo
una mueca a Dave, que le devolvió la sonrisa con aire de suficiencia, como
si él pensara que había ganado la ronda.
Una vez más, miré a Tyler. Él estaba mirando al frente. ¿No sería más
natural para él mirarme ya que era yo quien estaba hablando? Sobre todo
porque yo había mencionado a los asesinos en serie.
—Espera un minuto —dijo Dave—, ¿no es posible que los policías sepan
mucho más que nosotros? Si han traído a este perfilador, ¿no es porque
tienen razones para pensar que Lucy, Adam y Courtney han sido víctimas
de un crimen? Quiero decir, si no, ¿por qué lo harían?
—Lo siento, pero creo que esto es realmente enfermo —dijo Reilly—. No
tenemos idea de lo que está pasando. Estamos hablando de nuestros
amigos como si fueran temas en algún plan de clases, no como si fueran
personas reales.
Los murmullos aumentaron a través del salón y los ojos se movieron hacia
Tyler, quien levantó la mano.
—No me importa. Solo que, ¿sabes qué? Yo realmente creo que se puede
perfilar personas. He leído un poco acerca de tiradores en escuelas. Y son
casi siempre hombres y solitarios.
—¿Qué pasa con todos los hombres solitarios que usan un abrigo negro y
no son tiradores en escuelas? —preguntó nuestro maestro—. ¿Y todos los
del Medio Oriente que no son terroristas? ¿Es justo que se les perfile?
Levanté mi mano.
Los ojos de Tyler y mis ojos se encontraron. Era difícil leer su expresión.
Deseé que me sonriera. Quería saber que el beso había significado algo
para él. Algo duradero.
—Tal vez vale la pena —dijo Greg—. Quiero decir, si se pudiera salvar a
otra persona de... desaparecer.
Tyler no contestó. Tal vez pensó que yo estaba haciendo conversación. Tal
vez se había perdido en sus propios pensamientos sobre las cosas que
había insinuado que yo no sabía. Lo tomé de la manga, lo jalé a un lado
del corredor y bajé la voz.
—Me molesta totalmente que insinuaras que sabes lo que está pasando. Si
eso es verdad, en serio tienes que ir a la policía. Vidas de personas están
en juego, Tyler. No es una especie de juego.
—Oye —le dije, recordando lo que había sucedido unos días antes—.
¿Cómo estás? ¿Qué pasó el otro día? ¿Este es tu primer día de regreso?
—Se trata de lo que está pasando —dijo Maura, sin dejar de mirar hacia
abajo—. Pero si te digo, tienes que jurar que no se lo dirás a nadie. Ni a un
alma. ¿Puedo confiar en ti?
¿Confiar en mí? Sentí una punzada de comprensión. ¿Era ella la que había
estado dejando esas notas?
—Lo sé —dijo Maura—. Pero tienes que jurarlo. Es la única manera en que
puedo decirte.
Pensé en Courtney, Adam y Lucy y decidí que tenía que escuchar lo que
tenía que decir. Y si tuviera que hacerlo, rompería mi promesa. ¿Qué otra
opción tenía?
Maura se acercó y habló en voz tan baja que apenas podía oírla.
Maura asintió.
—¿Están muertos?
—Así que, ¿eso es todo lo que hiciste? ¿Sólo deseaste que murieran? ¿Pero
en realidad no tienes ni idea de lo que pasó con ellos?
Maura frunció el ceño y entreabrió los labios, como si fuera a decir algo
más, pero cambió de idea. Tuve la extraña sensación de que había algo
más en la historia.
Por un instante, sus ojos se abrieron con sorpresa y fue entonces cuando
supe que no estaba diciéndome todo. Estaba casi segura de ello. Pero
antes de que pudiera preguntar, ella murmuró algo sobre llegar a su
siguiente clase, y se alejó rápidamente.
—Eres la mejor amiga de Courtney. ¿Qué hay con ello? —Había algo
insistente, ligeramente hostil y exigente en su voz. Fue parte del cambio en
nuestra mesa de almuerzo que había estado notando. Lucy siempre había
sido el punto focal. Era una mesa redonda, y sin embargo, siempre se
sintió como si Lucy estuviera sentada a la cabeza. Con Courtney y Lucy
fuera, Jen no sólo percibió una oportunidad para tomar el control del
grupo, sino que por alguna razón imaginó que estaba de su lado.
—Yo, um... —Busqué por un momento, sin saber qué responder. Eso fue
todo lo que Jen necesitó.
—Tal vez los tres se escaparon juntos. Cada uno de ellos esperó para que
no pareciera que fue planeado.
Era una idea ridícula, pero mantuve la boca cerrada. No había ninguna
razón en el mundo por la que los tres huirían juntos.
—O tal vez —dijo Cassy con un brillo en sus ojos—, Adam y Courtney se
cargaron a Lucy o algo así de jugoso. Y harán de ello una película para la
televisión.
—Una vez me dijo que tan pronto como la escuela preparatoria terminara,
ella se mudaría a San Francisco —dijo Tabitha—. Creo que quiere ahorrar.
Miré hacia atrás para hacerle saber que no me gustó este trato.
Parecía estar bajando su guardia. Algo que nunca antes la había visto
hacer antes.
Ella suspiró.
—No importa.
—Tal vez en el fondo te has dado cuenta que una vez que pasas el
exclusivismo, son seres humanos como todos los demás. Que ellos no son
malos y que nunca hicieron nada para dañar intencionalmente a alguien.
Me miró en el espejo.
—¿Qué?
Su expresión cambió.
—Es un anestésico.
Ella asintió.
—Hola —le dije con incertidumbre, sin saber qué pensar. Mis emociones
eran un revoltijo de impulsos conflictivos. ¿Debo preguntarle qué había
estado haciendo? ¿Debo preguntar por qué se alejó de mí en el corredor
aquella mañana? ¿O debo poner mi mano sobre la suya y acercarme,
esperando que me besara como lo había hecho en mi casa?
—Hola —respondió. Nos miramos el uno al otro. Él tenía que saber que yo
sabía que andaba en algo. Esperé. Cuando Tyler miró hacia otro lado, supe
que no me lo iba a decir. De repente mis sentimientos se concentraron en
la ira. No tenía derecho a guardar secretos en un momento como este.
Llegué junto a él y abrí el cajón del escritorio. Dentro estaba el registro de
Viajes Seguros.
—Esto es lo que estabas viendo —dije, más como una afirmación que como
una pregunta.
—Madison, te dije…
—Piensas que los tres tenían algo que ver con Viajes Seguros. Lucy
desapareció después de que la llevamos a su casa. Adam se desvaneció
después de que llamara para que lo lleváramos. Y Courtney era parte de
Viajes Seguros.
Tyler se movió con cuidado en la silla y se levantó.
Sentí un escalofrío.
—¿Quién dijo que era un asesino? ¿Quién dijo que alguien ha sido
asesinado?
No sabes nada de él, pensé. No sabes de dónde viene, ni por qué apareció
de repente un mes después de que empezaran las clases, o qué estaba
haciendo en esta oficina. ¿Acaso quieres estar aquí a solas con él?
Str-S-d: No.
Str-S-d: ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡No!!!!!!!!!!!
Str-S-d: No.
Str-S-d: Nunca.
IaMnEmEsIs: Sí.
Fue la mañana más fría hasta ahora aquel otoño. Unos pocos copos
blancos caían lentamente del cielo gris. Había acabado de salir de mi auto
en el aparcamiento de estudiantes cuando oí un grito. Chicos de todo el
aparcamiento se dieron la vuelta y miraron. Algunos comenzaron a correr
hacia un pequeño terreno con árboles en el fondo de una corta pendiente
junto a la escuela. Otros caminaban lentamente hacia los árboles, como si
quisieran dejar que los corredores llegaran primero. Otros, incluyéndome a
mí misma, todavía no queríamos ir, o mirar, o saber.
Él frunció el ceño.
Negué con la cabeza. No lo sabía. Las sirenas eran más fuertes. Conté dos,
quizás tres diferentes, y sentí un terrible presentimiento. Tyler caminó más
cerca y sentí su brazo alrededor de mis hombros. Me estremecí y esperé
que asumiera que era por el frío, pero la verdad era que no sabía cómo me
sentía. Sí, quería sentir su brazo alrededor de mí, pero sólo si ese brazo
estaba unido a alguien que no tenía nada que ver con las cosas terribles
que estaban pasando. Y justo ahora no estaba segura de eso.
Asentí con cabeza pero tropecé cuando di un paso. Tyler deslizó su brazo
alrededor de mi cintura. No podía decirle que parte de mi incomodidad
surgía de no saber si podía confiar en él.
—Por favor no digas eso. —Al mismo tiempo que pensaba, ¿cuál, o cuáles?
Si son ellos, ¿cómo sabe que no son los tres?
—Por favor presten mucha atención. —La voz del Director Edwards vino
por el sistema de megafonía—. La escuela ha sido cancelada por el resto
del día. Si tienen un teléfono móvil y pueden contactar con un padre o
encargado, por favor llámenlos y que vengan a la escuela a recogerlos.
Después de que hayan realizado su llamada, por favor dejen que alguien
que no tenga un teléfono use el suyo. Los padres y encargados tienen que
venir lo más pronto que sea posible. A nadie se le permitirá salir de la
escuela solo, incluso si vinieron en bicicleta o caminaron esta mañana.
Esta orden ha venido directamente del jefe de policía. Profesores,
confiamos en ustedes para que se aseguren de que ningún estudiante se
vaya sin la compañía de un adulto. Estudiantes, si no pueden
comunicarse con un padre o un encargado, por favor permanezcan en el
salón de clases hasta nuevo aviso.
Le expliqué que algo malo había pasado y que la escuela había sido
cancelada. Mamá estuvo en silencio por un momento. Entonces, dijo:
—Carley Applegate, Jason Prine, James Row, Lacey Williamson. Quien los
viene a buscar está aquí. Los estudiantes que no hayan sido capaces de
comunicarse con sus padres o un encargado, vayan al auditorio. Stuart
Davies, Melissa Sloat, Randal Ellison, Benjamin Carlucci, por favor
reúnanse con quien los viene a buscar.
—Si no te gusta, puedes sentarte ahí y hacerte pis en los pantalones —dijo
la Srta. Skelling.
—¿Cree que tiene algo que ver con los chicos desaparecidos?
—¿Cree que hay un asesino que anda por ahí matando chicos?
Usando una mano para secarse los ojos, mamá apagó la radio con la otra.
Las lágrimas brotaban y se derramaban por mis ojos. Había pasado… la
peor cosa imaginable.
—Lo siento tanto, cariño. Esto es una cosa terrible para que alguien de tu
edad deba lidiar con ello. Es una cosa terrible para que cualquiera deba
lidiar con ello. Y cuando pienso en Paul y Dana… —No terminó la frase. En
vez de eso oí que se quedó sin palabras y comenzó a llorar de nuevo.
—No lo sé, cariño. Nunca había experimentado nada como esto antes.
Nunca había oído nada como esto antes.
¡Rap! ¡Rap! El sonido de nudillos en la ventana nos hizo saltar. Mamá y yo
giramos nuestras cabezas. Una mujer con el cabello negro y lacio estaba
haciéndome señas para que abriera la ventana. Estaba sosteniendo un
micrófono, y detrás de ella había un hombre con una cámara de video.
—Dios, mamá, nunca pensé que llegaría el día en que me dirías que le
mostrara el dedo a alguien.
Y luego estaban las lágrimas, que nunca estaban muy lejos cuando la
realidad de la muerte de Lucy me golpeaba una y otra vez. Cada vez que
terminaba de llorar, bajaba y encontraba a mamá en su computadora y
teléfono, e íbamos a la cocina y hacíamos té. Papá estaba en Londres, pero
mamá se comunicó con él y dejó una cena con algunas personas
importantes para hablar conmigo por un rato. La televisión estaba
apagada. Mamá dijo que habíamos tenido suficientes malas noticias por
un día (aunque tenía la sensación que estaba mirando las noticas
mientras yo estaba arriba.)
—Oh, seguro, gracias. —Dejó la jarra en el suelo y pasé con una cuchara
el sirope ámbar a mi taza. El teléfono sonó y mamá contestó.
Eso no vino como una sorpresa. Todos estaban muy asustados. La escuela
el día siguiente habría sido un desperdicio, y había una buena
oportunidad de que muchos padres mantuvieran a sus niños en sus casas
de cualquier manera. Mamá se sentó y cubrió la taza con sus manos.
Esa noche hubo más noticas sobre Lucy. El médico forense anunció que
había estado muerta al menos veinticuatro horas cuando fue descubierta
en la arboleda cerca de la escuela esa mañana. La causa de la muerte
parece ser la insuficiencia renal por la deshidratación severa. No
mencionaron nada relacionado con sus ojos.
Capítulo 20
Traducido por Lalaemk, Miranda., Clary y Teffe_17
—¿Cómo dormiste?
—Mejor de lo que pensé que lo haría —dije—. Creo que la ansiedad masiva
puede realmente desgastarte. —Me senté y me serví una taza de té—. ¿Qué
pasa?
—Mamá, ya lo he oído.
—No creo que alguien realmente lo sepa. Pero si tuviera que adivinar, la
respuesta sería que alguien no quería que bebiera. —Las lágrimas
empezaron a correr por sus mejillas.
Yo solía ser una persona hogareña, pero por una vez era difícil permanecer
en el interior. Tal vez era la locura de lo que estaba pasando. Tal vez era mi
anhelo de resolver las cosas con Tyler. Fuera lo que fuese, era imposible
que me quedara quieta. No había nada bueno en la tele y no quería
sentarme frente a la computadora todo el día intercambiando mensajes
instantáneos basados en chismes y rumores. Traté de leer, pero eso no
funcionó tampoco. Nada lo hizo.
Yo no quería que se fuera, pero ella tenía razón. Era difícil imaginar algún
lugar más seguro que mi propia casa, en la comunidad cerrada de
Premium Point, en el (antiguo) ultra-seguro suburbio de Soundview.
Ella se fue y deseé que no se hubiera ido. No era lógico; era solo que no
quería estar sola en la casa. Hoy no. ¿A quién podía invitar? Tyler fue el
único que me vino a la mente, y no me sentía cómoda llamándolo.
Y, por supuesto, estaba Tyler. Tyler, Tyler, Tyler, hasta que sentí que me
volvería loca.
Estaba la universidad para pensar en ella. Pero luego imaginé cómo sería
el primer día. Conocería a otros estudiantes que me preguntarían de dónde
venía, y tan pronto como les dijera Soundview, pondrían sus manos sobre
sus bocas y jadearían: “¿No fue allí donde esos chicos desaparecieron y esa
chica fue asesinada?”.
Estaba casi segura de que todas las puertas corredizas estaban cerradas.
Una vez que las cerrábamos durante el invierno, nunca pasábamos a
través de ellas. Pero él no lo sabía eso. Se movió más lejos a lo largo de la
parte exterior del corredor, hasta la siguiente puerta corrediza. ¿Qué iba a
hacer una vez que se diera cuenta de que todas las puertas estaban
cerradas? No lo sabía, pero sí sabía que no podía permanecer en el jacuzzi
por más tiempo. Pero si salía, me iba a ver. Desnuda.
Salí del jacuzzi, cubriéndome con mis manos lo mejor que pude, y
rápidamente me puse la bata. Me vio y él observó detrás de las ventanas.
Pero ahora yo no lo vería. Manteniéndolo a la vista con el rabillo de mi ojo,
me apresuré a lo largo del borde de la piscina, hacia el corredor.
Se detuvo junto a una puerta corrediza como si pensara que iba a abrirla
para él. No podía imaginar por qué iba a pensar eso, y no me importaba.
Cuando no me detuve para dejarlo pasar, frunció el ceño y empezó a trotar
junto a mí en el otro lado del cristal.
Él había entrado.
—¡Escúchame! —exigió.
—¡Escucha!
Cuando abrí los ojos, estaba acostada sobre mi espalda. Las luces en el
techo de la cocina estaban apagadas. Algo frío y húmedo estaba en mi
frente. Yo podía oír un crujido. Me apoyé sobre un codo. El hombre estaba
sentado en el suelo a mi lado, comiendo un tazón de granola. Una pequeña
línea blanca de la leche corría por su barba.
—No podrías creer lo hambriento que estoy —dijo él, sus mejillas
abultadas.
Él tragó.
—¿Megan Woodworth?
Él asintió.
—¿Tyler te lo dijo?
Dejó de masticar.
—¿No te lo dijo?
Negué con la cabeza.
—Megan es su hermana.
—¿Quién?
—¿No lo eres?
—Ethan Landers.
Él sonrió.
Negué con la cabeza. Sonaba tan racional y lógico como cualquier persona
que conociera.
Él me lo dijo.
Ethan era a quien había oído dar pasos en el astillero, donde había estado
escondido en el dique seco de los barcos desde que había llegado a
Soundview. Fue él quien había dejado las notas y ponchado mis
neumáticos. Lo había hecho para asegurarse de que no fuera con Courtney
la noche en que había tenido ese encuentro. Le preocupaba que algo malo
me pudiera pasar.
—¿Por qué yo?
—¿Has oído hablar de algún robo en las clínicas veterinarias de por aquí?
—preguntó mientras buscaba sitios.
—Eso es lo que ella utiliza para noquear a sus víctimas. ¿Alguna noticia
acerca de gente encontrando a animales con sus ojos arrancados?
—Lo siento.
Str-S-d #7
IaMnEmEsls dijo…
Tony2theman dijo…
¿Por qué estar arrepentido?
Str-S-d #1
Str-S-d #3
Str-S-d #5
......................................................................
4 comentarios:
Realgurl4013 dijo…
Ru22cool? dijo…
Str-S-d dijo...
IanMnEmEsls dijo…
Str-S-d #11
Le había dicho que tenía que vestirme y no quería que estuviera en casa
cuando lo hiciera. Él dijo que lo entendía y que esperaría afuera por mí.
Fuimos hacia la puerta.
—Mira, te he dicho la verdad. Leíste las historias del periódico y viste qué
había en Internet. Si yo fuera Némesis, ¿por qué te habría dicho sobre todo
eso?
Él suspiró y asintió.
Salí del auto y crucé la calle bajo la lluvia. La pintura de la pequeña puerta
marrón de madera contigua a la tienda de aspiradores estaba
desconchada. La puerta estaba sin cerrojo. La empujé y entré. En la pared
del oscuro vestíbulo interior había dos buzones de metal. Uno decía
BRESLISS.
—Mi nombre es Madison Archer —dije a la puerta—. ¿Está Maura por ahí?
—¿Qué quieres?
—Soy Madison.
La puerta se abrió lo justo para que Maura se escurriera por ella. Como si
no quisiera que viera el interior. Capté un destello de la mujer. Pequeña,
como Maura, con un fuerte rostro muy arrugado.
—Un amigo me ayudó —dije—. No sabes quién es, y él no sabe quién eres,
pero puedo asegurarte que tanto él como yo jamás le diremos a nadie. Lo
prometo, y confío en él. Puedes confiar en él. Pero hay una cosa que
necesitamos saber, Maura. Necesitamos saber dónde está ella.
Me miró fijamente.
—Uh-huh.
Él asintió.
—¿Y tú?
—Pero debes tener una idea. Has estado siguiéndola, buscando, tratando
de averiguarlo.
—Pero… —empecé.
—La mayor parte son hombres —me corrigió Ethan—. Uno de cada seis es
una mujer. Aileen Wuornos, Belle Gunness, Marie Noe. No tan frecuentes
como los verdaderos asesinos hombres, pero tampoco inauditas.
—Antes de que dejara Kansas, entré en el lugar donde ella había vivido
mientras estuvo allí. Había hecho un buen trabajo de limpieza, así que no
había pruebas… nada que pudiera mostrar a la policía que probara que
me había tendido una trampa. Pero encontré un impreso de trabajos de
enseñanza, y un anuncio para profesor de química en el instituto de
Soundview estaba rodeado.
Estábamos tan cerca. Cada vuelta nos ponía más cerca, menos bien
asfaltado, y menos pobladas carreteras, hasta que nos dirigimos hacia una
montaña con nada excepto árboles desnudos y el suelo cubierto con
marrones hojas muertas. Parches de la niebla cruzaban el camino, que era
ahora sólo lo suficiente amplio para un auto, el asfalto se estaba
desmoronando y salpicado con baches. Llegamos a una angosta entrada
de grava que atravesaba de regreso los árboles y desaparecía. En un
puesto al lado del camino de entrada, había un buzón abollado y un
pequeño cartel señalando que decía, PERRERAS HILLSDALE.
—Ponte allá.
—Piensa en ello. Yo no tengo nada que perder y todo que ganar. Tú tienes
mucho que perder y no mucho que ganar.
Salimos. El aire era frío y húmedo, el tipo de frío que se arrastra a través
de tu ropa. La lluvia se había convertido en una espesa niebla, llovizna y
nuestra respiración salía como vapor blanco. El tenue olor a humo de
madera estaba en el aire. Alguien en algún lugar estaba haciendo fuego.
Ethan caminaba por el lado de la carretera, mirando a su izquierda, en
dirección de la perrera, a pesar de que era invisible más allá de los
innumerables troncos de los árboles. Hizo una pausa por un momento,
luego inclinó su cabeza hacia el bosque. Comenzamos a caminar a través
de los árboles, la humedad y hojas muertas apretando bajo nuestros pies.
—¿Qué piensas?
—Yo pienso que si hay perros allí y empiezan a ladrar, estamos fritos —
contestó, y miró detrás de mí en dirección de la carretera—. Tú no tienes
que hacerlo. Puedes regresar.
—Lo sé —dije.
La jaula estaba dividida en corrales, cada uno con su propia casa de perro.
Pero no aparecieron otros perros. El hedor de excrementos reemplazó el
olor a madera quemada. Ethan tomó unos cuantos pasos más cerca, luego
se detuvo de nuevo. Casi podía sentir que se ponía rígido. Estaba mirando
la casa para perros en uno de los corrales. Sobresaliendo de la apertura
habían piernas humanas, cubiertas por asquerosos pantalones vaqueros,
terminando con pies descalzos cubiertos de suciedad. Pies masculinos.
¡Crack!
—Ella está diciendo eso solo porque está en la televisión —dijo una voz.
Pero esta no venía de la televisión. Venía de otra habitación.
—Tú puedes decir que ella está solo diciendo eso para evaluar la
conmoción. Retrasados mentales como ella harían cualquier cosa para
conseguir estar en la televisión. Ella no cree una palabra de lo que está
diciendo.
—Lo siento.
Una vez más, parecía estar teniendo una conversación con ella misma.
—¿Qué te dijo?
—Me dijo que usted mató a su novia e hizo que pareciera que él lo hizo.
—Megan Woodworth.
—Ya no.
—¿Así que pensaste que serías una heroína? ¿Pensaste que habías venido
a rescatar a tus amigos? Algunos amigos. Siento lástima por ti, Madison.
Estás tan asustada de que la gente sólo te quiera por tu dinero. Crees que
tienes que ser tan amable con todos porque es la única manera justa de
ser cuando has sido bendecida con una buena fortuna. ¿Cuál es esa frase
elegante para ello? ¿Nobleza obligada? No me extraña que estuvieras tan
fascinada con esa pequeña perra, Courtney. Una chica tan mala. Te gustó
eso, ¿no es así?
—Ella es diferente —le dije, sabiendo que lo mejor que podía hacer era ser
agradable y concordar con ella. Tal vez, si pudiera hacerla sentir como si la
entendiera, nos dejaría ir a mis amigos y a mí—. Yo nunca había conocido
a nadie como ella.
—¿No crees que el mundo sería mejor sin zorras como esas? —continuó
ella—. ¿Quién les da el derecho de hacer que todos los demás se sientan
tan miserables?
—¿Tal vez nadie se los da a ellos?
—¿Qué?
—Por lo general, los niños que se preocupan por eso son los que, ya sabes,
tienen problemas con ello. Pero usted es guapa y sexy. Quiero decir, es
difícil imaginar que alguna vez tuviera ese tipo de problemas.
—Tienes razón.
—Nada especial, con una nariz que era demasiado grande y los ojos
demasiado juntos. Plana como una tabla. Una cara que solo una madre
podría amar.
—Pero no nuestra madre. Doble golpe. Ella odiaba nuestro aspecto más
que los chicos en la escuela.
—Es justo que ellos sientan como era. Es justo que ellos sepan.
—Es una lástima, Madison. Tú no deberías estar aquí. Estos no son tus
amigos. ¿No podrías ver eso? ¿De verdad piensas que alguna de ellos
habría venido aquí por ti? Y ahora, incluso si lo hicieran, sería demasiado
tarde.
Ella terminó comer y regresó a la cocina. Tan pronto como se fue, intenté
enderezar las piernas y tirar tan fuerte como pude con mis muñecas. La
cuerda era demasiado fuerte. Manteniendo un ojo en la puerta de la
cocina, lo intenté de nuevo, pero se sentía como si estuviera tirando de mis
hombros fuera de su lugar. Una nueva conversación comenzó en la cocina.
—Lo manejarás.
—¿Cómo lo sabes?
—Siempre lo haces.
—Oh, está bien. —Las pantuflas pisotearon fuera de la cocina otra vez.
—No tiene que hacer esto —le dije, tratando de sonar tranquila.
—¿Hacer qué?
No hubo respuesta.
Miré alrededor por una manera de salir de estos corrales, pero dudaba que
encontrara una. Se veían como si hubieran estado allí por un largo tiempo.
—Voy a intentarlo —le susurré, sin ninguna idea real de que hacer—.
¿Cómo está Adam?
—No lo sé.
Era temprano en la mañana, tal vez una hora antes del amanecer. Nunca
había tenido tanto frío en mi vida, tumbada de lado, acurrucada
apretadamente, temblando, con mis dientes castañeando con tanta fuerza
que tenía que concentrarme para no morderme la lengua. De repente hubo
una ruidosa golpiza en el bosque cercano, seguido de gruñidos
amortiguados. Sonaban humanos, pero no podía estar segura. Luego
vinieron más gruñidos y murmullos y el sonido de algo pesado siendo
arrastrado a través de las ramas y hojas.
—Muy gracioso.
—Ya lo sé. Sólo quedan unas pocas cosas de las que ocuparse.
Ella abrió una puerta de metal, arrastró el cuerpo hacia la jaula vacía al
otro lado del mío, y lo dejó caer con un ruido sordo. Entonces la puerta se
cerró.
—¿Qué pasó? —El susurro en la oscuridad me tomó por sorpresa. Era
Courtney.
—¿Tyler? —susurré.
—Una perrera.
Tyler bajó la cabeza. Supuse que se estaba dando cuenta de que había
cometido un error. Había seguido a Ethan hasta Soundview, pensando que
él era el asesino. Mientras tanto Ethan había seguido al verdadero asesino
hasta aquí.
—Maura. ¿Así que Skelling sólo los deja aquí hasta que mueran de sed y
por congelación?
—¿Y?
—¡Tyler! —jadeé.
La puerta se abrió y la Srta. Skelling se precipitó hacia afuera, con los ojos
moviéndose de un lado a otro, buscando la fuente del sonido. En una
mano llevaba un pequeño dispositivo negro del tamaño de un control
remoto de TV. En la otra estaba el tubo con el que había golpeado a Ethan.
Me encogí en mi caseta de perro mientras ella caminaba entre las dos
hileras de jaulas, con la cabeza balanceándose hacia adelante y hacia
atrás. Ella me miró, luego se volteó y metió el tubo en caseta de perro de
Tyler.
—¡Sal de ahí!
—Despierta.
Escuché el ruido sordo del tubo contra la carne pero no hubo respuesta de
ningún tipo. Ni siquiera un gemido.
Empecé a llorar más fuerte. ¡No Adam! ¡Oh, por favor! ¡No Adam!
—Lo siento por eso —murmuró, empujando sus dedos detrás de la tablilla
suelta—. Tuve que desviar su atención antes de que se diera cuenta.
Todavía parecía una cosa terrible de hacer, pero al menos lo entendí. Tyler
tiró con más fuerza del listón y crujió.
—¿Y? Mejor esto que sólo tener que esperar aquí para morir. No hay
manera de que ella sólo nos vaya a dejar atrás.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque son llamados asesinos en serie, no dejadores-seriales-de-
víctimas-para-que-ayuden-a-declarar-contra-ellos. Mantén un ojo en la
puerta.
Tyler tuvo justo el tiempo suficiente para jalar el listón de regreso a través
de la cerca y presionarlo contra la caseta del perro. Antes de que pudiera
arrastrarse hacia el interior, la Srta. Skelling estaba allí, entrecerrando los
ojos con recelo.
—No tendremos más problemas con ese. —Ella volvió a entrar en la casa.
Tyler estaba en el suelo, con el pecho agitado.
¡Clink! El sonido que vino del pestillo de mi jaula fue ruidoso y metálico.
Incluso mientras Tyler halaba el listón de nuevo a través de la cerca, la
puerta de la casa estaba abriéndose. Tyler apenas tuvo tiempo para
presionar el listón contra el fondo de la caseta de perro antes de que la
Srta. Skelling estuviera allí, con su mano ya alcanzando su cinturón.
Esperé, sin saber qué hacer. Dado el fuerte sonido tintineante, y la forma
en que Tyler había comenzado a retirar el listón aún antes de que Skelling
saliera corriendo de la casa, tenía la sensación de que el cerrojo de la
puerta de mi jaula estaba abierto. Pero, ¿y ahora qué? ¿Me atrevía a
intentarlo y arriesgarme a hacer un sonido que pudiera atraer de nuevo a
la Srta. Skelling? ¿Qué otra cosa podía hacer? ¿Sólo sentarme y esperar a
que nos mataran a todos? Sin embargo esperé, orando que Tyler volviera
en sí.
Parecía que Tyler estuvo en el suelo frío y húmedo durante mucho tiempo,
pero tal vez sólo se sintió mucho por lo asustada que estaba. Seguía
mirando hacia atrás a la puerta de la casa. ¿La Srta. Skelling estaba al
otro lado, todavía escuchando? Incluso si no lo estaba, ¿cuánto tiempo
pasaría antes de que ella regresara? En su jaula, las manos de Tyler se
cerraron lentamente en puños. Él luchó por levantarse apoyándose en los
codos, luego pareció perder fuerzas y se desplomó de nuevo.
Como si él me oyera, una vez más se esforzó por levantarse sobre los
codos. El esfuerzo pareció agotarlo, y permaneció así durante un tiempo.
Luego, lentamente, se sentó y me miró. Tenía los ojos vidriosos y sin brillo.
Sus mejillas estaban sucias surcadas de lágrimas y la sangre goteaba de la
comisura de su boca.
—Me mordí la lengua bastante mal. —Sus palabras eran confusas, como si
acabara de llegar al dentista q que le arreglaran un diente.
—No puedes luchar contra ella —dijo Tyler—. Al segundo en que te vea, te
atacará. —Pero aun cuando las palabras salieron de su boca, sus ojos
cambiaron como si se le acabara de ocurrir algo—. ¿Por qué no se me
había ocurrido esto antes? —murmuró y apuntó a mi caseta de perro—.
Arranca un pedazo de tablilla. Un pedazo grueso, alrededor de un
centímetro cuadrado. Deslízalo entre tu cuello y las puntas. Luego cúbrelo
con tu cabello.
Hice lo que me dijo. Las tablillas eran viejas y quebradizas. Fue fácil
arrancar una esquina.
Miré a Tyler. Su rostro yacía sobre el suelo, con los ojos cerrados, sangre
goteando de su boca. Tenía que hacer algo, pero ¿qué? Miré de nuevo a la
casa. La pala y la horca estaban apoyadas contra la pared.
La Srta. Skelling vino hacia mí. Ella era más grande y más fuerte, y no
tenía reticencia a utilizar ese tubo. No había duda en mi mente que ella
estaba ansiando usarlo en las formas más horribles imaginables. Agarré el
mango de la horca. Un paso más, pensé, y tienes que hacerlo.
Y por ti misma.
Ella dio ese paso. Nos miramos a los ojos. Los suyos eran amplios pero
extrañamente en blanco, casi como si alguien estuviera operando su
cuerpo por control remoto.
Le eché un vistazo a Tyler. Yacía en el suelo de su jaula, con los ojos llenos
de terror y la boca abierta, ya sea demasiado agotado o con demasiado
dolor para hablar. Volví a mirar a la Srta. Skelling y dije:
—Está bien.
—¡No lo haré! —jadeó, señalando con la mano hacia atrás—. Lo siento. ¡En
serio! No siempre puedo controlarlo. Si yo pudiera, no sería así en primer
lugar.
Aun temblando —por el frío, el miedo, la terrible idea de lo que voy a tener
que hacer— sostuve la horca al nivel de sus ojos. Agachada en el suelo, la
Srta. Skelling me miraba fijamente, con una expresión perpleja, casi
curiosa en su rostro, como si no entendiera por qué yo simplemente no lo
hacía.
Ahora era una guerra de tira y afloja, con la Srta. Skelling sosteniendo el
mango de la horca cerca del final de púas, y yo en el otro extremo. La Srta.
Skelling haló.
—¡Suéltala!
Pero me aferré. Para salvar mi vida.
—¡No podrías lastimar ni a una mosca, tonta! —La Srta. Skelling gruñó y
tiró con fuerza de la horca.
La horca no se detuvo…
La policía estableció finalmente que Joyce Carol Alberti —edad 47, más
conocida como Mary Louise Smith, Rhonda Petersen, Carol Skelling, y
IaMnEmEsIs— era la responsable de al menos siete muertes en cinco
estados. Todas las víctimas eran consideradas chicos populares y todos
vivían en unos suburbios “agradables, seguros y acomodados” como los de
Soundview. El último lugar en la tierra donde alguien imaginaría algo
parecido.
Tensándome, me di la vuelta.
—Siempre pienso que las gaviotas son bastante inteligentes para romper
las almejas al dejarlas caer —dije finalmente.
—Siempre pensé que parecías más maduro que el resto de los chicos. ¿Tus
padres no se preguntan dónde estabas?
—Les dije que estaba viviendo en la ciudad, con amigos y trabajando como
camarero. Eso es lo divertido de los teléfonos celulares. La gente no sabe
dónde estás.
Una gaviota soltó otra almeja. Observamos el pequeño punto blanco caer
contra el fondo del cielo azul y romperse en la pared.
—Debe haber empezado allí el año después que me gradué. Supongo que
probablemente habrás descubierto que no soy la clase de sujeto que
volvería de visita.
Asentí.
—Prometí no decirlo.
—Sí.
—¿Tus padres están bien con ello? O sea, ¿luego de todo lo que pasó?
—Querían que me quedara cerca, pero tengo que alejarme… de los
recuerdos.
—Pasar más tiempo con mis padres. Escuché que la policía registró la casa
de Skelling y encontró alguna información sobre lo que hizo con Megan. No
creo que mis padres alguna vez pierdan la esperanza de que ella siga con
vida, así que tengo que volver y estar con ellos ahora.
—¿Madison?
—¿Sí?
Fin
Adelanto del siguiente
libro
Blood On My Hands
—Saben por qué —responde Dakota antes de que pueda pensar en qué
decir.
Hay una explosión de luz. Alguien ha tomado una foto con un teléfono
celular. Miro el cuchillo ensangrentado en mi mano. ¡Oh no! El miedo me
inunda y lo dejo caer. ¡Yo no he hecho nada! Apenas hace unos momentos
en la fiesta de cerveza, Dakota me dijo que Katherine había desaparecido,
y dijo que yo debería ir a buscarla por la caseta de béisbol.
Hay otro flash. Brinco a mis pies, limpiándome las manos con sangre en
mis jeans. ¿Cómo iban a pensar que yo haría una cosa así? ¿Cómo puede
alguien hacerle esto a alguien?
—Llama a la policía —dice Dakota.
—¡No! —chillo—. ¡Quiero decir, sí! Tienen que llamar. ¡Pero no por mi
culpa! La acabo de encontrar aquí. ¡Lo juro!
La gente murmura. Hay otro flash. Doy un paso atrás. No pueden estar
hablando en serio. Ellos realmente no pueden creer que yo…
Las palabras me atraviesan. Todo el mundo sabe por qué ella está diciendo
eso. Debido a que ha pasado antes. Esta es la segunda vez en mi vida que
he estado tan cerca de un ensangrentado y maltrecho cuerpo. La segunda
vez que he visto la carnicería que una persona puede hacer a otra. De
repente, es obvio que nunca me van a creer. Ni en un millón de años.
—¡No dejen que se vaya! —dice Dakota con más urgencia a medida que yo
me alejo del cuerpo.
Dicen que siempre corría. Desde el momento en que pude caminar. Era
casi como si fui directamente de gatear a correr. Yo era la niña en el salón
que los maestros estaban siempre diciendo que reduzca la velocidad,
aquella que había corrido incluso cuando no había prisa. Soy pequeña,
sólo un metro cincuenta y cuarenta y cuatro kilos. El entrenador
Reynolds, quien está a cargo del equipo de atletismo a campo traviesa, una
vez me dijo que había visto a mi tipo antes. Chicas pequeñas que podrían
correr para siempre. No me gustaba ser considerada como un “tipo”, pero
había algo de verdad en ello. Solía ver a otras chicas como yo en
encuentros. Pero me pregunto si corrían por la misma razón que yo. En mi
familia, era una cuestión de supervivencia.
Capítulo 2
Traducido por Jo
Por supuesto que lo creerían. Después de todo, hace dos años mi hermano
mayor, Sebastian, hizo noticias nacionales al aporrear a nuestro padre
casi hasta la muerte con un dos por cuatro, dejándolo con daño cerebral,
mudo y paralizado desde el cuello hacia abajo. ¿Qué es tan difícil de creer?
De tal hermano, tal hermana, ¿cierto?
Pero los oficiales tienen un asunto más urgente. Uno revisará los signos
vitales de Katherine mientras los otros regresan al auto de patrulla por el
kit médico. Tal vez, habiendo visto el cuerpo, ya saben que es demasiado
tarde, sólo cuando la vida de un chico está involucrada, nunca es
demasiado tarde. Tienen que intentar sin importar qué. Tal vez todavía se
está aferrando a la vida. Tal vez pueden lograr un milagro.
Katherine era un dínamo, tal vez siete centímetros más alta que yo, con un
corte a lo paje y cantidades enloquecedoras de energía. Nadie más estaba
en más comités o involucrado en más actividades escolares, aún a pesar
de que ella evitaba cualquier posición que requiriera una elección. Cuando
dejó claro que quería que fuéramos amigas, me imaginé que era sólo un
caso de caridad para ella. A veces, en un momento oscuro, hasta me
preguntaba si me estaba usando para probar sólo cuán poderosa y
popular era. Lo suficientemente poderosa que podría tener a la perdedora
Callie Carson de amiga y todavía ser el centro del remolino social.
Dai y Mari NC
Staff de Traducción
Camille Jo Otravaga
LizC
Staff de Corrección
Susanauribe
Mari NC Mari NC
¡Visítanos!
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