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Revista Antropologías del Sur Año 7 N°13 2020 Págs.

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Antropologías del arte en tiempo presente:


una aproximación desde sus nudos problemáticos

Anthropologies of Art in the Present Time: an Approach from its Problematic Knots

CARLA PINOCHET*

Fecha de recepción: 20 de mayo de 2019 – Fecha de aprobación: 10 de junio de 2020

Resumen

Este artículo ofrece una mirada a las antropologías del arte poniendo atención en los modos en que las tensiones que la han
constituido históricamente adquieren forma contemporánea en los desarrollos de América Latina. Se propone una revisión de
sus principales aspectos –su lugar de enunciación, su objeto de estudio, sus principales modelos teóricos– desde un enfoque
que atiende a sus desafíos y contradicciones en cuanto vías productivas para la reflexión. Finalmente, se discute una de las
temáticas centrales de los estudios sociales del arte –la profesionalización del campo artístico– a la luz de los hallazgos de una
investigación en curso y de los aportes de los artículos incluidos en el presente dossier temático.

Palabras clave: antropología; arte; campo artístico.

Abstract

This article aims to offer an approach to the anthropologies of art, observing the ways in which its historical tensions are updated
in contemporary developments from Latin America. It proposes a review of its main aspects (its place of enunciation, its object
of study, its main theoretical models) from a perspective that addresses its challenges and contradictions as productive paths for
reflection. Finally, one of the central themes of Social Studies of Art —the professionalization of the artistic field— is discussed in
the light of the findings of a research in progress and the contributions of the articles included in this thematic dossier.

Keywords: anthropology; art, artistic field.

* Dra. en Antropología. Académica Universidad Alberto Hurtado. Artículo enmarcado en el proyecto FONDECYT de Iniciación Nº
11170319: “Prácticas de ocio y trabajo cognitivo: Un estudio de los sectores creativos, artísticos e intelectuales”. Investigadora
Responsable: Carla Pinochet Cobos. Asistente de investigación: Constanza Tobar Tapia. Correo-e: cpinochet@uahurtado.cl
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Las antropologías del arte vienen experimen- de la otredad, ya sea en el mundo indígena o en
tando, desde fines del siglo XX, un impulso el universo popular.
significativo a nivel internacional, revirtiendo
el signo histórico que había pesado sobre su Este artículo busca explorar algunas líneas de
desarrollo dentro de la disciplina. Aunque las trabajo que ponen en tensión esos límites imagi-
artes estuvieron presentes en todas las gran- nados y estos sesgos persistentes. A través de
des obras del canon etnográfico, los antropó- ellas es posible avizorar una antropología de
logos –con las notables excepciones de Franz los campos artísticos desde América Latina que
Boas, Claude Lévi-Strauss y, más tardíamente, no circunscribe obligatoriamente su atención a
Clifford Geertz– no hicieron de ellas una aquellas temáticas que legitiman, en sí mismas,
problemática central de su proyecto teórico. La la pertenencia disciplinaria, ni responde a las
construcción de la antropología del arte tuvo demandas exotizantes que el campo acadé-
lugar, entonces, a partir de la escritura acumu- mico internacional –como el propio mundo del
lativa de una diversidad de textos menores, arte1– proyecta sobre nuestra región. En cierta
casi siempre periféricos en las obras de sus medida, se trata de reivindicar el derecho de las
autores, y en los que resultaba posible ensa- antropologías latinoamericanas de ocuparse de
yar estilos de escritura menos académicos la complejidad de sus propias escenas artísti-
(López Bargados, 1997). Así, al presentarse cas, con las mismas libertades analíticas que
como caprichos o licencias creativas, sus frag- hoy gozan las academias metropolitanas tras
mentarios aportes fueron invisibilizados. En la la senda de The traffic in culture (Marcus &
actualidad, en cambio, la antropología del arte Myers, 1995): comprendiendo que las expresio-
bien puede ser pensada como un campo en sí nes artísticas y estéticas constituyen vías privi-
mismo, en torno al cual cobran forma revistas legiadas para explorar las ambivalencias y las
académicas especializadas, redes y asociacio- contradicciones sociales, sin por ello tener que
nes disciplinares y congresos internacionales reducirlas a un mero reflejo de estas.
de gran convocatoria. Su gran diversidad de
Con este lugar de enunciación como telón de
temáticas y líneas teóricas parece indicar que
fondo, recorreremos en este texto algunos de
goza de buena salud.
los elementos constitutivos de una antropolo-
Sin embargo, quienes hemos navegado estas gía del arte contemporánea, recogiendo ciertos
aguas desde América Latina, bien sabemos desarrollos conceptuales fundamentales para
que no todas las inercias de aquellos sesgos comprender los desafíos de este campo de
iniciales han desaparecido. Frente a los gran- investigaciones en la actualidad. Plantearemos
des temas de la disciplina, y frente a las urgen- aquí algunos apuntes acerca de cómo las antro-
cias de una región marcada por todo tipo de pologías del arte conminan a un desmontaje
crisis sociales, las antropologías del arte loca- del propio ethos de los investigadores. Seña-
les deben demostrar continuamente su valía y laremos luego algunas reflexiones en torno
refutar el carácter suntuario que se les atribuye. a las especificidades del arte como objeto de
Ello se vuelve aún más imperativo cuando el estudio y, finalmente, recogeremos un conjunto
objeto del estudio no se restringe a los dominios de reflexiones sobre cómo se configuran los
antropológicos convencionales: las expresiones campos artísticos contemporáneos en nuestras
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sociedades actuales. Posteriormente, concen- La antropología del arte: un ejercicio de


traremos la atención en un ámbito de estudio desmontaje
destacado de las antropologías de las artes
contemporáneas: el dilema de la profesionaliza- En un provocador texto de los años noventa,
ción artística. A partir de la evidencia empírica Alfred Gell formulaba la profunda desavenencia
que ofrecen las tres aproximaciones etnográfi- entre el arte y la antropología en términos radi-
cas recogidas en este dossier, desanudaremos cales. Para el autor, la antropología social es
algunas de las contradicciones basales de la constitutivamente opuesta al arte en la medida
práctica artística en cuanto trabajo, poniendo que la actitud esteticista que debe predomi-
atención a los modos en que los actores desen- nar en las experiencias de recepción artística
vuelven estrategias para otorgar sentido y viabi- constituye una forma invisibilizada y persis-
lidad a sus producciones. tente de etnocentrismo (Gell, 2006 [1992]).
Ante el riesgo de pasar por “filisteos”2, atribui-
El recorrido que ofrece este artículo es, cier- mos valor universal a una categoría de objetos
tamente, un recorte limitado de la vasta diversi- culturalmente reconocida: los objetos de arte.
dad de propuestas y perspectivas que conflu- Esta predisposición irreflexiva a valorar el arte
yen en los cruces entre arte y antropología en como bien superior o trascendente ha ocupado
nuestros tiempos. Nos focalizaremos en lo que un lugar tan significativo en las sociedades
puede ser denominado una antropología de contemporáneas –en especial en los sectores
las artes, es decir, que hace de los procesos burgueses e intelectuales– que los antropólo-
artísticos un objeto de estudio antropológico. gos no han sido capaces de desplegar aquí,
Ello implica dejar fuera del análisis importantes como en otros ámbitos de estudio disciplinar, la
contribuciones que han explorado los vínculos mirada relativista que los caracteriza. Mientras
entre arte y antropología, o de la antropología subdisciplinas como la antropología de la reli-
con las artes, ya sea subrayando los tráficos gión ha avanzado desde la base de un “ateísmo
entre ambas disciplinas (Andrade, 2007), los metodológico”, en el campo del arte los investi-
cruces de ida y vuelta entre ellas (Schneider & gadores no han logrado suspender sus propias
Wright, 2007, 2010) o las experimentaciones categorías para la comprensión desprejuiciada
participantes donde ambas confluyen (Sansi, del hecho social, precisamente porque el arte,
2016). También, así, será necesario, en esta afirma Gell, es la religión de los intelectuales (o
oportunidad, excluir de este recorrido una larga una suerte de religión alternativa para ateos,
lista de aproximaciones que, aunque no emer- como señala Sarah Thornton [2009]). Es justo
gen de la antropología, interpelan directamente en esta esfera –en la que se proyectan valo-
su práctica de modo problemático (Foster, 2001; res trascendentes y resulta socialmente repro-
Bourriaud, 2006; Bishop, 2017; entre otros). chable mostrarse incompetente o insensible–,
donde la antropología del arte busca constituir
su objeto de estudio.
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La primera operación que hace posible el la belleza y el goce visual. La autonomía artís-
desarrollo de una antropología del arte, en tica, que privilegia aquellos objetos generados
consecuencia, es el desanclaje de dos concep- para su exclusiva contemplación y prescinde de
tos que en la modernidad occidental se vuel- las condiciones sociales que hacen posible la
ven prácticamente intercambiables: arte y esté- obra, entra en crisis ante la amplia diversidad
tica. La multiplicidad de expresiones artísticas de piezas indígenas y populares donde no es
a lo largo del tiempo y el espacio nos ayuda posible separar la forma de la función y donde
a comprender que, aun cuando ha sido plan- dichos objetos ocupan un lugar primordial en el
teada como un proyecto universal y neutro, la devenir político y/o religioso de su comunidad.
estética es solo un régimen de identificación También la singularidad de los creadores y la
de las artes (Méndez, 2009) entre los muchos unicidad de las obras que promueve el sistema
regímenes posibles. En la propia tradición artístico occidental muestra sus límites allí
occidental, los modos de concebir el arte han donde los procesos creativos involucran a los
experimentado transformaciones a lo largo del pueblos de forma colectiva, o donde la tradición
tiempo y desbordan las fronteras conceptuales reproduce sus patrones expresivos a lo largo de
de la estética tal y como la entendemos hoy: las generaciones.
por ejemplo, el mundo grecorromano no distin-
guía nada similar a las “bellas artes”, ya que Pero el problema de la estética como régi-
las artes apelaban a las destrezas y las facul- men de identificación de las artes no reside
tades humanas en su sentido más amplio, y en los criterios que promueve, tan arbitrarios
en la Edad Media eran consideradas dentro de y discutibles como cualquier otro. Radica más
esta categoría disciplinas como la lógica, la arit- bien en el desdibujamiento de sus orígenes
mética, la astronomía y la gramática (Méndez, históricos particulares y en su consecuente
2009). Si bien los primeros antecedentes de exportación a otros contextos bajo la forma
esta escisión entre arte y estética datan de de una vara de medida universal en tanto que
mediados de la década de 1950 (D’Azevedo, indicador objetivo del valor artístico. No es
1958), las corrientes críticas, poscoloniales y casualidad, en consecuencia, que las antro-
decoloniales de fines del siglo XX –reunidas en pologías del arte hayan experimentado un
el proyecto de “provincializar Europa”– demos- auge de la mano de las corrientes posmoder-
traron, desde distintos frentes, que la supuesta nas y sus propuestas deconstructivas. Auto-
universalidad de la estética se encontraba res como James Clifford (2001) y Sally Price
cimentada sobre coordenadas históricas y (1989) llevaron a cabo una aguda revisión de
culturales ciertamente singulares e ideológica- los modos en que Occidente –en nombre de
mente proyectadas hacia el resto del globo. la tradición estética– ha coleccionado, clasifi-
cado y jerarquizado a los otros a partir de sus
Una noción transcultural del arte, desde la artefactos, proyectando sobre estos una serie
perspectiva que ofrece la comparación, nos de connotaciones primitivistas, racistas y colo-
permite observar que los criterios de defini- nialistas. En este sentido, ciertas derivas de la
ción que han sido construidos en el marco de antropología del arte poseen un sello crítico:
la estética resultan estrechos y parciales, sobre no solo denuncian la marca etnocéntrica que
todo en sus primeras formulaciones relativas a posee el sistema artístico, sino también sus
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usos ideológicos como forma de legitimación En suma, los caminos contemporáneos de


de la supuesta superioridad de Occidente. las antropologías del arte pueden ser pensados
como formas de enfrentar esta tensión cons-
Sin embargo, la tensión constitutiva que titutiva: su ejercicio invita, cuando no obliga, a
enunciamos al inicio de esta sección continúa desmontar el propio ethos de quienes las prac-
irresuelta: ¿cómo pueden los antropólogos ticamos. Aproximarse a los procesos artísticos
del arte llevar a cabo un proyecto que atenta desde este enfoque implica, a menudo, diseccio-
contra todo lo que es bello, bueno o trascen- nar las obras y sus condiciones de posibilidad,
dente en sus propias sociedades de origen? rompiendo con parte del “encanto” en el que histó-
¿Es su trabajo escribir en contra de aquello que ricamente hemos estado –felizmente– presos. A
aprendieron a amar y que, incluso, ha llenado menudo, observar las operaciones sociales que
sus vidas de sentido? Las aproximaciones al hacen posible las obras impide volver a compe-
arte de los antropólogos intentaron franquear netrarse con la experiencia artística como antes:
estas interrogantes desplegando categorías un cierto “filisteísmo metodológico” impone su
que permitieran dar cuenta de la diversidad de marca desmitificante e incrédula.
expresiones artísticas, sin por ello jerarquizar su
valor. La etnoestética, por ejemplo, ofreció una Pero también estas ambivalencias pueden
noción relativista capaz de recoger los criterios convertirse en un poderoso motor para la
locales que definen lo estético en cada cultura, investigación, uno que actualiza los sentidos
prestando atención a otras maneras de conce- de la antropología en cuanto disciplina de la
bir la belleza (Stout, 1971; Grebe, 1989), a la traducción: un poco adentro y un poco afuera.
convergencia de extrañeza y familiaridad en Muchos antropólogos del arte han encontrado
ciertas imágenes (Lévi-Strauss, en Wiseman, un lugar de enunciación productivo en estas
2007) o al efecto que la forma tiene en los senti- contrariedades. Críticos ácidos, a la vez que
dos (Morphy & Perkins, 2006). Las diversas férreos defensores del arte en la sociedad,
entradas teóricas que han procurado ampliar el con frecuencia nos sorprendemos en escenas
concepto de estética o desmarcarlo del proyecto contrastantes: en un contexto, resulta preciso
colonizador de Occidente dan visibilidad a defender la necesidad de las prácticas artísti-
nuevas formas de comprender y practicar las cas y su papel en el desarrollo de una sociedad
artes, pero con frecuencia continúan portando más libre o democrática; y en otro, debemos
los marcos simbólicos de la cultura dominante. señalar cómo las prácticas artísticas pueden
Estas conceptualizaciones, además, entran en ser cómplices pasivos de los modos contem-
crisis en el actual contexto globalizado e inter- poráneos de reinventar el capitalismo. En este
nacional, donde la circulación de personas y sentido, hacer antropología del arte puede ser
objetos a lo largo del planeta dificulta pensar también una forma de elaborar las propias
en términos de categorías cerradas, estables y contradicciones, tensionadas entre las agen-
homogéneas (Clifford, 2006). cias individuales y los determinismos sociales.
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La especificidad del objeto en la vitalidad de la materia (Ingold, 2013), siempre


antropología del arte en el marco de la vida social de los objetos y
procesos artísticos. Los desarrollos antropoló-
Las diferentes perspectivas que han querido gicos, así, tienden a moverse entre dos polos:
circunscribir el objeto de esta subdisciplina a aferrarse a la irreductibilidad de un sistema
parecen coincidir en que la práctica artística artístico con sus reglas celosamente culturales
constituye una categoría particular de activi- o a apelar a modelos demasiado abstractos,
dad humana que, a su vez, involucra un ciclo que poco adelantan respecto de la naturaleza
específico de creación, circulación y recepción de su objeto.
de objetos o procesos que son comprendidos
localmente bajo el rótulo de arte. Sin embargo, ¿Es el arte, entonces, un hecho social tan
una vez descartadas las definiciones etnocén- inefable que se resiste a una definición antropo-
tricas de la estética moderna como régimen lógica más precisa? ¿Debe primar en este, para
de valor unívoco, no existen consensos claros hacerle justicia, un halo de misterio e indetermi-
respecto de qué caracteriza y distingue al arte nación? Ya a fines de los años noventa, Alfred
de otros fenómenos sociales, volviéndolo a la Gell elaboraba una teoría antropológica del arte
vez específico de un contexto y comparable en que lo conceptualizaba como “tecnologías de
términos transculturales. encantamiento” (Gell, 2006 [1992]; 2016). Un par
de décadas más tarde, Néstor García Canclini
Buena parte de los desarrollos históricos de encontró en estas coordenadas conceptuales
la antropología del arte pusieron el acento en sugerentes un modo de avanzar en la defini-
la primera de estas dimensiones (la de la espe- ción de una antropología del arte. A diferencia
cificidad), apelando a marcos semióticos que de la estética filosófica y de la semiótica, señala
privilegiaban las tramas simbólicas –moldeadas el autor, la mirada antropológica –largamente
culturalmente– que hacen posible una forma entrenada para rescatar la perspectiva interna
determinada de observar, percibir y comprender de los fenómenos sociales, recogiendo el punto
el arte. Para Clifford Geertz, por ejemplo, no se de vista de los actores– no se pregunta qué es el
trata de un ámbito autónomo sino subsumido en arte o qué quiere decir, sino qué hacen quienes
un sistema cultural, que afecta tanto los proce- se llaman artistas. En la línea de lo que propone
sos creativos como las capacidades de recep- Nathalie Heinich, quien plantea una sociología
ción de los sujetos: “el arte y las aptitudes para del arte pragmática capaz de “dejarse guiar por
comprenderlo se confeccionan en un mismo los desplazamientos de los actores en el mundo
taller” (Geertz, 1994, p. 144). en que éstos viven” (Heinich, 2002, p. 102),
García Canclini renuncia a las preguntas esen-
En lo que respecta a la segunda de las dimen-
cialistas para pensar las especificidades de un
siones (la de la comparabilidad transcultural),
arte posautónomo, cuyas obras se insertan en
encontramos aproximaciones que han desta-
contextos múltiples en los que “parece diluirse
cado el papel central de la creatividad, presente la diferencia estética” (2010, p. 12).
en todos los contextos humanos (Morphy &
Perkins, 2006), y otras que han puesto énfasis Una definición del arte, en este marco, puede
en la agencia de las obras (Gell, 2016) o en la ser construida desde aquello que no termina de
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nombrar. En ese mundo globalizado y de fronte- dar el dominio de las prácticas. Preguntarse,
ras porosas, el arte provee de recursos y expe- en definitiva, qué es lo que el arte hace en el
riencias que establecen un contrato oblicuo con mundo social.
lo real: “Las obras no simplemente suspenden
la realidad; se sitúan en un momento previo, Para poner en marcha un proyecto antropo-
cuando lo real es posible, cuando todavía no se lógico de estas características es necesario
malogró. Tratan los hechos como acontecimien- prestar una renovada atención a los objetos que
tos que están a punto de ser”, señala (García están en el centro de estas operaciones: las
Canclini, 2010, p. 12). Remontándose a la tradi- obras. La antropología del arte requiere intro-
ción benjaminiana del aura en cuanto “manifes- ducirse en lo que Giuliana Borea (2017) resume
tación irrepetible de una lejanía”, y recogiendo como los problemas de “anclaje, circulación y
las palabras de Borges cuando escribe que valor” de los objetos, con más urgencia que
la “inminencia de una revelación es quizás el la mayor parte de las subdisciplinas y ámbitos
hecho estético”, García Canclini sostiene que el temáticos de la antropología social. El propio
arte es, precisamente, un modo de hacer que campo puede ser pensado, a la luz de la teoría
deja algo irresuelto. El arte como lugar de la de la agencia artística de Gell, como el dominio
inminencia –de lo que está sugerido, pero no en el que los objetos se funden con las perso-
clausurado– ofrece una comprensión interme- nas: para comprender el fenómeno artístico, es
dia entre los mecanicismos sociológicos y los preciso observar los objetos artísticos como el
substancialismos estéticos. Hay espacio, en equivalente a personas o, más precisamente, a
esa medida, para artistas que dicen no saber, agentes sociales3. Las obras de arte habilitan la
realmente, acerca de qué va su trabajo; para emergencia y la activación de los más diversos
preguntas que son planteadas sin esperar una vínculos sociales, conectando a sujetos y luga-
respuesta; para procesos de recepción atrave- res; afectos y reflexiones; discursos y prácticas
sados por la incomodidad y el conflicto. en torno a una red inestable e inmaterial que
puede ser rastreada por los investigadores. Los
De este modo, aun cuando puede remover objetos de arte hacen cosas en el mundo social;
imaginarios y gatillar procesos de identifica- tienen, en definitiva, agencia en los entornos en
ción significativos, no entenderemos aquí al los que se emplazan.
arte como un entramado de representaciones
sociales destinado a hablar por su época. Ello En este sentido, en línea con los desarro-
no solo aplica para el arte contemporáneo inter- llos conceptuales de las primeras décadas del
nacional: ni las artes indígenas, ni las populares siglo XXI, resulta preciso dejar atrás los prejui-
ni las eruditas pueden, hoy en día, concebirse cios sociológicos que asumieron que atender
como codificaciones ensimismadas de lo cultu- a las formas y los contenidos de las obras era
ral. Es necesario, por tanto, abordar la natura- incurrir en un esteticismo acrítico. “Cuando
leza contingente de las artes reconstruyendo los actores se interesan por las obras –señala
la compleja red de valores, objetos, personas e Nathalie Heinich– habrá que comprender lo
instituciones que cobran forma en las escenas que motiva este interés, cómo se organiza, se
artísticas específicas. Atender a los discursos justifica, se estabiliza en juicios de valor, inter-
que movilizan sus protagonistas, sin descui- pretaciones, instituciones, objetos materiales”
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(2001, pp. 101-102). En la actualidad, tanto en 1960, Arthur Danto ofreció una primera tenta-
antropología como en sociología del arte4, los tiva de explicación de los hechos artísticos en
ánimos desmitificadores del hecho artístico – términos de su pertenencia a un mundo del
representados icónicamente por las teorías de arte: “Ver algo como arte –sostiene su teoría
Pierre Bourdieu– han cedido terreno frente a institucional– requiere de algo que el ojo no
las tentativas de comprensión de sus sentidos puede descubrir: una atmósfera de teoría artís-
tanto internos como externos, avanzando hacia tica, un conocimiento de la historia del arte: un
un enfoque pragmatista. Se trata de perspec- mundo del arte” (1964, p. 580).
tivas de investigación que no procuran revelar
lo que está oculto en las estructuras sociales, Las ciencias sociales, por su parte, ensa-
sino poner en valor los aspectos críticos que los yaron, durante la segunda mitad del siglo XX,
mismos agentes sociales producen y movilizan diversos modelos para dar cuenta de los marcos
(Boix, 2020). Estas corrientes coinciden también en los que los procesos artísticos se despliegan
en un esfuerzo por restituir en el estudio el papel y cobran sentido. La noción de campo artístico,
de otros objetos y agencias, que trascienden de Pierre Bourdieu, y la de mundos del arte,
el dominio de lo propiamente humano. Es así de Howard Becker, constituyen dos de sus
como “los objetos técnicos, los soportes mate- expresiones más canónicas: es preciso revisar
riales, los instrumentos sobre los que se apoya brevemente algunos de sus lineamientos para
el arte” (Hennion, 2002), entre otras agencias comprender los modos en que estas propues-
que median el hecho artístico, cobran relevan- tas analíticas continúan iluminando la labor de
los antropólogos de las artes en la actualidad.
cia en el análisis social.
Un campo artístico, de acuerdo a Bourdieu,
estaría conformado por una red de relaciones
Teoría de los campos, mundos del arte y objetivas entre posiciones, todas estas compro-
comunidades artísticas metidas en torno a una serie de intereses trans-
versales relativos a la existencia misma del
Una vez esclarecidas algunas claves acerca campo. El campo artístico ejerce sus fuerzas,
de la especificidad de nuestro objeto, todavía de manera diferenciada según la posición que
nos queda por delante la tarea de organizar se detenta, sobre todos los agentes que se invo-
la gran cantidad de “información social” que lucran en él, dando lugar a una relación estruc-
se levanta en torno y a partir de este. Que lo turada entre las distintas posiciones que parti-
social hace posible el arte es algo que sabe- cipan de la lucha, que a su vez son producto
mos desde hace mucho, y no solo los cientis- de la distribución de capital específico acumu-
tas sociales. Tras la ruta trazada por el célebre lado previamente (Bourdieu, 2002a). Las luchas
urinario de Marcel Duchamp (Fuente, 1917), que transcurren entre los recién llegados –que
la práctica artística abrió una compleja discu- pujan por la pertenencia– y los dominantes –
sión en torno a interrogantes ontológicas, epis- que administran el monopolio para excluir a los
temológicas e institucionales acerca del arte posibles competidores– constituyen el principio
(Foster, Krauss, Bois & Buchloh, 2006). Desde articulador de los campos y dan pie ya sea a
la teoría estética, a mediados de la década de la conservación o a la transformación de su
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estructura. En este sentido, estos enfrentamien- del arte permiten visualizar la dimensión colec-
tos cobran la forma de conflictos de definición, tiva que subyace a la tarea artística. Se ha obje-
dado que “cada cual trata de imponer los límites tado a la teoría de Bourdieu el hecho de reducir
del campo más propicios a sus intereses, o lo la pluralidad de dimensiones de un campo a un
que es equivalente, la definición de las condi- esquema binario de dominantes y dominados:
ciones de la auténtica pertenencia al campo” la dominación, no obstante, nunca es omnicom-
(Bourdieu, 2002b, pp. 330-331). prensiva, así como tampoco la subordinación es
absoluta. El modelo de Becker, en cambio, peca
El enfoque de Howard Becker, por su parte, de lo contrario: desaparecen aquí las conquis-
sostiene que la actividad artística es posible tas conceptuales que la propuesta de Bourdieu
a través de la cooperación de un conjunto de había realizado en torno a las luchas de poder
personas que, aunque en ocasiones establecen que modelan las dinámicas artísticas, pues el
vínculos pasajeros, suelen dar lugar a formas excesivo acento en las relaciones cooperativas
de organización rutinarias que crean patrones termina por oscurecer los procesos de pugna
de actividad colectiva. Esta red establecida de y competición que sin duda caracterizan a las
lazos cooperativos es denominada mundo del escenas del arte. Sin embargo, y quizás como
arte (Becker, 2008). Puesto que los actores un efecto de esta escasa preocupación por la
involucrados piensan que el trabajo artístico jerarquía, resulta significativa la apertura que
requiere de ciertas habilidades peculiares que este modelo –conjugado en plural– manifiesta
solo poseen algunos pocos, el artista se ubica, hacia la diversidad de los mundos del arte.
ciertamente, en el centro de la red colaborativa.
Se gesta así una comunidad que funciona con Una parte significativa de los proyectos etno-
base en una serie de convenciones que facili- gráficos actuales que toman por objeto el arte
tan la comunicación entre los miembros y que son herederos, en mayor o menor medida, de
se concretan en una práctica común y coor- estos modelos analíticos, tal y como podrá
dinada. Los mundos del arte pueden dedicar observarse en los artículos que conforman este
parte importante de sus discusiones a esgrimir dossier. A partir de estrategias diversas, reto-
qué debe y qué no debe ser considerado arte, y man sus esfuerzos por recomponer las redes
de forma análoga, quién puede ser catalogado complejas en las que se crea, se distribuye y
como artista. Lo que diferencia a un mundo del se consume el valor artístico. Dan cuenta, en
arte de otra actividad colectiva es su capacidad estas operaciones, que aun en el contexto
no solo para producir determinados trabajos, posautónomo del presente estos circuitos artís-
sino también para dotarlos de un valor estético. ticos cobran la forma –intermitente, tal vez– de
una comunidad de sentido, donde se recrean
Aproximarse a estos dos autores en contra- los ritos colectivos y se refuerza un sentido de
punto permite explorar las zonas en que ambos pertenencia a un horizonte común, o se inscri-
modelos entran en disputa y a la vez se comple- ben en la lógica de una subcultura o movi-
mentan. De este modo, si con el modelo de Bour- miento, articulada en función de espacios de
dieu se pueden observar los campos artísticos encuentro y sociabilidad y de un universo de
en su jerarquía y estructuración, las elaboracio- signos colectivos.
nes de Howard Becker en torno a los mundos
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Algunos aspectos de estas propuestas, sin análisis crítico. En este mismo dossier, nos
embargo, parecen haber perdido fuerza. Tanto encontramos con textos implicados de forma
en Bourdieu como en Becker es posible distin- cómplice en la creación, producción y repro-
guir una búsqueda de la deconstrucción de los ducción del campo: sus autores son profesores
supuestos del mundo del arte: si en el primer universitarios a la vez que voces activas en el
caso se trata de combatir la idea del operar artís- debate sobre las políticas culturales; escritores
tico como acto puro y desinteresado, el segundo de papers académicos a la vez que jurados de
pretende desmitificar la noción del trabajo artís- concursos; o tesistas de doctorado al mismo
tico como acto individual, solitario y emanado tiempo que practicantes activos de la disciplina
de un genio que crea a partir de la nada. Las que estudian.
aproximaciones contemporáneas, en cambio,
buscan más bien capturar aquellas prácticas y
discursos que movilizan los actores para produ-
Profesionalizar el arte, o cómo hacer
cir o consumir arte, sea lo que sea que estos
del ocio un trabajo
quieran nombrar con esa categoría. Ello distan-
cia a los nuevos investigadores sociales del arte Uno de los aspectos de los mundos del arte
de los sociólogos del siglo XX, como también de que más ha convocado a los investigadores,
los mismos artistas, críticos y agentes que se tanto históricamente como en la actualidad,
desenvuelven en estas escenas: movilizadas son los procesos de profesionalización que
por una “neutralidad axiológica”, las antropolo- dan estructura al campo artístico y hacen
gías del arte no son el ejercicio de decir cuál es posible la emergencia y el reconocimiento de
el buen arte o por qué sus postulados son fala- los artistas. Estos procesos han demostrado
ces, sino el de indagar en qué es lo que se hace ser elocuentes a la hora de iluminar los prin-
cuando se dice que se hace arte y qué cosas cipios y los valores que rigen a una comuni-
suceden a partir de esa operación performativa. dad artística; las convenciones y las prácticas
sedimentadas que reafirman la pertenencia y
Al mismo tiempo, los nuevos desarrollos
la posición en la escena, y los modos en que
antropológicos del arte tienden a preferir la
las tomas de decisión van permitiéndole a los
escala etnográfica antes que la construcción de
actores resolver diversas clases de tensiones
modelos generales y se interesan por lograr un
a lo largo de sus trayectorias.
encuadre cercano que comprenda a los acto-
res de estos mundos artísticos como sujetos Pero más allá de estas ventajas analíti-
complejos, reflexivos, a menudo atravesados cas, abordar la profesionalización de las artes
por contradicciones y ciertamente dotados de parece ofrecer una llave de entrada a una de
agencia. Con frecuencia, los investigadores sus interrogantes más persistentes: ¿pueden
escogen un narrador marcadamente situado las artes, prácticas sensibles a menudo expe-
y participante para sus escritos, que recoge rimentadas por sus creadores como trascen-
sus propias experiencias –un poco adentro y dentes, ser “domesticadas” por la lógica de
un poco afuera– en los campos del arte, inda- un campo profesional, con sus instituciones y
gando en sus límites y posibilidades para el sus reglas? ¿Cómo se convierte una pasión
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artística en un trabajo socialmente admitido? abstracta en el valor del arte. En este marco,
¿Cómo el continuo arte-vida al que apelan los como venimos proponiendo en un proyecto de
artistas logra acoplarse a una racionalidad de investigación que indaga en la construcción
mecanismos y certificaciones que garantizan cotidiana de fronteras entre el trabajo creativo y
la “profesionalidad” de la labor? En definitiva, los tiempos de ocio5, el trabajo artístico contem-
¿cómo hacer una antropología del trabajo artís- poráneo implica una permanente autogestión
tico, si los discursos de sus protagonistas conti- de las propias condiciones de producción, lo
nuamente buscan desmarcarse de una condi- que se traduce en el desarrollo de distintas
ción propiamente productiva? O en los términos estrategias para compatibilizar lógicas diversas
de un libro publicado de manera reciente sobre y lidiar, en la vida diaria, con las contradicciones
estas materias: el arte, ¿es un misterio o un propias de esta práctica. Exploraremos algu-
ministerio? (Katzenstein & Iglesias, 2017). nos de estos frentes de tensión siguiendo las
claves analíticas de los artículos incluidos en
Tras los aportes de Becker, quien realizó un este dossier.
esfuerzo por acercar el análisis de los mundos
del arte a la sociología de las profesiones, Las aproximaciones etnográficas aquí reuni-
diversos autores se han aproximado al trabajo das, articuladas en torno a los procesos de
artístico poniendo de relieve sus singularidades profesionalización en los campos artísticos
y contradicciones. Se ha documentado, en los contemporáneos, entregan una triple mirada
diversos campos y disciplinas, que las condi- desde diferentes disciplinas –cine, música,
ciones laborales de los artistas se caracterizan artes visuales– y diversos contextos nacionales
por la precariedad, la multiactividad y la inter- –Chile, Argentina, Perú–. Aunque cada una de
mitencia (Menger, 1999, 2001; García Canclini, ellas escoge un registro de escritura particular y
Cruces & Urteaga, 2012; Guadarrama, 2014, una forma propia de plantear sus problemas de
entre otros). Sin embargo, estas condiciones investigación, las tres convergen en el desafío de
desfavorecidas llevan una particular impronta, comprender tanto los mecanismos estructurales
vinculada al “entusiasmo” (Zafra, 2017) que con que se construyen las posiciones del campo
sostiene al ecosistema artístico. Como plantea y sus criterios de pertenencia como las formas
Lorey (2006), estos campos conllevan un modo singulares en que los actores absorben estos
de subjetivación marcado por una contradic- mandatos y los elaboran en términos subjetivos
ción basal: aunque enfrentan una precariza- y/o biográficos. En este artículo sostenemos
ción masiva y simultánea de las condiciones de que estos textos ofrecen una sugerente entrada
trabajo, a la vez perciben y eligen su ocupación a los modos en que la reorganización constante
con base en una idea de soberanía, infundida de los campos artísticos frente a las transfor-
por la realización de sí y la autonomía. maciones del mundo contemporáneo puede ser
leída como un ejercicio de gestión –individual
En síntesis, observamos que los artistas se y colectivo– de las contradicciones del trabajo
desenvuelven en escenas artísticas ciertamente creativo. Y esta gestión de las contradicciones
precarias e inestables, que a la vez los conmi- se materializa y elabora en múltiples niveles:
nan a renovar su compromiso con el campo, a en la vida cotidiana de sus actores (las tácti-
partir de un sentido de vocación y una creencia cas), en las grandes decisiones que dan forma
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a las carreras artísticas (las estrategias), y en la autora de este artículo pone atención en los
los objetos de arte que se producen y ubican al modos en que los cineastas atraviesan proce-
centro de sus interacciones (las obras). sos de formación –las escuelas, los festiva-
les, la práctica profesional– que los empujan
Exploraremos, de forma preliminar, tres de a situarse en este campo de tensiones. “Los
estas contradicciones que atraviesan a las intentos de profesionalización del cine chileno
escenas estudiadas y que, de alguna manera, implican una concepción del cine como industria
se presentan como modos específicos de creativa que, apropiándose de los imaginarios
actualizar antiguas tensiones de los mundos del del cine de autor global, conflictúan la noción de
arte. La primera tensión podría ser formulada cine esfera artística autónoma y con las prácti-
como la cuestión de la autonomía; la segunda, cas tradicionales de la comunidad local”, afirma
corresponde al problema de la singularidad, y la Peirano. Valiéndose de herramientas etnográfi-
tercera, nos enfrenta con el dilema de la susten- cas, explora así la construcción de sensibilida-
tabilidad. Aunque las tres atraviesan todos los des laborales en los cineastas emergentes, que
casos presentados, reduciremos artificialmente se debaten entre el deber ser artístico del campo
el análisis abordando solo un eje de análisis en y las presiones del mundo industrial, configu-
cada aproximación etnográfica. rando arquetipos que se presentan como alter-
nativos: artistas, trabajadores, emprendedores.
En primer lugar, los textos recopilados en
este dossier nos ofrecen nuevas entradas al En segundo lugar, las aproximaciones etno-
problema de la autonomía. Las fuerzas del gráficas contemporáneas a los campos artís-
mercado, de las tendencias internacionales y ticos ilustran los modos en que el régimen de
del acontecer político global refractan de mane- singularidad del arte, frecuentemente denun-
ras múltiples y diferenciales en los distintos ciado por la sociología de fines del siglo XX,
campos disciplinares, pero en ninguno de ellos encuentra nuevas formas y conflictos en las
es difícil vislumbrar los modos en que la “auto- escenas actuales. El artista moderno fue repre-
nomía relativa” de Bourdieu ha dado paso a sentado como un sujeto solitario, de una sensi-
una lógica propiamente posautónoma (García bilidad y creatividad excepcional, que produ-
Canclini, 2010). En el caso del mundo del cine, cía obras a partir de la nada: los artistas como
María Paz Peirano nos introduce en los modos genios, situados muchas veces en los márge-
en que la práctica cinematográfica en Chile – nes del sistema social, alimentaron sus carre-
históricamente marcada por un compromiso ras con este imaginario misterioso. El relato que
político que la apartaba de la influencia impe- nos presenta Sebastián Muñoz sobre las esce-
rialista del cine hollywoodense– recoge en un nas del rap en la ciudad de Buenos Aires da
nuevo escenario la atávica tensión entre “arte” cuenta de las particularidades que cobra esta
y “negocios”. antigua tensión en este campo, comprendido
por el autor como una “articulación contingente
En el marco de la actual reconfiguración del
entre personas, objetos y espacios”.
campo cinematográfico local, al vaivén de las
transformaciones globales de la industria y sus A lo largo de sus trayectorias, los músicos de
negociaciones entre lo artístico y lo comercial, rap que pertenecen a la banda establecen prác-
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ticas de cooperación y de distanciamiento; de Introduciéndose en el complejo problema del


exploraciones individuales y de esfuerzos colec- valor de las obras artísticas, Mitrovic revisa
tivos, que adquieren sentido en el marco de las las conversiones entre lo estético y lo finan-
transformaciones de una escena que aprovecha ciero, lo mediático y el conocimiento experto,
y optimiza las herramientas tecnológicas digi- dando cuenta cómo estos regímenes de valor
tales. Son estas redes inestables, construidas se cristalizan en instituciones y voces autoriza-
entre lo presencial y lo virtual, las que hacen das. En este contexto, los artistas desarrollan
posible las carreras de músicos de rap, resol- sistemas propios que les permiten resolver de
viendo cotidianamente la tensión entre lo indivi- forma provisoria las contradicciones sobre las
dual y lo colectivo en los diversos niveles en que que sus propias carreras se elevan, por ejem-
se expresa, desde los mismos productos musi- plo, distinguiendo en sus producciones entre el
cales al universo visual en el que se inscriben. “trabajo” y la “obra”: los encargos con los que
se hace frente a las necesidades económicas
Finalmente, un tercer problema constitutivo y aquellas piezas que constituyen una produc-
del campo artístico es el de su sustentabili- ción propia, autoral.
dad: a pesar de que suele existir un consenso
social respecto del valor superior de este tipo de En síntesis, los trabajos que encontraremos a
obras, la expresión “por amor al arte” resume su continuación nos permiten observar, desde un
inconvertibilidad al plano económico. Ya hemos lente etnográfico, que los procesos de profesio-
apuntado que la precariedad es uno de los nalización de las distintas disciplinas artísticas
rasgos más evidentes de los mundos creativos. enfrentan a los artistas a ejercicios de posi-
En buena medida, las adversas condiciones cionamiento y toma de decisión en los que se
laborales de los artistas se han acentuado en el negocian las tensiones constitutivas del campo.
marco de los procesos de profesionalización de En línea con los hallazgos de nuestro proyecto
las artes, que aumentaron exponencialmente de investigación ya mencionado, y como ha
el número de personas que se desempeña en sido destacado por otros autores anteriormente
estos campos y transformaron –a partir de la (Gallo & Semán, 2015), vemos que la noción
formación universitaria de sectores no prove- de “gestión” cobra un protagonismo inusitado
nientes de la élite– la composición social de en las artes en el marco de las transformacio-
estos. El mundo de las artes visuales expresa nes societales de los tiempos contemporáneos.
esta tensión de forma paradigmática, ya que Las labores permanentes de gestión suponen
quienes se desenvuelven allí aprenden tempra- una carga significativa –un trabajo– que tiende
namente que vivir íntegramente del arte es, a permanecer invisibilizada. En la actualidad,
simplemente, poco probable. se gestionan muchas cosas: agendas cotidia-
nas, redes de sociabilidad, formas de finan-
El texto de Mijail Mitrovic se detiene en las ciamiento, estrategias de visibilidad pública.
carreras de dos artistas emergentes de la Pero, sobre todo, se gestionan incomodidades,
auspiciosa escena del arte limeña, explorando contradicciones entre los statements políticos
los modos en que las expectativas y las lógi- de las obras y su participación en el stablish-
cas del mercado se estrellan contra los inte- ment y modos de ser parte del orden social y, a
reses y las búsquedas de los propios artistas. la vez, situarse fuera de este.
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Reflexiones finales los aportes de María Paz Peirano, Sebastián


Muñoz y Mijail Mitrovic, un cuarto artículo de
El sinuoso recorrido de este texto buscó Mayra Moreno, el cual –situándose en más en
presentar un modo de comprender la antropo- la antropología visual que en una antropología
logía de las artes sin reducirla de forma obliga- del arte– propone un sugerente esquema analí-
toria a los tradicionales objetos de dicha disci- tico de las obras audiovisuales basado en el
plina: las artes de la otredad. Exploramos, a lo concepto de “visualidades insurrectas”.
largo del artículo, el lugar de enunciación de
esta subdisciplina, explicitando las tensiones Lejos de clausurar el debate, esperamos que
existentes entre las artes contemporáneas y la estos planteamientos motiven a otros investiga-
antropología, y los modos en que ello interpela dores a examinar sus propias genealogías teóri-
al ejercicio investigativo. Luego avanzamos cas y contribuir a la definición –siempre provi-
hacia la especificidad de nuestro objeto de estu- soria– de una subdisciplina que tiene todavía
dio, identificando –a partir de la propuesta de mucho por explorar. Además de los numerosos
García Canclini, entre otros– el papel de la inmi- desafíos internos de las antropologías del arte,
nencia en las artes y la necesidad de establecer habrá que continuar haciendo frente a las dificul-
preguntas más enfocadas en la acción que en tades que se le presentan en sus procesos de
las esencias. Ello nos sirvió para recoger, desde consolidación académica, signados por la lógica
una perspectiva contemporánea, los principales de un “costo alternativo” que sitúa sus aportes
desarrollos teóricos sobre los campos artísti- en un lugar de menor relevancia o necesidad.
cos, caracterizando las singularidades de los Sostenemos aquí que las antropologías del arte
textos etnográficos que componen este dossier. juegan un papel significativo en la comprensión
Finalmente, optamos por explorar las tensiones de nuestra contemporaneidad y sus contradic-
contenidas en tres de los artículos dispuestos ciones. Allí donde las herramientas convencio-
a continuación, que abordan los dilemas de la nales muestran sus límites y el sentido de las
profesionalización artística en distintos campos prácticas escapa a las explicaciones técnicas,
y ciudades sudamericanas. Esta introducción las aproximaciones oblicuas y contingentes de
al tema de la antropología de las artes busca, las artes pueden sugerir sin amarrar, anticipar
además de sentar ciertas bases conceptuales, sin sentenciar. El valor de las antropologías del
presentar los textos recogidos en este dossier arte, como el de su propio objeto de estudio, se
temático. En él podrán encontrar, además de construye en esa contingencia.
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Notas
1
Para una discusión acerca de las formas en que la escena con los objetos de arte.
artística metropolitana ha demandado al arte contemporáneo 4
Aunque no es posible ahondar en esta oportunidad en este
latinoamericano ajustarse a temáticas y modalidades marcadas por argumento, aquí entendemos que, más allá de ciertas tradiciones
un sello antropológico y neoprimitivista, ver Pinochet Cobos, 2010. en cuanto a los objetos de estudio y de ciertas problemáticas
2
De acuerdo con la Real Academia Española (RAE), en su históricamente recurrentes, no es posible ni conveniente en la
acepción despectiva, un filisteo es una persona “de espíritu vulgar, actualidad hacer una distinción tajante entre antropología y sociología
de escasos conocimientos y poca sensibilidad artística o literaria”. del arte. Ni los objetos, ni los métodos, ni las bases epistemológicas
3
Aunque la aproximación pueda parecer, en primera instancia, un de estas disciplinas pueden ser comprendidas como dominios puros
quiebre en la historia de la disciplina, de acuerdo con Gell se trata y de fronteras estables.
de un enfoque heredero de la tradición francesa. Las prestaciones 5
FONDECYT de Iniciación Nº 11170319, Prácticas de ocio y
o dones a los que Marcel Mauss dedicó su célebre ensayo son trabajo cognitivo: Un estudio de los sectores creativos, artísticos
tratados, en su teoría del intercambio, como personas, o al menos e intelectuales. Investigadora responsable: Carla Pinochet Cobos.
como extensiones de estas. La teoría del parentesco de Lévi-Strauss Asistente de investigación: Constanza Tobar Tapia.
realiza la misma operación, reemplazando los dones por mujeres.
La teoría del arte de Gell (2016), sostiene su autor, hace lo propio

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