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En cuanto a la Violencia Contra la Mujer, y como lo reflejan las alejadas fechas de las
citadas convenciones, el proceso de reconocimiento de ésta, como una violación a los
derechos de las mujeres, ha sido mucho más lento; ha debido enfrentar las resistencias a la
comprensión de este problema, en lo concerniente a la responsabilidad de los Estados, en
una mirada que sólo alcanzaba a ver una leve o dudosa culpabilidad de los agresores
directos, y no todo aquello que los Estados hacen o dejan de hacer para poner fin a esta
violencia y para proteger a las víctimas.
Esta Convención, ha sido ratificada por casi todos los Estados de la Región 2, con excepción
de Canadá, Cuba, Estados Unidos y Jamaica. En ésta los Estados gratificantes, asumieron
obligaciones que este texto consagra en sus artículos 7 y 8, y que hacen referencia a
acciones de hacer y no hacer, en los planos de la prevención, sanción (legislación y acceso
a la justicia), atención integral (detección, intervención en crisis, protección y derivación a
las instancias correspondientes) e información y registro de los casos.
1
En la página http://www.unhchr.ch/spanish/html/intlinst_sp.htm se encuentran todas la convenciones y tratados de derechos humanos
con sus respectivos listados de ratificación por cada país.
2
Ha sido ratificada por Antigua y Barbuda, Argentina, Bahamas (Commonwealth), Barbados, Belice, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia,
Costa Rica, Dominica, Ecuador, El Salvador, Granada, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay,
Perú, República Dominicana, San Vicente y Granadinas, Santa Lucía, St. Kits y Neváis, Surinam, Trinidad y Tobago, Uruguay y
Venezuela. Las fechas de ratificación se pueden ver en la página http://www.oas.org/juridico/spanish/firmas/a-61.html
El artículo 7° consagra las obligaciones de carácter inmediato y el 8° las progresivas.
Dentro de las primeras encontramos:
Dentro de los mecanismos de protección, el más importante es el que señala el artículo 12,
que consagra las denuncias ciudadanas; señala este artículo: “Cualquier persona, grupo de
personas o entidad no gubernamental legalmente reconocida en uno o más Estados
miembros de la Organización, pueden presentar a la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos peticiones que contengan denuncias o quejas de violación del artículo 7 de la
presente Convención, por un Estado Parte y la Comisión las considerará de acuerdo con las
normas y requisitos de procedimiento para la presentación y consideración de peticiones
estipuladas en la Convención Americana sobre Derechos Humanos y en el Estatuto y el
Reglamento de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos”
De manera, que, cualquier persona, que estima que el Estado no está respetando o
garantizando el artículo 7 de esta Convención, puede presentar una denuncia a la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) cumpliendo con el procedimiento
establecido para esto, en el Reglamento de dicha Comisión.
b) Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la
Mujer, CEDAW. (ONU, 1979). Ratificada por la República Dominicana el 2 de
septiembre de 1982.
Esta convención, fue ratificada, por todos los países de América Latina y el Caribe (la
región que más rápido la ratificó). Es una convención innovadora, porque abordó un tema
que en aquel momento, no era un tema de la agenda pública. En la Convención se
consideran los derechos de las mujeres en la familia en su totalidad -derechos que no eran
mencionados en la época en que se elaboró la Convención- incluyendo los derechos
sexuales y reproductivos.
Una lectura conjunta de los artículos del 1 al 5 y 24, que constituyen el marco interpretativo
general de todos los artículos sustantivos de la Convención, indica, que hay tres
obligaciones que son fundamentales en la labor de los Estados Partes, de eliminar la
discriminación contra la mujer; estas obligaciones deben cumplirse en forma integrada y
trascienden la simple obligación jurídica formal, de la igualdad de trato entre la mujer y el
hombre, estas son:
El artículo 3º obliga a los Estados a tomar “en todas las esferas y en particular en las esferas
política, social, económica y cultural, todas las medidas apropiadas, incluso de carácter
legislativo, para asegurar el pleno desarrollo y adelanto de la mujer, con el objeto de
garantizarle el ejercicio y goce de los derechos humanos y las libertades fundamentales, en
igualdad de condiciones con el hombre”. Esta norma consagra la obligación de los Estados
de garantizar el goce de los derechos, que pueden considerarse de carácter genérico y que
se encuentran en otras convenciones internacionales, estableciéndose, además, como la
segunda obligación de los Estados en materia de derechos humanos, luego de su obligación
de respeto de los mismos.
De manera que los Estados gratificantes, están obligados a garantizar el ejercicio y goce de
los derechos humanos relacionados con la Violencia Contra las Mujeres, como son: el
derecho a una vida sin violencia, a la vida, a la integridad física y psíquica, etc., en igualdad
de condiciones para hombres y mujeres.
Por otra parte, el artículo 5º en su letra a, obliga a los Estados a tomar medidas apropiadas,
para “modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y mujeres, con miras a
alcanzar la eliminación de los prejuicios y las prácticas consuetudinarias y de cualquier otra
índole, que estén basados, en la idea de la inferioridad o superioridad de cualquiera de los
sexos o en funciones estereotipadas de hombre y mujeres”.
Si consideramos, que la Violencia Contra las Mujeres, es una práctica que se basa en la
creencia de la superioridad y control de los hombres, los Estados gratificantes, están
obligados a tomar medidas, para modificar este patrón sociocultural de conducta.
Esta Convención, ha sido ratificada por casi todos los países de la región, y un número muy
importante del mundo; en América constituyen excepciones: Estados Unidos, Paraguay y
Puerto Rico.
La Convención establece, que “La adopción por los Estados Partes de medidas especiales
de carácter temporal, encaminadas a acelerar la igualdad de facto entre el hombre y la
mujer, no se considerará discriminación, en la forma definida en la presente Convención,
pero de ningún modo entrañará, como consecuencia, el mantenimiento de normas
desiguales o separadas; estas medidas cesarán cuando se hayan alcanzado los objetivos de
igualdad de oportunidad y trato”
Estas “medidas especiales”, son de carácter temporal, y tienen como finalidad, apresurar la
mejora de la situación de la mujer, para lograr su igualdad sustantiva o de facto con el
hombre, realizar los cambios estructurales, sociales y culturales necesarios, para corregir las
formas y consecuencias pasadas y presentes de la discriminación contra las mujeres, así
como compensarlas, y la participación en condiciones de igualdad de la mujer en el ámbito
político, económico, social, cultural y civil, o en cualquier otro ámbito.
Por lo tanto, no debe considerarse, que esas medidas son necesarias para siempre, aun
cuando el sentido del término “temporal” pueda, de hecho, dar lugar a la aplicación de
dichas medidas durante un período largo. La duración de una medida especial de carácter
temporal se debe determinar teniendo en cuenta el resultado funcional que tiene, a los fines
de la solución de un problema concreto y no estableciendo un plazo determinado. Las
medidas especiales de carácter temporal deben suspenderse cuando los resultados deseados
se hayan alcanzado y se hayan mantenido durante un período de tiempo.
Las medidas especiales a que hace
referencia la Convención, tienen
carácter temporal, son una estrategia
para los Estados para lograr la
igualdad entre hombres y mujeres,
cesará cuando se hayan alcanzado los
objetivos de igualdad de oportunidad
y trato.
Estas medidas, no son una excepción a la regla de no Discriminación, sino parte de una
estrategia necesaria de los Estados Partes, para lograr la igualdad sustantiva o de facto de la
mujer y el hombre, en el goce de sus derechos humanos y libertades fundamentales.
Proporciona, el mayor reconocimiento legal, hasta la fecha, de la violencia por razón del
género como delito, con arreglo al derecho penal internacional. En la letra g) del apartado 1
del artículo 7, el Estatuto de Roma clasifica como crímenes de lesa humanidad: “La
violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado, esterilización forzada
o cualquier otra forma de violencia sexual de gravedad comparable”, cometidos “como
parte de un ataque, generalizado o sistemático, contra una población civil”. Los mismos
delitos se clasifican en el punto xxii de la letra b, del apartado 2 del artículo 8, como
violaciones graves de las leyes y usos aplicables en los conflictos armados y, por tanto,
clasificables como crímenes de guerra.
El preámbulo del Estatuto de Roma, recuerda, que “es deber de todo Estado ejercer su
jurisdicción penal, contra los responsables de crímenes internacionales”. Por tanto, se ha
defendido que es “esencial, que todos los Estados Partes, así como otros Estados, reformen
su derecho interno o promulguen legislación nueva, en la que se definan los delitos de
acuerdo con el derecho internacional”
d) La Convención de los Derechos del Niño. Adop tada por la Asamblea General de las
Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989.
La Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), es un tratado internacional de las
Naciones Unidas, por el que los Estados firmantes, reconocen los derechos de los niños y
niñas. Está compuesta por 54 artículos que consagran el derecho a la protección de la
sociedad y el gobierno, el derecho de los niños, niñas y a desarrollarse en medios seguros y
a participar activamente en la sociedad.
La CDN, reconoce a los niños y niñas como sujetos de derecho, pero convierte a los adultos
y adultas, en sujetos de responsabilidades.
Esta convención, reconoce en el plano del derecho internacional, que los niños y niñas,
como todas las personas, “gozan de los derechos consagrados para los seres humanos, y que
es deber de los estados, promover y garantizar su efectiva protección igualitaria”, a la vez,
que “se reconoce la existencia de protecciones jurídicas y derechos específicos de ciertos
grupos de personas”, entre los que se cuentan los niños, niñas y adolescentes. En otras
palabras, no se trata de derechos diferentes para los niños y niñas con relación a las otras
personas, sino del establecimiento de una protección complementaria (un plus de
protección), para este grupo de la población, en el ámbito de sus relaciones con el estado, la
sociedad y la familia.
La Convención sobre los Derechos del Niño, incorpora principios rectores, que cumplen la
función de interpretación del tratado, de orientación para el diseño de políticas sociales y
para la verificación de la forma en que en cada estado respeta cada uno de los derechos;
estos son los principios de no discriminación (artículo 2), interés superior del niño y la niña
(artículo 3) supervivencia y desarrollo (artículo 6) y participación (artículo 12).