Está en la página 1de 2

El castillo poseído

Cuando abrí los ojos, me di cuenta de que todo fue real. Y todo ocurrió la semana
pasada. No puedo creer que todas aquellas cosas resultaron reales. Pero empiezo mi historia
desde el principio...

El día era muy frío y invernal. Todo se hundio en la oscuridad, me sentí como en una
película de terror. Los árboles tapados con la nieve estaban de guardia, en las calles no hubo
ni una alma. Y entonces, aquella noche nos pasó algo, lo que ahora nos parece muy
divertido, pero entonces nos pasaron escalofríos. Mi sobrino, un chico de dieciséis años le
encanta la historia y aquel día me empezó a decir tonterías, que quería ir a un castillon
cercano. Tuve que escuchar muchas súplicas, solicitudes, y después también amenazas e
intimidaciones. Y todo para convencerme de ir a ese tonto sitio. No sé, cómo, pero mi
sobrino tuvo éxito y me convenció. Nuestro plan era sencillo y lamentable. ¿Acercarse al
castillo y dar vueltas en su subterráneo? Sólo mi sobrino pudo surgir esa idea.

El castillon era un edificio enorme con la historia y la tradición plurianual. Hay tres o
cuatro personas que saben que él existe. Pero gracias a esto es más atractivo. No era ni
bonito ni rico – el misterio y las indiresctas eran sus ventajas.

Cuando era niño, mujeres viejas me contaron una historia del Caballero de Juventud. Era la
historia muy espantoso y por aquella leyenda no pude dormir durante unas noches. El
Caballero de Juventud secuestraba ninos pequeños para chupar toda la alegría y todas las
ganas de vivir de sus víctimas. Gracias a eso era todo el tiempo joven y lleno de fuerzas. Mi
sobrino también conoció esa historia. Pensé que no la creía, pero me equivoqué.

- ¿Pero por qué quieres ir a este castillo? – le pregunté a mi sobrino, cuando me


propuso participación en ese proyecto.
- Quiero ver si la leyenda del Caballero de Juventud contiene nada más que mentiras.
Sabes, siempre hay grano de verdad.
- ¿Pues, cómo es tu plan? – pregunté.
- Vamos al castillo mañana por la noche. En la valla a la derecha hay un agujero. Así
entramos y después nos va a ayudar mi amigo Marco.

De verdad nuestro plan fue horrible. No sé, por qué acepté esa idea. Pero mañana por la
noche fuimos al castillo. Mi sobrino – con la cabeza erguida, los ojos risueños y con ganas
de tener aventura y yo – encorvado, soñaba con el fin de ese tonto viaje.

Entramos y estuvimos de pie detrás del castillon. Nos parecimos a muñecas de nieve.
Pues empecé a cantar villancicos, pero mi sobrino me acalló categóricamente.

Al lado del castillo nos esperó Marco. No me gustó a ese chico.

- Junto con mi amigo ya hemos abierto la puerta de laberinto – oí su voz bajo.


- Vale, pues vamos.

Durante una hora fuimos en escalera abajo. Quise decir que en ese sitio no había ni una
alma, pero entonces oímos gritos horribles. Tuve mucho miedo. La decisiñon era rápida –
escapamos! La puerta se cerró de golpe y no pudimos salir. Vi que algo o alguien
acercaba a nosotros. Empezamos a gritar. De repente nuestro asesino empezó a reírse.
¡Resultó que era un chico! No asesino.

- Pues tienes su Caballero de Juventud. Existe y está bien. – dijo a mi sobrino.

Resultó que los amigos de mi sobrino le gastaban una broma.

- ¿Tío, puedo preguntarte algo?


- Sí, por supuesto.
- Entonces, cuando pensamos que era Caballero de Juventud, tenías miedo?
- Por supesto, como tú.
- Y no se por qué. Caballero de Juventud secuesta sólo las persona jovenes.

¡Quiero muchísimo a mi sobrino!

También podría gustarte