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EL SOLDADITO DE PLOMO reescritura por Alejandra Rojas.

Cuento original escrito por el escritor y poeta danés Hans Christian Andersen (1805-1875)
Actividad: Reescritura, de no más de dos carillas, de la historia tradicional en cuento polifónico
Intérpretes: el niño, el soldadito de plomo, la bailarina, el duende negro

Siempre tuve mucha suerte. Casi todos los juguetes que quería los conseguía tarde o temprano. Sin
embargo, los soldaditos de plomo se me resistían. Quizá no había sido lo suficientemente insistente con mis
padres y abuelos, pero una tarde, todo había cambiado… ¡Cómo lo recuerdo!… Estaba terminando de
armar y decorar un hermoso castillo gigante; un espejo, era un perfecto lago, algunos cisnes se “bañaban”
en él, y la bailarina de la cajita musical de mi madre, hacía ejercicios junto a la puerta, haciendo de
guardiana de la fortaleza. Aquella tarde, llegó mi abuelo con una gran caja de madera… ¡Qué gran sorpresa!
Una caja con ¡25 soldados! Los puse rápidamente a desfilar.

Aunque había uno con un pequeño defecto, seguramente en batalla hubiera ocupado un lugar en la
enfermería; aunque como se mantenía firme lo incluí en el escuadrón. Pase una tarde muy divertida,
terminé muy cansado y me acosté.

A la mañana siguiente tuve que recoger todo para desayunar. Recuerdo que había puesto a los
soldaditos junto a la ventana. Un gran error, porque una corriente de aire hizo que uno de ellos, el soldado
con una sola pierna, cayese a la calle. Aunque bajé rápidamente a buscarlo no pude encontrarlo… desde
entonces no he vuelto a ver al pequeño muñeco…

Soy el pequeño de 25 hermanos. Nacimos de una misma pieza de plomo. Nos inscribieron, sin
preguntarnos, en el mismo regimiento. Al menos eso creo, porque vestíamos igual. Lo primero que oí, al
poco de nacer, fue el grito de alegría de un niño: “¡Soldaditos de plomo!”. Luego me enteré de que éramos
su regalo de cumpleaños. Al minuto de estar en sus manos ya estábamos desfilando. Descubrí entonces
que yo no era igual que el resto de mis hermanos. Al ser el último en nacer, mi padre se quedó sin plomo y
no pudieron terminar una de mis piernas. Pero a fuerza de tesón logré mantenerme igual de erguido y
firme que el resto de la familia.

También mi primer amor llegó muy temprano. Allí, junto a un enorme castillo, una bella joven
permanecía con sus brazos estirados como queriendo recibir al Sol, mientras se paraba en una sola pierna,
creo que de todos de la habitación, era la más hermosa... ejercitando mañana y noche. Qué bella era, no
podía dejar de mirarla desde el primer momento… tan delicada….y también se paraba en una sola pierna,
nadie podría llegar a entenderme como ella…. Ambos compartíamos ese ejercicio, aunque ella, sin dudarlo,
ella tenía más gracia..

Aquel día también fue el comienzo de mi pesadilla. Cuando mis hermanos se habían ido a dormir,
de una caja surgió un duende negro. No me pregunten por qué, pero lo único que me dijo es que no mirase
a la bailarina. Obviamente no le hice ni caso. Tal vez por esto, cuando me colocaron junto a la ventana, una
extraña corriente de aire hizo que me precipitara hacia el abismo. Tres pisos, fue terrible. Llovía mucho y la
corriente me arrastró. Terminé en una oscura alcantarilla. Confieso que pasé mucho miedo cuando
apareció aquella terrible rata que me pedía el pasaporte para entrar en su reino. Conseguí huir, pero el
canal de la cloaca terminaba en una inmensa catarata... mi suplicio aún no terminaba…

Siempre he sido tímida. Creo que por no hablar cuando debí hacerlo fui condenada a abandonar el
ballet y reconvertirme laboralmente. Como portera del castillo no se vivía mal, aunque todo era un poco
monótono. En mis ratos libres no olvidaba mi verdadera vocación y hacía ejercicios de estiramiento
observando a los cisnes del lago.

Un día no me fijé en ellos sino en un apuesto soldado que, desde la lejanía, me miraba
constantemente. Ahí comenzó todo. Pero siempre me pasa que, en el momento en el que me gusta
alguien, sale huyendo. Así ocurrió esta vez, desapareció sin dejar rastro. Sus hermanos me contaban que
había sido cosa del duende, que si un accidente, que si la ventana que estaba abierta…

¡Cuánto tiempo tuve que esperar encerrado en aquella caja oscura y fría! Siempre esperando la
hora a que la caja se abra para que pueda yo asomarme… Todo, para poder verla aunque sea unos
instantes… Ella me ignora siempre… Claro, ella tiene el castillo…. Y yo sólo esta caja destartalada…. Cuento
los minutos para que el reloj marque las 12, allí ¡crack! Como todas las noches… Un rato para mirarla
mientras me ignora… ¡Comenzaron las campanadas!... ¡salto hacia el Univerr…¿Quién es ése?! ¿Ella no me
mira a mi por feo pero lo mira a él? ¡seguro debe ser lástima!... “¡No la mires!” le grité…. Aquel pobre
soldado no me cayó mal, incluso me daba pena, por eso le advertí, por eso le dí esa oportunidad… Pero, no
me hizo caso, así que no tuve más remedio que soplar fuerte…

-Recuerdo que allí estaba, sintiendo que me iba hacia el fondo del río… Lejos quedaban mis
hermanos, el niño, el castillo y la hermosa bailarina…. En ella pensaba mientras la superficie se
transformaba en figuras cada vez más borrosas y lejanas… De pronto… un pez me escogió como aperitivo.
Aquella desagradable experiencia fue breve, sentí como el pez fue capturado por un pescador, y antes de
que pudiese darme cuenta, salí de su tripa y vi otra vez la luz me esclarecía el paisaje… Aparecí en una
cocina, ante el asombro de la señora que preparaba la comida y llamaba a los gritos a su hijo... ¿Casualidad
o destino? Aquella era la casa donde estaban mis hermanos y aquel niño tan cariñoso, pero sobre todo era
la casa de mi linda bailarina, que seguía exactamente en la misma posición. Me emocioné, y nos miramos
fijamente. Y fue entonces cuando pasó lo que tenía que pasar…

Día tras día miraba a los hermanos de mi perdido soldadito… pensando en su desaparición que se
sumaba a otros abandonos, parece que el único que siempre aparecía era ese maldito duende que noche
tras noche me asusta desde su tenebrosa caja, desde donde me mira con su cara de loco y me chista como
si yo fuera el poodle chillón que cada tanto secuestra a algún peluche…

Pero, una tarde, unos gritos en la cocina llamaron la atención de todos en la habitación,
especialmente la del niño, que salió corriendo hacia allí… Esa tarde, la alarma se trasformó en sorpresa y
alegría… Había pasado un tiempo ya de la desaparición…. Pero esa tarde, apareció el niño frente a mi
castillo y de su mano, que olía a pescado, apareció mi hermoso soldadito, quien fue asignado junto a mi, a
cuidar las puertas del castillo. Allí estaba él, mirándome como nunca nadie me había mirado y me declaró
su amor. Me rendí, hubiese hecho cualquier cosa por aquella mirada. Así que sé tomé la decisión adecuada,
y si volviese a nacer lo haría otra vez igual…

Es que enormes celos y enojos despertaron en el duende de la caja sorpresa cuando el reloj marcó
las doce y reapareció… Lo vimos soplar y soplar con todas sus fuerzas, hasta que finalmente, logró que,
otra vez, aquellos hermosos ojos se alejaran en una nueva caída, pero esta vez, a las llamas del hogar que
crepitaban en la habitación; y sí, sin pensarlo dos veces, salté hacia él…

Sabemos que nuestras vidas se fundirán en un solo cuerpo, un solo sueño… pero será juntos…

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