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humana no puede agotarse en una dimensión mera- miembros del cuerpo social. En este mismo sentido
mente animal, puesto que el ser humano necesita se orientan las críticas de Marx al comunismo "nive-
además los medios para una vida digna, que incluyen lador", que sugieren un derecho de todos los indivi-
un habitat decoroso y no contaminado. La denuncia duos a realizar de manera distinta y peculiar el ideal
de la "desmoralización bestial, de la completa, abs- común de libertad y dignidad. En contra de este falso
tracta y ruda simplicidad de la necesidad", parecería ideal de sociedad comunista, que propugna como ideal
justificar un derecho que hoy denominamos de terce- político y ético la negación de la cultura y el regreso a
ra generación: "para el obrero - sostiene Marx - in- la simplicidad del hombre sin necesidades, Marx rei-
cluso la necesidad de aire libre deja de ser una nece- vindica para cada individuo la posibilidad de un de-
sidad; el hombre vuelve a habitar las cavernas, ahora sarrollo autónomo de sus talentos y capacidades, por
envenenadas por los hálitos pestilentes de la civiliza- fuera de ese estrecho marco nivelador que acaba por
ción y que él ocupa de manera precaria, como un po- violar la dignidad y la autonomía personal.
der extraño, que le puede ser quitado, del que puede
ser expulsado de un día para otro, si no paga. El obrero
debe pagar por esta casa de muerte ...La luz, el aire, la VI. DIFERENTES TRADICIONES DE DERECHOS
más elemental limpieza animal, dejan de ser una ne-
cesidad para el hombre". A lo largo de los dos últimos siglos las declaracio-
De otro lado, la denuncia del trabajo alienado y nes de derechos de la revoluciones burguesas se han
de sus efectos perjudiciales para la salud física y men- venido integrando de manera progresiva en la estruc-
tal del obrero obliga a pensar desde una perspectiva tura jurídico-política de los diferentes Estados nacio-
más amplia el derecho al trabajo, sin reducirlo a la nales, y han sido asumidos como principios normati-
simple y llana libertad para todos de ofrecer sus fuer- vos encargados de regular las relaciones internacio-
zas al mejor postor. Marx no subvalora el carácter nales. Gracias a este proceso de positivación - en las
progresista de esta ausencia de trabas, que constitu- cartas constitucionales y en los pactos y convenios
ye una ganancia innegable en relación con las formas entre Estados - los derechos dejan de ser una aspira-
feudales de dependencia y dominación. Sin embar- ción moral o una declaración de buenas intenciones,
go, su análisis de la sociedad capitalista indica que para transformarse en derechos exigibles, en el con-
para los más débiles y desamparados la liberación de texto de un ordenamiento normativo. En estos dos
las relaciones laborales no ha significado nada más siglos de historia es posible diferenciar tres grandes
que miseria, explotación y embrutecimiento. Por con- tradiciones ético-políticas, cada una de las cuales se
siguiente, un derecho al trabajo debería incluir una caracteriza por la prioridad asignada a una clase es-
seguridad mínima en cuanto a la posibilidad de en- pecífica de derechos: el liberalismo de corte indivi-
contrar empleo, protección frente a la explotación y dualista, el pensamiento radical-demócrata, la social
garantías para que la actividad laboral se realice en democracia y el socialismo.
condiciones salubres y no se reduzca a una tarea me-
cánica y agotadora. Es necesario aclarar que en los A. La tradición liberal
Manuscritos Marx no menciona de manera expresa
un derecho al trabajo. De todas formas el contexto 1. La «libertad negativa», el núcleo de los
sugiere que es justa y legítima la aspiración a un tra- derechos liberales.
bajo creativo, que estimule la realización de las po- Para el liberalismo clásico, que se remonta a la
tencialidades humanas, permita al trabajador la rea- tradición de John Locke, Benjamín Constant, Alexis
lización de sus potencialidades y le asegure los me- de Tocqueville y john Stuart Mill, el valor supremo
dios para una vida digna. lo constituye el derecho a una esfera de libertad indi-
En fin, la denuncia del egoísmo y del empobreci- vidual y privacidad que ningún poder, bajo ningún
miento paulatino del ser humano producidos por el pretexto, puede violar. Su preocupación fundamental
apego a la propiedad privada parecería suponer el es la de defender esta esfera íntima de las
derecho a una vida culturalmente rica, en el marco de intromisiones externas o de las manipulaciones del
relaciones solidarias y armónicas entre los distintos poder social y político, puesto que si el individuo lle-

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gase a alienar este ámbito mínimo de libertad renun- como garantía de los derechos individuales, los clási-
ciaría a su condición humana. El énfasis de esta con- cos del liberalismo no esconden su desconfianza fren-
cepción no recae sobre el contenido de la libertad te al poder creciente de una realidad estatal que
como despliegue y desarrollo de capacidades, sino en incrementa siempre más sus funciones y atribucio-
la necesidad de preservar de toda interferencia ajena nes, y que acaba por transformarse a menudo en una
un terreno que es de exclusiva jurisdicción del indivi- fuente adicional de violaciones para los derechos in-
duo. dividuales. Resulta indiferente que el poder absoluto
2. Los derechos prioritarios. lo ejerza un tirano o una asamblea popular: el despo-
De manera más específica la esfera de la libertad tismo más peligroso provendría incluso de ciertas
abarca el dominio interno de la conciencia, y supone modernas teorías demócratas que, en nombre de una
la libertad de conciencia, pensamiento y expresión. auténtica y verdadera libertad, llegan a justificar el
Como bien lo aclara Mill, es un derecho sagrado del despotismo de las asambleas populares y de la vo-
individuo el actuar de acuerdo con sus convicciones - luntad general sobre la libertad de la esfera indivi-
religiosas, éticas, estéticas -, y organizar su vida de dual. De aquí la preocupación por imponerle diques
acuerdo con principios y patrones de conducta libre- y límites a un poder desbordante y peligroso, y la
mente escogidos, puesto que "la única libertad que idea recurrente de que el Estado pierde legitimidad
merece este nombre es la de buscar nuestro propio cuando pretende sobrepasar las barreras de la auto-
bien a nuestra propia manera", por supuesto sin per- nomía individual.
judicar la igual libertad de los demás. Los derechos 4. Reservas liberales frente a los derechos
más sagrados para la tradición liberal son precisamen- polfticos y sociales.
te los relativos a la libertad de expresión y de estilo El énfasis en la inviolabilidad de la esfera privada
de vida, que los liberales reivindican en contra de toda deja en segundo plano los derechos políticos y socia-
clase más o menos encubierta de censura, intoleran- les.
cia y totalitarismo. Ellos insisten en especial en la a. Resistencia al sufragio universal Los autores
necesidad de defender los derechos de la esfera indi- liberales clásicos no esconden su miedo frente a la
vidual frente al dominio creciente de la sociedad, de ampliación del sufragio, en la que perciben un serio
la opinión pública y del Estado moderno que, con su peligro para el orden existente y la seguridad de la
aparato burocrático, "penetra mucho más a fondo en propiedad privada. Los profetas del liberalismo ex-
los detalles de la vida, llegando hasta a encadenar el presan sin tapujos estas inquietudes, que se traducen
alma". De acuerdo con esta tradición de pensamien- en propuestas que tienden a limitar o frenar la exten-
to la libertad personal supone además para el indivi- sión de la ciudadanía. Cuando la fuerza de las cosas
duo la posibilidad de contar con bienes de uso exclu- los obliga a aceptar el credo democrático y el sufragio
sivo, libres de interferencias externas. La propiedad universal, aceptan a regañadientes lo que consideran
privada adquiere incluso el status de condición indis- una tendencia involutiva de la humanidad hacia la
pensable para el desarrollo de una persona autóno- nivelación y la mediocridad colectiva: la irrupción de
ma, por lo que se transforma en un derecho tan sa- las masas incultas en el poder es vista como un desti-
grado e inviolable como la vida misma o la libertad. no irremediable, más que como un logro y un progre-
J. El "Estado de derecho", garantfa de los so. Por cierto, varían de un autor a otro los argumen-
derechos. tos esgrimidos para justificar esta exclusión: ignoran-
El Estado es un medio indispensable para asegu- cia y carencia de ilustración de las masas, falta de
rar el respeto de esta libertad negativa y evitar la interés o de idoneidad para decidir en asuntos que
amenaza permanente de una condición de anarquía, no les competen, necesidad de gozar de suficiencia y
en la que sólo podría imponerse la ley de la selva y autonomía económica para poder ejercer una ciuda-
del más fuerte. El Estado es considerado por consi- danía plena. De cualquier manera, es siempre evidente
guiente indispensable para una vida social ordenada la intención de limitar la ampliación de los derechos
y para que los individuos puedan confiar en un poder políticos y la esfera de la ciudadanía, factores
eficaz para el goce de sus derechos. Sin embargo, a percibidos como peligrosos para el estado de cosas
pesar de este reconocimiento del papel del Estado existente.

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En este sentido Kant condiciona el ejercicio de la tencia. Sin embargo, a su juicio el aparato estatal no
autonomía política a la independencia económica, por tiene por qué comprometerse con una redistribución
lo que considera como ciudadanos en sentido pleno más equitativa de la riqueza y de la propiedad en be-
sólo a los propietarios, y relega a la condición de ciu- neficio de los menos favorecidos, puesto que al asu-
dadanos de segunda a quienes carecen de autosufi- mir esta tarea que no le compete de manera directa
ciencia en el terreno económico y sólo cuentan con acabaría por descuidar su función esencial, que es la
su fuerza de trabajo. De manera similar Constant pone de imponer y hacer respetar unas reglas mínimas igua-
como condición para el ejercicio pleno de la ciudada- les para todos. El Estado se transforma así en el ga-
nía una renta suficiente que le permita al individuo rante del "juego limpio", en la instancia que desplaza
vivir con independencia de toda voluntad extraña. Para la lógica del privilegio y de la fuerza por medio del
justificar esta medida claramente restrictiva el teóri- imperio de la ley, y que asegura las condiciones pro-
co liberal aduce dos razones básicas: a)las personas picias para que el reconocimiento social y las gratifi-
condenadas a vivir de su trabajo carecen de la posibi- caciones resulten proporcionales al trabajo y al méri-
lidad de adquirir la formación apropiada para ejercer to de cada cual. Cuando en cambio pretende interve-
de manera competente sus funciones de ciudadanos, nir directamente en la regulación de la vida económi-
al tiempo que la carencia de propiedad privada los ca, inspirado por principios de justicia distributiva,
asimila a la condición de extranjeros: "no tienen ma- se configura una amenaza seria para las libertades
yor interés que los extranjeros en una prosperidad públicas, la autonomía y la mayoría de edad.
nacional cuyos elementos no conocen y en cuyos be- Los teóricos liberales se limitan a proclamar en
neficios sólo participan indirectamente". Los derechos abstracto la igual libertad para todos: se preocupan
políticos quedan así subordinados al goce del dere- por que se respeten estas reglas de juego clara y lim-
cho de propiedad. Incluso un liberal progresista como pias, pero poco o nada les importa cuántos indivi-
Mili ve con preocupación la irrupción de las masas en duos están de verdad en condición de participar en el
la política, y sugiere mecanismos para impedir que el juego del mercado y de la política. Por esto los dere-
manejo del Estado quede en las manos de personas chos sociales y económicos no constituyen un interés
incompetentes. Por esto condiciona el derecho de voto prioritario para ellos, o son vistos con actitud crítica,
a un examen en el que el ciudadano potencial mues- puesto que traen consigo aspectos desagradables
tre ciertas habilidades en cuanto al dominio del len- como el crecimiento desbordado del Estado, la "con-
guaje y las reglas de cálculo, y propone un voto pon- fusión" entre libertad e igualdad, el riesgo del
derado, para que las opiniones de los sabios cuenten paternalismo y por consiguiente un obstáculo al es-
más que las elecciones de las personas incultas. Más píritu de iniciativa. Para ser más precisos, no es que
recientemente 1. Berlin reconoce de manera expresa los autores liberales no consideren algo valioso la
que la libertad negativa o liberal "no está conectada, posibilidad de que todos cuenten con lo mínimo para
por lo menos lógicamente, con la democracia o con el una vida digna. Lo que cuestionan es la pertinencia
autogobierno" . de que el Estado se transforme en el destinatario de
b. Renuencis a aceptar los derechos sociales. La esta reivindicación y tenga que asumir la carga de la
resistencia a aceptar derechos distintos de los que con- justicia social. Las reivindicaciones sociales deberían
figuran el núcleo básico de la tradición liberal se acen- dirigirse a una instancia más poderosa que el Estado,
túa en el caso de los derechos sociales. Incluso en a la "mano superior" del mercado, que logra algo apa-
liberales algo heterodoxos como Kant, no del todo rentemente imposible: la producción de bienestar y
insensibles a la problemática social, la política de bien- riqueza para todos a partir del juego de intereses y
estar tiende a ser concebida en términos de una op- del ansia de poder y enriquecimiento de los diferen-
ción de asistencia humanitaria, más que como una tes individuos que compiten en el mercado con sus
respuesta ineludible a derechos legítimos de todos esfuerzos, talentos y capacidades.
los ciudadanos. Por cierto, Kant no comparte las te- c. La ofensiva del neoliberalismo. En la actualidad
sis de Malthus, según la cual sólo podría reivindicar estos postulados del liberalismo clásico parecen co-
un derecho a la vida el individuo capaz de encontrar brar nueva fuerza, en un clima marcado por el desen-
en el mercado los medios necesarios para su subsis- canto con la experiencia del socialismo real y por la

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crisis de las políticas de bienestar. Las tesis defendi- satisfacción de necesidades abonan el terreno para el
das por Nozick, Hayek, Friedman no son novedosas. despotismo y el terror.
La diferencia más notable frente a los exponentes del No es infrecuente que los autores liberales reivin-
liberalismo clásico consiste quizás en el hecho de que diquen ciertos derechos de paternidad sobre los de-
en estos últimos el descuido de la solidaridad no lle- rechos humanos. Lo arriba expuesto muestra sin em-
gaba por lo general hasta una oposición directa y ex- bargo que la tradición liberal ha fomentado de mane-
plícita a las políticas de bienestar. En cambio, entre ra prioritaria y ha tomado en serio sólo una parte, sin
los exponentes actuales del neoliberalismo el recha- duda importante, de los derechos humanos; lo que
zo de la idea de unos derechos sociales y la desvalo- implica la necesidad de analizar y evaluar los aportes
rización de las políticas de bienestar se transforman de otras tradiciones políticas.
en el tema dominante, hasta el punto que incluso la
exaltación tradicional de las libertades básicas pasa a a La tradición Socialista
un segundo plano o se transforma en un medio para
justificar la oposición visceral a todo lo relacionado El pensamiento socialista se caracteriza por el én-
con cuestiones de solidaridad social, justicia fasis en los derechos sociales, la crítica y denuncia de
distributiva, políticas de carácter social en beneficio los derechos del hombre como derechos del burgués,
de los menos favorecidos. En su "manifiesto liberta- y la subordinación de los derechos políticos al logro
rio" J. Hospers llega a afirmar que la pretensión de de una auténtica emancipación humana.
transformar las necesidades de algunos en derechos 1. Marx y los derechos humanos.
sobre los bienes de otros es equiparable a una forma La postura de Marx oscila entre la crítica radical
de canibalismo: "un caníbal en sentido físico es la de los derechos como reivindicaciones burguesas y el
persona que vive de la carne de otros seres humanos. reconocimiento de los mismos como una etapa im-
Un caníbal moral es el que cree poseer un derecho a portante en el camino hacia la cultura y la libertad, y
vivir del 'espíritu' de otros seres humanos -, la perso- una conquista valiosa en el proceso emancipatorio
na que cree poseer un derecho moral sobre la capaci- de la humanidad. Estas relaciones de crítica y de re-
dad productiva, el tiempo y los esfuerzos realizados conocimiento, de amor y odio, han dejado sus hue-
por otros". llas en la postura hacia los derechos humanos asumi-
La oposición a los derechos sociales ocupa un lu- das por los protagonistas de la experiencia histórica
gar significativo en la obra de Hayek, quien conside- del "socialismo real".
ra estas aspiraciones infundadas y peligrosas: la idea a. Los derechos humanos: ideología burguesa y fac-
de derechos sociales acabaría por producir efectos tor de emancipación. En su ensayo juvenil La cues-
"perversos", en la medida en que impone el desor- tión judía, en el que lleva a cabo un análisis crítico de
den en el cosmos del mercado, y pone en entredicho la Declaración de derechos de la Revolución France-
la posibilidad real de que se extienda la riqueza y por sa, Marx denuncia el carácter formal y abstracto de
consiguiente la posibilidad de que un mayor número los "derechos del ciudadano", y más en general de la
de personas tenga acceso a los bienes primarios y igualdad política instaurada por las revoluciones bur-
puedan satisfacer sus necesidades mínimas. El autor guesas. A juicio del pensador alemán la igualdad fren-
liberal resume así los argumentos para eliminar estos te a la ley constituye un logro nada despreciable fren-
"falsos derechos": a) carecen de justificación racio- te a las diferencias insalvables de la estructura feu-
nal; b) presuponen de manera equivocada que el po- dal. Sin embargo, el reconocimiento del individuo
der estatal tiene en sus manos la posibilidad de ade- como igual sujeto de derechos y como partícipe acti-
cuar el orden del mercado a las necesidades de los vo de la acción política, desconoce o subvalora la in-
miembros del cuerpo social; e) acaban por producir fluencia real que juegan las diferencias de poder, ri-
el efecto opuesto al que se proponen, porque obsta- quezas y status social, consideradas inesenciales para
culizan el crecimiento armónico de la economía; d) el reconocimiento de la ciudadanía, pero determinan-
los fracasos en el terreno de los derechos sociales pro- tes a la hora de fijar el alcance concreto de los dere-
ducen a menudo desconfianza hacia la totalidad de chos políticos de cada cual. Marx cree que esta igual-
los derechos humanos; e) la demandas ligadas con la dad abstracta frente a la ley y al Estado presenta fuertes

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analogías con la idea cristiana de la igualdad frente a se expresa en la teoría de los derechos: desde el hori-
Dios, que convive sin problemas con la desigualdad zonte del hombre como ser genérico y social hay que
en la condición empírica de la vida real: la igualdad redefinir el espectro de las libertades y de los dere-
formal en el nivel político no tiene en cuenta la desi- chos.
gualdad real, que determina de hecho grados y nive- De todas formas, a pesar de la denuncia de los
les en el ejercicio real de los derechos de ciudadanía. derechos como privilegios burgueses, Marx aprecia
Mucho más crítico resulta el juicio de Marx sobre la emancipación política - y por consiguiente la pro-
los "derechos del hombre", que no serían nada más clamación de los derechos humanos -, como una eta-
que el encubrimiento ideológico de los intereses del pa en el proceso hacia la auténtica liberación y eman-
hombre egoísta o burgués: "los así llamados dere- cipación del hombre. Sólo que este reconocimiento
chos del hombre distintos de los derechos del ciuda- del carácter progresista de la revolución política que-
dano no son otra cosa que los derechos del miembro da a menudo oscurecido por el interés prioritario del
de la sociedad civil, es decir del hombre egoísta, del autor por poner de relieve el carácter "ideológico" y
hombre aislado del hombre y de la comunidad". El encubridor de la noción misma de derechos huma-
sujeto a quien se le reconoce el status de hombre sin nos. Esto ha inducido a muchos teóricos marxistas a
más y se le atribuyen derechos absolutos es el indivi- denunciar sin más los derechos como ideología bur-
duo egoísta - descrito magistralmente por Maquiavelo guesa y a considerarlos como un obstáculo para la
y Hobbes - , que se interesa exclusivamente por su instauración de la sociedad socialista. Otros intérpre-
placer o interés; es el hombre aislado y separado de tes de Marx, en cambio, aun cuando señalaran los
la comunidad, cuyos nexos con los demás se fundan límites de esos derechos, los han considerado de to-
en las relaciones de intercambio y mercado y cuya das formas como un aporte valioso del pensamiento
preocupación central es la defensa y "conservación político de Occidente.
de la propiedad y de la persona egoísta". A juicio de b. La dificultad de pensar los derechos sin Estado.
Marx una prueba evidente de esta identificación en- En la sección dedicada a los aportes de la filosofía
tre hombre y burgués se encontraría en el contenido clásica alemana a los derechos humanos hemos des-
concreto de los derechos humanos, todos articulados tacado también la importancia de la reflexión mar-
alrededor de un derecho fundamental: el de la pro- xista sobre la dignidad humana y el reconocimiento
piedad privada. En efecto la igualdad, la libertad y la implícito que de ella se desprende de algunos dere-
seguridad están concebidas en función del derecho chos: a una vida, al trabajo, al desarrollo de la perso-
de cada cual de disponer a su antojo de los bienes nalidad, etc. Sin embargo, el reconocimiento de es-
propios, y presuponen una concepción estrecha de la tos derechos parece enfrentarse con un problema de
libertad como no interferencia, por fuera de cualquier difícil solución en el interior del horizonte marxista:
idea de solidaridad. Por esto Marx considera los "de- la determinación del destinatario de estas demandas.
rechos del hombre" como intereses disfrazados, que ¿A quién podrá apelar el individuo para poder reali-
sancionan y legitiman las libertades y los privilegios zar sus capacidades y potencialidades? ¿A qué ins-
burgueses. tancia se podrán dirigir estas reivindicaciones de ca-
Por lo anterior es claro que Marx considera insufi- rácter social, para que no queden en letra muerta? La
cientes las declaraciones de derechos de las revolu- respuesta no es nada fácil, puesto que el destinatario
ciones burguesas: corresponden a la emancipación más directo - el Estado - , es percibido como una ins-
política, pero no logran realizar una auténtica eman- tancia represiva y como una institución transitoria,
cipación humana, que presupone la superación de la destinada a desaparecer, junto con el Derecho. Ante
escisión del hombre en ser privado y ciudadano, la la imposibilidad de recurrir a la institución estatal,
reconstitución de la unidad en una forma más rica de concebida por Marx como un aparato de poder al ser-
humanidad y la consolidación de una libertad solida- vicio de los intereses y privilegios de la clase domi-
ria. No es suficiente, por lo tanto, ampliar la lista de nante, sólo queda la confianza en el nuevo ordena-
derechos. La tarea más importante tiene que ver con miento social inspirado en los ideales del socialismo.
una modificación substancial de la noción de libertad Una vez eliminada la propiedad privada, a juicio de
y más en general, de la concepción de lo humano que Marx la raíz última de la explotación y de la aliena-

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ción, ya no existirían obstáculos para una apropia, países del "socialismo real" se fue modificando, bajo
ción no conflictiva de los productos de la naturaleza la consigna generalizada de que era necesario "com-
y para el goce de una libertad solidaria, acorde con la paginar armónicamente los intereses y derechos de
naturaleza social del ser humano, por fuera de la cons- cada hombre con los intereses y derechos del colecti-
trucción del Estado e incluso más allá del ordena' vo, de la sociedad, del Estado". Los documentos teó-
miento jurídico. ricos y políticos producidos en la posguerra expresan
c. Un balance crítico. Las oscilaciones en la actitud una valoración más positiva de las libertades y de los
de Marx, quien reconoce la importancia de los dere- derechos, que se fue imponiendo por encima de las
chos humanos como una etapa importante en el acer- denuncias de su carácter ideológico y burgués. Una
camiento a la libertad socialista, pero los denuncia al vez relegada en segundo plano la postura crítica, las
mismo tiempo como privilegios burgueses disfraza, diferencias con respecto a los teóricos de Occidente
dos, se refleja en la suerte alterna que ha tenido la se fueron concentrando en una jerarquización distin-
teoría de los derechos en la historia del socialismo y ta de los derechos humanos: sin despreciar u olvidar
en los múltiples intentos de construir una sociedad las libertades clásicas relacionadas con la libertad de
socialista. En los teóricos y en los protagonistas polí- conciencia, pensamiento y opinión, los teóricos de
ticos se encuentra la misma ambigüedad e indecisión los países socialistas han venido defendiendo el va'
a la hora de definir la posición socialista hacia los lor prioritario de los derechos de segunda generación,
derechos humanos, reconocidos en algunos casos es decir de los derechos sociales y económicos, con
como una conquista de la civilización, pero reducidos especial énfasis en el derecho al trabajo. Además, casi
en muchos otros a una expresión de la ideología bur- todos ellos han venido insistiendo en la necesidad de
guesa, o simplemente utilizados de manera pragmá- relacionar la problemática de los derechos con las
tica como una herramienta, sin valor moral intrínse- posibilidades y el poder real para llevarlos a la prácti-
co, al servicio de la revolución sociaL ca, al igual que en la importancia que revisten las con,
En el proceso de construcción del "socialismo real" diciones materiales para que derechos y libertades no
se conjugaron dos factores adicionales en contra de se reduzcan a simples deseos o aspiraciones.
los derechos: a}la tendencia a subordinar el valor del 2. Los aportes de la socialdemocracia.
individuo singular, y de sus derechos, a la consecu- Una posición muy distinta hacia los derechos hu,
ción de metas histórico, sociales más amplias; b) la manos es la que encontramos en los exponentes del
concepción materialista de la historia, y en especial "socialismo democrático", es decir en aquellos auto,
la reducción de las normas jurídicas y de las leyes res que han intentado integrar los ideales socialistas
morales a simple reflejo de las relaciones de produc- con el respeto de la democracia. Ellos han concebido
ción. El desplazamiento del valor de la persona como la justicia socialista como un desarrollo progresivo e
fin en sí en función de metas y fines superiores signi- integral de las exigencias ya implícitas en las declara,
ficó en la práctica un énfasis prioritario en los debe' ciones de derechos de la revoluciones burguesas. Los
res: más que en los derechos. A su vez la reducción principales exponentes de esta vertiente del socialis-
de la moral y del derecho a mero epifenómeno de la mo ' entre los que figuran L. Blanc, J. Jaurés, R.
sociedad mercantil, fundada sobre la ley del valor, Mondolfo, M. Adler, E. Bernstein " han compartido
influyó de manera decisiva en la tendencia a edificar el rechazo de la violencia proletaria como medio para
la sociedad comunista sobre valores radicalmente acceder al poder, la oposición a la idea de una dicta,
distintos de los que inspiraban la teoría de los dere- dura del proletariado y una concepción del tránsito a
chos, considerados como eminentemente burgueses. la sociedad socialista en términos de un desarrollo
Esta postura teórica influyó sin duda en el sinnúme- gradual y progresivo, a través de una ampliación de
ro de violaciones de derechos, en la violencia genera, las libertades básicas y de la democracia. Estos auto,
lizada y el terror que marcaron una etapa particular, res han compartido además la convicción de que los
mente sombría del proceso de construcción del so' ideales socialistas debían sustentarse en una sólida
cialismo. base moral, lo que ha motivado en todos ellos un
Una vez superada y condenada la violencia estali- interés muy grande por la ética y un profundo respe-
nista, la actitud hacia los derechos humanos en los to por los ideales clásicos de la libertad y dignidad de

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la persona, por la autonomía moral y en general por lo hemos ya mencionado, cuestionan la conveniencia
los derechos humanos. Además, en contra de la idea de que el Estado invierta energías en asuntos que no
de una pronta extinción del Estado y del Derecho, son de su competencia específica; otros llaman la aten-
estos autores han intentado pensar de una manera ción sobre las enormes erogaciones, que implican un
distinta el poder estatal, para que pudiese responder endeudamiento peligroso para los Estados; otros, en
de manera apropiada a las nuevas demandas de dere- fin, ponen en guardia acerca de los peligros represen-
chos sociales y económicos. Profundamente conven- tados por el crecimiento desmedido del aparato bu-
cidos del valor de las libertades logradas a través de rocrático y del mismo poder del Estado, consecuen-
la historia de occidente, y confiados en la posibilidad cias inevitables y en extremo peligrosas de estas po-
de ampliar la democracia y de transformar de manera líticas sociales. A nuestro juicio, la crítica más seria y
gradual el Estado en un instrumento democrático de preocupante tiene que ver con el peligro de que las
edificación socialista, estos exponentes del socialis- políticas de bienestar impuestas de manera arbitraria
mo humanista o democrático han propugnado la con- desde arriba y de manera homogénea para todos, aca-
quista pacífica del poder estatal por medios legales, a ben por desconocer la autonomía de los diferentes
través de la mayoría electoral. sujetos y el derecho de cada individuo a una resP':les-
J. La consolidación de un Estado social de ta apropiada a sus necesidades específicas. Existe un
derecho. riesgo real de que el Estado de bienestar acabe por
A finales del siglo pasado y ya entrado el actual, fomentar el paternalismo, es decir, la tendencia de
se fue desarrollando la tendencia a redefinir la fun- las autoridades a imponer desde arriba y de manera
ción del Estado. El hecho se debió al impulso de los coercitiva medidas que pretenden ofrecer bienes que
partidos obreros - de sus programas sociales y de sus los sujetos no reconocen como tales, y la tendencia
luchas - y a la necesidad de proponer alternativas dis- de los ciudadanos a esperar de manera pasiva la asis-
tintas al proyecto de una revolución que pretendía la tencia del Estado. Las respuestas mecánicas y
destrucción del Estado. Sobre todo en los países del estandarizadas a necesidades y sujetos distintos des-
norte de Europa se produjeron reformas de carácter conocen las diferencias de las situaciones personales
social, con el fin de asegurar a todos los ciudadanos concretas.
un mínimo de bienestar. Entre los logros más nota-
bles de estas políticas de reformas se encuentran la C. La tradición demócrata
creación de servicios nacionales de salud, la educa-
ción primaria y secundaria gratuita y la liberalización A diferencia de la· tradición liberal o socialista, la
del acceso a la Universidad, la constitución de segu- tradición demócrata destaca el papel del ser humano
ros para el desempleo, etc. Estas legislaciones de ca- como ciudadano y privilegia por consiguiente los de-
rácter social se sustentan en una concepción del Es- rechos de participación política o derechos de demo-
tado significativamente distinta de la teoría tradicio- cracia.
nal liberal del Estado de derecho: de acuerdo con la 1. Una idea distinta de libertad como sus-
lógica del Estado de bienestar, las necesidades se tento de los derechos.
transforman en auténticos derechos, que el indivi- La idea de libertad a la que se remiten estos auto-
duo puede reclamar frente al poder estatal, al igual res es la que Constant definía con cierto desdén como
que la protección de su esfera privada y de su integri- la libertad de los antiguos, es decir la posibilidad para
dad personal. De acuerdo con esta nueva concepción el ciudadano de ejercer la autonomía política y de ser
de los derechos y del poder, resulta indispensable para parte activa de las decisiones comunes y de la volun-
la legitimación del Estado su capacidad de responder tad general. La realización de esta posibilidad resulta
de manera satisfactoria a estas nuevas demandas, que prioritaria frente al interés propiamente liberal por la
por cierto implican un compromiso y un esfuerzo defensa de una esfera inviolable de libertad indivi-
mucho mayor. dual, o incluso frente a la posibilidad de acceder a los
En la actualidad parecen predominar voces críti- medios para satisfacer las necesidades elementales
cas acerca de los límites de esta política de bienestar, de supervivencia, salud o educación. La libertad se
cuyo éxito inicial fue notable. Los neoliberales, como relaciona en este caso con la posibilidad que se le

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BOGOTÁ. D.C.
ANGELO PAPACCHINI LOS DERECHOS HUMANOS A TRAVÉS DE LA HISTORIA

abre a la persona de influir en la formación de la vo- o grupos de presión por fuera de los canales tradicio-
luntad general, lo que le permite de paso acatar las nales de la representación y de los partidos políticos,
leyes que emanan de esta voluntad común como si constituyen una prueba de este deseo creciente de
fuesen los dictados de su propia razón. En la medida ejercer un papel protagónico y activo en la esfera pú-
en que el ciudadano es partícipe de la voluntad sobe- blica, que se expresa en múltiples y siempre nuevas
rana, el sometimiento a las leyes no es percibido como formas de participación. Hay que mencionar también
una limitación, sino como una realización de su liber- la proliferacion de programas de interés social orga-
tad. Esta idea de libertad, ampliamente desarrollada nizados y administrados por las comunidades locales
por Rousseau, está ligada con una ética centrada en de barrios y veredas, el papel desempeñado por las
los valores políticos, en el amor a la patria y en la organizaciones para la defensa de los derechos de la
capacidad de vivir y morir por un ideal común, es decir mujer, de los movimientos indígenas, la exigencia
en una ética civil, pensada desde el horizonte de la generalizada de que las demandas puedan surgir des-
ciudad y del bien común. Desde este horizonte de de abajo, sin manipulación, etc..
pensamiento queda en segundo plano la preocupa- b. Influencia positiva del ejercicio de la autono-
ción propiamente liberal por asegurar una esfera pri- mía política en las demás clases de derechos. Mu-
vada frente a la intervención estatal, puesto que para chos autores han puesto de relieve la interrelación
los autores que sustentan la soberanía en la voluntad entre la consolidación de la democracia, la protec-
general esta última no puede constituir una amenaza ción de las libertades personales de conciencia, pen-
para los derechos y libertades individuales. samiento y expresión, y el incremento y ampliación
2. Los derechos prioritarios. del bienestar global de la población y de los derechos
a. Prioridad a los derechos de participación. De sociales. La explicación de estas relaciones de pro-
acuerdo con este enfoque, los derechos básicos son porcionalidad directa entre las diferentes clases de
los derechos políticos, considerados también como derechos sería muy sencilla: al fin y al cabo el indivi-
la mejor garantía para los derechos socioeconómicos duo es el mejor juez de sus necesidades, sabe mejor
y los derechos de la tradición liberal. Los exponentes que nadie lo que le beneficia, así que su participación
de la tradición demócrata tienden a creer que la ex- activa en el poder en términos de igualdad con todos
pansión de la democracia participativa constituye el los demás acaba por producir, a mediano o largo pla-
instrumento más eficaz para una distribución más zo, una distribución más equitativa de los recursos e
equitativa de los recursos y para asegurar a todos el incluso una seguridad mayor para las libertades de la
acceso a un trabajo digno. Los verdaderos derechos esfera individual.
del hombre - sostiene uno de los exponentes más re- c. Sustento moral, no meramente pragmático, de
cientes de esta tradición - "son los derechos del ciu- esta clase de derechos. Muchos de los autores que se
dadano como derechos políticos de participación en inscriben en la tradición demócrata tienden a justifi-
el poder, que de un lado suponen los derechos de car los derechos de democracia a partir de una base
libertad, y del otro garantizan, por su misma existen- moral, al relacionarlos directamente con una faceta
cia, la toma en cuenta de las exigencias de solidari- de la dignidad humana: la aspiración del individuo a
dad o de hermandad". ser algo más que una rueda pasiva en el gran engra-
Por lo demás el sufragio es sólo una entre muchas naje del aparato estatal, el deseo de participar e in-
otras formas de expresar preferencias e intereses, o fluir en aquellas decisiones que afectan de manera
de influir en las grandes decisiones que afectan a la directa o indirecta el goce de sus libertades persona-
comunidad, y constituye el momento culminante de les o el incremento de su nivel de bienestar. El ejerci-
otras prácticas y modalidades en las que se materiali- cio de los derechos políticos se justifica así con base
za el deseo de participación y la necesidad de expre- en esa aspiración muy arraigada en el sujeto de la
sar intereses y aspiraciones. El recurso frecuente al modernidad, quien exige que su voluntad como actor
referendum, el fenómeno recurrente de demandas y político sea tomada en serio y reciba un reconocimien-
reivindicaciones surgidas en el seno de organismos e to análogo al que reivindica para sus opciones éticas,
instituciones de la sociedad civil y formuladas por económicas, religiosas o estéticas en su vida privada.
parte de individuos, asociaciones, sindicatos, gremios Por consiguiente, el ejercicio de la democracia perte-

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nece al orden de los fines y resulta moralmente va- nes distintas, cuando no se respeta la voluntad de la
lioso en la medida en que integra valores como la mayoría, o cuando se desconocen y aplastan las pre-
igualdad substancial, la solidaridad cívica y el prima- ferencias expresadas por las minorías.
do de la ética civil. La participación política posee un Cabe, en fin, destacar el enriquecimiento de la
valor interno independiente de los efectos en cuanto idea de democracia, gracias a la noción de "ciudada-
a incremento del bienestar social y de la seguridad, la nía social", elaborada por T.H.Marshall y acogida por
mayor o menor contribución a la salvaguardia de las muchos otros autores. A juicio de Marshall, después
libertades individuales, la contribución al funciona- de las grandes batallas por la ciudadanía civil y políti-
miento armónico del sistema social y a la prevención ca, la historia de las últimas décadas se ha caracteri-
de tensiones y conflictos. zado por la inserción progresiva de los derechos so-
3. Balance crítico y perspectivas. ciales en el área de la ciudadanía. La idea de ciuda-
a. La democracia, un modelo en expansión. A 10 danía social pretende dar cuenta de esta tendencia, al
largo de los dos últimos siglos, la participación de- integrar en el ideal democrático las consignas propias
mocrática se ha venido afianzando como un logro ya de la tradición socialista ligadas con los derechos eco-
irrenunciable de la civilización. A pesar de las oposi- nómicos y sociales. En una dirección similar apuntan
ciones y obstáculos, por encima de las regresiones las propuestas de quienes no se conforman con la
totalitarias, se fue imponiendo de manera paulatina "democracia formal", que conserva la desigualdad y
y gradual el sufragio universal, y se ha enriquecido el por 10 tanto resulta incapaz de asegurar a todos las
escenario político con nuevas formas de participación, condiciones para el ejercicio real de la ciudadanía, y
con la expansión de la ciudadanía y con el ingreso de reclaman una "democracia substancial", que incluye
nuevos estratos de la población en la arena política. al mismo tiempo la tutela de los derechos sociales y
De manera más específica, después de la segunda de un bienestar mínimo para todos, así como el dere-
guerra mundial - tras la caída del nazismo y del fas- cho a participar en la asignación de recursos y en la
cismo -, la democracia se ha impuesto y consolidado gestión de la política social.
como un valor universalmente reivindicado por indi- b. Los obstáculos con los que se enfrenta la ex-
viduos, grupos y pueblos muy distintos para justifi- pansión de la democracia. A pesar de esta tendencia
car sus aspiraciones libertarias o sus deseos de una generalizada hacia la ampliación y consolidación de
mayor justicia social. la democracia, existen también factores negativos que
Junto con la ampliación progresiva del sufragio, se nos obligan a descartar una visión demasiado opti-
ha consolidando la teoría de la democracia represen- mista acerca de su futuro, y parecen aumentar día a
tativa, sustentada fundamentalmente en la idea de día las voces de quienes expresan su desencanto con
que la soberanía debe ser delegada en individuos que este ideal clásico, desmentido a diario por la práctica
representan la voluntad y los intereses de los demás real de la política, por la corrupción siempre mayor,
ciudadanos, actúan en su nombre y los representan por la concentración de un poder desmedido en los
en los cuerpos colegiados encargados de la actividad partidos políticos, por el uso demagógico de las re-
legislativa. Por esto ha venido cobrando una impor- glas de la democracia. En el horizonte aparentemen-
tancia siempre mayor el establecimiento de garantías te despejado se divisan nubarrones amenazantes. Para
constitucionales y de sistemas de control eficaces, al empezar, no todos aprecian como un hecho positivo
igual que la fijación de reglas procedimentales claras la transformación de la democracia en una noción
y justas, que aseguren un "juego limpio" y con igua- hegemónica, compartida por todos, en la medida en
les posibilidades para todos. Por cierto, existen múl- que su sentido originario tiende a diluirse cuando se
tiples formas de definir y jerarquizar estas reglas del transforma en "la jerga oficial" del mundo moderno.
juego, de acuerdo con las innumerables definiciones Al mismo tiempo, son muchos los fenómenos que
y concepciones de la democracia. Sin embargo, pare- parecen obstaculizar de manera creciente el respeto
ce evidente que no se puede hablar de democracia de las reglas y del espíritu de la democracia: el au-
cuando se niega el derecho al voto a una parte signi- mento de la población, la concentración de funciones
ficativa de los ciudadanos mayores de edad, cuando y de poder en manos del Estado, el crecimiento en
éstos no son libres de votar a conciencia entre opcio- tamaño y complejidad de las organizaciones e insti-

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tuciones, la extensión de la esfera de influencia del derechos se materializa al final de una guerra particu-
aparato burocrático, etc. Sin hablar del creciente de- larmente destructiva, y expresa en buena medida la
sarrollo científico y tecnológico, que hace crecer día a voluntad de contraponerle un dique eficaz a las fuer-
día el número de problemas para los que se requie- zas irracionales y a las múltiples formas de violencia
ren soluciones técnicas, sólo confiables a las perso- desatadas por el renacer de mitos tribales y raciales;
nas competentes. No faltan en fin las críticas dirigi- quienes la redactan coinciden en la necesidad peren-
das al abismo existente entre el ideal de democracia toria y en el "imperativo categórico" de evitar a toda
y la democracia real, al peligro de que la lógica de la costa que las generaciones futuras vuelvan a experi-
ciudadanía acabe por fomentar la discriminación fren- mentar algo tan doloroso y traumático.
te al extranjero, obligado a vivir al margen de la ciu- La redacción del texto estuvo a cargo de una comi-
dadanía política y social. sión de la ONU, integrada por 18 miembros, que
c. Perspectivas. Quienes destacan las paradojas de trabajó en ella entre junio de 1946 y diciembre de
la democracia apuntan en muchos casos a problemas 1948. La función asignada a la comisión, en la que
reales, que no pueden ser desconocidos. Sin embar- jugaron un papel significativo René Cassin y Eleanor
go, en una época marcada por la crisis de las utopías, Roosvelt, era el de presentar informes y propuestas
el ideal de democracia y de los derechos con ella rela- para una carta internacional de derechos. Se trabajó
cionados, parece conservar intactos su poder sobre al inicio en varias iniciativas - elaboración de un pac-
las conciencias y su capacidad de fomentar esfuerzos to vinculante para los Estados, mecanismos
y luchas. Creo también que la consolidación y am- internacionales de defensa de los derechos humanos
pliación de los derechos políticos sustentados en una - hasta que al final se impuso la idea de una declara-
firme base moral, es decir en el valor de la autonomía ción de derechos, de más fácil y rápida aceptación
política estrechamente entrelazado con la autonomía por parte de los Estados. La presencia de enfoques
moral - tendrá a la larga efectos benéficos sobre las filosóficos, jurídico-políticos y culturales muy distin-
demás clases de derechos, en la medida en que: a) tos hizo más lento el trabajo de redacción. Los
favorece una redistribución más equitativa de los re- enfrentamientos entre tendencias iusnaturalistas y
cursos en beneficio de los menos favorecidos, sin iusposítivistas, el choque entre partidarios ele la tradi-
desconocer el derecho de autodeterminación y la au- ción liberal de los derechos y quienes propugnaban
tonomía de estos últimos; b) fomenta el desarrollo una perspectiva socialista, la tensión entre una con-
de las mismas libertades de la esfera individual, pues- cepción eminentemente occidental de los derechos y
to que la posibilidad de desplegar la autonomía en la el intento de incluir en ella principios éticos o religio-
esfera pública acaba por enriquecer la autonomía en sos de culturas distintas, marcaron un proceso de ges-
la esfera privada. tación nada fácil. El texto final, resultado de un ar-
duo trabajo de transacciones y concesiones recípro-
VII. LA DECLARACiÓN UNIVERSAL cas, fue aprobado por la Asamblea General el 10 de
'DE DERECHOS HUMANOS DE 1948 diciembre de 1948.

En diciembre de 1948 la asamblea general de la A. Lo novedoso de la nueva declaración


ONU aprobó la Declaración Universal de los Dere-
chos Humanos. Se trata de un acontecimiento sin 1. Unos derechos para la humanidad en ge-
precedentes, puesto que refleja el consenso de los neral.
pueblos civilizados acerca de unos principios básicos Si bien se inscribe sin soluciones de continuidad
de convivencia, considerados indispensables para evi- en el proceso de consolidación de los derechos tan
tar la recaída en la barbarie. Estos principios de con- característico de la modernidad, la Declaración se di-
vivencia, llamados a regular la vida interna de los ferencia sin embargo de los modelos anteriores, en
Estados y sus relaciones en el ámbito internacional, especial de los textos análogos del siglo XVIII, por
son precisamente los derechos humanos, que adquie- su pretensión de universalidad. "Con la Declaración
ren por primera vez una dimensión verdaderamente de 1948 - anota Bobbio - se inicia una tercera y últi-
universal. Conviene recordar que la Declaración de ma fase en que la afirmación de los derechos es al

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mismo tiempo universal y positiva: universal en el to por la vida, el deseo de una sociedad más solidaria
sentido de que los destinatarios de los principios en y la exigencia de un reconocimiento. Varían por cier-
ella contenidos son todos los hombres, y no solamente to las formas con las que se manifiestan estas
los ciudadanos de un Estado determinado; positiva, reivindicaciones, al igual que las expresiones de la
en el sentido en que ella inicia un proceso al final del indignación frente a la instrumentalización, la depen-
cual los derechos del hombres deberían ser no sola- dencia y las prácticas degradantes. Pero la variedad y
mente proclamados o simplemente reconocidos en el heterogeneidad de estas voces dejan entrever temas
plano teórico, sino efectivamente protegidos contra y cadencias comunes: más allá de la diversidad de
el mismo Estado que los ha violado'?". concepciones del mundo, mitos y creencias religiosas
Con evidentes resonancias del modelo iusnaturalis- en los que se enmarcan tanto los deseos de autono-
ta, la Declaración universal proclama de manera so- mía y libertad, como las protestas contra el
lemne que todos los seres humanos nacen libres e sometimiento y la reificación, no resulta difícil des-
iguales en dignidad y derechos: al salir del seno de la cubrir elementos similares.
naturaleza, todo individuo posee por igual el derecho La Declaración más reciente, que habla en nom-
a un respeto mínimo de su libertad y personalidad; y bre de la humanidad en general, más que de un ~-
las diferencias en cuanto a rasgos físicos, capacida- po, nación o clase en especial, se apropia de estos
des y opciones, tienen que ser miradas como universales culturales, y los integra al mismo tiempo
contingencias que no afectan esta igualdad sustan- con las reivindicaciones más específicas de libertad y
cial. Como lo aclara Cassese, la inspiración dignidad propias de la modernidad. Al lado de estas
iusnaturalista se conserva como raíz ideológica, si bien normas básicas de la convivencia civil, que incluyen
algo atenuada, de la Declaración universal: la refe- sustancialmente el respeto por la vida y el reconoci-
rencia, en el preámbulo, a la 'dignidad innata' de los miento de un mínimo de dignidad para cada perso-
seres humanos y a sus 'derechos iguales e imprescindi- na, el texto consagra también el valor de una deter-
bles', al igual que el artículo primero, que recupera la minada concreción de la de dignidad, que recoge y
idea de igualdad de nacimiento entre todos los seres asimila las luchas seculares por la libertad de pensa-
humanos propia de las declaraciones iusnaturalistas miento y de religión idea, la participación política, el
del siglo XVIII, servirían para comprobarlo. Más que recon~cimiento del valor del trabajo, que han marca-
un enunciado fáctico, la idea de que todos nacemos do los últimos siglos de la historia de Occidente. En
iguales implica así una obligación y un deber ser. las este sentido, aceptar el texto de la Declaración signi-
diferencias accidentales en cuanto a color de la piel, fica de un lado acoger estos valores mínimos de con-
capacidades naturales o poder no tienen por qué afec- vivencia, consolidados a lo largo de la historia de la
tar el reconocimiento de todo ser humano como un cultura; del otro, reconocer la legitimidad de aquellas
sujeto en sí valioso, que no puede ser degradado, reivindicaciones que hacen ya parte irrenunciable de
instrumentalizado o humillado. nuestra concepción peculiar de la dignidad, como el
Se ha insistido a menudo en la irreducible diversi- desarrollo de la autonomía moral y de la mayoría de
dad de culturas. De todas formas, la historia nos edad, el derecho a la participación política, el dere-
muestra al mismo tiempo que el respeto por la vida y cho al trabajo y los derechos sociales, el respeto por
la exigencia de un reconocimiento mínimo del valor las diferencias y la tolerancia frente a ideales y for-
no instrumental de la persona constituyen auténticos mas de vida, etc.
"universales humanos". Más allá de las diferencias Gracias a la nueva Declaración la humanidad dis-
en cuanto a tradiciones religiosas, ideales y formas pone al fin de un lenguaje común que permite un
de vida, organizaciones de la interacción social y del entendimiento mínimo entre pueblos culturalmente
intercambio con la naturaleza, se impone una exigen- distintos, pero animados por la misma fe en algunos
cia común de libertad, dignidad y respeto, que se ex- valores básicos como el respeto de la vida y de la
presa de diferentes maneras en lenguajes y contextos dignidad humana y unidos por el compromiso común
culturales distintos. Desde las culturas más lejanas con los ideales de libertad, justicia y paz.
en el espacio y en el tiempo nos llega esta aspiración 2. Un enriquecimiento de la tabla de dere-
universal hacia el respe- 12 N.Bobbio, Eetá dei diritti, Einaudi, Torino, 1990, p.23.
chos.

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Particular interés reviste la inclusión de los dere- tricto. Así el gobierno de los Estados Unidos, como
chos económicos y sociales, un cambio no meramen- bien lo destaca Glen johnson, deseaba evitar cual-
te cuantitativo, puesto que la inclusión de los "dere- quier posible sugerencia de que la Declaración fuese
chos de segunda generación" presupone la supera- internacionalmente obligatoria en sentido legal. Sin
ción de la idea de libertad como simple no-interfe- embargo, a pesar de esta voluntad inicial, con el tiem-
rencia, al igual que un cambio sustancial en la actitud po un documento al que se le reconocía al inicio sólo
frente al poder, percibido como la instancia positiva una vis directiva, de orientación moral, acabó por asu-
encargada de satisfacer las demandas de salud, bien- mir también una vis coactiva. La Declaración fomen-
estar y dignidad de todo ser humano, más que como tó la firma de convenios regionales sobre derechos
una amenaza para su libertad. De acuerdo con la guía humanos o de pactos sobre diferentes clases de dere-
de lectura sugerida por R.Cassin para comprender la chos, que no se limitaban ya a expresar buenas inten-
lógica interna del texto, la Declaración descansaría ciones y, por el contrario, les imponían ya obligacio-
sobre 4 pilares fundamentales, entre los que se des- nes estrictas y eventualmente sanciones a los Esta-
tacan la importancia atribuida a los derechos políti- dos firmantes que incumpliesen con estos convenios
cos de participación y democracia, y los que se ejer- y pactos.
cen en el campo económico y social". Gracias a esta dinámica, en principio inesperada,
Convergen en ella los aportes teóricos y la expe- se ha realizado un cambio substancial en las relacio-
riencia del socialismo democrático y la socialdemo- nes entre los Estados. No es que haya desaparecido
cracia en cuanto a las políticas de bienestar, servicios el recurso a la fuerza; sin embargo, la tendencia tradi-
de salud, seguros para el desempleo, estímulos para cional a asimilar las relaciones entre Estados a la con-
la educación, etc. Esta tradición relaciona de manera dición hobbesiana de estado de naturaleza, conflicto
estrecha derechos y necesidades, e incluso reformula e inseguridad permanente, resulta ya inapropiada ante
de manera novedosa la noción de ciudadanía, gracias una realidad en la que los derechos de individuos y
a la idea de "ciudadanía social", pensada precisamente pueblos a la autodeterminación han venido ganando
para acentuar los nexos inescindibles entre derechos progresivamente fuerza y legitimidad, por lo que no
sociales, derechos de la persona y derechos de parti- pueden ser desconocidos o pisoteados sin más.
cipación. Incluso los países del Este dejan de lado la
critica marxista de los derechos humanos como ideo- B. Luces y sombras
logía burguesa, para promover una ampliación de la
gama de derechos y lograr que los derechos económi- 1. Las voces críticas.
cos, sociales y culturales queden oficialmente reco- Este código moral ha sido objeto de numerosas
nocidos y sancionados en el documento de la ONU. críticas. Quienes subrayan el fracaso de la moderni-
En la inclusión de los derechos económicos, socia- dad no encuentran en este texto nada más que la ra-
les y culturales resultó también determinante la pre- tificación de los principios de la ilustración, es decir
sión .de los países latinoamericanos, particularmente de ideales aparentemente humanitarios, que encubren
sensibles a la necesidad de trascender el modelo es- de hecho una voluntad de poder y, en la medida en
trictamente liberal de los derechos y de ampliar las que se consolidan como un régimen de verdad, aca-
funciones del Estado en relación con la presencia de ban por alimentar la intolerancia, la barbarie y el te-
necesidades vitales insatisfechas. rror. En este sentido Vattimo llama la atención sobre
los peligros que podría acarrear la tendencia a creer
J. Un punto de referencia para regular las que existe una "única forma verdadera" de realizar la
relaciones internacionales. humanidad, puesto que este supuesto de la teoría de
Es innegable - y en esto parecen coincidir quienes los derechos se puede transformar en un obstáculo
participaron en su redacción y aprobación - que la para la libre expresión de minorías étnicas, sexuales,
Declaración fue pensa- religiosas, culturales o esté-
da como un texto de ca- 13 Cfr. A.Cassese, Los derechos bumsnos en el mundo contempo- ricas!".
rácter moral, antes que ráneo, Ariel, Barcelona, 1991, p.47. Otros, más moderados,
14 G. Vattimo, La sociedad transparente, Paidós, Barcelona, 1990,
jurídico en sentido es- p.84.
se limitan a sostener que

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estas exigencias ideales ya se han agotado, por lo que dición marcada por violaciones particularmente gra-
deberíamos enfrentar el nuevo milenio con ves y sistemáticas de los derechos fundamentales; o
paradigmas novedosos, dejando de lado estas herra- la no inclusión del derecho de petición contra los abu-
mientas del siglo XVIII. Estas voces de rechazo se sos, otro derecho esencial de la tradición iusnaturalis-
unen a las críticas tradicionales centradas en aspec- tao De acuerdo con esta misma línea argumentativa
tos más específicos de la teoría de los derechos, que muchos han llamado la atención acerca de las defi-
denuncian su formalismo y eclecticismo. Así, algu- ciencias de la Declaración en cuanto a la justificación
nos cuestionan el carácter abstracto de estos princi- de los derechos enunciados, que no tendrían otro fun-
pios ideales, pensados para el hombre en general, más damento distinto de la "fe" de la humanidad en es-
que de cara a las necesidades específicas de seres hu- tos valores ideales.
manos insertos en un contexto histórico y cultural, y
por lo tanto alejados de la riqueza y complejidad de 2. Lo valioso de la Declaración.
lo real. Este formalismo abstracto explicaría también Es innegable el contraste con la compacta unidad
la incapacidad estructural de la teoría de los derechos ideológica de las declaraciones del siglo de las luces.
para sustentar y orientar políticas concretas: el texto Sin embargo, la ausencia de una ideología definida y
se reduciría a la formulación de "buenas intenciones", de vuelos retóricos resultó a la larga ventajosa: el 'ca-
agotándose en una afirmación teórica estéril, que bajo rácter parcialmente neutral frente a cosmovisiones
su ropaje retórico acaba por encubrir la violencia y la distintas ha favorecido su acogida por parte de seres
miseria de la realidad. humanos pertenecientes a tradiciones y culturas muy
Ha sido también criticada la falta de definición y distintas y su transformación de hecho, como lo des-
la actitud ecléctica, que se traduce en la carencia de taca Cassese, en un "decálogo para cinco millones de
criterios confiables para jerarquizar las diferentes cla- individuos". Incluso los países del tercer mundo en-
ses de derechos y dirimir eventuales conflictos entre contraron en los ideales de dignidad y autonomía
derechos antagónicos. "La Declaración Universal - -derivados de la tradición de occidente- una bandera
anota Cassese - no exhibe la fuerte tensión moral o de lucha en las guerras contra el colonialismo. El acuer-
religiosa que inspiró los documentos políticos do algo pragmático acerca de unos valores comunes,
estadounidenses, ni está impregnada del dogmatismo aceptados por encima de las diferencias en cuanto a
doctrinario y de la fe indiscutida en ciertos valores visiones de mundo, concepciones de la dignidad, de
supremos (los derechos naturales, la razón, el indivi- la libertad y del Estado, significó un paso significati-
duo) que empaparon la Declaración francesa de 1789 vo en el diálogo entre. culturas.
y marcaron los límites, pero también la fascinación, No se trata por cierto de conferirle un carácter sa-
de un documento tan vibrante y perentorio. Frente a grado a un texto marcado por la temporalidad y las
los grandes textos del pasado, la Declaración de 1948 exigencias de un momento histórico bien definido.
se muestra mortecina, casi gris, al carecer de la retóri- Es claro que no podemos conformarnos con una fe
ca solemne con que se formularon sus 'antepasadas' irracional en los principios enunciados por la Decla-
y del ímpetu emotivo que animaba a éstas?". En tér- ración, lo que supondría transformar este texto en un
minos similares se expresa Szabo, cuando afirma que nuevo Decálogo, sustentado simplemente en su
"la Declaración universal carece, en último término, sacralidad incuestionable. Por el contrario la Decla-
de un carácter político definido, y no ocupa una posi- ración tiene que ser a su vez interpretada y justifica-
ción clara en la escala de valores políticos( ...) Quie- da. Tampoco comparto la tendencia de Bobbio a
nes la redactaron buscaron adrede evitar todo lo que sobre dimensionar el sentido y alcance de este gran
le diera un carácter definido. Más aún, pretendieron pacto social: a pesar del acuerdo inicial, sigue vigente
diseñar un documento políticamente neutral". Se ex- el problema de la fundamentación de los derechos,
plica así la falta de definición frente al derecho de puesto que no nos podemos confiar sin más en la fe
rebeldía, borrado de la lista de derechos pero formu- en ellos o en un acuerdo fáctico que podría ser even-
lado de manera vaga en el preámbulo como una res- tualmente revocado; y sigue en pie la necesidad de
puesta eventualmente buscar soluciones razona-
justificable en una con- 15 Op. cit., p. 54.
bles a muchas cuestiones

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problemáticas ligadas con el enfrentamiento entre de- cos que se deben superar para su puesta en práctica.
rechos básicos o a la realización concreta de un dere- El reconocimiento de los derechos y dignidad del
cho especifico, a las que buscaríamos en vano una "hombre en general" tiene que complementarse con
respuesta en la Declaración universal de 1948. un análisis de los derechos y aspiraciones de indivi-
Sin embargo, a pesar de lo anterior, creo que el duos de carne y hueso, insertos en determinadas re-
texto de 1948 sigue siendo un punto de referencia laciones de poder, que comparten en proporción dis-
obligado para cualquier debate ético-político. Si el tinta los logros de la lucha por la libertad y las cargas
compromiso prioritario del filósofo es el de interpre- milenarias de prejuicios, atropellos y violaciones. Fren-
tar y aclarar las convicciones morales y las certezas te al universalismo de la Declaración de derechos se
más arraigadas de su propio contexto social e históri- impone la necesidad de pensar estos valores de cara
co, este documento llamado a llenar el vacío dejado a las dificultades específicas con que se enfrenta su
por los códigos morales sustentados en una realización.
cosmovisión religiosa merece sin duda ser analizado En nuestro caso, la tarea de redefinición y concre-
y estudiado. ción de las aspiraciones humanas universales debería
empezar por la reivindicación de la importancia y la
C. Lo que queda por hacer prioridad del derecho a la vida, la atención prestada
al problema de la violencia, la necesidad de integrar
1. Necesidad de contextualizar un texto pen- la lucha por las libertades clásicas y el esfuerzo por
sado para el hombre en general. afianzar y hacer realidad los derechos-créditos, etc.
La Declaración ha sido pensada para la humani- De lo contrario, si nos limitamos a incorporar pasi-
dad en general, hace falta un trabajo regional para vamente la tabla de derechos en nuestro sistema nor-
traducir estos universales culturales de cara a las ne- mativo corremos el peligro de transformarlos en un
cesidades, al horizonte ideológico y a los problemas asunto retórico ineficaz, que poco o nada tiene que
de una sociedad determinada. Antes hemos insisti- ver con nuestra particular realidad sociaL Los dere-
do en la existencia de reivindicaciones universales chos fundamentales tienen que ser pensados junto
relacionadas con el respeto por la vida y una exigen- con los obstáculos específicos con los que se enfren-
cia mínima de reconocimiento. Pero no hay que des- ta su realización: el discurso acerca de la dignidad tie-
cuidar las diferencias en cuanto a los modos en los ne que enfrentar los fenómenos de crueldad, vejacio-
que se concreta esta exigencia común de dignidad, o nes y humillaciones, si no quiere reducirse a un ser-
a las formas de concebirla y justificarla. Estas aspira- món edificante.
ciones compartidas por toda la humanidad adquie- Se requiere además de un trabajo ulterior, para
ren una forma específica de acuerdo con las necesi- buscar en una determinada tradición cultural el arrai-
dades, los problemas, certezas compartidas o prejui- go y el lenguaje peculiar que los transforme en algo
cios de una época o sociedad determinada: de la pe- cercano y familiar, más que una ideología percibida
culiaridad de estas necesidades y de la manera como como ajena. En otras palabras el lenguaje de los de-
son percibidas depende la formulación de las deman- rechos tiene que integrarse en un ethos específico, si
das de libertad, reconocimiento y dignidad. La no- es que quiere lograr eficacia. Para salirle al paso a la
ción de "vida digna" adquiere matices distintos en acusación de formalismo abstracto, se hace inevita-
los diferentes contextos históricos y culturales y cada ble prestarle la debida atención al aspecto de la reali-
formación social recurre a estrategias distintas para zación de los derechos proclamados, precisando las
controlar la violencia y garantizar una seguridad mí- garantías reales y las condiciones materiales de posi-
nima. bilidad de estos valores universales, para evitar que
De aquí la importancia de un trabajo regional so- se reduzcan a hermosas ficciones poéticas.
bre los derechos humanos, que tenga como fin acla- 2. El esfuerzo por integrar los vacíos.
rar las expresiones de estas exigencias universales, su La inclusión de los derechos de segunda genera-
arraigo en una cosmovisión o en un sistema de valo- ción, que adquieren igual status al lado de las liber-
res, al igual que la importancia asignada a los dife- tades básicas propias de la tradición liberal, constitu-
rentes derechos, su alcance y los obstáculos específí- ye sin duda un gran adelanto. Se trata ahora de ase-

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It!LIOTECA CEpqT~,l COlOMBIANA
DE PSICOlOGIA 191
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gurarle también un espacio a las reivindicaciones sur- específico. Cuando nos enfrentamos con conflictos
gidas y consolidadas a lo largo de las últimas déca- entre vida y dignidad (como en el caso del aborto),
das, en especial al derecho de petición frente a las entre droits-Iibertés y droits-créences, entre derecho
violaciones, a los derechos de las minorías y a los a la dignidad y derecho a la felicidad, resulta difícil
derechos de los pueblos a la autodeterminación. La imaginar una solución cualquiera por fuera de una
Declaración Universal no tiene la pretensión de ser apelación a una determinada idea de libertad o de
un documento exhaustivo y definitivo y debería ser justicia, a un ideal de vida buena, a la naturaleza y
valorado como un logro y una etapa importante en fines de la organización social, al ergon más específi-
un proceso abierto y dinámico. Lo que implica la obli- co del ser humano; a menos que decidamos entregar
gación de irla ampliando, de acuerdo con nuevas exi- la solución del conflicto al azar o al poderío de las
gencias y nuevas posibilidades ofrecidas por el pro- fuerzas en juego, se impone una reflexión acerca de
greso de la civilización y las exigencias que salen a la justificación racional de los diferentes derechos.
relucir a través de la lucha por el reconocimiento pro- En cuanto a la utilidad de este trabajo de
tagonizada por diferentes actores sociales. contextualización, redescripción y justificación de los
3. El problema del fundamento no ha per- derechos fundamentales, no puedo no compartir la
dido vigencia. ironía de Bobbio acerca de quienes parecen creer que
A mi juicio Bobbio sobrevalora el consenso logra- el respeto de los derechos depende casi exclusi-
do en las circunstancias de la Declaración, y olvida vamente del descubrimiento de una razón o funda-
que el precio pagado por el acuerdo universal ha sido mento absoluto e incuestionable. Sin embargo, el
precisamente la renuncia a cualquier definición acer- reconocimiento de esta ilusión no justifica la reduc-
ca de la prioridad de una clase de derechos u otra. La ción de la filosofía a mera "ideología". Por cierto, la
convergencia en cuanto al reconocimiento de algu- disminución de la violencia no depende ni exclusiva
nos valores fundamentales encubre de hecho diferen- ni principalmente de un tratamiento adecuado por
cias sustanciales en cuanto al sentido y a la justifica- parte de los filósofos de los problemas relativos a la
ción de un "ideal de vida digno". En la coyuntura en justificación de los derechos básicos y de la dignidad
la que se encontraron los redactores de la Declara- humana; pero también es cierto que una reflexión
ción, la puesta entre paréntesis de las diferencias ideo- racional de más largo alcance acerca del sentido de la
lógicas constituía quizás la única salida para la posi- dignidad en nuestro medio puede contribuir a la re-
bilidad de un acuerdo. Sin embargo, por eso mismo ducción de la "incultura de la violencia" y a la conso-
el texto final resulta insuficiente cuando se necesita lidación de conductas más solidarias, sustentadas en
transformar estas exigencias universales en políticas el respeto recíproco.
y acciones concretas; al evitar de manera cuidadosa
cualquier toma de posición acerca de los diferentes
modelos de jerarquización de los derechos, este do- VIII. DEMANDAS DE NUEVOS DERECHOS
cumento ideológicamente neutral no nos ofrece pau-
tas seguras para fijar prioridades o resolver los inevi- A. Carácter dinámico e históricamente determinado
tables enfrentamientos entre reivindicaciones igual- de los derechos
mente legítimas.
A la hora de aplicar las diferentes clases de dere- 1. Los derechos como traducción normativa
chos, la postura ecléctica resultal insuficiente y vuelve de valores éticos fundamentales.
a aparecer el problema de la justificación racional. Los derechos humanos expresan demandas relati-
Conviene recordar que Bobbio, al igual que Perelman, vas a la protección de bienes primarios, de vital im-
insiste en la conveniencia de conformarnos con un portancia para individuos y grupos. Estos bienes cons-
fundamento suficiente y no absoluto de los derechos tituyen en la práctica la manera de concretar y reali-
humanos; ahora bien, el acuerdo de la ONU resulta zar, en cada época histórica, las demandas de libertad
un fundamento insuficiente para resolver nuestras y de dignidad, dos valores fundamentales e insepara-
dudas acerca de las prioridades y acerca del carácter bles que se han venido transformando de manera
más o menos sagrado o inalienable de un derecho paulatina en la condición de posibilidad para una exis-

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BOGOTÁ. D.C.
ANGELO PAPACCHINI LOS DERECHOS HUMANOS A TRAVÉS DE LA HISTORIA

tencia auténticamente humana. Existen buenas razo- algo peligroso y amenazante, para transformarse en
nes para creer que la demanda de libertad y la lucha la instancia positiva encargada de satisfacer las de-
por un reconocimiento mínimo como ser humano, que mandas de salud, bienestar y dignidad de todo ser
merece un trato distinto del que se reserva a anima- humano. Por fin, los «derechos de tercera generación»,
les o cosas, constituyen exigencias universales, contemplan las exigencias de relaciones pacíficas en-
substancialmente compartidas por todos, más allá de tre los hombres y de relaciones armónicas con la na-
las diferencias relativas a los contextos culturales, turaleza, la voluntad de los pueblos de autodetermi-
universos simbólicos y formas de vida. Sin embargo, nación y de autonomía en el uso de sus recursos, la
estos valores de dignidad y libertad adquieren una preocupación por las generaciones venideras. La idea
forma peculiar en un contexto histórico y cultural de una evolución progresiva de los derechos podría
determinado, lo que se traduce a su vez en distintas dar la impresión de que la historia de los derechos
configuraciones y tablas de derechos. humanos en estos últimos siglos se reduce a una toma
2. La lucha por los derechos, un proceso de conciencia progresiva y lineal: los derechos esta-
abierto. rían ya allí, a la espera de que el ser humano los des-
Desde esta perspectiva los derechos básicos pue- cubriera para reconocerlos y asumirlos, en una lista
den ser pensados en conexión directa con una diná- siempre más amplia y exhaustiva. Es ésta una visión
mica constante de búsqueda de reconocimiento, en simplista del proceso de formación y consolidación
la que persisten unos valores mínimos, pero al mis- de las libertades básicas, que pasa por alto el carácter
mo tiempo se opera un proceso constante de enri- a menudo antitético y antagónico de las diferentes
quecimiento. Las aspiraciones humanas universales clases de derechos, y desconoce los procesos de lu-
adquieren una forma específica de acuerdo con las cha que acompañan las proclamaciones de derechos
necesidades, el horizonte ideológico y los problemas y su difícil inserción en un ordenamiento legal.
concretos de una época o sociedad determinada: de J. Nuevos paradigmas de dignidad.
la peculiaridad de estas necesidades y de la manera Detrás de estos cambios en cuanto a la configura-
como son percibidas depende la formulación concre- ción de los derechos básicos y a la importancia relati-
ta de las demandas de libertad, reconocimiento y dig- va atribuida a cada uno de ellos se perfilan modifica-
nidad. Es posible dar cuenta así de la compleja dialé- ciones significativas en cuanto a la manera de conce-
ctica entre continuidad y cambio: en la dinámica de bir la dignidad humana, identificada al inicio por los
los derechos se conserva un núcleo básico, pero al maestros de la modernidad con el reconocimiento de
mismo tiempo se enriquece constantemente el espec- la igualdad jurídica y la autonomía moral y política
tro de las demandas que exigen satisfacción. de cada ser humano. La consolidación de la igualdad
Es necesario subrayar el carácter abierto y dinámi- formal marca sin duda un progreso notable en rela-
co de los derechos, que evolucionan en sintonía con ción con la influencia directa de las desigualdades de
los problemas y necesidades de cada época. Los «de- poder y riqueza en la esfera jurídica y política. Sin
rechos de primera generación», reivindicados por las embargo, la dinámica del proceso histórico y de los
grandes revoluciones burguesas, abarcan las liberta- movimientos sociales pone pronto de manifiesto los
des propias de la tradición liberal: libertad de pensa- límites de esta forma reductiva de concebir el valor
miento y expresión, el derecho a no ser molestado inherente de todo ser humano, que se limita a desta-
por creencias o prácticas religiosas, el derecho al uso car la igual dignidad de cada persona independiente-
y goce exclusivo de algunos bienes, el derecho de cada mente de las desigualdades en cuanto a poder, rique-
ciudadano a escoger su trabajo y a emplear el tiempo za y status social: la experiencia muestra que el paraí-
libre de manera autónoma, buscando la felicidad a su so de la igualdad jurídica y de los derechos puede
manera, etc. Con los «derechos de segunda genera- resultar un infierno para quien no pueda confiar en
ción» las reivindicaciones se desplazan hacia el terre- nada más que en su igualdad formal; si esta igualdad
no económico y social - derecho a la vida, al trabajo, es incapaz de asegurar el derecho a la vida, si una
a la educación y a la salud - lo que produce de paso parte notable de la población está condenada a des-
una modificación sustancial en las relaciones entre gastarse en trabajo embrutecedor, apenas suficiente
derechos y poder: éste deja de ser percibido como para la satisfacción de necesidades de reproducción,

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DE PSICOLOGIA 193
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se impone la necesidad de buscar formas diferentes des revoluciones burguesas, el objetivo prioritario del
de emancipación, más acordes con la dignidad huma, proceso de emancipación era afianzar un ideal de
na. La lucha por el reconocimiento de la dignidad in, humanidad por encima de las diferencias en el color
corpora así de manera paulatina las reivindicaciones de la piel, de la diferenciación sexual o de las díferen-
ligadas con la satisfacción de las necesidades vitales cias en cuanto a culturas, tradiciones, leyes y costum-
y resulta solidaria de una nueva concepción de la li, bres. El programa ilustrado suponía el intento de neu-
bertad como liberación del yugo opresivo de necesi- tralizar las diferencias de sexo, raza, etnia, religión,
dades insatisfechas. para reducirlas al rango de variables «indiferentes»,
Cuando se proclaman como indiferentes las des, para que no influyeran en la asignación de derechos
igualdades en cuanto a poder y medios para el reco- civiles o en la definición de la participación ciudada-
nocimiento del sujeto como ciudadano activo o como na. La consigna actual de los grupos que exigen reco-
individuo libre e igual frente a la ley, se logra sin duda nocimiento se centra al contrario en la idea de que
un progreso nada despreciable frente a la interven, las diferencias cuentan y deben ser tenidas en cuenta
ción directa de lo económico en la dimensión jurídica tanto en la dimensión privada como en el espacio
y política. Sin embargo, el individuo pronto experi- público: feministas, grupos indígenas, inmigrantes,
menta el alcance limitado de esta dignidad como su' minorías marginadas, reivindican un espacio para 'sus
jeto jurídico o como persona moral autónoma: la au- necesidades peculiares y específicas. La igualdad fren-
sencia de obstáculos externos que impiden realizar te a la leyes percibida siempre más como un logro
objetivos vitales es necesaria pero insuficiente, pues, limitado e insuficiente. Hace dos siglos las aspiracio-
to que la libertad requiere además de avudasy estí- nes de Olympe de Gouches ' guillotinada por haber,
mulos para que la realización personal sea algo más se atrevido a jugar un papel activo en la política ' se
que una posibilidad abstracta. Por esto el paradigma reducían a una modificación muy sencilla de la decla-
clásico de dignidad como indiferencia frente a las ración de derechos: donde se mencionaba al «hom-
desigualdades se enriquece, hasta incluir como ele, bre» había que añadir «y de la mujer», para que los
mento esencial el valor de la solidaridad, que sirve a derechos reconocidos para el varón se hiciesen ex,
su vez de sustento de los derechos económicos, so' tensivos también a las mujeres. Se trataba de una
ciales y culturales. preocupación más que justificada en un contexto don,
de el sentido común y la opinión de los filósofos in,
B. Una nueva idea de dignidad, signes coincidían en considerar la diferencia de sexo
como sensibilidad por las diferencias como un factor de discriminación y compartían la idea
de que no era conveniente agobiar al «bello sexo»
El nuevo paradigma de dignidad y los derechos con la pesada y molesta carga de la ciudadanía; y la
con él relacionados encuentran amplio reconocimiento aclaración semántica, que podría resultar hoy en día
en la Declaración universal de 1948. Sin embargo, la superflua, tenía su razón de ser, puesto que todos
evolución en cuanto a la tabla de derechos y a la ma- parecían dar por sentado que la palabra «hombre»
nera de concebirlos no se ha agotado con este docu- incluía a las mujeres sólo cuando se trataba de obli-
mento, a pesar de que sigue siendo un punto de refe- gaciones, pero no a la hora de asignar derechos. Hoy
rencia obligado para nuestro tiempo. A lo largo de en día, en cambio, las feministas exigen una reestruc-
los últimos 50 años, bajo el impulso de las guerras de turación global del espacio político, que tome en cuen-
liberación nacional, las movilizaciones por los dere- ta las necesidades específicas de la mujer. El acceso a
chos civiles, las luchas por la liberación de la mujer y la ciudadanía ha sido un logro apreciable, pero queda
otras clases de movimientos sociales, han salido a mucho por hacer para que las mujeres no se sientan
relucir nuevas demandas, ligadas con una percepción como convidadas de piedra en un terreno construido
distinta de lo que significa tomar en serio el respeto para satisfacer las necesidades del varón.
de la dignidad humana. Si algo caracteriza a nuestro tiempo es la obsesión
1. La dignidad como sutenticidsd y sensibi- por la identidad: individuos, grupos y pueblos están
lidad por las diterencies. comprometidos con el intento de buscar sus raíces,
De acuerdo con los ideales consignados en las gran, determinar lo específico e irrepetible de su forma de

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ANGELO PAPACCHINI LOS DERECHOS HUMANOS A TRAVÉS DE LA HISTORIA

ser, de sus valores y de su mirada sobre el mundo. En el sujeto vacío portador de los valores de la humani-
el marco de la cultura de la autenticidad el individuo dad en general, se valoran determinadas expresiones
trata de precisar la identidad que puede descubrir en de humanidad. La autonomía remite a la originali-
sí mismo, como algo producido desde adentro y al dad y peculiaridad del sujeto moral, más que a abs-
que profesa lealtad y fidelidad. Por esto se resiste a tractos principios universales. Lo que vale para el in-
la idea de ser tratado como un ejemplar impersonal dividuo singular, se repite a su vez con grupos, etnias,
-uno entre muchos- de la especie humana y no recibe clases, naciones, que reivindican por igual su peculia-
de buen grado una solidaridad dirigida a la humani- ridad y sus diferencias. En estos casos el individuo
dad que alienta en él, a su dimensión nouménica, más tiende a pensar su identidad y sus diferencias en rela-
que a su concreción singular. Él reivindica, por el con- ción con los rasgos peculiares del grupo al que perte-
trario, que se lo reconozca y valore como un destino nece. El eje individuo-humanidad tiende a ser reem-
irrepetible, como una perspectiva original y novedosa plazado por todos esos vínculos y relaciones sociales
sobre el universo, como un proyecto de vida que reci- intermedios, cuya función es la de concretar la uni-
be sentido desde su propia interioridad. La «indife- versalidad abstracta y de darle un contenido a la sin-
rencia» hacia la singularidad, desplazada por el énfa- gularidad carente de contenido.
sis en la humanidad común, desconoce y pasa por En este contexto teórico se ubican las luchas de
alto aquella dimensión del reconocimiento que más las minorías para defender su identidad o para obte-
le interesa a individuos y grupos. Entre quienes com- ner un trato igualitario y no discriminatorio constitu-
parten la cultura de la autenticidad "se exige recono- yéndose en uno de los fenómenos más interesantes
cimiento y status para algo que no es universal y en de nuestro tiempo. Se habla de minoría - que no es
el que no todos participan". Por consiguiente, la po- un concepto meramente numérico o cuantitativo -
lítica neutral del Estado de derecho es percibida como cuando un grupo caracterizado por determinadas
represión y subyugación frente a aquellos rasgos úni- creencias religiosas o rasgos étnicos o culturales que
cos e inconfundibles en los que individuos y grupos lo diferencian del grupo dominante recibe un trata-
cifran lo esencial de su dignidad. miento jurídico de alguna forma desventajoso. Las
La idea de que cada individuo humano debe ser minorías - religiosas, lingüísticas o étnicas - han sido
valorado de acuerdo con su peculiaridad, ligada a su a menudo excluidas del goce de determinados dere-
vez con la creencia de que cada cual debe poder en- chos civiles o políticos, e incluso de su protección
contrar en sí mismo su propia medida, introducen como seres humanos. El logro de determinados dere-
modificaciones sustanciales en el paradigma kantiano chos, o incluso de una protección específica, ha sido
de la dignidad y autonomía: no es el respeto por la el resultado de un proceso de luchas por el reconoci-
humanidad en general, presente como un halo sagra- miento frente a la mayoría dominante.
do en cada persona, sino una consideración por el 2. Viejos derechos con un nuevo conteni-
individuo en su originalidad, con sus rasgos únicos e do.
irrepetibles que lo diferencian de todos los demás Esta convicción generalizada de que el respeto de
miembros de la especie humana. Un individuo no se la dignidadexige la valoración de las diferencias - que
siente suficientemente valorado cuando se lo trata por consiguiente no pueden ser simplemente relega-
con un respeto objetivo e impersonal; el sentimiento das en la esfera de la sociedad civil o de la privacidad,
más hondo de su dignidad exige que - al igual que en constituye un fenómeno peculiar y novedoso de nues-
el amor - su idiosincrasia y sus características pecu- tro tiempo. Las demandas de los grupos marginados
liares sean tomadas en cuenta, puesto que son ellas que exigen una atención especial por parte del Esta-
las que definen su carácter y personalidad. Las tesis do, en respuesta a la carencia crónica de los medios
formuladas hace dos siglos por Herder en contra de de subsistencia, se sitúan todavía en el paradigma de
su antiguo maestro - al que le reprochaba un la igualdad, puesto que lo que reclaman es que la
averroismo moral, por haber descuidado las diferen- desigualdad en cuanto a disponibilidad de bienes sea
cias y el papel de la singularidad irrepetible en aras tenida en cuenta a la hora de redistribuir la riqueza y
de los intereses de la humanidad - parecen cobrar día asignar recursos: tomar en serio las desigualdades sig-
a día más fuerza en el sentir común. En contraste con nifica en este caso luchar para que éstas tiendan a

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CARPETA

desaparecer, gracias a una intervención estatal cen- vida, acorde con sus ideales y con su percepción del
trada en criterios de justicia social. Al contrario, las mundo. A su vez, la libertad de pensamiento se trans-
demandas de las mujeres o de los grupos étnicos que forma en el derecho a una forma de pensar peculiar,
claman por la conservación de su identidad se cen- distinta de los paradigmas de racionalidad impuestos
tran en la necesidad de conservar y valorar estas dife- por unas minorías, un sexo o una cultura determina-
rencias, seriamente amenazadas por un sistema que da. El derecho a la libertad de expresión se traduce
tiende a asimilarlo y nivelarlo todo: la posible extin- entonces en el rescate de los discursos reprimidos y
ción de estas diferencias peculiares es visto incluso marginados por una racionalidad hegemónica. Debi-
como una de las formas más peligrosas de discrimi- do a la desconfianza creciente hacia todo 10 que pre-
nación. Y se perfila otra dimensión de la opresión: tenda encarnar la racionalidad universal, cada cual
quienes pretenden inducir en los demás una falsa idea reivindica el derecho a su perspectiva peculiar sobre
acerca de su identidad o una imagen degradante de sí el universo, o simplemente exige el respeto por la
mismos, atentan gravemente contra la dignidad de perspectiva del grupo o tradición que da sentido a su
quienes asumen e introyectan una imagen de sí mis- experiencia individual. El ideal kantiano de la mayo-
mos que acaba por bloquear sus energías. El proble- ría de edad supone la obligación de confrontar ideas
ma de las desigualdades económicas y sociales cons- y máximas con las de otros, para que estén ambas en
tituye un reto para el ideal moderno de dignidad y consonancia con una racionalidad universal compar-
obliga en algunos casos a violar el principio de la igual- tida. En cambio, desde el paradigma de la diferencia
dad. Se trata, sin embargo, de una violación aparen- la función prioritaria del encuentro y de la comunica-
te, puesto que el objetivo de la discriminación inver- ción es la de precisar las diferencias, más que la de
sa hacia los grupos marginados es el de reducir des- definir un horizonte común.
igualdades excesivas, que comprometen la valoración 3. Problemas abiertos.
social y el autorrespeto. Cuando el interés se despla- Este nuevo ideal de dignidad despierta inquietu-
za hacia la reivindicación de las diferencias, asumidas des, reticencias y dudas. Las voces críticas destacan
no como variables contingentes e indiferentes, sino la cara sombría de la cultura de la autenticidad, que
como los rasgos específicos que sustentan el valor alimentaría de manera desmedida el narcisismo de
peculiar de cada sujeto, el reto es mucho más serio. las pequeñas diferencias, el culto de 10 particular, la
En el primer caso, el reconocimiento de que existen obsesión por la originalidad y la auto indulgencia. El
sujetos con poderes, capacidades y bienes desigua- énfasis en 10 particular y la preocupación por la iden-
les, y que estas desigualdades cuentan, sigue supo- tidad podría alimentar una desconfianza generaliza-
niendo un ideal de dignidad sustancialmente similar: da hacia 10 diverso; de esta forma, 10 que constituye
los humanos, sin discriminación, tienen derecho a una reacción comprensible y legítima al proceso cre-
acceder a los bienes primarios de la autonomía moral ciente de homogeneización y a siglos de represión y
y de la autonomía política, y como condición para el ocultamiento de 10 diferente, podría propiciar - y de
acceso a estos bienes resulta ampliamente justificada hecho 10 está haciendo - regresiones peligrosas al
una intervención diferenciada por parte del Estado. tribalismo y a la intolerancia. Incluso el énfasis ex-
La idea de que es necesario tomar en serio las dife- clusivo en las identidades grupales podría aplastar las
rencias se basa en cambio en una noción distinta de reivindicaciones de los subgrupos que no se recono-
dignidad, que apela a la autenticidad, más que al igual cen en la identidad colectiva: si cada diferencia se
respeto por la humanidad presente por igual en los comporta en su interior como una identidad compac-
diferentes sujetos. ta y homogénea, es muy probable que no deje espa-
Alrededor de esta nueva idea de dignidad y de esta cios para el reconocimiento de diferencias más espe-
diferente actitud hacia las diferencias se podrían cíficas, percibidas como una amenaza para la salva-
redefinir los "derechos de tercera generación". El de- guarda de la identidad esencial. La cultura de la per-
recho a la vida ya no se agota en las garantías frente a tenencia, que contrapone al énfasis en la igualdad y
la violencia o en la posibilidad de acceso a los medios la solidaridad propio de las éticas universalistas el
para vivir: individuos y grupos reclaman además la culto por la diversidad y las diferencias, podría ser un
posibilidad de llevar a cabo una forma peculiar de terreno abonado para el resurgimiento del racismo y

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ANGELO PAPACCHINI LOS DERECHOS HUMANOS A TRAVÉS DE LA HISTORIA

de las formas de violencia desencadenadas antaño por de determinados estados de la existencia, en especial
el odio racial o por el fanatismo religioso. Lo que se de aquellos en los que el individuo se encuentra par-
ha ganado a través de siglos de historia, a través de la ticularmente indefenso y vulnerable.
lucha -por el reconocimiento, corre el riesgo de per- Se explica así la preocupación por precisar los de-
derse otra vez. La redefinición de la dignidad en tér- rechos del niño a la vida, a la salud, a la educación y
minos de respeto por las diferencias de cultura, po- a una asistencia especial, los derechos de los ancia-
dría incluso llevar a cuestionar el discurso moderno nos, de los enfermos y de los enfermos terminales,
de la dignidad humana, pensada como un producto de los discapacitados psíquicos, etc. Lo que inspira
de Occidente y como un instrumento de dominación. estas nuevas declaraciones de derechos es la sensibi-
Por esto la redefinición de la idea de dignidad y de lidad hacia unas necesidades específicas de sujetos
los derechos desde la lógica de la diferencia, sin sa- particularmente indefensos, que exigen especiales
crificar los logros en cuanto a la igualdad, constituye deberes de solidaridad por parte del cuerpo social.
el gran reto del presente y define una interesante ta- Para limitarme a dos ejemplos muy concretos, son
rea para el futuro. Entre el ideal utópico de una con- bien conocidos los atropellos que desde tiempos
vivencia armónica más allá de las diferencias y la con- inmemoriales han padecido los enfermos mentales,
dena a una lucha sin treguas por motivos raciales o tratados a menudo como animales peligrosos, al igual
tribales, entre la utopía del encuentro sin conflictos que el desconocimiento sistemático de la autonomía
de los diferentes y la desconfianza hacia cualquier de los enfermos competentes derivado de una con-
medida que pretenda evitar la carga de violencia y cepción eminentemente paternalista de la profesión
aniquilación que todo conflicto conlleva, se empie- médica. En estos casos resultan más que pertinentes
zan a vislumbrar alternativas más realistas, sustenta- unas declaraciones de derechos que reivindiquen un
das en especial en la progresiva toma de conciencia, espacio para la decisión autónoma del paciente com-
por parte de individuos y grupos, de que la identidad petente en cuanto a intervenciones quirúrgicas, apli-
individual o grupal, lejos de ser un telos inscrito de la cación de fármacos, etc., y que llamen la atención
eternidad, es en realidad el resultado de una serie de sobre la dignidad inherente a todo ser humano, que
interacciones y diferenciaciones. La percepción de las merece respeto incluso cuando haya perdido de ma-
diferencias culturales como sistemas abiertos, resul- nera parcial o total la capacidad de autocontrol y la
tado de diferentes aportes culturales y en constante autonomía intelectual y moral.
proceso de evolución, jugará sin duda en favor de una
actitud más tolerante y respetuosa hacia las diferen- C. La paz como un nuevo derecho
cias.
4. Los derechos ligados con una condición 1. Sentido y alcance del derecho a la paz.
específica del ser humano. Entre los derechos de tercera generación - al desa-
El proceso de redefinición de los derechos en fun- rrollo, al medio ambiente, al respeto del patrimonio
ción de las diferentes maneras de concretar lo huma- común de la humanidad, etc.> ocupa un lugar desta-
no - género, etnia, cultura, etc. - corre paralelo con la cado el derecho a la paz, valorado por muchos como
preocupación por precisar los derechos específicos li- el derecho que sintetiza a todos los demás y constitu-
gados con las diferentes etapas del desarrollo indivi- ye la condición de posibilidad para el goce de todos
dual (niñez, vejez), la condición peculiar de salud o ellos. La nueva Constitución de Colombia lo sancio-
enfermedad, etc. Es la que Bobbio denomina la "es- na en el artículo 22, que afirma que "la paz es un
pecificación" de los derechos en función de la condi- derecho y un deber de obligatorio cumplimiento". Este
ción peculiar en la que se encuentra el titular de los derecho abarca en realidad varias reivindicaciones, que
mismos: niño, anciano, enfermo, discapacitado. Así es conveniente analizar por separado: a) el derecho
como la noción abstracta de libertad se ha venido de todo ciudadano a influir de manera activa en las
determinando como libertad de conciencia, expresión decisiones acerca de la guerra y la paz; b) el derecho a
o movimiento, de manera análoga los derechos del no participar en un conflicto armado; e) el derecho
hombre en abstracto se han especificado como rei- del individuo - y del Estado al que pertenece - a vivir
vindicaciones ligadas con las necesidades concretas en paz frente a las amenazas de Estados enemigos y a

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no padecer los estragos de la guerra. nes serias, pero no insuperables. Es claro que no se
Cabe insistir en la importancia que reviste el dere- trata de aceptar de manera indiscriminada un dere-
cho de todo ciudadano a participar en la toma de cho del individuo a desobedecer a toda ley que consi-
decisiones acerca de un asunto de vital importancia y dere contraria a su conciencia moral. Los partidarios
que 10 afecta directamente, como es una declaración de la objeción de conciencia se limitan a pedir una
de guerra o la decisión de instaurar la paz. Lo que excepción específica en un caso en el que está de por
impulsa esta reivindicación es la conciencia siempre medio no una opinión cualquiera, sino una creencia
más generalizada de que las decisiones acerca de los moral o religiosa hondamente arraigada, a la que el
procesos de paz no deben ser un privilegio exclusivo sujeto le confiere una importancia significativa para
de los gobiernos de turno o de las cúpulas de los gru- la coherencia de su proyecto de vida. Lo que queda
pos insurgentes. Así concebido, el derecho a la paz se por precisar no es la legitimidad de esta reivindica-
inscribe en los derechos de ciudadanía y constituye ción, sino las condiciones y límites dentro de los cua-
un aspecto importante de la democracia participativa. les puede ser aceptada. Una reglamentación apropia-
Concebido de esta forma el derecho a la paz no ex- da evitaría que la apelación a la conciencia subjetiva
cluye del todo la guerra, puesto que en determinadas se pudiese transformar en un atentado constante al
circunstancias la opinión mayoritaria podría optar por ordenamiento jurídico y a la estabilidad institucional;
el conflicto armado. Existen, sin embargo, buenas y la reglamentación de un servicio social sustitutivo -
razones para pensar que el peso de una opinión pú- oneroso para el individuo y de utilidad para la socie-
blica ilustrada servirá de freno para las iniciativas dad -, permitiría evitar eventuales abusos.
bélicas, y no dará fácilmente su consentimiento a inter- Además del derecho a la objeción de conciencia y
venciones no estrictamente necesarias para preservar a participar activamente en las decisiones acerca de
los intereses, la libertad y la soberanía nacional. la paz y la guerra, el derecho a la paz incluye el dere-
Igualmente importante es el derecho a no partici- cho de individuos y Estados de gozar de una vida
par en acciones bélicas ni en el entrenamiento para la pacífica y de no verse involucrados en enfrentamientos
guerra por razones de conciencia. El Estado no puede bélicos. Una reivindicación de esta naturaleza puede
obligar a involucrarse directamente en la lógica de las ser fácilmente justificada, puesto que la paz respon-
armas y del enfrentamiento armado a individuos que de a un anhelo humano generalizado, y se transfor-
por razones religiosas o éticas se ven impedidos a ma en una derivación inmediata del derecho a la vida,
utilizar armas de fuego: por encima de la obligación y a una vida digna, que por 10 general sólo son via-
de cumplir la ley se impone aquí el respeto por unas bles en una condición de paz. Puesto que la vida cons-
convicciones éticas profundas. Cuando la obligación tituye la condición de posibilidad de los demás dere-
de acatar las normas se enfrenta con principios mo- chos, todo 10 que contribuye a garantizarlo - en este
rales substanciales, a los que el individuo no puede caso la aspiración a una convivencia pacífica - se trans-
renunciar sin comprometer seriamente la coherencia forma en un derecho adicional. De manera análoga,
de su proyecto vital, parecen existir buenas razones el hecho innegable de que la guerra fomenta a menu-
para resolver el conflicto en favor de la conciencia. do la instrumentalización más espantosa del ser hu-
No faltan objeciones y críticas por parte de quie- mano, y acaba por fomentar la crueldad, la barbarie y
nes aducen múltiples razones para impedir el recono- la violencia, parecería legitimar moralmente la nece-
cimiento de un derecho de esta naturaleza. En opi- sidad de buscar la paz, que por el contrario permite
nión de algunos, el reconocimiento de la objeción de un respeto de la dignidad humana.
conciencia quebrantaría uno de los principios básicos Un derecho a la paz supone la necesidad de garan-
del Estado de derecho: la obligación estricta, para tizar un bien que responde a necesidades hondamen-
todos los ciudadanos, de acatar por igual las normas, te arraigadas y a un anhelo milenario de la humani-
independientemente de las convicciones éticas per- dad, hastiada de los horrores de la guerra (uno de los
sonales; en caso de que el Estado tuviese que nego- males más temidos, junto con las pestilencias y el
ciar el sometimiento a las normas con los principios hambre). A 10 largo de la historia la guerra ha encon-
religiosos y las opiniones morales de cada cual, se trado una cantidad apreciable de defensores: algunos
abrirían paso la anarquía y el caos. Se trata de objecio- la han celebrado por su contribución al fomento de la

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BOGOTÁ, D.C.
ANGELO PAPACCHINI LOS DERECHOS HUMANOS A TRAVÉS DE LA HISTORIA

cultura; otros la han exaltado como una condición transformarse en un derecho exigible. Es posible que
particularmente favorable para el patriotismo, el co- en un futuro no lejano podamos contar con un orde-
raje y las virtudes cívicas; los más atrevidos han lle- namiento jurídico internacional más eficaz, en el que
gado incluso a valorarla como un despliegue de la existan las condiciones para un derecho a la paz en
vitalidad y la voluntad expansionista de los Estados. sentido pleno y la aspiración de la humanidad civili-
Estas justificaciones de la guerra han perdido vigen- zada - siempre más hastiada de los estragos de la gue-
cia ante la posibilidad de una guerra aniquiladora, rra - cuente con una protección eficaz e imparcial.
capaz de acabar con la cultura y con la humanidad sin J. La relacián de doble vía entre derechos
más. Sin mencionar el hecho de que la exaltación humanos y paz.
romántica del conflicto bélico esconde o deja en se- La paz es moralmente valiosa en la medida en que
gundo plano el aspecto prosaico de miseria, horror, constituye la condición de posibilidad para el goce de
violencia y pérdidas de vidas humanas que acompa- las libertades y derechos fundamentales, el disfrute
ñan por lo general al enfrentamiento armado. Como de una vida digna y la posibilidad de ejercer la auto-
bien lo expresa Kant, la guerra es mala no solamente nomía en la esfera privada y pública. Tan es así que
por la cantidad de vidas y proyectos humanos que su valor queda en entredicho cuando el precio paga-
elimina para siempre, sino también porque fomenta do por el cese de las hostilidades y la instauración de
la maldad y la crueldad entre los hombres. Incluso la paz es la renuncia a la independencia y la acepta-
las guerras emprendidas en defensa de los ideales más ción de un estado de sometimiento. Existen al mis-
sublimes acaban por debilitar, en los protagonistas, mo tiempo buenas razones para sostener que el res-
principios morales arraigados y los factores que peto por los derechos y la dignidad, valioso en sí mis-
inhiben la tendencia a la violencia. mo, constituye además un medio eficaz para afianzar
2. Una evsluscián crítica acerca de la legi- el camino de la paz.
timidad de este nuevo derecho. Se configura así un "círculo virtuoso" entre dere-
No existen dudas acerca de la importancia de un chos humanos y paz, para salir del torbellino infernal
derecho a la paz concebido como el derecho a vivir en de la violencia: así como la paz asegura el goce de los
paz. Algunas dificultades surgen en cambio a la hora derechos, el respeto de estos últimos puede transfor-
de precisar los mecanismos específicos para hacerlo marse a su vez en condición de posibilidad para la
cumplir. Todo derecho supone un poder eficaz al cual paz. La paz es valiosa - y por consiguiente debe ser
apelar en caso de incumplimiento: sin un poder coer- buscada - en la medida en que favorece el goce de los
citivo encargado de asegurar las obligaciones derechos humanos. Al mismo tiempo, la experiencia
correspondientes y de sancionar eventuales violacio- muestra que el respeto por los derechos, incluso en
nes, un derecho se queda en simple aspiración moral. la guerra, puede ser un camino viable para la paz, en
En el caso del derecho a la paz los Estados pueden la medida en que el acuerdo previo sobre el rechazo
acudir a la ONU, cuyo poder coercitivo se encuentra de prácticas inhumanas y degradantes hace más fácil
sin embargo limitado por la necesidad de acudir al un reconocimiento futuro entre las partes enfrenta-
poder militar de algunos de sus miembros. No deja das y constituye incluso el primer paso de una nego-
de ser además paradójico el hecho de que para hacer ciación, en que el acuerdo sobre el respeto de los de-
eficaz el derecho a la paz y sancionar eventuales vio- rechos básicos puede extenderse de manera progresi-
laciones del mismo por parte de terceros no haya sa- va hacia otros temas que alimentan el conflicto.
lida distinta de la misma guerra. La confianza en esta relación recíproca parecería
De todas formas, es innegable la creciente y siem- desmentida por el hecho de que la dignidad y los de-
pre más generalizada voluntad de paz, que autoriza rechos alimentan, en algunos casos, la lucha armada:
cierto optimismo para el futuro. La tendencia inne- la defensa, con las armas, del derecho a la autodeter-
gable hacia la solución negociada de los conflictos minación de una nación frente a una agresión exter-
constituye un resorte poderoso para la superación de na, o los movimientos internos de lucha por la amplia-
las fallas e inconsistencias del Derecho internacional ción de las libertades individuales y la justicia social
actual, y para la consolidación de las condiciones ilustran esta posibilidad. Sin embargo, una lucha ar-
materiales indispensables para que la paz llegue a mada - interna o externa - inspirada en la defensa o

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COLOMBIANA
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CARPETA

ampliación de los derechos humanos tiene que ser quienes lo perciben como una instancia ajena y leja-
coherente con el objetivo que la justifica. 10 que sig- na, al servicio de intereses extraños, o como un po-
nifica que en el enfrentamiento armado se imponen der ineficaz para garantizar un mínimo de bienestar y
restricciones morales a las partes. De lo contrario, un seguridad.
eventual "derecho a la guerra" quedaría desvirtuado Por supuesto, una propuesta de paz realista no
por la violación del "derecho en la guerra", es decir puede descuidar los móviles que impulsan las acción
por un ejercicio de la guerra que viola y desconoce humana, ni descuidar el peso de las pulsiones agresi-
los principios humanitarios. vas presentes en nuestra naturaleza. Estas dificulta-
La restricción de la violencia favorece un recono- des para el logro de la paz no deberían sin embargo
cimiento más amplio entre las partes y allana el ca- desanimarnos o inducirnos a considerar como una ilu-
mino para el reconocimiento no como simples comba- sión el compromiso ético con la reducción de la vio-
tientes enfrentados, sino como sujetos que pueden lencia y el respeto de los derechos humanos. Se trata
compartir pacíficamente recursos, instituciones, nor- de un compromiso difícil, pero no imposible. La difi-
mas legales y valores. Es lo que muestra la experien- cultad de la tarea parece también sugerir la conve-
cia del conflicto salvadoreño, en el que las partes en- niencia de insistir en la paz como un deber, antes que
frentadas, al suscribir un acuerdo sobre derechos como un derecho. Cada acto en favor de los dere¿hos
humanos, estuvieron de acuerdo en un punto: que el humanos y en contra de la violencia es un pequeño
respeto de la dignidad humana no era un asunto ne- aporte, un granito de arena para el goce de las liberta-
gociable. La toma en serio de los derechos humanos des en un contexto de convivencia pacífica, una condi-
reduce además las causas más comunes del conflicto, ción aparentemente lejana, y que sin embargo debe
en especial en el caso del conflicto interno, alimenta- poder encontrar un espacio en nuestra realidad. A
do a menudo por la reducción de la participación po- pesar de los obstáculos, es importante que se afiance
lítica o la presencia de necesidades insatisfechas. Una una voluntad real de instaurar la paz, que no se
política seria en materia de derechos sociales y una desaliente por los tropiezos y fracasos y esté siempre
ampliación y fortalecimiento de la democracia aca- dispuesta a empezar de nuevo, a pesar del pesimis-
ban inevitablemente por fortalecer la legitimidad de mo que inspira la condición humana '1'
un régimen, seriamente comprometida a los ojos de

LUCAS CRANACH. ALEMANIA (S. XV-XVI)

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