Minecan. Todo lo que he admitido hasta el presente como más seguro y verdadero lo he aprendido de los sentidos o por los sentidos, ahora bien, he experimentado muchas veces que tales sentidos me engañaban, y es prudente no fiarse nunca por entero de quienes nos han engañado una vez. Descartes. El problema con esta propuesta es que, si nuestros sentidos fallan constantemente, ¿Entonces en que podemos basar la verificación de nuestras teorías científicas? Es así que descartes llegar a afirmar que de lo único de lo que nosotros nos podemos fiar es de nuestra propia razón trabajando sobre sí misma, es decir del pensamiento abstracto puro no contaminado por ningún tipo de sensorialidad, el cual era para descartes el pensamiento matemático, las matemáticas, más allá de la aritmética simple de sumar cuatro naranjas, se desarrollan en un ámbito puramente teórico, y para poder avanzar en ningún momento tienen que echar un vistazo al mundo externo para validar sus teorías. Sin embargo, descartes no se queda aquí y de nuevo se empieza a preguntar: las matemáticas parecen ser un tipo de pensamiento superior en la medida en que no parecen verse afectados por las distorsiones sensoriales, y sin embargo ¿Quién nos garantiza la corrección de nuestras matemáticas? Es decir, ¿Quién nos dice que toda nuestra arquitectura mental matemática no está realmente mal hecha? ¿Cómo podemos estar seguros de que la razón en su uso puro o abstracto es completamente perfecta y confiable? ¿No podría nuestra razón fallar de la misma forma en la que fallan los sentidos y de algún modo que no seamos capaces de darnos cuenta de estos errores porque estamos innecesaria e inevitablemente metidos en el juego subjetivo de nuestra arquitectura mental? ¿Cómo podemos estar seguros de la verdad, por tanto, de este tipo de conocimientos, y por tanto de la verdad de alguna cosa de algún conocimiento? Aquí hace entrada por primera vez el dios de la modernidad como el garante de la verdad, de los conocimientos y por extensión de la ciencia. Este es el lugar que los modernos le darán a la divinidad. En su segundo texto descartes dice; Hace tiempo que tengo en mi espíritu cierta opinión según la cual hay un dios que todo lo puede, por quién eh sido creado tal y como soy, pues bien ¿Quién me asegura que tal dios no haya procedido de manera que no exista figura, ni magnitud, ni lugar, pero a la vez de modo que yo, no obstante, si tenga la impresión de que todo eso existe tal y como yo lo veo? y más aún, así como yo pienso a veces que los demás se engañan, hasta en las cosas que creen saber con más certeza, podría ocurrir que dios haya querido que me engañe cuántas veces sumo dos más tres, o cuando enumeró los lados de un cuadrado, o cuando juzgo de cosas aún más fáciles que éstas, si es que son siquiera imaginables… a tales razonamientos nada en absoluto tengo que oponer, sino que me construyen a confesar que de todas las opiniones a las que había dado crédito en otro tiempo como verdaderas, no hay una sola de la que no pueda dudar ahora, y ello no por descuido o ligereza, sino en virtud de argumentos muy fuertes y maduramente meditados, de tal suerte que, en adelante, debo suspender mi juicio acerca de dichos pensamientos, y no concederles más crédito del que daría a cosas manifiestamente falsas, si es que quiero hallar algo constante y seguro en las ciencias. Así pues, supondré que hay no un verdadero dios que es fuente suprema de verdad, sino cierto genio maligno no menos artero y engañador que poderoso, el cual ha usado de toda su industria para engañarme. Pensaré que el cielo, el aire, la tierra, los colores, las figuras, los sonidos y las demás cosas exteriores no son sino ilusiones y ensueños de los que él se sirve para atrapar mi incredulidad. Me consideraré a mí mismo como sin manos, sin ojos, sin carne ni sangre, sin sentido alguno y creyendo falsamente que tenga todo eso. Permaneceré obstinadamente fijo en ese pensamiento, y, si por dicho medio no me es posible llegar al conocimiento de alguna verdad, al menos estará en mi mano suspender el juicio. Por ello, tendré sumo cuidado en no dar crédito a ninguna falsedad, y dispondré también mi espíritu contra las malas artes de ese gran engañador que, por muy poderoso y astuto que sea, nunca podrá imponerme nada. Hay un problema para determinar la veracidad de nuestros conocimientos. Lo primero que hay que hacer según descartes es eliminar toda esa parte corpórea y elevarnos racionalmente. Lo que descubre descartes es que de lo único de lo que no puedo dudar es del hecho mismo de que estoy dudando, es decir, de la actividad misma de la duda, que no es otra que una actividad cognoscitiva, es decir, es pensamiento de lo único de lo que no puedo dudar. La primera evidencia a la que llegue a descartes en el discurso del método es la evidencia del cogito, es decir, la evidencia del pensamiento, de la que podemos extraer un segundo conocimiento evidente e indubitable, que es la existencia de aquello que piensa, porque si pienso es que de alguna manera necesariamente tengo que existir, si no existiera no podría pensar. pero si existo al menos como pensamiento algo me ha tenido que dar la existencia, porque uno no se puede dar a sí mismo, algo superior a mí, existente por sí mismo, me ha dado la existencia, algo que es omnipotente y que ha creado no solamente en mi mente, sino también la naturaleza, anudándolas de tal forma, haciéndolas de tal forma encajar, de modo que la mente puede entender la naturaleza. Así ante la pregunta ¿Puede el ser humano hacer ciencia y hallar la verdad? descartes contestara; Sí porque dios existe y porque dios es bueno Sin embargo, podría ocurrir que dios existiera y no fuese bueno, es decir que nuestro dios en vez de haber creado un mundo estable, bello, proporcional a nuestra comprensión, hubiese creado un mundo completamente caótico, inestable, irregular e incomprensible que ninguna ley hubiera podido entender. Pero que le pasaría a la ciencia para los modernos si en vez de simplemente ser malo dios directamente no existiera, ¿nuestra ciencia necesita un dios? ¿acaso la ciencia que nació en la modernidad depende de esa estabilidad, de esa garantía? Al final se deduce que todo en la modernidad es subjetividad, capas y capas de subjetividad, que sin embargo tienen paradójicamente la pretensión de ser objetivas, es decir, alcanzar conocimientos puramente objetivos en los cuales la subjetividad del investigador y la subjetividad circunstancial no se mezclen en absoluto y no dejen sus marcas. Encontrar la manera correcta de lidiar con esa subjetividad genero grandes problemas en los pensadores de la época moderna. Fue hasta que Nietzsche identifico que la ciencia moderna olvidó, durante un momento, el hecho de que se puede reconocer la ignorancia y sin embargo no quedar paralizado, porque el reconocimiento socrático de la ignorancia no hizo que Sócrates dejara de buscar. Constantemente en los propios diálogos se siguió preguntando, siguió viva la curiosidad, el espíritu crítico, el espíritu científico. La ciencia fracasa cuando pretende ser dogmática, cuando pretende poder alcanzar verdades, cuando se presenta a sí misma casi como una religión, como poseedora de verdades últimas y olvida que su auténtico espíritu interno, aquello que la ha hecho avanzar a lo largo de la historia, es ese espíritu filosófico del reconocimiento de la ignorancia, de la re visibilidad constante, de la necesidad de criticar y someter a criba nuestras teorías para poder mejorarlas, pero con la verdad bastante lejos de nuestro alcance, o al menos todavía. Por otro lado, Nietzsche opina: Sinceramente todo el mundo debería hablar del ser humano, del ser humano y nada más que del ser humano; de esta criatura sensible, frágil, miserable, a veces agresiva, que tiene inmensos problemas de conocerse a sí mismo, de conocer al mundo que está lleno de conflictos, de guerras, de odios. Lo que deberíamos intentar arreglar antes del universo es al ser humano, al ser humano y nada más que al ser humano. Nietzsche niega esa actitud dogmática cientificista, esa actitud que no entiende realmente qué es la ciencia, cuál es de su historia, cuál es su método y cómo funciona, y que no entiende que en cuanto se convierte en dogma de fe el conocimiento científico ya no es conocimiento científico. Así que esta idea de la ciencia que deshumaniza la ciencia, que deja por el camino la parte emocional del hombre es el aspecto apolíneo de la ciencia. Así todo el planteamiento de la ciencia moderna es tachado por Nietzsche como ilusorio porque la ciencia moderna finge una pretendida salida, es decir tiene una forma de fingir o engañar que consiste en decir que es posible salir de algún modo de la subjetividad en la que estamos necesariamente atrapados, en estas estructuras subjetivas que nos componen en todo lo que vemos y en todo lo que experimentamos del mundo. La ciencia moderna pretende que el ser humano puede abandonar las cadenas de su propia subjetividad y fuera de ellas definir, de manera universal y estable, las relaciones e interacciones y leyes que animan todos los fenómenos de la naturaleza. Necesariamente tenemos que reconocer que nuestro acceso al mundo es siempre subjetivo, que descartes tenía totalmente razón y no se trata de negar lo que había propuesto sino de aceptarlo, entenderlo, reconocerlo y no desesperarnos ni volvernos locos por el hecho de que simplemente tengamos esta mente. El video concluye que, en realidad, los seres humanos somos ignorantes; y no saber que en realidad el ser humano no es ese inglés con monóculo súper culto, lleno de moralidad y perfecto, si no que somos repugnantes, despiadados, voraces, homicidas, insaciables en nuestros deseos e indiferentes de nuestra propia ignorancia significa, según Nietzsche, montar en los lomos de un tigre, de un animal extremadamente peligroso, que es nuestra ignorancia, que come seres humanos y que si no tenemos cuidado nos acabará matando.