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Apuntes del video: Nietzsche lo apolíneo y la

crítica al solipsismo cartesiano - Dra. Ana


Minecan.
Todo lo que he admitido hasta el presente como más seguro y verdadero lo he
aprendido de los sentidos o por los sentidos, ahora bien, he experimentado
muchas veces que tales sentidos me engañaban, y es prudente no fiarse nunca
por entero de quienes nos han engañado una vez. Descartes.
El problema con esta propuesta es que, si nuestros sentidos fallan
constantemente, ¿Entonces en que podemos basar la verificación de nuestras
teorías científicas?
Es así que descartes llegar a afirmar que de lo único de lo que nosotros nos
podemos fiar es de nuestra propia razón trabajando sobre sí misma, es decir del
pensamiento abstracto puro no contaminado por ningún tipo de sensorialidad, el
cual era para descartes el pensamiento matemático, las matemáticas, más allá de
la aritmética simple de sumar cuatro naranjas, se desarrollan en un ámbito
puramente teórico, y para poder avanzar en ningún momento tienen que echar un
vistazo al mundo externo para validar sus teorías. Sin embargo, descartes no se
queda aquí y de nuevo se empieza a preguntar: las matemáticas parecen ser un
tipo de pensamiento superior en la medida en que no parecen verse afectados por
las distorsiones sensoriales, y sin embargo ¿Quién nos garantiza la corrección de
nuestras matemáticas? Es decir, ¿Quién nos dice que toda nuestra arquitectura
mental matemática no está realmente mal hecha? ¿Cómo podemos estar seguros
de que la razón en su uso puro o abstracto es completamente perfecta y
confiable? ¿No podría nuestra razón fallar de la misma forma en la que fallan los
sentidos y de algún modo que no seamos capaces de darnos cuenta de estos
errores porque estamos innecesaria e inevitablemente metidos en el juego
subjetivo de nuestra arquitectura mental? ¿Cómo podemos estar seguros de la
verdad, por tanto, de este tipo de conocimientos, y por tanto de la verdad de
alguna cosa de algún conocimiento?
Aquí hace entrada por primera vez el dios de la modernidad como el garante de la
verdad, de los conocimientos y por extensión de la ciencia. Este es el lugar que los
modernos le darán a la divinidad.
En su segundo texto descartes dice; Hace tiempo que tengo en mi espíritu cierta
opinión según la cual hay un dios que todo lo puede, por quién eh sido creado tal y
como soy, pues bien ¿Quién me asegura que tal dios no haya procedido de
manera que no exista figura, ni magnitud, ni lugar, pero a la vez de modo que yo,
no obstante, si tenga la impresión de que todo eso existe tal y como yo lo veo? y
más aún, así como yo pienso a veces que los demás se engañan, hasta en las
cosas que creen saber con más certeza, podría ocurrir que dios haya querido que
me engañe cuántas veces sumo dos más tres, o cuando enumeró los lados de un
cuadrado, o cuando juzgo de cosas aún más fáciles que éstas, si es que son
siquiera imaginables… a tales razonamientos nada en absoluto tengo que oponer,
sino que me construyen a confesar que de todas las opiniones a las que había
dado crédito en otro tiempo como verdaderas, no hay una sola de la que no pueda
dudar ahora, y ello no por descuido o ligereza, sino en virtud de argumentos muy
fuertes y maduramente meditados, de tal suerte que, en adelante, debo suspender
mi juicio acerca de dichos pensamientos, y no concederles más crédito del que
daría a cosas manifiestamente falsas, si es que quiero hallar algo constante y
seguro en las ciencias. Así pues, supondré que hay no un verdadero dios que es
fuente suprema de verdad, sino cierto genio maligno no menos artero y engañador
que poderoso, el cual ha usado de toda su industria para engañarme. Pensaré que
el cielo, el aire, la tierra, los colores, las figuras, los sonidos y las demás cosas
exteriores no son sino ilusiones y ensueños de los que él se sirve para atrapar mi
incredulidad. Me consideraré a mí mismo como sin manos, sin ojos, sin carne ni
sangre, sin sentido alguno y creyendo falsamente que tenga todo eso.
Permaneceré obstinadamente fijo en ese pensamiento, y, si por dicho medio no
me es posible llegar al conocimiento de alguna verdad, al menos estará en mi
mano suspender el juicio. Por ello, tendré sumo cuidado en no dar crédito a
ninguna falsedad, y dispondré también mi espíritu contra las malas artes de ese
gran engañador que, por muy poderoso y astuto que sea, nunca podrá imponerme
nada.
Hay un problema para determinar la veracidad de nuestros conocimientos. Lo
primero que hay que hacer según descartes es eliminar toda esa parte corpórea y
elevarnos racionalmente.
Lo que descubre descartes es que de lo único de lo que no puedo dudar es del
hecho mismo de que estoy dudando, es decir, de la actividad misma de la duda,
que no es otra que una actividad cognoscitiva, es decir, es pensamiento de lo
único de lo que no puedo dudar. La primera evidencia a la que llegue a descartes
en el discurso del método es la evidencia del cogito, es decir, la evidencia del
pensamiento, de la que podemos extraer un segundo conocimiento evidente e
indubitable, que es la existencia de aquello que piensa, porque si pienso es que de
alguna manera necesariamente tengo que existir, si no existiera no podría pensar.
pero si existo al menos como pensamiento algo me ha tenido que dar la
existencia, porque uno no se puede dar a sí mismo, algo superior a mí, existente
por sí mismo, me ha dado la existencia, algo que es omnipotente y que ha creado
no solamente en mi mente, sino también la naturaleza, anudándolas de tal forma,
haciéndolas de tal forma encajar, de modo que la mente puede entender la
naturaleza.
Así ante la pregunta ¿Puede el ser humano hacer ciencia y hallar la verdad?
descartes contestara; Sí porque dios existe y porque dios es bueno
Sin embargo, podría ocurrir que dios existiera y no fuese bueno, es decir que
nuestro dios en vez de haber creado un mundo estable, bello, proporcional a
nuestra comprensión, hubiese creado un mundo completamente caótico,
inestable, irregular e incomprensible que ninguna ley hubiera podido entender.
Pero que le pasaría a la ciencia para los modernos si en vez de simplemente ser
malo dios directamente no existiera, ¿nuestra ciencia necesita un dios? ¿acaso la
ciencia que nació en la modernidad depende de esa estabilidad, de esa garantía?
Al final se deduce que todo en la modernidad es subjetividad, capas y capas de
subjetividad, que sin embargo tienen paradójicamente la pretensión de ser
objetivas, es decir, alcanzar conocimientos puramente objetivos en los cuales la
subjetividad del investigador y la subjetividad circunstancial no se mezclen en
absoluto y no dejen sus marcas. Encontrar la manera correcta de lidiar con esa
subjetividad genero grandes problemas en los pensadores de la época moderna.
Fue hasta que Nietzsche identifico que la ciencia moderna olvidó, durante un
momento, el hecho de que se puede reconocer la ignorancia y sin embargo no
quedar paralizado, porque el reconocimiento socrático de la ignorancia no hizo
que Sócrates dejara de buscar. Constantemente en los propios diálogos se siguió
preguntando, siguió viva la curiosidad, el espíritu crítico, el espíritu científico. La
ciencia fracasa cuando pretende ser dogmática, cuando pretende poder alcanzar
verdades, cuando se presenta a sí misma casi como una religión, como poseedora
de verdades últimas y olvida que su auténtico espíritu interno, aquello que la ha
hecho avanzar a lo largo de la historia, es ese espíritu filosófico del reconocimiento
de la ignorancia, de la re visibilidad constante, de la necesidad de criticar y
someter a criba nuestras teorías para poder mejorarlas, pero con la verdad
bastante lejos de nuestro alcance, o al menos todavía.
Por otro lado, Nietzsche opina: Sinceramente todo el mundo debería hablar del ser
humano, del ser humano y nada más que del ser humano; de esta criatura
sensible, frágil, miserable, a veces agresiva, que tiene inmensos problemas de
conocerse a sí mismo, de conocer al mundo que está lleno de conflictos, de
guerras, de odios. Lo que deberíamos intentar arreglar antes del universo es al ser
humano, al ser humano y nada más que al ser humano. Nietzsche niega esa
actitud dogmática cientificista, esa actitud que no entiende realmente qué es la
ciencia, cuál es de su historia, cuál es su método y cómo funciona, y que no
entiende que en cuanto se convierte en dogma de fe el conocimiento científico ya
no es conocimiento científico. Así que esta idea de la ciencia que deshumaniza la
ciencia, que deja por el camino la parte emocional del hombre es el aspecto
apolíneo de la ciencia.
Así todo el planteamiento de la ciencia moderna es tachado por Nietzsche como
ilusorio porque la ciencia moderna finge una pretendida salida, es decir tiene una
forma de fingir o engañar que consiste en decir que es posible salir de algún modo
de la subjetividad en la que estamos necesariamente atrapados, en estas
estructuras subjetivas que nos componen en todo lo que vemos y en todo lo que
experimentamos del mundo. La ciencia moderna pretende que el ser humano
puede abandonar las cadenas de su propia subjetividad y fuera de ellas definir, de
manera universal y estable, las relaciones e interacciones y leyes que animan
todos los fenómenos de la naturaleza.
Necesariamente tenemos que reconocer que nuestro acceso al mundo es siempre
subjetivo, que descartes tenía totalmente razón y no se trata de negar lo que había
propuesto sino de aceptarlo, entenderlo, reconocerlo y no desesperarnos ni
volvernos locos por el hecho de que simplemente tengamos esta mente.
El video concluye que, en realidad, los seres humanos somos ignorantes; y no
saber que en realidad el ser humano no es ese inglés con monóculo súper culto,
lleno de moralidad y perfecto, si no que somos repugnantes, despiadados,
voraces, homicidas, insaciables en nuestros deseos e indiferentes de nuestra
propia ignorancia significa, según Nietzsche, montar en los lomos de un tigre, de
un animal extremadamente peligroso, que es nuestra ignorancia, que come seres
humanos y que si no tenemos cuidado nos acabará matando.

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