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Algo de la Historia de Santo Tomé:

Santo Tomé fue fundado en la región del Tapé en el año 1632 por los
padres jesuítas Luis Ernot y Manuel Bertot.
Por espacio de mucho tiempo se denominó a este pueblo de diversas
maneras. Así puede leerse en los textos de historia los nombres de Santo
Tomás, Santo Thomás, Santo Tomas Apóstol, Santo Thomé y Santo
Tomé, predominando finalmente el último de ellos.
Años antes de 1632, los padres de la compañía de Jesús habían realizado
una serie de fundaciones de pueblos en el Guayrá, región está ubicada al
norte del Río Iguazú y al este del Paraná, que pertenece actualmente al
Brasil. Uno de ellos se llamó Santo Tomé. Esos pueblos fueron asaltados
por los bandeirantes de San Pablo y sus habitantes los indios cazados
como si fueran animales, para ser después vendidos como esclavos en el
Brasil. Por esta causa esos pueblos fueron destruidos y el resto de esas
poblaciones emigró hacia el sur. La fundación realizada en el Tapé que es
el origen de nuestra actual ciudad, no tiene con el Santo Tomé de Guayrá
ninguna relación, y sí solo de común el nombre.
La región del Tapé estaba ubicada en el centro del actual Estado de Río
Grande del Sur, Brasil. Se extendía desde el Alto Ibicuy hada el norte,
teniendo en el este al río Yacuy. Por su centro corría de norte a sur una
serranía llamada Serra Geral, que provoca el divorcio de las aguas que
corren hacia el Uruguay y hacia el Yacuy. Esta sierra conocida
comúnmente en la historia como "Sierra de Tapé" estaba habitada
antiguamente por enorme cantidad de indios denominados también con
el nombre con que era conocida esa sierra. En la parte sur-oeste de esa
reglón, próxima al río Ybicuy en su margen derecha sobre uno de sus
afluentes llamado ahora Yaguary, pero que antiguamente se llamaba
Ibicuacuy, fue donde se estableció en 1632 el pueblo de indios de
Santo Tomé.
Doce años antes de esta fundación, el padre Roque González de
Santa Cruz había penetrado el Tapé y fundado en esa región una
reducción de efímera duración que se llamó Candelaria. Fue éste el
primer jesuita que exploró esta desconocida región y el primero en
conocer el carácter y temperamento de los indígenas, abriendo así
el camino para las futuras fundaciones llevadas a cabo por Ta
Compañía de Jesús.

El Itapé

Con respecto al nombre de esta región podemos decir que lo hemos


visto escrito de tres maneras: Tape, Tape e Itapé. Las dos primeras
denominaciones se encuentran en cualquier texto que trate de la
materia y es aceptada por casi todos los historiadores. La última,
Itapé raramente fue usada. Sin embargo creo, sin poderlo afirmar
en absoluto, que la verdadera expresión es la de Itapé. Ella se
ajusta perfectamente a la construcción del idioma guaraní. De
Itá=piedra y de Pé=chato, bajo ó plano. Por lo tanto Itapé significa
piedra plana, o sea piedra laja. Como puede apreciarse tiene ella
una construcción similar a la de todos los nombres en idioma
guaraní, que lleva en sí misma su signiñcado y que expresa una
característica del lugar o la zona a que se refiere. Así la misma
palabra Itapé nos dice que en esta zona hay abundancia de piedras
lajas.
Por otra parte debemos considerar que hasta la llegada de los
españoles a América el idioma guaraní no había sido escrito, sino
solamente hablado. Que los primeros en escribirlo fueron los
funcionarios españoles, en sus comunicaciones oficiales y privadas.
Que estos funcionarios llegaban sin ningún conocimiento del
idioma nativo. Que por esta causa se pueden apreciar algunos
gruesos errores cometidos por ellos cuando tuvieron que referirse a
lugares expresados en guaraní. Por esa causa creemos que fue
suprimida la i inicial de la palabra Itapé. Podríamos dar algunos
ejemplos de palabras guaraníes en la que fue suprimida la i inicial,
observándose que la supresión de esa letra fue cosa más o menos
común, pero nos referiremos solamente a una, que es bien
conocida, y que está ya aceptada por la academia de la lengua
castellana: es la palabra tacurú. De origen guaraní, se escribía
itacurú. De Itá=piedra y Curú=con granos o con aspecto granuloso.
Es el mismo caso que el de la palabra Itapé, que mal escrita en los
primeros tiempos y copiada repetidas veces, acabó por adquirir,
como si dijéramos carta de ciudadanía.
Sin embargo algunas veces hemos visto escrita la palabra Itapé
como dijimos anteriormente. En el libro "Las Misiones Jesuíticas y
Los Bandeirantes Paulistas", del historiador argentino Enrique de
Gandía, leemos la palabra Itapé, como la consideramos verdadera.
Ese libro está basado en declaraciones de los primeros Jesuitas, de
hacia el año 1631, que fueron los primeros que empezaron a
estudiar el idioma guaraní.
Por otra parte diremos, que en 1682 fue fundada en el Paraguay
una reducción de indios en una región llamada también "Itapé",
sobre el Tebicuary Mirí, que estuvo a cargo de los religiosos de la
Orden de San Francisco.

El Padre Manuel
Bertot

Era francés. Había nacido en Marboz, provincia de Ain en 1601.


Dictó cátedra de Humanidades en Lion e ingresó en la Compañía
de Jesús en Avignon. En 1628 llegó al Río de la Plata en la misma
expedición en que lo hizo Ernot. El padre Furlong nos dice que
durante la travesía por mar el padre Bertot se hizo llamar Manuel
Álvarez, que así consta en la lista de embarque, y que eso se debió a
que las autoridades españolas tenían recelos de que vinieran a sus
dominios muchos jesuitas extranjeros, a quienes se ponían trabas
para que no pasaran a América. Las dificultades de esta clase no
desaparecieron sino que más adelante recrudecieron, llegando el
rey a dar una real cédula por la que los jesuitas extranjeros debían
volver a Europa abandonando los dominios españoles. Esta real
cédula no llegó a ejecutarse porque no fue posible conseguir
reemplazantes para los curas que debían irse.
En 1630 lo encontramos a Bertot en Candelaria del Caazapá Miní,
actual Estado de Río Grande del Sur, Brasil, antes que esta
reducción se hubiera trasladado a ía costa del Paraná. Ese año de
1630 hubo en esa reducción una terrible peste que el padre Bertot
afrontó con gran abnegación y cierto éxito en la asistencia y cura de
los enfermos, revelando en esa oportunidad poseer ciertos
conocimientos de medicina.
Un año más tarde, en 1631, estaba Bertot en el Guayrá, donde fue
testigo presencial de los ataques llevados a los pueblos de esa zona
por los bandeirantes que contaban para ello con el apoyo del
gobernador del Paraguay.
Bertot tuvo que resistir aunque a la larga sin éxito, los actos de
aquellos bandeirantes que se llevaban a la fuerza a sus indios
recién convertidos a la civilización y a la fe cristianas.
Al igual que con el padre Ernot el apellido de Bertot puede verse
escrito de diversas maneras como Bertod, Berthot, Bertoldo,
Bertode; y también su nombre que se escribió Noel, Natalis, etc..

La fundación de Santo Tomé no fue un hecho aislado, sino parte


de un vasto plan de fundaciones en esa región del Tapé. Así
surgieron entre los años de 1632 y 1634 diez nuevos pueblos, que
fueron: Santo Tomé, San Miguel, San José, Santa Teresa, en 1632,
Santa Ana, San Joaquín, Natividad, Jesús María en 1633 San
Cristóbal, San Cosme y Damián en 1634
.No todos los historiadores coinciden en el año en que fueron
fundadas estas reducciones.
Con respecto a Santo Tomé, los padres jesuitas contaron desde el
principio con la eficaz cooperación de dos caciques llamados
Arazayú y Coarupá, en los trabajos que demandaban la
conversión de los salvajes. Esos caciques de prestigio en la zona
ya convertidos a la fe cristiana, salían con un corto número de
acólitos a recorrer la región, a convencer a los otros indios de las ventajas
de vivir en el nuevo pueblo, tarea en la cual tuvieron mucho éxito, por lo
que la población de Santo Tomé creció rápidamente.
La aplicación de los indios a las tareas agrícolas fue otro éxito de los
primeros tiempos pues hubo referencias a la prosperidad de sus
plantaciones, a la feracidad de sus tierras y a su clima agradable.
Pero no todo anduvo bien. La extraordinaria abundancia de tigres
constituía un peligro constante. Nadie se podía alejar solo del pueblo sin
correr el riesgo de ser atacado no por uno sino por grupos de tigres que
merodeaban alrededor de la reducción y que más de una vez ocasionaron
víctimas. Debemos recordar aquí que el Yaguarí a cuyas orillas se fundó
Santo Tomé, quiere decir precisamente río de los jaguares o tigres
americanos.
El mismo año de 1632 los Padres Ernot y Bertot fundaron también la
reducción de San José a 7 leguas el oriente de Santo Tomé, entre el Río
Ibicuy al sur, el Toropí al este y el Yaguary al oeste. Estos jesuítas,
atendieron en sus primeros tiempos las dos reducciones. Esta situación
no fue del agrado de los indios de San José que querían para su pueblo un
cura propio y estable. Por ese entonces el superior Pedro Romero nombró
para esa reducción al padre José Cataldino. En momentos en que una
delegación de indios de San José marchaba para hacer el petitorio al
padre superior, se encontró en el camino con el padre Cataldino que venía
a hacerse cargo de aquella reducción. Gran satisfacción produjo este
encuentro entre los indios quienes de allí volvieron llevando en Múnfo al
padre Cataldino. En esta forma los fundadores de Santo Tomé quedaron
aliviados de los trabajos de atender a los dos pueblos.

El Primer Documento

El primer documento escrito conocido que se refiere concretamente a la


reducción de Santo Tomé fue dado por el padre Superior Pedro Romero
en la reducción de Yapeyú el 19 de septiembre de 1633.
Debemos destacar la real importancia de este documento, no solamente
por haber sido el primero, sino también porque nos da noticias exactas y
fidedignas de aquellos lejanos tiempos. Por ello lo reproducimos a
continuación: "Pedro Romero de la Compañía de Jesús, superior de las
reducciones de Paraná y el Uruguay, certifico que en 12 de junio de 1632
años, tomé posesión de Santo Tomás Apóstol, en la provincia de Tapé,
donde están reducidas hasta el día de hoy mil y doscientas familias con
sus casas y chacras y en ella están por curas el padre Luis Arnat y el padre
Pablo de Benavidez, los cuales están cultivando en doctrinas a los dichos
feligreses; y porque conste á los señores Jueces Oficiales Reales de esta mi
certificación, que conforme dicha cédula de S.M. tengo de dar al señor
Gobernador de la Provincia del Río de la Plata para que lo apruebe y
mande dar para la dicha reducción el ornamento y campana para celebrar
los divinos oficios, y la limosna que S.M. tiene señalada en su Real Cédula
para el sustento y vestuario de los padres, como hasta agora se ha hecho; y
porque en muchas leguas a la redonda no hay escribano legal que pueda
dar esta certificación, á quién se le dé toda fe conforme á derecho, lo juro
in verbo sacerdoüs que es verdad todo lo arriba dicho y lo firmo de mi
nombre: que es fecha en la reducción de Nuestra Señora de Los Reyes, en
diecinueve de septiembre de mil seiscientos treinta y tres años.
Dice el padre superior que el 12 de junio de 1632 "tomé posesión de
Santo Tomas Apóstol". Esto nos indica que el pueblo fue fundado
antes de ese día y que las fechas posteriores que algunos
historiadores han dado para esa fundación no pueden ser verdad.
A continuación nos da las primeras cifras en cuanto a su población:
1200 familias al día 19 septiembre de 1633.
Por él también sabemos que esas familias indígenas ya contaban
con sus casas y chacras. Esto nos indica que mucho se había hecho
en tan poco tiempo. Las casas serían de paja y barro, provisorias,
como para resolver el problema del alojamiento en forma rápida a
los indios que recién salían de la selva. Las casas de piedra cuyas
ruinas han llegado hasta nuestro tiempo tal vez nunca se han
llegado a construir en el primitivo Santo Tomé del Tapé.
Las chacras nos indican que en aquel año de 1633 ya había una
agricultura en marcha.
Después nos dice el padre Romero que estaban por curas los
padres Luis Arnat y Pablo de Benavídez. En lo que respecta al
padre Bertot lo encontramos ese año de 1633 en la vecina
reducción de San Miguel donde reemplazó precisamente al padre
Pablo de Benvídez. Sin embargo poco duró allí el padre Bertot pues
ese mismo año estuvo en la cercana reducción de Santa Ana donde
permaneció hasta el año siguiente. En 1638, año del traslado de
Santo Tomé, lo encontramos nuevamente en este pueblo. En
cuanto al padre Luis Ernot sabemos que en 1636 estuvo en
Apóstoles pero que dos años después estaba nuevamente en Santo
Tomé.
Este importante documento fue dado en la reducción de Nuestra
Señora de los Reyes o sea Yapeyú, que en aquellos años el superior
había tomado como asiento de su acción evangelizadora.

Padre Romero
Dice el padre superior que el 12 de junio de 1632 "tomé posesión de
Santo Tomás Apóstol". Esto nos indica que el pueblo fue fundado
antes de ese día y que recorrer la región, a convencer a los otros indios
de las ventajas de vivir en el nuevo pueblo, tarea en la cual tuvieron
mucho éxito, por lo que la población de Santo Tomé creció rápidamente.
La aplicación de los indios a las tareas agrícolas fue otro éxito de los
primeros tiempos pues hubo referencias a la prosperidad de sus
plantaciones, a la feracidad de sus tierras y a su clima agradable.
Pero no todo anduvo bien. La extraordinaria abundancia de tigres
constituía un peligro constante. Nadie se podía alejar solo del pueblo sin
correr el riesgo de ser atacado no por uno sino por grupos de tigres que
merodeaban alrededor de la reducción y que más de una vez ocasionaron
víctimas. Debemos recordar aquí que el Yaguarí a cuyas orillas se fundó
Santo Tomé, quiere decir precisamente río de los jaguares o tigres
americanos.
El mismo año de 1632 los Padres Ernot y Bertot fundaron también la
reducción de San José a 7 leguas el oriente de Santo Tomé, entre el Río
Ibicuy al sur, el Toropí al este y el Yaguary al oeste. Estos jesuítas,
atendieron en sus primeros tiempos las dos reducciones. Esta situación
no fue del agrado de los indios de San José que querían para su pueblo un
cura propio y estable. Por ese entonces el superior Pedro Romero nombró
para esa reducción al padre José Cataldino. En momentos en que una
delegación de indios de San José marchaba para hacer el petitorio al
padre superior, se encontró en el camino con el padre Cataldino que venía
a hacerse cargo de aquella reducción. Gran satisfacción produjo este
encuentro entre los indios quienes de allí volvieron llevando en triunfo al
padre Cataldino. En esta forma los fundadores de Santo Tomé quedaron
aliviados de los trabajos de atender a los dos pueblos.
Ataques bandeirantes

Los otros pueblos del Tapé no fueron atacados. Santo Tomé el más sud-
occidental de ellos, fue el que estuvo menos amenazado debido a su posición
geográfica. No obstante es fácil advertir la gran inquietud que habrán pasado.
Esto dos ataques de los bandeirantes indujeron a los superiores de la compañía
de Jesús a abandonar el Tapé, región amenazada y dé acceso más o menos fácil a
los portugueses. Se tenía en cuenta la experiencia de los ataques soportados en
otras regiones como el Guayrá en época no muy lejana, y la perspectiva de que
una o dos nuevas invasiones que con mucha posibilidad se realizarían en un
futuro inmediato. Toda la obra que con tanto sacrificio.
Paciencia y constancia se había realizado en el Tapé, sería destruida en
un instante por aquellos cazadores de esclavos que ya habían llevado
muchos miles de indios a los centros donde se los vendían como una
mercancía cualquiera. Se eligió el occidente del Río Uruguay como una
región más protegida, y más alejada. Costó trabajo convencer a los indios
que debían trasladarse al poniente del Uruguay. Estos fueron siempre
muy apegados a la tierra en que nacieron y se criaron, y aún la
perspectiva de ser cautivados y aún muertos no era argumento de
suficiente peso como para hacerles abandonar su terruño. Si lo hicieron
fue con desgano y después que los padres batallaron incansablemente
para convencerlos. Por ello hubo que quemar todas las casas antes de
partir por el río Ibicuy en balsas y canoas y por tierra costeando ese río,
emprendieron el éxodo los habitantes de Santo Tome, capitaneados por
sus padres Luis Ernot y Manuel Bertot hasta su desembocadura en el Río
Uruguay, en cuyas inmediaciones estaba la reducción de Yapeyú y luego
aguas arriba de este ultimo río hasta el lugar en que actualmente se halla.
Al igual que Santo Tomé abandonaron el Tapé los otros pueblos que no
habían sido destruidos. Corrió con la organización general de este éxodo
el Padre Nicolás del Techo. Por él sabemos que hubo de pasar mucho
trabajo y hambre, que a veces hubo que llevar a los niños en hombros y
que "ya en el término del viaje procuraron edificar nuevos pueblos,
ímproba tarea. Hubo que hacer cementeras, descuajar bosques, comprar
semillas y bueyes con harta dificultad, a precios elevados, construir casas
rectorales e iglesias y llevar a cabo otras cosas propias de las reducciones.
El mismo padre del Techo que estuvo en Santo Tomé en los primeros
tiempos cuando este pueblo ya había estado en su nuevo emplazamiento
nos relata lo sucedido durante el traslado y los primeros tiempos vividos
en la nueva patria "a pesar de tantas agitaciones fueron bautizados 99
niños y 261 adultos de Santo Tomás, reducción en la que actualmente me
encuentro; quemaron sus casas y se retiraron unos por tierras y otros por
el Ibicuy y el Uruguay, conducidos por los Padres Luis Ernot y Manuel
Bertot y construyeron un pueblo a 14 millas de la Concepción; aunque al
principio los habitantes de las próximas reducciones les negaron su
apoyo no les fue mal en la nueva patria, pues el terreno de ésta es fértil,
capaz de alimentar ganados y excelente para la agricultura lograron salir
de la miseria; hoy son en números de 4.000 almas no obstante las
adversidades que han sufrido. Aquel año bautizaron los jesuítas 480
personas" (Nicolás del Techo) op cit.
En este relato llama la atención que el Padre del Techo diga "y
construyeron un pueblo a 14 millas de la Concepción". Si esto fuera
verdad Santo Tomé tuvo que haberse trasladado desde el Tapé hasta las
inmediaciones de Concepción para después volver desandando caminos
al emplazamiento donde se fijó definitivamente. Creemos difícil que esto
hubiera sucedido aunque hay que tener en cuenta la autoridad moral de
quien así lo afirma. Sabemos sí que en aquella oportunidad del éxodo, el
pueblo de San Miguel y los restos de las poblaciones de Jesús María y
San Cristóbal que dispersaron los oandeirantes, se establecieron en
Concepción o sus cercanías, por lo que vino a formarse allí una zona de
concentración de aquellos pueblos que trasmigraban.

Implantación del pueblo en su lugar definitivo

Fácil resulta imaginar los grandes trabajos, privaciones y sacrificios que


habrá demandado el afincamiento de la población indígena en el
emplazamiento en su lugar definitivo. Todo hubo de hacerse de nuevo.
Las casas para los indios, para los padres y la Iglesia, que habrán sido
nada más que ranchos en aquellos tiempos. Las cementeras para lo cual
había que arar la tierra con bueyes comprados a precios altos como nos
dice del Techo, pues el ganado que ya tenían
La primitiva fundación del Tapé incluso los bueyes, se dispersó al producirse el
éxodo, y si algo consiguió traerse habrá sido una pequeña parte, pues sabemos
que de aquellos ganados que quedaron en el Tapé.
Moriría años después el Padre Pedro Romero en Itatines, ultimado por los
indígenas en 1645. Pedro Romero había sido el Primer Padre Superior que tuvo
Santo Tomé en el Tapé.
En 1639 el Padre Ernot fué trasladado a la reducción de San José, iba como ,
compañero de Cura. Por consiguiente rebajado de categoría lo que no quería
decir que fuera un castigo, sino que se le quiso aliviar de las responsabilidades y
preocupaciones que necesariamente debían experimentar los curas que estaban
al frente de las reducciones, para poder dedicarse al estudio de la teología y la
[ filosofía, cuyos exámenes no había dado. No sabemos el resultado de sus
exámenes pero creemos que los hubo aprobado ya que posteriormente tuvo una
I larga y destacada actuación al frente de otras reducciones y sobre todo por su I
ascenso a Padre Superior.

Visita del Gobernador del Río de la Plata

En 1647 estuvo en Santo Tomé el Gobernador del Río de la Plata Don Jacinto I
de Láriz. El objeto principal de su visita era averiguar la existencia de minas de
oro y plata, se decía que existían en los pueblos dirigidos por jesuítas I
principalmente en los del Uruguay, cuya existencia estos ocultaban a las
autoridades y de las cuales se extraían grandes riquezas que se enviaban a los
colegios de Córdoba, Asunción, Buenos Aires y Europa, y que servían para
costear los grandes gastos que demandaba la organización jesuítica en el
mundo.
Un indio llamado Ventura había presentado al Gobernador Láriz en Buenos
Aires un mapa o plano con la ubicación de la mina, en el que figuraban también
el castillo o fuerte que defendía aquel importante y rico lugar. Ante noticias tan
concretas el Gobernador quiso cerciorarse por sí mismo y con un destacamento
de soldados y el denunciante emprendió viaje a las reducciones. Ya próximos a
los pueblos, el indio Ventura huyó, desapareciendo de la comitiva, pero los
Padres jesuitas tan interesados como el Gobernador en el esclarecimiento de la
verdad lo hicieron buscar con sus indios y lo encontraron cuando se hallaba
Láriz en Santo Tomé.
Traído a su presencia negó que hubiera hecho la denuncia y que si la hizo fue
estando borracho. Láriz montando en cólera, ordenó que se le ahorcara, pero los
Padres intercedieron y consiguieron que le fuera aliviado el castigo en 200
azotes, que le fueron aplicados en la plaza de Santo Tomé.
Los soldados del gobernador se esparcieron por todas partes y registraron todos
los lugares sin encontrar nada. Iguales hechos se repitieron en todos los
pueblosque visitó con idéntico resultado. Volvió finalmente el Gobernador a
Buenos i Aires sin haber encontrado las famosas minas y convencido de que
éstas en realidad no existían, pero aún así no dejaron de circular entre el pueblo
aquellas fantásticas versiones aceptadas como verdaderas algunas veces aún por
altos funcionarios.
En oportunidad de su visita el Gobernador Láriz aprobó oficialmente la
fundación de Santo Tomé dando por firme y estable la reducción. Quince años
había transcurrido desde su origen en 1632 hasta la visita del gobernador en
1647 sin que fuera aprobada por la autoridad civil, pero esta demora era común
en aquel tiempo y comprendía todos los pueblos jesuíticos, pues se consideraba
que era necesario dejar transcurrir el tiempo hasta que la reducción quedara
sólidamente establecida, y ya no corriera el riesgo de disolverse como había
ocurrido con algunas de ellas cuando sus habitantes, los indios, las abandonaban
dispersándose por la región y dejando despoblada la misión.
Esta aprobación tenía un importante significado pues estaba relacionada
directamente con el impuesto o tributo y con el sínodo o sueldo de los Padres.
Con respecto al tributo significaba que a partir de esa aprobación empezaba a
correr jel plazo en que los indios estaban eximidos de pagarlos. En efecto, el Rey
había de permitir nuevamente las defensas misioneras. Pero fue recién en
1546 después de muchas vacilaciones desconfianzas y demoras que el
Virrey del Perú autorizó definitivamente la formación de las milicias y
envió una cantidad de armas de fuego. Tres años más tarde se
encargaban a esas milicias el cuidado de las fronteras. Fue desde
entonces que la reducciones estuvieron en condiciones de defenderse de
los bandeirantes.

Ataque de los Mamelucos

Corría el mes de marzo de 1651 cuando se produjo el esperado ataque a


Santo Tomé por parte de los bandeirantes paulistas. Venían éstos
dispuestos a obtener revancha por anteriores derrotas y bien preparados
atacaron al territorio jesuítico simultáneamente por cinco lugares
diferentes. Venían provistos de colleras de hierro con las cuales
aprisionar a los indios para llevarlos a los mercados donde serían
vendidos como esclavos.
Los jesuítas estaban informados de los movimientos de los bandeirantes
y con anticipación prepararon sus defensas. El padre Gay dice que los
jesuitas establecieron cuerpos de guardia en la sierra del yerbal en la
margen oriental del Uruguay y sobre la cima del gran monte de pinos
araucarias que cubre una parte de la sierra limítrofe de las provincias de
Santa Catalina y Paraná, llamada hasta hoy Monte Castellano que daba
paso a las tribus bárbaras y a los paulistas.
Con estas medidas de defensa, avanzadas para su época, los jesuitas
pudieron conocer con gran anticipación la aproximación del enemigo,
dar la alarma general y preparar la defensa. Tuvieron tiempo de informar
al gobernador del Paraguay de esta "maloca" y solicitarle ayuda. Este
gobernador, Andrés Garabito de León, ordenó a los jesuitas que
resistieran la invasión, mientras él preparaba la ayuda de tropas
españolas y solicitó la cooperación del gobernador de Buenos Aires, la
que no llegó a concretarse.
Antes de que las tropas paraguayas pudieran intervenir, se produjo el
choque. Un grupo de bandeirante atacó la región de Itatines, en el norte;
otro, bajando, embarcado por el río Paraná, se presentó ante la reducción
"de Corpus, mientras que un tercer ejército que venía por el sur, se
dividió en tres y atacó Yapeyu, La Cruz y Santo Tomé. El ataque fue
simultáneo en todas partes. El padre Rodero, que escribió sobre estos
hechos dice que fue el mismo día.
Declaraciones del padre Bertot
Conocida es una declaración del padre Manuel Bertot de 1652 en la cual
manifiesta que Santo Tomé "vino a ser de mil cuatrocientas y más familias e iban
a la escuela novecientos muchachos y en el bauticé más de tres mil almas y el
padre Ernot a quien yo acompañaba bautizó más".
Estas declaraciones del padre Bertot nos indica que en aquel tiempo la población
de Santo Tomé era elevada, pues con 1400 familias tendría seguramente más de
5000 habitantes.
Debemos manifestar que en la época jesuítica habían dos escuelas en el pueblo,
una de varones y otra de niñas, a quienes se impartía separadamente una
enseñanza elemental, consistente en leer y escribir y algo de aritmética, como
"sacar cuentas". Las niñas aprendían además a hilar y cocinar. Cuidaban de la
disciplina de los alumnos y de la atención general de la escuela, así como
también ayudaban a impartir la enseñanza, unos indios mayores que tenían el
título de alcaldes.
El local de la escuela formaba parte de un importante grupo de construcciones:
que en los planos de los pueblos que han llegado hasta nuestros días, se
determina como "el colegio".
Aparte de estas enseñanzas de primeras letras los niños indígenas recibían
instrucción religiosa y los varones podían aprender música y danzas en otra
escuela adyacente. Cristo de origen jesuítica Después de los doce años podían
aprender diversos oficios en los talleres.
La defensa de Santo Tomé fué heroica.. Sus milicias indígenas resistieron con
éxito e infligieron a los bandeirantes una decisiva derrota. Abandonaron los
invasores prisioneros muertos y heridos, vituallas, colleras y cadenas.
Igualmente también las otras reducciones rechazaron el ataque, obteniéndose
en esta forma una victoria que pudo haber sido completa si no fuera que en
Itatines los bandeirantes consiguieron su objetivo al destruir aquellas misiones y
aprisionar a sus indios.
Visita del Oidor de la Audiencia de Charcas

En 1657 visitó Santo Tomé y las otras reducciones el Oidor de la


Audiencia de Charcas don Juan Blasquez de Valverde. Venía como Juez
de Visita por orden del rey, con la misión de averiguar la existencia de
minas de oro y plata en las misiones del Uruguay, la conveniencia de
establecer el cobro del tributo en los pueblos que aún no lo pagaban y la
veracidad de otras denuncias que contra los jesuitas habían llegado a ía
corte española.
En efecto, los enemigos de la Compañía de Jesús habían esparcido por
todas partes una cantidad de rumores contra los jesuitas y aún habían
hecho que estos rumores llegaran a la corte española. Se seguía
sosteniendo que en los pueblos del Uruguay habían efectivamente minas
de oro y plata y se indicaba a Concepción como fabulosamente rica,
donde un río prácticamente de oro pasaba por la propia huerta de los
padres, y que el gobernador Láriz había sido sobornado por los jesuitas
cuando diez años antes había investigado este asunto, por lo que no
quiso descubrir la verdad. Otros tipos de rumores también se habían
hecho circular como el de que los jesuítas querían establecer un gobierno
propio, independiente de España, por lo que habían empezado por no
aceptar el vasallaje que los indios debían al rey, que se negaban a pagar
el tributo correspondiente, etc.
La corte quiso cerciorarse de la verdad y ordenó al Oidor de la Audiencia
de Charcas don Juan Blasquez de Valverde que investigara el asunto y le
mandó las instrucciones a las que debía ajustar su proceder. En la corte
se pensó anular los plazos que por privilegio se habían concedido para
que los indios no pagaran impuesto y así se le decía a Valverde que
expusiera su juicio acerca de la conveniencia de hacer efectivo el pago del
tributo.
Llegó el Oidor Blasquez de Valverde acompañado de un destacamento de
tropas, de un experto en minas y de un indio llamado Domingo que había
hecho una denuncia de la existencia de dichas minas, en las cuales decía,
había trabajado y de las que presentó los planos.
Naturalmente, como en la vez anterior, nada se encontró en esta
oportunidad, debiendo volverse el señor Oidor con las manos vacías.
Realizó asimismo en éste y en los otros pueblos, un censo con el número
de habitantes y el número de indios tributarios, que envió al año
siguiente a la corte, desmintiendo a la vez los rumores que contra los
jesuitas se habían hecho.
Sin embargo un hecho positivo tuvo esta visita para Santo Tomé. Fue en
esa ocasión que el Oidor de la Audiecia de Charcas otorgó el título de
propiedad de las tierras correspondientes a este pueblo.

Muerte de Ernot

El 11 de mayo 1667 murió en la reducción de San Ignacio Miní el padre


Luis Ernot. Tenía a su muerte setenta años de edad y había estado casi
cuarenta años en América. Al producirse su muerte Manuel Bertot se
hallaba en el colegio de La Rioja.

Regreso del padre Bertot

En 1671 volvió a Santo Tomé el padre Manuel Bertot y permaneció tres


años en él, siendo entonces trasladado a Candelaria. Entre los años 1673
y 1677 visitó Santo Tomé y las otras reducciones, el Licenciado Diego
Ibañez de Faría, quién venía por encargo del rey "a numerar los indios de
ellas". Según las instrucciones que traía, el impuesto resultante de ese
nuevo empadronamiento debía entrar primero en la caj as reales para
después pagarse con el mismo el sínodo o sueldo a los padres. En 1677
Ibañez de Faría remitió a la corte el padrón realizado. A su vez, y según lo
expresa una real cédula de 1679, el presidente de la Audiencia de Buenos
Aires había ordenado a Ibañez de Faría que "inquiriese si entre aquellas
doctrinas se hallaban los indios que se huyeron de la que administraba
Fray Francisco de Rivas, nombrada Itacurubí, que la desampararon
ausentándose todos juntos, diciendo que por la información que remitía,
constaba haber algunos de dichos indios en tres reducciones, que eran
San José, Santo Tomé y Los Reyes: porque habiéndose huido juntos
después se dividieron en trozos, y anduvieron vagando por los montes
algún tiempo, hasta que casualmente, saliendo algunos religiosos de la
compañía como lo acostumbraban a buscar infieles y reducirlos á la fe, y
explorar la campaña por recelo de los portugueses de San Pablo,
encontraron con algunas tropas pequeñas de los dichos indios de
Itacurubí, y los agregaron á sus reducciones, donde se habían casado y
perseveraban hasta entonces: cuyo número no llegaba a cien familias: y
todos se habían numerado al fin de los padrones de dichos tres pueblos,
con la nota de ser de esta calidad; y de los demás que fueron muchos, no
había noticia alguna.

Concluía la real cédula de 1679 que trascribimos con las siguientes


recomendaciones todo lo cual haréis se guarde y cumpla sin
contravención
alguna, y que se cuide mucho de la enseñanza y buen tratamiento de
todos los
indios, y particularmente de los que fueron fugitivos de la doctrina de
Itacurubí
que se hallaban en las tres reducciones referidas, en todo lo que sea
posible, para que se conserven en nuestra santa fe, y que se aumenten y
tributen como los demás: que en este punto encargo mucho al superior
de estas doctrinas por otro despacho de la fecha de éste el cuidado que
debe poner en ello.

Esta real cédula de 1679 y aún otras nos revelan que en aquellos tiempos
habían en Santo Tomé y también en otras reducciones ya formadas uno o
más padres misioneros , supernumerarios, distintos de los que regían el
pueblo, nombrados por el Provincial de la Orden, destinados a recorrer
la zona más o menos próxima a la reducción que no estaba bajo el
dominio directo de la misma y que era habitada por tribus de indios no
cristianizados o gentiles. Estos misioneros acompañados por un
destacamento de indios soldados del pueblo, portando un altar portátil,
como para poder decir misa en cualquier parte, y cargados con yerba
mate y tabaco para agasajar a los infieles que fueron encontrando,
recorrían con frecuencia la zona aledaña a la reducción, especialmente la
que queda al oriente del Uruguay, donde se internaban hasta muchos
kilómetros del pueblo. De esta manera entraban de paz en las tolderías y
los salvajes que iban ganando para la fe cristiana los traían al pueblo;
también trataban de encontrar a los que ya habían estado en la
reducción, pero que habían huido volviendo a la selva o "alzados" como
se los llamaba, a quienes procuraban atraerlos nuevamente. Así fue que
se encontró el grupo de indios de Itacurubí que despobló aquella
reducción mercedaria, que estuvo ubicada al oriente de Santo Tomé,
sobre él. Arroyo Itacurubí, afluente del Camacuá y subafluente del
Uruguay.
Pero aún otro propósito perseguían estos misioneros. Durante sus
frecuentes correrías buscaban informarse por medio de los indios sobre
la posible presencia de bandeirantes de San Pablo en la región. Aunque
aquellos antiguos enemigos de los jesuitas hacía ya años que no habían
vuelto más, los padres misioneros no dejaban de tomar precauciones y
de mantenerse informados. Estas medidas de precaución iban a
continuar todavía por mucho tiempo, como puede verse en una orden
dada por el padre provincial en 1698 a los pueblos del oriente del
Uruguay para que hicieran la espía de los pinares, aunque no fueran más
necesarias.

Licencia para un nuevo templo

El padre Tomás de Baeza que llegó a escalar las más altas posiciones en
la organización jesuítica de la provincia del Paraguay, pues llegó a ser
superior y provincial, escribía en 1678 al general de la orden Tirso
Gonzales que residía en Roma, que se fabricaban dos hermosos templos
en las doctrinas de Loreto y San Ignacio y que había dado licencia para
que se fabricase otro en Santo Tomé, más capaz, por no ser bastante el
antiguo.
Toma de la Colonia del Sacramento.

En 1680 las milicias indígenas tomaron parte en un relevante hecho de armas,


tal vez el más importante del siglo XVII.
Los portugueses que habían desembarcado en la costa del Río de la Plata frente
a Buenos Aires fundaron una población y construyeron un fuerte. Bautizaron el
lugar con el nombre de colonia del Sacramento.
Considerando el gobernador de Buenos Aires que los portugueses se habían
apoderado de territorios pertenecientes a España resolvió expulsarlos, para lo
cual procedió a preparar un ejército de Españoles con soldados de diversas
ciudades, y otro ejército auxiliar con indios de las reducciones jesuíticas.
De acuerdo con las minuciosas y detalladas instrucciones enviadas para la
formación del ejército guaraní , a Santo Tomé le correspondió contribuir con un
contingente de 275 soldados. De ellos, la mitad debía ser de a caballo y la otra
mitad de a pie. El armamento principal de la caballería era la lanza. Debían
llevar para su defensa sus adargas o escudos de cuero. De los infantes, la mayoría
eran los que iban armados de ondas con 30 piedras por lo menos y una docena
de ondas cada uno. Seguían en importancias los que iban armados de flechas y
arcos. Dos arcos y 30 flechas cada uno. Cada 100 soldados de infantería o cada
50. de caballería formaban una compañía, dirigida por sus capitanes alféreces,
sargentos etc..
Las instrucciones son minuciosas también en cuanto a lo que cada
pueblo debía llevar para el abastecimiento y otros detalles como la
cantidad de yerba con que cada pueblo debía contribuir, el tabaco, maíz,
harina, trigo, bizcochos, porotos, etc.. Los enfermeros con lo necesario
para atender a los heridos, las balsas que debían bajar cargadas por el
río. Los caballos, que correspondían tres a cada soldado, dos caballos y
una muía, más los que transportaban el abastecimiento, los animales
debían estar marcados con el hierro del pueblo, así como también las
bolsas donde iban los abastecimientos.
Según las mismas instrucciones se enviaron a Santo Tomé los arcabuces
con pólvora y balas para el ejército. Estas armas de fuego que eran 200
arcabuces, debían ser entregadas en este pueblo a indios escogidos, los
mejores de cada doctrina, que en número de 16 por cada reducción ya
habían sido designados antes de su partida. Por consiguiente, se
desprende de las instrucciones referidas del cuerpo de ejército que
portaban armas de fuego que era un cuerpo seleccionado, el mejor que se
podía obtener en la época y que se constituyó en Santo Tomé cuando
aquí se concentraron los contingentes de las reducciones situadas más al
norte donde se les proveyó de las referidas armas de fuego.
De acuerdo con las mismas instrucciones fue en Santo Tomé donde el
Padre Superior Cristóbal de Altamirano pasó revista a ese ejército que
debía marchar hacia el sur
Estas tropas indígenas tuvieron un comportamiento sobresaliente y una
acción decisiva en el sitio y toma de la colonia de Sacramento, en cuya
ocasión se alcanzó una espléndida victoria el 7 de agosto de 1680 al
rendir al ejército portugués.

Muerte de Bertot

El 17 de Enero de 1687 murió en la reducción de Santa María la Mayor, el


Padre Manuel Bertot. Tenía a su muerte 86 años de edad y había estado
casi 60 años en América. Hacían entonces 20 años que había fallecido su
compañero en la fundación de Santo Tomé, el padre Luis Ernot

Misiones del indio Arazay

El Padre Jarque en su libro, Insignes Misioneros refería que hacia 1687


hubo un indio en Santo Tomé, el cacique Francisco Arazay, que recorría
todos los años la zona circunvecina a este pueblo, conversando con los
indios gentiles, enseñándoles la doctrina cristiana que muchos aceptaban
y atrayéndolos a la reducción. Por este medio, decía Jarque, el dicho
cacique sacó muchas almas de la esclavitud del demonio.
Se repetía así el mismo hecho acaecido muchos años antes en el
primitivo Santo Tomé del Tapé cuando los caciques de entonces
cooperaron con éxito en la conversión de los salvajes.
El doctor Jarque decía al referirse a los modos de convertir salvajes, que
uno de ellos era enviando algunos caciques, capitanes o indios más
aprobados en la capacidad, ejemplares costumbres, y celo de propagar el
nombre cristiano. Así había estos años hacia 1687 en el pueblo de Santo
Tomé, un cacique llamado Francisco Arazay que salía cada año en los
meses oportunos a misión, escoltados de los indios más valerosos, sus
vasallos, los bastantes para defenderse de una invasión de los bárbaros;
no para ofenderles en algo ni obligarles a mudar en fuerza de religión
sino para que les tuviesen respeto. Con la provisión del elemento
necesario hacían los padres que llevasen algunos géneros de los que más
apetecen los infieles. Y fortalecido él y los suyos con los Santos
Sacramentos de confesión y comunión, e instruidos con saludables
consejos de sus curas, partían hacia los parajes donde entendían habrían
gentiles.
Hallados, los agasajaban y regalaban, asegurándoles que no iban de
guerra sino de paz y con deseos de comunicar con ellos el inestimable
bien de que gozaban en sus pueblos, donde le sobraba todo lo temporal y
aseguraban lo eterno, sin recelo de enemigos que le quitasen sus
familias, le perturben su quietud, les impidan el sustento, que les envía
Dios del cielo, con menos trabajo corporal del que ellos padecen en
buscarlo, dispersos por los campos, bosques y ríos, y expuestos a las
aguas, tempestades, mosquitos, tábanos, víboras, tigres y cocodrilos, que
les causan tantas desdichas y muertes cuantas veían cada día a sus ojos.
Que tienen en sus reducciones unos ministros de Dios muy distintos de
los demás españoles; pues libres de todo interés, sólo cuidan de que no
les falte a los indios conveniencia alguna, aunque sea menester para eso
quitarse de la boca el manjar, desnudarse del vestido, pasar noches
enteras desvelados, exponerse a los mayores riesgos, y perder la vida
como muchos la han perdido por el útil de sus ovejas. Cierto es que nos
quieren más que nosotros a nuestras familias, más verdaderos padres
que nosotros de nuestros hijos. A estas y otras semejantes propuestas
proporcionadas a su genio, añaden fuerzas con el testimonio de sus
compañeros y muchos más con las dádivas que ablandan los corazones
de algunos infieles que en cada viaje se les agregan, y repartidos en aquel
y en otros pueblos se habilitan para la vida cristiana. Por este medio el
dicho cacique sacó muchas almas de la esclavitud del demonio.

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