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Santo Tomé fue fundado en la región del Tapé en el año 1632 por los
padres jesuítas Luis Ernot y Manuel Bertot.
Por espacio de mucho tiempo se denominó a este pueblo de diversas
maneras. Así puede leerse en los textos de historia los nombres de Santo
Tomás, Santo Thomás, Santo Tomas Apóstol, Santo Thomé y Santo
Tomé, predominando finalmente el último de ellos.
Años antes de 1632, los padres de la compañía de Jesús habían realizado
una serie de fundaciones de pueblos en el Guayrá, región está ubicada al
norte del Río Iguazú y al este del Paraná, que pertenece actualmente al
Brasil. Uno de ellos se llamó Santo Tomé. Esos pueblos fueron asaltados
por los bandeirantes de San Pablo y sus habitantes los indios cazados
como si fueran animales, para ser después vendidos como esclavos en el
Brasil. Por esta causa esos pueblos fueron destruidos y el resto de esas
poblaciones emigró hacia el sur. La fundación realizada en el Tapé que es
el origen de nuestra actual ciudad, no tiene con el Santo Tomé de Guayrá
ninguna relación, y sí solo de común el nombre.
La región del Tapé estaba ubicada en el centro del actual Estado de Río
Grande del Sur, Brasil. Se extendía desde el Alto Ibicuy hada el norte,
teniendo en el este al río Yacuy. Por su centro corría de norte a sur una
serranía llamada Serra Geral, que provoca el divorcio de las aguas que
corren hacia el Uruguay y hacia el Yacuy. Esta sierra conocida
comúnmente en la historia como "Sierra de Tapé" estaba habitada
antiguamente por enorme cantidad de indios denominados también con
el nombre con que era conocida esa sierra. En la parte sur-oeste de esa
reglón, próxima al río Ybicuy en su margen derecha sobre uno de sus
afluentes llamado ahora Yaguary, pero que antiguamente se llamaba
Ibicuacuy, fue donde se estableció en 1632 el pueblo de indios de
Santo Tomé.
Doce años antes de esta fundación, el padre Roque González de
Santa Cruz había penetrado el Tapé y fundado en esa región una
reducción de efímera duración que se llamó Candelaria. Fue éste el
primer jesuita que exploró esta desconocida región y el primero en
conocer el carácter y temperamento de los indígenas, abriendo así
el camino para las futuras fundaciones llevadas a cabo por Ta
Compañía de Jesús.
El Itapé
El Padre Manuel
Bertot
El Primer Documento
Padre Romero
Dice el padre superior que el 12 de junio de 1632 "tomé posesión de
Santo Tomás Apóstol". Esto nos indica que el pueblo fue fundado
antes de ese día y que recorrer la región, a convencer a los otros indios
de las ventajas de vivir en el nuevo pueblo, tarea en la cual tuvieron
mucho éxito, por lo que la población de Santo Tomé creció rápidamente.
La aplicación de los indios a las tareas agrícolas fue otro éxito de los
primeros tiempos pues hubo referencias a la prosperidad de sus
plantaciones, a la feracidad de sus tierras y a su clima agradable.
Pero no todo anduvo bien. La extraordinaria abundancia de tigres
constituía un peligro constante. Nadie se podía alejar solo del pueblo sin
correr el riesgo de ser atacado no por uno sino por grupos de tigres que
merodeaban alrededor de la reducción y que más de una vez ocasionaron
víctimas. Debemos recordar aquí que el Yaguarí a cuyas orillas se fundó
Santo Tomé, quiere decir precisamente río de los jaguares o tigres
americanos.
El mismo año de 1632 los Padres Ernot y Bertot fundaron también la
reducción de San José a 7 leguas el oriente de Santo Tomé, entre el Río
Ibicuy al sur, el Toropí al este y el Yaguary al oeste. Estos jesuítas,
atendieron en sus primeros tiempos las dos reducciones. Esta situación
no fue del agrado de los indios de San José que querían para su pueblo un
cura propio y estable. Por ese entonces el superior Pedro Romero nombró
para esa reducción al padre José Cataldino. En momentos en que una
delegación de indios de San José marchaba para hacer el petitorio al
padre superior, se encontró en el camino con el padre Cataldino que venía
a hacerse cargo de aquella reducción. Gran satisfacción produjo este
encuentro entre los indios quienes de allí volvieron llevando en triunfo al
padre Cataldino. En esta forma los fundadores de Santo Tomé quedaron
aliviados de los trabajos de atender a los dos pueblos.
Ataques bandeirantes
Los otros pueblos del Tapé no fueron atacados. Santo Tomé el más sud-
occidental de ellos, fue el que estuvo menos amenazado debido a su posición
geográfica. No obstante es fácil advertir la gran inquietud que habrán pasado.
Esto dos ataques de los bandeirantes indujeron a los superiores de la compañía
de Jesús a abandonar el Tapé, región amenazada y dé acceso más o menos fácil a
los portugueses. Se tenía en cuenta la experiencia de los ataques soportados en
otras regiones como el Guayrá en época no muy lejana, y la perspectiva de que
una o dos nuevas invasiones que con mucha posibilidad se realizarían en un
futuro inmediato. Toda la obra que con tanto sacrificio.
Paciencia y constancia se había realizado en el Tapé, sería destruida en
un instante por aquellos cazadores de esclavos que ya habían llevado
muchos miles de indios a los centros donde se los vendían como una
mercancía cualquiera. Se eligió el occidente del Río Uruguay como una
región más protegida, y más alejada. Costó trabajo convencer a los indios
que debían trasladarse al poniente del Uruguay. Estos fueron siempre
muy apegados a la tierra en que nacieron y se criaron, y aún la
perspectiva de ser cautivados y aún muertos no era argumento de
suficiente peso como para hacerles abandonar su terruño. Si lo hicieron
fue con desgano y después que los padres batallaron incansablemente
para convencerlos. Por ello hubo que quemar todas las casas antes de
partir por el río Ibicuy en balsas y canoas y por tierra costeando ese río,
emprendieron el éxodo los habitantes de Santo Tome, capitaneados por
sus padres Luis Ernot y Manuel Bertot hasta su desembocadura en el Río
Uruguay, en cuyas inmediaciones estaba la reducción de Yapeyú y luego
aguas arriba de este ultimo río hasta el lugar en que actualmente se halla.
Al igual que Santo Tomé abandonaron el Tapé los otros pueblos que no
habían sido destruidos. Corrió con la organización general de este éxodo
el Padre Nicolás del Techo. Por él sabemos que hubo de pasar mucho
trabajo y hambre, que a veces hubo que llevar a los niños en hombros y
que "ya en el término del viaje procuraron edificar nuevos pueblos,
ímproba tarea. Hubo que hacer cementeras, descuajar bosques, comprar
semillas y bueyes con harta dificultad, a precios elevados, construir casas
rectorales e iglesias y llevar a cabo otras cosas propias de las reducciones.
El mismo padre del Techo que estuvo en Santo Tomé en los primeros
tiempos cuando este pueblo ya había estado en su nuevo emplazamiento
nos relata lo sucedido durante el traslado y los primeros tiempos vividos
en la nueva patria "a pesar de tantas agitaciones fueron bautizados 99
niños y 261 adultos de Santo Tomás, reducción en la que actualmente me
encuentro; quemaron sus casas y se retiraron unos por tierras y otros por
el Ibicuy y el Uruguay, conducidos por los Padres Luis Ernot y Manuel
Bertot y construyeron un pueblo a 14 millas de la Concepción; aunque al
principio los habitantes de las próximas reducciones les negaron su
apoyo no les fue mal en la nueva patria, pues el terreno de ésta es fértil,
capaz de alimentar ganados y excelente para la agricultura lograron salir
de la miseria; hoy son en números de 4.000 almas no obstante las
adversidades que han sufrido. Aquel año bautizaron los jesuítas 480
personas" (Nicolás del Techo) op cit.
En este relato llama la atención que el Padre del Techo diga "y
construyeron un pueblo a 14 millas de la Concepción". Si esto fuera
verdad Santo Tomé tuvo que haberse trasladado desde el Tapé hasta las
inmediaciones de Concepción para después volver desandando caminos
al emplazamiento donde se fijó definitivamente. Creemos difícil que esto
hubiera sucedido aunque hay que tener en cuenta la autoridad moral de
quien así lo afirma. Sabemos sí que en aquella oportunidad del éxodo, el
pueblo de San Miguel y los restos de las poblaciones de Jesús María y
San Cristóbal que dispersaron los oandeirantes, se establecieron en
Concepción o sus cercanías, por lo que vino a formarse allí una zona de
concentración de aquellos pueblos que trasmigraban.
En 1647 estuvo en Santo Tomé el Gobernador del Río de la Plata Don Jacinto I
de Láriz. El objeto principal de su visita era averiguar la existencia de minas de
oro y plata, se decía que existían en los pueblos dirigidos por jesuítas I
principalmente en los del Uruguay, cuya existencia estos ocultaban a las
autoridades y de las cuales se extraían grandes riquezas que se enviaban a los
colegios de Córdoba, Asunción, Buenos Aires y Europa, y que servían para
costear los grandes gastos que demandaba la organización jesuítica en el
mundo.
Un indio llamado Ventura había presentado al Gobernador Láriz en Buenos
Aires un mapa o plano con la ubicación de la mina, en el que figuraban también
el castillo o fuerte que defendía aquel importante y rico lugar. Ante noticias tan
concretas el Gobernador quiso cerciorarse por sí mismo y con un destacamento
de soldados y el denunciante emprendió viaje a las reducciones. Ya próximos a
los pueblos, el indio Ventura huyó, desapareciendo de la comitiva, pero los
Padres jesuitas tan interesados como el Gobernador en el esclarecimiento de la
verdad lo hicieron buscar con sus indios y lo encontraron cuando se hallaba
Láriz en Santo Tomé.
Traído a su presencia negó que hubiera hecho la denuncia y que si la hizo fue
estando borracho. Láriz montando en cólera, ordenó que se le ahorcara, pero los
Padres intercedieron y consiguieron que le fuera aliviado el castigo en 200
azotes, que le fueron aplicados en la plaza de Santo Tomé.
Los soldados del gobernador se esparcieron por todas partes y registraron todos
los lugares sin encontrar nada. Iguales hechos se repitieron en todos los
pueblosque visitó con idéntico resultado. Volvió finalmente el Gobernador a
Buenos i Aires sin haber encontrado las famosas minas y convencido de que
éstas en realidad no existían, pero aún así no dejaron de circular entre el pueblo
aquellas fantásticas versiones aceptadas como verdaderas algunas veces aún por
altos funcionarios.
En oportunidad de su visita el Gobernador Láriz aprobó oficialmente la
fundación de Santo Tomé dando por firme y estable la reducción. Quince años
había transcurrido desde su origen en 1632 hasta la visita del gobernador en
1647 sin que fuera aprobada por la autoridad civil, pero esta demora era común
en aquel tiempo y comprendía todos los pueblos jesuíticos, pues se consideraba
que era necesario dejar transcurrir el tiempo hasta que la reducción quedara
sólidamente establecida, y ya no corriera el riesgo de disolverse como había
ocurrido con algunas de ellas cuando sus habitantes, los indios, las abandonaban
dispersándose por la región y dejando despoblada la misión.
Esta aprobación tenía un importante significado pues estaba relacionada
directamente con el impuesto o tributo y con el sínodo o sueldo de los Padres.
Con respecto al tributo significaba que a partir de esa aprobación empezaba a
correr jel plazo en que los indios estaban eximidos de pagarlos. En efecto, el Rey
había de permitir nuevamente las defensas misioneras. Pero fue recién en
1546 después de muchas vacilaciones desconfianzas y demoras que el
Virrey del Perú autorizó definitivamente la formación de las milicias y
envió una cantidad de armas de fuego. Tres años más tarde se
encargaban a esas milicias el cuidado de las fronteras. Fue desde
entonces que la reducciones estuvieron en condiciones de defenderse de
los bandeirantes.
Muerte de Ernot
Esta real cédula de 1679 y aún otras nos revelan que en aquellos tiempos
habían en Santo Tomé y también en otras reducciones ya formadas uno o
más padres misioneros , supernumerarios, distintos de los que regían el
pueblo, nombrados por el Provincial de la Orden, destinados a recorrer
la zona más o menos próxima a la reducción que no estaba bajo el
dominio directo de la misma y que era habitada por tribus de indios no
cristianizados o gentiles. Estos misioneros acompañados por un
destacamento de indios soldados del pueblo, portando un altar portátil,
como para poder decir misa en cualquier parte, y cargados con yerba
mate y tabaco para agasajar a los infieles que fueron encontrando,
recorrían con frecuencia la zona aledaña a la reducción, especialmente la
que queda al oriente del Uruguay, donde se internaban hasta muchos
kilómetros del pueblo. De esta manera entraban de paz en las tolderías y
los salvajes que iban ganando para la fe cristiana los traían al pueblo;
también trataban de encontrar a los que ya habían estado en la
reducción, pero que habían huido volviendo a la selva o "alzados" como
se los llamaba, a quienes procuraban atraerlos nuevamente. Así fue que
se encontró el grupo de indios de Itacurubí que despobló aquella
reducción mercedaria, que estuvo ubicada al oriente de Santo Tomé,
sobre él. Arroyo Itacurubí, afluente del Camacuá y subafluente del
Uruguay.
Pero aún otro propósito perseguían estos misioneros. Durante sus
frecuentes correrías buscaban informarse por medio de los indios sobre
la posible presencia de bandeirantes de San Pablo en la región. Aunque
aquellos antiguos enemigos de los jesuitas hacía ya años que no habían
vuelto más, los padres misioneros no dejaban de tomar precauciones y
de mantenerse informados. Estas medidas de precaución iban a
continuar todavía por mucho tiempo, como puede verse en una orden
dada por el padre provincial en 1698 a los pueblos del oriente del
Uruguay para que hicieran la espía de los pinares, aunque no fueran más
necesarias.
El padre Tomás de Baeza que llegó a escalar las más altas posiciones en
la organización jesuítica de la provincia del Paraguay, pues llegó a ser
superior y provincial, escribía en 1678 al general de la orden Tirso
Gonzales que residía en Roma, que se fabricaban dos hermosos templos
en las doctrinas de Loreto y San Ignacio y que había dado licencia para
que se fabricase otro en Santo Tomé, más capaz, por no ser bastante el
antiguo.
Toma de la Colonia del Sacramento.
Muerte de Bertot